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ALMA DE NIÑA
OBRAS DEL MISMO AUTOR
EN PREPARACIÓN
Matucha
FOLLETI~ES DE LA TR1BUXA
ALMA DE NIÑA
1'01t
AfANUEL T. PODESTiÍ
BUENOS AIRES
IMI'RENTA DE P. CONI É IIIJOS
680 - ULU , . . Ó - 680
lM92
ALMA DE NIÑA
"Vendráf. ..
Diez veces se habia hecho esta misma pre-
gunta y otras tantas la dyda habia mordido.
con sus dientecillos de ratón, el corazón de
Adela.
Est.'\rá estudiando para el examen .•. Esta
explicación producia una tregua, un mo-
mento de calma, pero de nuevo la pregunta,
empujada por la zozobra y un tanto de ansie-
dad angustiosa, iDvadia el corazón de la ena-
morada; entonces, nerviosa y rápida, se en-
caminaba ¡, la puerta de cnllc para espiar el
momento de RU llegada ...
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que lo embriagaban.
-¡Emiliol-contestó la. nifla con voz ape-
nas perceptible y entrecortada por una inspi-
ración profunda que hizo levantnr la curva
de su seno-Isuéltamel
Emilio se inCOFpOró todavía en el sillón y
dej¡indole libres ltu! manos pasó las suyas ni-
pidamentc por su cabeza, atrayéndola atan
más hacia si; sus rostros se unieron confun-
diéndosc, y ]OS labios de Adela, enrojecidos
y secos, como los de los niños con fiebre, 8C
ba el niño Emilio.
- t, y las otras cartas'
- Ah, l¡ts otras cartas me dijo que las ha-
bía guardado.
- ~ Pero quién las había guardado "?
- Yo no me acuerdo, niña.
- Vete, eres una inservible.
Así concluian siempre las escenas, sin que
Adela se apercibiera de que, dado el estado
de excitación en que se encontraba y el tono
en que hacia las preguntas, la mulatilla aca-
baba por confundirse, asustarse y mentir de
una manera inconscien te.
- Esto no puede durar, exclamaba Adela;
yo necesito sa.ber algo, tener algún indicio
del motivo que ocasiona. estas ausencias ...
Es una erueldad de su parte, una verdadera
crueldad ... ~ Que le habre hecho yo t ... Es-
tará resentido conmigo; tal vez involunta-
riamente le habre contrariado ... ¡Ah! de
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remos.
El tono de las últimas palabras habia con-
movido á Adela, experimentó en es~ mo-
mento un deseo vehemente de abrazar á la
viejita. y de cubrirla de besos cariñosos;
¡ah! es que Adela no habia podido aun de-
sahogar todo su dolor; sen tia dentro del
pecho algo como un circulo de hierro que
comprimiera su corazón y sus pulmones;
necesitaba llorar, pero llorar con desespe-
ración, sobre el pecho de una persona amiga.
diciéndole todos sus sufrimientos para cn-
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.
- i Ah! es muy linda esa pieza... muy
sentimental. .. ~ quiere V. tener la bondad
de prestarmela. para un día "/ ... voy á sacar
una copia ... qué gracioso, agregó, esta noche
se la toco á mi noyio... es una improvisa-
ción, lo no le parece? ... Y él qu<? es medio
poeta.
- i Es poeto su novio? preguntó tímida-
mente Adela, pronunciando la última pala-
bra con cierto temblor nervioso.
- Si, poeta y médico contestó la niña ...
J
propia vida.
El traje de novia estaba siempre alU como
un centinela de vista, que no la ¡,h:mdonaría
hasta el día siguiente: la espiaba, la seguia,
se clll'eelaba lÍo sus ropas, la tironc..'\ba, so ha-
bía apoderado do su vi vienda, la llenaba con
su larga cola, In agitaba con el crujido do
~u~ plieguc~, ocupaba 8U im1ginació!1, RO
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- .
respondía ¿tIa ventana que daba frente ti. su
habitación; poco ti. poco, el llanto se fue
calmando, percibiendo ella el rumor del yai-
vén de la cuna que lo columpiaba. Este llan-
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las sombras.
XVII
'·es-
el respaldo del sillón; sobre él, estaba el
tido de novia; ella lo miró, abriendo enor-
memente sus ojos inyectados; ya no era el
traje; alli estaba ahora la niña, la esposa de
Emilio, sonriente, satisfecha, envuelta en
los pliegues del raso, con las mejillas sonro-
¡;¡aclas, una mirada. voluptuosa, que se esca-
paba como una burla de sus ojos aterciope-
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