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Incumplimiento de las obligaciones.

Es la situación que deriva de la no realización de aquella prestación a la que el


deudor se había obligado. Puede serle o no imputable, dependiendo de la causa que
origina el incumplimiento.

Podía recaer en el deudor, como sucede en la generalidad de los casos, o en el


acreedor, cuando este rechazaba, sin justa causa, el pago ofrecido por el deudor. Así,
en el derecho romano, se nos presenta la mora debitoris, a cargo del deudor y la
mora creditoris, a cargo del acreedor.

El dolo.

Existe dolo cuando el deudor no cumple la obligación, de manera voluntaria y


maliciosa, con la intención de dañar al acreedor.

Son elementos del dolo:

- un acto o una omisión del deudor con la intención de provocar un daño. Por ser la
intención un elemento necesario, aquellas personas que están privadas de la razón
no pueden ser imputadas con dolo (Dementes e impúberes).

- que este acto traiga un perjuicio económico a la otra parte.

- Ese perjuicio debe derivar de manera directa del incumplimiento.

El dolo no se presume sino que debe ser probado por el acreedor.

Según el código civil y comercial: “El dolo se configura por la producción de un daño
de manera intencional o con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos.” Art.
1724

El dolo deber ser probado. No pueden hacerse pactos de dispensa de dolo, pero si
pueden pactarse sobre los daños y perjuicios que puedan sufrirse del mismo. Esta
regla del derecho romano se ha extendido a nuestros días, y en el código civil y
comercial puede encontrarse el art. 1743 que versa: “Son también inválidas si liberan
anticipadamente, en forma total o parcial, del daño sufrido por dolo del deudor o de
las personas por las cuales debe responder.”

La culpa.-

El derecho romano admitía una división entre la culpa extracontractual o aquiliana


(regulada en la “lex aquilia”), y la contractual. La primera era configurativa de los
delitos y cuasidelitos, mientras que la segunda se aplica en el marco de los
incumplimientos de las obligaciones.

Los textos romanos distinguían diversos tipos de culpa: a) la culpa grave o lata,
consistente en la omisión de las diligencias y cuidados más elementales; b) la culpa
leve, que podía ser considerada bien objetivamente (omisión de los cuidados propios
del buen padre de familia) o bien subjetivamente (omisión de los cuidados que
habitualmente tiene la persona en sus propios asuntos).

A su vez la culpa leve comprendía la culpa “in abstracto” y la culpa “in concreto”. La
primera se llevaría a cabo al desatender los cuidados de un buen padre de familia, y
la segunda, por inobservancias en la diligencia del deudor al llevar sus negocios.

De esta manera las características de la culpa en el derecho romano son la gradación


de la culpa y la apreciación de ella sobre la base de un criterio abstracto (bonus pater
familiae, diligentissimus pater familiae). Conllevando de esta manera a distintas
consecuencias jurídicas.

La forma de ser regulada fue variando a lo largo de la historia del roma, en un primer
momento los deudores solo responden cuando el incumplimiento deriva de una
conducta dolosa. A medida que la ciudad crecía y el derecho avanzaba, fue necesario
admitir la responsabilidad por falta de diligencia.

Había excepciones, entre las cuales vale la pena mencionar la “custodia”, donde la
obligación consiste justamente del cuidado diligente.

En la actualidad, se ha abandonado esta clasificación sobre las culpas, según el art.


1724 del código civil “La culpa consiste en la omisión de la diligencia debida según la
naturaleza de la obligación y las circunstancias de las personas, el tiempo y el lugar.”
Por lo que corresponde al juez la apreciación de la conducta del deudor, para ver si
obró de forma culposa.

Sin embargo, aún en el código civil y comercial existen alusiones a la noción de culpa
“grave”, como puede verse en los artículos 1771 (acción calumniosa), 1819
(Titularidad de títulos valores), 1867 (Titularidad de títulos valores). Si bien solo la
primera parece tener la connotación que tenía en el derecho romano.

Caso Fortuito o fuerza mayor.

Se exime de responsabilidad al deudor en base a un hecho que le es inimputable. Por


ejemplo, terremotos, inundaciones, naufragios. La regla en derecho romano es que
las cosas crecen o se pierden para su dueño, o en el caso de las obligaciones, su
acreedor.

La fuerza mayor sería aquel caso que aún conocido, era imposible ser evitado. Se le
aplican las mismas reglas que al caso fortuito.

Efectos del incumplimiento:


El incumplimiento del deudor genera la responsabilidad de indemnizar al acreedor por
todos los daños sufridos. En términos modernos sería el daño emergente y lucro
cesante.

En un principio el derecho romano solo contemplaba la indemnización del daño


emergente, pero a medida que la ciencia del derecho se desarrollaba fue necesario
implementar la noción de lucro cesante para indemnizar el daño real que sufría el
acreedor. Lo que demuestra un avance hacia la reparación integral.

El lucro cesante consiste en aquello que el acreedor es privado de recibir durante el


tiempo del incumplimiento. La determinación podía ser judicial o realizada por el
acreedor.

La determinación judicial era discrecional, si bien eventualmente fue limitada. La


realizada por el acreedor debía ser hecha bajo juramento y era revisable. Había una
tercera opción que era por común acuerdo del deudor y acreedor.

MODO DE EXTINCIÓN DE LAS OBLIGACIONES.

El pago o cumplimiento es la culminación de la relación obligacional, el fin natural de


la obligación es decir, su modo habitual de extinción. Exige el cumplimiento de la
prestación en lugar y tiempo pautados.

La novación implica el cambio de una obligación que se extingue, por una nueva que
nace. Su requisito principal es el animus novandi, es decir la voluntad de realizar la
novación. La obligación nueva debe ser distinta a la novada, y la extinción de la
primera se origina de pleno derecho.

En roma tuvo una gran importancia, puesto que “el derecho romano primitivo
concebía las obligaciones como un derecho personalísimo, insusceptible de ser
cedido. Era un sistema inconciliable con las crecientes exigencias del tráfico jurídico.
Se pensó entonces en arbitrar un recurso que armonizara estas necesidades
prácticas con el principio de la incesibilidad. Este recurso fue la novación. No se
trataba ya de la cesión de un crédito o de una deuda, sino de la extinción de una
obligación y el nacimiento de una nueva; pero por esta vía se podía llegar a la
transmisión de las obligaciones, por más que el procedimiento fuera algo complicado”

El instituto de la novación sigue en la actualidad, pero ha perdido esa importancia que


tuvo en roma, desplazada por la cesión de crédito.

La compensación es “la contribución de una deuda y crédito entre si” y extingue la


deuda y el crédito hasta donde alcance la menor. A lo largo de la historia de roma
tuvo distintos requisitos, hasta que Justiniano dispone que para aplicarse la deuda
debe ser líquida, exigible y válida.

La confusión tiene lugar cuando una persona adquiere el carácter de deudor y


acreedor, extinguiendo la deuda. Renace si se revierte dicho carácter.
La transacción o Transactio, extingue obligaciones litigiosas o dudosas, mediante
concesiones recíprocas. Esto es, renunciar a parte de sus derechos para poder dar
solución al conflicto de manera rápida.

La prescripción liberatoria es la extinción de la obligación por el transcurso de un


determinado período de tiempo sin que el actor exija el cumplimiento. El plazo varía
de acuerdo a la época en roma. Comienzan con un plazo perpetuo, y se va
reduciendo, hasta que eventualmente Teodosio II ordena que sean 30 años. Esto
según costa.

En nuestro derecho se diferencia la extinción de la acción, de la extinción del


derecho. La prescripción liberatoria extinguiría la acción, pero no el derecho.
Convirtiéndose la obligación en una obligación natural (velez) o un deber moral o de
conciencia (código civil y comercial).

En el derecho romano hubo varios casos de contemplación de obligaciones naturales,


entre las cuales destacan:

+ El contrato realizado por el esclavo constituye, según Gayo (3, 119 a), la hipótesis
primigenia de obligación natural. En efecto, dado que el esclavo no tiene personalidad
jurídica, no puede convertirse en deudor o acreedor, civilmente hablando. De los
contratos realizados entre el esclavo y su dueño o un tercero, sólo nacían créditos y
deudas naturales.

+ Los contratos celebrados entre el pater familias y las personas sometidas a


su potestas. Por ejemplo, los créditos del hijo frente al padre son créditos naturales,
que no cuentan con una acción para exigir su cumplimiento.

+ La obligación del hijo de familia que tomó en préstamo dinero sin autorización de su
padre, contraviniendo la disposición del senadoconsulto Macedoniano.

+ Supuestos más discutidos son las obligaciones contraídas por el impúber sin
la auctoritas de su tutor, o las contraídas por los menores de 25 años sin
el consensus de su curador.

Bibliografía usada:

Manual de Derecho Romano Público y Privado, José Carlos Costa. 3ra Edición.

Tratado de derecho civil – Obligaciones, Tomo I, Borda, Guillermo A. 10ª


edición.

Derecho privado romano - Antonio Ortega Carrillo de Albornoz.


(fragmento).

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