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La moral en la sociedad moderna

Los valores morales en la sociedad actual solo son llevados a cabo mediante la acción por un
pequeño porcentaje de la población mundial destacando que de esos valores solo se lleva a
cabo una parte.

No es un secreto que la sociedad actual está pasando por una gran crisis moral. Un gran
porcentaje de la población carece de conciencia como si en la maldad encontrasen la
satisfacción y en hacer el bien el pesar de la conciencia.

Muchos son los que ponen el interés personal por encima del bien común y solo citan los
valores éticos verbalmente al momento que representan un beneficio para ellos mismos.

Muchas veces los encargados de velar por el bien común o los que representan esa causa en
los distintos países son los que dan el ejemplo a que se actué sin tomar en cuenta los valores
morales con el fin de conseguir, en la mayoría de los casos, bienes y servicios materiales.

Los dirigentes de una sociedad no pueden hacer un llamado a actuar moralmente cuando
entre ellos se da todo lo contrario, pero si una sociedad con una conciencia clara puede
demostrar a sus dirigentes que si se puede actuar moralmente que la inmoralidad no tiene ni
tendrá lugar en su ámbito.

Los principios éticos de una sociedad pueden ser diferentes a los principios éticos de otras
sociedades ya que cada civilización tiene su propio modelo ético, pero esos principios éticos
deben estar relacionados con los valores para así que cada individuo adapte esos valores a su
forma de vida y en general se tendrá una sociedad armoniosa que servirá de ejemplo para las
demás.

Valoración de las normas morales que rigen la sociedad

Entre los distintos tipos de normas que rigen los comportamientos del individuo particular y
del ciudadano que vive en sociedad, vamos a centrarnos en las normas específicamente
morales. De los valores éticos, salen y se fundamentan las normas morales que guían nuestros
actos, por ejemplo, si valoramos la amistad y la sinceridad, saldrá de esa valoración personal
la norma, también personal, "debo ser sincero con los amigos" que, posiblemente, nos demos
a nosotros mismos.

Las normas morales no estás escritas en ningún libro, como las leyes jurídicas por ejemplo,
ni hay autoridades específicas que nos obliguen a cumplirlas. Cuando obedecemos normas
morales, como por ejemplo cumplir la palabra que hemos dado, decir la verdad aunque duela,
y lo hacemos de forma libre y consciente, ¿por qué lo hacemos?, ¿dónde está el origen del
convencimiento y el acatamiento de esas normas? Hay dos posibles respuestas a esta
cuestión:

Hablamos de heteronomía moral (del griego héteros, que significa otro, y nómos, ley),
cuando los motivos en los que se fundamenta la conducta moral de una persona, son
exteriores a nuestra conciencia, es decir, cuando la norma moral que obedece le viene
impuesta por alguien distinto de él mismo, pueden ser los padres, una autoridad religiosa o,
simplemente, el miedo al castigo si no la cumplimos. Por ejemplo, cuando realizamos una
acción moralmente correcta, como decir la verdad, por miedo a las consecuencias de que nos
pillen mintiendo.

Aplicar los principios morales no es solo aplicable para el profesional, sino para todo el ser
humano y aplicar los principios éticos no solo favorece a la sociedad de forma colectiva, sino
también al propio individuo de forma personal en sus intereses individuales.

Los valores morales en nuestros días

Cuando hablamos de “valores morales”, es importante notar que éstos están frecuentemente
constituidos por hábitos establecidos en un grupo o sociedad y que deben subordinarse a la
valoración ética. Asimismo, la crisis y cambio de valores morales no significa
necesariamente una amenaza o un peligro, se puede ver como algo saludable.

Al parecer en nuestros días los valores morales fueron perdiendo presencia en nuestros actos,
poniéndolos en último lugar y reemplazados. Ahora existen las adicciones al sexo, a la
comida, al trabajo, al consumismo, a la televisión, a las computadoras, a los juegos
electrónicos y a la violencia, incluso dentro de la familia.

Muchos rechazan los principios morales que nuestros padres y la generación anterior nos
inculcaron, por encontrarlos "pasados de moda". La razón principal es que la gente de hoy
no ve la relación entre estos principios y la realización de la persona humana. Esa generación
se limitó a transmitir unos principios pero sin establecer claramente su dimensión personal,
su conexión con la dignidad de la persona y sus demás valores. En otras palabras, la
educación moral quedó despersonalizada.

No es que nuestros padres o educadores conscientemente dejaran de mostrárnoslos. Lo que


pasó fue que el contexto social de la generación pasada era diferente. La sociedad de hace 40
años en general gozaba de unas leyes, un entorno, un sistema educativo, en una palabra, una
cultura, que apoyaba la vida familiar y la moral básica. La objetividad de los principios
morales fundamentales no se cuestionaba, excepto en algunos círculos académicos.

Pero vino la famosa y convulsa década de los 60 y todo lo que antes "se cocinaba en la
penumbra", por decirlo de algún modo, pasó al frente de la cultura, de la vida social. No sólo
fueron los medios de comunicación y del entretenimiento los que comenzaron a difundir el
relativismo moral que vivimos hoy, también lo hicieron las universidades, las instituciones
políticas y otras instancias que moldean la opinión pública, como el arte y hasta ciertos
sectores de las instituciones religiosas. Todo ello ha influido en los padres de familia y otros
educadores, que se han encontrado sorprendidos y un tanto faltos de preparación para
enfrentar la nueva manera de pensar.

Conciencia moral y conciencia ética

¿Qué es conciencia ética?

¿Cuál es la diferencia entre conciencia moral y conciencia ética?

La conciencia moral se refiere a nuestra capacidad para reconocer la diferencia entre el bien
y el mal y actuar en conformidad con el bien y de acuerdo a un conjunto de principios y
valores que hemos desarrollado como miembros de una determinada comunidad (familia,
iglesia, pueblo).

Conciencia moral significa que experimentamos la actividad humana desde valores morales
particulares, nos sentimos obligados a actuar conforme a ellos y en efecto así lo hacemos.
Como parte de nuestro desarrollo, prácticamente todos desarrollamos una conciencia moral,
es decir, construimos valores y algún tipo de sensibilidad y capacidad de juicio, deliberación
y acción.

La conciencia ética surge cuando la conciencia comienza a examinarse así mismo para
mejorarse. Si usted tiene conciencia ética, entonces usted le pregunta a su conciencia moral:
¿qué has hecho, verdaderamente? ¿Sientes a través de esos valores, juzgas, razonas, actúas a
través de esos valores? Si no lo estás haciendo, no estás desarrollando la conciencia ética

Eso es lo que hace la conciencia ética, es como un espejo donde la conciencia moral se mira
para mejorarse, para descubrir sus contradicciones y limitaciones, para entonces mejorarse.

La conciencia ética es la conciencia de la conciencia moral; o más simplemente, la


autoconciencia.

La autoconciencia moral o conciencia ética no nos dice como actuar; pero mejora la
conciencia moral haciéndola más clara en sus contenidos, mejorando sus procesos y
haciéndola más coherente.

Los valores morales en nuestros días

Cuando hablamos de “valores morales”, es importante notar que éstos están frecuentemente
constituidos por hábitos establecidos en un grupo o sociedad y que deben subordinarse a la
valoración ética. Asimismo, la crisis y cambio de valores morales no significa
necesariamente una amenaza o un peligro, se puede ver como algo saludable.

Al parecer en nuestros días los valores morales fueron perdiendo presencia en nuestros actos,
poniéndolos en último lugar y reemplazados. Ahora existen las adicciones al sexo, a la
comida, al trabajo, al consumismo, a la televisión, a las computadoras, a los juegos
electrónicos y a la violencia, incluso dentro de la familia.

Muchos rechazan los principios morales que nuestros padres y la generación anterior nos
inculcaron, por encontrarlos "pasados de moda". La razón principal es que la gente de hoy
no ve la relación entre estos principios y la realización de la persona humana. Esa generación
se limitó a transmitir unos principios pero sin establecer claramente su dimensión personal,
su conexión con la dignidad de la persona y sus demás valores.
En otras palabras, la educación moral quedó despersonalizada.

No es que nuestros padres o educadores conscientemente dejaran de mostrárnoslos. Lo que


pasó fue que el contexto social de la generación pasada era diferente. La sociedad de hace 40
años en general gozaba de unas leyes, un entorno, un sistema educativo, en una palabra, una
cultura, que apoyaba la vida familiar y la moral básica. La objetividad de los principios
morales fundamentales no se cuestionaba, excepto en algunos círculos académicos.

Pero vino la famosa y convulsa década de los 60 y todo lo que antes "se cocinaba en la
penumbra", por decirlo de algún modo, pasó al frente de la cultura, de la vida social. No sólo
fueron los medios de comunicación y del entretenimiento los que comenzaron a difundir el
relativismo moral que vivimos hoy, también lo hicieron las universidades, las instituciones
políticas y otras instancias que moldean la opinión pública, como el arte y hasta ciertos
sectores de las instituciones religiosas. Todo ello ha influido en los padres de familia y otros
educadores, que se han encontrado sorprendidos y un tanto faltos de preparación para
enfrentar la nueva manera de pensar.

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