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Tipo de Sentencia: De Fondo

Redactor: Annia Mercedes Enríquez Chavarría

Clase de Asunto: Recurso de apelación

Tiene voto salvado

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Texto de la sentencia

* Sentencia con datos protegidos, de conformidad con la normativa vigente

Contenido de interés 1

PODER JUDICIAL

TRIBUNAL DE APELACIÓN DE SENTENCIA DEL TERCER CIRCUITO JUDICIAL DE ALAJUELA, SAN


RAMÓN Tel: 2456-9069 tapelacion-sra @Poder-Judicial.go.cr Fax: 2456-90-29
________________________________________________________________________________
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Exp: 14-002535-0369-PE

Res: 2015-00691

TRIBUNAL DE APELACIÓN DE SENTENCIA DEL TERCER CIRCUITO JUDICIAL DE ALAJUELA, SECCIÓN


TERCERA. San Ramón, a las once horas (11:00 a.m.) del treinta de octubre de dos mil quince.

RECURSO DE APELACIÓN DE SENTENCIA interpuesto en la presente causa seguida contra SARA


CAROLINA ROBINSON LEZAMA, cédula de identidad 01-1259-0484, mayor, 29 años de edad;
MICHAEL ANTONIO RUGAMA CASTILLO, cédula de identidad 01-1025-0848, mayor, por el delito de
ROBO AGRAVADO en perjuicio de [Nombre 001] y [Nombre 002]. Intervienen en la decisión del
recurso, las juezas Annia Enríquez Chavarría, Adriana Escalante Moncada y Yadira Godínez Segura.
Se apersonan en apelación de sentencia, la licenciada Gabriela Cordero Zamora, defensora pública
de Maicol Rugama Castillo, la licenciada Kryssia Quirós Villalobos, defensora pública de Carolina
Robinson Lezama y el fiscal Bernal Rodríguez Víquez.

RESULTANDO:

I.-

Que mediante sentencia número 204-2015 de las nueve horas veintinueve minutos del doce de
mayo de dos mil quince, el Tribunal de Juicio de Heredia, resolvió: "POR TANTO: De conformidad
con lo expuesto, artículos 39 y 41 de la Constitución Política; artículos 1, 2, 6, 10, 141, 142, 143,
145, 180 a 184, 258, 265, 266, 267, 360 a 365, 367 del Código Procesal Penal; artículos 1, 18, 19,
22, 30, 31, 45, 50, 51, 71, 74, 76, 110, 208, 209 inciso 7), 212 y 213 incisos 2) y 3) del Código Penal,
al resolver el presente asunto con la totalidad de los votos emitidos y por unanimidad, se dispone:
1) Declarar a MICHAEL ANTONIO RUGAMA CASTILLO y a SARA CAROLINA ROBINSON LEZAMA
COAUTORES RESPONSABLES de DOS DELITOS DE ROBO AGRAVADO cometidos en perjuicio de
[Nombre 001] y [Nombre 002], en tal carácter se les impone SIETE AÑOS DE PRISION por cada uno
de los delitos que concurren entre sí materialmente, para un total de CATORCE AÑOS DE PRISION,
pena que deberán descontar en el lugar y forma que determinen los reglamentos penitenciarios,
previo abono de la preventiva sufrida. 2) Una vez firme la sentencia se ordena comunicarla al
Juzgado de Ejecución de la Pena, Instituto Nacional de Criminología y Registro Judicial, mediante
los oficios de estilo para lo de su cargo. 3) Se ordena el comiso del arma decomisada a folio 7,
color negro, plástica, marca Powerline y se ordena su destrucción. 4) Se ordena la entrega
definitiva del vehículo placa TSJ1008 a quien se le había entregado en calidad de depositario
provisional. 5) Se ordena la prisión preventiva de la acusada Robinson Lezama y la prórroga de la
prisión preventiva en contra del acusado Rugama Castillo por SEIS MESES que corren a partir del
día de hoy y hasta el día doce de noviembre del año dos mil quince inclusive. 6) Se resuelve sin
especial condenatoria en costas. Los gastos del proceso corren por cuenta de El Estado. Las partes
quedan notificadas a partir de este momento del contenido de la sentencia, a partir de este
momento corren los plazos de ley de la respectiva fase de impugnación" (sic).

II.-

Que contra el anterior pronunciamiento, la licenciada Gabriela Cordero Zamora, defensora pública
de Maicol Rugama Castillo y la licenciada Kryssia Quirós Villalobos, defensora pública de Carolina
Robinson Lezama, interpusieron recurso de apelación de sentencia.

III.-

Que verificada la deliberación respectiva, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 465 del
Código Procesal Penal, el Tribunal de Apelación de Sentencia del III Circuito Judicial de Alajuela,
San Ramón, procedió a conocer del recurso.

IV.-

Que en los procedimientos se han observado las prescripciones legales pertinentes.

Redacta la jueza de apelación de sentencia Enríquez Chavarría; y,

CONSIDERANDO:

I. Por escrito presentado el 27 de mayo de 2015, la licenciada Gabriela Cordero Zamora, defensora
pública de Maicol Rugama Castillo, interpuso recurso de apelación contra la sentencia oral número
204-2015 dictada por el Tribunal de Juicio de Heredia a las 09:29 horas del 12 de mayo de 2015.
También apeló dicha resolución la licenciada Kryssia Quirós Villalobos, defensora pública de
Carolina Robinson Lezama. El fiscal Bernal Rodríguez Víquez, mediante documento que consta de
folios 255 a 257, solicitó que el recurso presentado por la defensora Cordero Zamora, fuera
declarado sin lugar.
I I. Recurso de apelación planteado por la licenciada Gabriela Cordero Zamora. En el primer motivo
de apelación, la recurrente reclama inconformidad con la valoración de la prueba, pues en su
criterio el Tribunal sentenciador condena a Maicol Rugama Castillo, "por un delito de robo
agravado, en presunto perjuicio de [Nombre 001]. pese a que éste brinda características físicas
que no coinciden con las del imputado" (copia textual, folio 245 vuelto). Explica que en el debate,
en fecha 11 mayo del 2015, el ofendido [Nombre 001]. relató que el sujeto que lo asaltó tenía un
color de piel moreno oscuro, similar al del Juez Marvin Cerdas -quien integraba el Tribunal de
Juicio-, además que tenía acento nicaragüense y no le observó marcas ni cicatrices. No obstante,
ninguna de esas características corresponde con su defendido, ya que éste no tiene ese color de
piel, no tiene acento nicaragüense y tiene tatuajes grandes en ambos brazos, los cuales -según la
dinámica del hecho relatada por el testigo [Nombre 001].- eran fáciles de observar. Si a ello se
suma que el ofendido indicó que cuando realizó el reconocimiento físico durante la etapa de
investigación, "adivinó la persona que cometió los hechos" (copia textual, folio 246), se descarta la
participación del encartado Rugama Castillo en los eventos por los que se le condenó. Fustiga que,
acerca de esos cuestionamientos, los Jueces sentenciadores se limitaron a decir pudo ser que el
ofendido no observó los tatuajes, y que lo importante era que éste fijara la imagen del rostro de
acriminado en su memoria. Además que el uso de la palabra adivinar, corresponde a un lenguaje
coloquial de parte del deponente. Solicita que se resuelva por el fondo y se absuelva al encartado
de toda pena y responsabilidad por el delito de robo agravado en perjuicio de [Nombre 001]. -
persona menor de edad-, subsidiariamente, que se ordene el juicio de reenvío. Sin lugar el
reclamo. Del estudio de la sentencia recurrida, así como de los argumentos expuestos por la
defensa pública del encartado Maicol Rugama Castillo y de la prueba que se recabó en el debate,
llega esta Cámara de Apelación de Sentencia Penal a la conclusión de que el motivo de apelación
invocado por la licenciada Cordero Zamora, debe ser declarado sin lugar. La inconformidad radica
en que la recurrente no está de acuerdo con la conclusión del Tribunal de Juicio de Heredia, de
considerar como válido el reconocimiento que hizo el ofendido en el que identificó al imputado
Rugama Castillo como el sujeto que lo asaltó, no obstante, dentro de sus reclamos no expone con
claridad en qué consiste el yerro en la valoración probatoria realizada por las personas juzgadoras
en esta causa. La recurrente repite en el recurso los argumentos utilizados por el Tribunal a quo y,
de seguido, indica que no está de acuerdo con ellos pues -en su criterio- la conclusión correcta era
estimar que existía duda en cuanto a la identificación del imputado. Sin embargo, esa apreciación
de la defensora pública parte de su propio y parcializado análisis de la prueba, el cual restringe a
cuatro factores: i. que el imputado no tiene un color de piel tan oscura como la del juez Marvin
Cerdas, quien integró el Tribunal, ii. el imputado no tiene acento nicaragüense, iii. que el ofendido
señaló que durante el reconocimiento en rueda de personas, él "adivinó" quien era el imputado y,
iii. que los tatuajes que el imputado tiene en sus brazos son tan visibles que no era posible que el
ofendido no los viera. Según se escucha en el fallo oral, registrado en los archivos digitales c000
c0002150512092733.vgz, y c0002150512100000.vgz, quienes resolvieron en primera instancia
consideraron que si bien es cierto el imputado tiene tatuajes en los brazos, y el ofendido no hizo
referencia a esa característica del justiciable, ello no demeritaba su declaración, ni el
reconocimiento que hizo del mismo. En primer lugar, se señaló en el fallo que si bien es cierto que
el agraviado mencionó -ante preguntas de la defensa- la forma en que el acusado utilizó sus brazos
durante el asalto, el joven ofendido no brindó detalles en cuanto a si observó con detenimiento
esa u otras partes del cuerpo, pero que sí dejó claro que le vio la cara a su agresor -pues lo tuvo
frente a frente y a corta distancia-. Señala el Tribunal sentenciador que aún cuando a alguien le
parezca importante o trascendental una característica física de una persona, para otros esa misma
particularidad no necesariamente le debe parecer significativa, llamar la atención o que haya
logrado observarla. Esa conclusión no riñe con las reglas de la sana crítica, pues no es extraño que
si varias personas dan una descripción física de una misma persona, entre tales descripciones
pueden existir diferencias sustanciales en cuanto al detalle que brinden de ella. En el caso sub
examine estimó el Tribunal de Juicio que para el testigo y ofendido fue más importante observar el
rostro del acriminado -el cual, se reitera, tuvo de frente y a corta distancia- que cualquier otra
parte de su cuerpo, lo que se evidenció en el reconocimiento en rueda de personas que realizó en
la fase investigativa, pues logró identificarlo plenamente. Además destacó la Jueza relatora que en
el mismo debate, el joven agraviado en varias oportunidades y de forma espontánea señaló al
acriminando e hizo gestos hacia él (situación que se corrobora en la grabación audiovisual del
debate, archivo digital c0000150511110000.vgz, a partir de los minutos 11:32:09, 11:32:20,
11:37:48), lo cual llevó al Tribunal a preguntarle el motivo de esa actitud y cuestionarle si en la sala
de juicio estaba la persona que él identificaba como su agresor, señalando el ofendido, en forma
contundente, a Maicol Rugama Castillo. A estas consideraciones, agregan estas Juezas de segunda
instancia, que cuando el Fiscal de juicio le pidió al testigo que describiera al hombre que lo asaltó
(a partir del minuto 11:12:42), le preguntó expresamente si vestía camisa manga larga o corta, y el
testigo [Nombre 001]., contestó que no lo pudo ver. Por lo que la justificación que da el Tribunal
de Juicio cuando afirma que era posible que el testigo no viera los tatuajes porque no estaban
expuestos, no es una especulación, sino que surge de la misma prueba del debate, además que
resulta razonable que una persona que pretende delinquir quiera ocultar de la vista de testigos
una característica que pueda identificarlo fácilmente. En relación con que el ofendido dijo que en
el reconocimiento físico "adivinó" quien era la persona que lo asaltó, debe decirse que si bien es
cierto -y así se admitió en el fallo- esa fue la palabra que el testigo utilizó, ello no es suficiente para
desacreditar la identificación que hizo del acusado. Lo que sucede es que la recurrente
descontextualiza la frase y quiere hacer creer que el agraviado admitió haber reconocido al
acusado de forma azarosa, lo cual no es cierto. Al minuto 11:18:28, de la grabación del debate,
cuando se le pregunta al testigo si después de los hechos volvió a ver al imputado, contestó: "sí
una vez, no sé si eso cuenta, pero una vez vine a identificar al hombre, diay, al parecer de lo que
me dijeron, adiviné la persona que era", y más adelante, a partir del minuto 11:23:02, explicó el
procedimiento con el que se realizó esa identificación, señalando que: "primero me llevaron con
una muchacha y me hicieron unas preguntas, luego me dijeron que fuéramos abajo, luego
bajamos, y me metieron a un lugar oscuro, y me dijeron que identificara al hombre, y yo dije que
era el número 2 y me dijeron que estaba bien", luego añade que habían varias personas en la fila y
que nadie lo indujo a reconocer al encartado. Todo eso, sumado a que en el acta de
reconocimiento físico (visible a folio 102) se consignó que [Nombre 001]. dijo "estoy 100% seguro
que es el número 2", llevó al Tribunal de Juicio a concluir que no se trataba de un reconocimiento
realizado por casualidad o intuición sino que nació de la convicción del ofendido de que el
reconocido fue quien lo asaltó. Además, de forma acertada la Jueza relatora contextualizó el uso
de esa frase a las características propias del testigo, un joven de 14 años, que cursa sexto grado de
primaria, que utiliza un lenguaje coloquial, y la ubica como parte de su forma de expresarse, pero
que esa palabra (adiviné) no debe ser tomada en forma literal, como lo hace la señora defensora.
Otro elemento que contribuyó a la credibilidad de la identificación del acusado, y que no expone la
recurrente en su reclamo, es que según informan las personas juzgadoras, (a partir del minuto
10:08:17 de la sentencia), al día siguiente de los hechos, el imputado fue detenido en la misma
zona geográfica, utilizando una forma de operar similar a la descrita por el testigo, luego de
cometer otro robo en un vehículo que coincide con el descrito por [Nombre 001]., y con el
teléfono celular sustraído al agraviado dentro de ese automotor. En cuanto al acento que dijo el
testigo que percibió en la persona que lo asaltó, también es un elemento que la defensora
entresacó de la declaración del ofendido, sin explicar que aunque al describir al asaltante (a partir
del minuto 11:12:42), el testigo [Nombre 001]. afirmó que tenía un acento "medio nicaragüense",
cuando se le pidió que explicara a qué se refería con esa afirmación aclaró que: "...no era normal,
¿ya?, era muy extraño, como rápido y lento al mismo tiempo, como intermedio, básicamente,
porque hablaba rápido, luego como que hablaba lento, luego rápido y luego lento". Es decir, según
se aprecia de dicha explicación, en realidad el testigo no se refería a la particularidad fonética que
caracteriza el habla de las personas provenientes de Nicaragua, sino a la velocidad en su expresión
verbal. Por último, también es cierto que el testigo dijo que el imputado tenía un color de piel
similar al del Juez Marvin Cerdas, y también es cierto que el acriminado se percibe -en las
grabaciones audiovisuales del juicio-, con un tono de piel ligeramente más claro que el del
juzgador, pero ello tampoco es suficiente para dudar de la identificación plena y clara que el
agraviado realizó del acusado. Sobre este punto es importante señalar que el ofendido -según
declaró en el juicio- pudo observar el rostro del imputado de cerca, y si bien describió
gestualmene que el imputado colocó el arma y la mano derecha en la que la empuñaba, sobre su
antebrazo izquierdo -el cual tenía extendido hacia el frente-, y que luego con la mano izquierda fue
que tomó sus pertenencias, dicho testigo no brindó mayores detalles de esas u otras partes del
cuerpo. También debe valorarse -lo cual no hace la defensora- que según [Nombre 001]., el hecho
se produjo de noche, el justiciable estaba dentro de un vehículo, el foco de alumbrado público que
daba iluminación se encontraba como a cien metros de distancia, y que el debate se realizó ocho
meses después de los hechos. Todo ello hace concluir que la descripción del color de piel que hace
el ofendido, no es un elemento contundente para descartar al imputado como autor del hecho por
el que se le condenó, ni dudar que la percepción que tuvo el agraviado al momento del hecho del
color de piel de la persona que lo asaltó, fuera como la del señor Juez, cuando además, y según las
reglas de la experiencia común, una persona puede variar el tono de piel, ser más oscura o clara,
según la exposición al sol que haya tenido para un momento determinado. Finalmente, si bien es
cierto estos últimos dos aspectos -el acento y el color de piel- no fueron valorados por el Tribunal
en la sentencia recurrida, ello no constituye un yerro suficiente para anularla, por cuanto ante la
contundencia de los otros elementos de identificación -analizados supra- y la irrelevancia de
ambos alegatos, no se podría variar la conclusión a la que arribó la Cámara sentenciadora. Por lo
expuesto, se declara sin lugar el primer motivo de apelación.
III. Como segundo motivo aduce la quejosa inconformidad con la aplicación de la ley sustantiva, ya
que en el fallo, los hechos en los que figura como ofendida [Nombre 002], fueron calificados de
manera incorrecta como robo agravado consumado, cuando en realidad el ilícito se configuró en
grado de tentativa, y por ende la pena a imponer tuvo que ser mucho menor. Estima que desde la
acusación -la cual transcribe- se estableció que los imputados fueron detenidos por la Fuerza
Pública en un lugar cercano al sitio donde se dieron los hechos, además que la ofendida recuperó
todos sus bienes. Además que, según dijo la ofendida, una vez que se produjo el evento, ella dio
aviso a un vecino y cuando llegó a su casa, ya los policías la estaban esperando para informarle de
la detención de los sospechosos. Con ello se demuestra que el imputado nunca tuvo disposición de
los bienes sustraídos. Solicita que se resuelva el recurso por el fondo, se recalifiquen los hechos de
forma correcta y que se imponga la pena correspondiente. Subsidiariamente, que se ordene el
reenvío de la causa. Se declara sin lugar el motivo. Según el artículo 24 del Código Penal "hay
tentativa cuando se inicia la ejecución de un delito, por actos directamente encaminados a su
consumación y ésta no se produce por causas independientes del agente", es decir, según el iter
criminis , la tentativa se ubica en los actos de ejecución del hecho, mismos que van dirigidos a la
producción del resultado, pero sin que éste llegue a suceder. Por el contrario, se considera que un
delito se ha consumado cuando la acción desplegada por el sujeto activo ha completado el tipo
penal objetivo. En otras palabras, "un delito se tiene por consumado una vez que se ha cumplido
con los elementos del tipo (sobre el tema véase: Bacigalupo, Enrique.Derecho penal. Parte
general, Editorial Hammurabi, S.R.L., Buenos Aires, Argentina, 2ª edición, 1999, p. 462). Así, la
conducta delictiva se tiene por configurada una vez que el autor ha desarrollado todo aquello que
el legislador determinó que es constitutivo de un delito en particular."

(voto 00923-2002, de 09:10 horas del 20 de setiembre de 2002, Sala Tercera de la Corte Suprema
de Justicia). En el caso de los delitos de robo y hurto, para la determinación del momento en que
se estima consumado el hecho, se ha seguido la teoría de la disponibilidad, "...en virtud de la cual,
el delito se entiende consumado cuando aparte del desapoderamiento de bienes al ofendido, se
logra su apoderamiento por parte del agente. Esto quiere decir, que para que el robo se estime
consumado, el agente activo no sólo debe haber sustraído la cosa mueble de la esfera de custodia
de su tenedor, poseedor o propietario, sino que además, debe haber quedado en capacidad de
ejercer actos efectivos de posesión sobre el bien…. Precisamente, esa posibilidad de disponer,
significa asumir un poder de hecho respecto al objeto sustraído, que confiere al nuevo tenedor
condiciones efectivas para conservarlo, dañarlo, venderlo, cambiarlo, o perderlo, entre otras
formas comunes de disposición…" (Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia, voto 1533-2009
de 15:20 horas del 11 de noviembre de 2009). Ello quiere decir que si el sujeto activo del delito de
robo o de hurto, una vez que despojó a la víctima del objeto sustraído, tiene la posibilidad -aunque
sea por poco tiempo- de realizar cualquier acto de disposición sobre el mismo, el hecho se
considera consumado, pues logró apoderarse del mismo, independientemente de que dicho bien
luego pueda ser recuperado íntegramente, pues lo que resulta importante es que quien lo sustrae
tenga la opción de hacer con él lo que desee como si fuera el dueño de la cosa. En el caso
particular, el Tribunal de Juicio descartó la teoría propuesta por la defensa de los imputados, en el
sentido de que se estaba ante un hecho tentado y no consumado. Llegó a dicha conclusión a partir
de la declaración de la ofendida, quien manifestó que una vez que los encartados le sustrajeron
sus bienes, huyeron del sitio, y ella pidió colaboración a unos vecinos que llamaron vía telefónica a
la policía. Señala la Jueza relatora que estos vecinos no siguieron el vehículo en el que viajan los
acriminados, sino que la Fuerza Pública luego de desplegar las alertas respectivas, los
interceptaron aproximadamente 15 minutos después del hecho, a una distancia considerable de
donde el mismo sucedió. Establece que durante esos 15 minutos, y desde San Francisco de San
Isidro de Heredia, hasta el sector del periódico La República en San José, los encartados pudieron
tomar cualquier acción con respecto a los bienes de la víctima. Esas consideraciones resultan
acertadas y apegadas al mérito de los autos y las declaraciones de la ofendida [Nombre 002].
Corroboró esta Cámara de Apelación de Sentencia Penal que la joven [Nombre 002] manifestó en
el debate (archivo digital c0000150511140000.vgz, a partir del minuto 14:16:33) que una vez que
fue asaltada, acudió a pedir ayuda a unos vecinos que se dirigían a la pulpería del barrio, quienes
llamaron por teléfono a la policía y le proporcionaron el número de placa en el que viajaban los
acriminados. Si bien es cierto, en ese instante la testigo manifestó desconocer si ellos siguieron el
vehículo de los acusados o no, más adelante, esa duda se despejó, pues relató la ofendida
[Nombre 002], que esos mismos vecinos le preguntaron a los pocos días cómo iba el caso y si
habían capturado a sus atacantes (a partir del minuto 14:18:18). Queda claro así que esos vecinos
no siguieron a los justiciables, pues ni siquiera conocían el desenlace del incidente. De lo anterior
se deriva, al igual que lo razonó el Tribunal de Juicio, que si los imputados huyeron con los bienes
de la ofendida, y no fueron perseguidos, sino que minutos después los interceptó la policía, ese
tiempo resultaba suficiente para que pudieran disponer de los objetos sustraídos, sea
ocultándolos, perdiéndolos o como quisieran, o incluso mantenerlos en su poder, como
finalmente hicieron y por lo que pudieron ser recuperados. En esta inteligencia, no es de recibo la
propuesta de la recurrente de que los hechos comprobados como cometidos por Maicol Rugama
Castillo y Carolina Robinson Lezama en perjuicio de [Nombre 002], deben ser calificados como
robo agravado en grado de tentativa, y por el contrario se confirma la calificación legal otorgada
por el Tribunal a quo, en el sentido de que se trata de un ilícito consumado. Por lo que se declara
sin lugar el segundo motivo de la apelación formulada por la licenciada Gabriela Cordero Zamora.

IV. El tercer motivo de apelación se refiere a la fijación de la pena, con la cual la defensora de
Rugama Castillo se muestra inconforme puesto que considera que el Tribunal de Juicio no
fundamentó los motivos por los que impuso la sanción de siete años de prisión por cada delito,
dos años -en cada caso- sobre el extremo mínimo contemplado en el tipo penal. Critica que según
expuso la Jueza relatora, los Juzgadores de instancia se apartaron de la pena mínima por
considerarlo necesario para la reinserción social, además porque ambos hechos se produjeron en
la misma zona geográfica, los encartados utilizaron un patrón de acción similar y se aprovecharon
de una unidad de transporte público para la presunta comisión de los hechos, medio de transporte
que es fundamental en Costa Rica, y finalmente debido a que las característica físicas de los
ofendidos los colocan en situación de vulnerabilidad. No obstante estima que tales argumentos
son insuficientes, y no brindan apoyo a su decisión, además que se alejan de los presupuestos
contemplados en el artículo 71 del Código Penal. Aduce que las condiciones personales de su
patrocinado y su comportamiento durante el proceso, son favorables para la aplicación de la pena
mínima, pero ello no fue considerado por los sentenciadores. Solicita que se ordene el reenvío de
la causa para nueva sustanciación. Sin lugar el motivo. El artículo 71 del Código Penal establece
una serie de parámetros con base en los cuales los juzgadores pueden definir la pena, sin que sea
necesario que aludan a todos ellos al momento de fundamentar la sanción a imponer. Estos
parámetros se ven reflejados en la decisión adoptada por la Cámara de primera instancia, quienes
consideraron que los imputados desplegaron una actividad delictiva reiterada -se juzgaron dos
hechos-; en un lapso muy corto -dos delitos cometidos entre el 12 y 13 de setiembre de 2014-; en
una zona geográfica afín entre un hecho y otro; mediante una acción que refleja la ideación de un
plan complejo para apoderarse de los bienes de las víctimas (elementos que corresponden a los
aspectos subjetivos y objetivos del hecho punible, gravedad del hecho, circunstancias de modo,
tiempo y lugar, calidad de los motivos determinantes, estipulados en los incisos del a. al d. del
artículo 71 citado). Dentro de las circunstancias de modo, ahondaron en que el hecho se produjo
mediante el uso de un vehículo de transporte público -taxi-, lo cual generaba mayor confianza en
las víctimas, pero que puso en grave riesgo la confianza general que tiene la ciudadanía en este
tipo de transportes, el cual es muy utilizado en nuestro país. Tomaron en cuenta además (según lo
permite el inciso e del referido numeral de fondo), las condiciones personales de la víctima, por
cuanto influyeron en la comisión del delito, ya que ambos agraviados tenían características físicas
similares, que los hacían más vulnerables que el resto de la población y además, garantizaba que
no opusieran resistencia al hecho. Así [Nombre 001]., es una persona menor de edad -14 años-,
usaba vestimentas escolares, transportaba sus útiles escolares, es un joven de contextura delgada
y no muy alto. Por su parte [Nombre 002], es una mujer joven, muy pequeña y delgada, que venía
del trabajo, en un momento en el que llovía, y por lo tanto se tapaba con una sombrilla y a la vez
llevaba sus pertenencias en las manos. Ambos se encontraban caminando en vía pública, en la
noche y solos. Todo lo cual hizo concluir al Tribunal que se trataba de "... víctimas muy desvalidas
por las condiciones personales y por las circunstancias en las que se encontraban, que fueron un
blanco perfecto para que los acusados actuaran sobre seguro y no tuvieran la menor posibilidad
de resistirse ambas víctimas, además de por la dinámica en que se suscita el evento" (transcripción
literal, a partir del minuto 10:37:45 del fallo oral). A todas esas consideraciones añadieron que en
ambos casos, concurrieron dos agravantes, una de ellas la participación de dos personas en la
comisión del delito, y la otra el uso de un arma, la cual si bien se comprobó que no era real, fue
capaz de aumentar el poder ofensivo de los imputados, al punto de que ambas víctimas la
consideraron como un arma de fuego verdadera. Este último aspecto también es válido valorarlo a
la luz de lo estipulado en el artículo 72 del Código Penal, según el cual "cuando concurran
circunstancias agravantes y atenuantes en el mismo hecho punible, el Juez las apreciará por su
número e importancia, de acuerdo con el artículo anterior". Frente a estas consideraciones, en la
sentencia también se valoran las circunstancias personales de los imputados, como que son
personas jóvenes y padres de hijos menores de edad, las cuales no fueron consideradas como
suficientes para imponer una pena menor, pero sí para no establecer una sanción mayor. Por las
razones expuestas, al encontrarse la pena impuesta debidamente fundamentada, se declara sin
lugar el reclamo formulado.
V. Recurso de apelación de la licenciada Kryssia Quirós Villalobos. El primer motivo de apelación
se denomina "inconformidad con la determinación de los hechos y la valoración de la prueba"
(textual, folio 258 vuelto), y en él se reclama que -en lo referente al caso donde figura como
ofendido [Nombre 001].-

los Juzgadores a quo, al momento de valorar la prueba, no observaron las reglas de la sana crítica,
concretamente los principios lógico-jurídicos de derivación y razón suficiente. Estima que no
existió prueba que vinculara a su representada en los hechos que se le atribuyen, y explica que el
ofendido [Nombre 001]. brindó características físicas de los asaltantes que resultaron sumamente
vagas, además fue claro en decir que no podía reconocer a la mujer que participó en el robo,
indicando incluso que no la vio el día del juicio, a pesar de estar cerca de ella en la sala de debates.
Reseña que durante su declaración, el ofendido describió a la mujer como morena, y que la
iluminación en el sitio del suceso era muy escasa. Considera que estas circunstancias son
relevantes en virtud de que la justiciable es de raza negra, la tuvo a la par en el debate y no la
identificó, como sí lo hizo con Rugama Castillo. No obstante critica que el Tribunal de Juicio,
obviara que el ofendido no podía identificar a la imputada, y que su condena se basara en el
modus operandi que describió el Ministerio Público en su teoría del caso, pues aunque en ambos
eventos participara una mujer, el imputado Maicol Rugama pudo hacerse acompañar de mujeres
diferentes pero con características físicas similares. Solicita que se declare con lugar el motivo de
apelación y se absuelva a la imputada de toda pena y responsabilidad. Por voto de mayoría se
declara sin lugar el reclamo. Como se ha sostenido en reiteradas oportunidades, según el principio
de libertad probatoria, todos los hechos pueden ser demostrados por cualquier medio de prueba,
siempre que el mismo haya sido válidamente recabado e incorporado al proceso. En el caso bajo
estudio, el Tribunal de Juicio llegó a la certeza de que la imputada Sara Carolina Robinson Lezama
participó en los dos hechos por los cuales fue condenada. En el caso particular donde resultó
víctima el menor de edad [Nombre 001]., esta conclusión se obtuvo a partir de la prueba indiciaria
con la que contaron las personas juzgadoras durante el debate, en primer lugar, que el joven
agraviado, si bien es cierto desde el inicio de la investigación dijo que no le era posible reconocer
físicamente a la persona que participó con el justiciable Rugama Castillo en el robo que sufrió, sí
pudo dar algunas características físicas de esa persona, mismas que contrario a lo que dice la
recurrente, no son vagas ni generales. Según consta a partir del minuto 09:53:13 de la sentencia,
el Tribunal valoró que en los hechos descritos por [Nombre 001]., éste dijo que el chofer del taxi
en el que viajaban las personas que lo asaltaron, se hacía acompañar de una mujer, de piel
morena y pelo ondulado, aclarando luego que con ello se refería a que era rizado. Además esa
persona era de contextura gruesa, que su fisonomía le hacía presumir que estaba embarazada.
Con respecto a la ejecución del hecho, dijo que quien conducía era el hombre y en el asiento del
pasajero viajaba la mujer; que el vehículo correspondía a un automóvil tipo taxi (del cual pudo
observar algunos números de placa); que en su contra utilizaron lo que él consideró un arma de
fuego, con la cual lo amenazaron y así lograron desaporderarlo de sus bienes. Según el Tribunal de
Juicio, esas características físicas y la dinámica del hecho ejecutado, coinciden plenamente con la
imputada y con la forma en que se realizaron las acciones ilícitas en perjuicio de [Nombre 002],
luego de las cuales Robinson Lezama resultó capturada. Además, que dentro del vehículo donde
viajaban Carolina Robinson y el coimputado Rugama Lezama se encontró el teléfono celular que el
día anterior le había sido sustraído a [Nombre 001]., coincidiendo además el vehículo en que
viajaban -un taxi de transporte público- y los números de placa que pudo ver el joven [Nombre
001]., con la placa que identifica ese automotor. Todos esos elementos analizados en conjunto, en
forma íntegra, generaron la certeza en el Tribunal a quo, de que la imputada fue la mujer que
junto con Maicol Rugama Castillo, asaltó al ofendido [Nombre 001]., el día anterior. Corrobora la
mayoría de esta Cámara de Apelación de Sentencia Penal, que en efecto, las características físicas
dadas por el ofendido [Nombre 001]. en el juicio, son coincidentes con las que presenta la
imputada Carolina Robinson Lezama, quien es una mujer de raza negra -por lo tanto de color de
piel oscuro-, con pelo rizado, y además con sobrepeso y abdomen abultado. Además, que existe
plena coincidencia en la ejecución de ambos hechos delictivos pues, según relataron los testigos
[Nombre 001]. y [Nombre 002], participaron un hombre y una mujer, el hombre conducía el
vehículo y la mujer viajaba como acompañante; que se utilizó lo que aparentaba ser un arma de
fuego, con la cual amenazaron a ambas víctimas; el automotor utilizado corresponde a un taxi,
color rojo, placas TSJ1008, siendo 08 los número que recordó el testigo [Nombre 001]. como parte
de la placa que identificaba el vehículo con el que él fue asaltado. Asimismo, en el taxi en el que
viajaba la acriminada Carolina Robinson Lezama, se ubicó el teléfono sustraído al ofendido, un día
antes, bajo el modus operandi descrito supra. A ello se suma, al igual que lo hizo el Tribunal de
Juicio, que los hechos se dieron en un tiempo -aproximadamente 24 horas entre un hecho y otro-
y espacio muy cercanos. Finalmente, resulta de importancia indicar que la sentencia resulta clara
en explicar que para analizar la procedencia de la teoría del caso planteada por el Ministerio
Público, ser requirió un análisis conjunto de los dos delitos acusados, puesto que -ciertamente- la
valoración individual de cada caso no podría llevar a la certeza establecida tras ponderar las
características y circunstnacias de los dos hechos acusados. De ahí, que no pueda considerarse
errónea la apreciación de la Cámara de sentencia, al concluir que en ambos hechos participó la
encartada Robinson Lezama. Por lo expuesto, por voto de mayoría, se declara sin lugar la queja.

VI. Como segundo motivo de apelación aduce inconformidad con la fijación de la pena. Señala que
a su representada se le impuso una sanción de 07 años de prisión por cada delito, a pesar de que
el Ministerio Público solicitó 06, y además el Tribunal de Juicio no justificó las razones para aplicar
esa pena. Considera que los argumentos dados por la Jueza relatora, en el fallo, no son suficientes
para fundamentar la decisión del Tribunal, máxime que ésta se aparta considerablemente de los
extremos mínimos contemplados en el tipo penal. Argumenta que no se tomó en cuenta que la
encartada es madre de tres hijos menores de edad, quienes dependen económicamente de ella,
situación que podría haberse examinado como atenuante, según las reglas 57 y 61 de las Naciones
Unidas para el Tratamiento de las reclusas y medidas no privativas de la libertad para las mujeres
delincuentes (Reglas de Bangkok), siendo que la 61 señala que "los jueces deben valorar la levedad
relativa y el carácter de su comportamiento delictivo, teniendo en cuenta las responsabilidades
maternas de las interesadas y sus antecedentes característicos" (folio 621 vuelto). Tampoco
considera que haya habido un uso excesivo de la violencia contra los ofendidos, como para
justificar apartarse de la sanción mínima, y que el uso de una unidad de transporte público es un
aspecto que atañe únicamente al co-imputado Rugama Castillo, pues fue él quien alquiló el
vehículo. Tampoco estima válido que se aumente la sanción por considerar que las víctimas se
encontraban en situación de vulnerabilidad, ni que la encartada cuenta con antecedentes penales,
pues se trata de delitos de diferente naturaleza a los aquí juzgados. Finalmente alega que no se
tomó en cuenta el artículo 71 del Código Penal. Solicita que se anule la sentencia en cuanto a la
pena impuesta y se ordene el juicio de reenvío para nueva sustanciación. Por unanimidad se
declara sin lugar la queja. En lo atañe a los reclamos generales relacionados con la imposición de la
pena se remite a la recurrente a lo resuelto en el considerando IV de esta resolución de instancia.
A dichas consideraciones deben añadirse las siguientes: según se acreditó en la sentencia
recurrida, los dos hechos fueron cometidos con violencia sobre las personas -razón por la cual se
configuró el delito de robo-, y si bien es cierto las víctimas no resultaron lesionadas físicamente, sí
se puede denotar que entre un hecho y otro hubo un aumento en la violencia utilizada, pues
mientras en el primero se amenazó desde el vehículo en el cual viajaban los acriminados al
ofendido [Nombre 001]., mostrándole lo que aparentaba ser un arma de fuego, en el segundo
hecho, la imputada Sara Carolina Robinson Lezama, descendió del automotor y tuvo contacto
físico con la denunciante [Nombre 002], a quien le colocó el arma ente las costillas y el abdomen,
para lograr así que ésta le entregara sus pertenencias, incluso, según relató la agraviada durante el
debate, la imputada la insultó llamándola "perra". Pero según se explicó en el considerando IV al
que ya se hizo referencia, para el Tribunal tuvo mucho peso al momento de imponer la pena a los
encartados, que las víctimas son personas físicamente vulnerables, tanto por su edad como por su
contextura, lo cual le facilitó a los acriminados la ejecución del hecho. Por otra parte, aunque el
imputado Maicol Rugama Castillo haya sido quien obtuvo la unidad de transporte público
mediante la cual se cometió el ilícito, se demostró en la sentencia que ambos encartados
estuvieron en común acuerdo con su uso como medio para la comisión del delito, y ambos se
beneficiaron de las características de este tipo de transporte. La imputada se desplazó en el
mismo, y mediante ese vehículo tipo taxi, se facilitó para ambos la ejecución de los actos
delictivos, además el daño que esto causó a nivel social, atañe a ambos acusados en el tanto los
dos con acuerdo de voluntades y dominio funcional del hecho, decidieron hacer uso de un
vehículo cuyo uso goza de confianza pública, para sustraer los bienes de los denunciantes. Las
condiciones personales de la imputada y su condición de mujer joven y madre de familia, también
fueron considerados por las personas juzgadoras de primera instancia, conforme se explicó supra,
y fueron valoradas para estimar que por ello no se podía imponer una pena aún mayor a la
justiciable. Las Reglas de las Naciones Unidas para el tratamiento de las reclusas y medidas no
privativas de la libertad para las mujeres delincuentes (Reglas de Bangkok), estipulan, en la
número 61, que: "al condenar a las delincuentes, los tribunales tendrán la facultad de examinar
atenuantes, como la ausencia de historial penal y la levedad relativa y el carácter de su
comportamiento delictivo, teniendo en cuenta las responsabilidades de cuidado de otras personas
de las interesadas y su situación particular". En el caso que nos ocupa, estos elementos fueron
tomados en cuenta por el Tribunal a quo al momento de justificar la pena que se impuso a la
encartada Robinson Lezama. En primer lugar -aspecto que omitió contemplar en su recurso la
licenciada Kryssia Quirós Villalobos-, a la imputada no la cobija la atenuante de ausencia de
historial penal, pues según consta a folio 228 del expediente principal, y fue tomado en cuenta por
la Cámara sentenciadora, Sara Carolina Robinson Lezama cuenta con antecedentes criminales, una
condena por el delito de hurto simple, de fecha 30 de setiembre de 2014, por la cual se le impuso
un mes de prisión sin beneficio de ejecución condicional de la pena, por hechos perpetrados el 27
de marzo de 2014; además de una condenatoria por el delito de desobediencia, con una sanción
de cuatro meses de prisión, de fecha 22 de octubre de 2012, por hechos cometidos el 26 de
setiembre del mismo año. Si bien no se trata de delitos de similares características a los que por
ahora se condena, uno de ellos sí se relaciona con ilícitos contra la propiedad (hurto simple) y
demuestran que a pesar de que la encartada ha sido sometida al sistema judicial y penitenciario,
no ha logrado interiorizar el respeto a las leyes y la vida en sociedad, por el contrario, el desprecio
de la imputada por las normas de convivencia social ha aumentado, pasando de delitos como
hurto y desobediencia a delitos de robo agravado, los que presuponen una mayor violencia en la
transgresión a los derechos de los demás. Tampoco la cobija la levedad relativa y el carácter de su
comportamiento delictivo, pues en este caso particular, según ya se expuso en el considerando IV,
los hechos revisten de gravedad, no solo por el cumplimiento del tipo penal puro y simple, sino
por las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que se produjo, así como también de las
condiciones de vulnerabilidad de las víctimas de las acciones ilícitas cometidas por ella. Por lo
expuesto se declara sin lugar la impugnación.

VII. Voto salvado de la cojueza Escalante Moncada. Respeto la posición de la mayoría de las
integrantes de este Tribunal de Apelación de Sentencia, mas no comparto las razones por las
cuales se declaró sin lugar el primer motivo del recurso de apelación de sentencia interpuesto por
la licenciada Kryssia Quirós Villalobos. Examinado el fallo de forma integral estima esta juzgadora
que le asiste razón a la defensora. Como se desprende de los autos, a la encartada Sara Robinson
Lezama, se le juzgó por dos robos agravados. En el primer ilícito figura como ofendido el menor
[Nombre 001]. y el segundo hecho delictivo la víctima es [Nombre 002]. Es necesario precisar que
esta juzgadora avala la decisión del Tribunal de Juicio, en cuanto a la determinación de la
responsabilidad penal de la encartada Sara Carolina Robinson Lezama, en los hechos acaecidos el
día 13 de setiembre de 2014, evento en el cual la víctima es [Nombre 002] Picado. Para este
suceso en particular, conforme lo analizó el Tribunal de instancia, existen suficientes elementos de
prueba que vinculan a la imputada Robinson Lezama, con ese evento delictivo y que resultan
imperiosos repetir en esta oportunidad. En lo que discrepo del voto de mayoría, es en cuanto a la
fundamentación esgrimida por el Tribunal de Juicio para arribar a la condenatoria de la justiciable,
en torno al suceso acaecido el 12 de setiembre de 2014, en el cual figura como ofendido menor de
edad [Nombre 001]. De la sentencia impugnada se deduce con facilidad que la participación de la
encartada Robinson Lezama, en este hecho delictivo , se sustentó principalmente por su
intervención en el robo acaecido al día siguiente, para lo cual el Tribunal de Juicio hizo alusión a la
existencia de prueba indiciaria que vinculaba a la justiciable con el robo perpetrado el día anterior.
En relación con el primer suceso, el ofendido [Nombre 001] fue conteste en indicar que a la
persona que él podía identificar era al sujeto masculino que lo amenazó con un arma -quien
resultó ser el encartado Michael Rugama Castillo-, no así a la mujer que estaba en el interior del
taxi. El agraviado narró que la mujer que acompañaba al chofer del taxi, era morena, de pelo
ondulado y de contextura gruesa, aclarando que a dicha persona no la podía identificar ni
reconocer, ya que sólo apreció esas características físicas de esta otra persona. Si bien es cierto la
imputada Robinson Lezama reune esas caracterísiticas físicas -tez morena, pelo ondulado y
contextura gruesa-, a criterio de esta juzgadora las mismas no son individualizantes, como para
arribar a la conclusión de que se trata de la misma persona. Adicionalmente, si bien en el fallo se
explora la circunstancia de que la imputada es una afrodecendiente, lo cierto es que tampoco esa
característica en particular, permitiría su plena individualización, ya que aún así existen más
personas que reunan esas mismas condiciones.Como se desprende del fallo, los principales
elemento de prueba, que permitió acreditar el acontecimiento del 12 de setiembre de 2014,
fueron la declaración del ofendido [Nombre 001] y el reconocimiento practicado por éste en la
fase de investigación, prueba que permitió la identificación plena del justiciable Rugama Castillo,
no así la identificación de la segunda persona que viajaba en el taxi. Los jueces de instancia
arribaron a la conclusión de que la justiciable Robinson Lezama, había participado de ese primer
hecho delictivo, en el tanto se le vinculó con el asalto ocurrido el día 13 de setiembre de 2014.
Estima esta juzgadora que los indicios a los que hace alusión el Tribunal de Juicio para arribar a la
conclusión de que la justiciable Robinson Lezama también participó del robo en perjucio del
menor de edad [Nombre 001], no son graves, precisos, y concordantes. En efecto, el Tribunal de
Juicio hace alusión a que el modo de perpetrar el segundo hecho coincide plenamente con la
forma en que se ejecutó el primer hecho ilícito. Sin embargo, analizado el fallo, se concluye que si
bien se presentan aspectos comunes en la comisión de ambos ílicitos, estos se circunscriben
únicamente al tipo de vehículo utilizado -taxi- y la participación del encartado Michael Rugama
Castillo, no así a la forma de comisión, ya que la misma difiere para ambos sucesos. En el primer
evento, la acción delictiva fue desplegada por el imputado Rugama Castillo, quien sin decender del
automotor, -en el cual viajaba una mujer en el asiento del copiloto- amenazó a la víctima con un
arma y la obligó a entregarle las partenencias que portaba. En cambio, en el segundo hecho, la
dinámica es muy distinta, del taxi desciende una mujer -la cual resultó ser Sara Robinson Lezama-
y con un arma amenaza a la víctima y la obliga a entregarle sus pertenencias. Por otra parte, la
hora de ambos sucesos y el lugar, difieren, ya que el primer robo aconteció en Heredia, San Rafael
Concepción, a las nueve de la mañana, mientras que el segundo ocurrió en Heredia, San Isidro San
Franscisco en horas de la noche. Por lo que a criterio de esta juzgora no puede hablarse de que el
modo de ejecución es similar en ambos hechos delictivos, como para que sea considerado como
un indicio grave y preciso que vincule a la encartada Robinson Lezama con el primer suceso
acaecido el día anterior. Adicionalmente, estima esta juzgadora que aún uniendo el modo de
ejecución de ambos hechos delicitivos, con las características que dio el ofendido [Nombre 001]., -
quien refirió que en el taxi viajaba una mujer de tez morena, contextura gruesa y pelo ondulado-
esos indicios son insuficiente para arribar a un criterio de certeza en cuanto a la participación de la
justiciable Robinson Lezama con los hechos ocurridos el 12 de setiembre de 2014. Es claro para
esta juzgadora que existe probabilidad de que la imputada Robinson Lezama participara en la
ejecución del primer robo, pero a criterio de quien suscribe este voto, los indicios reseñados en el
fallo son anfibológicos y no permiten sustentar con el grado de certeza requerido, la participación
de la encartada en ese hecho delictivo. En consecuencia, declaro se declara con lugar el primer
motivo de apelación presentado por la defensora pública Kryssia Quirós Villalobos. En aplicación
del principio in dubio pro reo, se absuelve a la justiciable Robinson Lezama de toda pena y
responsabilidad en relación con el delito de robo agravado en perjuicio de [Nombre 001]. En lo
demás el fallo permanece incólume.

POR TANTO:

Por unanimidad, se declara sin lugar el recurso de apelación formulado por la licenciada Gabriela
Cordero Zamora, defensora pública de Maicol Rugama Castillo. Por voto de mayoría se declara sin
lugar el recurso de apelación de la licenciada Kryssia Quirós Villalobos, defensora pública de Sara
Carolina Robinson Lezama, sobre el cual la jueza Adriana Escalante Moncada salva el voto.
NOTIFÍQUESE.

Annia Enríquez Chavarría


Adriana Escalante Moncada Yadira Godínez Segura

Juezas de Apelación de Sentencia

EXP: 14-002535-0369-PE

IMP: SARA CAROLINA ROBINSON LEZAMA

D: ROBO AGRAVADO
O: [Nombre 001]

Jessica

Es copia fiel del original - Tomado del Sistema Costarricense de Información Jurídica el: 2/7/2018
11:40:02 a.m.

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