Professional Documents
Culture Documents
net
Diccionario de Acción Humanitaria
y Cooperación al Desarrollo
Salud reproductiva
Jonatan Rapaport
La salud reproductiva es “un estado general de bienestar físico, mental y social, y no de mera
ausencia de enfermedades o dolencias, en todos los aspectos relacionados con el sistema
reproductivo y sus funciones y procesos. En consecuencia, la salud reproductiva entraña la
capacidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos, y de procrear, y la libertad
para decidir hacerlo o no hacerlo, cuándo y con qué frecuencia” (párrafo 7.2 de la Conferencia
Internacional sobre Población y Desarrollo, CIPD, El Cairo, 1994).
El concepto de salud reproductiva fue desarrollado al final de los años 80, pero no logró una
amplia aceptación hasta la citada Conferencia. Esta Conferencia, y la definición en ella
formulada, significan un cambio de enfoque por la comunidad internacional en cuanto a los
temas referentes a la población y el desarrollo: yendo más allá de la mera preocupación por
los números y objetivos demográficos, se situó al ser humano en el centro de todas las
actividades relacionadas con la población y el desarrollo. Tal cambio de enfoque se plasmó en
un Plan de Acción que desvía el propósito de la planificación familiar desde los objetivos
demográficos y los planes nacionales de fertilidad, hacia la satisfacción de las necesidades que
tienen las personas para disponer del acceso a la planificación familiar y a los cuidados de la
salud reproductiva. En definitiva, según este Plan adoptado por 180 países, los gobiernos
tienen como objetivo lograr el acceso universal a los servicios de salud reproductiva de buena
calidad, incluyendo la planificación familiar y la salud sexual, antes del año 2015 (CIPD,
1994:párrafo 7.16).
Por otra parte, la Cuarta Conferencia de Naciones Unidas sobre la Mujer, celebrada en Beijing
en 1995, ha situado la salud reproductiva dentro de un contexto de DERECHOS SEXUALES Y
REPRODUCTIVOS y dentro del marco general de los DERECHOS HUMANOS. En este sentido, la
Plataforma de Acción aprobada en dicha Conferencia ha reconocido que “los derechos
humanos de las mujeres incluyen sus derechos a controlar y a decidir de manera libre y
responsable sobre los asuntos relacionados con su sexualidad, incluyendo la salud sexual y
reproductiva, sin coerción, discriminación o violencia” (IPPF, 1998).
Más recientemente, en el Foro CIPD+5, celebrado en La Haya en febrero de 1999, ONG,
organizaciones internacionales y gobiernos han hecho una revisión de los avances en la
implementación del Plan de Acción de la Conferencia de El Cairo y han fijado nuevas acciones
para el futuro. Asimismo, además de reafirmar el carácter de derecho humano básico de la
salud reproductiva, han destacado la necesidad de involucrar a los hombres en los temas de
salud reproductiva, además de informar y proporcionar servicios a los jóvenes. En el foro se
constató que los países desarrollados no han asignado los recursos materiales, humanos e
institucionales necesarios para la implementación del Programa de Acción del CIPD. Éste
estableció que dos tercios del coste de los programas de salud reproductiva en los países en
desarrollo provendrían de sus propios fondos, y que el tercio restante sería aportado por la
comunidad internacional. Aunque aquéllos han incrementado sus esfuerzos en la materia,
éstos no han cumplido lo acordado (El País, 1999:34).
Por otra parte, según el documento producido por el Foro CIPD+5, la “salud reproductiva”
puede ser considerada como un enfoque integral que sirve para analizar y responder a las
necesidades de hombres y mujeres con relación a su sexualidad y reproducción. Ese enfoque
introduce conceptos como derecho, equidad, dignidad, empoderamiento, autodeterminación
y responsabilidad en todo lo relacionado con la vida de hombres y mujeres sea en la sociedad,
en la familia o en las relaciones sexuales. Por tanto, implica un visión que va más allá del
modelo biomédico, que tiende a ver al individuo fuera de su contexto y a no analizar en
profundidad las causas de la salud y la enfermedad (ver SALUD Y ENFERMEDAD) (WHO,
1999:18,19).
Como especificó el programa de acción del CIPD (1994:cap. 7), los cuidados de la salud
reproductiva deberían incluir un amplio espectro de servicios para lograr los siguientes
objetivos principales:
– Facilitar a todas las personas que lo requieran el acceso a la planificación familiar y la libre
elección del método de la misma junto con la información y la educación sobre este tema y el
apoyo necesario para llevarla a cabo.
– Asegurar una maternidad sin riesgos a través de cuidados previos al embarazo, durante y
después del mismo, asegurando un parto seguro y reduciendo la mortalidad infantil.
– Prevenir y tratar las enfermedades del transmisión sexual (ETS) incluyendo el VIH/SIDA.
– Desalentar activamente las prácticas tradicionales dañinas como la mutilación genital
femenina.
A su vez, existen otros elementos que forman parte de la salud reproductiva o que están
estrechamente ligados a ésta, como la prevención y el tratamiento de las enfermedades
degenerativas del aparato reproductor (como el cáncer de mama y de cuello de útero) y la
lucha contra la violencia sexual (ver MUJERES, VIOLENCIA CONTRA LAS).
1) Programas de salud reproductiva
El éxito de los programas de salud reproductiva depende de varios factores. La PARTICIPACIÓN
activa de la comunidad es importante en todos los niveles para favorecer la aceptación de los
programas, su adecuación a las necesidades reales y la SOSTENIBILIDAD de los mismos, en la
medida en que se desarrolla un sentido de pertenencia sobre los mismos. Además, la
participación contribuye al EMPODERAMIENTO de la población, y en particular a las mujeres, al
lograr un mayor control sobre su propia salud y sobre los servicios que suministran la
atención (ver ATENCIÓN PRIMARIA DE LA SALUD). Por otra parte, los servicios tienen que ser
accesibles –económicamente, geográficamente y culturalmente–, garantizando el mayor
grado de privacidad, confidencialidad y continuidad de los cuidados. Deben usarse tecnologías
apropiadas y los servicios deben ser atendidos por un personal adecuado y bien formado,
respetando las costumbres y la concepción cultural del paciente. Para favorecer la utilización
de los servicios, el personal de salud debería ser del mismo sexo que el usuario,
preferentemente de origen cultural similar, y contar con habilidades para la comunicación.
Los servicios de salud reproductiva no deben considerarse como programas aislados u
opcionales, sino como una parte integral de los servicios de atención primaria de la salud
(APS), compartiendo el lugar de atención y el personal que los provee.
Tal como reconoce el informe de la FNUAP sobre el estado de la población mundial (FNUAP,
2000), las ong[ONG, REDES DE, ONG (ORGANIZACIÓN NOGUBERNAMENTAL)] están
representando un valioso papel en el diseño de programas y la provisión de servicios de salud
reproductiva, incluyendo la planificación familiar, especialmente en las comunidades con
menor acceso a las planes gubernamentales, cuando existen. Muchas ONG especializadas en
atención sanitaria, e incluso en salud reproductiva específicamente, están promoviendo
campañas de información y sensibilización en las diferentes comunidades, mientras que otras
trabajan en evaluar el grado de progreso que han alcanzado diferentes gobiernos en la
aplicación del programa de acción de la CIPD. El éxito del trabajo de las ONG depende en
gran medida de la colaboración de las instituciones gubernamentales. No obstante, según una
encuesta realizada en 1998 publicada en dicho informe, sólo 49 de los 114 países en vías de
desarrollo han tomado medidas para apoyar las intervenciones de las ONG.
2) Planificación familiar
La planificación familiar tiene por objetivo la adopción voluntaria de prácticas que permiten a
las parejas elegir el número de hijos y el momento óptimo para el embarazo, así como también
evitar los nacimientos no deseados. Por otra parte, posibilita disfrutar de una sexualidad libre.
La mayoría de los métodos de planificación familiar son utilizados por las mujeres. No
obstante, dado el papel desempeñado por el hombre en la toma de decisiones en el hogar, éste
debería estar mejor informado y ser estimulado a compartir las responsabilidades de la
planificación familiar.
La “planificación familiar” tiene varios sinónimos que a veces representan el trasfondo
ideológico con que se concibe esta actividad. A veces se la denomina “control de la natalidad”
cuando se quiere hacer énfasis en la finalidad demográfica de algunos programas, o también
“regulación de la natalidad” para abarcar las necesidades de personas jóvenes sexualmente
activas o de personas que no tienen o no quieren tener familia.
Existen diferentes formas de suministrar los métodos de planificación familiar y distribuir los
contraceptivos: a través de las estructuras de salud (puestos de salud periféricos, centros de
salud, hospitales, etc.), o a través de otras vías como los canales de distribución de base
comunitaria o mediante su venta en el mercado. Todas estas formas deben ser accesibles a los
diferentes grupos de usuarios (adolescentes, madres, parejas jóvenes, solteros/as,
inmigrantes) y tener en cuenta sus necesidades particulares en materia de planificación
familiar.
La cantidad de dinero que la persona está dispuesta a pagar por la contracepción depende de
su condición socioeconómica y cultural, y de la importancia que otorga a prevenir el
embarazo. Algunos gobiernos y agencias internacionales distribuyen a veces contraceptivos de
manera gratuita o a precios subsidiados. No obstante, el uso de métodos de planificación
familiar nunca debería ser estimulado a través de incentivos materiales, sean para el usuario o
para el personal que proporciona el servicio (Eade y Williams, 1995:740).
3) Métodos de planificación familiar
Ningún método es plenamente efectivo, puede ser universalmente recomendado ni es
necesariamente adecuado para toda la vida reproductiva de un individuo. Cada uno tiene
ventajas e inconvenientes. El método adecuado y aceptable para cada persona depende de su
edad, número de hijos, estado de salud, estado civil, factores sociales y culturales, etc.
Pese a que los métodos anticonceptivos se encuentran cada vez más disponibles en los países
en vías de desarrollo, aún son muchas las personas que carecen de acceso a éstos. Alrededor
del 60% de las mujeres y de los hombres utilizan actualmente métodos modernos de
contracepción en el mundo (WHO, 1998), pero se estima que alrededor de 350 millones de
parejas en el mundo carecen de información sobre los métodos anticonceptivos y de acceso a
los mismos. Norteamérica cuenta con el índice más alto de utilización de anticonceptivos,
67%; África tiene el más bajo, 15%; y Asia, incluyendo China, tiene el índice más alto de
utilización de anticonceptivos en el Tercer Mundo. El índice de métodos anticonceptivos
utilizados por los hombres (preservativo o vasectomía) sigue siendo bajo: en Brasil suponen
un 4% del uso de métodos, y el Etiopía el 7% (WHO, 1998).
La utilización de unos u otros métodos varía por países según diferentes motivos: su oferta en
el mercado, la información disponible, los factores culturales o la autorización por el gobierno.
En muchos de los programas de gobiernos o agencias internacionales hay una marcada
preferencia por los métodos controlados por el proveedor, como los implantes o los
anticonceptivos inyectables, sobre los controlados por el usuario, como las píldoras o los
preservativos, pues éstos requieren mayor información y seguimiento en su utilización.
Entre los principales métodos anticonceptivos caben destacarse los siguientes:
a) Los tradicionales, como la LACTANCIA MATERNA, que tiene efecto contraceptivo en los tres a
seis meses siguientes al parto, aunque su efectividad varía mucho entre unas y otras mujeres;
la prohibición de relaciones sexuales en algunas culturas hasta que el niño cumple dos años o
deja de tomar pecho; y otros métodos naturales como el del calendario u OginoKnaus, la
medición de la temperatura corporal basal o el examen del moco cervical (método de Billings),
que no tienen efectos secundarios ni generan problemas éticoreligiosos, pero que no son muy
efectivos.
b) Los de barrera, entre los que destacan (además de los diafragmas) los preservativos
masculinos y femeninos, que contribuyen también a evitar el contagio del VIH y de otras
enfermedades de transmisión sexual.
c) Los hormonales, consistentes en el suministro de determinadas hormonas mediante
píldoras (incluidas las “del día siguiente”, que forman parte del kit de emergencia de la
oms[ALTO COMISIONADO DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LOS REFUGIADOS,VER ACNUR,
DEPARTAMENTO PARA LA AYUDA HUMANITARIA DE LA COMUNIDAD EUROPEA, VER ECHO, COMERCIO
JUSTO, COMIDA O DINERO POR TRABAJO,PROYECTOS/PROGRAMAS DE, ECHO (DEPARTAMENTO PARA
LA AYUDA HUMANITARIA DE LA COMUNIDAD EUROPEA), INSTRAW (INSTITUTO INTERNACIONALDE
INVESTIGACIONES Y CAPACITACIÓNDE LAS NACIONES UNIDAS PARALA PROMOCIÓN DE LA MUJER),
MEDIOS DE COMUNICACIÓN, OMC (ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE COMERCIO), OMS (ORGANIZACIÓN
MUNDIALDE LA SALUD), COMITÉ DE AYUDA AL DESARROLLO,VER CAD, EDUCACIÓN SANITARIA Y
PROMOCIÓNDE LA SALUD, EMERGENCIA COMPLEJA, ECONOMÍA MORAL , ACNUR (ALTO COMISIONADO
DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LOS REFUGIADOS), CAD (COMITÉ DE AYUDA AL DESARROLLO)], por
su utilidad en zonas de conflicto donde abundan las violaciones), inyecciones periódicas o
implantes subcutáneos.
d) El dispositivo intrauterino (DIU o espiral).
e) La esterilización quirúrgica, esto es, la vasectomía en los hombres y la ligadura de trompas
en las mujeres, que son los métodos más eficaces.
4) Maternidad sin riesgo
En muchos países del Tercer Mundo la mortalidad materna sigue siendo la causa principal de
muerte de mujeres en edad de procrear. Según estimaciones de la oms[ALTO COMISIONADO DE
LAS NACIONES UNIDAS PARA LOS REFUGIADOS,VER ACNUR, DEPARTAMENTO PARA LA AYUDA
HUMANITARIA DE LA COMUNIDAD EUROPEA, VER ECHO, COMERCIO JUSTO, COMIDA O DINERO POR
TRABAJO,PROYECTOS/PROGRAMAS DE, ECHO (DEPARTAMENTO PARA LA AYUDA HUMANITARIA DE LA
COMUNIDAD EUROPEA), INSTRAW (INSTITUTO INTERNACIONALDE INVESTIGACIONES Y
CAPACITACIÓNDE LAS NACIONES UNIDAS PARALA PROMOCIÓN DE LA MUJER), MEDIOS DE
COMUNICACIÓN, OMC (ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE COMERCIO), OMS (ORGANIZACIÓN
MUNDIALDE LA SALUD), COMITÉ DE AYUDA AL DESARROLLO,VER CAD, EDUCACIÓN SANITARIA Y
PROMOCIÓNDE LA SALUD, EMERGENCIA COMPLEJA, ECONOMÍA MORAL , ACNUR (ALTO COMISIONADO
DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LOS REFUGIADOS), CAD (COMITÉ DE AYUDA AL DESARROLLO)],
cada año mueren por causas relacionadas con el embarazo y el parto aproximadamente
600.000 mujeres: más de una por minuto (WHO, 1998). Casi todas ellas residen en países en
desarrollo (aproximadamente el 90% en Asia y África Subsahariana, el 10% en el resto de los
países en desarrollo y el 1% en los países desarrollados). Asimismo, una cantidad muchas
veces superior de mujeres (aproximadamente 50 millones cada año) padecen de secuelas
temporales o permanentes como resultado del parto. La OMS define la mortalidad materna
como la muerte ocurrida durante el embarazo o dentro de los cuarenta y dos días después del
fin del embarazo por causas relacionadas o agravadas por el embarazo o por su manejo. Las
causas más frecuentes, responsables del 75% de las muertes, son la hemorragia, la infección,
la toxemia gravídica (eclampsia), el trabajo de parto obstruido y el ABORTO mal practicado
(FNUAP, 1997:19).
En la CIPD y en otras conferencias de NACIONES UNIDAS, la alta mortalidad materna en los
países en vías de desarrollo ha sido reconocida como un obstáculo al desarrollo y la
maternidad sin riesgo como un derecho humano básico.
En muchos de los países en desarrollo, los índices de mortalidad materna son
significativamente más altos en las zonas rurales que en las zonas urbanas, lo que revela que
la falta de acceso adecuado a un centro de salud o a un hospital para el parto de rutina o para
un caso de emergencia es un factor de riesgo esencial para las madres. Estas complicaciones,
por lo general susceptibles de prevención, también pueden dañar al niño, provocando su
muerte o dejando en él secuelas permanentes. Se estima que al menos la mitad de las muertes
perinatales (nacimiento de bebé muerto, muerte fetal después de las 28 semanas de gestación
o en los primeros siete días posteriores al parto) están relacionados principalmente con
cuidados inadecuados durante la gestación y el parto (WHO, 1998).
Los índices de mortalidad materna en los países ricos y los países desarrollados muestran la
más alta disparidad en comparación con cualquier otro indicador de salud pública, con
índices en los países en desarrollo 200 veces más altos que en los países europeos y en el norte
de América. La disparidad también es alta dentro de un mismo país, entre mujeres ricas y
empobrecidas, entre las que viven en medios rurales y en la ciudad, entre las que tienen
educación y las que no han ido a la escuela. Así, las mujeres pobres de las zonas rurales del
África subsahariana y de Asia son las que menos acceso tienen a los servicios de cuidados
maternales (FNUAP, 1997:19).
La alta mortalidad materna en los países en desarrollo podría reducirse de forma notable con
medidas de bajo costo. Evidentemente, la prevención de los embarazos no deseados a través
del acceso universal a la planificación familiar reduciría la mortalidad derivada de la
maternidad. No obstante, la principal medida para prevenir las muertes de madres es la de
proporcionar atención obstétrica de emergencia, inclusive el tratamiento de las hemorragias,
infecciones, hipertensión y obstrucción del parto. Esto último implica la detección a tiempo de
las complicaciones, la posibilidad de transporte sin demora a un establecimiento médico
cercano y la capacidad de este último de manejar adecuadamente los principales problemas
obstétricos o de transferir la parturienta a un centro de mayor complejidad en el menor
tiempo posible.
Otros componentes importantes en la lucha contra la mortalidad materna son: los cuidados
prenatales y de posparto que incluyen los cuidados del bebé y la promoción de la lactancia; la
prevención y el manejo de las enfermedades de transmisión sexual (ETS), incluyendo el
VIH/SIDA; los servicios de planificación familiar y otros aspectos relacionados con la
maternidad segura, como la promoción de la nutrición correcta. Este tipo de cuidados en
conjunto costaría alrededor de 3 dólares por persona en los países en vías de desarrollo
(WHO, 1998). Veamos algunos de tales componentes.
a) Cuidados del parto: La mayoría de las muertes ocurren durante el parto o poco después del
mismo, si bien se ha visto que ése es justamente el momento en el que reciben menos
asistencia. Los cuidados de salud de buena calidad durante y poco después del parto son
intervenciones puntuales importantes para prevenir la morbilidad y mortalidad de las madres
y los recién nacidos. Sólo el 53% de los partos realizados en los países del Tercer Mundo
cuenta con asistencia de personal bien formado, médico o matrona. El resto, unos 60 millones
de partos al año, se llevan a cabo en lugares en donde las mujeres sólo pueden ser asistidas
por un miembro de la familia, una partera tradicional no formada o ninguno de ellos. La
importancia de realizar los partos bajo la asistencia de profesionales de salud capacitados para
tal fin reside en que ellos pueden asegurar la higiene durante el trabajo del parto y el
alumbramiento, suministrar cuidados adecuados, seguros y no traumáticos, reconocer las
complicaciones y manejarlas de forma efectiva o referir a la mujer a un establecimiento de
nivel superior.
b) Cuidados prenatales: Millones de mujeres en los países en vías de desarrollo carecen de
acceso a los cuidados adecuados durante el embarazo. Sólo el 63% de las mujeres en los países
en desarrollo reciben este tipo de cuidados, mientras en los países desarrollados es sólo el 97%
(WHO, 1998). En las sesiones de cuidados prenatales se detectan y se tratan enfermedades
existentes, se reconocen y se manejan complicaciones de forma precoz, y se proporciona
información y consejo enseñando a autodetectar los síntomas de los posibles problemas,
recomendando el lugar al que acudir en busca de ayuda si aparecen complicaciones y
ayudando a las mujeres y a sus familias a prepararse para el nacimiento del bebé. La poca
utilización de los servicios de cuidados prenatales se debe a diversos factores: distancia de los
centros de salud, costes incluyendo los costes directos, costes de transporte, medicamentos y
servicios, falta de tiempo debido a la carga de las tareas del hogar, y falta de poder de decisión
de la mujer dentro de la familia. Se recomienda realizar al menos tres visitas prenatales,
idealmente la primera de ellas al comienzo del embarazo, aunque el número puede variar
según las políticas nacionales. Las visitas prenatales deberían incluir: evaluación del estado de
salud de la madre, identificación y manejo de complicaciones del parto, sean agudas, como las
hemorragias preparto y el aborto, u otras como la hipertensión arterial, el PALUDISMO (en zonas
endémicas), la diabetes, las enfermedades de transmisión sexual, así como la vacunación
contra el tétanos. Las recomendaciones nutricionales y la educación sanitaria también
desempeñan un papel importante.
c) Cuidados posparto: Sólo una pequeña proporción de las mujeres en los países en vías de
desarrollo recibe cuidados postoperatorios: menos del 30%. En países y regiones muy
empobrecidas, menos del 5% lo reciben, frente al 90% en los países desarrollados (WHO,
1998). El momento del posparto inmediato sigue siendo un momento de mucha
vulnerabilidad para la mujer. Las revisiones del posparto permiten controlar a la madre y el
bebé, enseñar y apoyar las prácticas adecuadas de lactancia materna y detectar problemas de
forma precoz.
El factor más importante para una maternidad sin riesgo parece ser el compromiso político de
un país, es decir, la convicción de los políticos y de la sociedad en general de que la mortalidad
materna se puede y se debe prevenir. Para lograr esto, hace falta resolver las desigualdades de
género, la pobreza y la discriminación a la que se enfrentan las mujeres en todo el mundo.
Asimismo, mejorar su condición jurídica y social y reconocer su papel reproductivo y
productivo, en especial su contribución a la economía del hogar y a la economía nacional. En
general, puede decirse que las sociedades que subvaloran a las mujeres tienden a invertir
menos en su salud y bienestar, en particular en las zonas pobres (Fathalla, 1998:6).
La falta de personal capacitado –médicos, enfermeras, matronas– para asistir a las mujeres es
un problema importante, en especial en zonas rurales del Tercer Mundo. En algunas partes de
Asia y de África sólo hay una matrona para cada 300.000 personas, lo que se traduce en una
matrona para cada 15.000 partos. La mayoría de los médicos y de las matronas profesionales
trabajan en los hospitales de las grandes ciudades y en muchas ocasionas la formación en
temas obstétricos es insuficiente, inadecuada o desactualizada.
Las parteras tradicionales desempeñan un papel importante en el apoyo a las mujeres durante
el trabajo de parto, pero por lo general no están capacitadas para hacer frente a las
complicaciones que pueden surgir durante el mismo. En los últimos años, se han llevado a
cabo muchos programas que tenían como finalidad capacitarlas para que puedan realizar
partos más higiénicos y seguros, detectar las complicaciones durante el parto y referir las
mujeres hacia las estructuras de salud. No obstante, parece que estos programas han tenido
un escaso impacto sobre la reducción de la mortalidad materna a nivel global en los países en
vías de desarrollo (Walraven y Weeks, 1999:527). Diferentes estudios realizados en África y en
Asia han mostrado que las parteras tradicionales, en ausencia de apoyo y respaldo de personal
capacitado en centros de salud equipados para responder a las emergencias obstétricas, no
reducen el riesgo de las mujeres de morir durante el parto (Weil y Fernández, 1999:941).
En este sentido, la estrategia actual encabezada por la OMS intenta transferir los esfuerzos
hacia la formación de matronas profesionales que garanticen una cobertura de cuidados
obstétricos a toda la población (WHO, 1998). Esta estrategia tendría que ser respaldada, entre
otras cosas, por una incremento importante del número de estructuras sanitarias, en especial
en zonas periféricas, por lo que podría resultar imposible de cumplir a corto o medio plazo.
Por lo tanto, una estrategia a aplicar en este plazo, según Walraven y Weeks (1999:528),
podría ser la de identificar a aquellas parteras con conocimientos obstétricos dentro de las
comunidades y formarlas, apoyándolas al mismo tiempo con planes integrales de cuidados
maternos que unan y vinculen los conocimientos de los trabajadores sanitarios.
5) Prevención y tratamiento del aborto
Aproximadamente 50 millones de mujeres en el mundo se someten cada año al aborto, de los
que 20 millones son realizados en malas condiciones y alrededor del 90% se realizan en países
en desarrollo (FNUAP, 1997:22). En consecuencia, unas 78.000 mujeres pierden la vida
mientras que millones de mujeres padecen secuelas como infecciones, incontinencia, lesiones
e infertilidad. A su vez, al menos la cuarta parte de los abortos realizados en malas
condiciones corresponden a jóvenes de entre 15 y 19 años (WHO, 1998).
Al igual que en la reducción de la mortalidad materna en general, la medida más importante
para prevenir los abortos consiste en reducir el número de embarazos no deseados
incrementando el acceso a la planificación familiar. Si bien la legalidad no garantiza
condiciones de seguridad, cuando los abortos son ilegales es mayor la proporción de éstos
realizados en malas condiciones. Por lo general, las mujeres intentan interrumpir un
embarazo cuando éste resulta de relaciones sexuales no deseadas, cuando carecen de
información y servicios de planificación familiar, cuando fracasa el método anticonceptivo
utilizado o cuando cambian las circunstancias después de la concepción. En casi todos los
países del mundo el aborto es legal en determinadas circunstancias en las que se reconoce la
amenaza para la vida de la madre. No obstante, las definiciones del riesgo divergen de forma
importante de un país a otro y en casi la mitad de los países del Tercer Mundo la protección de
la salud de la madre no constituye un fundamento jurídico para el aborto (FNUAP, 1997:22).
Independientemente de la condición de legalidad del aborto en un país determinado, las
mujeres deberían tener acceso a servicios de calidad para tratar las complicaciones derivadas
del mismo y, “en los casos en donde el aborto no es contrario a la ley, los sistemas de salud
deberían capacitar y equipar a quienes prestan los servicios de salud y tomar otras medidas
para asegurar que el aborto se realice en condiciones adecuadas” (FNUAP, 2000).
6) Prevención y tratamiento de las enfermedades de transmisión sexual
Las enfermedades de transmisión sexual (ETS) comprenden todas las infecciones en las que la
transmisión sexual tiene importancia epidemiológica y constituyen una causa importante de
salud precaria y de muerte. Habitualmente afectan a personas del grupo de edad más
productivo, de entre 15 y 45 años. Aunque en la actualidad el VIH/SIDA es sin duda la
enfermedad de transmisión sexual más importante, existen otras importantes, como la sífilis,
la gonococia (gonorrea), el linfogranuloma venéreo, el chancro blando, la infección por
chlamydia, el herpes, etc. (ver figura 1) que afectan a gran número de hombres y mujeres en
todo el mundo, pero especialmente en los países en desarrollo. Asimismo, la presencia de
enfermedades de transmisión sexual –especialmente de aquellas que producen ulceraciones
genitales– desempeñan un papel importante en la propagación del Sida ya que aumentan la
facilidad con que se transmite el VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humano).
Cada año se registran en el mundo aproximadamente 333 millones de casos nuevos de ETS
(sin contar los nuevos casos de contagio por el VIH) (OMS, 1996:1). Se estima que el número
de mujeres afectadas es cinco veces superior al de los hombres (FNUAP, 2000). A su vez, las
consecuencias que tienen estas enfermedades para las mujeres suelen ser más graves, ya que
pueden causar infecundidad, complicaciones del embarazo, enfermedades del puerperio y
predisposición al cáncer cervical. Debido tanto a cuestiones biológicas como a condiciones
socioeconómicas, las mujeres son más vulnerables que los hombres frente a las ETS. Debido a
las diferencias anatómicas, las mujeres se contagian con mayor facilidad que los hombres al
tiempo que es más difícil diagnosticar las ETS en ellas (casi la mitad de las mujeres infectadas
pueden no experimentar ningún síntoma y, si los presentan, pueden no comprender su
significado). Por otra parte, al ostentar una posición social inferior y depender
económicamente de los hombres, las mujeres pueden no estar en condiciones de negociar el
uso del preservativo (tanto masculino como femenino) para prevenir el contagio de las ETS.
Asimismo la violencia sexual habitual en situaciones de desastre también es un factor que
incrementa la vulnerabilidad de la mujer frente al contagio de ETS.
Figura 1: Las cuatro enfermedades de transmisión sexual de mayor prevalencia después del
VIH/SIDA
Enfermedad Incidencia Características principales Tratamiento
(casos
nuevos
cada año)
En el hombre, produce uretritis, una inflamación
de la mucosa de la uretra que se manifiesta
principalmente por una secreción purulenta. En la
mujer, muchas veces la infección es asintomática
Gonococia 62 Administración
pero también produce uretritis, vaginitis y otras
(gonorrea) millones de antibióticos
infecciones del tracto genital. En función de las
prácticas sexuales, puede afectar a la mucosa de la
garganta y del recto. Entre las complicaciones se
destacan la afección articular y la cardíaca
Infección bacteriana que no suele manifestarse de
manera evidente. Los casos no diagnosticados y no
tratados pueden tener como consecuencia la
infección por 89 Administración
infertilidad en la mujer y la epididimitis en el
chlamydia millones de antibióticos
hombre. La transmisión de la infección de la madre
al hijo en el momento del parto puede producirle
una conjuntivitis
Es probablemente la ETS más mortal después del
SIDA. Esta enfermedad bacteriana tiene varios
estadios que se manifiestan de formas diferentes.
Desde la úlcera genital y las erupciones cutáneas en
12 Administración
sífilis las fases iniciales puede llegar, si no se trata
millones de antibióticos
convenientemente, al estadio terciario con afección
progresiva del sistema nervioso central, así como
de los sistemas cardiovascular y
musculoesquelético
Es una infección por protozoos (parásitos
unicelulares microscópicos) que suele ser
170 Utilización de
tricomoniasis sintomática en la mujer causando vulvovaginitis,
millones metronidazol
que se manifiesta principalmente con prurito y
flujo vaginal
Fuente: OMS (1996:12).
Estas causas hacen que la mujer sea más vulnerable al contagio del VIH que el hombre y que
se contagie con mayor rapidez y a edad más temprana. En este sentido, en el continente
africano hay 12 mujeres por cada 10 hombres que viven con el VIH (ONUSIDA, 2000:11).
Una de las dificultades frente a las ETS reside en el diagnóstico, ya que para definir la
etiología de muchas de las ETS hacen falta métodos de diagnóstico, en especial de laboratorio,
aún no disponibles en muchas estructuras sanitarias de los países en desarrollo. Por esta
razón, la OMS y algunos países han elaborado diagramas de flujo (flow chart) de diagnóstico
sindrómico que permiten al trabajador de salud definir el tratamiento adecuado en base a los
síntomas relatados por el paciente y los signos observables.
Los programas de salud reproductiva pueden reducir los niveles de ETS, inclusive el HIV/
SIDA, proporcionando información y asesoramiento sobre la sexualidad, los papeles de
GÉNERO y los desequilibrios de poder entre mujeres y hombres, la violencia por motivos de
género y su relación con el contagio del VIH; la transmisión del VIH de la madre al hijo; la
distribución de preservativos masculinos y femeninos; el diagnóstico de ETS; la formulación
de estrategias comunitarias para apoyar a los enfermos y reducir la vulnerabilidad de las
mujeres.
7) Mutilación genital femenina
Otra preocupación de la salud reproductiva son las prácticas tradicionales dañinas para la
salud de las mujeres. Entre éstas, la mutilación genital femenina (MGF) es la más importante.
Según estimaciones de la OMS, alrededor de 120 millones de las mujeres que viven hoy en el
mundo han sido sujeto de algún tipo de mutilación genital y otros dos millones de niñas y
adolescentes estarían expuestas a pasar por esta experiencia cada año (WHO, 2000). Este
procedimiento, además de ser extremadamente doloroso y psicológicamente traumático,
puede causar hemorragias graves, infecciones importantes e incluso la muerte. Al mismo
tiempo, son muy frecuentes las secuelas como las infecciones recurrentes del tracto urinario,
la incontinencia urinaria, el dolor durante las relaciones sexuales, o los problemas
menstruales y de esterilidad. Esta práctica aún es llevada a cabo por muchos grupos étnicos,
del oeste al este de África, en algunas regiones del sur de la Península Arábiga, a lo largo del
Golfo Pérsico y en comunidades de inmigrantes en Europa, Australia y el norte de América.
Además, se han registrado entre algunos grupos minoritarios en la India, Malasia e Indonesia.
En las culturas en las que la MGF es una práctica aceptada, la practican los seguidores de
diferentes religiones, animistas y no creyentes. Para explicar los motivos de esta práctica se
mencionan por lo general la costumbre y la tradición pero también se invocan otras razones
como la necesidad de controlar la sexualidad femenina, la higiene, el honor de la familia, la
pertenencia, etc. Aunque la práctica es anterior al Islam y en el Corán no aparece ningún
llamamiento a favor de la mutilación, en los países musulmanes que la practican suele tener
un significado religioso (Amnistía Internacional, 1999).
Según la definición de la OMS (2000), la MGF comprende todos aquellos procedimientos que
implican la escisión total o parcial de los genitales femeninos externos y cualquier otra lesión
en los órganos genitales femeninos, sea por razones culturales o por cualquier otro motivo no
terapéutico. La técnica de la escisión genital y la posterior sutura varía considerablemente
según el país o según la comunidad en la que se lleve a cabo.
Se estima que un 80% de las mujeres afectadas han sido objeto de la resección del clítoris y los
labios menores, al tiempo que la infibulación es una práctica generalizada en Somalia, Sudán
septentrional y Djibuti, donde representa hasta un 80% o 90% de esas prácticas y donde
también se registra la mayor tasa de complicaciones (FNUAP, 1997:24).
La edad en que se practica el procedimiento varía entre distintos grupos étnicos y diferentes
localidades. A veces se realiza en lactantes, pero más comúnmente en niñas de entre 4 y 10
años de edad, aunque también en la adolescencia o al contraer matrimonio.
La MGF es habitualmente realizada por practicantes tradicionales que no poseen
conocimientos de anatomía y técnicas quirúrgicas y que utilizan instrumentos cortantes que
van desde trozos de vidrio, bisturíes o cuchillos especiales. Frecuentemente los instrumentos
se vuelven a utilizar sin ser esterilizados, no son habituales los anestésicos ni los
desinfectantes y para frenar las hemorragias se utilizan diversas sustancias como hierbas
especiales. La MGF está siendo realizada cada vez con mayor frecuencia por personal médico,
ya que se piensa que de esta forma la práctica es más higiénica y menos nociva. Sin embargo,
esta participación de personal médico en estas prácticas es altamente condenada por la OMS
(WHO, 2000).
Tradicionalmente, el problema de la mutilación genital ha sido evitado por ser una cuestión
difícil y delicada, en particular por estar profundamente enraizada en muchas comunidades.
Pero en la actualidad se ha convertido en un tema muy debatido de forma abierta tanto en
foros internacionales como nacionales. En tal sentido, existe un consenso en la comunidad
internacional respecto a que la mutilación genital femenina en sus diversas modalidades es un
procedimiento totalmente innecesario que invade al cuerpo, muy traumático física y
psicológicamente, que a veces pone en peligro la vida de la persona y que las consecuencias
para la salud de la reproducción son graves y persisten toda la vida. La MGF ha sido
condenada por la CIPD (1994:párrafo 7.6) y por una declaración conjunta de OMS/UNICEF/
FNUAP (WHO, 2000) en la que se considera esta práctica como una violación de los derechos
humanos básicos de niñas, adolescentes y mujeres como la libertad y la seguridad de la
persona y de su salud física y mental.
La MGF está profundamente enraizada en las tradiciones culturales y tiene connotaciones de
orgullo y espiritualidad para muchas comunidades. Por tanto, la situación no cambiará
simplemente a través de la denuncia y la condena de los que la practican ni a través de su
prohibición. El abandono de la MGF se podrá alcanzar cuando las personas de las
comunidades que la practican, incluso las mujeres, sientan que pueden renunciar a la misma
sin por ello dejar de lado aspectos significativos de sus propias culturas. Otros componentes
importantes son el cambio de actitud de hombres y mujeres a través de la información y de la
discusión abierta, y las mejoras en las condiciones socioeconómicas de las mujeres.
Muchos de los logros realizados hasta hoy han sido gracias al trabajo de activistas y ONG
locales que trabajan en el seno de las comunidades. Este trabajo debe ser apoyado de forma
directa e indirecta, despertando la conciencia de la opinión pública mundial y de los
gobiernos, e instando a éstos a que ratifiquen y apliquen los tratados internacionales en
materia de derechos humanos.
8) Salud reproductiva para refugiados y desplazados
El suministro de servicios de salud reproductiva a las poblaciones de refugiados y desplazados
es relativamente nuevo. Hasta hace poco, las necesidades de las poblaciones desplazadas en
esta materia eran frecuentemente ignoradas. Durante los años 80, se han hecho diversos
intentos de afrontar este tema y en los últimos años se ha incrementado la atención hacia
estos problemas en contextos de emergencia. La cobertura de los medios masivos de
comunicación de la violencia sexual de la que son víctimas algunas poblaciones y el mayor
reconocimiento de la amenaza de las ETS, especialmente el VIH/SIDA, han puesto en evidencia
la importancia de incluir la salud reproductiva entre las prestaciones a los refugiados (Palmer,
1998:4).
En situaciones de emergencia, el suministro de alimento, agua potable, refugio, saneamiento y
atención de salud primaria son actividades prioritarias (ver SALUD DE LOS REFUGIADOS). Estas
intervenciones ayudan a combatir las principales amenazas a la salud y a la vida de los
refugiados, entre las que se destacan la MALNUTRICIÓN, las ENFERMEDADES DIARREICAS, el
sarampión, las INFECCIONES RESPIRATORIAS AGUDAS y el PALUDISMO (donde es prevalente).
Asimismo, los cuidados de salud reproductiva, como parte integral de la atencion primaria de
salud, también son importantes para la salud física y mental de todos los individuos, en
especial las mujeres, para hacer frente a determinados problemas como las complicaciones del
embarazo y del parto (causa principal de muerte entre mujeres refugiadas en edad de
procrear) y la propagación de las ETS y la violencia sexual.
Con el fin de reducir la mortalidad y la morbilidad, existen algunos aspectos de la salud
reproductiva que, en especial entre las mujeres, deben tenerse en cuenta incluso en la primera
fase de la emergencia, la más aguda, en la que se produce el desplazamiento de la población y
su posterior asentamiento. La violencia sexual contra las mujeres es un elemento importante a
tener en cuenta en esta fase, ya que ésta puede ser utilizada políticamente y como arma de
guerra en situaciones de conflicto. En este caso, además de las medidas de salud reproductiva
tendentes a prevenir los embarazos no deseados y las ETS, han de llevarse a cabo otras
medidas como la protección y el apoyo psicológico de las mujeres víctimas de la violencia.
La iniciativa para implementar servicios de salud reproductiva para poblaciones de refugiados
y desplazados se aceleró a raíz de la CIPD, que subrayó sus necesidades en la materia.
Los recientes esfuerzos realizados en materia de salud reproductiva a los refugiados y
desplazados se han plasmado en el manual del ACNUR titulado Salud reproductiva en
situaciones de refugiados (UNHCR, 1999), que reúne la experiencia de ONG, agencias de
NACIONES UNIDAS y organizaciones gubernamentales. Este manual pretende servir como
herramienta de terreno para la discusión e implementación de intervenciones de salud
reproductiva. Tales actividades deberían basarse en las necesidades expresas de los
refugiados, particularmente las mujeres, respetando los diferentes valores religiosos, éticos y
culturales de la población y los derechos humanos universalmente reconocidos. Al mismo
tiempo, deberían llevarse a cabo dentro de un enfoque multidisciplinar favoreciendo la
coordinación entre los diferentes actores. Los elementos que recoge el manual deben ser
adaptados a cada situación según sus necesidades y características específicas y en estrecha
colaboración de las autoridades del país de acogida.
Figura 2. Objetivos del Paquete Mínimo de Actividades Iniciales (PMAI):
Identificar una organización y una persona que se encargará de la coordinación y la
implementación del PMAI.
Prevenir la violencia sexual y tratar a los afectados por ella.
Reducir la transmisión del VIH:
Velar por el cumplimiento de las precauciones universales de prevención del
VIH/SIDA.
Garantizar la disponibilidad de preservativos de forma gratuita.
Prevenir la alta mortalidad materna y neonatal:
Promover partos más higiénicos en el domicilio a través de la provisión de kits de
partos limpios a madres y comadronas.
Facilitar partos limpios y seguros en las estructuras de salud a través de kits de
partos para matronas.
Equipar y apoyar a las estructuras de referencia para que sean capaces de
gestionar las emergencias obstétricas.
Planificar la integración de los servicios de salud reproductiva en los servicios de
Atención Primaria de Salud lo antes que permita la situación
Fuente: UNHCR (1999:12).
Para disponer de un criterio de intervención común para todas las situaciones se ha creado un
Paquete Mínimo de Actividades Iniciales para llevar a cabo en las diferentes fases de
desplazamiento de población (Minimum Initial Services Package) (ver figura 2). No se trata
de un kit de provisiones y equipamientos, sino de un conjunto de actividades que deben ser
implementadas por personal adecuado y de manera coordinada. Asimismo, el nuevo kit de
salud de emergencia de la oms[ALTO COMISIONADO DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LOS
REFUGIADOS,VER ACNUR, DEPARTAMENTO PARA LA AYUDA HUMANITARIA DE LA COMUNIDAD
EUROPEA, VER ECHO, COMERCIO JUSTO, COMIDA O DINERO POR TRABAJO,PROYECTOS/PROGRAMAS
DE, ECHO (DEPARTAMENTO PARA LA AYUDA HUMANITARIA DE LA COMUNIDAD EUROPEA),
INSTRAW (INSTITUTO INTERNACIONALDE INVESTIGACIONES Y CAPACITACIÓNDE LAS NACIONES
UNIDAS PARALA PROMOCIÓN DE LA MUJER), MEDIOS DE COMUNICACIÓN, OMC (ORGANIZACIÓN
MUNDIAL DE COMERCIO), OMS (ORGANIZACIÓN MUNDIALDE LA SALUD), COMITÉ DE AYUDA AL
DESARROLLO,VER CAD, EDUCACIÓN SANITARIA Y PROMOCIÓNDE LA SALUD, EMERGENCIA COMPLEJA,
ECONOMÍA MORAL , ACNUR (ALTO COMISIONADO DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LOS
REFUGIADOS), CAD (COMITÉ DE AYUDA AL DESARROLLO)] (ver MEDICAMENTOS ESENCIALES) provee
algunos recursos materiales para hacer frente a las necesidades en el campo de la salud
reproductiva (material para garantizar la seguridad y la higiene en los partos normales,
material para precauciones universales para el control de las infecciones; equipamiento,
provisiones y medicamentos para la atención en los centros de salud; equipos, provisiones y
medicamentos para algunas de las emergencias obstétricas y para la atención de las mujeres
violadas).
El FNUAP y algunas ONG ya disponen de kits especiales de salud reproductiva para situaciones
de refugiados que complementan el kit de emergencia. Este kit está diseñado para la fase
aguda o inicial de la emergencia. Una vez que la situación se estabiliza, la provisión de
materiales de salud reproductiva debería hacerse junto con las provisiones de los demás
programas de salud y los pedidos regulares de medicamentos. J. R.
Bibliografía
Amnistía Internacional (1999), La mutilación genital femenina y los derechos humanos.
Disponible en internet: http://wwwcombios.es/amnistia/infos/mgf/causas.htm
CIPD (1994), Informe de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo,
A/CONF.171/13, El Cairo, 5 a 13 de diciembre, 1994. Disponible en internet:
http://www.undp.org/popin/icpd/conference/offspa/sconf13.html
Eade, B. y S. Williams (1995), The Oxfam Handbook of Development and Relief, vol. 2,
Oxfam, Oxford
El País, "La ONU pide más dinero para planificación familiar", 23.9.1999.
Fathalla, M. F. (1998), "Un reto para los tocólogos", en Salud Mundial, 51º año, enero
febrero, OMS, Ginebra.
FNUAP (1997), Estado de la población mundial 1997, Fondo de las Naciones Unidas
para la población, Nueva York. Disponible en internet:
http://www.unfpa.org/swp/1997/spanish/sswpmain.htm
FNUAP (2000), Estado de la población mundial 2000, Fondo de las Naciones Unidas
para la Población, Nueva York. Disponible en internet:
http://www.unfpa.org/swp/2000/espanol/
IPPF (1998), The Need for Family Planning, the Remaining Challenges, International
Planned Parenthood Federation, Londres. Disponible en internet:
http://www.ippf.org/fp.htm
IPPF (2000), Píldoras anticonceptivas de emergencia, ficha informativa de IPPF, nº 7,
mayo, International Planned Parenthood Federation. Disponible en internet:
http://www.ippf.org/resource/contracards/contracard_esp.pdf
OMS (1996), "Le maladies sexuellement transmissibles (MST)", AideMémoire 110,
marzo, Organisation Mondiale de la Santé, Ginebra. Disponible en internet:
http://www.who.int/inf.fs/fr/am110.html
ONUSIDA (2000), Informe sobre la epidemia mundial de VIH/SIDA, Programa
Conjunto de Naciones Unidas sobre el VIHSIDA (ONUSIDA), Ginebra, junio.
Palmer, C. (1998), Reproductive Health for Displaced Population, Relief and
Rehabilitation Network, Overseas Development Institute, febrero.
UNHCR (1999), Reproductive Health in Refugee Situations. An InterAgency Field
Manual, Ginebra. Disponible en internet: http://www.who.int/reproductive
health/publications/interagency_manual_on_RH_in_refugee_situations/index.en.htm
Walraven, G. y A. Weeks (1999), "Editorial: the Role fo (Traditional) Birth Attendance
with Midwifery Skills in the Reduction of Maternal Mortality", en Tropical Medicine and
International Health, vol. 4, nº 8, pp. 5279, agosto.
Weil, O. y H. Fernández (1999), "Is Safe Motherhood an orphan initiative?", The Lancet,
vol. 354, 11 de septiembre.
WHO (1998), World Health Day, Safe Motherhood Information Kit, World Health
Organization. Disponible en internet:
http://www.who/archives/whday/en/whday1998.html
WHO (1999), Interpreting Reproductive Health. ICPD+5 Forum. The Hague, 812
February 1999, World Health Organization, Ginebra.
WHO (2000), Female Genital Mutilation, Fact Sheet, nº 241, junio, World Health
Organization, Ginebra. Disponible en internet: http://www.who.int/inf
fs/en/fact241.html
Ver Otros
Demografía
Género y salud
Natalidad, Políticas de control de la
Salud y desarrollo
Bloques temáticos
Salud