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TÍTULO:

Un análisis de lo trascendental como puente entre Wittgenstein y Kant1.

Ruth M. Hazel Fallas.

INTRODUCCIÓN

Este trabajo es un aporte para los estudios afines a la tradición del pensamiento filosófico
en lengua alemana, debido a que es objeto de este el ocuparse de dos de los grandes exponentes
de dicho legado, quienes, aunque con metas distintas son aún hoy clásicos, inescapables para todo
estudio de la larga historia del quehacer filosófico. Por un lado, Wittgenstein, como miembro
destacado del aclamado circulo de Viena, quien es considerado uno de los más grandes pensadores
del siglo XX, mientras que su antecesor, Kant, es un eslabón ineludible para toda formación filosófica
y es a quien se debe el enorme aporte del así llamado idealismo trascendental.

Poner ambos nombres en un título, parece en un principio apresurado, sin embargo, reside
en esto el valor de esta y otras investigaciones que se han propuesto como tarea el seguir la línea
que se puede trazar, aunque sea borrosamente entre ambos pensamientos. Y es que, es evidente
en algunos aspectos la influencia del pensamiento de Schopenhauer sobre Wittgenstein, pero hay
mucha más tela que cortar si se trata de mirar tal influencia, pero desde un poco más atrás, es decir,
desde el terreno kantiano. Existen múltiples trabajos que se han encargado de tratar de establecerla,
por lo que este también se suma a dicha tarea, pero principalmente desde la trascendentalidad
presente en Kant y que de alguna u otra forma se encuentra también en Wittgenstein, justamente
la relevancia del proyecto es que al efectuar esta conexión pretende a su vez esclarecer las distancias
entre las dos posturas, ya que como lo enuncia implícitamente el título de este reporte investigativo,
entre ambos pensamientos hay en un principio un abismo que es inescapable, evidenciado así que

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El título se debe circunscribir específicamente a la obra de Wittgenstein Tractatus Logico-
philsophicus (TLP), así mismo, cuando se refiere a lo trascendental entiende justamente la noción
kantiana (principalmente el texto Kritik der reinen Vernunft) y la definición que se desprende de la
interpretación propia del TLP.
solo algunos elementos pueden ser tomados como cercanos y no se puede caer en la ingenua
asunción de una armonía absoluta e inexistente entre ambas teorías: la kantiana y wittgensteiniana.

Este trabajo pretende entonces, hacer uso de un análisis comparativo, mediado por los
ensayos y obras principales, que permita mediante su ejecución establecer una síntesis novedosa
respecto al elemento de la trascendentalidad presente de una u otra forma en ambas teorías, por
lo que su principal objetivo es demostrar que dicho elemento si permanece en los dos pensamientos,
pero no como si existiese una mera continuidad en la definición kantiana dentro del Tractatus, sino
más bien para observar de forma detallada cómo es que existe tal unión y a la vez separación
derivadas de dicho elemento, entre ambos pensamientos. Justamente, la novedad radica en
entender que la trascendentalidad tal y como es entendida por Wittgenstein en el TLP supone unión
y división simultáneamente entre su postura y la larga tradición kantiana.

A modo de resumen, la investigación tiene una relevancia por su inscripción en dos


tradiciones de pensamiento que, aunque no pertenecientes al mismo ámbito, son parte de la
tradición filosófica en lengua alemana, profundiza a su vez, los alcances de la filosofía kantiana al
establecer los elementos que perduran en la filosofía de Wittgenstein, específicamente de su
Tractatus Logico-philsophicus, el cual sigue influenciando curiosamente una gran cantidad de
pensadores de lengua inglesa, quienes se han decantado por la llamada filosofía analítica la cual
presenta diversas tendencias investigativas. Sobra recordar, además, la impresionante influencia del
pensamiento kantiano de la Kritik der reinen Vernunft, libro ineludible para todo estudio serio de la
tradición filosófica. Finalmente, el trabajo para cumplir su objetivo, se detendrá primeramente en
exponer el concepto de trascendentalidad en ambos pensamientos y en un segundo apartado se
dedicará al análisis prometido respecto a la ambivalencia de dicho elemento, es decir, su función
distanciante y acercadora para con ambas teorías, retomando para esto algunas de las
interpretaciones atinentes al tema, exponiendo la discusión que conllevan las mismas y
demostrando así la aperturidad que tiene este tema, el cual está lejos de cerrar con una única
solución convincente.

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CUERPO

La trascendentalidad en Kant

La doctrina trascendental de los elementos, como bien es sabido incluye la estética y la


lógica trascendental, tal división responde a la fundamentación de una filosofía trascendental, ya
que esta retoma la razón pura y meramente especulativa (A 15/B29)2, justamente por este tipo de
ciencia, según Kant, debe contener la doctrina elemental que mienta los dos elementos que, de
desprenden de la citada división, y de esta forma también una doctrina del método. El tiempo y el
espacio son los elementos que retoma en su estética trascendental, su objetivo es constatar que los
mismos sean condición de posibilidad para todo conocimiento sintético a priori, en esto radica la
exposición trascendental (A 25/B 40) a la que están sometidos ambos elementos. Al exponer el
concepto del espacio demuestra que es una idealidad trascendental, ya que nos es imposible
concebir las cosas mismas sin su condición de posibilidad, el espacio es a priori objetivo, pero al
mismo tiempo es una representación subjetiva, de allí su idealidad. El concepto trascendental del
fenómeno del espacio, radica en que nada de cuanto intuimos en el espacio es una cosa en sí misma,
ni él es una forma inherente a las cosas, establece entonces que no podemos conocer las cosas en
sí mismas, lo que experimentamos son meras representaciones de nuestra sensibilidad, la forma de
las mismas es el espacio y su verdadero correlato, en tanto cosa-en-sí, es incognoscible (A 30/ B 45).

Lo anterior es aplicable de manera similar al tiempo, este también participa en el idealismo


trascendental ejemplificado en el caso del espacio, sin embargo, lo que interesa definir, es a que se
refiere Kant con trascendental, en el primer acercamiento, el del párrafo anterior, se ha llegado a
dirigir este estatus a la denominada cosa-en-sí, pero lo que es preciso diferenciar para continuar
avanzando, es lo trascendente de lo trascendental, Kant establece que los principios que pretenden
sobrepasar los límites de toda experiencia humanamente posible, son lo que denomina como lo
trascendente, ya que aquello que no sobrepasa los límites de la experiencia es inmanente, sin
embargo esto es lo que califica como mero abuso de categorías, el cual no ha sido sometido a la

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La citación para la obra de Kant se efectuará en todo caso empleando la paginación crítica, anotando tanto
la cita de la primera como de la segunda edición de la Kritik der reinen Vernunft.

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crítica de la razón, pero justamente su análisis demuestra que lo trascendental justamente señala
los límites no pretende sobrepasarlos (A 296/ B 351).

Con la anterior distinción, queda claro que en todo caso la trascendentalidad mienta los
límites de toda experiencia, justamente el que las formas a priori de la sensibilidad son la condición
de posibilidad para todo conocimiento y a su vez se nos muestra al entenderlas como fenómenos
que hay un más allá, al cual no tenemos acceso, contribuyen así a topar con los límites de lo
cognoscible, las cosas en sí desconocidas, límites que a su vez son de la razón, sin la crítica de la
misma, se cae en pasar por alto la ilusión que mientan los principios trascendentes, los cuales
pretenden derribar todo obstáculo y entrar a una zona inexplorada, lo único es que tal ilusión es
según Kant inescapable al ser humano, es decir, una ilusión natural (A 298/ B 355).

La trascendentalidad en Wittgenstein

La lógica en el TLP, es trascendental (6.2)3 debido a que la forma lógica corresponde a lo que
cualquier figura en tanto que figura misma ha de tener en común con la realidad para poder figurarla
(2.18), es la esencia de toda figuración. La figura es la representación de algo, justamente porque
los seres humanos hacen figuras de los hechos (2.1), es decir, de un estado de cosas en el espacio
lógico (2.11), a modo de modelo de la realidad (2.12), lo anterior se da mediante la relación de los
elementos de la figura con los elementos de la realidad, la figura misma es la figura lógica, esta a su
vez puede figurar el mundo (2.19) ya que el mundo es la totalidad de los hechos (1.1).

En la forma lógica está contenida la posibilidad de las cosas, sin embargo, se ha de recordar
que el mundo es la totalidad de los hechos más no de las cosas (1.1). Solo los hechos (mundo),
determinan lo que es el caso o no es el caso (1.12), es decir lo acaecido o mejor dicho dado tal cual
como hechos, lo que es claramente el mundo y que permite decir esto es así o asa, o a la inversa
que no sea de otra manera, por lo cual, se debe partir del mundo para poder determinar la forma
lógica, es decir, las posibilidades en el espacio lógico o espacio de posibilidades. El carácter a priori
de la lógica tiene un único sentido y es que nada ilógico puede ser pensado (5.4731), ya que el
mundo es inescapable para el hecho de que tenemos lógica, ciertamente los hechos no serían

3
La citación de la obra de Wittgenstein aparecerá a lo largo del texto tan solo colocando el número de la
proposición referida entre paréntesis, en caso de recurrirse a la citación de otros textos de misma autoría se
procederá a enunciar primeramente el título de los mismos.

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lógicos ellos mismos, los hechos son el mundo, por tanto, el mundo es distinto de su límite, la lógica
es su armazón por esto no trata del mundo (6.124) y por lo anterior las proposiciones lógicas no se
comprueban mediante ninguna experiencia (6.1222).

En tanto, la lógica sería un límite del mundo, muestra todas las posibilidades de hechos en
el espacio lógico, pero no es ella misma parte del mundo, esta sería entonces trascendental, sin
embargo, existen otros elementos en TLP que cumplen con la caracterización de la misma y se puede
decir por tanto que gozan también de dicha trascendentalidad, aunque no se denominen como
trascendentales explícitamente o se haga una mención reducida de estos, lo cual se desglosará a
continuación:

A. Los objetos simples

La significatividad del lenguaje se establece con la noción de que en la proposición no se


haya el sentido, pero se encuentra la posibilidad de expresarlo (3.13), puesto que ella es formal por
tanto no mienta contenido, el sentido solo es atribuido a los hechos, el mundo según se ha expuesto,
mientras que los nombres por si solos no poseen tal sentido (3.142), lo mismo ocurre con la
proposición. Ahora bien, los nombres son irreductibles a las proposiciones, ya que no se pueden
descomponer por definiciones, no poseen significación de forma independiente (3.261), los
nombres, por tanto, no tienen sentido solo significado que resulta en el objeto denotado por ellos
(3.203).

Por otra parte, los nombres en tanto signos simples, poseen un correlato con los objetos
simples, cada nombre está por un objeto simple y en esto consiste su significado, es el
«representante» más no la representación (Pellecchia, 2010, p.68), se desprende de todo lo anterior
que un signo proposicional describe, más no denota (3.144), los signos simples primitivos en los que
resulta el análisis completo de las proposiciones, según Wittgenstein denotan, pero no describen,
los nombres son el presupuesto necesario (indestructible) del lenguaje, se sabe que «hay nombres»
justamente porque se pueden formar proposiciones sensatas y pensar propiamente (Pelleccia, 2010,
p.69). Los objetos por su parte solo se les puede atribuir la posibilidad de conexión con otros objetos,
lo cual es su forma lógica y esta es a su vez, el espacio de las posibilidades combinatorias de su
ocurrir en estados de cosas (2.0123), sin embargo, fuera de dichas concatenaciones los objetos son

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inaccesibles al pensamiento, pero es propio de los objetos, tomados en su singularidad simplísima,
constituir la «forma fija» de todo mundo posible (2.022), por esto su forma lógica o potencialidad
combinatoria no agota por decirlo así al objeto, dejando abierto un excedente impensable.

Del objeto se sabe que es, más no lo que es (3.221), son por tanto puros existentes
independientes en su impensable aislamiento y están ya insertos en el nexo constitutivo de posibles
estados de cosas, no tienen propiedades materiales (2.023), carecen de color (2.0232), no poseen
predicados (indefinibles) por lo que no están adscritos a la dimensión temporal o espacial (Pelleccia,
2010, p.73). Son los componentes invariables y fijos de toda posible combinación, a ellos tal cual no
se les adscribe ninguna predicación más a las combinaciones resultantes de los mismos si, o a las
combinaciones de dichas combinaciones, las cuales son pensables en tanto determinadas. Se
desprende de esto último la posible interpretación de los mismo, como condición de posibilidad
para todo pensamiento, sin su existencia sería imposible la dación de concatenaciones complejas,
de allí su condición necesaria, sin embargo, son incognoscibles, solo se presupone su existencia
debido a la posibilidad del pensamiento mismo.

Finalmente, los hechos mientan que «el caso» es un complejo de complejos de entes
simples y equivale, por lo tanto, a una multiplicidad de objetos (o cosas), pero los hechos no son las
cosas (1.1), ya que estas no acaecen, sino que son en los estados de cosas. Pero, como se dijo arriba
quienes son fijos y necesarios para que puedan darse tales complejos producto de sus
combinaciones son los objetos simples, estos forman la substancia del mundo y debido a esto no
son compuestos (2.021), o en otras palabras son la forma del mundo (2.026). Los objetos, en tanto
substancia son independientes al caso (2.024), esto tiene una consecuencia lógica-semántica y es
que: la forma lógica de los objetos se muestra, pero no se dice, puesto que, como se dijo antes no
es predicable, de lo que se habla es de los hechos no de los objetos simples, por lo tanto, la
substancia es indecible, se muestra como condición de posibilidad de lo hablado más de ella no se
puede decir nada.

B. El sujeto

En sus proposiciones acerca del solipsismo 5.632-5633 y 5.541-5.542, estas anotan una
imposibilidad rotunda de poder encontrar al sujeto en el mundo, no es un rasgo contingente de la

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experiencia, no se trata solo que de hecho no se encuentra el sujeto en el campo visual sino más
bien que no tiene sentido de hablar de encontrarlo, la posibilidad misma de hallarlo está excluido
del ámbito de sentido, por esto no se trata de un yo psicológico, si se mienta un yo es más bien el
de la filosofía, aquel que constata que «el mundo es mi mundo» (5.641), es decir, «el yo filosófico»
(5.633). El sujeto metafísico no es un ítem del mundo, sino que es al mundo lo que el ojo es al campo
visual, no pertenece al mundo, pero si no es ningún sujeto concreto, el sujeto empírico ni el alma o
la mente, ya que es más bien el límite del mundo (García, 2010, p.111). Desde esto último, se sigue
otro análisis definitivo que García concreta y es que el yo solipsista no puede ser el referente de un
nombre porque no es objeto, no forma parte del mundo y así lo que el solipsismo entendido de esta
forma mienta es una totalmente correcto, sin embargo, tal verdad es inefable, solo se muestra
(5.62).

C. La ética y la estética

Tanto la lógica, la estética y ética dan cuenta de un límite, la primera muestra la estructura
del mundo, tal como se ha expuesto más arriba, las proposiciones lógicas representan el armazón
del mundo (6.124), no «tratan» de nada (6.124) –justamente porque sus proposiciones son
tautologías (6.1)-, son meramente formales y no apelan a contenido alguno, presuponen que los
nombres tienen significado y las proposiciones elementales sentido, sin embargo, esta es toda su
conexión con el mundo. La lógica es trascendental (6.13), es un límite del mundo, ya que en este no
hay hechos lógicos, sin embargo, es una figura especular del mundo (6.13). Por otro lado, la ética
también es trascendental (6.421), la estética a su vez, puesto que Wittgenstein afirma que ética y
estética son la misma cosa, ambas apuntan solo a lo que se muestra más no se puede decir.

Los valores éticos - los estéticos también-, tales como la maldad (lo feo) y la bondad (lo
bello) no están en el mundo, pero esto no es posible, por eso no habría proposiciones éticas (6.42)–
ni estéticas-, son entonces cualidades o «atributos» del sujeto volitivo. En realidad, los primeros
deberán ser sustituidos por la infelicidad y la felicidad, bajo el imperativo categórico «¡vive feliz!» -
aparece en los Notebooks (8.7.16, 29.7.16) (Zemach, 1964, p.51) -, esta lectura desde Schopenhauer
permite comprender porque el castigo o el premio reside en la acción misma (6.422), si se obra de
manera «buena» el mundo sería feliz y si se peca se espera la infelicidad y, por lo tanto, un mundo
infeliz (6.43), el premio reside en el sujeto mismo (Zemach, 1964, p.51-52). Ahora bien, toda vida

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correcta, según Wittgenstein consta de obrar según el mundo y el qué es el mundo sería Dios, por
lo tanto, se obra según la voluntad de Dios para tener una «vida buena». Sin embargo, Dios también
es un límite del mundo, es también lo místico, ya que Dios no se manifiesta en el mundo (6.432),
tampoco puede estar fuera ya que esto es imposible, por esto es un límite, así como lo es el sujeto
volitivo.

Contrastes entre ambas teorías

Como se puede constatar al leer algunos elementos de ambas teorías se pueden establecer
ciertas conexiones o patrones de recurrencia que evocan resonancias similares entre la teoría
kantiana y tractaniana. Lo que se intentará en este apartado es indagar algunas de las posturas
interpretativas respecto a los elementos señalados en las traducciones de las fuentes primarias que
han sido consultadas, el objetivo de esto es enriquecer el análisis y examinar de forma
pormenorizada las posibilidades conectivas en torno al gran eje de la investigación, es decir, la
trascendentalidad.

Existe una primera postura que establece como vinculación entre ambas teorías, la presumible
solución por parte de Wittgenstein al dilema kantiano sobre la imposibilidad de conocer más allá
del límite, es decir, lo trascendental y la fútil ilusión de creer poder hacerlo, la propuesta radica en
efectuar un intercambio: en lugar de concebir en términos psicológicos aquello que la razón puede
conocer, es decir, lo imaginable, intuible o inteligible, se concibe como lo que puede ser pensado,
por esto mismo recaería la atención sobre la significatividad, como se ha dicho arriba en la
exposición de los elementos del TLP, el pensamiento resulta ser una proposición con sentido y una
figura lógica de los hechos. Ante el contrargumento, sobre la ilusión del pensar un más allá, se
puede argüir a favor de la tesis tractaniana que no existe tal cosa dentro de lo pensable con sentido,
porque no se puede emplear una proyección posible para ello (4) (Valdes Villanueva, 2004, p.52-53).

Como se ha explicitado en el apartado anterior, el sentido en el TLP radica en la función de


representante que cumple el nombre con respecto al objeto simple que representa, a partir de esta
relación el lenguaje, las proposiciones complejas con sentido, se articularían de igual manera, la
determinación de dicha concatenación está dada por los objetos simples que a su vez están
limitados por su forma lógica, es decir, las posibles combinaciones en las que pueden entrar; la

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suposición de todas las concatenaciones entre objetos simples y sus representantes, los nombres,
es lo que permite hablar del pensamiento con sentido. La lógica establece las condiciones necesarias
para toda representación y los nombres como signos simples no tiene por sí mismos sentido si no
entran de la forma antes mentada en la teoría de la representación, si se trata de pensar algo más
allá de lo pensable se trata de algo ilógico, sin embargo, no se puede pensar nada ilógico; si así se
hiciera tendría que pensarse ilógicamente (3.03), pero si la lógica misma es el límite del mundo
mismo, nuevamente esto debe tenerse como imposible (Valdes Villanueva, 2004, p.53). Lo que se
ha denominado «el giro lingüístico»4 que se ha explicitado en los párrafos anteriores y que, en lugar
de alinearse con una investigación respecto a los límites del conocimiento, se instaura en los límites
del pensamiento, dicho viraje se puede ejemplificar de forma resumida en el siguiente extracto del
prólogo del TLP:

El libro quiere trazar un límite al pensar o, mejor dicho, no al pensar sino a la expresión de los
pensamientos; porque para trazar un límite al pensar tendríamos que pensar ambos lados de ese
límite (tendríamos que pensar lo que no puede pensarse). Por ello el límite sólo podrá trazarse en el
lenguaje y lo que está al otro lado del límite será, simplemente, un sinsentido.

Lo que se puede acotar a la exposición anterior, es que tanto en Kant como en Wittgenstein
existirían un conjunto de posibilidades para que se dé ya sea para toda experiencia en el primer caso
o el pensamiento en el segundo (Mosser, 2009, p.18), por un lado, las formas puras de la sensibilidad
y en el otro el presupuesto de los objetos, que de alguna forma recuerdan a la cosa en-sí con las
salvedades del caso, ya que no se pueden describir, pero de alguna forma el pensamiento es
justamente el «efecto», el que se pueda pensar es porque necesariamente existen los objetos, una
comprobación indirecta de los mismos, ya que Wittgenstein no logra enunciar un ejemplo
satisfactorio de estos, pero en efecto no se trata de lo mismo, ya que la aplicación se da en ámbitos
distintos, lo innegable es que guarden cierto parentesco.

Con esto, se establece una primera confrontación de lo trascendental entre ambas teorías,
la cual se enfrasca dentro de la tarea filosófica de establecer límites para las formas de discurso
legítimas, por un lado, para Wittgenstein, quien tiene el mundo como todos los hechos, solamente
la ciencia natural que es la totalidad de las proposiciones verdaderas (4.11), es quien se maneja

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Término presente en Valdes Villanueva.

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entre las proposiciones con sentido, ya que puede hablar de cómo es el mundo, puesto que describe
los hechos, es justamente el deber de la filosofía, limitar el discurso científico mediante la
clarificación lógica de los pensamientos (4.112), los cuales son la figura lógica de los hechos (3). Por
otro lado, en Kant el límite que establece la empresa filosofía es mediante la crítica de la razón, la
cual puede extraviarse en la especulación y tratar de sobrepasar los límites de toda experiencia
posible (Valdes Villanueva, 2004, p.52), como se ha delimitado en el primer apartado respecto a lo
que kantiano sensu se define como lo trascendente y que es propio de la metafísica sujeta al
dogmatismo, procede sin someter a examen a la razón y avanza con puros conocimientos
conceptuales de acuerdo a unos principios cuya fundamentación es desconocida (B 36).

Subyace a la interpretación anterior una pregunta que sigue rondando, la duda sobre si los
límites que mientan trascendentalidad son entendidos en ambas posturas de forma similar, es
necesario entonces, aclarar, aunque sea transitoriamente lo que atañe a este respecto. Es preciso
establecer que la lógica trascendental de Kant y la lógica como límite del mundo difieren en cuando
al fundamento de ambas nociones, ya que, la lógica en Wittgenstein no refiere a un ego
trascendental, por tanto, se distancia de la concepción tractaniana de la misma, además, parece no
compartir la definición de lo sintético como un argumento del conocimiento, pero no en un sentido
empírico, más bien, el termino sintético podría ser interpretado en el TLP con lo factual (Leinfellner,
1982, p.16) justamente por la primacía que según se ha demostrado ya, tienen los hechos en la
teoría tractaniana.

La clarificación de lo anterior puede suscitar otras dificultades, ya que, inclusive el termino


«trascendental» parece ser empleado en un sentido general en el TLP, además está
trascendentalidad en un sentido amplio puede asociarse con el «mostrar» (Leinfellner, 1982, p.18),
ya que, como se ha demostrado más arriba, en la doctrina tractaniana muchos de los límites se
muestran ellos mismos más no se pueden decir, son inefables, como es el caso de la forma lógica
del mundo, el sentido que ostentan las proposiciones, la estética, la ética, Dios, el sujeto volitivo;
pero lo que le separa decididamente en este respecto a amabas teorías es la noción de ego
trascendental, ya se ha aclarado antes la introducción del sujeto metafísico en dicha teoría, el cual
no pertenece al mundo, justo como en el ejemplo del campo visual, por lo que, en sentido estricto
Wittgenstein se apegará más a la noción de Schopenhauer, rechazando así el ego kantiano como

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condición de posibilidad para el conocimiento, la voluntad, el arte, las facultades, entre otras
(Leinfellner, 1982, p.19).

Se puede decir, además, que la forma en la que Wittgenstein delineo los límites fue
mediante su teoría pictórica, la cual a estas alturas puede ser ejemplificada a partir de todos los
elementos tratados hasta ahora, se puede resumir diciendo que esta tiene al lenguaje como una
suerte de imagen o modelo de los hechos (Young, 1984, p.83) o lo que es lo mismo, del mundo
mismo. Esto conduce a establecer nuevamente la distinción entre lo representado y el
representante, lo cual se puede extender a la noción de los objetos simples y lo signos simples o
nombres, como ya se ha establecido, esta mismas relación se da con respecto al pensamiento, que
es la forma lógica de los hechos y la relación figurativa que existe entre el pensamiento, o entre un
enunciado como una proposición y la realidad enunciada, la mentada relación es la que se da entre
los elementos de la figura/estructura, que a su vez representa una relación entre los
correspondientes elementos de la realidad o mejor dicho la estructura del estado de cosas, aquí
calza la metáfora de los tentáculos de la figura que tocan la realidad, siendo estos las coordinaciones
entre figura y objeto en dicha relación (2.1515), justamente en lo anterior consiste la teoría pictórica.

A continuación, se pronuncia la postura que deduce de tal señalamiento que la metafísica


que se desarrolla en el TLP es realista, distanciándose así del idealismo trascendental kantiano que
apela a las verdades sintéticas a priori, tales como las matemáticas, la causalidad universal, la
permanencia necesaria de la substancia y la mente a modo de elemento inescapable para todas las
instancias de la experiencia (Young, 1984, p.83). Parece haber un rechazo de esas necesidades a
priori, ya que en el TLP se deja en claro que la única necesidad es la de la lógica (6.375), justamente
por la imposibilidad de un mundo ilógico, como se puede desprender de lo expuesto hasta este
punto, se evidencia esto debido a que ella es un límite del mundo, el mundo necesariamente existe
y eso es claro de suyo:

La lógica esta antes de toda experiencia -de que algo es así. Esta antes del cómo, no antes del que. Y si
esto no fuera así, ¿cómo podríamos aplicar la lógica? Cabría decir: si hubiera una lógica, aunque no
hubiera ningún mundo, ¿cómo podría entonces haber una lógica dado que hay un mundo? (5.552).

Aunque hasta el momento, se ha retornado a las posturas que recalcan los abismos entre
ambas teorías vale la pena observar las que por el contrario se motivan en la búsqueda de diversos

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puntos en común, equiparando el idealismo crítico de Kant con el que llaman el «lingualismo crítico»
de Wittgenstein, aduciendo que el sujeto metafísico de la teoría kantiana si se puede equiparar con
el del TLP, ya que ambos serían sujetos empleadores del lenguaje y nunca se trata en ambos casos
del sujeto empírico (Montoya Sáenz, 1974, p.145). Por lo que, hay quien establece que partiendo
de la división entre sujeto trascendental y sujeto fenoménico, este último no es central en la obra
de Wittgenstein y se ocupa de él de manera tangencial al establecer que la filosofía se encarga del
yo no psicológico, pero se puede sonsacar entre líneas que parece haber una forma de observar tal
sujeto, tal cosa puede ser posible ya que las proposiciones del pensamiento son las figuras de la
realidad y la psicología está colocada en el mismo peldaño que las otras ciencias naturales (4.1121)
(Montoya Sáenz, 1974, p.148).

Sin embargo, en donde de nuevo parecen diferir es en el caso del sujeto trascendental,
mientras Kant parece conferirle existencia al mismo, Wittgenstein niega que esté sujeto pensante,
representante exista (5.631), en el sentido que ya se ha dicho arriba, al dar cuenta de todo lo que
se experimenta, si se desea incluir tal sujeto, lo único de lo que se puede dar cuenta es el hecho de
que se posea un cuerpo, que algunos miembros se muevan a voluntad y otros no, pero en sentido
estricto no se puede dar cuenta del sujeto ya que este no es parte del mundo (5.632), sin embargo
se debe hacer la salvedad sobre lo que se entiende por existencia: kantiano sensu lo no existente es
una declaración de «doxa», ya que esta sería ilusoria, mientras que lo existente es auténtico en
sentido propio (Montoya Sáenz, 1974, p. 149), mientras que en TLP la existencia es lo que ostenta
la proposición pues dice como es el mundo, pero también que los hechos son (2.11, 2.201, 4.1), pero
a lo que este trabajo respecta, el tratar de congeniar ambos modos de tratar la existencia del sujeto
trascendental siguen siendo problemáticos. Continuando de alguna forma la discusión respecto al
yo, una nota interesante como pauta para proseguir el dialogo, el que se establezca de la deducción
trascendental kantiana de la conciencia no como una apariencia del sujeto mismo, sino solo del
hecho de que es (Pellecchia, 2010, p.74), lo cual parece aportar sustancialmente a favor de la
problemática dejada entre abierta en el párrafo anterior, ya que la existencia de la conciencia
subjetiva se explaya de forma similar al TLP como lo que es pero no a modo de objeto en el mundo.

Finalmente, con lo establecido hasta aquí, se puede observar claramente un amplio debate
respecto a las interpretaciones que se ofrecen en algunos de los trabajos comparativos que se han

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efectuado respecto a Kant y Wittgenstein, logrando así esta investigación establecer bajo la sombra
de los mismos, una nueva síntesis de los puntos de encuentro y de distancia en torno al elemento
central del estudio, el cual como se ha demostrado está presente en Wittgenstein, pero dicha
trascendentalidad no necesariamente refiere al concepto kantiano, sin embargo, la especulación al
respecto como se ha mostrado es variada, por un lado se puede decir que esta, en un estricto
sentido, habla de una trascendentalidad general y que el concepto de Kant es sui generis por lo que
son dos cosas distintas, lo problemático de esta afirmación es que cuando se interpreta dicha noción
desde el ámbito de los límites no es tan clara la tajante distinción, lo que complica aún más el análisis
es la influencia directa de Schopenhauer quien a su vez siguió parte de la doctrina kantiana, sin
embargo este punto no está contemplado en la delimitación de la investigación, por lo que aplica
solo en este trabajo una visión directa entre las dos teorías sin la mediación schopenhaueriana.

CONCLUSIONES

A. Lo que se puede sostener con seguridad es que en efecto no se puede dar una respuesta
clara según opiniones absolutistas, es decir, se tiene que admitir que todas las
interpretaciones retomadas para el análisis comparativo permiten establecer el puente que
en principio se vislumbraba, pero sin dejar de abrirse con el mismo las distancias entre
ambas teorías.
B. Se pueden encontrar la noción de trascendentalidad asociada en por lo menos dos ámbitos
claves: en el establecimiento de límites, para toda experiencia posible desde Kant y para el
pensamiento desde Wittgenstein. Y, en segundo término, tanto en las condiciones de
posibilidad necesarias para la experiencia, así como para el lenguaje. Ambas nociones en su
interpretación ofrecen distancias debido a la fundamentación que pretende cada método.
C. Se desprende de B que, de alguna forma en un sentido estructural y metodológico, ambos
pensamientos proceden de manera similar, buscando tanto los límites como las condiciones
de posibilidad para sus objetos de estudio solo que los contenidos y resultados de las dos
teorías terminan siendo distintos, justamente porque los temas de estudio son diferentes.
D. Derivado de lo anterior, el problema de la cosa-en-sí kantiana, pasa a ser uno de los
elementos que ofrecen un acercamiento ambivalente respecto a la distancia entre ambos

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pensamientos, ya que, si se mira metodológicamente los objetos simples del TLP pueden
tener similitud con dicha noción, pero por otro lado, es osado decir que en forma integral
se trate de lo mismo, puesto que, de acuerdo a lo demostrado en el llamado «giro
lingüístico» Wittgenstein parece más bien tratar de derribar toda noción de un más allá del
pensamiento, ya que esta es tan solo imposible, un sinsentido, sin embargo, los objetos sin
un nombre que los represente parecen denotar lo incognoscible, problematizando este
respecto, lo que conlleva que asumir los paralelismos e intentar trazar diferencias sea
riesgoso.
E. El otro gran elemento de disputa es el sujeto trascendental, lo que está en juego es la forma
en la que se da dicho sujeto en ambas teorías, ya que por un lado en el TLP parece conciliarse
el mismo como un límite del mundo, de allí que sea trascendental, pero no como parte del
mundo y justamente esto es último es lo problemático. Una interpretación fuerte al
respecto, es que, el sujeto kantiano al igual que el tractaniano no es empírico, lo que no
comparte el TLP es el sujeto fenoménico, empírico, tampoco el sujeto pensante o el de la
psicología, ya que según Wittgenstein este suelto representante no existe, el problema es
que si se admite que el sujeto metafísico del TLP sea trascendental se tiene que poner en
duda si el mostrar como existencia en sentido tractaniano sería lo mismo que el existir en la
teoría kantiana, el establecer una u otra postura nuevamente entra en la problemática que
surge de violar los límites que tienen cada pensamiento para poder encontrarlos, lo cual es
como se dijo antes se sustente en el hecho de que difieren en su objeto de estudio.
F. Finalmente, queda demostrado en la exposición de los elementos anteriores que la
trascendentalidad si funciona a modo de puente entre ambas teorías, pero no por ello
justifica cercanías inexistentes, las cuales podrían terminar en lo especulativo y sobrepasar
los límites de la interpretación, hasta aquí este trabajo da como demostrado su objetivo
principal, sin asumir desde su delimitación el solventar o no las disputas interpretativas, que,
aunque ricas, entran en otro abismo teórico cuya inspección correspondería a otra
investigación.

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