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“La Espera”

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Vasili Andrevich
Czachorski
De la lejanía en donde
el olor de la tierra es otro
y lo vespertino llega llorando
en forma de oscuras amapolas.

Neruda

Jean Radoux
Eugene de Blaas
“¿Sufre más aquel que
espera siempre que aquel
que nunca esperó a nadie?”

Neruda

Richard S. Johnson
Berthe Morisot
¡Oh! lino, madura, que quiero
tejer sábanas del lecho donde
dormirá mi amante, que pronto
tornará (con la primavera tiene
que volver).
(…)
Juana de Ibarbouru
Frederick Childe Hassam
Tú me quieres alba,
Me quieres de espumas,
Me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada

(…)
Alfonsina Storni
(…)

Quizás sea solo una idea


flotando en el vacío de esta hora
que anuncie el final de la ausencia
y el retorno de mis versos y de tu poesía.

(…)
Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra...
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
y morena...
Quiéreme día,
quiéreme noche...
¡Y madrugada en la ventana abierta!

Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda... O no me quieras!

Dulce María Loinaz


Wilfred de Glehn
(…)

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!


Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

(…)

Rubén Darío

John Simmons
El mar es un azar
Qué tentación echar
Una botella al mar

Benedetti

A. Stevens
Y volvía la luna,
sus líneas plateadas
y cada vez se rompía la sombra
con un soplo de olas
y cada día en el balcón del mar
abre las alas, nace el fuego
y todo sigue azul como mañana.

Neruda
Rodefer de Camp
Lewis Reid
Las golondrinas
que parece que vuelven
no son las mismas

Benedetti

Eugene de Blaas
Caspar David Friedrich
El sueño que se repite
nos da ganas de soñar
para saber cómo sigue

Benedetti
Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.


Ponme una lámpara en la cabecera;
una constelación, la que te guste;
todas son buenas, bájala un poquito.

Déjame sola; oyes romper los brotes...


te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases

para que olvides... Gracias... Ah, un encargo:


si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido.

Alfonsina Storni
(Su último poema)
Cada vez que te vayas de vos misma
No destruyas la vía de regreso
Volver es una forma de encontrarse
Y así verás que allí también te espero.

Benedetti
Paso que pasas
rostro que pasabas
ay no me tientes
que si nos tentamos
no nos podremos olvidar.

Benedetti

Vettriano
En un universo de
ambigüedades ésta certeza
viene una sóla vez, y nunca
más, no importa cuantas
vidas le toque a uno vivir”.
“Ahora se que estuve yendo
hacia ti, y tú hacia mí desde
hace largo tiempo. Aunque
ninguno de los dos percibía
al otro antes de que nos
conociéramos, había una
especie de inconsciente
certeza que cantaba
alegremente bajo nuestra
ignorancia, asegurando que
nos reuniríamos ”
“Los Puentes de Madison”
En el fondo del mar
hay una casa de cristal.
A una avenida
de madréporas
da.
Un gran pez de oro,
a las cinco,
me viene a saludar.
Me trae
un rojo ramo
de flores de coral.
Duermo en una cama
un poco más azul
que el mar.
Un pulpo
me hace guiños
a través del cristal.
En el bosque verde
que me circunda
—din don... din dan—
se balancean y cantan
las sirenas
de nácar verdemar.
Y sobre mi cabeza
arden, en el crepúsculo,
las erizadas puntas del mar.
Alfonsina Storni
Los ojos cambian
nunca la mirada.
Benedetti
Francine Van Hove
Francine Van Hove
Es una lástima que no estés conmigo
Cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
Y decirme “¿Qué tal?”, y quedaríamos

Benedetti
Si ya no vienes, ¿ para qué te aguardo?
Y si te aguardo, di por qué no vienes,
verde y lozana zarza que mantienes
sin consumirte el fuego donde ardo.

Antonio Gala

Thierry Doukhan
Todo se hunde en la niebla del olvido
pero cuando la niebla se despeja
el olvido está lleno de memoria

Benedetti
Cuando tú llegues y
llegarás llorando
De tan largo esperar
¿qué te diré?
Y en mi angustia de
amor siempre
aguardando
reencontrada ¿cómo te
amaré?

Vinicius de Morais
Dalí
Glyn Philpot
No somos mas
que una gota de luz,
una estrella fugaz,
una chispa, tan sólo,
en la edad del cielo.

No somos lo
que quisieramos ser,
solo un breve latir
en un silencio antiguo
con la edad del cielo.

Calma, todo está en calma,


deja que el beso dure,
deja que el tiempo cure,
deja que el alma
tenga la misma edad
que la edad del cielo…

No somos más
que un puñado de mar,
una broma de Dios,
un capricho del sol
del jardin del cielo.

No damos pie
entre tanto tic tac,
entre tanto Big Bang,
sólo un grano de sal
en el mar del cielo.

Calma,
todo está en calma,
deja que el beso dure,
deja que el tiempo cure,
deja que el alma
tenga la misma edad

que la edad del cielo…

Jorge Drexler
Ojitos de las estrellas
abiertos en un oscuro
terciopelo: de lo alto,
¿me veis puro?

Ojitos de las estrellas,


prendidos en el sereno
cielo, decid: desde arriba,
¿me veis bueno?

Ojitos de las estrellas,


de pestañitas inquietas,
¿por qué sois azules, rojos
y violetas?

Ojitos de la pupila
curiosa y trasnochadora,
¿por qué os borra con sus rosas
la aurora?

Ojitos, salpicaduras
de lágrimas o rocío,
cuando tembláis allá arriba,
¿es de frío?

Ojitos de las estrellas,


fijo en una y otra os juro
que me habéis de mirar siempre,
siempre puro.

Gabriela Mistral
E. López Díez
Italiano Traducción al español
O mio babbino caro Oh mi papaíto querido
Mi piace è bello, bello Me gusta, es bello, bello
Vo' andare in Porta Rossa ¡Iré a Porta Rossa
a comperar l'anello! a comprar el anillo!
Sì, sì, ci voglio andare! ¡Sí, sí, allí quiero ir!
e se l'amassi indarno, ¡Y si le amase en vano,
andrei sul Ponte Vecchio, andaría sobre el Ponte Vecchio
ma per buttarmi in Arno! mas por tirarme al Arno!
Mi struggo e mi tormento! ¡Me consumo y me atormento!
O Dio, vorrei morir! ¡Oh Dios, querría morir!
Babbo, pietà, pietà! ¡Papá, piedad, piedad!
Babbo, pietà, pietà! ¡Papá, piedad, piedad

Canta María Callas


O mio babbino caro (Oh, mi querido papaíto) es un aria de la ópera
Gianni Schicchi (1918) de Giacomo Puccini (música) y Giovacchino
Forzano (Libreto). La canta el personaje "Lauretta" después de que las
tensiones entre Schicchi y sus futuros suegros llegan a un punto de
ruptura que amenaza con separarla de Rinuccio, el joven que ella ama.
En la ópera representa un contraste entre la expresión de la simplicidad
lírica y la fusión de los amantes en un solo corazón en medio de una
atmósfera de hipocresía, celos, doble negociación y feudalismo en la
Florencia medieval en la única comedia de Puccini, aportando la única
pieza de situación en una obra de estilo responsivo y conversacional.
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Imágenes y música procedentes de Internet

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