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OBLIGATORIEDAD DE VACUNACIÓN
ARTÍCULO 11 — Las vacunaciones a que se refiere esta ley son obligatorias para todos los
habitantes del país, los que deben someterse a las mismas de acuerdo a lo que determine la
autoridad sanitaria nacional con respecto a cada una de ellas.
Los padres, tutores, representantes legales o encargados del cuidado de niños, niñas y
adolescentes menores de 18 años serán responsables, con respecto a los menores a su cargo,
del cumplimiento de lo dispuesto en el párrafo anterior.
ARTÍCULO 17 — Los actos u omisiones que impliquen transgresiones a las normas de esta
ley y/o de sus disposiciones reglamentarias serán sancionados con multa de pesos mil
($1000) a pesos cincuenta mil ($50.000) sin perjuicio de cualquier otra responsabilidad
civil o penal en que pudieran incurrir.
Las autoridades que tomen conocimiento del incumplimiento de la presente ley deberán
denunciarlo ante las autoridades sanitarias a los fines de compeler el cumplimiento de la
misma y aplicar las medidas sancionatorias correspondientes.
En el caso del artículo 10, además de la sanción de multa que correspondiere, se procederá
a cancelar la autorización concedida para aplicar las vacunas a que se refiere esta ley.
FUNDAMENTOS
Sr. Presidente:
El proyecto que presentamos tiene como objetivo garantizar el efectivo y real acceso al
derecho a la salud de los niños, niñas y adolescentes de hasta 18 años.
A partir de ello, reflexionamos sobre qué es lo que está en juego cuando habilitamos este
derecho a padres, tutores, representantes legales o encargados con respecto a los niños,
niñas y adolescentes menores de 18 años que tienen a su cargo. Creemos que al hacerlo,
vulneramos el acceso a otro derecho como es el derecho a la salud de los niños, niñas y
adolescentes y sus efectos nocivos para el paciente y la población, como coralario de la
interrupción de la cadena de protección sanitaria, objetivo de la vacunación masiva y
obligatoria de la política pública de salud.
El surgimiento de la corriente de pensamiento crítico de las vacunas implica pasar por alto
los procesos de inmunización de los niños, niñas ya adolescentes. En Estados Unidos,
lugar paradigmático de la corriente antivacunas, se vivió en 2014 una epidemia de
enfermedades como el sarampión y la tos convulsa, que ya habían sido erradicadas. Según
UNICEF, las vacunas salvan la vida de 2 a 3 millones de niños por año, lo que implica que
es crucial en la mortalidad infantil. En relación a esta política sanitaria, Argentina fue
"2017- Año de las Energías Renovables"
Debemos remarcar que este proyecto de ley que presentamos tiene como fundamento la
Convención sobre los derechos del Niño, ratificada por nuestro país en 1990, que sostiene
en su artículo 2 que “los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para
garantizar que el niño se vea protegido contra toda forma de discriminación o castigo por
causa de la condición, las actividades, las opiniones expresadas o las creencias de sus
padres, o sus tutores o de sus familiares”. Y en su artículo 24 establece que “los Estados
Partes reconocen el derecho del niño al disfrute del más alto nivel posible de salud y a
servicios para el tratamiento de las enfermedades y la rehabilitación de la salud. Los
Estados Partes se esforzarán por asegurar que ningún niño sea privado de su derecho al
disfrute de esos servicios sanitarios”.
Es de particular relevancia tomar como marco la ley 26.061 de Protección integral, ya que
en su artículo 2 determina que “la Convención sobre los Derechos del Niño es de aplicación
obligatoria en las condiciones de su vigencia, en todo acto, decisión o medida
administrativa, judicial o de cualquier naturaleza que se adopte respecto de las personas
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hasta los dieciocho años de edad. Las niñas, niños o adolescentes tienen derecho a ser oídos
y atendidos cualquiera sea la forma en que se manifiesten, en todos los ámbitos.” A su vez,
en el artículo 3 garantiza el interés superior del niño y ordena sobreponer el interés de éste a
cualquier otra consideración, puesto que esta norma tiene el efecto de separar
conceptualmente aquel interés del niño como sujeto de derecho de los intereses de otros
sujetos individuales o colectivos, e incluso, el de los propios padres, por más legítimos que
éstos resulten. Asimismo, en el artículo 5 establece la responsabilidad gubernamental y que
“Las políticas públicas de los Organismos del Estado deben garantizar con absoluta
prioridad el ejercicio de los derechos de las niñas, niños y adolescentes (…) dando
“prioridad en la exigibilidad de la protección jurídica cuando sus derechos colisionen con
los intereses de los adultos, de las personas jurídicas privadas o públicas”.
Creemos que dada la normativa vigente, no hay espacio alguno para la decisión arbitraria
de los padres o tutores. El derecho a elegir no es de aplicación cuando se vulnera el acceso
a otros derechos.
Los padres podrán elegir distintos tipos de prestaciones o tratamientos médicos posibles,
pero siempre que puedan ser considerados como equivalentes al “más alto nivel posible” no
por cualquiera, sino tras un escrutinio profesional científicamente fundado, ajeno a mitos,
tradiciones y creencias.
Por su parte, nuestro deber, es que el Estado adopte las medidas que garanticen el acceso al
goce real de derechos, pues tiene la obligación de proteger a los niños y adolescentes frente
a terceros, incluidos los padres.
Por estos motivos es que solicito a mis pares que acompañen este proyecto.
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