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Universidad de Chile

Departamento de Literatura
Vientos de pueblo: poesía de la guerra civil española
Profesor: Andrés Morales
Alumno: Ignacio Cornejo Wettling

César Vallejo: de poeta a revolucionario

Según el evangelio de Marcos, tras la última cena, Jesús se dirige al <<Jardín de


Getsemaní>>, lugar también conocido como el <<Huerto de los olivos>>, donde
acostumbraba a orar junto a sus discípulos. Jesús, quien con angustia asimilaba la idea de
su muerte, apartándose de sus apósteles, comienza rogar, en medio de sus oraciones, a Dios
padre para que alejara la hora fatal, exclamando: “Padre: tú lo puedes todo, aparta de mí
este cáliz. Pero que no sea como yo quiero, sino como tú quieres” (Mr. 14. 36). El relato
bíblico escuetamente referido, le sirve al poeta peruano César Vallejo para dar nombre a su
obra, publicada póstumamente, España aparta de mí este cáliz. Teniendo en consideración
el compromiso ideológico del poeta con la revolución rusa y su ateísmo, resulta curioso que
el título de su obra dialogue con la angustia de Jesús ante la inminencia de su inevitable
sacrificio en el Nuevo Testamento. Sin embargo, en vista de sus vicisitudes biográficas no
es descabellado plantear que España aparta de mí este cáliz es parte no solo de su
compromiso con la segunda república durante la guerra civil española, sino que es la
cristalización de su madurez ideológica y lírica, reflejadas en una obra que es capaz de
equilibrar dos elementos en constante tensión, el marxismo y cristianismo, en una obra que
despliega por completo el sistema valórico de César Vallejo.

El proceso de concientización política de Vallejo no se inicia -ni mucho menos


completa- en su periplo por Rusia en octubre de 1928, mientras permanecía exiliado en
París, pero sí fue un factor decisivo en lo que sería su poética posterior. En una carta
fechada el veintisiete de diciembre de 1928, ya en París nuevamente, le anuncia a Pablo
Abril de Viviero -diplomático, poeta y amigo- que el futuro de la humanidad se estaba
fraguando al amparo de la praxis marxista-leninista en las remotas tierras rusas: “Debemos
unirnos todos los que sufrimos de la actual estafa capitalista, para echar abajo este estado de
cosas. Voy sintiéndome revolucionario y revolucionario por experiencia vivida, más que
por ideas aprendidas” (Caudet 780). El último fragmento de la idea recién citada esclarece
el modo en que el poeta se consolida ideológicamente, esto es, a través de sus propias
experiencias -tanto en el Perú como en Europa- y como resultado de sus propias reflexiones
acerca de la solidaridad que los hombres -seres humanos- deben tener recíprocamente entre
sí. La crítica, erróneamente, ha sostenido que Vallejo no estuvo comprometido de manera
militante con el marxismo-leninismo basándose en su declaración de un ser
<<revolucionario por experiencia vivida, más que por ideas aprendidas>>. En
contraposición a esta inferencia se tiene que el veintinueve de diciembre de 1929 los
comunistas peruanos exiliados en París, entre ellos José Carlos Mariátegui y César Vallejo,
redactan un documento en que declaran adoptar la ideología del marxismo y leninismo
como militantes y revolucionarios, adhiriendo a la doctrina en todas sus formas: filosófica,
política y socioeconómicamente (Caudet 788). El poeta en diciembre de 1930, un año
después de redactar el documento y fundar el <<Centro latinoamericano de estudios
marxistas>>, es exiliado de Francia y acogido en la tormentosa España de la década del
’30, donde se afilia al Partido Comunista Español y da lecciones de marxismo a jóvenes
estudiantes en Madrid (Caudet 790). En España tiene la posibilidad de publicar tres obras
de carácter militante y propagandístico: Rusia 1931, El arte y la revolución y Tungsteno. El
primer libro, Rusia 1931, tuvo una gran acogida entre el público curioso por informarse
acerca de la revolución rusa y sus caminos. Nos es imprescindible para este análisis tener
en cuenta lo manifestado por Vallejo en relación con el carácter que debe tener un escritor
revolucionario en su obra acerca de Rusia:

“El escritor revolucionario lleva una vida de acción y dinamismo constantes. Viaja
y está en contacto directo con la existencia campesina y obrera. Vive al aire libre,
palpando en forma inmediata y viviente la realidad social y económica, las
costumbres, las batallas políticas, los dolores y alegrías colectivos, los trabajos y el
alma de las masas. Su vida es un laboratorio austero donde estudia científicamente
su rol social y los medios de cumplirlo. El escritor revolucionario tiene conciencia
de que él, más que ningún otro individuo, pertenece a la colectividad y no puede
confinarse a ninguna torre de marfil ni al egoísmo”. (Vallejo “Rusia 1931” 84)
El poeta retorna a Francia en 1932, año en que su exilio es revocado, hasta 1936,
cuando parte a la guerra civil. Su segunda estancia en París no fue grata, en gran parte por
las dificultades económicas que tuvo que soportar al ser cesado como articulista en distintos
periódicos peruanos, en los que colaboraba desde 1923, debido a su ya público y polémico
posicionamiento político. La crisis existencial por la que atravesó el poeta no fue provocada
por sus complicaciones económicas, a las que ya estaba acostumbrado desde niño, sino por
verse obligado a vivir en un mundo burgués siendo un revolucionario. En <<del carnet de
1936-37- ¿38?>>, parte de su obra El arte y la revolución, Vallejo reflexiona
metaliterariamente respecto a su posición como un escritor-militante de la revolución que
se apreciaba a sí mismo en un lugar indeterminado en la lucha revolucionaria:

Hay literatura revolucionaria rusa y literatura revolucionaria que combate dentro


del mundo capitalista. Los objetivos, método de trabajo, técnica, medios de
expresión y materia social verían de la una a la otra. Esta distinción nadie la ha
hecho todavía dentro la crítica marxista. (Vallejo “El arte y la revolución” 156)
La crisis de Vallejo duraría hasta el estallido de la guerra civil española, donde sus
cavilaciones teóricas relativas a la categorización de la literatura de resistencia contra el
capitalismo serían diluidas por el agobiante devenir de los acontecimientos de la guerra. El
poeta en una carta a Juan Larrea -ensayista y poeta vanguardista español- describe
metonímicamente el conflicto que asolaba a España como <<el drama de la pólvora>>
(Caudet 800).

La guerra civil para Vallejo constituyó una inspiración poética que terminó por
plasmarse en <<España aparta de mí este cáliz>>. Los poemas contenidos en la obra, pese
a que el poeta proclamaba públicamente ser partidario de crear un arte propagandístico al
servicio de la revolución, dan cuenta de su compromiso con el sufrimiento humano en
detrimento de las prerrogativas dogmáticas de la III Internacional sobre cómo crear poesía.
La lectura de <<Himno a los voluntarios de la república>> dirige nuestra mirada al
sentimiento de solidaridad (Noriega 46) que la voz lírica vallejiana imprime sobre el
hombre común, el anónimo guerrillero que parte a la lucha a enfrentar un incierto destino:

¡Se amarán todos los hombres


y comerán tomados de las puntas de vuestros pañuelos tristes
y beberán en nombre de vuestras gargantas infausta!
Descansarán andando al pie de esta carrera
sollozarán pensando en vuestras órbitas, venturosos
serán y al sol
de vuestro atroz retorno, florecido, innato,
ajustarán mañana sus quehaceres, sus figuras soñadas y cantadas! (Vallejo “Vallejo
Esencial” 251)

Es claro que en Vallejo el dolor humano ha sido un tema central en su poética, basta
referir a poemas como <<Los heraldos negros>> o <<A mi hermano Miguel>> para dar
cuenta que el sufrimiento -entendido como un motivo de creación lírica- trasciende hasta
madurez creadora en España aparta de mí este cáliz. No obstante, no podemos negar que,
en la poética anterior a su experiencia en la guerra civil, hallamos un <<sufrimiento>>
ligado a su individualidad expresada en un yo lírico. Ahora bien, los quince poemas de
España aparta de mí este cáliz, desligan el dolor de la propia existencia del yo lírico,
imbricándolo a la conciencia del voluntario republicano en vista del desastroso contexto de
producción en que surge el poemario. Vallejo escribe el 28 de octubre de 1937 nuevamente
a Juan Larrea, carta en que se aprecia un cambio de paradigma en la vida del poeta, puesto
que comprende la vida, y con ello el ejercicio de creación lírica, como un acto en que lo
colectivo prima por sobre lo individual:

Aquí trabajamos mucho y no todo lo que quisiéramos, a causa de nuestra condición


de extranjeros. Y nada de esto nos satisface y querríamos volar al mismo frente de
batalla. Nunca medí tanto mi pequeñez humana, como ahora. Nunca me di más
cuenta de lo poco que puedo un hombre individualmente. (Caudet 800)

Vallejo siguiendo su dogma de cómo ser un poeta revolucionario: <<al aire libre,
palpando en forma inmediata y viviente la realidad social y económica, las costumbres, las
batallas políticas, los dolores y alegrías colectivos, los trabajos y el alma de las masas>>,
logra un compenetración -en consonancia a la idea de una voz lírica colectiva- con el
pueblo español sin tener que recurrir abstracciones o a una retórica sentimental, sino que
habla poéticamente desde el pueblo: campesinos, milicianos, hombres o niños anónimos. Al
contrario de Antonio Machado, quien dedico un poema a la muerte de Federico García
Lorca, Vallejo, dedica el poema <<VIII>> a Ramón Collar, miliciano anónimo caído en la
guerra civil:

¡Ramón Collar, yuntero


soldado hasta yerno de tu suegro
marido, hijo limítrofe del viejo Hijo del Hombre!
Ramón de pena, tú, Collar valiente,
paladín de Madrid,
aquí,
los tuyos piensan muchos en tu peinado (Vallejo “Vallejo Esencial” 268)

La idea de un yo lírico ligado a la comunidad no solo involucra un sufrimiento


compartido, sino que también supone la revalorización de la idea de muerte que posee la
poética vallejiana. La muerte en <<España aparta de mí este cáliz>> es un obstáculo que
vencer en vez de una fatalidad de la que el ser humano no pude huir. El poema <<Imagen
española de la muerte>>, configura a la muerte como un personaje que acompaña al
hombre, miliciano, como una sombra, no obstante, la voz lírica no determina que la muerte
sea el hado del que se debe huir, al contrario, exhorta a buscarla y enfrentarla, puesto que se
esconde entre los enemigos:

¡Llamadla! Hay que seguirla


hasta el pie de los tanques enemigos,
que la muerte en un ser sido a la fuerza,
cuyo principio y fin llevo grabados
a la cabeza de mis ilusiones,
por mucho que ella corra el peligro corriente
que tú sabes
y que haga como que hace que me ignora (Vallejo “Vallejo Esencial” 263).

Por último, para finalizar este análisis, a modo de una tentativa conclusión acerca de
España aparta de mí este cáliz -y digo tentativa, porque ningún texto está sujeto a una
hermenéutica que le asigne un sentido único- es propicio señalar que la obra de César
Vallejo se funde con los sufrimientos y esperanzas de millones de personas que creyeron en
la construcción de un mundo mejor, más justo y libre de opresiones. Vallejo escribe en París
en marzo 1937 un texto titulado <<Los enunciados populares de la guerra española>> en
que resalta el carácter auténticamente autónomo del pueblo español en su decisión de
luchar por su libertad:

Por primera vez, la razón de una guerra cesa de ser una razón de Estado, para ser
la expresión, directa e inmediata, del interés del pueblo y de su instinto histórico,
manifestados al aire libre y como a boca de jarro. Por primera vez se hace una
guerra por voluntad espontánea del pueblo y, por primera vez, en fin, es el pueblo
mismo, son los transeúntes y no ya los soldados, quienes, sin coerción del Estado,
sin capitanes, sin espíritu ni organización militares, sin armas ni kepís, corren al
encuentro del enemigo y mueren por una causa clara, definida, despojada de
nieblas oficiales más o menos inconfesables. Puesto así el pueblo a cargo de su
propia lucha, se comprende suyo que se sientan en esta lucha los latidos humanos
de una autenticidad popular y de un alcance germinal extraordinario, sin
precedentes. (Vallejo “Vallejo Esencial” 354).

El poeta, si bien es un militante marxista y leninista comprometido con la causa de


un mundo más justo, no se deja cegar por fanatismo doctrinarios que han nublado la visión
de muchos, recordemos la <<Oda a Stalin>>, uno de los mayores genocidas de la historia
contemporánea, escrita por Pablo Neruda. César Vallejo, por el contrario, no dedica odas a
sempiternos personajes ni a hitos que serán recordados durante generaciones, sino que
despliega una voz lírica capaz de llegar a los rincones ignorados por los grandes relatos y
transformar el susurro de la mujer, del militante, del campesino y del niño yuntero,
personajes subalternizados y acallados por la Historia, en una voz que se vuelve a escuchar
cada vez que el canto de algún poema de César Vallejo llega a nuestros oídos. La grandeza
del poeta peruano, más que su inmenso talento creador, se la da su capacidad de hacer suyo
el sufrimiento, los temores, las alegrías y las esperanzas de un grupo humano a la deriva de
la Historia.
Bibliografía:
1.- Vallejo, César. Vallejo Esencial. Valparaíso: Editorial UV de la Universidad de
Valparaíso, 2014.
2.- Vallejo, César. Rusia 1931. Reflexiones al pie del Kremlin. Lima: Editora Perú
Nuevo, 1959.
3.- Vallejo, César. El arte y la revolución. Lima: Mosca Azul SRL, 1973.
4.- Caudet, Francisco. “César Vallejo y el marxismo”. Cuadernos
Hispanoamericanos. Homenaje a César Vallejo. Vol.2. 456-457 (1988): 779-802.
5.- Gilabert. Joan. “Arte e historia: La poesía de Vallejo ante la guerra civil
española”. Revista de Crítica Literaria Latinoamericana. 20 (1984): 243 – 256.

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