You are on page 1of 4

UNIVERSIDAD NACIONAL DE CAJAMARCA

FACULTAD DE INGENIERÍA
ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE INGENIERÍA GEOLÓGICA

TRABAJO DE INVESTIGACIÓN
“ECOSISTEMAS ACUATICOS”

ASIGNATURA: ECOLOGÍA

CICLO: V

PRESENTADO POR:
 BOÑON CHUNQUE, Jheyson Yanpaul

DOCENTE: Dc. NILTON DEZA ARROYO

CAJAMARCA – PERÚ, 2018


Ecosistemas Acuáticos

Un ecosistema acuático es todo aquel ecosistema que se desarrolla en un cuerpo de agua de


diverso tamaño y naturaleza, lo cual incluye mares, lagos, ríos, pantanos, arroyos, lagunas y
costas. En ellos juega un rol vital la naturaleza del agua, sus ciclos, así como el contenido orgánico
presente en ella, tanto de fuentes naturales como sedimentarias (los suelos).

Los ecosistemas acuáticos se dividen a grandes rasgos en ecosistemas marítimos (los


pertenecientes al océano y a sus costas) y ecosistemas de agua dulce (ríos, lagos, lagunas y
arroyos), pues de acuerdo a las características físicas y químicas de cada uno, tendrán una fauna
y flora distinta, adaptada a las condiciones vitales lo mejor posible. (Enciclopedia de conceptos)

Ecosistemas marinos

Los ecosistemas marinos son sumamente variados y ricos en fauna y flora, en un rango amplio
desde microorganismos, mamíferos marinos, peces, moluscos, hasta grandes depredadores y
formas vegetales estáticas y móviles. Recordemos que de allí proviene la vida en el planeta.
Estos ecosistemas se adaptan a la profundidad a la que se encuentren, y que a groso modo
podemos clasificar en cuatro zonas:

Intermareas. La zona en que el mar se conecta con la tierra firme, sea por la superficie o
subterráneamente, es una zona de mucho cambio y gran movimiento y erosión.

Mar abierto. También llamada zona pelágica, es la región más densamente poblada y de
mayores temperaturas, que descienden paulatinamente a medida que se desciende en altura.
Abarca la superficie oceánica y los primeros cientos de metros de profundidad.

Fondo oceánico. Zonas de mayor frialdad y menor incidencia de luz, en las que impera la arena
y la vida se torna más feroz y silenciosa. Suele estar bajo cientos de metros de profundidad.

Zona abisal o béntica. Es la región más profunda del océano, ubicada en fosas y grietas del suelo
oceánico que conducen a regiones sin luz solar, baja presencia de materia orgánica (aunque
posee una lluvia constante de residuos de las capas superiores), gigantescas presiones acuáticas
y una fauna adaptada a estas condiciones, cuyas formas y mecanismos de supervivencia suelen
ser llamativos o sorprendentes.

Ecosistemas de agua dulce

Los ecosistemas de agua dulce, por otro lado, se subdividen de acuerdo a los movimientos del
agua, en tres tipos:

Humedales. Regiones terrestres que se inundan durante buena parte del año, y que pueden
enfrentar igualmente períodos breves de sequía. Suelen propiciar el encuentro de ecosistemas
acuáticos con otros terrestres.

Lénticos. Aguas quietas o de poco caudal, como los lagos, lagunas y estanques. Contienen mayor
materia orgánica en suspensión en el agua.

Lóticos. Sistemas de agua corriente como ríos, riachuelos, arroyos, etc. Presentan mayor
movimiento y mayor convivencia de especies, entre peces, reptiles, anfibios, aves, etc.
Características

Los ecosistemas acuáticos son numerosos y abundantes en vida, por lo que suelen presentar
complejas cadenas tróficas, de animales adaptados a las condiciones puntuales del agua: su
salinidad, sus corrientes, etc. En el caso de los ríos, mucho de ello dependerá de los elementos
terrestres arrastrados o disueltos por la corriente, así como de la presencia o ausencia mineral
o de materia orgánica en los suelos que recorre.

Con la excepción de los anfibios y reptiles acuáticos, muchos de los cuales se desenvuelven en
el agua pero retornan a tierra a desovar (o viceversa), la mayoría de los animales de estos
ecosistemas están adaptados a la permanente inmersión en el agua, por lo que dependen del
equilibrio biótico de ésta.

Lo mismo ocurre con la flora, en su mayoría compuesta por algas, corales y otras formas
fotosintéticas que abundan en las regiones más superficiales, donde hay más luz solar. En las
ciénagas, en cambio, donde el agua es oscura y llena de restos orgánicos, la vida se adapta a la
baja concentración del oxígeno.

Fragilidad de los ecosistemas acuáticos

Los ecosistemas acuáticos, a semejanza de los terrestres, tienen propiedades de resistencia al


cambio y un cierto grado de resiliencia que tiende a volverlos al estado original luego de
experimentar cambios moderados. Pero una vez alterados más allá del límite que puede ser
manejado por esas dos propiedades, los entornos acuáticos no necesariamente regresarán a su
estado inicial, especialmente porque la estabilidad temporal de los ecosistemas acuáticos puede
depender de un balance específico entre muchos factores que, como se ha explicado en partes
anteriores de este texto, confluyen muy estrechamente en su existencia. Al inicio del siglo xxi,
desde el punto de vista de la investigación científica, ha quedado claro que los ecosistemas,
aunque pueden mostrar una cierta tendencia de estabilidad aparente dentro de plazos medios
a escala humana, son entidades cambiantes cuya trayectoria ecológica resulta determinada por
los efectos de perturbaciones que, de manera periódica o circunstancial, se presentan en ellos.
Los ecosistemas acuáticos no son una excepción a este fenómeno y, aún más, suelen ser mucho
más dinámicos y susceptibles de modificación que varios tipos de ecosistemas terrestres. Y en
muchos casos los cambios en ecosistemas acuáticos pueden llegar a ser drásticos luego de
períodos relativamente largos de aparente —y engañosa— resistencia a las alteraciones. En
realidad, la fragilidad de los ecosistemas acuáticos tiene que ver con una teoría en desarrollo
que involucra la posibilidad de estados sucesivos de estabilidad, la cual, en caso de deterioro de
variables importantes, puede generar una “caída” del ecosistema hacia algún otro estado,
relativa y temporalmente estable pero quizá depauperado en riqueza de especies y de funciones
ecosistémicas (Hobbs y Norton, 1996). Si el deterioro progresivo continúa, se volverán a vencer
la resistencia y la resiliencia del nuevo estado estable, haciendo que el ecosistema acuático
descienda más “peldaños”. Si esto ocurre así, cada vez será más difícil retornar el sistema hacia
estados similares a alguno de aquellos estables previos con mayor riqueza biótica y de
funcionamiento. Naturalmente, dada la fragilidad de muchos ecosistemas acuáticos, factores
como la extracción excesiva de agua, el vertimiento de desechos o la introducción de especies
exóticas representan un alto riesgo, puesto que las especies locales no han estado expuestas al
contacto con esas especies ajenas y pueden resultar depredadas, desplazadas por competencia
ecológica o, incluso, contagiadas con enfermedades que no existían originalmente en el sitio.
Aun cuando un ecosistema acuático realmente no está cerrado (puesto que recibe sedimentos
y detritos orgánicos y de otros tipos desde el medio terrestre circundante, e intercambio de
gases con la atmósfera), es claro que sus límites volumétricos le permiten solamente una cierta
capacidad de dilución y degradación de contaminantes. Excedido el límite, todo ecosistema
acuático empezará a deteriorarse, y no siempre con una tasa predecible, sino que debido a los
efectos sinérgicos de varias alteraciones, eventualmente se precipitará su destrucción luego de
un período de aparente resistencia. Obviamente, aunque ecosistemas acuáticos de gran tamaño
suelen ser más resistentes y resilientes que los de menor volumen, las condiciones locales
pueden hacer que un ecosistema delicado, aunque sea de grandes dimensiones, sufra un
deterioro irreversible. Estas son algunas de las razones por las cuales los ecosistemas acuáticos
son verdaderamente frágiles. Más allá de sus procesos hidrológicos y erosivos, lo que resulta
especialmente frágil en los ecosistemas acuáticos es su biodiversidad, pues la biota local ha
evolucionado durante miles (o hasta millones) de años conformando comunidades ecológicas
únicas. Estas especies son, simplemente, irrecuperables; en el caso de que su lago se secara, se
contaminara, se alterara por lapsos prolongados o, peor aún, si se dañara de manera no
reversible, estarían perdidas. De todo esto se desprende la preocupación sentida y expresada
por los usuarios del agua. (Sánchez, 2007).

Bibliografía y Linkografía

 Enciclopedia de Conceptos (2018). "Ecosistema acuático". Recuperado


de: http://concepto.de/ecosistema-acuatico/
 Hobbs, R. J., y D. A. Norton. 1996. Towards a conceptual framework for restoration
ecology. Restoration Ecology 4:93-110.
 Sanchez, O, 2007. Ecosistemas acuáticos: diversidad, procesos, problemática y
conservación
 Tello, E. 1998. La “guerra del agua en Barcelona”: Alternativas económico-ecológicas
para un desafío socioambiental. Barcelona, España.
http://asignatura.us.es/ciberico/archivos_acrobat/zaracomun4tello.pdf
 Tréllez, E.; Quiroz, C. (1995). Formación Ambiental Participativa. Una propuesta para
América Latina. CALEIDOS/ OEA. Lima

You might also like