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Facultad de Ciencias Sociales

2018

CONSTRUYENDO LA UNIVERSIDAD DEL PUEBLO

Tinkunaco.labisagra

Tinkunaco La Bisagra SOCIOLOGÍA SISTEMÁTICA


centrodeestudiantes.sociales@gmail.com

Política Integral de Apuntes


UNIVERSIDAD NACIONAL DE CORDOBA
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

CARRERAS:
LICENCIATURA EN SOCIOLOGIA
LICENCIATURA EN CIENCIA POLÍTICA

Sociología Sistemática
Programa 2018

Profesoras Adjuntas: Dra. Silvia Servetto y Dra. Guadalupe Molina


Profesoras Asistentes: Lic. Ana Antolin Solache; Mgtr. Roxana Mercado;
Lic. Virginia Romanutti y Dra. Natalia Traversaro
Profesores Adscriptos: Lic. Cecilia Cuel y Lic. Andrés Hernández
Ayudantes alumnas: Julieta Alonso y Ana Nicotra

Contenidos mínimos:

Las relaciones sociales como unidad de análisis de la sociología: acción


social e interacción social; los agregados sociales; la organización social.
Cultura y sociedad. Procesos de socialización y control social. Conformidad y
desviación.
Diferenciación y asimetría en la estructura social – Desigualdad,
estratificación y movilidad.
Cambio social, crisis y conflictos sociales.
El desarrollo histórico de la Teoría Sociológica – Presentación.

A. Fundamentación

Desde el sentido común el mundo social tiende a verse como


dicotómico, con fuertes clasificaciones que se anteponen como un lente
desde donde se percibe y aprecia la vida social: individuo – sociedad,
cultura-sociedad, materia – idea, izquierda – derecha, arriba – abajo, orden –
conflicto, femenino – masculino, joven – viejo, entre otras. Estas
percepciones -resultado de una lectura simplificada de lo real- se nos
presentan como evidentes, transparentes y de manera inalterable.
Una mirada sociológica crítica requiere romper con esas prenociones y
ofrecer una lectura compleja sobre dichas clasificaciones para deconstruirlas
y, buscar en ellas las tramas sociales que produjeron modos de configurarse
en un tiempo y espacio determinado. Lo social no se explica por hechos
trascendentales, lo social se explica por lo social mismo afirmaba Durkheim,
uno de los sociólogos clásicos más importantes del siglo XX.
Los conceptos fundamentales para la sociología, que son usados en la
vida cotidiana con diferentes significados y connotaciones, exigen un
permanente trabajo sobre su génesis, evolución y modos de transformarse
en representaciones o prejuicios sociales.
Ingresar estas categorías en las preocupaciones teóricas de los/as
futuros/as sociólogos/as y cientistas políticos/as es, sin duda, una de
nuestras metas. Las categorías que nos proponemos analizar, revisar,
discutir a la luz de nuevas orientaciones y aportes de las ciencias sociales y
específicamente de la sociología, atraviesan el discurso social y son
utilizados muchas veces desde el sentido común o trabajadas desde
supuestos no explicitados, prestándose a confusiones conceptuales.
Aludimos a los conceptos de sociedad, individuo, clase social, cambio
social, conflicto, socialización, estratificación, edad, género, etc., que han
sido clave en el desarrollo de las Ciencias Sociales y son ejes de múltiples
debates sociológicos: sus formas de clasificación construyen una manera
particular de organizar lo social.
Los conceptos se construyen para explicar, interpretar o analizar
problemas de nuestra realidad social. Tienen una historia, surgen en
determinadas condiciones de producción intelectual y están asociados al
pensamiento de investigadores o científicos. Las ideas son pensadas por
alguien, cuentan con una trayectoria, se vinculan a determinadas
concepciones teóricas y son, en tal sentido, instrumentos que sirven para
dar cuenta de problemáticas sociales, culturales, políticos, situados
históricamente.
Esta materia busca promover instancias de análisis y discusión sobre
los modos de clasificación que ordenan arbitrariamente el mundo social. Se
pretende que, entre docentes y estudiantes, generemos espacios de lectura
curiosa y crítica que ofrezca miradas fundadas teóricamente, y propicie la
construcción de una forma fructífera y comprometida de relación con el
conocimiento.

B. Objetivos

- Desnaturalizar las clasificaciones sociales desde los aportes teóricos que


ofrecen las investigaciones sociológicas.
- Problematizar las categorías de sociedad, individuo, clase social, edad y
género, cambio, conflictos y orden, a partir de lecturas que permitan
confrontar sus múltiples contenidos y efectos sociales.
- Advertir prenociones internalizadas, desde el reconocimiento y la
objetivación de esquemas y valores acerca de lo social.
- Comprender los problemas de nuestras sociedades contemporáneas desde
los aportes conceptuales de la sociología que articula los procesos de
estratificación, diferenciación y organización con el campo de la acción e
interacción social.

C. Contenidos y bibliografía

Unidad 1: Las clasificaciones sociales


Aportes de los clásicos para pensar la clasificación como construcción de un
orden social. Algunas claves históricas para comprender su génesis y
desarrollo. Las clasificaciones sociales y el sentido común. La falsa dicotomía
entre individuo y sociedad. La relación cultura y sociedad.

Bibliografía obligatoria1

- Giddens, A: (2014) Sociología. Madrid. Alianza.


o Cap. 2: Cultura, sociedad e individuo
- Durkheim, E: (2008) Las formas elementales de la vida religiosa.
Madrid: Alianza.
o Cap. 1: Objeto de la investigación
- Marx, K (1859) Prólogo a la contribución a la crítica de la economia
política
- Elías, N: (2006 [1970]) Sociología fundamental. Barcelona: Gedisa.
o Introducción
- Elías, N. (1998) La civilización de los padres y otros ensayos. Bogotá:
Norma.
o Cap.: Ensayo teórico sobre las relaciones ente establecidos y
marginados.

Bibliografia complementaria

- Elías, N. (1991). Mozart. Sociología de un genio. Madrid: Península.


o Cap.: Reflexiones sociológicas sobre Mozart.
- Hertz, R (1990). La muerte y la mano derecha. La preeminencia de la
mano derecha. Madrid: Alianza.

Unidad 2: La clase social

La invención de la clase social. La formación histórica de una clase social.


Génesis y evolución. Pobreza y desigualdad social. Diferenciación y asimetría
en la estructura social. Desigualdad, estratificación y movilidad social. La
clase media como sujeto construido históricamente.

Bibliografía obligatoria

- Thompson, E: (2012) La formación de la clase obrera en Inglaterra.


Capitán swing. España.
o Prefacio, innumerables miembros y post scriptum.
- Giddens, A: (2014) Sociología. Madrid. Alianza.
o Cap. 10. Estratificación y estructura de clase
- Margulis, M y Belvedere, C. (1999), “La ‘racialización’ de las relaciones
de clase en Buenos Aires: genealogía de la discriminación”. En
Margulis et. al. La segregación negada. Cultura y discriminación social.

1 - La bibliografía obligatoria en las unidades del programa se presenta según el orden recomendado para su
lectura. La bibliografía complementaria, en orden alfabético.
Buenos Aires: Biblos.
- Adamovsky, E (2010) Historia de la clase media argentina. Edit.
Planeta. Buenos Aires.
o Cap. I: En busca de la clase media argentina: Historia de una
ausencia.
o Cap. II: La expansión del capitalismo y las nuevas bases de la
desigualdad.

Bibliografía complementaria

- Bourdieu, P: (2001) Poder, derecho y clases sociales. Bilbao: Ed.


Desclée de Brouwer.
o Cap. III: ¿Cómo se hace una clase social? Sobre la existencia
teórica y práctica de los grupos.
- Gutiérrez, A. (2004) Pobre, como siempre… Estrategias de reproducción
social en la pobreza. Córdoba: Ferreyra
o Cap. 1: Pobreza, marginalidad, estrategias: las discusiones
teóricas del análisis

Unidad 3: La edad como forma de clasificación

Las edades: categorías socialmente construidas. La juventud y sus


fronteras. Diferentes enfoques teóricos para su abordaje. Discutiendo
algunos conceptos.

Bibliografía obligatoria

- Lenoir R. (1993) “Objeto sociológico y problema social”. En:


Champagne, P.; Lenoir, R.: Merllié, D. y Pinto, L. Iniciación a la
práctica sociológica. México: Siglo XXI.
- Bourdieu, P. (1990). Sociología y Cultura. México: Grijalbo.
o Cap.: La juventud no es más que una palabra.
- Reguillo Cruz, R. (2006) Emergencia de culturas juveniles. Estrategias
del desencanto. Bogotá: Norma.
o Cap.1: Pensar los jóvenes. Un debate necesario.

Bibliografía complementaria
- Levi, G y Schmitt, J.C (1996). Historia de los jóvenes. Tomo l. Madrid:
Taurus.
o Introducción.
- Margulis, M. (2008). La juventud es más que una palabra. Ensayo
sobre cultura y juventud. Buenos Aires: Biblos.
o Cap.: La Juventus es más que una palabra.

Unidad 4: Clasificaciones sociales sobre el género

Concepciones de género. Feminismos y género. El género se construye: hacer


género. Biopolítica y poder. Violencia de género y dominación masculina.
Bibliografía obligatoria

- West, C. y Zimmerman, D. (1999): “Haciendo género”. En Navarro, M.


y Stimson, C. (comp.) Sexualidad género y roles sexuales. Buenos
Aires: Fondo de Cultura Económica.
- Mattio, E. (2012) “¿De qué hablamos cuando hablamos de género?
Una introducción conceptual”. En: Morán Faúndes, J. M; Sgró Ruata,
M. C. y Vaggione J. M. (edits.) Sexualidades, desigualdades y
derechos. Córdoba: Ed. Ciencia, Derecho y Sociedad - UNC.
- Fernández, A. M. (2009). Las lógicas sexuales: amor, política y
violencias. Buenos Aires: Nueva Visión.
o Cap.I: Violencias, desigualaciones y género
o Cap.II: Lógicas de género: territorios en disputa.

Bibliografía complementaria

- Blázquez, G (2006), Y me gustan los bailes…haciendo género a través


de la danza del cuarteto cordobés. En Revista Etnografías
contemporáneas. Buenos Aires: UNSAM.
- Molina, G. (2013): Género y sexualidades entre estudiantes
secundarios. Un estudio etnográfico con estudiantes secundarios.
Buenos Aires: Miño y Dávila.
- Preciado B. (2005): “Multitudes queer. Notas para una política de los
“anormales” en Nombres, Revista de filosofía. Facultad de Filosofía y
Humanidades, UNC.

Unidad 5: Hegemonía y dominación.

Orden y organización social: su perpetuación. Estrategias de reproducción y


formas de dominación: mecanismos objetivos y simbólicos. Acciones e
interacciones. El concepto de hegemonía para comprender la eficacia de la
dominación social. Las teorías de la desviación.

Bibliografía obligatoria

- Weber, M (2002) Economía y sociedad. Madrid. FCE


o Cap. III. Los tipos de dominación
- Bourdieu, P: (2007) Campo de poder y reproducción social. Córdoba:
Ferreyra.
o Cap.: Estrategias de reproducción y modos de dominación.
- Williams, R. (1980) Marxismo y Literatura. Barcelona: Península.
o Cap. 6: La hegemonía.
o Cap. 7: Tradiciones, instituciones y formaciones.

Bibliografía complementaria

- Bourdieu, P: (2007) Campo de poder y reproducción social. Córdoba:


Ferreyra.
o Cap.: Los modos de dominación.
D. Propuesta metodológica de enseñanza y evaluación

Se entiende que tanto las clases teóricas, los trabajos prácticos, las
clases de consulta y las evaluaciones, son elementos articulados de un
mismo proceso de enseñanza y aprendizaje que busca ser respetuoso de los
tiempos de estudio y comprensión de la asignatura, al mismo tiempo que
riguroso con los objetivos que este programa propone alcanzar con el dictado
de la materia.
En todas las instancias, el diálogo será una herramienta fundamental
para una construcción conjunta del conocimiento que espera que las y los
estudiantes puedan:
- Comprometerse con una lectura crítica y curiosa de la bibliografía.
- Participar activa y fundadamente de los debates de los textos y
problemas propuestos para la discusión.
- Elaborar y sostener posiciones propias sobre las distintas temáticas
abordadas
- Participar y expresar sus apreciaciones sobre el desarrollo de la
materia.
- Crear vínculos de compañerismo y acompañamiento mutuo entre
estudiantes y con docentes.

Sobre las clases teóricas y trabajos prácticos

El cursado de la materia prevé clases teóricas y trabajos prácticos,


como lo establece el régimen de enseñanza de esta Facultad.
En las clases teóricas se expondrán los principales núcleos
conceptuales de cada una de las unidades y se presentarán los textos de la
bibliografía. En algunos de estos encuentros se prevé incorporar recursos
audiovisuales para propiciar la discusión con opiniones acerca de los
distintos ejes y problemáticas propuestas en este programa. Asimismo, se
propondrán actividades grupales para fomentar el intercambio de ideas y
reflexiones entre compañeros/as.
En las clases prácticas se plantea profundizar temáticas de cada
unidad y salvar dudas puntuales que pudieran surgir en el proceso de
aprendizaje de las y los estudiantes. Asimismo, ejercitar de forma oral y
escrita la exposición de sus argumentos.

Sobre las evaluaciones

Se prevén tres parciales de carácter escrito, individual y presencial. El


tercero de ellos será recuperatorio de uno de los dos primeros. Solo se podrá
recuperar un parcial.
Para obtener la condición de alumno regular se deberán aprobar dos
parciales, con una calificación no menor de 4 (cuatro). Para obtener la
condición de alumno con promoción directa, se deberán aprobar dos
parciales, con una calificación de 8 (ocho) o mayor a ella. Para acceder a la
condición de alumno promocional de carácter indirecto, se deberá aprobar
dos parciales, con una calificación de 7 (siete) o más de 7. Los parciales no
son promediables entre sí.
Los trabajos prácticos profundizarán contenidos del programa y
requerirán, por parte de los y las estudiantes, trabajos de producción
individual o colectiva que den cuenta de la comprensión de los temas
abordados.
Los trabajos prácticos se componen de dos momentos: a) espacios
tutoriales, donde las profesoras coordinarán discusiones acerca del tema
seleccionado para su posterior evaluación; b) evaluación. Tres ellos serán
evaluados, de los cuales uno deberá ser aprobado, con una calificación de 4
(cuatro) para acceder a la condición de regular, con una calificación de 7
(siete) para acceder a la promoción indirecta y con una calificación de 8
(ocho) para acceder a la promoción directa.

Sobre el examen final: los alumnos que obtienen la condición de


regular rendirán un examen final ante un tribunal examinador dispuesto por
la Secretaría Académica de la FCS. Para los alumnos que obtuvieran la
condición de promoción indirecta, rendirán un coloquio de integración,
frente a los docentes de la cátedra y, para los alumnos que obtuviesen la
promoción directa, no hay instancia de evaluación final

Los criterios de evaluación comprenden:

- Pertinencia y claridad de los argumentos en torno a los temas de cada


unidad.
- Manejo y solvencia en el tratamiento de los contenidos principales.
- Capacidad de articulación y complementariedad entre aportes de
distintas unidades o temáticas.
- Lectura crítica de la bibliografía de la asignatura.
- Capacidad reflexiva en el análisis de las problemáticas abordadas.

Condiciones de cursado

Las condiciones de regularidad y promoción son las señaladas por el


Régimen de enseñanza vigentes en la Facultad de Ciencias Sociales – UNC
(Resolución HCC n° 61/2017).
Para los alumnos trabajadores y/o con niños a cargo, esta catedra se rige
por la Res. 23/14 del HCACETS.
Cronograma de actividades 2018

Clases teóricas: martes de 15 a 18 hs. Aula C500

Clases prácticas:
Ana Antolin Solache: martes de 18 a 20 hs. Aula C3
Roxana Mercado: miércoles de 12 a 14 hs. Aula Box 1- FCS
Virginia Romanutti: viernes de 16 a 18 hs. Aula Box 13-Baterías A
Natalia Traversaro: viernes de 16 a 18 hs. Aula C2

Clases Teóricas.

Martes 20/03 Presentación del equipo, programa


e inicio de la unidad 1 con el texto
de Giddens
Martes 27/03 Unidad 1: Texto de Giddens,
Durkheim y Marx
Martes 03/04 Unidad 1: Textos de Elías
Martes 10/04 Unidad 2: Thompson, Giddens y
Margulis
Martes 17/04 Unidad 2: Continuación con
Margulis y Adamovsky
Martes 24/04 1er PARCIAL
Martes 08/05 Unidad 3: Lenoir

Martes 15/05 Unidad 3: Bourdieu y Reguillo.


Inicio de unidad 4. West y
Zimmerman
Martes 29/05 Unidad 4: Mattio y Fernández
Martes 05/06 Unidad 5: Weber y Bourdieu
Martes 12/06 Unidad 5: Bourdieu y Williams
Martes 19/06 2do PARCIAL
Martes 26/06 Recuperatorio
Jueves 05/07 Primer turno para rendir coloquios
Recuperatorio estudiantes
trabajadores

Clases Prácticas

Semana del 19 al Sin prácticos


23 de Marzo
Semana del 26 al Sin prácticos
30 de Marzo
Semana del 2 al 6 Trabajo Práctico
de Abril
Semana del 9 al Trabajo Práctico
13 de Abril
Semana del 16 al 1er práctico evaluable (Textos de
20 de Abril N. Elías)
Semana del 23 al Sin prácticos
27 de Abril
Semana del 30 de Sin prácticos
Abril al 4 de Mayo
Semana del 7 al Trabajo Práctico
11 de Mayo
Semana del 14 al 2do práctico evaluable (textos de
18 de Mayo Lenoir y Bourdieu)
Semana de 21 al SEMANA DE MAYO. SIN CLASES
25 de Mayo
Semana del 28 de Sin prácticos
Mayo al 1ro de
Junio
Semana del 4 al 8 Trabajo Práctico
de Junio
Semana del 11 al 3er práctico evaluable (West y
15 de Junio Zimmerman y Mattio)
Semana del 18 al Clases de apoyo y cierre.
22 de Junio

Horarios de parcial y recuperatorio para alumnos encuadrados en el régimen


de alumno trabajador y/o con niños a cargo:

PARCIAL: martes 26 de Junio (se realizará en el aula de las clases teóricas)


RECUPERATORIO: martes 3de Julio (horario y aula a confirmar)
UNIDAD I
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N orbert Elias

SOCIOLOGÍA FUNDAMENTAL

CLAGDE ..MA
Sociologia

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j
i

! Introducción

Si se quiere entender de qué trata la sociología hay que ponerse


previamente en situación de interpelarse mentalmente a sí mismo
y de hacerse cargo de uno como una persona entre otras. La so-
ciología se ocupa de los problemas de la «sociedad» y no cabe
duda de que todo aquel que reflexione acerca de la sociedad y la
estudie forma parte de ella. Pero con mucha frecuencia en la re-
flexión sobre uno mismo se suele permanecer en un estadio en el
que se es consciente de uno sólo como alguien situado frente a
otros entendidos como «objetos». A menudo se siente que nos
separa de ellos un abismo insalvable. La percepción de una sepa-
ración de este género, propia de esta fase del proceso de auto-
conciencia, encuentra su expresión en muchas conceptualizacio-
nes y muchos giros lingüísticos que contribuyen a hacer de ella
algo completamente obvio y a reproducirla y reforzarla sin tre-
gua. Así, por ejemplo, se habla de la persona y su medio, del ni-
ño y su familia, del individuo y la sociedad, del sujeto y los obje-
tos sin apercibirse siempre de que la persona forma parte
también de su «medio», el niño de su familia, el individuo de la
sociedad, el sujeto de los objetos. Si se analiza más de cerca se
comprueba, por ejemplo, que el llamado «medio» de un niño
está constituido en primer término por otras personas, como el
padre, la madre y sus hermanos. Lo que conceptualmente esta-

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blecemos como la "familia», no sería tal "familia" sin los hijos. En el lugar de «familia»,. «escuela», «industria" o «Estado»
La sociedad, que con tanta frecuencia se opone mentalmente al pueden aparecer figuraciones como «universalidad», «ciudad",
«individuo», está integrada totalmente por individuos y uno de «sistema" y un sinnúmero de otras más. Sean cuales fueran, e1es-
esos individuos es uno mismo. Pero nuestro lenguaje y nuestros quema básico típico de la conceptualización predominante de ta-
conceptos están configurados en gran medida como si todo lo les agrupaciones sociales y de la experiencia propia que se expre-
que queda fuera de la persona individual tuviese carácter de «ob- sa en ellas coincide en gran medida con la figura reproducida,
jetos» y además, como suele pensarse, carácter de objetos estáti- que presenta a la persona individual, al «yo» individual rodeado
cos. Conceptos como «familia» o «escuela» se refieren evidente- por «figuras sociales» concebidas conceptualmente como si se
mente a conjuntos de personas. Pero el tipo habitual de nuestras tratase de objetos más allá y extraños al «yo» individual. Entre
configuraciones terminológicas y conceptuales las hace aparecer estos conceptos se cuenta también contemporáneamente el de
como si se tratase de objetos de la misma índole que las rocas, los I «sociedad» .
árboles o las casas. Este carácter cosificador del lenguaje tradi- La comprensión de las tareas de la sociología, de lo que usual-
cional y, consiguientemente, también de nuestras operaciones mente se designa como su «objeto», queda facilitada si se reorien-
mentales referidas a grupos de personas interdependientes, a los ta de acuerdo a la siguiente figura la imagen propia de lo denota-
que posiblemente pertenece uno mismo, se pone también y muy do por el concepto de «sociedad» y la relación de uno mismo con
especialmente de manifiesto en el propio concepto de sociedad y la «sociedad»:
en la manera como se reflexiona sobre ella. Se dice que la «socie-
dad» es el «objeto» en cuya investigación se esfuerzan los soció-
logos. En realidad, este modo de expresarse contribuye -y no
poco- a dificultar el acceso a la comprensión del campo de tareas
de la sociología.
El modelo mental que tiene la gente a la vista cuando piensa
sobre la relación entre sí misma y la «sociedad» coincide frecuen-
temente con la siguiente figura:
+
Individuo
(<<ego», «yo»)

ESTADO
r
Símbolo de un equilibrio
INDusTRIA de poder más o menos inestable
-
valencia abierta abierta (insatisfecha)

Figura 2: Una figuración de individuos interdependientes"


(<<familia») (Estado», «Grupo», «Sociedad))) etc)

,~ En beneficio de la simplicidad sólo se reseñan aquí los tipos más elemen-


tales de alineación de las personas entre sí y de las correspondientes. vincula-
Figura 1: Esquema básico de la imagen egocéntrica de la sociedad ciones entre ellas, las valencias afectivas (véase p. 161). Otros tipos de alinea-

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La figura sirve para ayudar al lector a quebrar idealmente la sando esto. Pero igual que hoy se asciende de! plano cotidiano en
dura fachada de conceptos cosificadores que actualmente obs- e! que tales expresiones son completamente usuales y comprensi-
truye en gran medida e! acceso de las personas a una clara com- bles al plano de la reflexión científica, la posibilidad de hablar de
prensión de su propia vida social promoviendo constantemente todas las figuras sociales en términos de «mía», «tuya», «suya» o
..'- ...
la impresión de que la «sociedad» está compuesta de figuras ex- aun «nuestra», «vuestra» y «suya» queda fuera de consideración.
ternas al "yo», al individuo singular y que este está simultánea- En lugar de esto, habitualmenJe se habla de todas estas figuras
mente rodeado por la sociedad y separado de ella por una barre- como si existiesen no solo fuera y más allá de la propia persona
ra invisible. En lugar de esta visión tradicional aparece, como se que habla, sino fuera y más allá de las peponas individuales enge-
ve, la imagen de muchas personas individuales que por su alinea- nera!. En este tipo de reflexión, e! planteamiento del género:
miento elemental, sus vinculaciones y su dependencia recíproca «aquí estoy "yo"» o también «aquí están los individuos singula-
están ligadas unas a otras de! modo más diverso y, en consecuen- res y allá las figuras sociales, el "entorno social", que me "rodean"
cia, constituyen entre sí entramados de interdependencia o figu- a mí mismo y a todo "yo" individual en general» aparece como
raciones con equilibrios de poder más o menos inestables de! inmediatamente convincente y plausible:
tipo más variado como, por ejemplo, familias, escuelas, ciudades, Los motivos para ello son diversos; aquí nos contentaremos
capas sociales o estados. Cada uno de estos individuos es, como con indicar tan solo en qué dirección han de buscarse. De una
se expresa en términos objetivadores, un «ego» o un «yo». Uno importancia especial, en este sentido, es la presión específica
mismo se cuenta entre estos individuos. que ejercen las figuras sociales, constituidas por las personas en
Para comprender de qué trata la sociología es preciso -como se interacción, sobre esas mismas personas. Esta presión se explica
ha dicho- entenderse a sí mismo como una persona entre otras. automáticamente porque se confiere a las figuras una «existen-
En principio esto suena a trivialidad. Pueblos y ciudades, univer- cia», Una objetualidad, fuera y más allá de los individuos que las
sidades y fábricas, estamentos y clases, familias y grupos profe- constituyen. La cosificación y deshumanización de las figuras
sionales, sociedades feudales y sociedades industriales, estados sociales que se da en la reflexión, favorecidas por la tónica pre-
comunistas y estados capitalistas, todos son redes de individuos. dominante de formación de las palabras y los conceptos, con-
Uno mismo se cuenta también entre estos individuos. Cuando se duce a su vez a la peculiar «metafísica de las figuras sociales»
dice «mi pueblo, mi universidad, mi clase, mi país», se está expre- que se usa tanto en el pensamiento cotidiano como en el socio-
lógico y a la que pertenece, como una de sus expresiones más
representativas, la representación simbolizada en la figura 1 de
la relación entre «individuo y sociedad» .
ción y de vinculación entre personas, como por ejemplo los que se basan en el .Esta metafísica además, tiene mucho que ver con la natural
desempeño de funciones, la especialización profesional, la integración en lina- proyección de modos de pensamiento y lenguaje desarrollados
jes y estados, los elementos comunes de identificación, de los ideales del yo Y.
y acreditados en la exploración científica de la dimensión físi-
del nosotros, de la hostilidad frente a otros o de las tradiciones de lenguaje y
pensamiento, tienen la misma función. El cometido esencial de la figura 2 con-
co-química de la naturaleza a la investigación de los contextos
siste en facilitar la reorientación de los modelos y conceptos sociológicos, lo sociales de los individuos. Antes de que fuese posible un acce-
que se hace posible si los individuos y, no en último término, uno mismo, es so científico a los hechos naturales, los hombres se explicaban
decir, todas las personas que pueden referirse a sí mismas en términos de «yO» los imperativos de la naturaleza, a los que se sentían expuestos,
o de «nosotros», se conciben como unidades serrllautónomas entre otras, no recurriendo a los instrumentos de lenguaje y pensamiento deri-
como unidades absolutamente autónomas, y si se tiene presente que los equi-
librios inestables de poder (véase p. 86) Y las consiguientes confrontaciones de
vados de la experiencia de la coacción ejercida por los hombres
poder se cuentan entre-las peculiaridades básicas de todas las relaciones huma- entre sí. Hechos que nosotros interpretamos hoy como mani-
nas~ trátese de relaciones entre dos personas o de figuraciones integradas por festaciones físico-químicas de la naturaleza -el sol y la tierra,
un mayor número de personas. las tempestades y los terremotos- se los representaban según el

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modelo de sus experiencias humano-sociales inmediatas, ya sea sonales de otros individuos o grupos de individuos. Esta exclu-
directamente en términos de personificación, o bien como ema- sión enormemente frecuente de la propia persona o de! propio
nación de las acciones e intenciones de personas. El paso de es~ grupo de la explicación de figuraciones constituidas por uno
te pensamiento mágico-metafísico al pensamiento científico mismo junto con otros es una de las muchas formas de manifes-
acerca de los aspectos físico-químicos del mundo se basó en tación del egocentrismo ingenuo o, lo que es lo mismo, del an-
buena parte en el retroceso de estos modelos heterónomos e in e tropomorfismo ingenuo que todavía hoy se hace perceptible
genuamente egocéntricos de explicación y en la transferencia por doquier en el pensamiento y en el lenguaj e relativo a los
de sus funciones explicativas a otros modelos de pensamiento y procesos sociales. Además, se combinan de múltiples maneras
lenguaje más ajustados a la existencia de una legalidad inma- con modos de pensamiento y expresión que se aplican a la expli-
nente a estas interrelaciones de acontecimientos. cación de regularidades sociales, pero cuyo modelo está consti-
En el esfuerzo por aproximar las interrelaciones de la actua- tuido por modos de pensamiento y por un lenguaje coherentes
ción humano-social a nuestra propia comprensión y por procu- con la explicación de las regularidades naturales.
rarnos un fondo cada vez mayor de saber fiable acerca de esas En e! proceso de cientifización del pensamiento acerca de lo
interrelaciones -precisamente esto se cuenta entre las tareas que hoy, en tanto que interrelaciones de la naturaleza inerte, de-
principales de la sociología-, nos vemos confrontados hoy con limitamos netamente de las interrelaciones humano-sociales, se
una tarea análoga de emancipación. También en estos terrenos ha producido una transferencia de términos y conceptos, ini-
se encuentran los hombres permanentemente expuestos a la ac- cialmente acuñados en el contexto de la investigación científica
ción de eventos coactivos y tratan de explicárselos para, con la de las realidades naturales físico-químicas, que se han. difundi~
ayuda de este saber, acceder a un mejor control del ciego curso do y han entrado a formar parte del léxico y del fondo concep-
de esas fuerzas coactivas -normalmente carentes de sentido, tual cotidianos de la sociedad europea: Así, palabras y con-
destructivas y causa de sufrimiento- y poder dirigirlas de tal ceptos que obtuvieron su perfil actual primariamente en la
modo que. su curso se cobre menos vidas, cause menos estragos investigación de esas realidades naturales, son a menudo trans-
y sea menos absurdo. La tarea de ampliar y hacer más fiable la feridas, sin el menor reparo, a la exploración de las interrelacio-
comprensión de estos elementos coactivos en general y el saber nes humano-sociales. Al igual que las diversas formas de mani-
acerca de ellos en cada campo específico de investigación se si- festación del pensamiento mágico-mítico, contribuyen también
túa, por consiguiente, en e! centro de! trabajo teórico y de inves- lo suyo al mantenimiento de la inadecuación, reiteradamente
tigación de la sociología. El primer paso en este camino no es, en observada, de muchos modos de pensamiento y de expresión de
apariencia, especialmente difícil. N o es difícil acceder a la idea curso corriente para la comprensión de los problemas de las
de que las fuerzas coactivas sociales que tratamos de conceptua- ciencias humanas y al bloqueo del desarrollo de un pensamien-
lizar son coacciones que los hombres ejercen sobre sí mismos. to y un lenguaje más ajustado a la específica peculiaridad de las
Pero en cuanto se intenta avanzar a partir de aquí en la comuni- figuraciones humanas.
cación reflexiva se constata que el aparato social de lenguaje. y Así, entre las tareas de la sociología se cuenta no sólo la inves-
pensamiento orientado al cumplimiento de estas tareas de pene. tigación y la explicación de las regularidades específicas a que se
samiento y comunicación sólo nos ofrece o bien modelos inge- encuentran sometidos los hombres en determinadas sociedades
nuos y egocéntricos, esto es, de carácter mitico-mágico, o bien o grupos empíricamente observables, o en las sociedades en ge-
modelos propios de la ciencia natural. Los primeros se encuen- neral, sino también librar al pensar y al hablar acerca de tales re-
tran en todos los casos en los que las personas tratan de expli- gularidades de sus ataduras a modelos heterónomos y desarrollar
carse coacciones que se basan sobre la peculiaridad de figuracio- poco a poco, en sustitución de la terminología y conceptualiza-
nes constituidas por ellas mismas junto con otras tan sólo a ción acuñadas atendiendo a representaciones mágico-miticas o
partir del carácter personal o de los objetivos e intenciones per- bien a representaciones científico-naturales, otras que se ajusten

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mejor a la peculiaridad de las figuraciones sociales formadas por esta reorientación de! pensamiento y la experiencia humanos.
individuos. Hoyes habitual que la cuestión sea sofocada antes de que se
Hacer esto sería más sencillo si ya actualmente se pudiese pre- plantee al contraponerla como «meramente histórica» a la cues-
suponer una imagen clara de la fase correspondiente de la eman- tión llamada «sistemática». Pero esta distinción misma es un
cipación respecto de los viejos modos de pensamiento y expre- ejemplo de la insuficiencia de los modelos propios de la ciencia
sión mágico-miticos y de! desarrollo de nuevos y más apropiados natural para captar los procesos sociales a largo plazo, uno de los
instrumentos en e! ascenso de las ciencias de la naturaleza. Pero cuales es la cientifización de! pensamiento. Estos procesos son
no es este e! caso. Precisamente porque muchos de los conceptos algo muy distinto de lo que hoy se contrapone en tanto que me-
básicos de! conocimiento científico natural lentamente desarro- ra «historia» de la ciencia a un «sistema científico» supuestamen-
llados se acreditan persistentemente como más o menos adecua- te inmutable, de modo análogo a como antaño se contraponía la
dos en la observación y manipulación de procesos naturales físi- historia natural de la investigación de! sistema solar, que se supo-
co-químicos, aparecen a los ojos de sus herederos como algo nía inmutable.
dado. Las palabras correspondientes, los modos de pensamiento Responde este bloqueo de los problemas de los procesos so-
y las categorías científico-naturales, aparecen como algo tan evi- ciales de desarrollo a largo plazo a la ausencia hasta hoy de una
dente que se imagina que toda persona las posee de por sí. Repre- exposición representativa de la reorientación social a largo plazo
sentaciones como la de una causalidad puramente mecánica o la de! lenguaje y e! pensamiento de las sociedades europeas, en
de una legalidad natural no intencional, carente de finalidades y cuyo centro figura e! ascenso de las ciencias de la naturaleza. Una
de plan, que una larga serie de generaciones humanas han ido len- exposición así sería necesaria para conseguir una imagen más cla-
ta y trabajosamente desarrollando, en una dificultosa labor inte- ra y más plástica de esa transformación. Si existiese sería más sen-
lectual y de observación y al precio de duras luchas en las que no cillo hacer comprender que la tarea que se impone hoy también
pocas veces se ponía en juego la propia vida, a partir de represen- en la sociología, en una fase nueva de la experiencia y la refle-
taciones y modos de pensar antropomórficos y egocéntricos, y xión, en permanente acoplamiento con el caudal creciente de la
que finalmente a partir de elites limitadas han invadido e! pensa- investigación empírica concreta, consiste en dejar de lado mu-
miento y e! lenguaje cotidianos de colectivos sociales enteros, chos modelos tradicionales de pensamiento y de saber y desarro-
aparecen a los ojos de las generaciones posteriores sencillamente llar en su lugar, en el curso delas generaciones, otros instrumen-
como las representaciones y los modos de pensar «correctos», tos de lenguaje y pensamiento más adecuados a la peculiaridad
«racionales» o «lógicos». Dado que continuamente se acreditan de los problemas que plantean los entramados humanos.
en una medida relativamente elevada en e! observar y e! actuar, ya La emancipación respecto de las representaciones heterónomas,
no se cuestiona cómo y por qué ha adquirido una medida tal de ingenuamente egocéntricas o ligadas a la ciencia natural y de los
adecuación e! pensamiento humano en relación con este plano correspondientes lenguajes y modos de pensamiento no es de nin-
determinado de integración de! universo. guna manera más sencilla de lo que fue la tarea correspondiente en
Se deriva de aquí también e! que este desarrollo social de! pen- el caso de la ciencia de la naturaleza hace dos o tres centurias. Sus
samiento y la expresión acerca de las regularidades del aconteci- exponentes tuvieron que luchar primero y ante todo contra los
miento natural haya sido descuidado hasta ahora en tanto que modelos mágico-miticos institucionalizados de representación y
problema de la investigación sociológica. La representación filo- pensamiento; en e! presente, los exponentes de esta emancipación a
sófica estática de! conocimiento científico como una forma de que nos referimos ahora han de prevenirse también contra el uso
conocimiento «humana eterna» bloquea casi por completo la heterónomo de los modelos, no menos sólidamente institucionali-
pregunta por la socio génesis y la psicogénesis de los modos de zados que son propios de la ciencia natural.
pensamiento y representación científico-naturales, pregunta que Aun cuando se sea hasta cierto grado conscientes de que la
sería la única que haría posible avanzar hacia explicaciones de coerción social es un tipo de coerción ejercida, por los hombres

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entre sí y sobre ellos mismos, con frecuencia resulta apenas posi- más antiguos y acreditados; requiere una reorganización de la
ble defenderse de la presión social de articulaciones terminológi- percepción y del pensamiento de muchas personan interdepen-
cas y conceptuales que presentan las cosas corno si esa coerción, dientes en una sociedad .. Un reaprendizaje y un cambio así en el
corno en e! caso de los objetos naturales, fuese ejercida por «ob- pensamiento de muchas personas, incluyendo su habituación a
jetos» exteriores a los hombres sobre esos hombres. Muy a me- todo un conjunto de nuevos conceptos o al nuevo sentido de vie-
nudo se habla y se piensa corno si no solo las rocas, las nubes y jos, requiere habitualmente una sucesión de dos o tres generacio-
las tempestades sino también los pueblos y los estados, la econo- nes y, con harta frecuencia, un periodo aún más prolongado. Sin
mía y la política, las relaciones de producción y los desarrollos embargo tal vez facilite y acelere también una reorientación así el
tecnológicos, las ciencias y los sistemas industriales, así corno hecho de que la tarea conjunta a realizar esté clara. Aproximar-
otras muchas creaciones sociales similares, fuesen datos extrahu- nos a esta clarificación es e! cometido que nas proponernos aquí.
manos que ejerciesen a partir de una legalidad propia y soberana Quizá la misma referencia a las dificultades y a la lentitud de
situada más allá de toda acción u omisión humana -esto es, corno una tal reorientación del pensamiento y el lenguaje relativos a la
«medio circundante» o «sociedad» en e! sentido de la figura 1- sociedad dé ya una idea del tipo de coerciones a que los hombres
coerción sobre cada hombre, sobre cada «yo». Muchos de los se someten entre sí. Que esas coerciones sociales representan fe-
sustantivos que se utilizan en las ciencias sociales -corno en la vi- nómenos absolutamente singulares no sería tan difícil de enten-
da cotidiana- están constituidos corno si hiciesen referencia a der si nuestro pensamiento y nuestro lenguaje no estuviesen tan
objetos físicos, objetos visibles y tangibles situados en e! espacio llenos corno están de palabras y conceptos corno «necesidad cau-
y en e! tiempo, presentes con independencia de! conjunto de los sa]", «determinismo», «ley científica» y otros, concebidos sobre
humanos. el modelo de experiencias en el ámbito de las ciencias naturales
No obstante, no querernos decir con esto que ya actualmente físico-químicas. De improviso se trasladan en los hábitos lin-
sea posible avanzar en e! trabajo teórico y de investigación pres- güísticos a campos de experiencia de otro tipo, entre otros tam-
cindiendo de recursos terminológicos y conceptuales de este or- bién al constituido por el entramado humano que denominarnos
den. Por mucho que podamos ser conscientes de su insuficien- sociedad, porque se ha perdido la conciencia de su vinculación
cia» en muchos casos no hay todavía medios más adecuados para con la investigación de series de sucesos físicocquímicos, de tal
el pensamiento y la comprensión. Todo intento de liberar conse- manera que aparecen corno conceptos completamente generales
cuentemente de modelos heterónomos de lenguaje y pensamien- y en parte incluso, con harta frecuencia, corno representaciones
to e! patrimonio lingüístico y científico del que nos servirnos pa- apriorísticas de interrelaciones de hechos inscritas en todas las
ra explorar los entramados configurados por los hombres, las personas corno parte de su· «razón» innata con anterioridad a
figuraciones sociales, y de sustituirlos por modelos de lenguaje y toda experiencia. Por regla general faltan, para empezar, sencilla-
pensamiento más autónomos estaría en principio condenado al mente los conceptos adecuados al tipo de interrelación y tam-
fracaso. Hay transformaciones sociales que, en todo caso, solo bién a los tipos de coerción, cuyo perfil se quiere delimitar en
pueden realizarse corno series evolutivas a largo plazo, abrazan- otros ámbitos de experiencia. Se ha visto en el ejemplo señalado.
do a muchas generaciones. Esta es una de ellas. Exige, desde lue- ¿De qué conceptos especiales y distintivos disponernos hoy para
go, muchas innovaciones en e! lenguaje y los conceptos. Pero expresar clara y diáfanamente que las coerciones que ej erce el
precipitándola solo se conseguiría comprometer los niveles ac- uso de un lenguaje común sobre el hablar y el pensar de cada per-
tuales de comprensión. No cabe duda de que, en determinadas sona en su relación con las otras personas son de un tipo diferen-
condiciones, algunos términos nuevos pueden imponerse -y fre- te a, por ejemplo, la «fuerza de gravedad» que de modo legalifor-
cuentemente con mucha celeridad- en la interacción social entre me precipita de nuevo al suelo una pelota lanzada a lo alto? Las
los humanos. Pero la inteligencia de los nuevos modos de expre- sociedades científicas poseen quizás un campo de juego mayor
sarse y de pensar no se desarrolla nunca sin conflictos con los que otros tipos de sociedad para la introducción de innovaciones

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I
lin2Üístico-conceptuales. Pero aun en ellas esa cancha tiene limi-
,I La referencia a él puede bastar, en este contexto, para poner más
taciones. Cuando se somete a un exceso de tensión la elasticidad
de ese campo de juego, no solo se corre el peligro de perder la } en claro un aspecto de todo proceso de cientifización que no es
hoy siempre objeto de la atención que merece.
posibilidad de entenderse con otros hombres; ca:, e~ control por ~ Una singularidad que distingue al tipo científico de adquisi-
otros del propio pensar y hablar se corre al propIO tIempo el pe- !
ción de conocimiento del precientífico consiste en la mayor vin-
ligro de perder también el control sobre sí mismo y, de esta ma- culación a las cosas y a la realidad del primero; consiste en que el
nera, perderse en lo indefinido, en fantasías y jugueteos ideales. 1 primero ofrece a los hombres la posibilidad de distinguir a cada
Conducir las palabras y los conceptos por entre los poderosos paso mejor que antes entre representaciones fantasiosas y repre-
modelos de la física y la metafísica es difícil. 1 sentaciones ajustadas a la realidad. Esto puede parecer a primera
No hay, por tanto, que esperar demasiado de un solo libro. El vista Un enunciado excesivamente simple. Pero la fuerte ola de
discurso de una reorientación e innovación tan radical como la nominalismo filosófico que sigue inundando y oscureciendo al
que empieza a anunciarse hoy pausadamente en los. esfuerz~s en f pensamiento epistemológico ha desacreditado en alguna medida
torno a la investigación sociológica de las interrelacIOnes SOCIales
no puede depender sólo de la capacidad imaginativa e inventiva
de un único individuo. El trabajo de un solo hombre puede ayu-
I el uso de conceptos como «realidad" o «hecho». No se trata aquí
en modo alguno de especulaciones filosóficas, sean de tipo no-
minalista o positivista, sino de una constatación epistemológica
dar en este sentido. Pero una reorientación de este género depen- que puede comprobarse a través de observaciones singulares y,
de de los esfuerzos convergentes de muchas personas, y en últi- en su caso, revisarse. Antiguamente los hombres imaginaban
ma instancia de la marcha del desarrollo social global, de la que la Luna era una divinidad. Hoy poseemos, de hecho, una re-
evolución del entramado humano en su conjunto. Un fuerte em- presentación más ajustada a la realidad, más realista. Mañana
pujón procedente de la reorientación intelectual puede influir puede que se descubran todavía contenidos fantasiosos en la re-
sobre la marcha del desarrollo social global, en el caso de que la presentación actual y que se desarrolle una imagen más ajustada
tendencia fluctuante del reparto de poder y de las correspon- a la realidad de la Luna, de todo el sistema solar y de la Vía Lác-
dientes luchas de poder no bloqueen y ahoguen por completo la tea. El nivel de la comparación, e! elemento comparativo, es im-
re orientación. La particular dificultad de la situación actual de portante en esta afirmación: con él se conducen las ideas salvan-
las ciencias sociales, como en su tiempo la del pensamiento cien- do los dos escollos filosóficos estáticos del nominalismo y el
tífico-natural en su secular período inicial, estriba en que la posi- positivismo en la corriente de! desarrollo a largo plazo del pen-
bilidad del tránsito a un pensamiento menos fantasioso y más samiento y el saber. De la dirección de esta corriente es de lo que
cercano a la realidad es más reducida cuanto mayor sea la furia y se habla cuando se destaca, en tanto que una peculiaridad de la
el apasionamiento de esas luchas es tanto más incontrolable cientifización del pensamiento y de la adquisición de conoci-
cuanto más fantasioso y alejado de la realidad sea el pensamIen- miento, la transformación en el sentido de una reducción de los
to del hombre. El breve período de evolución hacia un pensa- contenidos de fantasía y de un incremento de los contenidos
miento natural más ajustado a la realidad en la Antigüedad y su ajustados a la realidad. Para calibrar los cambios en el equilibrio,
decadencia paralela al ascenso de una nueva y poderosa ola de en la proporción y peso relativos de las imágenes de fantasía yde
mitologización en conexión con la decadencia de los estados más las imágenes de realidad en las representaciones standard de las
pequeños y autorregidos sustitui~os por los grandes estados im- sociedades humanas, se precisaría una investigación más deteni-
periales es un ejemplo de la frag~l~dad de los comIenzos temp~a­ da de la que es posible llevar a cabo aquí. Ambos conceptos tie-
nos y vacilantes como la tranSICIón de un pensamIento SOCIal nen muchas capas. El concepto de imagen fantasiosa, por tomar-
utóDico a uno científico en los siglos XIX y xx. El peculiar círcu- lo sólo como ejemplo, puede referirse a los sueños nocturnos
lo ;icioso en que nos encontramos constituye una de esas regu- individuales, a las ensoñaciones y los deseos, a las fantasías, que
1aridades forzosas que requieren una más cuidadosa exploración. adquieren una conformación artística, a las especulaciones filo-

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sófico-metafísicas, a las creencias o a las ideologías colectivas ya cubrir la propia cuota de culpa en la recíproca amenaza o, en to-
muchas otras cosas. do caso, la propia perplejidad ante la aparente inevitabilidad de la
Pero hay un tipo de fantasía, a saber, aquellas que son simul- amenaza de unos hombres para con otros, al tiempo que se evita
táneamente contenidas y fecundadas por e! contacto estrecho el esfuerzo que supone buscar una explicación más realista del
con las observaciones factuales, que juega un pape! completa- entramado social que conduce a una paulatina escalada de ame-
mente insustituible en e! proceso de cientifización y de la progre- nazas entre grupos humanos. Algo similar sucede con la lamen-
siva conquista de la realidad por e! hombre. Los filósofos nomi- tación de que nos hemos convertido en «esclavos de las máqui-
nalistas que eluden insertar en sus consideraciones y elaborar nas» o de la técnica. A pesar de todas las pesadillas inventadas
conceptualmente la compleja relación entre fantasía y realidad, por la ciencia ficción, las máquinas carecen de voluntad propia.
difícilmente pueden estar en condiciones de explicar a su audien- N o se inventan a sí mismas, no se fabrican a sí mismas y no nos
cia cómo es posible que la creciente cientifización del pensa" fuerzan a ponernos a su servicio. Todas las decisiones yactivida-
miento relativo a contextos extrahumanos aumente también las des operadas por ellas son decisiones y actividades humanas. Las
probabilidades del hombre para, en constante realimentación, amenazas y coacciones que atribuimos a las máquinas son siem-
conseguir en la práctica que disminuyan los riesgos que esos pre, consideradas más de cerca, amenazas y coacciones de grupos
desarrollos entrañan para el hombre mismo y encaminar aún humanos interdependientes producidas en sus recíprocas rela-
más derechamente esos desarrollos a sus propios objetivos. ¿De ciones con ayuda de las máquinas. Son, con otras palabras, ame-
qué otra manera, por ejemplo, puede expresarse en conceptos el nazas y coacciones sociales. Cuando la explicación del propio
aumento del bienestar y la mejora del estado de salud de! hom- malestar por la vida en las sociedades científico-técnicas indus-
bre en una serie de sociedades sino diciendo que nuestro pensa- triales se desplaza a las bombas o las máquinas, a los científicos o
miento y nuestro saber en estos campos está menos cargado de los ingenieros, uno se sustrae a la tarea difícil y tal vez también
intuición y fantasía, es menos mítico~mágico y se orienta en ma- incómoda de procurarse una imagen más clara, más ajustada a la
yor medida a la objetividad o la realidad? realidad de las estructuras de los entramados humanos, especial-
Muchas personas, y los sociólogos no son los menos en hacer- mente de las situaciones conflictivas inherentes a ellos, siendo así
lo, hablan hoy de las ciencias con un malestar notable y en oca- que la responsabilidad por el desarrollo y la eventual utilización
siones con un cierto desdén. «¿ Qué nos han aportado todos de las armas científicas o por las inclemencias de la vida en las
estos descubrimientos científicos ?», se preguntan, «máquinas, grandes ciudades tecnificadas y en las fábricas recae en esas es-
fábricas, grandes ciudades, bombas atómicas y ese terror que sig- tructuras. No cabe duda, ciertamente, de que estos desarrollos
nifica la guerra científicamente conducida». Quizá no se ha di- tecnológicos contribuyen a la orientación de! desarrollo de los
cho hasta hoy con la suficiente falta de ambigüedad que esta ar- entramados humanos. Pero jamás es la «cosa en sí» sino su uso y
gumentación es un caso típico de supresión de una explicación empleo por hombres insertos en el tejido social lo que explica las
inoportuna y de su relegamiento (displacement) a una más opor- coacciones ejercidas sobre los hombres, el malestar experimenta-
tuna. La bomba de hidrógeno que en definitiva fue desarrollada do en él por los hombres. Es a la fuerza destructiva de los hom-
a petición de los estadistas y que llegado e! caso sería utilizada bres, no a la de la bomba atómica, a lo que estos han de temer o,
por orden de estos sirve como una especie de fetiche, algo en que dicho con más exactitud, a la fuerza destructiva de los entrama-
descargar el propio miedo, mientras que e! auténtico peligro está dos humanos. El peligro reside no en los progresos de las cien-
en la. amenaza recíproca que suponen los grupos humanos hosti- cias de la naturaleza y la técnica, sino, en el aprovechamiento de
les y en parte interdependientes por esa mista hostilidad, de la los resultados de la investigación y los inventos tecnológicos por
que los afectados no conocen salida alguna. La lamentación por los hombres bajo la presión de una interdependencia que los en-
la bomba y los científicos que la hicieron posible con sus investi- trelaza y de las luchas ligadas a ella por el reparto de las posibili-
gaciones orientadas a la realidad es un pretexto que sirve para en- dades más variadas de poder. En la presente introducción a la so-

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ciología se hablará poco de estos graves problemas. En ella se va des básicas de los hombres de las sociedades más desarrolladas
a tratar sobre~todo de ayudar a hacerse cargo de la evolución de en general. Conectadas con la tecnificación de la vida en su con-
la imaginación sociológica y e! pensamiento sociológico encami- junto, incluso de la más privada, gobiernan también todo e! pen-
nados a la percepción de estos entramados, de estas figuraciones samiento y la acción del hombre. De todos modos, en la vida
que los hombres constituyen entre sí. Pero e! recuerdo del ejem- privada sigue existiendo un margen para las fantasías egocéntri-
plo de estos graves problemas de entramado puede ser de utili- cas referidas a los contextos naturales y con mucha frecuencia
dad a título introductorio. los hombres son conscientes de ellas en tanto que tales, en tanto
La fijación engañosa de las ideas en fenómenos conocidos y que fantasías personales.
tangibles como las bombas atómicas y las máquinas o, en sentido En contraste, e! margen existente en las mismas sociedades
más amplio, en la ciencia natural o la tecnología y e! oscurecimien- pah e! funcionamiento de las fantasías egocéntricas y etnocéntri-
to de las causas efectivas, sociales, de! miedo o e! malestar que se cas como factores determinantes de la percepción, e! pensamien-
siente, son altamente sintomáticos de una de las estructuras básicas to y la actividad en e! ámbito de la vida social, que no se conec-
de la época contemporánea. Se trata de la discrepancia existente tan con los problemas científico-naturales y tecnológicos, es aún
entre la capacidad relativamente alta para dominar en forma ade- comparativamente muy grande. Incluso los especialistas de la in-
cuada o realista problemas del acontecer natural extrahumano y, vestigación, los representantes de las ciencias sociales, apenas
en cambio, la capacidad relativamente escasa para acceder a los disponen de estándares comunes de control recíproco y de auto-
problemas de la convivencia humano-social, para dominarlos con control que les permitan deslindar en una medida creciente y con
análoga regularidad. la misma seguridad que sus colegas de las disciplinas científico-
Los estándares sociales de nuestro pensar y percibir, de nues- naturales representaciones fantasiosas personales y arbitrarias,
tra adquisición de conocimiento y de nuestro saber están escin- imágenes desiderativas políticas o nacionales, de un lado, y mo- .
didos de un modo peculiar. En e! ámbito de los contextos natu- dejos teoréticos proyectados a la realidad, susceptibles de con-
rales extrahumanos, todas estas actividades se proyectan en una traste a través. de investigaciones empíricas, de otro. Y en e! grue-
medida elevada y además creciente a la realidad. El ámbito pare- so de la sociedad e! estándar común de! pensamiento sobre
~:i
ce ser infinito. Pero en su interior crece, a la par que e! trabajo , problemas sociales permite a la gente entregarse hasta tal punto a
científico sistemático, e! fondo de saber relativamente seguro, fantasías colectivas, sin reconocerlas como tales, que e! parangón
de saber más realista, y lo hace acumulativamente y con gran con la dimensión de! pensamiento fantasioso acerca de los he-
continuidad. El estándard de autodisciplina, de apartamiento de chos de la naturaleza durante la Edad Media no está fuera de lu-
las motivaciones personales egocéntricas y la consiguiente obje- gar. En la Edad Media se hacía a los extranjeros y en particular a
tividad de! pensar y el observar en e! trabajo científico y tecno- los judíos culpables de! surgimiento de la peste y se procedía a
lógico apoyado en un control recíproco de los investigadores matarlos en masa. Entonces no se disponía de manera general de
comparativamente eficaz, es bastante elevado. En cambio, es re- explicaciones más cercanas a la realidad, científicas, para fenóme-
lativamente reducido e! margen para la influencia sobre los nos como las muertes masivas por epidemia. El miedo todavía no
resultados de la investigación por fantasías egocéntricas o etno- contenido por un saber más realista, e! pánico a los inexplicables
céntricas no susceptibles de contención y control mediante una horrores del contagio, la pasional ira ante un ataque inaprehensi~
cuidadosa confrontación con investigaciones concretas. La e!e- ble pero amenazador se descargaba, como sucede con tanta fre-
vada medida de auto control en e! pensamiento relativo a esos cuencia, en fantasías del grupo dominante que hacían aparecer a
contextos naturales y la medida consiguiente de objetividad, los más débiles socialmente, a los marginales, como agresores,
realismo y «racionalidad» de! pensar y actuar en estos ámbitos como autores de! propio sufrimiento, lo que conducía a su asesi-
no es, desde luego, prerrogativa exclusiva de los especialistas de nato masivo. En el siglo XIX, en cuyo transcurso las epidemias de
lo investigación. En la actualidad forman parte ya de las actitu- cólera todavía en repetidas oleadas a las sociedades europeas, se

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puso finalmente freno a este tipo de enfermedades masivas por ca de una contradicción no menos caractenst!ca de! pensa-
contagio gracias al creciente control estatal de la asistencia sani- miento contemporáneo e! hecho de que en este caso se intenta-
taria, los progresos de! conocimiento científico y la difusión de se disimular las fantasías sociales con un velo científico-natural,
las formas científicas de explicación de las epidemias. Y, en defi- biológico.
nitiva, en e! siglo XX la aproximación a la realidad de! saber cien- La palabra fantasía suena muy inocua. No se discute aquí en
tífico-natural y e! bienestar social que posibilita, así como la modo alguno el pape! completamente insustituible y altamente
puesta en práctica de esos conocimientos mediante las adecuadas constructivo de las fantasías en la vida de los hombres. Al igual
medidas de protección, han llegado finalmente a un nivel tal en e! que la diversificación de los músculos de la cara, que la capacidad
ámbito de la higiene pública que por primera vez desde la densi- para sonreír o para llorar, también la capacidad de fantasía forma
ficación de su población casi ha desaparecido en Europa e! pe!i- parte en plenitud de los singulares atributos de! hombre. Pero
gro que representaba para la gente e! contagio por enfermedades aquí hablamos de fantasías de un tipo muy determinado o, dicho
epidémicas masivas de este género, habiendo sido casi completa- con mayor exactitud, de fantasías que ocupan un lugar errado en
mente olvidadas por la población actual. la vida social de los hombres. Faltas de! control ejercid~ por un
Ahora bien, por lo que hace a la convivencia social, los hom- saber objetivo, se cuentan -especialmente en situaciones de cri-
bres están aún en gran medida, en cuanto al pensamiento y la sis- entre los impulsos menos dignos de confianza y, con dema-
acción, en e! mismo nivel de desarrollo representado por el pen- siada frecuencia, más homicidas de la acción humana. En tales si-
samiento y la conducta de los hombres medievales frente a la tuaciones no se precisa de ninguna enfermedad mental para
peste. En estos terrenos las personas se encuentran todavía hoy desencadenarlos.
expuestos a inquietudes y motivos de depresión que les son Hoy se acepta con mucha frecuencia la idea de que los conte-
inexplicables; y dado que no pueden vivir sus desgracias sin una nidos fantasiosos que juegan un importante pape! en e! endere-
explicación, las explicaciones vienen dictadas por la fantasía. zamiento de la acción y e! pensamiento colectivos de los grupos
El mito nacionalsocialista constituye en nuestros días un hacia sus objetivos son meramente fingidos; no serían otra cosa
ejemplo de este tipo de explicación de necesidades e inquietudes sino velos propagandísticos estimulantes e incitantes tendidos
sociales que buscan descargarse en la acción. Al igual que en el por hábiles grupos de dirección para cubrir unos objetivos alta-
caso de la peste, también aquí se descargó la angustia suscitada mente «racionales» o «realistas» fríamente fijados y estipulados
por unas miserias y miedos de carácter social en gran parte in- en función de sus «coordenadas de intereses». Esto sucede, como
comprendidos en explicaciones fantasiosas que marcaban a las es natural. Pero a través del uso del concepto de «razón» en ex-
minorías socialmente más débiles como instigadores y culpables, presiones como «razón de Estado», del concepto de «realismo»
conduciendo así a su asesinato. Se ve aquí ya la existencia simul- en expresiones como Realpolitik y a través del uso de muchos
tánea, característica de nuestra época, de un dominio altamente otros conceptos de este orden se favorece la muy extendida pre-
realista y orientado objetivamente de los aspectos físico-técnicos sunción de que las deliberaciones llamadas «racionales» y orien-
y unas soluciones fantasiosas de los problemas sociales, para tadas a la objetividad o a la realidad juegan habitualmente el pa-
cuyo dominio y explicación objetiva o bien no hay voluntad o pel más importante en las fijaciones sociales de objetivos de los
no hay capacidad. grupos humanos en sus confrontaciones. El uso actualmente
La expectativa nacionalsocialista de solución de los proble- predominante del concepto de «ideología» revela -incluso entre
mas sociales a través de! exterminio de los judíos es tal vez un sociólogos- idéntica tendencia. Pero un examen más atento per-
caso extremo de un fenómeno hoy aún universal en la vida so- mite constatar sin mayores dificultades hasta qué punto se inter-
cial de los humanos. Ilustra la función de explicaciones fanta- penetran, en la imagen de los «grupos de interés» las visiones
siosas de las miserias y los miedos sociales cuyas explicaciones fantasiosas y las representaciones más realistas. El planeamiento
reales no se quiere o no se puede asumir. Es además sintomáti- realista y consciente de sus objetivos de los desarrollos sociales

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con recursos a los modelos científicos de desarrollo es sólo una uno u otr~ sistema de creencias con la misma pasión con que hoy
conquista, apenas suficiente, de la evolución más reciente. Y los pare.cen dlsp,:,estos a matarse en masa unos a otros porque unos
propios modelos de desarrollo son de todo punto incompletos, prefl~ren e! SIstema de creencias ruso, otros el americano y otros
carecen todavía de la correspondencia lo bastante ajustada con e! chillO. Ha~ta donde puede verse es sobre todo la discrepancia
las cambiantes estructuras sociales. Toda la historia es hasta hoy, entre estos sIstemas nacIOnales-estatales de creencias y los caris-
en e! fondo, un cementerio de sueños humanos. A corto plazo a mas de las respectivas misiones nacionales (que por lo demás tie-
menudo los sueños se cumplen; pero a largo plazo acaban casi nen ya muy poco que ver, en conjunto, con el análisis de los an-
siempre en un vaciamiento y destrucción de su ser y su sentido :a~onismos clasistas intraestatales de Marx, un análisis que en su
precisamente porque las metas y las esperanzas están intensa- eplca estaba re!atlvamente muy vinculado con la realidad) lo que
mente penetradas por fantasías, de tal modo que e! curso efecti- hace que este tipo de inextricable entramado resulte impenetra-
vo de! acontecer social les depara severos golpes, una confronta- ble y, por tanto incontrolable, para quienes están insertos en él.
ción con la realidad tras otra y acaba desenmascarándolas como También esto ofrece un ejemplo de la dinámica específica de
irreales, oníricas. La esterilidad característica de muchos análisis los entramados sociales, de cuya investigación sistemática se
de ideologías se deriva, no en último término, de la tendencia a ocupa la sociología. En este plano no son personas aisladas e in-
tratar a estas como construcciones intelectuales en e! fondo «ra- t~rdependientes1as que ~orman entre sí figuraciones específicas
cionales'" concordantes con los auténticos grupos de interés, y a SIllO grupos Illterdependlentes de personas organizadas a escala
descuidar su carga de afectos y fantasía, su irrealidad egocéntrica estatal-nacional. Pero también en este caso la experiencia propia
o etnocéntrica como expresión de un ocultamiento calculado de de la gente se ?onfigura como si las unidades, de las que la gen-
un núcleo altamente «racional>,. te habla en pnmera persona, es decir, no sólo en singular sino
Piénsese, por ejemplo, en la situación actual de crisis entre los también en plural, no sólo en términos de "yo" sino también de
grandes estados, que en una medida creciente condiciona y eclip- «nosotros", fuesen unidades completamente autónomas; ya
sa a las situaciones conflictivas en e! interior de los estados de todo desde pequeños, enla e;scuela, se aprende que el propio estado
e! mundo. Los representantes de estos grandes estados parecen nacI~nal posee una Ihmltada «soberanía", esto es, una indepen-
soñar, en conjunto, que poseen Un carisma nacional incomparable denCIa absoluta de todos los demás. La imagen etnocéntrica de
y que solo a ellos y a sus ideales corresponde la dirección del mun- una humafo1idad compu:sra. por muchos estados se asemeja, por
do. Las discrepancias de intereses, dato más realista y que podría tanto, a la Imagen egocentnca de la figura. 1. Las elites del poder
y muchos miembros de las naciones o, en todo caso de las na-
explicar la enorme escalada de los preparativos bélicos, son bas- . '
tante difíciles de descubrir. La diversidad de las praxis sociales, ClOnes que son grandes potencias, se ven a sí mismos situados en
evidentemente, es menos amplia que lo que da a entender la dis- e! curso . de la. humanidad como una fortaleza ' cerrada, rodeada
crepancia de los ideales y sistemas de creencias. Es la colisión de y al1TIlsmo tiempo separada de todas las otras naciones ajenas.
los sueños lo que confiere a las recíprocas amenazas de las grandes Tampoco en es.te caso se alcanza en e! pensamiento y la acción
potencias -y, desde luego, no solo de las grandes potencias- en apenas el estadIO de autoconciencia a que responde la figura 2 si
una gran medida su dureza e inevitabilidad como hipotéticas dife- en lugar de personas se toma como unidad a naciones. La ima-
rencias de intereses que podrían denominarse "reales". En el esta- gen de la propia nación como una nación entre otras la come
dio actual de la evolución de la humanidad, que alcanza a todos pre,:,~ión de l~ estructura de las figuraciones que form;la propia
los continentes, esta polarización reviste un considerable paren- naclOn en su mterdependencia con otras, no ha sido desarrolla-
tesco estructural con la antigua polarización centrada en el mar- da hasta ahora sino muy débilmente. Sólo en raras ocasiones se
co europeo, con la colisión de los sueños de los príncipes y seño- tiene a la vista un modelo sociológico claro de la dinámica del
res de la guerra católicos y protestantes. En aquella época los entramado de estados, algo así como la dinámica del ,<clinch
hombres estaban dispuestos a matarse unos a otros en masa por conge!ado" de las grandes potencias por el cual cada uno de los

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así enlazados, por miedo a la ampliación de! poder de los otros, con demasiada frecuencia las personas imaginan que debido a
trata de aumentar su propio potencial, estimulando con esta jus- una especie de «racionalidad» innata, es decir, con total indepen-
tificación e! miedo de los otros, lo que les impulsa a su vez a es- dencia de! concreto estadio evolutivo del conocimiento y e! pen-
forzarse por lograr un aumento ulterior de su potencial, cosa samiento social, están en condiciones de abordar los problemas
que vuelve a impulsar en la misma dirección los esfuerzos de sus sociales con idéntica orientación objetiva que los físicos o los in-··.
adversarios. Como no hay aquí ningún árbitro que disponga de genieros en su relación con los problemas científico-naturales y
las suficientes posibilidades de poder como para deshacer este tecnológicos.
clinch, sin la simultánea comprensión por parte de todos los Así, hay en nuestros días gobiernos que muy frecuentemen-
protagonistas de la dinámica inmanente de la figuración que te -y quizá de buena fe- pretenden que pueden dominar «ra-
constituyen entre unos y otros y sin hacer de esa comprensión cional» o «pertinentemente» los agudos problemas sociales de
norma para la acción, difícilmente podrá quebrarse e! carácter sus países cuando, en realidad, no hacen sino cubrir las brechas
forzoso de esa dinámica y la subsiguiente escalada del esfuerzo de! conocimiento concreto, aún relativamente rudimentario,
por la ampliación de los potenciales de poder. Actualmente, en acerca de la dinámica de los entramados sociales con doctrinas
lugar de esto predomina entre los adversarios interdependientes dogmáticas basadas en la fe, rutinas heredadas o expedientes
y sobre todo entre las oligarquías de partido que dominan en condicionados por los intereses de partido a corto plazo,
todas partes la idea de que sólo la referencia a los otros, al ad- adoptando las decisiones, en la mayoría de los casos, a la bue-
versario y a su «equivocado sistema socia]", a sus «peligrosas na de Dios. Por consiguiente, siguen siendo en gran medida ju-
creencias nacionales", es susceptible de explicar el sentimiento guetes de cadenas de acontecimientos que entienden tan poco
propio de estar bajo amenaza y el esfuerzo permanente por am- como los gobernados que se someten a sus dirigentes confian-
pliar el propio potencial de poder. Todavía no se contempla a do que estos podrán poner bajo control los peligros y las tri-
uno mismo y a su propia acción como componente integral de bulaciones que les acechan, que por lo menos saben a dónde
la figuración cuya dinámica inmanente demanda esos esfuerzos. van. y por lo que hace a los aparatos de la administración, a la
La rigidez de los sistemas nacionales de creencias polarizados burocracia, no es quizás inadecuado decir, como era cierta-
impide en todas partes a las oligarquías de partido gobernantes mente la intención de Max Weber, que en cuanto a su estructu-
percibir con la suficiente claridad que ellas mismas, las tradicio- ra y al comportamiento de los funcionarios públicos se ha he-
, cho más «racional» en comparación con siglos anteriores; pero
nes de partido y los ideales sociales que les sirven para la legi- !

timación de su apetencia de poder pierden constantemente cre- * no es nada adecuado decir como Max Weber que la burocracia
dibilidad con el peligro de enfrentamientos bélicos que ellas actual es una forma «raciona]" de organización y que e! com-
mismas contribuyen a crear, con el derroche de las riquezas portamiento de los funcionarios públicos es un comporta-
creadas por el trabajo humano en la producción de medios diri- miento «racional». Esto es enormemente engañoso. Así, por
gidos al uso de la violencia y, desde luego, con e! uso efectivo de ejemplo, la reducción burocrática de las interdependencias so-
esta. De nuevo nos encontramos con este caso y en forma para- ciales a departamentos administrativos individualizados con
digmática ante la simultaneidad de un dominio altamente realis- una estricta delimitación de competencias e integrados por es-
ta de los problemas físico-tecnológicos y una manera en gran pecialistas jerárquicamente organizados y grupos oligárquicos
medida cargada de fantasía de abordar los problemas interhu- de dirección que raramente son capaces de reflexionar más allá
manos y sociales. de su propio campo de atribuciones -por no mencionar aquí
Si uno mira a su alrededor no es difícil descubrir otros ejem- sino este aspecto- tiene un carácter mucho más de forma de
plos de esta discrepancia en la conducta de nuestros contempo- organización tradicional y no examinada a fondo que el de una
ráneos en relación con los contextos naturales o con los contex- forma de organización «raciona]", pensada y constantemente
tos sociales. Entre sus consecuencias se cuenta e! hecho de que ajustada en función de las tareas de su incumbencia.

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Puede que esto sea suficiente. Quizá con ayuda de estos ejem-
plos sea posible contemplar con algo más de claridad, bajo cier-
tos aspectos, e! ámbito de problemas cuyo tratamiento se propo-
ne la sociología. El hecho de que e! plano humano-social de!
universo esté formado por personas, por nosotros mismos,. nos
induce a olvidar fácilmente que su desarrollo, sus estructuras y
sus modos de funcionamiento, así como su explicación son para
nosotros, para los hombres, algo en principio no menos desco-
nocido que e! desarrollo, las estructuras, los modos de funciona-
miento y las explicaciones de los planos físico-químicos y bioló-
gicos y que han de ser algo a descubrir poco a poco en no menor
medida. La cotidianidad de la frecuentación con nosotros mis-
mos disimula con facilidad e! hecho de que nosotros somos en e! 1
presente aún en una medida mucho mayor una. región relativa- Sociología: el planteamiento de Comte
mente inexplorada, una mancha blanca en el mapa del saber hu-
mano menos conocida que los polos de la Tierra o las superficies
de la luna. Muchas personas sienten temor ante una ulterior ex-
ploración de esta región, de la misma manera que antaño hubo
hombres que sintieron temor ante la exploración científica; del Sea uno sociologo o no parece indudable que se renuncia a una
organismo humano. y, como entonces, también hoy argumentan gran herencia intelectual cuando se aborda con ideas preconcebi-
algunos de ellos que la exploración científica de los hombres por das la obra de los grandes hombres que trabajaron en el siglo XIX
los hombres, que ellos no desean, no es posible. Ahora bien, la para e! desarrollo de una ciencia de la sociedad. Vale la pena in-
impotencia con que los hombres, faltos de una comprensión só- tentar extraer del trabajo intelectual de esos hombres aquello so-
lidamente fundamentada de la dinámica de los entramados hu- bre lo que todavía hoyes posible apoyarse en e! esfuerzo por lo-
manos formados por ellos mismos, se encaminan a ciegas de unas grar un análisis científico de la sociedad y separarlo de lo que no
autodestrucciones modestas a otras cada vez mayores y de una era sino expresión de los ideales de su época. Mientras que la
pérdída de sentido a otra, despoja su atractivo a la ignorancia ro- imagen de la herencia de! legado mamano aparece con mucha
mántica como ámbito de acción de los sueños. frecuencia deformada por e! odio y la alabanza, Auguste Comte
(1798-1857), que fue quien acuñó literalmente la palabra «socio-
logía» para designar a una nueva ciencia, rara vez hace acto de
presencia en nuestro escenario.! La imagen del legado comtiano,
errabunda y fantasmal a través de los manuales, suscita la impre-
sión de una pieza de museo un tanto polvorienta. Una parte con-
siderable de lo que escribió, por otro lado, puede confiarse sin
más al polvo. Escribió demasiado. Su estilo es a menudo pompo-

1. Véase el vol. 3" de la colección «Gnmdfragen der Sociologie»; Helmut


Klages, Geschichte der Soziologie, Munich, 1969, pp. 51 Y ss. (Nota de Dieter
Claessens.)

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UNIDAD II
UNIDAD III

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162 SOCIOLOGIA y CULTURA

Eso no es todo: por ejemplo, si se trata de determinar la


estruclUra de lo que se dice en el lugar en que estamos, no basta
con un analisis del discurso. hay que captar el discurso como
\producto de todo un trabajo sobre el grupo (invitación o no invi-
tación, etcétera). En pocas palabras, hay que realizar un análi-
sis de las condiciones sociales de constitución del campo en el La "juventud" no es más que una palabra·
cual se produce el discurso. porque allí es donde reside el ver-
dadero principio de lo que podría o no decirse aquí. De mane-
ra más profunda, una de las formas más eficientes que tiene
un grupo de reducir a la gente al silencio es excluirla de las po- .CÓmo enfoca el sociólogo el problema de los jóvenes?
siciones donde se puede hablar. Por el contrario, una de las ~ El renejo profesional del sociólogo es señalar que las divi-
formas en que el grupo puede controlar el discurso es colo- siones entre las edades son arbitrarias. Es la paradoja de Pa-
cando en las posiciones donde se habla a la gente que dirá lo reto, Cllando dice que no se sabe a qué edad empieza la vejez
que el campo llutoriza y desea. Para comprender lo que puede igual que no se sabe dónde empieza la riqueza .. De hecho, la
decirse en un sistema de ense¡)anza es necesario conocer los frontera entre juventud y vejez en todas las SOCiedades es ob-
mecanismos de reclutamiento del euerpo docente, y resultaria jeto de lucha. Por ejemplo, hace algunos años leí un ar.tículo
muy ingenuo creer que en el plano del discurso de los profeso- sobre las relaciones entre jóvenes y notables cn Florclll:la du-
res es donde es posible captar lo que se puede decir y por qué. rante el siglo XVI, que moslraha que los viejos proponían a los
Cualquier expresión es en cierta forma una violencia sim- jóvenes una ideología de la virilidad, de la I'inu, y de la
bólica que sólo puede ejercer el que lo hace y sólo puede sufrir violencia, lo que era una forma de reservarse para sí la
el que la sufre porque no se recolloce como tal. Y si no se re-
conoce como tal, se debe en parte a que se ejerce con la me- sabiduria, es decir, el poder. De la misma forma, Georges
diación de un trabajo de eufemización. Ayer alguien evocaba Duby muestra claramente cómO en la Edad Media los límites
el problema de la recepción (respecto de la eficacia de la de la juventud eran manipulados por los que detentaban el
ideología): 10 que he dicho engloba tanto la producción como patrimonio, que debían mantener en un estado de juventud,
la recepción. Por ejemplo, cuando en Lu educució" sen/i- es decir, de irresponsabilidad, a los jóvenes nobles que pa<:lian
",en/ul Flaubert proyecta toda su "representación" de la pretender la sucesión.
estructura de clase dominante o, para ser mas exactos, la rela- Enconlrariamos situaciones equivalentes en los dichos y
ción que tiene con su posición en dicha clase, bajo la forma de proverbios, o sencillamente en los estereotipos sobre la juventud,
una imposibilidad de ver a esa clase de otra manera, esta pro- o aun en la mosofia, desde Platón hasta Alain, que asignaba a
yectando algo que él mismo ignora o, aún más, que niega y cada edad su pasión especifica: a la adolescencia el amor, a la
desconoce porque c1lrabajo de eufemización que él impone a edad madura la ambición. La representación ideológica de la di-
esta estructura contribuye a ocultárselo; es algo que también
es poco reconocido y aun negado por los comentadores (por- visiÓn entre jóvenes y viejos alarga a los más jóvenes ciertas co-
que ellos son producto de las mismas estructuras que determi- sas que hacen que dejen a cambio otras muchas a los más viejos.
nafon la producción de la obra). En otras palabras, para leer Esto se ve muy bien en el caso del deporte, como, por ejemplo, en
hermenéuticamente a Flaubert es necesario todo el sistema, el rugby, donde!::! exal::>. a los "buenos chicos", esas buenas
del cllal su propio discurso es un producto entre otros. Cuan- bestias dóciles destinadas a la oscura abnegación del juego de
do se habla de ciencia de las obras, es importante saber que, delanteros que ensalzan los dirigentes y comentaristas. ("Sé
con el simple hecho de autonomizar las obras, se les otorga lo
que cllos piden, es decir, todo. 1 • I--mre\"ista realizada por Anne·Maric MClailié, pllbli1:ada en I !'~j(' II¡W\· /'1
¡" I'H'IIt¡tr ewp/aj Paris, A\ ~odat¡on des Agcs, 1978. jl[1 . 5211-530.
I El 1L'l:lor cncolllrnr¡\ an¡\lisis complementarios en PieTTI'. Bourdieu, "L'onIO-
Ingic politiquc de Martín Heidegger", en ACles de la rechl.'rehe e/l se/ences so-
d(/{(!.~, nllms. 5-ó , no viembre de 1975, pp. 109-156. 16)

Bourdieu, Pierre. (2002). La "juventud" no es más que una palabra. En Sociología y cultura (pp. 163-173). México: Grijalbo, Conaculta.
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164 SOCIOLootA y CULTURA LA" JUVENTUD" NO ES MAS QUE UNA PALABRA 165

fuerte y calla, no pien~s. ") Esta estructura, Que existe en biológicO socialmente manipulada y manipulable; muestra
airas ca~os (como en la!> relaciones entre los sexos), recuerda que el hecho de hablar de los Jó .. enes como de una ullldad 'iO'
que en la división lógica entre jó.... enes y viejos está la cuestión cial de un grupo constituido. qu~ posee interC'ies comune<., »
del poder, de la división (cn el sentido de repanición) de los de r'eferir estos intereses a una edad definida biol6gicameOle.
poderes. Las clasificaciones por edad (y también por sexo, 0, constituye en sí una manipulacion evidente, Al mcn~ habria
daro. por clase ... ) vienen a ~er siempre una forma de impo- que analizar las diferencias entre lur Ju\oentudes, o, para a~a
ner limites, de producir un orden en el cual cada quien de~ bar pronto, entre las dos ju,entudes. Por ejemplo, <;e podrlan
mantcnCT')C, donde cada quien debt' ocupar su lugar. comparar de manera sistemática las condiciones de \'ida" ~I
mercado dc trabajo, el tiempo disponible, etcétera. de 10\ "Jo·
¿Qué entiende usted por ,'iejo'! ¿Los adultos? ¿Los Que están venes" que ya trabajan y de lo.. adolescentes de la nllsm~ edad
en edad productiva? lO la tercera edad? (bioI6gica) que son estudiantes: por un lado e.. tAn las Imllta·
• Cuando digo jóvenes/viejos, entiendo la relación en su for- ciones, apenas atenuadas por la ~olidaridad familiar, del Unl·
ma más vacía. Siempre se es joven o viejo para alguien. Por verso económico real y, por el otro, las faCIlidades de una 1!l:0·
ello 1m. divisiones en clases definidas por la edad. es decir, en gene- nomia cuasi lúdica de pupilo del ElItudo, fundada en la ~ub­
raciones, son de lo más voriables y son objeto de manipulaciones. venci6n, con alimentos y alojamiento baratos, eredencialc\
Por ejemplo Nancy Munn, una emologa, muestra que en der- que permiten pagar menos en cine.. y tealros ... Enco.lurana
la~ ~odcdudes de AUSITalia el hechizo de ju .. entud que emplean mas diferencias análogas en lodos los ámbitos de la Vida: por
101\ viejas para recuperar su lozanía está considerado como al- ejemplo, los chiquillos mal veslido", con cabello demasiado
go totalmente diab61ico porque desquicia los límites entre edades largo, que pasean a la novia en una triste motocicleta el sába-
y ya no se sabe Quién es Joven y Quién es viejo. Lo Que yo quiero do por la tarde, son a los que dl'liene la policía. .
~d'Ialar es que la ju .. entud y la vejez no están dadas, sino que se En otras palabras, sólo con un abuso tr~mendo del lenguaJe
construyen socialmeme en la lucha entre jóvenes y viejos. Las re- ~ puede colocar bajo el mismo concepto universo~ sociales
lal.'iona entre la edad social y la edad biológica son muy comple- que no tienen casi nada en común. En un c~so tenem~s un
jas. Si comparáramos a lo~ J6venes de las diferentes fracciones universo de adolescencia, en el verdadero sentido, es decir, de
de la clase dominante. por ejemplo, a lodos los jóvenes que irresponsabilidad provi .. ional: esto.. "jóvenes" se encuentran
entran rn la Escuela Normal Superior, la Escuela Nacional de en una especie de tierra de nadie social, pues son adultos para
Administración, a la Escuela Politécnica, etcétera, en el mismo ciertas cosas y ninos para otras, aparecen en los dos cuadros.
ano, veríamos Que estos "j6venes" tiene más atributos pro- Por esto muchos adolescentes burgueses suenan con prolon-
pios del adulto, del viejo, del noble, del notable, cuanto mas gas su adolescencia: es el complejo de Fred~ric, en l a ed~ca­
cerca se encuentran del polo del poder. Cuando pasamos de Clón sentimental, que etermza la adolescenCIa. Una vez dicho
los intelcclUales a los gerentes generales, desaparece todo lo esto, estas "dos juventudes" no representan mas que los dos
que da un aspecto joven, como el cabello largo, los pantalo- polos opuestos, los dos extremos de un espacio de poSib~li­
nes ,'aqueTaS, eh. .étera dades que se presentan a los ·'jóvenes". Una de las aportacIo-
Como lo he mostrado respecto de la moda o la produccion nes interesantes del trabajo de Th~venot fue mostrar que, en-
artística y literaria, cada campo tiene sus leyes esp«(ficas de tre estas dos posiciones extremas, la del estudiante burgués y
enn'jet':imienlo: para saber cómo se definen las generaciones la del joven obrero que ni siquiera tuVO adolescencia, hoy existe
hay que conocer las leyes específicas de funcionamiento del toda clase de figuras intermedias.
campo, la~ apucslaS de la lucha y cuales son las divisiones que
crea e~ta lucha <la "nueva ola", la "nueva novela", los ¿Acaso lo que produjo esa especie de continuidad alli donde
"nuevos filósofo~", los "nuevos magistrados" ... ). Todo existia una diferencia más marcada entre las clases no fue la
e~lo es de lo más trivial, pero muestra que la edad es un dato transformaci6n del sistema escolar?

Bourdieu, Pierre. (2002). La "juventud" no es más que una palabra. En Sociología y cultura (pp. 163-173). México: Grijalbo, Conaculta.
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'66 SOCIOlOGtA YCULTURA LA "JUVENTUD" NO ES MÁS QUE UNA PALABRA "7


• Uno de los factores que contribuyó a confundir las oposi- del malestar que suscita en los ninos de las clases popula-
ciones entre las diferentes juventudes de clase es el hecho de res una escolaridad prolongada .) Una vez dicho esto, el estar
que las diferentes clases sociales !uviuaR acceso de manera en una situación de "estudiante" induce a un montón de cosas
proporcionalmente mas importante a la enseñanza secundaria que son constitutivas de la situación escolar: tienen su paquete
y que, con esto mismo, una parte de: los jóvenes (desde el pun- de libros amarrados con un cordel, estAn sentados en una mo-
10 de vista biológico) que hasla este momento no habian leni- tocicleta cotorreando con una chica, están sólo entre jóve-
do acceso a la adolescencia descubri6 este estatus lemporaJ de nes, chicos y chicas, fuera del trabajo, yen casa están eximi-
" medio nino-medio adulto", "ni niño. ni adulto" . Creo que dos de las tareas materiales en nombre del hecho de que están
es un hecho social muy importante. Incluso en los medios estudiando (un factor importante: las clases populares se
aparentemente mas alejados de la condición de estudianle du- pliegan a esta especie de contrato tácito Que hace que los estu-
rante el siglo XIX. es decir. en Las pcqueftas aldeas rurales, abo- diantes queden fuera de juego).
ra que los hijos de los campesinos o artesanos van al Colegio Pienso Que esta forma simbólica de dejar fuera de juego
de Enseñanza Secundaria de su localidad, incluso en esos ca- tiene cierta importancia, sobre todo porque viene acompal\ada
sos. los estudianles se encuentran, duranle un periodo relati- de uno de los efectos fundamentales de la escuela, que es la ma-
vamente largo y a una edad en la Que antes hubieran estado tra- nipulación de las aspiraciones. Se suele olvidar que la escuela
bajando. en esas posiciones casi externas al universo social no es sólo un lugar donde se aprenden cosas, ciencias, técnicas,
Que definen la condición de adolescente. Parece Que uno de etcétera, sino también una institución Que otorga títulos, es de-
los efectos más fuertes Que tiene la situación del adolescente cir, derechos, y Que con ello confiere aspiraciones. El antiguo
proviene de esta especie de existencia separada, que lo deja sistema escolar producía menos desajustes Que el actual, con
socialmente fuera de juego. las escuelas del poder, y sobre sus trayectorias complicadas, que hacen que la gente tenga as-
todo las grandes escuelas, colocan a los jóvenes en recintos piraciones que no corresponden a sus posibilidades reales. Anti-
aislados del mundo. Que son como espacios monásticos donde guamente, había trayectorias relativamente claras: el que pasaba
viven apartados. donde hacen ejercicios espirituales. retirados del certificado de estudios primarios entraba a un curso com-
del mundo y d~icados por completo a prepararse para las plementario, en una EPS, una escuela secundaria o un liceo; es-
más "elevadas funciones" . Allí hacen cosas enormemente tas trayectorias estaban claramente jerarquizadas y nadie se
gratuitas. esas que se hacen en la escuela, meros ejercicios . De confundía. Hoy en día existen cantidad de trayectorias poco cla-
unos afios para acA, casi todos los jóvenes han tenido acceso a ras y hay que estar muy al tanto para no caer en las vias muer-
alguna forma más o menos cabal -y sobre todo más O menos tas o los garlitos, así como en la trampa de las vocaciones y los
larga- de esta experiencia; por corta o superficial que haya tltulos devaluados. Esto contribuye a que exista cierta dispari-
sido, se trata de una experiencia decisiva, ya que basta para dad entre las aspiraciones y las posibilidades reales. El sistema
provocar una ruptura más o menos profunda con el "cae por escolar antiguo obligaba a interiorizar profundamente los limi-
su peso" _Conocemos el caso del hijo de minero Que desea ba- tes; llevaba a aceptar el fracaso a los límites como algo justo e
jar a la mina lo antes posible, porque eso significa entrar en el inevitable .. . Por ejemplo, los maestros y maeslTas de escuela
mundo de los adultos. (Aun hoy en día, una de las razones primaria eran personas que se seleccionaban y orientaban, de
por las cuaJes los adolescentes de las clases populares quieren manera consciente o inconsciente, de tal forma Que Quedaran
dejar la escuela y entrar a trabajar desde muy jóvenes. es el deseo aislados de los campesinos y obreros, al tiempo que permane-
de alcanzar cuanto anles el estatus de adulto y las posibilidades cían separados completamente de los profesores de educación
económicas que éste entrana: tener dinero es muy importante secundaria. Al colocar en una situación de alumno de liceo, in-
para darse seguridad ante los amigos, ante las chicas, para poder cluso ya devaluada, como ésta, a ninos que pertenecen a clases
saJir ron Jos amigos y con las chicas, es decir, para ser reconoci- para quienes la ensei'\anza secundaria era antiguamente del todo
do y recoaooerse como "hombre" . Este es uno de los factores inaccesible, el sistema actual impulsa a estos ninos y sus fa-

Bourdieu, Pierre. (2002). La "juventud" no es más que una palabra. En Sociología y cultura (pp. 163-173). México: Grijalbo, Conaculta.
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168 SOCIOLOGíA Y CULTURA LA " JUVENTUD" NO ES MÁS QUE UNA PALABRA 169

milias a esperar lo que el sistema escolar morgaba a los alum- _ Es posible encontrarse lo bastante adaptado al sistema esco-
nos de los liccos en la época en que ellos no tenían acceso a lar como para encontrarse aislado del medio del traba~o, sin
dichas instiLUciones. Entrar en la enseñanza secundaria signi- estarlo lo suficiente como para lograr encontrar trabajO por
fica entrar en las aspiraciones que se inscribían en el hecho de medio de los litulos académicos. (Este era ya un añejo tema
tener acceso a la enseñanza secundaria en una elapa anterior" de la literatura conservadora de 1880, que hablaba de los
ir al liceo significa calzar, como si fueran bOlas, la aspiració~ bachilleres desempleados y temía ya los efectos de la ruptura
de convertirse en profesor de liceo, médico, abogado o nota- del círculo de las posibilidades y las aspiraciones y las eviden-
rio, posiciones que abría el liceo entre [a primera y la segunda cias consiguientes.) Uno puede ser muy desdichado dentro del
guerra mundial. Empero, cuando los niños de las clases popu- sistema escolar, sentirse como un completo extrai'lo en él, y
lares no estaban deDlro del sistema, éste no era el mismo. A participar de todas formas de esa especie de subcultura. esco-
causa. de lodo esto hay una devaluación por simple in flación y lar, del grupo de estudiantes que uno encuentra e~ las fIestas,
tamblC~~n porque cambió la "calidad social" de los que poseen que tienen un estilo propio, que están lo bastante IIltegrados a
los titulas. Los efec{Os de la innación escolar son más compH- esta vida como para aislarse de su familia (que ya no compren-
cados de [o que se suele decir: como un título vale siempre lo den, ni los comprenden a ellos: "¡Con la suerte que tienen!"),
que valen sus poseedores, un título que se hace más frecuente y. por otro lado, tener una especie de sentimiento de desaso-
se devalúa y pierde aún más valor porque se vuelve accesible a siego, de desesperación ante el trabajo. De hcc.ho. a ese efecto
gente "que no tiene valor social". de desprendimiento del circulo, viene a aí'ladlrse, a pesar de
lOdo, el confuso descubrimiento de lo que el sistema escolar
¿Cuáles son las consecuencias de este fenómeno de innación? promete a algunos; es el descubrimiento confuso, aun me-
- Los fenómenos que acabo de describir provocan que se diante el fracaso, de que el sistema escolar contribuye a repro-
frustren las aspiraciones que se inscriben objetivamente en el ducir los privilegios.
sistema tal como era en la etapa anterior. El desfasamiento Pienso -ya habia escrito esto hace diez años- que para
que existe entre las aspiraciones favorecidas por el sistema es- que las clases populares pudieran descubrir que el sistema es-
colar mediante todos los efectos que he evocado y las posibili- colar funciona como instrumento de reproducción era necesa-
dade.~ que otorga realmente es la causa de la desilusión y del rio que pasaran por él. En el fondo, podían creer que la es-
rechazo colectivos que se oponen a la adhesión colectiva (que cuela era liberadora, o. por más que digan los portavoces, no
ev~u.~ al ha~l~r del hijo del minero) de la época anterior, y la tener ninguna opinión, mientras nunca hubieran tenido nada
SUmISlon antIcIpada a las posibilidades objetivas que era una que ver con ella. salvo a nivel primario. Actualmente en las
de las condiciones- tácitas para el buen funcionamiento de la clases populares, tanto entre los adultos como entre los ado-
economía. Se trata de una especie de ruptura del círculo vi- lescentes. se está dando el descubrimiento, Que aún no ha en-
cioso que hacía que el hijo del minero quisiera bajar a la mi- contrado su lenguaje, de que el sistema escolar es un vehículo
na, sin lIe$ar a preguntarse si podría no hacerlo. Claro está de privilegios.
que lo que he descrito aquí no es válido para toda la juventud:
hay aún cantidad de adolescentes, y sobre todo adolescentes Pero, ¿cómo podría explicarse el hecho de que, desde hace unos
~lUrgueses, que están en el cÍfcuJo igual que antes; ven las cosas tres o cuatro años, se observa una despolitización mucho mayor,
Igual que antes, quieren realizar estudios superiores, ir al MIT segUn me parece?
o al Harvard Business School, pasar todos los concursos habi- - La rebelión confusa -cuestionamiento del trabajo, la escuela,
dos y por haber, igual que antes. etcétera- es global, pone en tela de juicio a todo el sistema esco-
lar y se opone de manera absoluta a lo Que era la experiencia del
En las clases populares, estos chiquillos se encuentran en si- fracaso en el sistema tal como era antes Oa experiencia no ha des-
tuaciones desfasadas dentro del mundo del trabajo. aparecido por eUo. claro; no hay más que escuchar entrevistas:

Bourdieu, Pierre. (2002). La "juventud" no es más que una palabra. En Sociología y cultura (pp. 163-173). México: Grijalbo, Conaculta.
Este documento es proporcionado al estudiante con fines educativos, para la crítica y la investigación respetando la reglamentación en materia de derechos de autor.
Este documento no tiene costo alguno. El uso indebido de este documento es responsabilidad del estudiante.

170 SOCIOLOOIA y CULTURA LA .. JUVEf'ITUO" NO ES MÁs QUE UNA PALABRA 171

"No me gustaba el francés, no me: sentía a gwlo en la las clases en decadencia (como los pequeftos artesanos o co-
escutla . . . "). Lo que se está dando a través de fonnas más o merciantes), o a los individuos en decadencia y los viejos en
menos anómicas. anirquicas, de rebelión, no es lo que se general. aaro que no todos los viejos son antijóvenes, pero
suele entender por politizadOn, es decir, lo Que los aparatos la vejez es también una decadencia social, una pérdida de po-
poIiticos estAn preparados para percibir y reforzar. Se trala de der social, y por ese lado los viejos también participan de la
un cuestionarntenlO más generaJ y más vago, una ~e de ma- relación con los jóvenes que caracteriza a las clases I::n deca-
lestar en d trabajo, algo que no es politico en el sentido ya es- dencia. Resulta claro que los viejos de las clases Que están en
tablecido. pero que podría serlo; es algo que se parece mucho decadencia, como los comerciantes o artesanos viejos, acumu-
a ciertas formas de conciencia polltica que son ciegas a ellas lan estos sintomas: son antijóvenes, pero también anti-
mismas porque no han encontrado su discurso, pero poseen artistas, antintelectuales, antiprotesta, estén en contra de
una fuerza revolucionaria formidable, capaz de rebasar los todo lo que cambia, todo lo que se mueve, justamente porque
aparatos y que se encuentran, por ejemplo, enlre los sub- tienen el porvl::nir detrás de ellos no tienen porvenir, mientras
proletarios o los obreros de primera generación de origen que los jóvenes se definen como los que tienen porvenir, los
campesino. Para explicar su propio fracaso, para soportarlo, que definen el porvenir.
esta gente tiene que poner en tela de juicio todo el sistl::ma, sin
particularizar, el sistl::ma I::scolar, y también la ramilia, dI:: la Pero, ¿acaso el sistema escolar no origina conflictos entre ge-
que es cómplice, y todas las instituciones, identificando la es- neraciones, en la medida en que puede acercar en las mismas
cuela con el cuartel, el cuartel con la rábrica. Hay una especie posicionl::s sociales a personas que se rormaron durante dos
dI:: izquierdismo espontáneo que recuerda en más dI:: un rasgo etapas direrentes del sistema escolar?
el discurso de los subproletarios. • Podemos partir de un caso concreto: actualmente, en mu-
chas dI:: las posiciones medias de la burocracia pública donde
¿Esto influye sobre la lucha de generaciones? se puede avanzar aprendiendo en el propio trabajo, se I::n-
• Una cosa muy sencilla, y qUI:: a nadie se le ocurre, es que las cuentran juntos, en la misma oricina, jóvenes bachilll::res o
aspiraciones de las generaciones sucesivas, de los padres y los incluso li~nciados recién salidos del sistema escolar, y perso-
hijos, se constituyen I::n relación con los direrentes estados de nas de cincuenta o sesenta alios que I::mpezaron treinta aftas
la estructura de distribución de los bienes y de las posibilida- antes con el certifK:3do de primaria en una época. del siSlema es-
des de tener acceso a los diversos bienes: lo que para los colar en que este certificado era aún poco frecuente, y qUI:: por
padres era un privilegio extraordinario (por I::jemplo, cuando aprendizaje autodidacta y antigüedad alcanzaron posiciones
ellos tenían 20 aftas, sólo una de cada mil personas de su directivas a las que ahora sólo tienen acceso los bachilleres.
edad y medio tenia auto) se ha vuelto comun, estadísticaml::n- En estl:: caso, los qUI:: se oponen no son los jóvenes y los viejos,
te. Muchos de los conflictos I::ntre generaciones son conflictos sino prácticamente dos etapas del sistema escolar, dos etapas
entre sistemas de aspiraciones constituidos en edades dirl::ren- de la escasez direrencial de los títulos, y esta oposición objeti.
tes . Lo que para la generación I rue una conquista de toda la va se reneja en luchas de clasificación : como no pueden decir
vida, la generación 2 lo recibe al nacer, de inmediato. Este Que son jeres porQUI:: son ancianos, los viejos invocaran la ex-
desrasamiento es particularmentl:: pronunciado entre las cia- periencia que se asocia con la antigüedad, mientras que losjó-
ses en decadencia, que no tienen ní siquiera lo que poseian a venes invocarán la capacidad que garantizan los titulos. Se
los 20 aftos, en una época en la Que todos los privilegios de puede encontrar la misma oposición en el tl::rreno sindical (co-
sus 20 anos (como ir a esquiar o al mar) se han vuelto ordi- mo en el sindicato ro de la compania de correos, tl::légraros
narios. No es una mera casualidad que el racismo antijóvenes y teléfonos [P1T)) en forma de una pugna entre jóvenes iz-
(que se ve claramente en las estadisticas aunque no se tengan, Quierdistas barbudos y viejos militantes de la tendencia
desgraciadamente, anélisis por rracción de clases) pertenece a antigua SFIO. También se encuentran lado a lado, en la mis-

Bourdieu, Pierre. (2002). La "juventud" no es más que una palabra. En Sociología y cultura (pp. 163-173). México: Grijalbo, Conaculta.
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172 SOCloL0G1A y CULTURA LA" JUVENTUD" NO ES MÁS QUE UNA PALABRA 17l

ma oficina. en el mismo pueslO, ingenieros egresados de la que taSCar el freno. No hay duda de que estO algo tiene que ver
escuela técnica y de la Escuela Poütécnica; la aparente idenll- con la protesta que se observa en las profesiones liberales (entre
dad de estatus oculta el hecho de que unos tjenen porvenir, los arquitectos, abogados, médicos. etcetera) y en la ensei'lanza.
como se dice, y que sólo estAn de paso en una posición que es Al igual que a los viejos les conviene e~viar a los }~venes a la)u-
punto de llegada para los airas. En este caso, los conflictos ventud, a los jóvenes les conviene envtar a los vieJos a la vejez.
suelen lomar olras formas, porque lo más ~guro es que los Hay periodos en los que la búsqueda de "lo nuevo" por la
jóvenes viejos (pues estA n acabados) hayan interiorizado el cual los "recién llegados" (que son por lo Senera! los más jó-
respeto por ellitulo académico como registro de una diferen- venes desde el punto de vista biolbgico) empujan a "los que
cia de naturaleza. Así, en muchos casos, ciertos conflictos que ya llegaron" al pasado, a 10 superado, a la muerte social ("es-
se perciben como conflictos de ¡cnrración se darán, en reali· ta acabado"), se intensifica, y por ello mismo, aumentan de
dad, a través de las personas o grupos de edad constituidos en lor- intensidad las luchas entre las generaciones; son los momen-
no a relaciones diferentes con el sistema escolar. En la relación ro- tos en que chocan las trayectorias de los más jóvenes co~ las
mUR con un estado particular del sistema escolar, y dentro de de los más viejos, en que los "jóvenes" aspiran "demaSIado
sus intereses especificas, distintos de los de la generación de- pronto" a la sucesión. Est~ conflictos se evitan miemr~ los
finida por su relación con otro estado muy diferente del siste- viejos consiguen regular el ntmo del ascenso de los mas Jóve-
ma escolar, es donde (hoy en día) hay que buscar uno de los nes, regular las carreras y los planes de estudio, controlar la
principios unificadores de una generación: lo que tiene en co- rapidez con que se hace la carrera, frenar a los que no saben
mún la mayoría de los jóvenes, o al menos lodos los que han hacerlo, a los ambiciosos que quieren "correr antes de saber
sacado algún provecho, por poco que sea, del sistema escolar, andar", que "se empujan" (en realidad, casi nunca tienen nece-
que han obtenido una preparación mínima, es el hecho de sidad de frenar a nadie, porque los "jóvenes" -que pueden
que, de manera global. esta generación está mejor preparada tener SO ai'los- han ¡ntenorizado los limites. las edades mo-
para el mismo empleo que la anterior (como paréntesis. pode- dales es decir la edad en la que podrAn "aspirar razonablemen-
mos observar que las mujeres. por una especie de "proceso te" a'un puesto; ni siquiera tienen la idea de solicitarlo antes de
discriminatorio, sólo obtienen los puestos a través de una tiempo, antes de que "les Uegue la hora"). Cuando se pierde "el
sobreselección, y se encuentran constantemente en esta si- sentido del límite" aparecen conflictos sobre los límites de edad,
tuación, es decir, siempre estén más preparadas que los lO!. límites entre I~ edades, donde está. en juego la transmisión
hombres de puesto equivalente ... ). Es cieno que, más allá del poder y de los privilegios entre las generaciones.
de todas las diferencias de clase, los jóvenes tienen intereses
colectivos de generación porque, independientemente del
efecto de discrimi"lación "antijóvenes", por el simple hecho
de haberse encontrado con estados diferentes del sistema es-
colar siempre obtendrán menos por sus títulos que lo que hu-
biera obtenido la generación anterior. Hay una descalifica-
ción estructural de la generación. Sin duda esto es imponante
para comprender esa especie de desilusiÓn que sí es relativamente
común a toda la generación. Incluso en la burguesia, parte de los
conflictos actuales pueden explicarse de esa manera, por el
hecho de que el plazo de sucesión se va alargando, que, como
lo mostró claramente Le Bras en un articulo de Population, la
edad a la cual se transmiten el patrimonio o los puestos es cada
vez más avanzada y que los juniors de la clase dominante tienen

Bourdieu, Pierre. (2002). La "juventud" no es más que una palabra. En Sociología y cultura (pp. 163-173). México: Grijalbo, Conaculta.
Enciclopedia Latinoamericana
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de Sociocuhura y Comunicación

EMERGENCIA DE
CULTURAS JUVENILES
- - - ------_._-----------

Estrategias del desencanto

Rossana Reguillo Cruz

Grupo Editorial Norma


Irttp:llwwwllormrl,mm
Bogotá, &1r(r/ontl, BIICIlos Aires, Cumms, GllaICllw!rl, Lima, ,\kxi(().
Pallarnd, Quito, SanJost, San}lItlll, San Sah'ador, Smrtitl,l)o, Santo IJmnillgo
Tabla de contenidos

Introducción 13

Capitulo 1. Pensar los jóvenes.


Un debate necesario 19
Los contextos y la condición juvenil 23
Narrativas en conflicto 28
Desde dónde hablan los saberes 29
De lo tematizahle a lo representado 39
El glUl'0 o los nomhrcs de la identidad 39
cultura Libre Los nIros 41
Primera edición: agosto de 2000 Proyecto y acción ({JlccUva 42
©1000. Derechos reservados por
El punto de quiebre 44
Grupo Editorial Norma
Apartado aéreo 53550, Bogotá
Capítulo 2. Nombrar la identidad.
Diseño de tapa: Ariana jenik
Potografta de tapa: Eduardo Rey Un instrumento cartográfico 49
Dtagramacton: Daníela Coduto La construcción de lo juvenil 49
Impreso en Cargraphics S. A.
De mapas y hologramas 52
. Printcd in Colombia Entre lo efímero y los compromisos itinerantes 58
Los quiebres de la identidad 69
Impresión, septiembre de 1007 Organizar el desconcierto 71
ce: 24802
ISBN: 95B-04-6001-9 Capítulo 3. Entre la insumisión y la obediencia.
ISBN: 978-958-04-6001-5 Biopolítica de las culturas juveniles 75
Prohibida la reproducción total o parcial por Biopolítica racial y pobreza 77
cualquier medio sin permiso escrito de la editorial La liviandad de los cuerpos o la
biopolitica del consumo 80
Las tentaciones y el cuerpo confiscado 86 Asaltar el futuro 133
El género, una deuda pendiente 90 La ceremonia y la trihu 134
Hacer hablar los cuerpos 93 ¿Ellasl, ahajo 137
Leer las prácticas juveniles 95 Links hacia lo politico 138

Capítulo 4. De máscaras, tribus y rituales. Capítulo 5. Naciones juveniles.


Etnografías y otros textos nómadas 97 Ciudadanía: el nombre de la inclusión 141
Dramatizar la identidad 97 Tránsitos y mutaciones 143
En el terreno 100 Preguntas y articulaciones 149
El anarquismo revisitado o el punk Crear las alternativas 150
es algo más que un estado de ánimo 104 Rituales para el desconcierto 151
Que todos opinen... del principio Los anclajes 152
de aUloridad a la autodeterminación J 02 Fuerzas y tensiones 152
Ellas están harlas y ellos... entienden El "síndrome Giuliani" y los
Delfatalismo religioso a la impugnación 109 medios de comunicación 154
Del harrio a un mundo sinJronlcras 111 Ciudadanías, un relato posible 158
La estética de la inconformidad
y los consumos no sólo culturales 112 Anexo 1. Para documentar el desencanto.
Territorios itinerantes: los taggers y Algunos indicadores estadísticos 163
la disputa por la ciudad 116
Los orígenes 118 Anexo 2. Glosario: pequeña guía para
Nómadas con nombre propio 119 extraviados 167
"Si el graffiti es un crimen deja que
Dios lo perdone!" (el Vico) 121 Bibliografía 173
Aunque buenas rayadoras son más miedosas 122
El mundo es una pared rayada 123
Regreso al futuro: entre Quetzalcoatl y
Bob Marley 124
Socioestélica: la construcción de
una identidad 127
Ganja y lo sagrado 130
Chamanismo electrónico: de 10 local a lo global 132
Soy anarquista, soy neonazi, soy un esquinjed y soy
ecologista. Soy peronista, soy terrorista, capitalista
y también soy pacifista { Soy activista, sindicalista,
soy agresivo y muy alternativo. Soy deportista,
politeísta y también soy buen cristiano { Y en las
tocadas la neta es el eslam pero en mi casa sí le meto
al tropica\... Me gusta tirar piedras, me gusta recogerlas,
me gusta ir a pintar bardas y después ir a lavarlas.
CAFÉ TACUBA

Me llaman el desaparecido { que cuando llega ya se


ha ido { volando vengo volando voy { deprisa deprisa
a rumbo perdido. { Cuando me buscan nunca estoy {
cuando me encuentran yo no soy / el que está
enfrente porque ya { me fui corriendo más allá. Me
dicen el desaparecido { fantasma que nunca está { me
dicen el desagradecido { pero esa no es la verdad {
llevo en el cuerpo un dolor { que no me deja
respirar {llevo en el cuerpo una condena que
siempre me echa a caminar.
MANU CHAO
Introducción

A la juventud la conmueve aquello que la política,


en gran parte, excluye: ¿Cómo frenar la destrucción
global del medio ambiente? ¿Cómo puede ser
conjurada, superada la desocupación. la muerte
de toda esperanza, que amenaza, precisamente,
a los hijos del bienestar? ¿Cómo vivir y amar con
el peligro del sida? Cuestiones todas que caen
por los retículos de las grandes organizaciones
políticas ... Los jóvenes practican una denegación
de la política altamente política.
VLRleK BECK (J 999)

En América Latina, los testimonios cotidianos que


evidencian su irrenunciable búsqueda de una sociedad
más inclusiva y democrática se estrellan contra el cre-
ciente deterioro económico, la incertidumbre y la fuga
del futuro. El debilitamiento de los mecanismos de inte-
gración tradicional (la escuela y el trabajo, centralmente)
aunado a la crisis estructural y al descrédito de las ins-
tituciones políticas, genera una problemática compleja
en la que parecen ganar terreno la conformidad y la de-
sesperanza, ante un destino social que se percibe como
inevitable.
Es en este contexto donde adquiere relevancia la
pregunta por las formas oruauizativas juveniles, por
sus maneras de entender y uhicarse en el mundo, por los
diversos modos en que se asumen ciudadanos.

13
ROSSANA REGUIUO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

Los jóvenes se han autodotado de formas organizati- reapropiarse de los insnumentos de comunicación. Por
vas que actúan hacia el exterior -en sus relaciones con ello, este es un libro de y sobre la comunicación.
los otros- como formas de protección y seguridad ante La consigna "no hay futuro", que ha operado como
un orden que los excluye y que, hacia el interior, han bandera ínterclasista entre los jóvenes (por diferentes mo-
venido operando como espacios de pertenencia y adscrip- tivos), que señalaría por tanto qne todo presente es absur-
ción identitaria, a partir de los cuajes es posible generar do, parece estar cambiando por la de "no habrá futuro",
un sentido en común sobre un mundo incierto. a menos que podamos intervenir a tiempo, como coin-
La anarquía, los graffitis urbanos, los ritmos tribales, ciden diferentes colectivos juveniles. Ello significa pensar
los consumos culturales, la búsqueda de alternativas y los y actuar en el presente a partir del compromiso con
compromisos itinerantes, deben ser leídos como formas uno mismo, con el grupo y con el mundo. Por ello, este
de actuación política no institucionalizada y no como las es un libro sobre un futuro que no puede renunciar a
prácticas más o menos inofensivas de un montón de la memoria.
desadaptados. En el caótico paisaje político y social que nos desve-
Entre los jóvenes, las utopías revolucionarias de los la, conviene tener en cuenta la pregunta acerca de quién
setenta, el enojo y la Irustractón de los ochenta, han mu- o quiénes están socializando para la vida; dónde los es-
tado, de cara al siglo veintiuno, hacia formas de convi- pacios inclusivos que den un lugar a la diversidad; dón-
vencia que, pese a su acusado individualismo, parecen de los procesos articuladores que integren en la esfera
fundamentarse en un principio ético-político generoso: pública las diversas voces y esfuerzos cot ídianos, Reco-
el reconocimiento explícito de no ser portadores de nin- nocer la densidad (y la complejidad) de un tejido social
guna verdad absoluta en nombre de la cual ejercer un conformado por una multiplicidad de colectivos que es-
poder excluyente. Por ello, principalmente, este es un li- tán dinamizando día a día la sociedad, requiere estudiar
bro sobre jóvenes. las [ormas organizativas que "desde abajo" plantean pro-
Pese a las diferencias entre los distintos tipos de ads- puestas de gestión y de acción, aunque éstas escapen a
cripción identitaria que dan forma al territorio de las las formas tradicionales de concebir el ejercicio político y
culturas juveniles, algunas de cuyas manifestaciones se a sus escenarios habituales. Por ello, este es un libro que
analizan en este libro, parece haber una constante: el gru_ quiere aludir a las transformaciones de la escena política.
po de pares, que opera sobre la base de una comunicación Metodológicamente, en este libro se ha utilizado un
cara a cara, se constituye en un espacio de confrontación, modelo múltiple, cuyo componente central radica en
producción y circulación de saberes, que se traduce en ac- las dimensiones discursivas ele la acción. A lo largo de
ciones. De maneras diversas, con mayor o menor grado varios años he dado seguimiento a muchos y muy di-
de formulación, lo que caracteriza a estas grupalidades es versos colectivos juveniles, priorizando los espacios J'
que han aprendido a tomar la palabra a su manera y a los tiempos en que pasan a un estado aet ivo y visible

14 15
ROSSANA REGtJlLLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

en el espacio público. Se utiliza la observación la en- Muchas deudas se han acumulado a lo largo del tra-
trevista en profundidad, tanto individual como colec- yecto. Mi agradecimiento y reconocimiento a A~íbal
tiva y, de manera privilegiada el grupo de discusión, Ford, inteligente y generoso interlocutor, en estos uem-
como dispositivos metodológicos que han permitido, pos donde ahunda el simulacro y escasea la palabra. A
simultáneamente, situar al actor y penetrar el universo Renato Ortiz, a Néstor Garcia Canclini y a Jesús Martín
de sus representaciones. Barhero, con quienes la aventurade pensar es siempre un
Analizar, desde una perspectiva sociocultural, el desafio placentero: a José Manuel Valenzuela y Alonso
ámbito de las prácticas juveniles, hace visibles las rela- Salazar, cómplices de tantas lunas y socios en la incer-
ciones entre estructuras y sujetos, entre control y for- tidumbre; a José Antonio Pérez Islas, que sabe ponerle
mas de participación. entre el momento objetivo de la nombre al compromiso; a Mónica Valdés, que nunca se
cultura y el momento subjetivo. Intentar comprender los agota en el intento; a los intelectuales "deleños", Adrián
modos en que cristalizan las representaciones, valores, de Garay, César Cisneros, Alfredo Nateras, Maritza Ur-
normas, estilos, que animan a los colectivos juveniles, teaga, por las criticas fecundas y los problemas en que
es una apuesta que busca romper con ciertos "esteticis- me ponen sus preguntas; a Alejandra Navarro, ArSI
mas" y al mismo tiempo con esa mirada "epidemiológica" Quevedo, Irene Rojas y Margarita Hernández, mis asis-
que ha pesado en las narrativas construidas alrededor tentes de investigación en diferentes momentos del
y sobre los jóvenes. proceso, por su talento y generosidad; y, por supuesto,
El enfoque sociocultural implica, entonces, historici- a la banda: el Ben]a, e1 Guilligan, el Pelos, el Héctor, el
dad, es decir miradas de largo plazo y, necesariamente, Sote1o y muchos otros, que han sabido ser, además ele
una problematización que atienda lo instituyente, lo ins- mis sensibles guías, mis amigos en esta travesía.
tituido y el movimiento.
Las impugnaciones que losjóvenes le plantean a la so- Guadalajara, México
ciedad están ahi, con sus fortalezas y debilidades, con Mayo de 2000
sus contradicciones y sus desarticulaciones. Lasculturas
juveniles actúan como expresión que codifica, a través
de simbolos y lenguajes diversos, la esperanza y el miedo.
En su configuración, en sus estrategias, en sus formas
de interacción comunicativa, en sus percepciones del
mundo hay un texto social que espera ser descifrado:
el de una politica con minúsculas que haga del mundo,
de la localidad, del futuro y del día, un mejor lugar para
vivir. De todo ello trata este libro.

16 17
CAPITULO 1
PENSAR LOS JÓVENES.
UN DEBATE NECESARIO

Adoptar el punto de vista de los oprimidos o


excluidos puede servir. en la etapa del descubri-
miento, para generar hipótesis o contrahipótesis.
para hacer visibles campos de lo real descuidados
por el conocimiento hegemónico. Pero en el
momento de la justifkad6n epistemológica conviene
desplazarse entre las intersecciones, en las zonas
donde las narrativas se oponen y se cruzan ... El
objetivo final no es representar la voz de los
silenciados sino entender y nombrar los lugares
desde donde sus demandas o su vida cotidiana
entran en conflicto con los otros.
NESTOR GARClA CANCLlNI (1997)

Los jóvenes han sido importantes protagonistas de la


historia del siglo XX en diversos sentidos. Su irrupción
en la escena pública contemporánea de América Latina
puede ubicarse en la época de los movimientos estu-
diantiles de finales de la década de los sesenta. Aunque
en ese entonces fueron más propiamente pensadoscomo
"estudiantes", empezaba a ser claro que un actor social
que tendía a ser visto con temor o con romanticismo
y que había sido "construido" por una pujante industria
cinematográfica corno un "rebelde sin causa'", afirmaba,

1 En 1955, James Dean protagonizó, dirigido por Nick Ray, la


película que contribuyó a configurarel imaginario social de la juventud

19
ROSSANA REGUILLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

a través de sus expresiones, una voluntad de participar Los chavos banda', los cholos y los punks en México;
como actor político. las maras en Guatemala y El Salvador, los grupos de si-
De manera enfáLica, los movimientos estudiantiles carios, bandas y parches en Colombia, los landreJS de los
vinieron a señalar los conflictos no resueltos en las socie- barrios en Venezuela, los favelados en Brasil, empezaron
dades "modernas" y a prefigurar lo que sería el escenarío I ocupar espacios en la nota roja o policiaca en los me-
político de los setenta. dios de comunicación y a despertar el interés de las
Cuando muchos jóvenes se integraron a las guerrillas ciencias sociales'.
y a los movimientos de resistencia, en distintas partes del Al finalizar la década de los ochenta y en los tem-
continente, fueron pensados como "guerrilleros" o "sub- pranos noventa, una nueva operación semántica de bau-
versivos". Al igual que en la década anterior, e! discurso lizo estaba en marcha: se extendia un imaginario en el
del poder aludió a la manipulación a que eran sometidos que los jóvenes eran construidos como "delincuentes"
"los jóvenes", por causa de su "inocencia" y enorme y "violentos".El agente manipulador de esta etapa, sería la
"nobleza", como atributos "naturales" aprovechados por "droga". Asi arrancó la última década de! siglo XX.
oscuros intereses internacionales. "Rebeldes", "estudiantes revoltosos", "subversivos",
La derrota política, pero especialmente simbólica, "delincuentes" y "violentos", son algunas de los nombres
de esta etapa, aunada al profundo desencanto que gene- con que la sociedad ha bautizado a los jóvenes a partir
ró el descrédito de las banderas de la utopía y e! repliegue de la última mitad de! siglo. Clasificaciones que se ex-
hacia 10 privado, volvieron prácticamente invisibles, en pandieron rápidamente y visibilizaron a cierto tipo de
el terreno politico, a los jóvenes de la década de los jóvenes en e! espacio público, cuando sus conductas,
ochenta. manifestaciones y expresiones entraron en conflicto
Mientras se configuraba el "nuevo" poder económi-
co y político que se conocería como neoliberalismo, los
2 Para facilitar al lector la comprensión de algunos términos en
jóvenes del continente empezaron a ser pensados como sus contextos de uso, se incorpora al final dellibro un glosario. Ver
los "responsables" de la violencia en las ciudades. Desmo- página 165
vilizados por e! consumo y las drogas, aparentemente los 3 Este proceso no se dio sólo en América Latina. Las "clikas'' o
bandas en algunas ciudades de América del Norte, integradas en su
únicos factores "aglutinantes" de las culturas juveniles,
mayoría por las llamadas minorías culturales, como latinos y ne-
los jóvenes se volvieron visibles como problema social. gros; la emergencia de los grupos de shinheads en Inglaterra, como
un movimiento de "autodefensa" juvenil frente a la inmigración,
,que se extendió rápidamente hacia Alemania, Francia y España; los
de los años cincuenta Rebelde stn-~ausa. L1 mu~~e de Dean clmismo blusoin noir en la misma Francia; el movimiento anarco-punk y de
año en que se rodó la película en un accidente automovilistico du- manera mucho más reciente, los oIwpas en España. como movimíen-
Tante. u~~ carrera, in~rementó no solamente el culto al actor, sino que to de resistencia a los valores del "neoltbcralismo'', han sido algunos de
convtrno al personaje por él representado en símbolo emblemático los movimientos juveniles que han despertado el interés en Estados
de toda una generación.
Unidos y en Europa.

20 21
ROSSANA REGUILLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

con el orden establecido y desbordaron el moelelo ele En un continente mayoritariamente juvenil'. en el


juventud que la modernielad occidental, en su "versión" que el país más "viejo" de la región es Uruguay con un
latinoamericana, les tenía reservado. promedio de edad de 3] años, y el más .laven Nicaragua,
Pero, sin alusión a la fuerte crisis ele legitimielael ele con un promedio de 16 mios; y con un crecirruento p~­
las instituciones de los sesenta, ni al inicio de la crisis blacional que se ubica entre el 2 Y3 % para la mayoria
de los Estados nacionales y al afianzamiento del mode- de los paises de la región, la pregunta por los modos en
lo capitalista de los setenta, ni a la maquinaria desata- que los y lasjóvenes viven, experimentan e interpretan un
ela para reincorporar a los disidentes a las estructuras de mundo tensionado por múltiples con metas y enfrentado
poder en los ochenta", y mucho menos, sin hacer referen- a la paradoja de una glohalización que parece acentuar
cia a la pobreza creciente, a la exclusión y al vaciamiento fuertemente los valores locales, se hace urgente.
del lenguaje político de los noventa, resultó fácil con-
vertir a los jóvenes tanto en "víctimas propiciatorias", Los contextos y la condición juvenil
en receptores de la violencia institucionalizada, como en
La juventud como hoy la conocemos es propiamen-
la figura temible del "enemigo interno" que transgrede
te una "invención" de la posguerra, en el sentido del
a través de sus prácticas disruptivas los órdenes de lo
legitimo social. surgimiento de un nuevo orden internacional que con-
formaba una geografía política en la que los vencedores
El siglo XXI arranca con evidentes muestras de una
accedían a inéditos estándares de vida e imponían sus
crisis político-social. De maneras diversas y desiguales,
estilos y valores. La sociedad reivindicó la existencia de
los jóvenes han seguido haciendo estallar las certezas y
los niños y los jóvenes, como sujetos ele derech~s y, es-
ban continuado señalando, a través de los múltiples
pecialmente, en el caso de los jóvenes, como sUjetos de
modos en que se hacen presentes, que el proyecto so-
consumo.
cial privilegiaelo por la modernidad en América Latina
En el perioelo de la posguerra, las sociedades del
ha sido, hasta hoy, incapaz de realizar las promesas de
Primer Mundo alcanzaban una insospechada esperan-
un futuro incluyente, justo y, sobre todo, posible.
za de vida, 10 que tuvo repercusiones directas en la
llamada vida socialmente productiva. El envejecimiento
4 En el continente abundan los ejemplos de la incorporación
tardío, operado por las conquistas científicas y tecno-
de cuadros disidentes tanto del movimiento estudiantil como de los
movimientos armados de los sesenta y setenta, que fueron incor- lógicas, reorganizó los procesos de inserción de los
porados a las estructuras gubernamentales. En el caso mexicano, segmentos más jóvenes de la sociedad. Para restablecer
muchos de estos "jóvenes", ocuparon importantes puestos políticos
en el periodo de Carlos Salinas de Gortari (I 989-1994), varios de
ellos fueron responsables del diseño y ejecución de la polüica social 5 Al final clcl Iibro se incluye un cuadro ron los promedios de
salinista, que se convirtió en un instrumento de control corporati- edad y algunas informaciones relevantes para el contexto latinoame-
vo encubierto.
ricano, comparativamente con algunos paises europeos.

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ROSSANA RI:GUILLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

el equilibrio en la balanza de la población económica- modo de disponer del ocio, que pasaron a configurar
mente activa, la incorporación de las generaciones de cada vez más el ambiente que respiraban los hombres
relevo tenía que posponerse. y mujeres urbanos (1995;331).
Los jóvenes deberían ser retenidos durante un perío- La visibilización creciente de los jóvenes y su en-
do más largo en las instituciones educativas. La amplia- frentamiento al statll quo, se daba en paralelo con la
ción de los rangos de edad para la instrucción no es nada universalización acelerada de los derechos humanos en
más que una forma "inocente"de repartir el conocimien- un clima político que trataba de olvidar los fascismos
to social, sino también, y principalmente, un mecanismo autoritarios de la época precedente. Los jóvenes "meno-
de control social y un dispositivo de autorregulacíon res" se convertían en sujetos de derecho, fueron serenados
vinculado a otras variables'. en el plano de lo juri~lico de los adultos. La profesio-
Es también en la posguerra cuando emerge una po- nalización de 105 dispositivos institucionales par<l la VI-
derosa industria cultural que ofertaba por primera vez gilancia y el control de un {mportante segmento de la
bienes "exclusivos"para el consumo de Jos jóvenes. Aun- población, va a crecer al amparo de un Estado benefactor
que no el único, el ámbito de la industria musical fue que introduce elementos "científicos" y "técnicos" par<l
el más espectacular. En el caso de los Estados Unidos la administración de lajusticia en relación con los me-
principal "difusor" de lo que sería "el nuevo continen- nores. Centros de internamiento, tribunales especializa-
te social de la adolescencia" como ha llamando Yonnet dos, ya no castigo, si no rehabilitación y readaptación,
(988) al mundo juvenil, las ventas de discos pasaron van a transformar el aparato punitivo para los menores
de 277 millones en 1955 a 600 millones en 1959 y a Infractores'.
2000 millones en 1973 (Hobsbawm, 1995). El acceso Lo que esto señala, entre otras cosas, es la necesi-
a un mundo de bienes que fue posible por el poder ad- dad de la sociedad de generar dispositivos especiales
quisitivo de los jóvenes de los países desarrollados, para un segmento de población que va a irrumpir ma-
abrió el reconocimiento de unas señales de identidad que sivamente en la escena pública y la conciencia de que ha
se internacionalizarían rápidamente. Para el historiador "aparecido" un nuevo tipo sujeto para el que hay que
Eric Hobsbawm, la cultura juvenil se convirtió en la generar un discurse [urídico que pueda ejercer una tute-
matriz de la revolución cultural del siglo XX, visible en los la acorde con el clima político, y que al mismo tiempo
comportamientos y costumbres, pero sobre todo en el opere como un aparato de contención y sanción.
Puede decirse entonces que son tres procesos los
que "vuelven visibles" a los jóvenes en la última mitad
6 En 1<1. Europa judía de 1660, la instrucción llegaba hasta los
trece anos en el caso de los varones pudientes y a los diez años en
el caso de los varones pobres, que debían entrar a servir a esta edad
7 Para profundizar en el tema, ver el estudiode la investigadora
(Horowitz, 1996); este es un ejemplo de cómo la instrucción escolar
no es una variable independiente. mexicana Elena Azaola (1990).

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ROSSANA REGlJIllO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

del siglo XX: la reorganización económica por la vía de latinoamericanos" un espejismo. Si este dato se cruza
del aceleramiento industrial, científico y técnico, que con el perfil demográfico del continente, mayoritaria-
Implicó ajustes en la organización productiva de la mente juvenil, no se requieren grandes planteamientos
sociedad; la oferta y el consumo cultural, yel discur- para inferir que uno de los sectores más golpeados por
so jurídico.
el empobrecimiento estructural es precisamente el de
La "edad" adquiere a través de estos procesos una los jóvenes.
densidad que no se agota en el referente biológico y La incapacidad del sistema educativo del Estado
que asume valencias distintas no sólo entre diferentes para ofrecer y garantizar educación para todos, el cre-
sociedades, sino en el interior de una misma sociedad cimiento del desempleo y de la sobrevívencía a través
al establecer diferencias principalmente en función de de la economía informal, indican que el marco que sir-
los lugares sociales que los jóvenes ocupan en la socie- vió como delimitación para el mundo juvenil, a través
dad. L1 edad, aunque referente importante, no es una ca- de la pertenencia a las instituciones educativas y a la
tegoría "cerrada" y transparente".
incorporación tardía a la población económicamente
Sin embargo, no se tratade sustituir un referente (el activa, está en crisis.
de la edad) por otro conjunto de referentes que tampo- No deja de resultar paradójico el deterioro en el
co son transparentes ni determinan la configuración de ámbito económico y laboral y una crisis generalizada
los mundos juveniles. Existen algunas "lineas de fuga" en los territoríos políticos y jurídicos, mientras que se
que exigen problematizar los contextos dinámicos en fortalecen los ámbitos de las industrias culturales pa-
los que emerge la categoría 'joven". ra la construcción y reconfiguración constantes del
Resulta evidente que la realización tecnológica y los sujeto juvenil. El vestuario, la música, el acceso a cier-
valores a ella asociados, lejos de achicar la brecha entre tos objetos emblemáticos, constituyen hoy una de las
los que tienen y los que no, entre los poderosos y los más importantes mediaciones para la construcción
débiles, entre los que están dentro y los que están fue- ídentitaria de los jóvenes, que se ofertan no sólo co-
ra, la ha incrementado. La posibilidad de acceso a una mo marcas visibles de ciertas adscripciones sino, fun-
calidad de vida digna, es hoy para más de 200 millones damentalmente, como 10 que los publícistas llaman,
con gran sentido, "un concepto". Un modo de enten-
8 Un varón, por ejemplo de 18 años, perteneciente a los estratos der el mundo y un mundo para cada "estilo", en la
socioeconómicos medios, experimenta la condición juvenil desde
su adscripción a las instituciones escolares y una tutela negociada
tensión identificación-diferenciación. Efecto simbólico
co.n los adultos responsables de su proceso de incorporación social;
nueruras que otro joven de la misma edad pero inserto en un uni-
verso socioeconómico pauperizado, que para sobrevivir se incorpora 9 América Latina comenzó la década de los 90 con 200 millones
tempranamente a los circuitos de la economía informal, no suele ser de pobres, es decir, con 70 millones más de los que tenía en 1970,
definido como joven.
principalmente como resultado de la pobreza urbana (Roux, 1994).

26 27
ROSSANA REGUIl.lO CRUZ
Emergencia de culturas juveniles

y, no por ello, menos real, de identificarse con los La construcción cultural de la categoria "joven", al
iguales y diferenciarse de los otros, especialmente del igual que otras "calificaciones" sociales (mujeres e in-
mundo adulto.
'dlgenas, entre otros) se encuentra en fase aguda de re-
Inexorablemente, el mundo se achica y la juventud composición, lo que de ninguna manera significa que
internacionalizada que se contempla a sí misma como ha permanecido hasta hoy inmutable. Lo que resulta
espectáculo de los grandes medios de comunicación, en- Indudable es que vivimos una época de aceleración de
cuentra, paradójicamente, en una globalización que tien- los procesos, lo que provoca una crisis en los sistemas
de a la homogeneización, la posibilidad de diferenciarse y para pensar y nombrar el mundo.
sobre todo, alternativas de pertenencia y de identificación Si bien es cierto que "la juventud no es más que una
que trascienden los ámbitos locales, sin negarlos. palabra" (Bourdieu, 1990), una categoria construida,
Ahí, donde la economía y la política "formales" no debe olvidarse que las categorías no son neutras, ni
han fracasado en la incorporación de los jóvenes, se aluden a esencias; son productivas, hacen cosas, dan
fortalecen los sentidos de pertenencia y se configura cuenta de la manera en que diversas sociedades perciben
un actor "político", a través de un conjunto de prácti- y valoran el mundo y, con ello, a ciertos actores sociales.
cas culturales, cuyo sentido no se agota en una lógica Las categorías, como sistemas de clasificaciónsocial, son
de mercado.
también y, fundamentalmente, productos del acuerdo
Las constantes chapuzas, la inversión de las normas, social y productoras del mundo.
la relación ambigua con el consumo, configuran el terri- Resulta entonces importante tratar de entender el
torio tenso en el que los jóvenes repolitizan la política conocimiento que se ha producido con relación a los
"desde fuera", sirviéndose para ello de los propios simbo, jóvenes a través de una revisión de la literatura especia-
los de la llamada "sociedad de consumo", como intento lizada, bajo el supuesto de que estas miradas "recogen"
argumentar a lo largo de este libro.
e interpretan los imaginarios presentes en la sociedad,
en tanto estas narrativas aspiran a producir explicaciones
Narrativas en conflicto sobre diferentes procesos sociales. Se trata entonces de
Con excepciones, el Estado, la familia, la escuela si- elaborar un análisis y una reflexión crítica sobre los
guen pensando a la juventud como una categori; de conceptos, las categorias, los enfoques utilizados, para
transíto, como una etapa de preparación para lo que sí ayudarnos en esta búsqueda de luces sobre los modos
vale; la juventud como futuro, valorada por lo que será en que los jóvenes son pensados.
o dejará de ser.
Mientras que para los jóvenes, el mundo está anclado Desde dónde hablan los saberes
en el presente, situación que ha sido finamente captada En un primer movimiento, intento analizar la natu-
por el mercado.
raleza, limites y condiciones del discurso especializado
28 29
ROSSANA REGUILLO CRUZ
Emergencia de culturas juveniles

que se ha Producido en Latinoamérica sobre las Culturas


jóvenes en la sociedad (populares, sectores medios o
juveniles, siempre desde una perspectiva sociocultural 10.
altos), descuidando las especificidades que, tanto la
Conceptualizar al joven en términos SOcioculturales
subjetividad como los marcos objetivos desiguales de
implica en primer lugar no conformarse con las deli-
la acción, generan.
mitaciones biológicas, como la de la edad, porque ya
En términos de la vinculación de los jóvenes con la
sabemos que distinta, sociedades, en diferentes etapas
estructura o sistema, en los estudios pueden recono-
históricas han planteado las segmentaciones sociales
cerse básicamente dos tipos de aclares juveniles:
por grupos de edad de muy distintas maneras y que,
a) los que han sido pensados como "incorporados",
mcluso, para algunas sociedades este tipo de recorte no
cuyas prácticas han sido analizadas a través o descle su
ha existido. No se trata aquí de rastrear las formas en que
I~s sociedades han construido la categoMa "jovenes'?', pertenencia al ámbito escolar, laboral o religioso; o bien,
desde el consumo cultural;
smo de enfatizar el error que puede representar pensar
b) los "alternativos" o "disidentes", cuyas prácticas
a_e~te grupo social como un continuo temporal y ahis-
culturales han producido abundantes páginas y que han
ton~o. Por el Contrario, para entender las culturas ju-
sido analizados desde su no-incorporación a los esque-
ventles, es fundamental partir del reconocimiento de
su carácter dinámico y discontinuo. mas de la cultura dominante.
Desde luego este recorte es un tanto arbitrario pero,
Losjóvenes no constituyen una categoría homogénea,
¿qué recorte analítico no lo es? . .
no comparten los modos de inserción en la estructura
El balance se inclina tanto en términos cuanutan-
Social, lo que implica una cuestión de fondo: sus esque-
vos como en lo referente a la relativa consolidación de
~as de .representación configuran campos de acción
dIferenCiados y desiguales. lo que podría considerarse una "perspectiva" de estudio,
del lado de los "alternativos" o "disidentes"; mientras
y pese a esta diferenciación, en términos generales,
que sobre "los incorporados", la producción tiende a ser
la gran mayorta de los estudios sobre culturas juveniles
dispersa y escasa.
no han logrado problematizar Suficientementela multipli-
Estas tendencias señalan que el interés de los estu-
cidad d~acrónica y sincrónica en los "modos" de serjoven,
diosos se ha centrado de manera prioritaria en aquellas
y Ias mas de las veces esta diferencia ha sido abordada (y
formas de agregación, adscripción y organización juve-
reducida) al upo de "mserción" socioeconómica de los
nil que transcurren al margen o en contradicción con
las vías institucionales. Esto apunta a una cuestión que
. 10 Se excluyen aquí las perspectivas psicológicas y las crimina_
listlG1S. resulta vital y no es de ninguna manera "inocente" o
1.1 Para este fin, ver por ejemplo Gíovanru Leví y .Iean-Ciau-l- "neutra": la pregunta por el sujeto.
Schmltt (1996). YeI excelente trabajo de recuperación histórica L1 pregunta por los jóvenes en tanto sujetos de es-
desde la antropologfa de Caries Peixa (J 988).
tudio, ha estado orientada por una intelección que,
30
,1
ROSSANA REGUlll0 CRUZ Emergencia de culturas juveniles

con sus matices y diferencias, desde diversas perspectivas En términos generales, esto ha ocultado al análisis
ha intentado reconocer cuáles son las características y las la fuerte reproducción de algunos "valores" de la cultura
especificidades del sujeto juvenil. tradicional, como el machismo o incluso la aceptación
La casi imposibilidad de establecer unos márgenes fi- pasiva ele una realidad opresora que se vive a través de
jos, "naturales" al sujeto de estudio, ha llevado a una bue- una religiosidad popular profundamente arraigada en
na parte de los estudiosos de esta vertiente a situarse en algunos colectivos juveniles".
los territorios de los propios jóvenes", lo que ha dado En ese mismo sentido, las prácticas como el lenguaje,
como resultado una abundante cantidad de libros, re- los rituales de consumo cultural, las marcas de vestua-
portes, monografias, tesis, videos, que miran al joven rio, al presentarse como diferentes y, en muchos casos,
como esencialmente contestatario o marginal", como atentatorias del orden establecido, han llevado a
Sin embargo y pese a la relativa consolidación de plantearlas como "evidencias" incuestionables del conte-
este tipo de enfoques, es frecuente encontrar en estos nido liberador a pllOl1 de las culturas juveniles, sin poner-
estudios una tendencia fuerte a (con)fundir el escenario las en contexto (deshistorizadas) o sin prohlematizarlas
situacional (la marginación, la pobreza, la exclusión) con la mediación de instrumentos de análisis que po-
con las representaciones profundas de estos jóvenes o, sibiliten trascender la dimensión descriptiva y empíri-
lo que es peor, a establecer una relación mecánica y camente observable en los estudios sobre jóvenes.
transparente entre prácticas y representaciones. En lo general, en el conocimiento producido en torno
Por ejemplo, la calle en tanto escenario "natural", se a las culturas juveniles, pueden reconocerse dos momen-
ha pensado como "antagonista" en relación con los es- tos o tipos de conocimiento: un momento descriptivo y
pacios escolares o familiares y no es problematizada un momento interpretativo.
como el espacio de extensión de los ámbitos institucio- Un primer momento, que para efectos prácticos
nales en las prácticas juveniles. Así, los jóvenes en la puede ubicarse en la primera mitad de la década de los
calle parecerían no tener vínculos con ningún tipo de ochenta, estaría caracterizado tanto por acercamientos de
institucionalidad y ser ajenos a cualquier normativi- tipo émic" (específico, finalista, punto de vista interior),
dad, además de ser necesariamente contestatarios con
respecto al discurso legitimado u oficial.
14 Un contra-ejemplo de esto, es el excelente trabajo de Alon-
so Salazar (1990), que en Colombia ha venido desmitificando los
12 El barrio, la calle, el rack, el graffiri, las publicaciones subterrá- mundos populares de los jóvenes al mostrar la complicidad acrítica
neas, los movimientos de protesta. de muchos de estos jóvenes con una cultura opresora y opresiva.
13 "Marginal" se utiliza aqut en un sentido metafórico. para hacer 15 Según la propuesta de Píke (1954) para el estudio de la conduc-
alusión a una fonna de respuesta "activa" al choque de valores. Para ta (retomada a su vez de Sapir) en la que se distinguen: "phonectics",
una discusión más amplia, véase Anthony Giddens (l995).y Michel que se ocupa de los sonidos en el sentido ftsico. y "phonemícs'', que
Maffescli (1990). trata los fonemas en sentido lingüístico.

32 33
ROSSANA REGlJllLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

como por acercamientos de tipo étic (genérico, predic- por los segundos; mientras que estos últimos recurren
tivo y exterior). Pero ambos tipos tienen en común un a su posición interna -de intelectuales orgánicos- para
tratamiento descriptivo. descalificar las proposiciones "técnicas y asépticas" de
Mientras que en el primer tipo (émtc) es el punto de los primeros.
vista del "nativo" lo que prevalece, se asume por ende Pero en la medida en que muy pocos de estos dis-
que todo lo "construido" y dicho al interior del sistema cursos logran trascender lo descriptivo, el intercambio
es necesariamente "la verdad"; mientras que en la se- posible queda atrapado en el nivel de la anécdota, del
gunda vertiente (étic), lo que organiza el conocimiento dato sin problematización que resulta fácil adecuar al
proviene de las imputaciones de un observador externo marco conceptual que se privilegia, lo que a su vez ha
al sistema, que no sabe (no puede, no quiere) dialogar desembocado, desafortunadamente, en una substanciali-
con los elementos émic, es decir con las representaciones zación de los sujetos juveniles y de sus prácticas.
interiores o nativas. No se trata en ningún momento de descalificar la
Pese a las diferencias en la toma de posición del ob- cantidad de estudios producidos en esta época y lo que
servador, estos acercamientos comparten un enfoque han aportado en términos de conocimiento en torno
descriptivo, con una escasa o nula explicitación de ca- de las culturas juveniles, pero sí es importante apuntar
tegorías y conceptos que oriente la mirada del investi- que, en términos generales, la producción de este pe-
gador. Ello vuelve prácticamente imposible un diálogo ríodo se caracterizó por una autocomplacencia a la que
epistémico entre perspectivas, ya que las diferencias en no parece preocuparle la construcción de un andamiaje
la apreciación se convierten fácilmente en un forcejeo teórico-metodológico que soporte los estudios realizados.
inútil entre posiciones. Donde unos ven "anornia" y Hay, en cambio, una tendencia en esta etapa a fijar una
"desviaciones", otros ven "cohesión" y "propuestas". posición en torno del sujeto de estudio; en otros térmi-
Ello ha derivado también en mutuas descalifica- nos, hay más preocupación por definir y calificar que
ciones, que en términos metafóricos pueden pensar- por entender.
.. como una lucha entre "técnicos" y "rudos?". En Es hacia finales de la década de los ochenta y a lo
una Imagen extrema, los primeros tienden a recurrir largo de los noventa cuando puede reconocerse la emer-
Illlnsulje normativo de la ciencia, a partir del cual gencia paulatina de un nuevo tipo de discurso compren-
• descalifican" el conocimiento "militante" producido sivo en torno a los jóvenes. De carácter constructivista,
relacional, que intenta problematizar no sólo al sujeto
empírico de sus estudios, sino también a las "herramien-
l' In 11 luehlUb" mrxtc""Il, existen dos tipos de luchadores:
101 NenklCMI, que '" elracltriZlt" por respetar las reglas del juego y tas" que utiliza para conocerlo.
1.. Indtclclnnel del .rbUI'O; mlentrA~ que los rudos no respetan las Se trata de perspectivas interpretativo-hermenéuticas,
feAlflR I KIt'fln Af'RpA1chtl de! árbitro y son, sin embargo, general- que van a intentar conciliar la oposición exterior-interior,
mente los fnvorltos del publico.

34 35
ROSSANA REGUILLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

como parte de una tensión indisociable en la produc- Las clasificaciones explicitas como las edades de vida,
ción de conocimiento científico. e! momento de la mayoría de edad o, desde el discurso
Los jóvenes van a ser pensados como un sujeto con biologista, las transformaciones corporales, "evidente-
competencias para. referirse en actitud objetivante a las mente no poseen sino un valor indicativo y resultarían
entidades del mundo, es decir, como sujetos de dis- insuficientes para definir y entender los contextos de
curso, y con capacidad para apropiarse (y movilizar) una historia social y cultural de la juventud" (Levi y
los objetos tanto sociales y simbólicos como materiales, Schmitt, 1996;15).
es decir, como agentes sociales. En tal sentido, e! segundo período o vertiente de estu-
En otras palabras, se reconoce el papel activo de los dios, y vaya referirme aqui al caso de México, puede
jóvenes en su capacidad de negociación con las insti- considerarse abierto a partir de lo que podría entenderse
tuciones y estructuras. En este tipo de acercamientos se como los primeros trabajos claramente direccionados en
opera una distancia entre un pensamiento que "toma" la línea de una "historia cultural" de la juventud" y los
el mundo social y lo registra como datum, como dato que podrían ubicarse desde una perspectiva interdisci-
empírico independiente del acto de conocimiento y de plinaria que buscan problematizar al sujeto juvenil en
la ciencia que lo propicia (Bourdieu, 1995), y un pensa- su complejidad.
miento que es capaz de hacer la crítica de sus propios Se tratará de bistorízar a los sujetos y prácticas juve-
procedimientos. niles a la luz de los cambios culturales, rastreando oríge-
La vertiente de estudios interpretativos sobre las nes, mutaciones y contextos político-sociales. Además,
culturas [uveniles" ha incorporado de maneras diversas bajo la perspectiva hermenéutica se indaga en la confi-
el reconocimiento del papel activo de los sujetos, el de guración de las representaciones, de los sentidos que
su capacidad de negociación con sistemas e institucio- los propios actores juveniles atribuyen a sus prácticas, lo
nes y el de su ambigüedad en los modos de relación que permite trascender la mera descripción a través de
con los esquemas dominantes. Ello ba ido posibilitando las operaciones de construcción de! objeto de estudio
trascender las posiciones esencialistas: o todo pérdida, y con la mediación de herramientas analíticas.
o todo afirmación. Y ha hecho posible encontrar otro En e! modo constructivista y centralmente cultural
nivel para la discusión, que no se agota en la anécdota que ha dado forma a los estudios de esta etapa, resulta
o en el dato empírico. fundamental señalar la importancia que ha tenido otra
vertiente de trabajos que, abrevando en una larga tradi-
----------
17 Representantes de esta corriente en América Latina, son por
ción latinoamericana, se ubican más en una perspectiva
ejemplo, Jesús Martín Barbero. Carlos Mario Perca, en Colombia; de crónica periodística.
Hermano Vianna y Micael Herschmann, en Brasil; Sergio Balardini.
Mario Margulis, en la Argentina; José Manuel Valenzuela, Mantza
Urteaga, Rossana Reguillo, en México. entre otros. 18 Aquí el trabajo pionero de José Manuel Valenzuela (1988).

36 37
ROSSANA REGUILLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

En el caso de México, el trabajo clave de Carlos De lo tematizable a lo representado


Monsiváis, que ha sabido simultáneamente penetrar "la caída de tabiques entre disciplinas" (García Can-
y rescatar con agudeza aquellos elementos significa- clini, 1997), Yla emergencia y paulatina consolidación
tivos y pertinentes para la comprensión de las formas de estudios llamados interdisciplinarios o "de frontera",
culturales de la juventud, al tiempo en que se ha han sido una constante en los últimos años de investi-
constituido en un critico implacable de la categoría gación sobre juventud en América Latina.
"juventud", pero interlocutor generoso de los estudiosos Los contornos imprecisos del sujeto y sus prácticas
en este campo. ban colocado al centro de los análisis la vida cotidiana
Alonso Salazar (1990) en Colombia, que a partir de los mundos juveniles, no necesariamente como tema,
de su incursión en los mundos del narcotráfico, del sino como lugar metodológico desde el cual interrogar
sicariato y de la comunas en Medellin, ha puesto al a la realidad.
descubierto una situación descarnada y terriblemente Desde esta mirada, que se sitúa en los propios terri-
compleja de! mundo juvenil, al saber colocar simultá- torios de los jóvenes, las temáticas abordadas han sido
neamente la mirada de! observador externo y la mirada diversas, pero en términos generales pueden ser recono-
de! "nativo". cidos tres grandes ejes que, desde luego, tienen relación
En el caso de Venezuela, puede señalarse e! trabajo con los debates y preguntas que desde las ciencias so-
de José Roberto Duque y Boris Muñoz (I 995), que ban ciales se plantean a lo "real".
logrado incorporar con gran sentido critico las diferen- a) el grupo juvenil y las diferentes maneras de enten-
tes voces involucradas en la problemática juvenil de der y nombrar su constitución, lo que hace referencia al
Caracas. Hablan los jóvenes desde su precaria situación peso otorgado por los analistas a la identidad como un
social, pero se incorporan también las voces de autori- factor clave para entender las culturas juveniles;
dades gubernamentales, representantes de la Iglesia, b) una segunda temática importante es la de la alteri-
promotores sociales y analistas. dad, los "otros" en relación con el proyecto identitario
Desde luego estos autores no agotan e! espectro de juvenil.
producciones que desde la crónica o ensayo periodistico e) Lo que podria denominarse el proyecto y las dife-
ban posibilitado una mirada cualitativamente diferente rentes prácticas juveniles o formas de acción, constituyen
sobre las culturas juveniles "alternativas" o "disidentes", el tercer eje importante.
representan, en todo caso y de manera indicativa, un
tipo de discurso comprensivo sobre la realidad de los El grupo o los 110mhrcs de la idcntidad
mundos juveniles en sus complejos procesos de inte- La problematización en torno de los modos de estar
racción con la sociedad. juntos (Martín Barbero,1995) de los jóvenes, ha sido
elaborada de diversas maneras.

38 39
ROSSANA REGUlllO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

La diferenciación más clara está relacionada con la empírico, se habla de los "jóvenes de clase media", de
direccianalidad del enfoque. Es decir, un tipo de estudios los "jóvenes de los sectores populares", etc., que se
va de la constitución grupal a lo societal; otro tipo va constituyen en "sujetos empíricos" por la mediación de
de los ámbitos sociales al grupo. los instrumentos analíticos; se trata de "modos de estar
En el caso del primer enfoque, la identidad grupal juntos" a través de las prácticas, que no se correspon-
se convierte en el referente clave que permite "leer" la den necesariamente con un territorio o un colectivo
interacción de los sujetos con el mundo social. Hay particular.
por tanto un colectivo empírico, al que se observa y Esta vertiente ha buscado rompercon los imperativos
desde el cual se analizan las vinculaciones con la socie- territoriales y las identidades esenciales y para ello ha
dad. A este tipo, por ejemplo, corresponden las etno- construido categorías como la de "culturas juveniles",
grafías de bandas juveniles que centraron la atención "adscripción iclentitaria'', "imaginarios juveniles" (pese
durante la década de los ochenta. ala pantanosa que puede resultar esta última), Es una
Por razones del prapia enfoque, para conceptualizar mirada que trata de no perder al sujeto juvenil pero
la agregación juvenil, se ha recunido a categorias como que busca entenderlo en sus múltiples "papeles" e inte-
"identidades juveniles", "grupos de pares", "subculturas racciones sociales.
juveniles"; y las más de las veces, sobre todo durante la
primera mitad de la década de los ochenta, en el caso Los otros
de México, se utilizó el término "banda" como "catego- Un tema recurrente en los estudios sobre juven-
ría" para nombrar el modo particular de estar juntos de tud, no por obsesión de los analistas, sino porque
los jóvenes populares urbanos. Esta mirada intragru- aparece de manera explícitamente formulada por los
pal, si bien ha aportado muy importantes elementos jóvenes, es el de lo otro o "el otro", para hacer refc-
de comprensión, ha resultado insuficiente para captar rencia -casi siempre- al "antagonista", o "alteridad
las vinculaciones entre lo local y lo global y para pensar radical", que otorga más allá de las diferencias, por
la interculturalidad. ejemplo socioeconómicas y regionales, un sentimiento
De otra parte, han ido cobrando fuerza los estudios de pertenencia a un "nosotros". La identidad es cen-
que van de los ámbitos y de las prácticas sociales a la tralmente una categoría de carácter relacional (iden-
configuración de grupalidades juveniles. El rack, el uso tificación-diferenciación). Todos los grupos sociales
de la radio y la televisión, la violencia, la política, el tienden a instaurar su propia alteridad. La construcción
uso de la tecnología, se convierten aquí en el referente simbólica "nosotros los jóvenes" instaura diferentes
para rastrear relaciones, usos, decodificaciones y reco- alteridades, principal aunque no exclusivamente, con
dificaciones de los significados sociales en los jóvenes. respecto a la autoridad: la policía, el gobierno, los vie-
No necesariamente debe existir entonces un colectivo jos, etcétera.

40 41
ROSSANA REGtJlLlO CRUZ Emergencia de cuhuras juveniles

Diferentes estudios se han ocupado de construir cer sólo como cultura política aquellas representaciones
corpus de representaciones en los que es posible analizar y formas de acción formales y explícitas. Este tipo de
las separaciones, las fronteras, los muros que las culturas intelección ha provocado que las grupalidades juveniles,
juveniles construyen para configurar sus mundos. Más efímeras, cambiantes, implícitas en sus formulaciones,
allá de la dimensión antropolormizada de esas alteridades sean leídas como carentes de un proyecto político y que
(policía-gobierno, maestros-escuela), algunos trabajos se reduzca su relación en este ámbito, por ejemplo, a la
-que trascienden lo puramente descriptivo- han señalado participación electoral",
que estas figuras representan un orden social, al que se Paulatinamente y en relación con la literatura sobre
califica como represor e injusto. Esto puede parecer nuevos movimientos sociales y las reconceptualizaciones
una obviedad, pero en tanto en el campo de estudios sobre lo político (el mismo Touraine, 1992; Melucci
sobre la juventud no se logra trascender la anécdota ni 1989; arre, 1990; Maffesolli 1990; Lechner, 1995),
el dato empírico", el énfasis analítico en los procesos aparece en la literatura sobre juventud una revalora-
de construcción de la alteridad queda atrapado en las ción de lo político, que deja de estar situado más allá
propias figuras con que se la representa. del sujeto, constituyendo una esfera autónoma y espe-
cializada; y adquiere corporeidad en las prácticas coti-
Proyecto y acción colectiva dianas de los actores, en los intersticios que los poderes
Algunos de los enfoques clásicos en torno a la con- no pueden vigilar (Reguillo, 1996).
ceptualizacíon de proyecto político y acción colectiva La política no es un sistema ngído de normas para
han centrado prioritariamente su mirada en aquellas los jóvenes, es más bien una red variable de creencias,
formas de participación formales, explícitas, orientadas un bricolaje de formas y estilos de vida, estrechamente
y estables en el tiempo (por ejemplo, el primer Touraine, vinculado a la cultura, entendida ésta como "vehículo o
1994), con la consecuente teorización que parece recono- medio por el que la relación entre los grupos es llevada a
cabo" (lameson, 1993).
Sin embargo, es importante reconocer que las arti-
19 En algunos casos, no se logra una separación entre la "mili-
culaciones entre culturas juveniles y política están lejos
tancia" en la lucha por los derechos humanos de los jóvenes, de la
tarea de producir conocimiento En diversas y numerosas reuniones de haber sido finamente trabajadas, y que en términos
donde se. abordan temas relacionados con la juventud, muchos asis- generales estas relaciones se han venido construyendo co-
tentes demandan que se hable un lenguaje "común", que "se renuncie mo una relación de negatividad, es decir, como negación
:.1 la teoría", que se hable de las cosas que "verdaderamente afectan a
los jóvenes", en una especie de popultsmo que confunde espacios y
fines. Ello ha obstaculizado. no sólo en el caso de los jóvenes, sino
también en el de las mujeres, los indígenas y algunas otros "minortas''. 20 Un ejemplo de la reducción de lo político a la cuestión elec-
la posibilidad de un debate riguroso que pueda ayudar a dinamizar toral, puede verse en el balance realizado en México por R. Becerra
los movimientos sociales. Laguna (t996).

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ROSSANA REGUILLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

o descalificación de los constitutivos políticos en las re- El desencuentro entre la producción de conocimien-
presentaciones y acciones juveniles". to de la vertiente que se ocupa de los "no-institucionales"
y la que se ocupa de los "incorporados" es profundo, y da
El punto de quiebre como resultado, para una y para otra, análisis parciales
en los que hay, de un lado, insuficiente tratamiento de
Por otra parte, los estudios en torno a los jóvenes
los aspectos estructurales e institucionales, no necesaria-
que transitan por las rutas "predecibles" tienden a ser dis-
mente antagónicos a las expresiones culturales juveniles
persos y escasos. Otra característica muy importante de
y, de otro lado, una focalización en la institución en de-
esta literatura, es que en varios casos el objeto principal
trimento de la especificidad juvenil. De un lado, sujetos
de estudio no 10 constituyen los jóvenes, sino que son
sin estructura; de otro, estructuras sin sujetos,
enroques centrados por ejemplo en el aparato escolar, en
Un nuevo filón, que pudiera constituirse como pun-
las comunidades eclesiales de base u otros grupos de
to de equilibrio entre estas perspectivas, lo constituyen
carácter religioso, en las fábricas, en los sindicatos, cuyos
los estudios que se ocupan del consumo cultural juvenil.
autores están más interesados en los modos de funcio-
La relación con los bienes culturales como lugar de
namiento de instituciones y espacios que en las culturas
la negociación-tensión con los significados sociales. El
juveniles. los jóvenes aparecen entonces en su rol de "es-
consumo cultural como forma de identificación-diferen-
tudiantes", de "empleados", de "creyentes", de "obreros".
ciación social (Bourdieu, 1988; Gareía Canclini, 1991),
En este sentido, son la narrativa cinematográfica y la
que coloca al centro del debate la importancia que en
literatura las que han logrado interesantes acercamientos
términos de la dinámica social tiene hoy día la conso-
analíticos y críticos en torno a los espacios tradicionales
lidación de una cultura-mundo que repercute en los
de socialización de los jóvenes, como la escuela, la fami-
modos de vida, los patrones socioculturales, el apren-
lia, el trabajo, sin "perder" al sujeto juvenil".
dizaje y fundamentalmente en la interacción social.
Aquí se muestra al joven como un actor posicionado
21 Creo firmemente que los zapntistas y en concreto el "Sup socioculturalmente, lo que significa que hay una preo-
Marcos" han sabido captar (y aprovechar) con precisión este sentido cupación por comprender las interrelaciones entre los
polifónico de lo político en los jóvenes. Por ejemplo los programas
especiales en MTV Latino, la muy reciente Candón del Sur, en la que
distintos ámbitos de pertenencia del joven -la familia,
a ritmo de rack, el Sup "rapea'' las consignas zapatistas "para todos, la escuela, el grupo de pare&-, al tiempo que se enfatiza
todo", que le ha costado severa" crtticas. tanto de las derechas como en el sentido otorgado por los jóvenes a la grupaliza-
de las izquierdas, incapaces -por distintos motivos- de entender la
ción, con el significado de "comunidades imaginarias"
necesidad de nuevos mecanismos de interpelación a los jóvenes.
22 Por ejemplo Reuiitv hites, La sociedad de los poetas muertos, (Anderson, 1983) a las cuales adscribirse
Brea~féast club, Santana, ¿americano yo?, que al conjuntar la proble- El reconocimiento de la insuficiencia de perspectivas
rnática de los inmigrantes con la juvenil, cuestiona severamente el que han "parcializado" al joven, mostrándolo de manera
orden institucional.

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ROSSANA REGU1LLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

excluyente como alternativo o como integrado, ha re- Pensar a los jóvenes es una tarea que se inscribe en
presentado un punto de quiebre en los discursos com- el necesario debate sobre el horizonte de futuro. Si como
prensivos sobre estos actores sociales y, al mismo tiempo, ha dicho Garcia Canclíní (1999) en la inevitahilidad
ha inaugurado un modo de acercamiento que intenta globalizadora aparecen "interrupciones" que ponen en
mostrar que sin "perder" la centralidad del género, de la cuestión su relato homogéneo, tal vez la pregunta por
etnia, del territorio y, manteniendo en tensión produc- los jóvenes ayude a visualizar caminos alternos.
tiva las relaciones entre estructuras y sujetos, resulta La discusión hasta aqui planteada tiene un doble
posible articular a los análisis la presencia de lo social sis- objetivo: de un lado, reconocer las fortalezas y debili-
témico sin perder la especificidad del sujeto juvenil". dades en el conocimiento producido en torno a los jó-
Pensar a los jóvenes en contextos complejos deman- venes, como condición reflexiva para comprender con
da una mayor articulación entre las diferentes escalas creatividad y rigor los cambios que, en el siglo que
geopoliticas, locales y globales y, un tejido más fino en la arranca, están experimentando las culturas juveniles;
relación entre las dimensiones subjetivas y los contextos de otro lado, se trata de sentar las bases para replantear
macrosociales. un conjunto de conceptos, estrategias metodológicas,
Resulta urgente "deconstruir" el discurso que ha estig- análisis empíricos e interpretaciones que se abordan a
matizado a losjóvenes, a 105 empobrecidos principalmen- partir del siguiente capitulo. Me ha parecido funda-
te, como los responsables del deterioro y la violencia, mental hacer explicito el lugar desde el que parto para
ya que: "...la preocupación de la sociedad no es tanto intentar estas reformulaciones.
por las transformaciones y trastornos que la juventud
está viviendo, sino más bien por su participación como
agente de la inseguridad que vivimos y por el cuestio-
namiento que explosivamente hace la juventud de las
mentiras que esta sociedad se mete a sí misma para
seguir creyendo en una normalidad social que el des-
contento politico, la desmoralización y la agresividad ex-
presiva de los jóvenes están desenmascarando" (Martín
Barbero, 1998;23).

23 Este tipo de discusiones pueden verse en el libro Viviendo a


toda. Jóvenes, lerritorios culturales y nuevas sensibililll1des, de Cubides,
Laverde, Valderrama (eds.). que recoge una fructífera discusión entre
estudiosos del campo, organizada y promovida por el Departamento
de Investigaciones de la Universidad Central, de Bogotá.

46 47
CAPÍTULO 2
NOMBRAR LA IDENTIDAD.
UN INSTRUMENTO CARTOGRÁFICO

En rigor, no tiene mucho sentido la búsqueda


de "una" identidad; sería más correcto pensarla a
partir de su interacción con 01ras identidades,
construidas según otros puntos de vista. Desde esta
perspectiva la "autenticidad" e "inautenticidad" se
toma una conceptualización inadecuada. En la
medida en que es socialmente plausible, una
identidad es válida, 10 que no significa que sea
verdadera o falsa.
RINAlO ORTlZ ( 1996)

La construcción de lo juvenil
los jóvenes en tanto categoría social construida no
tienen una existencia autónoma, es decir al margen del
resto social, se encuentran inmersos en la red de relacio-
nes y de interacciones sociales múltiples y complejas.
Para situar al sujeto juvenil en un contexto histórico
y sociopolítico, resultan insuficientes las concreciones
empíricas, si éstas se piensan con independencia de los
criterios de clasificación y principios de diferenciación
social <'lue las distintas sociedades establecen para sus
distintos miembros y clases de edad.
A este respecto Bourdieu (1994) ha señalado que
las relaciones entre la edad hiológica y la edad social
son muy complejas y que "hablar de los jóvenes como de
una unidad social, de un grupo constituido, que posee

49
ROSSANA REGUILLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

intereses comunes, y referir estos intereses a una edad de- muy importante está conformada por los dominios
finida biológicamente, constituye una manipulación evi- tecnológicos y la globalización.
dente". Lo que este planteamiento permite inferires la ne- Ello significa que los jóvenes han adquirido visibi-
cesidad de realizar análisis en una doble perspectiva. De lidad social como actores diferenciados
un lado, lo que aquí se define como una "historia cultural a) a través de su paso, por afirmación o negatividad,
de la juventud", que al develar las relaciones de fuerza que por las instituciones de socialización,
crean las divisiones sociales de clases y de edad en proce- b) por el conjunto de políticas y normas jurídicas
sos históricamente situados, permite romper con defini- que definen su estatuto ciudadano para protegerlo y
ciones esencialistas y ubicar la problemática juvenil castigarlo,
en una perspectiva que no se agota en el dato biológico. e) por la frecuentación, consumo y acceso a un cier-
De otro lado, lo que llamaremos el análisis empírico de las to tipo de bienes simbólicos y productos culturales
identidades juveniles, que al colocarse etnográficamente específicos.
en las interacciones y configuraciones que van asumien- En los dos primeros ámbitos, en el de la socializa-
do las grupalídadcs juveniles, permite entender la enorme ción y en el del eliscurso juridico, los jóvenes han sido
diversidad que cabe en la categoría 'Jóvenes" y salir así de definidos en términos generales como sujetos pasivos
la simplificación de lo joven como dato dado. que se clasifican en función de las competencias y atri-
En relación con los modos en que la sociedad occi- butos que una sociedad particular considera deseables
dental contemporánea ha construido lacategoría "joven", en las generaciones de relevo para darle continuidad al
es importante enfatizar que los jóvenes, en tanto sujeto modelo asumido.
social, constituyen un universo social cambiantey discon- Sin embargo, y quizás aquí estribe una de las pistas
tinuo, cuyas características son resultado de una negocia- claves para entender las transformaciones en los modos
ción-tensión entre la categoría sociocultural asignada por de socíalidadjuvenil (MaITessoli, 1990), el ámbito de las
la sociedad particular y la actualización subjetiva que su- industrias culturales ha consolidado sus dominios me-
jetos concretos llevan a cabo a partirde la interiorización diante una conceptualización activa del sujeto, gene-
diferenciada de los esquemas de la cultura vigente. rando espacios para la producción, reconocimiento e
En el capitulo anterior se planteó que son tres las inclusión de la diversidad cultural juvenil.
condiciones constitutivas centrales desde las que se Es decir, mientras las instituciones sociales y los
ha configurado y clasificado socialmente al sujeto ju- discursos que de ellas emanan (la escuela, el gobierno en
venil en el mundo contemporáneo: los dispositivos sus diferentes niveles, los partidos políticos, etc.), tien-
sociales de socialización-capacitación de la fuerza de den a "cerrar" el espectro de posibilidades de la categoria
trabajo; el discurso jurídico y la llamada industria cul- joven y a fijar en una rígida normatividadlos limites ele
tural. Aunada a estas tres esferas, hoy una dimensión la acción de este sujeto social, las industrias culturales

50 51
ROSSANA REGU1U.O CRUZ Emergencia de culturas juveniles

han abierto y desregularizado el espacio para la inclusión problemática cotidiana, creciente y desgarradora, en un
de la diversidad estética y ética juvenil. contexto de violencia y empobrecimiento, los que han ido
Lo cultural tiene hoy un papel protagónico en lodas colocando el tema como un asunto vital para las socieda-
las esferas de la vida. Puede aventurarse la afirmación des y volviéndolo visible para las agencias financiadoras.
de que se ha constituido en un espacio al que se han Aunque este no es el caso de México, donde el te-
subordinado las demás esferas constitutivas de las iden- ma ha estado más claramente vinculado a los ámbitos
tidades juveniles. Es en el ámbito de los significados, académicos de reflexión, este planteamiento no deja de
los bienes y los productos culturales donde el sujeto resultar interesante en la medida en que devela una
juvenil adquiere sus distintas especificidades y donde problemática que no ha sido abordada con suficiente
despliega su visibilidad como actor situado socialmente profundidad. En algunos paises, especialmente en la
con esquemas de representación que configuran campos región sudamericana, enfrentarse a una violencia social
de acción diferenciados. temprana, protagonizada en buena medida por los sec-
Es pues, de manera privilegiada, en el ámbito de las tores más jóvenes de la sociedad, llevó a diversas orga-
expresiones culturales donde los jóvenes se vuelven vi- nizaciones no gubernamentales a un trabajo urgente
sibles como actores sociales. sobre el terreno. Ello derivó en un excelente trabajo
cotidiano de intervención realizado en medio de unas
De mapas y hologramas coyunturas dramáticas, que han dificultado un proce-
so más pausado de reflexión teórica. En los encuentros
Aunque los estudios sobre juventud poco a poco
latinoamericanos sobre juventud, la queja recurrente
empiezan a ocupar un lugar en el conjunto de las ciencias
de quienes tienen la responsabilidad de operar progra-
sociales, es necesario reconocer que el tema en América
mas de atención a la juventud, es siempre la falta de
Latina, en general, no surge como un objeto de inves-
tiempo para "recuperar la práctica", como suele decir-
tigación en el ámbito académico propiamente dicho.
se en la investigación-acción. Así que existen infinidad
Sin desconocer o restar importancia a las contribuciones
de experiencias muy interesantes y ricas en Tesultados
que diferentes académicos han hecho al avance en la
y en intuiciones que se agotan en la propia práctica sin
comprensión de las culturas juveniles, hay que señalar
ayudar a reformular la teoría.
que en América Latina han sido en buena medida los
Esto, a su vez, genera otro problema: la falta de mapas
organismos no gubernamentales", enfrentados a una
para los organismos públicos responsables del diseño y
aplicación de políticas públicas para la juventud. La
24 Como ejemplos, pueden mencionarse el CISALVA, en Cah; "casuística" resulta un instrumento débil para oponer
Corporación Región, en Medellín: Calandria, en Lima; un "híbrido in- al discurso autoritario y paternal con que los gobiernos
teresante que conjunta trabajo de promoción con investigación, el de la región suelen abordar el tema de la juventud.
Centro de Estudios por la Paz, de la Universidad Central de Venezuela.

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ROSSANA REGUlllO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

En este sentido, el (casi histórico) desencuentro en- de carácter táctico y puede implicar la alianza de diver-
tre los que se dedican a las tareas de promoción social sos colectivos o grupos.
y los académicos ha derivado en una especie de torre • Identidades juveniles: nombra de manera genéri-
de Babel, en la que cada investigador o estudioso cons- ca la adscripción a una propuesta identitaria: punks, tag-
truye y nomhra de maneras diferentes tanto la categoria gers, skinheads, rockeros, góticos, metaleros, okupas,
sociológica 'juventud" como las concreciones empíricas, etcétera.
lo que ocasiona una confusión de planos y de modos de
nombrar las practicas agregativas y a sus actores. Se proponen además tres conceptos ordenadores
/ A partir de un proceso exhaustivo de revisión bi- cuya pertinencia está dada por el tipo de mirada privi-
hliográfica de estudios, monografías y articulas", y de legiada por el observador externo:
mi propia práctica de investigación, propongo aquí una • Agregaciónjuvenil: permite dar cuenta de las formas
categorización cuyo fin es el de conferirles su especifici- de grupaltzacion de los jóvenes.
dad a las distintas manifestaciones y expresiones sociales • Adscripciones identitarias: nombra los procesos
que hoy dia asumen los jóvenes. socioculturales mediante los cuales los jóvenes se ads-
En relación con las concreciones empíricas de los criben presencial o simbólicamente a ciertas identidades
modos de agregación e interacción juvenil, se plantean sociales y asumen unos discursos, unas estéticas y unas
cuatro conceptos clave: practicas.
• El grupo: este concepto hace referencia a la reu- • Culturas juveniles: hace referencia al conjunto he-
nión de varios jóvenes que no supone organicidad, terogéneo de expresiones y practicas socioculturales
cuyo sentido está dado por las condiciones de espacio juveniles".
y tiempo.
• El colectivo: refiere a la reunión de varios jó- Las formas, situaciones y procesos que recogen los
venes que exige cierta organicidad y cuyo sentido conceptos aquí propuestos no son equivalentes y nom-
prioritariamente está dado por un proyecto o activi- bran distintas cosas. Mirar a los jóvenes en tanto sujetos
dad compartida; sus miembros pueden o no com-
partir una adscripción identitaria, cosa que es poco
26 Algunos estudiosos han planteado de manera reciente la no-
frecuente. ción de "mundos juveniles", sin embargo, a mi juicio, esto resulta
• Movimiento juvenil: supone la presencia de un sumamente problemático, en tanto es un concepto fenomenológico
conflicto y de un objeto socíal en disputa que con- (mundos de la vida de Husserl), cuyo sentido es el de referir los sa-
beres sociales de fondo, históricamente construidos y culturalmente
voca a los actores juveniles en el espacio público. Es adquiridos. Mientras que en relación con los jóvenes se ha usado para
agrupar bajo esta noción tanto la "expresión", como la representación
--- - --- -- - --- ----- - -- - ---- - -"--'-. _.- de la expresión. Por tanto, me parece que genera más problemas de los
25 Citados en diferentes momentos a 10 largo del libro. que resuelve.

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ROSSANA REGUlllO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

de estudio supone la explicitación del punto de vista sean capaces de dar cuenta de los arraigos empíricos en
del observador y la objetivación de los modos en que que esa edad deja de ser dato natural y se convierte en un
construye su objeto. El riesgo de no establecer las dis- revelador de modos particulares de experimentar y
tinciones analíticas pertinentes es el de permanecer participar del mundo.
atrapados en la esencialización de lo joven, como si este Es importante señalar, sin embargo, que la crisis es-
fuera un dato "natural" y no, como de hecho es, una cons- tructural y simbólica de la sociedad contemporánea ha
trucción social e histórica. incrementado el autoidentificador "nosotros los jóve-
En tal sentido, las criticas demoledoras de Carlos nes", Para los estudiosos de estos fenómenos, ese es un
Monsiváis son absolutamente pertinentes, por ejemplo dato constaiable, empíricamente verificable. Pero, ¿qué
cuando señala: "no he visto nunca votar a nadie como significa esto?, ¿hoy sí hay jóvenes y en otras etapas no
joven", o cuando afirma "yo nunca fui joven" (1996:9). hubo? Hay una enorme dificultad para responder de
Más allá del (delicioso) sarcasmo, tras estas declaracio- manera rigurosa esta pregunta. Si fuera válido hacer un
nes lo que se revela es que cualquier intento de cons- símil con las identidades "femeninas", la pregunta sería
truir una definición unívoca de los jóvenes se estrella igual de complicada; el hecho de que las mujeres se
contra 10 efímero de la categoria y contra la evidencia pensaran a sí mismas como una identidad cultural di-
de que hay una dificultad de "arranque" en cualquier ferenciada sólo recientemente, ¿significa que las mujeres
intento clasificador. no existían más allá de la diferencia biológica? En parte,
Es simplista plantear que los obreros, por ejemplo, la respuesta a esta pregunta estaría dada por las con-
pueden definirse exclusivamente por una actividad pro- diciones que hicieron que las mujeres accedieran a la
ductiva; las mujeres, por la diferencia biológica; los in- posibilidad de pronunciarse con respecto a sí mismas.
dígenas, por su pertenencia a una etnia; los ecologistas, Por el momento, creo que esta pregunta en relación con
por su defensa de los ecosistemas, y por 10 tanto, los los jóvenes no tiene ciertamente una respuesta unívoca;
jóvenes por su edad. Las identidades sociales no son pero, en el mismo sentido de las muieres, en la sociedad
monocausales, por el contrario están compleja y multídí- contemporánea se han dado las condiciones para que
mensionalmente articuladas a un conjunto de elementos los jóvenes se vuelvan visibles corno actores sociales
sociales, económicos, políticos. para ellos mismos y para la sociedad.
Los planteamientos que se contentan con la Iijación También señalemos que la explosión de los rele-
de unos límites de edad, no habrán hecho nada más rentes ídenntarios. en paradójica reciprocidad con
que una operación clasificatoria de sentido común. La el debilitamiento de los ritos de pasaje propios de es-
posibilidad de sostener que puede hablarse de un sujeto ta época, contribuyen a que los jóvenes encuentren
juvenil, supone la elaboración de múltiples articulacio- en sus colectivos una identificación mediada no sólo por
nes, que ancladas efectivamente en unos rangos de edad, la especificidad de los colectivos en cuestión, sino por la

56 '57
Emergencia de culturas juveniles
ROSSANA REGUIl.LO CRUZ

Esta paradoja social, la incertidumbre COIllO única


edad, a la que ciertas identidades juveniles tienden a certidumbre, la posibilidad de un nuevo orden de cosas
dar mucha importancia para explicar el sentido de rea- a partir de la erosión, es condición fLlnda~~nlal para
lización y bienestar que proporciona compartir con entender la gestión político-cultural de los Jovenes en
iguales un horizonte de vida. Es curioso que mientras estos momentos de desplazamientos Y tránsitos.
el discurso académico se esfuerza por dotar de comple- Los jóvenes en tanto sujetos empíricos no const uuyen
jidad y de constitutivos múltiples el referente "joven", un sujeto monopasional, que pueda ser "criquetablc"
ellos parecen muy cómodos con asumirse a sí mismos simplistamente como un todo homogéneo; es~amos
como tales, como si al pronunciar la frase "nosotros los ante una heterogeneidad de actores --que se constituyen
jóvenes" estuvieran apelando a una verdad de carácter en el curso de su propia accion-. y prácticas que se
universal y autoevidente. agrupan y se desagrupan en microd isidenclas comu-
Sin embargo, para el analista, el problema estriba en nitarias en las que caben distintas formas de respuesta
la elaboración de un andamiaje que permita argumentar y actitudes frente al poder (Reguillo, 1993).
que los jóvenes constituyen no sólo un objeto-problema ILa ecología, la líbertad sexual, la paz, los derechos
legítimo, analíticamente hablando, sino además una humanos, la defensa de las tradiciones, la expansión
categoría sociocultural diferenciable del resto social, de la conciencia, el rack, se convierten en banderus.
sin caer en la reducción a los rangos de edad pero sin en objetos-emblema que agrupan, que dan identidad y
prescindir de éstos. establecen las diferencias entre los jóvenes. Otros, transi-
tan en el anonimato, en el pragmatismo individualista,
Entre lo efímero y los compromisos itinerantes en el hedonismo mercantil y el gozo del consumo;
La multiplicidad de sentidos propia de la sociedad para otros no hay opciones, son los desechahles, "pa-
de fin de milenio disloca los dispositivos cohesiona- ra los que la muerte se convierte en una expenenc.1l.l
dores de la vida social. De un lado, esta multiplicidad más fuerte que la vida" (Martín Barbero, 1993)./5111
de referentes ha significado un desfase o, para decirlo embargo, pese a las especificidades y diferencias da-
con Giddens (] 993), un "desanclaje" entre las prácti- das por la situación y la ubicación social que guarda
cas y el sentido de las prácticas que ha derivado en lo cada grupo de jóvenes, todos parecen cornparur una
que podría considerarse una especie de "implosión", es idea precaria del futuro y experimentar la vrvencta del
decir en un quiebre hacia adentro del sistema-mundo tiempo discontinuo.
de la vida, que erosiona el tejido social y, al poner en Para pensar esta discontínuidad, es útil aquí rene-
crisis los metarrelaros dominantes, genera incertidum- xionar con Bourdieu (l994) a propósito de los jóvenes
bre. Pero, de otro lado, esta misma multiplicidad ha y los "trayectos de vida". Refiriéndose al campo escolar,
representado o puede representar una refundación de señala el autor que:
un pacto social abierto a la pluralidad.
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R05SANA RFGU¡LLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

"(antiguamente) había trayectorias relativamente perimenta la sociedad. Por citar un indicador, puede
claras: el que pasaba de! certificado de estudios señalarse el crecimiento expansivo de las tecnologias
primarios entraba a un curso complementario, de comunicación que, entre otras cosas, convierten al
una escuela secundaria o un liceo; estas trayec- ciudadano de fin de milenio en un actor conectado
torias estaban claramente jerarquizadas y nadie a múltiples redes e interpelado por discursos muchas
se confundia (...) El sistema escolar antiguo veces incompatibles.
obligaba a interiorizar profundamente los límites A través de la música, de los llamados "fanzines". del
(...) como algo justo e inevitable". acceso a la información mediante complejas redes in-
ternacionalízadas y, especialmente, a través de la poro-
Este señalamiento puede trasladarse a otros ámbi- sidad comunicativa entre distintos colectivos juveniles,
tos de la vida, el trabajo, el matrimonio, la paternidad los jóvenes han rebasado a la institución escolar que
o maternidad, como metas-destino previsibles y más o permanece, en términos generales, al margen de los
menos inevitables. Pero, fundamentalmente, lo que in- procesos de configuración sociocultural de las identi-
teresa de estas "claras trayectorias" es lo relativo a la re- dades juveniles, y sigue pensando al 'Joven" como
producción social y a la continuidad de la organización "ejemplo de libro de texto" con un proceso de desarrollo
social a través de las prácticas. lineal que debe cubrir ciertas etapas y expresar ciertos
Desdibujados los referentes que le dan cohesión y comportamientos.
sentido a la vida social, ésta no se presenta ya más co- Sin negar o descalificar la importancia de la dimen-
mo una continuidad espacio-temporal. La diversifica- sión psicológica en la conformación del joven como
ción, complejización y, especialmente, el deterioro de identidad social, ha existido un abuso de argumentos
los mecanismos de integración de la sociedad actual, han psicologistas -que no psicclógicos-', que ha penetrado
significado que la vida para todos los actores sociales, el discurso educativo con una grave simplificación de
pero particularmente para los jóvenes, se presente como las conductas juveniles. Entonces, un elemento que
incertidumbre. debiera ser tomado muy en serio, el de los procesos
Los trayectos de vida que podían preverse en sus psicológicos profundos, que permitirla un entendi-
distintas etapas y en función de las metas a conseguir, miento mucho más integral, se convierte, desde e! poder,
están sujetos hoy más que nunca a los avatares que expe- en mirada condescendiente, en palmadita afectuosa que
rimenta un sistema de instituciones caducas o incapaces se da con e! aliento contenido en la esperanza de que la
de entender las crecientes demandas sociales y de ofre- "enfermedad juvenil" desaparezca y no obligue a la apli-
cer alternativas. cación de correctivos.
Por ejemplo, la crisis en el sistema educativo, que Asi, ciertas marcas ídentuarias (por ejemplo las ras-
no atina a incorporar los cambios acelerados que ex- tas en el pelo, los tatuajes, las perforaciones en distintas

60 61
ROSSANA REGUIU,O CRUZ
Emergencia de culturas juveniles

partes del cuerpo), ciertas prácticas (el USO constante de triple esquema para explicar la reproducción sociocultu-
walkmans, como si se tratara de una prótesis; el graffiti, ral; para ella existen tres tipos de culturas:
los tags o firmas en las paredes; el slam) y el uso de dro- a) la posfiguratíva, que en términos simples es
gas blandas y duras, no encuentran en este discurso aquella en la que los niños aprenden de sus ma-
explicación que no se agote en las características "na- yores. El presente y el futuro están anclados en
turales de los jóvenes", cuya inclinación positiva es el pasado. Son propiamente las culturas de la tra-
trastocada por la "desintegración familiar" o "la pérdida dición;
de valores sociales".
b) la cofigurativa es aquella en la que tanto niños
La escuela se erige en fiscal, juez y jurado, pero como adultos aprenden de sus pares. El futuro está
difIcilmente se asume como parte de la problemática anclado en el presente. Son propiamente las cultu-
de las culturas juveniles y mucho menos como pro- ras de la modernidad avanzada;
piciadora de esa problemática por su incapacidad de e) la prefigurativa es aquella cultura en la que los
entender que el ecosistema bidimensional que des- adultos aprenden de los niños; para Mead, se trata
cansaba centralmente en la alianza familia-escuela ha de un momento histórico sin precedentes "en el que
sido agotado, y que entre una y otra institución hay los jóvenes adquieren y asumen una nueva autori-
un conjunto complejo de dispositivos mediadores, dad mediante su captación prefigurativa del futuro
entre ellos los medios de comunicación, que posibi- aún desconocido" (I970;35).
litan al joven el acceso simultáneo a distintos mun-
dos posibles.
Hay que señalar que toda clasificación es arbitraria
La dimensión expresiva de las culturas juveniles no y planteada siempre en función de ciertos supuestos;
se reduce al comportamiento más o menos alocado de en tal sentido, lo que interesa rescatar de Mead, es el
unos "no-niños, no-adultos", en sus prácticas y lecturas señalamiento de que la sociedad está experimentando
del mundo radican pistas clave para descifrar las posi- un nuevo momento cultural, donde pasado y presen-
bles configuraciones que asuma la sociedad. te se reconfiguran a partir de un futuro incierto y que
Es en este sentido que los planteamientos de la an- son los jóvenes los actores "mejor dotados" para asu-
tropóloga Margaret Mead", hechos en 1969, cobran una mir la irreversibilidad de los cambios operados por
vigencia particularmente relevante. Mead recurre a un elementos tales como la mundializacíón, el desarrollo
tecnológico, la internacionalización de la sociedad,
- - - - -- - - - - - - - - - --- entre otros.
-----,-
27 Agradezcoprofundamente a Iesús Martín Barbero haber 11a- De maneras diversas, algunos estudiosos de la juven-
mad~ mi at:nción sobre un texto de Mead, Cultura y Compromiso, y
sugerume pistas centrales y algunas de las claves para la interpretación tud hemos señalado que las representaciones y prácticas
de este texto a la luz del momento. juveniles debieran ser leidas como "metáforas del cambio

62 63
ROSSANA RFGUlllO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

. 1"". Aceptar este p1antearníento permitiría romper


socia Pese a ello y sin dejar de reconocer e! peligro de las
con ciertas lecturas lineales que sólo atienden a las ac- generalizaciones, pensar que el mundo se está despla-
titudes contestatarias o impugnadoras de los jóvenes, y zando hacia formas culturales prefigurativas posibilita
pnvIleglar un acercamiento en términos de cambio so- colocar el análisis de las culturas juveniles como lugares
cial, es decir, "hacer hablar" al conjunto de elementos de nuevas síntesis sociopolíticas que están construyendo
que entre los jóvenes apuntan a "n~evas" concepciones referentes simbólicos distintos a los del mundo adulto,
de la politica, de lo social, de la cultura, en lo general; y, o bien, usándolos de maneras diferentes.
en lo particular, a los modos de relación con el propio Mead, juega con una ana logia interesante. Losjóve-
cuerpo, con los elementos mágico-religiosos, con las nes pensados como los primeros colonos o pioneros de
instituciones. Porque el análisis de estas dimensiones la formación de! nuevo mundo. Para la antropóloga,
revela las formas y contenidos que puede ir asumien- la figura del sujeto juvenil en la sociedad actual se
do la sociedad. asemeja a:
La propuesta de Mead debe ser colocada en referencia
a la multitemporalidad de los procesos sociales, espe- "los inmigrantes que llegaban como pioneros de
cialrnente en e! caso de América Latina, lo que significa una nueva comarca, sin ningún conocimiento
hacerse cargo de que nuestra modernidad debe ser en- acercade 10 que les exigirían sus nuevas condicio-
tendida como un presente que comporta "una vasta his- nes sociales. Los últimos en llegar podían tomar
toria de signos culturales heterogéneos" (Hopenhayn, como modelos a sus grupos de pares. Pero en-
1995). En otras palabras, al interior de una misma so- tre los que inauguraban la corriente, los adultos
ciedad pueden presentarse simultáneamente formas jóvenes tenían por único modelo sus propias
post, co y prefigurativas que, coincidiendo en el espacio 'adaptaciones e innovaciones experimentales. Su
y en e! tiempo, no comparten los modos de relacionarse pasado, la cultura que habia plasmado su com-
con e! futuro y con el pasado", vectores que modalizan prensión -sus pensamientos, sus sentimientos
las relaciones sociales.
y sus concepciones del mundo- no eran una
guia segura para el presente. Y los ancianos que
los acompañaban, atados al pasado, no podían
28 De manera pionera esta idea ha sido desarrollada por el in- proporcionarles modelos para e! futuro" (1970).
vestigador catalán Carles Peíxa (I988).
29 Por ejemplo entre los pueblos indígenas, la tradición está an-
c~ada en u~ respeto profundo por los ancianos, lo que es vivido por Distintas adscripciones identitarias juveniles y los
~lenlos de Jóvenes indígenas como un orden absolutamente natural. colectivos a yue éstas dan forma, revelan como una
Situación que coexiste en un México donde diversos colectivos juvent-
constante la gran capacidad de adaptación de los jóve-
les g~ardan hoy profunda distancia (cunea) respecto de instituciones y
prácticas del mundo adulto y oficial. nes ante situaciones novedosas y la experimentación

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ROSSANA REGUtllO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

innovadora y esencialmente desacralizadora, como Hoy, esta metáfora orgánica, la del metabolismo ace-
actitudes y competencias a través de las cuales se po- lerado, puede ser sustituida por una metáfora tecnoló-
sicionan en el mundo. Desde luego puede argumen- gica, visual y auditiva: el vieleoclip.
tarse que esto es una constante histórica que se repite, El videoc1ip rompe la lógica narrativa al generar un
en la medida en que han sido los adultos jóvenes los discurso sincrético de "imposibles narrativos" (Reséndiz,
que en diferentes etapas históricas han "roto" o por lo 1990, que se encuentran fuera de los relatos de la mo-
menos reformulado los sentidos sociales dominantes. dernidad. Su especificidad expresiva radica en la ruptura
Sin embargo, la analogia de Mead coloca como un espacio-temporal de los elementos audiovisuales. Para
punto clave para la reflexión el quiebre en los modos este autor, el encadenamiento 110 visual de los enunciados
de transmisión de los conocimientos y valores de una del vidcoclíp "no puede leerse desde el espacio cognitivo
sociedad. del discurso de la modernidad". Son otros los mapas que
En tal sentido, la novedad que comportan las cultu- se requieren para codificar y decodificar el sent ido y las
ras juveniles para la vida social estriba, no tanto en sus formas de esta narrativa, que no sólo se sobrevive a sí
prácticas más o menos irruptivas o disruptivas o en su misma, cosa que se preguntaba Reséndiz en 199 J, sino
resistencia a la socialización, sino fundamentalmente en que parece afianzarse, más allá de su especificidad como
la velocidad y capacidad de procesamiento de la informa- "género" o "formato", como "estilo expresivo?".
ción que hoy, de manera inédita, circula por el planeta. El término clip, que le otorga un sentido distinto y
A esta forma de integrar conocimientos de muy di- particular al video: "como instrumento para unir dos
versa indole para producir "nuevos"significados, la llamé conceptos", es el que senala lo que anticipaba Rescndiz,
en 1990 "metabolismo acelerado" (Reguillo, 1995), des- el vicleoclip como condensador de múltiples discursos
pués de un prolongado trabajo de campo entre bandas propios de la sociedad industrial avanzada: el cine, la pu-
juveniles", cuyas representaciones del mundo si bien blicidad, la imagen digitalizada, la coreografía, la música,
tendían a reproducir algunos esquemas de una cultura el decorado.
machista, religiosa y homofobica, habian encontrado Decir que los jóvenes piensan en vidcoclip (el
maneras novedosas para resistir las condiciones de mi- mundo como una sucesión de imágenes, no necesa-
seria y opresión en las que se encontraban inmersos, riamente armónicas y coherentes), es una forma de
transformando por ejemplo, mediante complejas opera- aludir a los modos condensados de representación y ac-
ciones cognitivas y simbólicas, los estigmas sociales que ción de las culturas juveniles, que con nuevos lenguajes
sobre ellos pesaban en emblemas identitarios. o, mejor, nuevas síntesis, parecen señalar a través ele

30 Esta experiencia está recogida en el libro En la calle otra vez. 31 El cine, por ejemplo, ha ido incorporando elementos del
Las bandas juveniles, texto que fue actualizado en 1995. vídeoclip.

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ROSSANA REC;UILLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

sus prácticas y expresiones cotidianas que han rebasa- Los quiebres de la identidad
do los modelos post y cofigurativos. Para intentar comprender los sentidos que animan a
Si el palimpsesto ha sido una figura clave para in- los colectivosjuveniles y a losjóvenes en general, hay que
terpretar los procesos de apropiación y resistencia de las desplazar la mirada de lo normativo, institucionalizado
culturas populares, hoy, es la figura del hipertexto la y de! "deber ser", hacia el terreno de lo incorporado y lo
que mejor permite acercarse y comprender los proce- actuado; huscando que el eje de "lectura" sea el propIO
sos de configuración simbólica y social de las culturas joven que, a partir de las múltiples mediaciones que lo
juveniles. El hipertexto, más que una reescritura (como configuran como actor social, "haga hablar" a la msntu-
lo implica el palimpsesto) supone la combinación infi- cionalidad. Las identidades juveniles no pueden pensarse
nita y los constantes links (ligaduras) que reintroducen al margen de las transformaciones en las coordenadas es-
permanentemente un cambio de sentido tanto en su pacio-temporales de la llamada "sociedad red" (Castells,
acepción de dirección como de signifIcación. Se puede 1999); no resulta factible hacer su análisis si se soslaya el
ir hacia adelante o hacia atrás, hacia un lado o hacia el importante papel que el mercado está jugando en la rede-
otro, arriba o abajo y en otro plano, al saltar de un sire finición de las relaciones entre el Estado y la sociedad.
a otro puede perderse de vista e! punto de partida o e! El tiempo y el espacio son coordenadas básicas pa-
"sentido original" (aunque la "ventana inicial" permanez- ra la vida social. Y también ellas se ven enfrentadas a
ca ahí, lista para ser activada), lo que para estos nave- múltiples tensiones por la aceleración y la contracción
gantes, los jóvenes, es irrelevante, en la medida en que o expansión (según se vea) en la era de las nuevas tec-
cada "salto" los coloca con renovado entusiasmo en un nologías de información. La recepción en tiempo real
nuevo lugar, En buena medida esto ha ocasionado de las noticias-mundo y e! acceso (desigual) a discursos
muchas dificultades tanto para los estudiosos de las y productos culturales de todos los puntos de! planeta,
culturas juveniles como para las instituciones de con- posible por los medios de comunicación y la Internet,
trol social, para "fijar" a los sujetos y comprender e! vuelven mucho más complejo el panorama social para el
sentido de sus prácticas. joven, en la medida en que lo acercan a representacio-
Como los inmigrantes precursores de Mead, las nes que pueden entrar en franca contradicción con los
culturas juveniles parecen "adaptarse" e interpretar supuestos valorados localmente poniendo en crisis la
e! mundo contemporáneo con mayor facilidad que los legitimidad de algunas representaciones, obligándolo a
adultos socializados por e! discurso lineal y continuo un reajuste constante entre su experiencia inmediata y
de la modernidad, entrenados para la decodificación ciertos discursos que parecen cada vez menos lejanos,
binaria del mundo (hombre/mujer, blanco/negro, cie- Las representaciones, los sentidos de la vida, se ven
lo/infierno). enfrentados a una sensación de "extrañamiento", que
implica someter a prueba constante el valor operado.

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ROSSANA REGllILLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

En términos prácticos ello significa que hoy, como Si "el consumo sirve para pensar", como ha señalado
nunca, la identidad está atravesada por fuerzas que re- Garcia Canclini, es porque su análisis permite entender
basan la dimensión local y la conectan a "comunidades las distintas configuraciones del mundo, que de mane-
imaginarias", en el sentido manejado por Anderson ras contradictorias y complejas los jóvenes construyen
(1983), que desbordan los límites geográficos del Esta- a partir de sus vínculos con las industrias culturales
do-nación. Por ello resulta fundamental indagar sobre pero anclados en sus propios colectivos o lugares de
las fuentes que nutren los imaginarios de los jóvenes y significación.
ubicar los referentes a los que atribuyen mayor o menor
credibilidad y cómo a partir de estas fuentes se derivan Organizar el desconcierto
"programas" de acción. los jóvenes, las mujeres, los ecologistas, algunos
Sin embargo, si algo parece claro hoy día, es que a movimientos indígenas y étnicos, constituyen hoy lo que
los fenómenos de globalízación y desterritorialízación algunos teóricos de los movimientos sociales denominan
económica y mundialización de la cultura, se le oponen "nuevos movimientos sociales'?', que en términos muy
fenómenos de "relocalización". Losjóvenes parecen "res- generales se distinguen por:
ponder" a estos flujos globales, dotando de sentido a a) No partir de una composición de clase social (aun-
"nuevos" territorios, que en términos socioespaciales que no la excluyen).
pueden ser pensados como "comunidades de sentido'?', b) Organizarse en tomo de demandas por el recono-
por ejemplo, el grupo en el barrio, el colectivo cultural cimiento social y la afirmación de la identidad (y no
o político, etc., que, entre otras funciones, operan co- por la búsqueda del poder).
mo una especie de "círculo de protección" ante la in- e) Ser más defensivos que ofensivos (lo que no nece-
certidumbre provocada por un mundo que se mueve sariamente se traduce en mayor vulnerabilidad).
mucho más rápido que la capacidad del actor para produ- Pese a estas características, estos movimientos socia-
cir respuestas. les se han convenido en verdaderos agentes de trans-
Por ello cobra un peso decisivo la indagación en tor- formación social en la medida en que ellos tienden a
no de los consumos culturales, que hay que pensar como ocupar espacios donde no existen instituciones o donde
una categoría compleja, de carácter situacional y dife- éstas han dejado de responder (según la percepción de
rencial; resulta urgente dotarla de una densidad mayor la gente) a las necesidades y demandas de la sociedad.
que la que la restringe al conteo de horas empleadas en Pero, más que interesar aquí un planteamiento acabado
ver televisión o hablar con los amigos o leer el periódico. en tomo de los movimientos sociales, interesa utilizar la

32 Concepto que retomo de los trabajos del mexicano Guillermo 33 Entre otros, pueden mencionarse a Touraine, a Pizzorno y a
Orozco (1991) en relación con sus estudios sobre audiencias activas. Melucci.

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ROSSANA REGUILLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

figura de los nuevos movimientos sociales paraentender grupos de bandas, de taggers, de góticos, de anarcopunks,
el replanteamiento de las formas de organización de los etc.); y de otro lado, la concepción social de una forma de
jóvenes que desbordan los modos tradicionales de acuer- poder a través de la cual buscan alejar el autoritarismo.
parniento social. Por supuesto, el ohjetivo no es el de mitificar las
Asumir que los jóvenes se agrupan o debieran agru- expresiones organizativas juveniles, sino el de señalar
parse y organizarse alrededor de principios racionales algunas de las características que, exploradas de ma-
inscritos en la lógica de determinadas prácticas políticas, nera cualitativa, requerirían, para tener un panorama
es cada vez menos un principio operante. Al deterioro de más extenso, formas de objetivación complementaria,
las instituciones y formas de la política "clásica", la res- datos "duros".
puesta, por la vía de la acción colectiva juvenil, ha sido la Resulta urgente captar la heterogeneidad y la diver-
de formación de asociaciones de distinta índole que sidad de expresiones organizativasjuveniles, las que aquí
cristalizan intereses parciales de alcance limitado. se han denominado "tradicionales" tanto como las emer-
L1 tensión en la escena pública, que se expresa, a tra- gentes, y ubicar cómo se experimenta desde ellas el
vés, por ejemplo, de la visibilidad de cierta "involución poder, la autoridad, la formulación de proyectoís). las
política" (el regreso de los autoritarismos) y la emer- formas de gestión, las formas de inclusión de sus miem-
gencia de prácticas más abiertas y tolerantes -rodavía bros, las estrategias de "reclutamiento", las interacciones
deudoras de antiguas herencias>, obliga a la cautela. con otras organizaciones en el plano horizontal (otros
Entonces, más que hablar de "formas organizativas movimientos sociales) y vertical (con el Estado y las
novedosas", habría que hablar de "multiplicidad de instituciones gubernamentales) y, especialmente, los len-
expresiones juveniles organizativas". guajes que estas organizaciones expresan como "nuevos"
Sin implicar que sea un fenómeno nuevo, puede de- signos de 10 político.
cirse que a partir de la década de los 80 (que puede ubi-
carse de manera laxa como el inicio de la crisis estructu-
ral de la llamada modernidad tardía), los jóvenes han
ido buscando y encontrando formas de organización que,
sin negar la vigencia -y poder de convocatoria- de las
organizaciones tradicionales (partidos, sindicatos, grupos
de iglesia, clubes deportivos), se separan de "lo tradi-
cional' en dos cuestiones básicas: de un lado, se trata
de expresiones auiogestívas, donde la responsabilidad re-
cae sobre el propio colectivo sin la interrnediacíon o di-
rección de adultos o instituciones formales (por ejemplo,

72 73
CAPíTULO 3
ENTRE LA INSUMISiÓN
Y LA OBEDIENCIA BIOPOLÍTlCA DE
LAS CULTURAS JUVENILES

El control panóptico cumplía una función impor-


tante; sus instituciones eran concebidas ante todo
como casas wrrcccinnalcs. Su propósito aparente
era retirar al preso del camino de la perdición mora]
que había lomado por propia voluntad o al que
se había visto arrojado sin culpa suya: inculcarle
hábitos que le permitieran volver al redil de la
"sociedad normal"; "detener la podredumbre
mora!", combatir y vencer la pereza, la ineptitud,
la falta de respeto por las normas sociales o la
indiferencia hacia ellas; todos esos males que se
sumaban para volverlo incapaz de llevar una
"vida normal",
ZY<;MlJNT BAIIMAN (1 qqq)

Las grandes revoluciones históricas han inventado,


entre otras cosas, los cuerpos ciudadanos, en el sentido
de modelar según los esquemas de los proyectos triun-
fadores cómo debta ser este cuerpo en sus dimensiones
públicas y privadas". El cuerpo caliente y masculino
de la Grecia clásica, el cuerpo frío y negado de la época
victoriana, el cuerpo disciplinado de la Europa protes-
tante, el cuerpo sufriente de la I radición judeo-crisrina,

34 Un excelente análisis de estos elementos lo ofrece Richard


Sennet, en su libro Carne y piedra (1997).

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ROSSANA REGUllLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

el cuerpo andrógino de la sociedad de consumo, el como cuerpo anónimo y domesticado) y otras más, deri-
cuerpo virtual de la era tecnológica. Cada período y vadas de la tensión camhlo-continuidad, representadas,
cultura ha definido los atributos de los cuerpos y lue- privilegiada aunque no exclusivamente. por los contlictos
go los ha modelado a través de lo que Foucault (1976) por la moral pública (el aborto, la preferencia sexual,
denominó "dispositivos de vigilancia y control". el debate sobre el uso del condón, etc.).
El cuerpo es el vehículo primero de la socialidad, de En cuanto a los jóvenes, interesa destacar cuatro gran-
su conquista y domesticación depende en buena medida des áreas en relación con la híopolítica: las dimensiones
el éxito o el fracaso de un proyecto social. Hoy, cuan- raciales en sus vínculos con la pohreza, el consumo, la
do la secularización y el [lujo de informaciones han moral pública y la dimensión de género.
puesto en crisis la hegemonía de un modelo único, las
sociedades parecen debatirse, en términos generales, Biopolítica racial y pobreza
entre dos grandes narrativas. De un lado, el cuerpo li- Los signos ominosos del regreso del discurso de la
berado y obstinadamente "joven", con su parafernalia pureza racial toman por asalto los espacios mediatices:
de tratamientos, ejercicios y modas donde "lo joven se no se trata de referencias históricamente lejanas, sino de
libera de la edad y se convierte en un imaginario" dramáticas historias que se verifican cotidianamente.
(Martín Barbero, 1998); el cuerpo como expresión del La ola expansiva de los movimientos juveniles racistas
espíritu de una época en la que "el abdomen de lava- cuyo foco había estado centrado en la Europa central,
dero" en el caso de los varones y "el ombligo perfecto" representados por los skinheads alemanes e ingleses y
que requiere la moda lerneniua, se convierten en per- por los hlusoin noir franceses, entre otros movimientos
secución itinerante tras ese cuerpo juvenil transformado de este corte, y que ahora de maneras confusas y am-
en nueva deidad del consumo. De otro lado, el cuerpo biguas se han extendido por el mundo, no constituye
pecador castigado por la ira divina a través del sida, -todavia- el principal problema de una biopolitica racial
metáfora de la derrota del cuerpo. excluyente, en el caso de América Latina.
Entre estas grandes narrativas sociales y las concrecio- El problema más fuerte para el continente radica en
nes empíricas que asumen los cuerpos jóvenes, media la la traducción de la discriminación racial al estatuto de
biopolitica, cuyo objetivo es el sometimiento del cuerpo políticas públicas, que cierra la pinza de un imaginario
a una disciplina que lleva a la optimización de sus capa- que los avances democráticos no han logrado erradicar:
cidades y al incremento de su utilidad (Foucault, 1979). el de una superioridad anclada en la diferencia racial,
Hoy, los grandes confltctos de la biopolítica (Heller y también llamada "supremacía?".
Fehér, 1995) apuntan-en varias direcciones, unas de ca-
rácter metafórico (el cuerpo decadente del Estado nacio-
35 Entre un conjunto de importantes datos que jcsé Manuel
nal), otras, articuladas por el mercado (el consumidor Valcnzucla aporta en su estudio sobre los chicanos, la identidad y

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ROSSANA REGUILlO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

La exclusión anclada en elementos raciales y étni- de los jóvenes se inscribe un imaginario vinculado a la
cos es desafortunadamente una cuestión vigente. Un delincuencia. Se trata de cuerpos ingobernables en la
solo dato como indicador: en México, los jóvenes sin medida en que han sido abandonados por la mano
instrucción escolar en la capital del país representan el protectora de la sociedad que se ve "traicionada" por unos
1.5 % del total de jóvenes, mientras que en Chiapas, padres y un ambiente que, en su misma condición de
estado con una alta población indígena, la cifra alcanza pobreza, son incapaces "naturalmente" de socializar ade-
el 18 % del total (Reguillo, 1997). cuadamente a los niños y a los jóvenes.
A la dimensión étnica hay que añadir la pobreza co- Traseste imaginario socialmente construido, se oculta
mo un aspecto creciente que configura ámbitos de ex- la idea-valor de! sometimiento y domesticación paulatina
clusión. De condición estructural la pobreza ha pasado de los cuerpos ciudadanos y e! pape! de control que se
a ser pensada y tratada como categoría sociocultural, es le asigna a la familia.
decir, críterio de clasificación que define oportunidades, la ingobernabilidad requiere de mano dura, del so-
cancela expectativas y modela culturalmente los cuerpos metimiento por la fuerza. En las campañas de exterminio
de quienes no caben en los "nuevos" territorios neolibera- de niños y jóvenes de la calle en Brasil (Valenzuela,
les. Operación histórica que no obstante se vuelve hoy 1997), en las campañas y discusiones legislativas para
más visible por la presencia de unos medios de comu- reducir la edad penal en diferentes paises (Reguíllo,
nicación que no sólo actúan como cajas de resonancia 1996b), en los reglamentos municipales que expulsan
para la sociedad, sino que se han transformado en actores selectivamente a los jóvenes de los espacios públicos y
decisivos para la configuración de modelos sociales en el manejo informativo adjetivado que abunda en ca-
que rivalizan con las instancias y los discursos socializa- lificaciones, se despliegan los argumentos que justifican
dores "tradicionales" (la escuela, la familia, la parroquia, la vigilancia, e! control y la represión contra los Insu-
el libro de texto, entre otros). misos, que dejan de ser "rebeldes" y se transforman en
En relación con los jóvenes, la biopolítica ha cons- "peligrosos" mediante la apelación a un discurso que se
truido una asociación entre la condición de pobreza y extiende y se normaliza.
una disposición a la violencia. En los cuerpos "pobres" Pero como e! mismo Foucault (1979) señaló, "a todo
poder se oponen otros poderes en sentido contrario",
lo que significa en términos analíticos que el estudioso
el racismo en la frontera norte de México (1998), reporta la existen- de las culturas juveniles debe atender también los mo-
cía de diversos grupos supremacistas a ambos lados de la frontera:
"White Arian Reststence", "White Power" y el juvenil "Metal Militia vimientos de respuesta a los discursos y dispositivos de
o Sudden Death", integrado por'jovenes de 13 a 18 afias que practi- control y exclusión.
can "juegos de guerra" en la franja fronteriza contra indocumentados Si algo caracteriza a los colectivosjuveniles insertos en
mexicanos al grito de Speak english or dic. VerJosé Manuel Valenzuela.
procesos de exclusión y de marginación es su capacidad
El color de las sombras, 1998.

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ROSSANA REGlJ1LLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

para transformar el estigmaen emblema (Reguillo, 1991), bastante propiedad el impacto que la lógica del mercado
es decir, hacer operar con signo contrario las califica- ha tenido sobre los cuerpos: en el consumo todo, por
ciones negativas que les son imputadas. fuera del consumo, nada.
Por ejemplo, la dramatización extrema de algu- El crecimiento de una industria globalizada dedicada
nos constitutivos identitarios como el lenguaje corpo- a la producción de bienes y mercancías para los jóvenes
ral, el uso transgresor del discurso o la transformación es pasmoso: ropa, zapatos, alimentos, discos, videos,
a valencia positiva del consumo de drogas como aparatos electrónicos, canales de televisión por señal
prueba de "virilidad" y desafio a las "buenas con- (MTV es el mejor ejemplo), frecuencias radiofónicas,
ciencias". En México se hizo popular un graffiti que fanzines y revistas, se ofertan no sólo como productos
consignaba "los mariguanas somos guadalupanos", sino como "estilos de vida". La posesión o acceso a
que mediante la sustitución de uno de los términos cierto tipo de productos implica acceder a un modo
(mariguanas por mexicanos) no sólo desafia y se bur- particular de experimentar el mundo que se traduce en
la, sino que convierte el estigma de la droga en un adscripciones y diferenciaciones identitarias.
elemento de identificación nacional y religiosa. Puede Los bienes culturales no son solamente vehiculos
citarse también el aumento de prestigio al interior de para la expresión de las identidades juveniles, sino di-
ciertos colectivos a medida que crece el expediente mensión constitutiva de ellas. La ropa, por ejemplo,
carcelario. cumple un papel central para reconocer a los iguales y
Elementos todos que apuntan a una inversión, si- distanciarse de los otros, se le transfiere una potencia
multáneamente lúdica y dramática, de los valores social- simbólica capaz de establecer la diferencia, que una
mente dominantes. Resulta fundamental, no obstante, mirada superficial podria leer como homogeneidad en
analizar los arraigos empíricos, 10 que permite captar los cuerpos juveniles.
los diferentes planos de expresión y comprender las Hoy como nunca hemos entrado a una fase acelerada
múltiples articulaciones que dan forma a un colectivo de producción socialde formas estéticasmasivas. Elmer-
en su ineludible vinculación con el tejido social. Es decir, cado, apoyado por una industria publicitaria que propo-
se trata de moverse tanto en el interior de los colectivos ne patrones de identificación estética globalizada, es
juveniles como en el exterior, en tanto movimiento lo suficientemente hábil para captar y resemantizar los
complementario y no excluyente. pequeños o grandes giros de la diferencia cultural. Así
el "look MTV", que atraviesa el continente americano de
La liviandad de los cuerpos o la biopolitica punta a punta, con su estilo "desenfadado, espontáneo,
del consumo infantil y al mismo tiempo sensual", confiere a sus por-
tadores el efecto ilusorio de una diferenciación a través
La popular canción del grupo mexicano de rock de la introducción de marcas y distintivos, por un lado
Caifanes, Afuera tú no existes, sólo adentro, refiere con

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ROSSANA REGUILLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

nacionales", pero de manera más importante, en relación supuesto, la capacidad diferenciada de consumo". Pero
con los distintos tipos de adscripciones identitarias ju- aquí interesa enfatizar el impacto que "hacer existir" el
veniles desancladas de la dimensión espacial, cuyo cuerpo juvenil a través del acceso a ciertas mercancías
sentido estaría dado por lo que Anderson denomina tiene en el continente. Para ello, reproduzco textual-
"comunidades imaginarias" (1983). mente el discurso de Nike, en torno a "las Américas",
Lo más importante en este sentido es que en el plano' texto que aparece en la página de internet de esta
de la estética vinculada al consumo, puede hablarse sin empresa:
exagerar de "naciones juveniles", con sus propios mi-
tos de origen, sus rituales, sus discursos y sus objetos "Este puede ser el capitulo más corto de nuestro
emblemáticos. La estética punk, la estética surfo o de- informe, pero pensamos que algún día ustedes
portiva, la estética rasta o neohippie, el rap y el estilo deberán releer esta parte como el capítulo uno. Si
metalero, entre otras muchas formas expresivas juveniles, Europa es nuestro todavía 'adolescente en desarro-
y las múltiples y complejas mezclas y superposiciones 110', y Asia y el Pacífico nuestro 'precoz jovencito',
entre ellas, le otorgan a los bienes tanto materiales como entonces la región de las Américas, conformada
simbólicos un valor que subordina la función a la for- por Latinoamérica y Canadá, es nuestro 'sereno
ma y al estilo. niño' que empieza a andar. Una región repleta
Un analizador de estos elementos es el caso de los con una enorme población menor de 25 años con
zapatos tenis. Se trata de una industria millonaria yex- un ferviente amor por los deportes. Nuestra clase
pansiva. Por ejemplo la Nike, cuenta con poco más de de pueblo?".
43 mil empleados en el mundo y reportó en 1997 ven-
tas por $9.2 billones de dólares, 10 que representó un La popularidad de los zapatos tenis entre los jóvenes
incremento del 42% con respecto a 1995. En el caso de trasciende el campo deportivo; se han convertido en mar-
América(Canadá, México, Centroamérica y Sudamérica), ca distintiva y, centralmente, sobre todo en 105 sectores
Nike incrementó sus ventas un 44%, en un año. La di- populares, en marca de poder, \'.l como ya 10 reportaba
ferencia en este rubro entre Europa, Estados Unidos y lo
que la misma empresa llama "las Américas" indica, por 37 En 1997, Nikc reportó ventas por $5,202 millones de dólares
en los Estados Unidos; p:ua Europa el reporte de ventas fue de $1. 790
millones de dólares, mientras que en la región de América las ventas
36 Los animadores argentinos, mexicanos, venezolanos, cum- reportadas fueron de $449 millones de dólares, pem en esta misma
plen las veces de catalizadores de la diferencia. Ruth. por ejemplo, zona, las ventas en 199"). fueron de $230 millones ele dólares.
es indudablemente argentina, así como Arturo no puede negar su 38 Tomado de Nikc. Invesror Annual Report, 199R.
mexicanidad, pero simultáneamente se convierten en prototipos de 39 En el caso de Puerto Rico. durante una estancia de docencia
una juventud internacionalizada que se reconoce en marcas supra- e investigación realizada en 1997, fue posible constatar 'llle el oro y
nacionales. los tenis de más de 400 dólares, operaban como código distintivo

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ROSSANA REGUlllO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

Alonso Salazar en su paradigmático estudio sobre los Resultaría simplista establecer una relación causal
jóvenes sicarios colombianos (1990). automática entre la industria globalizac!a y sus estrate-
Pero lo más dramático de esta situación, que deman- gias de mercadeo publicitario y la violencia juvenil en
daría replantear los estudios sobre el consumo juvenil, se algunos sectores. Sin embargo. hay una relación múlu-
experimenta desde hace varios años en Venezuela. plernente mediada entre los imaginarios propuestos por
el mercado y los modos diferenciales de apropiación.
"El fetichismo que se está desarrollando en los ba- negociación y resernantizacion de estos imaginarios
mas con las botas de marca llega a tal extremo que por parte de los jóvenes, relación a la que sólo puede
la mayoría de los jóvenes que hemos encontrado accederse mediante la investigación empírica. Lo que el
muertos en los últimos dos años estaban descal- "efecto Nike" señala es la imperiosa necesidad de tras-
zos... En nuestras operaciones de recorridos de ba- cender la especulación ensayística y visualizar la com-
rrios hemos encontrado ranchos donde no hay ni plejidad del llamado consumo cultural como un ámbito
siquiera un catre donde dormir, pero donde para- en el que se juegan muchas más cosas que la liviandad o
dojicarnente encontramos estantes cerrados con levedad del ser. El análisis de las identidades juveniles no
varios candados, en los que los azotes guardan, puede realizarse al margen de una biopolítica del consu-
contra las malas intenciones, sus botas Nike':". mo como mediación entre las estructuras y las lógicas
del capital y la interpretación cultural del valor.
"Hay peladitos con tremendos hierros... Esos son Pese a que se anuncie la "muerte de los clásicos". Da-
pelaos que desde hace como dos años andan azo- venport (1991), recuerda que Malinowsky habia plantea-
tando por aquí para tumbarle las botas Nike al que do ya la distinción entre las mercancías ordinarias, que
se les atraviese o los mire feo. Al que tenga unos son intercambiadas dentro de mercados convencionales,
buenos pisos, no 10 perdonan. Lo matan y luego y los objetos valiosos, que sólo pueden intercambiarse
marcan Jos zapatos con la sangre del difunto?". entre sí y en contextos restringidos y ritualizados.
Indudablemente, hay mucho de convencional en los
bienes procurados por los jóvenes, pero en referencia a
entre los jóvenes dedicados al tráfico de drogas. En Plaza 1.asAméricas. los modos de adscripción identitaria, en los colectivos
catedral latinoamericana del consumo, en la, tiendas especializadas en
zapatos tenis y ropa de marca, es posible observar a muchos jóvenes, juveniles son más importantes "los objetos valiosos",
con gruesos fajos de billetes verdes, gastando en unos tenis el equiva- esos que adquieren su sentido y valor al interior de las
lente al ingreso per cápita de una familia haitiana, 250 dólares. fronteras que separan de los otros y mediante la apela-
40 Este es un testimonio del inspector Carlos Prieto, de la divi-
sión de homicidios en Caracas, recabado por José Roberto Duque y ción a ritos de muy distinta índole: marcar con la sangre
Boris Muñoz (1995;163). del "enemigo", un zapato, fenómeno que empieza a ex-
41 Testimonio del Carrucha de 24 años, en Duque y Muñoz, op pandirse en América latina, recuerda ciertas prácticas
dr. p. 31.

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ROSSANA REGUII.LO CRUZ
Emergencia de culturas juveniles

guerreras, en las que la posesión de alguna parte del de la tradición. Situación similar se vivió en otros países
cuerpo del vencido (el pelo, el corazón, la oreja) confería del continente. No han sido pocos los casos que se han
al guerrero triunfador las cualidades y fortalezas del cuer- convertido en verdaderas batallas públicas por la defi-
po aniquilado y al mismo tiempo lo mostraba como nición de lo único legítimo y tolerable en relación con-
el más fuerte, el mejor. ¿Será que a la banalización del ciertas prácticas culturales y sociales.
mercado y a la impotencia que produce la imposibilidad Para los defensores de la moral pública, los niños,
del acceso a ciertos bienes, algunos jóvenes en contextos los jóvenes y las mujeres son los principales actores en
pauperizados oponen estrategias para dotar de sentido riesgo ante el avance "implacable" de los torcidos intere-
a la carrera sin final del consumo? No hay respuestas ses de una conjura internacional que lo mismo proviene
unívocas. Lo que interesa aquí en todo caso es señalar de las fuerzas del mercado que de la teología de la li-
algunas áreas para la reflexión y la investigación, en tanto beración y que amenaza con desestabilizar la familia y
que una biopolítica del consumo, entendida como la cla- desaparecer el culto católico, mediante la invitación al
sificación disciplinaria de los cuerpos juveniles a través desenfreno sexual, el consumo de drogas y la propagan-
del acceso y frecuentación de cienos bienes materiales da new age.
y simbólicos, no puede abordarse desde una perspectiva Estas representaciones sociales no son una novedad
apocalíptica que culpe de todo a la globalización o, de y para ubicarlas hay que analizar los procesos de con-
otro lado, a una mirada que desestime la acción de estos figuración histórica tanto nacionales como regionales.
mercados global izados al centrar su atención en sus ma- El enemigo de las "buenas costumbres" cambia de rostro
nifestaciones "light" y aparentemente insubstanciales y, según la etapa histórica de que se trate, de los comunis-
mucho menos al margen de las respuestas desde con- tas a los homosexuales, el cuerpo y el alma de los más
textos históricos y sociales particulares de los jóvenes. jóvenes se ve acechado por todo tipo de peligros y ame-
nazas. "Estamos hoy ante una gran campaña de mora-
Las tentaciones y el cuerpo confiscado lización cuya veta es la 'inmoralidad pública': aborto,
Cuando antes de transformarse en "Evita", la siempre sida, homosexualidad. El enemigo está en el corazón
polémica Madona realizó en 1996 una gira por varios del capitalismo, que ya no viene de Moscú, viene desde
países de Latinoamérica, no se hizo esperar la ola de dentro. Una vez que el comunismo ya no es el enemigo,
protestas que demonizahan a esta mujer como la porta- reaparece la critica al capitalismo, pero desde el punto
dora de un mensaje de perversión. En el caso de México, de vista moral, el materialismo que se llama, moralizado"
varios grupos conservadores emprendieron una cruzada (González, 1993).
en los medios de comunicación para defender "nuestros Todo esto se conecta directamente con una de las
verdaderos valores" mediante la apelación a un nosotros más interesantes paradojas de la vida contemporánea,
los mexicanos, homogéneos, católicos y preservadores con fuertes repercusiones para los colectivos juveniles.

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ROSSANA REGUILLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

Al tiempo que avanzan los procesos de secularización y se tradición, son las banderas que sirven para justificar la
desdibujan las narrativas dominantes en tomo al cuerpo penalización sobre ciertas conductas y para estigmatizar
en sus implicaciones sexuales y eróticas, se fortalecen los a determinados grupos sociales.
dispositivos de control y vigilancia sobre los cuerpos. En los territorios juveniles, el rock por ejemplo ha
En términos generales, los estudiosos de la politica sido asociado a las más variadas y perversas formas de
"clásica" se han dedicado al análisis de la instituciona- "pecado", entre las que destacan el sexo desenfrenado,
helad,a los mecanismos formales como las elecciones, los el consumo de drogas y el satanismo, del cual hay que
parlamentos o congresos, la separación de los poderes; proteger a "los inocentes y vulnerables jóvenes". Estos
en esta vertiente, lo político se identifica con el Estado, "argumentos" han servido para proscribir los espacios
los partidos, los sindicatos. En sentido contrario, cobra de encuentro y las prácticas juveniles, que requieren
fuerza una perspectiva que -aunque no siempre- vin- del ojo vigilante de la sociedad. El peligro que represen-
culada al estudio de los nuevos movimientos sociales, ta la ausencia de controles es un argumento implícito
pone el énfasis en lo político cotidiano y con frecuencia que se repite en el discurso de los moralizadores, que
hay una sohreexaltación de la sociedad civil como un perciben en el campo de la diversión juvenil la inter-
todo homogéneo y un a priori democrático. Hay una sección de los elementos que atentan contra el orden
especie de resistencia a considerar que un movimiento establecido y fomentan las más bajas pasiones".
en contra del aborto, de la homosexualidad, sean tam- Lo que interesa enfatizar aquí no es sólo la persisten-
bién movimientos sociales que parten de esa misma cia sino el fortalecimiento de un discurso que asume
sociedad civil. que los cuerpos "normales" son aquellos que expresan
y es precisamente el principio de heterogeneidad una heterosexualidad controlada e híperconsciente que
social el que mejor permite entender los conflictos por está siempre amenazada por el alcohol, la droga, las
la moral pública que suelen darse entre grupos sociales prostitutas, los homosexuales, las lesbianas, los proa-
con relaciones de poder asimétricas, donde el Estado, bortistas y toda una gama de "identidades desviadas"
a través de sus instancias de gobierno, actúa, por lo ge- que atentan contra un modelo de control.
neral, como árbitro, buscando la conciliación de los in- El bíopoder que confisca los cuerpos por vía de la sa-
tereses públicos en conflicto. tanización de todo aquello que escapa a la representación
Sin embargo, con el avance formal de la derecha,
los grupos más conservadores "sehacen gobierno" y tien-
42 Es importante señalar que en la medida en que el rock se
den a trasladar al espacio público los parámetros y valo- convierte en una industria millonaria y diversificada (ropa, artefac-
res de una moral privada. Operación que apela a un tos, carteles, calcomantas y estilos de vida), el conflicto pasa a airo
discurso "natural", "supraterrenal'', autoevidente: Dios, la nivel de resolución, ya que no es lo mismo enfrentary controlar a los
grupos de jóvenes que a un mercado globalizado y en expansión. Los
familia, las buenas costumbres, los valores de la llamada conflictos políticos se vinculan cada vez más al mercado.

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ROSSANA REGUIllO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

del propio grupo en vez de fortalecer la asunción crítica invisibiliza la diferencia de género. Salvo honrosas ex-
de la identidad, no puede sino engendrar ciudadanos cepciones, no se ha problematizado suficientemente el
temerosos y sumisos. "¿El amor al prójimo de los de- hecho de que los grupos y colectivos juveniles, estén
fensores de las 'buenas costumbres' termina ahí donde formados en su mayoría por varones, provocando que
empiezan sus terrores?" (González, 1993). Las pregunta, cuando hay presencia femenina, ésta sea subsumida
a plantearse aquí, pasan por los modos en que los co- por un enfoque general que no atiende a las diferen-
lectivos juveniles se apropian para reproducir o im- cias de participación, representación y expresión entre
pugnar estos discursos y en la experimentación ele ellas y ellos.
cambios en relación con una vivencia democratizadora Aceptar que en los acercamientos a las culturas juve-
del propio cuerpo. niles ha dominado una lectura que ha problematizado de
manera insuficiente la diferencia politico-cultural del
El género, una deuda pendiente género, es el primer paso hacia la construcción de un
conocimiento que devele las desigualdades y desniveles
El género en tanto concepto relacional ha permitido
socialesengendrados por la diferenciasexual. Pero, si por
visualizar las diferencias socioculturales entre los sexos
mala conciencia o por la preocupación honesta, pero po-
y ha señalado de múltiples modos lo asimétrico de esta
co reflexiva, de avanzar en el conocimiento, los estudios
diferenciación. No se trata de pensar el género como una
sobre las culturas juveniles caen en la trampa de trasladar,
noción clausurada, con bordes perfectamente delimita-
sin más, su mirada hacia las mujeres jóvenes sin con-
dos, sino por el contrario, como un campo de intersec-
siderarlas en su contexto relacional con los hombres,
ciones donde lo biológico despliega con mayor nitidez
se corre el riesgo de mantener "la actual opacidad de la
su uso politico-cultural.
comunicación intersexual" (Heller y Fehér, 1995).
Si las culturas juveniles han hecho su entrada al uni-
Así como en los últimos años se ha logrado un
verso de los estudios socioculturales, sólo hasta hace
avance importante al desubstancialízar la categoría de
pocos años, los y las jóvenes, como diferenciación ge-
identidad, adoptar una perspectiva de género supone
nérica, es decir necesariamente relacional, representan,
un trabajo intenso por desubstancializar lo femenino y
salvo excepciones, una incógnita por despejar.
lo masculino, al colocarlos en la perspectiva de la dife-
Con frecuencia y en un tono bastante cercano a "lo
rencia cultural y en su dimensión relacional. .
politicamente correcto" se señala la ausencia de refle-
En torno de las identidades juveniles hay tres di-
xión y estudio sobre las mujeres jóvenes y se ignora
mensiones que, vinculadas a la perspectiva de género,
que la gran mayoria de los estudios producidos hasta
permiten develar en su análisis la percepción, valora-
ahora, por lo menos en América Latina, tampoco han
ción y acción diferencial entre los jóvenes, análisis que
reflexionado sobre los hombres jóvenes. Es decir, en la
debe ser anclado empíricamente. Estas climensiones
literatura disponible se tiende a una generalización que

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ROSSANA REGUlllO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

son: el discurso, el espacio y la interacción. Un esque- una crítica a los presupuestos tácitos en relación con una
ma posible para el análisis es el siguiente: biopolitica que ha logrado "naturalizar" la superioridad y
el dominio masculino.
Es sólo la observación empírica de las identidades
ingrup I
Análisis Colectivo N juveniles en diálogo con el contexto sociohistórico y cul-
outgrup
tural en el que están inmersas, la que permite revelar los
(Campos) Discurso Espacio Inter-acción
..__ ._...- 1---- .._._ .... - cambios y las persistencias culturales no sólo en relación

~
-
~
Representaciones Uso y percepción Prácticas y
diferenciales diferencial del participación
con el género. Pero, en este caso, es doblernente impor-
espacio diferenciales tante en la medida en que la inequidad, no la diferencia
Ellas/ellos Ellas/ellos ellas/enos
_. -l--.
de géneros, exige una vigilancia para no "transformar, sin
Política otra forma de proceso, en problema sociológico el proble-
1 - - - - - - .- . .. _-----
Consumo ma social planteado por un grupo dominado" (Bourdieu,
.. . __ ..-
1996). Esta operación lleva a esencializar la identidad
Religión
.. .- femenina en el intento por hacerla salir de su invisibili-
Sexualidad dad, 10 que puede resultar tanto o mas grave que haber
ignorado la diferencia o haber aceptado los patrones de
medición de un mundo centralmente masculino.
Se trata entonces de "hacer hablar" la diferencia de
género tanto al interior como al exterior" del colectivo Hacer hablar los cuerpos
estudiado, a través de la selección de campos pertinentes
La biopolltica es, pues, un elemento de control y
(política, consumo, arte. etc.) que comportan sistemas
clasificación social, que hoy se expresa de maneras di-
de acción y representación diferenciados que se expresan
versas que van de la normalización mediante decretos
en los distintos espacios por donde transitan los actores
sociales. Decir y aceptar la diferencia (que no la desi- uniformadores, hasta la "levedad" del mercado.
gualdad) no equivale a "practicar" la diferencia. Y de lo La sociedad incrementa los dispositivos de vigilan-
que se trata es de entender si los y las jóvenes en el co- cia sobre los jóvenes, sospechosos de darle forma a las
"pluralidades confusas, huidizas" (Foucault, 1979). El
mienzo de un nuevo siglo, han sido capaces de generar
encuentro (no sólo entre los jóvenes) es peligroso por-
- - - - - _... _ - - - - - - - - - - - . que confiere el sentimiento de pertenencia a un gran
43 la necesidad de hacer análisis ql1e exploren las representa- cuerpo colectivo capaz de impugnar a los poderes. Por
ciones tanto del grupo de pertenencia como de los "otros", se funda- ello, el biopoder busca descolectivizar: "a cada indivi-
menta en un principio socioantropológico que señala que los actores
sociales tienden a elaborar una autopresentación positiva y una presen- duo su lugar; en cada emplazamiento un individuo"
tación negativa del otro. A este respecto ver a Teun van Dijk (1996). (Foucault, 1979).

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ROSSANA REGU1LLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

Los jóvenes son peligrosos porque en sus manifes- Leer las prácticas juveniles
taciones gregarias crean nuevos lenguajes, y a través de En suma, se trata de acercarse a la comprensión de
esos cuerpos colectivos, mediante la risa, el humor, la las identidades de los jóvenes a través de sus prácticas
ironía, desacralizan y, a veces, logran abolir las estrate- y discursos bajo dos dimensiones: la snuacional" y la
gias coercitivas. contextual-relacional.
En las sociedades contemporáneas, pese a las conquis- La dimensión situacional permite:
tas democráticas y al indudable avance en la aceptación a) el análisis intragrupal de colectivos especificas y
del cuerpo, se castiga el exceso, de palabras, de gestos, aun de los elementos extragrupales relevantes para la
de sonrisas. Los niños y los jóvenes, metáforas del exce- conformación del perfil del colectivo estudiado;
so, son disciplinados poco a poco, hasta que asumen el b) el análisis de las diferentes adscripciones identi-
caminar huidizo y silencioso de los "buenos" cuerpos tarias que se expresan en un contexto sociocultural
ciudadanos. particular.
El espacio se segmenta para los cuerpos clasificados: La dimensión contextual-relacional, hace posible:
arriba, el gesto político que se asume superior; abajo, el a) ubicar los elementos políticos, económicos, cul-
cuerpo del pueblo, al que se le permite de vez en vez, una turales y sociales, en tanto condiciones para la emergen-
inversión carnavalesca del poder. Afuera, los cuerpos ex- cia, expresión y mantenimiento de ciertas identidades
pulsados, adentro, los cuerpos asépticos y domesticados. sociales.
Las clasificaciones elaboradas por la biopolitica de- b) el diálogo abierto con la memoria histórica de
vienen exclusiones, de ahí. que en el movimiento de los procesos, que permite entender las continuida-
respuesta, muchos jóvenes busquen impugnar a través des y las rupturas, evitando el riesgo de la "ficción so-
de sus prácticas y del uso del cuerpo ese orden social ciológica" .
que los controla y excluye y, de maneras no explicitas, Moverse en estos planos simultáneamente es un
muchos otros se esfuercen, pese a su encanto por el buen antídoto contra la tentación de una rnicroetno-
mercado, por transformar el "lugar común" del consumo grafia que elude las relaciones de fuerza objetivas que
en un "lugar significado". operan en una situación de interacción y, al mismo
Atender las dimensiones de la biopolitica no es sólo
develar los mecanismos de control, exclusión y domi-
nación, sino también hacer salir de su "clandestinidad" ........ Cabe aquí señalar las críticas formuladas por Bourdieu
(987), por Gilberto Girnénez (997) y por Renato Oni~ 0.999) a
los dispositivos a través de los cuales los cuerpos juveni- propósito del ínreraccionismo simbólico, al q.ue s~ele 3trt?UlrSe un
les subvierten el orden programado. Permite entender papel directamente productor del orden SOCial, sm consl~erar, en
a las identidades juveniles en el entramado complejo y palabras de Bourdieu. las relaciones objetivas que determinan (yo
diría, "configuran"), las Formasde mteracdon. Ver especialmente G.
múltiple de sus interacciones. Giménez (I997).

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ROSSANA REGUlU.O CRUZ

tiempo, contra un rnacroanálisis que tiende a confun- CAPiTULO 4


dir los "indicadores" con los actores. DE MÁSCARAS, TRIBUS Y RITUALES,
los jóvenes existen, más allá de las estadísticas que ETNOGRAFIAS y OTROS
los reducen a un rango de edad, o de los aparatos de TEXTOS NÓMADAS
vigilancia y control que los reducen a comportamiento.
Existen a través de la relación múlüplemerue mediada
que una sociedad particular establece con sus miern-
y si la juventud simboliza no es por la tramposa
bros; a través de las representaciones que la sociedad operación del mercado sino porque ella condensa,
elabora sobre los "buenos" y los "malos" jóvenes; existen en sus desasosiegos y desdichas tanto como en
a través del sistema politico-jurídico que les otorga un sus sueños de libertad, o en sus complicidades
"lugar" y les demanda unas prácticas; existen, a través de! cognitivas y expresivas con la lengua de las
discurso que el mercado elabora sobre y para ellos. tecnologías, claves de la mutación cultural que
Por eso, tal vez, los jóvenes intenten con sus colec- atraviesa nuestro mundo.
tivos, con sus grupos de pertenencia, con sus comuni- JESÚS MART!N BARBERO (1998)
dades de sentido, existir a través de ellos mismos. Al
desmontar críticamente el sistema complejo que los
construye como jóvenes, encontraríamos que bajo esa Dramatizar la identidad
denominación o categoría no se oculta ninguna "esen- Uno de los elementos más característicos de las cultu-
cia", sino que, en todo caso, en ella habitan hombres y ras juveniles es e! que puede englobarse bajo la denomi-
mujeres que intentan construirse a partir de su relación nación "socioestética", que busca nombrar la relación
con los otros y afirmarse en el mundo. entre los componentes estéticos y el proceso de simbo-
lización de éstos, a partir de la adscripción a los distintos
grupos identitarios que los jóvenes conforman.
El vestuario, el conjunto de accesorios que se utilizan,
los tatuajes y los modos de llevar e! pelo, se han converti-
do en un emblema que opera como identificación entre
los iguales y como diferenciación frente a los otros.
No se trata solamente de fabricarse un "look", sino
de otorgar a cada prenda una significación vinculada al
universo simbólico que actúa como soporte para la
identidad. Puecle decirse, sin exagerar, que no existen
identidades juveniles que no reinventen los productos

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ROSSANA REGUILlO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

ofertados por el mercado para imprimirles a través de concepto de "acción dramatúrgica" de Habermas (1989),
pequeños o grandes cambios, un sentido que fortalezca y la elaboración de Goffman (1981) a propósito de la
la asociación ohjeto-símbolo-identidad. presentación de la persona en la vida cotidiana.
En términos analiticos, ello significa que tanto los El supuesto central es que toda identidad necesita
objetos como las marcas corporales no pueden ser en- "mostrarse", comunicarse para hacerse "real", lo que im-
tonces interpretadas al margen del grupo que les da plica por parte del actor individual o colectivo la "uti-
sentido, como si se tratara simplemente de una moda lización" "dramatúrgica" de aquellas marcas, atributos
o un patrón "inocente" de repetición generalizado. In- y elementos que le permitan desplegar su identidad.
dudablemente, en la frecuentación de determinado tipo En un contexto con fuertes tendencias homogenei-
de bienes materiales y simbólicos, los dispositivos zadoras y en una sociedad que ha ido suprimiendo los ri-
publicitarios juegan un papel clave, sin emhargo, una tos de pasaje y de iniciación", pero que exacerba la dife-
explicación unívoca por esta vía resulta insuficiente renciación y segmentación entre los grupos de edad, a
para captar esas operaciones de sentido con que los ac- través del sistema productivo y de las fuerzas del mer-
tores juveniles recrean estos bienes. En esta misma di- cado, y de manera particular, a partir de una crisis en
rección, Michel de Certeau (1996) señalaba que la gente las "instituciones intermedias?", incapaces por distintos
tiende a "marcar" los objetos para imprimirles a través motivos de ofrecer certidumbres a los actores sociales,
de un uso diferenciado su propia huella.
Los objetos, las marcas y los lenguajes corporales,
46 la función de estos ritos es la de marcar y separar dos estados
los sociolectos, la relación con el espacio y el tiempo, no sociales distintos, operan como un tránsito hacia una nueva situa-
son materiales desechables en el análisis de lasidentida- ción y les confieren a los participantes iniciados los atributos de su
des sociales, especialmente en las identidades juveniles. nueva posición, A 10 largo de la historia, estos ritos han tenido un
valor fundamental para conferirle al actor social la certidumbre de
Por el contrario, se trata de componentes fundamenta-
lo que el grupo, la institución, la sociedad, espera de él En la vida
les ya que ayudan a "completar" la autopresentación contemporánea estos ritos han sido poco a poco abandonados. Pum
que los actores ponen en escena con el fin de "hacerse una discusión más amplia ver Van Gennep (1960), Turner (1988) y
reconocer" como únicos y distintos. Alberoni (1984).
47 Para Berger y Luckmann (1997; 124), una de las tareas de las
A este proceso de "hacerse reconocer", le llamo "dra- instituciones es la de "acumular sentido y ponerlo a disposición del
matización de la íderuidad'<, formulación que retoma el individuo, tanto para sus acciones como para toda su conducta de
vida". Para ellos, las instituciones intermedias. "miran 'hacia arriba',
en dirección a las grandes instituciones, y 'hada abajo'. en dirección
~5 A esta fortuulacíon arribé a través de un largo y diferenciado de la existencia del individuo. De este modo no sólo transmiten
trabajo de campo con colectivos juveniles y distintos movimientos reservas de sentido desde 'la cima' hacia la 'base', sino además, tal co-
sociales. Un primer esbozo de este intento por conceptualizar una mo lo sugiere la idea de sociedad civil, desde la 'base' hacia 'arríba'",
dimensión, que me parece central en el análisis empírico de las La [unción de estas instituciones es la de contribuir a la negociación
identidades, se encuentra en R. Reguillo (1994). y objetivación del sentido.

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ROSSANA REGUIU.o CRUZ Emergencia de culturas juveniles

las culturas juveniles han encontrado en sus colectivos la denominación "generación X", que peligrosamente
elementos que les permiten compensar este déficit sim- saltó del titulo de una novela del canadiense Douglas
bólico, generando diversas estrategias de reconocimiento Coupland (Gencration X", publicada en 199]) a una
y afirmación, entre las que se destaca el uso de objetos, "categoría" que ha servido para definir el nihilismo. el
marcas y lenguajes particulares. consumismo, la depresión profunda y la renuncia al fu-
En el uso selectivo de los objetos que hacen los jóve- turo de los jóvenes de los sectores acomodados de Nor-
nes, hay un acto de apropiación del sistema de produc- teamérica pero que penetró rápidamente las fronteras
ción de formas estéticas. Siguiendo a De Certeau (I996), nacionales y sirvió como un discurso post Jacto para
puede decirse que estos jóvenes usuarios "trafican con justificar el tamaño del desinterés, la desarticulación y el
y de la economía cultural dominante (...) para inscribir desencanto de los jóvenes en los tempranos noventa:
en ella sus intereses y sus reglas propias". universitarios. yupies o empleados a tiempo completo co-
El riesgo es sin embargo, atribuir a estos elementos mo bijas de familia "porque qué flojera o no hay trabajo".
el valor de una accesibilidad directa a las identidades El propio Coupland, en una critica al uso de lo que
sociales. La dimensión expresiva no agota la identidad. él denomina las "palabras-comodín" más explotadas
de los primeros noventa ("generación X", "slacker"y "grun-
En el terreno ge"), señaló:
En la década de los ochenta, para los jóvenes de los
sectores populares, el grupo de pares servía para cobijar "Los problemas comenzaron cuando los analistas
bajo un manto homogéneo las diferencias individu'-les de todas partes comenzaron a aislar pequeños de-
y ofrecer el efecto ilusorio de un nosotros compacto que mentas de la vicia de mis personajes -su manera
se convertía en el punto de llegada y salida de las visiones irreverente de manejar problemas o su juicio con-
elel mundo; el barrio transformado por complícados tra el statu quo- y los inflaron para representar a
mecanismos rituales de bautizo en territorio apro-
piado representaba el "tamaño del mundo"; la iden-
48 Al inicio de los ochenta mlly Idol formó una banda de rock
tidad colectiva hundía sus raíces en el territorio que punk llamada precisamente "Generaucn X'-, Coupland ha negado
servía simultáneamente como frontera que delimitaba alguna relación entre el título de su vendido libro y el nombre de
lo interior-propio con lo exterior-ajeno. aquella banda. Años después de la aparición de su exitosa novela,
Coupland dijo que el título provenía de un texto del sociólogo "aul
Mientras que para los jóvenes de los sectores me- Fussell. acerca de la estructura de clases norteamericana: ·" ...en ti,
dios y altos, los ochenta fueron una "década perdida". Pusell. denominaba X a una cntegorta de personas que deciden bajar-
Herederos del desencanto político, del descrédito de se del carrusel del dinero y del estatus. el dinero y el ascenso social
que habitualmente define la vida moderna. Losciudadanos de X, tentau
las grandes banderas, muchos ele ellos cómplices invo-
mucho en común con mis personajes socialmente desenganchados"
luntarios de relatos paralizantes, adoptaron a posterior! (Coupland, 1996).

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ROS5ANA REGUILLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

toda una generación ...Los X fueron etiquetados de manifestaciones, señalan un desplazarrncutc de la noción
monstruos. Sus pmtestas se volvieron quejidos, su de identidad referida allorus hacia la de adscripciones
mesuración pereza, y su lucha para encontrarse a Identitarias. cuyos referentes se articulan en torno a los
si mismos se volvió apatia (...) los X fueron total- más variados objetos. Se trata de adscripciones móvi-
mente empaquetados desde el principio, lo que es les, efímeras, cambiantes y capaces de respuestas ágiles
terrible (...) Ahora que nos hemos librado del pe- ya veces sorprendentemente comprometidas, como se
sa de la X, ¿qué hacer?, bueno, todavía resulta una verá más adelante.
buena política rebatir etiquetas". (Coupland, 1996) En estos desplazamientos continuos lo único que
parece permanecer constante es el "desencanto cínico"
Si algo señala con claridad este cuestionamiento es como forma de respuesta ante la crisis generalizada
precisamente el problema que representa un conocimien- que se condensa en la expresión: "no creo, no se puede
to que se contenta con las etiquetas y las generalizaciones y sin ernbargo.;", que los mantiene en el cuestionamien-
a partír de la fragmentación de los rasgos de identidad. to del sistema, sin fatalismos pero sin excesivo entusias-
De distintas maneras los jóvenes han replanteado sus mo; con una mueca socarrona que a través del humor
visiones, y el panorama del siglo que comienza presenta y la ironía se burla y señala los puntos de conflicto en
diversas tensiones que no pueden abordarse de manera espacios públicos limitados: el barrio, el concierto, el
general. Aun a riesgo de reducir la complejidad que pre- fanzine, el muro, la pequeña manifestación, la fiesta.
sentan hoy las diferentes [armas de agregación, organiza- ¿Cuáles son y cómo se articulan las distintas formas
ción y adscripción identitaria ele los jóvenes, se analizan de respuesta juvenil, por dónde pasan los procesos de
distintas identidades juveniles que, por supuesto, no agregación social para los jóvenes, cuáles son los proyec-
agotan el espectro de la diversidad de las formas de ads- tos y las utopías que los mantienen, que los agrupan y
cripción ideruitaria que habitan el espacio público". los enfrentan a otros jóvenes y al sistema, cuáles los iti-
La crisis generalizada y los cambios introducidos nerarios, las prácticas y las fonnas en las que se articulan
por la globalízación y la especificidad local de sus al tejido social? Más que evaluar su desempeño desde
un conjunto de parámetros preestablecidos, se trata de
49 El material analizado proviene de distintos momentos de comprender desde sus propios ritmos y espacios las di-
trabajo de campo que fue realizado entre 1996 y 1999. Se utilizaron námicas particulares que configuran sus percepciones
diferentes instrumentos metodológicos, desde la observación parti- del mundo y sus prácticas.
cipante hasta los grupos de discusión. La inmersión en los territorios
juveniles, la calle, las reuniones, las fiestas y conciertos, las entrevistas
En las siguientes páginas se presentan relatos etno-
con integrantes de los diferentes grupos, yel acceso a documentos gráficos de diferentes formas de adscripción ídentitaria
elaborados por los propios jóvenes, fue un largo proceso de investiga- juvenil: los anarcopunks, los taggers, los raztecas y los
ción que ha hecho posible seguir de cerca las mutaciones identitarias
ravers, Las dos primeras, representan las antípodas en
entre los jóvenes.

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ROSSANA REGUILLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

el modo de experimentar y ubicarse en el conflicto ur- cuyas expectativas, en general, no iban más allá de la
bano; las dos últimas, prefiguran las opciones de futu- sobrevivencia cotidiana en los límites espaciales y sim-
ro en un mundo incierto. Las cuatro formas apuntan al bólicos del barrio. Desertores tempranos de la escuela
centro de la crisis de la modernidad. (por dificultades económicas de! grupo familiar o por
la inhabilitación por consumo de drogas) y sin posibi-
El anarquismo revisitado o el punk es algo lidades de insertarse en e! mercado laboral, primos o
más que un estado de ánimo parientes cercanos de migrantes a Estados Unidos, mu-
Cada año, desde 1995, los jóvenes anarcopunks chos de ellos hijos e hijas de policias y de obreros no
mexicanos realizan un congreso político-musical. Alre- calificados, encontraron en la banda una forma de re-
dedor de la música se congregan, en una ciudad distinta sistencia ambigua: sobrevivir a un futuro que no llegaba,
cada vez, para discutir en torno al Estado, la Iglesia, los esperando sin esperar nada".
partidos, la intolerancia, e! arte, la cultura. El sentido de Es en ese contexto en e! que e! discurso y la cultura
estos encuentros se teje en torno a las bandas de música punk empiezan a configurar una nueva oferta identitaria
que existen en todo el país}' cuyos nombres --elocuentes-- para los y especialmente las jóvenes de los sectores mar-
son ya una forma de critica y expresan la vinculación ginales, que sin negar nada de lo anteriormente descrito,
estrecha entre la música y la ideología punk: "Fallas del se distancia de la banda en relación con la cultura políti-
sistema", "Lucha autónoma", "Visión caótica", "Boicot" y ca y con una propuesta de acción. El futuro gris, incierto,
"Pinches farsantes", entre otros. negado, se avizora, por primera vez en años, como una
El movimiento punk", surgido en Inglaterra en los posibilidad y siempre en relación con la propia acción.
primeros anos de los setenta, se vuelve una opción, en "Si no actúas, no hables", reza el lema punk.
los ochenta, para los jóvenes de los sectores populares En los noventa, los jóvenes anarcopunks de! conti-
urbanos en México que, o bien habían pertenecido a nente van a agruparse en torno a lo que ellos denominan
las bandas o tenían en este tipo de grupos casi la única cinco principios básicos: "ni principia de autoridad, ni
salida posible. patriarcado, ni capital, ni Iglesia, ni Estado".
Las bandas juveniles (que siguen siendo una alter-
nativa para muchos jóvenes en el país) tuvieron su me- Que todos opinen... del principio de autoridad a la
jor momento en la segunda mitad de los ochenta y autodeterminación
aglutinaron a miles de jóvenes de entre l3 y 28 años "...Los poderosos están en el poder porque son oje-
tes y son también inteligentes, tenemos que reconocer
---- ---~ .._ - - - - - - - -
SOUn texto que ayuda a comprender tanto el contexto como la
dinámica del movimiento punk, es el de Francisco Satué (1996) 51 Para un análisis más detallado de estos elementos ver R
Scx pis/ols. El orgullo ptmk. ' Reguillo 0991, y especialmente la versión revisada de 1995).

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ROSSANA REGUJUO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

que es gente que sabe mucho y sabe dominarnos c..) El anarcopunk propone una sociedad civil autorgani-
por eso nosotros tenemos que estudiar. ..". Este es un zada, sin partidos y federada. Para que esto sea posible
análisis político del colectivo "anarcoautonomista punk". hay dos condiciones: de un lado el que cada quien sea
Atentos al acontecer político del que se informan a dueño de su propia vida, y de otro lado, el que cada ser
través de la prensa y de la radio, "porque la televisión es humano se desarrolle libremente. Estas dos condiciones
una mierda que presenta los intereses de quienes están están estrechamente vinculadas con la educación, una
en el poder", los punketos consideran que las luchas por educación que no frene sino que impulse el desarrollo
el poder son lo más preocupante en el terreno político. libre y creativo de las personas, que no sea manipulada
No hay alternativas, ya que los grupos que pelean por "por los intereses de la clase que nos domina".
el poder son siempre las mismas cúpulas con intereses Aletargados por una crisis que no acaba y por la som-
económicos.
nolencia de las drogas duras, los antecesores de los
Para los punks, la palabra neolíberalismo es otro de punks -los chavos de los barrios-, no veían en la edu-
los nombres del capitalismo que crea miseria y que no cación ninguna alternativa a sus condiciones cotidianas
puede crear bienestar para todos. Su análisis es con- de existencia. Educación era sinónimo de escuela y es-
tundente: "dicen que este es un gobierno para todos y cuela sinónimo de inalcanzable por los factores a los que
hasta ahorita todavía hemos visto que es un gobierno ya se ha hecho alusión. Hoy los punketos proponen
que es para un minigrupo de oportunistas que se si- como una condicíón para la acción la necesidad de de-
guen llenando los bolsillos a raiz de todo el pueblo". sarrollar las capacidades y cualidades de sus integrantes
El problema politico radica, para los punks, en un y, para ello, están dispuestos (hasta) a "transar" con el
sistema que se apoya en el principia de autoridad que sistema, "porque necesitamos abogados dentro del mo-
ellos entienden como dominación. En tal sentido la vimiento, por ejemplo ahora con lo de la reducción de
lucha electoral no aparece como una alternativa viable. la edad penal". Pero no centran sus expectativas en las
"Los punks no votamos, no encontramos para qué", instituciones educativas, para ellos la educación tiene
señalan. una dimensión que rebasa el ámbito escolar, de ahí que
Losjóvenes de los sectores marginales, considerados proliferando por todo el pais emergen los llamados
por los partidos políticos apenas como botin electorero "squads" (cuarteles) y grupos de discusión y estudio
para tiempos de secas, no contemplan con demasiado que 10mismo revisanun comunicado zapatista que un li-
entusiasmo ni a los partidos políticos ni a la democracia bro de poesía. El sentido de estos grupos es el de generar
electoral. A ese sentimiento difuso de descrédito fun- espacios de interlocución, que acaben con "la ignorancia
damentado, el punk le pone contenido: los partidos que estanca", donde todos opinen y esto a su vez posibi-
políticos no sirven y las elecciones son un circo al que lite una participación informada y comprometida.
hay que asistir ritualmente.

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ROSSANA REGUllLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

Ellas están hartas y ellos... entienden El punk se constituye en una alternativa. Losjóvenes
Pese a que la banda generó espacios de participación adscritos a estos grupos encuentran en "el patriarcado"
horizontal muy importantes a través de complicados yen el machismo el principal mecanismo de dominación
mecanismos de distribución y ejercicio del poder, re- de! sistema. Para ellos, la familia es como un Estado en
produjo hacia su interior estructuras de dominación y pequeño, la familia es opresiva y es donde se estable-
de reproducción de valores sexistas. Los "machines" cen las formas de dominación del hombre sobre la mujer.
han sido siempre varones y en general la banda es una A partir de este análisis básico, el primer paso hacia un
agrupación centralmente masculina. Es verdad que mundo diferente basado en la fraternidad y en la igualdad
muchas jóvenes se agruparon en bandas todavía más se propone abolir las relaciones machistas.
duras que las masculinas, en la medida en que en este En los colectivos punks todavía es inferior el número
caso había que reivindicar una triple opresión, la con- de integrantes mujeres, sin embargo es notoriamente
dición socioeconómica, la de ser joven en un mundo mayor que en otros grupos juveniles y hay cambios
de adultos y la condición femenina. las bandas mixtas cualitativos en el modo de inserción.
no lograban sobrevivir más allá del tiempo que dura- la diferencia fundamental con otras formas de ads-
ban los primeras batanas por e! derecho a la posesión cripción identitaria juvenil, no sólo con respecto a las
de "las mejores chavas". las mujeres han sido lindos relaciones de género, está en la crítica y en la búsque-
motivos para e! tatuaje en honor a la virgen, la madre, da de soluciones que encarnan en las rutinas y en las
la novia; motivo de inspiración para una huena rola y, relaciones cotidianas.
en muchos casos, herencia indiscutible que venía jun-
to con el territorio y que se defendía junto con éste de Del fatalisnlO religioso a la impugnación
cualquier intromisión extraña. Junto al Estado, la Iglesia católica representa para los
No debe olvidarse que el entorno en e! que florece jóvenes punks una poderosa institución de opresión, que
la banda es el de la pobreza y e! de la crisis estructural. fomenta las relaciones de dominación al manipular a
Así, puede decirse que en términos generales para las las personas a través ele la fe.
jóvenes escritoras de prosa y poesía, para las artistas de La claridad con la que se expresan en torno a este
la pared o graffiteras, las cantantes de rock o simplemen- tema amerita una transcripción textual a varias voces,
te para aquellas que han buscado en el grupo de pares que no traicione el sentido de la crítica punk a la Iglesia:
alternativas de identificación, no ha habido demasiadas
opciones: o se resignaban a ser las "mujeres de los ma- "La Iglesia católica es un negocio más, es una em-
chines" o formaban sus propios grupos, enfrentando presa. El Vaticano tiene la tercera reserva mundial
además del hostigamiento de las instituciones de control, en oro más grande del mundo, tiene empresas y
el de sus propios compañeros. tiene toclas las iglesias ele Latinoamérica y de otros

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ROSSANA REGUILlO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

países que mandan sus cuotas al Vaticano. Es una presente como posibilidad de acción y, con él, la no-
institución que está aliada a la gente que tiene el ción del futuro que les había sido incautada.
poder para controlarnos. la resignación, el 'pon
la otra mej illa' y en el 'aquí sufres mucho pero Del harrio a un mundo sin fronteras
no importa porque en el cielo vas a tener una vi- Al punk, al igual que a la banda, se ingresa por con-
da muy buena, vas a tener todo' y todas esas co- lactas con hermanos mayores, primos o amigos, a través
sas que son para que la gente no haga nada aho- del intercambio de música y de publicaciones subtctrá-
ra, en su presente. Siempre en el futuro las cosas neas, los llamadosInnzines o revistas de haja producción.
van a mejorar. Eso es una manipulación porque No hay un proceso de "reclutamiento" y cada quien se va
te hacen olvidar el presente y te hacen olvidar que sumando según sus ganas y sus posibilidades.
el futuro se construye en el presente. Entonces si La composición de los grupos de punks en México
ahorita no hacemos nada, si ahorita no cambia- es bastante homogénea, sus integrantes provienen de
mos, el futuro va a ser lo mismo. La gente que barrios "muy jodidos, muy marginales", según su propia
va a la iglesia ha olvidado el sentido de su vida, descripción.
ha olvidado la diversión, la creatividad, cosas que Es en relación con el harria donde aparece uno de los
son chingonas y hay un dogmatismo y una enaje- principales cambios en torno de los constitutivos iden-
nación bien cabronas..." tirarios de los jóvenes de los sectores marginales.
El barrio, el territorio, el lugar simbólico cargado de
Más allá de los contenidos y la critica concreta a la significaciones, si bien ha constituido un elemento
institución, hay en la producción discursiva de los punks fundante para el surgimiento de grupos juveniles, tam-
un cambio fundamental con respecto al eje temporal. bién ha operado como un freno para la organización.
Los jóvenes de los sectores marginales se ruante- En la nota roja son todavía frecuentes (aunque cacla vez
nían dentro de un presente perpetuo en el que se po- menos) las noticias de enfrentamientos entre grupos de
día flotar sin mayores cuestionamienros. A la manera del jóvenes de barrios distintos.
lema de alcohólicos anónimos ("hoy no tomo"), el dis- Fueron infructuosas las llamadas que hicieron repeti-
curso de estos jóvenes estaba montado sobre la difícil damente algunos de los líderes de las bandas para frenar
afirmación "hoy, ya la hicimos". El mañana siempre las batallas campales por el control de un territorio,
aparecía como una incógnita por la que no valía la pe- apelando a un sentimiento de unidad que los jóvenes
na interrogarse. no podían experimentar porque su mundo y su idea
Al desmontar los argumentos -a través de la cri- de ciudad estaban restringidos a un barrio especifico.
tica- de los discursos dominantes del sistema político, Muchos han ido a dar a la cárcel, más que por robos o
de la familia, de la Iglesia, los jóvenes recuperan el consumo de drogas, por herir o matar a otros jóvenes

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ROSSANA RFGUILLQ CRUZ Emergencia de culturas juveniles

con armas blancas o, como ellos dicen, "por alfilerear cada vez es más frecuente encontrar entre jóvenes pre-
(acuchillar) a un hato (joven) del otro harria que se pasó paratorianos y universitarios de clase media, los tintes
de lanza (listo)". de colores verde, naranja, morado y rojo, que fueron
El punk con su internacionalismo, su negativa a durante los ochenta distintivo casi exclusivo del punk
reconocer las fronteras y su vocación por las causas internacional), los grandes mohouk -el pelo parado
universales, logra que muchos de los jóvenes que ya en picos- son propiedad exclusiva de los punks. En
experimentaban e! ahogo de! espacio restringido, tomen cuanto al vestuario no hay propiamente reglas pero es
distancia y reconozcan, como señala un informante, notoria en este momento la influencia que ha tenido e!
que "eso de los territorios son puras pendejadas, esas estilo "industrial?" en su indumentaria, las botas de
divisiones están haciendo que la gente se enfrente, no se trabajo, cinturones de seguridad y los overoles hacen
puede delimitar a la gente a un espacio. Hay que rebasar pensar en los obreros de una fábrica. Las mujeres uti-
la idea de un barrio nada más. En eso somos distintos lizan el mismo tipo de vestuario y accesorios, aunque
a los cholos, por ejemplo, que siguen bien aferrados". es frecuente que los pantalones sean sustituidos por
apretadas minifaldas negras y chamarras.
La estética de la inconformidad y los consumos no Mientras que otros grupos juveniles otorgan discursi-
sólo culturales vamente una importancia fundamental a la apariencia,
Los patrones estéticos entre los jóvenes han jugado los punks entrevistados parecen minimizar estos elemen-
un pape! fundamental como elementos de identificación tos y decir que lo punk no es externo sino que es una
y diferenciación, no sólo con respecto al mundo adulto, actitud de vida, se puede parecer punk pero no serlo,
sino entre ellos mismos. o al revés. Al insistir sobre estos aspectos y pedirles in-
Entre los jóvenes, la tendencia a distinguirse de otros terpretaciones sobre su apariencia, reconocen que hay
grupos de pares mediante ciertos usos estéticos y a través
de marcas simbólicas específicas, se desplaza ahora hacia
una diferenciación que tiene como plataforma central 52 Movimiento musical y cultural aparecido en la segunda mi-
tad de los ochenta, que recrea a través de la música, del ambiente y
lo que, a falta de un concepto más pertinente, se deno- del vestuario los valores asociados a la industrialización: sonidos
mina "consumos culturales", es decir, a partir de su rela- metálicos y de repetición en serie, ropa de obrero, distintivos de tra-
ción con productos culturales como la literatura, e! cine y bajadores de la industria como cierto tipo de zapatos, guantes, ove-
roles protectores, etc. Si el cholismo ha ostentado como emblemas
especialmente la música.
identitarios algunos elementos del viejo pachuquismo y con ellos se
Los punks comparten su gusto por la "perforaciones", ha tratado de reivindicar la identidad del trabajador mtgrante. los
en la oreja, en la nariz, en las celas y en los labios con strnbolos distintivos del industrial pueden pensarse en rérmtnos de
una recuperación de la identidad obrera. Los entendidos ubican al
taggers, ravers y con otros jóvenes sin clara adscripción
industrial como una de las raíces fundamentales del "techno" y de
identitaria. El pelo sigue siendo un distintivo (aunque los raves. Volveré sobre estos aspectos.

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ROSSANA REGUILLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

en ello una actitud de rechazo y de protesta, sin embargo de sus combinaciones. Un joven paga alrededor de 15
no hay mucha reflexión o elaboración sobre los signi- dólares por 1 gramo de coca, que luego puede transfor-
ficados de sus emblemas distintivos. A diferencia de los marse en "crak" que es una mezcla de coca, carbonato y
"cholos", que son portadores de un discurso simbólico agua, que se fuma en pipa; sus "fieles" reciben el nombre
complejo y compartido que asigna a cada una de las de "pipos" o "baserolos". Están también las llamadas "ro-
marcas distintivas un valor mágico-ritual. che 2" que son pastillas estimulantes (llamadas "pingas")
Uno de los libros favoritos de los punkis es 1984 de y los llamados "primos", que son cigarros mezclados a
Georges Orwell, En cuanto a los pensadores que reco- partes iguales de coca y mariguana.
nocen como inspiradores de su movimiento libertario No existe uniformidad con respecto a la opinión
y autonomista, aparecen menciones importantes a las punksobre el consumo de drogas, pero hay una tenden-
ideas politicas de Raúl Sendie, líder del Movimiento de cia generalizada a ubicar este asunto en la dimensión
Liberación Nacional del Uruguay (Tupa maros) y los personal de los sujetos. Uno de los informantes, que
mexicanos Flores Magón, Zapata y Villa. De manera más declara no consumir drogas, dice que "las drogas cons-
reciente, el discurso zapatista, representado por el sub- tituyen otra trampa de manipulación, de tenerte entre-
comandante Marcos, se ha convertido para los punketos tenido en algo que te crea adicción y que te perjudica.
en una importante fuente de análisis de la realidad. Pero si un chavo sabiendo esto y sabiendo lo que le
El punk no podría existir (prácticamente ningún puede pasar, quiere drogarse, es su elección libre. La
movimiento juvenil) sin la música. El género musical droga no es algo del punk, es algo social que pasa en
distintivo puede ubicarse en la aparición del punk rock todos lados".
con bandas como los Sex Pistols que evolucionó en poco La escena punk se ha fortalecido, cuenta con expe-
menos de seis años para dar origen al hardcore, que a rimentados líderes que transmiten sus saberes a las ge-
su vez ha derivado en muchos subgéneros musicales. neraciones más jóvenes que, poco a poco, se apropian, a
Pocos de los punks reconocen la adicción de algu- través de la música, de la ideología punk, hasta conver-
nos de sus miembros a cierto tipo de drogas. Entre las tirla en un credo político que les permite hacer la crítica
variedades del punk existe una corriente denominada del sistema.
straigh age que se define por su rechazo a las drogas y El vaciamiento de las instituciones se corresponde,
a los alimentos chatarra, y su posición ecologista. Sin quizás no en la misma medida, con la emergencia de
embargo, durante el trabajo de campo ha sido posible identidades que buscan maneras alternas de organiza-
detectar Una fuerte presencia de drogas, desde alcohol ción, formas de interacción menos autoritarias y espacios
hasta algunas más sofisticadas. para ensayar el compromiso.
Las drogas de uso común entre los punks son la ma- El que muchos jóvenes de los sectores populares
riguana, la coca y las anfetaminas y las que se desprenden encuentren en el punkismo una alternativa viable, no

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ROSSANA REGlJlILO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

agota su explicación en los ritmos, en las estéticas, postes, banquetas, anuncios espectaculares y en los
en el impulso gregario de los jóvenes; la estridencia de más increibles y aparentemente inalcanzables lugares,
sus músicas, la violencia de sus letras y la contundencia haciendo con ello ostentación de que no existe regla-
de sus análisis políticos se inscriben en el deterioro de mento, lugar y vigilancia que no puedan burlar para
un mundo al que ya no le bastan los pannetos de los dejar estampada su marca identitaria, que consiste en
partidos políticos para encontrar respuestas. el nombre del que realiza "la firma", un número a ve-
ces arbitrario, a veces significativo, como el número de
Territorios itinerantes: los taggers y integrantes de su crew, su fecha de nacimiento, algún
la disputa por la ciudad número mágico como e! 7 o e! 13, etc., y las tres inicia-
Las "firmas" o "tags" inundan las ciudades, tras esos les de su crew, por ejemplo FLC (firmando la ciudad),
manchones multicolores aparentemente ininteligibles, CCP (contra los cerdos policías), RET (real estilo tag) o,
hay muchos jóvenes tanto de los sectores populares su versión en inglés RT5 (real lag slyle).
como medios de la sociedad. Rigurosos tenis, pantalón Los taggers o rayadores aparecen en México ya en-
corto (varias tallas más grande que su portador), cami- trada la década de los noventa. Este estilo de graffiti no
seta blanca bajo una enorme camisa desabrochada y la se había visto, pero 10 que más llamó la atención y pro-
mfaltable cachucha "para atrás", Son el atuendo favorito dujo incluso e! desconcierto de autoridades y molestia
de los taggers. Agrupados en lo que ellos denominan e! de ciudadanos, fueron los lugares en donde aparecía,
crew, cuya traducción literal seria "cuadrilla" (de obreros); por ejemplo en centros históricos y en edificios públi-
hay otro uso Iingúistico de esta palabra que refiere al cos, en estatuas, en colonias residenciales, en calles
pretérito de to crow que significa cacarear, hacer alarde, destinadas al comercio; de pronto algunas ciudades se
jactarse. Ambos sentidos son apropiados para entender vieron bombardeadas por estos artistas del aerosol.
la lógica de operación de los taggers. Tradicionalmente, el graffiti, como una práctica aso-
Organizados como verdaderas cuadrillas de trabajo ciada a la banda, no salia casi nunca de los limites del
(con todo y relevos) los taggers -rnucho más jóvenes barrio, al interior de sus fronteras simbólicas e! graffiti, o
que sus hermanos punks"- andan la ciudad dejando tras mejor, el "placazo", ha tenido un sentido de afirmación
su paso la huella de su presencia, en muros, puertas, identitaria de los grupos que detentan el control de un
territorio; además de cumplir con una función expre-
---------------------.- siva muy importante, el placazo es un delimitador te-
53 La edad de los taggers no rebasa los 18 años. He localizado rritorial que opera como advertencia para la policía,
:'finnadores" apasionados y confesos de apenas 9 años, que mane. otras bandas y en general cualquier extraño. Los motivos
Jan con absoluto dominio y conocimiento diferentes estilos de letras
y t~n hábiles que son capaces de "poner su firma" en una patrulla
y mensajes de! graffiti en la banda han estado vinculados
policíaca con todo y la presencia de sus ocupantes. a la expresión de la culiura popular, a los simbolos de

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ROSSANA REGUILLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

identificación religiosos y a la recreación de imágenes Esta práctica se tradujo pronto en una llueva forma
patrióticas: vírgenes, santos, ángeles, banderas, guitarras, de adscripción identitaria que cobro muchos adeptos,
águilas, diablos y muertes, que se mezclan sin ningún ya que resultaba menos "tirana" que los colectivos de
pudor para celebrar la identidad. handas de cholos, de metaleros, de punks, ya que ser
La práctica extendida del gralTiti entre los chavos han- un tagger depende más de la voluntad individual que
da, principalmente entre los reconocidos como cholos, ha de complicados mecanismos rituales de iniciación. De
sido motivo de orgullo y ha dado como fruto verdaderas hecho el crcw o "club" como también suele ser llama-
obras maestras que todavía resisten heroicas en las perife- do, tiene una existencia de carácter más virtual que de
rias urbanas escapando alojo vigilante de los municipios. facto y hay taggers que adoptan las iniciales de un erew
Junto a estos murales ha existido también e! gralTiti poli- español o inglés, aunque la característica gregaria pro-
tico que, pese a la distorsión de las letras (hay un allabe- pia de los adolescentes los haga andar la ciudad en pe-
to cholo) podía ser descifrado por los ojos extraños". queños grupos de "rayadores". La identidad de estos
Las cosas hoy son diferentes. jóvenes no se construye a partir de la pertenencia a un
territorio y su "nosotros" tiene una configuración mucho
Los orígenes más cambiante y universal.
El surgimiento de! estilo tag suele atribuirse a un Se pueden adoptar las iniciales identificadoras de
repartidor de pizzas que, en Nueva York, salia a reali- crnvs muy lejanos e integrar un pequeño grupo con
zar sus entregas acompañado de un bote de aerosol compañeros de escuela, con amigos unidos por su
que le servía para ir estampando su firma en algunas gusto hacia cierto tipo ele música (el hip-hop, el rap,
paredes, Con algunas variantes los taggers repiten y y el techno), con antiguos vecinos. Las posibilidades
honran la historia de ''Taki 183"; este sobrenombre y su son variadas.
número de identificación como repartidor, se extendió los taggers atesoran en sus cuadernos escolares di-
como una ola expansiva y pronto otros repartidores y seños, patrones de letras, fotografías de sus propias
más tarde muchos jóvenes copiaron a Taki y la ciudad obras y de algunas ajenas, que se muestran e intercambian
se fue llenando de firmas. con el asombro y la reverencia con que se contempla
El estilo tag se extendió rápidamente en México un tesoro.
desde e! norte de! pais hasta e! centro occidente y
luego más lentamente hacia el sur, como ha sucedido Nómadas con nombre pmpio
con otras prácticas juveniles, A mi juicio, hay dos elementos centrales en esta
nueva forma de gralTiti que señalan importantes cambios
en la manera de concebir el mundo y por consiguiente
54 Ver R. Regui1lo, Discursos, rollos y cemnleones. Lastonalidades
claroscuras de la producción discursiva de las bandas juveniles, 1995. en las formas ele acción.

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ROSSANA REGUllLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

En primer término, los taggers abandonan los ghettos señala un veterano en la lides de plasmar su firma en
territoriales en los que muchos de los jóvenes de los los lugares más peligrosos y más insospechados.
sectores populares se habían (o habían sido) confinadoís). El procedimiento de las firmas hace pensar en una
Esto facilitaba que las autoridades y la sociedad ignora- construcción idemitaria que va de lo individual-grupal
ran o fingieran ignorar la existencia de jóvenes lejanos al a lo global. El crew, como ya se apuntó, tiene dos di-
modelo ideal de los comerciales televisivos. mensiones: de una parte la que se refiere al intragrupo
Al apropiarse de la ciudad a través de sus marcas, integrado por varios miembros, se trata de "los cuates"
los taggers" señalan de entrada que no están dispuestos que brindan protección, con los que se intercambian
a renunciar a la ciudad en su conjunto, que no hay fron- ideas e instrumentos y que proporcionan un senti-
teras y aduanas simbólicas suficientes para contenerlos miento de identidad compartida; de otra parte, la que
dentro de un espacio delimitado. Como termitas, avanzan se refiere a los colectivos internacionales que son bien
invisibles, lo mismo sobre la propiedad pública que sobre conocidos y gozan de prestigio, al utilizar las siglas de
la propiedad privada. estos ercws famosos los rayadores adquieren status y se
La aparición constante ele estas inscripciones mu- hacen acreedores de respeto, aquí la dimensión pre-
rales señala el nomadísmo de estos jóvenes. Por ejemplo, sencial no es importante, lo que cuenta es el símbolo
el "kaos" dice qUé' a él y a su crew les gusta poner las que acuerpa.
firmas en los lugares donde las puedan ver todo el Así, en las firmas estamos ante un yo-individual como
tiempo (mientras no se borren) y añade: "yo rayo el sujeto de la enunciación que se define por un nombre
camino de mi casa a la escuela o el que camino para propio en relación a un colectivo presencial que hace
ir a la casa de mis cuates". El tagger va dejando la huella las veces de cómplice y testigo, y a un colectivo ausente
de su paso. que opera como fuente de identificación.
En segundo término, hay un desplazamiento de un Entre ellos, las firmasfrayasltags tienen el mismo valor
sujeto colectivo a un sujeto individual. El nombre pro- que una conversación colectiva silenciosa, un guiño cóm-
pio queda expuesto a la mirada pública y al mismo plice entre socios que conocen el secreto.
tiempo enmascarado por los trazos que solamente los
familiarizados con este código pueden descifrar. Se "Si el graffiti es un crimen deja que Dios
trata de una autoproc1ama: "lo que más me gusta es ver lo perdone!" (el Vico)
mi firma justito frente a la casa del gobernador, es co- Tanto el graffiti (como pieza elaborada) como las
mo decirle 'mira bato, aunque no me veas, aquí estoy'", firmas, llevan implícita la transgresión, ése es su senti-
do. Es decir, no se trata sólo de autoafirmaciones pla-
centeras; lo que un tagger pone en juego al realizar un
SS Me refiero a los taggers de los sectores marginales y de los
barrios populares.
diseño es una apuesta por el desafioque significa retar

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ROSSANA REGlllLLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

a la autoridad. En este juego de visibilidad-invisibilidad, miedo, a las chavas más. Además por las cuestiones de
un tagger les demuestra a otros su habilidad para sor- la educación ¿no?, las chavas están como más contro-
tear toda clase de peligros que van desde la represión ladas y no se avientan fácilmente".
policiaca hasta los físicos. Kaos dice que no, que la culpa es de ellos por ser
Con un discurso bastante más fragmentado o menos machistas. Que hay unas chavas que son más buenas
desarrollado que el de sus hermanos punks o el de los diseñadoras que ellos, pero que no se sienten a gusto
raztecas, las taggers elaboran su propio análisis de la si- en el crew.
tuación politica del país: Blue, una tagger experimentada de 16 años, miem-
"Está de la chingada, no hay jales (trabajo), ya no hay bro de los CCp, opina que este es un trabajo duro y que
lugar en las escuelas públicas, e] gobierno se dedica a requiere mucha práctica.
hacerle caras bonitas a los ricos". E] enemigo principal
es la policía, que aparece en el discurso como la encar- "Aquí hay que ser bueno para correr, para aguan-
nación del sistema contra el que se muestran molestos. tar la carrilla (las burlas o el trato fuerte) y que
"Ellos (el gobierno) piensan que con sus represio- no te agüite (deprima, preocupe) que te apañe
nes y sus campañas estúpidas nos van a detener, pero (atrape) la tira (la policía), a la mejor por eso no
nosotros somos muchos y muy rápidos. A ellos les toma habemos más morras (mujeres jóvenes), yo no-
meses borrar las paredes que a nosotros nos toma unas más conozco otras dos rayadoras que son buenas
horas de la madrugada decorar". y son bravas. Está triste esto porque las morras en
mi escuela tienen ganas de salir a mentar madres
Aunque huenas rayadoras son más miedosas a la calle por cómo las tratan en su casa y otras on-
Existen pocas mujeres entre los taggers. Entre ellos das, pero mejor les gusta aguantarse y no se juntan
y ellas no se ponen de acuerdo acerca de los motivos con uno".
por los que muy pocas de ellas se acercan a este tipo de
expresión. Hay muchas adolescentes que en la aparien- El mundo es una pared rayada
cia participan del estilo y de los gustos de los taggers, Pobreza, falta de oportunidades, represión y control
incluso son muy buenas diseñadoras de cuaderno, pero son la constante en el mundo de estos jóvenes rayadores.
son muy raras las que participan en algún crew y salen Un cigarro de mariguana, unas cervezas frías, a veces
a la calle a rayar. -cada vez menos- una estopa con tonsol o una bolsa
Algunos taggers, como el Guilligan, piensan que esto con cherna (inhalantes) y un bote de aerosol en la mo-
se debe al "peligro". Rayar, explica, "significa andar por chila son suficientes para confortar sus sueños.
toda la ciudad, a veces a las dos o tres de la mañana y El mundo es un muro blanco, opresivo y horrible,
muchas veces en lugares bien peligrosos. Si a uno le da al que hay que transformar con aerosol y entusiasmo:

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ROSSANA REGUIllO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

• ¡que la raza viva porque sino, nos morimos! En una interesante conjunción de creencias, saberes y
• [dedicado a los que corren de la ley por expresar símbolos, los raztecas -de manera más intuitiva que
su arte, sigue corriendo! consciente- han recuperado de los "rastafaris" no sola-
°
• ¡morir joven buskar una solución! mente la estética, de la que hablaré más adelante, sino
• ¡organiza el odio! un conjunto de representaciones sobre el mundo y de
y sin embargo: simbolos que organizan la vida de los colectivosjuveniles
• [vivan las viejas, las che las y la mota! que participan de este movimiento. Fundamentalmente,
• ¡Un aerosol para el sub Marcos' una existencia basada en lo natural, la búsqueda per-
Pequeñas inscripciones que transforman el significa- manente de las raíces, la recuperación de las tradiciones
do de la ciudad e instauran el conflicto por la palabra y la armonía con la "Pacha Mama" o madre tierra.
pública. La tierra es un elemento fundamental en las represen-
taciones raztecas, y se convierte en la "bisagra" que hace
Regreso al futuro: entre Quetzalcoatl posible la mezclacon las tradiciones indígenas mexicanas.
y Bob Marley La preocupación por las raíces, "el regreso al origen",
encuentra en la cosmovisión indígena un sustento im-
Bajo el lema one love, one heart, one destinatjon~~,
portante: muchos jóvenes raztecas se rebautizan, aban-
emerge una identidad juvenil cuyo constitutivo funda-
donando sus nombres "de pila". Se trata de un acto ritual
mental está dado por el cruce de dos grandes culturas:
muy importante, en el que optan por morir simbólica-
la indígena mexicana y la afroantillana, que se encuentra
mente a la vida "occidental" y renacer a una forma de
en los ritmos y en la expresión musical que se conoce
vida en la que encuentran respuestas a su búsqueda.
como "reggae", aunque no se agota en ella.
Este aprendizaje implica un proceso complejo que
Los raztecas toman su nombre de la conjunción de
requiere no sólo de creatividad sino del dominio de
dos palabras "rastafarian" C'rastas"), que alude al mo-
ciertos saberes y es esencialmente un trabajo de descu-
vimiento religioso y político surgido en Jamaica, cuya
brimiento individual.
creencia fundamental es el retorno a África y a sus raí-
Quisiera referirme aquí a lo que planteé en 1990,
ces (a Etiopía), lo que será posible cuando el dios Jah
envíe la señal que ayudará a terminar con el éxodo de con respecto a las formas de bautizo colectivo entre los
integrantes de las bandas juveniles. Entre estos grupos se
la población negra; y la palabra "azteca", que recupera
la tradición indígena mexicana. trataba de encontrar un "sobrenombre", "apodo", "alias"
que enfatizara alguna de las características (generalmen-
te negativas) del joven ("gordo", "sata", por satanás, "ri-
56 Tomado de la canción Orle love del jamaiquíno Bob Marley, ñas", "pelos",etc.), una manera de transformar el estigma
ídolo de estos grupos y principal exponente del movimiento rasta-
Iarian y de su expresión musical, el reggae.
en emblema, con ironía. Sigo creyendo que ello habla,

124 125
ROSSANA REGUlLLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

centralmente, de un proceso de resistencia colectiva, de Sociocstética: la constru.cción de una identidad


una manera de anticiparse a los mecanismos de exclu- En los lenguajes juveniles es común encontrar que
sión que se constituyen a partir del lengueje". "los otros" jóvenes se refieran a los raztecas como los
La diferencia con respecto a los raztecas estriba en "neojipis". Desde el punto de vista de la estética y en
otorgarle al individuo un papel protagónico en este relación con algunas practicas, hay en la puesta en es-
proceso y conferirle al rebautizo el valor del autodes- cena de los jóvenes raztecas 10 que podría interpretarse
cubrimiento, una dimensión que vincula al individuo como una revisitación del viejo híppismo". Son estas
con un universo de representaciones, más allá del colec- complejas mezclas los quc ponen en cuestión la idea de
tivo del que forma parte. Se trata de un mecanismo en el que estamos asistiendo a expresiones totalmente inéditas
que si bien el grupo confiere la certeza de un nosotros, respecto de las identidades juveniles.
es el individuo el que se "coloca" ante el grupo a partir Por ejemplo, en la década de los setenta, cuando
de lo que "es", que implica una revisión de Jo que ha los grandes del rock voltearon sus ojos hacia el Orien-
sido y una proyección de 10 que busca ser. te para buscar en las filosohas y rehgiones milenarias
respuestas a la insatisfacción y al exacerbado materia-
"Hay un calendario que representa el universo y lismo de la sociedad capitalista, muchos de los ele-
después adentro tenemos un calendario que es mentos de estas cosmovisiones fueron penetrando en
la vida en esta galaxia y después tenemos otro, los ritmos y en los contenidos musicales, el testimonio
que es el de la vida en la tierra, la gente 10 cono- más evidente de este proceso puede encontrarse en los
ce como piedra del solo calendario azteca. Es- Beatles. Sin embargo, no debe olvidarse que ya de su-
tudiando los tres calendarios llegas a descubrir yo el rack se constituyó como una mezcla de ritmos y
cómo te llamas y quién eres". propuestas y a partir de esto, todo ha sido mestizaje.
Cahe la pregunta de si el rack no era ya el anuncio de
Lo que queda claro es que la forma de autonorn- lo que el mundo sería cincuenta años más tarde, una
brarse, en las diferentes adscripciones identitarias ju- "aldea glohal", multicultural y simultáneamente sinco-
veniles, ha jugado un papel muy importante no sólo en pada y desigual.
relación con las formas de comunicación entre pares, En este sentido, no sólo resulta imposible sino poco
sino además con respecto a los diferentes modos en que productivo en términos analíticos tratar de est"hlecer
se posicionan ante la sociedad.
58 De maneras complejas y contradictorias. el luppismo se ha
convertido en fuente de inspiración para diversas expresiones juve-
57 Para consultar el análisis de estos aspectos, ver, R. Reguillo, niles, que han ido retomando a su manera diferentes elementos del
En la calle orravez. Las bandas juveniles. Identidad urbana y usos de la movimiento hippic. desde la psicndc1in, rcfnterprctacla pnr los mvers.
comunicación, 1991. hasta los modos de vida comunales, ensayados por los mztccns.

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ROSSANA REGUIUO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

una genealogia de las identidades culturales; lo que sí Los raztecas han incorporado del movimiento ras-
es posible es intentar reconocer las fuentes en las que tafarian los colores que se mezclan en sus atuendos: el
abrevan en sus procesos de conformación, con el objeto rojo, el verde y el negro, principalmente, que en el mo-
de trazar el mapa de las continuidades y de las rupturas. vimiento rusta simbolizan la sangre de los mártires del
De que los raztecas son los herederos del movimiento movimiento, la abundancia y la vegetación de la tierra
hippie, ahora alimentado por las culturas indígenas y de origen (África) y el color de la piel de los rastafaris.
el movimiento rastafari, no hay evidencias empíricas Sin embargo, en el discurso de los raztecas no hay una
incuestionables, ninguna identidad social tiene certifi- formulación muy explícita en torno a la significación
cado de nacimiento. lo que resulta más o menos evi- de estos colores, ni de los llamados dreadlook, o "rastas",
dente es que las identidades se alimentan de diferentes una manera particular de anudar el cabello en espirales
"tradiciones" para renovarlas y resernantizarlas. o finas trenzas, propia de los rasias y muy extendida
los raztecas son la expresión local de un movi- entre los jóvenes raztecas, cuyo pelo no se presta de-
miento planetario que no sólo se define por la mezcla masiado a este uso, lo que exige el uso ele cera, jabo-
de matrices culturales, sino también y quizá de manera nes neutros o la acumulación de polvo y sudor, para
más importante, por una critica al modelo de desarrollo endurecer el cabello.
"occidental", al deterioro ambiental, a los brutales proce- la apariencia externa de un joven razteca eS casi
sos de exclusión, y que en su globalización reivindican el inequívoca: uso de fibras naturales como el algodón
valor de lo local, del comunitarismo, del autoempleo, o la mant.a, en los colores descritos arriba, además
África y el Caribe se hacen visibles para los jóvenes de un uso frecuente elel blanco y el morado; tatuajes
mexicanos a partir de la música, que va a jugar un papel en diferentes partes del cuerpo (más discretos que
central como elemento de identificación y diferenciación los usados por las bandas) con motivos prehispáni-
para las culturas juveniles. El "descubrimiento" de las cos, entre los que destacan las serpientes y algunos
músicas, de los ritmos, de las letras de las canciones los simbolos astrológicos, como el sol, la luna, eclipses;
pone en contacto con visiones afines que van a integrar- utilización de adornos y objetos-emblemas, tales co-
se sin demasiadas dificultades en las expresiones de mo collares y anillos de fabricación propia con pie-
carácter más local. dras (el ámbar y el lapizlázuli son muy frecuentes),
Pero no se trata sólo de un consumo pasivo o de la plumas y cintas amarradas a diferentes partes del
frecuentación de unos tipos de músicas, sino de la in- cuerpo de la cabeza a los brazos. los hombres sue-
corporación de una estética que afirma la identidad len andar con el pecho desnudo o portar un chaleco
cultural. Así, cada adscripción identitaria va incorporan- sobre la piel desnuda del torso, y las mujeres, faldas
do o desechando elementos hasta conseguir un "estilo" largas o suaves vestidos pintados a mano; muchos
que la distingue de los demás. andan descalzos y la gran mayoría usa "huaraches"

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ROSSANA REGUILl.O CRUZ Emergencia de culturas juveniles

de cuero (sandalias), es muy raro ver entre los raz- de copa]'" quemado. La mariguana viene de la Pacha
tecas los tenis que son tan buscados por otras iden- Mama y todo lo que proviene de ella es bueno, enton-
tidades juveniles. ces a diferencia de otros colectivos juveniles, entre los
Se trata, en síntesis, de que el atuendo, además de raztecas no hay ningún atisbo de duda, ni de culpa, ni
permitir la expresión libre del cuerpo, dramatice al- asociación de la mariguana con la drogadicción. Es un
glmas de las creencias fundamentales de la identidad tema que no se discute. A ello puede contribuir que los
de la que hacen parte y, al igual que sucede en otras raztecas no adquieren (en general) la mariguana en los
expresiones juveniles, la estética de los raztecas es circuitos regulares de distribución urbana que suelen
producto de mezclas, préstamos, intercambios, que ser espacios de alta peligrosidad y ambientes muy densos
resignifican en una solución de continuidad, la con- en la ciudad (en tanto circuitos controlados por el nar-
tradicción. De tal suerte que la hibridación entre lo cotráfico y vinculados a prácticas delictivas). Muchos
afroantillano, lo indígena y "lo hippie" encuentra en de ellos viajan a los pueblos cercanos y la adquieren di-
el presente razteca una armonización que no requiere rectamente de los campesinos que la siembran; no sólo
de discursos, ni de explicación, en tanto se encuentra pagan un precio menor sino que se mantienen al margen
anclada en una cosmovisión que halla "natural" la fu- de la violencia asociada a los canales de distribución.
sión de las tradiciones, y actualizada por una posición Es importante señalar que esta forma de expresión no
ecológica-política del mundo. tiene sólo un carácter mexicano. Por ejemplo, en Puerto
Rico, los jóvenes han conformado un tipo de agrega-
Ganja y lo sagrado ción autodenominada "rastainos?", que comparte con
Al igual que en otras grupalidades juveniles, el con- las raztecas muchos de los elementos aquí descritos.
sumo de mariguana está ampliamente extendido entre Los tainas fueron el pueblo indígena original de la isla
los raztecas, pero quizás como en ningún otro grupo es antes de la colonización. Asi, la preocupación por la
posible encontrar entre ellos un discurso tan nítido fusión entre los elementos afroantillanos e indígenas
con respecto a las bondades de "la hierba", a la que han no parece ser patrimonio de los jóvenes mexicanos.
bautizado siguiendo los usos lingüisticos de los rasta- La pregunta que plantean estas configuraciones
farians como "ganja". identitarias es el porqué de la fuerza del regreso a los
La "ganja" es el fruto de la madre tierra que permite "orígenes" entre muchos colectivos juveniles.
de manera "natural" trascender los estados de conciencia
habitual, a decir de los raztecas. Hay una dimensión ri- 59 El copal es un tipo de incienso asociado a las prácticas indtge-
tual en el uso de la mariguana que los jóvenes raztecas nas y de manera especial a las ceremonias sineréticas de religiosidad
suelen consumir de manera grupal, al ritmo de tambo- popular.
60 Información recabada durante una estancia en San Juan de
res y en medio de una atmósfera densa creada a base Puerto Rico, en abril de 1999.

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ROSSANA REGlJlLLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

Chamanismo electrónico: de lo local a lo global sión y de llegar al éxtasis por medio de la hipnosis
La abolición de la palabra como medio de comuni- que genera la música, todo eso es un sentimiento glo-
cación. Esa es la regla, ese es el juego. Estar juntos sin bal (. ..) es un sentimiento de aquí y de Alemania y de
hablar, sin tocarse. Lo que aquí cuenta es el movimiento donde sea".
del cuerpo, la estética, la música, como vínculo social Esta "tribu global" se mantiene informada de lo que
como expresión. ' sucede en el mundo y en México, principalmente a través
. Las raves hacen Su aparición en México en la primera de Internet.
mitad de los noventa. Se trata de una fiesta que dura El techno, como un movimiento cultural que rebasa
toda la noche y gira en torno a la música techno en sus lo musical pero que gira en torno a la música, dispara la
infinitas variedades, con efectos visuales en grandes pulsión lúdica que caracteriza y ha caracterizado a las
pantallas y la presencia de algunos quimicos "que ayudan culturas juveniles.
a alcanzar profundos estados de conciencia". Proveniente
de Europa (Inglaterra y Alemania, principalmente), lo que Asaltar el futuro
al p~mclplO parece ser sólo una moda, poco a poco Ciertamente descontentos con el estado actual de las
empieza a expandirse entre los jóvenes de clase media cosas, los ravers decidieron hacer las paces con la tecno-
~ alta que encuentran en la rave mucho más que una logia y antes de dejarse avasallar por ella, servirse de ella
f~esta, un movimiento cultural cuyos principios básicos, para "humanizarla" y con su mediación recuperar la
sm llegar a constituir un "manifiesto", pueden resumirse magia. El mundo rave mezcla la más sofisticada tecnolo-
del modo siguiente: gía con los elementos más primitivos como el ritmo, los
a) respeto al individuo y su visión del mundo, como colores y el baile ritual, combinado con valores ecoló-
el principio más importante, gicos. Un mundo que parece la proyección anticipada
b) empana por la gente que participa del rave, de un futuro no catastrófico.
e) conciencia del mundo Computadoras, tambores, sonidos e imágenes de
d) presencia de la tecnol~gía, delfines que nadan libres en mares transparentes, ex-
e) niveles elevados de conciencia traterrestres de rostro amable (por los que los ravers
O música y baile Como rituales d; trascendencia tienen especial predilección), sintetizadores y beats
g) conciencia ecológica. ' que se repiten incesantemente, se conjuntan para crear
" Para los integrantes de Aural Image, un grupo de la atmósfera propicia para vivir el "tiempo de la trans-
Jovenes dedicados a la "profesión" del techno y a la formación con la unión e identificación de individuos
organización de raves, este movimiento significa "el que han encontrado un lugar sin diferencias, pero sí con
rescate de cierto sentido místico-mágico de la vida una manifestación plena de las personas en compañía
que genera el ritual o el trance. Todo eso de la percu- de semejantes con quienes compartes la misma visión

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ROSSANA REGUlllO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

de Un futuro en común, un territorio de igualdad y con- overoles y camisetas de rayas; ellas, el pelo recogido
vivencia en armonía" (Aural Image). con broches y camisetas con [loreciras o rnuñequitos).
La condición para alcanzar ese futuro y ese territorio lo interesante de estas marcas es que son tan cotidia-
común está precisamente en la armonía, en el cuidado del nas que no son visibles hasta que se ve a los jóvenes
entorno, en el respeto al individuo, en la tolerancia. concentrados en un rave.
Los ravers comparan las fiestas con una experiencia las fiestas se organizan en talleres mecánicos, en
religiosa que facilita la introspección y con ello se hace viejos cines, en casas abandonadas, que se acondicionan
más fácil compartir con los demás, sentir el mundo co- con equipo sofisticado.
mo si fuera un ente vivo "y esta actitud se te va hacien- El personaje mas importante de una ceremonia rave
do un estilo de vida, no es que no nos preocupemos es el dísc-jockey, amorosamente llamado "dillei" (por
por la politica o las cosas que están pasando. Yo leo su siglas en inglés DJ), que será el responsable de
mucho. Lo que sucede es que pensamos que si estás transportar a los asistentes en su viaje a través de los
bien contigo mismo puedes ser mejor persona y enton- sentidos, cuyo trabajo es mucho más complicado que
ces empezar a cambiar desde uno, poco a poco. El sólo seleccionar la música. Es considerado el chamán
mundo puede ser mejor aSÍ, que con tantas consignas", de la tribu, el sumo sacerdote.
opina una raver universitaria. El "dillei" se instala en una cabina elevada desde
Con el dinero que recaban en algunas fiestas, los ra- donde puede ver toda la pista, su equipo: unos platos
vers apoyan proyectos indigenas. "No podemos decir "technics", una mezcladora "ecler", una maleta de la que
que eso va a cambiar el mundo. Pero hay un sentimiento va saliendo la cultura musical del grupo y un correcto
y una idea de apoyar a los indigenas". monitoreo que no sólo incluye la secuencia musical, sino
Al igual que otras identidades juveniles, los teenos la vigilancia atenta de 10 que está pasando abajo?'.
o ravers visualizan hoya los pueblos indígenas como Los juegos de luces comienzan y el primer beat es
un sector al que hay que apoyar. los indígenas parecen soltado y poco a poco empieza la combinación de los dis-
representar para ciertas culturas juveniles, tomando en tintos subgéneros del techno: acid, trance, house, acid-
préstamo palabras de lmanue! Wallerstein (1998), al re- trance, proto-techno, hreakheat, tribal, No hay pausas, ni
ferirse a los levantamientos revolucionarios, "la intro- respi ro, las luces de un estroboscopio ayudan a la acele-
misión de la esperanza". ración del ritmo, en las paredes se proyectan imágenes.

La ceremonia y la trihu
61 Cuentan que en 1<1ciudad de México. t1IW de los mejores
El atuendo de los ravers es una mezcla de la psico- "dtlleis''.es capaz de mover <1 tres mil personas <11 ritmo de sus IOr+
delía setentera, de un hipismo revisitado y atenuado, narnesas y que mientras va mezclando habla con un sonsonete por el
destaca la búsqueda ele una apariencia infantil (ellos micrófono... "creo en Dior, creo en Christian Díor''. En su repertorio
de frases, también existen consignas zapattstas.

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ROSSANA REGUIUD CRUZ Emergencia de culturas juveniles

Para ayudarse en el trance algunas veces se recurre Todos bailan con todos y al mismo tiempo todos
al "éxtasis", unas pequeñas pastillas (similares a una as- bailan consigo mismos, ágiles y proyectados como [le-
pirina) que contienen ácido anfetamínico derivado de chas hacia el cielo. La fiesta no es ya pretexto para la
la mezcalina, cuyo costo aproximado es de 25 dólares seducción y el "ligue" (los verdaderos prolesantes se
por pastilla. El "éxtasis" es mejor conocido como "tacha" molestan mucho cuando algún borracho o neófito, trata
(por la X del éxtasis). Están también los "micros" que son de pegar su cuerpo al de alguna mujer). Se trata de un
pastillas de ácido LSD. Según los entendidos se trata de goce del propio cuerpo en colectividad. Hay una sen-
drogas que acrecientan el estado de conciencia, son sación generalizada de armonía, que se prolonga más
"hiper reales". No hay posibilidad de que te pierdas, al allá de la Iiesta.
contrario, "te ves a ti mismo con todos los frenos que Ellos mismos dicen tener una visión deprimida-es-
te ha puesto la sociedad". peranzada del futuro. L, esperanza está en el cambio
En los raves circula poco alcohol pero hay en can- individual.
tidades industriales preparados de frutas con suplemen-
tos vitamínicos y aminoácidos (de los que utilizan los ¿Ellas?, ahajo
levantadores de pesas o los deportistas de alto rendi- Hay muy pocas mujeres "dilleis" en el mundo del
miento). Estas bebidas reciben el nombre de smart- iechno, aunque hay muchísimas ravers; la presencia de
drinks (bebidas inteligentes) y bay entre los ravers la las mujeres es mucho más visible que en otros grupos
creencia ele que actúan como neurotransmisores. Por juveniles. Se sienten cómodas y no agredidas, participan
lo menos ayudan a mantener hidratado el cuerpo de del sentimiento colectivo sin tener que defenderse,
los bailarines que pierde agua tanto por el ejercicio "aquí cabe todo el mundo si tiene una actitud abierta",
como por la ingestión de los químicos. No hay mucha dice D., una delgadisima y promisoria arquitecta.
coca y la mariguana se utiliza para redisparar los efec- El diagnóstico masculino sobre la falta de "dilleis"
tos del ácido. femeninas o de sacerdotisas, señala que esto obedece a
Avanzada la fiesta, la mayoria está metida en la músi- que las "chavas se clavan menos". Dicen por ejemplo
ca y no se escucha ninguna conversación. Un joven dice que "no es que se les diga a las mujeres, tú no puedes
que "la fuerza de la pinche música te mete en ti mismo, entrar aquí porque eres chava. No es una cuestión de
pero se corta ese proceso de idea-lenguaje, eres pura machismo, pero igual hay menos mujeres que hombres
imagen, te liberas. Lo único que te rige es la música". que se claven tanto en la música, Es rarísimo que llegue
Un compositor de música techno explica que por una vieja, no es despectivo, y te diga [oye esto buey,
eso no hay letras, la letra es un distractor: además en clávate, clávate!".
este espiritu global izado se trata de que la producción Por lo pronto, ellas no parecen preocupadas por ocu-
alemana se entienda en México y al revés. par la cabina o la cúspide de la pirámide, participan

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ROSSANA REG1TJl.LO CRUZ
Emergencia de culturas juveniles

de la creencia en las inteligencias superiores, en un cerrarle el paso a la crisis, a diferentes luchas contra el
orden universal armónico, en sí mismas, en el cambio estallamiento de certezas; intentos todos paradomesticar
individual. la ímprevísíbílídad que dicen disfrutar.
La proyección utópica, la sobrevaloración de la es-
Link hacia lo político fera pública propia de la modernidad, el deber ser, han
Estos mutan tes contemporáneos, que han desarro- monopolizado la comprensión, eclipsado al análisis la
llado capacidades? para convivir con la crisis y desde capacidad de respuesta, las constantes "chapuzas" con la
sus ámbitos diferenciados de pertenencia han puesto a que los jóvenes enfrentan el orden establecido.
funcionar los signos de la crisis en otro registro, pue- Bajo esta perspectiva, ni el Estado, ni los partidos
den no saber bien qué es lo que quieren pero saben politicos, han sido -en 10 general- capaces de generar
muy bien qué es lo que no quieren. Es desde estos matrices discursivas que puedan interpelar a los jóve-
cambiantes sentidos por donde hay que pensar la cul- nes. La construcción de lo político pasa por otros ejes:
tura politica profundamente imbricada en los sentidos el deseo, la emotividad, la experiencia de un tiempo
sociales de la vida. circular, el privilegio de los significantes por sobre los
El que muchos de los jóvenes no opten por prácti- significados, las prácticas arraigadas en el ámbito local
cas y formas de agrupación partidistas o instituciona- que se alimentan incesantemente de elementos de la
les y el hecho de que no parezcan ser portadores de cultura globaltzada.
proyectos politicos explícitos, desde una perspectiva El debilitamiento del futuro deja su lugar a la certi-
tradicional, puede ocultar los nuevos sentidos de lo dumbre del presente, de 10 tangible. Parecen apostar
polttíco que configuran redes de comunicación desde por la vida, pese a la desesperanza y el miedo.
donde se procesa y se difunde el mundo social.
Frente al "resplandor de lo público" (Hilb, 1994), es-
tos mutantes optan por lasombra, por el deslizamiento si-
giloso, algunos para señalar la crisis, otros, parahacer las
paces con un sistema del que se sirven instrumental-
mente. Desde los fundamentalismos morales étnicos
sexuales, hasta la desesperanza y el sueño de! "tonsol':
y el "cherna", pasando por el nomadismo económico,
territorial y cultural, asistimos a formas, a intentos de

62 "Un tercer pulmón, pum respirartanta mierda", como me dijo


un prematuramente envejecido punketo.

138 139
CAPITULO 5
NACIONES JUVENILES.
CIUDADANfA: EL NOMBRE DE
LA INCLUSIÓN

y aquí es donde uno se pregunta, a partir de las


relaciones entre antropología y comunicación
(...) entre las series culturales y comunicacionales
y las políticas. económicas y sociales, si algo no
está fallando en América Latina. Si algo no se
quedó mudo. Ya sea frente a los precarios procesos
de integración, crudamente economicistas, casi
olvidados en las agendas de análisis sociocultural...
O frente a tantos otros procesos, que debieran
ser el centro o el contexto de la sincronización
entre los tiempos relativamente largos de las
investigaciones académicas y los cortos, reales,
del análisis y la acción política.
ANlnAL Fosn (I999)

Al iniciarse la década de los noventa se consolida-


ron o se aceleraron algunas de las tendencias que ve-
nían anunciándose desde la década anterior, esto es:
la mundialización de la cultura por vía de las industrias
culturales. los medios de comunicación y las súper tec-
nologías de información (Internet es e! ejemplo más
acabado, aunque no el único); e! triunfo de! discurso
neoliberal montado sobre e! adelgazamiento de! Esta-
do y sobre la exaltación del individualismo; e! empo-
brecimiento estructural y creciente de grandes sectores
de la población; descrédito y deslegitimación de las

141
ROSSANA REGUILLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

instancias y dispositivos tradicionales de representación 5. El barrio, entendido como el territorio propio,


y participación (especialmente los partidos politicos y ha dejado de ser el epicentro del mundo y de sus
los sindicatos). prácticas.
Estos elementos han significado para los jóvenes
una afectación en: Tránsitos y mutaciones
a) su percepción de la politica, Cuando los mapas geopolíticos del mundo se trans-
b) su percepción del espacio y forman, cuando los Estados nacionales parecen verse
e) su percepción del futuro. desbordados por un acelerado proceso de glohalización
Situados en los márgenes de la sociedad -objetiva o y cuando la organización social de la tecnologia parece
simbólicamente-, los jóvenes, pese a las diferencias (de haberse convertido en un eje central para la definición
clase, de género, de emblemas aglutinadores) parecen de los proyectos sociales de fin de siglo, la pregunta por
compartir varias característicasen este fm de siglo, como la conformación de las culturas juveniles adquiere una
se ha intentado mostrar con algunos casos empíricos. importancia fundamental, en tanto ellas son portadoras
l. Poseen una conciencia planetaria, globalizada, que de las contradicciones constitutivas de unas sociedades
puede considerarse como una vocación internaciona- en acelerados procesos de transformación.
lista. Nada de lo que pasa en el mundo les es ajeno, se De qué manera los jóvenes están realizando la idea
mantienen conectados a través de complejas redes de de nacionalidad, de qué maneras articulan sus microu-
interacción y consumo, dentro y fuera de los circuitos niversos simbólicos con los procesos globales. de qué
del mercado. manera incorporan, reinterpretándolos, los sentidos
2. Priorizan los pequeños espacios de la vida coti- culturales objetivados en instituciones, discursos, pro-
diana como trincheras para impulsar la transformación ductos, de qué manera sus prácticas revelan la tensión
global. entre la tradición y el cambio social.
3. Hay un respeto casi religiosopor el individuo, que Se trata de preguntas complejas que demandan
se convierte en el centro de las prácticas. Puede decir- colocarse en el terreno de las prácticas sociales, en los
se que la escala es individuo-mundo y que el grupo de territorios de los jóvenes; pero de otro lado, resulta
pares no es ya un fin en sí mismo (como sucedía en la clave no perder de vista que los jóvenes son actores en
década de los ochenta), sino una mediación que debe el mundo social y no fuera de éste, y en tal sentido,
respetar la heterogeneidad. la agenda de investigación en torno a los jóvenes debe
4. Existe una selección cuidadosa de las causas so- ser capaz de plantear interrogantes al conjunto de la
ciales en las que se involucran. Sus protestas tienen dedi- sociedad. Se trata entonces de entender las identidades
catorias explícitas y van de las grandes transnacionales, juveniles en el entramado complejo y múltiple de sus
a las policias y gobiernos locales. interacciones.

142 143
ROSSANA REGUILlO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

Es importante en este sentido retomar el concep- discurso muy cómodo p<lra apelar de manera genérica y
to propuesto por Mary Louise Pratt (1997): "zona de totalizadora a un proceso que sólo la investigación con
contacto", en sus estudios sobre las formas de relación arraigo ernpírico -que no empirismo- puede ayudar a
y representación entre las metrópolis colonizadoras y comprender a través de sus expresiones y manifestaciones
las "periferias". Desde una perspectiva crítica, Pratt po- particulares. El mundo como realización de lo local y lo
ne de relieve "que los sujetos se constituyen en y por local como expresión de un mundo múltiplernente co-
sus relaciones mutuas", lo que permite a la autora nectado, configuran el escenario complejo de fin de siglo.
transcender en su análisis la dicotomía entre dominan- El mundo se desterritorializa, es cierto, con respecto
tes-dominados y mirar las relaciones en términos de al quiebre de un centro con la periferia, con respecto al
"copresencia, de interacción, de una trabazón de com- discurso de un mercado que se glohaliza, con respecto
prensión y prácticas, muchas veces dentro de relaciones a Internet y sus redes virtuales, pero sólo para volver a
de poder radicalmente asimétricas".Asumir este enfoque, relocalizarse, a reterritorializarse, es decir a establecer
que afortunadamente empieza a ser una perspectiva sus nuevas coordenadas de operación.
compartida por muchos estudiosos de las culturas juve- Quizás uno de los elementos más pertinentes de es-
niles, implica entender que los jóvenes no están "fuera" los procesos en relación con las culturas juveniles es lo
de lo social, que sus formas de adscripción identitaria, sus que podríamos denominar "invención del territorio",
representaciones, sus anhelos, sus sueños, sus cuerpos, noción que permite trabajar la relación entre la reorga-
se construyen y se configuran en el "contacto" con una nización geopolítica del mundo y la construcción-apro-
sociedad de la que también forman parle. piación que hacen los jóvenes de "nuevos" espacios a los
Proponer la reflexión en estos términos significa que dotan de sentidos diversos al trastocar o invertir los
aceptar el desafio que están planteando dos elementos liSOS definidos desde 105 poderes.
fundamentales y que pueden considerarse hoy ya como Por ejemplo, las culturas juveniles han dotado a "la
constitutivos epocales: calle", al concierto o "la tocada" -corno nombran los es-
a) la transformación en las formas de "ciudadanía", pacios musicales los jóvenes mexicanos- de una función
b) la transformación en la percepción y concepción política que desborda los espacios formales y legítima-
del espacio y del tiempo, operada por los procesos de mente constituidos para la práctica de la política. Al do-
globalización. tar a "la esquina" del barrio de funciones múltiples como
En lo que toca a la globalización, hay que señalar escuchar música, discutir cuestiones públicas, estar
que ninguna cultura local, ningún grupo social puede juntos, leer poemas y realizar algunas ceremonias co-
hoy entenderse al margen de los vínculos, cruces y a ve- lectivas de consumo de drogas, los colectivos juveniles
ces yuxtaposiciones entre lo local, lo nacional y lo global. que existen en los ámbitos locales transforman el terriro-
Sin embargo, esta tríada amenaza con convertirse en un rio en un signo cultural y politico que vuelve evidente,

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ROSSANA REGUILLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

sin la explicitación de la protesta, las exclusiones deri- dernidad" en la regíón", los excluidos han vuelto al
vadas de un orden social que al globalizarse opera un centro del debate y de la acción, volviendo visible la
vaciamiento de sentido en el espacio. incapacidad de este modelo para incorporar la diferencia,
Junto con otras categorías socioculturales de iden- sin convertirla en desigualdad.
tidad, mujeres e indígenas por ejemplo, los actores ju- Los reclamos aparecen en la forma de mujeres que
veniles, al inventar territorios para la acción en una buscan mayores y mejores espacios de participación,
forma de respuesta a las exclusiones, valores, símbolos de movimientos indígenas y étnicos que reclaman su
y formas de comunicación derivadas de la globali- derecho a la inclusión desde su diferencia, en la dra-
zación y portadoras de sus propios mecanismos de matización con que las culturas juveniles narran su
dominación, señalan que todos estos procesos de es- identidad. Manifestaciones todas de la crisis sociopolíuca
cala planetaria no desaparecen el territorio, ni 10 con- cuyo núcleo radica en la cultura, es decir, en la forma
vierten en un "no lugar", a la manera de Auge en que se construyó el modo de pensar, mirar y nom-
(1993). El análisis de las culturasjuveniles desde es- brar el mundo.
tas lógicas posibilita entender la reconfiguración de Las culturas juveniles, algunos movimientos índíge-
lo local en sus relaciones complejas (de resistencia, nas y un protagonismo ciudadano creciente, han venido
negociación y conflicto) con lo global. a cuestionar el poder legitimo de unos Estados autori-
Quizás uno de los "lugares" que se ha visto sacudido tarios y a evidenciar las promesas incumplidas de una
desde sus raíces por la dinámica de cruces y choques modernidad que no ha logrado hacer realidad el sueño
entre 10 global y lo local sea el de la ciudadanía, que de unas naciones en las que todos caben.
condensa uno de los debates centrales para la sociedad, En las prácticas irruptivas de muchos colectivos ju-
hoy: la inclusión frente a la exclusión. veniles, más allá de la estridencia o el silencio, más allá
Más que abordar en este punto, la crisis económica de la resistencia o el conformismo, más allá de las músi-
y política de la modernidad latinoamericana, sin olvi- cas y los gralTitis, lo que se puede ver es el estallamien-
dar estos factores, resulta fundamental pensar la crisis to en mil pedazos de ese proyecto político social que se
cultural de la modernidad latinoamericana, que se ha muestra incapaz de ofrecer alternativas a más de 200
vuelto más evidente conforme se vuelven visibles los millones de latinoamericanos en situación de pobreza.
actores, las prácticas y los procesos, que, en su afán de El modelo clásico y restringido de la ciudadanía, en
volverse moderna, América Latina "olvidó", en tanto no sus tres dimensiones: civil, política y social (Marshall,
cabían en un proyecto de signo eurocéntrico, masculi- 1965), se ve hoy fuertemente cuestionado por lo que
no, adulto y blanco.
Indígenas, negros, mujeres, quedaron al margen
63 Tomando como fecha la décadade los treinta, momento ele la
por su "inviabilidad". Después de sesenta años de "mo- "epopeya" modernizadoraen el caso de México, Argentina y Brasil.

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algunos estudiosos, Rosaldo (1992) por ejemplo, de- que orientan la acción de los sujetos en el espacio pú-
nominan "ciudadanía cultural", para hacer alusión al blico y los llevan a participar en proyectos, propuestas
derecho a la ciudadania desde la diferencia. Diferentes y expresiones de muy distinto cuño, pone en crisis los
analizadores socioculturales permiten fortalecer esta idea. supuestos de una política dura, nonnativizada y restrin-
Por ejemplo, el movimiento indígena zapatista del su- gida a los "profesionales".
deste mexicano, aparecido en 1994, en su fase temprana Es esta idea la que, a mi juicio, puede ayudar a des-
planteó varias e importantes ideas, aquella de "para todos, trabar no sólo las agendas de investigación para uni-
todo, nada para nosotros" o la consigna de "mandarobe- versidades y organizaciones sociales, sino de manera
deciendo". Lo que el movimiento indigena ha logrado, ha fundamental las agendas para las politicas públicas, para
sido plantear una idea distinta del ejercicio del poder. los partidos y las autoridades. Se trata de señalar aquí,
Aparecen en la arena política movimientos no interesados enfáticamente, que no es que los jóvenes sean apáticos,
en la toma del poder, pero sí en propiciar otras formas ni estén ausentes de la participación como quiere hacer-
de poder, lo que ha venido a reconfigurar la idea de una nos creer cierto tipo de discurso desmovilizador; y, por
ciudadanía pasiva, a una de carácter activo. supuesto, sin intención de convertir estas páginas en
La visibilización se convierte en nueva estrategia po- apología de los jóvenes, puede afirmarse, a través de una
lítica. La carnavalización de la protesta, la dramatización ya larga trayectoria de investigación empirica, que los jó-
de los referentes identitarios, la imaginación para captar venes, aunque de manera balbuceante, están inaugu-
la atención de los medios de comunicación, trastoca las rando "nuevos" lugares de participación política, nuevos
relacionesen el espacio público y señala la transformación lugares de enunciación, nuevos lugares de comunicación.
en los modos de hacer política. El tema de la visibilidad
es un asunto clave en 10 que toca a la reconfiguración de Preguntas y articulaciones
las formas sociopolíticas del mundo. A veces parece existir una especie de reproche a los
Lasculturas juveniles se vuelven visibles. Losjóvenes, investigadores que trabajamos desde los colectivos ju-
organizados o no, se convierten en "termómetro" para veniles y desde sus procesos de adscripción identitaria,
medir los tamaños de la exclusión, la brecha creciente cuando nombramos su identidad a través de una palabra:
entre los que caben y los que no caben, es decir, "los raztecas, góticos, taggers, punks, metaleros, etc. Nom-
inviables", los que no pueden acceder a este modelo y bres que se interpretan desde las lecturas externas como
que por lo tanto no alcanzan el estatuto ciudadano. un proceso de etiquetación promovido por los propios
De otro lado, no puede dejar de señalarse la centrali- investigadores. Pero, lo que se intenta con este tipo
dad de la cultura en las sociedades contemporáneas. Lo de análisis es recuperar el modo en que cada uno de
que he venido llamando la culturalízación de la política, estos grupos juveniles construye sus propios procesos
para hacer alusión a la reconfiguración de los referentes de autoidentilicación.

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ROSSANA REGUIlLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

Son los nombres con los que se autonombran y cu- En este nivel son varias las preguntas pertinentes.
ya diversidad y expansión señala, entre otras cosas, la Por ejemplo, la necesaria indagación en relación con
fragmentación identitaria entre los jóvenes y la diferen- las formas de autoempleo que aparecen entre los jóve-
ciación de caminos y búsquedas que emprenden en su nes y que de un lado hacen visible el deterioro estruc-
intento por domesticar el caos. La pregunta pertinen- tural de los mecanismos de incorporación social, pero
te, me parece, es si esta fragmentación puede pensarse de otro lado, apuntan hacia una "sensibilidad" distinta
realmente en términos de multiculturalidad tanto a es- para relacionarse con la lógica del empleo formal carac-
cala local como a escala global o, estamos asistiendo a teristica del siglo XX. Hay ahi una pregunta estructural
un proceso de "ghetización" de las identidades que ter- y una pregunta cultural.
minará por volver autistas o terriblemente intolerantes
a las distintas agregaciones juveniles, procesos favore- Rituales para el desconcierto
cidos tanto por la especialización del mercado como En el trabajo de seguuniento y acompañamiento de
por el papel que algunos medios de comunicación están las formas que asumen las identidades juveniles, la pista
jugando en el modo de narrar el conflicto social. en torno a la socioestérica, como una categoría que per-
mite analizar la manera en que "la forma" termina por
Crear las alternativas convertirse en fondo. Un conjunto importante de co-
Los distintas formas de agregación juvenil parecen lectivos juveniles empiezan a buscar maneras posibles
estar reivindicando de manera creciente el valor de lo de salir de los circuitos del mercado, entendido aquí
local, del comunitarismo y del autoempleo, que no como la oferta regulada de "identidades a la carta".
pueden entenderse al margen de los procesos de globali- El vestuario, las marcas corporales, la apariencia,
zación, de individualización y del proyecto económico buscan no sólo la expresión libre del cuerpo, sino la dra-
dominante. En este nivel, por ejemplo, la creación de matización de algunas de las creencias fundamentales de
rnicroempresas culturales y artesanales, de brigadas las que hacen parte. Muchas de las estéticas juveniles
que hacen danza, boletines y otras producciones cul- son producto de mezclas, préstamos e intercambios,
turales (como en el caso de los raztecas y punks), que resignifican en una solución de continuidad la
obliga a un replanteamiento en el modo tradicional contradicción.
en que las politicas de juventud pretenden atender En este nivel no basta el trabajo in suu, es decir no
los problemas del empleo. Ante la precarización del hasta "estar ahí", en términos antropológicos (Geertz,
empleo, llamada eufemisticamente "flexibilización'', 1997). Se trata también de trabajar con los productos
algunas identidades juveniles parecen encontrar la y los procesos de producción cultural de los jóvenes,
forma de decirle a la sociedad "yo puedo reinventar pata tratar de "escuchar" qué es lo que están tratando
las formas de trabajo". de decir a través de sus músicas, de su poesía, de sus

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ROSSANA REGUILLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

graffitis, qué es lo que están tratando de decirle a la so- que mantiene a los cuerpos girando alrededor de un
ciedad en términos de configuraciones cognitivas y centro) se manifiesta en el constante retorno a un pa-
configuraciones afectivas y, especialmente, de configu- sado que se extravió en alguna parte del camino; los
raciones políticas. movimientos ambientalistas, algunos movimientos in-
digenistas y varios movimientos juveniles, se moverían
Los anclajes "atraídos" por "el centro" que puede representar la re-
Con relación a las rupturas de las formas de vida fundación del pasado.
socialmente legitimadas, entre los jóvenes, resulta fun- De otro lado, una fuerza centrifuga (la que aleja a los
damental no perder de vista las diferencias y similitudes cuerpos del centro hacia la tangente), estaríaexpresándo-
ancladas en la pertenencia a una clase y a los diferentes se en los movimientos de repliegue, de automarginacion
estratos socioeconómícos. Las generalizaciones siempre frente a un presente que se percibe caótico y sin opciones.
resultan peligrosas y en sociedades tan jerárquicamente La denegación de la política altamente política, de la que
clasistas como las nuestras, este componente sigue jugan- habla Beck (l qqq), puede entenderse muy bien en estos
do un papel clave a la hora de la conformación de las movimientos desde los márgenes.
identidades sociales. De qué jóvenes estamos hablan- Estas tensiones no se corresponden con los movi-
do, dónde están sus anclajes profundos y sus anclajes mientos conservacionistas y tampoco con el individua-
situacionales. lismo narcisista de la era posmoclerna. El asunto es
complejo y escapa a la etiquetación ideológica en estos
Fuerzas y tensiones tiempos en que el sentido no tiene domicilio fijo.
El estudio de las concreciones empíricas que asumen No hay demasiadas certezas pero los nuevos habi-
las diferentes grupalidades juveniles permite no sólo el tantes de la aldea global no parecen encontrarse dema-
análisis "fino" de representaciones y prácticas diferen- siado cómodos en el tiempo-espacio del presente, y lo
ciadas. Las expresiones juveniles, señalan, de diferentes hacen sentir.
maneras, que la globalizacion no es sólo un fenómeno El que numerosos colectivos juveniles (y muchos mo-
de carácter económico o un proceso que pase solamente vimientos sociales), retornen a los temas indígenas, a los
por los grandes medios de comunicación. No se puede temas de la negritud, al de la" minorías inmigrantes o a la
tampoco apelar, simplistamente, a Una explicación por nación fundacional, como el caso de las identidades chi-
la vía del "contagio cultural". canas en Los Ángcles que han acuñado para esa ciudad el
Si hay algo que parece caracterizar a los movimientos nombre la "Nueva Azulan" (según algunas teorías, Azulan
sociales del tercer milenio es la tensión entre dos fuerzas es el nombre original de México), plantea una pregunta
aparentemente antagónicas. La metáfora gravitacional con mayúsculas. Procesos que pueden verse como una
puede ser útil aquí. Una primera fuerza "centrípeta" (la búsqueda de referentes, de certidumbres, de lugares de

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anclaje. ¿Ante la velocidad, e! deterioro de los emblemas autoritarismo que tiende a fijar en ellos de manera
aglutinadores y la disputa planetaria por la conquista de obsesiva los miedos, la desconfianza, las inquietudes
una nueva hegemonía capaz de reacuerpar a la sociedad, que provoca hoy la vulnerabilidad extrema en diversos
los jóvenes, huscarían en el "origen" y en los "márgenes" órdenes sociales.
elementos para explicar el presente y proyectar el futuro? La "doctrina Giuliani" exportada al mundo desde
En e! proceso de blanquización de varias de las so- Nueva York a partir de 1993, ha colocado en el ojo del
ciedades modernas latinoamericanas, el patrimonio del huracán a los jóvenes de los sectores populares. 'Toleran-
origen quedó como un pasado glorioso, que había que cia cero", como se denominó en NYla campaña policía-
superar; en la adopción de un modelo en el que se dio ca para combatir el pequeño crimen, bajo el supuesto de
una fuerte tendencia a borrar todo aquello que impe- que quien rompe una ventana o hace un grafTiti es capaz
día el avance hacia esa modernidad de escaparate, hu- de volar un edificio en pedazos, no solamente ha impac-
bo grandes pérdidas. Hoy, actores históricamente ex- tado a los gobiernos del continente en sus "programas"
cluidos de esos procesos de modernización, ciudada- de combate a la violencia", sino que además, de manera
nos de tercera y quinta categoría, intentan recuperar lenta pero eficiente, se ha instalado en el lenguaje de los
ese pasado, a veces, de forma democrática; a veces, con medios de comunicación (la televisión, principalmente)
ciertos regresos autoritarios o románticos. Pero no de- para actuar como caja de resonancia de un imaginario al
ja de resultar paradójico que en plena era de la "socie- que le sobran miedos y le faltan chivos expiatorios.
dad red" de la "aldea global" y de la llamada "sociedad El tratamiento informativo que se hace de la nota
post industrial" , se busque el sentido de! presente en e! roja en general y en particular cuando se habla de los
pasado y el sentido del lugar en e! afuera. jóvenes, está lleno de calificaciones y estigmatizaciones,
Por ello, la relación entre lo local y 10 global impli- que fomentan-generan una opinión pública que tiende
ca como reto para la investigación, la capacidad de mo- a justificar el clima de violencia policiaca y de constantes
vimiento, de desplazamiento veloz y de atención con- violaciones a los derechos humanos.
centrada en los distintos espacios que se convierten en La configuración de los miedos que la sociedad ex-
lugares de altisima densidad significativa para pensar la perimenta ante ciertos grupos y espacios sociales tiene
sociedad. Estoy convencida de que uno de esos lugares una estrecha vinculación con ese discurso de los medios
es el de los territorios juveniles. que, de manera simplista, etiqueta y marca a los sujetos
de los cuales habla. Mediante estas operaciones, ser joven
El "síndrome Gíuliani" y los medios ---------~ ----
de comunicación 64 Como lo muestra en su espléndido e imprescindible libro Lote
Wacquant, Les prisons de la mise re (1999), para los casos de México,
los jóvenes -aunque, por supuesto, no de manera Argentina y Brasil, cuyos gobiernos declararon su simpatía por la
exclusiva- se han convertido en los destinatarios de un "tolerancia cero" del alcalde Rudolph Giulianí.

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ROSSANA REGUILlO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

equivale a ser "peligroso", "drogadicto o marihuana", segundo plano, se olvidan. Y con esta amnesia se con-
"violento"; se recurre también a la descripción de ciertos tribuye a la aceptación de la impunidad, a la tolerancia
rasgos raciales o de apariencia para construir las notas. infinita que no es capaz de ponerle un freno a la violen-
Entonces, ser un joven de los barrios periféricos o de cia provenga de donde provenga.
los sectores marginales se traduce en ser "violento", "va- La multidimensionalidad de las violencias que han
go", "ladrón", "drogadicto", "malviviente" y "asesino" en estallado en este último tramo hacia el tercer milenio,
potencia o real. las vuelve difícilmente asibles y por lo tanto difícilmente
Se refuerza con esto un imaginario que atribuye a la representables. El mecanismo más sencillo es el de recu-
juventud el rol del "enemigo interno" al que hay que rrir a un "chivo expiatorio" a quien pasarle las facturas.
reprimir por todos los medios. La contribución que en esto realizan buena parte de los
Estamos aquí ante una especie de "transferencia" de medios de comunicación por omisión o por acción,
responsabilidades. Al tratar la violencia, la falta de segu- es indudable.
ridad, el incremento de la delincuencia, sin contextos Cuando las instituciones politicas han caido en el
sociopolíticos, se hace aparecer a los sectores marginales, descrédito y deslegitimación, cuando la autoridad se
a los pobres de la sociedad, especialmente losjóvenes, muestra incapaz de dar respuestas eficientes a los pro-
como los responsables directos de la inseguridad en las blemas de las comunidades, cuando la sociedad no en-
ciudades y esto, de nueva cuenta, favorece el clima de cuentra cauces de participación, es fácil que los medios
hostigamiento y represión y otra vez, lajustificación de las dejen de ser precisamente eso, "medios", y se conviertan
medidas legales e ilegales que se emprenden en contra en actores de peso completo que se erigen en jueces,
de estos actores. en árbitros, cuyas construcciones del acontecer tienen
De ahi que el saldo de los acontecimientos, arroje co- efectos reales sobre la socialidad contemporánea.
mo balance una esquizofrénica dicotomía ente "muertos Se trata de una bola de nieve, mientras impere un
buenos" y "muertos malos", o peor aún "muertos olvi- imaginario que atribuye a ciertos actores sociales unas
dables". Las noticias de hechos de violencia en contra de características que justifiquen las razzias eufemística-
jóvenes" se convierten en algo natural, normal, pasan a mente llamadas "operativos antipandillas", mientras
se consienta la violencia institucionalizada u otras,
mediante mecanismos discursivos que la expliquen
65 No asila violencia ejercida por jóvenes, que es un tema-nego- por su vinculación con algunos constitutivos identi-
cio ampliamente redituable y que puede cronológicamente ubicarse
tarios (la religión, el color, la raza, la edad, el sexo),
como las violencias juveniles pre-litleton y post-Lítleton. en tanto
el asesinato masivo que dos jóvenes cometieron en la escuela Colom- mientras impere entre gobernantes y gobernados una
bine de Lítleton en Denver, aportó elementos inéditos al tratamiento relación de miedo y desconfianza, no será posible
del tema, al abrir por primera vez, de manera seria, un debate en avanzar en el diseño de principios reguladores que la
tomo al annamentismo creciente en los Estados Unidos.

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ROSSANA REGUTlLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

sociedad requiere paraenfrentar los desafíos que le plan- profesional, consumidor, espectador, joven, público, ho-
tea la magnitud de la crisis que atraviesa. mosexual, etc.), para participar con derechos plenos
Hay, en la triple relación: politicas públicas de com- en una sociedad.
bate a la delincuencia, el discurso y los dispositivos de los El debate en torno a la ciudadanía es hoy día uno
medios de comunicación y los imaginarios colectivos, de los más vigorosos, tanto en los foros sociopolíticos
una agenda de investigación urgente en tanto ella puede como académicos, y ello se explica, en parte, por la ne-
ayudar a repensar los modos de la ciudadanía juvenil. cesidad de renombrar un conjunto de procesos de in-
corporación y reconocimiento social que no se agotan
Ciudadanias, un relato posible en la pertenencia a un territorio, en el derecho al voto
ya la seguridad social, sino que de manera creciente se
la irrupción en la escena política de las dimensiones
articulan a la reivindicación de la diferencia cultural
de la vida privada y cotidiana y la visibilización creciente
como palanca para impulsar la igualdad. Se debate ya una
del discurso de la diferencia cultural como un componen-
cuarta dimensión de la ciudadanía, "la cultural" (Rosaldo,
te indisociable de las democracias modernas, han hecho
1992), dimensión que se ha hecho visible en las luchas
estallar las concepciones clásicas de ciudadanía, que ha
políticas de minorías y excluidos de Jos circuitos domi-
reconocido básicamente tres dimensiones: la civil, que
nantes, en las que el reconocimiento de la pertenencia
garantiza los derechos civiles y las libertades personales
a una comunidad especifica, con los derechos y obliga-
para los miemhros de un territorio delimitado; la política,
ciones que de ello se derivan, es la demanda central a
que busca garantizar el derecho al sufragio y a la parti-
la que se integran las otras dimensiones, sin anularlas
cipación y, finalmente, la social (que aparece asociada
ni contradecirlas.
al fortalecimiento del Estado de bienestar), referida a los
En el contexto latinoamericano, donde la politica
derechos al bienestar y vinculados a la política social
social y las políticas públicas para los jóvenes se res-
del Estado-nación (Marshall, 1965).
tringen, en el mejor de los casos, al ámbito de la edu-
Estas tres acepciones conciben la ciudadanía como
cación formal o capacitación, a la salud y el deporte,
un status o situación legal (Ramírez, 1998). Lo que im-
este resulta un tema complejo. Algunas investigaciones
porta destacar aquí es que son los movimientos sociales
empiricas han señalado que los jóvenes son especialmen-
en su compleja heterogeneidad los que han venido a
te sensibles a este tema. Quieren participar pero no saben
señalar la insuficiencia de una conceptualización pasiva
cómo colocarse ante una sociedad que los exalta y los
en la que la ciudadanía parece una graciosa concesión
reprime simultáneamente.
de los poderes y no, como de hecho está demostrando
Cuando se indagaen su discurso, lo que va aparecien-
ser, una mediación fundamental que sintetiza o inte-
do es un conjunto de "prácticassin nombre", es decir,
gra las distintas identidades sociales que el individuo
la casi imposibilidad para ellos mismos de nombrar su
moderno puede actualizar (mujer, indígena, negro,

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ROSSANA REGUILLO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

pertenencia ciudadana. Ello me ha llevado a formular la Si la ciudadanía se define en el hacer, son las prácti-
hipótesis de que para la mayoría de los jóvenes, la ciuda- cas el territorio privilegiado para explorar la participa-
danía se define en la práctica, se trata de una concepción ción juvenil, que no puede restringirse, por las razones
activa que se define en el hacer: "si estudio o trabajo (en que se han discutido, a los ámbitos explícitamente for-
lo que sea), hago una revista cultural o toco en un grupo, males. En la complejidad ele sentidos con que los jóvenes
soy ciudadano", en cambio, "si no aparezco en listas (de habitan el espacio público, radican pistas para entender
admisión a las instituciones de educación) o no consigo el futuro en nuestras sociedades.
trabajo, la policía me reprime o carezco de espacios de Si, de un lado, es fundamental reconocer (y aplaudir)
expresión, no soy ciudadano". los signos de una sociedad civil en plena emergencia;
Así, la ciudadanía aparece directamente vinculada de otro lado, se requiere de un optimismo cauteloso
al eje de la inclusión-exclusión. Y, además de las condi- que permita hacer la critica de las formas de socialídad
ciones objetivas que la soportan (instituciones, políticas, contemporánea. la dificultad estriba en que el movi-
servicios, normas) tiene un componente afectivo impor- miento no se detiene para esperar pacientemente a que
tante que se expresa en "nuevas sensibilidades" (Martín pensemos; hoy más que nunca la sociedad requiere de
Barhero, 1998), que reorganizan los saberes tradicio- la habilidad para establecer las reglas de juego en el pro-
nales en un contexto de incertidumbre para ponerlos a pio juego. Por lo pronto, es urgente una investigación
funcionar, a veces con un sentido pragmático, a veces que penetre hermenéuticamente los mundos y los mo-
crítico, con el objeto de ganar espacios de inclusión y dos de la vida de las culturas juveniles, como condi-
participación. ción para el impulso de ese proyecto político sin el cual
Resulta dificil captar los distintos significados, tradi- la diferencia y la diversidad son meros instrumentos
cionales y emergentes con que los jóvenes dotan de sen- retóricos de la dominación y caldo de cultivo para la(s)
tido a la ciudadanía: la ciudadanía como el ámbito ele los violenciaís).
dereclios civiles (tribunales, leyes, impartición de justi-
cia); la ciudadanía como ámbito de los derechos políticos
(democracia formal, democracia representativa y demo-
cracia directa); como ámbito de los derechos sociales
(servicios de segurielad social, educación, derecho al
empleo); como ámbito ele los derechos culturales (inclu-
sión y reconocimiento de su ielentielad diferencial).
Captarestos sentidos permitirá avanzar en la intelec-
ción de las distintas formas en que los jóvenes participan
real o virtualmente en el espacio social.

160 1(\1
CUADRO No. 1

LU9" en e11 I ,Reladon de' P'B Población


, índice de PlB con con pandad que no se
Promedio rasa Esperanza: Desarrollo Tasa de pandad del de poder de espera que
País edad fertilidad de vida' Humano" anettatertsrnc] poder de I compra, entre
¡ (A=alto) . • I el 20 % m"
sobreviva a >"0
r->-
! (M=medio) I compra I rico.y el 20 % la edad de
40 años C1 '"
(8=bajo) I mas pebre" c: >-
% H M' Porcentaie I Dólares I % % Z O
Argentina 28 1.7 67 i73.7' 39 lA) ¡ 3.5 % 10300 -- 5.6 0 0
Bolivia 19.7 4.1 59.6' 62,9 112 1M) 16.4 2880 86 18.4 V>n
Brasil 24.3 2.2 56.7 66.8 79 1M) 16 6480 32.1 11.5 -z c:
¡::
Chile 26.5 2,1 71.5 77.9 34 (A) 4.8 12730 17.4 4.5
23.7 70.2 76 57 1M) 9.1 6810 15.5 10.1 !2 m
Colombia 2.3
n z :>
Costa Rica 23.1 2.8 73.4 78.3 45 lA) 4.9 6650 12.7 4 » ....¡ z
Cuba 30.1
I
1.5 72.8 77.7 S8IM) 4.1 3100(b) -- 4.5 0>- m
Ecuador 21.1 2.8 68.8 74.1 72 (M) 9.3 4940 97 11.1 O :;:tI ~
El salvador I 18.8 3.1 65.8 72.8 107(M) 23 2880 -- 10.9 '" m ~
m r" .....
Guatemala
! 17,6 5.1 I 65 67.1 117(M) 33.4 4100 30 15.6 V>
Haití 19.7 4.7 147.4 513 lS2IB) 542 1270 -- 26.7 m O
Honduras 18.1 46 68 ¡¡4(M) 293 2220 15.1 11.5 V> m
México
Nicaragua
21.7
16.8
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1

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Panamá 23.5 2.5 171.4 76.9 49(M) 8.9 7168ld) 29.9 6.4 -, n
Paraguay 20.2 4.2 i 70.2 74.2 S4(M) 7.6 3980 -- 8.7 V> >-
Perú 22 3 165.9 70.9 801M) 11.3 4680 10.3 11.6 :::! z
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Puerto Rico* 28.7 2.2 I 70 79.2 -- --- --, -- ~ -

O O
Rep. Dominicana 21.9 3 167.5 72 88(M) 17.4 4820 13.3 9.0 V>
Uruguay 313 2,2 723 78.8 4O(A) 2.5 9200 -- 5.1
22.6 ¡
Venezuela 2,9 169.1 75.3 48(M) 8 J 8860 16.2 6.5
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l.llo:tr--:O'Íccir--: Inc., e tcago.

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fY)fY)....-CQ
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N o 0"\ N
N N NN

z8 ------';,--1-+-----1 l Laesperanza de vida al nacer, es un indicador vinculado a la reduc-


;:J ción de la mortalídad infantil o temprana. Tiene, en ese sentido más que
ro ver con la juventud que con la vejez y por supuesto, con las condiciones
....-I"'.i ..... que garantizan o no, el desarrollo de la vida.
11 El Indicc de Desarrollo Humano, elaborado por el Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo(PNUD), se obtiene de la ponderación
de cuatro factores generales: Longevidad, que comprende esperanza de
vida al nacer, esperanza de vida al nacer en mujeres y hombres; porcen-
taje de personas que no se espera que lleguen a la edad de 40 años (pa-
ra los paises en desarrollo), porcentaje de personas que no se espera que
lleguen a la edad de 60 aT10s (para los paises industrializados); conoci-
miento, que comprende tasa de alfabetización en adultos (desagregado
por género), tasas de analfabetismo en adultos y tasas de analfabetismo
funcional en adultos; condiciones de vida digna, que abarca, Producto
Interno Bruto con paridad de poder de compra (desagregado por géne-
ro), porcentaje de personas sin acceso a agua potable, servicios de salud
y servicios sanitarios, porcentaje de personas viviendo por debajo de la
linea de pobreza; y, participación y exclusión, que comprende las tasas
de desempleo de largo plazo. El PNUD, elabora tres categorías de pai-
;::'40Cl~": I.D
ses, los de Alto, Medio y Bajo desarrollo humano. El número asignado
....- ..... .- ..... N · a los paises, refleja, de manera compleja, la ponderación de todos estos
factores
111 Este indicador relaciona el Producto Interno Bruto per capita
o con la paridad de poder de compra, que se refiere a la cantidad de pro-

" ..
:.0"0 ductos que se pueden adquirir con una moneda determinada, general-
E-o mente el dólar.
O" IV Este factor de ponderación relaciona la diferencia entre el 20 %
1;:. más rico de un pats y el 20 % más pobre de acuerdo al PIB con paridad
de poder de compra. Por ejemplo, para el caso mexicano, mientras que
el 20 % más pobre del país tiene un PIB per capita de 1 437 dólares, el
20 % más rico tiene un PIB per cepita de 19 383 dólares. La mequídad
es evidente.

165
ANEXO 2
GLOSARIO:
PEQUEÑA GUlA PARA EXTRAVIADOS

Alfllerear: herir a alguien con arma (o instrumento)


punzocortante.
Barrio: en Venezuela, ciudad perdida o cinturón de
miseria.
Baserolo (o pipo): el que consume crak, una mezcla
de cocaína, carbonato yagua.
Bato: amigo, compañero, hombre.
Chavo(s) banda: joven perteneciente a una agru-
pación de carácter informal en los barrios populares
urbanos. La banda se caracteriza por sus fuertes vínculos
territoriales, la práctica del graffiti y el manejo de códi-
gos lingüisticos y simbólicos complejos.
Chingón-chingona: que destaca o es muy bueno en
algo; se dice generalmente con admiración "es un chingón
para el dibujo".
Cholos: joven perteneciente al movimiento cultural
transfronterizo EE.UU.lMéxico, conocido como cholis-
mo, cuyos antecedentes pueden ubicarse en el viejo
"Pachuco", cuya figura fue llevada a la pantalla grande
por el actor mexicano Tin-tan.

167
ROSSANA Rrrunuo CRUZ Emergencia de culturas juveniles

Clavado: alguien muy aferrado (puede utilizarse Neo-hippies: forma que mucbos jóvenes utilizan
peyorativamente para referirse a alguien necio). También para denominar a los grupos juveniles que hacen arte-
significa estar enamorado. sanía, viajan por América Latina y reconfiguran los
Clavarse: prestar mucha atención a algo. También sig- saberes indígenas.
nifica enamorarse. Ojetels: Alguien que abusa, prepotente, egoísta.
"El costumbre": refiere a la tradición y la costum- Pana: amigo cercano, 'compañero de aventuras en Ve-
bre entre los índigenas mexicanos. Hace referencia a nezuela y Puerto Rico.
la cultura oral de estos pueblos y su empleo ya no es Parchar: en Colombia, juntarse entre los jóvenes,
exclusivo de los pueblos indios; entre los mestizos en la calle, en una reunión o en cualquier otro sitio.
se usa regularmente para referirse a la cosmovisión Nombra el modo de estar juntos.
indígena. Parchels: en Colombia, agrupación de jóvenes que
Éxtasis (tacha): pastilla psicotrópica que contiene son amigos entre sí; pueden o no compartir una base
ácido anfetamínico, derivado de la mezcalina. Es de uso territorial. Refiere mucho más a la relación amistosa
común entre los jóvenes "ravers" o "tecnos", que guardan entre sí los miembros de un "parche", que a
Favelados: habitantes de la favelas en Brasil. las características del grupo.
Hacerla (ya la hice. la hicimos): salir bien librado de Parladte: lenguaje (slang) empleado entre los jóvenes
una situación, conseguir algo. populares en Medellín, Colombia.
Landros: los jóvenes de los barrías populares en Ve- Pasarse (de lanza): pasarse de listo, abusar.
nezuela, generalmente, peyorativo. Pasón, pasonearse: exceso en el consumo de alguna
Machín/machines: fuerte, valiente, astuto, poderoso. droga.
También, los lideres de las bandas o de otras agrupa- Pinga (también, pasta): cualquier pastilla (general-
cíones juveniles populares. mente, psicotrópicas).
Maras: agrupación de jóvenes que comparten las Placa, placazo: grafTiti. Hacer una placa es elaborar
mismas características que las bandas mexicanas un graffiti.
(chavos banda) en Guatemala y El Salvador. Son fa- Pogueo, poguear: en Colombia, nombre que re-
mosas la "Mara Salvatrucha" y la "Mara 18" en San cibe el slam, el baile que incluye golpes, aventones y
Salvador. una ritualidad de violencia simbólica que se practica
Metal/metaleros: género musical y forma de autorre- en conciertos en vivo. Generalmente se forma una
conocimiento identitario de sus practicantes. círculo al centro, de tal forma que sólo participan en
Micros: ácido LSO: generalmente se vende en pe- el "pogueo" quienes así lo desean. Hay pogueos mix-
queños papeles de colores que se deshacen en la boca. tos (lo cual es extraño) y pogueos masculinos y [ernc-

168 169
ROSSANA REGUIUO CRUZ Emergencia de culturas juveniles

ninos, Cuando las mujeres toman el centro, los varones Transa: engaño. abuso, proceder con malicia, nego-
generalmente se retiran. cio turbio, "este hato me transó".
Rancho: en Venezuela, casa muy pobre. Wixárica: el pueblo indígena huicho1 que se ubica
Rastas (rastaJarian): alude a los jóvenes que parti- en los estados de Nayarit y Jalisco, México. Su "costum-
cipan del movimiento reggae. bre" ha impactado a numerosos colectivos juveniles
Raves: fiesta electrónica con sonido techno, pantallas mexicanos.
gigantes y luces especiales. En la rave, lo fundamental
recae en el disk jockey, que conduce la fiesta.
Ravers: forma de adscripción idcntitaria de los prac-
ticantes del techno,
Sicarios: En la jerga, alude a los jóvenes que prestan
servicios al narcotráfico en Colombia.
Shatos: jóvenes que practican el deporte de la patine-
ta y construyen símbolos de identificación a partir de
estos elementos. En algunas partes de América Latina, se
asocia este nombre con la cultura musical callejera de
los raperos.
Slam: ver "pagueo"
SurJos: jóvenes que practican el surf y se visten -aun
en la ciudad- como si estuvieran en el mar.
Tachas: (ver éxtasis)
Tags, rayas, finnas: género del graffiti, que implica
menor elaboración que éste. Normalmente consiste
en simbolos altamente codificados, que parecen rayas
en las paredes. Los graffiteros norteamericanos se refie-
ren a este subgénero como "toy" (juguete) de manera
despectiva.
Taggers: alude a los jóvenes que se identifican cen-
tralmente por la práctica del tag o firma.
Tocada, toquín: concierto, reunión masiva de jóvenes
cuyo centro es la música.

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UNIDAD IV
José Manuel Morán Faúndes
María Candelaria Sgró Ruata
Juan Marco Vaggione

SEXUALIDADES, DESIGUALDADES
Y DERECHOS
Reflexiones en torno a los
derechos sexuales y reproductivos

Ciencia, Derecho y Sociedad


Editorial
Seminario sobre Derechos Sexuales y Reproductivos
Cátedra de Sociología Jurídica
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales
UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA

3
Morán Faúndes, José Manuel
Sexualidades, desigualdades y derechos : reflexiones en torno a los derechos sexuales
y reproductivos / José Manuel Morán Faúndes ; María Candelaria Sgró Ruata ; Juan
Marco Vaggione. - 1a ed. - Córdoba : Ciencia, Derecho y Sociedad Editorial, 2012.
364 p. ; 22x16 cm.

ISBN 978-987-1742-24-0

1. Sexualidad. 2. Derechos Sexuales. I. Sgró Ruata, María Candelaria II. Vaggione,


Juan Marco III. Título
CDD 305.3

Primera edición, febrero de 2012


Córdoba, Argentina

La publicación de este libro ha sido posible gracias al


Programa de Apoyo y Mejoramiento a la Enseñanza de
Grado, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales,
Universidad Nacional de Córdoba.

© De los autores, 2012

ISBN N° 978-987-1742-24-0

Impreso en Argentina
Printed in Argentina
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723

4
Ciencia, Derecho y Sociedad
Publicación de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la
Universidad Nacional de Córdoba
Consejo Editor
Dra. Marcela ASPELL. UNC - Dra. Martha DÍAZ de L ANDA. UNC
Dra. María Eugenia GÓMEZ DEL RÍO. UNC - Dra. Myriam Consuelo PARMIGIANI. UNC

Comité Académico Asesor

Dr. Ernesto ABRIL Dr. Francisco JUNYENT BAS


Ab. Luis Felipe ALIAGA YOFRE Dr. Carlos LASCANO
Dr. Julio Isidro ALTAMIRA GIGENA Dr. Carlos LISTA
Dr. Raúl ALTAMIRA GIGENA Dr. Jorge MALEM
Dr. Juan Manuel APARICIO Dra. Hilda MARCHIORI
Dr. Jorge BARBARÁ Dra. María Cristina MERCADO DE SALA
Dra. María Inés BERGOGLIO Dr. Luis MOISSET DE ESPANÉS
Dr. José BOCCHIARDO Dra. Alicia MORALES LAMBERTI
Dr. José Ignacio CAFFERATA NORES Dr. Miguel Angel ORTIZ PELLEGRINI
Dr. Ricardo CARACCIOLO Dr. Juan Carlos PALMERO
Dr. Manuel CORNET Dr. Daniel PIZARRO
Dr. Jorge DE LA RÚA Dr. Víctor Félix REINALDI
Dra. Adriana DREYZIN de KLOR Dr. Ernesto REY CARO
Dr. Ignacio ESCUTI Dr. Efraín Hugo RICHARD
Dr. Eduardo Ignacio FANZOLATO Dr. Horacio ROITMAN
Dr. Manuel Augusto FERRER Dr. José Ignacio ROMERO
Dr. Daniel GATTAS Dr. Hugo SELEME
Dr. Sergio GUESTRIN Dra. Amalia URIONDO de MARTINOLI
Dr. Ricardo HARO Dr. Humberto VÁZQUEZ
Dr. Antonio María HERNÁNDEZ Dr. Gustavo VALLESPINOS
Lic. Liliana IANNACCONE Dr. Ramón Pedro YANZI FERREIRA
Dr. Alberto ZARZA MENSAQUE

Comité Académico Externo


Dr. Manlio BELLOMO – Universidad de Catania (Italia)
Dr. Claus RO XIN – Universidad de Münich
Dr. Ernesto GARZÓN VALDÉS – Universidad de Maguncia
Dr. Juan Carlos GORLIER – Center for Latin and Caribbean Studies – USA
Dra. Aída KEMELMAJER DE CARLUCCI – Universidad de Cuyo
Dr. Francisco FERNÁNDEZ SEGADO – Universidad Complutense de Madrid

Secretaría Administrativa
Cr. José María GARCÍA

5
ÍNDICE

PRÓLOGO .............................................................................................. 9
José Manuel Morán Faúndes

INTRODUCCIÓN ................................................................................ 13
Juan Marco Vaggione

PRIMERA PARTE
Cuerpos, género, poder

Discursos sobre la sexualidad .......................................................... 59


Carlos Figari

¿De qué hablamos cuando hablamos de género?


Una introducción conceptual ............................................................ 85
Eduardo Mattio

De los discursos y los cuerpos sexuales en el campo


criminológico y las instituciones penales..................................... 105
Laura Judith Sánchez

SEGUNDA PARTE
Regulación de la sexualidad y derechos

Sexualidad y derecho. Algunas notas sobre la regulación


de la sexualidad en la Argentina .................................................... 125
Jaqueline Vassallo

7
La incorporación de los derechos sexuales y reproductivos
en las constituciones de Argentina, Venezuela, Ecuador y
Bolivia: cuerpos ceñidos a sexualidades reproductivas ............. 157
Ma. Eugenia Monte y Leticia Gavernet

Las políticas de salud sexual y reproductiva desde un


enfoque de derechos humanos ........................................................ 191
María Angélica Peñas Defago

TERCERA PARTE
Aproximaciones a la agenda de los
derechos sexuales y reproductivos

Desnaturalizar los vínculos entre conyugalidad y


ciudadanía. El matrimonio en Argentina, su trayectoria
y los cambios recientes .................................................................... 227
Renata Hiller

Algo ha pasado .................................................................................. 251


Mauro Cabral

Aborto: ¿según quién? ...................................................................... 275


Agustina Ramón Michel

Discursos y leyes sobre prostitución/trabajo sexual ................... 337


Marisa N. Fassi

8
PRÓLOGO

José Manuel Morán Faúndes

En marzo de 2010 se impartió por primera vez el Seminario sobre


Derechos Sexuales y Reproductivos de la Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba. Dependiente de la Cátedra
de Sociología Jurídica, por primera vez un curso trataría temas como el abor-
to, la sexualidad, las identidades de género, los movimientos feministas y por
la diversidad sexual, la anticoncepción, entre otros, como parte de los ejes
centrales de su contenido. Desde sus inicios y hasta el día de hoy, el semina-
rio ha sido planificado y llevado adelante por el docente Juan Marco Vaggio-
ne, secundado por un pequeño grupo de adscriptas y adscriptos hemos teni-
do la oportunidad de colaborar en su desarrollo. A esta labor nos hemos
abocamos María Angélica Peñas Defago, Maximiliano Nicolás Campana y yo
desde el 2010, sumándose en el siguiente año al equipo María Eugenia Mon-
te.
El objetivo planteado en un comienzo fue modesto: mostrar a los y las
estudiantes de abogacía que el derecho, lejos de ser neutral en materia de
sexualidad y reproducción, ejerce regulaciones específicas sobre el cuerpo,
afectando diferencialmente a los y las sujetos según sus expresiones sexuales
y de género. Esto es, mostrar que el sexo, contrario a las ficciones liberales,
no es una dimensión privada y despolitizada de la vida individual, sino una
superficie íntimamente regulada por el derecho.
Sabíamos que para algunas y algunos esto podía resultar evidente,
pero también estábamos conscientes de la fuerza que tienen en el campo
jurídico los paradigmas que consideran el derecho como una entidad neutral
e imparcial, y a la justicia como una mujer –blanca y aparentemente euro-
pea– con los ojos vendados. La tarea que nos propusimos no tenía que ver
con mostrar «la verdad» –dudamos que exista– sobre el derecho y la regula-

9
ción de la sexualidad, sino con al menos poner en discusión otras posibilida-
des de pensar el derecho y el rol de los y las operadoras jurídicas, distintas a
las que se suelen enseñar en las facultades de abogacía. Era, en definitiva,
remecer y –por qué no– quizás incluso incomodar.
Nuestra sorpresa no fue menor cuando nos encontramos frente a un
público amplio de estudiantes que, contrario a todas nuestras expectativas,
se mostró receptivo a las ideas del seminario y a la posibilidad de reflexionar
sobre el derecho desde otros lugares. Estudiantes que cuestionaban las es-
tructuras tradicionales de concebir el cuerpo, que se indignaban ante los su-
puestos que igualaban a la mujer con la idea de maternidad y heterosexuali-
dad, que no quedaban indiferentes ante los binarismos sexo/género, natura-
leza/cultura u hombre/mujer que abundan en los fallos de jueces y juezas…
l*s remecid*s fuimos en realidad nosotr*s.
Por supuesto, también hubo resistencias que animaron interesantes
debates. El tema de la legalización del aborto concitó más de una posición
opositora, así como la despatologización de las identidades y cuerpos trans e
intersex, o el matrimonio entre personas del mismo sexo que por entonces se
debatía en el Congreso de la Nación. Esta pluralidad de posturas permitió
abrir el diálogo entre las y los estudiantes, mostrándose una valorable diver-
sidad de puntos de vista que no siempre se observa en estos espacios.
A lo largo del dictado del seminario nos fuimos dando cuenta de algu-
nas cosas que nos parecía interesante trabajar con mayor intensidad en el
aula. Desde nuestra perspectiva, abundaban algunas dificultades aun para
comprender la relación entre los derechos sexuales y reproductivos con los
derechos humanos, y la importancia que concitan los instrumentos interna-
cionales en esta relación; para deconstruir la idea del feminismo como una
versión «invertida» del machismo; o para comprender el cuerpo sexuado y la
sexualidad desde un paradigma que trascienda perspectivas biologicistas y
normalizadoras.
Intentamos implementar ciertas metodologías para trabajar en estas
áreas, como la organización de debates entre grupos de estudiantes que tu-
viesen visiones contrapuestas respecto de determinados tópicos, a fin de que
pudiesen reflexionar conjuntamente. Además, planificamos algunas clases
que tocaran específicamente los puntos que consideramos más urgentes de
revisar. Muchas gente participó en este proceso, no sólo Juan Marco y nosotr*s
como adscript*s, sino además colegas vinculadas y vinculados con la acade-

10
mia y el activismo que generosamente aceptaron nuestra invitación para ex-
poner frente al curso los temas de su especialidad. Es así como Paola Berga-
llo, Mauro Cabral, Emiliano Litardo, Mariela Puga y Hugo Rabbia aportaron
sus puntos de vista sobre la interrupción del embarazo, la identidad de géne-
ro y la ciudadanía sexual, nutriendo con sus profundos análisis y rigurosas
miradas este espacio académico.
Es en este contexto que se ha venido desarrollado el Seminario sobre
Derechos Sexuales y Reproductivos en los últimos dos años. Y es en este
mismo contexto que nace este libro. Sexualidades, desigualdades y de-
rechos es producto de nuestro deseo por generar un instrumento que ayude
a introducir los múltiples temas que hacen a los derechos sexuales y repro-
ductivos, en la formación de los abogados y las abogadas. Su intención es
que pueda servir no sólo para facilitar la enseñanza de estos derechos en la
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Cór-
doba, sino en cualquier otra universidad que lo considerase tan importante
como nosotros y nosotras.
Le hemos dado prioridad a algunos temas específicos, dejando de lado
otros que nos habría encantado tocar en este libro. Su ausencia se debe no a
una desestimación de su importancia en las luchas por repensar y resistir las
formas tradicionales de comprender la sexualidad y el género, sino simple-
mente a una carencia nuestra al darle prioridad a los temas en donde pensa-
mos que tenemos más experiencia y que creemos que resultan relevantes
para introducir a los y las estudiantes en el conocimiento de los derechos
sexuales y reproductivos. Estamos en deuda permanente por trabajar para
abarcar los dinámicos tópicos que hacen parte de la agenda de estos dere-
chos en Argentina y en América Latina en general.
Sexualidades, desigualdades y derechos no habría sido posible
sin la fundamental colaboración de cada una de las autoras y autores que
generosamente aceptaron escribir artículos inéditos en un plazo que no nece-
sariamente fue el más holgado. La mayoría de ell*s pertenecen tanto al cam-
po de la academia como del activismo político, combinación que pensamos
como medular para el desarrollo de los tópicos que abarca este libro. Ade-
más, creemos firmemente que la diversidad de trayectorias de cada autor y
autora le otorga al libro una pluralidad de miradas, de reflexiones y de escri-
turas1 que siempre aportan para la comprensión de los múltiples puntos de
vista de los y las sujetos que abogan por el reconocimiento y la ampliación de

11
los derechos sexuales y reproductivos. A cada autora y autor le agradecemos
profundamente por su trabajo y dedicación. Agradecemos también a la Uni-
versidad Nacional de Córdoba, quien a través de su «Programa de Apoyo y
Mejoramiento a la Enseñanza de Grado de la UNC» nos permitió acceder a
los recursos económicos necesarios para publicar este libro; también a los y
las docentes de la Cátedra de Sociología Jurídica, y a la Facultad de Derecho
y Ciencias Sociales por el apoyo y respaldo institucional que nos han brinda-
do todos estos años; a cada un* de l*s estudiantes de abogacía que ha pasa-
do por el seminario, enriqueciendo nuestra experiencia mediante la puesta
en común de sus ideas y perspectivas con nosotr*s y el resto de sus compa-
ñeros y compañeras; y a las personas que sin ser docentes ni estudiantes se
han acercado mirar y participar en las clases.
Esperamos sinceramente que este libro pueda servir de apoyo para
introducir a los y las estudiantes de abogacía en los derechos sexuales y re-
productivos, así como a cualquier persona que sienta curiosidad por estos
temas y desee comprender algunos de los aportes que han plasmado las
luchas de los movimientos feministas y por la diversidad sexual en términos
jurídico-normativos, pero también políticos, sociales y culturales.

Córdoba, 15 de febrero de 2012

Notas

1
Decidimos respetar el uso o no del lenguaje de género desarrollado por cada autor y
autora de este libro en sus respectivos ar tículos, así como sus diversas formas. Tanto la
utilización de símbolos como *, x, @, / u otros, como también el uso más «tradicional»
del lenguaje, son parte no sólo de las discusiones y luchas vigentes de r esistencia y crítica
política hacia las nor mas culturales de género, sino también de las perspectivas teóricas
y epistemológicas siempre abiertas que son abrazadas por aquellas personas que traba-
jamos estos temas desde distintos lugares.

12
INTRODUCCIÓN

Juan Marco Vaggione*

El control de la sexualidad es un rasgo común de las sociedades que,


en muchas circunstancias, genera desigualdades y exclusiones injustas. Si
bien lo sexual, en general, se piensa como aquello que corresponde a lo
íntimo, a un espacio privado donde el poder no penetra, es una de las esferas
de la vida sobre la cual se despliegan diversos discursos y técnicas de vigilan-
cia y control. El pecado, primero, y el delito, después, por ejemplo, son regu-
laciones culturales que oprimen, pero también construyen, lo sexual. Estas
regulaciones otorgan valores diferenciados y establecen fronteras que de-
marcan, diferencian y estratifican el orden sexual1. En la cúspide de ese or-
den se ubican las prácticas, actitudes e identidades sexuales que se conside-
ran legítimas, y al ir descendiendo de la pirámide ese reconocimiento va
disminuyendo hasta llegar a aquellas prohibidas, invisibilizadas o, incluso,
criminalizadas. Esta jerarquía sexual imprime, sin dudas, desigualdades en la
distribución de reconocimientos, derechos y garantías que si bien en ciertos
momentos son consideras aceptables, en otros se vuelven materia de debate,
antagonismo y redefiniciones.
El orden sexual, así como las restricciones y regulaciones que estable-
ce, cambian históricamente. Lo que en algún momento se consideraba pro-
hibido, con el paso del tiempo puede volverse una conducta sexual legítima,
o viceversa. Tal vez un ejemplo de la complejidad de estos cambios sea las
formas en que las diferentes sociedades y culturas han considerado la rela-
ción sexual entre dos hombres 2. Distintos estudios históricos argumentan que
en ciertos momentos este vínculo sexual estaba legitimado. Por ejemplo, es

* Doctor en Derecho y Ciencias Sociales, Ph.D. en Sociología. Profesor Adjunto de Sociología,


Facultad de Derecho y Ciencias Sociales e Investigador Adjunto del CONICET.

13
compartido por diversos historiadores afirmar que en la Antigua Grecia el
vínculo sexual entre adultos y adolescentes varones estaba legitimado –con
regulaciones, por ejemplo, respecto a roles sexuales– indicando que la dico-
tomía heterosexualidad/homosexualidad no era parte de la cultura del mo-
mento3. Incluso dentro del Cristianismo existen estudios que afirman no sólo
que el Nuevo Testamento es bastante abierto hacia la homosexualidad, sino
que la Iglesia celebraba uniones entre varones4 . Fue entre los siglos XI y XII
cuando los teólogos comenzaron a interpretar la sexualidad como procreati-
va y el sexo entre varones como pecado5. De ahí el adelante el Cristianismo,
en particular la Iglesia Católica, se volvió el mayor reforzador de un orden
(hetero)sexual considerando este tipo de vínculos como pecado, y luego, bajo
la influencia del cristianismo en el derecho, como un delito. Así, las leyes anti-
sodomía tuvieron vigencia en diversos países occidentales durante los siglos
XIX y XX considerando el vínculo sexual entre varones adultos como un
crimen con graves castigos.
Las últimas décadas del siglo XX vuelve a evidenciar fuertes cambios
en la legitimación del vínculo sexo-afectivo entre dos varones –o dos muje-
res– al considerarse el mismo como parte de los derechos sexuales de las
personas. En el año 1989, Dinamarca fue el primer país en reconocer formal-
mente a las parejas del mismo sexo, otorgándoles los mismos derechos que a
las parejas de uniones heterosexuales. Una legalización aún mayor se dio en
la última década cuando comenzó a modificarse la institución matrimonial
permitiendo el casamiento de dos varones o dos mujeres. En el año 2001,
fueron los Países Bajos los primeros en autorizar el casamiento de personas
del mismo sexo. Esta equiparación total entre matrimonio heterosexual y
homosexual está vigente en la actualidad en al menos diez países. También el
campo religioso ha cambiado la postura restrictiva respecto a la orientación
sexual. Diferentes instituciones religiosas aceptan como fieles a las personas
gays, lesbianas y trans6 , se han creado iglesias abarcativas de la diversidad
sexual y existen distintas corrientes teológicas que consideran que no existen
diferencias éticas entre el vínculo hétero y homosexual7.
Sin embargo, esta ampliación de derechos sexuales también ha gene-
rado fuertes reacciones y resistencias en defensa de un orden sexual tradicio-
nal. Los cambios generados a fines del siglo XX, ampliando derechos a la
diversidad sexual, también han ido acompañados de fuertes reacciones con-
servadoras que, en defensa de un orden sexual tradicional, consideran los

14
derechos de personas gays y lesbianas como un riesgo al orden social. Jerar-
quías de diferentes tradiciones religiosas, líderes políticos y de la sociedad
civil se movilizan de forma activa para evitar reformas legales que otorguen
derechos a personas y vínculos no-heterosexuales. Estas reacciones han ge-
nerado, en algunos casos, una re-dogmatización de posturas homofóbicas
que implican mayor discriminación y desigualdad. En Estados Unidos, por
ejemplo, una fuerte reacción ha intensificado el rechazo –legal y social– a
parejas del mismo sexo; diversos países africanos han intensificado el nivel
de criminalización de la homosexualidad –incluso llegando a la pena de muer-
te–. También dentro del campo religioso, la creciente presencia de sectores
fuertemente conservadores en las distintas tradiciones religiosas –llamados,
por ejemplo, fundamentalismos, neointegrismos, o patriarcalismos radicales–
tiene como uno de sus componentes un marcado rechazo a la diversidad
sexual ya que se la considera como causante de parte de los problemas mo-
rales de las sociedades contemporáneas. Estas reacciones religiosas se mani-
fiestan de diversas formas, tales como la organización de un fuerte activismo
contrario a los derechos sexuales, la promoción de terapias de conversión o
cura de la homosexualidad e incluso violencia física contra personas gays y
lesbianas. Estos ejemplos políticos y religiosos muestran cómo el intento de
trastocar la legitimidad de un orden sexual genera fuertes reacciones que, en
defensa del status quo, pueden intensificar el control y la vigilancia.
Las formas en que se legitima el vínculo sexual entre hombres –tam-
bién entre mujeres, pero con otro recorrido diferente– se presenta como un
ejemplo que ilumina tanto las variaciones históricas en la forma de regular la
sexualidad como los fuertes antagonismos que se generan al modificar la
legitimidad del orden sexual instituido. En ciertos contextos y circunstancias
se amplían los espacios legales y culturales para la libertad y diversidad sexual,
mientras que en otros, al contrario, se intensifica la defensa de un orden
sexual conservador que sólo legitima la heterosexualidad. Estas marchas y
contramarchas son parte, entre otros fenómenos, de la creciente presencia de
los derechos sexuales y reproductivos –DDSSRR– como un paradigma alter-
nativo para regular la sexualidad en las sociedades contemporáneas. El in-
greso de estos derechos a los debates políticos y legales marca un punto de
ruptura con las formas convencionales en que las sociedades regulaban la
intimidad, la sexualidad y el cuerpo. Abren un espacio legal y político para la
libertad y diversidad sexual que pone en evidencia las formas en que el siste-

15
ma legal –como parte de los mecanismos de vigilancia y control– margina a
amplios sectores de la población. Pero, al mismo tiempo, estos derechos ins-
criben un cambio social que genera sus propias reacciones y resistencias.
Lejos de ser un camino evolutivo y pacífico, el ingreso de los DDSSRR a las
agendas públicas va acompañado de una fuerte reacción por parte de secto-
res religiosos, políticos y civiles que defienden un orden sexual único y jerár-
quico.
El objetivo general de este Seminario sobre Derechos Sexuales y Re-
productivos es, precisamente adentrarse a la temática de estos derechos como
la cara visible de un proceso complejo. Si bien los DDSSRR se presentan
como una demanda legal, también implican un cambio sociopolítico, una
modificación en la forma en que se distribuye el poder en las democracias
contemporáneas. Las formas en que se controla y regula la sexualidad son
emergentes de relaciones de poder que, si bien estructurales en muchos sen-
tidos, van cambiando y se modifican. Formas de control y regulación que
segmentan a la población de manera desigual, distribuyendo de manera in-
equitativa recursos, reconocimientos y derechos. Los DDSSRR representan,
entre otras cosas, un paradigma alternativo sobre los vínculos entre el dere-
cho, sexualidad y reproducción que buscan generar sociedades más justas e
igualitarias. El seminario no pretende solamente reflexionar sobre el vademé-
cum de derechos que se articulan detrás de esta denominación sino, princi-
palmente, entender a los DDSSRR como parte de un debate político y cultu-
ral que encuentra en el sistema legal una de las arenas de confrontación.
Modificar el sistema legal es, por supuesto, un propósito crucial para la agen-
da de los DDSSRR ya que permite, al menos parcialmente, desinstitucionali-
zar construcciones opresivas sobre la sexualidad. Pero no es sólo un sistema
legal el que busca modificarse al ingresar estos derechos a las agendas públi-
cas, sino también una forma de construcción de la sexualidad que involucra
además discursos e influencias extra-legales. Por ello el seminario se plantea
de un modo multidisciplinario, ya que si bien tiene un eje importante sobre el
derecho, también se intercalan discursos sociológicos, filosóficos e históricos,
entre otros, que ayuden a situar el debate legal en un contexto más amplio. A
esto se agrega que los DDSSRR como problemática legal exceden el aborda-
je exclusivo de alguna rama del derecho en particular. A lo largo del semina-
rio se incluyen reflexiones desde el derecho de familia, derecho penal y dere-
cho público, entre otras. La sexualidad trasvasa fronteras disciplinarias, razón

16
por la cual un seminario específico sobre DDSSRR requiere de un abordaje
múltiple.
A continuación se presentan algunas líneas introductorias al seminario.
En primer lugar se consideran algunas cuestiones generales acerca de las
formas de reglar el orden sexual, teniendo en cuenta regulaciones respecto al
quién, el cómo y el para qué de la sexualidad. En segundo lugar, esta intro-
ducción considera los principales aspectos de la política sexual, presentando
a los movimientos feministas y por la diversidad sexual, y sus roles y aportes
en las democracias contemporáneas. Finalmente, se abordan lineamientos
generales sobre los derechos sexuales y reproductivos como un discurso que
condensa parcialmente las propuestas de estos movimientos con un fuerte
impacto en la arena internacional y nacional. El propósito general de esta
introducción es incluir algunos de los principales aspectos y debates que son
luego profundizados en las diferentes lecturas propuestas en el libro. Estas
lecturas aportan, desde diversos abordajes y con distintos acentos, a desen-
trañar la complejidad de la sexualidad y la reproducción en las sociedades
contemporáneas.

1. Reg(u)lando lo sexual

a. Orden sexual y poder

Las distintas reglas y regulaciones sobre la sexualidad sirven de ejem-


plo del complejo entramado existente entre sexualidad y poder. Lejos de
estar librado a la «naturaleza», la sexualidad ha sido, continúa siendo, un sitio
de regulación por parte de distintas instituciones y de diversos discursos. Este
entramado regulatorio, del cual el derecho es una parte, suele disponer un
orden sexual jerárquico que, como se afirmó, distribuye de manera desigual
derechos y privilegios. Ciertas prácticas, expresiones y actitudes son estimu-
ladas o recompensadas mientras que otras, en cambio, se invisibilizan, es-
conden o castigan. La regulación de lo sexual, entonces, establece fronteras
que estructuran de manera desigual a la población. Además de las categorías
que específicamente regulan lo sexual –pecadores, enfermos, perversos, cri-
minales–, las distintas formas de exclusión social se vuelven carne en la sexua-
lidad. Por ejemplo, las desigualdades por raza, etnia, género o clase social,

17
también se materializan en reglas formales e informales que estructuran un
orden sexual jerárquico.
La estabilidad del orden sexual descansa, entre otras cuestiones, en su
legitimidad en distintos momentos y contextos. Como toda manifestación de
poder, la capacidad de control y vigilancia radica en el grado de legitimidad
que, por un lado, tienen las instituciones que sientan las principales regulacio-
nes y, por el otro, la legitimidad que a dichas regulaciones le otorgan aquellos
que obedecen8 . La legitimidad de las instituciones religiosas, del Estado o de
los regímenes de verdad9 invisibilizan, de algún modo, las formas en que el
poder y la opresión atraviesan las regulaciones sobre la sexualidad. En cier-
tos momentos, el orden sexual tiene una alta legitimidad, ya que sus jerar-
quías y exclusiones no se discuten. Mientras en otros, probablemente el con-
temporáneo, la legitimidad de las instituciones y los discursos que reglan y
regulan lo sexual se debaten y cuestionan. El quiebre de la legitimidad del
orden sexual, de las instituciones y discursos que lo regulan, es parte de un
proceso de cambio social –y legal– en el que se rearticula el orden sexual. Sin
embargo, estas rearticulaciones no significan despegar a la sexualidad del
poder –misión impensable–, sino, en el mejor de los casos, reinscribir un
orden sexual menos excluyente y jerárquico.
Los discursos que reglan lo sexual en las sociedades contemporáneas
son diversos y no necesariamente coincidentes. Ni el derecho es el único
discurso, ni el Estado es la única autoridad que estructuran fronteras y regu-
laciones en el orden sexual. Además del poder político, como se explicita a
continuación, el poder religioso o el poder científico, por ejemplo, son in-
fluencias cruciales para comprender las formas en que se regula –se constru-
ye– la sexualidad. Por siglos las religiones fueron las principales instituciones
que regularon y construyeron a la sexualidad como dimensión socio-cultural.
Las diferentes tradiciones religiosas han generado códigos morales para re-
gular las actividades y prácticas sexuales que todavía tienen un fuerte impac-
to sobre las formas contemporáneas de regular la sexualidad. Esta relevancia
se da, por un lado, porque aún siguen siendo mayoritarios los sectores de la
población que se identifican con alguna religión. Entre los distintos discursos
que construyen lo sexual en el mundo contemporáneo, la religión sigue sien-
do, contra todos los pronósticos, probablemente el más influyente. Por otro
lado, porque las religiones han impactado sobre la cultura de distintas formas

18
generando que muchas de las formas de identificación o prácticas sexuales
tengan una genealogía religiosa no siempre evidente. Finalmente, las princi-
pales religiones continúan siendo instituciones de fuerte influencia pública en
la mayoría de los países, lo que se plasma con especial intensidad en temáti-
cas conectadas a la sexualidad. Es frecuente observar la presencia pública de
la jerarquía religiosa buscando influenciar debates públicos para evitar cual-
quier modificación legal que implique pluralizar y diversificar el orden sexual10.
La secularización como proceso histórico ha implicado, al menos teó-
ricamente, un desplazamiento hacia instituciones y discursos seculares res-
pecto al control de la sexualidad. Sin que las religiones hayan desaparecido
como estructuradoras del orden sexual, junto a ellas también deben conside-
rarse una diversidad de regulaciones legales, médicas, psicológicas o éticas,
entre otras. En la modernidad, el derecho tiene un rol central en el estableci-
miento de regulaciones y jerarquías sobre la sexualidad. El derecho es central
en la legitimidad del orden sexual ya que, además de ser un instrumento
coactivo, tiene un impacto simbólico importante al distinguir entre prácticas y
conductas legales e ilegales o, incluso, criminales11. La legalidad es una di-
mensión importante de la legitimidad12, razón por la cual que el derecho
privilegie ciertas conductas e identidades sexuales, incluso determinando al-
gunas como crimen, tiene un fuerte impacto en las sociedades contemporá-
neas. La incorporación de las fronteras y jerarquías sexuales en el sistema
legal no sólo persuade por la capacidad de sanciones, sino también por un
juego de reconocimientos estatales que privilegia a ciertos sectores, a ciertos
cuerpos incluso, sobre otros.
El desplazamiento hacia lo secular como arena privilegiada para el
control de la sexualidad también se manifiesta en los discursos científicos,
tales como los médicos y psicológicos. Como se analiza luego en esta intro-
ducción, la modernidad se caracteriza por la creciente presencia de discursos
diversos sobre la sexualidad que intensifican la vigilancia sobre los cuerpos.
En particular, a partir del siglo XIX se comienza a dar una creciente obsesión
por conocer la verdad respecto a la sexualidad que construye nuevas fronte-
ras e inscribe identidades que caracterizan de manera desigual los cuerpos.
Esta producción discursiva genera una vigilancia y control sobre la sexuali-
dad. Al discurso religioso centrado en el pecado y al discurso legal centrado
en el delito se le agregan, entre otros, el discurso médico y psiquiátrico, cen-

19
trados en la enfermedad y la patología. La tríada pecador-delincuente-enfer-
mo, con distintos grados de superposición, es central para comprender las
complejas y múltiples formas de regulación y vigilancia sobre lo sexual.

b) Jerarquía sexual: ¿con quién, cómo y para qué?

La sexualidad tiene, sin dudas, un sinnúmero de componentes biológi-


cos. El papel de los genitales en la cópula, las formas de alcanzar orgasmos o
las conexiones cerebrales que se activan dicen algo sobre la sexualidad. Pero
sólo dicen una parte, porque la sexualidad es además, o sobre todo, el resul-
tado de dinámicas socio-políticas que se imprimen sobre –incluso a veces
construyen– esos componentes «naturales». Desde distintas miradas se afir-
ma que la sexualidad es fundamentalmente una construcción social y política
que, aunque naturalizada, es el resultado de relaciones de poder. Sin desco-
nocer las dimensiones biológicas presentes en la sexualidad, es posible poner
el foco del análisis en las construcciones sociales que se imprimen sobre ellas.
Desnaturalizar la sexualidad es un paso necesario para una revisión crítica de
la misma, para entender que lo sexual es también el resultado de un entrama-
do de procesos y discursos que, conectados al poder, imprimen un orden
jerárquico y desigual.
Esta construcción de la sexualidad se caracteriza, entonces, por la exis-
tencia de diferentes fronteras que distinguen lo bueno y lo malo, lo normal y
lo patológico, lo sano y lo enfermo, o lo permitido y lo prohibido, generando
una valoración jerárquica de los actos sexuales13. Como se ejemplificó pre-
viamente, las regulaciones que establecen estas fronteras son diversas ya que
se mixturan discursos religiosos, científicos o legales, entre otros. En esta sec-
ción se presentan algunas de esas fronteras que jerarquizan de manera dife-
renciada al orden sexual, tomando como ejemplos las restricciones respecto
al quién, al cómo14 y al para qué. Por supuesto que no son las únicas, pero sin
dudas estas restricciones suelen estar presentes en distintos momentos y cul-
turas.
Respecto al quién, es posible encontrar restricciones en las formas de
concebir la sexualidad que se basan, por ejemplo, en la edad, el parentesco,
la raza, la clase social o el género. Estas dimensiones pueden constituirse en
limitantes sobre quiénes pueden ser parte de una relación sexual legítima e
incluso legal. Las motivaciones de estas restricciones son diversas y antagó-

20
nicas, ya que si bien en algunos casos se erigen como fronteras en defensa de
los sectores más indefensos –por ejemplo el establecimiento de una edad
mínima para el consentimiento sexual–, en otros son meras construcciones
ideológicas que enmascaran distintos tipos de discriminación, como el racis-
mo o la homofobia.
La raza ha sido, continúa siendo en algunos contextos, una dimensión
que estructura exclusiones y marginaciones en diversas cuestiones, y la sexua-
lidad es, sin dudas, una de ellas. El racismo como sistema de dominación
también influye en las formas en que se construye la sexualidad ya que suele
inscribirse de manera directa sobre la estructuración del orden sexual al im-
poner restricciones sobre quiénes pueden ser parte de un vínculo sexual legí-
timo. De este modo, el vínculo sexual entre personas de diferentes razas suele
ser deslegitimado no sólo a nivel de normas sociales y de sanciones informa-
les, sino también, incluso, la prohibición puede llegar a ser plasmada en el
sistema legal. Por ejemplo, los sistemas de segregación racial, formales o im-
presos en el derecho, como el apartheid en Sudáfrica hasta principios de los
noventa, o los Estados Unidos hasta mediados del siglo XX, establecían fuer-
tes restricciones legales para los casamientos inter-raciales como una mani-
festación del fuerte racismo existente sobre las personas negras. Si bien las
murallas legales al respecto pueden haberse derrumbado en la mayoría de
los casos, las construcciones culturales aún están impresas en formas de ex-
clusión y marginación poblacional. Así, el racismo sigue operando en algu-
nos contextos deslegitimando los vínculos sexuales o afectivos entre perso-
nas de razas diferentes. Algo similar sucede también con la clase social y los
grupos étnicos. La otra cara de esta estructuración es, paradójicamente, la
hipersexualización de los sujetos/as subalternos/as. Mientras los vínculos sexua-
les con personas de razas, etnias o clases sociales consideradas subalternas
se regulan como el afuera de la sexualidad legítima –de una «buena sexuali-
dad»–, estas mismas personas se estereotipan como objetos encubiertos de
deseo.
El género es otra de las fuertes restricciones en la estructuración del
orden sexual. Por un lado, el acto sexual se define como aquel entre un hom-
bre y una mujer siendo la heterosexualidad un requisito indispensable. Si
bien existen excepciones, las relaciones sexuales entre personas del mismo
sexo han sido consideradas como fronteras naturales, morales y legales en la
sexualidad. Así, las sociedades suelen caracterizarse por una fuerte homofo-

21
bia que, entre otras cuestiones, construye al otro homosexual como enfermo,
perverso o, incluso, criminal. Esta heterosexualidad compulsiva15 es una ca-
racterística en la mayoría de las sociedades contemporáneas que, como se
indicó previamente, está siendo cuestionada en la actualidad. Por otro lado,
el patriarcado también impacta sobre la diferencia de género asignando com-
portamientos y expectativas diferenciadas a hombres y mujeres en relación
con la sexualidad, reforzando el lugar subalterno de las mujeres. Por ejemplo,
la experiencia sexual juega de manera diferenciada por género: mientras que
para los hombres es un valor, para las mujeres, al contrario, tiene connotacio-
nes negativas. También los roles que supone el acto sexual se estratifican por
género asumiendo en la mujer un rol pasivo y en el hombre un rol activo
basados en la penetración. El derecho también ha registrado algunas de estas
diferencias culturales, como por ejemplo en las formas en que se probaba el
delito de adulterio: mientras que a las mujeres se les exigía la comprobación
de un sólo acto sexual, a los hombres debía comprobárseles la existencia de
una relación paralela –manceba–16.
La edad es otra dimensión que suele operar como frontera respecto a
quiénes pueden ser parte legítima de un vínculo sexual. En general, las dife-
rentes sociedades establecen restricciones legales y extra-legales sobre la edad
mínima para involucrarse en un acto sexual basado, principalmente, en la
imposibilidad de consenso por parte de niños y niñas. Si bien la madurez
sexual es un proceso en el cual no puede marcarse un momento único y
estable, el sistema legal suele establecer una edad mínima a partir de la cual
el acto sexual es legalmente permitido. Las sociedades establecen un piso
mínimo bajo el cual el acto sexual se vuelve no sólo ilegítimo, sino incluso
criminal –pedofilia, corrupción de menores o violación–. Sin embargo, el
cuerpo de la mujer joven o adolescente se articula como una fantasía sexual
en la sociedad y la cultura 17. La edad también juega de manera diferente
respecto a los hombres y las mujeres: una amplia diferencia de edad en una
relación sexual o de pareja es legitimada cuando el hombre es el mayor mien-
tras que en el caso de las mujeres son evaluadas en forma negativa.
El parentesco entre las personas involucradas en una relación sexual
suele ser otra barrera de legitimidad. El tabú del incesto ha sido considerado
como un universal de la cultura que, marcando la exogamia y generando la
solidaridad social, ocupa un lugar central en la distinción con la naturaleza 18.
Tanto las normas religiosas como las legales han instituido algún tipo de res-

22
tricción sobre el vínculo de sangre entre quiénes participan de un acto sexual.
En algunos sistemas legales se plasma tanto en el derecho de familia –impe-
dimento para contraer matrimonios– como en el derecho penal –delito–.
A las restricciones basadas en quiénes pueden ser parte de un acto
sexual, las sociedades también marcan fronteras sobre cómo debe realizarse
un acto sexual19. En primer lugar, suelen considerarse algunas partes anató-
micas como parte del acto sexual mientras que otras, sin embargo, se des-
sexualizan o se patologizan. Por un lado, la influencia del patriarcado, por
ejemplo, se manifiesta en el control sobre la sexualidad del cuerpo de las
mujeres de formas diversas que van desde el extremo de la mutilación genital
femenina, hasta el considerar impura a la mujer durante la menstruación,
momento en el cual no debe ser tocada. Esta influencia también se observa
en las formas en que la mujer se construye como objeto sexual y se erotizan
diferentes partes del cuerpo femenino como el pelo, los tobillos o los pechos.
Por otro lado, las culturas también estructuran cuáles partes del cuerpo u
órganos pueden ser erotizados y cuáles no, delimitando una sexualidad «nor-
mal». El deseo desplazado hacia otras partes del cuerpo «no naturalizadas»
para la sexualidad suele considerarse como una desviación, englobadas pri-
mero como perversiones –en tanto patología psiquiátrica– y, con posteriori-
dad, como parafilias –conductas sexuales en las que la fuente predominante
de placer sexual no es a través de la cópula20–. Ejemplo de las mismas son:
crurofilia –atracción sexual por las piernas–; fetichismo –atracción por obje-
tos, ropas, o alguna parte del cuerpo en particular, por ejemplo los pies se
llama podofilia–; hirsutofilia –atracción por el vello–; lactafilia –excitación por
los pechos en periodo de amamantamiento–; pigofilia –atracción por las nal-
gas–.
En segundo lugar, también se regulan las formas en que el acto sexual
debe ser practicado. En las sociedades contemporáneas existen normas y
regulaciones sobre el cómo del acto sexual. Por un lado, se engloban las
prácticas sexuales que implican «lo normal» en el sexo que suele limitarse a la
penetración vaginal –en inglés se denomina de manera peyorativa como sexo
vainilla– que se recorta contra otra serie de prácticas y experimentaciones
sexuales. La práctica de swinger –intercambio de parejas–, sexo sadomaso-
quista o sexo grupal son ejemplos de formas de la sexualidad que suelen ser
consideradas como fuera de «lo normal». En esta dirección, la mayoría de las
culturas entienden la sexualidad como un acto entre dos personas, como una

23
intimidad que se legitima en un encuentro de pareja. La participación de más
de dos personas suele considerarse, en diversas culturas, como una dimen-
sión no legítima de la sexualidad. Esta restricción se suele plasmar en la pro-
hibición, tanto legal como religiosa, de la poligamia. Reconociendo la exis-
tencia de excepciones, el vínculo íntimo legítimo sólo se limita exclusivamen-
te a dos personas.
Atravesando las regulaciones respecto al quién y al cómo, también
pueden agregarse restricciones que se conectan al para qué del acto sexual.
Otra forma de jerarquizar la sexualidad se basa en el propósito que la misma
debe perseguir. La finalidad del acto sexual suele erigirse en un marcador de
la legitimidad que acompaña al mismo. La reproducción, el amor o el placer
se destacan como las principales finalidades que se suelen legitimar, aunque
con diferentes identidades. El cristianismo, y en particular la Iglesia Católica,
ha impreso en la matriz cultural con mayor legitimidad las dos primeras fina-
lidades a expensas del placer que aparece desdibujado. En el caso de la Igle-
sia Católica, por ejemplo, la ética sexual restrictiva y jerárquica que defiende
se basa en la conjunción de la procreación y el amor. Estas dos dimensiones
son determinantes para la comprensión del orden sexual y sus diversas regu-
laciones. En particular, el sistema cultural y legal que regula la sexualidad en
regiones donde la Iglesia Católica ha tenido una fuerte influencia, como La-
tinoamérica, está impregnado de una jerarquía sexual basada en estas di-
mensiones.
Una fuerte influencia de la tradición cristiana que permea a las cons-
trucciones culturales sobre la sexualidad es su conexión con la reproducción.
En particular, la Iglesia Católica defiende una moral sexual basada exclusiva-
mente en el acto sexual conyugal con significado unitivo y «abierto a la vida»
–procreativo–21. En esta anudación entre sexualidad y reproducción se pue-
de rastrear el eje más conservador de la postura oficial de la Iglesia Católica
que la ha llevado a adoptar una posición política dogmática respecto a la
sexualidad reproductiva. Si bien en los sesenta, durante el Concilio Vaticano
II, se debatió la posibilidad de aceptar el uso de las pastillas anticonceptivas –
en auge en el momento– e incluso una comisión especial aprobó su uso, la
jerarquía reforzó la postura de que el acto sexual debe ser abierto a la gene-
ración de vida22. Esta posición, que lo aleja de las prácticas de la mayoría de
sus propios fieles, se ha reforzado aún más durante los Papados de Juan

24
Pablo II y Benedicto XVI. Toda aquella práctica sexual que no tuviera la po-
tencialidad reproductiva sigue siendo, para la Iglesia Católica, un pecado. El
uso de anticonceptivos, la masturbación, el sexo oral o anal, e incluso el
aborto quedan fuera de las sexualidades permitidas porque, precisamente,
no permiten la reproducción.
El anudamiento entre sexualidad y reproducción es una de las cons-
trucciones ideológicas que actúan como una barrera para el cambio cultural
y legal sobre la sexualidad ya que está en la base de distintas restricciones y
regulaciones. Sirvan sólo como ejemplos el control de la mujer en tanto cuer-
po reproductivo, la nor malización de la pose sexual del misionero –ya que se
consideraba que tenía mas posibilidades reproductivas–, evitar políticas pú-
blicas que garanticen acceso universal a anticonceptivos, negar derechos a
parejas gays y lesbianas por ser su sexualidad no reproductiva, o la crimina-
lización del aborto por evitar la procreación.
Además de la conexión entre sexualidad y reproducción se exige la
presencia del amor como un elemento legitimador necesario. La influencia
cristiana impregnó una dualidad entre cuerpo y alma, materia y espíritu, que
tiene consecuencias concretas en la construcción de la sexualidad. Esta dua-
lidad se entiende como una unidad por la cual la sexualidad, por ejemplo, no
involucra solamente al cuerpo sino particularmente la parte espiritual. Por
ello, la sexualidad se conecta principalmente a la capacidad de amar del ser
humano, trascendiendo la biología: «En cuanto modalidad de relacionarse y
abrirse a los otros, la sexualidad tiene como fin intrínseco el amor, más preci-
samente el amor como donación y acogida, como dar y recibir. La relación
entre un hombre y una mujer es esencialmente una relación de amor...»23. El
deseo como fundante de la sexualidad no sólo queda desplazado de la pos-
tura oficial católica, sino que, por el contrario, queda fuertemente deslegiti-
mado. Como lo sostiene el Catecismo de la Iglesia Católica: «La lujuria es un
deseo o un goce desordenados del placer venéreo. El placer sexual es moral-
mente desordenado cuando es buscado por sí mismo, separado de las finali-
dades de procreación y de unión» –2351–.
Este tipo de construcción que devalúa el deseo sexual se traduce, a
veces, en versiones seculares. Si bien la concepción del amor en estas cons-
trucciones secularizadas se disocia de lo religioso, la misma se reinscribe como
un marcador de legitimidad en la sexualidad. El sexo con/por amor es, enton-

25
ces, otra frontera que distingue entre una sexualidad legítima y aquellas otras
que, teniendo como fuente principal el placer, son consideradas como defi-
cientes, superficiales o incompletas. El matrimonio es, tanto en la tradición
religiosa como en las regulaciones estatales, la institución de control del de-
seo sexual que, basada en el amor, se erige como un dador de legitimidad. Si
bien las sociedades contemporáneas han disminuido las diferencias en dere-
chos y aprobación entre uniones matrimoniales y no matrimoniales así como
también se ha redefinido al matrimonio ampliando su concepción, continúa
siendo una institución central para entender la jerarquía sexual.
El orden sexual suele, por momentos tener una alta legitimidad duran-
te la cual es fuertemente resguardado por normas religiosas, científicas y le-
gales, además de ser reforzado por las opiniones y actitudes de la población.
Son claras las fronteras entre lo que la sociedad permite, estimula y lo que
reprime y margina. Sin embargo ese orden sexual, a veces, se vuelve materia
de debate, las fronteras se politizan y buscan correrse a través de, por ejem-
plo, reformas legales y políticas públicas. Latinoamérica está atravesando un
momento de politización respecto a la sexualidad ya que en distintos países
se debate y critica el orden sexual imperante buscando reformas que permi-
tan una sexualidad no reproductiva y reconozcan derechos las personas
LGBT24. Si bien cada país tiene sus propias dinámicas, a continuación se
presentan algunos aspectos generales que sirven como introducción para el
análisis de la política sexual contemporánea.

2. Política sexual contemporánea

En ciertos momentos las sociedades politizan y buscan cambiar la je-


rarquía sexual disputando su legitimidad. Así, diversos sectores sociales se
movilizan por impactar las construcciones culturales y las regulaciones esta-
tales, entre otros campos, para modificar el orden sexual imperante redefi-
niendo jerarquías, borrando algunas e inscribiendo otras. Estos cambios son,
por supuesto, conflictivos ya que implican un replanteo en las relaciones de
poder sobre las que se construye la sexualidad. Es común referir a los sesen-
ta, particularmente en Estados Unidos y Europa, como un momento históri-
co en el cual –y desde el cual– se puso en crisis un orden sexual restrictivo
sobre la sexualidad. Sin embargo es difícil, y en cierto punto artificial, trazar

26
cualquier recorrido al respecto ya que no sólo estos cambios y replanteos
varían de acuerdo a los distintos contextos nacionales, sino que incluso se
caracterizan por marchas y contramarchas.
Entre los distintos impactos en la modificación del orden sexual, el
derecho es un indicador relevante. Los sectores que se movilizan para gene-
rar cambios suelen tener la modificación del derecho como una prioridad.
Así, en distintas regiones del mundo durante las últimas décadas se vienen
observando importantes reformas legales que condensan cambios culturales
y políticos. Aunque no es posible afirmar la desarticulación de un orden sexual
que privilegia la heterosexualidad y el patriarcado, se han ido plasmando
distintos tipos de reformas legales que muestran un escenario más diverso
respecto al orden sexual. Por ejemplo, el tema del divorcio es ya parte prác-
ticamente de todas las legislaciones del mundo, quebrando a nivel legal lo
que aún es defendido por diversas instituciones religiosas: la indivisibilidad
del matrimonio. Otro ejemplo relevante es el creciente reconocimiento de
derechos para las parejas del mismo sexo, borrando el requisito de la hetero-
sexualidad obligatoria respecto a la construcción de la par eja. También se
han ampliado las legislaciones y políticas públicas que buscan garantizar el
acceso universal a la anticoncepción. Finalmente, distintos países han cam-
biado sus legislaciones sobre el aborto, no sólo dejando de considerarlo como
un crimen, sino incluso inscribiéndolo como un derecho de las mujeres.
Estos cambios, sin embargo, tienen también sus propias limitaciones.
Por un lado, no necesariamente implican una modificación radical del orden
sexual ya que casarse para tener hijos/as y convivir de manera monógama
sigue siendo un horizonte normativo de las democracias contemporáneas. El
matrimonio como espacio para la sexualidad y la reproducción sigue ocu-
pando un lugar privilegiado en el orden sexual que se plasma, entre otras
regulaciones, en el sistema legal. En paralelo al matrimonio coexisten una
serie de formas de habitar la sexualidad y la reproducción que, en ciertos
casos, son aún marginadas legal y/o culturalmente. Pagar por sexo, estar ca-
sada e interrumpir un embarazo, ser madre o padre sin tener pareja, decidir
no tener hijos/as, disfrutar del sexo grupal o sadomasoquista, permitir que la
pareja tenga relaciones sexuales con otras personas, son, entre otros, ejem-
plos de que no todo pluralismo y diversidad recibe el mismo nivel de recono-
cimientos y de derechos. La jerarquía sexual sigue legitimando al matrimonio
como institución social para la sexualidad y la reproducción muchas veces a

27
costa de la invisibilización y marginación de otras formas diferentes de vivir y
construir la sexualidad, la intimidad o la familia.
Por otro lado, estos cambios no sólo no pueden generalizarse, ya que
hay regiones donde la legislación continúa siendo restrictiva respecto a la
sexualidad, sino que incluso los mismos han generado reacciones conserva-
doras que buscan endurecer aún más la situación. Allí donde se debate la
sexualidad, distintos sectores reaccionan, activándose un pánico moral que
busca defender el status quo y preservar el orden social. De acuerdo con la
teoría del dominó del peligro sexual25, el levantar ciertas restricciones o ba-
rreras se considera como un peligro y un riesgo con graves consecuencias
que llevan al caos sexual y social. Otra reacción común es considerar que
estas reformas ponen en riesgo el bienestar de los sectores más vulnerables,
de los niños y niñas, razón por la cual se resisten estos cambios por medio de
una «histeria erótica» que llama a proteger a los niños26. Por ello, es común
que en los mismos contextos donde se debate ampliar derechos en relación
con la sexualidad y la reproducción, se organicen fuertes reacciones que en
algunas circunstancias no sólo logran evitar el cambio legal, sino incluso con-
siguen legislaciones aún más restrictivas.
Así, la política sexual contemporánea es fuertemente antagónica, ya
que suele caracterizarse por dos polos en una oposición que tiene pocas po-
sibilidades de encontrar un marco común o consenso. En gran medida estos
cambios legales favorables a un orden sexual más amplio y diverso fueron
posibles, como se profundiza a continuación, por el impacto social, político y
cultural de los movimientos feministas y por la diversidad sexual. Estos movi-
mientos quebraron una hegemonía que amalgamaba a sectores religiosos y
políticos en defensa de un orden sexual basado exclusivamente en el matri-
monio heterosexual con fines procreativos. Sin embargo, desde las hendijas
de la hegemonía fracturada surgieron nuevos actores y discursos que se mo-
vilizan en contra de estos movimientos con el intento de evitar cualquier cambio
legal27.

Movimientos Feministas y por la Diversidad Sexual

Los cambios sociales, políticos y legales respecto al orden sexual no


pueden ser entendidos sin considerar el papel de los movimientos feministas
y por la diversidad sexual. Así como gran parte de los derechos ciudadanos

28
son el resultado de movilizaciones sociales, también la ampliación de dere-
chos conectados a la sexualidad y la reproducción suele ser precedida por un
activismo desde el feminismo y la diversidad sexual.
Si bien estos movimientos son actores cruciales para comprender los
cambios en cuestión, los mismos también son el producto de los principales
conflictos del momento. La emergencia de estos movimientos fue posible,
fue precedida, por importantes cambios en las identidades, prácticas y actitu-
des de la población hacia lo sexual. Pero, al mismo tiempo, los movimientos
sociales imprimen su propia agenda de cambio que generan nuevas dinámi-
cas e impactos diferenciados en distintos contextos. Si bien los movimientos
feministas y por la diversidad sexual condensan distintas tendencias sociales
existentes, a la vez son productores de cambios sociales, culturales y lega-
les28.
Uno de los aspectos más destacados que ponen en evidencia los movi-
mientos feministas y por la diversidad sexual son las complejas formas en
que la sexualidad está imbricada por y desde las relaciones de poder. El sacar
la sexualidad del closet de lo privado, de lo no político, permite debatir sobre
las múltiples formas en que el poder reprime y construye lo sexual en las
sociedades contemporáneas. Frente a una concepción que despolitiza la sexua-
lidad por considerarla exclusivamente como parte del ámbito de lo íntimo y
por ende fuera de las agendas democráticas, estos movimientos la volvieron
materia de debate y discusión. Los conceptos de patriarcado y heteronorma-
tividad refieren, de maneras diferentes, a regímenes de poder en los cuales la
sexualidad es una dimensión crucial. Regímenes con una distribución des-
igual del poder donde la mujer o las personas no heterosexuales son sujetos
que se vuelven objeto de vigilancia, normalización o directamente persecu-
ción. La sexualidad de las mujeres queda aprisionada debido a sus potencia-
lidades reproductivas lo que impacta en una concepción del cuerpo sobre el
que se ejerce control social y legal. La vigilancia sobre cuerpos no hetero-
sexuales también caracteriza en gran medida a las sociedades contemporá-
neas y se visibiliza en registros discursivos religiosos, médicos legales, entre
otros.
Sin el rol de las personas en estos movimientos, la democratización de
lo sexual de las últimas décadas sería impensable. Los hombres y mujeres se
movilizaron por una comprensión de la política y de la democracia diferente
que posibilitó el debate sobre diversas opresiones conectadas con la sexuali-

29
dad como una deuda pendiente de la democracia. Sobre todo tuvieron que
romper, por un lado, con el corset liberal que consideraba a lo sexual como
parte de la esfera privada, de lo no político. Un desafío importante para estos
movimientos fue lograr incluir en los debates públicos las diversas formas en
que la distribución desigual del poder oprimía ciertos cuerpos. La política
que inauguran estos movimientos interrumpe la ilegalidad, la invisibilidad o
el secreto sobre la sexualidad y la vuelven parte central de los debates públi-
cos. Por otro lado, estos movimientos también enfrentaron –lo siguen hacien-
do– la influencia de las instituciones religiosas sobre el Estado y la sociedad
política que reducía la ética sexual a la postura oficial –casi siempre dogmáti-
ca– de estas instituciones. Estos movimientos no sólo inscriben una forma
política y legal alternativa, sino también una concepción ética sobre lo sexual
diferente29. El empoderamiento que buscan no sólo se garantiza por la exis-
tencia de derechos sino, principalmente, por liberar la sexualidad de la culpa,
el pecado o la represión.
Los movimientos feministas y por la diversidad sexual se manifiestan
tanto en el activismo como en la academia, siendo sus fronteras difíciles de
trazar. Si bien tienen como objetivo relevante influenciar la política sexual,
son también movimientos que generan y circulan conocimiento sobre la sexua-
lidad. Las universidades son espacios de activismo, de deconstrucción de
categorías naturalizadas y hegemónicas sobre la sexualidad. Como movi-
mientos no sólo buscan generar marcos regulatorios amplios y diversos sobre
la sexualidad, sino también impactar sobre las formas de producir conoci-
miento que haga visible el patriarcado y la heteronormatividad como formas
de poder. De algún modo, estos movimientos buscan trascender la dicotomía
activismo-academia, aunque en muchas circunstancias la artificialidad de sus
fronteras se siga erigiendo de manera reiterada. Una reforma substancial so-
bre la sexualidad requiere además de instrumentos conceptuales y de expli-
caciones sobre las formas de opresión de la sexualidad en las sociedades
contemporáneas, de «lenguajes críticos» que sirve también para la moviliza-
ción en contra de la opresión sexual30. Suponer que la academia en áreas
como la sexualidad puede ser un lugar neutral o apolítico corre el riesgo de
reforzar una postura acrítica. Las universidades han sido, y siguen siendo,
espacios patriarcales y heteronormativos en los cuales o se resiste el ingreso
de la sexualidad como objeto de reflexión teórica o se da bajo paradigmas
conservadores y opresivos.

30
Es necesario, sin embargo, reconocer la existencia de múltiples diferen-
cias al interior de estos movimientos. No sólo hay áreas de conflicto entre el
feminismo y el movimiento por la diversidad sexual, sino que incluso al inte-
rior de cada uno de estos movimientos existen posturas diversas, a veces en
oposición. Esta oposición de posturas se debe, en muchas circunstancias a
concepciones ideológicas diferentes sobre cómo entender la desigualdad y la
exclusión, y por ende cómo pensar sociedades más justas, que también se
plasman, como se plantea luego, en estrategias diferenciadas para la inter-
vención política. No es el propósito de esta introducción detallar las diferen-
cias al interior de estos movimientos, que en algún sentido son parte también
de su riqueza, pero sí plantear esquemáticamente que el feminismo y el mo-
vimiento por la diversidad sexual son heterogéneos. Esta heterogeneidad se
ve en la política sexual contemporánea donde si bien existen áreas de fuerte
acuerdo y agenda común, en otras la oposición al interior del movimiento
imposibilita pensar en una postura única y acordada.
Desde una mirada introductoria, el feminismo puede definirse como
un movimiento, o una red de movimientos y organizaciones, que tiene como
propósito evidenciar, criticar y combatir la estructuración de desigualdades
culturales, políticas y económicas entre hombres y mujeres. Si bien es un
movimiento heterogéneo, sus distintas manifestaciones tienen en común el
considerar la existencia de un sistema de poder, el patriarcado, como injusto
y opresivo hacia las mujeres. Los feminismos buscan, precisamente, revertir
la desigualdad que genera esta construcción social, así como develar la ideo-
logía y las causas que lo mantienen31. El feminismo es uno de los movimien-
tos con mayor impacto en las políticas y en la academia contemporáneas ya
que logró un cambio paradigmático en las formas de pensar y de activar la
política.
Hablar de un origen del feminismo es una ficción ideológica32. Sin
embargo, suelen diferenciarse analíticamente etapas del desarrollo del movi-
miento que responden a momentos históricos diferenciados y sientan priori-
dades políticas diferenciadas. Si bien estas etapas se basan sobre todo en la
historia del feminismo en los Estados Unidos o Europa, la categorización
también suele ser aplicada a Latinoamérica. Es necesario afirmar no sólo el
carácter ficcional de estas categorizaciones, sino también que en cada país
tienen su propia lógica y diferencias33. La primera etapa –fines del siglo XIX y
principios del XX– tuvo como propósito lograr derechos políticos, en particu-

31
lar el sufragio que en ese momento estaba limitado a los hombres. La presen-
cia de una segunda etapa suele considerarse como característica de los años
sesenta a ochenta, y tienen como propósito confrontar desigualdades de gé-
nero tanto a nivel de la cultura como del derecho. El tema de la sexualidad
comenzó a ocupar un lugar destacado en esta segunda ola del feminismo ya
que el patriarcado también implica el control del cuerpo de las mujeres. Una
de las contribuciones del feminismo de segunda ola es la diferenciación entre
sexo y género que permite distinguir entre los aspectos biológicos, anatómi-
cos o «naturales» –sexo– de aquellos culturales o socialmente construidos –
género–. En este sentido, el concepto de género permite decodificar los dis-
tintos significados que las sociedades le otorgan a la diferencia biológica34. El
feminismo de segunda ola permite, entre otras cuestiones, complejizar el pro-
ceso por el cual sobre las diferencias biológicas entre macho-hembra se cons-
truye la diferencia cultural entre hombre-mujer. La tercera ola, que se suele
considerar como surgida desde los noventa, implica una crítica y ruptura ya
que pone en evidencia las limitaciones del feminismo anterior. En particular,
el feminismo de tercera ola o postfeminismo, critica la forma en que el femi-
nismo hasta ese momento se había centrado en una concepción de mujer
blanca, heterosexual y de clase media, dejando afuera, marginalizando del
análisis y de la política, las diversas formas en que esa concepción está atra-
vesada por cuestiones como la clase social, la raza/etnia, la orientación sexual
o la identidad de género, entre otras. Pero también desde este feminismo se
proponen lecturas que complejizan y superan la diferenciación sexo/género
construida. Autoras como Butler, Haraway o Preciado, por ejemplo, realizan
lecturas críticas y superadoras de los avances realizados por el feminismo
hasta ese momento.
El movimiento por la diversidad sexual, o LGBT, engloba a una serie
de organizaciones, movimientos y posturas académicas que, aunque muchas
veces estén en tensión, tienen como objetivo común desinstitucionalizar el
sistema de poder, privilegios y derechos que ubica a los no-heterosexuales en
un lugar de opresión y marginación. Este sistema de poder, definido como
heteronormatividad, se manifiesta no sólo en la existencia de normas legales
y sociales o de prácticas y actitudes que privilegian la heterosexualidad, sino
también en la construcción de un sentido, una ideología, que coloca a ciertas
identidades y prácticas como el afuera de lo normal, lo natural o lo legítimo 35.
El evento de Stonewall en Nueva York en 1969 se suele considerar como el

32
momento fundacional del movimiento, ya que implicó una reacción de la
diversidad sexual contra las redadas policiales y la persecución del Estado.
Este evento puede considerarse como un catalizador en la politización del
movimiento en los Estados Unidos, ya que a partir del mismo comenzó una
etapa de mayor organización y presencia pública que se visibiliza en las mar-
chas del orgullo organizadas cada año desde 1970. El movimiento LGBT en
Latinoamérica tiene sus propios recorridos y suelen considerarse como su
principal antecedente la conformación de diferentes frentes de Liberación
sexual en Argentina, Brasil y México durante los setenta.
Así como el feminismo, el movimiento por la diversidad sexual tam-
bién es heterogéneo. Por un lado, las siglas LGBT dan una idea de la hetero-
geneidad respecto a los/as sujetos/as y demandas que conforman este movi-
miento. Las diferentes personas que suelen agruparse bajo este rótulo común
están cruzadas, sin embargo, por diferentes dimensiones que evidencian dis-
tintos posicionamientos, necesidades y conflictos. Al igual que el feminismo,
el movimiento por la diversidad sexual está atravesado por diferencias de
clase social, raza o etnia que estructuran a la población de manera diferencia-
da. El racismo y el clasismo también se reproducen al interior del movimien-
to por la diversidad sexual generando, en algunas circunstancias, la invisibili-
zación o marginación de los sectores más vulnerables. A esto se le puede
agregar el género que estructura de manera desigual a hombres y mujeres
más allá de su orientación sexual. Así como el patriarcado genera desigual-
dades entre hombres y mujeres, también esta desigualdad puede llegar a
plasmarse al interior del movimiento por la diversidad sexual. Finalmente, las
personas trans inscriben políticamente un lugar de subalternidad no comple-
tamente asimilable al de las personas gays o lesbianas. El tipo de exclusión
contra la que se movilizan y los derechos que reclaman son diferentes. Las
personas trans, aquellas que se identifican con un sexo o género diferente al
de su nacimiento, no sólo cuestionan las concepciones dominantes de sexua-
lidad, sino que también ponen en jaque el sistema binario de la diferencia
sexual –hombre/mujer–36.
Por otro lado, es posible diferenciar dos corrientes en tensión dentro
del movimiento por la diversidad sexual que se diferencian en las formas de
definir el sistema de dominación así como en las estrategias políticas utiliza-
das para superarlo37. Una de estas corrientes, basada particularmente en dis-
cursos de derechos, busca lograr una sociedad más justa a partir de la inclu-

33
sión de las «minorías sexuales» reclamando el principio de igualdad ciudada-
na. La opresión a la que son sujetas las personas y parejas LGBT requiere
estrategias políticas que pueden definirse como estrategias de asimilación
que permitan modificar los sistemas legales vigentes para abrir espacio a es-
tos individuos como sujetos legítimos del derecho. Así, diversas temáticas
como la seguridad social, las pensiones y jubilaciones, los principios de inmi-
gración, cuestiones sucesorias y de alimentos están siendo modificadas para
incorporar la situación de las parejas del mismo sexo.
La otra corriente tiene una propuesta política más transgresora, aso-
ciada a la teoría queer, según la cual el movimiento por la diversidad sexual
no debiera orientarse tanto a obtener derechos que permitan la inclusión de
las personas LGBT en las definiciones prevalecientes de familia, sino más
bien a hacer estallar –queering– esas definiciones38. La política queer cuestio-
na la idea de una sexualidad «normal» que «legitima y privilegia la hetero-
sexualidad y las relaciones heterosexuales como fundamentales y naturales
en las sociedades»39. Esta posición implica revisar cómo la «sexualidad, el
género, la raza, y la opresión y el privilegio de clase se han amalgamado en
una visión dominante de familia»40 en las sociedades contemporáneas. Un
acercamiento que sólo se preocupa por el tema de los derechos, no desafía al
poder y sólo logra que algún sector de las minorías sexuales –aquéllos econó-
micamente más acomodados– puedan acceder a esos privilegios, reforzando
tal vez la marginación de otros sectores. La liberación de las personas LGBT
está en la posibilidad de deconstruir las políticas de normalización que se
conectan con la esencialización de las identidades; esencialización que es un
riesgo en las posturas que privilegian acríticamente la sanción de derechos.
Esta tensión se conecta con otra que también subyace al movimiento
por la diversidad sexual y radica en las formas de considerar la vinculación
entre sexualidad y poder. Siguiendo a Foucault es posible plantear de mane-
ra esquemática la existencia de dos abordajes principales: hipótesis de la
represión y de la regulación 41. La «hipótesis de la represión» refiere a lo que
podría considerarse como la cara más visible del poder sobre la sexualidad y,
por ende, el paradigma dominante por largo tiempo y que caracteriza, parti-
cularmente, a las políticas basadas en la identidad. Si bien agrupa lecturas
desde diversas disciplinas, esta hipótesis tiene en común priorizar las formas
en que el poder reprime y limita las relaciones sociales y en particular el
orden sexual. En este sentido, el placer, el deseo o el instinto sexual se presen-

34
tan como una fuerza innata –incluso universal– que la cultura o la sociedad
limitan en sus potencialidades. Este tipo de mirada de la sexualidad en térmi-
nos de una dimensión sistemáticamente reprimida, silenciada, o sublimada
por el orden social o la cultura también caracteriza un gran número de abor-
dajes de las ciencias sociales hacia la sexualidad42.
La otra forma de articular sexualidad y poder propuesta por Foucault
implica no sólo una crítica a la «hipótesis de la represión», sino también un
cambio paradigmático en las formas de considerar al poder. Para el autor, la
sexualidad no debe ser considerada como un instinto reprimido, sino como
la construcción de una categoría social con orígenes culturales e históricos
específicos más que biológicos. La construcción de un régimen de verdad es,
desde este abordaje, la forma en que sexualidad, poder y saber se articulan.
Este régimen tiene su génesis en la confesión cristiana como instancia que
busca desentrañar la verdad sobre la sexualidad, búsqueda que luego se re-
plica en los discursos seculares tanto científicos, médicos como legales de la
modernidad. No es la represión sino, al contrario, el crecimiento de diversos
discursos que regulan, clasifican y jerarquizan la sexualidad, que la produ-
cen, lo que se vuelve una estrategia de poder generalizada que disciplina a
ciertos individuos debido a sus prácticas sexuales43. Este tipo de conceptuali-
zación del poder marca profundamente la teoría y la política queer.

Sexualidad y derecho

Como se planteó previamente, los movimientos feministas y por la


diversidad sexual tienen diversas coincidencias, pero también se caracterizan
por ser heterogéneos ya que coexisten distintas tradiciones teóricas y progra-
mas políticos bajo el mismo rótulo. Respecto a los vínculos entre sexualidad y
derecho los movimientos coinciden en un acercamiento crítico al mismo ya
que el derecho tiene una larga historia institucionalizando el patriarcado y la
heteronormatividad como sistemas de poder. El derecho ha sido, continúa
siendo, una influencia central en la construcción de un orden sexual opresivo
y excluyente. La pretensión de igualdad del sistema legal invisibiliza, legitima
y naturaliza la existencia de sectores marginados o excluidos debido a sus
identidades, prácticas o actitudes hacia lo sexual. El derecho no es un sistema
de igualdad, sino una construcción social, atravesada por el poder, que cate-
goriza cuerpos y estratifica –incluso genera– identidades. Por ello, no es ex-

35
traño que la crítica al sistema legal como garante del status quo esté presente
en los distintos sectores que componen estos movimientos.
En la jerarquización del orden sexual el derecho tiene, entre otros, un
papel simbólico importante ya que impone como universal concepciones éti-
cas que responden a una cosmovisión particular. Si bien la secularización,
como proceso de la modernidad, implicó una separación entre el derecho y
lo religioso, en cuestiones vinculadas con la sexualidad el proceso ha sido
más complejo y contradictorio. El derecho secular receptó los principales li-
neamientos de las tradiciones religiosas, despojándolas muchas veces de su
marca de origen, e invisibilizando entonces su construcción particular. El de-
recho penal puede considerarse, al menos en algunas cuestiones, como esta-
bleciendo una continuidad entre el pecado, en tanto institución de control
religiosa, y el delito, institución de control estatal. Este tipo de derecho es el
que de manera más directa recepta códigos morales, de carácter religioso en
general, y los vuelve derecho positivo al criminalizar ciertas conductas. Son
diversos los ejemplos en los cuales el derecho penal se erige como marcador
de fronteras vinculadas a la ética sexual. Respecto al género, por ejemplo, el
derecho penal refuerza/reforzaba una construcción de la mujer como fiel y
honesta44. El tema del adulterio, como se mencionó previamente, exigía para
las mujeres un sólo acto sexual fuera del matrimonio, mientras que en el caso
de los hombres había que probar la presencia de una relación con cierta
continuidad, criminalizando de manera diferente la conducta sexual extra-
marital. También la honestidad de la mujer se presenta(ba) como un bien
protegido por la mayoría de los códigos penales Latinoamericanos. Era/es
frecuente en los casos de violación de una mujer que el aparato de vigilancia
estatal se vuelque sobre las prácticas y conductas sexuales de la mujer como
requisito previo para la existencia del delito. La cosificación sexual de la mu-
jer también se manifiesta/manifestaba en la inexistencia del delito de viola-
ción dentro del matrimonio ya que el acceso carnal era un derecho del mari-
do. También respecto a la (homo)sexualidad el derecho penal ha sido utiliza-
do para marcar fronteras morales reforzando la heteronormatividad. El caso
más obvio, por supuesto, es la vigencia de las leyes anti-sodomía durante el
siglo XX criminalizando la homosexualidad. Pero incluso una vez despenali-
zada la sodomía, distintos sistemas legales exigían una edad mayor para el
consentimiento de relaciones sexuales con personas del mismo sexo. Mien-
tras la edad de consentimiento de una relación heterosexual se ubicaba, por

36
ejemplo, en los 14 o 16 años, los mismos sistemas exigían para una relación
homosexual al menos un par de años más. Otro ejemplo es la alta criminali-
zación de la que son objeto las travestis, sobretodo por aplicación de códigos
de faltas.
Además de estas fronteras legales entre lo prohibido y lo permitido, el
derecho también estructura la sexualidad a partir de distribuir de manera
desigual derechos y reconocimiento. En particular, el derecho de familia es
un sistema de jerarquización relevante respecto a la sexualidad ya que en
general busca defender al matrimonio como institución patriarcal y hetero-
normativa. Aunque las diferencias se han ido reduciendo, el afuera del matri-
monio –lo extramatrimonial– ha sido regulado de manera desigual, denegan-
do derechos en protección de un orden sexual matrimonial. La situación de
vulnerabilidad y denegación de derechos solían recaer sobre las mujeres so-
las con hijos/as que eran, en general, las que quedaban al margen del matri-
monio como institución social. También la heterosexualidad es/era una ca-
racterística esencial del matrimonio y de los vínculos familiares. Además del
requisito de la complementariedad de los sexos para el casamiento, la identi-
dad sexual ha sido considerada como un impedimiento para guardas y tute-
las de hijos/as biológicos/as o para la adopción –incluso en aquellos sistemas
legales que permiten la adopción por parte de personas solteras–45.
Los distintos grupos y sectores que componen los movimientos femi-
nistas y por la diversidad sexual acuerdan que el derecho es parte del proble-
ma, sin embargo el tema se vuelve controversial cuando la pregunta es si el
derecho, el cambio legal, puede ser parte de la solución. El debate sobre el
rol del cambio legal como parte del cambio social atraviesa a diferentes mo-
vimientos sociales; los feminismos y movimientos por la diversidad sexual no
son la excepción. La heterogeneidad que caracteriza a estos movimientos
también se vuelve visible en las distintas formas en que consideran tanto el
papel del derecho como estructurador del orden sexual así como la conexión
entre cambio legal y cambio social. Al interior de cada uno de estos movi-
mientos se han generado un número importante de escuelas, lineamientos
teóricos y políticos sobre la forma de pensar y de modificar el der echo, pos-
turas no siempre compatibles entre sí. L as distintas olas, etapas y sectores de
los movimientos feministas y por la diversidad sexual no sólo definen de
maneras diferentes el patriarcado y la heterormatividad, sino también consi-
deran al derecho desde perspectivas diversas, incluso a veces antagónicas46.

37
Con el propósito de introducir parcialmente este debate, es posible identificar
dos polos que caracterizan los posicionamientos críticos hacia el papel del
derecho. El presentar dos polos sólo es posible asumiendo un fuerte reduc-
cionismo, pero permite plantear una tensión importante que caracteriza a
estos movimientos en la búsqueda del cambio legal como estrategia para
liberar la sexualidad47.
Dentro del feminismo uno de estos polos críticos hacia el derecho ha
sido definido como «reformismo legal»48. La opresión a la que son sujetas las
mujeres, entre otras cuestiones por una construcción patriarcal de la sexuali-
dad, requiere de estrategias que permitan modificar los sistemas legales vi-
gentes abriendo el espacio a las mismas como sujetas legítimas de derechos.
Se reafirma al derecho como objetivo, neutral y racional49 aunque por ser un
derecho construido históricamente por hombres excluyó, discriminó o desco-
noció a las mujeres. Es necesario, entonces, modificar los sistemas legales
para profundizar la igualdad, autonomía y/o libertad50. El rol de los movi-
mientos feministas implica identificar y revertir la herencia patriarcal en las
instituciones, particularmente en el derecho, para ampliar los márgenes de
autonomía personal y garantizar la universalidad. Uno de los principales ob-
jetivos es influenciar al Estado y a la sociedad política para lograr reformas
legales que protejan los sectores marginados o desprotegidos51. Por supuesto
que los argumentos y estrategias son diversas, ya que implican no sólo erra-
dicar del derecho normas que discriminen a las mujeres o lograr una igual-
dad substancial para las mismas, sino también criticar, por ejemplo, la cons-
trucción de lo sexual y de la esfera privada en general como espacios al
margen del poder52.
Esta postura reformista, un abordaje mayoritario dentro de los movi-
mientos feministas, ha logrado importantes cambios legales en relación con
el estatus de las mujeres en las sociedades contemporáneas. Vía reformas
legales o interpretaciones judiciales, se ha impactado sobre el derecho como
construcción patriarcal logrando desinstitucionalizar algunas de sus manifes-
taciones. Tal vez uno de los primeros ejemplos haya sido el acceso a los
derechos políticos para las mujeres –el sufragio– y más recientemente las
leyes de cuota que incrementaron el porcentaje de mujeres en los parlamen-
tos. También se han sancionado diversas legislaciones protegiendo contra la
discriminación laboral o económica, desde el derecho básico a la administra-
ción de sus propios bienes hasta el derecho a igual salario por igual trabajo53.

38
En el terreno de la sexualidad de las mujeres se han producido importantes
modificaciones que pueden ejemplificarse con dos tipos de reformas. Un tipo
de reformas destinadas a excluir del derecho distintas regulaciones que es-
tructuraban de manera desigual a hombres y mujeres. Como lo menciona-
mos previamente, el derecho penal presenta/ba distintos ejemplos de la for-
ma en que se discrimina a la mujer en defensa de valores como la honestidad
y la fidelidad que han sido paulatinamente modificados. Así, de delitos con-
tra la honestidad se ha pasado a considerar como delitos contra la integridad
física, y cuestiones como violación entre esposos, por ejemplo, han llegado a
criminalizarse. Otro tipo de reformas, más resistidas, pretenden lograr que el
derecho garantice la autonomía sexual y reproductiva de las mujeres. Si bien
este es un camino más complejo, los movimientos feministas han impactado
en garantizar acceso universal a los anticonceptivos o en lograr reformas le-
gales que consideren al aborto como un derecho y no como un crimen.
Una postura similar también caracteriza parte de las críticas del movi-
miento por la diversidad sexual hacia el derecho, sobre todo aquellas que
pueden englobarse bajo el rótulo de las políticas de la identidad. El movi-
miento por la diversidad sexual, particularmente el centrado en la situación
de gays y lesbianas, otorga un lugar destacado a las reformas legales para
desinstitucionalizar la homofobia del derecho. La estrategia privilegiada es
inscribir políticamente a las minorías sexuales como sujetos de derecho –con
énfasis en gays y lesbianas–, denunciando al mismo tiempo la discriminación
de los sistemas legales vigentes. La función política del movimiento por la
diversidad sexual consiste en presionar al Estado y a la sociedad política para
lograr reformas legales que protejan a los grupos que son excluidos por su
sexualidad. Así, se proponen proyectos de ley y reformas legales, y se em-
prende un trabajo de lobby con los integrantes de los poderes Legislativo y
Judicial para que modifiquen las regulaciones existentes. En este abordaje, la
identidad juega un papel central ya que un paso importante para la obten-
ción de derechos es, por un lado, politizar la opresión a la que son sometidas
ciertas personas por su identidad –por su orientación sexual– y, por el otro,
revertir los estereotipos negativos sobre todo aquellos institucionalizados en
el derecho. La experiencia de opresión o la existencia de daños son dimen-
siones importantes en una estrategia que busca remediar la desigualdad exis-
tente en los arreglos sociales y legales54.

39
Este acercamiento al derecho por parte del movimiento por la diversi-
dad sexual también ha resultado en cambios en el derecho por parte de los
poderes legislativos y judiciales al reconocer la situación de opresión y exclu-
sión de ciertas personas debido a su orientación sexual. En un primer mo-
mento, los reclamos del movimiento giraron en torno a reformas legales que
protegieran a los sectores minoritarios frente a la violencia y a la discrimina-
ción por homofobia. Diferentes reformas legales y decisiones judiciales son
parte de estos cambios. Las mismas van desde tipificar al asesinato de una
persona debido a su identidad sexual como crimen de odio, hasta la protec-
ción laboral en caso de despidos injustos por discriminación. Con posteriori-
dad, el movimiento comenzó a reclamar por derechos en diferentes ámbitos.
No sólo buscar protección de la discriminación y la violencia, sino el recono-
cimiento de derechos que igualen el estatus legal entre las personas hetero-
sexuales y el resto. Se produce, entonces, un cambio en las demandas de la
no-discriminación a lograr el reconocimiento social y legal para revertir el
lugar de subordinación55. Entre los distintos cambios legales logrados en este
viraje puede mencionarse el reconocimiento de derechos a parejas del mis-
mo sexo, por medio de una figura especial como la unión civil o autorizando
el matrimonio de los mismos, hasta el derecho explícito a personas y parejas
no heterosexuales a la adopción.
Existe otro polo dentro de los movimientos feministas y por la diversi-
dad sexual que proponen una lectura diferente sobre el derecho, un tipo de
crítica que se autodenomina como radical, transgresora o transformadora.
Sin necesariamente desconocer las reformas y movilizaciones en torno al
derecho previamente planteadas, dentro de estos movimientos existen pos-
turas críticas hacia el discurso de derechos y de cambio legal previamente
referidos. Entre las críticas feministas que se realizan desde este polo se tien-
de, en general, a considerar que el discurso de derechos no logra el cambio
necesario para equilibrar la distribución desigual del poder existente en las
sociedades contemporáneas. Se consideran que las reformas legales pueden
ser parte de una política asimilacionista o reformista que, si bien inscribe
nuevos derechos, no logra desintitucionalizar al patriarcado como sistema de
poder. Una de estas lecturas críticas propone que el derecho es en sí mascu-
lino y opresivo ya que los ideales y valores que inscribe, como la racionali-
dad, la objetividad o la neutralidad, son patriarcales, aunque se los presente
con pretensiones de universalidad56. La objetividad como valor del derecho,

40
por ejemplo, implica un proceso de objetivación –sexual– de las mujeres que
el Estado perpetúa57. Desde otra lectura crítica al reformismo se advierte que
estos cambios legales no son transformadores ya que dejan intacta la estruc-
tura sociopolítica que genera la opresión58. Por ejemplo, la postura reformista
hacia el derecho, si bien logra equilibrar la situación de las mujeres en distin-
tas circunstancias, no cuestiona –o incluso podría pensarse refuerza– el géne-
ro como un binario y la jerarquización entre lo masculino y femenino. Desde
esta mirada se afirma que son necesarios remedios transformadores que pro-
blematicen y reestructuren los factores que producen las desigualdades, com-
binando «justicia redistributiva» en relación a las clases sociales, y decons-
trucción respecto a la construcción dicotómica y jerarquizada del género59.
También el movimiento por la diversidad sexual presenta un polo opues-
to al reformismo legal. Como se afirmó previamente, la teoría queer propone
una lectura crítica de las políticas de la identidad que por décadas caracteri-
zaron al movimiento por la diversidad sexual. Estas políticas, si bien lograron
diversos avances tanto en el derecho como en combatir la homofobia, no
logran desarmar la heteronormatividad como estructura de dominación, sino
que incluso en algunos casos la potencian. La política queer llama a una
política más radical, de transgresión. En vez de pedir la incorporación a una
matriz heterosexual de derechos, habría que cambiar la matriz en sí misma,
evidenciando la manera en que la heterosexualidad se construye como privi-
legiada. El derecho es un importante productor de subjetividades e identida-
des, por lo tanto muchos de los «avances» en relación a la diversidad sexual
vienen con el costo de institucionalizar construcciones de sexualidad fuerte-
mente esencializadas que corren el riesgo de reforzar la heteronormatividad
como sistema de dominación. O sea, la ambigüedad central del derecho resi-
de en que mientras puede ser un instrumento eficaz contra la discriminación
y a favor del reconocimiento de las minorías sexuales –o al menos de algunas
de ellas–, puede también limitar las capacidades de un cambio más estructu-
ral60. Lo que debe lograrse es romper con la naturalización/normalización de
ciertas identidades sexuales y de género y, para ello, es imprescindible de-
construir las formas en que la sexualidad se ha ido institucionalizando. La
estrategia política respecto al derecho desde esta postura es diferente. En vez
de pedir la incorporación de las personas LGBT a las distintas instituciones
que regulan la familia, como lo es el matrimonio, se debe deconstruir estas
instituciones. En particular, se debe denunciar cómo las mismas fortalecen la

41
heteronormatividad y sostienen la «heterosexualidad obligatoria». La estrate-
gia «asimilacionista» fortalece el sistema estructural de dominación a través
de la «normalización del sujeto homosexual». Mientras esta normalización
permite el acceso a derechos previamente negados, inscribe al mismo tiempo
un ideal de respetabilidad que diferencia entre «buenos» homosexuales y
aquellos «malos» y no respetables, los que deben ser excluidos de los discur-
sos de ciudadanía61. El derecho es uno de los constructores y sostenedores de
la heteronormatividad como sistema de dominación ya que el discurso legal
es un sitio importante desde donde se regula la sexualidad y se sostiene la
división sexual entre homo y hétero62.
La tensión reformista/radical, asimilación/transgresión, afirmativa/trans-
formadora, inevitablemente atraviesa a los movimientos sociales al pensar el
derecho como estrategia para el cambio. Sin dudas el discurso sobre dere-
chos tiene una fuerte presencia en los movimientos sociales, lo que se ve
reflejado en los importantes cambios legales que se han dado en diversos
países en relación al estatus de las mujeres y de la diversidad sexual. También
es real que estos avances legales no implican, necesariamente, un cambio
social y que, en no pocas oportunidades, reinscriben nuevas fronteras y re-
fuerzan exclusiones en el orden sexual. Este dilema, que en diversos sentidos
es irresoluble, empuja a recordar que la «lucha» por nuevos derechos necesi-
ta ser constantemente rescatada como una lucha política en la cual la reasig-
nación de derechos debiera ser sólo estratégica y no implica, por sí misma,
democratización. Como se afirma desde la teoría jurídica crítica feminista, «el
razonamiento jurídico y las batallas judiciales no son tajantemente distingui-
bles del razonamiento moral y político y de las batallas morales y políticas» 63.
También desde la política queer se advierte, por ejemplo, que «Las estrate-
gias del movimiento LGBT no deben asegurar los privilegios para algunos
mientras que al mismo tiempo se excluyen opciones para otros. Nuestras
estrategias deben expandir los términos actuales del debate, no reforzarlos» 64.

3. Derechos Sexuales y Reproductivos

A los movimientos feministas y por la diversidad sexual se los puede


caracterizar como respondiendo a una lógica política dual 65. Por un lado,
buscan influir al Estado para generar cambios en los sistemas legales. En esta

42
política de influencia los DDSSRR son un instrumento importante ya que
codifican bajo un rótulo común una serie de principios legales con el propó-
sito de profundizar la autonomía de las personas en decisiones conectadas a
la sexualidad y la reproducción. Por otro lado, los movimientos también tie-
nen como propósito impactar y generar cambios en la cultura y en las formas
de construcción de lo sexual. No sólo modificar normas legales, sino también
normas sociales y éticas que restringen y estratifican de manera desigual a las
sociedades. Los DDSSRR son entonces más que un conjunto de derechos
formales, ya que implican un programa ético-político que busca desnaturali-
zar y desjerarquizar el orden sexual imperante. Esta dualidad de los DDSS-
RR, derechos formales, pero también un programa ético-político, es parte de
la riqueza de los mismos, pero también de los principales desafíos y tensiones
que los caracterizan.
Si en la sección anterior –»Política sexual contemporánea»– se profun-
dizó de distintas maneras la política sexual de los movimientos feministas y
por la diversidad sexual, en esta última parte de la introducción se presentan
esquemáticamente los principales elementos que confluyen bajo el rótulo de
los DDSSRR. En primer lugar, es necesario distinguir la coexistencia de dos
tipos diferenciados de demandas y derechos: los sexuales, por un lado, y los
reproductivos por el otro. Si bien en general se colapsan bajo una misma
fórmula, por sus similitudes, es necesario distinguirlos porque apuntan a cam-
bios legales y políticos diferentes. En segundo lugar, se presenta el impacto
del discurso de los DDSSRR sobre el derecho internacional de los derechos
humanos. Desde mediados de los noventa, los movimientos feministas y por
la diversidad sexual lograron impactar la arena internacional al incorporar
nuevas demandas y colaborar con un cambio paradigmático en las políticas
internacionales sobre población. Finalmente, se introduce brevemente la si-
tuación por la que atraviesa Latinoamérica en la actualidad. Luego de déca-
das de activismo, finalmente los DDSSRR son parte de la agenda regional y
han impactado de distintas formas en la región, generando, en algunos paí-
ses, importantes cambios legales.
Como recién se afirmara, aunque los DDSSRR se presenten como par-
te de un mismo rótulo, es importante distinguir dos tipos de demandas que,
aunque a veces pueden colapsarse, en otras circunstancias están en tensión.
Las distintas definiciones de los derechos reproductivos afirman que tienen
como propósito garantizar y defender la autonomía de las personas en la

43
autodeterminación de la vida reproductiva, para poder decidir libremente
sobre la paternidad y maternidad. Estos derechos apuntan a que la ciudada-
nía pueda materializar, de la mejor manera posible, la decisión crucial de
tener o no hijos/as y de cuándo tenerlos/as. Este conjunto de derechos se
conecta con la sexualidad ya que el acto sexual sigue siendo la forma princi-
pal de reproducción. Por ello, los derechos reproductivos requieren garanti-
zar un acceso universal y seguro a técnicas para evitar embarazos antes, du-
rante y después del acto sexual. Acceso a educación sexual para conocer las
diversas maneras y técnicas de evitar embarazos, a medidas anticonceptivas
que permitan materializar la decisión y, finalmente, a la interrupción volunta-
ria del embarazo. Estas tres prácticas en relación a la procreación existen en
la sociedad al margen del sistema legal imperante. Lo que estos derechos
buscan garantizar es que el acceso a estas prácticas no sea desigual debido,
por ejemplo, a la carencia de recursos económicos. Así, aunque estas prácti-
cas existen, sin el marco regulatorio que implican los derechos reproductivos
amplios sectores de la población tienden a quedar excluidos de las mismas o
a llevarlas adelante en situación de precariedad e insalubridad –como los
abortos no legales–. No son las prácticas lo que estos derechos necesaria-
mente cambian, sino la posibilidad de garantizar la autonomía de las perso-
nas a implementar y llevar adelante sus decisiones.
Pero los derechos reproductivos también requieren que el Estado ga-
rantice y proteja la decisión de tener hijos/as. Aunque suele ser una dimen-
sión menos politizada de los derechos reproductivos, también es necesario
garantizar la decisión en positivo respecto a la paternidad y maternidad, lo
que implica diversos aspectos. Entre ellos, promover la salud materno-infan-
til, garantizar derechos de licencia a la maternidad y facilitar acceso a técni-
cas de reproducción asistida para sectores de escasos recursos. O sea, los
derechos reproductivos no sólo involucran el separar la sexualidad de la re-
producción, sino también el garantizar a aquellas personas y parejas que
quieran tener hijos/as los medios y la protección necesarias para que sea
posible. Esta otra faceta de los derechos reproductivos también es necesaria
para que los sectores de la población de menores recursos tengan la posibili-
dad de implementar su decisión autónoma. El marco regulatorio de los dere-
chos reproductivos permite, entre otras cuestiones, la implementación de
políticas públicas para que sectores excluidos por motivos económicos pue-
dan acceder a instrumentar sus propias decisiones. Estos derechos buscan

44
reducir las desigualdades que se producen en relación a la reproducción de-
bido a la estratificación social que, mientras posibilita el acceso a aquellos
sectores con los recursos económicos necesarios, excluye o margina al resto.
Los derechos sexuales, por su parte, apuntan a garantizar una sexuali-
dad plena, lo que implica diversas facetas, algunas de las cuales se mencio-
nan a continuación. En primer lugar, combatir de diversas maneras la falta de
autonomía de los/as sujetos/as respecto a la sexualidad. Esto implica evitar
todo tipo de violencia e imposición sexual tales como violación o matrimo-
nios forzados. También apuntan a una protección de la integridad corporal
evitando prácticas de esterilización forzadas y de mutilación genital. La auto-
nomía también se conecta con reconocer el placer como un componente
central de la sexualidad, lo que requiere, entre otras cuestiones, la vigencia
de los derechos –no– reproductivos que permitan desanudar la sexualidad y
la reproducción66. En segundo lugar, se requiere garantizar el acceso a la
salud e información, en particular con temáticas conectadas a enfermedades
de transmisión sexual. La salud sexual es, sin dudas, una dimensión crucial
de los derechos que debe entenderse –al igual que la salud reproductiva– de
manera amplia como un «estado de completo bienestar físico, mental y so-
cial, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades»67. Finalmen-
te, estos derechos requieren que el acceso a una sexualidad autónoma, plena
y saludable debe darse sin ningún tipo de discriminación por orientación
sexual ni por identidad de género. La sexualidad, intimidad y afectividad de
las personas gays, lesbianas y trans deben ser garantizadas como parte de la
población general por medio de reconocer la diversidad de arreglos afectivos
y, para las personas trans, evitar las prácticas quirúrgicas forzadas y no volun-
tarias sobre los cuerpos68.
Habiendo distinguido ambos derechos, su impacto a nivel internacio-
nal ha sido prácticamente simultáneo, ya que desde mediados de los noven-
ta, tanto los derechos reproductivos como los sexuales comenzaron a tener
un creciente reconocimiento en la arena internacional como parte del discur-
so de los derechos humanos. Más allá de las numerosas limitaciones que la
incorporación de estos derechos tienen, este reconocimiento muestra el im-
pacto de los movimientos feministas y por la diversidad sexual en las agen-
das internacionales luego de décadas de activismo. Durante los años cin-
cuenta y sesenta el control de la fecundidad a nivel de las conferencias de
Naciones Unidas estaba conectado al temor por el crecimiento poblacional,

45
en tanto explosión demográfica, paradigma que comenzó a cambiar debido,
entre otras cuestiones, a la influencia del feminismo y del movimiento de
mujeres69. Así, el foco se fue moviendo del control de la población a la auto-
nomía de hombres y mujeres para decidir sobre la procreación. Un antece-
dente importante fue la Conferencia Internacional DDHH de la ONU de Te-
herán del año 1968, cuando por primera vez en un documento internacional
se protegió, al menos parcialmente, a los derechos reproductivos: «Los pa-
dres tienen el derecho humano básico a determinar libre y responsablemente
el número y el espaciamiento de sus hijos»70.
Fueron las principales Conferencias de Naciones Unidas de mediados
de los noventa el momento relevante para la institucionalización de los dere-
chos reproductivos a nivel internacional. En especial, la Conferencia del Cai-
ro genera el primer documento internacional que define la salud reproducti-
va afirmando que:

7.2. La salud r eproductiva es un estado general de bienestar físico, mental


y social, y no de mera ausencia de enfermedades o dolencias, en todos los
aspectos relacionados con el sistema reproductivo y sus funciones y pro-
cesos. En consecuencia, la salud reproductiva entraña la capacidad de
disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos y de procrear, y la
liber tad para decidir hacerlo o no hacerlo, cuándo y con qué frecuencia.
Esta última condición lleva implícito el derecho del hombre y la mujer a
obtener infor mación y de planificación de la familia de su elección, así
como a otros métodos para la regulación de la fecundidad que no estén
legalmente prohibidos, y acceso a métodos seguros, eficaces, asequibles y
aceptables, el derecho a recibir servicios adecuados de atención de la sa-
lud que per mitan los embarazos y los partos sin riesgos y den a las parejas
las máximas posibilidades de tener hijos sanos.

Al año siguiente la Cuarta Conferencia Mundial sobre las Mujeres de


Beijing, si bien apoyó la definición de El Cairo, propuso un contexto más
amplio en relación a los derechos reproductivos como derechos humanos.
La Declaración y Plataforma para la Acción de Beijing afirma que

Los derechos humanos de la mujer incluyen su derecho a tener control


sobre las cuestiones relativas a su sexualidad, incluida su salud sexual y
reproductiva, y decidir libremente respecto de esas cuestiones, sin verse
sujeta a la coerción, la discriminación y la violencia. Las relaciones iguali-

46
tarias entre la mujer y el hombre respecto de las relaciones sexuales y la
reproducción, incluido el pleno respeto de la integridad de la persona,
exigen el r espeto y el consentimiento recíprocos y la voluntad de asumir
conjuntamente la responsabilidad de las consecuencias del comportamiento
sexual.

Podría decirse que la presencia de los derechos sexuales como parte


de los derechos humanos es más acotada en el tiempo ya que hasta princi-
pios de los noventa la sexualidad estuvo ausente del discurso de los derechos
humanos71. O, mejor dicho, la sexualidad era sólo referida implícitamente
como parte del matrimonio heterosexual y sus fines reproductivos, reforzan-
do así un paradigma restrictivo72. La Conferencia de Viena de 1993 es un
momento de enunciación de lo sexual importante ya que durante la misma
se llama a los Estados a eliminar «la violencia basada en el género y todas las
formas de acoso sexual y explotación», incluyendo el tráfico de mujeres, «la
violación sistemática, la esclavitud sexual y el embarazo forzado» –párrafos
18 y 38–. Si bien se hace referencia a la sexualidad, aparece de manera
negativa para evitar la violencia y esclavitud sexual, como se puede observar
en las referencias73. Fue durante las dos conferencias antes mencionadas que
comenzó a conformarse un discurso favorable a los derechos sexuales con
una connotación positiva. En la conferencia de El Cairo –1994– muchos de-
legados de gobierno –particularmente los de países islámicos o católicos en
los que los fundamentalistas tienen gran influencia política– no ocultaron su
oposición total a permitir que la mala palabra «sexo» apareciera en alguna
parte del Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre Pobla-
ción y Desarrollo –CIPD–; la palabra permaneció entre corchetes, que signi-
fica no aprobación, hasta prácticamente la última hora. Sin embargo, en la
versión final del documento las referencias al «sexo» y la «sexualidad» apare-
cen numerosas veces y, por primera vez en un instrumento legal internacio-
nal. El Programa de la CIPD explícitamente incluye la «salud sexual» en la
gama de derechos que los programas de población y desarrollo deben prote-
ger. El capítulo 7 del documento adopta la definición de la Organización
Mundial de la Salud sobre la «salud sexual» como una parte integral de la
salud reproductiva, requiriendo que las personas tengan «la capacidad de
disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos», así como la libertad
para procrear y decidir «hacerlo o no hacerlo, cuándo y con qué frecuencia».

47
Define el propósito de la salud sexual como «el desarrollo de la vida y de las
relaciones personales, y no meramente el asesoramiento y la atención en
materia de reproducción y de enfermedades de transmisión sexual» –párrafo
7.1–. El capítulo 5 del Programa de la CIPD compromete a los gobiernos
firmantes a que sus leyes y políticas tomen en consideración los «diversos
tipos de familias» existentes en la mayoría de las sociedades –párrafos 5.1 y
5.2–. Como era esperable, el uso de plural generó fuertes controversias ya
que puede entenderse como la apertura a familias no-heterosexuales, entre
otras.
La Plataforma de Acción producida por la Cuarta Conferencia Mun-
dial de la Mujer en Beijing, en 1995, fue más allá de formular un concepto de
derechos sexuales en tanto principio de derechos humanos internacionales.
Sin pretender agotar la complejidad de los desarrollos producidos respecto a
la integración de la sexualidad en el derecho internacional es importante
mencionar a «Los principios de Yogyakarta sobre la Aplicación del Derecho
Internacional de Derechos Humanos a las Cuestiones de Orientación Sexual
e Identidad de Género» como un hito cuyos efectos están comenzando a
observarse. Este documento, redactado por un grupo de expertos en la ciu-
dad indonesa de Yogyakarta en el año 2006, contiene una serie de principios
legales relevantes para la aplicación del derecho internacional de los dere-
chos humanos para cuestiones de orientación sexual e identidad de género.
Los Principios de Yogyakarta –como son habitualmente referidos– son el re-
sultado de un estudio de los principales tratados de derechos humanos exis-
tentes, así como de sus interpretaciones, y de cómo los mismos se deben
aplicar a las cuestiones de orientación sexual e identidad de género. En este
sentido, son relevantes porque identifican las normas legales «vinculantes que
todos los Estados deben cumplir»74. Son 29 los principios incluidos con sus
recomendaciones, entre los que pueden mencionarse como ejemplo: los de-
rechos a la igualdad y a la no discriminación; el derecho al reconocimiento
de la personalidad jurídica; el derecho al disfrute del más alto nivel posible de
salud; la protección contra abusos médicos; el derecho a formar una familia;
entre otros.
Esta creciente legitimidad de los DDSSRR en el ámbito internacional
ha generado una fuerte reacción contraria a las agendas de los movimientos
feministas y por la diversidad sexual. Como consecuencia de los avances
producidos en las conferencias de El Cairo y Beijing se generó un frente de

48
resistencia que comenzó a monitorear los principales documentos y resolu-
ciones para evitar que las agendas feministas y por la diversidad sexual sigan
influyendo el sistema internacional de derechos humanos. En Naciones Uni-
das, por ejemplo, a mediados de los noventa se plasmó una alianza –a veces
referida como la «Alianza non santa»– entre la derecha religiosa de los Esta-
dos Unidos, el Vaticano y algunos países islamicos, con el principal propósito
de defender un modelo de familia y sexualidad que se construye de manera
antagónica a los DDSSRR75. A esta alianza se agregan diversas organizacio-
nes que se han conformado últimamente con el propósito de resistir el avan-
ce de los DDSSRR a nivel internacional76. Sirva como ejemplo, el Catholic
Family and Human Rights Institute, creado en el año 1997, con la misión de
«preservar el derecho internacional por medio de desacreditar las políticas
radicales en las Naciones Unidas y otras instituciones internacionales»77.
De forma similar a lo que sucede en diversos países, la sexualidad es
una dimensión política importante en las distintas Conferencias Internacio-
nales y, frente a los avances logrados, un frente pro-vida y pro-familia ha ido
acrecentando su presencia, generando nuevas alianzas e implementando di-
versas estrategias en defensa de un orden sexual tradicional.
Finalmente, es importante mencionar que también Latinoamérica como
región está atravesando un momento bisagra en relación al status de los
DDSSRR. Como se mencionó previamente, los movimientos feministas y por
la diversidad sexual llevan ya décadas de activismo en la región y, durante
los últimos años, comenzaron a impactar sobre el sistema legal. Por décadas
tuvieron que enfrentar el poder hegemónico de la Iglesia Católica para sentar
los límites de lo que se podía o no debatir públicamente. Impedir que ciertos
temas entren a las agendas públicas es una forma de ejercer el poder78 a
través de la cual se evita cualquier discusión pública o politización que pue-
da, eventualmente, generar un cambio en el status quo. Sin embargo, duran-
te los últimos años los movimientos feministas y por la diversidad sexual
lograron no sólo incluir los DDSSRR en las agendas públicas, sino incluso
impactar los sistemas legales ampliando los márgenes para la libertad y di-
versidad sexual. Este impacto se ha dado de diversas formas. Por un lado, se
han producido importantes reformas legales en algunos países de la región.
Sirvan de ejemplo la legalización del aborto en el Distrito Federal de México
o la autorización al matrimonio para las parejas del mismo sexo en Argenti-
na.

49
Por otro lado, la jurisprudencia también ha ampliado la vigencia de los
DDSSRR. Una de las estrategias de los movimientos feministas y por la diver-
sidad sexual es el uso del litigio como estrategia para lograr modificaciones
en el derecho79. El caso más emblemático son las sentencias de la Corte
Constitucional colombiana que han modificado la legislación del país despe-
nalizando el aborto y reconociendo derechos a las parejas del mismo sexo.
El camino de profundización de los DDSSRR, de democratización de
la sexualidad, recién comienza a recorrerse en la región. Si bien los movi-
mientos feministas y por la diversidad sexual han sido exitosos en instalar la
demanda por los DDSSRR, quedan pendientes importantes cambios en los
sistemas legales vigentes en la mayoría de los países. Un doble desafío, con
diversos riesgos, recorre esta tarea pendiente. Por un lado, de manera similar
a lo sucedido en el ámbito internacional, la Iglesia Católica y sectores aliados
han reaccionado de manera enérgica. En la mayoría de los países de la re-
gión es posible observar el accionar político de alianzas religioso-seculares
lideradas por la jerarquía católica que tienen como objetivo principal evitar o
revertir la vigencia de los DDSSRR. Son dos las temáticas que más reaccio-
nes adversas generan.
En primer lugar, dentro de los derechos reproductivos, el aborto ha
generado un fuerte antagonismo político. Los sectores sociales y políticos
que se oponen a los derechos reproductivos suelen considerar la despenali-
zación/legalización del aborto como manifestación de una «cultura de la
muerte» que subvierte los principales valores y órdenes sociales imperan-
tes80. Dentro de los derechos sexuales, el reconocimiento de derechos a las
personas gays y lesbianas también genera fuertes reacciones, en particular el
reconocer derechos de familia. Es frecuente observar en la región argumen-
tos diversos en contra de este reconocimiento, que van desde el riesgo de
extinción que implica para la especie humana hasta los supuestos daños para
niños y niñas en hogares «homosexuales»81.
El otro desafío, al contrario, es «interno» a los movimientos feministas
y por la diversidad sexual. Como se expresó previamente, un riesgo de una
política sexual fuertemente basada en un discurso de derechos es caer en
estrategias asimilacionistas que descuiden los aspectos más radicales y libe-
radores de los movimientos. Sin desconocer la importancia del impacto en el
derecho, es también necesario considerar las consecuencias que este tipo de
estrategias puede traer en la inscripción de nuevas fronteras culturales. El

50
ejemplo más visible de este riesgo es la rapidez con que la demanda de dere-
chos para parejas del mismo sexo se presenta bajo la defensa de la monoga-
mia, la estabilidad y el amor, lo que, como contracara, construye un otro
promiscuo como el afuera del orden sexual legítimo. Otro riesgo es el forma-
lismo que suele acompañar las demandas en términos legales. Se genera una
especie de fetichismo por el derecho que olvida que el cambio legal no nece-
sariamente genera cambio social. Al contrario, una región como la latinoa-
mericana tiene sobrados ejemplos de marcos legales vigentes que poco o
nada se reflejan en las prácticas concretas. Sirven como ejemplo la existen-
cia, en algunos países de la región, de programas de salud sexual y reproduc-
tiva de excelente diseño normativo que no logran impacto en las políticas
públicas por trabas económicas, culturales o políticas. La respuesta a estos
desafíos también es doble. Por un lado, la necesidad de pensamiento crítico
sobre la traducción de la agenda política al discurso legal, ya que el derecho
también construye y naturaliza la sexualidad. Si bien el paradigma de los
DDSSRR implica un orden sexual menos jerárquico que el imperante, tam-
bién privilegia identidades y genera exclusiones. Por otro lado, reforzar que el
momento de reforma legal es, ante todo, un momento en la politización de la
sexualidad en el cual se debaten, particularmente, concepciones de justicia y
de ética sexual que exceden el cambio en el derecho formal.

Notas

1 Para un análisis sobre jerarquía y «orden sexual» ver R UBIN, Gayle (1989) «Reflexionando sobre el

sexo. Notas para una teoría radical de la sexualidad» en VANCE , Carole (comp.) Placer y peligro.
Explorando la sexualidad femenina. Madrid, Revolución.
2
Como par te de este ejemplo se considera el vínculo sexual entre dos varones, ya que el vínculo
sexual entre dos mujeres tiene diferentes recorridos históricos.
3 H ALPERIN, David M. (1990) One Hundred Years of Homosexuality: and other essays on Greek love .

Nueva York, Routledge.


4 BOSWELL , John (1980) Christianity, Social Tolerance, and Homosexuality. Chicago, University of

Chicago Press.
5
Ver, BOSWELL, John (1980) Christianity, Social Tolerance, and Homosexuality. Chicago, University
of Chicago Press. Capítulos 8 y 9.
6
V AGGIONE, Juan Marco (2008) Diversidad Sexual y Religión. Córdoba, Ferreyra Editor / Centro de
Estudios Avanzado-Conicet.
7
Uso estas categorías –homosexual y heterosexual– porque son, en general, las más utilizadas en
estos debates.
8 Los debates sobre legitimidad exceden, obviamente, esta introducción, pero existen distintos abor-

dajes teóricos. Weber, por ejemplo, ubica la legitimidad racional en las reglas burocráticas estatales

51
de las sociedades contemporáneas mientras Foucault, probablemente más cerca de Marx, la conec-
ta a la circulación de r egímenes de verdad. Se puede consultar, O’N EILL, John (1986) «The Discipli-
nar y Society: From Weber to Foucault», The British Journal of Sociology, Vol. 37, Num. 1. Londres,
London School of Economics. Pp. 42-60.
9
Más adelante en la introducción se plantea el concepto de régimen de verdad sobre la sexualidad
basado en FOUCAULT , Michel (1986) La Historia de la Sexualidad. Vol. I: La voluntad de saber. Bue-
nos Aires, Siglo XXI.
10 VAGGIONE, Juan Marco (2010) (comp.) El Activismo Religioso Conservador en Latinoamérica.

Córdoba, Editorial Ferreyra / Centro de Estudios Avanzado-Conicet.


11
En especial el Der echo Penal ha sido utilizado como un fuerte reforzador del orden sexual por
medio de criminalizar conductas que también son deslegitimadas por las religiones.
12
Puede profundizarse este tema a par tir de la teoría sobre la legitimidad de Max Weber, en especial
la dominación racional-legal.
13
R UBIN, Gayle (1989) «Reflexionando sobre el sexo. Notas para una teoría radical de la sexualidad»
en VANCE, Carole (comp.) Placer y peligro. Explorando la sexualidad femenina. Madrid, Revolución.
14 Esta diferenciación entre con quién y cómo, la propone P LUMMER, Ken (2003) «La cuadratura de la

ciudadanía íntima: algunas propuestas preliminares» en OSBORNE, Raquel y G UASCH , Oscar (comps.)
Sociología de la sexualidad.Madrid, CIS.
15
L a heterosexualidad obligatoria o «compulsory heterosexuality» es el presupuesto que la hetero-
sexualidad es universal y mandatoria, y que los hombres se encuentran naturalmente atraídos por
las mujeres y viceversa. Adrienne Rich introdujo este concepto, par ticularmente en un ensayo de
1980. Ver RICH, Adrienne (1994) «Compulsor y heterosexuality and Lesbian Existence» en Blood,
Bread, and Poetry. Nueva York, Norton Paperback.
16
Así regulaba el Código Penal argentino al adulterio hasta la reforma por Ley 25.087 –B.O. 14/5/
99–.
17 Sir va como ejemplo el término «Lolita», utilizado para referir a mujeres adolescentes que constitu-

yen una fantasía sexual. Se origina en la novela de 1955, Lolita, de Vladimir Nabokov que ha sido
llevada al cine en dos oportunidades.
18
Claude L evi-Strauss ha realizado un influyente análisis sobre el incesto como tabú.
19
PLUMMER, Ken (2003) «La cuadratura de la ciudadanía íntima: algunas propuestas pr eliminares» en
OSBORNE, Raquel y GUASCH, Oscar (comps.) Sociología de la sexualidad. Madrid, CIS.
20
Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders –DSM–. American Psychiatric Association
21 Estos aspectos están contemplados en Humanae Vitae de Pablo VI –1968–. También estos signifi-

cados son recogidos en los documentos de la Conferencia Episcopal Argentina –CEA– donde se
afirma que « La sexualidad, pues, posee un doble sentido: une a los esposos en un amor creciente y
los hace fecundos en ese amor» –«La Buena noticia de la Vida Humana y el Valor de la Sexualidad»,
11 de agosto de 2000–.
22 FOX , Thomas C. (1995) Sexuality and Catholicism. Nueva York, G. Braziller.
23
PONTIFICIO CONSEJO P ARA LA FAMILIA (1985) «Sexualidad Humana. Verdad y significado Orientacio-
nes educativas en familia».
24 L esbianas, gays, bisexuales y trans.
25
R UBIN, Gayle (1989) «Reflexionando sobre el sexo. Notas para una teoría radical de la sexualidad»
en VANCE, Carole (comp.) Placer y peligro. Explorando la sexualidad femenina. Madrid, Revolución.
26
El tér mino es de Rubin (1989).
27
VAGGIONE, Juan Marco (2010) (comp.) El Activismo Religioso Conservador en Latinoamérica.
Córdoba, Ferreyra Editor / Centro de Estudios Avanzado-Conicet.
28
Diversos autores sobre movimientos sociales plantean cuestiones similares. Ver: ESCOBAR, Arturo;
ALVAREZ, Sonia E. y DAGNINO, Evelina (2001) Política cultural y cultura política. Una nueva mirada
sobre los movimientos sociales latinoamericanos. Bogotá, Taurus-ICANH.
29
SEIDMAN, Steven (1997) Difference tr oubles. Queering social theory and sexual politics. Cambrid-
ge, Cambridge University Press.
30
R UBIN, Gayle (1989) «Reflexionando sobre el sexo. Notas para una teoría radical de la sexualidad»

52
en VANCE , Carole (comp.) Placer y peligro. Explorando la sexualidad femenina. Madrid, Revolución.
31
Debido al propósito de esta introducción, sólo se presentan algunos aspectos generales de los
movimientos feministas y por la diversidad sexual. Para una ampliación se puede consultar, entre
otros: G ORDON, Linda (2010) «La lucha por la liber tad reproductiva: Tres etapas del feminismo» en
BERGALLO, Paola (comp.) Justicia, Género y Reproducción. Buenos Aires, Editorial Libraria; F EME-
NÍAS, María Luisa (2009) «Género y Feminismo en América Latina», Debate Feminista , Num. 40. D.F.
Pp. 42-74.
32 FEMENÍAS, María Luisa (2009) «Género y Feminismo en América Latina», Debate Feminista, Num.

40. D.F. Pp. 42-74


33
VARGAS, Virginia (2008) Feminismos en América latina. Su aporte a la política y a la democracia.
Lima, Fondo editorial de la Facultad de Ciencias Sociales, UNMSM. Para movimiento por la diversi-
dad sexual: M ECCIA, Ernesto (2006) La cuestión gay: un enfoque sociológico. Buenos Aires, Gran
Aldea; PECHENY, Mario (2001) « De la ‘no-discriminación’al ‘reconocimiento social’: un análisis de la
evolución de las demandas políticas de las minorías sexuales en América Latina». Ponencia presen-
tada al XXIII Meeting of the Latin American Studies Association (Washington DC).
34 Gran parte de las reflexiones feministas de segunda ola abordan esta diferencia entre sexo y

género.
35 Son diversos los debates sobre este concepto. Un trabajo pionero es WARNER, Michael (1991)

«Introduction: Fear of a Queer Planet», Social Text, Num 29. Nueva York, Duke University Press. Pp.
3–17.
36 Para profundizar se puede consultar M AFFÍA, Diana (2003) Sexualidades migrantes. Género y

transgénero. Buenos Aires, Feminaria; F ERNÁNDEZ, Josefina (2004) Cuerpos desobedientes. Traves-
tismo e identidad de género. Buenos Aires, Edhasa.
37
Para mayor desarrollo de estas cor rientes y sus estrategias, ver VAGGIONE , Juan Marco (2008) «Las
familias más allá de la heteronormatividad» en M OTTA, Cristina y S ÁEZ , Macarena (comps.) La Mirada
de los Jueces: género y sexualidad en la jurisprudencia latinoamericana. Bogotá, Siglo del Hombre
Editores.
38 Para una explicación introductoria de la Teoría Queer ver: F ONSECA HERNÁNDEZ, Carlos y QUINTERO

SOTO , María Luisa (2009) «La Teoría Queer: la de-construcción de las sexualidades periféricas»,
Sociológica, Año 24, Num. 69. Azcapotzalco, Universidad Autónoma Metropolitana. Pp. 43-60. [En
línea] <www.revistasociologica.com.mx/pdf/6903.pdf> [Consulta: 22 de febrero de 2012].
39
COHEN, Cathy J.(2005) « Punks, Bulldaggers, and Welfare Queen: The Radical Potential of Queer
Politics?» en J OHNSON, E. Patrick y HENDERSON, Mae G. (edits.) Black Queer Studie. Durham, Duke
University Press. p. 24.
40
LEHR, Valerie (1999) Queer Family Values. Debunking the Myth of the Nuclear Family. Philadel-
phia, Temple University Press. p. 10.
41
Esta diferenciación la propone FOUCAULT , Michel (1986) en la Historia de la Sexualidad. Vol. I: La
voluntad de saber. Buenos Aires, Siglo XXI.
42
Autores diversos han sido considerados como parte de este tipo de abordaje entr e los que pueden
mencionarse a Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, para quien la sociedad nace, precisamente,
de la represión de los instintos sexuales; o desde un abordaje antropológico, Claude Levi-Strauss
marcando que el tabú del incesto es el paso de la naturaleza a la cultura o William Reich, pertene-
ciente a la Escuela Crítica de Frankfurt que considera al sexo como una fuerza benigna reprimida
por el capitalismo. Precisamente la función del pensamiento crítico es liberar esa fuerza reprimida y
el sexo como instrumento de cambio social revolucionario. Ver W EEKS, Jeffrey (1998) Sexualidad.
México, Paidós.
43
El análisis de Foucault excede los objetivos de esta introducción. Hay diversos trabajos que intro-
ducen a su pensamiento, entre ellos se puede consultar la traducción al español de HALPERIN , David
(2007) San Foucault. Para una hagiografía gay. Buenos Aires, El cuenco de plata.
44
Se coloca presente y pasado porque varios de los ejemplos utilizados ya fueron reformados. Por
ejemplo, en el caso de los delitos contra la honestidad, se denominan en el Código Penal argentino
como delitos contra la identidad sexual.

53
45 V AGGIONE, Juan Marco (2008) « Las familias más allá de la heteronormatividad» en M OTTA , Cristina

y SÁEZ , Macarena (comps.) La Mirada de los Jueces: género y sexualidad en la jurisprudencia lati-
noamericana. Bogotá, Siglo del Hombre Editores.
46 Dixon menciona seis escuelas de pensamiento o teorías: liberal, cultural, de la dominación, posi-

tiva-sexual –sex-positive–, interseccional, y postestrucutralista o postmodernista en DIXON , Rosalind


(2008) «Feminist Disagreement (Comparatively) Recast» Harvard Journal of Law and Gender, Vol.
31. Cambridge, Har vard Law School. Pp. 277-318. Olsen menciona tres principales críticas feminis-
tas al derecho en OLSEN , Frances (1990) «El Sexo del Derecho» en KAIRYS, Davis (ed.) The Politics of
Law. New York, Pantheon.
47
Aclaramos que la tipificación es meramente con fines e xpositivos ya que la complejidad de postu-
ras, teorías y escuelas excede, obviamente, la dicotomía que se incluye en esta introducción.
48
O LSEN, Frances (1990) «El Se xo del Derecho» en KAIRYS , Davis (ed.)The Politics of Law. New York,
Pantheon.
49 O LSEN, Frances (1990) «El Se xo del Derecho» en KAIRYS , Davis (ed.)The Politics of Law. New York,

Pantheon.
50 Los diferentes paradigmas dentro de esta crítica intensifican de manera diferente cada uno de

estos conceptos.
51
En la teoría de los movimientos sociales se refiere a este objetivo como «política de la influencia».
Ver COHEN , Jean L. y ARATO, Andrew (1995) Civil Society and Political Theory. Cambridge, MIT
Press.
52 Ver OLSEN, Frances (1990) «El Sexo del Derecho» en KAIRYS, Davis (ed.)The Politics of Law. New

York, Pantheon. Para un análisis de estas críticas y su aplicación a la r ealidad Argentina ver: PUGA,
Mariela (2008) «De celdas y tumbas. Introducción a los derechos de las mujeres» en A LVAREZ Magda-
lena I. y R OSSETTI, Andrés (comps.) Derechos de las mujeres y de las minorías sexuales. Un análisis
desde el método de casos. Córdoba, Editorial Advocatus.
53 Reformas legales y decisiones judiciales que desmantelan sexismo en diversos niveles: formal,

sustancial –acciones afir mativas, cupos en Congreso–, en contra de asimilación en modelos mascu-
linos, abandono de la esfera doméstica per mitieron que muchas mujeres accedan a derechos subje-
tivos históricamente vedados –votar, disponer bien, salario, puestos públicos– ver OLSEN (1990) y
PUGA (2008).
54 Fraser denomina a estos remedios como afirmativos –en vez de transformativos– ya que no cues-

tionan los factor es subyancentes a la desiguadad. Ver FRASER, Nancy (1997) Justice Interruptus:
Critical Reflections on the «Postsocialist» Condition. Nueva York y Londres, Routledge. Pp. 11-40.
55Para un análisis de este viraje ver P ECHENY, Mario (2001) «De la ‘no-discriminación’al ‘reconoci-

miento social’: un análisis de la evolución de las demandas políticas de las minorías sexuales en
América Latina». Ponencia presentada al XXIII Meeting of the Latin American Studies Association
(Washington DC).
56
Ver OLSEN (1990) y PUGA (2008) para una explicación de este tipo de crítica. MacKinnon es una de
las más influyentes representantes de esta mirada. Ver: MACKINNON , Catherin (1987) Feminism Un-
modified: Discourses on Life and Law. Boston, Harvard University Press.
57M ACKINNON, Catherin (1987) Feminism Unmodified: Discourses on Life and Law. Boston, Harvard

University Press.
58
FRASER, Nancy (1997) Justice Inter ruptus: Critical Reflections on the «Postsocialist» Condition.
Nueva York y Londres, Routledge. P. 23.
59
FRASER, Nancy (1997) Justice Inter ruptus: Critical Reflections on the «Postsocialist» Condition.
Nueva York y Londres, Routledge.
60
GOTELL, Lise (2002) «Queering L aw: Not by Vriend», Canadian Journal of Law and Society, Vol.
17, Num. 1. Toronto, University of Toronto Press. Pp. 89-113.
61 Ver STYCHIN , Carl F. (1995) Law’s Desire: Sexuality and the Limits of Justice. Nueva York, Routled-

ge.
62 STYCHIN , Carl F. (1995) Law’s Desire: Sexuality and the Limits of Justice. Nueva York, Routledge.
63
O LSEN (1990) Página 14 en traducción de Mariela Santoro y Christian Courtis, disponible en
agendadelasmujeres.com.ar/pdf/olsen.pdf

54
64 Esta declaración es el resultado de una reunión entre LGBTQ para discutir críticamente las políti-
cas de la familia existentes en los EE.UU. El documento final, al que han adherido diversos activistas
y académicos, se denomina «Beyond Same-Sex Marriage. A new strategic vision for all our families
& relationships». Disponible en www.beyondmarriage.org [Consulta: 9 de febr ero de 2012].
65
COHEN, Jean L. y A RATO, Andrew (1995) Civil Society and Political Theory. Cambridge, MIT Press.
66 El concepto de «derechos no-reproductivos» es propuesto por B ROWN, Josefina (2008) «El aborto

como bisagra entre los derechos reproductivos y los sexuales» en PECHENY, Mario, FIGARI, Carlos y
JONES , Daniel (2008) Todo sexo es político: estudios sobre sexualidades en Argentina. Buenos Air es,
Del Zorzal.
67
Preámbulo de la Constitución de la Organización Mundial de la Salud, que fue adoptada por la
Conferencia Sanitaria Inter nacional, celebrada en Nueva York del 19 de junio al 22 de julio de
1946, firmada el 22 de julio de 1946 por los representantes de 61 Estados –Official Records of the
World Health Organization, Nº 2, p. 100– y entró en vigor el 7 de abril de 1948.
68
Más adelante se mencionan algunos principios y acuerdos en esta dirección.
69
Para profundizar la tensión entre políticas demográficas y decisiones individuales respecto a la
natalidad, así como el contexto en el que surgieron las primeras experiencias de planificación fami-
liar en América Latina en los años sesenta, ver FELITTI, K arina (2009) «Derechos reproductivos y
políticas demográficas en América Latina», Íconos. Revista de Ciencias Sociales , Num. 35. Quito,
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Pp. 55-66.
70
Proclamación de Derechos Humanos de Teherán –1968–.
71 PETCHESKY, Rosalind (2000) «Sexual Rights: Inventing a Concept, Mapping and International Prac-

tice» en PARKER , Richard; BARBOSA, Regina Maria y A GGLETON, Peter (edits.) Framing the Sexual Sub-
ject: The Politics of Gender, Sexuality and Power. Berkeley, University of Califor nia Press.
72
COOK , Rebeca (1995) «Human Rights and Reproductive Self- Determination», American University
Law Review, Num. 44. Washington, Washington College of Law. Pp. 975-1016
73 PETCHESKY, Rosalind (2000) «Sexual Rights: Inventing a Concept, Mapping and International Prac-

tice» en PARKER , Richard; BARBOSA, Regina Maria y A GGLETON, Peter (edits.) Framing the Sexual Sub-
ject: The Politics of Gender, Sexuality and Power. Berkeley, University of Califor nia Press.
74
Se puede consultar: http://www.oas.org/dil/esp/orientacion_se xual_Principios_de_
Yogyakarta_2006.pdf - 11/23/2010
75 BUSS, Doris y HERMAN, Didi (2003) Globalizing Family Values. The Christian Right in International

Politics. Minneapolis, University of Minnesota Press.


76 Para un análisis de este tipo de organizaciones ver B ROWN, Steven P. (2000) Trumping Religion: the

New Christian Right, the Free Speech Clause, and the Courts. Tuscaloosa, University of Alabama
Press.
77 Ver: http://www.c-fam.org/
78
Lukes, en su trabajo ya clásico, propone la capacidad de excluir ciertas temáticas de la agenda
pública como una de las dimensiones del poder. Ver L UKES, Steve (1974) Power: A Radical View.
London, Macmillan
79
VAGGIONE , Juan Marco (2008) «Las familias más allá de la heteronor matividad» en M OTTA , Cristina
y S ÁEZ, Macarena (comps.) La Mirada de los Jueces: género y sexualidad en la jurisprudencia lati-
noamericana. Bogotá, Siglo del Hombre Editores.
80 VAGGIONE, Juan Marco (2010) «Evangelium Vitae Today. How Conservative forces are using the

1995 Papal Encyclical to Reshape Public Policy in Latin America», Conscience , Vol. 31, Num. 3.
Washington, Catholics for Choice. Pp. 23-30.
81 VAGGIONE, Juan Marco (2010) «Evangelium Vitae Today. How Conservative forces are using the

1995 Papal Encyclical to Reshape Public Policy in Latin America», Conscience , Vol. 31, Num. 3.
Washington, Catholics for Choice. Pp. 23-30.

55
56
PRIMERA PARTE

Cuerpos, género, poder

57
58
¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO
HABLAMOS DE GÉNERO?
UNA INTRODUCCIÓN CONCEPTUAL

Eduardo Mattio*

En los últimos años, cada vez es más notoria la relevancia social y


política que ha adquirido en nuestro país el término «género» 1. En los medios
de comunicación, por ejemplo, frente a los habituales asesinatos de mujeres
perpetrados por sus maridos, amantes o novios, se ha dejado de hablar de
«crímenes pasionales» para hablar de «violencia de género». Algo parecido
ocurre con la violencia doméstica; pese a que estamos lejos de erradicar
semejante flagelo social, se ha vuelto habitual entender tales situaciones des-
de una «perspectiva de género» que desnaturaliza tales formas de violencia
contra las mujeres. Por otra parte, el ámbito jurídico no ha sido ajeno a tales
modificaciones culturales. Piénsese, por ejemplo, cuán significativos resulta-
ron los argumentos de género para impulsar a nivel provincial una amplia-
ción de la licencia materna postparto a 180 días. Otro tanto se puede decir de
los debates en torno a la ley de identidad de género en el seno del Congreso
Nacional: es inminente el reconocimiento legal de la identidad sexo-genérica
autopercibida de las personas trans –transexuales, trangéneros, travestis–,
con independencia de la que se les haya atribuido al momento de nacer. En
relación a ello, por ejemplo, en octubre de 2011 el Honorable Consejo Supe-
rior de la Universidad Nacional de Córdoba dictó una ordenanza que no sólo

* Doctor en Filosofía –Universidad Nacional de Córdoba–. Docente e Investigador en la Facultad de


Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba y en la Facultad de Filosofía y
Humanidades de la Universidad Católica de Córdoba. Coordinador del Área de Filosofía del Centro
de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades «María Saleme de Burnichon» –CI-
FFyH–.

85
condena toda forma de discriminación por razones de identidad o expresión
de género, sino que contempla algunas reformas administrativas, informáti-
cas e institucionales orientadas a garantizar la inclusión efectiva de las perso-
nas trans en el ámbito universitario. Estos y otros ejemplos permiten estimar
la diversidad de situaciones en que el término «género» favorece la compren-
sión y la eventual resolución de ciertas prácticas sociales de discriminación.
Frente a este panorama en el que la noción de género ha servido, con
mayor o menor suerte, para suscitar escenarios menos discriminatorios res-
pecto de las mujeres y de las llamadas «minorías sexo-genéricas», la opinión
de la jerarquía de la Iglesia Católica no ha sido favorable a la circulación del
término. De hecho, en muchos documentos e intervenciones públicas las
autoridades eclesiásticas han condenado unánimemente lo que han dado en
llamar «ideología de género». En el parágrafo 40 del «Documento de Apare-
cida», por poner un caso, el Episcopado Latinoamericano señala:

Entr e los presupuestos que debilitan y menoscaban la vida familiar encon-


tramos la ideología de género, según la cual cada uno puede escoger su
orientación se xual, sin tomar en cuenta las diferencias dadas por la natu-
raleza humana. Esto ha provocado modificaciones legales que hieren gra-
vemente la dignidad del matrimonio, el respeto al derecho a la vida y la
identidad de la familia (2008: 56).

Como puede verse, para tales sectores religiosos más conservadores la


adopción del término acarrea consecuencias penosas respecto de la integri-
dad de la familia heterosexual, monogámica y reproductiva. Es más, es res-
ponsable de todas aquellas reformas jurídicas que en nuestra región han per-
mitido equiparar los derechos de las parejas gays y lesbianas a los de las
heterosexuales o que brindan algún reconocimiento legal a las familias ho-
moparentales, reformas que en conjunto lesionan gravemente las buenas
costumbres y los valores religiosos tradicionales. Más aún, quienes condenan
el uso del término «género», también encuentran en su significado una justi-
ficación para la despenalización o legalización del aborto. De allí, la necesi-
dad que expresan tales sectores sociales de evitar su divulgación.
Es bueno aclarar que no será esta última interpretación, la de los secto-
res religiosos más conservadores, la que defenderé a lo largo de este capítulo.
En lo que sigue, por el contrario, mostraré el modo en que la noción de
género ha proporcionado en las últimas décadas una herramienta emancipa-

86
toria tanto a las luchas de los movimientos de mujeres como a los colectivos
LGTB –lesbianas, gays, trans y bisexuales–. Teniendo en mente ese objetivo,
en la primera sección de este capítulo consideraré la interpretación tradicio-
nal que ha hecho el feminismo de dicha noción a partir de su distinción del
término «sexo», y explicitaré algunos beneficios y perjuicios teórico-políticos
que supuso tal diferenciación. En la segunda parte, me detendré en otra sig-
nificación que el feminismo materialista y el transfeminismo han intentado
recuperar respecto de la noción de género, i.e., daré cuenta de sus orígenes
biomédicos y de las consecuencias que tal apropiación ha suscitado en las
luchas del feminismo y de la diversidad sexual de las últimas décadas. Final-
mente, a modo de conclusión, propondré muy brevemente una solución a la
difícil tarea de reconciliar ambas tradiciones del término género.

1. La distinción sexo-género en la tradición feminista: sus ventajas


y limitaciones

En 1949, Simone de Beauvoir publicaba «El segundo sexo», un libro


que sería verdaderamente inspirador para la teoría y la praxis feminista de la
segunda mitad del siglo pasado. Uno de sus pasajes más memorables señala:

No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico o


económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra
humana; es el conjunto de la civilización el que elabora ese producto in-
termedio entre el macho y el castrado al que se califica de femenino. Úni-
camente la mediación de otro puede constituir a un individuo como un
Otro (Beauvoir, 2007: 207).

Más allá de lo que Beauvoir haya querido significar con esa afirmación
–particularmente, con la distinción entre la hembra biológicamente natural y
la mujer culturalmente constituida a partir de aquella–, lo cierto es que mu-
chas autoras feministas encontraron allí una distinción que se volvería funda-
mental para el «feminismo de la segunda ola»2 : la distinción entre sexo y
género (Haraway, 1995: 221; Butler, 2001: 142-143). Como señala Judith
Butler, ese conocido pasaje permitió suponer al feminismo (1) que el sexo es
un atributo biológico, dado, necesario, inmutablemente fáctico –ser macho,
ser hembra–; (2) que ser humano equivale a ser sexuado; (3) que el «género»,

87
en cambio, es «la construcción cultural variable del sexo» –ser varón, ser
mujer–; y por consiguiente, (4) que la categoría «mujeres», entonces, «es un
logro cultural variable, un conjunto de significados que se adoptan o utilizan
dentro de un campo cultural». Con lo cual, es claro que «nadie nace con un
género: el género siempre es adquirido» (Butler, 2001: 142-143). En otras
palabras, la distinción tradicional que el feminismo defendió entre sexo y
género supone concebir que los cuerpos nacen sexuados, es decir, vienen a
este mundo como machos o hembras y que sólo por un proceso de socializa-
ción, históricamente variable, son constituidos respectivamente como varo-
nes y mujeres. En palabras de Gayle Rubin, «el sistema de sexo/género es el
conjunto de disposiciones por el cual una sociedad transforma la sexualidad
biológica en productos de la actividad humana y satisface esas necesidades
humanas transformadas» (1998: 17). Si cabe decirlo en estos términos, la
naturaleza biológica es la responsable de nuestro hardware sexual y los pro-
cesos culturales son los que elaboran por diversos medios nuestro software
genérico.
Dicho esto, cabe agregar que la distinción sexo-género no tuvo un ca-
rácter meramente descriptivo, sino más bien una pretensión crítica y desesta-
bilizadora respecto de los modos de organización social de las relaciones
entre los sexos. En palabras de Donna Haraway,

[g]énero es un concepto desarrollado para contestar la naturalización de


la diferencia sexual en múltiples terrenos de lucha. L a teoría y la práctica
feministas en torno al género tratan de explicar y de cambiar los sistemas
históricos de diferencia sexual, en los que «los hombres» y «las mujeres»
están constituidos y situados socialmente en r elaciones de jerarquía y an-
tagonismo (1995: 221).

Como ha señalado Joan Scott, en las décadas del setenta y del ochen-
ta, esta herramienta permitió que

las feministas se preguntaran cómo y en qué condiciones se han definido


los diferentes roles y funciones para cada sexo; cómo los auténticos signi-
ficados de las categorías «hombre» y «mujer» variaron según las épocas y
el lugar; cómo se cr earon e impusieron las normas reguladoras de la con-
ducta sexual; cómo las cuestiones de poder y de los der echos se imbrica-
ron con las cuestiones de la masculinidad y de la feminidad; cómo afecta-
ron las estructuras simbólicas a las vidas y las prácticas de la gente común;

88
cómo se forjaron las identidades sexuales desde el interior y contra las
prescripciones sociales (2008: 14).

Es efecto, el estudio de los sistemas de género como sistemas binarios


que oponen la hembra al macho, lo masculino a lo femenino, no sobre la
base de la igualdad, sino más bien en términos jerárquicos y asimétricos
(Conway, Bourque y Scott, 1998: 177), contribuyó a desacralizar los roles
sociales culturalmente asignados a varones y mujeres. Si el género es una
interpretación cultural y variable, no hay un modo unívoco de entender la
feminidad o la masculinidad. El «ser mujer» –y por extensión, el «ser varón»–
no puede ser entendido como una identidad «natural» o «incondicionada»,
sino más bien como roles sociales culturalmente asignados, que por su carác-
ter contingente son susceptibles de ser resignificados.
No obstante, pese a que la noción de género permitió deconstruir el
«determinismo cultural» que canonizaba ciertos modos hegemónicos de en-
tender el binomio varón-mujer, las feministas de la segunda ola no fueron
igualmente enfáticas a la hora de derruir el «determinismo biológico» que se
resguarda en el binomio macho-hembra, con lo cual «las formulaciones de
una identidad esencial como mujer o como hombre permanecieron analíti-
camente intocadas y siguieron siendo políticamente peligrosas» (Haraway,
1995: 227). En otras palabras, muchas feministas continuaron idealizando
ciertas expresiones de género como verdaderas y originales –concretamente,
las de las mujeres blancas, heterosexuales, de clase media–, dando lugar así
a nuevas formas de jerarquía y exclusión dentro de las filas del feminismo. Tal
como ha mostrado Butler, ciertas concepciones y prácticas feministas han
permanecido sujetas a una perspectiva heterocentrada en la que
(1) el binarismo de género –varón/mujer– tiene como correlato indiscuti-
ble la diferencia sexual biológica –macho/hembra–;
(2) hay una relación causal o expresiva entre sexo/género/deseo –si se nace
macho, entonces se es varón, por consiguiente, se desea a mujeres; o
bien, si se nace hembra, entonces se es mujer, por consiguiente, se
desea a varones–;
(3) se presupone una coherencia o unidad interna entre sexo/género/de-
seo que requiere de una heterosexualidad estable y de oposición (Bu-
tler, 2001: 55).

89
Frente a esto, a inicios de los noventa, Butler sugería que la teoría
feminista no debía «prescribir una forma de vida con género» sino más bien
«abrir el campo de las posibilidades para el género sin dictar qué tipos de
posibilidades debían ser realizadas» (2001: 10). Es decir, no debía canonizar
las formas tradicionales de concebir la masculinidad o la feminidad sino más
bien evidenciar la inestabilidad intrínseca de tales expresiones. En otras pala-
bras, en un texto fundacional y revolucionario como «El género en disputa» –
1990–, Butler se proponía desestabilizar «el orden obligatorio de sexo/géne-
ro/deseo», es decir, la pretendida naturalidad del vínculo causal o expresivo
entre tales términos (Butler, 2001). Un régimen de regularidad semejante,
lejos de estar inscripto en la naturaleza humana, es para Butler el producto
contingente de lo que denominaba matriz heterosexual, esto es, «la rejilla de
inteligibilidad cultural a través de la cual se naturalizan cuerpos, géneros y
deseos». Es decir,

un modelo discursivo/epistémico hegemónico de inteligibilidad de géne-


ro, que supone que para que los cuerpos sean coherentes y tengan senti-
do debe haber un sexo estable expresado mediante un género estable
(masculino expresa macho, femenino expresa hembra) que se define his-
tóricamente y por oposición mediante la práctica obligatoria de la hetero-
sexualidad (Butler, 2001: 38; la traducción es nuestra).

Es decir, tal matriz de inteligibilidad funciona como un marco u hori-


zonte en el que los cuerpos son leídos y significados, y a partir del cual se
regulan los modos disponibles y viables de vivir y actuar «como mujeres» o
«como varones». De tal modo, aquellos cuerpos, géneros o deseos que trans-
gredan de alguna forma los modelos regulativos que tal matriz impone, están
expuestos a las más diversas formas de sanción social –burlas, persecucio-
nes, descrédito moral, falta de reconocimiento jurídico, social o cultural, e
incluso, la muerte–.
Habida cuenta de tales propósitos, el aspecto más interesante de su
propuesta es la redescripción que ofrece de la noción feminista de género, es
decir, su concepción performativa del género. Contra la presuposición de sen-
tido común que concibe cualquier actuación de género como expresión de
una determinada identidad de género mayormente estable –i.e., actuamos
como mujeres porque tenemos una identidad femenina–, Butler toma en
cuenta la sugerencia nietzscheana de que «no hay ningún ‘ser’ detrás del

90
hacer». Para esta autora, entonces, el género no es un atributo sustantivo que
precede a nuestras actuaciones –performances– masculinas o femeninas;

el género siempre es un hacer, aunque no un hacer por parte de un sujeto


que se pueda considerar preexistente a la acción. […] no hay una identi-
dad de género detrás de las expresiones de género; esa identidad se cons-
tituye performativamente por las mismas «expresiones» que, según se dice,
son resultado de ésta (Butler, 2001: 58).

En otras palabras, Butler entiende que, como en cualquier otro drama


social ritual, toda actuación –performance– de género no es más que el efec-
to de la repetición de un conjunto de significados establecidos socialmente:

El género no debe interpretarse como una identidad estable o un lugar


donde se asiente la capacidad de acción y de donde resulten diversos
actos, sino, más bien, como una identidad débilmente constituida en el
tiempo, instituida en un espacio exterior mediante una repetición estiliza-
da de actos (Butler, 2001: 171-172).

Ahora bien, es importante aclarar que con esta redescripción crítica del
concepto de género, la autora norteamericana se desmarca de dos malenten-
didos que su perspectiva podría suscitar. Por una parte, Butler evita concebir
al género de manera «voluntarista» –es decir, nadie elige el género que ha de
actuar frente a los demás como si se tratase de la indumentaria con la que
nos vestimos cada día–. En revisiones posteriores de su teoría, Butler subraya
el abordaje discursivo que implica su propuesta: «la performatividad», acla-
ra, «debe entenderse, no como un ‘acto’ singular y deliberado, sino, antes
bien, como la práctica reiterativa y referencial mediante la cual el discurso
produce los efectos que nombra» (Butler, 2002: 18). Es decir, desde que ve-
nimos al mundo somos colocados en un horizonte discursivo heterocentrado
en el que somos reconocidos o como varones o como mujeres. Piénsese, por
ejemplo, lo que desencadena la afirmación de un ecógrafo o una osbtetra
cuando anuncia: «¡Es una nena!». Según Butler, la emisión de dicho enuncia-
do no supone el reconocimiento de una identidad preestablecida, sino que
produce performativamente la identidad que nombra, en tanto coloca a esa
porción de carne humana bajo las regulaciones sociales que las categorías de
género presuponen.

91
En segundo lugar, su concepción performativa de género evita tam-
bién todo compromiso «constructivista». Es decir, su manera de entender el
proceso de generización no presupone una superficie de inscripción –el cuer-
po– que estaría sexuada de antemano. En «Cuerpos que importan» –1993–,
Butler va más lejos todavía y explicita que la «sexuación» del cuerpo también
es un efecto performativo: «las normas reguladores del ‘sexo’ obran de una
manera performativa para constituir la materialidad de los cuerpos y, más
específicamente, para materializar el sexo del cuerpo, para materializar la
diferencia sexual en aras de consolidar el imperativo heterosexual» (2002:
18). Eso no quiere decir que el discurso origine, cause o componga de mane-
ra exhaustiva el cuerpo sexuado; en todo caso, lo que Butler señala es que no
hay un cuerpo puro que descanse por debajo de las categorías sexuales,
génericas o raciales con las que es marcado desde su nacimiento, sino que
dicho cuerpo nos es dado, se nos hace perceptible a la luz de categorías
socialmente compartidas que no sólo tienen un carácter descriptivo, sino que
además tienen una fuerza normativa ineludible (2002: 31) 3. Es decir, tales
regulaciones no sólo habilitan la emergencia del «yo» como sujeto reconoci-
ble –por ejemplo, macho, blanco, heterosexual–; la matriz discursiva de inte-
ligibilidad al tiempo que «orquesta, delimita y sustenta aquello que se califica
como ‘lo humano’» (Butler, 2002: 26), produce simultáneamente una esfera
densamente poblada de sujetos ilegibles o inviables a la que se priva todo
reconocimiento (Butler, 2002: 19-26). De allí, entonces, la necesidad de re-
conocer la contingencia que supone dicho horizonte de inteligibilidad, y con
ello, la siempre abierta posibilidad de subvertirlo.

2. El género en el paradigma biomédico

Frente a la distinción tradicional entre sexo y género divulgada por el


feminismo de los setenta y de los ochenta, otras perspectivas posfeministas4
han puesto en evidencia los orígenes biomédicos del concepto de género con
el objeto de devolver al término otras potencialidades emancipatorias, igno-
radas por la versión feminista clásica. Como Donna Haraway señala:

La política feminista de la «segunda ola» en torno al «determinismo bioló-


gico» frente al «construccionismo social» y la biopolítica de las diferencias

92
de sexo/género tienen lugar dentro de campos discursivos preestructura-
dos por el paradigma de la identidad de género cristalizado en los cin-
cuenta y sesenta. El paradigma de la identidad de género era una versión
funcionalista y una versión esencializante de la frase de Simone de Beau-
voir ‘una no nace mujer’ (1995: 225).

Es decir, la distinción tradicional entre sexo y género no es una inven-


ción original de la agenda feminista de los sesenta, sino que en realidad su-
pone una operación redescriptiva del feminismo sobre lo que Haraway ha
denominado «paradigma de la identidad de género», i.e., un horizonte trans-
disciplinario en el que han confluido diversos componentes y tecnologías:

una lectura instintualista de Freud; el énfasis en la somática sexual y en la


psicopatología por parte de los sexólogos del siglo XIX (Kraft-Ebing, Ha-
velock Ellis) y de sus seguidores; el continuo desarrollo de la endocrinolo-
gía bioquímica y fisiológica a partir de los años veinte; la psicobiología de
las diferencias de sexo surgida de la psicología comparativa; las hipótesis
múltiples sobre el dimorfismo sexual hormonal, cromosómico y neural
convergentes en los años cincuenta; y las primeras cirugías de cambio de
sexo alrededor de 1960 (Haraway, 1995: 224-225).

Este panorama tan heterogéneo, posterior a la Segunda Guerra Mun-


dial, es el que Beatriz Preciado ha intentado referir con el nombre de «episte-
me posmoneysta», en alusión al Dr. John Money –polémico sexólogo norte-
americano, cuyas intervenciones teóricas acerca de la sexualidad habrían de
reemplazar a las de la sexología decimonónica o a las del psicoanálisis freu-
diano–.
En el primer volumen de la «Historia de la sexualidad» –1976–, Michel
Foucault daba cuenta del tránsito de una «sociedad soberana» a una «socie-
dad disciplinaria» mostrando el desplazamiento desde una forma de poder
que decide y ritualiza la muerte, a una nueva forma de poder que desde el
siglo XVII administra la vida –del cuerpo individual y del cuerpo social– en
términos técnicos de población, salud pública e interés nacional. Esta nueva
forma de biopoder, como la llama Foucault, tiene un particular interés por
normalizar un aspecto de la vida en que confluyen el disciplinamiento de los
cuerpos y la regulación de las poblaciones: la sexualidad5. De cara a tales
afirmaciones, Preciado (2009) entiende que la descripción del momento bio-
político presente propuesta por Foucault ha ignorado sistemáticamente las

93
tecnologías del cuerpo –biotecnológicas, quirúrgicas, endocrinológicas, etc.–
y de representación –fotográficas, cinematográficas, televisivas, etc.– que han
proliferado durante la segunda mitad del siglo pasado. Tales transformacio-
nes exigen, según Preciado, la consideración de una nueva forma de episte-
me6 , ni soberana ni disciplinaria, capaz de dar cuenta del impacto de las
nuevas tecnologías del cuerpo. Este modelo posmoneysta de gestión de los
cuerpos «se caracteriza no sólo por la transformación del sexo en objeto de
gestión política de la vida, sino sobre todo por el hecho de que esa gestión se
opera a través de las nuevas dinámicas del tecnocapitalismo avanzado» (Pre-
ciado, 2009: 21). Dicha episteme supuso la invención de la noción de «géne-
ro», y con ello, la disolución de la rígida noción de «sexo» del discurso médico
decimonónico. Utilizado por primera vez por John Money a inicio de los años
cincuenta, el término «género» permitió hablar de «la posibilidad de modifi-
car hormonal y quirúrgicamente el sexo de los niños intersexuales nacidos
con órganos genitales que la medicina considera indeterminados» (Preciado,
2009: 21-22). En ese contexto, el término «género» no sólo abre «la posibili-
dad de usar la tecnología para modificar el cuerpo según un ideal regulador
preexistente de lo que un cuerpo humano (femenino o masculino) debe ser»
(Preciado, 2009: 22), sino que contiene en sí un efecto disruptivo inesperado:
permite una inédita auto-gestión biotecnológica del cuerpo que no sólo pone
en evidencia el carácter construido del sexo, sino que se erige como una
insospechada forma de resistencia, como una reapropiación de las tecnolo-
gías del género capaz de producir nuevas formas de subjetivación (Preciado,
2009: 23-24). Es decir, esta primera versión del término «género» no sólo ha
sido un mecanismo a través del cual la medicina intervino sobre ciertos cuer-
pos considerados anómalos, justificando la adecuación quirúrgica de las per-
sonas transexuales y de los niñ*s intersex según los cánones de heteronorma-
lidad vigente, sino que ha dado lugar, sobre todo entre las personas trans, a
nuevas formas de agenciamiento corporal –en concreto, el recurso a tecnolo-
gías quirúrgicas y hormonales de transformación de sí–, inéditas antes de la
episteme posmoneysta.
En otras palabras, como sugiere Patricia Soley-Beltrán (2009), la utili-
zación feminista de la distinción sexo-género supuso un desplazamiento en el
uso de la noción de «género». Lo que era una noción «psicológica» prove-
niente del discurso biomédico de los años cincuenta, habría de convertirse
desde los sesenta en una noción «sociológica». El psicopatólogo norteameri-

94
cano Robert Stoller, por ejemplo, entendía que la «identidad nuclear de géne-
ro» era «la propia imagen de uno mismo como perteneciendo a un sexo
específico». En consecuencia, en los «casos» de «transexualidad verdadera»
se suponía que el «género» era una convicción interior de que el sexo asigna-
do al nacer era incorrecto. La existencia de semejante convicción, monitorea-
da por la ciencia médica, justificaba entonces la devolución de los cuerpos
transexuales a la normalidad del binomio macho-hembra, mediante una ci-
rugía de reasignación sexual. Como puede verse, tal operación supone otra
concepción completamente diferente del binomio sexo-género. Mientras que
en el discurso feminista de la segunda ola, el género se concibe como una
forma variable y contingente de relación social entre los sexos, y el sexo como
una configuración biológica mayormente estable y cierta que no determina
las definiciones colectivas de feminidad y masculinidad; en el discurso bio-
médico de los años cincuenta el género es entendido como una convicción
subjetiva, psicológica, fija e inmodificable, independiente de la configuración
del cuerpo sexuado. Este último, en cambio, es percibido como un objeto
maleable en virtud de los avances tecnológicos producidos a lo largo del
siglo XX (Soley-Beltrán, 2009: 32-33). Tal concepción, reitero, que sirvió para
intervenir sobre ciertos cuerpos considerados anormales a fin de sujetarlos a
las demandas del contrato heteronormativo, es también, como lo atestiguan
los «Principios de Yogyakarta», un recurso emancipatorio que posibilita la
autotransformación del propio cuerpo en virtud de la identidad de género
autopercibida7 .
Un ejemplo cabal de esta reapropiación subversiva de los orígenes
biomédicos de la noción de género puede encontrarse en la obra de Beatriz
Preciado. El relato que ofrece en su «Manifiesto contra-sexual» –2002– se
asienta sobre una doble estrategia redescriptiva. Por una parte, (1) atribuye al
género no sólo un carácter performativo, sino primordialmente prostético.
Por otra parte, (2) entiende que el sexo –y no sólo el género– es una «tecno-
logía biopolítica» que asegura la hegemonía heterosocial.
La tecnología heteronormativa –jurídica, médica o doméstica– por la
que los seres humanos son reducidos con mayor o menor violencia a «cuer-
pos-varones» o «cuerpos-mujeres», es para Preciado una «máquina de pro-
ducción ontológica» que adquiere su eficacia de la invocación performativa
por la que los sujetos devienen cuerpos sexuados. Como ha subrayado But-
ler, emisiones tales como «es una nena» no sólo tienen un carácter constata-

95
tivo, sino que, en tanto citaciones ritualizadas de la ley heterosexual, «son
trozos de lenguaje cargados históricamente del poder de investir un cuerpo,
como masculino o como femenino, así como de sancionar los cuerpos que
amenazan la coherencia del sistema sexo/género hasta el punto de someter-
los a procesos quirúrgicos de ‘cosmética sexual’» (Preciado, 2002: 24).
Pese a las virtudes del planteo butleriano, Preciado entiende que el
género no sólo es performativo, es decir, no sólo sería «un efecto de las prác-
ticas culturales lingüístico-discursivas» (2002: 25), sino que supone ineludi-
bles «formas de incorporación». A juicio de Preciado, Butler parece haber
olvidado la materialidad que involucra todo proceso de generización, i.e., la
inscripción corporal que conlleva toda «performance de género». Como han
objetado sus críticos transexuales o transgéneros, la in-corporación de una
identidad de género no es tan sólo una «performance teatral» sino que invo-
lucra «tecnologías de trans-incorporación» que quedan fuera de la escena, y
que no sólo acontecen en los cuerpos transgéneros y transexuales, sino que
operan en los cuerpos considerados «normales» (Preciado, 2002: 75; Cabral,
2007: 94-95). De tal suerte, señala Preciado, el género «es ante todo ‘prosté-
tico’, es decir, no se da sino en la materialidad de los cuerpos. Es puramente
construido y al mismo tiempo enteramente orgánico». Como señalará en
«Biopolítica de género»,

[e]l análisis performativo de la identidad cier ra un ciclo de reducción de la


identidad a un efecto del discurso que ignora las tecnologías de incorpo-
ración específicas que funcionan en las diferentes inscripciones per forma-
tivas de la identidad. El concepto de performance de género, y más aún el
de identidad per formativa, no permite tomar en cuenta los procesos bio-
tecnológicos que hacen que determinadas per formances «pasen» por na-
turales y otras, en cambio, no. El género no es sólo un efecto performati-
vo; es sobre todo un proceso de incorporación prostético (Preciado, 2009:
31).

Lo interesante de esta reformulación es que no sólo da cuenta del ca-


rácter construido del género, sino que –contra todo resabio esencialista– ins-
tala la posibilidad de intervenir en dicha construcción (Preciado, 2002: 76).
Es decir, no sólo pone de manifiesto la violencia física y discursiva que entra-
ña todo proceso de generización, sino que, en virtud de esa violencia, vuelve
evidente la posibilidad de resistirla (Larramendy, 2005: 240). Si el género

96
que se nos atribuye es una imposición performativa y prostética, cabe la
posibilidad de modificarlo, de subvertirlo, de reemplazarlo, de intervenir so-
bre él:

El hecho de que haya tecnologías precisas de producción de cuerpos «nor-


males» o de normalización de los géneros no conlleva un determinismo ni
una imposibilidad de acción política. Al contrario. Dado que la multitud
queer lleva en sí misma, como fracaso o r esiduo, la historia de las tecnolo-
gías de normalización de los cuerpos, tiene también la posibilidad de in-
tervenir en los dispositivos biotecnológicos de producción de subjetividad
sexual (Preciado, 2005: 161).

En fin, desarticulado el prejuicio metafísico que nos concibe portado-


res de una naturaleza humana inalterable, se hace posible pensarnos como
cyborgs, esto es, como «animales tecnológicos» que a lo largo de su historia
natural han in-corporado la tecnología –no sólo para prolongar su cuerpo,
sino para modificarlo– en vista de los desafíos que les impone el entorno.
En el marco de este relato antiesencialista, Preciado asocia a la con-
cepción prostética del género una concepción tecnológica del sexo que radi-
caliza la subversión de toda identificación sexo-genérica. En la línea del co-
rrectivo que Teresa de Lauretis había ofrecido de la concepción foucaultiana
de la tecnología de la sexualidad8 , Preciado piensa que el sexo, y no sólo el
género, «es una tecnología de dominación heterosocial que reduce el cuerpo
a zonas erógenas en función de una distribución asimétrica del poder entre
los sexos (femenino/masculino), haciendo coincidir ciertos afectos con deter-
minados órganos, ciertas sensaciones con determinadas reacciones anatómi-
cas» (2002: 22). De esta forma, la tecnología sexual es para Preciado una
especie de «mesa de operaciones» abstracta que, dividiendo y fragmentando
el cuerpo de modo muy preciso, «recorta órganos y genera zonas de alta
intensidad sensitiva y motriz (visual, táctil, olfativa…) que después identifica
como centros naturales y anatómicos de la diferencia sexual» (2002: 22, 102-
103). En la medida que el deseo, la excitación sexual o el orgasmo son el
resultado de una economía tecnológica que identifica los órganos reproduc-
tivos como órganos sexuales, no sólo se sacrifica en dicho altar quirúrgico la
sexualización de la totalidad del cuerpo, sino que se autoriza la explotación
material de un sexo sobre el otro. Se canoniza una heteropartición de los
cuerpos que no sólo reduce la superficie erótica de los cuerpos a los órganos

97
sexuales reproductivos, sino que privilegia al pene como «único centro mecá-
nico de producción del impulso sexual» (Preciado, 2002: 22).
De este modo, la maquinaria contra-sexual de Preciado se coloca más
allá del debate entre esencialistas y constructivistas. Es decir, ignora la habi-
tual identificación del género como la «construcción social de la diferencia
sexual en diferentes contextos históricos y culturales», correlativa del prejui-
cio según el cual el sexo y la diferencia sexual serían dependientes de funcio-
nes biológicas inalterables (2002: 126, 76). Superando lo que podríamos
llamar el «Mito –biológico– de lo Dado», esto es, el presupuesto metafísico
común a esencialistas y constructivistas según el cual el cuerpo entraña una
estructura mayormente estable, como el código genético, los órganos sexua-
les, las funciones reproductivas –fundamento último de la identidad de los
sujetos sexuados, el «último resto de la naturaleza»–, Preciado no sólo de-
construye la cartografía «hetero» –straight– del cuerpo sexuado, una arqui-
tectura precisa que regula «el contexto en el que los órganos adquieren su
significación (relaciones sexuales) y se utilizan con propiedad, de acuerdo a
su naturaleza (relaciones heterosexuales)» (2002: 26-27); sino que vuelve
borrosos los límites entre la naturalidad de los cuerpos y la artificialidad de
las tecnologías (Preciado, 2002: 127). Señalando los modos específicos en
que la tecnología se «hace cuerpo» –por ejemplo, a través de los tratamientos
hormonales, las dietas, el fitness, los trasplantes de órganos, las siliconas, la
ortodoncia, los implantes capilares, etc.–, es decir, evidenciando «esta rela-
ción promiscua entre la tecnología y los cuerpos», se emplaza un nuevo or-
den corporal –posthumano– en el que ni la biología, ni la cultura se imponen
como destino.

Conclusiones

Como hemos visto hasta aquí, el término «género» no ha revestido una


unívoca significación en la historia reciente del feminismo. Más aún, diversas
autoras han puesto de manifiesto la pérdida de «su filo crítico» (Scott, 2008:
15), su reducción a la noción de diferencia sexual (De Lauretis, 2000: 33) o
su completa irrelevancia teórica (Butler, 2011: 68). Pese a eso, lo cierto es
que la noción de género sigue alentando las luchas del movimiento de muje-
res o del colectivo LGTB, no sin generar ciertas ambigüedades y conflictos.
Como señala Leticia Sabsay:

98
quizá la productividad del concepto se sustente, justamente, no en una
cerrada coherencia monolítica, sino al contrario, en su rica y contradicto-
ria multiplicidad. Podría pensarse que si es que el concepto aún funciona,
es gracias al hecho de que los feminismos siguen discutiendo qué es el
género y cuál es su productividad como herramienta de análisis. De he-
cho, a la luz de las transformaciones de los últimos treinta años, que toda-
vía pueda funcionar como instrumento analítico seguramente se debe en
parte a que se ha dado como un concepto inestable (2011: 42).

Ya en su versión feminista clásica –el «sistema sexo-género»–, ya en la


apropiación transfeminista del paradigma biomédico, el «género» sigue de-
portando beneficios emancipatorios que no habría que menospreciar. En la
definición del feminismo de la segunda ola, señalé, mientras que el género es
la interpretación cultural –variable y contingente– de la diferencia sexual –
mayormente estable–; en el marco del paradigma de la identidad de género,
en cambio, el género es una convicción subjetiva –fija y estable– que justifica
las modificaciones tecnológicas del cuerpo sexuado –mayormente malea-
ble–. En el primer caso, hemos visto, el feminismo encontró una manera de
desestabilizar la aparente inmutabilidad de roles sociales opresivos que ga-
rantizan la relación jerárquica y asimétrica entre hombres y mujeres. En el
segundo caso, el transfeminismo halló una herramienta para adaptar los apa-
rentes límites del propio cuerpo a la identidad de género autopercibida.
Es seguro que ambas versiones del género presuponen compromisos
teóricos disímiles y en conflicto; es posible que una y otra perspectiva habili-
ten agendas políticas no fáciles de reconciliar. Sin embargo, bajo una mirada
pragmática y estratégica, es posible pensar que uno y otro vocabulario, útiles
para diversos propósitos sociales, aún sigan siendo beneficiosos a la hora de
modificar por medio de estrategias siempre nuevas un imaginario patriarcal,
androcéntrico y heteronormativo difícil de desmoronar. Pensemos, por ejem-
plo, en el ideario maternalista que sigue gobernando la vida de muchas mu-
jeres en nuestro medio: mientras se siga creyendo que su finalidad natural es
la de ser madres, no habrá posibilidad de que puedan atribuirse a sí mismas
otras metas sociales –llevar una vida profesional plena, aspirar a los mismos
cargos y salarios que los varones, etc.– o de que se conciban como propieta-
rias de su propio cuerpo –ser libres de abortar cuando lo crean necesario,
dedicarse al trabajo sexual sin coacciones y en condiciones salubres, etc–. En
ese sentido, la noción tradicional de género bien puede seguir siendo útil

99
para derruir ciertas concepciones universalistas acerca de lo que la feminidad
y la masculinidad deben significar. Por otra parte, es claro que la apropiación
subversiva de la noción biomédica de género cumple otros propósitos eman-
cipatorios no menos deseables. En la medida que proporciona a cada sujeto
la autonomía para gestionar la transformación del propio cuerpo de acuerdo
a la identidad de género autopercibida, no sólo hace posible que cada perso-
na pueda tramitar libremente los modos de vivir su corporalidad y/o su sub-
jetividad más allá del binomio macho-hembra, sino que confiere a toda per-
sona el derecho a percibir del Estado el reconocimiento legal –en el más
amplio sentido de la palabra– de la identidad de género adoptada, aun cuan-
do ésta no coincida con el género asignado al nacer o con el nombre y sexo
registrados en su documentación, sin que medien pericias patologizantes. No
otra cosa persigue una ley de identidad de género integral. ¿Podemos, enton-
ces, en vista de tales beneficios, darnos el lujo de abandonar una herramien-
ta –imperfecta e inestable– que aún sigue deparando provecho emancipato-
rio?
Como puede suponerse, son muchas las demandas y las necesidades
que justifican la lucha de las mujeres y de las minorías sexo-genéricas. Para
satisfacerlas plenamente, tal vez no baste con aprender a utilizar el término
«género» en los modos convencionales, o con dotarlo de nuevos y más bene-
ficiosos significados. Nadie puede pensar que la emancipación dependa de
usar las palabras apropiadas. Pese a eso, tal vez así se inicie la segura edifica-
ción de un escenario social más genuino, inclusivo y democrático.

Notas

1 Pese a la diversidad de significados que connota esta palabra en español, aquí la usar emos en el
estricto sentido que le han dado el feminismo y los estudios de género. En inglés es posible distinguir
–no así en español– entre «genus» –los géneros lógicos y biológicos–, « genre» –los géneros literarios,
artísticos, cinematográficos, etc.– y « gender» –los roles sociales de masculinidad y feminidad–. A lo
largo de este capítulo, trataremos de examinar y problematizar las connotaciones que ha ido adqui-
riendo en las últimas décadas esta última significación.
2
Con «feminismo de la segunda ola» se alude a aquel momento de la militancia feminista que se
desarrolló entre los años sesentas y setentas del siglo pasado. Si en la primera ola del feminismo el
objetivo fundamental de la actividad emancipatoria de los movimientos de mujeres consistía en la
superación de cier tos obstáculos legales a la igualdad –piénsese por ejemplo en la lucha de las
sufragistas–, las feministas de la segunda ola ampliaron los límites de su agenda, extendiendo sus
demandas a cuestiones tales como la sexualidad, la institución familiar, el mundo laboral y, sobre
todo, a los llamados «derechos reproductivos».

100
3 En una entr evista reciente, interrogada acerca de la distinción sexo-género, Butler señalaba: «No

estoy segura de que la distinción entre sexo y género siga siendo importante. Algunos antropólogos
en los años ochenta y noventa afirmaban que el sexo era un hecho biológico, y el género, la interpre-
tación social o cultural de ese hecho biológico. Ahora, sin embargo, los historiadores de la ciencia
han demostrado que las categorías de sexo han cambiado con el tiempo, que ahora usamos criterios
diferentes para deter minar el sexo… No se puede decir que el género sea una forma cultural y el
sexo simplemente un asunto biológico, porque la biología misma tiene una historia social y no
siempre ha considerado el sexo de la misma manera». Y agregaba: «¿Existe un buen modo de
categorizar los cuerpos? ¿Qué nos dicen las categorías? Creo que las categorías nos dicen más sobre
la necesidad de categorizar los cuerpos que sobre los cuerpos mismos. A mí me resultó interesante la
distinción entre sexo y género porque permite, como decía Beauvoir, diferenciar entre anatomía y
función social, de modo que se podría tener una anatomía cualquiera pero la forma social no estaría
determinada por la anatomía» (2011: 68-70).
4
Desde los años noventa del siglo pasado, el feminismo de la tercera ola –o también, posfeminismo–
supuso una crítica radical de las concepciones, prácticas y agendas del feminismo de la segunda ola,
en particular, del modelo único de mujer que presuponía dicha forma de activismo. Esta forma
radicalizada y heterogénea de concebir el feminismo no sólo supuso una crítica antiesencialista de
ciertas definiciones universalistas de la feminidad –en concreto, la de las mujeres blancas, universi-
tarias, burguesas, heterosexuales–, sino que involucró una revisión profunda del posicionamiento
feminista respecto de cuestiones tales como el trabajo sexual, la pornografía, las mujeres trans, etc.
En ese marco posfeminista no sólo encontramos los feminismos materialistas y naturalistas y los
transfeminismos a los que haremos alusión en la presente sección, sino también el feminismo pos-
testructuralista de Butler resumido en el apartado anterior.
5
Foucault había entendido al sexo como una tecnología dependiente de ciertos dispositivos de
poder-saber desplegados por la burguesía desde fines del siglo XVIII con el propósito de asegurar su
hegemonía como clase. Dichos mecanismos se ponen en práctica a través de la pedagogía, la medi-
cina y la demografía, suponen la intervención de entidades estatales creadas con ese fin y tienen
como objeto fundamental la regulación de la institución familiar. El recurso a tales dispositivos, a
saber, la histerización del cuerpo femenino, la pedagogización de la sexualidad infantil, la socializa-
ción de las conductas procreadoras y la psiquiatrización del placer per verso, hace suponer a Foucault
al menos dos cosas: (1) que las prescripciones y prohibiciones que tales mecanismos generan en
relación a la se xualidad lejos de inhibirla, reprimirla u ocultarla, la producen –del mismo modo que
la industria produce bienes de consumo y, así, crea deter minadas relaciones sociales–; y (2) que la
sexualidad deja de ser una cuestión laica, íntima, reservada a lo privado, para conver tirse en una
cuestión de Estado, sujeta a sus regulaciones (De Laur etis, 2000: 46-47; Foucault, 1995).
6 En el vocabulario de Foucault, se ha llamado episteme –o también «campo epistemológico»– a la

estructura subyacente que circunscribe el campo del conocimiento, es decir, el horizonte que delimi-
ta los modos en que los objetos son percibidos, agrupados y definidos. En sentido estricto, no es una
creación humana, sujeta a la voluntad de los sujetos cognoscentes; es más bien el lugar en el cual el
hombre es situado y en el que conoce y actúa de acuerdo a las regulaciones estructurales que dicha
episteme impone.
7
En los «Principios de Yogyakarta» se enuncia: «La identidad de género se refiere a la vivencia
interna e individual del género tal como cada persona la siente profundamente, la cual podría co-
rresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal
del cuerpo (que podría involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal a través de
medios médicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre que la misma sea libremente escogida) y otras
expresiones de género, incluyendo la vestimenta, el modo de hablar y los modales» (2006: 6).
8 El problema con la perspectiva defendida por Foucault, observa de Lauretis, es que «no concibe la

sexualidad como radicada en el género, con una for ma masculina y otra femenina, sino que la
considera única e igual para todos, y por tanto masculina». Es decir, la sexualidad entendida como
construcción y representación sigue siendo en Foucault una concepción patriarcal, androcéntrica en
la que la sexualidad femenina, en el mejor de los casos, es «una mera proyección de la masculina, su

101
opuesto complementario, su extrapolación» (De Lauretis, 2000: 48) con lo cual se desconoce el
modo diversificado en que la tecnología-género constituye los sujetos/cuerpos masculinos y femeni-
nos.

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103
104
Fernández, Ana María
Las lógicas sexuales: amor, política y violencias - 1a ed. - Buenos
Aíres: Nueva Visión, 2009.
224 p.; 20x14 cm. (Diagonal)
1.S.B.N. 978-950-602-597-7
1. Relaciones interpersonales II. Título
CDD 158.2

I.S.B.N. 978-950-602-597-7 Para Nicolás, Emilia y Francisco, mis hijos.


Por que puedan inventar con sus pares
existenciarios más libres.
"Historias de infancia" fue publicado originalmente en Carlos Iván
García Suárez (ed.), Hacerse mujeres, hacerse hombres, Bogotá, Siglo del
Hombre Editores-Universidad Central IESCO, 2004
"De la diferencia a la diversidad: género, diversidad y política" fue
publicado en Mónica Zuleta, Humberto Cubides y Manuel Roberto Esco-
bar (ed.), ¿Uno solo o varios mundos? Diferencia. subjetividad y conoci-
mientos en las ciencias contemporáneas, Bogotá, Siglo del Hombre
Editores , Universidad Central IESCO, 2007.
Los dos trabajos se publican con la generosa autorizacion de ambas
instituciones.

LA F OPTA Toda reproducción total o parcial de esta obra


MATA á IBRO por cualquier sistema —incluyendo el fotocopia-
Y ES U ELITO do— que no haya sido expresamente autorizada
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de hasta seis años de prisión (artículo 62 de la ley
11.723 y artículo 172 del Código Penal).

© 2009 por Ediciones Nueva Visión SAIC. Tucumán 3748, (Cl 189AAV)
Buenos Aires, República Argentina. Queda hecho el depósito que
marca la ley 11.723. Impreso en la Argentina / Printed in Argentina.
pasiones de dominio, poderes tristes que sólo dejan dolor,
soledad, sometimiento. Son políticas del amor que insisten
una. y otra vez sin registrar que, como títeres sin titiritero,
responden a lógicas de la subordinación. Se trata de inven-
tar otra lógica amorosa, tal vez aún no muy visible en
Occidente —salvo en algunos acontecimientos amorosos o
eróticos fugaces o en contadas conyugalidades de larga
duración—, donde la potencia del partenaire nos potencie,
nos confirme, nos instale en un devenir excelso, singular,
irrepetible.
Lógicas del amor que sólo podrán ser posibles en un
mundo donde quepan muchos mundos; donde las libertades
de otros y otras no terminen donde comiencen las mías, sino
que simplemente las hagan posibles. Capítulo I
El configurar existenciarios más libres no remite a un VIOLENCIAS,
futuro utópico, sino, por el contrario, a actualizaciones de
deseos y anhelos, a voluntades en acto de hacer de nuestras DESIGUALACIONES
vidas mundos mejor habitados. Hablar de amor no remite Y GÉNEROS
sólo a dos que se desean o meramente al mundo de lo más
íntimo y privado.
No se trata de regalar al «amor al prójimo» cristiano la
generosidad, la gratuidad del don, la hospitalidad, la amis-
tad; se trata de desnaturalizar las lógicas capitalistas que
disciplinan nuestros cuerpos, nuestros afectos, nuestros
modos de subjetivación, que cada día nos vuelven más soli-
tarios, más frágiles y más desiguales. De no quedarnos en
lo que es dado, de no claudicar en las prisiones de dominio,
de no subordinar al cálculo la diversidad de potencias que
podríamos desplegar.
Tal vez así podamos inscribir el vivir, el amar, el soñar,
el gozar, el trabajar en pasiones jubilosas con otros, entre
otros. Tal vez allí sí se trate de los juegos de las diferencias
sin las sombras de las desigualdades.
Con el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la
voluntad, como diría Gramsci, aquí van estas reflexiones
sobre las lógicas sexuales.

Buenos Aires, abril de 2009.

30
1. LAS VIOLENCIAS COTIDIANAS
TAMBIÉN SON VIOLENCIA POLÍTICA

Para que la violencia del golpe, la violación, el acoso, el


ataque incestuoso existan, es necesario que una sociedad
haya, previamente, inferiorizado, discriminado, fragiliza-
do al grupo social —las mujeres, los niños/as, los ancianos/
as, etc.— que es objeto de violencia. Sólo se victimiza a aquel
colectivo que es percibido como inferior; de este modo se
legitiman todos los actos de discriminación. «Nadie te da un
sopapo sin decirte:lidiota!" y sin hacerte sentir tonta», dice
una ex mujer golpeada.
Los procesos de inferiorización, discriminación y fragiliza-
ción operan como naturalizaciones; conforman en tal sentido
invisibles sociales. En rigor, no son invisibles, sino que están
invisibilizados; a estos procesos se los ha denominado violen-
cia invisible. Un invisible social no es algo oculto o escondido,
sino que —paradójicamente— se conforma de hechos, aconte-
cimientos, procesos y dispositivos reproducidos en toda la
extensión de la superficie social y subjetiva. Está ahí, pero no
se ve o se lo considera natural. En tal sentido, violencia visible
e invisible' conforman un par indisociable.

Giberti, E. y A. M. Fernández (comps.), La mujer y la violencia


invisible, Buenos Aires, Sudamericana, 1989.

33
Al mismo tiempo que las manifestaciones evidentes de una particular operación en las significaciones colectivas
maltrato, otras formas de violencia menos visibles pero no por la cual diferente es igual a infe rior, peligroso o enfermo.
menos eficaces se ponen en práctica en la familia cotidiana- Sin embargo, con esto no basta para que las violencias se
mente a través de la desigualdad en la distribución del ejerzan en la vida cotidiana de las instituciones, sean
dinero, del poder, de las responsabilidades domésticas, de públicas o privadas. Para matar a una ex esposa, novia,
las opciones de realización personal, etc. Asimismo, dentro amante a patadas o simular un suicidio, quienes realizan
de la organización familiar, los pactos conyugales violentan estas acciones cuentan con diversos grados de impunidad
muchas veces tanto el sentido como las prácticas del erotis- institucional. Las dificultades para encontrar a los respon-
mo femenino; por otra parte, la educación, los medios masi- sables de estos delitos que cada tanto conmueven a la
vos de comunicación o algunas modalidades de prácticas opinión pública no hablan de otra cosa que de pactos de
médicas y psicológicas reproducen una imagen femenina silencio, es decir, de las impunidades de un poder patriar-
que violenta, en muchas mujeres, las necesidades de trans- cal que se sabe soberano.
formación de su lugar social. Las discriminaciones en el La otra cuestión que interesa subrayar es que, cuando se
área laboral, política y cultural contribuyen —junto con victimiza a una persona o a un grupo social, su inferioriza-
legislaciones no aggiornadas— a que las mujeres circulen ción crea condiciones para alguna expropiación de bienes y
aún hoy por la vida pública y privada con una significativa derechos no sólo materiales, sino también ciudadanos, simbó-
desigualdad de oportunidades. licos y/a eróticos. Si fuera considerado/a un/a igual, debería
Estos violentamientos —sean económicos, políticos, labo- repartirse equitativamente aquello de lo cual es despojado/ .
rales, legales, eróticos, simbólicos o psíquicos— constitu- a quien es victimizado/a. Si esto es obvio hoy, para nosotros,
yen una de las múltiples estrategias de la producción de las en el caso de personas o de pueblos que en otras épocas eran
desigualaciones de género. Esta violencia institucional va sometidos a la esclavitud, bueno es admitir que, por ejem-
desde el «currículum oculto» en la escuela a la actitud plo, en el caso de una mujer golpeada, ella no sólo es víctima
patriarcal de los jueces, la reproducción de criterios tradi- de los golpes físicos, sino que al mismo tiempo es despojada
cionalistas con respecto al lugar de la mujer a través de los de toda libertad personal. Pierde progresivamente, en la
medios de comunicación, etc. dinámica del terror —no del masoquismo— en que queda
Diversos organismos internacionales incluyen la noción inscripta su vida diaria, hasta las mínimas independen-
de violencia constitucional en contra de las mujeres,' inclu- cias tanto en sus relaciones laborales, sociales, afectivas,
yendo en esta categoría aquellas constituciones que no como en sus decisiones personales, eróticas y económicas.
establecen claramente la igualdad de oportunidades entre En tal sentido, las violencias cotidianas también son
hombres y mujeres; podría incluirse en esta categoría tam- políticas. No tienen sexo. Que las mujeres sean en abruma-
bién a aquellas constituciones que cercenan la libertad de dora mayoría las víctimas de las violencias de los hombres
elección de las mujeres frente a la maternidad. no habla de una condición masculina de fuerte e inherente
Suele decirse que la violencia es producto de la intoleran- agresividad, sino de un poder social y subjetivo que muchos
cia a la diferencia. Sin duda, su legitimación actúa sobre hombres ejercen desde las formas públicas y/o privadas del
Red Feminista Latinoamericana y del Caribe contra la Violencia abuso.
Doméstica y Sexual, «La violencia contra la mujer en América Latina y
el Caribe'', en Hoja de Datos, n.° 1, Santiago de Chile, Isis Internacional,
agosto de 1993.

34 35
II. Los DISPOSITIVOS
necesario, correcto, justo y/o conveniente desigualar, sino
DE DESIGUALACIÓN
que estos argumentos, en mayor o menor medida forman
parte —durante largos períodos históricos— del bagaje
Preguntarse qué es la discriminación conlleva varias pre-
subjetivo de quienes integran los aparatos de poder tanto
guntas que operan en simultáneo con la primera: ¿a quiénes como de los propios grupos sociales estigmatizados.
se discrimina?, ¿cómo se discrimina?, ¿por qué se discrimi- Se produce así un particular entramado de diversas
na?, preguntas todas que, ya al formularlas, dan un primer
formas de desigualdad distributiva de bienes y posiciona-
paso para alterar la naturalización-invisibilización de es- mientos económicos, simbólicos, subjetivos, eróticos, que se
tos dispositivos. Tal interrogación crítica pretende alterar sostienen desde una particular ecuación simbólica:
uno de sus resortes básicos en la producción eficaz de muy
diversas injusticias de una sociedad. Diferente = inferior, peligroso o enfermo
Si se toman como referencia las democracias occidentales
modernas y la Declaración de los Derechos del Hombre, Así, desigualdad y discriminación conforman un parti-
puede observarse que, por primera vez en la historia de Oc- cular circuito de realimentación mutua donde los poderes,
cidente, se instituye la igualdad de derechos formales de las para sostener su eficacia, necesitan la producción social de
personas inaugurando un nuevo modo de ciudadanía. Dos diversos tipos de discursos que legitiman tanto la desigual-
de sus premisas fundamentales fueron: «el pueblo gobierna dad como las prácticas y mentalidades discriminatorias.
a través de sus representantes» y «somos todos iguales ante En el caso de los grupos sociales afectados por dichos
la ley».
dispositivos de poder se producen también particulares
Sin embargo, como se sabe, se dio un proceso simultáneo universos de significaciones, inscriptos tanto en sus subje-
por el cual el avance en las igualdades formales fue acom- tividades como en sus prácticas sociales, donde se instala
pañado por el perfeccionamiento de diversos dispositivos una específica tensión entre la propia percepción de inferio-
de desigualación (discriminación, marginalización, exclu-
ridad —por lo que obedecen y/o acatan las injusticias de
sión, represión, exterminio, etc.). Dicho perfeccionamiento referencia— y diferentes grados de resistencia frente a tal
hizo que tales dispositivos de desigualación fueran cada vez estado de cosas. Las distintas intensidades de esta tensión
más específicos y eficaces. 3 han dado, a lo largo de la historia social, los espacios de
Sin duda, uno de los puntos de partida de estos disposi- diversos tipos de sumisión y sometimiento, pero también
tivos de desigualación es económico-político, pero para que diversidad de revueltas y/o movimientos sociales y/o resis-
éstos sean tan eficaces en la larga duración histórica la tencias personales a tales injusticias.
desigualación social necesita implicar también una dimen- En este punto tal vez sea aclaratorio incluir una distin-
sión subjetiva, por la cual no sólo los aparatos que discrimi- ción que realiza Michel Foucault con respecto a las formas
nan, marginalizan, excluyen, reprimen y exterminan esta- que toman las eficacias de los dispositivos de poder. Según
blecen fuertes sistemas argumentales por los cuales es este autor, puede hablarse de tres formas de ejercicio de
Las igualdades formales no operaron sólo como mero encubrimiento poder, sin duda íntimamente entrelazadas:
de los «privilegios» de la modernidad: también fueron motor de las
revueltas, revoluciones y diversos tipos de resistencias emancipatorias
que, a lo largo de los siglos xix y xx, reafirmaron que los combates por la • Formas de dominación: ética, social, religiosa, etc.
igualdad han sido y son inseparables de la construcción de libertades. • Formas de explotación: separan a los individuos de lo que
producen y se apropian del plus de valor de lo producido.
36 37
• Formas de sujeción: aquellas por las que un individuo desigual del poder, de la riqueza y de los bienes simbólicos
se ata a sí mismo y se somete a otros. Se refiere aquí a las y eróticos parezcan naturales. La naturalización de la
formas de subjetividad que hacen posible la sumisión.' injusticia no es un proceso espontáneo, sino que, muy por el
contrario, hay que producirlo.
Con respecto al poder de género, si bien el autor no En esta producción de naturalidad la formación de con-
puntualiza dentro de su clasificación ninguna referencia senso juega un papel decisivo; de lo contrario, el orden de los
particular, podría incluirse como una de las formas de subordinados sólo podría mantenerse represivamente.
dominación simbólica, incluyendo, junto a las formas éti- El poder, junto con las formas represivo-supresivas, pone
cas, sociales y religiosas, la dominación patriarcal. Sin en funcionamiento formas productivas de generación de
embargo, dada la gran transversalidad con que operan los valores, motivaciones y deseos que operan en sentido reticu-
poderes de género, es necesario pensar su dimensión en las lar con gran eficacia. Dos son las condiciones necesarias
tres formas de poder que Foucault planteó. Así, por ejemplo, para la producción y el mantenimiento de estos consensos
en el poder de explotación, común a todos los asalariados, en nuestra sociedad:
habría que analizar el plus de valor que se extrae al trabajo
realizado por mujeres, no sólo en la fábrica, sino en su • la discriminación debe permanecer oculta, y
trabajo doméstico.
• los discriminados deben articularse con el resto de la
En las formas del poder de sujeción habrá que indagar, sociedad, pero de modo tal que no peligren las reglas de
junto con las capacidades generales por las que los seres discriminación vigentes. 5
humanos pueden entrar en situaciones de sumisión, aque-
llas particularidades de los sometimientos y dependencias Para sostener tan particular ordenamiento, las institu-
afectivas de mujeres. ciones combinan y alternan estrategias y dispositivos de
Como lúcidamente ha señalado ya Rosa Luxemburgo, el violencia represiva y violencia simbólica. Los procesos de vio-
capitalismo ha desarrollado un particular entramado de lencia simbólica o apropiación de sentido se construyen en
discriminación y explotación, ya que, al mismo tiempo que las mismas instituciones por las que circulan los discrimi-
se constituye como un sistema de discriminación en la nados en posiciones desventajosas. Es a través de ellas que
explotación, instituye formas de explotación sistemática de se les impone la arbitrariedad cultural de su inferioridad
todo tipo de discriminación. mediante múltiples discursos, mitos sociales, explicacio-
Con respecto a la discriminación, puede decirse que la nes religiosas y científicas.
intolerancia hacia el diferente, el transformar al diferente Dicha arbitrariedad cultural es una pieza clave de los
en peligroso, inferior o enfermo, forma parte de uno de los sistemas de dominación. Los diferentes dispositivos insti-
problemas centrales de toda formación social: producir y tucionales hacen posible que ésta sea reconocida como
reproducir incesantemente las condiciones que la hagan legítima y, al mismo tiempo, otorgan legitimidad al grupo
posible. Para ello, uno de sus puntos estratégicos es lograr dominador como autoridad. La arbitrariedad cultural ope-
que la discriminación de grupos e individuos y el reparto ra de tal forma que el ejercicio de la violencia simbólica es
,
Foucault, M., «El sujeto y el poder», en H. Dreyfus y P. Rabinow, Michel invisible G a los actores sociales y presupone la implicación
Foucault. Más allá del estructuralismo y la hermenéutica. México, Uni-
versidad Nacional Autónoma de México, 1988; Buenos Aires, Nueva Fernández, A. M., La mujer de la ilusión, Buenos Aires, Paidós, 1993.
Visión, 2001. " Giberti, E. y A. M. Fernández (comps.), ob. cit. supra, nota 1.

38 39
de aquellos que más sufren sus efectos. Está implícita hasta Esta doble apropiación de bienes y potencias garantiza:
en las jerarquías del lenguaje y en sus formas de uso,' de
forma tal que se desdibuja, al naturalizarse, su caracterís-
tica central de arbitrariedad e injusticia. • que circulen en circuitos sociales aparentemente igua-
les pero en desigualdad de oportunidades;
Cualquier situación de opresión producida a partir de
una injusticia distributiva necesita de la producción de aquel • que su circulación desventajosa se despliegue sin ser
consenso por el cual los diferentes sectores de una sociedad, vista, es decir, que se despliegue en estado de naturaliza-
aun los perjudicados, dan por natural este estado de cosas ción.
y consideran al grupo «perjudicado» inferior por alguna De allí la importancia estratégica de deconstruir e
razón.
historizar estas naturalizaciones de modo tal que pier-
La producción de consenso que legitima las desigualda- dan invisibilización. Para que en una sociedad no hubiera
des sociales se sostiene desde determinados universos de discriminación deberían instituirse relaciones materia-
significaciones imaginarias que construyen el sentido so- les y subjetivas que no significaran apropiación. La dis-
cial. Si bien la injusticia distributiva en el orden económico criminación es absolutamente funcional a la apropia-
establece relaciones de fuerza
entre grupos, clases, géneros, ción. Para que una sociedad no desigualara, para una
etnias, etc., las significaciones imaginarias establecen re-
laciones de sentido. En el análisis de un sistema de dominación república de iguales, deberían instituirse relaciones públi-
cas y privadas que no significaran apropiación ni estable-
es indisoluble la indagación no sólo de las relaciones de cieran formas de dominio de unas personas sobre otras y/o
fuerza, sino también las relaciones de sentido; es desde ellas unos grupos sobre otros. Pensar una sociedad de iguales es
que se legitima la autoridad del dominador; un grupo imaginar, proponer, desear, accionar para una sociedad de
dominador no puede imponerse en el plano económico y
político si al mismo tiempo no logra una hegemonía en el seres libres y autónomos.
Los dispositivos de desigualación —legitimados desde
plano cultural y simbólico. 8
diferentes universos de significaciones imaginarias— han
Para que un grupo sea discriminado es necesario que - instituido diversos mitos sociales con respecto a qué es ser
haya un proceso de doble apropiación —con sus distintas
violencias concomitantes—: hombre y qué es ser mujer, consolidando en cada período
histórico tanto los patrones sociales y subjetivos como los
• Apropiación de los bienes ámbitos y modos de circulación pública y privada a los que
que efectivamente produce las personas de ambos géneros debieran adecuarse.
(económicos, simbólicos, sentimentales y/o eróticos).
• Apropiación de sus potencias He desarrollado extensamente en La mujer de la ilusión 9
como grupo social y/o la articulación de tres mitos que han organizado la sujeción
como individuo (potencias económicas, simbólicas, senti- femenina en la modernidad: el mito de mujer = madre, el
mentales y/o eróticas) para producir tales bienes. amor
mito de la pasividad erótica femenina y el mito del
romántico. Aunque no serán desarrollados aquí, quiere
Las feministas anglosajonas realizaron ya en los 70 un exhaustivo subrayarse que estos mitos sociales ordenan, legitiman y
análisis de la violencia de género en el lenguaje y propusieron en su disciplinan los lugares de todos los actores de la desigual-
momento sugerentes «políticas del nanting». Véase D. Spendler, dad de género. Este disciplinamiento social es realizado en
mude language, Londres, Routledge & Kegan, 1980. Men
Fernández, A. M., ob. cit. supra, nota 5.
. 9 Ibíd.
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conjunto con mitos equivalentes en lo que respecta a los
te pasivas y necesitadas —dada su fragilidad— de protec-
varones, que definen su identidad masculina desde el éxito
laboral-económico, un erotismo en clave fálica y una extensa ción masculina.
Estas transformaciones de imaginarios y prácticas so-
capacidad de constituirse en proveedores de las mujeres a su
cargo; este «varón de la ilusión» ciales no se deben a ningún azar, sino que responden al
proveedor: debe ser, en realidad, un triple modo en que en cada momento histórico se ha instituido
de bienes económicos, eróticos y de sentido.
cómo colocar-aprovechar-despilfarrar-disciplinar-incluir -
La segunda mitad del siglo xx ha puesto en evidencia en
excluir las potencias de los hombres y las mujeres de esa
Occidente complejos y variados procesos de transformación
de los lugares sociales de las mujeres. Estos cambios abar- 'época. Estas demarcaciones variarán según la clase social,
la región geopolítica, las etnias a las que pertenezcan.
can desde sus roles laborales y culturales hasta sus posicio-
Mientras los argumentos sociales van variando históri-
nes legales, subjetivas y eróticas. Si bien en un principio
fueron más evidentes en las mujeres blancas heterosexua- camente, permanece estable en su reproducción la lógica
con la que se ordenan tales argumentos de las diferencias de
les de sectores medios urbanos «desarrollados», dichas
modificaciones han instituido fuertes polos de enunciación los géneros sexuales.
Esta lógica realiza varias operaciones simultáneas:
e intensas alteraciones de las prácticas sociales que atra-
viesan diversos sectores sociales y geopolíticos, producien- • Identifica diferencias entre hombres y mujeres debidas
do nuevas prácticas de sí en los lugares más insospechados. a su condición sexuada.
Al mismo tiempo que esto acontece, la consigna de
«a • Remite las mismas a esencias inmodificables (debidas
igual trabajo, igual salario» a la voluntad divina, a características biológicas, cultura-
se encuentra aún muy lejos de
ser una constante universal. En amplios sectores del mun- les, inconscientes, etc.).
do laboral —aun en los países más desarrollados—, la • Inscribe las diferencias en un orden binario y jerárqui-
persistencia de desigualdades salariales y la escasez de co, donde siempre uno de los atributos diferenciales —el
mujeres en puestos directivos, así como también el incre- masculino— es tomado como criterio de medida, mientras
mento de la violencia doméstica, las violaciones y abusos que los atributos femeninos son defecto, falta, complemen-
diversos ponen en evidencia la permanencia de lá discrimi- to, suplemento, etc.
nación de género, pese a los avances de las mujeres tanto en • Legitima la desigualdad social de los así constituidos
lo público como en lo privado. como «diferentes» (el otro); en este caso, las mujeres.
Los mitos sociales sobre lo que es ser hombre y lo que es
ser mujer cambian a lo largo de la historia de Occidente; así, En síntesis, en un mismo acto esencializa la diferencia y
por ejemplo, con relación al erotismo de las mujeres, es legitima la desigualdad social. Para ejemplificar la persis-
contrastante la idea que de esto tiene el mundo feudal si tencia de esta lógica de la diferencia pueden recordarse
comparamos con el mito de la pasividad que se sostiene algunas ideas de la antigüedad respecto de los cuerpos de
desde la modernidad. Para el mundo feudal de Occidente hombres y mujeres y sus diferencias, donde «la mujer» es
las mujeres eran sexualmente insaciables, lo cual consti- pensada como un hombre inacabado e imperfecto. 1°
tuía una evidencia irrefutable de que estaban poseídas por Las significaciones a través de las cuales la imaginación
el demonio y desviaban el camino de los varones hacia Dios. colectiva presenta a «la» mujer como un hombre inacabado
Primero por la Inquisición y luego por el capitalismo, las no son nuevas: sus orígenes se encuentran, por lo menos en
mujeres fueron pensadas hacia el siglo xix como sexualmen-
i° Ibíd.
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lo que respecta a sus formas discursivo-científicas, ya en los
En tal lógica de la diferencia, lo otro sólo puede ser
discursos médico-filosóficos del mundo antiguo. Tal persis-
tencia-insistencia habla a las claras de la importancia pensado como negativo de lo Uno. En esta episteme de lo
histórica de esta lógica de la diferencia mismo las categorías desde donde puede ser pensada la
sentido de lo femenino y lo masculino. como ordenador de diferencia de los géneros se estructuran inevitablemente
desde una lógica atributiva, binaria y jerárquica.' 3 Atribu-
Así, en una línea de pensadores que va de Hipócrates a
Galeno, reforzada por Platón y Aristóteles, vemos cómo esta tiva, en tanto otorga y atribuye a los predicados del sexo
masculino la propiedad del modelo humano (Hombre =
configuración va adquiriendo formas discursivas cada vez
hombre); el otro género, por lo tanto, se construye en térmi-
más consolidadas. Esta línea planteará que entre hombres
y mujeres no sólo hay diferencias de órganos, sino también nos de negatividad. Binaria, ya que alterna sólo dos valores
de verdad, siendo necesariamente uno verdadero y el otro
de esencias: los hombres, en tanto secos y calientes, serán
superiores a las mujeres por ser éstas frías y húmedas. En falso (no es A y B, sino A y no-A). Jerárquica, en tanto
el mito de los orígenes, Platón dibujará a las mujeres como transforma uno de los dos términos en inferior, complemen-
individuos inferiores, ya que eran hombres castigados. to o suplemento. En tal lógica lo diferente será siempre
negativo de aquello que lo hegemónico señala como lo Uno y,
Según este mito, en el origen, el demiurgo creó un ser
en tanto negativo, falso, versión incompleta de lo Uno y, por
humano varón, pero aquellos varones que fueron cobardes
resultaron transmutados en mujeres en su segundo naci- lo tanto, inferior."
miento." Con Aristóteles primero, y luego con Galeno,
tomará fuerza la noción de la mujer como hombre fallado,
incompleto, inacabado y, por lo tanto, inferior. Eáta inferio- III. GÉNERO
ridad es algo que ha querido el creador, quien la ha hecho Y DOMINACIÓN MASCULINA
«imperfecta y como mutilada». Es consenso para la época
que su mutilación se debe a que los genitales femeninos no En los últimos años se ha extendido el uso de la noción de
han podido descender. ¿Por qué no han podido descender? género. Es importante precisar sus alcances por cuanto
Pues por la falta de calor del cuerpo femenino. puede observarse que, a medida que se amplía su imple-
¿Cómo explica Galeno la existencia de senos en el cuerpo mentación, suele perder su rigor.
femenino? ¿Qué razón da a la existencia de algo «en más» Considerar que las diferencias entre hombres y mujeres
con respecto al cuerpo del varón? Dirá que estas glándulas no se refieren estrictamente al sexo sino al género implica
existen para dar calor y protección al corazón, que se hacen afirmar que el problema no radica en sus especificidades
necesarias en la mujer dado que ella es más fría que el anato-biológicas sino en las desigualaciones que las socie-
hombre; éste, como es dades han tramitado con las mismas. Hablar de diferencias
más cálido, no las necesita para de género alude a los dispositivos de poder por los cuales —en
proteger su corazón. En suma,
algo «en más» en el cuerpo cada sociedad— las diferencias biológicas han justificado
femenino está allí para paliar una falta;
mente, de una insuficiencia esencial da cuenta, final-
de la mujer. ' 2 te rpretan» —aun hoy—en niñas en tratamiento que los moños y las trencitas
con que se peinan en su incipiente coquetería, o que colocan en los dibujos muy
" Platón, «El Timeo», en Diálogos, adornados que realizan, son debidos a su envidia por la falta de pene (!).
12 México, Porrúa, 1976.
Esta misma lógica --algo «en más» para paliar una falta-- 1 ' Bonder, G.,
Los Estudios de la Mujer y la crítica epistem °lógica a los
se
encuentra frecuentemente en ciertos psicoanalistas de niños que «in- paradigmas de las ciencias humanas, Buenos Aires, CEM, 1982.
'' Fernández, A. M., ob. cit. supra, nota 5.
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desigualdades sociales. En tal sentido, desmarca la cues- ha ordenado. Metodológicamente parecería operar aquí un
tión de supuestas esencias diferentes que instituyen las criterio que ofrecería la otra versión del discurso feminista,
condiciones masculinas y femeninas en su desigualdad de para lo cual, al listado de padecimientos que desplegaron
oportunidades para colocar la cuestión en la subordinación los Estudios de la Mujer, se agregaría el padecimiento
política, económica, cultural, emocional-subjetiva y erótica complementario masculino en el rol, también complemen-
del género femenino en relación con el masculino. Es, por tario, de los varones. Así, a la subordinación de la mujer a
tanto, una noción que pone el centro en la cuestión del poder su rol de madre, ofrecen la subordinación del varón a su rol
de un género sobre otro. de proveedor y la dolorosa pérdida de la cotidianeidad con
Tanto el término género como el término los hijos. Al costo de la pasivización del erotismo de las
clase social no
pueden ser usados meramente para describir diferencias mujeres hablan de la exigencia y presión a la que está
entre hombres y mujeres o entre pobres y ricos. Son catego- sometido el varón «galán», etc.
rías hermenéuticas que exigen —más allá de descripciones
En el «todos somos prisioneros de los mandatos cultura-
necesarias— la inclusión del análisis de los dispositivos les del género», una vez más se pierde de vista —al igualar
sociohistóricos de poder por los cuales se producen y repro- ética y metodológicamente— la dimensión política de la
ducen estas desigualdades sociales y sus injusticias conco- cuestión y, por consiguiente, las tareas por venir en una
mitantes.
agenda político-social de género. También quedan invisibi-
Los primeros estudios e investigaciones sobre el tema fue- lizadas las marcas en la subjetividad que el ejercicio coti-
ron desarrollados por mujeres, generalmente feministas, que diano del poder de género inscribe en los varones y las
desde mediados de los 60 han analizado diferentes instan- prácticas naturalizadas de diversos modos y grados de
cias de la subordinación de género, es decir, el sometimiento impunidades de género constituidos como hábitos de vida.
histórico de las mujeres por parte del poder patriarcal. El tratamiento de los mandatos de género en los varones
Desde los 80/90 empezaron a desarrollarse grupos de es de gran trascendencia en el camino de la «liberación
reflexión y escritos diversos realizados por varones que masculina» en tanto sitúa un primer interrogador crítico a
analizan la condición masculina. su lugar en la sociedad, pone en crisis la reproducción
Para sorpresa de las
estudiosas de la condición femenina, estos análisis repro- naturalizada de estos mandatos y abre la posibilidad de
dujeron la descripción de los sufrimientos femeninos, ahora pensarse varones de otro modo. Y no es poco.
en clave masculina. Así, comenzaron a desplegarse discur- Pero en tanto queda invisibilizada la dimensión de
sos que aludían a la prisión que significan las metas del poder, es decir, mientras no se analiza la participación
éxito, el sacrificio y la postergación personal que demanda activa —aun-que muchas veces involuntaria— en los
cumplir el rol de proveedor, las exigencias de su rol de dispositivos de des-igualación-dominación de mujeres,
conquistador erótico, las enfermedades y costos psíquicos corren el riesgo de mantener la reproducción de las
diversos producto de la represión de sus emociones, la impunidades de género (visibles y/o invisibles) en la cons-
postergación de la paternidad, etc. trucción de las nuevas masculinidades; impunidades que,
Sin duda, los aportes que están realizando los Estudios al no poder ser pensadas como tales, mantienen en desmen-
sobre Masculinidad son de gran importancia para poner en
tida el ejercicio de la soberanía de género masculino.
interrogación crítica los mandatos culturales a los que se Es posible que, en tanto no se incluye en los estudios de
han sometido
los hombres en nuestra sociedad y los sufri- masculinidad el análisis de los dispositivos de poder, no
mientos personales y colectivos que tal estado de cosas les puedan ser considerados estrictamente Estudios de Género.
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Una excelente excepción a este estado de cosas ha sido la
indagación realizada por Pierre Bourdieu en Si se busca pensar este problema a la luz de la cuestión de
ción ntasculina. 15 La domina- género (es decir, a partir del análisis de la subordinación
Para que hombres y mujeres ganen respectivamente histórica de las mujeres y sus cicatrices en la subjetividad
libertades, es decir, que amplíen sus capacidades de elegir y del análisis también histórico del poder de género de los
en libre albedrío desplazando mandatos culturales, es nece- varones —con las prácticas de impunidad que conlleva— y
sario igualar oportunidades para las mujeres. Si las muje- sus marcas en la subjetividad), hay diferentes tareas por
res no logran circular por el mundo público y privado en delante para varones y para mujeres.
iguales oportunidades, siempre necesitarán —y, en muchos En el caso de los varones, se trata de deconstruir las
casos, abusarán— de varones proveedores. naturalizaciones de sus ejercicios cotidianos del poder pa-
Las libertades de ambos géneros son imposibles de conse- triarcal. Con respecto a las mujeres, de avanzar en la
guir sin la paridad política de los mismos. Aquí toma valor construcción de su autonomía político-subjetiva. Quiere
central el análisis de las llamadas «políticas del subrayarse que en el marco general que incumbe a hombres
nzent». empower-
públicasHadelhabido distintos modos de entender las políticas y mujeres para la necesaria transformación de los manda-
empowernzent tos de género, las libertades por venir reclaman tareas
de las mujeres. Muchas veces se
han tomado como sinónimo de capacitación laboral, facili- diferentes para cada uno de los géneros. Hoy se trata de la
dades de financiamiento para micr construcción de autonomía para mujeres y deconstrucción
oemprendimientos, etc.
Estas son, sin duda, medidas necesarias, generalmente de poder de dominio para varones.
imprescindibles en la agenda político-social del Estado y En la histórica «dominación masculina», la potencia de
las ONG. Constituyen un punto de partida indispensable, sí sólo se ha logrado en virtud del dominio del otro. Es
pero no pueden considerarse como punto de llegada en la momento de que las mujeres puedan abandonar ese paté-
deconstrucción social de la desigualación histórica. tico encanto por el margen. Es momento de que las
Si pensamos en las líneas de significación del término mujeres puedan pensar en no elegir un camino retaliati-
«poder», observamos
tanto la idea de que podemos atribuir a este término vo donde utilizar el incremento de sus potencias para
«dominio sobre otro» ahora ser ellas quienes ejerzan el dominio del otro y las
«potencia de sí». como también la de
impunidades concomitantes.
Las culturas patriarcales han instituido Muchos hombres se encuentran aún prisioneros de sus
y
históricamente la primera de ellas, hasta tal consolidado mandatos culturales y esto condiciona gran parte de sus elec-
suele quedar obturada la se punto que
gunda. La resistencia al domi- ciones de vida. Son, en ese sentido, más género que sujeto.
nio del otro sólo es efectiva si permite construir la propia Revisar el ejercicio de su soberanía de género no significa
potencia (singular y/o colectiva). Construir potencia de sí ceder poder a las mujeres o subordinarse a ellas. Funda-
es, en suma, crear condiciones para las libertades por venir. mentalmente, significa ganar libertades. Aquellas que el
En el caso de las mujeres, el despliegue de las potencias género masculino aprisiona.
propias pasa por el avance en la Tal vez sea este el momento para que los varones puedan
político-subjetiva. construcción de autonomía
pensar que para salir de su prisión de género necesitan ope-
rar la transformación de sus prácticas en una distinción
`'Bourdieu, P., La dominación masculina,
2000. Barcelona, Anagrama, conceptual y ética entre el dominio del otro y la potencia de
sí. No hay por qué oponer un género al otro. Si ambos buscan
acrecentar su potencia de sí y no el dominio del otro, en sus
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paridades políticas ampliarán «amplificadamente» sus li-
bertades.
A la idea contractualista burguesa por la cual la libertad
de uno termina donde comienza la libertad de los demás
puede oponerse aquella otra por la cual: «No soy verdadera-
mente libre más que cuando todos los seres humanos que me
rodean, hombres y mujeres, son igualmente libres. La liber-
tad del otro, lejos de ser un límite o la negación de mi
libertad, es, al contrario, su condición necesaria y su confir-
mación. No me hago libre verdaderamente más que por la
libertad de los otros, de suerte que, cuanto más numerosos
son los hombres libres que me rodean y más vasta es su
libertad, más extensa, más profunda y más amplia se
vuelve mi libertad».' 6 Capítulo II
En lo que a géneros sexuales respecta, pensar la plena LÓGICAS DE GÉNERO:
libertad de hombres y mujeres es imaginar la inauguración
de una nueva era: el fin de los géneros sexuales. TERRITORIOS EN DISPUTA

' 6 Bakunin, M., Dios y el Estado, Buenos Aires, Altamira, 2000.

50
Si se comparan los modos en que hombres y mujeres insti-
tuyen sus prácticas laborales y amatorias (es decir, si se
parte del presupuesto que amores y labores se despliegan
de modo diferente en ambos géneros); si aceptamos —más
allá de los riesgos de toda generalización— que esto es así,
¿de qué índole es esta diferencia? Frente a esta pregunta es
necesario instalar con rapidez ciertos recaudos de método.

1. LA DIFERENCIA INTERROGADA:
RECAUDOS DE MÉTODO

Es necesario volver una vez más a la cuestión de la diferen-


cia; abrirla como problema vuelve imprescindible —para
transitar con algunas garantías análisis comparativos—
instalar con rapidez ciertos recaudos metodológicos.
El primer recaudo se refiere a la naturaleza de la diferen-
cia. ¿De qué tipo de diferencia hablamos cuando hablamos
de diferencias de género? Aquello que organiza diferentes
modalidades de amar y trabajar en hombres y mujeres, ¿se
debe a esencias femeninas y masculinas diferentes? ¿Puede
decirse que sus diferencias esenciales son de orden biológi-
co o se deben a que ambos géneros poseen modalidades
inconscientes diferentes? Hasta los 70, estos eran los térmi-
nos del debate.

53
El criterio que aquí se sustenta es que los diferentes modos rrogar sus narrativas, particularmente aquellas que han
con que hombres y mujeres organizan sus amores y sus traba- colocado la subjetividad como interioridad.
jos son diferencias socio-históricas que responden a que unos Lo que aquí está en juego es otro modo de entender la
y otras se han constituido en diferentes modos de objetivación-
subjetividad. 4 El término «subjetividad» suele usarse de
subjetivación, situados —como se ha planteado en el capítulo modo poco preciso: a veces indistintamente, como sinónimo
anterior— dentro de relaciones de poder asimétricas. de sujeto, otras como sinónimo de psíquico, otras como
La noción de modo sociohistórico de subjetivación impli- subjetivo —opuesto a objetivo—.
ca retomar el desafío foucaultiano' de poder pensar la Como noción teórica, implica la revisión de aquellas
subjetividad sin apelar a un sujeto trascendental ni a un narrativas «psi» que han colocado la subjetividad como
sujeto psicológico, es decir, instituir una suerte de escepticis- interioridad, en oposición a un mundo o realidad pensados
mo metódico frente a universales antropológicos. Esta cau- como exterioridad.
ción que ha llevado a Michel Foucault a interrogar en su Forma parte de un modo de pensamiento que intenta
constitución histórica —o sea, a desesencializar— dichos
repensar:
universales permite, por ejemplo, pensar la constitución
histórica del sujeto de deseo. Se trata, entonces, de concep-
• Las oposiciones binarias clásicas: interioridad-exte-
tualizar la historia del Hombre de Deseo más que el sujeto rioridad, profundidad-superficie, sujeto-objeto, individuo-
universal de deseo. 2 sociedad, consciente-inconsciente, estructura-aconteci-
En tal sentido, historizar y genealogizar los conceptos es miento, etc.
una operatoria inseparable de la deconstrucción de las ca-
• Los dominios de objeto unidisciplinarios y sus territo-
tegorías desde donde se piensa la diferencia: rializaciones profesionales: se observa la tendencia a cons-
La importancia de abrir visibilidad y, por ende, crear
tituir espacios transdisciplinarios, donde las teorías inter-
condiciones de enunciabilidad de las dimensiones socio- vinientes aportan problemas más que sistemas.
históricas de la subjetividad y sus nociones derivadas
• Plantea la necesidad de teorizar sobre la diversidad de
permite diseñar abordajes desde criterios multirreferen- modos de objetivación-subjetivación (históricos, de género,
ciales. 3 Estamos en un momento en el que se hace patente el de clase, de etnias) y pone en interrogación la existencia de
agotamiento de los enfoques unidisciplinarios. Por otra un modo universal de estructuración del sujeto.
parte, esto permitiría pensar de otro modo la relación entre
• Pone en interrogación crítica nociones como origen,
«lo individual» y «lo social», intentando superar los impas- causa, estructura, representación.
ses históricos de esta antinomia.
• Intenta pensar la subjetividad en la articulación social
Esto último resultaría saludable al campo «psi», que no e histórica de los procesos de las identificaciones tempra-
parece hasta ahora demostrar demasiada premura en inte- nas que clásicamente se han estudiado, con las prácticas de
1 Foucault, sí que el paso por las sucesivas instituciones constituye. El
M , .El sujeto y el poder», en H. Dreyfus y P. Rabinow, Michel conjunto de las instituciones —no sólo la familia— produ-
Foucault. Más allá del estructuralismo y la hermenéutica,México, Uni-
versidad Nacional Autónomá de México, 1988. cen subjetividad.
2 Foucault, M., Hermenéutica del sujeto.
Madrid, De La Piqueta, 1994.
' Fernández, A. M., «Notas para la constitución de un campo de 4
Para un desarrollo más exhaustivo, véase A. M. Fernández, Las
problemas de la subjetividad», en A. M. Fernández y col., Instituciones lógicas colectivas. Imaginarios, cuerpos multiplicidades, Buenos Aires,
),

estalladas, Buenos Aires, Eudeba, 1999.


Biblos, 2007.

54 55
• Los diferentes modos históricos de subjetivación han
sido y son elementos estratégicos en el disciplinamiento de Los soportes narrativos se confirman desde los soportes
cada sociedad. Dicho disciplinamiento no se logra sólo a lógicos que proporciona la Episteme de lo Mismo." Pensar la
través de la manera en que los integrantes de una sociedad diferencia dentro del «a priori» de lo mismo implica organi-
piensan, sienten y actúan, sino también marcando sus zar los instrumentos conceptuales desde las analogías, las
cuerpos. comparaciones jerarquizadas y las oposiciones dicotómi-
• cas. El conjunto de estos procedimientos lógicos harán
El análisis de un modo histórico de subjetivación es
inseparable de la indagación de las estrategias de poder que posible lo que Luce Irigaray llamó «ilusión de simetría»,'
en él intervienen. queriendo aludir al obstáculo conceptual que se genera al
• pensar la sexualidad de las mujeres —aunque podría
Donde hay poder hay resistencia; por lo tanto, el
análisis de las estrategias de poder en la producción de extenderse al criterio de femineidad en general— desde
subjetividad es inseparable del análisis de los focos de resis- parámetros masculinos. Estas herramientas conceptua-
tencia a las mismas. Las resistencias también suelen pasar les son instrumentadas desde una lógica binaria, cuya
por los cuerpos. premisa podría ser: «Si el hombre está entero, la mujer tiene
algo de menos». 8 Es decir que, al perder la posibilidad de lo
Otro recaudo de método que es necesario considerar es otro, lo mismo se ha transformado en lo único.
implementación de trabajos deconstructivos la Desde estas formas categoriales se organiza la ilusión de
tanto de las simetría. Esta ilusión se construye sobre la base de determi-
categorías lógicas desde donde los discursos clásicos —en-
tre ellos, el psicoanálisis— han pensado la diferencia como nadas operaciones y no de otras; su penAamiento opera por
de sus soportes narrativos. analogía; sus comparaciones son jerarquizadas y sus oposi-
Los soportes narrativos son el conjunto articulado de signi- ciones, dicotómicas. Se instituye así un verdadero impensa-
ficaciones imaginarias instituidas que inventan lo que «La ble conceptual: pensar lo otro desde los parámetros, códi-
Mujer» es en una época determinada (naturalismo, biologismo, gos, valores, medidas que no sean aquellos con los que se
esencialismo). Explican así desigualdades sociales por dife- piensa lo Uno.
rencias esenciales Lógica atributiva, binaria y jerárquica; ilusión de sime-
(sean estas, según las épocas o los focos
estratégicos de producción de discursos, de orden biológico o tría que opera por analogías, comparaciones jerarquizadas
cultural). El argumento puede variar, pero lo que permanece y oposiciones dicotómicas: he ahí las condiciones que hacen
es la voluntad de pensar las diferencias como esencias univer- posible la falta de reversibilidad entre lo Uno y lo Otro, por
sales y, por lo tanto, condiciones inherentes y fijas para cada lo cual lo Mismo se ha transformado en lo Único. Es sin duda
sexo. Además, esta esencia universal, «La Mujer», es dotada de sorprendente la persistencia del soporte lógico de la Epis-
verdadera realidad, de verdadero peso ontológico. Este realis- teme de lo Mismo, desde donde aun hoy se piensa lo femeni-
mo de los universales o de las esencias —también denominado no y lo masculino.
universales ante reir Una consecuencia esperable de esta particular articula-
(el concepto transformado en esencia
universal preexiste a la cosa)— permite que la distancia entre ción de soportes lógicos y narrativos es que luego haya que
individuos se rellene con esencias.' hablar de un enigma femenino. ¿Qué es tal enigma? Aquello
" Fernández, A. M., La mujer de la ilusión, Buenos Aires, Paidós, 1993.
Amorós, C.,
Hacia una crítica de la razón patriarcal, Irigaray, L., Speculurn, Madrid, Saltes, 1974.
Antrophos, 1985. Barcelona, " Lemoine, E., La partición de las mujeres, Buenos Aires, Amorrortu,
1982.
56
57
que insiste, ese resto que no puede ser apresado en la
esencia, aquello que resiste a la denegación histórica, aque- mujeres de distintas clases sociales, etnias, comunidades
llo que late en cada mujer particular, aquello que, en sus religiosas, grupos etarios, regiones, etc.
transacciones con la hegemonía y sus actores, grita sus ma- Así, en el trabajo con niñas de sectores populares puede
lestares como puede y
nos vuelve seres incomprensibles.9 observarse que la constitución de la subjetividad de estas
Un tercer recaudo de método se refiere a la niñas no sólo es diferente con relación a los niños, sino que
hermenéutica.
Sin duda asistimos hoy, como dice Luis Hornstein,
1 ° a un también existen profundas diferencias entre niñas de cla-
agotamiento del discurso psicoanalítico. Es importante ses medias y altas.
analizar qué es lo que se agota del Psicoanálisis. Hay diferencias respecto de los modos de trabajar y amar
Se produce un agotamiento de cierto modo institucional entre hombres y mujeres. Estas diferencias son sociohistó-
de organizar la producción de conocimientos, cierto modo de ricas, y se han construido en el marco de las relaciones de
trabajo con los textos de los maestros fundadores donde se poder entre los géneros. Hombres y mujeres han amado y
supone que hay en el texto una verdad a descifrar. Régimen trabajado y aman y trabajan en el marco de subordinaciones
bíblico de verdad por el cual, como diría Foucault, la y poderes, impunidades y resistencias de género que orga-
hermenéutica se transforma en semiótica; clave hermenéu- nizan significaciones, prácticas e instituciones diferentes
tica preconcebida por la cual se instituyen diversas formas para unos y otras.
de dogmatización de escritos y prácticas. Para citarlo tex- Pero es necesario complejizar esta primera división, ya
tualmente: «Me parece que es necesario comprender algo que, si bien ejercicio de poder y subordinación son posicio-
que muchos de nuestros contemporáneos olvidan, esto es nes que delimitan los lugares sociales, económicos, políti-
que la hermenéutica y la semiótica son dos feroces enemi- cos, subjetivos y eróticos de hombres y mujeres, no todas las
gos. Una hermenéutica que se convierte en semiótica cree en mujeres tramitan de igual modo sus limitaciones de género
la existencia absoluta de los signos: abandona la violencia, y sus estrategias de resistencia, ni todos los varones ejercen
lo inacabado y la infinitud de interpretaciones y hace que su poder a través de iguales dispositivos. Las mujeres
reine el terror del indicio y se recele del lenguaje»." blancas de clase media urbana no transitan sus subordina-
Un cuarto recaudo de método — ciones, resistencias y rebeldías de igual modo que las muje-
tres anteriores— se refiere a íntimamente ligado a los
las características de lo social. res de otras clases sociales, de otras etnias, de pueblos
Es necesario advertir de entrada que nada de lo social es rurales, de diferentes grupos etarios.
homogéneo."' En tal sentido, una vez establecida la índole De igual modo, los macro y micropoderes que los varones
de las diferencias entre los géneros, también hay que poner ejercen se despliegan en muy diferentes dispositivos biopo-
en consideración las diferencias dentro de un mismo géne- líticos según clase, etnias, zona urbana o rural, jóvenes o
ro. Hay diversos modos de objetivación-subjetivación entre viejos/as.
Frecuentemente, cuando se dice LA mujer o EL hombre,
Fernández, A. M., ob. cit. supra, nota 6. para atribuirles alguna característica distintiva se realiza
'" Hornstein, L., «Amar y trabajar en mujeres y hombres», en I. Meler
y D. Tajer, una aseveración general, se universaliza aquello propio o
Lugar, 2000.Psicoanálisis y Género. Debates en el Foro, Buenos Aires, característico de las mujeres u hombres del grupo social al
" Foucault, M. que pertenece quien enuncia. En tal sentido, «LA» o «EL»
Nietzsche, Freud, Marx,
Fernández, A. M., «El niño y la tribu ,,Barcelona, Anagrama, 1970.
12

Instituciones estalladas,
hablan más de los límites para imaginar otros modos de ser
en A. M. Fernández y col.,
Buenos Aires, Eudeba, 1999. hombre o mujer que de atributos de todos los hombres y
mujeres; hablan más de los procesos por los cuales se hace
58

59
extranjería, desalojo, inexistencia de todo aquello que no es
próximo. misma partición de la relación causal. Los estoicos plan-
En la historia de Occidente, el amar y el trabajar han tean que las causas remiten a las causas y forman una
tenido significaciones muy diferentes para hombres y mu- unidad, mientras que los epicúreos afirman la independen-
jeres. Las prácticas y las instituciones instituidas a tal cia en la pluralidad de las series causales. Estos últimos
efecto han sido, sin duda, también diferentes. colocan allí una noción clave: el clinamen. Clinamen no
instituciones y significaciones Prácticas, significa «indeterminación», sino que manifiesta algo muy
han organizado configura- distinto; la lex atomi refiere a la pluralidad irreductible de
ciones muy diversas en distintos períodos históricos, y
organizan hoy día entramados muy diferentes según clases, las causas o series causales, a la imposibilidad de reunir las
etnias, comunidades religiosas, grupos etarios o culturales causas en un todo. Cuando los epicúreos afirman que el
a los que se pertenezca. Es en tal sentido que puede afirmar- clinamen es incertus, esto no significa que es indetermina-
se que nada de lo social es homogéneo. do, sino inasignable.' 4
Lo inconsciente no es destino. Repensar la noción de causa-
lidad inconsciente no implica abogar por la indeterminación,
II. LA TENSIÓN GÉNERO-SUJETO sino revisar los necesarios deslizamientos - teológicos en el
modo estructural de plantear la determinación causal."
La articulación — Es sintomática la necesidad de fijar a un destino la
necesaria— entre las teorías de género y
los psicoanálisis lleva, en última instancia, a repensar sexuación femenina en las teorías psicoanalíticas. Si Freud
cuestiones muy básicas de las teorizaciones psicoanalíti- pudo desdibujar su propia noción de series complementa-
cas. ¿Cuánto de lo que ha sido pensado como estructura rias a la hora de pensar en las mujeres y colocar allí ideas
inconsciente universal no da cuenta sino del modo socio- tan poco freudianas como «anatomía es destino» o la «roca
histórico de subjetivación de la modernidad para varones y viva», Lacan no es menos sorprendente cuando da por
mujeres? ¿Cuál es la articulación entre deseo e historia? sentado que habría una falta —en la mente del niño y, de
¿Podemos seguir pensando lo inconsciente como una es- allí, en la cultura— de significante del genital femenino y
tructura invariable universal? pasa a considerar dicha falta como una invariante incons-
Algunos planteos, particularmente cuando hablan de ciente, quedando así «La Mujer» definida como falta, vacío,
estructura inconsciente o de un orden simbólico planteado ausencia.
de modo estructuralista, La mujer No-Toda, no toda en el orden simbólico, por lo
con el destino. parecen confundir lo inconsciente tanto un poco fuera de la ley. Desde este reducto corporal
Aquí se aviva una vieja discusión entre
epicúreos y estoicos referida a la causalidad y el destino." fuera de la ley de lo simbólico, del falo, del padre, la mujer
Epicúreos y estoicos afirman la causalidad («no hay tendría acceso a un goce suplementario, a un plus de goce.
movimiento sin causa»), pero los estoicos incluyen, además, Pero, al no ser subjetivable, la mujer goza pero no se entera,
la idea de destino, es decir, y su goce transcurre y se agota en el sí-del cuerpo, sin pasaje
la unidad de las causas entre sí.
El problema queda planteado desde la Antigüedad: ¿ha por el fantasma.
una unidad de las causas entre sí? La gran diferencia entre Como ha planteado Emilce Dio Bleichmar, se reintrodu-
epicúreos y estoicos, según Deleuze, es que no efectúan la ce así el destino, ahora no a través de una anatomía sino a
Deleuze, G., Lógica del sentido, it Ibíd.
Barcelona, Barral, 1970. '' De Brasi, J. C., La monarquía causal, Montevideo, Multiplicidades,
1996.
60
61
través del lenguaje, en un naturalismo no biológico sino En primer lugar, supone hacer sinónimos psiquismo y
simbólico; naturalismo en tanto el orden del lenguaje está subjetividad. Si por género entendemos los universos de
planteado como condición fija que no puede ser de otra significaciones imaginarias —que son construcciones his-
manera, está por fuera de la historia y sella su destino.i 6 tórico-sociales— que delimitan lo femenino y lo masculino;
Si hay destino no hay sujeto. Una vez más parece insistir si aceptamos que estas significaciones imaginarias sociales
aquel curioso debate platónico-medieval sobre si las muje- conforman el lenguaje que precede a la constitución de los
res tendrían alma. Encore. sujetos de una cultura, sostener que es una categoría por
El «baño de lenguaje» en el que nacemos, más que un fuera del campo es rehusar pensar las articulaciones entre
orden estructural, es un magma de significaciones que no es significante y significación. Si de devenir sujeto se trata, el
otra cosa que el modo de ser de lo histórico-social.' Por lo género —masculino o femenino— produce un particular
tanto, más que estructura: clinamen. desfondamiento del sujeto de deseo. ¿Cómo puede ser, en-
Suponer que el género es una categoría sociológica y, por tonces, una problemática por fuera del Psicoanálisis?
lo tanto, nada tiene el Psicoanálisis que interrogarse al
respecto, es renunciar a pensar la articulación entre deseo
y poder. El Psicoanálisis, clásicamente, ha teorizado la III. TERRITORIOS EN DISPUTA:
articulación deseo-ley. Deseo-poder no es sinónimo de de- AMORES Y LABORES
seo-ley, ya que la ley (prohibir-permitir) es sólo uno de los
recursos del poder. Es, por lo tanto, renunciar a teorizar un El trabajo
impensado, encore del psicoanálisis: la dimensión política
de la subjetividad, terreno que complejiza más que anular La modernidad instituyó lugares, instituciones, saberes,
la teorización ya realizada de la relación deseo-ley. modos de ejercicio del poder y lógicas diferentes para el
Según Michel Foucault, lo que distingue la teoría de mundo público y el mundo privado. A partir de los años 50,
las pulsiones de la ley del deseo es el modo en que ambas cuando las mujeres occidentales de clases medias urbanas
teorías del psicoanálisis conciben la naturaleza y diná- comienzan a transitar por el mundo público, el conflicto que
mica de las pulsiones, pero no la manera de concebir el aparece allí es mucho mayor que la suma de tareas. La
poder. Ambas parten de una representación común del eficiencia en cada uno de esos mundos exige modos de
poder. Ambas ima-ginan «un poder pobre en recursos, subjetivación diferentes. Esto incluye no sólo diversas ha-
que sólo sabe decir "no"» y cuyo modelo sería esencial- bilidades prácticas, sino que implica desde diferentes gra-
mente jurídico: centrado «en el solo enunciado de la ley y dos de tolerancia a la frustración hasta formas diferentes
en el solo funcionamiento de lo prohibido»." de narcisización y distintos modos de ensoñar su futuro.
Es también rehuir un desafío. Aquel que permitiría abrir Quiere aquí subrayarse que el problema no es la doble
interrogación a algunas cuestiones de suma importancia. jornada. Muchos hombres tienen doble o triple jornada
16
laboral, pero van de un espacio a otro sin cambiar la lógica
Dio Bleichmar, E., «Deshilando el enigma», en M. Lamas (comp.), La
bella tilddiferencia, México, Siglo XXI, 1991. subjetiva con la que deben operar; por el contrario, las
17 Castoriadis, C.,
La institución imaginaria de la sociedad, Tomo II,
mujeres deben cambiar sus lógicas básicas cuando van de
Barcelona, Tusquets, 1989. un mundo a otro. Sus sistemas de prioridades y parte de sus
18 Foucault, M.,
La verdad y las formas jurídicas, Barcelona, Gedisa, valores deben muchas veces invertirse cuando pasan de su
1991.
trabajo público a su vida doméstica y viceversa.

62 63
Así, por ejemplo, si para optimizar sus posiciones desa- profesionalizaron «a medias», en los ratos en que «los chicos
rrollan habilidades de competencia y rivalidad en volunta- están en el colegio».
des protagónicas diversas, en su vida sentimental deberán ¿Por qué tantos hombres dan por sentado que el potencia-
saber que no tienen que ocupar el centro de la escena, en la miento femenino traerá aparejada, necesariamente, la sub-
maternidad tendrán que anteponer las necesidades de los ordinación masculina?
hijos a las propias, etc. Es muy importante que un/a psicoanalista pueda posicio-
Tal vez una de las mayores curiosidades culturales sea narse desde una «escucha de género», es decir, que pueda
que muchas mujeres logran tal articulación. En algunos estar advertido/a, por ejemplo, de ciertas especificidades en
casos, si en el plano estrictamente laboral se pueden obser- los modos de tránsito por lo público de mujeres en análisis.
var eficientes articulaciones entre lo público y lo doméstico, Así, hay mujeres que llevan al espacio público prioridades
no puede decirse lo mismo a la hora de compatibilizar con que suelen regir lo privado: no pueden, por ejemplo, desple-
los hombres trabajo y amor. gar su competitividad, y son eternas discípulas, secreta-
¿Por qué se vuelven amenazantes para tantos varones los rias, tienen trabajos de poca remuneración, dos o tres
procesos de autonomización de las mujeres empeñadas en pacientes, su vida transcurre en un fondo de tristeza,
tal cuestión? ¿Por qué es tan frecuente encontrar mujeres insatisfacción consigo misma, resentimientos frente a los
con importantes inhibiciones a protagonizar liderazgos y/o éxitos de su marido, envidia frente a otras mujeres, etc.
a ocupar espacios de conducción en sus trabajos? Esto va Otras, que han alcanzado lugares de poder, no han incor-
más allá de la erotización de la exhibición; se ponen en juego porado la dimensión política que tiene todo espacio público
fuertes soluciones de compromiso en relación con el poder y —es decir, que todo poder se ejerce a través de reglas del
la libertad de circulación pública por fuera de la tutela juego: pactos, alianzas, negociaciones— y despliegan un
conyugal. En algún lugar, estas mujeres saben que la sole- modo de ejercicio de poder tiránico donde, si sus colabora-
dad sentimental las amenaza... dores/as no acatan su criterio, no son leales. Son temidas
Si bien las actualizaciones del derecho van destutelari- más que respetadas.
zando en lo jurídico a las mujeres, si bien su inserción en el Sin duda, el espacio público, por lo menos en nuestro
mercado laboral crea condiciones materiales (salario) y país, sigue teniendo fuertes sesgos sexistas. Esto se
políticas (individuos libres) para ellas, sus procesos sub- expresa en prácticas discriminatorias, exclusiones, se-
jetivos, las marcas o cicatrices históricas de su situación gregaciones, criterios diferenciales de evaluación, en los
de subordinación, como la persistencia de formas más salarios, etc., que sin duda hay que denunciar cada vez
encubiertas de tutelaje en los pactos conyugales actua- que se presentan.
les, otorgan a este proceso una complejidad que no convie- Pero, con 50 años de circulación pública, es bueno que las
ne simplificar en su análisis. mujeres podamos mirar nuestras propias dificultades. Es
En una investigación sobre las formas de profesionaliza- opinión corriente, entre consultoras que se dedican a la
ción de las mujeres" realizada a fines de los años 80 búsqueda de personal directivo para empresas, considerar
pudieron delinearse dos modos muy diferentes de profesio- que no es muy conveniente sugerir mujeres para cargos
nalización: el de aquellas que habían puesto un eje fuerte de gerenciales en adelante. Su dedicación, capacidad y lealtad
sus vidas en lo profesional y el de aquellas otras que se suelen estar fuera de duda, pero —dicen-- «no son diplomá-
ticas». Estas mujeres suelen creer que decir la verdad es
Fernández, A. M., ob. cit. supra, nota 6.
una virtud; suelen taparse de trabajo y considerar que

64 65
encontrarse con sus pares o superiores inmediatos en espa- Así, hay varones que frecuentemente entablan relaciones
cios informales es perder el tiempo, sin advertir que es allí, con mujeres pero que evitan cuidadosamente hacer «ilu-
en los espacios informales, donde se tejen las alianzas, se sión», con independencia de lo que esa mujer en particular
crean mejores condiciones de negociación, etc.; es decir, pudiera despertarles, así como mujeres que harán ilusión
pierden de vista la dimensión política de todo espacio amorosa antes de registrar qué les despierta ese hombre en
institucional. particular.
Gilou García Reinoso señaló" que «para las mujeres, En muchas mujeres puede observarse una cierta tensión
construir su autonomía es una amenaza a su posibilidad de conflictiva entre la búsqueda de «protección» marital y el
amar. Para los hombres, todo lo que aporte a la construcción despliegue de los potenciales eróticos de la pasión sexual.
de su autonomía refuerza su posibilidad de amar y ser Salidas de la tutela jurídica, se muestran ambivalentes
amados. Cuanto más valiente, poderoso y eficaz es un frente a sus tutelas subjetivas. Aspiran a que la pasión se
hombre en el trabajo, más posibilidades tiene de conseguir despliegue al interior del contrato conyugal —o sus sucedá-
el amor y la admiración de las mujeres. En cambio, cuanto neos— y resisten mal los «affaires» del marido, novio o
más valiosa es una mujer en su trabajo, más problemático es amante. Han adquirido el derecho a la pasión erótica, pero
su vínculo con los hombres». no han hecho propios los derechos de libertad sexual que
históricamente han tenido los esposos; han preferido otro
El amor camino, pasando a esperar y/o exigir fidelidad a los maridos
o parejas. Esto, sin duda, ha traído muchos problemas. Que
Las transformaciones sociohistóricas del lugar de la mujer la pasión se despliegue en los espacios legales, y no en los
han traído algunos «efectos no deseados» tanto en las formas clandestinos, suele tocar algún fantasma amenazante en
como en las sustancias de los amores heterosexuales, ya sea muchos varones. ¿Por qué a las mujeres se nos habrá
en sus formas más institucionalizadas, como el amor conyu- ocurrido elegir los espacios legales para el despliegue de la
gal, o en sus modos más informales, como los amoríos pasión? ¿Cómo habremos podido juntar pasión erótica y
ocasionales. monogamia?
En los primeros, sus sesgos más visibles pueden encon- Otra cuestión muy interesante que comienza a observar-
trarse en un tipo de malestar crónico conyugal o en los se en algunas mujeres es un mayor incremento de posicio-
divorcios cada vez más frecuentes y tempranos. 21 En los se- namientos activos en los juegos eróticos, tomando como objeto
gundos, parecería que un modo particular del acercamiento de su placer la amplitud del cuerpo del hombre y no sólo una
sexual va en detrimento de la ilusión amorosa, del entusias- zona erógena. Esto no ha traído menos problemas, ya que pocos
mo amoroso, como llamaban los griegos a ese particular hombres pueden abandonarse al placer de la pasividad sin que
estado de inquietud, embeleso y disponibilidad a la entrega los fantasmas de la homosexualidad los amenacen.
que el objeto de amor provoca. Estas transformaciones que posibilitan posicionamientos
activos en algunas mujeres darían cuenta de transiciones
Debate posterior a la mesa redonda que dio lugar a este capítulo y desde un modo más «clásico» de ubicarse —estar pendientes
que se denominó '<Trabajar y amar en varones y mujeres». Foro de
Psicoanálisis y Género, Buenos Aires, 1996. del deseo de reconocimiento— hacia posicionamientos de un
2
' En nuestro medio pueden observarse, con una frecuencia cada vez mayor registro o reconocimiento de sus propios deseos. Al
mayor, divorcios de parejas jóvenes con un bebé de menos de un año, por mismo tiempo, indicarían la dificultad de muchos varones
ejemplo.
para posicionarse como objeto causa de deseo de mujeres.

66 67
En síntesis, estaríamos en presencia de un tránsito lento, mente expropiadas del fruto de su trabajo reproductor y
difícil y costoso, pero también placentero, de posiciona-
doméstico». 22
mientos eróticos fijos y estereotipados —propios del modo ¿Qué se entiende aquí por autonomía? La idea de autono-
en que la modernidad instituyó la sexualidad— a posicio-
mía se desmarca de cualquier psicología del yo. Es, aquí, un
namientos más flexibles donde hombres y mujeres jugarían término político; en el caso de la autonomía de género,
de modos más intercambiables y transitorios los pares estamos hablando del grado de libertad que una mujer tiene
activo-pasivo, sujeto-objeto, deseo-reconocimiento. para actuar de acuerdo a su elección y no a la de los otros;
comprende la capacidad de instituir proyectos propios, la
producción de acciones deliberadas (voluntad) para lograr-
IV. LA TENSIÓN AUTONOMÍA-DOMINIO los y la responsabilidad de las propias prácticas necesarias
para tales fines; es decir, implica un doble movimiento de
En el capítulo anterior se ha planteado que, a la hora de subjetivarse-objetivarse como sujetos de derecho.
pensar la ampliación de las libertades de los géneros, Autonomía es control de las propias condiciones de exis-
corresponderían tareas diferentes para hombres y mujeres.
tencia. 23 Para ello, las mujeres necesitarán ejercer sus vidas
Pero no se trata sólo de tareas o agendas públicas. Tal como sujetos de derecho capaces de discernir sus anhelos y
reconfiguración de libertades para ambos sexos pasa por la sus intereses y de elegir las mejores acciones para concretar
conformación de diferentes posicionamientos, tanto subje- dichas elecciones. A su vez, elegir implica responsabilizar-
tivos como públicos, de unos y de otras: construcción de se por sus acciones y sus efectos. Ejercer sus derechos
autonomía para las mujeres, deconstrucción de poder pa- implicará que puedan desestimar sus históricas circulacio-
triarcal para los varones. nes públicas marginales y tengan participación desde los
Junto con imprescindibles avances en las legislaciones centros de decisión en aquellos aspectos de sus proyectos
que vuelvan cada vez un poco más verdadera la igualdad de que se inscriban en propuestas colectivas.
oportunidades y con políticas de Estado que apunten a Como puede inferirse, hay una estrecha relación entre la
disminuir las persistentes inequidades, se abre el desafío adquisición de autonomías de las mujeres y los espacios de
de las construcciones anónimas pero imprescindibles por poder que puedan instituir. Si bien la autonomía que una
las cuales cada varón pueda poner su atención en la decons- mujer pueda lograr no dependerá estrictamente de su
trucción de sus «automáticos» posicionamientos de poder voluntad personal —ya que estará íntimamente relaciona-
respecto de las mujeres. sus invisibles prácticas de impuni- da con aquella que en ese momento histórico, en ese lugar
dad aun en las situaciones más pequeñas, donde ni él ni ella geopolítico, etc. las mujeres hayan alcanzado—, también
tal vez registren que vuelven a convocar las prácticas de la puede decirse que siempre es factible forzar los límites de
desigualación. lo posible e inventar existenciarios que potencien e incre-
Como ha planteado Irene Meler, producción de auto- menten libertades.
nomía en las mujeres es también desandar una estrategia
histórica por la cual, «educadas en la mística del amor, y 22 Mesa redonda «Trabajar y
amar en varones y mujeres», Panel Foro
al son de los boleros, las mujeres han pensado que a través de Psicoanálisis y Género, Asociación de Psicólogos de Buenos Aires,
del amor ejercido como un trabajo lograrían apropiarse 1996.
Sazbón, J., <<Aportes de Carlos Marx a una teoría dela subjetividad»,
de los bienes materiales producto del trabajo de un varón 2"

privilegiado, sin percibir que ellas serían, a su vez, sutil- en conferencia Programa de actualización en el campo de problemas de
la subjetividad, Facultad de Psicología, UBA. Buenos Aires, 2001.

68 69
En los varones, la deconstrucción del ejercicio cotidiano en lo privado, que practican hoy muchas mujeres en función
del poder patriarcal implica poder registrar, por ejemplo, de tales independencias, crean nuevas dificultades, ya que
la trampa histórica que significó apropiarse del erotismo de combinan, de modo muchas veces bastante incompatible,
las mujeres. Ella se «entrega», pero él nunca puede fallar. Si independencias sociales y/o económicas con fuertes depen-
él no la completa, siempre y en cualquier plano de la vida y dencias afectivo-sentimentales hacia el otro género. De-
absolutamente, ella lo denigrará. Y en este caso no tendrá mandas desmedidas de reconocimiento, por ejemplo, no sólo
ella ningún temor al protagonismo; amor y odio, admiración dejan perplejos a los varones de turno, sino que suelen
y envidia, dependencia y exigencia serán componentes autojustificar impunidades y reclamos en muchas mujeres
infaltables en sus posicionamientos frente al otro «sexo». que dan cuenta de la distancia que se establece entre las
¿Por qué razón el potenciamiento de las mujeres suele ser independencias materiales y las autonomías, entre las ha-
visto como una amenaza por tantos varones? ¿Por qué los bilidades logradas y las dependencias sentimentales que
éxitos públicos de sus mujeres suelen empequeñecerlos aún las acompañan.
subjetivamente? ¿Por qué tantos varones prefieren la pri- El registro de los propios anhelos incluye necesariamente
sión del proveedor antes que la paridad política en las
las evaluaciones «políticas» de su factibilidad; haber ganado
relaciones amorosas? ¿Por qué sería tranquilizador supo- algunas libertades y derechos incluye la posibilidad de disfru-
ner que sus mujeres están con ellos porque son su sostén
material (!) antes que imaginar que ellas, resueltas perso- tar el ejercicio de los deberes concomitantes. Estos —sean
públicos o privados— constituyen sólo obligaciones cuando
nalmente sus cuestiones económicas, estarían a su lado sólo están por fuera de los circuitos de las libres elecciones. El no
(!) por amor, deseo, respeto, ternura, etc.? asumir decisiones de modo franco y el no explicitar claramente
Parecería que estos imaginarios de género no permiten sus propuestas ¿son estrategias que refieren a viejas subordi-
distinguir los modos de empoderamiento que sitúan las naciones o configuran nuevas impunidades?
subjetivaciones, las prácticas y las estrategias que hacen Por otra parte, rever los «mandatos de género» que algu-
posible el despliegue de las potencias de sí nos varones han comenzado a registrar que los aprisionan
con el desarrollo
de subjetivaciones, prácticas y estrategias que hacen posi- no pasa meramente por redistribuir las responsabilidades
ble el dominio de los otros.
económicas, familiares y/o de las tareas domésticas, sino
Los acelerados cambios del siglo xx, que han posibilitado que implica iniciar un largo y complejo proceso de reposicio-
a tantas mujeres asumir posicionamientos económicos, socia- namiento subjetivo y erótico a través del cual puedan
les, subjetivos, eróticos, han ido derribando sus históricos quebrar el encierro de sus propias potencias —subjetivas y
lugares tutelados, han permitido, en muchas de nosotras, eróticas— que tales «mandatos» han encasillado, restrin-
afianzar nuestras independencias. No ha sido poco, pero giendo sus posibilidades de vivir y disfrutar situaciones no
bueno es recordar que independencia no es sinónimo de pautadas por sus estereotipos de género; potencias que no pue-
autonomía, sino sólo su condición de posibilidad. En la
den desplegarse en tanto la preocupación pase por contro-
medida en que los avances en la construcción de indepen- lar y sujetar y no por hacer de los «lazos» amorosos máquinas
dencias no se acompañen de los procesos concomitants de de acción mutua que estimulen, promuevan y hospeden la
producción de autonomías, las libertades económicas, polí- extranjería del otro.
ticas, sociales y/o eróticas quedarán a medio camino... o se Vendría muy bien una nueva voluntad de los varones:
irán perdiendo. _}
aquella que les permitiera devenir minoritarios.'- En el
Los nuevos modos de circulación, tanto en lo público como sentido que da Deleuze al término, las minorías no se

70 71
distinguen numéricamente de las mayorías. Una minoría
puede ser más numerosa que una mayoría; lo que define a la
mayoría es un modelo en el que hay que configurarse (por
ejemplo, el europeo, adulto, masculino, urbano). En cambio,
las minorías, según. Deleuze, carecen de modelo: son un
devenir, un proceso. Sus potencias proceden de aquello que
no han sabido crear y que se integrará en mayor o menor
medida en el modelo, sin depender nunca de él. Muchos
hombres han quedado aprisionados en su «mayoría». Son,
en ese sentido, más género que sujeto. Esto no significa
ceder poder a las mujeres o subordinarse a ellas. Funda-
mentalmente, significa ganar libertades : aquellas que el
género masculino aprisiona.
Vendría muy bien una nueva voluntad en las mujeres, Capítulo III
particularmente de aquellas que ya han salido de los circui- HISTORIAS DE INFANCIAS 1
tos materiales de la subordinación de género. Difícilmente
las independencias logradas ampliarán libertades si no se
acompañan de procesos de producción de autonomía. Difí-
cilmente estas autonomías podrán construirse si se imagi-
nan sus nuevas configuraciones restringidas al mundo
privado sentimental.
En síntesis, el desafío será poder inventar —entre hom-
bres y mujeres— una nueva figura, aún inexistente en
Occidente, de las relaciones de género: el amor entre pares
políticos. Resistir al género para devenir sujetos.

Fernández, A. M., <Historias de infancias", en C. I. García Suárez (ed.),


Hacerse mujeres, hacerse hombres. Dispositivos pedagógicos de género,
Bogotá, Siglo del Hombre y Universidad Central—DIUC, 2004. [Este
texto ha sido revisado para la presente publicación y se incluye en este
volumen debido a su escasa circulación en nuestro medio.1
Deleuze, G., Conversaciones. Valencia, Pre-Textos, 1996.
73
72
UNIDAD V
parte i
Reproducción y dominación

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1. Estrategias de reproducción
y modos de dominación

Una de las preguntas fundamentales respecto del mundo so-


cial es la de saber por qué y cómo ese mundo dura, persevera en el ser,
cómo se perpetúa el orden social, vale decir, el conjunto de relaciones
de orden que lo constituyen. Para dar una respuesta veraz a esta pre-
gunta, hay que rechazar tanto la visión “estructuralista”, según la cual
las estructuras, portadoras del principio de su propia perpetuación, se
reproducen con la colaboración obligada de agentes sometidos a sus
constricciones, cuanto la visión interaccionista o etnometodológica (o,
en términos más amplios, marginalista), según la cual el mundo social es
producto de los actos de construcción que en cada momento realizan los
agentes, en una suerte de “creación continua”. Para expresarlo de otro
modo: hay que recusar la cuestión de saber si las señales de sumisión que
los subordinados acuerdan permanentemente a sus superiores constitu-
yen y reconstituyen sin cesar la relación de dominación o si, a la inversa,
la relación objetiva de dominación impone los signos de sumisión. De
hecho, el mundo social está dotado de un conatus, como decían los filó-
sofos clásicos –de una tendencia a perseverar en el ser, de un dinamismo
interno, inscrito, a la vez, en las estructuras objetivas y en las estructuras
“subjetivas”, las disposiciones de los agentes–, y está continuamente man-
tenido y sostenido por acciones de construcción y de reconstrucción de
las estructuras que en principio dependen de la posición ocupada en las
estructuras por quienes las llevan a cabo. Toda sociedad reposa sobre la
relación entre esos dos principios dinámicos, que varían en importancia
según las sociedades y están inscritos, uno en las estructuras objetivas, y
más precisamente en la estructura de distribución del capital y en los me-
canismos que tienden a garantizar su reproducción; el otro, en las dispo-
siciones (a la reproducción). En la relación entre estos dos principios se
definen los diferentes modos de reproducción, en especial las estrategias
de reproducción que los caracterizan.

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32 las estrategias de la reproducción social

Antes de embarcarme en las abstracciones, inevitables, de la tentativa de


formalización o, si no resulta demasiado enfático, de axiomatización a la
cual voy a entregarme frente a ustedes,* querría recordar sucintamente
las condiciones en que han nacido y se han desarrollado las reflexiones
teóricas que me han llevado a crear el concepto de sistema de estrategias
de reproducción. Considero necesario, especialmente en presencia de
un auditorio que en su mayoría pertenece a otra disciplina (la historia) y
a otra tradición intelectual nacional, explicitar el contexto histórico en el
cual (y contra el cual) me he animado a pensar todo un tipo de acciones
como estrategias (y no como puesta en acto de reglas) objetivamente
orientadas hacia la reproducción de ese cuerpo social que es la familia
(o el “hogar”) y constitutivas de un sistema.
Pero más que los malentendidos inherentes a la comunicación inter-
disciplinaria e internacional, temo los que pueden resultar de la desrea-
lización que produce la formalización. He pensado con frecuencia, por
ejemplo, que el pensamiento de Max Weber ha debido sufrir mucho a
causa de las lecturas teoricistas favorecidas por las tentativas de formaliza-
ción que él presentó, hacia el final de su vida, en Wirschaft und Gesellchaft
[Economía y sociedad], y que sin duda gran parte de las deformaciones
que ha sufrido su obra se habrían evitado si muchos de sus lectores (es-
pecialmente Talcott Parsons) hubieran tenido una visión más exacta del
contexto histórico específico (el espacio de las posibilidades científicas)
con relación a la cual aquella se constituyó, así como de las investiga-
ciones históricas en las cuales se había cimentado. Además, dado que
los principios de error contra los cuales se han construido no dejan de
estar vigentes, los conceptos más rigurosamente controlados continúan
expuestos a utilizaciones descuidadas y superficiales, que tienden a des-
truir el poder de ruptura que aquellos encierran: eso sucede día a día con
nociones como capital cultural o capital simbólico.
No me es fácil reconstituir de manera exacta el espacio de los posibles
teóricos frente al cual estaba situado cuando en los años sesenta comen-
cé a interesarme, a propósito del caso de la Kabila y de Béarn, en la lógica
de los intercambios matrimoniales y de las prácticas sucesorias. Lo cierto
es que dicho espacio estaba dominado por la perspectiva estructuralista
que, a favor de la ambigüedad de la noción de regla, podía dar las apa-
riencias de una revolución teórica a una restauración del juridicismo, que

* Este texto es una transcripción del curso dictado en Gotinga el 23 de sep-


tiembre de 1993.

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estrategias de reproducción y modos de dominación 33

desde el origen acechaba en las investigaciones etnológicas en materia


de teorías del parentesco, como lo ha mostrado muy bien Louis Dumont,
pero también y sobre todo en materia de teorías de restitución de bienes.
Representativa de esta visión es la lectura que Emmanuel Le Roy Ladurie
hará de los trabajos de Jean Yver, que lleva a definir áreas geográficas en
cuyo seno se imponen normas sucesorias inflexibles que no dan cabida
a conciliaciones o negociaciones.1 Sin duda porque era partícipe de este
mood teórico, indiscutiblemente ligado al prestigio extraordinario que
entonces poseía −en la opinión de todos los investigadores en ciencias
sociales− la obra de Claude Lévi-Strauss, muy especialmente Las estruc-
turas elementales del parentesco, yo había intentado, en un primer trabajo
sobre el caso de Béarn, construir un modelo que vinculase las estrategias
matrimoniales con las tradiciones sucesorias.2 Sin embargo, un estudio
más profundo de matrimonios concretos, y en particular de casos de ca-
samientos desiguales, tanto en la Kabila como en Béarn, paulatinamente
me había llevado a poner en duda la visión estructuralista, que quizá
debía parte de su seducción al hecho de que tendía a reducir el funcio-
namiento social a una suerte de mecanismo de relojería, y a hacer del
etnólogo −quien engendraba ese mecanismo− una suerte de Dios relo-
jero, exterior y superior a su creación. En efecto, me parecía, tanto en
el caso de la Kabila como en el caso de Béarn, que la norma oficial −el
“casamiento preferencial” con la prima paralela o el derecho de primo-
genitura− apenas era una de las constricciones, y no la más imperativa,
que los agentes debían considerar a la hora de concebir sus estrategias
sucesorias o matrimoniales; y que por tanto era necesario abandonar la
visión desde lo alto y la “mirada distante” que caracterizaban la visión
estructuralista para situarse, con un cambio radical de “paradigma” (en
el sentido de Kuhn), simbolizado por el recurso a la noción de estrategia,
en el principio mismo de la práctica, en el punto de vista de los agentes.

1 Cf. J. Yver, Égalité entre héritiers et exclusion des enfants dotés. Essai de géographie
coutumière, París, Sirey, 1966; E. Le Roy Ladurie, “Structures familiales et cou-
tumes d’héritage en France au XVIe siècle: système de la coutume”, Annales
ESC, nº 4-5, 1972, pp. 825-846, reproducido en Le territoire de l’historien, París,
Gallimard, pp. 222-251.
2 Cf. P. Bourdieu, “Célibat et condition paysanne”, Études rurales, nº 5-6,
1962, pp. 32-136 [“Celibato y condición campesina”, en El baile de los solteros,
Barcelona, Anagrama, 2004, pp. 17-127]. Respecto de este trabajo y su con-
tinuación y perfeccionamiento en la tradición etnológica, véase el número
especial de la revista Études Rurales: La terre, succession et héritage, 1988, pp.
110-113.

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34 las estrategias de la reproducción social

Eso no quiere decir, como a veces ha sugerido Lévi-Strauss, en su con-


ciencia, mediante una regresión hacia una fenomenología subjetivista,
que sirve de fundamento a una visión ingenuamente “espontaneísta” del
orden social.3 Ese cambio en la relación con los agentes –menos distan-
te− y con la práctica –menos “intelectualista”− implicaba una transforma-
ción profunda de la mirada sobre las prácticas, es decir, la construcción
de una teoría de la práctica fundada sobre una teoría reflexiva de la
mirada teórica (o del scholastic bias) que implicaba una transformación
profunda en la manera de efectuar la investigación acerca de las estrate-
gias matrimoniales y sucesorias. Así, en el caso de Kabila, por ejemplo,
junto con Abdelmalek Sayad he podido demostrar que ese elemento fun-
damental del capital simbólico, el nombre, era la apuesta de estrategias
extremadamente complejas, tanto entre los ascendientes como entre los
descendientes –estrategias que otros han podido observar en lugares y
tradiciones muy diferentes–.4 Hablar de apuesta, de lo que está en jue-
go, es abandonar la lógica mecanicista de la estructura en favor de la
lógica dinámica y abierta del juego, y obligarse a tomar en cuenta, para
comprender cada nueva jugada, la serie completa de jugadas anteriores,
tanto en materia matrimonial como en materia sucesoria. En resumen,
es obligarse a reintroducir el tiempo –que Leibniz definía como “el or-

3 La noción de estrategia, tal como la he empleado, tenía como primera virtud


notar las coacciones estructurales que pesan sobre los agentes (contra ciertas
formas de individualismo metodológico) y a la vez la posibilidad de respues-
tas activas a esas coacciones (contra cierta visión mecanicista, propia del
estructuralismo). Como indica la metáfora del juego, en gran medida esas
constricciones están inscriptas en el capital disponible (bajo sus diferentes
formas), es decir, en la posición que cierta unidad ocupa en la estructura de la
distribución de ese capital, y por tanto, en la correlación de fuerzas con otras
unidades. En ruptura con el uso dominante de esa noción, que considera las
estrategias expectativas conscientes y a largo plazo de un agente individual,
yo utilizaba ese concepto para designar los conjuntos de acciones ordenadas
en procura de objetivos a más o menos largo plazo, y no necesariamente
planteadas como tales, que los miembros de un colectivo tal como la familia
producen. (Cf. P. Bourdieu, “Les stratégies matrimoniales dans le système de
reproduction”, Annales ESC, nº 4-5, 1972, pp. 1105-1127 [“Las estrategias ma-
trimoniales en el sistema de las estrategias de reproducción”, en El baile de los
solteros, Barcelona, Anagrama, 2004, pp. 167-210]; C. Lévi-Strauss, “L’ethno-
logie et l’histoire”, Annales ESC, nº 6, 1983, pp. 1217-1231; P. Bourdieu, “De
la règle aux stratégies”, en Choses dites, París, Minuit, 1987, pp. 75-93 [Cosas
dichas, Buenos Aires, Gedisa, 1988]).
4 P. Bourdieu, Esquisse d’une théorie de la pratique, Ginebra, Droz, 1966, pp.
82-83, 133-137; Christiane Klapisch-Zuber, La Maison et le Nom. Stratégies et
rituels dans l’Italie de la Renaissance, París, École des Hautes Études en Sciences
Sociales, 1990.

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estrategias de reproducción y modos de dominación 35

den de las sucesiones”− y también, a la manera de los agentes mismos,


el conjunto (o sistema) de estrategias de toda índole, matrimoniales y
sucesorias, pero también económicas, educativas, etc., que residen en el
principio del estado del juego y del poder sobre el juego y, merced a este,
de toda nueva estrategia.
El corpus de propuestas teóricas que intentaré exponer se apoya, pues,
sobre una gran serie de análisis históricos completamente específicos de
las estrategias que, en contextos muy diferentes, agentes muy diferentes –
campesinos kabilas o bearneses, señores de la industria preocupados por
asegurar la perpetuación de su empresa o empleados deseosos de trans-
mitir su capital cultural asegurando su conversión en capital escolar− po-
nen en práctica, y por cuyo intermedio se efectúa el conatus de unidad
doméstica. Al igual que los análisis llamados etnológicos que he llevado
a cabo respecto de Béarn o de la Kabila, que no han dejado de orientar
mis investigaciones sobre las estrategias educativas que actualmente las
diferentes categorías sociales ponen en práctica en todas las sociedades
avanzadas para reproducir su posición en el espacio social, esos análisis
que se da en llamar sociológicos me han permitido comprender más ade-
cuadamente las transformaciones de las estrategias matrimoniales de las
sociedades campesinas que han sido determinadas por la unificación del
mercado de los bienes simbólicos y por la transformación profunda de
los mecanismos de reproducción ligados al incremento extraordinario
de la incidencia del sistema escolar.5

Puede trazarse una suerte de panorama de las grandes clases de estrategias


de reproducción (engendradas por esas disposiciones) que se encuentran
en todas las sociedades, si bien con diferente incidencia (especialmen-
te según el grado de objetivación del capital) y bajo formas que varían
según la índole del capital que se trata de transmitir y el estado de los
mecanismos de reproducción disponibles (por ejemplo, las tradiciones
sucesorias). Esta construcción teórica permite restaurar en el análisis
científico la unidad de prácticas que diferentes ciencias (derecho, demo-
grafía, economía, sociología) casi siempre aprehenden en orden disper-
so y por separado.

5 Cf. P. Bourdieu, “Reproduction interdite. La dimension symbolique de la


domination économique”, Études Rurales, nº 113-114, 1989, pp. 15-36 [“Prohi-
bida la reproducción. La dimensión simbólica de la dominación económica”,
en El baile de los solteros, Barcelona, Anagrama, 2004, pp. 211-242] y “Le patro-
nat”, Actes de la Recherche en Sciences Sociales, nº 21, 1978, pp. 3-82.

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36 las estrategias de la reproducción social

Por interdependientes y entremezcladas que resulten en la práctica,


es posible distribuir las estrategias de reproducción en algunos tipos
de mayor alcance. Entre las estrategias de inversión biológica, las más im-
portantes son las estrategias de fecundidad y las estrategias profilácticas. Las
primeras son estrategias a muy largo plazo, que comprometen el futu-
ro entero del linaje y de su patrimonio, y que apuntan a controlar la
fecundidad, es decir, a aumentar o a reducir el número de hijos y, por
ello, la fuerza del grupo familiar, pero también la cantidad de potencia-
les pretendientes del patrimonio material y simbólico: especialmente
según la condición de los recursos disponibles, pueden echar mano de
modalidades directas, con las técnicas de limitación de los nacimientos,
o indirectas, por ejemplo con el matrimonio tardío o el celibato, que
tiene la doble ventaja de impedir la reproducción biológica y de excluir
(al menos de hecho) de la herencia (esa función cumple la orientación
al sacerdocio de algunos de los hijos en las familias aristocráticas o bur-
guesas bajo el Antiguo Régimen, o del celibato de los hijos más jóvenes
en ciertas tradiciones campesinas que favorecen al primogénito). Las
estrategias profilácticas están destinadas a preservar el patrimonio bio-
lógico asegurando los cuidados continuos o discontinuos destinados
a mantener la salud o a mantener alejada la enfermedad y, en térmi-
nos más amplios, asegurando una administración razonable del capital
corporal.
Las estrategias sucesorias apuntan a garantizar la transmisión del patri-
monio material entre las generaciones con el mínimo de desperdicio
posible dentro de los límites de las posibilidades ofrecidas por la costum-
bre y el derecho –aunque fuese recurriendo a todos los artificios y todos
los subterfugios disponibles dentro de los límites del derecho o a todos
los manejos ilegales (como la transmisión directa e invisible de activos
líquidos o de objetos). Estas estrategias se especifican según la forma
de capital que se ha de transmitir y, por tanto, según la composición del
patrimonio.
Las estrategias educativas, entre ellas el caso específico de las estrategias
escolares de las familias o de los hijos escolarizados, son estrategias de
inversión a muy largo plazo, no necesariamente percibidas como tales,
y no se reducen, como cree la economía del “capital humano”, sólo a su
dimensión económica, o incluso monetaria: en efecto, tienden ante todo
a producir agentes sociales dignos y capaces de recibir la herencia del
grupo. Eso sucede, en especial, con el caso de las estrategias “éticas” que
apuntan a inculcar la sumisión del individuo y de sus intereses al grupo
y a sus intereses superiores; así, cumplen una función fundamental, ase-

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estrategias de reproducción y modos de dominación 37

gurando la reproducción de la familia que de por sí es el “sujeto” de las


estrategias de reproducción.
Las estrategias de inversión económica, en el sentido amplio del término,
tienden a la perpetuación o el aumento del capital bajo sus diferentes for-
mas. En efecto, a las estrategias de inversión económica en sentido acota-
do, es necesario agregar las estrategias de inversión social, orientadas hacia
la instauración o el sostenimiento de relaciones sociales directamente utili-
zables o movilizables, a corto o a largo plazo, es decir, hacia su transforma-
ción en obligaciones duraderas, subjetivamente percibidas (sentimientos de
reconocimiento, de respeto, etc.) o institucionalmente garantizadas (de-
rechos), y, por lo tanto, en capital social y en capital simbólico, producido
por la alquimia del intercambio –de dinero, de trabajo, de tiempo, etc.− y
por todo un trabajo específico de sostenimiento de las relaciones. Entre
las de inversión económica, en el caso especial de las estrategias matrimonia-
les debe asegurarse la reproducción biológica del grupo sin amenazar su
reproducción social mediante casamientos desiguales, y ocuparse del man-
tenimiento del capital social, mediante la alianza con un grupo al menos
equivalente bajo todos los aspectos socialmente pertinentes.
Las estrategias de inversión simbólica son todas las acciones que apuntan
a conservar y a aumentar el capital de reconocimiento (en los diferentes
sentidos), propiciando la reproducción de los esquemas de percepción y
de apreciación más favorables a sus propiedades y produciendo las accio-
nes susceptibles de apreciación positiva según esas categorías (por ejem-
plo, mostrar la fuerza para no tener que valerse de ella). Las estrategias
de sociodicea, que son un caso especial dentro de este tipo, apuntan a
legitimar la dominación y su fundamento (es decir, la especie de capital
sobre la cual reposa), naturalizándolos.
Las estrategias de reproducción tienen por principio, no una inten-
ción consciente y racional, sino las disposiciones del habitus que espontá-
neamente tiende a reproducir las condiciones de su propia producción.
Ya que dependen de las condiciones sociales cuyo producto es el habitus
−es decir, en las sociedades diferenciadas, del volumen y de la estructura
del capital poseído por la familia (y de su evolución en el tiempo)−, tien-
den a perpetuar su identidad, que es diferencia, manteniendo brechas,
distancias, relaciones de orden; así, contribuyen en la práctica a la repro-
ducción del sistema completo de diferencias constitutivas del orden so-
cial.6 Las estrategias de reproducción engendradas por las disposiciones

6 En efecto, el habitus tiende a perpetuarse según su determinación interna,

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38 las estrategias de la reproducción social

a la reproducción inherentes al habitus pueden ir a la par de estrategias


conscientes, individuales y a veces colectivas, que, casi siempre inspiradas
por la crisis del modo de reproducción consolidado, no necesariamente
contribuyen a la realización de los fines a los cuales tienden.
Las estrategias de reproducción constituyen un sistema y, por ello, se
ubican en el origen de los reemplazos funcionales y efectos compensa-
torios ligados a la unidad de función: por ejemplo, las estrategias matri-
moniales pueden suplir las fallas de las estrategias de fecundidad. Visto
que se aplican en diferentes puntos del ciclo de vida y que este constituye
un proceso irreversible, las diferentes estrategias de reproducción están
también cronológicamente articuladas, y cada una de ellas debe en cada mo-
mento tener en cuenta los resultados alcanzados por aquella que la ha
precedido o que tiene un alcance temporal más breve: así, por ejemplo,
en la tradición bearnesa, las estrategias matrimoniales dependían muy
directamente de las estrategias de fecundidad de la familia, por inter-
medio de la cantidad y del sexo de los hijos, potenciales pretendientes
de una “dote” o de una compensación; pero también de las estrategias
educativas, cuyo éxito era la condición para implementar las estrategias
tendientes a apartar de la herencia a las hijas y a los hijos más jóvenes (a
unas mediante el matrimonio apropiado y a los otros mediante el celiba-
to o la emigración); y, por último, dependían de las estrategias estricta-
mente económicas tendientes, entre otras cosas, a preservar o aumentar
el patrimonio. Esta interdependencia se extendía durante varias gene-
raciones, de modo que durante mucho tiempo una familia podía estar
constreñida a imponerse duros sacrificios para compensar las “salidas”
que habían sido necesarias para “dotar” en tierras o en dinero a una
familia demasiado numerosa o para restablecer la posición material −y
sobre todo simbólica− del grupo después de un casamiento desigual.7
Esos mismos análisis se aplican a las grandes familias aristocráticas y a las
familias reales, cuyas estrategias domésticas se vuelven asuntos de Estado
(guerras de sucesión, etcétera).8

afirmando su autonomía con respecto a la situación (en lugar de someterse a


la determinación directa del entorno, como la materia).
7 Cf. de P. Bourdieu los ya citados “Célibat…” y “Les stratégies…”.
8 Para otros ejemplos, cf. la bibliografía de Marie-Christine Zalem, Études Ru-
rales, nº 110-112, 1988, pp. 325-357, y también Kojima Hiroshi, “A Demogra-
phic Evaluation of P. Bourdieu’s ‘Fertility Strategy’”, The Journal of Population
Problems, 45 (4), 1990, pp. 52-58.

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estrategias de reproducción y modos de dominación 39

Una historia comparada de los sistemas de estrategias de reproduc-


ción social debe tomar en cuenta, por una parte, la composición del
patrimonio que se ha de transmitir, es decir, el peso relativo de las diferen-
tes formas de capital, y, por otra parte, el estado de los mecanismos de
reproducción (mercado, especialmente mercado del trabajo; derecho,
especialmente derecho sucesorio o de propiedad; institución escolar y
título escolar, etcétera). Por ejemplo, el peso determinante que posee el
capital simbólico en el patrimonio de los campesinos kabilas (a causa de
la tradición de indivisión de la tierra y del sitio conspicuo otorgado a los
valores de honor, y por ende a la reputación del grupo) hace de esta so-
ciedad una suerte de laboratorio que permite estudiar las estrategias de
acumulación, reproducción y transmisión del capital simbólico: las estra-
tegias que he analizado en torno a la transmisión de los nombres de los
antepasados prestigiosos, o la importancia, a primera vista desmesurada,
que se otorga a los juegos de honor se explican, sin duda, por el hecho
de que la acumulación de capital simbólico, forma extremadamente frá-
gil y lábil de capital, representa la forma principal de acumulación.9 Es-
tas estrategias reaparecen entre los campesinos bearneses, preocupados
por conservar, aumentar y transmitir el nombre y renombre de la maison
[“casa”, “familia”], pero se ven complicadas por el hecho de que la tierra
poseída fija un límite a las estrategias, y en particular al nivel de exagera-
ción que autoriza la lógica de los juegos simbólicos.10 Otras constriccio-
nes −especialmente jurídicas, pero también políticas− concurren a dar su
fisonomía particular a las estrategias de las familias reales o aristocráticas,
aunque la familiaridad con las estrategias de las “casas” campesinas per-
mite comprender de inmediato el principio que las guía.11
Sin embargo, las diferentes estrategias de reproducción no pueden de-
finirse acabadamente si no es en relación con mecanismos de reproduc-
ción, institucionalizados o no. El sistema de estrategias de reproducción
de una unidad doméstica depende de los beneficios diferenciales que
puede esperar de las diferentes inversiones en función de los poderes
efectivos sobre los diferentes mecanismos institucionalizados (mercado
económico, mercado escolar, mercado matrimonial) que le aseguran el
volumen y la estructura de su capital. Especialmente debido a la estruc-

9 Cf. P. Bourdieu, Esquisse…, ob. cit.


10 Cf. P. Bourdieu, “Célibat…”, ob. cit., y Le Sens pratique, París, Minuit, 1980 [El
sentido práctico, Buenos Aires, Siglo XXI, 2008].
11 Cf. P. Bourdieu, “Esprits d’État”, Actes de la Recherche en Sciences Sociales, nº 96-
97, 1993, pp. 49-52.

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40 las estrategias de la reproducción social

tura de las posibilidades diferenciales de beneficio que objetivamente


ofrecen a sus inversiones los diferentes mercados sociales, se imponen
sistemas de preferencias (o de intereses) diferentes y propensiones total-
mente distintas a invertir en los diferentes instrumentos de reproducción. Por
ejemplo, tanto en Francia como en Inglaterra, el largo período de tran-
sición del Estado dinástico al Estado burocrático está marcado en su to-
talidad por la lucha entre quienes no desean conocer ni reconocer otra
cosa que las estrategias de reproducción de base familiar (los hermanos
del rey), fundadas sobre los lazos de sangre, y quienes invocan las es-
trategias de reproducción burocráticas (los ministros del rey), fundadas
sobre la transmisión escolar del capital cultural. En nuestras sociedades,
donde se encuentran disponibles diferentes instrumentos de reproduc-
ción, la estructura de distribución de poderes sobre los instrumentos de
reproducción es el factor que determina el rendimiento diferencial que
estos últimos están en condiciones de ofrecer a las inversiones de los
diferentes agentes y, por ello, de la reproductibilidad de su patrimonio
y de su posición social. Y, por lo tanto, también de la estructura de sus
propensiones diferenciales a invertir en los diferentes mercados. Se ha
demostrado, por ejemplo, que el sistema escolar sólo puede contribuir a
la reproducción de la estructura social −y, más precisamente, de la estruc-
tura de distribución del capital cultural− destinando a los niños a una eli-
minación tanto más probable cuanto provengan de familias más despro-
vistas de capital cultural, en la medida en que esos niños (y sus familias)
tengan mayores posibilidades de presentar disposiciones que los vuelvan
proclives a la autoeliminación (como la indiferencia o la resistencia con-
tra las instigaciones escolares) si están situados en una posición más des-
favorecida en la estructura de distribución del capital cultural.12
De igual modo, actualmente se advierte −en el seno del campo del
poder e incluso en el seno del campo del poder económico− la oposi-
ción de agentes que, en función de la estructura del capital que poseen
−más bien económico o más bien cultural− se orientan hacia estrategias
de reproducción fundadas sobre la inversión en la economía o sobre la

12 Esto también lleva a abolir la distinción corriente entre métodos cuantitativos


y métodos cualitativos: a decir verdad, dichos mecanismos son demostra-
bles sólo a condición de efectuar simultáneamente el análisis que puede
denominarse cualitativo de las disposiciones –por ejemplo, los esquemas de
percepción y de evaluación que los agentes individuales ponen en práctica
en su elección de una disciplina− y el análisis estadístico de las estructuras,
por ejemplo, las distribuciones entre las diferentes disciplinas según sexo y
origen social.

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estrategias de reproducción y modos de dominación 41

inversión en la escuela: así, por un lado, entre los “jefes de familia”, se da


la transmisión −enteramente controlada por la familia− de un derecho
de propiedad hereditario y, por el otro, la transmisión −más o menos
asegurada y controlada por el Estado− de un poder vitalicio, fundado
sobre el título escolar que, a diferencia del título de propiedad o del
título de nobleza, no es transmisible por herencia. En términos más
generales, la propensión a invertir en el sistema escolar depende del
peso relativo del capital cultural en la estructura del patrimonio: a di-
ferencia de los empleados o de los maestros de escuela que concentran
sus inversiones en el mercado escolar, los jefes de familia, cuyo éxito
social no depende en el mismo grado del éxito escolar, invierten menos
“interés” y trabajo en sus estudios, y no obtienen el mismo rendimiento
de su capital cultural.
Las transformaciones de la relación entre el patrimonio considerado
en su volumen y en su estructura y el sistema de los instrumentos de
reproducción, con la correlativa transformación de las posibilidades de
beneficio, tienden a ocasionar una reestructuración del sistema de estrate-
gias de reproducción: los poseedores de capital no pueden mantener su
posición en la estructura social sino al precio de una reconversión de las
formas de capital que ellos poseen en otras formas, más rentables y más
legítimas dado el estado de los instrumentos de reproducción considera-
do; por ejemplo, el principio de la reconversión, en la Alemania del siglo
XIX, que efectuó el tránsito de una aristocracia terrateniente hacia una
burocracia de Estado.
En universos sociales donde los que dominan deben constantemente
cambiar para que nada cambie, ellos tienden necesariamente a dividir-
se −sobre todo en los períodos de transformación rápida de los modos
de reproducción− según el grado de reconversión de sus estrategias de
reproducción: los agentes o los grupos mejor provistos de los tipos de
capital que permiten valerse de los nuevos instrumentos de reproduc-
ción, y, por lo tanto, los más proclives y más aptos para emprender una
reconversión, se oponen a los más ligados al tipo de capital amenazado
(por ejemplo, en vísperas de la Revolución de 1789, los pequeños aristó-
cratas de provincia se oponen a la nobleza y a la burguesía de toga o, en
1968, los profesores de las disciplinas más directamente subordinadas a
los concursos de reclutamiento de los profesores –gramática, lenguas clá-
sicas o incluso filosofía− se oponen a los profesores de las disciplinas nue-
vas, como las ciencias sociales). Muchas de las grandes oposiciones que
están en el centro de los debates ideológicos de una época (por ejemplo,
en la actualidad, las discusiones sobre la “cultura”) no son más que el

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42 las estrategias de la reproducción social

enfrentamiento entre diferentes formas de la sociodicea conservadora:


aquellas que apuntan sobre todo a legitimar el modo de reproducción
antiguo, explicitando lo que hasta ese momento ni siquiera hacía falta
explicitar y transformando la doxa en ortodoxia, en oposición a aquellas
que apuntan a racionalizar −en el doble sentido− la reconversión, apre-
surando la toma de conciencia de las transformaciones y la elaboración
de las estrategias adaptadas (y legitimando esas estrategias frente a los
“integristas”).
Así, la mayor virtud de la construcción del concepto de modo de
reproducción como relación entre un sistema de estrategias de repro-
ducción y un sistema de mecanismos de reproducción es que permite
construir y comprender de modo unitario fenómenos que pertenecen a
universos sociales muy alejados, como la transmisión de los nombres
en la Kabila y en la Italia del Renacimiento13 o la política de las grandes
dinastías reales y la política doméstica de las familias campesinas (al
tiempo que hace que desaparezca la ruinosa oposición entre sociolo-
gía, historia y etnología). Sin embargo, ello no debe hacer olvidar (por
esta suerte de “etnologismo” que ha afectado a la última Escuela de los
Anales), las muy profundas diferencias entre las sociedades donde las
disposiciones a la reproducción y las estrategias de reproducción que
estas engendran no encuentran otro sustento, en la objetividad de las
estructuras sociales, que las estructuras familiares, principal −si no ex-
clusivo− instrumento de reproducción, y por tanto deben organizarse
en torno a las estrategias educativas y matrimoniales, y las sociedades
que pueden sustentarse en las estructuras del mundo económico y a
la vez en las estructuras de un Estado organizado: entre ellas, las más
importantes, desde el punto de vista de la reproducción, son las estruc-
turas de la institución escolar.

Las sociedades precapitalistas o protocapitalistas se diferencian de las so-


ciedades capitalistas en el hecho de que allí el capital está mucho menos
objetivado (y codificado) que en las últimas y mucho menos inscripto en
instituciones capaces de asegurar su propia perpetuación y contribuir
mediante su funcionamiento a la reproducción de las relaciones de or-
den que son constitutivas del orden social. De ello se deriva que, en esas
sociedades, el problema de la perpetuación de las relaciones sociales, y

13 Cf. P. Bourdieu, Esquisse…, ob. cit., pp. 82-83, 133-137, y Christiane Klapish-
Zuber, La Maison et le Nom, ob. cit.

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estrategias de reproducción y modos de dominación 43

muy especialmente de las relaciones sociales de dominación, se plantea


de manera especialmente dramática: ¿cómo es posible retener a alguien
de manera duradera? ¿Cómo pueden instaurarse relaciones de trabajo,
de intercambio, etc., y muy particularmente relaciones asimétricas de
dominación que sean capaces de perpetuarse en el tiempo, incluso más
allá de los límites de la vida de los involucrados en ellas?14 Al respecto,
cabe citar a Marx, quien opone las sociedades en que las relaciones de
producción adoptan la forma de “relaciones de dependencia personal” y
las sociedades en que aquellas descansan sobre “la independencia de las
personas fundada en la dependencia material”.15 De hecho, mientras no
existan estructuras objetivas tales como el mercado de trabajo (y el “tra-
bajador libre” en el sentido de Weber) y el conjunto de las instituciones
estatales −entre las cuales la más importante, desde este punto de vista,
es la institución escolar−, los dominantes deben dedicarse a un trabajo
de continua creación de las relaciones sociales, reducidas a relaciones
personales. Ello se ve muy bien en el caso de las relaciones entre el fellah
[pequeño propietario agrícola] y su jammés, aparcero al quinto: el pa-
trón debe sostener constantemente la relación, mediante una serie de
intercambios que apunta a identificarla con una relación entre parientes
(puede llegar a dar una de sus hijas a un hijo del jammés). En ausencia
de lo que Sartre llamaba “violencia inerte” de los mecanismos econó-
micos y sociales tales como los del mercado de trabajo y de la violencia
legítima de las reglas de derecho, está obligado a recurrir a estas formas
suaves o eufemizadas de la constricción que definen la violencia simbólica,
especialmente con todos los recursos del paternalismo (y que pueden
asociarse a la violencia física más brutalmente ejercida, como en el caso
de la venganza).16

14 ¿Cómo, cuando no hay recurso posible a la justicia y a la policía, puede coac-


cionarse a un deudor? Según observa Renou, muy a menudo no hay otro
recurso que la magia, o, más precisamente, la maldición mágica (arma de los
débiles, frecuentemente de las mujeres).
15 K. Marx, Principes d’une critique de l’économie politique, en Œuvres, t. I, París,
Gallimard-Pléiade, p. 210 [Elementos fundamentales para la crítica de la economía
política, Buenos Aires, Siglo XXI].
16 Notamos la simplificación que Norbert Elias impone sobre la realidad histórica
cuando reduce a un modelo lineal de progresiva disminución la historia de la
evolución de la violencia: si es que los grandes modelos de evolución tienen un
interés y un sentido, sería necesario al menos tomar nota de que en muchas
sociedades arcaicas la violencia física más brutal (especialmente en las relacio-
nes con el out group) coincide con formas altamente eufemizadas y estilizadas
de violencia simbólica (por ejemplo, con el intercambio de dones), que esas

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44 las estrategias de la reproducción social

Así, las sociedades precapitalistas y protocapitalistas no ofrecen las


condiciones para una dominación impersonal y, menos aún, para una
reproducción impersonal de las relaciones de dominación. No dispo-
nen de la violencia oculta de los mecanismos que basta con librar a un
laissez faire, como el mercado de trabajo o el mercado escolar. De ello
resulta que la perpetuación de las relaciones sociales descansa casi exclu-
sivamente sobre el habitus, es decir, sobre las disposiciones socialmente
instituidas mediante estrategias metódicas de inversión educativa, que
inclinan a los agentes a producir el trabajo continuo de sostenimiento de
las relaciones sociales (especialmente con el trabajo simbólico de cons-
trucción y de reconstrucción genealógica), y por consiguiente del capital
social, y también del capital simbólico de reconocimiento que procuran
los intercambios regulados, en particular los intercambios matrimonia-
les. Y si las estrategias matrimoniales ocupan un lugar tan importante
en el sistema de las estrategias de reproducción, se debe a que, sin estar
necesariamente codificado de manera tan perfectamente rigurosa como
lo hacen creer ciertas teorías del parentesco, el vínculo matrimonial se
muestra como uno de los instrumentos más seguros propuestos, en la
mayor parte de las sociedades (e incluso en las sociedades contempo-
ráneas), para asegurar la reproducción del capital social y del capital
simbólico, salvaguardando a la vez el capital económico.

En sociedades en las cuales los agentes están cada vez más durablemente
sujetados (especialmente en posición dominada) por efecto de mecanis-
mos generales tales como los que rigen el mundo económico y el mundo
cultural (y en las cuales uno puede decir que, grosso modo, el capital va
al capital), el peso de las estrategias matrimoniales tiende globalmente
a disminuir, aunque siga siendo importante cuando la familia posee el
control total de una empresa agrícola, industrial o comercial (en ese
caso, las estrategias de la familia que busca asegurar su propia reproduc-
ción –estrategias de fecundidad, estrategias educativas, estrategias suce-
sorias y, sobre todo, estrategias matrimoniales− tienden a subordinarse a
las estrategias estrictamente económicas).

formas refinadas (cuya supervivencia es sin duda el paternalismo) han decaído


a medida que se instauraba la violencia inerte de los mecanismos del mercado
de trabajo y, por último, que en las sociedades económicamente avanzadas la
violencia inerte encuentra un correctivo en la violencia suave del management
ilustrado, toda vez que el estado de la relación de fuerzas lo impone.

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estrategias de reproducción y modos de dominación 45

A medida que un campo económico provisto de sus propias leyes de


desarrollo se constituye, y a medida que se instauran mecanismos que
aseguran la reproducción durable de su estructura, cuya constancia
contribuye a garantizar el Estado (como los ligados a la existencia de
la moneda, fundamentos de la confianza indispensable para posibilitar
las inversiones transgeneracionales), el poder directo y personal sobre
personas tiende a ceder cada vez más lugar al poder sobre mecanismos
que asegura el capital económico o el capital cultural (el título escolar).
El surgimiento del Estado, que organiza la concentración y la redis-
tribución de las diferentes formas de capital (económico, cultural y sim-
bólico), acarrea una transformación de las estrategias de reproducción.
Puede verse un ejemplo, para el capital simbólico, en el pasaje del honor
feudal, fundado sobre el reconocimiento acordado por los pares y por
los plebeyos, que debe conquistarse y mantenerse sin cesar, a los hono-
res burocráticamente conferidos por el Estado. Un proceso análogo se
observa en el dominio del capital cultural. La historia de las sociedades
europeas está muy profundamente marcada por el paulatino desarrollo,
en el seno del campo del poder, de un modo de reproducción con compo-
nente escolar, cuyos efectos se ven, en primer lugar, en el propio campo
del poder, con el pasaje de la lógica dinástica de la “casa real”, fundada
sobre un modo de reproducción familiar, a la lógica burocrática de la
razón de Estado, fundada sobre un modo de reproducción escolar. Uno
de los factores de esta evolución es el conjunto de contradicciones y de
conflictos nacidos de la coexistencia, en el seno del Estado dinástico, de
dos categorías de agentes, el rey y su familia por una parte, los funcionarios
del rey, por otra parte; es decir, de dos modos de reproducción y de
dos poderes, un poder heredado y hereditariamente transmisible por la
sangre, y consiguientemente fundado sobre la naturaleza (con el título
nobiliario), y un poder adquirido y vitalicio, fundado sobre el “don” y el
mérito y garantizado por el derecho (con el título escolar). El proceso
de desfeudalización que lleva del Estado dinástico al Estado burocrático
puede describirse como un proceso de desnaturalización, una paulatina
ruptura de los lazos naturales, de las lealtades primarias de base familiar.
El Estado moderno es, en primer lugar, antiphysis, y la lealtad hacia el
Estado supone una ruptura con todas las fidelidades originarias.
El Estado surgido de semejante proceso de erradicación de todo ves-
tigio de lazos naturales –que pese a todo sobreviven en el nepotismo y
el favoritismo− favorece y garantiza que en el seno del campo del poder
de Estado, pero también en el seno del campo del poder económico,
funcione el modo de reproducción escolar, cuya lógica específica puede

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aprehenderse si se la compara con el modo de reproducción familiar que


se perpetúa pese a todo (en una oposición que evoca aquella que se esta-
blecía entre la casa real y los funcionarios reales).
En las grandes firmas burocráticas, el diploma deja de ser mero atribu-
to estatutario (como el diploma de derecho de un patrón privado) para
volverse un verdadero derecho de acceso: la escuela (bajo la forma de la
grande école)* y el corps [“cuerpo institucional” o “cuerpo de Estado”],
grupo social que la escuela produce en apariencia ex nihilo (pero, de he-
cho, a partir de propiedades ligadas a la familia), toman el lugar de la fa-
milia y del parentesco, pues la cooptación de condiscípulos sobre la base
de las solidaridades de escuela o de cuerpo cumple el rol del nepotismo
y de las solidaridades de clan en las empresas familiares.
Toda estrategia de reproducción implica una forma de numerus clau-
sus en la medida en que cumple funciones de inclusión y de exclusión,
limitando ya sea el número de productos biológicos del cuerpo (pero
sólo la familia puede hacerlo), ya el número de individuos habilitados
para formar parte de él (y esto puede traer aparejada la exclusión de
parte de los productos biológicos del cuerpo: mujeres, hijos más jóve-
nes, etcétera). Lo más importante es que, en el modo de reproducción
“familiar”, la responsabilidad de estos ajustes incumbía a la familia. En
el modo de reproducción con componente escolar, al cual los grandes
señores tecnocráticos deben su posición, la familia pierde el dominio de
las decisiones sucesorias y el poder de designar por sí misma a los here-
deros. Lo que caracteriza al modo de reproducción escolar es la lógica
estrictamente estadística de su funcionamiento. La responsabilidad de la
transmisión no incumbe más a una persona o a un grupo, coaccionados
u orientados por la tradición (derecho de primogenitura, etc.), como en
la transmisión familiar, sino a todo un conjunto de agentes individuales
o colectivos cuyas acciones aisladas y estadísticamente agregadas tienden
a asegurar a la clase en su conjunto privilegios que niega a algunos de
sus elementos tomados por separado: la escuela no puede contribuir a
la reproducción de la clase (en el sentido lógico del término) sino sa-
crificando a ciertos miembros de la clase que escatimaría un modo de
reproducción, dejando a la familia pleno poder sobre la transmisión.
La contradicción específica del modo de reproducción escolar reside en la

* Grande école (gran escuela) designa en Francia a una serie de establecimientos


públicos de educación superior. Son escuelas de elite, con estrictos concursos
de ingreso, de donde egresan los altos funcionarios del Estado francés.
[N. de T.]

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oposición entre los intereses de la clase que la escuela protege estadísti-


camente y los intereses de los miembros que ella sacrifica. Y también en
el hecho de que la superproducción, con todas las contradicciones que
implica, se vuelve una constante estructural cuando, junto con el modo
de reproducción con componente escolar, se ofrecen posibilidades teó-
ricamente iguales de obtener títulos escolares a todos los “herederos”,
tanto muchachas como muchachos, tanto primogénitos como hermanos
menores, a la vez que el acceso de los “no herederos” a esos títulos se
incrementa también (en cifras absolutas) y que la eliminación brutal,
desde el ingreso a la enseñanza secundaria, cede lugar a una eliminación
calma, suave y discreta. Sin duda, la crisis de 1968 es en parte efecto de
esta contradicción.
Con todo, hay que tener cuidado de no reducir la oposición entre los
dos modos de reproducción a la oposición entre el recurso a la familia
y el recurso a la escuela. De hecho, se trata más bien de la diferencia
entre una administración puramente familiar de los problemas de repro-
ducción y una administración familiar que hace entrar en las estrategias
de reproducción cierto uso de la escuela. En efecto, además de que la
acción de reproducción que ejerce la escuela se apoya sobre la trans-
misión doméstica del capital cultural, la familia continúa aplicando la
lógica (relativamente autónoma) de su propia economía, que le permite
acumular el capital poseído por cada uno de sus miembros al servicio de
la acumulación y de la transmisión del patrimonio.
Otro error posible consiste en concluir, según un esquema evolucio-
nista simple, que los dos modos de reproducción corresponden a dos
momentos de una evolución inseparable de aquella que, según ciertos
autores, determina el tránsito desde un modo de dominación fundado
sobre la propiedad y los owners hacia otro, más racional y más democrá-
tico, fundado sobre la “competencia” y los managers. De hecho, la defi-
nición del modo de reproducción legítimo es objeto de luchas, especial-
mente en el seno del campo del poder económico, y es necesario tomar
precauciones para no entender como el fin de la historia lo que no es
sino un estado de una relación de fuerzas susceptible de ser subvertido.
Esas luchas suelen tomar la forma de una lucha por el poder sobre el Estado
y sobre el poder que este último está en condiciones de ejercer sobre
el sistema de instrumentos de reproducción, en especial económicos o
escolares.
Habría que analizar largamente los efectos de la transformación del
modo de reproducción sobre el funcionamiento de la familia como ins-
tancia responsable de la reproducción y, a la inversa, los efectos de las

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transformaciones de la familia (por ejemplo, con el aumento en la tasa


de divorcio) sobre el funcionamiento del modo de reproducción con
componente escolar. ¿La crisis de la familia está ligada a transformacio-
nes de las estrategias de reproducción tendientes a reducir la necesidad
de la unidad doméstica? Sin embargo, una gran cantidad de indicios
induce a creer que la familia burguesa sigue cultivando su integración
social, que es la condición primordial de su aporte a la perpetuación de
su capital social y de su capital simbólico y, por ello, de su capital eco-
nómico. Todavía se está lejos del agente económico aislado, tal como lo
describen los economistas.

Todo ello conduce a preguntarse quién es, en definitiva, el “sujeto” de las


estrategias de reproducción. Es cierto que la familia y las estrategias de
reproducción son socias en este juego: sin familia, no habría estrategias
de reproducción; sin estrategias de reproducción, no habría familia (o
corps y Stand como cuasi familia). Para que las estrategias de reproduc-
ción sean posibles es necesario que la familia exista, lo cual no va de suyo;
además de que esas estrategias constituyen un requisito para la perpetua-
ción de la familia, esa creación continua. La familia, en la forma peculiar
que reviste en cada sociedad, es una ficción social (a menudo convertida
en ficción jurídica) que se instituye en la realidad a expensas de un tra-
bajo que apunta a instituir duraderamente en cada uno de los miem-
bros de la unidad instituida (especialmente por el casamiento, como rito
de institución) sentimientos adecuados para asegurar la integración de
esta unidad y la creencia en el valor de esta unidad y de su integración.
Puede verse que las estrategias educativas tienen una función absoluta-
mente fundamental; como todo el trabajo simbólico, teórico (genealógico
especialmente) y práctico (intercambio de dones, de servicios, fiestas y
ceremonias, etc.), que incumbe preeminentemente a las mujeres y que
transforma en disposición amante la obligación de amar, y que tiende a
dotar de un “espíritu de familia” a cada uno de sus miembros: ese prin-
cipio cognitivo de visión y de división es simultáneamente un principio
práctico de cohesión, generador de dedicaciones, generosidades, solida-
ridades, y de una adhesión vital a la existencia de un grupo familiar y de
sus intereses.
Este trabajo de integración es tanto más indispensable cuanto que
la familia (si bien debe funcionar como un cuerpo para cumplir con los
cánones) tiende siempre a funcionar como un campo, con sus relacio-
nes de fuerza físicas, económicas y, sobre todo, simbólicas (v. g.: liga-
das al volumen y a la estructura del capital poseído por los diferentes

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miembros) y sus luchas por la conservación o la transformación de esas


relaciones de fuerzas. Tan sólo a expensas de un trabajo constante las
fuerzas de fusión (ante todo, afectivas) llegan a contrarrestar o a com-
pensar las fuerzas de fisión.
La unidad de la familia está conformada para y por la acumulación y
la transmisión. El “sujeto” de la mayor parte de las estrategias de repro-
ducción es la familia, que actúa como una suerte de sujeto colectivo y no
como simple conjunto de individuos. Para comprender las estrategias
colectivas de las familias (en el caso del casamiento kabila, por ejemplo,
o en el caso de la compra de una casa en la Francia actual), es necesario
conocer, en primer lugar, la estructura y la historia de la relación de
fuerzas entre los diferentes agentes y sus estrategias. Pero es necesario
también conocer el volumen y la estructura del capital que ellas tienen
para transmitir, y por tanto la posición de cada una en la estructura de
distribución de las diferentes formas de capital. En efecto, esta posición
rige las estrategias (y es el verdadero sujeto); así se explica que, según su
propio conatus, cada una de las familias contribuya a reproducir el espa-
cio de las posiciones constitutivas de un orden social y, con ello, a realizar
el conatus inscripto en ese orden.17
Se percibe con mayor claridad la cuestión planteada al comienzo,
acerca de las condiciones de la permanencia del orden social. El mun-
do social no es ese universo radicalmente discontinuo que presentaba
Hobbes, de acuerdo con Durkheim (“Para Hobbes, un acto de volun-
tad hace nacer el orden social y un acto de voluntad perpetuamente re-
novado es su sustento”), y que proponen hoy todos aquellos a quienes
la preocupación por devolver al “sujeto” su lugar los hace reducir las
relaciones sociales, incluidas las relaciones de dominación, a los actos
(de sumisión, especialmente) que en cada momento realizan los agen-
tes. Como el universo físico según Leibniz, tiene en sí mismo el princi-
pio de su dinamismo y de su lógica. Esta vis insita, que es también una
lex insita, está inscripta simultáneamente en las estructuras objetivas (y
los mecanismos que aseguran su reproducción como aquellos que lo

17 En el caso de las sociedades estatales, es necesario también conocer la histo-


ria del trabajo de institucionalización cuyo resultado es la familia tal como la
conocemos. Esto tan privado es, de hecho, un asunto público, en la medida
en que depende de acciones públicas tales como la política de vivienda o,
más directamente, la política de familia y el derecho familiar; garantizada
por el Estado, ratificada por el Estado, recibe del Estado los medios para
existir y para subsistir.

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50 las estrategias de la reproducción social

hacen con la distribución del capital cultural) y en las estructuras del


habitus o, más precisamente, en la relación entre unas y otras; está en
las probabilidades objetivas inscriptas en las tendencias inmanentes a
los diversos campos sociales (como tendencias a producir frecuencias
estables y regularidades, a menudo reforzadas por reglas explícitas) y
en las esperanzas subjetivas, groseramente ajustadas a esas tendencias,
que están inscriptas en las inclinaciones del habitus.

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