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En la Biblia encontramos dos significados bien claros y diferentes para el término “voluntad de
Dios”. Es importante para poder comprender una de las verdades más grandes y complejas de toda
la Biblia, específicamente, que Dios es soberano por encima de todo y sin embargo no aprueba
todo.
1.- La Voluntad de Dios Respecto a Su Decreto, o Respecto a Su Soberanía. (La Voluntad oculta).
Uno de los pasajes más claros es el que relata la forma en que Jesús habló sobre la voluntad de
Dios cuando estaba orando en Getsemaní. En Mateo 26:39 él dijo: “Padre mío, si es posible, que
pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras”. ¿A qué se refiere la
voluntad de Dios en este versículo? Se refiere al soberano plan de Dios que tendría lugar unas
horas después. Recordemos cómo dice Hechos 4:27–28: Porque en verdad, en esta ciudad se
unieron tanto Herodes como Poncio Pilato, juntamente con los gentiles y los pueblos de Israel,
contra tu santo siervo Jesús, a quien tú ungiste, 28 para hacer cuanto tu mano y tu propósito
habían predestinado que sucediera. De modo que “la voluntad de Dios” era que Jesús muriese.
Este era su plan, su decreto. No había cambios, por lo que Jesús se inclinó y dijo: «Aquí está mi
petición pero haz lo que sea mejor». Aquí tenemos la voluntad soberana de Dios. Aquí tenemos el
primer significado de la voluntad de Dios: Es el control soberano de Dios sobre toda su creación.
Diremos que esta definición identifica su voluntad soberana o su voluntad decretada. Esta voluntad
no puede ser quebrantada. Siempre se cumple. El actúa conforme a su voluntad en el ejército del
cielo y entre los habitantes de la tierra; nadie puede detener su mano, ni decirle: “¿Qué has
hecho?” (Daniel 4:35).
Un ejemplo de aplicación.
Por ejemplo, si una persona fue terriblemente abusada en su niñez, y alguien nos
pregunta: « ¿Cree usted que fue voluntad de Dios que ocurriera ese incidente?» Entonces
ahora podemos comprender con un sentido bíblico todo lo antes expuesto, y podemos dar
una respuesta que no contradiga la Biblia. Podríamos decir: «No, no fue la voluntad de
Dios; porque él manda que no seamos abusivos, sino que nos amemos los unos a los
otros. El abuso quebrantó su mandamiento y por tanto provocó ira y dolor en su corazón
(Marcos 3:5)». Pero en otro sentido, pudiéramos responder: « Sí, fue la voluntad de Dios
(su voluntad soberana), porque hay cientos de formas en las que pudo detener aquel
abuso. Pero por razones que todavía no logro comprender del todo, no lo hizo».