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Estos enfoques que según los autores presentan grandes falencias, los cuales nos
servirán para contrastarlos con la realidad chilena.
Vivimos en una época donde superar la brecha entre la sociedad civil y las
instituciones políticas es menester para el empoderamiento ciudadano. Como se ha
relatado anteriormente, el clima político chileno esta tensionado, el status quo
emergido durante dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990) y cristalizado
en los gobiernos de la concertación (1990-2007) posteriores a la transición
democrática basado en un modelo de desarrollo capitalista que consistía en
premisas neoliberales (Leyton, 2014) ha sido puesto en tela de juicio. En palabras
del informe de la PNUD (2015) el país se encuentra en un proceso de
desnaturalización de lo social, donde ése orden impuesto ha menguado. En suma,
la clase política, además de estar profundamente deslegitimada por las razones
expuestas anteriormente, ya no puede contener las consecuencias colaterales de
un modelo basado preponderantemente en el desarrollo económico y la ciudadanía
clama cambios, y no existiendo mecanismos deliberativos decidores es que nuevas
instancias políticas han emergido desbordantemente.
El rol del ciudadano en Chile ha sido trastocado, ya no puede ser visto desde
perspectivas tradicionales –votar o participar en partidos políticos, etc.-, y los
jóvenes chilenos tienen mucho que decir respecto a este cambio, puesto que ya
desde 2006 con la “revolución pingüina” este estrato se ha volcado hacia la
búsqueda de cambios sociales.
De ahí el interés de estudiar a la población juvenil y la visión que tienen respecto a
lo que significa ser ciudadano en Chile.
Ahora bien, si nos situamos a un contexto más local, Temuco no ha estado exento
de movilizaciones, en lo que respecta a manifestaciones estudiantiles, tanto
estudiantes secundarios como universitarios han participado a través de marchas,
tomas, actividades culturales, etc. Los estudiantes universidad de la Frontera se han
tomado el establecimiento en variadas situaciones, respondiendo claro a los
llamados de la CONFECH a una movilización general y a demandas internas que
atañen a democratizar la institucionalidad, reducir costos a estudiantes, etc.
Según la encuesta CEP (2017) las instituciones políticas en las que más desconfía
la gente son el gobierno, congreso y partidos políticos respectivamente. Estos datos
confluyen con el hecho de que sólo en el 2016 hubieron 14 casos de corrupción y
fraude político, entre los más mediáticos, se puede considerar el caso SQM y
CAVAL (La izquierda diario, 2016). El clima de desconfianza también se condice
con la IV Encuesta Auditoría a la Democracia del PNUD (2016) que concluyó que
los chilenos perciben que hay mucha corrupción en distintas instituciones públicas
y privadas aumentó de un 23% el 2010 a un 47% el 2016, duplicándose la cifra en
6 años.
Las explicaciones a este suceso si bien pueden ser inferidas a partir casos de
corrupción, tiene un sentido mucho más profundo, referente al propio sistema
político que heredó de la dictadura militar de augusto Pinochet una serie de trabas
y atisbos que no permiten su pleno funcionamiento, es por esto que varios autores
chilenos, al analizar el proceso político del país hablan de una democracia protegida
con “enclaves autoritarios” (Garretón, 1990; Garretón, Cruz, Aguirre, Bro, Farías,
Ferreti, Ramos, 2011) de consensos y semisoberana (Heneeus, 2014) o como se
refería Moulián (2002) quien hacía una analogía de la democracia con una jaula de
acero; además de un sistema económico que generaba y reproducía un crecimiento
económico desigual y segregador. Aquellas interpretaciones las revisaremos más
adelante.
Otro evento que caracterizó a la ciudadanía de los últimos años es que en el a 2012
se contaron 97 conflictos socioambientales, la INDH (2012) los define como:
En el 2015 la cifra aumentó a 105 (INDH, 2015), lo evento que llevó a Chile a ser
uno de los países del mundo con más conflictos ambientales por habitantes
(Elmostrador, 2017).
Todo aquello nos ilustra sobre la capacidad de diálogo y poder que ha ido
adquiriendo la ciudadanía para insertar demandas en la agenda política,
empoderamiento que se había olvidado en las primeras décadas de los regímenes
democráticos post-dictatoriales.
3. Marco teórico
3.1 Ciudadanía
Para ampliar la concepción de ciudadanía, según Rubio (1997) citado por Díaz
(2003) aquella “no tiene meramente un valor jurídico. Su valor trasciende, pues, con
mucho, este plano, hasta alcanzar la dimensión de valor ético-social” (p. 54). En
definitiva, la ciudadanía vendría siendo una cualidad subjetiva propia del sujeto
político que se constituye por dimensiones de tradición, lingüísticas, jurídicas, de
reconocimiento, morales, normativas y éticas, que se expresa en lo político y se
ejerce en la política (Díaz, 2003). Según Díaz (2003) “no podemos esperar que nos
llegue la ciudadanía, que nos sea adjudicada, que nos den licencia para ejercerla.
Debemos asumir el reto de construirla, vivirla, significarla, dignificarla” (p. 54),
entiendo que el rol de ciudadanía lleva tras de sí discusiones y luchas fraguadas por
siglos de historia.
3.2 El ciudadano a la luz de las corrientes ideológicas
El rol o los parámetros de acción propios del ciudadano, como hemos mencionado
varían según transformaciones histórico-sociales, no obstante a partir de la postura
ideológica es posible diferenciar tipos de ciudadano diferenciables, por ello
caracterizaremos a la ciudadanía a partir de las corrientes republicanas, liberales y
comunitaristas, entendiéndose que las tres están enmarcadas en regímenes
democráticos.
Según Cortina (1977) citado por García (2013) respecto a las formas de ciudadanía,
es posible diferenciar una doble raíz –griega y romana- de las que se originan a la
vez dos tradiciones: la Republicana, donde vida política es en la que los hombres
en su conjunto construyen el bien público; y la Liberal, donde la política es un medio
para poder realizar en la vida privada los propios ideales de libertad.
3.3 Subpolítica
Beck, Giddens y Lash (2008) señalaron que nos encontramos en una nueva etapa
de la modernidad que eclosiona a partir de las consecuencias no deseadas de un
estadio anterior, esta etapa se denomina sociedad del riesgo. Este es un proceso
de modernización reflexiva que significa la autoconfrontación con estos efectos y
consecuencias que acarrea la sociedad del riesgo, los cuales son internalizados por
los individuos provocando inestabilidad en los fundamentos del orden social y la
tradición.
La subpolítica, por tanto significa configurar la sociedad desde abajo, lo que implica
una retracción y minimización de la política basada en un enfoque de poder central
y la entrada a la escena de grupos que en otrora no estaban implicados en procesos
de decisión, generando un espacio de oportunidades de tener voz y participación
en la organización de la sociedad (Beck, Giddens y Lash, 2008).
Holzer y Sørensen (2011) citado por Garretón, Cruz y Aguirre (2011) realizan una
diferenciación conceptual de este proceso, donde llaman a aquellos actos externos
al sistema político tradicional que buscan el ejercicio de poder independiente y
además cambiar las condiciones de la sociedad como subpolítica activa; mientras
que aquellas fuentes no estatales de poder que malean la sociedad sin intención
directa, las llamarán subpolítica pasiva.
3.4 El escenario político chileno como contenedor de una nueva forma de
ciudadanía
Los resabios pendientes por los que pasó Chile Garretón (1990) los denominó
“enclaves autoritarios”, y éstos a su vez fueron algunos elementos que para
Heneeus (2014) llevaran a considerar al sistema político chileno como una
democracia Semisoberana.
Respecto a los elementos institucionales, a luz de que Chile pasó por una transición
reformativa, la constitución de los 80 que fue creada en dictadura en esencia no
cambió. Además de que estuviera asegurada la tutela y un ampliado poder de las
fuerzas militares, los preceptos básicos de una democracia fueron desconocidos,
puesto que en la carta magna se defendía la noción de una democracia protegida,
que ignoraba el principio básico de pluralidad (Heneeus, 2014). Su finalidad radica
en la contención y limitación de cualquier ideología radical (comunismo-marxismo
para el contexto militar) que amenazara los fundamentos ideológicos que se
impusieron en el país. Asimismo, actores sociales que en antaño fueron
fundamentales la construcción de la política, vale decir los partidos políticos y los
sindicados quedaron relegados de los ámbitos de injerencia política. En lo que
respecta los partidos políticos, se impone el que éstos estén incapacitados para
cooptar el monopolio de la participación ciudadana (militantes), y que cualquier
intento de coordinación entre ambos actores sería sancionada (Heneeus, 2014), ello
implicó el que los partidos de izquierda ya no pudieran asociarse con movimientos
sociales como los sindicatos; por otro lado, en cuanto a los grupos intermedios, que
si bien tenían cierta libertad y autonomía de afiliación, se les prohíbe realizar
huelgas y participar en actividades político-partidistas, básicamente su actividad
queda relegada voto (Paredes, 2011; Heneeus, 2014). Las últimas consideraciones
rescatables serían la existencia del sistema binominal y senadores designados, que
a grasso modo otorgaban estabilidad y consenso a la política.
“El marco está dado por una baja sociabilidad, baja asociatividad y una alta desconfianza
que se acompaña por una inserción económica vía consumo y con una profundización de
la inequidad social. Forma coherente con un modelo político que no estimula la participación
ciudadana y que se vuelve crecientemente elitista” (p. 480)
El movimiento estudiantil del 2011 tuvo especial significancia, puesto que según
Mayol y Azócar, 2011) “La educación se politizó e hizo sentido respecto al sistema
financiero, respecto a los abusos del empresariado y la clase política, respecto a las
propias dificultades de existencia” (p. 177)
Este proceso de politización social llevado a cabo no desde, sino frente a y en contra
de la institucionalidad, significó una apertura democrática (Fernández, 2013)
Esta apertura democrática abrió pasó a una ciudadanía empoderada que se puede
ejemplificar en los eventos anteriormente mencionados, como el del movimiento
NO+AFP, los beneficios obtenidos en temas de educación gracias a los
movimientos estudiantiles, o el caso ejemplar del rechazo al proyecto de la
hidroeléctrica Doña Alicia. Lo que nos lleva a resaltar lo anteriormente dicho, vale
decir, la creciente capacidad de dialogo y de poder de la ciudadanía que ha obligado
a que los agentes de la política institucional inserten sus demandas y peticiones a
sus agendas políticas, un empoderamiento nuevo que se había olvidado en las
primeras décadas de los regímenes democráticos post-dictatoriales.
Sugerentemente, para el caso chileno, son claros los engarces y uniones que nos
puede otorgar este concepto para analizar la realidad política del país. Se puede
visibilizar que la ciudadanía chilena ya no se relaciona con la política a través de las
instituciones tradicionales (votar o participar en partidos políticos), si no que las
trasciende y busca nuevos canales de participación que la tradición no puede
contener, presionando así para generar instancias de autodeterminación y
emancipación.
Lo interesante del caso chileno es que las formas de unir la sociedad civil con el
estado no son utilizadas porque aquellas entraron en un proceso en el que se
volvieron menos plausibles y funcionales, sino que tras el gobierno militar y los
siguientes gobiernos democráticos, estas instituciones que cohesionaban lo civil y
lo político eran incipientes y limitadas. Fue la ciudadanía misma que ante un vacío
de la política, encontró y pulsó hacia nuevas formas de concretar sus intereses y
relacionarse con el estado.
En este proceso, la sociedad civil confrontó a una elite política que mantuvo el orden
desde varios años, aquella corrompida y sin capacidad de cambio (recuérdese los
numerosos casos de corrupción política y las estructuras y estrategias políticas
heredadas de la dictadura militar) daba soluciones desde dentro del marco
establecido de las cosas (considérese a las tecnocráticas soluciones efectuadas por
el gobierno de Michelle Bachelet en respuesta a las movilizaciones del 2006), y
aquello en consecuencia, generó un estallido ciudadano (movilizaciones del 2011
en adelante) en la que se cuestionó hasta los cimientos mismos de la sociedad, bien
se mencionó en el informe “tiempos de politización”: “la sociedad chilena se
encuentra inmersa en un proceso de discusión sobre sí misma, sobre sus rasgos
característicos, sobre sus acuerdos básicos, sobre la manera en que se concibe
como soberana de su propio destino (PNUD, 2015, p. 29).
4.1 Diseño
Para responder a los objetivos presentados en este estudio el enfoque a utilizar será
de carácter cualitativo, sus bases comprensivas y explicativas tienen el fin de
entender las perspectivas, opiniones, significados o experiencias de los
participantes respecto a los fenómenos que los rodean y en los que son partícipes,
aquello desde su contexto natural y cotidiano (Hernández, Fernández y Baptista,
2014)
4.2 Muestreo
El fin de este muestreo será identificar diversas posturas respecto a las formas de
concebir y realizar la ciudadanía en Chile, refiriéndonos en específico a estudiantes
de diversas carreras y facultades en la Universidad de la Frontera.
Elementos contextuales: ¿Cuántos años tienes?; ¿En qué carrera estudia?; ¿Se
suscribe a alguna tendencia política?
La utilidad de esta técnica radica en sus fines, ya que posee un nivel de alcance
mayor a la mera descripción, más esta es la base para la acción fundamental en
esta técnica que es la interpretación de los datos, creando y diferenciando
categorías y elementos a partir de la totalidad de la información recolectada.
Algunos otros criterios que guiarán la obtención y análisis de datos son los tratados
por (Teddlie y Tashakkori, 2008; Teddlie y Tashakkori, 2009) citados en (Hernández,
Fernández y Baptista, 2014): 1) fundamentación: procurar que la investigación
posea bases teóricas y filosóficas sólidas, y que además provea un marco de
referencial que enmarque al estudio; 2) Aproximación: detallar los caminos que toma
la investigación y las decisiones y razonamientos detrás de aquellos; 3)
representatividad de voces: incluir potencialmente todos los grupos de interés
asociados al tema de estudio; 4) capacidad de otorgar significado: tratar con
profundidad y entendimiento los datos y conclusiones emergentes-; 5) autenticidad:
que tanto los participantes como el investigador se muestren de forma veraz y
honesta, y que las descripciones sean equilibradas y justas.
CONSENTIMIENTO INFORMADO
Estimado/a Señor/a:
Usted ha sido invitado/a a participar en la investigación “Ciudadanía chilena, desde el rol y las
concepciones”, dirigida por Sebastián Viveros Uribe. La investigación tendrá una duración de un año. El
objetivo de esta investigación es Comprender las concepciones y acciones que los estudiantes de la
Universidad de la Frontera atribuyen a su rol de ciudadanos en Chile. Su participación es importante,
considerando su conocimiento y experiencia personal en torno a la temática estudiada.
Cabe destacar que la información obtenida en la investigación será confidencial y anónima y será guardada por
el investigador responsable y sólo se utilizará en los trabajos propios de esta investigación. Una vez finalizada
la investigación, los participantes tendrán derecho a conocer los resultados de la misma, para ello, se realizará
una reunión en la ciudad o localidad en que habitan, en la cual se darán a conocer a Ud. y a los demás
integrantes de su grupo, organización o comunidad. Los resultados, además, se darán a conocer a través de
un informe escrito, al que Ud. podrá tener acceso cuando lo requiera. En cualquier momento Ud. tiene el
derecho de conocer todos los detalles sobre cómo se está trabajando la información que Ud. nos proporcionará.
Para guardar la confidencialidad, ni su nombre ni su RUT ni ningún tipo de información que pueda identificarlo
aparecerá en registro alguno de la investigación. Para cautelar su anonimato toda la información será trabajada
con códigos los cuales sólo tendrán acceso los investigadores que participan en la investigación. Una vez
transcurrido cuatro años después de concluida la investigación, la información será almacenada bajo llave por
el investigador responsable por un período de dos años para futuras referencias. Luego todo el material será
destruido.
El participar en esta investigación no tiene costos para Ud., y no recibirá ningún pago. Los resultados de la
investigación serán utilizados con fines científicos y serán publicados en revistas académicas y presentadas
oralmente en seminarios o congresos académicos. Si tiene dudas o consultas respecto de la participación en
la investigación puede contactar directamente al investigador responsable de esta investigación, Sebastián
Viveros Uribe, al teléfono +56956166523 o al email s.viveros01@ufromail.cl
Si durante la investigación usted tiene algún comentario o preocupación relacionada con la conducción de la
investigación o preguntas sobre sus derechos al participar en el estudio, puede dirigirse al Presidente del
Comité Ético Científico de la Universidad de La Frontera, Dr. Milko Jorquera. Su fono es 45-325467 y su email:
cec@ufrontera.cl, o dirigirse personalmente a calle Av. Francisco Salazar Nº01145, Temuco, en horario de
09:00 a 13:00 hrs. y de 14:30 a 17:00 hrs.
Parte del procedimiento normal en este tipo investigación es informar a los participantes y solicitar su
autorización (consentimiento informado). Para, ello le solicitamos contestar y devolver firmada la hoja adjunta
a la brevedad.
Aguirre, F., Agustín, Ó. (2015). Más allá del malestar. Una hipótesis sociológica
sobre el significado político del movimiento estudiantil chileno. Revista de Sociologia
E Política, 23(53), 147–162. https://doi.org/10.1590/1678-987315235308
Beck, U., Giddens, A., & Lash, S. (2008). Modernización reflexiva: Política, trdición
y estética en el orden social moderno (1st ed.). Madrid: Alianza Universal.
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http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2017/04/22/chile-es-uno-de-los-paises-con-mas-
conflictos-ambientales-en-el-mundo/
Garretón, M., Cruz, M., Aguirre, F., Bro, N., Farías, E., Ferreti, P., Ramos, T. (2011).
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