Professional Documents
Culture Documents
El origen de la poesía
Platón establece, en primer lugar, una división entre las actividades que requieren
una técnica y las que no. Es una distinción policiaca por cuanto controla lo común
más que incidir en ella. La poesía cae en la segunda categoría, por lo que Platón
inquiere en cómo, a pesar de no implicar una técnica, surge el hecho poético. Su
idea es que el origen de la poesía no se encuentra entre los seres humanos, sino
que tiene un origen divino. Según dice en el diálogo Ión, un dios es capaz de
poseer a un poeta e inspirarlo a recitar:
“Ya miro, Ion, y es más, intento mostrarte lo que me parece que es. Porque
no es una técnica lo que hay en ti al hablar bien sobre Homero; tal como yo decía
hace un momento, una fuerza divina es la que te mueve, parecida a la que hay en
la piedra que Eurípides llamó magnética y la mayoría, heráclea” (Platón 256)
Este pasaje demuestra claramente que Platón consideraba que la poesía tenía un
origen divino.
Función de la poesía
Para el primero, la función de la poesía debe ser impartir un modelo moral a los
hombres. Sócrates en La República dice: “sólo deben admitirse en nuestro Estado
los himnos a los dioses y las alabanzas a los hombres buenos” (Platón 476). Esta
educación moral tiene el fin de que los hombres alcancen la Eudaimonía y es
suficiente para ello. Pero claramente, la poesía tendría un espacio muy restringido
en su sociedad ideal, a causa de que es capaz de dañar moralmente a los
hombres, incluso a los mejores (Platón 1992 474), por medio de las
contradicciones que introduce en su pensamiento en cuanto ellos se identifican
con el hecho poético lo que les acaba perturbando en su vía para alcanzar la
Eudaimonía.
Aristóteles, en cambio, es mucho más benevolente con la poesía. Esta, piensa él,
tiene una función pedagógica implicada en el alcance de la Eudaimonia. Debido a
que El Filósofo postula (nuevamente, contrariando a Platón) que la techné no es
capaz de controlar a la tyché, a) la aseveración platónica de que la educación es
suficiente para alcanzar el buen vivir se concibe errónea y b) el ser humano debe
aprender a armonizar techné y tyché, entendiendo que jamás podrá controlar esta
última. La poesía en general y la tragedia en particular, pueden demostrar, por
medio de la catarsis o purgación que se lleva a cabo por la compasión y el temor,
que por más que el ser humano se esfuerce en controlar la tyché, está siempre
puede imponerse. En consecuencia, la visión Aristotélica sobre el azar, sobre la
fortuna, no es negativa, sino que la considera parte de la vida del hombre.
Mímesis
Bibliografía utilizada