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-
UN. '-IIEDSIDAU NAOONAL ltiE COLC)ltiBIA
l.,lrr e .. l.Ou ol.- Dlwu~&ae.On C:ul-ur•l
AGRADECIMIENTOS

A la Univeraükd de Chile, por una b eca otorgada en 1967


y 1968. Al prof8$or Rolando M ella/e, qulen gentilmence #e
prenó a dirigir uce rrabajo. A WB pro/e#OTes Alvaro ] ara
y 'Eduardo Miranda, cuyo• cursos y 8eminarios orientaron. la
inveuisación. A Mary Karera ComW<~U, quien v..Zieracememe
me acompañó e n e l Archivo Hi#tórico Nacion..Z d e Bosotá.
A. llerrru.s Tovor e lB~Jbe Sánchez a quienes /acigtd con coda
/rase de l<> que aqui .... e%pone. A Carl<>s Thaye.r y a Mariana.
IN DICE
PA¡.
INTRODUCCION
J. M eu ci6n de la.< fuentes. 2. Magnitudes com-
para.tivas . . .. .. .. .. . . .. . .. .. .. . .. .. .. . . . . . . . . .. . . . . . . .. . .. . . . 1.1

l. LA EMPRESA ECONOMICA DE LOS .JESUI-


TAS
J . La ambigüedad de la empresa fesuftú:4.
2. Limitaciones del concepto. 3. Jesuitas y ~
tivúlad económica colonial. 4. Aptitud y r esis-
ttJncla. socla~ . . . . . . . . . . . .. . . . . . . .. . . . . . . . . . . .. . . . 23

u. LA ORGANlZACION ECONOMICA DE LA
COMPAI'tiA
l. S istema de ;erarqulas .....• . • •.. .....•... 33

111. LA F UNOACI ON DE LOS COLEGIOS ....... . 39

lV.
.
LA ADMlNISTRACION DE LAS HACJBNDAS:
ELEMENTOS DE RACIONALIDAD ECONG-
MlCA
J . A c u mulación de 14 u:p«riencút. 2. L4 .,.,._
tabilldad. 3 . La organluzci6n a trav4s de 14
contabllidJ24. . .. . .. .. . .. . . .. . .. . . .. . .. .. . . .. . . . . . . .. .. . .. . . . .. 45

V. ADQUISICIONES ....... .. .. ............. .... . 53

VI. LA TIERRA
J. Algunos problema.s de mensura. 2. El valor
da la tlt:"d . . .. . . . . . .. . . . . . . . . . . . . .. . . . .. . . .. . . .. . . . . 69

VII. EL TRABAJ'O
J. Mano de obra· indígena. 2, Mano de Obra
escla·v a .. . . . . . . .. .. . .. .. . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . .. . . 81

VIII . LAS HACIENDAS


J. Las haciendas de los Jesuftas y la ~14
colonial. 2. Ubicacidn.. 3. Hackndas ganaderas. 97

IX. LOS PRODUCTOS Y EL MERCADO


/. E jemplos. 2 . El merC<Jdo ...... oo oo . o o . o o . oo 113

X. DESTINO DE LOS BIENES DE LA COMPA-


RIA . . . . . . . . .. . . . . . . .. .. . .. . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . 131
ABREVIATURAS UTILIZADAS:

ANCH. Jes. Archive> Nacional de Chile, fonde> J esuitas.


Los tomos pertinentes a la Nueva Granada ne> están foliados.
Se cita el número del Documento de acuerdo a un índice ela-
borado previamente y que publicará el Centro de Investí·
,aciones de Historia Americana de la Universidad de Chile.
AHNB. Temp. Archivo Histórico Nacional de Bogotá,
fondo de Temporalidadcs.

ACC. Archivo Central del Cauca.


ABA. Archivo Histórico de Antioquia.
BHA. Boletín de Historia y Antigüedades.
Otras abreviaturas se refieren a citaciones y por lo tanto
se remite a la obra consultada.
INTRODUCCION

l. A partir de agosto de 1767 la compañía de J esús que-


daba exting uida en los territorios del lmperio español. Loa he-
chos son bien conocidos. En cuanto a su interpretación, estos
hechos serán siempre un objeto de controversia. El instituto
religioso ha despertado siempre adhesiones y repulsas cuyos
motivos toe registran en una gama indefinida de intereses. Aun
del lado " ilustrado" se conocen defensas ta.n fervorosas como
la consagrada por Juan y Ulloa en IIUS noticias IICCretas 1 o
juicios favorables de enciclopcdistns franceses sobre las misio·
nes en el Paraguay.

La discusión tiene implicaciones politieas y reJjgiosas. La


ideología liberal decimonónica debatía el asunto iden.tilicán·
dose en cierto g rado con la decisión borbónica en tanto que
las reacciones hiBpanizantcs (los "conservadorea") encontra·
ban que esta política había s ido desastrosa. Para éstos, con
un poco de nostalgia por el antiguo o rden, el proceder de la
corona había sido por lo m enos inconsecuente al echa.r por
tierra uno de sus pilares. Los primeros se contentaban con
mantener sin mayores modificaciones el punto de vista de la
Duetraeión respecto a las cuC3tiones eclesiásticas.
Aún hoy es posible encontrar este tipo de afinidades ideo-
lógicas. Por eso resulta dificil pretender objetividad frente
a l asunto, o al m enos alegar unn ausencia absoluta de moti·
vos interesados para achacar falta de objetividad a los juicioa
del siglo XIX. Si la discusión de retoma solne las misma•

1 JORGE JUAN y ANTONIO DE ULLOA, Notú:üu aecreu.. de


Amúica. 81. AirO>& 19SS. ED e l Capitulo 111 proponen confiar el
euidodo de loe boapitalce • la Compañia d e Jeeú!, baaadoa priD~
palntcnte en au probidad finAnciera. El capilalo V conatituye UDa
verdadera apoloala en la que loe jeaaitaa r esallan exento• de todoa
loe malee que lo1 autorce acbaCJin a lae 6rdes>ce relipoaaa.
b~, loa j uicios tenderán a poralizaree en la misma forma.
Parece ser una fatalidad de este tipo d e diecuaionea.
Pero al margen do una discusió n ideológ ica t odavia queda
otro ti po do hechos . Hechos mal conocidos hasta ahora. He-
chos económicos. Poeecn, e videntemc.n t e, la virtualidad de
situar la discusión en otro terreno. Al menos ahora puede
reconocerse que la a ctivid a d econ ó mica do la Compaftla de
Josúe no ee diferenciaba radicalmente, a no ser por su c fec.
tividad, de la a ctividad económicct general de la época. Y que
la ceeación r e pentina d e e814 actividad debió tener algunas
conseuia~

Desde el primero de marzo de 1 767 eo con ocieron las ins·


truccion"" preciaDa de lo que deberian ejecutar loe comisiona-
dos para el extrañamiento y ocupación de los bien es y hacien·
das de loe jesuitas 2 • A estas 4nstruccioncs '"' añadieron otras
un poco m óa tarde, conaogradae a las Ind ias y a las islas
Filipinos, para proveer a cerca d e los t e rritorios de misi o nes.
Eatoa in strucciones bu~ena el contro l inmediato de lo ad-
ministración de loa bienes y el cuidado de las personas de
loe jcsuilRa. El o bj etivo parece ' haberse logrodo más o m enos
cabalmente, según Jo hobilidad de los fu.n cionarioa que eje-
cutaron las instrucciones. De esta a ctividad adminis trativa
quedaron loa inventarios y avalúos de loa bienes, l evanlRdos
a partir d e a gosto de 1767, "n los que ae ineluyo ron info r-
maciones Gtilea re8pecto a s u mane j o por parte de loa regu-
lares.
Este materia.! solo ae conoce fragmentariamente. Una parte
de él se conserva, casi por azar, en el A rch ivo Nacional de
Chile y el r eato anda disperso en numerosos arehivos l ocales,
cuando no perdido de una m11nera d efinitiva. Existen otras
fuente. relativas a loa bienes de In Compoi'Ho concentradas
en archivos europeos de dific il acc eso "
2 lrutrucci6,. del condo de Azoada de 19 de marao d o 1767.
S PriaclpahllonlO ol Archivo Romano de la Compa&la do Jeo6o
(AR$1), ol Arcbi•o do la provic!ncla da Toledo e n Madrid (AI'T)
y, naturalmente. el Archivo C c aeral do J.ndJae (ACI). Uua de.crlp-
cf6u de lao faen1ea cm ;\fAGNUS MORNER. The polúlcol and Bco-
nomlc .fcdt~úh> o/ llae ] e...U. in lla• La Plal4 R e•lon. S&okholm.
1953. ( Ac..ba do aparecer u-a d. eq>aóola).
Para el presente trabajo ha podido cons ultarse el iondo d e
Jesuitas conservado en el ANCH, gracias a las indicaciones
del profesor Rolando M ellafe, el Archivo Histórico Naciooal
de Bogotá (AHNB) y d e una manera casi fugitiva, el Archivo
Históric o de Antioquia (AfiA) y el Archi vo Central del Cau·
ca (ACC). Por eso vale la pena subrayar las deficiencias do-
cumentales que podrian s ubsanarse con el estudio del Archivo
de la a n tigua provincia de Quit o en .e l Colegio de San Gabriel
en Quito (·APQuit.), del Archivo Histórico de Tunja ( AHT)
y acaso archivos históricos locales como el d e Pamplona.

La limitación de las fuentes que pud ie ron consultarse in-


dica las limitaciones de este trabajo. La administración es-
pañola procedió a inventariar la totalidad de los bienes de
la Compañía a partir de agosto de 1767. En una segunda eta-
pa se avaluaron estos bienes y se introdujeron indicaciones
cuantitativ.as bastante precisas. Creadas las juntas provincia-
les y munic ipales de temporalidades para entender de las ven-
tas ele los bienes ocupados, a partir de marzo de 1769, se
elaboraron casi siempre "Estados,., que facilitaban, de una
simple ojeada, el conocimiento de In calidad y de la cuantia
de estos bienes. En tanto que para las provincias de México
y el Pc•·ú se conservó intacta la mayoría de estos "Estados",
los que elaboró para la Nueva Granada el fiscal de la Au·
diencia y defensor de Temporalii:lades Antonio Moreno y Es-
eandón no se ha.llaron entre los fondos consultados. De otro
lado, tampoco se conoce la totalidad d e los inventarios y
sólo parcialmente los avalúos.

2. Se tropieza pues, por el momento, con deficiencias do-


cumentales que dific ultan una reconstrucción puramente cuan-
titativa de los bienes que poseía la Contpañía de Jesús en te-
rritorios del virreinato de la Nueva Granada . La cuantía to-
tal de estos bienes sólo puede inferirse d e una manera apro-
ximada. Es seguro, sin embargo, que el valor total de las ha·
ciendas apenas representaba una fracción d.,l valor calculado
para las mismas en el virreinato del Perú •, de 5. 729. 790

4. V. PABLO MACERA, lrutrucc ione• p<~ra el manejo de lu


luJcien<Üz• /eiJUíto• del Perú {oo. XVII • XVIII) Nueva Cróniea,
Vol. 11. Univenidacl ele San M.rcoo, Lima. 1966.
pesos 5 • En c uanto al valor individu al de coda hacienda, éste
n o llegó a exceder en Nuevo G .r.a·nada o la Audiencia de Q uit o
a los 100. 000. En el Perú había viñas en l ea cuyo valor so-
brepasaba los 200 . 000 ps. y en Arcquipa, P isco, Santa y
Na :tea haciendas de caña y t r apich es por en cima de 150.000
ps. Los grandes latifundios mexicanos superaban inclusive a
las propiedades peruanas. La compañia p oaeia allí haci endas
avaluadas en más de 500.000 p e. y acaso alg una llegara a
los 700.000 °.
Compárense por e j emplo los siguientes valores
de haciendas peruanas y m e xi ~ ane con los valores aeigna dos
par a las haciendas de la Nuevo Granada y Quit o:

ALGUN AS HACIEN DAS PERUANAS • 1767

Nombrtt Pro'd.,cci6n Vbieaci6n JI'u.lor

l. El C ercado p._ rr.


VUe ahunur• ~aft Ba.a a.ra 197.047
Humayo u6a Hu,arn 189.406/5
JI. lJol/,..,l$ta
B oe11n c sra caf\a Callao 311.268/ S
lll . C o·l..,gio d.- l e"
S. Jerónimo vl&a l ea 199. 2"4
Muc.c:onu viño, vidrio le:• 78.81-t/ 6
IV. Col t~ gio d e P i.co
Sta. Ron d o C m·acoto c oñ" Pl•eo (1 621) 143 . 958/ 3
V. Rua.n~K
Dol.e m y anexo v ifiía 192.706/ 5
Nlnobarnbu cai\a 62.570/ 4
VIU. Cole gio Gron do d el Cwcco
S. JoM. d e l u N ...eo
y a.u exoa v hla lea 241.129/1
P aebach a c:o caí\ a Abanc:ay 227.319/2
IX. e o/c iJ!O d e Ar<>quipa
Saca y yJfta A r c qaipa 179 . 699
S. JcrcSninto panDt~or A r c qd.lp• 52.226/ S
Guasaece hc y
Pillo Panllevar A r e quipa 92.272
S. Javier d e Vfetor viDa Are quipa 1«.803

5 Se trata d e peaoe d a plotn do a oc.ho rcol e e.


6 V. FRANCOIS CBEVALIER , La /ornl4rion <les grnnds domainu
au &fmdque t'-rrc t!:l •oc ielé au. XJI'I o .. XJ'o :.iccks. Parút~ 1952. p.
303 u.
J Ciíra1 toDUidae del Cuadro 1, OD MACERA. ob. cit. entre pága.
8 y 9~ Se <'-han apenaa aquC!Ilo • datos que contribuyen a c:ataLiccer
un ot'de n· de 01agnitadea y qoo den idea d e la importancia relativa
de dos econo uQ• • ·
ALGUNAS HACIENDAS PERUANAS - 1767

Nom-bre Producción Ubicación Yafor

X. Provinci4
Vill• eo.ña J_,i_ma 392.624/4
Cóndor viña Pitco 160.526
Xl. No'Vici<rdo Lima
S. )a('into caña Santa 115.522/2
Motoeaehe vi_ñ a Santa 174.704
S. José eañ.a Santa 91.191/7
Sta. Beatria caña Lbna 198.678/ 4
Xll. Colegio da S. 'Pablo
La G uaca ane.xoa ('aña., panllevar Cbaneay 335. 285/S
El Ingenio caña Hu a ara 249.642/3
S. Juou caña Chincha 237.962/6
S. J avier d e Nasea viña Nazca 198 . 992/1
S. José vtna lea 131.482/3
XV. ll1i&i6n de Mo"os
Humay viña Pisco 132.560
XVI. Cokgio d e Trujillo
Tumán y
Chome;oyape eaña L&ll1b.ayeque 86 .750
Chota ganado Otu..eo 52.958/S

ALGUNAS BACfENDAS MEXICANAS 8 - Post. 1770

Col<Jgio de TepozoÜ<Jn Colegio de S. Pedro r S. Pablo


M~ico.
Hacienda P alor

Cas•blanca 98.286/3 Sto. Lucía O 142.060


Xalpa 9 163 .053/6 Chi('avaeeo 91.160
Gavia 1.1.44017 S . Pablo-S. Ignacio 102.93817
Te.moaya 195.431/2 S. Francieco Javier O 479 .977/7
Pon.ale. 9 52.180/2 Concepción 279.200/ 7

8 ANCH J ea. México T. 279 y 164. Basta ahora uo hay un índJ.-


ce para este materiaL Eatos datos fueron proporeiona.doe por Hermea
Tovar Plns6a. de la U. N. de ColDbia~
9 &ta• bac i endae_ con alp_n ae otraa, fueron comprada• por el
conde de Regla en un millón veiote mil peso•. la mayor trans ae;..
ci6n del periodo colonial. •ogún_ Ch. Gibson (Lo.t A.%t.ecas bajo el
dominio e11pañol.. Edje. Sislo VeloLiua~' México. 1967. p. 298). So-
bre la• morcodea originalea de Xalpa y Santa Locfa, Cibeon eJta a
Romero de Ferreroe y e l Archi•o General de la Nación de México,
Mereedea V. 6 ff. 314r. y v. pác. 297.
Según el virrey Guirior 10, la de la Nueva Granada era una
de laa provincia8 menos pingües de la Compañia. La cuantía
de sus bienes, sin embargo, e r a incomparable a cualquier otra
fortuna priyada. Si se tiene en cuenta que el instituto ee intro-
dujo a fines del siglo XVI, ocurre preguntarse por el origen
y el proceso de formación de tales bienes en el lapso de un
siglo y medio.
Ahora bien, frente a los inventarios elaborados por la ad-
ministración española se cuenta apenas con magnitudes está-
ticas, con una especie de corte arbitra.rio que proporciona un
resultado final y que escasamente se.ñ ala un proceso"·
Por esta razón las magnitudes de que puede disponerse so-
lamente constituyen un orden de referencia, a menudo incom-
pleto, para esbozar problemas que afectarían el estudio com-
pleto de la sociedad y de la economía coloniales. Por el mo-
mento solo es posible una respuesta fragmentaria, centrada en
torno a Jos intereses de la Compañia d e Jesús. El presente
estudio puede verse entonces como el examen de una muestra
de economía agrícola colonial, en el que se han tenido en
cuenta las caracteristicas peculiares de un instituto religioso
como empresario económico.

Ante todo ba quer-ido evitarse una respuesta demasiado


fácil. Debió descartarse para ello, desde el primer mo~t,
el prejuicio que suele atribuir a la "devoción" y a los legados
provocados indefinidamente el crecimiento de la fortuna jesui-
tica. En otros sentidos es pos-ible anudar relaciones entre el
contexto social y la acción e<:ooómica de la Compañia, pero
tampoco la aptitud del medio social. explica enteramente el
éxito de esta actividad. Existían factores puramente económi-
cos, a la par que características sociales, que se combinaban
de maneras inesperadas para dar este resultado. Pero, a ma-
nera de puente entre estos dos elementos, la organi2:ación
misma de la Compañía de Jesús constituia el instrumento más

10 Carla al conde de Ara.nda fechada ea mayo de 1771. ANCH


Jeo. T. 213, Doc. S.
11 El invenlario do bieoea funslble.a, por ejemplo. apenae Uu1tra
po.ibü.Ula.des en cuanto a producc.ión o lnw combinacionee do cul-
tivos cm Jea haciC.ndaa. Asréguee.o a cato .la imposibilidad de con-
trolar lo probidad con que ee llevaron a cabo algunol!l avalúoa.
adecuado para configurar algo muy cercano a una moderna
' .
empresa econom.Jca.
Así, la existencia de colegios, entidades financieramente
éiutónomas, e n un medio urbano privilegiado,. permitía orien-
tar la producción de sus haciendas hac ia una economía de
mercado y al mismo tiempo beneficiarse d e las ventajas de
una "economía doméstica cerrada" ""· Inclusive ciertas prolon-
gaciones de los colegios, que se inse<taban sabiamente en el
cuerpo social, contdbuJan a resultados económicos. Al lado
de s u función puramente social, de control religioso y moral,
las cofradias desempeñaban un papel puraunente profano y
constituían verdaderos canales de crédito que la Compañía
usufructuaba. En Quito, por ejemplo, siete congregaciones
diferentes reunían capita les de religiosas, clérigos, vecinos y
aun indios cuya garantía reposaba en las haciendas de la Com-
pañía 13•

12 Se emplea ~toc concepto pura dcai&nnr la r~lotiva anb\rquio


de los col ca:,ioa y especialmente la c olaboración entre diferente& tipos
de hacienda&. Una diocuoi6n del concepto en ALFONS DOPSCH,
Econ.omía natural y cc;pnomía m.o · ne~arUJ. Foodo de Cultura Ec:oD6·
miea. 1\fé-xico~ 19.43.
13 Una enumeración d e instrumentos en eaae sentido. ANCH.
T. 236 Doc. 1 y 2.
BACIENJ)A9 DE LA COMPAl'lJA J)E H :SUS EN TERRITORIOS DEL NUEVO
REINO DE GRANADA Y AUDLENCJA DE QUITO •

PrtWincio y C11Z.1i" MW....


SG•ro 'Pe

La Chamicera sanado 30. 379'"'"\i 41.000


Do1ma (S. Mlaael) a•nodo. Clacoo. pl,tauo J8.~S/I!o 15.000

~:!
Hato•
{ Asua•uela
C6~cora
31 . 3<8

Bucmavbta do la Vop eac:ao l1.8S7


Vlllavlo)a 1anado
El EopiDal e-afta# uuo U .USJ1 19.000
Tlhab•1• • aanado - panlJcvuf S9 . 01SJS 32 . 000
TOn• c.aüa JS .S28 27.199
Fierro Arriba / P . Ab.Jo cae:ao • •• 11¡1
La• Cal ... 6.000

..
Aplay
Ca.rl..babere "
Cravo
Palato
Not~cMH 4• la NI•.._.
S4utta , .
B••· da Cbud•o :tl .OOO
S. Ap•da .S• Maol-
Vatta do lktollo
......u.
tv..., ..-.. ., eor.,w. ...
:r...,.
F'lravl1oba 17. 247/ 4 18 .508
1'\:ua n . 102
r.-,..,.,
Polpo
('a#\ a
11 . 595

~ . Laa Caadne 1•nado


C•kaio th r ...,.,.. p.,_ rr.
S. JavJC't' caftia, pU.taoo 3 .433/4 1.000
Cayallo pa ~l o 720
Rato1nnde paado :t. 06:t • •,00
Bo~ha aa•ado l . S80 1 .460
S. Javier de J. Vop tafia, 1araade 3S.9U 20.000

• Faootea: A,~B. T._por. T . xlv ff. 493 N./ T , x.vl fl. 1 N./ T . K fl. 7.U -.¡
T . 111 lf. S .../T. •1• U. US ... 970 ••·/· T. xlli ff. ·¡ N./ T . lDdl U . :t70 N./
T. xx•li ff. 1 ..../ T . lw ff. U9 ••·/ T , v Ir 618 ... Tambiéa Mhc:eUnoa, T. 131
11. 576 ••
AN'CR • J.,._h ••· T • ..U, Doc. 10. T. 2SS, D oc. 14.
ALGUNAS HACIENDAS PERUANAS - 1767

Nom-bre Producción Ubicación Yafor

X. Provinci4
Vill• eo.ña J_,i_ma 392.624/4
Cóndor viña Pitco 160.526
Xl. No'Vici<rdo Lima
S. )a('into caña Santa 115.522/2
Motoeaehe vi_ñ a Santa 174.704
S. José eañ.a Santa 91.191/7
Sta. Beatria caña Lbna 198.678/ 4
Xll. Colegio da S. 'Pablo
La G uaca ane.xoa ('aña., panllevar Cbaneay 335. 285/S
El Ingenio caña Hu a ara 249.642/3
S. Juou caña Chincha 237.962/6
S. J avier d e Nasea viña Nazca 198 . 992/1
S. José vtna lea 131.482/3
XV. ll1i&i6n de Mo"os
Humay viña Pisco 132.560
XVI. Cokgio d e Trujillo
Tumán y
Chome;oyape eaña L&ll1b.ayeque 86 .750
Chota ganado Otu..eo 52.958/S

ALGUNAS BACfENDAS MEXICANAS 8 - Post. 1770

Col<Jgio de TepozoÜ<Jn Colegio de S. Pedro r S. Pablo


M~ico.
Hacienda P alor

Cas•blanca 98.286/3 Sto. Lucía O 142.060


Xalpa 9 163 .053/6 Chi('avaeeo 91.160
Gavia 1.1.44017 S . Pablo-S. Ignacio 102.93817
Te.moaya 195.431/2 S. Francieco Javier O 479 .977/7
Pon.ale. 9 52.180/2 Concepción 279.200/ 7

8 ANCH J ea. México T. 279 y 164. Basta ahora uo hay un índJ.-


ce para este materiaL Eatos datos fueron proporeiona.doe por Hermea
Tovar Plns6a. de la U. N. de ColDbia~
9 &ta• bac i endae_ con alp_n ae otraa, fueron comprada• por el
conde de Regla en un millón veiote mil peso•. la mayor trans ae;..
ci6n del periodo colonial. •ogún_ Ch. Gibson (Lo.t A.%t.ecas bajo el
dominio e11pañol.. Edje. Sislo VeloLiua~' México. 1967. p. 298). So-
bre la• morcodea originalea de Xalpa y Santa Locfa, Cibeon eJta a
Romero de Ferreroe y e l Archi•o General de la Nación de México,
Mereedea V. 6 ff. 314r. y v. pác. 297.
Según el virrey Guirior 10, la de la Nueva Granada era una
de laa provincia8 menos pingües de la Compañia. La cuantía
de sus bienes, sin embargo, e r a incomparable a cualquier otra
fortuna priyada. Si se tiene en cuenta que el instituto ee intro-
dujo a fines del siglo XVI, ocurre preguntarse por el origen
y el proceso de formación de tales bienes en el lapso de un
siglo y medio.
Ahora bien, frente a los inventarios elaborados por la ad-
ministración española se cuenta apenas con magnitudes está-
ticas, con una especie de corte arbitra.rio que proporciona un
resultado final y que escasamente se.ñ ala un proceso"·
Por esta razón las magnitudes de que puede disponerse so-
lamente constituyen un orden de referencia, a menudo incom-
pleto, para esbozar problemas que afectarían el estudio com-
pleto de la sociedad y de la economía coloniales. Por el mo-
mento solo es posible una respuesta fragmentaria, centrada en
torno a Jos intereses de la Compañia d e Jesús. El presente
estudio puede verse entonces como el examen de una muestra
de economía agrícola colonial, en el que se han tenido en
cuenta las caracteristicas peculiares de un instituto religioso
como empresario económico.

Ante todo ba quer-ido evitarse una respuesta demasiado


fácil. Debió descartarse para ello, desde el primer mo~t,
el prejuicio que suele atribuir a la "devoción" y a los legados
provocados indefinidamente el crecimiento de la fortuna jesui-
tica. En otros sentidos es pos-ible anudar relaciones entre el
contexto social y la acción e<:ooómica de la Compañia, pero
tampoco la aptitud del medio social. explica enteramente el
éxito de esta actividad. Existían factores puramente económi-
cos, a la par que características sociales, que se combinaban
de maneras inesperadas para dar este resultado. Pero, a ma-
nera de puente entre estos dos elementos, la organi2:ación
misma de la Compañía de Jesús constituia el instrumento más

10 Carla al conde de Ara.nda fechada ea mayo de 1771. ANCH


Jeo. T. 213, Doc. S.
11 El invenlario do bieoea funslble.a, por ejemplo. apenae Uu1tra
po.ibü.Ula.des en cuanto a producc.ión o lnw combinacionee do cul-
tivos cm Jea haciC.ndaa. Asréguee.o a cato .la imposibilidad de con-
trolar lo probidad con que ee llevaron a cabo algunol!l avalúoa.
adecuado para configurar algo muy cercano a una moderna
' .
empresa econom.Jca.
Así, la existencia de colegios, entidades financieramente
éiutónomas, e n un medio urbano privilegiado,. permitía orien-
tar la producción de sus haciendas hac ia una economía de
mercado y al mismo tiempo beneficiarse d e las ventajas de
una "economía doméstica cerrada" ""· Inclusive ciertas prolon-
gaciones de los colegios, que se inse<taban sabiamente en el
cuerpo social, contdbuJan a resultados económicos. Al lado
de s u función puramente social, de control religioso y moral,
las cofradias desempeñaban un papel puraunente profano y
constituían verdaderos canales de crédito que la Compañía
usufructuaba. En Quito, por ejemplo, siete congregaciones
diferentes reunían capita les de religiosas, clérigos, vecinos y
aun indios cuya garantía reposaba en las haciendas de la Com-
pañía 13•

12 Se emplea ~toc concepto pura dcai&nnr la r~lotiva anb\rquio


de los col ca:,ioa y especialmente la c olaboración entre diferente& tipos
de hacienda&. Una diocuoi6n del concepto en ALFONS DOPSCH,
Econ.omía natural y cc;pnomía m.o · ne~arUJ. Foodo de Cultura Ec:oD6·
miea. 1\fé-xico~ 19.43.
13 Una enumeración d e instrumentos en eaae sentido. ANCH.
T. 236 Doc. 1 y 2.
BACIENJ)A9 DE LA COMPAl'lJA J)E H :SUS EN TERRITORIOS DEL NUEVO
REINO DE GRANADA Y AUDLENCJA DE QUITO •

PrtWincio y C11Z.1i" MW....


SG•ro 'Pe

La Chamicera sanado 30. 379'"'"\i 41.000


Do1ma (S. Mlaael) a•nodo. Clacoo. pl,tauo J8.~S/I!o 15.000

~:!
Hato•
{ Asua•uela
C6~cora
31 . 3<8

Bucmavbta do la Vop eac:ao l1.8S7


Vlllavlo)a 1anado
El EopiDal e-afta# uuo U .USJ1 19.000
Tlhab•1• • aanado - panlJcvuf S9 . 01SJS 32 . 000
TOn• c.aüa JS .S28 27.199
Fierro Arriba / P . Ab.Jo cae:ao • •• 11¡1
La• Cal ... 6.000

..
Aplay
Ca.rl..babere "
Cravo
Palato
Not~cMH 4• la NI•.._.
S4utta , .
B••· da Cbud•o :tl .OOO
S. Ap•da .S• Maol-
Vatta do lktollo
......u.
tv..., ..-.. ., eor.,w. ...
:r...,.
F'lravl1oba 17. 247/ 4 18 .508
1'\:ua n . 102
r.-,..,.,
Polpo
('a#\ a
11 . 595

~ . Laa Caadne 1•nado


C•kaio th r ...,.,.. p.,_ rr.
S. JavJC't' caftia, pU.taoo 3 .433/4 1.000
Cayallo pa ~l o 720
Rato1nnde paado :t. 06:t • •,00
Bo~ha aa•ado l . S80 1 .460
S. Javier de J. Vop tafia, 1araade 3S.9U 20.000

• Faootea: A,~B. T._por. T . xlv ff. 493 N./ T , x.vl fl. 1 N./ T . K fl. 7.U -.¡
T . 111 lf. S .../T. •1• U. US ... 970 ••·/· T. xlli ff. ·¡ N./ T . lDdl U . :t70 N./
T. xx•li ff. 1 ..../ T . lw ff. U9 ••·/ T , v Ir 618 ... Tambiéa Mhc:eUnoa, T. 131
11. 576 ••
AN'CR • J.,._h ••· T • ..U, Doc. 10. T. 2SS, D oc. 14.
HACIENDAS DE LA COMP~JA DE JESUS EN TEBRITORJOS DEl. NUEVO
REINO DE GRANADA Y AUDIENCIA DE QUITO •

El S.lodo 6.<10~ 28.000


El Tuplclte 31.771/3 28.000
Qaebnd~« 5.311/5

Peeoa de oro ••
El ToJu ca6a 3 . 323/6 2.14~
Abejueo 1aaado,
pll.tapo
C.u.riha 11.830
F..euuda
Pabóa cenado 1.252 ].629/2
Gulntar • Pot..oro L• Ceja aa.n•do panUevar 3.272 1.880

Cole~ de c.,...._.. P.-oa doplala


La Colba 10.178/58/.0 10.178/58/4
Tejara:
Alci•l• 16.890 25.000
Proeeplor \4. 6$1 25.000

Bac-us'D 1•nado ,,503/6 12 •.005


Zabalo&as 1aoado lS . 5Z0/1/I
TTajo sanado
Sepubaru
P iedna
ruma
Derru.ahado
11.500 15.000
CoZ.1lo de Po~.t,

Coeonueo P obJ.IICSn
Cia~ron.
Lbnosraado
Japlo • Mat.nedoado to.ooo•••

pnado panllevar 27.1~/6 28.501/7


can.acJo, e.&a 14.332 14. 502


Fa.,.... , ABNB, T.,.p, T. " 11. 501 r./ T. 1 U SSS u/ T. 111 lf. 205 ••·/
ACC. Sic. <0655 y ola. 5015/ ANCB • JcRñtu, T. 2SS, Doc. 14.
•• Secáa Jaa COD . YeftdO~N reaJonalea MI ltOJIIPnta u.n p6eo oro par dos de plata.
••• A.CC. SI•. ?Uf. La q»nelaclcSn. M ht.o o 1787.
HACIENDAS DE LA COMPASIA DE JESUS EN TERRITOBJOS DEL NUEVO
RE[NO DE GRANADA Y AUDIENCIA DE QUlTO •

PToJ.~u:ción

y.,,.. ,anado. panUevar 10.358 11.• 52/Sl/2


B•ba_nvco sanado. -panllev•r 12 . 830/S 13. 072/4
Pa.ndlaco 'Janado, panUcYal' 8.952/S 10.19"'. 7
Cblll.anque:r &u:tado 25.%60 17.463/Sl/2
Tejar 2.40 / 4~ 3.123./•

606.163/414 •sa.923/%
C<tülio M6xi•o• • y
Provittcio Quito
Chaluoyaco
Caldera•• ganado Hña 119.766 ••o.ooo
Cotacaehe
S. Pablo
Asa alonso
Tanlaaua caJio 38.297\4 26 .000
Gueto•• • ganado lanar panllevar
NiebU
'T•cu• ¡;-anado pnnltcvar
Pedregal r;a_nado panJiever
l chub.. mba !•nodo puniJevar
Pintac (I;.IIOIIdO )J:miJcvaf'
Cayambe sttnlldo caña
Sanliago•• Ji.llnado caña
S. J avier de Cupueta•• obraje. pa:nUevar
ChiJio s•n•do panllcv•r
Ptr:~loc Paa.uchoa en ~adrs
SamiUán

Col•gio cfa 16orr•


Cborluví 15.038/S~
El Ejido Cach1ptt:mha
Quajara 118. 933/61!1 B<J.OOO
Lu_lanqui 9.000 9 .000
Chota - Chiquito 700 1.46</S
Lo1 Mollnoa 1. 724/7 2.050
Pitqucl' 26.144/3
Lot.acunsn .. C()l,
y Noviciado
La Ca.lc..:t••• 2 .273/2 2 . 000

• Fue-utes : ANCH- Jesuh.aa T. 241 Doe. S /T. 246 Doc. 33 U'. 286 st/ T. 449
fl. 83 e.t •
..-. Haci endu con trapiebc. Pcrtcneda n al C.olcsio. Do ]aa r c a tan~ poseía o ebo
y b p r o,·tl1ci• ._cte.
••• E·na hac:le.nda .e adqulrl6 en 1713 por 1350 p &. Ba&ta 1762 .o compra ron 17
1 D:J<edlu eabdleria por 1.105 p1. Ati. el . . Jor do adquith:.i ón era da $ 2.455.
HACIEND AS DE LA COMP~IA DE JESUS EN TERRlTORIOS DEL
NUEVO REINO DE GRANADA Y AUDIENCIA DE QUITO •

Produao ,¡f.,alúo

"font·llpi a·a nado uña p anllcvu 9.ooo·•


Collu y su Cbnrdllo sonad.o p11nllevar 17 .562/S
SaqubiU sanado p a ftllf:vu 10.328
Coanayalln JlnllldO panllovar 21.800
llJUo ganado •.sso
Tiop¡unba obraje ga nado paoUevat 8 . 150
hinl.ivl sun:a.do p a nlhrvcu: 3 .62]•• • 2.621
Cotopolabalo y
Qulllu..•illin wanado 66.768/1
TacaJo 800 1.000
Loreto cuadrua 190

Gual c:an¡a &•.n a do lanar panUov. .· 1.95$/7 l.$02/6


CbJc¡uicb11 • • •• pnado panllovar 7.866/2% s.soo
Guatlán ••nado lrtnll.r panllOW'ar 5.615/4'>!. S.61S/4%
Phola caüa sanad o panllevar
S ~t lat (ao oxa de Ph.nla) panlleva.r
$. Ni colAa panllovar
Zttba ñ a1 aa.oado lunar panUova.r

}
S. J av-if!r ~·('10 , caña, lanado
S. Pedro lb. M.022/• 61.500
El P a lmar ib.

}
Soledad eaña, caeao
Guarc uña 21.120/1 20.000
Chilintomo caeao

Afac.bao,ara ••nado panllovar


Cua dras do Gu•1t.il p a nllc-Yar

• Fut'ln.tes: ANCH - Je1uha• T. 2'1 Doc. S / T. 237 Doc. l ff. 35 11, T . 236
Doe. S / T. 237 Doc. 2 fl. U u.
•• Lo•- Yaloroe dadoe como avalúo p11ra )aa hacienda• del Cole¡;io do Lalllie uttfJII
ac:ni en r;e.alidnd vlo~:ca do •dquhidón y fi aun.bau on veda• c1edtun• Incautad••
eo Ll Proeu:radur(a . ANCB .. Josuh•• T. 237 Doc. 1.
•• • Valore• lomadoa del iuforme del Presidente Juan J oi4S Vmaluenp en
1784 (ANCR • leeu .ha• T • •~4.1¡ DoCI. 3), El valor de adqu.hiei6D luo de $ 2 . 200
OP 1112 y 11S8 (ANCB • }on(ta• T. 237 DCH:. 1). L• primer. co:·m_pra. por S SOO
10 b .izo • la ca<:iea · dol paeblo do Siseboa-. L. hacienda p;ertt'lneda adcm6a a J.
P.-o•Joela pero " apUeó al CotePo y Noviciado eo 1 '112•
••••ANCB • Jowuítaa T. 236 Doc. 3. f iguran loa ina:ll'mnento• de adqubcició·n ,
HACIENDAS DE LA COMPA&A DE JESUS EN TERRITORIOS DEL
NUEVO REJNO DE GRANADA Y AUDIENCIA DE QUITO •

Porteto
Cuadra• del EJido
Ga.arao¡o. sanado pa.uUovar
CuUant.apa •• - paaUavar aaa.ado
Tortapall •• cenado panllcvar 71.$00/5 89.318/4
R.ea~ y hato de Saueay • • sanado panlloval'
Tejar y mollllot
S . P e drt" •• IJ&oado panllovar
S. hvi or •• pna do paallevar

Toma
Abmab 35 . 400 85 . 400
Puaurl
Hat.illo
Catam.ayo

8adendu en Moyrsot y de lot milionu


Za.rnq\Ú obl'-.io
Canburo 1anado panllwar
tJnpemba panllevar
Can•• su a s a n a do pa.nllevu

Obraje de S. llde/oAM -y Ja.ci.,.U. cmexc:r" •••


Obrajo. b adn ote. 7.978/S
Trapi dw. caña pnado Pt~alew-r 21.911/S
NJioa 2. 774/2
Quinebibana 1•nado p a nJJav-r 5.507/3
Tonla.pi Grande aanado J>AnlJevar 21.632/S
Pata ló sanado p~lova r 7 . 482
Llanaacua 1anado paDUcvar 42.783/4
Cu:uud.ca 71.582
l&nado lanar }
Poeobamb a Sst
6 aeequ.W
866 .429/6 483.772/3%

• F ·a enle•: A.NCB • J esuita• T. 241 Doc. 3/ T . US Doc. 1 ff. 577 u .


•• San Pedro y Gnllan•apa fueron dona du por D . Frau~lt.co del Ca.utlo eOD 2.S3S
eabeu• de pnado mayor y .... do •· menor. San Pedro • P"Id~ ea el 111o.meo1o
de la donu.ió.a oo S 21.610 y Galluaapa en 1 2.000 (AJIICB - 1 ...1c:u T . 238
Doe: 2). Tortapall • e adqttlr16 por $ 40 .000 . Rae.r a,:or 1 SSO. San J~vier por
1 24.191/4 y el Toju y lo• molla.o• por S 189.
••• L.. dfr.a. c:orretpOnden al n ·abio de 1791 •
1
LA EMPRESA ECONOMICA
DE LOS JESUITAS

l. Al iniciar un estudio de la actividad económica de la


Compañía de Jesús en el virreinato del Nuevo R eino de Gra-
nada durante el periodo colonial puede plantearse el problema
deuna interpretación general de esta actividad. Sin duda se
lograría una respuesta satisfactoria a través de un estudio com-
pleto, que partiera de los primeros establecimientos del Ins-
tituto -en la segunda mitad d el Siglo XVI-, sobre las com-
plejas relaciones que se iban anudan do entre la sooiedad en
general y la Compañía.
Sin embargo, se ha reducido este estudio a la etapa f"mal
de la existencia del Instituto en América, cuando ya estaban
suficientemente definidas estas relaciones, en cierta forma
"cristalizadas". Estamos, por decirlo a sí, en presencia de un
resultado final de cuya existencia pueden infcrine ciertos su-
puestos sociales.
En primer término, la formación de una activ!dad organi-
zada que habría perseguido, en el curso del siglo y medio de
existencia, objetivos económicos a una cierta escala. El carác-
ter racional de esta organización hace pensar en el concepto
de "empresa", cuya aplicación a un instituto religioso podría
parecer objetable a primera vista. Desde un punto de vista
social, evidentemente, no cabria asignar a la Compañía de
Jesús --o a cualquier otra comunidad religiosa- loa rasgos
individuales de un "empresario". Desde el punto de vista eco-
nómico, sin embargo, la Compañía concentraba y manejaba
recursos d.e una manera racional, con el propóSito de incre-
mentarlos.
E•ta ambigüedad de la cmprcea j esu ítica se ongtna en la
aparente contradicción en los fine& que ee atribuyen a una
empresa económica y a un bu1tituto religioso. Por eso no re-
sulta legitimo iniciar el estudio de un mero hecho económico,
sin intentar siquiera desentr aiiar un poco c iertas comple jida-
des que le son inherentes. E11 verdad que el hecho económico
puede estu<liaree aisladamente. S e posee un c ie rto caudal d e in-
formac ió n a cer ca do lo a bienes do la Comparoa, de e u manejo y
nun de sus orlgonea. Con catos dntos ecrfn posible int e ntar In
r econstrucción d e au acrecentamiento paulatino a lo largo de
loa S ig los XVII y XVIII, husta la fecha de la expulsión e n
1767.
Este arquetipo ideal de una investigac i ó n no oculta la ne-
cesidad d e encarar una cspe<:ie muy peculiar d o suj eto cco-
n.ó mico, de "empresario". Si la mentalidad coJalcmporánoa en-
c uentra cierta r epugnancia e n asimilar a una orden relig iosa
con una e mpresa económica y, no obstAnte, tiene que enfren-
tarse a la explicación do rnsgoa d o modernidad indiscutible
en la gestión económica d e la Compañ ia do J esús, debe comen·
zarse por examina r un o rde n do magnitudes y de valorea so-
ciales específicos e n e l mundo colonial.
2. Como punto d e partida tiC observa que la actividad eco-
nómica d e los jeauítas fue un h echo excepcional. Dentro de
las limitacio nes d e magnitud d e la econ o mía colonial esta acti·
vidad sobrepa110ba todo limite conocido para una entidad in-
dividual. De otro Indo, la economia colo nial n o estaba con-
cebida como un todo , excepto e n sU& consecuencia fiscales.
Si a est o se s uma que todo e&fuon;o económico tendiera a
mercados muy restringidos, la coordinación d e activ idades, la
centralizac ión contable y, eobro t o do, la amplitud do los mer-
cad os alcaru:udos p o r la actividad do la Compañia, permiten
analizarla como si se tratura de una cmprCIIO e conómica.
Por esto, la eola re fe rencia a sus dimenaionea contribuye,
en alguna medida, a la comprensión del marco mucho máa
amplio de In economla colonial hispanoamericana. Partieular-
:rnente de la economla agricola, do la c ual so sabe muy poco
hasta la fecha. La economí a do loa j esu itas r eflejarla, un poco
a manera de muestra, la economia general de la época, y esto
dentro de magnitudes de máxima productividad.
No hay que olvidar, sin embargo, que los rasgos de la eco-
nomía colonial solo pueden asimilarse parcialmente a los de
una economía contemporánea. Por e&O el problema de definir
'•empresario.,., y "cmpr~an económ_ica no se refiere solamente
a las órdenes religiosas. La misma pregunta puede formularae
respecto a ·l a totalidad de los ind.ivíduos q ue concentraban en
s us manos el poderi o e conómico d e la época.
La idea que los hombres ded icados a una actividad pura-
mente económJca t ien en de ella no ha sido la misma sino que
h a variado al ritmo d el c r ecimiento o de las urgencias que
plantea el h echo m ism o económico. El empr~a rio colonial se
encuentra a p enas en l os umbrales de l.a economfa moderna.
No comparte por e ntero la noción medioeval de un orden equi·
valente para el orbe social y el mundo de la naturaleza, en el
q ue la economía cl!t ii s uj eta a restriccion es de cariict er moral
p a ra garantizar la 8alud individual y social , pero tampoco ha
llegado a c oncebir un principio intrinseco al hecho económi-
co, w1a fo rmulación raci onal que lo confiera autonomla frente
-.
al orden de la naturaleza o las n eces idades do 8U propia sal-
VRC JOn .

E ! te h echo con trihuirla a explica\" la conf·innza ili m itada de


los g r a n des comercia ntes y propietarios e n el empleo f r uc tuoso
d e Jos bienes que donaban o legaban a los órdenes relig ioaas.
Estas a eu 'Vez Jos r ooibían y los increm entaban e.n el mismo
convencimiento. Lu Compañia de J esú.s, por ejemplo, buscaba
un fin d e o rden práctico al procu rar Jos medios mate riales
para el eng randecimiento del Instituto, aunque s in disociar
t' ste hecho e nteramente d e los fines últimos.
P e ro e xager ar In " devoción" de las gentes en el periodo
colonial para deducir d e allí una respuesta ftícil sobre el in-
cr em ento de los b ienes de la Compañia re8ulta truculento. Sig·
nifica ignorar también ciert os criterios puramente económicos
que indujeron a la orden a adquisic iones c uya rentabilidad
estu.-iera suficientemente garantizado. La d ú tr·ibución mera-
mente geográfica de las haciendas je8uíticas en el Perú, en
México o en Nueva Granada muestra h asta qué punto este
criterio puramente económico jugó un papel importante.
3. Es indudable que en el tipo de "empresario" que se
trata de describir jugaban en p roporcion es inciertas elemen-
tos que penislian de una visión metalisica anterior, Jo mismo
que el pragmatúmo inherente a ciertaa posibilidades de la eco-
nomía coloniaL En el caso de un Instituto religioso, en el que
loe elementos tradicionales y las presiones sociales ae acusa-
ban con mayor rel.ieve, esta complejid.ad presenta raagoe des-
concertantes..
¿Qué decir por ejemplo de la dedicac ió n caai exclusiva de
la Compañía a la actividad agrícola? A pcear del auge p erió-
d.ico de la minería del oro y de la plata en dife rentes puntos
del Imperio, los jesuitas pose yeron apenas minas de oro, plata
o azogue dentro de sus límites. Del mismo modo, s us propie-
dades urbanas representaban un valor mínimo frente a las ru·
ralea 1 y su capacida d como organis mo :financiero de crédito
derivaba, por razones morales y en virtud d el mecanismo jurí-
dico de los censos, de su calidad d e pro pietaria d e bienes in -
muebles. En cuanto a s u a ctividad comercial. c!'ta se r edu cía
a la d e los productos de sus hacienda s.
Est os rasgos por si solos no permiten equiparar al Instituto
con las órdenes m edievales c uro pens que gozaron de rentas
inmobiliarias y cultivaron huertas, cereales o v"iiiedoa a una
cier ta escala, pero c uyo a cc eso al com er c io estaba vedado por
interdiec,i ones canónicas.
La abstención voluntaria d e los jes uitas respeeto de la eco-
nomía mine ra, predominant e en algunas regiones, puede insi·
nuar algún apego a trndicio n cs quo sancionaban uno forma
excluyente de a ctividad económica. S in embargo, la renuencia
general de la I g lesia americana a interesarse por cate tipo de
actividad puede atribuirse a una perspicac ia puramente eco·
nómica. Según Chevalie r 2, antes de finalizar el Siglo XVJ
podían percibirse en M éxico síntomas de una i nminente deca-
ciencia minera. Según el teetimo nio d e un benedictino 3 , en
el Perú muchos miner os canjeaban sus minas por viñas. Es-
taban seguros con ello de obtener una ventaja, pues ee pro-

1 S obr& euo punto, V. MACERA, ob. cit. p. 8.


2 Ob. elt. p. SOS.
3 Peilolon, e il10do por RIC ARDO CJ\PPA, S. J. Eaeudlo• erótico•
acerca deo la domlnaci4ro eap<~ñolG en Am4ri<:a.. Madrid, 1890. V. T.
VI p. 48.
curaban una actividad más descansada y, sobre todo, dejaban
atrás las incertidumbres de la minería.
En Nueva Granada los padres de la Compañía poseyeron
minas, en Popayán y Antioquia, aunque con ellas pudieron
experimentar algunos descalabros. En una visita al colegio de
Popayán en 1689, el P. Juan Francisco Altamirano observaba
que la explotación de la mina de /elúna, ruinosa por l o demás,
era u.. . . un género de granjel'ía poco decente a nuestro modo
y nada favo1·able al bien espiritual de los esclavos" • .
Así, la abstención no fue tan absoluta como para suponer
la exist encia de un precepto moral que se hubiera conservado
intacto desde la Edad Media . La Compañia de Jesús surgió
p recisamente con lo que nos hemos familiarizado a ver como
el mundo moderno, es decir, al mismo t iempo que muchas
innovaciones rompían con un Jnarco secular de creencias. Pero
si el Instituto supo adaptarse a nuevas formas de explotación
en Hispanoamérica, un mundo enteramente nuevo desde el
punto de vista económico, el experimento no fue más allá de
ciertos limites impnestos por la prudencia o por e l contexto
social.
La Compañia probó una habilidad excepcional en la gestión
de un nueve tipo de explotación agrícola, la plantación, e in·
clusive fue capaz de organizar formas de actividad comercial
a gran escala de sus propios productos agrícolas. No puede
afirmarse, sin embargo, que el giro ordinario de sus negocios
fuera el comercio. En este sentido si es muy posible que hayan
jugado en contra consideraciones relativas a la dignidad social
d.e la orden. Existía además la prohibición formal del Papa
Urbano VIII (febrero de 1633) de que los eclesiásticos prac-
ticaran el comercio en territorios coloniales. E s s ig nificativo,.
sin embargo, que esta m isma prohibición tuviera que reiterarse
por Clemente IX en 1669 °.
Los Jesuitas al menos ejercían una especie de monopolio co-
mercial en los territorios de misiones. Par-a abastecer las miaio-

4 APQuit. Let;. S. cit. por J . M. PACHECO, S. J. e.n Lo• J~ui


en Colombia. Bogotá. T . U p. 177.
5 V. RICHABD KONETZKE, Coleccl6n <k doc,.,..,.,o• paro Z..
lai.coria de la /4rmación ~ocial de lú•p4noomérl.cé1. C. S : l . C.. Ma-
drid, 1953. T. U p . 568 y 590.
nos de los llanoa (Orinoco y Casanare) compraban en la Gua-
yana, de donde ee introducían de Martinica, herr amientas, Júc-
ITO crudo, abalorios, etc. que subían p o r el Orinoco 0 • Esta
práctica di6 lugar a un informe sobre el P . Bernardo Rotella,
misionero d el Orinoco, acusado de haber introducido un bar-
co con géneroa extranjeros por e l río Cuarico e n la provincia
de Venezu ela 7 • M o rner cita un caso semejante en Buenos Ai·
r es, donde el aprovisionamiento permitido ten ía que ser au·
m entado p o r medio d el contrabando con laa posesiones por·
tugucsas en e l Bras il 8 •
4. En ning un momen to debe p e rderse de vista que la ac-
tividad económ ica de los jesuitas buscaba ante todo un fun-
damento material para el ejercicio d o aue cometidos culto·
ralos y so c iales. El reconocimiento implic ilo d e este hecho
favoreció la superación de resistencias e n el contexto social
y aún les procuró el apoyo y la acogida quo a menudo se
les dispensó.
No es facil determinar, sin eiDhargo, de quA manera se
combinaron razones de prestigio, una cierta aptitud mundana
y una evidente habilidad pedagógica, dedicada a las élitea
crio llas, p ara encontrar un eco adecuado en el contorno social.
Aun esta aptitud eoci al, que reconocía una prestancia inu-
s itada a l as gentes de iglesia y permitía, un poco por inercia,
el c r ecimiento de s u poderío económico, era objeto de críti-
cas ilus tradas, y ya desde una época muy temprano. Lo rela-
ción d R m.a.ndc> de Antonio Manso (1720) comentaba con
acritud la piedad excesivo de los fie les que habia enriquecido
a monas terio& y <:omunidades con limosnas, obras p ías y ca-
pellanias 0 •
Este c rec imiento no provenía sol o d o la ge.n erosidad de los
fieles eino de la "industria", que peo:mitra aumentar los cau-
d ales de laa comunidades con g randes hac iendas- Según el
vurey, los conve n tos djsponítU! ile C'lJ2Íta Jes q.u.e c.ol.ocabJW a

6 V. ANTONIO B. CUERVO, Colecci6n de Doc ...m enws inédioos.


Bosotá. 1891-1894. T. m p . 135 ( Informe ele Easenio de Alvorado).
1 Carta del proYlnelol Jaime Lópea, t ec had~ en Sta . F e e l 16
ele Septi embre d o 1 736. ANCB. Je.. T. 214 Doc. 7.
8 MORNER. ob. dt. p . 70.
9 Relac·l on e• de motulo de lo• virré)fe• de La NtJevo Gran ada.
M emoria• oeoDÓznlea•. Doaot,, 1~4. p. 29.
censo con un S% do interés. Observaba que era rari•ima la
ca$8 a hacienda que no estuviera gravada a ecl esiáeticoe y
que muchas venían a parar a s us manos c uando los intereses
no se paga.b an. Es posible que la estimació n del funciona-
rio fuera exagerada, pero al menos pone de relieve un hecho
iiDportante: l.os comunidades disponían de una gran pa.rto del
cr édit o, y acnso fuera éste uno de los aspectos mús notorios
d e su gestión económica. Por eso el virrey solicitaba que ee
limitara la influencia clerical rebajando el inte.ré& de los
cens os a un 3%.
Poro la aocicdad colonial no podia p rescindir tan fácilmente
de c stn. función de las comunidades religiosas. Este hecho nun·
ca se subrayó con tanta fuerza como con ocasión de la revo·
lución de los comuneros, en 1781. En las capitulaciones de
los rebeldes aparecía una cláusula eo que ee pedla regresar
al sist ema anterior, t oda vez que la Corona se había subrogado
como acreedora de los cen sos .le la& comunidades y pagaba
a ésta& un 4 % de intrés. Este pago era, naturalmente, inseguro
y los vecinos se veían con ello privados de su principal fuen·
te de crédito, " ... pues que caai t oda a u r ete de negociación
que se versa en este reino es dimanada de los censoa que d e
dichas comunidades tienen ••• '' JO.
De otro lado , lo actitud hostil del virrey Manso de Vclozco
era c ompartida no solo por algunos contemporáneos del ei-
glo XVIII. Desde 1535 la Corona babia prohibido la enaje-
nación o personos de derecho eclesiástico y o partir de 1542
la s concesiones de tierras se h icieron en M éxico bajo esta
condición. Sólo a pa.rtir de 1562 los órde.nes religioMe pudie-
•·on constituirse legnlmente en propi etarios de inmuebles, gra-
cias a In autorización acordada d e recibir d o nocionee y lega·
clos, exclus ivamente en lugares de español>~ u.
En 1637 la ruunicipolidad mexicana cxprcsabn tcmorea de
que la Iglesia acaparara todas las posibilidades de invers ió n
en inmuebles y calculaba que l.as órde nes r eligiosas pose[an
ya un t er c io del total. Se proponía i.ncapacitarlas para adqui-
rir prohibiénd oles la fundación de haciend as o toda venta y
donación en su favo r.

10 Capicu.lacionu en Cuervo_, ob. c:it. ni p. 27.


11 V. CREVALIER. ob. cit. p. 804.
Muy poco antes (1631) la Audiencia de Quito bahía pro-
cedido en este sentido. Por un auto suyo se prohibía a los
vecinos de la ciudad y d e todo el distrito de la Audiencia
que vendieran, p ermutaran, donaran o enajen.a ran de alguna
manera estancias, u otras haciendas que pa·odujeran diezmos,
a las comunidades religiosas. El hecho de que la prohibición
se refiriera exclusivamente a las comunidades y que versara
sobre bienes obligados a pagar diezmos indica a las claras
el origen d e la disposición y •·ecuerda la famosa controversia
entre el obispo de Puebla, Palafox y Mendoza, y los jesuitas
precisamente acerca del privilegio alegado por éstos sobre
el pago de die:.;mos.
También en esta ocasión un jesuita, el P. Balta:.;ar Mas,
asumió In defensa de los derechos de las comunidades el mis-
mo año de su nombramiento como provincial, en 1632 1 2_
P ara ello redactó un alegato de tipo c anónico -jurídico en e l
que hacía pesar la amena2:a de la excomunión sobre los au-
tores de la providencia. Esta se basaba en s ucesivas cédulas
reales que mostraban la preocupación constante de la corona
por el acrecentamiento de los bienes de las órdenes. En 1560
y 1562 por ejemplo se bahía ordenado a los religiosos d e
Santo Domingo deshacerse de haciendas y grangerias en pue-
blos de indios 13• En 1570 se había prohibido que las religio-
nes de Santo Domingo, S. Francisco y S. Agustín tuvieran
bienes temporales u. Una R. C. de 1587, dirig ida al viney
del Perú D. Femando Torres, menciona expresamen te a los
jesuitas: "He sido infor mado que las órdenes relig iosas, y
en especial la de fa Compañía de J esús, van adquiriendo
muchas heredades y casas, y convendría poner remedio a
ello.-." lG. Una ve:.; más en 1608-1609 el rey pedía informes
sobre el crecimiento de los bienes de relogiosos en las colonias,
puntuali:oando la materia esencial de la controversia : " __ . con-
venía que en este hubiese limitación por los inconvenientes
que se pueden seguir y se van experimentando en daño de los

12 V. PACHECO. oh. ~it. 1 p. 463. ANCH. Jeo. T. 343. ff. 224-231.


13 Ro. Co. de 18 de Julio de 1562 y 1 d e Dic. de 1560, en
KONETZKE, oh. cit. 1 p. 395.
14 CoZ.cci6n de CUuZ.U R<!aZ.• dlrtsfd<u a la Audiencia de Quiu>,
l . 1538-1600. Quito, 1935 p. 19... También en KONETZKE, oh. eiL
1 p . 495 y 453.
15 Cia. por CAPPA, oh. elt. VI, p. 80.
dos novenos que me pertenecen en los diezmos y de las igle-
sias catedrales y parroquiales. . . porque las religiones, en
virtud de los privilegios que tienen de no pagar diezmo&, se
eximen de pagarlos do las dichas heredades ... " 16•
Según Mas la efectividad de estas cédulas quedaba subor-
dinada a la auto1·ización dcl Papa, ". . . en lo cual el rey
nuestro seiíor, con sus reales consejos y sus antepasados van
haciendo instancias. . . desde mucho antes del año 1523 y
nunca lo han podido alcanzar". En realidad no se trataba
tanto de un con flicto de poderes como de prácticas sociales
que hacían nugatorias todas las medidas que se tomaran al
respecto. Chevalier cita para México numerosos ca.sos en
que se emplearon escrituras de confianza y testaferros para
burlar las prohibiciones periódicas, que databan de 1535.
Con todo, Mas alegaba inmunidades eclesiásticas de deroobo
divino reconocidas en la donación de Constantino y en fran-
quicias del emperador Federico.
Mucho más importantes que estas consideraciones escolás-
ticas, basadas en autoridades tan conspicuas, aparecen al-
gunas anotaciones finales que revelan el tras fondo mismo del
pt·oblema. El c lero secular debía haber hecho presiones a
la Audiencia para no dejar escapar de sus propias rentas
los diezmos, a cuya exención alegaban tener derecho las ór-
denes religiosas. Por eso Mas constrastaba la s ituación eco-
nómica de las comunidades, en especial de la suya propia,
a la del clero secular. En primer término advertía que el rey
habia sid o informado que las comunidades religiosas poseían
la tercera parte de los bienes raíces en el distrito de la Au-
diencia (la misma generalización del Cabildo mexicano) y
que esto era falso. Las comunidades religiosas, segun él, no
poseían siquiera lo indispensable para su sustento y citaba el
.,jemplo de la misma Compañia que adeudaba 94.000 ps.,
deuda contraída con el único objeto de proveer al gobierno
de la casa y al sustento de sus sujetos.
Oponía esta situación tan precaria a la opulencia del clero
oecular, de donde provenían las acusaciones. El remate de
la renta de diezmos, por ejemplo, habia crecido en 88.000
ps. cada dos años, desde la venida de Jos jesuitas.

16 V. KONETZKE, op. cit. 1.1 p. 171.


Calculaba, además, que lo que poseían las comunidades no
excedía de la vigésima o tri¡;ésima parte d o lo que poseían
los vecinos, indiOI'l y españoles, e n cada pueblo o dudad. Y
comparaba esta parte, mas bien exigua, con el peso de las car·
gas sociales. La c onservación y aumento de la cristiandad
dependía d e las comunidades. Invitaba , de paso, a r efle,.ionar
sobre las ventajas para la socit...Jad civil d e la conservaci ón
de la pnz y del ord en , que atribuía a la i nflu encia reli¡;iosa
y moral de l os regulares.
Las observaciones d e Mas reflej a ba n un h echo real. Gran
parte de la expansi6n española posterior a la conquista 6e
había logrado mediante la penetraci6n religiosa lT. Y dentro
del contexto general de los valores do l a época, una buena
parte del prestig io eclesiústico se b nsaba en Olltn influen cia
apaciaguadora, fuera r eal o aparente. Los j esuit as, por su
parte, podían alegar su colaboración en el sometimiento de
los m ás vastos territ orios de misiones y una influencia r eal
en todos los sectores de la sociedad.

11 El pu.n to de vflr. contomporánoo eobre e.«o fen6m.e no eet'


profa.-mente Uueuado co laa cr6nic•e d e ad•loneroe como el P.
Caaaani ( 11.1), o de eronia·t oe de 1.111 Compañfo f:ome M ercado o
el P . R ecio . La lite:ratar.G on eato eenUdo c a demasiado v ..ta. UD
punto de viota mio concreto on J UAN DE VELASCO. H i &~oria del
Rein<> de Quita "" l4 .Amérka Me ridional. 1778 T. m.
n
LA ORGANIZACION ECONOMICA
DE LA COMPAÑIA

1 . Algunos detalles de la organización de la Compañía


de J esús en cuanto a su actividad económica permiten com-
prender un poco mejor la natuxaleH de esta actividad.

Puede afirmarse que toda la estructura jerárquica del Ins-


tituto intervenía d e alguna manera en la gestión económica.
Dentro de este esquema muy general existían grados de auto-
n omía, puesto que la intervención de un escalón más alto
en la jerarquía era apenas una forma de control.

E n el escalón más bajo estaban situados los administrado-


res de las haciendas, casi s iempre hermanos coadjutores que
habían hecho un noviciado pero que habían desechado ser
Scholastici, es decír, emprender estudios de filosofía y teología
para convertirse en professi o en coadjutorc.s espiriáuJles.
Frente a estas dos categorías el coajutor temporal era pro-
p iamente una herramienta de gestión económica. Las per-
fecciones de su vida religiosa debían adaptarse a au quehacer
temporal. A través de las historias de Mercado 1 puede re-
construirse una imageu ideal, e n la que no brillan virtudes
intelectuales sino mas bie n pequeños h eroísmos cotidianos.
Religiosos perpetuamente ocupados, que ejercían una auto·
ridad patriarcal sobre sus subordinados, su vírtud sobr esa-
liente debia ser la austeridad.

l . PEDRO MERCADOS, S. J . Hiotoria de la provincia del Nuevo


Reino y Quito de la Compoñl<l de Je$Í/.•, Bogotá. 19. V. por ejemplo
en el T. 1 be apologíaa de loo hermano& Matlae Lópea, Salvador
S6nches, J uan de la Peña, Francloeo Marlin y Pedro Péres. pp. 193
.... 474 ... 481 .. ~ us . ...
Para algu nos observadores de fuera, sin CJnbargo, era no·
toria cierta t e ndencia d espótica d e l os coadjutores. Según un
funcionario del v irreinato peruano, en las h aciendas " . . . n o
bahía más r egla que lea voluntad del coadjutor que las ma -
nejaba" :>. En forma cas i idéntica Eugenio de Alvarado ob-
servaba (1766) " .. . la perjudicial sujeción con que vivían
a los padres de t a l haciendu (Apiay) l os vecino& de San
Martín, los c uales son pocos los q ue residen en la ciudnd ,
y l os más en sus caseríos y h a t os, y éstos r eciben lea ley del
P. granjero y se m ueven a s u voz mejor que a la d el gober-
nador o corregidor" :l.

Con l odo, la gestió n de los procua·adorcs o hacenderos ea·


taba estrecham ente cont rolada. Las in.,t r ucciones para el ma·
nejo d e las haciendas, tanto Jne.xi c onn.s como peruana s '\S , coin·
cidían en quo los admin istradores doblan rendir cue nta onda
año a l rector, con ocasión de l os ejer cicios espirit uales, d e
todas las cosas de la h acienda. Existía asimismo una prohi-
bición expresa d o que vendieran, compraran o d ispusieran
de los frutos de lAs h aciendas. Sólo excepcionalmente podía
acordarae una autorir.ación para l.a venta d irecta, en escala ·
muy limitado, de c iertos producto&. E stas au.torizacione& es·
taban indicadas en l as ln.•trru:cÜ>ru:s mexicanas dentro d el ca-
pítulo atinente a l.a obser vancia r eligiosa de l os legos y to·
cab~ con el voto de p obreza, p ero eu significad o econ ó mico
es e vidente G.
El eleme nto mós importante de toda la o r gan ización l o cons·
tituian l os proéu.radore:s.. Aun mús que l os eondj utores, d e-
bían " . .. a tarea r ;¡e aun insoporta blemente de d ia y de n och e,
estando sob re los mayordomos, tra b ajo de indios, mayorales
y demás sirvientes paro de este modo no desperdiciar Jaora

2 Infonne ele D . A~Q tln ele Lanclab11ru (1770) .,n MACERA,


ob. e h . p . 119. Elite Informo r e aulta pardcalormente intcrcaantc pue.-
to que ae&ala l aa dlver1oneioa entro loe pr4et lcaa d e 1" Compañin.
en el cultivo ele au.a h ac i en d;~a y J.a• pr6cdcaa corr'i cot ea.
S CUERVO, ob. el&. 111 p. 167.
4 ln.,.uccionu o loa Herm.ono• l o1tuá1aa A. dm-lnbaradore:t d e H a-
eie ndaa Univ. Autónoma ele México. 1950. No . .17 p . 50 y MACERA,
eh. eil. p . 51.
S lrutruccione.s. No. 11 p. 42.
de trabajo, ni que tengan ocasión de sustrae.- los gx-anos, que
Dios daba" 0 •
El Procux-ado.- estaba destinado a aeistix- al Rector del
colegio en materias financiex-as. Tenía obligaciones especifi-
cas en cuanto a la contabilidad general del colegio, el abas-
tecimiento de las haciendas ( h erramientas, ropa, pagos de
salarios, etc.), el c uidado de toda clase de títulos (de tierras,
aguas, servidumbres, mitas, etc.) y In representación de la
Compañía en asuntos litigiosos. Su esfera de actividad· cu-
bl'Ía t odos los asuntos económicos del Colegio, tanto en su
eeonom.ía interna (provisiones., mantenimiento, abastos, arríen·
dos, inversiones, etc.) como frente a otros colegios y a ter-
ceros. Casi siempre su nombx-e figux-aba, al lado del l'ector,
como p a rte en los contratos, particularmente en las adqujsicio-
n es de inmuebles. Acaso su función más importante consis-
tiera en buscar la venta de Jos productos de las haciendas,
labor que Jo mantenía en contacto con comerciantes locales
o de regiones mucho más distantes.
Frente al Rector, el Procurador gozaba de una au.tonornia
casi completa en Jo tocante a la gestión económica de la
casa. Esto no quiere decir que el rector estuviera desprovisto
de att·ibuciones en esta s materias puesto que, en últimas, él
era directamente responsable del funcionamiento total del co·
)egio. Por e so mism o las Con11tituciones d e la Compañía re-
querían que los r ectores poseyeran un sólido conocimiento
en materias económicas 7 •

Una regla de las instrucciones mexicanas 8 colocaba como


árbitro al rector en los conflictos que se suscitaran entre el
Procurador y los administradores (coadjutores) . Se atl'ibuía
a esta intervenc-ión un carácter semirreJigioso puesto que es.•
taba destinada a preservar a l precepto de la obediencia aun-

6 El hermano ailveatrc Ple.t a, procurador del Colecto de Lata-


cuuga. ANCH. Je•. T. 237 Doc. 1.
7 "'Ut .noo nlei periti oeeonom.iele fa.uúliari& acbniDietratio eom.-
m.itatur, Provincialle antequam Generali allquem ellgendu.m in Ree-
torem. proponat. Info1·matore• admoneat, ut hoe maxi.me talento
ditigenter acribllot ... " . CISI, Jl, 236-45 clt. por MORNER, op. elt.
P• 3.
a ln.u. N o . 13 p. 43.
que, como sucede a menudo con el texto de las in!ltrucciones,
sea discernible una intención de orócn préctico.
La Provincia atendía a la ot"ganizaci6n económica de los
Colegios y sobre todo contribuía a unüormar prácticas racio-
nales de explotación a través do frecuent es visitas. De esta
actividad provienen sin duda las instrucciones m exicanas y
de h echo las instrucciones s imilares que se conocen para el
P erú, como se verá en el capítulo tocante a .la or g an i ~ ación
de lns h aciendas .
Es di.Cicil precisar con e xactittad ¡,. p arte que t ocab a a
R om a, es d ecir, al General de la orde.n, en cuant o a la vigi-
lancia o In gcst.ión econ ó mica d e los colegios. E stos eran en-
tidades aut ó n o mas, aunque a través de In Provincia g uarda-
ran con tacto estrech o con Roma. La Provincia e nviaba a Roma
un Cat.log~U R crwn, i nvcnhtrios completos de los bien ~ de la
Com pañia e info rmes sobre s u adm inist ración. De t o da s ma-
neras depe ndía de Roma juzgar s i una resid encia o un p r o-
yec to d e fundación poscla lo. congru a s uficiente como par a
cons tituirse en colegio. De a lli mismo podia venir u na seria
adverten cia en c uanto n la marcha de ficiente de un col egi o y
aun la destituc ión de un provinc ial o e l cambio d e un r ect o r
por este mot.ivo.
La s Constituciones mismtLq d e la Compañía incl uían algu·
nas reglas (' ' ind icat ivo s'') en materia económica. Como anot.a
Morner al respecto, " ... n d espech o de Jo e xigencia infle.xiblc
sobre pobre><a personal, el r ealismo y la eficacia totales que
se atribuyen a In o rden se evidencian en ta les m.atcr io.s". Así,
según la lll$tructio pro adminütr<Uiom! rerum temporaliwn.,
no podían aeept.arse depósit os de extraííos a la Compañía
sino en caso d e extremo necesida d porn In p ersona en cues-
tión. Aun osi , el dinero debla g uardarse intacto, sin destinar-
lo a uao algun.o. En América tales d epósitos debieron ser fre-
cuentes, en caso de a lg uno conmoción o cuando se trataba
de algún p er sonaje tan importante que parecía dificil rcbuaarae
a servirlo.

En el momento de la ooupación, por ejemplo, se encontra-


ron en lo procuraduría del Colegio Máximo de Quito 18.350
pe. que el D eán marqués de Solanda babia depositado en 11
cajones a nombre de su hermana, Doña Rosa Sáncbez de
OreUana, en 1757. Francisco Javier Ustaris, marido de Doña
Rosa, había sacado dínero del depósito en varias ocasiones
y lo mismo habían hecho Doña Rosa y en madre 9 • Asimismo,
José Carcelen, marqués de Villarrocha, había depositado un
baúl que contenta 3. 685 ps. 3 rr producto de la bula de la
santa cruzada, con motivo de los disturbios de junio de 1765.
Y Diego Sánchez d e Orellana había depositado en la misma
fecha díez fardos de mercancías que acababa de recibir de
Cádiz y que valían 24. 717 reales de plata.
En cuanto a los préstamos, la lns&ructio disponía que solo
podían aceptarse en caso de extrema necesidad >O. Esta regla
no era un obstáculo par a que la Compañia se constituyera en
deudora puesto que si se evitaba el mutuo un Colegio podía
g r avarse con censos en el momento de adquirir inru chlt~ .
Aunque la proMbici6n restringía prácticas comerciales y fj.
nancieras su resultado final procuraba un perfecto dominio
sobre Jos propios recursos. Esto no quiere decir que la Com·
pañía se abstuviera de prácticas crediticias a corto plazo co-
mo lo mueatran las relaciones entre el obraje de Chillo, del
oolegio de Quito, y la procuradwia d el colegio de Lima 11

9 ANCH Jce. T. 236 Doc. l f . 146 r. ""·


lO " . .. mutunm autcm nullo modo aecipiat., niei ob ursentate m
nec:eaait.u.tem vietoe a e veatitus noe·troru:JD. . .. ~ - CISJ 11: l24r2. Cit.
-por MOrner, op.. cit. p. 4 ~
11 Lo• paaos por concepto de séneros remitidos a Lima podían
b_acere-e directa:ntente o mediante libronzaa. Anualmente ac remhfan
entro 100 y 110 fardoa con 10.000 u 11 .. 000 varaa de paño, jerga y
lienzo. Según una cuenta de 1764 el procurador de Lima Labia
reiDitido y pasado en Ubramieo toa (A favor d e c:omereillDtes que
U.... de Quito a Lima) 33.267 po. 3 rr. por 365 lardos. ANCB Jea.
T. 236 Doc. 1 lf. 164 v. ••·
Ill
LA FUNDACION DE
LOS COLEGIOS

Según las Constituciones de la Compañia todo colegio debía


estar a cubierto de sus futuras necesidades y por eso, en el
momento de s u :fundación, debía aseguraue rentas suficientes.
Se calculaba que el capital necesario para este resultado de·
bía ser de 40. 000 o 60 . 000 ps. La donación de esta cantidad
convertía al donante en "Fundador'\ lo que conllevaba cier·
tos p rivilegios y dignidades para sí y para s us descendientes.
Pero el mero hecho de conseguir el capital necesario no
bastaba para proceder a la fundación. Debía examinarse pre·
viamente el terreno, por decirlo así. A través de los informes
que llegaban hasta Roma se daba cuenta de todas las carac-
terísticas de lo que podría llegar a ser la sede de un colegio.
Los detalles de la información concernían a las cuestiones
políticas, económicas y sociales.
Muy poco escapaba a la perspicacia de los observadores.
Antes de fundarse el colegio de Santa Fe, a cornie~s del
siglo XVII, por ejemplo, el P. Diego de Torres bahía hecho
valiosas observaciones respecto al alarmante descenso de la
población indígena, hecho que no tardó en comunicar a F e .
lipe lll 1 • El jesuita señalaba con precisión las causas de la
disminución de los indios. La atribuía a los desplazamientos
que obligaba la ciu dad a los indígenas, sus mujeres e hij os,
para proveerse de leña. Al desequilibrio que se producía con
el drenaje de la población femenina para servir en las casas,
pues " ... hay casa en esta ciudad en donde hay veinticinco

1 Carta de 28 de Enero de 1606. AGI Santa Fe, Leg. 230. cit.


por PACHECO, oh. cit. 1, p. 230.
indias do estas ... ". A la venalidad de las encomiendas, por
las que se ofrecían diez o doce mil pesos que producirían
600 o 700 ps. con 150 o 200 indios.
Las observaciones se extendían, naturabnente, al "'clün.a"
que reinaba entre los vecinos o las posibilidades que tendría
la Compañia de encontrar generosos bienhechores. Asl, el P.
Portillo as,tguraba a S. Francisco de Bor ja en 1568 2 que en
Cartagena " .•. hay quien nos dé casa y edifique iglesia, y
sustente hasta diez y <loce por toda su vida y le deje par a
después de su vida suste nto, porque vale su hacienda mlís
de treinta o cuarenta mil pesos, y lo pretende dejar todo, y
.
es b •en gana d o. . . ...
Pu ed e afiranttrse que en In fundación de un c olegio muy
pocas cosas s o <lejaban al a2ar. Por eso la narración de M e r·
cado sobre e s ta$ fundaciones parece invariable. Primero una
misión de predicaclores a la que suceden conversiones en masa,
mucho bien a las almas y las instancias -<lé los vecinos para
que los padres permanezcan aún más. A veces la misión se
•·epetia u na o dos veces lutsta que los vecinos terminaban por
demandar la presencia de la Compañía, se movilizaba el ca·
bildo, el presidente o las autoridades eclesiásticas. Una tras
otras ee repelían instancias nl rey, hasta que se obtenía la
licencia. Esta secuencia se repite una y otra vez hasta dejar
la impresión de que se trata simplemente d e un estereotipo
del cronista. No es a s i. Estamos en presencia de un patrón
calculado para producir un efecto.
Así lo d eja entrever c laramente una carta del P . Abad " •
escdta e n 1689, cuando se trataba de fundar residencias en
Pasto y Riobamba. La residencia de Riobam ba pose ía ya
una dotación e n tanto que la de Pasto había que procurarla:
" ..• con lo que conviene es, aconsejaba Abad al rector del
Colegio de Quito, que V. R. envíe misioneros a Pasto, y
vayan sujet os tales q u e sepan ganar la voluntad de los veci·
nou, que así d arán ellos mucho, y en breve habrá congrua
suficiente para que luego se funde ..• ".
En la fundación de un colegio se tenían en cuenta razones
de conveniencia general de la orden. Betas razones coincidían

2 Monumenla Peruana, l. p. 117 cit. por PACHECO, tbid. p. 64.


3 APQult. Le •. S, elt. por PACHECO, ob. c:IL 11 p . Sl.
en gran parte con una estrategia econ ó mica. E l P . Gabriel
Melgar • escribía por ejemplo q ue M ompós, en don d e quería
fundarse un colegi o, además de su prosperidad creciente,
t e nía una situación excepcional s ob~ e e l río Magdalena. Veía
q ue Mompós era el paso obligad o de quienes iban del cen tro
del virreinato a las reg io n es miueras d e Zaragoza y Guamoco.
Por ella pasaban tam bié n los abastos de harinas del " r eino"
a Cartagena y a las minas de oro de Antioquia. Por eso
estaba, según él, mejor abastecida que la m isma Cartagcna.
Uu interés p a recido explicarla el interés desusual que tomó
la Compañía e n la conservación de la doctrina de H o nda,
a pesar de contratiemp os de t o d o orden con q ue trope zaron
los padr es. Pudieron fi nalmente fundar a llí un colegio que,
como e l de Mompós, no &e d estacó por la posesión d e ha-
ciendas rurales s ino más bien· de inmuebl es urb anos, como
correspondía a las peculiaridades comerciales de ]a villa.
El G e n e ral m ismo de l a orden quiso e n 1692 G q ue se faci-
litara la visita d e dos colegios t an distantes como el de P a m-
plona y el d e Mompós m edia nte el establecimiento de un
colegio en Ocaña. Pues a pesar d e q ue e l Colegio de Pamplona
poseí a h aciendas de conside r ación, " ... e ra inútil cultivarlas
p ues n o había m e r cados para s us product os ... " "- Y e.ntre
la s vent ajas, que r eportaba el prov incial Martínez Rubio a
R oma, de las hacien das q u e Antonio García Bonílla había
quer id o legar para la fundación en Ocaña, se contaba s u
" .. . cercanía en e l rio Magdalena, puerto R eal y conducción
fác il pat·a la s alida de 1~ géneros en Mompós . .. " 7 •
El m ayor obstáculo con que tropezaba usualmente el inte n -
to ele toda nue va fundaci ó n provenía de las cavilacjones en
Roma . Quería preser v arse a toda costa e l principio d e la
integridad y la independencia financiera de cada colegio y
en 8 U8 COmienzos estO no resultaba n ada fácil.
No s iempre las pt"omesas de donaciones o legad os eran se-
guras y si e l p r esunto benefactor tení a h ereder os podía es-

4 Carta Annua eit. por P.t\CHECO, ib id. 1 p. 195.


S APT. les . 132 fE. 48-49 e it. por PACHECO, ibid, U p. 40.
6 lbid . p. 168.
7 ARSJ N. R. et Q . 17 fol. 365. ibid. p . ·H .
perarse con seguridad algún género de oposición. El primer
legado importante diferido a l os j esuit as en In Nueva Gra-
nada, el de Gaspar Núñe-.o<, destinado a la f undación del Co-
legio d e Santa Fe, f ue objeto de un pleito con los herederos.
La donación del capitán Francisco de Avendaño, que debía
dar origen al colegio de Tunj a, encontró una oposición en-
carnizada en su familia (1611). La donación de Elvira de
Bclosa, madre d el anterior. dio lu gar a incidentes de hecho
con Diego H olgtún Maldonado, encomendero de Tuta (1629) .
La d onación de otro encomendero, p ariente de Holguín, Pe-
dro Bravo Becerra fu,e revocada po•· su mujer y la Compañia
tuvo q ue pleitear e.
La actitud de los superiores sugi ere cierta cautela frente a
la inminencia de u n pleito. Cuando las cosas eran más o me-
nos claras o existía al menos la cert eza de que la Compañía
saldría indemne <le un enfrentamiento legal, no se dudaba
en r ecurrir a la justicia o en responder a un d emandante. De
lo contrario, la regla parece h aber sido lo que aconsejaba e l
General respecto de la herencia de Lázaro d e Corcuera: " .. . s i
esto se pudiere conseguir sin p leito. ni ruido, será bien ln-
Leotarlo; per o si hubiere de costar plei~o, será mejor dejarlo
del t odo" •
0

Algunas de las razones de esta cautela parecen bast ant e


claras. Contra la capacidad d e adquirir por parte de las ór-
denes religiosas existían cédulas reales que podían ser invo-
cadas en c u al quier ocas ión. De otro lado, siempre estaba en
Juego el prestigio de l a Compañía.
Otra ::S razones, más sutiles, apenas se sugieren en las (' .. . ad·
v e rtencias de lo que se ha de hacer en España en el pleito
que la Compañía de Jesús t rata con l os herederos de Gaspar
Núñez, difunto, sobre la donación de 4{).000 ducados y co-
fre de esmeraldas ... " 10• Se trataba d e una situación com-
plicada, en la que al parecer se querian equilibrar todas las
influencias, y que mu estra basta qué punto jugaban intereses
opuestos en un negocio d e eata naturaleza.

8 El relato d e e•toe iocldentes en PACHECO, l. pp. 164·166-175·


177 y 179.
9 Cit. por PACHECO, ibid. p . 40.
10 ANCH. Jea. T . 215 f . 16r.
En primer término las insta·u<:eiooes recomendab an que de-
bía buscarse que el Papa avocara el conocimiento de la causa.
Se calculaba que el anobiepo, favorable a la Compaii.ia, po-
dría morir y dura.r m ucho tiempo vacante la sede " . .. con
la cual tienen favores los herederos del dicho Gaspar Nú-
ñ ez . . . ". Se t emía, por otr a parte, que la deci sión del Capi·
tulo pudiera ser adversa al contar todos los votos por " .•. ser
ricos Jos dich os herede ros". De todas maneras debía procu-
rarse que la cnusa no fuera tramitada en el territorio d e la
Nueva Granada, aun ei no se coWlcguia que el Papa conociera
de ella. Siendo tun cuantiosa, tendria seguramente apelación
a l obispo mús cercan o, fuera el de Santa Ma.rta, el de Carta-
geno o. el de Popayán. Ahora bie n, la'! inst rucciones advertian
c¡ue .. .. . el obispo de Cartagena es fraile de la orden de
Santo Domingo y este pleito se trata en esta corte casi contra
el convento d e Santo Domingo y agora últimamente han
pedido loe d ichos hered eros que salga a la ea u ~ e l dicho
convento y o.nsi mismo loa obi,poe de Popayán y Santa Marta
son frailee de San Agustín y San Francisco, que si son bien
afectos a la Compañia o no, allá se podrá considerar".
Es n.a tural que frente a tales complejidades Rom.n tardara
en dar au aprobación. No aól o debía p ensnrse en conseguir
autonomía económica sino además un equilibrio político y
socia.!.
IV
LA ADMINISTRACION DE LAS
HACIENDAS: ELEMENTOS
DE RACIONALIDAD ECONOMICA

l La experiencia do l011 jesuitas en el manejo de SWJ ha-


ciendu en Hiepanoaméric.a oro ya muy completa a fines del
siglo XVII. Para esto época .e había conformado un verda-
dero sl.wma que no era auscoptible de modilieacionea oaen-
ciales. Olavelier subraya precisamente esta característica en
lu Inetruc:ciones mexicanos (o01ad"s más arriba) que aupone
haber sido escriw entro 1712 y no mú alla do 1723. La
seguridad, la concisión y u.n a oxtmma facilidad para ainteti·
zar a grandee raegos técnicas do cierta complejidad muestran,
en las JJatruccioncs, cómo se habra ido acumulando una ex-
periencia valiosa en la materia.
Aunque para Cbevalier la repetición p recisamente do la
palabra experiencÜJ indica la huella coneeptaual de lu co-
rriontee empiricistu del pen.omicnto moderno (recuerda a
Galileo, Paecal, Bacon y Locke), lo cierto es que las lnetruc-
dones se derivaban literalmente do la experiencia. Esto no
desearlo, naturalmente, reminiscencias erudito-eultu:roles en
lA redn cniñn de un ttuct.o que t~i.DJa&b o1 eahor a o u.n1u·
lado.

Eete saber era común, por ruonoe que ee analizarán un


poco más adelante, a todos aquellos que " ocupan de la ges-
tión de las haciendas. Por el momento baste obeenar que,
c.omo en el caso de las Instruccionoe mexicanas, !os testime-
niOII de vieitaa en el PeriÍ (recogidos por Macera) eeiiala•
una cierta forma de crlstalbaclón definitiva do experiencias
anteriores.
En el Libro de órdenes, memoriales e instrucc iones de pro-
vinciales y rectores en In hacienda de San Juan de la Pampa
o ingenio de Hunura, por e jemplo, no se observan recomen-
daciones esenc.ialcs en cua.n to al mane jo de la hacienda, en
las visitas prac ticadas a partir de 1707. En muchas visitas
se alude expresamente a la del P. Diego Francisco Altamira-
no, practicada en 1699, para r eiterar sus órdenes. En otros
casos el visitador se limitó n 1:ecomcndnr la o bservancia d e
las órdenes de sus predeccsol'es. En ·l u mayoria , se trataba
do repeticiones o aplicaciones concretas de algún principio
general expuest o coro n.n torioridad. S .: intentaba sol amente co·
.-regii inh·acciones de una regla conoeida. Siempre In prohi-
bición en cuanto al acceso de mujeres a In hacienda, In de
que los h er manos portnran armas o la orden de que se obser-
vara un mayor cuidado a l asentar las cuentas.
Gracias al conocimiento de estos dos textos (las Instruc-
ciones mexicanas y las visitas en el Perú) pueden hacerse
ciertas precisioneM sobre el mnnejo d e las hacicndtlll de los
j esuitas. Proviniendo los dolos de este manejo de do<J expe-
riencias concr etas, en dos rcgione& distantes del Imperio es-
pañol, pued e parecer inoprop iodo uno gencrolizoción paro la
Nueva Gronndo. l n fortunndn.montc n o se hn encontrado una
fuente parecido. Además, quiere hacerse resaltar precisamen-
te una serie de coincidencias que no son casuales y que mues-
tran hasta qué punto la oxpcriencia ocurnulada e r a homogénea
para todas los r egiones de H ispanoamérica.
Esta homogeneidad no obedece a un m ero oztn. Se ha ha-
blado acerca de rasgos generales de organización que tendían
forzosamente.: a onHormar reglas de conducta. Pero In carac-
t erística de unilormidad en el manejo de las haciendas no
debe entenderse solo e n lo que se refiere n la estructura ge-
neral de lo o r ganización (independencia de los colegios como
unidades financieras, sistema de jerarquías, normas genera -
les de r esponsabilidad frente a un superio r ) sino que d ebe
a tenderse a cómo p enetra en detalles casi cotidianos.
Esta coincidencia minuciosa. se originó, en gran parte, en
la ubicuidad de Jos visitadores. Estos no solo recorrían varias
veces una p rovincia sino que podino conocer otras y gene-
r a lizar así s us experiencias. Según Morncr, el cambio fre-
cuente de conductores locales explicaría la eficacia de los sis-
temas de control dentro de la Compañia. Pero explica asimis-
mo que de experiencias tan variadas en el campo de la expl o-
tación agrícola conto podían darse en regiones tan distantes
hayan podido r ecogerse normas que reforzaban su eficacia
por el hecho de provenir de una gama amplisima de observa-
c iones.
Entre las órdenes dejadas por los vi.sitadores en el Perú
figuran por ejemplo las del P. Hernando Cabero, que visitó
la hacienda de Pachacha, del Colegio del Cuzco, en tre& oca-
sione.~, en 1673, 1674 y 1678. La carrera del P. Cabero fue
muy semejante a la d e otros jesuitas que poseyeron altas dig-
nidades dentro de la Compañía. Fue doctrinero en Fontibón y
en 1637 pasó a Santa Fe como director de una Congregación.
En 1639 visitó los colegios de Cartagena, Panamá, Cuenca y
Quito. P oco más tarde estuvo como visitador e n Riobamba
y Latacunga. En 1647 fue nombrado .rector en Panamá. En
1651 pasó a Europa como procurador de la provincia. De
regreso a Amé rica se le noniliró provincial en 1658. De Car-
tagena, a donde había d esembarcado, pasó a Santa Fé y en-
seguida hizo visitas en Popayán, Pasto, Quito y Panamá. En
1661 fue nombrad o visitador de la provincia d e México y
e n 1664 provincial de la misma. Ocupó el cargo de provin-
cial u na vez m ás en Santa Fe, <le 1666 a 1668. En esta oca-
sión visitó a Honda, Mompós, Cartagena y Quito. En 1672 pasó
ol Perú como visitador y más tarde, en 1679, fue provincial.
Murió en Santa Fe en 1697 1 .
El visitador Diego Francisco Altamirano, que dejó también
órdenes para una hacienda peruana (la de San Juan de la
Pampa o ingenio de Huaura) en 1699 y 1702, había estado
en Paraguay en 1644, bahía sido cated.-ático y .-ector del Co-
legio Máximo de Córdoba., misionero en el Chaco y provin-
cial de laa provincias del Río de la Plata, en 1677. Pasó tam-
bié n a Europa como procurador, en 1683, y fue, como Cabero,
visitador d e la provincia de Santa Fe ant es de serlo en el
Perú.
2. Aunque para Santa Fe y Quito no se conocen instruc-
ciones eem.ejantes, el contenido de las Instrucciones mexiea-

1 V. PACHECO, ob. eit. n. p . 75 se.


nas y de las órdenes de los visitadores en las haciendas perua-
nes pueden dar una idea de la fo rma en que se administraban
las haciendas de la Compañía de )esÚil en el siglo XVIII.
El demento más universal de racionalidad en este manejo
lo constituían los· libros de contabilidad, elemento tal vez ex-
r epcional en el cuadro de la economía agrícola de la época 2 •
Ambos documentos mencionan un libro de entradas y gas-
l os. En México debía llevarse un borrador. El libro en limpio
estaba destinado a ser revisado p eriódicamente, :fuera por el
visitador, el provincial o el que hiciera sus veces. Se cotejaba
también con los libros de l a procuraduría respecto de lo que
se había remitido a la hacienda desde el colegio, generalmen-
te dinero, herramientas, vestuari o , etc., y de los envíos de pro-
ductos que la hacien<la tenia que hacer al colegio, destinados
al mercado o ..1 conswno del m ismo colegio.
Debía llevarse un libro de inventarios de todos los bienes
d e la h acienda (muebls~ aperos, her1·mnientas, ornamentos
de la capilla, etc.) • El inventario debía rehacerse cada vez
q ue ocurriera el cambio de un arlminístrador. En este mismo
libro, para el caso mexicano, o e n otro diferente, podían fj.
g urar ]os conciertos con mayordomos y otros empleados.
En el libro de gasto y recibo, o en uno d e ellos cuando
se llevab an separadamente, los vis itadores consignaban s us
instru ccionC$. Podían hacerlo también~ según la recomenda-
ción del P. Altamirono para Huauro, en un libro especial,
destinado a "órden es, memoriales e instrucciones.,.

También se conservaban, generalmente en la procuradu-


ría, todos los títulos concernientes a las haciendas, a sus ad·
quisiciooes, mercedes, composiciones, servidumbres, contra-
tos de a g uas, o concesiones de mitas. Se recomendaba guar-
dar toda clase de papeles, como cartas y recibos.
El número de libros que podía llevar una hacienda era $ U &
ceptible de variaciones. Además, no solo el<istía un rígido con-
cepto contable de control de entradas y gastos, de produc-
ción y de existencias, sino que se tendía a obt ener información

2 V. VICTOR MANUEL PATIAO, Hüeoria éle la actividad asr~


pecuaria en América equinoccial. C.U, 1965. p. 326.
de carácter estadístico. Asi , tanto en las Instrucciones me-
xicanas como en las órdenes de Altanürano para Huaura, se
menciona un libro " . . . en que se pone el modo de adminis-
trar la hacienda, el tiempo y manera en que se beneficia cada
género y puede tener dos partes ele los aumentos que puede
tener arbitrios e industrias que se ofrecen para ello, lo cual
hará m ucha luz al administrador que entra de nuevo" 3,
Se quería. ncumulnr observaciones para ,,.ivir " .. . con cucn·
ta y razón . .. y pat·a mejor sabor gobernan•e en adelante" •.
Por eso debian r eunirse d etalles interesantes en cuanto a laa
s iembras y las cosechas y el tiempo y manera en que ae be-
neficia ha cadn género.
El testimonio aceren d e C>~los libros y la manera como so
llevaban es frec uente en los invetaro:~ que se hicieron con
ocasión del extrañamie nto. Entre los übros mús usuales en la
•·egión de Quito fig urnn los que se referían a los conciertos
de indios, a los "socorros" que se les proporcionaba, a los
salados que debla pagárselce, u los descuentos p o r ganado
perdido, etc .
En el invent ario del obraje de Zaruqui, e n las nustones de
Maynas , por ejemplo, aparece un libro llevado por el maes-
tro dc.l o braj e ". . . que se compone de rayas de indios do
dicho obraje". L os te jedores figuraban en un libro aparte .
En Can cugua, también en Maynua, ee llevaba ". . • un cuader-
nito en fojas s iete, las c inco escritas de rayas d e hiladores,
cardadores y bergeudorC3". Las jornadas de los a r tesanos,
que los coleg ios ocupaban paro s us haciendas, tambiim se
consignaban <le manc.-a etopcciíica. Asi, para la hacienda de
Punsará, al>a.-ecen cuentas de " •.• caa·pinteros, maestros de
capilla, barbero y zapatero, todas liquidadas por el P. Pa·ocu-
rador". La hacienda de Catarnayo, del Colegio de Loja, lle-
vaba una cuenta especial al oficial pailero. S e llevabun libros
con cuentas especiales como las hierras de ganado, las deudas
menudas y las obvenciones d e los curas de pueblos cercanos
que servían como capellanes en 108 haciendas cuando éstas
no teaúan uno de la Compañia.

S AltamJrauo en MACERA, ob. d r. p. 58 No. 7.


4 ln#TIU:Cl<nt<u, dr. No. 172 p. 167 y No. 179 p . 173.
También aparecen Jíbro& de cargQ y descargo de los pro·
duetos quo ao r emitían r egularmente a l colegio. Alg unos ec
interca mbiobnn con ot ras hac iend as del mism o colegio, cuan·
do r esu ltaba m en os cmbarozoao hac<::rlo d i rectamente <]UC a
través del colegio. Cuando el inte rc ambio e ra muy r egular,
por ej emp lo , ganado y plátanos entro loe hoc iendas de D oyma
y lo. V ega, laa d e udas se reducían a m er os a aientoe contab les.
3. Ea LO conta bilidad minuc iosa y las r ecomendaciones
que se huelan sobre su tencduda muestran en detalle cómo fun·
cionaban loa relacion es entre la provincia, los colegios y loa
admin istrado res en cuanto a la gestión d o laa haciendas.
Incumbía o In provincia una revi sión p e riódica del ma.oej o
de Jn,. hoc.i cndos. Se trotaba d e unn I!UJ>O rvisl ón general que
p od la dar lugar a rocomendocioncs o wtruccionca pero en
lo cual 80 verificaba también, po r medio d o un balance, lo
c:ontabilidod d o la hac ienda. Existe uno complctll inccrt idum·
b re en cu unto a la periodicidad de catas visitas. Macera c ito
el caso do 18 vúitas en el ingenio do Huau r a en un lapso
de ce rca d e medio s ig lo. Algunos d e ellos ae s ucedier on anual ·
mente, otras cada c uatro y seis años. E.n la hacienda d e Llano-
g ra nde, d el Colegio de P opaytí n "• se h icier on vi.~ it . u cada
nuevo n>CI!CIS y aun menos. Pe.r o tambié n cod:t d os, tres y c un·
tro año~.

El visitndor d e la J>rovincio - a veces el m b m o prov in ·


c iol- p odio llegar a fijor precept os <¡ue s irvieron d u p:outa
a l rector o ol procurado r en el m nnejo do loe hucicndus ?t A s i,
Altumirnno 0 recordaba o r ecto r es y p roc uradores 11u obli-
gaci6n do corrcsir los Ubroa d e la hncicndo y loe recomendaba
que en aus visita• pagaron con puntualidad a s irvientes, con ·
cortados, ma yordom os y oüc inlcs si algo se les hob io que-
dado d ebien do.
Pero e l carácter de las visitas provincinles eervio par n fi.
jar nponas rnegoe gen era les de unUormidad y buen gobierno,
como 1<0 h u 11ubrayado. L a <C$ponsabilidad m iÍIJ in mediato re-
caía sohrc el P rocu rador y , a s u Jodo, el rect or d e cada co-
leg io.

S ACC. S 111. 41 S!> Col. E I 9o.


6 En MACERA, ob. ch. p. 60.
El procurador guardaba los titulos que acreditaban cual-
quier derecho de la hacienda. Frente a terceros ejercia la per·
eoneria jurídica del Colegio para todo lo que se refiriera a
reclamos litigiosos. Por eso las Instrucciones mexicanas 7 or-
denaban a los administradores que se abstuvieran de tomar
cualquier iniciativa en lo que se refiriera a notificaciones,
despojos, diezmos o algún inte nto por parte de e.xtraños de
revisar los libros. Para todo ello debían remitir a las personas
al procurador, hac iendo constar su propio incapacidad juri-
dico.
1::1 procurador llevaba un libro general de cargo y data para
el Colegio. En él figuraban los gastos de las haciendas y las
ren1isiones que de ellas se hacían en géneros o en dinero. Como
regla general todo gasto de las hac iendas c<:>rría por c uenta
d e l colegio. El administrador no estaba autorizado sino en
casos excepcionales a vender pequeñas cantidades de frutos.
Por l o tanto no disponía d e dinero para hacer frente a nin-
gún gasto s.
En materia de g astos se guardaba W l a gran parsimonia.
Según las instrucciones de Cabero (1673) no debía intentarse
c.bra alguna en que hubiera de gastarse " ... cosa conside-
rable y e x traordinaria" sin licencia del Rector. Si el gasto
era muy cuantioso e l n1ismo rector debía comunicarlo a s us
consultores.
El colegio proveía los salarios y las raciones de los traba-
jadores c uando la misma hacienda o las haciendas vecinas d el
mismo colegio no disponían de c ultivos para este uso. Sin
embargo, esta puede haber sido una de las preocupaciones de
los hacenderos, como lo sugiere Mercado ». Al ensalzar
los trabajos del H . Matías López, hacendero de la Calera cer-
ca d e Santa F e, cuenta q ue, para eximir a los procuradore.s del
cuidado " ... que debieran t ener para s ustentarlo a él y dar
raciones a los negros e indios h acia sus labranzas de maíz y
6tras cos as necesarias }>ara el sustento de sus sirvientes y
coocertaclos, teniendo particular inteligencia para pagarles a

7 No. 2-ll p. 215, No. 240 p . 214, No. 244 p. 216 y No. 245 p. 217.
8 E~te ea uno de los precepto& ~náe f-recu P.ntes con que se tro-
pieza en lo a I.nnruceionea. V. l1t$t. No. 10 p . 41-42. No. 17 p. 4 5--46,
No. 208 »· 193. En el mismo oentido, MACERA. p. Sl·S2.
9 ~CADO, op. cil. 1 p. 196.
éstos sus salari os por no ser cargoso a los proc uradores y li-
brados de este trabajo". Es posible que esta "inte:igencia"
consistiera en extender su propia austeridad a s us trabajado-
~ · es.

Según las instrucciones, tanto el rector como el p r ocurador


d ebían estar i nformados permane nteme nte sobre el estado de
las h aci endas. E sta información era n ecesaria puesto que d el
colegio provenían aquellos elementos que debían renovarse
periód icame nte (ropa de los esclavos, herramientas), suple-
mentos (semillas, animales de labor, etc.) y dinero. El cole·
gio, finalmente, orientaba hacia el mercado los productos
d e las haciendas 1°
Todas estas relaciones se traducían en el sistem a de contabi-
lidad al que se agregaban, en fonna de instrucciones, las o b -
servaciones de visitadores, rect ores y procuradot·es. Como el
colegio mismo llevaba una con ta bilidad g e neral, anualmente
ee procedía a cotejar los asientos. Este control exigía la p r e-
sencia d e los admin ístradores en l os Colegi os y se apr ovechaba
la ocasión de los ejerc icios e spil"ituales 11• Los Instrucciones
m exicanas recomendaban que se liicieran i n mediatame nte
despu és de la confesión del administrador.

lO lnat. No. 187 p. 179, No. 46 p. 70, .No. 4 9 p . 72. No. 74 p . 91.
No. lOO p. 111, No. lOS p. US, No. 234 p . 209. MACERA, ob. eit.
P • 6CHil.
11 lnot. No. 16 p. 45. MACERA, lbid. p. 60 - vi.oita de Allamirano,
1702.
V
ADQUISICIONES

' No ha sido posible reconst.ruir paso a paeo las adquisicio-


nes d u lo Compañía en el virreinato d e la Nueva Granada. La
información en este sentido so encuentra muy dieperea y es
d u doso q ue p u eda disponerse de la totalidad en arclüvoe
american os. La obra del padre P acheco, quien tuvo acceeo al
Arch ivo Romano de la Compaiiía. recoge una b uena cantidad
de datos a cerca de estas adquisiciones en el cuno del siglo
XVII. No es posible determinar hasta qué punto estos datos
b oyan agotado la in f ormación del Archlvo Romano.
L os comienzos d e los colegios fueron más bien dificilee. En
las primera s décadas del siglo XVII se c onstituyeron los co-
legios de Santa Fe, Cartagena y Tunja, pero en una s ituación
p recaria. H acia fines del siglo, cuando se trotó de la consti-
tució n de una nueva provincia , la provincia primitiva, cuya
cabeza estaba en Qui to , tuvo que auxiüa r a la d e Santa Fe
con 50.000 pesos. Era evidente que las h aciend as más ricas,
es d ecir, las más antiguas, estaban ubicadas en territorios
d e la Audiencia de Q u ito.
Si bien algunos colegios tuvieron un generoso b ienhechor
desd e el p r imer momento, muchos t uvieron que comenzar
por asegurar la b¡mevolencia de la totalid.a d de los vecinos.
En tre los bienhechores que se conocen ee contaron encomen·
deros como L orenzo de Rojas, que recibía el tributo de 148
in dios en Firavitoba y donó al noviciado d e Tunja una de
las haciendas más ricas d el reino, según las Cartas Anuas 1 •

l V. 'Encomiendas, cncome udcroe e indfgenae tributarlos d ol


Nnovo Reino do Granadií e n l a p r imera mllad d el •· XVII' en Anu~
río Colombltut6. de H iúoria •oclal y d e la Cuüt<ra, V ul. 1 No. %,
B ogotá, 1964 p . 436. o AHNB Gobierno, T . 1 f . 18 r .
Pedro Bravo Becerra, encomendero de Guatecha y Tópaga 2,
cuya donación estuvo a punto de revocar eu mujer. Más fre·
cuentemente el donante era algún presbítero, emparentado con
encomenderos, como D. Sebastián Merchán de Velaaco y
Monealve a, cura de Oicatñ y Némeaa.
Como la mayor parte de las donaciones y legados consis·
tían en tierras •, su cuantía aparente no solía exceder los
50.000 pesos. Un legado como el de Antonio García de Bo·
nilla parece haber sido la excepción. Muchaa veces se reci·
bían haciendas ya gravadas con censos y con u n escaso mar·
gen ·de rentabilidad. Los PP., sin embargo, parecen haber
actuado con la convicdón de que podrlan deshacerse de los
gravámenes en el curso de pocos años.
Algunos colegios recibieron adjudicaciones de tierrHs de
parte de la Audiencia, el Presidente, los gobet'lladores o loa
cabildos. Este beneficio podía concederse tanto más volunta·
riamente cuanto q ue los PP. habían contribuido, como mi·
s.ioncros, a la ocupación de esas tierras. Loa jesuitas rcsíg·
naron a mediados del siglo XVII las misiones entre los Nei·
vas y log Natagaimns 4 , pero conservaron en s u teJ.·ritor io la
hacienda de Villaviej a, una d e las más vastas posesiones del
Nuevo R e ino, adjudicada en 1631 por el gobe rnador Fran·
c isco Martinez O spina y acrecentada poste.dor mente mediante
compr as y permutas. En 1661, al r ecuperar sus mjsiones en
loe Llanos, solicitaron la adjudicación de tierras baldías en
lae márgenes del río Casanare, que juzgaban n ecesarias pa.ra
e l desarrollo ele sus misiones 6 • Esta adjudicación fue el co-
mienzo .de la hacienda d e Clll'ibabare, que dio origen en 1678
n la de Tocaria y más tarde a las de Cravo y Carichnvea 7 •

2 lbld. p. ~39 o f. 20 r.
3 El capitán D. Pedro Mercbán de Valazco y Mon.salve m her-
mano era e n comendero de lguaque y Cbiquiza, eon 191 tributario11
y d e Suto, que te nía 10~ lbid. p. 4-55 o ff. 29v y 30 r y v.
4 V. i.nfl'u:, VI, alguna e c onsiderttcionee l!lcercu d e l valor do )a
tJcrra.
5 V. JUAN DE VELAZCO, ob. eit. T. 111.
6 AHND· Tierras Boyacá, T . XXI ff. 843-850.
7 Loa Jc~Rihu cutr-uron en la provincia do los Llanos en 1628.
Se retiraron al poco tiempo pero regresaron cu 1659 mediante 1•
permuto de una doc.trioa en Tópaga llOr la de Pm;~to o Manare. que
les eh·vió de e~cHI.a purn otrus que .redbi e ron dospnés. ANCH T.
216 f. 210.
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Gráfico No. 2
L a proteoción de l os a utorida<lCll a veces excedía 1115 inten-
ciones de la Corona . S egún una R eal Cédula de S de julio
de 1589 s, dirigida a la Audiencia de Quito, ésta debía favo-
recer a los jesuitas •• . . . para que en su pobreza se conser-
ven, haciendo el mucho fruto que se espera". Sin embargo,
en 1590, otra Real Cúdula reprochaba a la misma A u diencia
haber dispuesto de 4.007 ps., quo pertonccinn a los indios por
tributos que habían pagado de miis, en favor do la Com·
pama
-· o.

Es ilnprobable que para asegurar la existencia de un cole-


g io hubiera bastado el legado de un eolo fundador. Es posible
que, como en el ca~o d el Colegio do Antioquia, a una manda
c uantios a se hayan sumado loos vecinos. En AnNoqu ia, el
fundador D. J osé Blanco aportó 20.000 p esoe de oro en polvo
(~.0 patacones) y 61 vecil>os completaron la cantidad ele
40.382 p s. o r o 4 tomines, es d ecir, el 50o/o . Entre e stos había
aportes con sid erables, como el del Pbro. Agustín Gómez do
S olazar, por 9.000 p s. oro, el Pbro. Lorenzo Castri11ón, por
4.162, y el Pbro. Nicolús del Pino Guzmiín, po-e 1.125 10•
La donación, adj u d icaeión o legado u o consi.etin solamente
e n inmuebles o dinero. En muchas OCU3iones se trataba sim-
plem ente de uno promesa de entregar algunos eabezw. de ga-
nado. E l dinero casi s iempre se invertía iltmediotame.n te.
Cuando por algún motivo se demoraba la f undación pero ya
se habfa entrado en p osesión de una suma de dinero, a este
podía d ársele algún otr o destino.
En el caso del Colegio de Buga, por ejemplo, fund11do en
1745, los fundadores Ct-is tó bal Botín y Mnrfa Lenis habían
entregado 40.000 y 50.000 pesos respect ivnm!'lnt e. Do los
~.0 <le Bolin se prestllron 28.757 a la Procuraduría de
Prov incia y al Colegio Máximo de Quito y 10.524 al Colegio
de Popayán. La Provincia di.,pueo osirniemo de 25.000 ps.
de l a donnción d o Mal"in Lenis y con el dinero r estante el
P. J oaquín Bonilla compró In h acienda de Ba-rragán (en
6.437 ps.), 6 p iezas de esclavos (3.000 ps.) y 20 b ueyes y

8 Colecd6n dtJ Cédula•, eií. p . 449.


9 Ibid . p. 471. Por e&le a sunto .Cl bJci eron c-argoa al oJdor Fr·a.n -
ci&co Auneibay y al licenclado Caña"V"eral.
10 ANB, Tomp. T. 1 ff. 304 u.
algún ganado ( 550 ps.) . En los años siguientes el colegio
pudo adquirir las haciendas de Sepulturas y Zabaletas e in-
crementar sus existencias con el pago de estas cantidades,
computado como ingresos extraordinarios. Así, en s u conta·
bilidad figuran varias partidas por concepto d e ganado, que
provení a de Uanogrande, y de dinero que el Colegio de Po-
payán remitía para saldar su deuda 11•
Seria un error, sin embargo, suponer que la totalidad de
los bienes de la Compañia se originaron en actos a titulo
gratuito. Gran parte fueron adquiridos por compra o valo-
rizados mediante inversiones. La politica de adquisiciones
paulatinas, o de "reinversión, en términos modernos, era
un rasgo distinth•o de la Compañia, Así, en Nueva Granada
lo vCJnos definirse desde muy t e mprano con las haciendas de
Tena y Villa vieja (v. cuadro), cuyo crecimiento se operó en
l,)n lapso de 6 a 10 años .
En la audiencia de Quito se conoce con mayor exactitud
el caso de las haciendas del Colegio de Latacunga que basta
el momento de la expulsión alcanzaron un valor de adquisi-
ción de 146.303 ps. De esta cifra se adeudaban 42.500 ps.
garantizados con censos que gravaban las propiedades. Se
trataba de nueve haciendas y cuadras que se adquirieron
entre 1665 y 1765, es decir, en el curso d e un siglo.
Se ha representado gráficamente el proceso de estas ad-
quisiciones que en 1665 reprcaentahan apenas 20.891 pe. Du-
rante los treinta primeros años, es d ecir, hasta 1695 aproxi-
madamente se efectuaron las adquisiciones más importantes.
En ese año sumaron 128.613 ps. En ad~lnte el proceso de
adquisición fue mucho menor, casi insignificante.
E l término de crecimie nto de una d e estas haciendas era
muy inegular. La hacienda más antigua, Collas y Chorrillo.
se compró a l Pbro. Juan de D ios Candilejo e n 1665 por
12.341 ps. Un año más tarde se adquirieron ovejas y algunos
anexos a Collas a Doña Jacinta Guerrero por 3.679 ps. Se
hicieron compras mucho menores hasta 1711 a . Saquisili, com-

11 ACC Sis, 4 916.


1.2 E st-a hacie nda fue comp rada orlginnlmcnlc por e l Coletdo d e
Qa.ito. En 1679 loe agregado& ee negociaron eo n el Procu.rodor d e
La.tacungo....
prada a Rodrigo Alvarez y a u mujer en 1688, hizo once ad-
quisicion es menor es hasta 1763, inclusive t re& a cor dadas con
indios y una de seis caballerías con los cac iques J uan, San-
t iago y M a teo Títushanla. Canayalin , adquirida por 21.000
p s . en 1695, compró otros dos ped82:os de tier ra por 800 ps.
el mismo año. Una hacienda ya cuantiosa, Cotopilabaló, com·
prada por 66.768 ps., de los cuales se pagar on de contado
30.768 ps., n o experiment ó vari ación alguna desde la f echa
d e su adquisición en 1667.
Ea n a tural q ue los jesuitas, como cualqui e r otro propieta-
r i o, buscaran comprar pequefioa pedazos de tierra, accesorios
al c u erpo princip a l de la hac ienda . Algunas transacciones d el
Colegio de lbarra y del d e Latac unga son muy sugestivas.
Especialment e las que so a cordaron con indi oa o caciques.
E l colegio de Latacunga , por ejemplo, hizo d i""' adquisiciones
de esto tipo entr e c incuenta (20%) p or 10.7 48 p s. f r ente a
146.303 pa. : poco menos de 8%).
Como cua)quier o tro . propic iado tam b i é n , l os jesu i t as se
vieron e nvueltos en p leitos por d espojos, o los íncosron. Asi,
la hacienda de Tortapali, del Colegio d e C u enca, avalu ada e n
40.000 p s., se obtuvo m ediante un trueque por el sitio d e
Chaguar hurco (t érminos del pueblo de Cañnrubamba) que
habtB pasado a l colegio p o r composición y que los indios d e
Cañnr ubamba reivindicaban pa r a s; Este arreglo se llevó a
cabo con la in te rvención del presiden te d e lo Audiencia de
Quito, D. J uan Antonio Lizarazo 18• Asimismo In A udiencia
de Q u ito dictó p rovisiones para a m parar a l Colegio en. la
posesión de Torta paJi , en dos ocasiones diferentes . Una v ez
por el despoj o de d oña María Mor ón y en otra por el des-
pojo de D. Alonso Ben avides.
Sobre las tierras de Doyma, en jurisdicción de l bngué, que
doña Isabel y Juan, cacique, habian donado a la Compañía
en 1638 14 se suscitaron varios pleitos. En 1646 se hicieron
var-ios mandanüentos de amparo sobro esta.s tierra s t.G. En

H ANCB . J ea. T. 238 ff. 16 ••· Un easo oim Uar e n el Perú.


gcgún l u R. C. de 18 de Enero do 1663 e n quo ec revoca n na eoDJ-
poeJo16o de llen os venc1Jd ne por indígcnna u l a Com¡•a&ia y ac
orden a All reath uci ón. V . KONF.Yl'ZKE. ob. cit. JI p. 506.
14 :ABNB. Tierr as T o limo T. V1 !f. 994.-995 .
15 Jbld. T. XVI ff. 221·234.
1656 se sostuvo un pleito por ellas con Alvaro Suárez y Alonso
Gómez Morcillo. Y en 1648 los indios del pueblo de Coetlo
sostuvieron un litigio con el P. P edro Tobar, de la Compa-
ñia, por tierras de sus resguar dos en jurisdicción de lhagué 16•
Los conflictos con tierras de resguardos debieron también
ser frecuentes. La hac ienda El Trapiche, del Colegio de Pam·
piona, lindaba con los resguardo& del pueblo de San José de
Cúcuta, otorgados por el visitador de lo Real Audiencia, D.
Diego de Carrasquilla, en 1718. En 1734 los indlgeoos enta-
blaron pleito a la Compañía y a Juan Jacinto Colmenares
por estas 6erras 17• En 1767, los mismos ind ios r echazaron
los limites fijodos por D. D otningo Antón d e Guzmán " .. .
exponiendo ... que t odas las tiena11 perten ecientes o lat> Tcm·
poraüdades eran suyas .. .,.n 18.
Pero a pesar de que la Compañía debió verse envuelta en
mucbo11 más litigios de es te géJ•ero, en e11to no se düerenciabo
d e otros propietarios. Al menos no es verosimil que la Com-
pañía se haya sentido inclinada por soluciones d e hecho, antes
bien, por razones de prestigio so obligaba a pedir y n aceptar
la intervención de lto justic ia s iempre c¡uc ec presentaba algún
contralicmpo. Aunque este .mismo prestigio pudiera jugar a
menudo un papel en el únimo de sus contradictores. Merca-
do 10 narra, por ejemplo, que habiéndose suscitado una dis·
cusión sobro los linderos do la h acienda de Gibraltar en Mé-
rida ee había Uegado a un nrrcg!o. ". . . Y viendo después
el medidor do las tierras la verdad del hermano, dijo a la..
parte contraria: '-no ee canso vuestra merced que estos
padres re-¿an mucho y Dios les ayuda'.".
Un rasgo que si podría ser único en la Compañía radicaba
en su capacidad financiera, que no ee debía solamente al
hecho de poder dis poner de capitales liquidoil El valor inicial

16 Jhid ~ T. XII ff. 434).526. T. VD ff. 362-441. T. IX ft. 68!>-706.


Tambl6o Tlerrao do Cund. T. XL. lf. 464-483. Sobro ChiJ><llO, un•
parte de. Doyma, se eoatu-v(.,ron umbi6n va.rloe p)eltoe. El:l 1618
y 1681 eoo Antonio Moecoao y Fi1ueroa (AHNB Tierra• T olima
T. XVI ff. 37- 220 y 397·398). Otro en J 727 (lbld., T. XID f. 935-
957). Y en 1734 con e l convento do Sonto Dominso (Ibi d ~ T . XVI
fl. SS6-S7J) •
17 ARNB. R eo..,ardoo, Sootaodor. T. O fl. 985-1006.
18 ABNB. Tcmporalidodet. T. X U. 566 r ...
19 Ob. cit. U p . 70.
de una adquisición, procediera de compra, donación o l11gado,
no rep resentab a mucho frente al valor que llegaba a tener
mediante s u explotación e incremento. Este incremento figu·
raba d entro de la contabilidad de la pxocuraduria de cada
colegio como un gasto normal y por eso vemos crecer la curva
de los gastos del Colegio de Antioquia, en tanto que su in·
greso neto disminuye p r oporcionalmente (v. gráf. N9 S y 6).
Esta poliüca permitía redimir gravámenes iniciales sin
tener que recurrir a fuentes externas de crédito. Las a d qui·
siciones de tierras d el Colegio de Latacunga, un activo total
de 146.303 ps., estaban gravadas con 42.500 ps. de censos
(apenas un 29% d el total ) en et momento del extrañamiento
E l Colegio de lbarra, con adqujsiciones por valor de 69.634
ps., pagó al contado 41.510 ps. y reconoció censos por 27.124
ps., es d ecir, un 38% del valor total. En el m omento del
extrañamiento una buena par te Cle esto~ grav ámenes ya no
existía pues to que la Compañía, a menos que se tratara de
censos irredimibles, procuró siempre estar exenta de pen·
s iones .
.Se juzgaba que cada Colegio, unidad económica indepen-
diente, debía ser capa.z de liberarse prontamente de los pa-
sh·os q ue afectaran el capital p roductivo. De lo contrario se
incurría en censuras por mala administración. Es posible que
en este caso el s istema entero busca,ra apuntalar las partes
ag¡·ictadas. Por lo menos se conoce e l caso d e la hacienda
de Pitula, que pasó del Colegio de Loja a la residencia de
Ambato. Mien tras se liberaba d e un ex:ccso de gravámenes,
s u administración corría a cargo de la Prov.incia.
ADQUISICIONES DE LA COMPANlA •

Sa nta Pe 1569 ce•• 4 . .too ~mpn


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Jos 100 duc. dooadoa
por C . Núiie-•
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..ut..a. ~ CoEom.bi-11 , 11 Vol. La mayorla pt-ovlcoe clol ABSI. N. R . et Q. JS-14·17.
Tambl'n ele m. ÚU'tU fiiUUUU, AB Tullja. ABNB. AGI Saota Fe.
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AJ>QtlJSICIONES DE LA CO MP~lA

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TecJ.c> •• tldeoto BorS•
16U 14 fnn anela de • • nado m.,.or 3. SOO ('OMJ')ra
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1626 hadenda d o Tena (JSOO J)a tO I compra a
X 800) 200 d• Dor-náo
Pah6n
1628 6 c • ta clon e• do 1anado maror a dJulU~6 a dol p.
co T oaa Dorja
lUS f!llal)ela e cm Toaa ( d o la Mo.e eOm ¡-.ra a AndrM Ló.
• l rlo Dos••' .,,.. F.e~t
•o-
lan to
USJ S caballeriu (Vllla'PI.e ja) adjadlt:acl6n 4 ol
bcrna dol' d• Nelva ,
Feo. Mardnu Ot.plna
1631 tierra• Junto al rio Nelva pormula con Pedr•
( VIllavJoja ) Va:rdaao y Fdo. Vllla-
.-.-1.
163-& llert111 c eru a la quebrada do c:ompu a A:otonlo de
Bobo (VlUavleJa) M om.aJe1re
8 c.taact.. pen:nula con Gabriel
tleru.a do M onteale1ro.
Santa Fo 1636 U n :le.nda CbJpalo • •• • 20.000 compl'a
Ta.nja 1611 .... 3. 000 compra al ca·pltiD
F eo, A•cndaño
8 c.u.adr. . do tie-rra bal.dla adjudh:a dón. del ca..
bUdo
l"S 1 Cltt. wanacl o mayor y 1 do l o••do do Eh·lra de •
sanado menor en Tuta Bctlo••· m adre de
A•ondo(';o
16!4 E•1ancJo do lOO lbn ....... R•· donación do Pedro
mada .. t'ln Soaamo&O C•-• tro D~e ra y Ma..
S oat , do t:auado mayor en Su. r f a ca.t:ro do s.........
•C"-6n. rlon yunta• do bu.eyoa. •·u muJor
U' t.tl ns1_
l ove.J••· ole, 12.000
1639 Uaelend11 do .. Lcnsrup¡••
l6Sl Uaufrut.to tlo tlerr.. e .a Dua.
b :m d
CartaJ,tna 1604 c.a•• 2 , 000 t1ol\tld6n do Maoael
D au4• 7.SOO Artldo
1608/
)tUS biono. d o CalaJina C._b re:ra ron·
ra de 2. 4$6 l)e.o• •

•• So voudleron a lo• I"(Uot do Fond.Wn en )620.


••• So v~mdl orn a D . Antouio M•ldonado y M enclou on l6tS.
•••• E •·ta hae.lon.da 14! vom116 a la provlnda on S 26.000 c:on lo• S $0.000 qUe
baJ,;a <hdo la Provincia de Quito e n ol momento do ICJ)IU'At'IO d• t. de Santa
Fe. I'ACUECO, TI p. Zlll.
ADQUISICIONES DE LA COMPAAIA

S . OOO lo1ado do luan N-66o•


161-? 2 tolere. on Get•omaal do VUJesa•
2 ..- 8 . 000 compra a Lnl• de Sa.
av.dn 7 Mart. do
IAqu.lvel
1631 Potela: U~e.ad Matuna; N ...
la do S.OOO peto• llda. on TI..
rrabomH ; r••• do 1.600 po10t
leja r '1 heri"'ria aMnoJada por
..w....
IUS..,. 2 . 000 donaclóa do la yllJa
IU<I JS. 000 doaad'o do B. u ..ro
do Corean•
1691 hadeada "El ... rquM•• eo El lepdo do l•'a do
C.naen (cmtro OcaAa 7 T• Ve.laaco
. .tameque)
Oc.Aa •• 1611 ca ...
1695 badacla "Dalarama•• o hl'p- doaael.,a do B. Uaa·
t orlo (O~aft) wo do C.ft'QOC'a 'l
hadeada .,.La Roada" (Mo•·
poo)
1690 ... el..,da San Roquo d• A1u.. lAtJA1clo do Aetonlo
chlca C arcl.o do BoaiU.
1100 baderada San Fraoebeo do
Poulo t U .ooo
hadeada S.tna Cna do A1aa...
dono
Se..Dto ToiD.. do Aquino (coa 100.000
113 oeelavot)
Pam,ploDa 1627 tienda• on t. plau m-.yor S. OOO eo•p r a al capftjA Pe.
hoclen&o 1 . 000 dro Juudo coD loa
t tO . GOO doacJ~ por
Ülobaa Raaaol
tierra• do Ponaaa (haortal do
la clndod) 288 comru·a, ihtd
s ..... J. SU
1.9%3

• Do 'loe b fc:no. do ColaU..aa Cabroru .. ael,-n4 lolelalmcnto a la Com-paiUa noa


un•• do 400 peso•. Eh 1615. •ID eznbarao. un breve del Papa Paulo V reYo~
cete beneUdo e.n favor de loe PP. fr•ncl•eanoe.
• • M'• tudo " dctbtió do la fund ui6D d• oato Cotoaio q-ue ettaba d••d ...cto
a eowu.n.iur el ~ le ' Pa_n.plon• y •u• h11clonda• eon Mo1Dp6a. Dehi& ntlnauiuo a
comieuaoa del Sis lo XV11l, V. P ACHECO. l f p. 46.
• •• Lo• biUlee fQoron ohJoto do un pleho coa. lot ho"doroe. A.cle•á• ellabaa
&l'avados con a_n con•o ele t 16 .000. A. pe•ar de haber aanado el pleito. ano do
loa heredero• cedió ft taalmenlo l oe blonc• a la Coaa¡Mñ(a ca 1695.
AbQUI S ICIONES DE LA CQ~tPA I A

hoC"lonclu del vallo de Lll.ba· JS. OGO douadón de Riansel


te.c:• .. Chlchcra"'' ottunl;la do 2.000 ibid.
LI'IIO
M6rida 162? etlancls d o p a n '"mbn r 1 a 3 lOO donación do Vi~!n t u .ra
Jeauu do la e.¡uttad lu•e.Jeruta da l a P eña
tt11 Cibrahor
166 1 6 .000 Je-1ado de Alejo Ro-
dr'faun l •.uurdo. eu.ra
La• Nfcvu 4 .SOO &!onaci6n del pbro.
--aovie.iado 1657 cu• on Mon.eerrato s.ooo Bo mnd¡co ele RoJat
S.zua Po molino en el rio San
c:Uco t lcrr••· J cornl do ~ ..
nado. 2 tlondat s.ooo
Jaoado S.S7S
T u:nja 16.000 do · ~: 1d6 n d e Sc.ba.ttli.D
-noYicla..to I U& tlcrTat y a aoad o en OJutó y Mcnh111n do Vel.au.o.
NE.mo.1a c.ura
1961 baeicnct. d o F lnavhoba -m'• ) CIJado D . Loron&O do
de 300 taa, • RoJ•• dol uphá a Jot6
T ülle&
mina do ••H onclura•• ~o n 22 e•· 1c¡ado d• Franelaeo
chvo• VOl~a ZúfiiK•
16U Ucrr•• do J t~1 400 d on u l6n do Ana do
_.Une ro %.270 T ovar
n ~ l .a 41nfro el do Amaino 1. 000 d onul6n do Frand.-eo
'1 Buz,a con SOO I'U<~á Raml&"CS 7 Ana d o
Lbnot
u .•• d oaa d61\ do PnndteO
Ventura Do1alc4sar
16SI l••elenda ••Ltanosrando .. - con donación y l e1ado de
7 oklavo•. 300 )'OIUa t y 40 U• R odrlao Ar1••• do
ballot Call
16$? tierra• eu Qulllch11o c:omrr• al u pldD
Franc:hc=o Mo nJonot
16$1 hac¡enda elo ...Papro" •• n~l,a: eompr.
Plla Crando y SunJn•unla adJu.dlue.l ón do 'Por-
nando de S1llacar Be-
tl n ~ n r

16$1 mlo•t do hUma 4 . 000 r emoto. do Franc l.lloC'!o


Vc nu1n. Bc lll.lda.ar
Patto 1712 l lon.. r •alcn1. .: Jh1•. Puth. donad6n do loa vect.
Gualmataín. Cuattar ooa
8$0 I'CMII 6.000

• Soaáa. Jaa c:arlu a.nnau e:ra t. moJor do todo el reino. V. P lt.C H ECO. 11 p .
166.
•• So a dquJr16 .... bacloa.da, lo mhtno quo 1at t lo n·•• ~n Qu1Uc.h•o, pat"a fa.
eWtu al tra.otpOrtc do lot lrutot ""L.b_n o¡u_n do'" a_
l Colcaio. V . PACBECO. 1 ¡.,
210.
ADQUISICION DE HACIENDAS - COLEGIO DE LATACUNGA •

Año Tierros Sl1io

Hda. La Colara (Saqui.


!JiU)
1109 2% eaballerla a [Nln.lan&• 'Man.ael .Muñoa 300 o
1113 estand_a_t y c:aleu [Col.y. María M. C.aero y
N en Sao Fe)J:pe lrfuú Eaavü Ariaa 1 .350 •
l12S 10 cabaUerí.. Cola7u Pedro Por.ree y T. 600 •
1141 S uballerlat Cot.yu Ma1dalena Metfa 200 •
1162 4-% ct~alr Cad.m.iro Proa&o S •
Tra,pú;he Tonrcrp¡
l7S" Joté Baquero 9.000 o

Il do. Co/Lu y ChorriUo


1665 U eaba llei'Íat C OD lJ m111.. LJc. Juan do Diot
nada& d e ovej.. CaodHojo 12.an o
1666 aitiot auojCM a Coll..t
2 . 264 cabeaat de. o•ei•• Jadnta Guerrero •
)667 2SO vt~jiUo en [Salam•c Alfoo10 "'zqau
1619 3 cab le~ra 8 ~uadr. María do Be~r·ca y
500 o"eju O•erln 1.100 •
Bda, $oqu.í •ili
J6SO Pcdo.xo de tiern Pnubu.l6 Mel<1h or Chia.os-to1Jt•
(Indio) 5 •
1688 S..'it c.aballerfu Rod.ri~ Alvuoa y m
Tund ea m~: muJer ~'odial 8.864 o
S t"ah, 12 cuadrat
Cbacutlzl
4 t"U8drae Tunde~ Jna.n Reyno110 so o
1689 cabida. 9 fan. do trlso Juan Vako y t a muje~r
ln1lia 220 •
cabida. 5 l• n . d o trl1o D. Folipe, D. Crbt6bal
'1 D. Sebutlán
Co111dorpac.o . so o
)690 terre.not PoUiathilli Juana V••co• •u bija
EepCinnza Ninsquha y
)aliáa Caj .. 24 •
1101 1·% cahalle.da Juan Cordon y Jotó
CaJa• 360 o
1711 terreno " D. Sanliaso n~ e lro
Tltu.aba.nta Lt.ñtoea
y Maria J6come SS •
1'230 4S cGbaUcr(aa Saqub! U D. Sandaso, D. Juan
D. Matoo Tltu•bu.nta,
caclquc• 6SO •

• ANCB. Je•. T. 231 Doc. 1


e• ; cOtapu
D• • : do suu:ióu
AD QUISICION DE D ACIENl>AS • COLEGIO DE LAT ACUNGA

.Año Tlura

11$• Z nballortu Cbucati&l A1unln Bon c:r a 15 •


1?40 tenono S~tc¡uJ,UI Lucu Turaquilb y
Schtuu-l&n Cando 29 •
Udo, Soquúlll
116S 2·Mi e uaduo Caeblp:a.mha Podro P ailn lS •
Ddo. CuOI'~i,.
1695 lA bat:ie.oda l..ic. DJc80 Suhaa %1.000 •
Ma r&O un pcda..o do l.htrra J or6 uimet Cet•tellano• r
Ab•ll 11n n.uJor 300
J nUo JO euadra• AC7., Joan Dáva lo• soo •
IUtlo
1695 .La JJadenaa L l e~. Dlee.o Sub·~
Ma n.o Pbro. 4 .600 •
Abril Z C"ab, 2 c u adn• MAria T:hrrCJn y Jae1 nlo
d o la Cuorra zso •
T lopombo
166S La Haciendo Afa. MIGuel C c;n_ t ca
lbrln y •u nwje r t_.uJu
Saya.• y D•l.1 nldo 8. 1$0 ••
16lnUul
1712 Tiuru do ColaeJo .Procnra ,Jo t•rov.
l• • \'Ond_h ú Fu, Zunsba.
caC"Iu <lo Sl.t'hot soo
1138 b810 • Pro o. do Pr-ov. 1.300 •
169.S !•ato de Tuaulualó compra en púbUu •ubatla ~o •
Copi,..at6 y Qulllu.J•iUJn
1661 La baC"icnda Cap, J), J o..ó ,to l ~t
Mata• 66 .768/ 1 • ••
113 5 J.'co. FMr at Snnsoal 19<1 •
Tatal JU.l13• •

Sob-ro l.oda.t e t llu M e.tcottaa l)t!.•aban . ICD ol mome.nlo de la expub lcSD, 42 . SOO
~. de con~.

• Sobre e••• hacienda pe~abn d ot ccna.o•: uno de $ 26 . 00·0 de una fnd ~ G dcSn
piado•• do D . ldf~:uo do S.andov•l . Con •u.• r'dlto.t de.bf• aoconone a v lnd••
y pobroa del aalcnto. a lo• Indio• de. lo a ohrajoe y darte ~tucña.ns y eduu d.6Jl
a loa niño•. 0 1ro de 10 . 000 P•· C:OD donloo a acrvir una a ~Uan . ia de dérit:o•
..pobro• y i rlu o.~· . El obl.po Nlo1o Polo ordcm6 t¡uc M diera la capollania
o loa jc.ui11u.
•• El a~ lúo do laa haeiondu del ColciJIO en el momento de la expuldón
ueencUcS a un va loc aproxim•d11monto ia.nah S l 45.3U. E s eYiden1e, e-n tonr.-s,
quo loa a valbo• fu.e ron IDUJ bPJot.
ADQUISICION DB IIACIENDAS • COLEGIO DE mARR.A •

Sitio Tradontc

_162% S·V.. euadra• y Pedro Rodri1ue11t, proc.


!J aot.rce cm la Villa Jral. on nombro de lo•
v eelnos ••
H d#. Chorlaot
1622 12· c:.balleriu Otavalo ibid. ••
1687 2 eab. 1 euadra Juan Ludueña 2.400 •
1ns en:lnd.a r<t:IIDOilC ).lOO •
1726 t1crrae: Ventura Ch.tvez ( i ndio
de Cannqui) 26 •
1728 rotrcro ejiclo para
d~l
Dl.lttCaCC' analaa Felipe Oiac do Salu 3. 000 •
en la Villa
a p.olrcrhos Cacbipam.ba VeJ:ttura Crijalba pbro. 1.238 •
tlcnaa !lh.rtín Di(!& -i.ndio 30 •
Lulunqrd
la huicnda j-.uql.ndo edcti:htico eu
rem~to 6.870 •
Pi~qucr
lu1o1 de Cbuld r P lequer herederos do Juan do
Oiiute y Cabriela Paredes 24.000 •
33 euadrae l)¡cgo do Pineda -indJo 830 •
18. a.b. Joma Nuc.ltin Cf)n~¡.icJor F~o. do SoJ.a ••
Cuajara
hacienda y bato• herederos do Juan
&pi.Do&o de: M. 20.000 •
h a1oa: Imbiola. PoJa1in. y
Lonaa do la Madce tlo
Di.o s en pú.bllu &ubaata 5.600 •
derus S. Jerónhno }"co. BrJoa.o 300 •
40 u .b alleri.. Tamblllo berd<~o.s do J. Luducña 300 •
Cot.aeo.che
8 cuA:dra• F cUpo A rtea11• 1.500 •
6 enodrae x 2 c. y una Alejandro do la Torre
clém•ga do :PI.. x ~ Co•io ••
Rda. Sab.m1og Dr. P edro Muilo• ••
HM. Chiqul~:a
8 eaballerí.. Pedro Guay 1.100 •
U . cab. en ol Uaao
)3 ub. en el • h o TomiÍ• Fisuorcua 2.050 ••
S ~b. An1oolo Anújo 960 •
-reta.ao do tiorra Agnnl n ele b P ana 140 •
otro Aguoún de la Parra 120 •
o tro 'Bahazar lloutista 241 •
Oll'O Dicso y Tomh Surita 1 . 240 •
lpokmso André.• do Salaar 3. 100 •
Cru~lcon& Pedro Mnyors• 806 •
• ANCH. Jea. T. 4.tU Doc. 1 ff. 93 r. ••· • ANCEI. h e. T. 236 Doc. 3.
VI
LA TIERRA

l. Cuando se hizo el inventario de la hacienda de Cari.


babare, que pertenecía a las misiones de la Compañía en
los Hanos de Casanare, el funcionario se contentó con aco-
tar en cuanto a las tierras: ". . . tierras de uno y otro lado
del río Casanare". En cuanto al ganado, se contaron 10.606
reses de vacuno, sin poderse saber a punto fijo el número
de ganados que no habían venido a los corrales, "aunque
re considera ser bastante". Para suplir esta falta se adelan-
taron investigaciones entre los pnícticos del lugar y éstos
calcu1aron una cüra redonda: tres mil cabezas. Este proce·
dimiento era el único posible debido a que " . . • por mucho
que trabajen loe peones, siempre se queda bnstnnte escon·
dido en tierras tan dilatadas y hacienda tan gruesa" 1 •
Naturalmente, no puede -pensarse que todas las haciendas
ganaderas de la Compañia ofrecieran los mismos obstáculos
de inconmensurabiüdad. Con todo, apenas podemos hacer-
nos una idea aproximada de sus tamaños debido a la au-
sencia de mensuras en el momento de la expulsión. Con ayu-
da de algunos datos conocidos, sin embargo, pueden espe·
cüicarse algunas cifras.
En el curso de los inventarios y avalúos practicados un
poco después de la expulsión debieron efectuarse algunas men-
suras de las haciendas de la Compañia. En este caso se obra·
ba de acuerdo con órdenes precisas impartidas por )a cor ona.
Se quería dejar bien establecidas las dimensiones de los
bienes que ing.r esaban a la Administración especial de Tem-
poralidades. Sobre todo quería partirse de acuerdos definí·
tivos con los colindantes, a fin de evitar incertidumbres so:Ore
los linderos posteriormente.

l AHNB. T emp. T. v fl. 678r so.


Los p•·opietarios f ueron citados en el curso de las diligen-
cias para proceder a los d eslindes. D e 1770 en adelante los
avaluadores, provistos de los títulos de las haciendas., r eco-
nocieron prim e ro sus linderos y, e n compañía de agrimen.
sores, les fijaron un valor de acuerdo a s us dimensiones,
calidad, ele. A menudo s urgían incidentes c u ya soluc ión d ebía
some terse más tarde a la justicia ordinaria. L os indios de
S an José de Cúc uta, por ejemplo, sostuvieron que l as tie rras
ele El T rapiche pertenecían a sus resguardos. El Cabildo de
S anta F e sostenía una pretensió n parecida con respecto a
ejidos incorporados a La Chamicera. Y uno de los avalua-
dores, D. Roque M e n dibu r u, declaró hallarse inte.-es ado en
parte de las tie.-ras d e El Espinal, po.- lo cual se excusó de
intervenir en l os avalúos 2 •
La confección de los avalúos se c.onfiaba a propieta.-ios
locales, suponiendo sin duda que sus conocimientos p.-ácticos
los habilitaba para esta ta.-ea. L os avaluadores se asesoraban
de mayordomos ant iguos o d e indios que rec\taban d e me-
mor ia los linde.-os d e las haciendas. Es posible imagina .- todos
los inconvenien tes a que daba luga.- este método. Pero mu-
chas veces la labor de mensura no podía llevarse a cabo sino
recurriendo a prácticos, que solo conocían mediciones empí-
ricas, fru to d e su sentido de las d istancias.
En Pasto, por ej e mplo, los tasadores afirmaban respecto
de la h acienda de Zimar ronas que ". . . vista su extensión y
la aspereza de mucha parte de ella, consideramos impract i-
cable la medida" 9 • Más a delante, al r eferirse a la mens ura
de Cbillanquer, agregaban: " . . . hemos omitido med ir, Jo
p r imero por car ecer n osotr os d e la inteligencia de la a gri-
mensura y lo segundo por que sus campos incluye n muchísi-
mas ciénagas, montes, quiebras in útiles y penas, por c uya
circunstancia la misma instrucción nos excusa de la medi-
,
d a- .. - -
La primera razón era s u ficiente. Sin embargo, los tasado-
res no o tn.iHe ron cst:a vez u na min uciosa d escripción de las
tierras, de sus calidades y de s u capacidad en cabezas de
ganado. Esta última era en sí una medid a que, a u nque s ub-

2 AHNll. Temp. T. xiv L 9<l9 v.


3 ANCB. J es. T. 235 Doc. 14 f. l r.
jetiva, podía reemplaza r para fines p rácticos la m ensura ri·
gu rosa. Así, al avaluar un pedazo d e la hac ienda Funes, los
tasadores dec.l aran : " ... le dimos el caber de 400 eabez4s y
al caber de cada una el precio de 4 patacones .. . " • . Y en
otro caso: ". . . estas tierras t asamos y prudent emente -regu-
lamos que tienen tres leguas de longitud y poco m ás de una
d e latitud .. • " 11 ( ¿ 5. 300 h ectáreas? ).
Asi, en muchos casos l os tasadores conten taron con una
&e
d escripción más o m enos cuidadosa de loa linderos. auxiJián-
doae con los instrwnentos que reposaban en las procur adu·
ríos, o simplemente re firiénd ose a e llos do u_nu manera ge·
neral.
E n otr os ee p r ocedió efectivamente a In mensura. Sin em -
bargo, aun en esto caso, se pla ntean problemae casi i nsolu-
bles r esp ecto a las m edida .. UtiOdas. En e.l cai!Q d e la "caba-
Ueria" , p o r ejemplo, e"ietian r egulaciones locales que data ·
ban del siglo XVI, no muy claras siempre , a pesar de tratarse
d o una rnedidu muy gen eraliza do. Antonio León Pinclo, p o r
ejemplo, la descr ib e en el T ralado de la ~ confirTTUJcwne& r<! CI'
l es como la cabida de doscientos mil m ontones, pero declara
a ren¡;lón seg uido no sab er qu é m ont ones son estos. En el
Perú, P izar ro tuvo la lncultad de o torgar seis h anega" a un
peón y d oce a uno d e a caballo. Mucho mús ta rde ec d efinió
más claramente In medida, q ue h abia nacido de práctica s de
los conquistadores. Con t odo, no íle dofini6 de una manera
uniforme para todo el te rritorio del Imperio ".
En el caso de la Nuevn Granada las dilicultnd cs se ac u·
muJan en torno a lo c3la ncia da ganado, una medida l oen]
d efinida desde el siglo XVI por el cnbildo d e Toeaimn, y uti-
lizada p osteri orment e en t odo el territo r io de In Audiencia 7 •

4 Ibid. f. 4 8 v.
S l b i d. !. S r .
6 V. MANUEL CAR RER A ST AM P A, ''The Evoluti o n of Wci1h u
u nd M ~!> ur t"> ,s in N n w S p n i n,. e n Thc Ri.:fp<¡nlc A.n-.c r i can H ;scorical
R eui<no. Feb. 19 · ~ 9 Port 1 pp. 2·25. El Cabildo mexicano liJó la ca-
J,aJJo riu en 1.1 04 vnrns p o r 552, <C(Julval coto a 42,79 b eetár eBtt.
7 V . ERNEST W. J\JTKEN, "La catando de sanado mayor en
loa elslos xvi y xvll'' eo DRA. Vol. xxbc. p . 1023 y ..Anot.nc:iones
sobre fu convers ión de U D ftA m~d Jdns antiguos" en BBA, Vol . ,r;xxi
p. 262. E n esto~ anieuloe ec, eontrodleen ln 1 couclueiones de Páe a
Cour'VM.
Las dimension es d e la e.sta.nc:i.G de ganado mayor fueron
fijadas por el Cab ildo de Tocai.ma a fines del s iglo XVI, des·
pués de h aberse suscitado dudas sobre u na definició n an te·
rior, en 6 .000 posos de latitud por 6.000 de longitud. Se asi-
milaba el "paso" a una vara castellana de tres p ies, cquiva.
lente a 0.84 m. aproximadamente. Se reguló a l mismo tiempo
que l a esUJnci.G de ganado m enor t endría tres m il pasos por
t r es ~nil y una est ancia de pan 2.000 por 1.600. En Uneas
generales estas regulaciones coincidian con los .sitios mex.i ca·
nos de ganado mayor (de 5 .000 varos p o r 5.000) y de ga·
nado menor (de 3.333 varas por 3.333). Y lo mism o que en
México, se introdujo u n cordel o "cabuya" para facilitar la
medida, no de 50 o 59 vas. como en México, sino de lOO y,
a veces, de 76.
Ahora b ie n , sob re estne tnedido e cxieten interp reta,· ioocs
diferentes. Mientras q ue para Púez Courvel, "paso" no .oqui·
vale exactamente a una vara sino a % do vara, para Aitken
se t r ata sin lugar a dudas de la vara de Burgos o castellana,
aunque a d mite que podr ía ITatarse de la t>Or<» de la tierra,
de 0 .89 m., un poco mós larga q u e la castellana 8 •
Tamp oco la e&tau cla de gan ado mayor so m antuvo u nifo r -
me. Según Aitken, en el s iglo X VII so reduj o a u no cua r ta
parte d e su valor primitivo. En realidad, a un octavo, redu-
ci da la med.i da a auperficic, o un poco menos de la mitad
d el per ímetro, p ues l a n u eva eshutcia de gan ado mayor tenía
30 cabuyas (3.000 pasos o va ras) por 15 ( 1.500 pasos o
varas), es decir, 317.52 hectáreas.
Esta medida fue la que aparen tem ente 6C u tiHzó e n las
Juens u.r as que se conocen de hacien d as de la Comp añía en la
Nueva G r anada. S i.n embargo, cxiste.n algunas diver gencia&.
Como ocurr ió con a lg u nas haciend as mayores de la C01n·
pañia, se procedió a fragmentar la de Villaviej a en h atos me·
nores, con el fin de facilitar su venta. En el curso de estas
diligen cias, e n 1772, se m ensuraron &eia h a t os. Según las ins·
trucciones se adj u dicó a cada uno, en f orma p roporcional y

8 ·u n a vaJ"·a ~to Jl a .n a tonin trc a p ica o c u at-ro p almoe. Un p ie


equivalía • cloee p u l p d ao o 16 de>doo (0.279 Dll). U na p u1gad a doce
pun toe y ua punto re presentab a 0.0 00 19 .... Aef. l a vara tend ría
0.838 m .
De tos valores <le la tierra de<lucidos para la Nueva Gra-
nada, muy similares a los do la muestra mexicana que se
incluye, surgen varios problemas cuyo enunciado se refiere
tanto a la economía con1o a la sociedad coloniales.
En prinlcr término, las diferencias de valor que no guar-
dal\ proporción con un fenómeno contemporáneo_ Claro que
muchas veces estas relaciones un poco inconcebibles de 1 :40
pueden explicarse por un simple concepto de productividad.
Pero el fenómeno parece mucho mús complejo si so tiene en
cu enta q u e, para la muestra <JUC se posee, no existen real-
mente diferencias de este tipo. Villnvie ja, Doyma, El Espinal
y la Chamicera integran un verdadero sistem.a de producción
ganadera d estinado al mercado do S anta Fe. Pero en la mis-
ma Sabana de Bogotú la sola proximidad a Santa Fe signi-
fica una ventaja de valor de S :1 para la Chamicera sobre
Tibnbuye>s.-li:s evidente que la proximidad do las tierras a
un óre.a poblada traduciR una ventaj a puramente económica
que debía refl ejarse a su vez en el valor de csaa tie rras. Solo
que las p osibilidades t<:-cnicns multipHca.b an la despropo rción.
¿Qué implicaciones tiene, ni cabo, unu proporción de 1:40?
En el caso d e una ventaja apnl·cnt e (productividad, proxi-
mi dnd a .un iircn urbana), pe ro dentro do los limites a que
estamos habitu.ados, siempre es J>Osible encontrar términos
do referencia fnmiUares y por Jo tanto oxplicacionee que no
escapan al marco de nuestra propia sociedad_ En el caso de
la economía colonial In explicación solo es posible con refe-
renc ia a la sociedad colonial. En ella, fuera de un restringido
marco urbano, en donde se· anudaban relaciones económicas
mediatizadas p o r la m oneda, las n ociones de valor parecen
casi esfumarse.
Por eso el valor de la tierrn, e.n el siglo XVIII , p1Antea casi
un desafio a nuestra imaginación contemporiinea, En algunos
casos -siempre fuera de un m.arco urbano de control inme-
diato--, al considerar la tierrn como uno de los elementos
esenciales de la estructura económica agraria, si no como la
verdadera "estructura" (eegún el con cepto d e Braudcl de lo
que permanece frente a lo cambiante), se debe operar una
curiosa inversión :respecto a su valor: la tierra representaba,
en términos de valor económico, una fracción mínima de
loa bienes que euatentaba como estructura.
E ste hecho desconcertante tal v ez constituya una clave para
la comprensión de fenómenos sociales. Pues nadie puede ne·
gar la importancia .de la tierra y de s u posesión como fuente
de prestigio en este tipo de sociedad. Y sin embargo pueden
ensayarse combinaciones de equivale ncia tales como: v alor
de un salario mensual = de una a 40 has. de tierra, valor
de un esclavo - 1 .000 has., o valor de una res = 10 has., y
así sucesivamente . Salta a la vista que las posibilidades de
a p rovechamiento eran muy bajas. Por esto debían consti·
tuirse grandés reservas que permitían acumular r ecursos de
mano de obra.
Resulta dificil trasponer un hecho económico parcial en
una significación social coh erente, capaz de penetrar todos
los resquicios y todas las implicaciones. En líneas generales,
sin embargo, es posib le hablar de una s ustitución del valor
de uso de la tierra por un valo r de cambio fijado por el sis·
tema económico e u ropeo. En virtud d e esta s ustitución pudo
ope rarse un vasto fe nómeno d e despojo que no se comprende
muy bien a través de meros mecanismos jurídicos.
Constituye, en efecto, casi un hábito mental abordar e l
problema de la ocupación de la tierra a partir de fue n tes
legales y explicar el d espojo como la mera transgresión de
una norma. La únagen implícita es la de una violencia di-
recta , ejercida e n los primeros t iempos de la conquista. Hasta
las medidas de la tierra expresaban este h ech o, puesto q ue
la caballeria o la peonia ligaban el stat us económico y social
del conquistador a s us mereci.mientos, reco,nocidos por un
caudillo.
S in embargo, el h echo de que una vez alcanzado cierto
equilibrio e n las relac iones d e poder, cuando el E stado es-
pañol pudo r ecob rar parte de s u control social, se haya san-
cionado unas veces y desconocido otrae este despojo, no sig-
nifica que e l despojo hücial haya logrado una c onsolidación
definitiva a través de instrumentos i nstituoionales. A la inmo·
vilidad sacramental de las fórmulas del Derecho Romano se
o p onia la m ovilidad esencíal de un sistema económico basado
en factores de cambio. Por eso, aunque jurídicamente se em-
plearan las fórmulas consagradas del Derecho Romano, ein
embargo, todavía era posible extender el despojo y aun propi-
ciar cambios dentro de la pr-im.era est.ructura fijada por la
conquista.
Esto era posible en virtud d e una inversión voluntaria de
los valores económicos. La especialización excluyente de una
economía minera_, el nivel técnico muy bajo, las distancias
multiplicadas por deficiencias en el sistema de transportes y
por obstáculos naturales, el confinamiento de una economía
propiamente monetaria a áreas urbanas muy reducidas, la a u -
sencia de control e fectivo de estas áreas sobre el con1:orno ru-
ta!, todo contribuía a obtener est e r esultado.
Pero sobre todo, un criterio de d esvalorización impuesto
casi mecánicamente a la cultura, a la raza, a l os bienes eco ..
nómicos indígenas. La t ierra, c uya propiedad no se d eseo·
nocía en principio, solo adquirió un valor Ynonetario cuando
pudo sustentar una ganadería extensiva o una economía de
plan ta ción~ es d eciT, desde el mon1ento en que incorporó un
cierto tipo d e bienes o de trabajo. Bienes de capital muebles
por excelencia , esclavos y ganado, o la estructu ración misma
institucional que hacía posibles ciertas formas d e organiza-
ción del trabajo indigcna.
La tierra en sí no alcanzaba un valor de mercado capaz
de competir con estos otros elementos. Por eso, a la larga,
la constitució n de grandes reservas tendía a revestirse con el
privilegio jurídico de la "vinculación" (mayorazgo o bienes
de manos muertas ) que las inmovilizaba como bien econó-
mico. Frente a otras inversiones, el valor de la tierra se xni·
nirnizaba cada vez más. Una hacienda como El Trapiche, en
Pamplona, una v e rdadera plantac ión , con 127 esclavos y más
de 40.000 iirboles de cacao (en 1767) poseía tierras cuyo
valor relativo, respecto del valor total de la hacienda, e ra
apenas del 2 % . Este valor r elativo va creciendo, por el c.on-
trario, a znedida que &e descuentan las inversiones en tra-
bajo o en bienes mobiliarios .
.Con la casi total ausencia de crédito todo dependía e n esta
economía de la acumulación de este tipo de bienes o la dis-
ponibilidad de fuentes de trabajo. Dentro de este esquema,
una persona o una organización capaz de incrementar pau-
latinamente las inversiones sobre la tierra (lograda sin xnu·
cho costo) ocuparía una situación excepcional. Y este fue el
caso de la Compañía de Jesús.
La mayoría de las adquisiciones iniciales de la Compañía
no significaban mucho como una fuente de renta. La Coro·
pañía se preocupó por dotarlas siempre con r emanentes de
capital que procedían de )a mis ma fuent e que la adquisición
(donación, legado, a veces crédito) y de· irlas incrementando
con los márgenes crecientes de renta disponible.
Naturalmente, la Compañía gozaba de otras ventajas inhe-
rentes a su organización. La. contigüidad relativa de las ha-
ciendas las convertía e n un todo coherente, eliminando a
veces su carácter marginal. A través de eUas se establecía
un sistema de comunicaciones que dese1nbocaba en el Cole-
gio, es decir, e n e l acceso a un mercado urbano.
Cada hacienda, considerada aisladamente, llegaba a cons-
tituir una ín.tima unidad entre la tierra, el ganado y la mano
de obra. El valor a s ignado a vastas extensiones de tierra d e-
pendía de esta vinculación. Por eso los prácticos puestos a
esta tarea en las haciendas de la Compañía, en el Colegio de
Pasto, resolvieron e fectuar la ta~ción ". . . con el reflexivo
juicio de los ganados que se pueden mantener, dando al ca-
ber de cada una su respectivo valor". El caber de una cabeza
de ganado podía depender de la configuración topográfica
del terreno, la presencia de pastos natura les, de a g uas, de
saladeros, etc., es decir, de factores objetivos de valor. Así,
una· parle de la hacienda Zimarronas, con 1.500 has. (aproxi-
madn~et) apenas admitía 200 cabezas por ser terreno " ...
áspero, fragoso y montuoso, falto de salados y terreros" 11•
De mucho más valor, el trabajo incorporado entraba tam-
bién en las apreciac iones. Otra parte de Zimarronas, )a ha·
cienda de Cano, con 9.000 has. (aproximadamente) se ava-
luó en 3.308 ps. ". . . atendiendo a su extensi6n y al costo
de una acequia traída casi tres leguas" 12•

11 ANCB.. Jeo. T. 235 Doe. 14 f . 12r.


12 Ib;d. f. Sr.
VII
EL TRABAJO

En 1599 el arzobispo de Bogotá, Fray Bartolomé Lobo


Guerrero, obogaba ante el rey por fundaciones de los jesui-
tas en Santa Fe y Tunja. Proponía que ". . . de las enco-
m iendas que vacan y se proveen en algunas personas se les
podría dar pensión con qué sustentarse, y de esta manera
V. M. aseguraría su conciencia y haría gran beneficio a esta
tierra" 1 • En 1606 el arzobispo volvía a insistir ante el rey
para que otorgara una encomienda a los jesuitas que tenían
a su cargo el recién fundado Colegio Seminario de San Bar-
tolomé "'·
Pero debe tenerse en cuenta que las leyes nuet1as
prohibían otorgar encomiendas a los eclesiásticos. Esto sig-
nilicó desventaja inicial para la~ órdenes religiosas y de allí
los conflictos bien conocidos con los encomenderos. Además
es m uy conocida la actitud de algunos miembros de la Com-
pañía respecto d el sistema de la encomienda. El caso más
notorio fue el del P . Diego de Torres, organizador del Co-
legio de la Compañía en Santa Fe. En 1606 dirigió al rey
una carta en la que hacía duras criticas al sistema d e ser-
vidumbre establecido p a ra los indios a través de la enco·
mienda y los repartimientos. Un poco más tarde, en 1608,
siendo provincial en Paraguay, hizo renunciar al Colegio de
Santiago d e Chile a una encomienda y lo mismo hizo en Cór-
doba 3. Al P. Torres se atribuye haber inspirado las Orde-
rt.mrza.s de A lfaro, por las cuales el visitador de las Provincias

1 Arehivo General de Indias, Santa Fe, Leg. 226, ciL por PA·
CHECO. Lo• ]e$1Útaa en Colombia, I . p. 78.
2 V. PACHECO, I. p. 128.
3 Ibid, p. 108.
del Río de la Plata prohibiR el serv•clo penonal y tomaba
otras medidas para proteger a los indígenas 4 •
Los jesuitas do las provincias del Rio de la Plata, ""pecial-
mente los de las misiones del Paraguay, se identificaron. prác-
ticamente con estas ordenanzas. En 1613 declaren pecado
mortal no conformarse con ellas. Nat uralmente, el rigor con
que La Compañia asumió las Ordenanzas de Alfa:ro no podía
ser del agrado de los encomenderos. Morner atribuye a l an-
tagonismo originado en la demanda de mano de obra de los
colonizadores y la estricta aplicación de las ordenanzas por
los jesuitas la tendencia de segregar a los indigenas de la
sociedad colonial, mucho más marcada en el Río de la Plata
que en el resto de Hispanoamérica. Esta situación explicada
la notoriedad de l as misiones jesuíticas del Paraguay e in-
clusive las simpatías de que gozaron entre algunos :represen-
tantes del pensamiento ilustrado.
No es presumible entonces que la compañia haya gozado
de la concesión de encomiendas, aunque intervino a menudo
con su influencia para lograr el discernimiento de algun.as ~.
En tiempos del presidente Sande, a comienzos del siglo XVII,
para l a fundación del colegio de Santa Fe, La Compañia gozó

4 Los indio• pocUo.n prestar aervicio gratuito a eu encom endero


pero aolo como 8Q8tiruc ión clel tributo y por el té:rnllno de un m e e.
Cuaodo lo hicieran p()r contrato,. se le$ señalaba un real y medio
de salado po-c- dio . Ponl lo mit.a 1110lo podía tom.ar"o un indio d e
cada doc~ y el jndio podía eeeoser a eus empleo.dore8. V. KONETZ-
KE, Colee<:ión de Documentos. 11. p. 202. Tnmbién MORNER, The
Polltical nnd Ecortom.ic A.ct.i11i..t«ls of lhs ]«11Ui.t.a& in &he Lo PlaUJ
Region, p. 67.
5 En un inventorio de l o a papeles pertenecientes a la Procur a-
duría de Provincia d e Santa Fe se encontraron papeles Tclotivos a
e&te t.ipo de procuración. Aeí, ol com.iJJionado Ge.n erul de 14 Caba-
llería de Tu.nja , D. Pedro Ango] de AngUi o B r nvo, dio pode r al
P. Martíne:r; de rupalda (procurador en Enr:opa) el 27 de novieua-
bro de 1706 para que a.olieitara e n 6U nombro la confirmación de
una encom.ienclo. eo Siacboquc, n _e gocio que ee había enviado al
Consejo de lnd:iae. El P. Pedro Calderón ~ e cribó a Mortíne~ de-
Bipalda para apoyor In t 4?Ucitud de Angulo Bravo. El 3 de no-
viembre de 1710 D. Jotsé Olurte Angulo dio poder al P. Alo11so de
Quiroa pora obten&- la eonfirmaelóo de la encomienda de Guoea-
mayae. El 18 de jnnio de 1708 el provincial M.artínets: Rubjo e s eri·
bió nl m'-mo Qulro.z para que aolicitara confir·mact6n de u n a e.,..
eoJDicoda otorpda ol Mae&tre de Campo Fernando Pnbón Vaseoo-
eeloa, cte. ANCB. le•. T. 214, Doe. 7.
de una pensión que provenía de la Encomienda de Guatavita "·
En 1668·Ja Congregación provincia l pidió facultad para que lo&
jesuíta.s pudieran ser encomenderos. Esta petición parece ser
excepcional y pretendía móa bien un repart·imiento d e 12
indios para el colegio de Popayán. La ciudad carecía de tra-
bajadores y los jesuitas estaban construyendo su igles.i a T.
La compañia gozó con largueza de los r cportimientoe de
mano de obra (mita agrícola) que provenían casi siempre
de encomienda s de los altiplano& de Santa Fe y Tunja. Así,
e l P . Baltazar Martinez, rector del Colegio de Santa F e, soli-
citó é n 1622 y obtuvo del presidente Bo rja quince indios de
Soacha para benef.ic.i ar la esta.n cia y los molinos que e l Co·
Jegio poseía e n Bosa, ". . . pogúndoles lo que ee les d .c biere
de <Ou trabajo, para que les si rvan en los ministerio• de la
dicha estancia" "· En 1688 el herm.a no Juan Ma.r tinez, pro-
c urador gel'ernl de la Provincia, reiteró la solicitud d e ga-
ñanes y pastores puesto que los i ndio~ so negaban al servi-
c io con cl pretexto de que habían aumentado los rebaños de
oveja s en la región. En 1678 el h e rmano Diego Vermeo so·
licitó indios do 11crvicio uno vez más para atender la cose-
cho, ". . . por el riesgo de perderse y contingencia de agua
y no haber en lo prCO!ente hoe ienda d e trigo móa considera-
ble que la d e l dicho mi Colegio".
En las haciendas de Tópagn., doctrina que se había per-
mutodo por la do Ouitamn en 1636, In Compañia se servía
de los indios de In e n comicmla de doña Isabel Bravo Bece-
rra, la hija de uno d e eu.s b ene!nctoros. En 1658 estos indios
se oponJan a servir al Corregidor Franc!Jsco de F ·igue.r oa,
" . . . siendo aai que somos los que más t e nemos qne acudir
a la labor y semen teras d e los Padres de la Compañia y de

6 Archivo Romano do lo Conapa,-i'í(J de } QsÚ&. N. R. el Q . 17


F unilat ione._ l. SS ch. por Pac.b cco . l. p . 75.
7 ACC, oig. 881 <>h . por Pacheeo, U, p. 176.
8 Ln baeicndD e.atabo u.bieadu n ~n c dio l oAutt d e Souc:ha. P c.tte-
n cció lnlc:iehnento al eapir'n Lopo d o Cé•podc:•. La CompañJu. •e
deapre.nd ió d o ella nn f.vor d.,l capitán Fra_n e.ltco Cort.é.a Va.I'Con•
c:elo·a. r es:i dor Pf:C'Pe tuo de S B_n t• Fe. En )712 la poae.itt Franc:ie<o
H ('lrnán des. d.o Heredia:a. qu.icn dio do co n tftdo por la h o.dendu 18.000
p c!io g. E.sto al cgabc. el prc:cedeuto d e loa Indios nlris.n adoll a Joa je--
auítee t>ara obtener a su ·v ez algu.uoa. ABNB. Cacique$ o I ndios.
T. XXXI, f. 941 v.
mi señora doña María. nuestra e ncome ndera, y otros vecinos
u quienes damos 6ervicio, 9 •
Con todo, una circunstancia vino a favorecer a la Com-
pañía. En 1657 el presidente promulgó ordenanzas de trabajo
en que se disponía que solo haciendas de alguna mag-
nitud pudieran gozar d e los conciertos. A med ida que la en·
comiendo entraba en disolución las órdenes religiosas recu-
peraban la ventaja inicial hasta el punto de que en 1628, los
zeligiosos de Santo Domingo en Pamplona podían entrar en
competencia con e l resto de Jos propietal"ios contra Jos enco-
m enderos.
En la Audiencia de Quito el sistema d e mita agrícola debió
beneíiciar también a la Compañía. En el inventario de los
papeles del archivo de San Miguel de lbarra, por ejemplo,
figuran diez mandamientos de m itas d e indios, aunque no
se dan mayores detalles ' 0 • Cuenca recibió asimismo, según
sus papeles, cinco mercedes de mitayos con 37 indios 11,
Es natural pensar que los jesuitas tropezaron con el m ism o
problema de escasez de mano de obra que los restantes pro·
pietarios. Al menos en aquellas partes en donde la inversión
en esclavos no era r e ntable, es decir, en las tierras del a'ti·
plano dedicadas al cultivo de cer eales o a 1'1 cría de ganado
Janar. Con todo, el deterioro de la encomienda, eviden te a
todo lo largo del siglo XVIJ, pc.r mitió a la Compañía gozar
d e una mano de obra que se procuraba "concertar', de una
manera más racional .. El "concierto,,, a pesar de su nombre,
era otra forma de trabajo coercitivo para la población inclí-
gena activa y afectaba la cuarta parte d e los tributarios. En
su reparto intervenía el corregidor, quien debía cuidar el
pago efectivo de los sala rios. Encomenderos, corregidores y
propietarios chocaban a menudo estableciendo las más im·
previstas combinaciones de poder. Un auto de Dionisia Péreo:
Manrique, de 7 de agosto de 1657 12, señala la culminación
de estas luchas s ordas y parece sancionar definitivamente el

9 ABNB. Cacique.:t e lndio6. T . xvUi, f. 218 v.


10 ANCH. le•. T. 449, Doc. I, f. 15 v.
11 lbld., T. 238, Doc. 2.
12 AHNB. Tierra• de Boyacá. T. 11, f . 517 v. ••·
px-edominio de los pl'opietarios al reservar el servt cto de "con·
certados" a las haciendas d e alguna m agn itud.
Los territorios d e m .isiones, e n cambio, gozaron de la ven-
taja excepcional de una mano de obra a h u.n dante. Según el·
testimonio d el P . Rivero constituían todavía en el siglo XVII
verdaderas r csuvas de las que echaban m ano algunos espa-
ñoles para hacer servir a los ind ios en los obraj es d" San-
tiag o de las Atalayas y aun para hacer tráfico d e ellos e n
todo e l r e ino ' 3 •
Los jesuitas mismos f ueron o bj e t o de esta acu sación , pri-
mero en 1629, que obligó su r etiro, y d!"spuéa, en 1692. Se-
gún c u enta Rive ro, los acusadores afii"ttlaban que " ... todo
nuestro c u i dado e ra lev anta r trapiches p or la codicia del azúcar,
y fomentar manadas de r eses; q ue quitá b amos i njustamen te
sus can:>p os y h e redades a los v ecinos de estos sitios para
ensancha r los nuestros; que cautivábamos, finalmente. a los
i ndios del Orinoc o para servirnos d e e llos como esclavos y
q u e descuid ábamos totalment e la enseñanza de los feligreses
qu e estaban a nuestro c a rgo y d oc·ttina:n 1.•.
Lo cierto es que los padres de l a Compañía e jercía n una
gran autoridad e n los territorios de m isiones . Es natu ral q ue
esta autoridad provocara conflict os y diera lugar a acusacio-
n es maliciosas. En Casanare, por e j emp lo, el misio n e ro j u -
g a b a el papel de d efensor de indios o procurador fiscal. En
esta calidad, los i n dios y aquellos que querían emplear:os
tenían q u e r ecurrir a é l para obtener una licencia. E l misi o-
nero llevaba u n control de los salarios q u e l os indios deven-
g aban como bogas, peones, e tc. , y debía ve-lar p or &u p a go.
A su vez, el misionero podia disponer gratuitamente del t r a-
baj o de los indios e n una labranza d estinada a su s ustento,
que se llamaba " d e primicia". Aún más, en los hatos, trapi-
ches y otras a ctividades de las h aciendas en territorio de
misiones, los padres se servian de los indio s y el procurador

13 V. JUAN RIVERO, S. J •• H istori<l de la• mi.oi<lne• de lo• Llanos


tüt Cn$CJnar c y lo!J río.<t Orinoco y M eta. Uosotá, 1956. p. 16., p. 17.,
p. 19, p e. 2.3-24., pe. 32- 33, p s. Bo-83, p . 198, p. 212. P art:ica1annente
intc r eaaDte e l relato de tn.i&;r-a e ionee d e poblo.donea ente rae.. p. 414.
14 !bid ., p . 294.
pagaba los jornales en aquellos géneros de que disponía abun-
dantemente la procuraduría ' " ·
Pero no en todas partes loe j ~ uJtas gozaban d e las ven·
tajas que poseían en t erritorios de misione!$. Sin emba.rgo,
sus haciendas t enÜin fanut d e estar mejor servidas que la ma-
yoría. El s istema de provisión d e mano de obra indigona
era el mismo que se practicaba en México y que Cbevalicr
describe en la edición de las In.strucciont:S. Por un lado air-
vientcs q ue habitaban dentro de la hac ienda, a los que gcne-
ralment:e 15e retenía mediante "a-delantos" o ,.socorro &".. Por
otro. el sistema de reparto o "concierto&'' con uno cantidad
fija de indios provenientes de algún pueblo cercano • o. Es
posible que d entro de la primera catcgorin se contaran los
"as ituado8" que gozaban de una peque.ñ a parecla dentro do
la hac icndtt y algunos animales.
R especto de este primer grupo, Chevalic.r observa que entro
los j e:~ uítas mexicanos la práctica d e la retención por deudas
estaba prosc rita. En efecto, ]as 1 rutrucciont!4 recomendaban
que, al entrar los sirvientes, los administradores ". . . les
avisaran que no les han de pagar salario adelantado, sino
que ha de corre r mes c umplido y mes pagado" 17• En los ins-

JS Informo d e Eo8.,nlo de A .l var•do al Condo d a Ar•nda, 1766.


V. CUERVO, Cole<:c:l6n do Docu~nt ln.Sditoa, DI, po. 144 y 147.
16 Sabro c•to punto GJbson ecñulu. 1a tranalclón entro ..con cer-
tado•'\ tJ'U ts p c rton eeian a unn comunidad tnd(gcna t o dllvfa, y lo•
-•aan.anea". trabajadoroe indíscnae quo bubiaan p ordido e&to vinculo
y •e rofugiaron pr4ctleomente e n l ue hae lcnd•-. lo quo c::roabn un
confUeto ant ro connanidodee indtgcnoa y bacioncl.a• d o cepa&ol e• .
Entro 1632 y 1633 Ac· Abolió e l elst.e.ma d e loa rcpart.Jmle ntoa que
ya habi.e entrado en d ocad ene:ia ( v. p. 2S3). Et~o proee•o c:-olne ido
con la fo rmas-16n de Jaa fJ.ra_n dea baclendaa. Puedo p c.naAr eo un pro--
c:eeo aimUar p:a_rtl la Nueva Granada, con la dlferonc la - notoria,
por lo clom,,.._ d e que no h.abiéndoso W'cc:uporado la población l:ndf-
IIOna, n o e.o ercó propiame nte un ~a:it o m a"' d o hac ienda .t.n o que
ee inlci6 una t endencia hae:lu el lotlfuatdio ou::dlantc la cxplotue16n
aana.do r·a , que pod'o c.mplear trabajoc1or ea m eAi laoa en 1• medida
do eu eecasa noco•td.od do manO de o.bra. E,n:a llip6to.a.t • encuent.ro.
una e onflrmaeJ6n provleJonal e.n ol bcc:.ho do quo la• Melcndct• de
la Compaiúa en la Nueva Gra-nada, o p c tor do l aa p04-ibllidadca de
la c mprct.a Jc•u{l.lta. aon en u.na parte muy lmponanto hade.ndu•
aanadcroa.
17 lMt, N9 J22, p. 128.
truccioness peruanas 18 el P. Altamirano ordenaba algo se-
m ejante.
Ee p osible, como lo s u gier e Cbevalier, que esta abstención
p ueda e><plicarse por el c r ecim iento de la población rural en
M é xico d u rante el siglo XVIII "'· Sobre este punto no puede
hacerse una afirmación enfáliea respecto a la Nueva Granada.
No se conocen siquiera las proyecciones de un descenso de-
mog rúf i.co i nic ial. R esp ecto a una "recup rac i ón ~' en el siglo
XVIJ I , l os testimonios contemporáneos son más bie n reticen-
tes ~ 0 Ln Nueva Granada experimentó un proceso d e mesti-
zaje muy pronun ciad o cuyos consecuencias eociales y econÓ·
mic a s no se h a n estudiado debidamente. E n Quito es posible
que el ritmo de crecimient o de la empresa a g l"ícola haya so-
bre pasado las posibilidades que o{r eeia una coyunt ura d emo·
g r áfica favorable entr e la p o blación indígena.
En e l terr itorio de la A u die ncia de Quito la r eten c i ón de
mano de o bra se procuraba por todos los m edios. P arece
haber existid o siempre un equilibrio demasiado f r ágil, ex-
p uesto a c ualquier amenaza, como quedó probado con la
p esto do 1 7 62 que dejó prácticamente a todas las hac iendas
s in indios. U na c risis parec ida pod ía conducir a u n endure-
c imiento del s istema. Los teeti.m o nios de ""socorros, son d ema·
siado numerosos en las haciendas d o los jesuitas del Ecuador
com o para pensar que la Compañia se ba ya absten ido d e
emplea r cat e m edio para r etener una mano de ob ..a escasa.

18 MA CERA, I nstrucc iones para «l mtJnejo d e lcu ha cl~ nda& jtt.JU.Ír


la.a P crli, Univereidnd de Sean Mareos, 1966, ¡,. 60.
d ~ l
19 Podr'• auam-lrso una oxpllca c l ó n altc .rna.tiva. En 1\féxtco no
hablo# d urante e l aislo XVJfl, Jo eaeasez alarmanlu d o nuDterario
q-ue attn «dabu • otrat re1:ionca d e l Im pe rio . En el moment o de la
oeu pneión eo e n contr-a ron muy poca• c tlp eei et mon e tnrioa en Q uito
)' la Nucwa Granada. En M éxico oc:u.rr·i ó lo contrario.
20 Laa c .ilra s son m áa expUci t.a s. Ses-l\o l oe d•&.o a de F rancisco
Silvo11tre, l a poblac:lón m eall_aa y a ~xedfa a laa d o máa eastQ en
l a •o1u.oda JDitad d e l aiglo XVJQ (¿1779?). En cuanto a l oa lndioa:.
eu pore-entaje aecuia eiend o m -oy b ajo.
NUAWa Granad a % Audietu:ür d e Qrdl o %
lndloo 136.753 16.5' 2 94 . 157 50.24
Libree 368.093 44.54 51.592 8.81
E oclavoo 44 .63 6 5. 60 39.336 6.73
Blanco o 277-. 0 68 33 .53 200.375 34.22
V . F R ANCISCO SILVESTRE,
•q•4. Pan••'· lt27.
Inmediatamente después del te..-remoto de 1797 el admi-
nistra-dor de Temporalidades de Quito, Díaz Catb alan, ob-
serva ba que los indios estaban " . . . siempre adeudados en
nmltiplicada mayor cantidad, que es inevitable y aun pre-
c is a para conservarlos y obligarlos al trabajo, que de lo con-
trario se abandonan a la embriaguez y a la dcsid·ia" 21.
Al efectuarse el inventario de la hacienda Chorlavia, del
Colegio de Ibat:ra, se agregaron 206 ps. que debían 19 indios
gañ anes. Y observaba e l funcionario: " ... que aunque éstos
e n ningún tiempo descue n tan lo que tienen recibido, por los
continuos socorros que piden; y de esta manera m u c 1·en sin
desquitar . . . "22. En In hacienda de Cancagua, perten eciente
a las misiones de Maynas, al liquidarse las cuentas de 86
lndios estos resultaron debiendo a la hacienda 723 ps., de
cuenta de Jos " socorros". En las haciendas del Colegio de
Pasto estas deudas eran cuantiosas. 48 indios de Zimarronas,
Hubunuco y Pandinco debían en e l momento de la expulsi6n
1.765 ps. El monto total de las deudas al Colegio por este
concepto ascendía a 3.162 ps. Y en Pasto la mano de obra
indígena no debía ser escasa. Es inte:resante observar, sin
embargo, que las condiciones econ6micas cr<Ul allí e.<>pecial-
mente p~:caris.
El mismo Diaz Cathalan apelaba a otra medida que, se-
gún él, los jesuitas hahian empleado con éxito. Adquirir tie-
rras en las inmediaciones del obraje de San lldefonso, " ...
pues con la ruina de Ambahaqui y cuadras de Pelileo por
causa del t erremot o, donde babi a mucho$ asituados, no hay
que darles para con servarlos ... "
Un observador imparci a l 23 mencionaba precisamente los
c'asituados", ind·i os a los que se retenía 8UlJli-n istrándoles
tierras para sus sementeras e inclusive bueyes y herramien-
tas. ". . . Y al indio perezoso, q u e no h ace sementera para
su propio útil (de que hay muchos ), se les obliga a que la
hagan con a lgún castigo y aun así no se puede conseguir

21 ANCH. Je.•. T. 239, Doc. 4.


22 ANCH. Je•. T. 235, ff. 595 v.
23 So u-ata de un Informe r endi do en 1767, citodo por CAPPA,
E:uudio• crí&i-C O$ acerca dG la Jon,inación c.spáño[(, en. AFnérica, JV,
pp. 339-340.
mucho de ellos", De esta manera el número de indios y "asi-
tuados" de las haciendas de la Compañia llegó a 3.500 en
la época de la expulsión, cuando muchas hacien d as experi·
mentaban una penuria e norme en este sentido. El testimonio
de 1767 lo atribuye al aumento constante y a la prosperidad
de las haciendas, lo mismo que a las sanas p r ácticas de la
Compañía en cuanto al pago de los asalariados.
Con respecto a los "asituados" los a dministradores ejercían
un evidente paternaHsmo como se desprende d e l hecho de que
Jos castigaran por p erez.osos. Las lnstrr.tcciones mexicanas
permitían también a ]os administ r adores u sa r de castigos con
los indios que vivían en la hacienda 2 • . Asimismo, e l adminis-
trador se encargaba d e l pago de l os tributos y en Quito del
pago de las primic ias del c ura " . .. para evitar que e ntren e n
las haci e ndas los m estizos cobradores, pues ést os con dicho
titu lo hacen mu_c has e xtorsiones a los naturales . .. n u .
El r égimen de sala rios se acomodaba a1 carácter de " unid.ad
doméstica" más o menos cerrada d.e la e mpresa jesuítica. En
territorios de misiones, co1no se h a visto, los pag os se efec-
tuaban casi siempre con géner os que procedian de la procu·
r aduria. Nada m ás lógico en parajes en donde la moneda cir-
c ulab a a penas, y en donde la econo m ía natural constituía casi
un sistema.
En otr as regiones los pagos e.n especie se just ifi caba n me-
n os p e ro a ellos inducia la práctica general y la tendencia al
autoabastecinúento de las h aciendas jesuíticas. La p res encia
de un obraje d entro de la hacie nda o e l hecho de que la ha-
cienda estuviera incorporada a l obraje como proveedora de
m ateria prima --caso ntuy frecuente en Quito-- fac ilitaba la
operación. El caso más notable lo constituía el obraj e de San
Jldefonso, que integraba un sistema de eiete b acie.n das.
El si stema implicaba un auxilio m u tuo de las respectivas
producciones, géneros y frutos, y solo el reman ente, desti nado
al trá íico, podía considerarse com o ut.ilidad neta. Por eso el
salario d e .J os in dios p o día consistir en j e r gas, bayetas, fr a-
zadas, sombreros, bueyes, c arneros y ovej as v ie jas, maíz, c e-

24 h•. NO 128, p. 131.


25 Doc., cit. por CAPPA, VI, p . 341.
bada y papas. En cambio ee consideraba pago en dinero lo
que so versaba directarnente por tributos y derechos parro.
quialea. También se auxiliaba en dinero durante c iertas fiee·
taa o en el caso de un entierro. En cuanto a l os mayordomos
y ayud antes, llevaban " ... mayor parte en d i nero y ropas
d e mejor calidad y loa rociones en especie" :lO
Es posible inferir la importancia de la mano de obra indí·
gena J>Or los indios de servic io concer tados cuyo número se
conoce. L a Calera, del Colegio noviciado de Lo tacunga, tenía
124 indios de servicio. Esto hacienda poscia un obraje, lo
que explic a el número elevado de concertados. Lo mismo ocu·
rria co n Celtas, q ue te n i a 81 indios, distribuidos en cuatro
"tareaa" para te jer p a ñ os y ocho para tej e r jergas, y el obra.
je de l o hac ienda de Tiopan>ba con 140 indio!!. Tontapi, una
hac ienda de t r apiche, t enia 80 indios concertados. Catopila·
haló, que producía lanas y t e n ia algunas siembras, 148.
Las hac ie ndas del Colegio d e Latacongn d ependían entera·
mente c:le In mano de obro indigena y entre todos t enían 828
indios con c iertos. Por eata rozón el corregidor ordenó e n 1767
o l os mayordomos de las hac iendas que tuvie ran "es pecialisi·
mo c uidado" en la con servación de los indios y que dieran
c uento pro ntamente s i algún vecino intentaba atraer a alguno
de e llos para su p ropio ser\licio , " ... que en este caso se
apti curá el castigo corresponclie ote '" 27•
Has ta qué punto d ependlon las haciendas d e la Compañía
e n Quito de la mano de obra indígena (excepto, c loro e stá,
las que poseían esclavos), lo muestra la confrontac ·i ón del in·
ventario q u e se practicó en 1767, para la hac ie nda l'ilula, del
Colegio d e Ambato, con uno anterior, que ha.b ío hec ho el P.
1\fanosalvos el 14 de n oviembre de 1 766. En e l primero fa!.
tabo n 54 c uad ras de c aña y e l hacendero, P. Rivadeneir a, ex·
plicó q ue se habí an perdido " •.. cosa d e 40 cuadras de socas
y resocas, a causa d e la pes t e general en que murieron 103
indios, por cuya falta n o pudo beneficiarlos ... " 28 •

28 Jbid. T . 237, f. 26 v. Scsúu laa cifras d e F. Sllvcotro, e l por-


centaj e do población indlgc.n a Oril d c J 76~2'c en Lat-n eu.ol!l:u. (corre-
A:Irni c.nto). Un porcentujc parceido e n Otava.l o. d e 72.4 % , aunque en
edo asiento, en donde la Compuñía t.eoia varia& )Jne lcndae 1 hab(a
población escl ava, l o qu& no o c:.u rria aa Latacun«a.
En el Colegio de Loja la situación parece haber sido crítica
por la n:úsma época y acaso por la misma r azón. En la ha-
cienda -ele Tingo y Alamala, e l corr al de Alamala, con 412
reses, p e rmanecía sin peón porque Valentín Chinvo s e había
fugado y no habí a p odido r e p onerse. En la misma hacienda,
e l corral del Higo, con 1 03 cabezas, t a m poco tenia peón y
el cor r al de Guayab a l, con 164 cabezas, estaba al c uidado d e
un ntulato esclavo. Por eso el a lcalde de Loja d ecla raba que
era muy dificil la conservación d e l as hacien das, " . .. por fal-
ta de indios q ue quieran servi r en d ic h as haciend as y de hom-
bres fie les que las administren . .. .,, 29 • Esta misma eircuns,..
tancia afectaba la producción que te nia que d estinarse casi
íntegra u . . . al socorro de sirvi entes y h eramints~' .

Las haciendas más r icas d e l a Compañia, sin embargo, n o


d ep endi'an de la mano d e o b r a ind.ígella, u n poco aleat oria ,
como acaba de verse. Acaso se haya tenido en cuenta esta
razón o --como lo indica l'\1orn er para las posesiones p ara-
guayas-- el t r abajo ind íge.o a no -..rmonizara con la actitud
de Jos jesui tas en matel"ias indig enas. P orque estaban de por
m edio p r ohibici ones expresas que afectaban las exp lotaCÍO·
n es de pla ntación, una d e las act ividades más i mportant es d e
alg un os colegios.

E SCLAVOS • P ORCENTAJES DE VALOR CON RESPECTO AL


T OTAL DE L O S ACTrYOS OE C A O A HACIEN D A •

.Bacien.Ju

T ena Cn ñu 62.8
P.. Arriba - F . A b a jo Cacao 62
S. Ja vier de l a Vega Cacao 46 .9
El Tropich e Cncao 51
El E • p inol Cañn1 C uea:o 3 1. 9
S. J::.vier C aiitt._ Coca~, Gnnndo 22.4
Villavieju ( 6 h ut oiJ eon 31 eeeJnConado 12.5
' C raeea de Doyma
H ato la Cuno do 12
(con 1!) e.~ c lavo s)
Chamicera Ganado 2.2

29 Ibid. T. 2 36 . D oc. R.
2. Una de l a s :mayores inversiones de la Compañía consistía
en esclavos negros. Dentro del contexto general do la econo-
m ía esclavista de plantación la actitud de los jesuitas :merece
ser analizada, pues en muchos aspect os es algo e x cepcional.
Sobre el manejo de Jos esclavos se contemplaban disposi-
ciones casi unánÍDles en las Instrucciones m e xicanas y en las
visitas practicadas en el P e rú. El c ontenido d e las instrucci o-
nes sobre esta :materia :muestra la ambigüedad que se observa
en tod a la empresa jesuítica , la m ezcla indisce rnible de mot i-
vos r eligios os y d e racion alidad económica.
L a recomendación m ás constante en cuanto al t ratamien-
t o de los <l'lclavos era la de no e xcederse en los c a stigos. O
que e l hennano coadj utor n o castigara a los negros p or su
propia m .ano ni asistiera al castigo d e l as mujeres. ¿Caridad
C ristiana? ¿Cálculo racional? La segunda de estas r ecom e n-
daciones aten~ ia evidentemente al pudor y buscaba para l os
coadj utores el aire de superioridad d istan t e de que debían es-
tar r e vestidos l os representantes de la Compañía.
La p r imera, en parte, buscaba tambié n un efecto sicológico,
aparejado igualmente a la dignidad relig iosa. Después d e re-
comendar rnoderación en los castigos, las Instrucciones razo-
naban a si: " ... no q u ieran lleva rlo todo por el r igor, que
nada harán, y ellos vivirán descontentos y servirán forzados.,
y su servicio será violento y mal h echo ... " 30 • lgualrnente,
a l r ecomendar benignidad con l os esclavos fugitivos, se ob -
$crvaba que este proceder t e nía la ventaja d e evita~: que l oe
esclavos deja~:n d e volver s1. P ero, por extraño que p arezca,
no se buscaba únicamente condici onar la conducta de los es-
clavos con una :mera apariencia d e benig nidad. Esta se Te-
coznendaba m u y seriamente, com o un atributo paternal:
u . . . p ó rte nse con ellos como padres . . _,, 3 2., " • •• acuérdense
Jos administra d o r es que son pad~:es de familias, y s upe r iores
d e una comunidad tan c recida como la esclavonia . .. '' 8R.
O tra recomendac ión irnpo~:ta nte se refería a la vida se>_<ual
d e los esclavos. "Para el mayor s ervicio divino, para nuestro

30 ln.e•. N9 39, p . 65.


Sl Ibid., NQ <l3, p. 68.
32 Ibid., N9 39, p. 65.
33 l bid., N9 63, p . 81 .
crédito y para el multiplico de nuestros esclavos ... " debían
d o rmh· bajo llave, hombres y mujeres s eparados ""· Y a esta
t·ecom.endación se agregaba; " ..... tatnblé n se procurará que
haya tantas negras como negros porque los solteros puedan
tomar estado y evita1· ofensas de Dios y el que se casen con
indias o libres" atS..
El pasaje hace pensar a Mace>:a en un control dernog>:áfico
de la población esclava por parte de la Compañía M . Una
población "normalmente constituida" desde el punto de vista
sexual ltabria traído ganancias demográficas destinad as a sus-
tituir, a largo plazo, la costosa importación de esclavos. El in-
terés de l a h ipótesis disminuye con la observación del mismo
Macera de que x-esultaba preferible la compra de esclavos
adultos por la necesidad inmediata de mano de obra y los
costos que representaba la manutención de la población im-
productiva.
El análisis de las cif1·as que trae Macera refuerza esta ob-
servación. Al elaborar un gráfico de dist.dbución por edades
de la p oblación esclava en las haciendas peruanas nos encon-
tratnos con una población evidentemente envejecida, es decir,
la "normalidad" aparece afectada por la compra de esclavos
de edad adulta., hombres prefe1·cntemente.
Una muestra mucho más pequeña que ha sido posible r e-
construir para la Nueva Granada indica, por el contrario, una
distribución más normal, es decir, la de una población joven.
No debería buscarse sin embargo, la explicación de esta di-
ferencia en el éxito o el fracaso de un control demográfico.
Parec e más prudente pensar en la compra más o menos fre.
r-u ente de e sclavos, según l as posibilidades y las necesidades
de inversión. El estancamient o e n las inver siones de algunas
haciendas en la Nueva Granada p ermitiría una distribución
normal por cuanto el rango de edades entre los 15 y los 50
años no aparece engrosado por nuevas adquisiones. El au-
mento de esclavos, en este c aso, se darí'a por un mero incre-
mento biológico. En el P e rú, por el contrario, una frecuencia
mayor en las compras habrí a afectado la distribución normal.

34. MACERA, ob. cit. p. 58 (Vi.sita de Altamirano).


35 Ihid.
36 Ihid., p. 39.
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Po61Gcl61t e..:lcn>u .,. 8 1Nclend4o del P.nl


diMTl6ucl6,. por edadeo
Eate fenómeno conduce a fo rmul ar hipótesis plauaibles en
cua n to al c recimiento d e la economia (o d o la empresa je·
.. u ítica) y s u participación en un mercad o intercolonial en
las d os regiones. P o r un lado, la c u a ntía d e la& inversi ones
en el Perú era de doa a tres veces m ayor que en t odo e l t e-
rritorio de la Nueva Granado , comprendida lo Audiencia de
Quito. Por otro, estas inv e rsiones consistían en v iñas y plan·
tacionea de caña de azúcar en territorios costeros, con un
occeao re lativatnente fticil al m e rc ado. Así la economía prefe.
r·e ntcmente ganadera ( todavia) d e la Nueva Granada pre-
sen taría un f en ó m e n o de est a n camiento frente al vigor d e los
c ultivo& de plantació n , en e l s. XVIII. El c ultivo del cacao,
p o r e j e mplo, era un fe n ó meno r eciente. ta n to como la fun.
dación d e col egios en P amp lona y Mérida .

D ISTRillUCION DE ESCLAVOS EN LAS HACIENDAS

Núm-ero
de esclavo• rlocltJrwla•
Nuevo Cro~Wda
Hdat. productoras de e.ae&o 542 S 53.6
Bdaa. 1anaderaa (y eaña) 244 8 24 . 1
Hdaa. produetoraa de eaña 226 6 Z% . 3

1012 100.0
Quito
B daa. pro ductoras d e ee..ña 486 9 82.9
Bdae.. proda etoru de eaeao 106 2 27.1
592 100. 0

La c u a n tía misma de lae inversi o nes en esclavos refleja la


importancia relativa de catas economías. En e l P erú la C o m·
pañ!a poseía 5.224 esclavos. En el t e rritorio de la Nueva G ra·
nada, inclusive M érida y la Audienc ia d e Quito, estos eran
poco más d e 1.722. L os esclavos en el Perú estaban dedica-
dos a la explotación <le loa cañaverales d e l a eoata (62.3%)
y a los viñedos (29.8%) en ton to que uno fracción mínima
trabajaba en pla.n taciones de la sierra (2.1%). En N ueva
G ranada y Quito se distrib u yen en plantacion es de caña y
eacao, en Ja costo ecuatoriana y e n los v a lles profundos de
la Nueva Granada. En esto última e l porcentaj e dedicado a
la ganadería era muy alto, aunque es p oaiblo que la pro·
porc10n debier a d isminuirse tenien do e n cuenta l a combina-
ción de explotaciones ganaderas extensivas con cultivos de
caña rela tivam e nte inten&ivos.

NUMERO DE ESCLAVOS EN LAS HACI ENDAS DE LA


COMPA~I EN EL NUEVO R EINO DE GRANADA Y AUDIENCIA
D E QUITO •
1767 - 1 772

Hombre• Mu}cr c.• Ni>1o• Total Valor ·$ '% ••


Doymn 28 37 65 65
BuenavitLD • • • 90
ViUavi ej• 27 28 34 8?
Chamicera 4 4 3 ll
Tena 14 l5 22 51 8370 63
T l b obu)•o• 2 4. 4 1.0 1330 2
F. Arr i.ba 1 F. Abajo 6 7 13 26
Cor ib$bare 17 18 22 57
El Eoptnlll 34 29 30 ?3 12195 43
L e ngupií 52
El s..lo d o 1 1 2 510 7
E l T rap ícloc> S? 68 127 163 15 Sl
S . J avier 2 1 4 7 780 22
Lo Ve p 2S 2? 48 102 167JO oi6
La Coiba
(Col. Méridn) 68 82 I SO 25390 76
Lo Sab nn$ 22 20 13 SS 93?5 71
T e j ar ? 9 4 22 2690 80
Abejuc o 17 19 17 53 6962 58
Pab6n 1 1 1 3 414. 32
C uintar S 2 2 1 900 27
Alciviu - PrcCCJ)tor
(telorco d e l Col. d "
Ca.rtosena) 111 19795 62
Capuli
La Cn lde ra
Sandago
8 S 7 20
71
91
6410
""
Cllrp\lelu 13 1
Conrosal 62
S. J a vie r 18 18 12 48
Catamayo ( Loja) 1<1 10 10 34
Guarc 6 4 6 16
La Sol e d ad 7 7 12 26
S. Javier 31 19 43 93
T otaleo 4 37 4.23 307 1.174

• ü auaeada do dato. co•l'lctoa en alaan•• hadeod•• dl-.to n Jon..n be


eUn• tota1e• . Lo• SO? nhlo• c.ono• pooden on C·cdld•d a 281 hombrea y
ZSS muiora.
• • f:.te porcena.)o . . ha lo~nc coa ntpedo al ya)o r t o t• l de la h•de.nda.
• • • En un• •l•h• p~cd ead a en 1 '766, •• docJr. u.a do aatoe de la ox·
VIII

LAS HACIENDAS

l. Se conoce la magnitud relativa d e un poco má& de cien


haciendas que poseía la Compaiiia de Jes ús en los t e rritorios
del primitivo virreinato de la Nueva Granada, a través de
los inventarios practicados e n el momento de la expulsión,
en 1767. En términos de la organi,...a.c i6 n de l.a Compañia, dos
provinc ias. De un lado la proxinc.ia de Quilo, que compren-
día d el territorio actual del Ecuador, y que en el siglo XVIII
incluía tambié n, bajo la jurisdicción de la Audiencia de
Quito, el gobierno de P o payán con aua provincias de Iacuan-
dé, Reposo, Bar bacoas y Pas to 1 • De otro lado, la pon:)nc ia
.te S anta F e, q_ue inclufa ~mbi é n ~ Col~ o de Mérida, en
la actual Venezuela, y l os de .P unnmá y S anto D omingo.
Dadas cierto s c nracterísticae de la organización económica
d e la Compañia, un estudio que ac limi t a ra al punto de vista
nacional aign.i ficarla una ruptura aJ'bitraria. La Compañia
actuaba en el contexto d el Imperio español y poseía de suyo
rasgos co sm o politas, s uficicnte.m ente a een.t uadoe desde sus
orígenes. Aun más, c uulquier Clltudio sobre la economía co-
lon ial d eb cJ'ia t en e r pre&entea los lúnites efectivos de loa inter-
cambios y la organización económica del c o njunto d el 1m·
perio español.
Ya en In aegunda mitad del siglo pasado el jesuita espoiiol
Cappa 2 babia captado lo esencial de esta organización. El

1 V . ANTONIO DE ALCEDO, Dic<::lonorlo 6 ttov&/lco AIIIIA5rico


de ltu IndltU Occlclemole•· Madrlcl. 1786. Tambléo FRANCISCO
SANCBEZ S., op. ch. -y J UAN VELASCO, op. dt. IU.
2 Ob. cit. vi, p. 26. Una fonnula ci6n contompor6nea de eera
mioma idea en EDUARDO ARCJLA FARIAS. Comercio ...ere Yene-
saéla y Mésico en lo• "· XJII y XYJI. El colc po de Mé>dco, 1950,
pp. 13 ...
gobierno español impuso efectivam e nte limitaciones a ciertos
tipos de producción para asegurar un equilibrio entre las
diferentes regiones del Imperio. En últimas, según Cappa,
fueron las rivalidades mismas de los comerciantes y produc-
tores americanos las que impusieron estas medidas restric-
tivas. Rec uerda cómo a raíz del terremoto que esterilizó gran
parte de la costa cercana a Li.ma, en 1687, esta dejó de pro-
veer de trigos a Tierra Firme, que fueron sustituidos por los
de Cajamarca. Pero Quito obtuvo para sí este privilegio, lo
que obligó a abrir el camino a rio Esmeraldas para acceder
al puerto de Atacames. En la misma forma, el pueblo de
Pimampiro tuvo que abandonar el cultivo de sus viñe~os en
provecho de los peruanos. Según Juan de Velazc.o , en efecto,
en Pimampiro se trabajabao ". . . grandes viñas, las cuales
se derrocaron por el convenio, según se dice, de Quito con
el de Lima, para que éste diese los vinos a Quito y el de
Quito diese los paños a Lima, como efectiva.mente lo han
hecho asi" a.
Areila Farias apunta cómo este sistema se desarticuló con
las reformas liberales de Carlos 111. La producción aumentó
con siderablemente y convirtió a las Intendencias en unidades
económicas que tendían al autoabastecimiento. La distribu-
ción politica que sobrevino con la Independencia se hizo sobre
la base de estas n uevas unidades.
Esta tradición de liberalismo económico (apertura de los
puertos americanos a las naciones extranjeras y estrecha-
miento de los mercados internos) ha perpetuado los alegatos
que buscaban una justificación a los nacionalismos que ali-
mentan los manuales escolares. La tendencia d e los estudios
décimonónicos (Paz Soldán en el Perú, los hermanos Sam-
per en Colombia o Barros Arana en Chile) pudo construir,
a base de un esquema ideal, prejuicios suficientemente sóli-
dos como para desanimar toda investigación realista sobre la
economía -agraría hispanoamericana. Por eso resulta ahora
un poco dificil referir estudios monográficos a un ntarco
mucho ntás an1plio de econoiXtía general. En cierto modo "se
sabía" todo acerca de esta economía y este conocimiento indi-
caba que no valía la pen a ir un poco más lejps.

3 Op. eit. nr. p. •s.


En el caso de los jesuítas puede hacerse una tentativa de
l!"':'neralización puesto que sus empresas económicas estuvie-
ron vinculadas a un mercado de amplitud relativa y a la
prosperidad de las colonias americanas en el siglo XVIII, frente
a la decadencia general del Imperio español.
Las haciendas de la Compañía de J esús calcaban la eco-
nomía regional americana puesto que se atenían estricta-
mente a las posibilidades (y a las limitaciones) ofrecidas en
cada caso. Todo dentro de una gran economía de sus recur-
sos puesto que las inversiones se disbibuían con un criterio
de máxima r entabilidad. Al menos la impresión general de
los contemporáneos era la de que los jesuitas solo conserva-
ban aquellas haciendas que podian asegurarles rentas satis-
factorias. Recuérdense también las precauciones que se to-
maban para establecer un colegio o una residencia .
La suerte económica de los colegios estaba ligada a la
suerte general de una comunidad. Por eso el acrecentamiento
de los bienes de un colegio dependía tanto de la gestión de
su rector, procurador y administradores como de la prospe-
ridad de una región entera. La Compañia era un propietario
excepcional por los detalles d e su organización, requeridos
por su magnitud, pero desde otro punto de vista apenas se
diferenciaba de otro gran propietario. Las Instrucciones me·
xicanas, por ejemplo, insistían en la necesidad de amoldarse
a los usos ab-rícolas de ca-da región, en aprovechar la cxpe·
riencia de otros cultivadores y en guardarse de innovaciones
peligrosas.
Pese a esto debe admitirse que la Compaiüa pudo intro·
ducir, en ocasiones, métodos racionales que tendían a inten·
sifica r el r endimiento En las haciendas de caña de azúcar
del Perú, por ejemplo, se rozaba, limpiaba y beneficiaba la
rierra des de junio hasta diciembre. En diciembre comenzaba
a sembrarse la caña, tarea que debia durar hasta abriL La
siembra podía hacerse mucho más rápido pero. la dilación es-
taba calculada para no tener que interrumpir la molienda y
no tener que emplear a todos los esclavos. También ee buscaba
graduar el tiempo de maduración puesto que el corte duraba
un año y si se sembraba toda de un golpe, mucha estaria po·
dri¡~ en el .tiempo de cortarse. Este método era acerbamente
criticado por Agustín de Lan<laburu, llamado a emitir un con-
cepto sobre lo s haciendas en 1770. Según el funcionario,
" .. . para hacer uno molienda excesiva, y mayor de lo que
podía la extensión d e lo hacienda, la sembraron toda de caña
de modo que no hay un palmo de tierra vacía, pues para
plantar caña, van arando, a proporción que se va cortando ...
para moler toda esta caña es preciso que los ingenios traba·
jen de día y de noche, lo que maltrata y aniquila a los ne·
gros" •. Según las instrucciones de los jesuitas, 11 lo que ee
buscaba era precisamente lo contrario.
Este ejemplo aislado no p ermite inferir, sin embargo, que
los jesuitas hayan buscado, salvo en casos excepcionales, un
1\Provechamiento intensivo de la tierra. E s posible que algo
parecido se haya dado en las plantaciones, desd e el momento
en que se disponía d e una mano de obra segura y el acceso
a circuitos comerciales muy amplios. Este seria el caso de los
plantaciones de cacao en el valle de Cúcuta, en Mérida, las
plantaciones de caña en la región costera de Guayaquil y,
naturalmente, las plantaciones y las viñas de !.as costas pe-
ruanas.
En el Perú, 6 entr e 97 propiedades, 17 estaban dedicadas
al cultivo de la caña {principalmente en la costa y solo de
rnancra excepcional en la sierra), 15 al cultivo de la viña y
19 eran de "panllevar", cereales con un marco comercial muy
restringido. Con todo, el número de haciendas no puede con·
trastarse con el monto de los capitales dedicados a cada tipo
de c ultivo. La caña representaba el 51.4% d e las inversiones,
las viñas 30.6% y los cultivos de "panllevar" apenas un 5.3% 7 •
La caña peruana a bastecía los mercados de Chile y Buenos
Aires, a d onde se acarreaba por mar desde las plantaciones

4 V. MACERA, ob. cit. pp. 87 os. y 119.


S Instrur.ciorUJ$ cit . p. 183:
190. "Hnrin l as aiembrns de la caña eon dl¡crecióo para que tf.':n·
son por todo el uio qué moler .. .. 97
191 . "No sean lndi&cretoi en lae moliendas, },aciéndolas por wea
y e uutro Dteeee &Qguidoe. que esto es r endir y enfermar la gente,
matar muchos. bueyes de tiro y eauopear las ntulaa cañcra.e: mejor
e e ra.olcr poco con intcrrnpc:ión ... "
6 V. MACERA, ob. cit. cifras del caadro l.
1 Proporciones anóJogaa paTa loa eaelavoe: 62.3% eorrcápondfan
a loe cañaverales costeños, 29.8% B los viiiedoe y 2.1% a planta-
ciones aerrADas.
de In costa, y el de Chareae, a donde ee llevAba p o r t ie.-ra desde
loe cañaverales del eur. En el s iglo anterior, a ntes del terre·
m oto de 1668, la principAl a ctividAd d e la" haciendas de la
costa con1tistia en e l cultivo de cercaleto destinados al abas·
tecimicnt o <le Limn y a In exportac ión a Tierra .F irme. Ahora
Jos cereales provc.n {an do Chile. EstA capec:iali7.ACión region.al
parcela irreversible puesto que los grandes comerciantes po·
dlan obtener el abarAtamiento do los granos c hilenos con solo
amenazar con su compra cm el Perú, donde era d e nuevo
posible c ultivarlos, aunque ellta amenn:ca n o 80 llevara nunca
a efecto puesto que ].., ventaja& d el cultivo de la caña eran
evidentes s.
También las viñas jugcobnr1 una parte importante en el con-
junto de la econom{a jeaullica peruano. E sta actividad ee
había generalizado y atraído grandea capitales, partículan:nen·
te de mineros, que la juzgabun mú& segura, y acaso más pro-
ductiva. Lo s p ropiedadee vitivinfcolas de los j esuitas estaban
ubicadas precisamente en aquellos sitio>< en donde s e concen·
traba la producci6n dC3tinada a exportarile: Moqueg ua , Are-
quipa, Nasca, l ea , Pisco y Santa 0 • El vino ¡>cru two e ra lle-
vado n Pnnamú, Nicaragua, GuRtcmula y otros puertos hasta
Acapulco. De est o" sitios eo llevaba tierra adentro lulsta Jos
pue rtos de l.o.s AntHias. Desdo PRyR ulctm~ha a Piura, Loja,
minas de Zaruma, Cuenca, etc. Por Guayaquil pasaba a Rio-
bamba , Quito, y la gobernaci6n do Popa)•án has ta Timaná.
Este comercio era activo desdo el eiglo X V 1 y solo en 1600
Tierra Firme luch6 por desembarazarse del vino peruano ale-
gando mala cnlidnd. ·En 1774 se prohihi6 la internación de
frutos y caldos en ol virr oín nto de Snnta Fe, p ero la prohibi-
ción duró solo haeta 1777, a6o ell que la gu erra obligó a le.
vantarla. La pllZ do 1779 trajo el restablecimiento de la pro-
hihieibn. Parn ento nces los jceuftas ya no participaban de
la su erte do lo" cultivadores.
Morner ,eñala In e :odgiiidnd de l o" cultivo,. eo 103 h a,.cicndaa
de lo, jcsuit~ en In regi6n de.! Rfo d o In Plata 10• Cita como
caso excepcional, el comercio do llarinníl cm gran escala. Du·

8 V. CAPPA, ob. dt. pp. 66-67.


9 l:bid. pp. 46-47 y MACERA, ob. dt. cucodro J.
10 V. MORNEl<, ob. clc. p . 2~.
rante la década de 1610, en que loa Jesuitas de los colegios
de Córdoba y Buenos Aires exportaron hadnae al Brasil.
En cantbio la ganaderia fue muy ímportante. Esta actividad
les permitió una participación muy amplia en el abasteci-
miento de la región densamente poblada del Alto Perú. Este
comercio constituía precisamente uno de los rasgos dominan-
tes de la estructura económica del Río de la Plata. Morner
llega inclusive a avanzar proporciones: dU..ante la últíma par-
t e del siglo XVII (periodo hasta el cual abarca su estudio),
los colegios de jesuitas serían responsables de 1/5 d e las
exportaciones de ganado de las provincias del Plata en el
Perú. S u participación en el comercio de tnulu habria sido
menos importante, aunque también considerable: entre 1/8
y 1/9 del total. Con todo, esta actividad aventajaba en ingre-
sos para la Compañía a la exportación de vacuno u. T ambién
poseían obrajes y rebaños de ovejas, aunque en este renglón
s u actividad exportadora, dentro del total de la provincia de
Tucumán, es posible que no haya representado una parte de
r..onside ración.
Es posible también , que excepto en el caso del Río de la
Plata , la participación de Jos j esuitas en e l cuadro general
de la economía colonial no haya alcanzado cüras tan repre-
sentativas. Pero aun haciendo esta salvedad puede pensarse
que no existió actividad agrícola de alguna magnitud, y que
por eso tuviera un radio comercial muy amplio, de que es-
tuviet·a ausente la Compañia d e J esús. Se tratara de los vinos
y del azúcar peruanos, del cacao de Guayaquil, Mérida, Ha-
rinas y Pamplona que se llevaba hasta Veracruz, de los ga-

11 CAPPA (Ob. cit. VI, p. 349): cifr as publicadu• e n 1872 P,9r


Fra.ne;eco Jo.vicr Bravo ~ quien di&pu.8o del Areb.ivo de J eau(taa que
m6a torde fue llevado a Chile. Estas cib-a s d1m idea d e la impor-
tancia de ]a actividad gtu:túdera de IR Compaiiia en l as misiones
d e l Paraguay l 1acia Jn época de la e>c.· pul&i ón.
M i.sione!l Guartuaíe .s Grt~n Chaco Total
Vacas 698 . 353 78.121 776.476
Bueyes 44 . 183 1.413 45.596
Te.rne ros 11.408 700 12. }(18
Caballos 28.204 2.311 30 . 1;15
Ovejae 240.027 3.6\S 243.640
Ycsuas 61.729 12.430 74.159
Potrill.oe 4.507 4.507
Mulo o 15.234 2 . 269 17.503
nades del Río de la Plata, de loa harinas do las provincias
de Vélez y Tunja, con las que ae abastecían las regiones mi-
neras del occidente do la Nueva Granada y la plaza fuerte
de Cartagena., o d e un tipo de producción integl"ado a ha-
ciendas de ganado lanar, en loa obrajes de Quito que abaste•
c i8:1.o parte del mercado en el virreinato del Perú, de alguna
manera estaba presente la Compañia.
2. Solo a ttavés de descripciones más o menos generales
es posible, por altora, tener unC> idea del estado de la econo·
mía agrícola pecuaria en la NuevC> GrnnadC> durante el siglo
XVIII. No existe una visión sistcm6ti.c a del conjunto, p ro-
ducto de la invest igación d etnUada en los archivos. General-
mente se da por d escontado que la oconom !a de In Nueva
Granada era una cconomia minero., 11in pro{undh:ar demasiado
sobre las implicaciones de estn afirmación ¿Pues qué se sabe
al cabo sobre esta "economía minern"?.
La obra (¿definitiva?) sobro minns de oro y pin ta en Co-
lom.b ia de Vicente Restropo tiene m6s d e medio s iglo. En
c uanto al res to de la economía solo pode mos a t ene rnos a las
relaciones de mando de los virreyes y n un os pocos esc ritos
contemporáneos como los do S6n c hez Silvestre, el diccionario
de Alcedo, las observaciones de Moreno y Escandón, Narváez
de la Torre, J oS.: Ignacio de Pombo o Fermin de Vargas.
P ero nu,n dentro de un marco muy general de referencias
es posible advertir In pnr t icipación activa de l a empresa je-
s uítica en el conjunto de la economía colonial de la Nueva
Granada.
Como el r est o de l as gruncles p r opicd<1d es de la época, las
haciendas de la Compnñín es tuban emplazadas en los vaUes
profundos, costeros o fluviales, cw las depresiones de lu cor-
d ille ra y en l os altiplanos. En la Nueva Granada, por ejemplo,
Villuvic ja, Doyma, el Espinal estaban ubicadas en Jos valles
del Mag dalena e n tanto que Paipa y Firavitoba estaban sob re
el valle de T undamn, en el altiplano, o algunas haciendas del
Colegio de Pamplona est.nhan s ituadas e n valles profundos de
la cordillera oriental (Cúcuta, Lnbntecn ).
En In Audiencia de Quito predominaban l ns h aciendas del
altiplano y por lo tanto los cultivos de "panllevar" o " ·p ancoger".
En a lg unas se combinaba lo crin de ganado vacuno, lanar y
cultivos de cebado., popas y bobos (Tigu.a, I>cdrc.gal, Pintag
del Colegio Máximo) o el cultivo de caña con la crla de
ganado ( S antiago, lo Caldero, Corpuela). Pitulo, del Colegio
de Ambato, cultivaba coño en tonto que sus haciendas anexas
(Salata y San Nicolás) t cn[an cultivos de cebada, moiz y tri·
go. Se daba también el caso de hue rtos y frutales como en
la hacienda de Cotopolahal6, dedicado a la crin de ganado
lanar, en Ilitio , Tiopamba -donde tambiún fw>cionaba un
ob1·aje--, todu del colegio de Lntacunga.
El hecho mi'lmo de que Jos colegios funcionaran en centros
urbanos <le importancia proveía al s istema de las haciendas
jesuíticas (le medios excepcionales de comunicaci6n y, en al-
gunos casos, vcolojas evidentes dentro del sistema del m e r-
cado intcrcolonial como en el Perú, M érida y Guayaquil. Al-
gunos colegios, como el de Cuenca - y mús tarde Loja, en
e l siglo XVII 1- ~ e habiun fund ad o paro facilitar la comuni-
caci6n con territorios de ntis iones. Pero aun en cele cnso la
Compañía podio disponer de hac ie ndas ubicadas e n un valle
tb n fúrtil como el de Catomayo, rico en huerto11 y plontac ione6
de coña. Las misiones del Cosanare y el Orinoco le daban ae-
ceao igualmente al mercado de Cuayana.
3 . A primera vista la importancia de los haciendas ga-
n a deras excedía en mucho al r esto de las actividades econó-
micas de lo compa.ñ in en el t erritorio do la Nu ~ -va Granada.
Al menos 22 hac ien das, de aquellas c uy a actividad ha sido
posible eatobleccr con certeza , se dedicaban a la expl otación
ganadera o combinaban esto explotación , de manera principal
o secunda ri a , con c ultivos de plátano, caña, cacao o eiembras
en general. En términos de la Audiencia d e Quito ocurria
algo semejante a unq ue, debido a los obrajes, prcdominnba la
cría del ganado lanar y la combinaci6n c on cultivos de "pon-
llevar" era In mós frecuent e.
El caso más notnble Jo c onst:ituian las haciendas de Villa-
v iejo, Doyma, la Vega, Espinal y l a Chamicera , que desde
la lejano provincia de Neiva basta los ej idos de Santo F e
integraban un sistema destinado al abasto de hta última.
La hacienda de ViUavie ja comenz6 o constituirse en 1631
con una concesi6n d e tres ca ballerías del gobernador de Nei-
va, Francisco Martine-~: de Ospina. E n 1637 el P. Rodrigo Fi-
gueroa ordenó el traslado de 9.000 reses de Villavieja a la.
pot:reros recién adquiridos de C hiJ>alo, a causa de la distan-
cia demasiado grande entre Villavieja y Santa Fe. D esde en-
tonces las sacas de ganado se hicieron tanto de Villavieja
como d e Doyma, en jurisd icción de Ibagué.
Dentro del sistema jugaba un papel importante la hacienda
de El Espinal, con tienas en la n>esa de Juan Díaz, llamadas
E l Hato y la Joya. Asi, consultado sobre la venta de esta
hacienda, el administrador Antonio González escribía en 1771:
·• ... lo útil y pingüe de las tierras de Hato y Joya. que por
solo arrendamientos producen más de 300 ps., ha de ser atr ac-
tivo para la venta de toda la hacienda, a que concurre que en
el Hato hacen mansión las sacas de Doyma y Villavieja, de-
jando allí las reses que por flacas y destroncadas no pueden
seguir su destino ... ". Con estas reses se proveía de raciones
a los esclavos de El Espinal 12•
La hacienda La ChaJDicera , aJ occidente de Santa Fe, era
la pieza clave de t odo el s istema. Como se explicaba en la
última visita practicada a la procura-duría del Colegio Má-
ximo de Santa Fe en octubre de 1766 u, el ganado se llevaba
de las haciendas de Doyma y Apiay para cebar en la Estan-
zuela y Molino de Quevedo. Estando eazono.do se vendía "a
p ié" o se "pesaba en la carnicería". El aumento que procuraban
las crías se consumía en las raciones de los esclavos (la ha-
cienda tenía 11 ) o en el gasto del administrador.
El sistema no se modificó sustancialmente cuando la ha-
cienda hizo parte de los bienes de Temporalidades. En los
años que siguieron a la expatriación se continuaron Jos envíos
de Doyma y Villavieja, con ducidos por un caporal, general-
ment e un esclavo d e confianza. De estos años se conserva la
contabilidad detaUada 1• y por ésta puede deducirse la cuan-
tia primitiva de los negocios. En el segundo año transcurrido
d espués del destierro, por ejemplo, se vendieron 421 ovejas
a 7 reale.¡ cada una, 107 novillos a 10 ps., y se mataron en
la carnicería 109. E n el mismo año se recibieron 236 novi-

12 AHNB. Te1Dp. T . XIX, f. 962 v.


1.3 ANCH. l e•. T. 446, Doc. 10.
14 AliNB. TeiDp. T. XIII. f. 1 oa. T. XIV, f . 479 hacia atr,o.
Jloa de la hacienda de Doyma, de la cual habian salido 307.
71 novillos ae quedaron por el ca.m ino por "cansados y es-
tropeados". En el tercer año se mataron en la carniceria 478
novillos a 9 ps. y 8/4rr. ~ m ismo año se habían remitido
desde Doyma 2 73 novillos, recibiéndose 249 eolamente. Un
poco más tarde se recibieron 302 novillos de 352 q u e ee ha-
b ían r emitido.

PRODUCTO LIQU IDO DE LA CHAMICERA

Año P csoe

1767-1768 5.437/2
1768-1769 2.349/7
1769-1770 4 . 332/6
1770-1771 1.398/ 7
1771-1772 4. 819/6
1772-1773 3.868/4
1773- 1774 4.136/ 6

Tolal 26.343/6

La traba.z ón que ae había establecido entre las diferentes


hacie ndas que integraban el sistema, y que para la A<bnini&-
trac ión de Temporalidades no resultaba fácil romper, queda
demostrada con los obstác ulos que se encontr aron para pro-
ceder a la venta de estas haciendas. Pues si como un todo
constituían u na unidad produc tiva de elevad a rentabiüdad,
en la que se integraban haciendas cimarronas a estancias . d e
cría, separadas no ofrecían las mismas ventajas. Por esta
razón los postores de la Chamicera se comprometieron a re·
éibir ganados de Vi!Javieja (Doyma ya s e había vendido)
y pagarlos según su avalúo, con la condición de que el admi-

lS D e laa euenlas del administrador Juatl d o San M a.rt:in. lbi d .


En una v i s ita praeti(>..Ada e l 31 d e oct ubre d e 1766, s e o bservaba:
""En die z y eiete meses que mediaron d e la vi&itll antecedente hasta
la cilada d e l 31 de octu.b re dio eua h aci endo 14.992 p a. 2% r e alu.
Ganó 6~345 ps . 7 realea y d e jó librea 8.646 ps . 3 reales. Pero esta
cantidad no u r e~ lar eino extraordinaria y exeee.ivo ; y proviene
d o que no habié ndose podido traer en el tieblpo antecedente la
saea de Apiay ~ tse tra,j o de,-pués la que correapondia a dos nños . . . '"
ANCB. Je•. T. 446, Doc. 10.
nistrador de Villavieja les avisa r a con dos m eses de antici-
pación ace rca del número de ganados que enviarla 10

Elaciondtu gana.dera.s Valor J.,l ganado


HacU!nda. Cobcza.s A valtic> %•
Doyu>a (la Grueoa ) 4 .1U $ 10.381 70
ViUa·vieja (6 hatos) 7.007 26.303 68
Tibabuyea 4.759 26.812 89
Hatógtande ( l'amplona ) 401 1.649 79
El Salado 688 . 4.109 64
Z ima.rronaa { Pasto) 3.638 12 . 496 45
l -'onee 1.151 4.624 44
S. Juvler (Pamplona) 135 1.504 43
Chill4nquer ( l:.att·O ) 2. 148 9.625 38

• Pol'ecmtajc roforido •l Talor to&•l do l a hacienda.

El ganado detótinado al abastecimiento d e Bogotá no solo


prove nía de las haciendas del suroeste. Durante el virreinato
de Sebastián de Eslava la Compañia logró el privilegio de
Jos abastos de carne para Santa Fe. Con ese objeto ealian
también de Casanare puntas de ganado de las haciendas de
la Compañía. Según el testimonio de Eugenio de Alvarado
este negocio no era muy ventaj oso y, al parecer, encontró
oposición en Roma. Más tarde, durante el gobierno del virrey
Pizarro, el sistema varió dando oportunidad a todos los ha-
cendados de turnarse semanalmente en el abasto de Santa Fe
y en estos turnos participaron los jesuí tas 17•
Es posible también que la Compañia haya tenido una parti-
cipación aun mayor en este negocio a través de interpuesta
persona . Así permiten indicarlo cuentas arregladas por Tem-
poralidades con Jorge Lozano, marqués de San Jorge, a partir
de octubre de 1767. Este pagó "por cuenta de lo que d ebía"
n VíUavieja, La Chamicera y Firavi toba 9.739 ps entre 1767
y 17 69 esto es, el importe de 1 .000 novillos 18 •

De las haciendas d e la Compañia en los Llanos d e Casanare


también se sacaron mulas y potros a la provincia de Barinae,

16 ABNB. Tierru - C...,.d. T. XVU,, f f. S r. eo.


17 V. CUERVO, o b. elt. 111, p. 133.
18 ANCH. ] es. T. 206, Doc. 15.
aunque esto dejó de hacerse cuando las riberas del Apure
se poblaron con la especie lO.
3. Como se ha visto, las haciendas que cultivaban cereales
combinaban las siembras con diferentes tipos de ganadería.
Este era el caso de siete haciendas del Colegio Máximo do
Quito, 2 del Colegio de Latacunga, 3 de Ambato y casi todas
las del Colegio de Cuenca.
E'n Nueva Granada esta combinación era menos notoria,
excepto, ta 1 vez, en el caso de las haciendas de Tuta, Paipa
y Firavitoba. Era mucho más frecuente mantener ganados
en haciendas de caña, destinadas a proveer raciones para los
esclavos. Esta práctica fue reprobada por D. Agustín de
Landaburu, e l exigente funcionario que practicó una visita
al Ingenio de Huaura, en el Perú: "Otro desorden hay en la
hacienda que contribuye en gran parte a tenerla sin tierra
para sem.b rar, esté es, mantener una porción grande de ga-
nado inútil , como son yeguas y vacas, todas estas comen
en alfalfa.res dentro de la misma hacienda, los que ocupan
una buena parte de ella, y quitan esas tierras para el plantío
de caña"" 20 •
El examen de los inventarios, sin embargo, no permite s e r
tan concluyente como el funcionario español respecto al de·
rroche de tierras en las plantaciones. El mismo había obser-
vado antes, ta.mhién con desaprobción~ que no había "un
palmo de tierra vacia" en e l ingenio.

NUMERO DE GANADOS EN LAS HACIENDAS DE LA COMPARIA EN


EL NUEVO RElNO DE ' GRANADA Y AUDIENCIA DE QUITO

Y acuno Lanar Mul<u

Flravitoba 409 8310 Z61


Paipa 312 54 7
Lencupá 1391 172 162 480 22
Tat• 1233 10800

19 V. CUERVO, ob. eit. IIJ, p. 132.


20 MACERA, ob. eh., p . 120.
NUMERO DE GANADOS EN LAS HACIENDAS DE LA COMPAI'IJA EN EL
NUEVO REJ:NO DE GRANADA Y AUDIENCIA DE QUITO •
c. Yocuno G.IAII4T Mulas G. Co6a:u:o; Am--o. c.,J. Cabra
Chlmi~r •• 691 1920 16 lll
Do)'m.a ••• 14299 14 181 4900 57
ViDavioj• 102$1 82 151 2617 lOO 220
Üpind ••••
Tibabuye.
10
S3S2 2$3
lSI
.S

1149
La Calen 183 14 7
A pi ay 1693 u 360 2
Carlbabe.ro 10606 26 138' 1
Cravo 5946 11 369
Patute 921 42
S . Ju•ier 24 22 180 8
Batos:rande Zl5 85 1
Ca)'mJto 51 1
BoGbasa 6 20
S . Jnier de
la Ve¡:a 1~ S 2 14
El Solado no 9 75 13S
El TrapiU.o 2 52 152
Abajueo
P a bón
390
73
• 39 1

Cuinla.r 226 7 11
Zh:aarf;'ona•
'~ 141 u ISO 1
Cano 626 38 215 1
Buu.buJAuy 593 10 151 1
Merlo 292 1 S6
Súebea 202 1 6
Pune• 813 80 19 22%
C.puU 281 24 203
Bubunaeo 86 su 3 72
Pa.ndiílleo ISO 2
Cb1Ua nqaer 2130
Barra1á1'l G 267 263
Z•halct . . Z45 S7
Sepulturas 220 15 36

TOTALES S9 • .S8 22 . 726 988 13. 681 200 52 S2S

• Fiauran apea•• l•• haeiendaa do la• c-aalu exitten lDventarioa eo el ABNB.


ea el A.l"'""'iCH. en el ACC. &toa Sn•entarloa .e bJde r-on entre 1767 y 11'70. Laa d.·
fra.• pua Tiba buyee y F. A.rriba .oa. •ueho o:tile tardt.a pero ao la:duyeu. a manera
de aproximui6D. Pan Finviloba. Palpa cte. Manu1c. N9 179 de la Bibl. N.t. de
Bocot•. Cilr.. dlfe:r~nto1 para o.ta haeJCDda, en BBA JI p. 575.
•• FJ. ~:úme.ro do saod~ do •••• bacicDda flucta.aba C'JODitmtuamte pu.ctto quo
proudlaa de laa haciend~N do Do,... 7 Vffiavioja y <e:atAban deatlnadOI • li,Da vont·a
m61 o meao1 inmediata ,
• •• Eh 11.na vbila p n etl~da el a .lo anu:rior e.ta hacienda t.eob 13.0-18 re-.ea de
cl"ia, 612 aovlUo1 de -~ , 1 ,1'-3 cab.Uoa, 89 mal~ c:to. ANCB. JOI1lltu T. 4-46
Do~. 10.
•••• So i.nclaycm hadendaa qae, eemo El Elpinal o S. Jrtie:r «1 Pa~p l ona 11•
.on 1•.nadeue peco poteeo el,.&o pnado. ..,. baeyu molodore. o mala• para el
tran.epone.
NmtERO DE CAN .' ~DO S EN LAS liAC.IENDAS DI; LA COMPA:!'IIA EN EL
NUEVO REINO DE GRANADA Y AUDIENCIA DE QUITO

H ade:~do.J G. Y acuno G . l4na.r Muku G . eab. A..•no• CtJrdo. CGbru

Tipa • 268 32762 8 8


Ped.rc¡al 7872. 12587 67 134
lebubii.ID.ba • 198 1126 120 6 181
Plot•g 1673 26!5 113 60 16
C.J' aJilb.o • 374 8899 133 163 2 138
Saotb¡o 165 562 so
lA CaJdora • 655 102 30S 20
Cai'J)aela • 710 2300 330 70
Chillo • 606 1602 117 J12
Taolaaua • 117 668 S60 292
Ca•toe 230 23 9
C>a.rosal • 1461 39 14
CotopilabaJó 384 14459 8 201
&.c¡aWU • 48 6S9
Cuana,-aUo 45 JS99 7
llltlo 15 17 238
Tio bamba 7 3 1 20
ltiaU•i ~12 422 3
La C.lc.rlt.
Tontapi
17
lO
130
276

2
3
4
23

eou•• 34 4300 3
Pita.b 65 189 6 SS
S ala la 10 1581 3 1 74
Zabañas 11 6898 9
Cnu l M:o •os 1 V

Chiqoleha 28 1 4
Pu..ueará 150 1S 1S 3
Ca~myo • 6 14 174 8
Tblco 981 62 302
El Hatillo M 17 184

• Denno del sanado vaeUDo ae J.ncluyea. ••ce• de crt.a , no•llloe y booye•. E t tot
úllimoa aon apenu 151 oo el territorio de la N. C. En la Audiencia de Quito,
en umbio, son m61 abundante.:

T.ipa (panJleyu) !11 Chillo (obnjc) $91


Iclnwamba lb. 198 Tanln•a• (panllava r) 117
Cayombo lb. 252 Conro¡sal ( c•ña)
La Caldeu («fi.a) 100 do arado y molodoro..
Carpoela 'ib. 210 Catamayo ib. 80
NU~lERO DE GANADOS EN LAS IIACI ENDAS D& LA COMPAAIA EN EL
NUEVO R EINO DE GRANADA Y AUDIENCIA DE QUITO •

Haci endM C. Yuu.no C.l.«r1or o'tlula. C . eub. .4.tno.s Cerdfn C.brcu

Cho rla vi
S. Javie r ele.
185
3900
84

4.21
Mnt"h011nsar• • • •J 5 47
R.acar Sl 2· 3
Cuoran 5o•
S . Jav¡er ••
4
71
••
438 260 soo
1 2
6
S. Pedc-o 1184 377 114 450 301 41
Torlapa.U
PoTtot.o
693
283 U4
S 3
2

17
Cu.JlanuJ)It 4% SS 6 l
Canaflgoa •• 340 14483 1S2 99 2 121
Znuqul 243 400 13 16
Car•horo u 581 6 326

TOTALES 2$. 313 111.584 2. 532 8.366 758 1004

• El número IOtd do baoyct lnc Juldo t clo n1ro <l o C. v•cuno para lat hadcudu
do L. Audie.ntl• c.fo Qcaho •• cl o 2 .089.
•• Bueyo• do and•: M ubuaJ• r• 41, S. J a..,ior 6$, C1W1•au... 149.

Excepto e n el coso de Doymn, Curihabare y alg uniUI ha-


ciendas de In Audiencia de Quito que combinaban la explo-
tación ganadora u g ran osculo con el cultivo do In cailA, en
otros plantaciones apenas se obsct·vo lo presencio de m ulos
y unos p ocos cabezas de ganado. El rendimiento de estas
haciendas, sin embargo, solo puede i oCerirac a través del nú·
mc..-o de sus esclavos. A través do los inventarios apenas 8:\·
hemos que "El Espina l" tenía en el momento de la expulsión
1.533 botijos do caña "aguordientera" y que pjtu]u tenia eem·
hradns 70 cuadras d e cailo, Pu.nsará 19 y 1'ontap i 17. Otras
cii:ra s pnrecen insigniíicnntC$ :t.

21 En el moJXlc.nto do la cxpubi ón ec cmeonnaron en todas ba hca-


cic.n.das du la provinc ia d o Quito G.OOO fnocgttdtas d ~ trl:so, 4.000
de muiz. 3.500 do c:ñh!\do y 2.600 arrobnt9 do ln.na.
IX
LOS PRODUCTOS Y
EL MERCADO

1 . Con la información de que se dispone apenas es posible


hacerse a una idea fragmentaria sobre la cuantía de loa pro-
ductos de 1113 haciendas de la Compañía. En el momento de
la expulsión se ordenó que, junto con los inventarios, se hi-
ciera un promedio d el producto de laa haciendas en l os eincG
últimos años. Han p od ido hallarse algunos promedios, la
constancia de vis itas practicadas un poco antes de la expul·
s ión, unos pocos libros d e contabilidad y los informes ren-
didos por Jos administradores, posteriormente a la expulsión.
En la mucstra que >~e incluye figuran haciendas que pro-
ducían ganado, ca.ñ a, o algunos cultivos. La más productiva,
Cayambe, combinaba la cría do ganado mayor, la elabora·
c ión de lanas, la producción de harinas (poseía dos molinos),
con el cultivo de cebada, papas y habas. Como se ha visto,
las haciendas ganaderas poseían algunas suertes de cultivos,
generalmente trigo y cebada, a veces papas, habas y arveja.
Las haciendas dedicadas a l cultivo do caña, por el contrario,
solo poseían algún ganado, debido a la complejidad de las
tareas, En estas últ.imas y en las haciendas que producían
harinas había suficientes mulas, destinadas al transporte de
los géneros. Asi, P edregal poseía 67 mulas, Pintag 113, Ca·
yambe 120, Santiago 50, Carpuela 70 e lehubamba 120, e.~ta
última recua d estinada ". . . a hacer viajes a Guaranda" ~.
Algunas haciendas ioduían un obraje (en Quito) o su
producción estaba destinada a él. Estll3 eran Chillo, del Co-
legio Máximo, Gualcanga e Hipolongo, Guaslón (Ambato),

1 ANCB. Jes. T. 246, f. 286.


La Calera, Collas, Tiobamba (Latacunga), Zaruquí (misio-
nes) . Ad emás, las haciendas del obraje de San Ddefonso, que
incluían un trapiche. Todas estas haciendas poseían 60.000
ovejas que producían anualmente 3.500 arrobas de laoa "·

INGRESOS DE ALGUNAS HACIENDAS DE LA COMPAJ'IlA EN EL NUEVO


REINO DE CRANADA Y QUITO

Ch• rn_icera • X d o 1 afio $ m. $ 10.584 4.476 6 .018


Doyma 2.208 1. 296 9U
V esa %.394 718 1.676
Fie-rro 480 312 168
1.185 215 970
2"
Apio ~
Caribab:..ro • • X d e 1 a ño 7 9.192 8 .898

}
nt .
Bato• y ycsüera de
Labatoca • ••
Vc5• de CarrUJo 4.666/ 4 811/2 3.849/2
El Tn,pJt'ho
)(olino y Tejat"

}
Abttjueo •••
G uinta.r X de 5 11fi0t 41/2 8~2 / 6
PabcSn
E l Tuju 2. 414/ 6 975/2 1.439/ 4
T e jar y Calera ero
Tiertabom~ • •• • •
Haeienaa la Ceiba
T ej a re• A.leivia y X de JS año • 8.2S3
Preeeptor
N . S . Je h C o n ceJlc.iÓn
N. S . de loa Oolo na
B a rra(liÍD • • • • • •
Sc pnltu.raa
2avalatu•
}x ~- 5 años
264/7
1.306
976/2
202/7
U2/2
189/ 6
6'¡
4<13/ 6
786/4
• Par~ eua• haeiendat d el Coloato Má"imo Je Santa . ... ae tom.ó un extracto
de libro• y :papole. do la proeurnduria do ProYincla. (ANCII. J~.-alt .. T . 446
Doc. 10). Se tuta do una Yhit• pra.cd t<.ada en 1766. El documento obt.crva q11c
el producto do La Chamicera en 17 mues " •. , no e-a rogu.l.a.r eioo c.xLr aordiDario
1 f!Xcellivo ••• "". debido a aa cae ~t:raonliu do Apiuy. CoDlptÍroac ett.a c:.a•
lidad c:OD las que produjo deapué.a del 6Xtrl.úa mlento.
•• Pro.modio anaal del Japao comprendido ont.r·e di.e . 1765 y Julio do 1767.
Ea.tre 1011 us.atto... do CitO pecio do M oontaban S 6. 000 re.mitldos • Jos PP.
por-lupeu .a petO •qul no eo eomputaroo. (AHNB. TC1Dpor. T . V f. 109•).
•• • Promedio anaal do loa dneo año• anterio""' al oxtraDamiO'IIIo. V . o] Apóo·
d l ee NO 19 del T. 11 de la llürorla Bc . ~i6áco y Ciuil d o lo Nuor;tt Gronncla do
J . M. GROOT. Be.ot6. l956.
•••• Promedio anllal de los dnco úldmot año•. (AllNB. Tetnp. T. ( ff. SU q).
••••• Ptomcdlo do Jos 15 6blmos años. (ANCB. Je.uha~ T • .207 Doc. 10).
•••••• De acotlo de li58 • 1763. (ACC. Sis. 4655).

2 V. CAPPA, ob. cit. VI, p. 341.


INGRESOS DE ALGUNAS HACIENDAS DE LA COMPMIIA EN EL NUEVO
REINO DE GRANADA Y QUITO

H•cúndcu Tiempo Produdo Brrdo ccauo. lnsr._ .[.(q&dcl'o

Tisua • 6 muee $ 3.256/1 1.618/5 1.6~/4


Pcdro¡al 4 .526/7 1. 107/S 3 . 419/2
Pin'-s 3.6$2/ 'h 1.3~/% 2 . 336
lebttbamba 896/2 S91/2'Ao 504/7'Ao
Chillo 133/5 SIJl/2 -386/S
El Obnjo 4.046/ 3 % 5 . 035/5 ~89/1%
El Tejar 117/6% l41/S 30/1%
Loa MoUDoa 16% 11/5'1.. 90/2\i
Ta.n1asua 1.319/6 485/% 894/Sii
Gua toa 309 252/1 56/l
NiCbU 112/1 % 142/1% - 30
Conrogd 1.116/5 1.013/ 6\i 102/6%
C•y:.mb o 4 . 465/7 1.088/ 'h 3.417/ 6%
S ::mtiaso 1 . 852/S 11 1.175/S
Ca.rpucta 2>. 396/S 768/% 1.628/4%
La Caldera 1.023/7 231/ 5 '/.o 192/1\i

l\1itl.floraa (mo.
Uno - c-t~lo ra y
hlltán) •• 1 uóo
Cbiquie:ha 8.223/3 6.957/ 6 1.266/1
Sablliía@;
Gu.alcausa
Gua•Lla
Pit·ula 1 .919/1

S. Javicl' •• • Y do S añoa 861/ 4


S, Pcd.ro 1.681
GuUuuun• 95
1."ortapaU 389
Mucha o gara 37/5
Raear 1/6
Caudr• y m.oUnos 89/1

• Pua e.atu bac.leod.. del Colegio M'slmo d e Quito eo tomaron los d atos do
lUlQ vi4ita practicada en dlc.icmbre de 1759. (ANCB. J e auítaa T, 246 ff. 281 • •.) .

•• SePA una vitho de 15 do covicmbro de 1766 4


(A.NCH. Jcau.ítu T. 236 F.
106) .

••• Sorio viaitas al Colepo a~ Cuenea en 1764 J 1766. (ANCB. Jet . T. 238 f .
DETALLE DE LOS INGRESOS DE TRF..S HACIENDAS DEL COLEGIO
DE ANTIOQUIA
Se udmaro1a- cojuntanc•ntc. Abejuco, Gul.ucr y Po66n por •• condtriUdod.
D• SO d<e crao.seo de 1762 • SO de 060#o el• 1767•

1 - Produet041 del G. ·JI'acuno 11 - P roductos de Z. Sallnb


1762- 1763
64 ' 254./2
182/2
16~ 163
M • 175
1211'
65 150 6S U8/7
66 246/6 66 140/4
67 285 67 131
• 1.068/7 726/7


IU - Maree• lJI' - Plátano.s
1762-1763
64 • 190/4
316
1762.-1763
64
75
105
65 248 65 121
66 228 66 86
67 351 67 83
1.333/4. 470


JI' - Miot y oaicar Quuo•

lJI' -
1762-1763 14/S 1162-1763 14
64 22/4 64 18/2
65 6/3 65 10/2
66 15 66 10/6
67 10/6 67 17/3
69/2 70/5
P lll - Cacao

Pll - Frijol.•
1762.-1763 30 1762.-1763 12/4
64 18 64 40/3
65 42 65 12/6
66 15 66 3/6
67 3! 67 174
138 243/3
IX - X - CordQ.J y

A.ro~ Jn.Qnto-co
1162-1763 3 1762-1763 2)
64 2 64 28/1
65 38 65 34
66 1/4 66 26
67 1) 67 23
5S/4 133/1

"""·
• •
XI- Sobo, e>e.la•, Jo6ó.. XII - Leg"'n-hru, ltu~Jvo
1 762.-1763 Z/4 1762- 1763 8/Z
64 s¡s 64 S
65 4/4 65 12/2
66 S/4 66 a
67 6/1 67
24/2 21/4

• AHNB. Tempor. T. I rr. su ...


DETALLE DE LOS INGRESOS DE TRES IIACIENDAS DEL COLEGIO
DE ANTIOQtrJA

X 11r - Produd-0,. .~ 1/Jlder• GASTOS


1762-1763
64 • IS
2:l
1762-1763
64
65
• 19/1
35/2
57/2
65
66 30 66 68/f.
67 67 :l6/l

67 206/2
Retumen&
Jncre60• broto•: • •• .,/7
-e..... 206/2
Prodaeto liquido 6 . 218/5

Rl T•Jor: 11 - Miol y . .a cor

• •
1 - Tola ,. lodriUo
1762-1763 1762/1163 S./6

"65
66
872/3
262/6
666
64
65
66
15/6
28
26
67 360 67 25/S

1.960/7 145/7

111 - Horno. do col GASTOS


154 f•n . • t Z 308 1762- 1163
64 • 115/1
154/6
65 284/4
66 226/5
61 192/4

975/2

R••umél:tt a
fuaroao11 bru•ou :.414/6
G••to• 975/2

Produtto Uquldo 1.659/4


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Gdfico No. 3
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00

GJ:1Wco No. 6
HACIENDAS PRODUCTORAS DE CACAO •

PAMPLONA
El Tropi clae

Nú.mero de .lf.rbolea valor


Tablooea : in.v cm turio de 1767 Avalúo e,. 1770 1770
f.ll'l

L .. Aoimaa 1 . 88$ •i_n valor


S . ReAi• 1.189 a 1 r 1/1 alD valor • •
S. Te:rc.. 565 a 1 r
La• Mhti_ro• 1. 550 • 1 r 1/ 2 • lo
S. Andréa 4 . 118 a 4 rr 4.118 a 4 rr 2.05?
S. Jo•é %.630 a " rr %.030 a 1 r 1/2 no
~ SUencl& 2.663 a 4 rr 2.000 a 4 rr 1.000
S. )u.a.n 2 .240 a 4 rr 2.23S a -' rr 1.117/C
S. Pedro 3.0$5 a 4 n 2.600 a 4 rr 1.300
El S ilencio 931 a 2 rr ~a v alor
El Pedre¡al 1.218 a. 2- r r
Las Animh.e.t 482 • 2 rr
San .. . 912 a 2 rr IÚD
S. Eatanhlao 272 a 1 r ooiu
S, Aua 2.584 a 4 rr 2.546 a 4 rr 1.%73
197 a 1 r 97 12/ 1
1. 146 a 4 rr l.U6• a 4 rr 573
oúo
S. F a blo d . .UO a 4 rr 4.203 • 4 1'1' 2.101/4
S. Antonio 1.181 • 4 " 1. 190 • 4 1'1' 595
S. CaAiano 620 a 2 r r •In
S . l snado 2.407 a 2> rr 1/2 2.281 a 3 rr 355/1
S. Biirb...ta 2 .268 a 2 rr 1/% 2.418 a S r r 906/6
El CelbAI 500a2rr 800 • 1 1'11:' 100

40.373 14.940/1 2·7. 264 n .6U/3

S. Jovier d• lo Yep
Tablonea:
Cornón de lc•ú. 4 .120 a 4 rl'
120 a 1 r 2.075/4
S . Joaé 2.002 a 4 rr ~ 51 1.607/'
S. Pabl.o 6 . 188 • 4 rr + 96 3. 112
S . I1oaeJo 4.]64 • " 1'1' + 46 2 .087/6
L. Honda 907 • 4 rr
169 11 ) r
1. 002 o l r 1/2 660
r..... Anl.n:ll .. 2.56& a 4 rr 1.282
S. Teresa 1.658 a l r 1/2 310/ 7

• Fuen1e.: ARNB. Temp. T. X ff. 488v &e.. y ff. 744 •&·


•• ~o .e avaloaron por viejos, So dietincuían 6.rbok~ bueno• a 4 rr . • ca no
horqu et ero~ e l que prhaelp Jaba a prodnci.r fruto • 2 rr 1/2, hbole• pttloteodo•
o m edio &ecos., onll'o 1 r 1/2 y 2 re l /2 y útbolea cbleo a: re.em.bradot a 2 rr 1 /2.
HAC IENDAS PRODUC'l'ORAS DE CACAO

A uul tlo 41,. J 770 V olor


T ahlonc• :
Conuco do JaU'n 364 a 4 rr 182
Vlt'~ n do Oolor c• 603 a3rr 226/ l
S. E•tunlalao J .S06 a •l n 653
El .reA t~al 2 . 230 a 2 rr 1/2 705/5
S. Atuonlo 136 • :l n 1/ 2 230
S. JGvler 7 1& " l r l /2 134/S
R(o 1.600 • : rr 400
Pantano 929. 1 r 116/1
·w,rth'fM 1 . 2, • • l r 151/S

T otaJoe 3!.59' U . 334/6

).[ERJDA •

..
Lo CelbG .C &.~old •n 1772 v.zo,.


tab lo n e-u
S. J o..O 2 . 8U o 2 703
L. Sequl• J.:n• 318/ 4
S. J o eD N. 3.230 8071"
El Cono 2-.1$6 • 1 r l / 2 "0<&/ 2
S. V lc:e.nt• 1 . SSS 253/S
La Trhlldad 3.600 u .l r •so
S. JulJ6n
S. Rcsl•
2.9-40 o S
4 . 0 56
•• 1.10"/6
1. 521
L a• Anl••• 3 .775 . ! rr 94.3/6
S. Rcsh 1.200 • rr
' 450

6 .955/S
L a Sobon o 5.000 a 2 r r },. 250
CUAYAQUll. Avalúo do 1 767
n ... ,,. de C ldlltUOntO •• 8 .000
S . l ouiltr • 1;1 l'•lnwr 18.000 quo dan f.rulo
3. 000 do 2 a ño•
S. P r:dro 2$.000

• A.:toquo e•to c.oloelo port:eneda • t. proylnela do S•••• Fe. la •el·


m lnlnnd6n d~ . ,.. tempor alldad e t conl6 a carao d o b Junta Provlndal
cl o Car ae-•.
La Cotba poMia ISO Clll·cl••o• (68 h ombre • y 82 m u jor o• ) avaldaclo • eo
25 . ) " P•· T oda Ja hat'le-nda •• a va 1u6 C!ft 33 . 296/ 1. L. Sabana po.ela $5
oklavo• (%2, l1.• 20 mujoru y J S párvulo•) a v ..luado a en 9.S9S pa. T rn'•
3 plata nale• ~on JS.399 mac••· avalaad oa en ),!>24 p•.
ANCB . Jo•. T . 206
l . lOv u.
•• Qae 10 b .Uab a '" ••. • oDIUOM y ea• l »•rdlda'" en el • o•eu•o de la
ocop.ae-l6n . ANCB. J o•. T. 237 Doc:. 2 ff. 44r ••·
Para una sola hacienda, la de Llanogrande, del Colegio de
Popayán, se posee n datos más completos 8 • Esta hacienda
babia aido adquirida en 1651. En 1735 poseía de 14 a 15.000
res.,., 50 bueyes, 500 caballos, 2.500 yeguas, 80 mulas, 21
muletos y 88 esclavos. En 1746 consta que tenía 12.401 reses,
1901 yeguas, 281 caballos y 103 mulas. A pesar de la importan-
cia del hato, la cuantía de los negoc ios de un trapiche que poseía
era mucho mayor: para ese año se contaban en la hacienda 108
esclavos.

El radio de los negocios de la hacienda era bastante ex-


tenso. En 1728 se sacaron para Quito 1.533 novillos (por valor
de 6.132 ps.). En esta ocasión se pagaron 789 ps. en jornales
y manutención d e los vaqueros y 420 ps. en fletes de mulas
par a conducir el ganado hasta Quito. También se enviaban
rec uas a Popayán y se proporcionaba ganado a la hacienda
de Japío.

Me~:cd a las con stancias de visitas practicadas d esde 1730


y que aparecen en los libros d e gastos de la hacienda. ha
podido reconstruirse a grandes rasgos una curva del productG
líquido de la hacienda en 20 años. Las ganancias brutas fluc-
tuaban entre 6.000 y 12.000 ps. anuales y lo ganancia líqu ida
equivalía (en promedio) a un 72% de catas cifras. Este in·
greso neto tan elevado, que se explica solo en virtud de la
autarquía del s istema, permitía un aporte muy grande de la
hacienda a las finanzas del Colegio. Entre julio de 1749 y
octubre de 1743, por ejemplo, se enviaron 20.455 p s. en di-
n ero y e n géneros . El producto bruto había sido d e 40.200
ps. en ese lapso.

P.arte de la producción de las haciendas se d estinaba efec-


tivamente al consumo interno d e los colegi os. Una parte re-
presentaba también pagos en especie. Según la decla~ión
rendida por uno de los rnayordomos, P edro Jácome, de las
haciendas de Gualcanga y Sabañag -de la residencia de
Ambat<>- de estas dos haciendas se remitieron a la residen ·
cia en nueve m eses (noviembre de 1766 a agosto de 1 767)
150 cabezas de ovejas. En los nueve meses gastó 56 e n su
propio consumo, a cuenta de su s a lario, 245 se dieron a los

3 ACC. oía. 41-39.


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C>

Gráfoice No. 7
medioa de ambas haciendas y a los de Guaalán co~ " soco-
~ros", 41 al cura del pueblo de Hilapo, encargado de cobrar
los tributos a los indios, 6 para pagar alquileres de bueyes
en beneficio de la hacienda y algnnas otras para el pago de
servicios m enores.

Una parte considerable d el ganado se destinaba a la ali-


mentación de los e&clavos: de las 12.000 cabezas de ganado
vacuno que poseían las haciendas del Colegio Máximo de
Quito, se sacaban 500 para el consumo de los esclavos de los
trapiches.

2. El giro normal de los negocios de la empresa jesuítica


-tal como se ha definido este concepto- no era, evidente-
m ente, el come1·cio. Sin embargo las procuradul"ias d e los
colegios disponían siempre de un volumen eventual d e m er-
cancías. El azúcar, el ganado, la vid o los cereales debían
d esembocar forzosamen te en un mercado. Por otro lado, el
p r oducto de algunos o braj es que la Compañia expl otaba en
sus haciendas, en territorios de la Audiencia de Quito. Final-
lllente, las me.rcancías con que abastecía las hac iendas 4 , el
colegio mismo o que servian como punto de contacto con las
misiones..

De la venta de product os procedentes de haciendas se p osee


una pequeñ a muestra del Colegio de Antioquia (v. p. 10 y ss.) .
En ella es evidente la va.riedad de los productos aunque su vo-
lumen debía cubril- apenas un 1·adio de operaciones comerciales
muy reducido. El comercio de productos como la caña, el ga-
nado o los paños alcanzaba esferas mucho más amplias r..

¿ Cómo se anudaban estas r elac ion ~s con comerciantes o


compradores, r esiden tes a veces en otra ciudad? La eitua·
ción estratégica d e los Colegios de la Compañia eervia a este

4 Normalmente debían acr provistas d e hie rro , bronce, cobre.


eUJoe de montlr~ cte. Alguna& bacic ndoa ten.inn frugua y carpintería.

5 En Villa d e lb:.rra, por e jemplo, ae inve ntarió un libro de


rcOlieionee do azúc:are!J • Qujto y d o Teeibos de eu producto. E n las
bod egl~J del Cole gío d e Guayaquil ee e n c o ntra ron 22 f a-rdos de paño.
prooedeoteo d el obraje del Colesio de Son Luio, en Quito (S. lJ.
d e l o neo) y de&tinadoe a sallr fuera d e l t e rritorio d e la Aud-l enci".
objeto de una manera eemejante a las filiales de una gran
empresa. Por eso era posible encontrar en la procuraduria
de un colegio asuntos relativos a otro, generalmente pagaréa
o instrumentos en que constaba u.na obligación del comer·
ciante que residía en la ciudad del colegio que ee había en·
cargado del cobro. A veces las distanc ias eran comiderables.
En Cuenca, por ejemplo, se encontraron en el momento de
la expulsión dos obligaciones, una del difunto D. José Errana
y Barrena, por la cantidad de 1.205 pe. a favor del Colegio
Máximo de Lima, y la otra de Juan Bautista Regalado, de
100 ps., a favor del Colegio d e lo. Compañío. en Cartagcna 8 •

Un Colegio podía tambié n d istribuir loe productos d e otro.


Así, e n la procuraduría del Colegio d e Cuenca se encontró
también una cuenta fo rmada entre e l procu rador de este Co·
lcgio y el de Ambato, en la que figuraban cargos y deeca.rgos
de pañoa vendidos en Ambato por d comerciante Juan Carplo.

Pero por lo general las relaciones con come.rciantes aol.í an


ser much o más inmediatas. Cada colegio poseía ~a i eiem-
prc en el cuerpo do saa mismo recinto, muy cerca de la plaza
mayor- una cantidad de tiendos que arrendaba a comercian-
t ea, a Jos cuales podía confiarse la venta de l os productoa
d e las haciendas. En C u en ca el Colegio poseía treinta de estas
tiendas " . . . que ocupan por arrendamiento mercaderes y ofi-
ciales, y los dos de ollas des tinadas a l servicio del Colegio,
la una para vender el carbón d e las haciendae., y la otra para
loa frutos de cUas". El m.ismo esquema ee repetía para loa
restantes colegios 6b.
Como se ha visto, loe productos podían eervir a&im.ismo,
dentro del marco generalizado d e una economia natural, o

6 ANCH. Jea. T. 246. Doe. 36.


6b Por eoncepto de llbl'anzmJ., vet•lu de Gaú ca.r, deudos de ten...
d e roa y d e eomercJa.ntc•. Pl&ad ~ra e n dinero ')' e n eepec:ie , eJ Co--
legio Máxlmo de Quito polilcÍII W1 activo superior a 16.675 ¡u•. (ol
doeumento eetá i:Dcomple ao) . Alsunoa d o la• partid. . mayorca:
16 de ene.ro, 1761 . Dr. D. Antonio dca la Sal•, por eom-
¡;ra d o aaua.rdicnte d e c abo . . ... .......... . . ... . .... . 503/1
2 de junio de 1762. Dr . .D. Lula de Androde, con plo-
de aeia meses ........................................ . 4SC..
8 do febrero, 1764. D. Juun de Salio, vcclou de Cblmbo
- e l plaliO c umpli6 el 8 de febr e r o, 1765 .•. .. ...... ... 1.120
casi, para efectuar pagos de la más dive1·ea índole: aalarios,
préstamos de bueyes, diezmos, etc. A sí, para la hacienda d e
Cotopilahaló, del C olegio de Latacunga, se obtuvo un trato
con el diezm ero del pueblo de Ta6icuchl: se le pagarían
500 p s. por el diezmo de dos años en b ayetas blancas, a d os
reales cada una 7 • y algu nas combinaciones sorprenden tes: en
Cuenca se enconh·aron cuatro paños azules de la t ierra que
el Colegio había colocado en las tiendas de los comerciantes
Est eban Sojos, N icolás Cobos y Marcos Vezqnez par a su
venta. Como esta no se verificara, el t·ecto-r o rdenó entregar-
Jos a l Corregidor de Azoguez para que los utilizara en sus
urepartimientos, y con su produc to se pagara los tributos
que d ebían los indios de las haciendas 8 •

Es posible que se h ayan dado transacciones propiamente


comerciales a través de inter puesta persona. O que el colegio
hiciera v enir d e España gén eros d estinados a su con sumo o
a la venta en territorios de misiones . E n la h acienda de Ca·
ribabare, por ejemplo, se invent ariaron géneros de Barcelo-
na ( angaripola ), erca d e L eón , de Ruán, piezas d e Bretaña,
encaje del P ui, al lado de mantas del Socorro, lienzos dE
Vélez y Morcote, frazadas de Tunja e hilo de la tierra 9 •

3. En la h ase de esta amplia participación en el m ercado


colonial, fuera en el marco r estringido de los abastos a las
áreas o pob!ac·i one8 m _á s cercanas, fuera e n proyecciones
m ucho m ás audaces, est á el hecho m ismo de l a diversidad

18 de m ayo~ 1763. D. Joa qu ín Imagero ac obliga n paaar


en L ima, a loe tres n1cee3 de su lle@:oda .. ..... .... . . . . 740
13 de noviem b re. 1765. Jutl.n Carvajal , d el tie-mpo en que
ftae t en der-o de la cas1' . ... ... .... .. .. • .. ....... . .... . . 913
1 d e m ayo, 1767. S uj etos que d ebian aJ anterior d e l pro-
ducto de ozúearee y t·aapadur a e . ...... ... .... .. .. .... . 501/ 2
El Colcsio de Lata cunga poAei.a. por est e mbmoe concepto. u n
a ctivo d e 4 .129/6 p o.
7 ANCB . ]e$. T. 231, Doc. l .
8 E eta i o etituclón d el t-e p nrtlmionto, por l a c ual l oa eol'regic!oree
podian e jereer Ull comercio arbJtrario con l o a indios t ri but.o.doa y
hacerles con eQm ir cualquier articulo, aun s i no Jo n a ceeitoban, ~st.á
descrita con loe col ores m As n egr-os en l ne Noticia• Secretas, d e
Juan y Ulloa.
9 ABNB. Temp. T. V, ff. 678 u.
de combinacion es e n que se e j er cía la emp.re&n jesuítica en
cuanto a la explotación de s us tierras.
En cierto modo exis tía un acondicionam iento previo de
posibilidades, particulannente en cuanto al acceso a los mer·
cados, que la Compañía podía aprovechar al máximo. En otras
ocasiones ella pudo tomar la iniciati va para procu r ar este
acceso, g r acios a la si~acón fronteriza de las misiones.
D entro del sistema colonial la importa n ci a de lo provincia
de Tunja, p or ejemplo, d ebía ser excepcional. Poseía el ele-
men to p1·imordial de esta econ omía: mono de obra y e u dis-
pon ibilidad medion te el sistema do encomiendas. La comer ·
cialización de s us productos, particularmente harinaa, depen·
dío, sin embargo, d e una sola v ía, el camino de H o nda. Esto
colocaba a la provincia ente ra en desventaja frent e a los
productores de Santa Fe. P o r esta razón se ideó el camino
del Cararc, que venía a favorecer i gualmente a la provi.ncía
cíe Vélez. Se llegó a forma r una compa ñía d e empresarios
que mcdinn to capitulac iones se comprometieron a abrir el
camino y se lea con cedió el privilegio de loa abastos de Cor·
tagena, con l o cual so pensaba mitigar un p oco loa prctcxtoe
al contrabando q u e 11e practicnb a, valiéndose do l oa "asien-
t os" otorgados para procurarse h arinas ex.tranjeru. E l pro-
yecto no tuvo suerte y ee d ieron quiebras entre los capit ulan·
t es que no podinn encontrar arrieros pa r o la conducción,
debido a lo mortifero d el clima •.
Los jesuitas, p or una vez, pudieron intentar el acceso de
las harinas d e s us propias h aciendas (Tuta, Paipa y Fi.ravi-
toba) al Orinoco. Con m otivo de la expedición organizada
en 1756 para arreglar cuestio nes de límites con el Imperio
d e P ortugal , el cor onel Eugenio do Alvarado 1 0 contra tó con
el procurador del colegio y noviciado de Tunja, P . Matías
de Liñán , el aprovisiona miento de harinas. Las harinas se
conduj eron h asta el río Meta, por un precio estipulado de

9 V . PEDRO FERMIN DE VARGAS. P e n~mic<o pqlítico• y


~n e moric •obre l a pObltu:l6n d e l N u evo RJ!lno d e Granada. Boaotá.
1944. p. 2 1. T antb ién R cL:acione• de l oa vlrrcyu, cit. p p. 10 , 9 8 y 130..
JO En 1766 AlvPrado r iod.i 6 un in.( o rme con fld c nc:Jal • lo. corona
e.rpa.i ioJa que calaba intere•ad.u e a 11abe·r ai l os j eau.ít:lls b abriao
i ntervenido d e parto de l oe portugucee1 en leas reaionee limítrofe•,
donde e .at.a baa ubi.eado.e mitione-e jeauit••·
20 reales la arroba u. Mu cho m~ tarde, en 1783, se propuso
sacar harinas de la misma región d e Tundama por la cordi-
llera, hasta Pisba o Labranz<1grande y de a1lí basta el puerto
de Macuco, s obre el rio Meta. Las harinas irian, p or el Ori·
noco, hasta Caracae, C u mnná y la provincia de Guayana, un
camino que también empleaban los j csuJtas para obt eneT :mer-
cancías con desti no n las misiones12•

11 V. CUERVO, ob. ei&. UI, p. 433 te.


12 Ibid, p. 58 ae.
X
DESTINO DE LOS BIENES
DE LA COMPAÑIA

Por una Real Cédula du 27 de marzo do 1769 ee organizó


el sistema de administración do TemporolidRdes secuestradas
a la Compañía de Jesús y &e establecieron juntas provinciales
y municipal<..-s que atenderían a la venta do tales bienes.
Esta providencia se dictó teniendo en cuenta la experiencia
de poco más de un año y por eso exprcenba temores de que
los bienes se deterioraran, ". . . p11rlicularmente los obrajes
de p años, trapiches e ingenios d e azúcar, chlicaras y hacien-
das de campo, estancias, ranch erías y hatos d e ganado, fiadas
a n1Uiatos y negros que sol o pueden trobajar fielmente a la
vista de sus dueños • .. ". Ya se hablan recibido noticias en
este sent ido, pues el control de todos los bienes por parte de
la administración ré8ultaba impos ible. Parece haber sido par-
ticularmente dificil guardar l os ganados, conservor la disci-
plina entre los esclavos o mantene r el ritmo de producción
en los obrajes y las haciendas, una vez r otos los vJnculos co-
merciales indispensables. Puede t'IÍirmano que, en lineas ge-
nerales, la nueva ad.m inistracióo fue un ttaCASo. Aunque no
s~ esperaba algo diferente. Por eso se dispuso lo más pronto
posible la venta de los bienes, procurando crear los condicio-
nes más !ovo.-ablcs p:~ra su liquídaci6n inmediata.
Se autoTizaba, por ejempl o, dividir las haciendas cuando
fueron d emu11i11do c uantiosas. medidu que e(cctiv:amcntc se
tomó en Nueva G.-unadn con Doyma, Villavicja y, por una
penuria excesiva d e capitales, con algunas hncicmlos del Co-
legio d e Pasto. Por Cédula de 8 de noviemb.-c de 1769 se ue-
guraba a los compradores de h ucionda.s o Unca s que podían
h acer posturas sin recelo, prom cti6ndoeeles que no sobreven-
dr-ía ningún p leito cuan do los remates se efectuaran atenién-
dose a los requisitos p revistos en las reales órdenes. Se con·
cedió también la p osibilidad de adqui r ir el dominio d e alguna
hacienda como pago por compensación de cargas que debiera
satis facer la Real Hacienda, ""J)ecia lmente en América.
En 1783 se determinó que aquellos bienes que n o había n
podi do ser vendidos se arrendaran a particulares por el t iem·
po más limitado pos ible, pues la experiencia había d emo&-
t rad o ". • . cuún gravosas son las adm inistraciones d e las
.
g&os. ..
hacien das ralees que correspon den a dichos casos y cole-
.. .
P e ro si bien se ofrec ían íacilid odes a los p articulores p ara
adquirir loa b ienes de la ext inguida Compañía, con t odo se
proh ibía expresamente su venta a eclesiásti cos. Se buscaba
que las h ac iendas pag a r an los diezmos " . . . de que los regu ·
lares expulso& s e h a bían su straído con p rivilegios abusivos,
concordias clan destinas y arbitrios buscados . .. " y que los
seglar es pusier an en circulac ión bienes que se sup onían e n
depósito, ". . . o s in destino útil al Esta do". Esta excepc ión
se e2grimió en contra del Colegio Seminario d e San Bartol o-
mé, q ue hizo postur a a L a Chamicera p ara obtener el pago
de c r éditos contt·a los colegios de Mompós, P ::nnplon.a y Car·
tagena.
Existía, pues, un inter és evi d ent e de la corona en d esp ren-
derse Jo mús r ápidamente posible d e los bienes para lo cual,
sin duda, t enía quo oñécer m á rgenes m u y a mpl ios de c r édito.
Loa capitale& disponibles n o p odían en ni<>gún coso desem-
bar a ur rúpidumcnle a lo administración d e cata pesa<l a car ga.
Por esto se adoptó muchas veces el criterio de a ceptar pos-
t ura s cuan do n o &e presentaba o tra m e jor, aun cuan d o {uera
por d ebajo de los avalúos.
L as venta& debieron hacerse muy lentamente. D e u n in forme
rendido en 1772 se concluye que bosta sept iombr e d e ese
año habían in gresado o la Caja de T emporalidades 118.590
ps. 6 rs. por concepto de ventas de haciendas y q u e por l as
mismas se reconocian a censo 136.488 p s., es decir, el
53.5% d el valor de las ventas • Todavla en 1797 se d ebían
1

1 ANCH. 1 <~· T . 206. D oe. 15 y 16.


a Temporalidades, por concepto de ce~ de las haciendas
vendidas, 243.944 ps. 3 r. y 11.042 por inters~.

Las condiciones en que se verificaron los :remates son co-


nocidas aJ?Cnas parcialmente. Para la Nueva Granada no ha
&ido posible determinar porcentajes generales r e.~ pecto a la
parte de crédito concedida a través de censos o la propor-
8

ción de loa valores de las ventas con respecto a loa valores


de loa avalúos 4 _
Dadas las condiciones en que se verificaron los remates,
y teniendo en cuenta aquellos casos que se conocen, puede
afirmarse, sin embargo, que la operación total se financió
en su mayor parte a través de créditos garantizados por cen-
sos redimibles. Como el censo recaía sobro el bien mismo, las
fianzas otorgadas no venían a gravar en forma demasiado
onerosa a los que las otorgaban y cualquiera que tuviera las
relaciones convenientes podia hacerse a uno de los bienes de
las Temporalidades.
Aún más, el criterio del fiscal Moreno y Eecandón -de
acuerdo con instrucciones del conde de Aranda- era el de
que las haciendas se vendieran de todos modos a crédito
censual. Este expediente evitaba tener que volver a colocar
los capitales, muchas veces sobre fincas ya sobrecargadas de
censos. Por eso, al rematar La Chamicera, por ejemplo, se
impuso la puja del comerciante Miguel de Rivas, que ofrecía
41.000 pesos, todos a reconocer a censo, sobre la del español
Jaime Navarro, quien ofrecía 35.000 ps. , de los cuales pa-
garía 16.0QO ps. al contado. Naturalmente los fiadores de
Rivas eran criollos acaudalados, propietarios de minas en
Cartago, como su propio hermano Tomás de Rivaa e Ignacio
de Rcntería, o hacendados de la Sabana, como Luis Tovar y
Buendía, propiebU>io de "El Salitre" y "Siecha".

% AHNB. Temp. T. XXW, f. 767.


3 En .,¡ Perú se pasó de "olltado apcn.. el :U.9% de] preelo.
V . MACERA, ob. cit., cuadro l .
4 En el Pe:rá el valor papdo por lae b adeadae reprc:aentaba
el ?9.3% de loa avalúoa. En propJedadea pe(¡ue6a1 el valor ee
aproximaba al 100%. Ia.ld. Para 29 baelendao euyo pnelo de ro-
IDA.te ae co.ooce (en la Colombia actual) el preeio ofrecido ea loe
rc:ma&ea aleanaó a) 92~ de lo. avalúoe. Para 16 haeie.nd.s en el
actual Ecuador la proporción ea eaol Idéntica: 91%.
Es fácil imaginar todo el complejo de intereses que co-
menzó a gravitar en torno a estos remates. En Pamplona,
a pesar de que uno de los postores, Juan Antonio Villamizar,
hacia una postura muy por debajo del ava.l úo de la hacienda
cacaotera de San Javier de la Vega, la Junta dcbi6 aceptarlo
puesto que n.adie m ejoraba la oferta. Ya el avalúo de la hacien-
da parece haber sido bastante bajo, pu011to que los avaluadorea
procedían con la conciencia de que las hAciendas se rema·
t arian por un poco mús d e la mitad de su avalúo. Al>ora
bien, entre los fiador03 :., o~r adquirente, Juan Gr<>gorio
Ahneida, figuraban el - •• smo Juan Antonio Villamizar y dos
d" los avalundores de las haciendas, SAl vAdor ColmenAres y
Victor Carroro. El entendimiento entre todos los propietarios
del valle de Cúeuta era evidente y aun se dio el eaao de un
postor, Fermín Antonio Peña, que figurñ después como fia-
dor de Almeida sobre la misma hacienda que d·ispntaban "·
En Mompós sur gió una rivalidad entre dos bandos de com-
pradores. Unos, enCAbezados por Vicente Pieachacón, vecino
del lugar, y por otra parte D. Miguel Jácome, vecino de
Ocaña, a quien la Junta Municipal opuso obstáculos de toda
clase. En 1792, muert o Jácome y dos de sus fiadores, Pies-
chacón y sus socios pudieron gozar de los bienes que se re-
mataban. Según el fiscal de la Real Audiencia, la )unta Mu-
nicipal era r09pon&able de que los bienes no se hubieran
entregado a )iicomc, quien ofrecía fianzas s uficiente,_ La
Junta alegaba, por su parte, que la puja de Júcome babia
sido inmoderada y que solo perseguía sacar un provecho
inmediato de las haciendas vendiendo los esclavos 0 •
Entre los postores más frec uentes ee encontraban propieta-
rios vecinos de las haciendas en cuestión. Asi, Manuel Lo·
sada y Bias Jgnncio Quevedo hicieron posturas r•or La Es-
tanzuela y el moUno de Quevedo (do La Chamicera). En
Pnsto, Joaé Burbano adquirió Zimanonas y Jonquin de Lis,
colindante de El Espinal, r emató uno de loe hatoa de Doyma.
En varios casos intervin ieron en los re.m ates personas que
habían avaluado los bienes o que los hablan administrado.

5 AHNB. Tomp. T. X, ff. 753 r. u.


6 lbid. T. XXV, f(. 54 r. aa.
En Cartagena, por ejen>plo, Manuel Escobar, tasador de L a
Ceiha, ofreció pagar lo que diera un nuevo avalúo. Asegu-
raba e) pago " . . . con la notoriedad de los bienes y hacien-
das cuantiosas.. . . e n la jurisdicción de esta ciudad"' 7 • Se
trataba de la hacienda de El Toro, avaluada en 68.380 ps.
Por la misma hac ienda hicieron postura Francisco Miguel
de Vivero, quie n ofrecía como garantía su hacienda de la
Ciénaga y Pablo García. Finnlmente, Escobar se adjudicó el
remate.

La amplitud de los créditos obligó mucha s veces a rescindir


las ventas por insolvencia de los rematadores. Algunas ha·
c iendas se remataron dos y tres veces. La hacienda Buena.
vista de 1a Vega, por ejemplo, rematada por primera vez a
Ignacio Nicolás Buenaventura, quien había sido administra-
dor de Doytna y d e la rni.sma hacienda de la Vega hasta 1769.
Uno de los mayores tropiezos que se experimentaron fue
sin <luda la escasez de capitales. En algunos casos se trataba
de una eSC8tiéZ apenas relativa puesto que los bienes eran
demasiado cuantiosos. Las haciendas d el obraje de San Ilde-
fonso, por ejemplo, que todaví a en 1798 eran administra-
das por un funcionario. Este observaba que ". . . dichas
haciendas son invendibles por {alta d e caud.a les eo la pro·
vincia que aseguren su importancia, que con el tiempo ven-
dría a resultar por el no pago que volvieran a Tempo~:ali ­
dades, deterioradas y destituidas enteramente de cuanto en
el día comprenden, y las tienas ye~:mas, sin ganados ni in
dios, que son los que les dan fomento . .. " 8•

En Pasto se trataba de una C<lC88CZ absoluta. El d efensor


de Temporalidudes observaba en 1770 que los miembros de
la Junta " ... son fieles testigos de lo miserable y pobre que
es la c iudad ele Pasto y la corta salida que tiene n sus frutos
<"D ella; por estas circunstancias se dignó la clemencia de su
majestad el regular los réditos en un 3% en esta posesión se
halla aquelJa, miserable ciudad y de tal modo se hallan aque·
Uos habitadores constituidos con su poco comercio, que de

7 lbid. T . 1, fl. 4S os.


8 ANCB. ]es. T. 239, Doc. 4.
no adn>itirse posturas a 3% no se Yerificará remate alguno
de todas laa haclendu de aquella ciudad.
Esta penuria daba oca$i.ón a incidentes dramliticos. En 1770
el Dr. D. Tomás d o Santa Cruz, comisario Ccnc.ral de la ca·
baller{a de Pasto, h izo postura po>: Zimarronas e.n 27.000 ps.,
a censo redimible para liberar en 27 años, pagando 3% de
interés y no el 5% que se eldgla habitualmente. Un poco mlis
larde Santa Cruz rebajó su pol!tura inicial a 23.000 P"· y
finalmente la retiró. El defcn&or pidió que no eo lo excusara
y poco despuéa se le remntó la hacienda en loe 27.000 pe.
Sonia Cruz a legó que con e l produ ct o de l.a hacienda no po·
dría pngar intereses y al Jni&rno tien>po satisfacer los mU
pesos del prineópaL La )unta do Popayún admitió parte do
las razon.,. de Santa Cruz y aun el que le eerío muy dificil
conee¡fui r loa 1.000 pesos por la dificultad que habla en Puto
de reducir los frutos a moneda. Por ende. que le seria casi
imposible conseguir fiadores. Y quo do t.o do e&to era .....
causa la eacasc:r; do dinero y suma pobreza do 03to pals".
REMATE$ OS ALGUNAS IJACU:NOAS DE LA COMPAI'IIA •

Añ~ Ho ~lc.nd (l

1174 CA.omle•r• MJsueJ do lliva• • ~1.0 4 1.000


Ti.6a6•yu Nlcol'• DCirnal B l qu.oho 32.000 20.000 12 . 000
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Balo• :

l77l Af:ua•ucb J osé do G4n~o nvohio 1.000


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dal Ca•·tJtlo 12.265 2 . 000 8.265
El Pantano 1 . 9U
B«m4t~i.ao
do ,. Y e•• J oa6 M9 Carda Conde • • • • U . OI9

T•"o C ler.non1o Alcu a~ U 27 .S99


:P. Arriha S•ntiiiJtO Vidal • • ••• 2.:oo 1.200
Cariboharo Ju:U) C6me & C11bMa d o V OC'a • • • • 17. 8 75

Toeot'f.t lS.SOO

1171 Polpu
B •tovi•Jo 4 .000 20.000
r ....
1171 El Tropic.h•
Bl Sa.kldo Juan C r aforlo Al woida 28.000 28.000

• Fnc.ntee: ABND . Tomp. T . JI t . 870r / Jdl•e. T. JSJ ff. S16r ta. / Temp.
T . XXIII f . 440 / lbld. l . 767 / T . X tf. 753r "· / T le .. •• Cund. T. XXVII 11.
3r n. / A.NCI:I. l ••· T . 2H Doc. 16.
•• Fue reau11ado lu cco • Fra ne.i.Ko J avier Merlo y Jaau l an.cJo Calinda.
• •• P'ae rclllatado aucc•lvaraouto • J otó do Boyo. y Ju•n lso•do C a Und.o.
• ••• H a bt. ritlo r e-matad• prh:nhlvae,onto • l&.nado NjeoU• Buonn•entara, acl-
mltti atrador do Ooyma 1 e eto h•danda haetQ 1769.
• • ••• P or .l.ne.ol•CICid a do ú t e ee procedió • t"e.osata f'la do a aovo en J 794 a Juan
1-'"elipo <A:rvaJal.
•••• •• La bac:l..nda da ~lp a pat6 lacao a Fer·naado P ab6n por U.OOO P•· 7 la
élo Tuta a J oa qaln Ve&a y J O*f Lauo do la V•1• tu(:etlvomonlo.
R):;MATES DE ALGUNAS HACIENDAS DE LA COMPAt'ltA •

- - -- -- - -·-·- -··- -- - - -- - - ---


Rcmot-odor P or Contodo C etuO

S. /tnJier
""
)77)
lo J'e•a Juan Acuonl o VUlami&u • 23.000
S. ]fftlier
El Caymlto I u lln Antonio Bric.eño 3. 000 3 . 000
11atog,...,.clo Tomit do :Mora 1.1100 1.000
BocA-asa Joaquín do Quiró• 1. 460 1.460
1791 S. AsUJttin • •
Purtrotorio Vit'ento Pte.~b a eóo 23.000?
1770 Lo Ceibo Manuel E•-eob111r 10 .178 10.178
1772: Te.;.re•
AldvJa y
preuptor J aan del R eal 2S.OOO 25.000
1778 El TeJar Manuela d e o.._ 2.8<9
Cuintnr Anlonlo Oto ~;o Cotio 8.800
Pabón Mannol S~an tamurÍ;¡ y
Anlonio de Uribe 1.692 1.692
AbeJuoo FTun~:oiae de Agu ino 4.22S 4.%!5
P otrer o anexo
• s~pulmrat .losé V. Stinclte:r. Sornno 1.000
Satwlettu y
Trejo L orouzo Oliver 18 .520
C-oeom•co y
PdbWón F rand•c:G A. tle Arl,olccla 15. 000
1772 Goli"'n ( "'ina) Fru.n c iec:a Valcnc:la 54.000
1771 ]apio y M Gt<a•
r~don. Fruocl ~ o A, d e J\rholeda 70.000?
1712 Zim-orronos Bernardo y Feo. Burbano 2~1.30
Fun•" 11Al2
CapuU 14. 502
Obonueo J l)e.é Zombrano 13.07%
Pandioco CregorJo de E epaüa 10 . 192
1771 Calt,tlr-l o
(toJ•r) Matfaa. do Roju 3 . 12$
Clailla,.quer
VenuniUa• MerJaao V lUotu l . 763/S plato
C hitaquor .Manuel P é rez de Zñ6Ja• S.200 plazo
Panomal
S. Antonio }'ranclsco L ula Roaero 20.500
Chlmaio.sual

- - - - - -- -- -·- - - - - - -
C hillanquer
---------
• Fuentea: AHNB Tcn.t.t•. XXII f . 184'1' / T. 1 11. 2Sr ••· 1 T . I U ff. 20Sr
" · 1 T . 1 H. 539r ... / ACC. Slg. so 32.
•• 0 ~ 1 Col esio d e M ompó•.
• Fuente: ANCEl J et. T. 235 Do-e. 14.

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