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HISTORIA DEL URUGUAY
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University of Toronto
http://www.archive.org/details/manualdehistoria03acev
EDUARDO ACEVEDO
TOMO III
LA GUERRA GRANDE
GOBIERNOS DE RIVERA Y DE SUÁREZ
1838-1851
MONTEVIDEO
Imprenta Nacional
1919
V
i'\ n--
-\ c 1105985
I
GOBIEUNO DE RIVERA 11
La reforma constitucional.
La libertad de imprenta.
y la dignidad de la República".
Y dio origen en la campaña a un fuerte movimiento de las
poblaciones rurales en dirección a los campamentos de las
fuerzas nacionales, especialmente los situados en Paysanclú, a
los que afluyeron millares de mujeres y de niños de las fami-
lias misioneras que estaban en los alrededores de Mercedes.
Doña Bernardina Fragoso de Eivera, esposa del Presidente
de la República, tomó la iniciativa de un llamado a la cari-
dad pública para socorrer, decía en su circular, "a más de
tres mil mujeres y níTios tirados en las costas de los arroyos,
sufriendo la intemperie y todo género de penurias, mientras
sus maridos, hijos y hermanos, incorporados a las filas de
nuestros defensores, se preparan a dar un día de gloria a la
'
patria '.
Volvieron a resurgir las divisas de guerra los orientales
:
La batalla de Cagancha.
GOBIliUXO ÜE UIVEKA
Honores a Rivera.
GOBIERNO DE RIVERA 27
La lucha naval.
Amagos de invasión.
COniEKXO DE RIVERA 35
servicio militar.
Fué creada a la vez "la Caja de Auxilios de Guerra",
para recibir donativos voluntarios con destino al alistamiento
de batallones de extranjeros europeos, bajo la advertencia de
que la suscripción mínima por cada soldado debía ser de 20
pesos mensuales.
El Poder Ejecutivo, desempeñado a la sazón por el Presi-
dente del Senado don Joaquín Suárez, dirigió una enérgica
proclama al país.
"El tirano deBuenos Aires — decía —
el impío, que hace
conducir su retrato a los templos, el sanguinario que hace
derramar la sangre en las calles de su pueblo, el bárbaro
que sostiene bandas de degolladores, a quienes ceba con la
fortuna de sus víctimas, el tigre, en ñn, que nos acecha para
devorarnos, pretende nuevamente lanzar esas mismas bandas
sobre nuestra patria".
GOBIERNO DE RIVERA 37
*
Compatriotas basta de generosidad. Soldados os invito
' : :
Otras
ANOS Franceses Españoles Sanios
nacionalidades
1835
:
COBIEKXO DE RIVEUA 47
Leguas Cabezas
fuadradas de ganado
En la Argentina En el Uruguay
Franceses
Ingleses
:
con tal motivo una carta a Kivera que puede citarse como
explicativa de la i)refereueia (pie los extranjeros daban al
Uruguay
''Es indisputable, decía, la superioridad del Estado Orien-
tal,por estar dotado de ríos y puertos, de campos fértiles,
de un clima sano y templado... Sus habitantes son labo-
y hospitalarios". Y a esas ventajas hay que
riosos, esforzados
agregar ''su proximidad a Europa, la excelencia de sus pro-
ducciones materiales y la seguridad con que cuentan los ex-
tranjeros en sus personas y propiedades al amparo de leyes
benéficas y liberales".
El incesante arribo de extranjeros acabó por alarmar a la
prensa de Montevideo y a la de España.
Decía la primera que los elementos nacionales, corridos por
la competencia, se iban quedando sin ocupación que había;
Comercio exterior.
Valor
ANOS de las exportaciones
0.611.58-2
1838
1839 8.471,026
1840 7.821.720
1841 6.886,898
1842 7.321,066
18-)7 ,
1$ 2.651,067 1 $ 2 077,275
1836 . . . » 3.597,437 » 3.444,958
'.'.'. 9.234,696 * 7.321,066
1842. L» I
AÑOS
56 HISTORIA DEL UBUGXJAT
Buques Tonelaje
(OürKKXü DE lUVEKA . 57
Tratados de comercio.
GOniKKNO HE KIVEKA 59
•'
Kli los diferontcs puntos del globo, decía el ^Ministro de
KelacioiK'S Asamblea en 1839, adonde alcanza
p].\tei'iore.s a la
nuestro comercio marítimo, se ha establecido para su pro-
tección los Cónsules que se ha considerado necesario asi- ;
La riqueza ganadera.
MESES
GOniERNO DE RIVKRA (¡3
Bueyes
Novillos
:
Arrobas Arrobag
ANOS ANOS exportadas
exportadas
El dag"uerrotipo.
Acuñación de cobre.
(.OBIEKNO DE RIVERA 75
La deuda en marcha.
En la víspera de la invasión.
La enseñanza primaria.
y ha llegado el
',
G0151ERX0 UK KIVKRA 81
A
mediados de 1839 don Juan :Manuel Besnes Irigoyen
donó al Estado una colección de sus cuadros caligráficos. El
país estaba en guerra y próximo a ser invadido por el ejército
de Echagüe. Pero la Asamblea, dando un hermoso ejemplo,
mandó adjudicar al donante una casa que pudiera ser\arle
de habitación y en la que el propio artista custodiaría sus cua-
dros. Besnes Irigoyen, como lo hacía notar la Comisión infor-
mante de la Cámara de Diputados, tenía obras que podrían
figurar con honor en los primeros nniseos de Europa, obras
admiradas por todos los extranjeros competentes que habían
desfilado por sus talleres.
Pocos años después, un grupo de hombres importantes alle-
gaba fondos para costear la educación de Dalmiro Costa, un
niño que a los tres años tocaba asombrosamente el piano y a
los cinco era ya compositor; y la prensa, aplaudiendo el
gene-
roso esfuerzo, lanzaba la idea de crear una beca en Italia a
favor del artista nacional en ciernes.
Dentro de ese ambiente grandemente intelectual en que se
movía el pueblo de :\Ioutevideo, encontraba simpática acogida
toda idea tendiente a honrar el talento. A
fines de 1841 murió
tos y haca-rlé saber que había donado 1,200 pesos de sus suel-
dos atrasados para la ecinpra de libros con destino a la Bi-
¡)lioteca.
Pero recién mediados de 1840 quedó regularizado el ser-
a
vicio público,bajo la dirección del nuevo bibliotecario, don
Francisco Acuña de Figueroa, honra de su patria, decía la
prensa de la época al dar cuenta del nombramiento.
Administración de Justicia.
GOBIERNO DE RIVERA 89
Servicio de correos.
Obras de vialidad.
Higiene pública.
Servicios municipales.
Reorg-anización de la Policía.
CAPITULO IV
Eivora , (Quiero que se sepa del otro lado de los mares, que
. .
guíente
Que una vez desaparecido Rosas, cesarían todas las desave-
nencias que habían dado lugar al blocjueo por la escuadra
francesa, y Gobierno Francés restituiría la Isla de JMartín
el
García, obligándose a su vez el nuevo Gobierno argentino a
reconocer la procedencia de las indemnizaciones reclamadas y
a conceder a los franceses el tratamiento de la nación más
favorecida hasta que se formalizara un tratado de amistad,
comercio y navegación, entre las respectivas cancillerías.
Rosas.
CiOBlERXO DE KIVKKA 105
La
protesta uruguaya encontró eco simpático en Francia.
El marqués Dreux - Brezé, miembro de la Cámara de los
Pares, interpeló en febrero de 1841 a Guizot que había suce-
dido a Thiers en la presidencia del Consejo de ^Ministros.
"En la convicción profunda en que estoy empezó di- —
ciendo —
convicción de que participan, me atrevo a manifes-
tarlo, una gran parte de mis colegas, de que este tratado es
contrario a los intereses y a la dignidad de la Francia, urge
antes de su ratificación obtener del Gabinete actual las expli-
caciones que tenemos derecho a pedir y exigir".
En 1838. continuó el orador, el Vieecón.sul Royer inieió
su reclamo contra Rosas, y no habiendo alcanzado éxito hubo
que decretar el bloqueo a fines del mismo año. En ]Mont*vicleo
gobernaba Oribe, dominado por Rosas, y contra Oribe luchaba
Rivera en la campaña. Aprovechando el bloqueo, Rivera se
lltí IIISTOUIA 1>KL UKUGUAY
rechaza.
Rosas y su medio
El lema rosista.
El ambiente de la época.
La confiscacióir' de bienes.
» caballar 70,000 »
Rosas santificado!
tíOBIKU.NO DK lUVKKA 1 ió
ciros a un precipicio".
CAPITULO VI
La invasión de Oribe
Empieza el sitio de Montevideo
La
batalla del Arroyo Grande en Entre Ríos tuvo lugar el
(í de diciembre de 1842. Rivera, fugitivo, cruzó el río Uru-
sruay a la altura del Salto el mismo día de su derrota al
trente de un centenar de soldados. Una semana después co-
municaba al Ministerio el- resultado de la batalla desde su
campamento en el Queguay.
"Hemos sufrido —decía —
un contraste inesperado, disper-
sándose nuestra caballería con muy poca pérdida y retirán-
dose a Corrientes la de aquella provincia y la nuestra a nues-
tra República, perdiendo la infantería y la artillería, pero los
enemigos han sufrido mucho por los fuegos carteros de nues-
tra artillería".
Eva ese el único ejército con que contaba el Gobierno, de
manera que su aniquilamiento franqueaba a Oribe la entrada
al territorio oriental.
No se trataba de un olvido. Se había ])r()cura(lo desde los co-
mienzos de la lucha organizar un ejército de reserva, pero
la extrema pobreza de aquella época, obra en gran parte del
desorden administrativo, impidió al gobierno de Suárez aten-
der la indicación que el Presidente Rivera formulaba así desde
su campamento en el Yí a fines de 1841
"Tenemos un ejército para invadir y tomar Entre Ríos..
pero necesitamos otro de reserva que asegure la quietud del
país y sirva de apoyo para un caso en que la fortuna, por
algún revés, nos fuera adversa. Estos dos ejércitos necesitan
proveerse, equiparse y prepararse bien para que ellos rindan
el importante servicio que se necesita. Convendría una ley de
cómputos de la época.
"El Nacional" de marzo de 1843 fijaba en 3,000 el nú-
mero de infantes que tenía Oribe en el Cerrito y en 6,000 el
de los soldados que cubrían las trincheras de ]Montevideo, ar-
tilladas con 70 piezas.
Según "El Constitucional"' de mediados de 1845, en el
otro jefe, y cou otro jefe que había tenido que abandonar el
teatro de la guerra en la víspera de la batalla del Arroyo
Grande por desavenencias con su superior jerárquico"?
Al pastoreo de Pereyra marcharon muchas personas influ-
yentes, y una de ellas, don José Luis Bustamante. declara en
sus Anales que ''el asunto de esa gran discusión fué el destino
militar que debía ocupar el geíieral Paz dentro de !Monte-
video".
Comoconsecuencia de lo convenido, agrega, Rivera entró
a la el mando por breves horas y durante
plaza a reasumir
ellas dejó sin efecto el decreto de creación del Ejército de
Reserva y nombró en cambio al general I'az "Comandante
General de Armas de la Capital y de su departamento''.
Son más radicales los editores de las '"^lemorias del General
Paz''. Según ellos, Rivera avanzó hasta el pastoreo de Pereyra
para exigir la destitución de su antagonista y entonces el
general Paz renunció el cargo que se le había confiado y lletó
un barco para trasladarse a Santa Catalina. Pero cpie al día
siguiente, cediendo a otros trabajos, resolvió Paz aceptar la
Comandancia de Armas que en reemplazo de la jefatura de]
ejército le ofrecía Rivera.
La medida fundamental quedaba de todos modos adoptada
el general Paz sería el organizador de la defensa.
ií—
II
LA DEFENSA DE MONTEVIDEO
Presidencia de Suárez— 1843-1852
INTRODUCCIÓN A LOS CAPÍTULOS Vil -XX
Hemos dicho al ocuparnos ele los comienzo3 del sitio, que Oribe
sólo instrucciones para perpetuar el estado de guerra. Y así
traía
efectivamente quedó comprobado en 1848 cuando la intervención
franco - inglesa le ofreció la entrega de la plaza. Después de haber
aceptado la oferta, tuvo que rechazarla, acatando órdenes de Rosas.
Limitada así la tarea al mantenimiento del sitio, no había am-
biente para una lucha intensa. Bastaban las guerrillas a que diaria-
mente se invitaban sitiados y sitiadores para medir sus fuerzas y
coiretearse dentro de la zona circundada por las trincheras y reduc-
tos de la plaza y los grandes campamentos del ejército sitiador.
Aparte de esos tiroteos diarios y de alguno que otro cañonazo que
rara vez iba dirigido al casco de la ciudad, la población podía vivir
tranquila y así vivía, según lo revelan sus noches do teatro, sus
bailes, sus paseos y sus obras intelectuales de aliento.
Durante algún tiempo se luchó reciamente en los departamentos
del interior y del litoral. Allí se disputaba el terreno y la guerra
tenía que ser encarnizada. Pero después de dos campañas desgra-
ciadas en que los ejércitos de Rivera fueron vencidos y desalojados,
la acción militar volvió a circunscribirse a las guerrillas que tenían
por teatro la zona situada entre las trincheras y reductos de la plaza
y grandes campamentos del ejército sitiador.
los
Pudo creerse en los comienzos que la guerra sería de exterminio.
Los soldados de Oribe que acababan de realizar una campaña de
muerte en las provincias argentinas refractarias a la dictadura de
Rosas, venían cubiertos de sangre y hasta enloquecidos por el hábito
del degüello. El gobierno de la Defensa decretó a su vez el exter-
minio de los prisioneros y adoptó otras medidas que denunciaban
el propósito de recurrir a las mismas armas :iue había empleado
eu adversario.
Pero luego de corridas las primeras semanas del sitio, el gobierno
de la Defensa archivó su programa de sangre, y Oribe tendiendo ur»
velo sobre el escenario argentino, repleto de sangre, resolvió huma-
nizar la lucha, y lo consiguió, aún cuando sus t^oldados reanudaran
de tarde en tarde la obra del degüello de prisioneros ya proscripta
como medida general.
La única obsesión de los sitiados era la de las subsistencias o,
más bien dicho, la del dinero para procurárselas, porque el puerto
estuvo siempre abierto a las corrientes de importación, aún durante
los cortos meses del bloqueo por la escuadra de Brown limitado a
trabar la entrada de carnes para el abasto.
De ahí seguramenta que cuando la intervención franco-inglesa
resolvió en 1845 venir en ayuída del gobierno de la Defensa, lo
primero y lo más fundamental que hizo fué decretar el bloqueo con-
tra Rosas, pero no un bloqueo absoluto, sino un bloqueo parcial que
cerraba la entrada a los barcos de ultramar pero que la abría am-
pliamente al cabotaje uruguayo, como medio de que los puertos
argentinos tuvieran que hacer su comercio de iinportación y expor-
tación por intermedio de la aduana de Montevideo, y adquiriera el
gobierno de la Defensa una gran fuente de rentas para cubrir las
exigencias de la guerra.
174 HISTORIA DEL UBUGUAY
Prosigue el sitio
La lucha de trincheras
De guerrilla en guerrilla.
Salidas de la guarnición.
La acción de la artillería.
Las minas.
Paréntesis de calma.
n- i!i
186 HISTORIA DEL TRUnUAY
cional", —
"que ha renovado los bellos tiempos de las gue-
rras de la civilización en que los ejércitos hacían alto y fra-
ternizaban para sepultar y honrar el cadáver de un campeón
'
ilustre.
esa nación que por más de veinte años ha tenido en sus manos
los destinos de todo un mundo y legado a la historia las más
bellas páginas. Somos franceses, dijeron, y queremos vencer o
]uorir como franceses". Pero obligados ahora por las autori-
dades de su país a dejar las armas o en su defecto las in-
signias y colores de la nación francesa, "desguarnecen los mo-
rriones, enrollan sus pendones y colocando aquellos colores
queridos en sus pechos, marchan a ocupar sus puestos".
Victorias de Rivera.
Campañas de Garibaldi.
La toma de Paysandú.
\
Después del triunfo, el desastre.
operaciones en el litoral
"Los desastres del Uruguay y Río Negro nos hicieron per-
der en pocos días varios puntos importantes de la costa de
estos ríos y el ejército que operaba bajo la dirección del bri-
gadier general don Fructuoso Rivera se ha aniquilado sin
otro hecho de armas que la toma de Paysandú, cuya victoria
costó la lamentable e irreparable pérdida de una tercera parte
de su personal. Los restos cuyo número el ^Ministro ignora
por vías oficiales hasta hoy, se hallan en ^lartín García care-
ciendo de todo y rodeados de más de 2,500 personas de dife-
rentes sexos y edades, que concurren naturalmente a recordar
las consecuencias lamentables de esos desastres. El aspecto de
lo recofirido en la Isla de Martín García y de todo lo que se
halla disperso por las costas del Uruguay presenta un cuadro
de miseria y aflicción".
LA DE1''ENSA DE MONTEVIDEO
'.
fensa la represalia.
:
tiador :
esos comicios.
La nueva Legislatura tenía mandato hasta febrero de
1846.
Antes de llegar a su término tuvo que prorrogar el pe-
ríodo de varios senadores que habían caducado en sus fun-
ciones, y que dictar una ley que autorizaba a llenar las
vacantes de titulares con los suplentes de cualquier depar-
tamento. El país estaba en guerra y sólo con aj^uda de
esos y otros arbitrios era posible mantener el quorum le-
gislativo en ambas Cámaras.
La dificultad creció al aproximarse la fecha de la reno-
vación total de la Cámara. Inspirándose en los precedentes
de la administración Rivera, presentó la Comisión de Le-
gislación de la Cámara de Diputados a mediados de 1845
un proyecto de ley, según el cual "los senadores y repre-
sentantes de la Nación no cesarían en sus puestos mientras
no fueran reemplazados por los nuevamente electos conforme
a la ley."
"Las instituciones de la Nación —
decía la Comisión en
su dictamen, —
deben ser tan durables como ella misma.
LA UEFiCNSA Di: MONTEVIDEO 259
Xo
había mantenido efectivamente buena armonía esa Le-
gislatura con el gobierno de la Defensa.Más de una vez había
tenido que alzarse contra las medidas extraordinarias que im-
ponía el estado de sitio, sobre todo después de transcurridos
los primeros tiempos de angustia en que toda divergencia de-
bía ser acallada y se acallaba.
A mediados de 1844 presentó el Poder Ejecutivo, según he-
mos dicho antes, un proyecto de ley que autorizaba a vender
los bienes muebles e inmuebles de los ciudadanos que estaban
260 HISTORIA DEL URUGUAY
y civiles de la Nación".
Es que los opositores entendían que el Gobierno se propo-
nía encarcelar y desterrar y que para eso resolvía echar mano
de la justicia militar. No obstante ello, el proyecto fué san-
cionado.
En octubre del mismo año 1848 se ocupó la Asamblea d-3
Notables del destierro impuesto a uno de sus miembros, don
Antonio Fernández, acusado por el Ministerio de estar en co-
rrespondencia escrita con el campo sitiador. El coronel César
Díaz negó al Gobierno la facultad de desterrar y pidió el
nombramiento de una Comisión encargada de estudiar el
punto, suspendiéndose entretanto la orden decretada. Pero la
Asamblea aceptó las explicaciones del Ministro, quien luego
de exhibir los antecedentes del asunto, sostuvo la tesis de que
una plaza sitiada es una plaza de guerra y que una plaza
de guerra no puede estar regida por la Constitución.
Un conflicto más grave estalló a mediados de 1849.
El Gobierno, que se veía trabado en muchas decisiones, pre-
sentó un proyecto de ley por el cual quedaban suspendidas
las sesiones de la Asamblea de Notables y se transferían sus
atribuciones al Consejo de Estado, como medio, — decía el
mensaje, —de que los enemigos de la causa pública no tengan
"el tiempo necesario para que sus maquinaciones y péiüdas
intrigas" se lleven adelante y ''las traiciones se organicen
en bandos y colores distintos".
Abierto el debate parlamentario, pidió el coronel Díaz que
LA DKFFNSA DE MONTKVIDI.O 269
Conjuraciones.
i
LA DEFENSA DE MOXTEVIDEO 271
La revolución de Rivera.
El
1." de abril estalló en la plaza el motíu militar que
LA DEI'EXSA DE MOXTEVIDKO 2í 5
saba así y que nunca escribía sino con sus ideas. Ese día
estaba, todo conmovido, parecía un día de revolución, reinaba
gran agitación. Acevedo vivía en una casita del Paso de las
Duranas, mal construida, con malísimos herrajes y sin nin-
guna seguridad. Esa noche, que era la noche del 11 de octu-
bre de 1846, se encontraba Acevedo como de costumbre
leyendo a su esposa ante una débil luz. La lectura versaba
sobre un fragmento de Víctor Hugo titulado "El último día
de un condenado a muerte". La lectura era triste y parecía
predisponer los ánimos para las amargas horas que se iban
a pasar. De pronto se sintió un estremecimiento, como uu
temblor de tierra y en seguida se vio llegar un escuadrón
de caballería y formar alrededor de la casa; la fuerza pare-
cía de línea y compuesta de oficiales a juzgar por la profu-
sión de plata con que estaban adornados los caballos; y for-
mando como a sesenta metros de la casa empezaron a gritar
¡Muera el salvaje unitario Acevedo! Muera el red-actor de "El
Defensor"! Era una lindísima noche de primavera; la luna
iluminaba la tierra como si fuera el propio día: podían dis-
tinguirse los objetos más distantes. En esa posición perma-
necieron los oficiales gritando siempre, pero sin que nadie
se acercara a la casa en seguida tocaron retirada x se ale-
;
' ¡
El iiiovímieuto eeouóiiiíco
La población de Montevideo.
Uruguayos 11,431
Franceses 5,324
Italianos 4,20.5
Españoles 3,406
Argentinos 2,553
Africanos 1,344
Portugueses.' 659
Ingleses 606
Brasileños 492
Diversos 1.169
Aumenta la emigración.
Abolición de la esclavitud.
Pesos Reales
Progresos de Montevideo.
21 —m
314 HISTORIA DEL URUGUAY
El comercio exterior.
Las importaciones.
Un convoy valioso.
Barricas
Las expcrtaciones.
de 1847:
1846 1847
449.033 535,541
Italia 365,010
Estados Unidos . 323,517
'
Buenos Aires
' —
escribía el propio doctor Herrera al se-
fior Le Long, Cónsul del Uruguay en París, a principios de
1849 —
sigue en un pie de prosperidad admirable es hoy el
:
El comercio de ganados.
Accidentes marítimos.
La navegación a vapor.
Hemos dicho ya que desde los comienzos del sitio fué ha-
bilitado por Oribe el puerto del Buceo para las operado-.
334 HISTOBIA DEL URUGUAY
Plata", —
de aquel admirable espíritu de iniciativa que pocos
años antes había duplicado la extensión de Montevideo y que
liabría fomentado la edificación de nna nueva ciudad en las
costas del l*autanoso y del Miguelete si la invasión de Oribe
no lo hubiera impedido.
Eran ellas la barraca de Antonini al lado del muelle prin-
cipal, notable por la solidez y amplitud de sus instalaciones
consistentes en cinco almacenes bajos y cinco almacenes altos,
:
Acuñación de moneda.
El valor de la moneda.
i
CAPITULO XII
Movimieuto adiniuistrativ»
pesos por la renta del primer año, 300,000 por la del segundo,
y 200,000 por la del tercero. Dando la explicación del des-
censo, dijo el Ministro de Hacienda ante la Cámara de Di-
putados al discutirse el tíltimode esos contratos, que la So-
ciedad compradora lejos de tener ganancias había sufrido
pérdidas, y que por otra parte el interés del dinero se había
encarecido tanto que los 200,000 pesos obtenidos como precio
de la renta de 1846, representaban el equivalente de los
500,000 obtenidos por la renta de 1844.
Estaba reducido el movimiento aduanero al consumo de la
población de Montevideo y como la gente emigraba bajo la
presión de las estrecheces del sitio y los recursos se agotaban
por falta de trabajo, la renta de aduana disminuía en pro-
porciones más considerables que las calculadas al tiempo de
la contratación de los anticipos.
Prosiguió el descenso hasta el año 1845. La intervención
annada de la Inglaterra y de la Francia en las contiendas
contra Rosas, concentró desde ese momento en Montevideo
todo el movimiento comercial del Plata. Los puertos argenti-
nos estaban bloqueados para el intercambio directo con los
mercados de ultramar pero comerciaban ampliamente por
;
23 — ni
:
Accionistas Acciones
26
:
Producto bruto
Pagado Pagado por gastos de la mitad
AÑOS al (íobierno
de délas rentas
administración perteneciente
a la Empresa
1844 . . . .
350 HISTORIA DEL URUGUAY
RUBROS
Importación. .283,537
Exportación. 230,386
Trán.sito .... 144,068
Hospital .... 26,248
Almacenaje . 15,048
Arqueo y guardas
Eslingaje
» ...
» ...
Guias
LA UEFEXSA DK MONTEVimiO 351
Impuestos departamentales.
'
Ese decreto ±ué sometido luego a la ratificación de la Asam-
blea, donde mereció un informe muy favorable de la Comisión
de Hacienda de la Cámara de Diputados.
*'E1 estanco del pan, —decía la Comisión de Hacienda,
que es a lo que está reducido el decreto del Poder Ejecutivo,
íio puede ni debe considerarse sino bajo el aspecto de una do-
Suscripciones públicas.
'"
26,236
Cazadores vascos 14,553
"
Legión Itsliana 13,123
2,510 raciones de tropa y 5,249 de fa-
"
milias (por dia) 33, ^80
Fuerzas de Maldonado, Colonia y Martín
García "20,000
Calzado, vestuario y municiones ..." 20,000
A la pesca de empréstitos.
S 1 272,000
m
LA DEFENSA DE MONTEVIDEO 36Í)
25 — III
378 HISTORIA UEL URUGUAY
Plaza Constitución.
Estas sustituciones, a las que podríamos agregar otras más,
demuestran que el plan, de nomenclatura incluido entre los
festejos conmemorativos de la Revolución de Mayo, obedecía
también a un sentimiento educador encaminado a honrar a
los sucesos y a los hombres que habían eoutrilniído a la con-
solidación del país. Estaban excluidos algunos, sin duda;
pero el doctor Lamas decía a su respecto en la ]\Iemoria ex-
plicativa :
Jurisprudencia 26
Filcisofía 50
Físico - Matemáticas 125
Latín 21
Francés 60
Al.Tiií Jítura y Dibujo 25
Enseñanza primaria 150
cipios de 1844 —
pueden en general presentarse como mo-
delos Montevideo puede decir con orgullo ahora y siempre
:
formación de la época.
A mediados de 1845 fué suprimido por innecesario el
:
De particulares 1,763
" civiles procedentes de hospitales . . . 360
" militares muertos por enfermedades . . 468
" " " heridas . . . 120
La Administración de Justicia.
lies civiles" había gentes (lue trabajanan "en lus días dedi-
oados a Dios Nuestro Señor".
La muerte de Larrañaga puso de manifiesto la distinta
manera de apreciar los grandes servicios públicos a uno y
otro lado de la línea sitiadora.
Se trataba de un patriota eminente, de un gran hombre
de ciencia y de un verdadero filántropo. Como patriota te-
nía numerosos e importantes servicios que arrancaban desde
la reconquista de Buenos Aires por el ejército uruguayo a
órdenes de Liniers. Como hombre de ciencia, ocupaba el
lugar más culminante de la América del Sur, y a ese título
se carteaba con Humboldt, con Cuvier, con Saint Hilaire.
Como filántropo, había creado el Asilo de Expósitos y esta-
blecido y organizado la Administración de la Vacuna.
Oribe no decretó honores oficiales al ilustre ciudadano
que acababa de morir en desempeño de una alta investi-
dura religiosa que era ejercida directamente bajo la depen-
dencia del campo sitiador. Su Ministro el doctor Villa-
demoros pronunció un discurso que lo mismo podía haberse
pronunciado ante la tum))a de otro hombre cualquiera.
El gobierno de la Defensa, en cambio, le decretó fune-
rales en la Matriz con asistencia del Presidente y sus Mi-
nistros, y los honores y demostraciones militares correspon-'
dientes a general de la República, teniendo presente, decía,
''que el venerable y reverendísimo Vicario apostólico doctor
Dámaso Larrañaga, que ha fallecido en el campo ocupado
por los sitiadores, es uno de los hijos más distinguidos de
la República, por la alta posición eclesiástica a que lo habíam
llevado sus eminentes virtudes cristianas, por su talento,
su ilustración y el celo con que en las épocas hábiles ,de
su vida se consagró siempre al servicio de su patria".
Hermoso rasgo que colocaba al sabio y al patriota por
arriba de las disensiones políticas del momento
Artigas.
Hemos
dicho que Rosas después de haber obtenido del Bra-
sil un tratado de
alianza ofensiva y defensiva contra Rivera,
se negó a ratificar ese tratado que ya, contaba con la ratifi-
cación del Emperador. El desaire era muy grande y la can-
cillería de Río de Janeiro empezaba a inclinarse a favor
del gobierno de la Defensa cuando ocurrió un incidente de
grave resonancia entre el coronel Garibaldi y el Cónsul Regis.
LA DEFENSA DE MONTEVIDEO 409
todo trance
LA DEFENSA DE MONTEVIDEO 41 I
! '
disensiones pasadas '.
Más explícito en su proclama el general David Canavarro,
jefe de los "f arrapos", decía refiriéndose a Rosas:
"Un poder extraño amenaza la integridad del Imperio,
y tan estúpida osadía jamás dejaría de inflamar nuestros
.
con Rosas".
Ocupó en seguida la tribuna el almirante Mackau, pero
como se abstuviera en absoluto de toda referencia a la eje-
cución del artículo del tratado que garantizaba la indepen-
dencia oriental, el diputado Odilón Barrot lo interrumpió
para pedirle explicaciones acerca de ese punto eseneialísimo
•del discurso de Thiers.
Entonces tomó la palabra Guizot para decir que en su
concepto el tratado se había concretado a consagrar la inde-
pendencia oriental; que la Francia reivindicaría esa inde-
pendencia en el caso de que Rosas pretendiera incorporar
el Uruguay a la Confederación Argentina, pero que de
Tiinguna manera tomaría las armas para poner término a la
guerra entre Buenos Aires y Montevideo, esa guerra, agregó,
que en nigún momento ha cesado.
Volvió Thiers a la tribuna, para insistir en sus tesis fun-
damentales. El tratado de 1840 estaba violado. Los resi-
dentes franceses en la Argentina seguían siendo víctimas de
los atentados de Rosas. Los de Montevideo se habían ar-
mado en defensa propia y entonces, para obtener su desarme,
era forzoso darles la protección de que carecían. Acaban
•de ser enviados allá tres mil marinos, pero es bueno recordar
:
precio y por todos los medios; destruye las casas y las ciu-
dades para lograr su fin y hacer triunfar a su ejército . .
lidades.
434 HISTORIA DEL URUGUAY
talmente anonadado.
Desde los primeros pasos dados por la Legación Británica
ante Rosas, pidió el gobierno de Suárez a la Asamblea la
sanción de una ley de indulto, que empezaba así
"La resolución de los Gobiernos unidos de promover la
pacificación de la República es un hecho oficial y auténtica-
mente conocido. Que esa pacificación ha de tener lugar antes
de muchos días, es también un dato de cuya verdad no es
permitido ya dudar. En esta situación el Gobierno no puede
ser indiferente a la suerte de los hijos de la República que
extraviados por pasiones domésticas, exageradas a un extremo
u que nunca debieron llegar, se han alistado en las filas o en
el ser\icio del invasor de su patria y peleado o servido contra
ella bajo colores extranjeros."
Las Cámaras sancionaron la ley de indulto y en conse-
cuencia el Poder Ejecutivo decretó "el olvido completo del
LA DEFENSA DF. MONTF. VIDEO 439
Aún resta que luchar pero por corto tiempo y con seguridad
;
CAPITULO XV
La misión Hood
La misión How(leii-\\aleski
''Aquí en el Cerrito
y —
exclamaba "El Constitucio-
nal" — proclama hoy la paz como la primera y más im-
se
prescindible de las necesidades del país... Todos queremos
la independencia y nosotros no rehusaríamos la instalacióji
de un gobierno jirovisorio encargado de presidir la reorga-
nización institucional. La guerra ha de concluir por un
abrazo traternar'. Hace un mes —
agregaba el mismo diario
t^n la víspt'ra de la reanudación de las hostilidades que se —
declararon rotas las negociaciones con Rosas y muchos días
que fracasó el ariuisticio con Oribe; y, "sin embargo, per-
manecemos frente a frente sitiados y sitiadores, sin ánimo
para levantar el brazo, abocar el fusil y disparar ni unos
jii otros un solo tiro. Vamos, orientales a entendernos y a
!
abrazarnos !''.
Flameaba todavía en las trincheras de Montevideo la
bandera de parlamento cuando las baterías de Oribe dis-
pararon sus primeros tiros de cañón contra la plaza.
Pero ni aún en presencia del rompimiento efectivo de las
hostilidades declinó el sentimiento pacifista de los sitiados.
El coronel Flores
—
—
que ocupaba la Comandancia Gene-
ral de Armas convocó a la mayoría de los jefes, oficiales
y ciudadanos de representación, y de la numerosa asamblea
que resultó en seguida salieroai dos delegaciones, una de
ellas para entrevistarse con el Presidente Suárez y otra
para entrevistarse con el general Oribe.
La primera de esas Comisiones compuesta de los coronel'''S
Flores y Costil y de los señores Magariños, Sayago y Me-
dina, puso en manos del Presidente Suárez una representa-
ción suscrita por 400 personas, solicitando el nombramiento
de una Comisión "o diputación nacional que en nombre del
pueblo de Montevideo ... se dirija en misión de paz al campo
sitiador''.
"L^n ])aso más — decían los firmantes de esa representa-
•:-ión — demos Excmo.
Señor nosoitros cerca de los sitia-
dores en prosecución de una paz honrosa, de una recon-
ciliación sincera. Démoslo, Excmo. Señor, antes que las do-
lencias de nuestra sociedad se reagraven, y los odios, las
venganzas y el furor todo de la guerra encendida nueva-
mente levanten entre unos y otros una barrera de cadáveres
y escombros, donde se ahoguen los gemidos de la humanidad
y quede la patria sepultada. Si la fortuna, como lo espera-
mos, corona esta última tentativa que hacemos por la paz
4f,S HISTORIA DEL URUGUAY
CAPITULO XVII
Sus bases.
plaza.
Recién estaban los ^linistros Gore - Gras en los prelimina-
res de la negociación y era necesario atenerse oficialmente a
la documentación exhibida, en la que sólo figuraban el retiro
de la.s tropas argentinas, el desarme simultáneo de las legiones
extranjeras y el cese de las hostilidades. Decía por eso el
mensaje que la nueva misión reproducía las bases formuladas
por Ouseley y Deffaudis con la única variante de la inter-
vención de Oribe, de quien hasta entonces se había prescindido.
Pero agregaba que la situación era embarazosa "a causa de
las intrigas" de los enemigos existentes dentro de muros y
que era necesario dictar algunas resoluciones dada "la gra-
vedad del caso".
El mensaje fué pasado a estudio de una Comisión especial,
la cual propuso un proyecto de ley declarando el estado de
sitio con suspensión de la seguridad individual y autorizando
al Poder Ejecutivo para adoptar medidas de acuerdo con una
delegación de la Asamblea de Notables. La Comisión pedía
en su dictamen k{i\e se recordara al Gobierno como base pre-
via de pacificación, el alejamiento de las tropas argentinas, y
hablaba de maquinaciones que tendían a debilitar la auto-
ridad y a favorecer el triunfo de un grnpo en provecho de
los planes del enemigo.
Pero fué sobre todo al debatirse el proyecto de ley en el
seno de la Asamblea que resultó claro el motivo de las agi-
taciones a que el Gobierno quería poner término mediante
la declaración del estado de sitio.
Véase cómo expresaba don José Luis Bustamante
se
Necesitamos una paz "qne no sólo ponga término a la gue-
rra. sino que salve los principios de libertad y de inde-
. .
4TS ,
iiisTOúiA DEL uurorAY
recibirán cumplimiento.
La cancillería inglesa siguió entretanto sus negociaciones
con Rosas y cuando llegaron a Londres las noticias relativas
al ajuste del tratado Southern, volvió a ag-'itarse el ambiente
en la Cámara de los Lores.
En febrero de 1850, contestando una interpelación de
hnd Haiiouby, dijo el marqués de Lansdowne que aunque
el tratado estaba firmado desde noviembre del año anterior
todavía no había llegado a Londres. Era, sin duda, un sub-
terfugio para evitar debates. Pero el conde de Aberdeen
que había recibido informaciones sobre el particular, anti-
cipó que el tratado prescindía de la República Oriental, cuya
independencia, dijo, "era el único objeto de importancia,
porque con Rosas no tenemos ninguna querella, de nada
tenemos que quejarnos, nada que pedir, excepto la indepen-
dencia de la República Oriental".
Razón de sobra tenía el Gabinete inglés para ocultar el
tratado que había celebrado Southern. Estaba resuelto a ra-
tificarlo, como efectivamente lo ratificó pero su publicación
;
I
'
CAPITULO XVIII
La misión Le Predoiir
de tierra.
El almirante Le Predour ajustó su nuevo tratado y lo
envió a Europa sin dar participación ni siquiera suminis-
trar noticias de su contenido al gobierno de la Defensa.
Concluidas sus tareas diplomáticas, se limitó a publicar una
orden del día en que decía a sus soldados
"Debemos calmar las' pa.si'Ones que disuelven un país en el
cual gran número de nuestros compatriotas ha hallado una
benévola hospitalidad. Espero que alcanzaremos este fin
sin obligar a la Francia a traer la guerra a estas lejanas
comarcas. Pueden no aceptar este sistema de moderación
algunas cabezas exaltadas, pero protegiendo el derecho de
todos obligaremos a todo el mundo a que nos haga justicia",
504 HISTORIA DEL URfCUAY
campaña en ruinas:
'"Este desgraciado país devastado por una guerra que
nuestra intervención no ha hecho más que prolongar, no po-
drá por mucho tiempo ofrecer aím a la población que la
habita elementos de existencia y de trabajo. Su riqueza hace
poco tan considerable está destruida para mucho tiempo por
siete años de una lucha encarnizada que ha llamado bajo una
u otra bandera a todos los hombres útiles de las ciudades y
de la campaña. Desde luego los ganados han desaparecido y
los establecimientos se han arruinado a falta de brazos dis-
ponibles para guai'dar los primeros y conservar los segundos.
El puerto del Buceo que sobre la ribera izquierda del Plata
está abierto al comercio y en el cual se concentran desde la
guerra todos los productos de la Banda Oriental, basta ape-
nas para el cargamento de tres buques en el espacio de un
mes. ¿Qué recursos podríamos, pues, hallar en un país devas-
tado tan comiíletamente ? ".
Plata
"Cuaudo el Gobierno Argentino se empeñó en la presente
lucha del Río de la Plata en 183G, no estaba amenazada la
independencia del Uruguay, ni había más que la rebelión de
Rivera contra el entonces Presidente don JNlanuel Oribe; y
si el extranjero ha intervenido, este suceso se verificó siete u
resolvían a hacer sin que Rosas los empujase o sin que llegase
una resolución de Europa Entre los diferentes motivos
, . .
Ya no
era posible la permanencia de la Legae¡(3n argentina
<:-nRío de Janeiro y el general Guido recibicj instrucciones de
Kosas para salir del Brasil, ese país —
decía el dictador en su
nota —
''cuyo desleal y pérfido gabinete, enemigo asqueroso
de la América, tanto ha ofendido y ofende inauditamente a
la Confederación Argentina".
El Emperador se apresuró a dar cuenta de ese desenlace a
la Asamblea General del Brasil.
"El general Oribe —
decía en su mensaje de mayo de 1851
— se rehusó a adoptar providencias cpie hicieran cesar las vio-
lencias y vejámenes cpie en virtud de órdenes suyas eran y
son ejercidos sobre las personas y propiedades de gran nú-
mero de brasileños establecidos en la frontera del Estado
Oriental. El ^Ministro argentino •insistió en abocarse a sí esta
cuestión, y como no le fuera dada la solución que exigía el
Gobernador de Buenos Aires, pidió sus pasaportes que le fue-
ron concedidos''.
Desde los primeros momentos del conflicto, a raíz de las
incursiones del barón de Jaeuhy, ya resultó inminente la
guerra y el Gobierno de Río de Janeiro empezó naturalmente
sus preparativos. Dando cuenta de ellos, escribía el doctor
Lamas al doctor Herrera al finalizar el año 1850:
Para febrero del año entrante calcula el Gobierno tener
en Río Grande un ejército de 16.000 hombres. Terminados los
preparativos, el Bra.sal invitará a Rosas a retirar sus tropas
del territorio oriental y a reconocer la independencia del Pa-
raguay. '"Esa indicación será perentoria y en forma de ulti-
mátum. Desechada, declarará que recurre a las armas para
imponer la paz".
Del lado de la frontera terrestre marchaban admirable-
mente, pues, las sucesos a favor del plan que el gobierno de
la Defensa se había trazado desde 18-1:7, al abandonar sus es-
peranzas en la eficacia de la intervención franco-inglesa y al
decidií'se a buscar la alianza del Brasil y de Entre Ríos para
vencer a Oribe y voltear a Rosas.
¿Eran igualmente favorables los sucesos del lado de la
frontera fluvial?
Para contestar esa pregunta necesitamos remontarnos a la
actitud de provincias de Corrientes y Entre
las Ríos a raíz
del establecimiento del sitio de ^lontevideo.
LA DEI-EXSA DE MOXTEVIltKO 52'(
'.
decía
"He resuelto cortar definitivamente toda correspondencia
oficialcon el Gobierno de Corrientes, en cuya virtud ordeno
a V. S. que se retire al ejército sin oontraer ningún com-
promiso con aquel Gobierno, a menos que él no sea fijado
en las bases que emanan de los compromisos solemnes que
estaban vigentes de Gobierno a Gobierno".
Ese oficio de agosto de 1844, fué inspirado probablemente
por la designación de Paz que arrancaba a Rivera la jefa-
tura de los ejércitos aliados pactada o mejor dicho ratificada
en la víspera de la batalla del Arroyo Grande.
El general Paz empezó a prepararse para la guerra. En
su campamento alternaban los ejercieias militares encamina-
dos a formar soldados y el culto a los proceres encaminado
a despertar el sentimiento patriótiico.
Cuando llegó la noticia de la muerte de Rivera Indarte,
Director de ''El Nacional" de Montevideo, mandó cesar los
trabajos de instrucción, hizo poner la bandera a media asta
y al pie de ella ua cañón cubierto con otra bandera en señal
de duelo y publicó una orden del día en que decía
"SiLs escritos a.sí como todas las producciones de su geniv»
en largos años de proscripción no tuvieron más objeto que
combatir a Rosa.s, ilustrar la América, la Europa y el mundo
todo sobre la.s tendencias clásicamente antisociales del feroz
tirano que sojuzgó la patria. A él principalmente es debido
el eonveneiniiento universal de que una tiranía espantosa y
sistemada haya existido en las ^concurridas riberas del Plata.
El efecto de sus palabras, excitando más que las simpatías,
ha traído sobre la cabeza del tirano el anatema de la ilus-
tración y hace que truene boy el rayo exterminador de su
existencia."
Pocas semanas después recibía la noticia de la muerte de
Rivadavia y ordenaba que todos los jefes y oficiales llevasen
insignias de luto, lanzando a la vez a manera de voto del
ejército la idea de erigir un monumento a la memoria del
procer luego de restaurada la libertad de su patria.
Todo marchaba a taml)or batiente en ese gran campamento,
cuando Urquiza, después de hal)er triunfado en India ^luerta
repasaba el Uruguay en protección de Entre Rías y se ponía
en marcha contra las fuerzas de Corrientes.
En uno .de los primeros encuentros cayó prisionero el ge-
530 HISTORIA DEL UBTJGUÁY
de 1849
"Los negocios de Entre Ríos toman un aspecto serio. Ur-
quiza y Rosas están en una muy formal polémica. El pri-
mero quiere la franquicia de comerciar directamente, admi-
tiendo y despachando en los puertos de su provincia los
buques que vayan a ella con objeto mercantil, y el segundo
se lo niega. Aquél quiere más : pretende que puesto que
aquello no se le conceda por consideraciones de alta política
como se dice, a los efectos que salgan de Buenos Aires para
Entre Ríos no se les haga los recargos de derechos que hoy
sufren, a lo que también se niega. Desde que la cuestión
versa sobre tales puntos, usted comprende cuánta gravedad
tiene y cuánto partido puede sacarse de ello. Yo me pro-
pongo explotarla y al efecto ya he dado pasos".
En marzo de 1850 daba estos nuevos datos el Ministro
Herrera al doctor Lamas
"De Entre Ríos he tenido noticias directas y fidedignas;
todo va perfectamente. A las cuestiones que existían con el
Gobierno de Buenos Aires, se ha agregado otra de carácter
LA DEFENSA DE MONTEVIDEO 533
pedía.
Como si no fuera suficiente el desafío de Rivera, era eu
eso« momentos que Rosas desautorizaba los tratados de Al-
earaz y fiaba un primer sofrenazo al Gobernador de P]ntre
Ríos, que el agraviado aceptaba en silencio sin atreverse a
recoger el guante.
.
El ataque de Rivera a Paysandú pudo ser en su hora un
factor real de rompimiento de negociaciones. Pero aún
cuando Rivera no se hubiera movido, el rompimiento habría
tenido lugar bajo la presión de Rosas.
Efectivamente, cuando Urquiza recibió la invitación del
gobierno de la Defensa se dirigió a Oribe pidiéndole que
acepíai-d sus oficios, a la vez c|_ue daba cuenta a Rosas de los
: "
•
La actitud de Urquiza al ergurrse contra Rosas en la forma
vigorosa que demuestran los decretos y proclamas que acaba-
mos de extractar, dio lugar en Pjutre Ríos a grandes mani-
festaei(mes popujares en que se vivaba al Gobernador, "al ge-
neral Garzón y a sus valientes orientales", a la "heroica Re-
pública Orienta], independiente y soberana".
544 IIlSTOr.IA DEL UUUGUAY
de la verdad."
LA DEFENSA DE MONTEVIDEO 5M
sumaron.
La Convención de Paz de 1828 había dejado pendiente la
cuestión de límites, concretándose a establecer la desocupa-
ción del territorio oriental por los ejércitos argentino y bra-
sileño, con lo cual mantenía el principio del statu - quo, o
sea el tratado de San Ildefonso, según la tesis sostenida por
el propio don Andrés Lamas en su obra "Agresiones de
Rosas".
Pues bien: la ejecución del tratado de San lldeíonso, val-
gan los cálculos arbitrarios de "El Oriental" en 1852, ha-
bría de\Tielto a la República Oriental una tercera
parte de
la provincia de Río Grande, una zona importante de la pro-
vincia de Matto Grosso y varios grandes trozos en la fron-
tera. "La Patria", otro diario del mismo año, luego de esta-
blecer que la República cedía aparte del territorio a que era
aplicable el uti - possidetis, una gran zona desde el Chuy,
Puntas .del Palmar e India Muerta hasta la altura de las
mayores aguas de la Laguna Merim que el Imperio jamás
había poseído, fijaba en mil leguas cuadradas la faja com-
prendida desde el Piratiny al Cuareim y desde el Chuy al
Pepirí - Gnazii que correspondían al Uruguay de conformi-
dad al tratado de 1777 y que sin embargo pasaban al Brasil.
En 1840 don José Cátala fijaba así el territorio uruguayo
en un texto de geografía
"Sus límites son hoy por el Norte las ]\Iisiones del Uru-
guay, ocupadas actualmente por los brasileños, siendo divi-
sorias las aguas del Ibieuí Guazú por el Este el territorio
;
América del Sur. abre mía nueva éjioea a las relaciones del
Imperio con las Repviblicas del Plata. La envejecida cuestión
de límites, que tenía su origen en los tiempos primitivos de
ia conquista, era insoluble por medio de la diplomacia y la
grierra, por cuanto siempre hubo de ambos laidos la idea de
aumentar el respectivo territorio. Ni la Kepública Oriental
del Uruguay con el territorio fértilísimo, bien que relativa-
mente pequeño, que posee, ni mucho menos el Brasil, necesi-
tan una sola pulgada más de terreno. Lo que ambos necesi-
tan es la paz, que ha de llenar su territorio de población, que
ha de hacerlo productivo por medio de la industria, del co-
mercio y de la navegación. Sacrificando, pues, a las preten-
siones de pedazos de territorio, casi inútiles en el estado de
despoblación de estos países, la paz o las alianzas que puedan
garantirla, sacrificábase por parte de la Eepública Oriental
los elementos de verdadera nacionalidad que han de resultar
del aumento de población y de riqueza, y por parte del Brasil
la tranquilidad y el adelantamiento de las poblaciones de la
frontera del sur del Imperio".
Lo malo es que, como lo decía otro diario de la época, el
Brasil había tratado al Uruguay como el lobo de la fábula al
cordero, y eso precisamente a tiempo que el gobierno de la
Defensa, amenazado por la ratificación del tratado Le Pre-
dour, que era la rendición a Rosas, estaba obligado a soportar
todas las exigencias de una diplomacia insaciable.
CAPITULO XX
El 18 de Jura de la Cons-
julio de 1851, aniversario de la
titución, guarnicióu oriental de Martín García hizo una
la
salva de 21 cañonazos que fué contestada por los barcos de
guerra franceses y brasileños destacados allí. Era la señal
del rompimiento de las hostilidades.
Al día siguiente empezó el pasaje del río Uruguay a la
altura de Paysandú por las fuerzas de Urquiza, a la del Her-
videro por las fuerzas de Garzón y a la del Salto por las
fuerzas de Virasoro.
En
sus proclamas decía Urquiza a los entrcrrianos
"Nuestros hermanos del oriente invocan el auxilio de Adies-
tras lanzas para arrojar del nativo suelo al bárbaro que
quiere devorar hasta las ruinan de una antigua gloria na-
cional comprada con la sangre de republicanos iliLstres . .
Urquiza
"Un desertor de la sagrada causa que defienden las K;-
públicas del Plata amenaza nuestra libertad e independen-
cia. . Degradado hasta el extremo de convertirse en vil
.
Piedras.
Sus soldados, que no querían combatir, continuaban el mo-
vimiento que ya le había hecho perder el dominio de toda
la campaña, incluso la Colonia cuya guarnición entera con
el coronel Lucas Moreno a la cabeza acababa de ponerse a
las órdenes del general Garzón.
Apremiado por las circunstancias comisionó a don Juan
Francisco Giró para reanudar las negociaciones de paz sobre
nuevas bases.
Urquiza se liniitó a ofrecer pasaportes a favor de los jefes
que quisieran salir del país, base extrema que no aceptó
Oribe, reanudándose las hostilidades bajo forma de pequeños
combates que eran contemplados por la población de Monte-
video desde las azoteas de las casas.
El 4 de octubre avanzó hasta las faldas del Cerro la divi-
sión del coronel Venancio Flores, conduciendo una fuerte
provisión de ganado para la plaza.
Pocas horas después Urquiza instalaba su cuartel general
en el Peñarol, Uegaaido sus tropas hasta las márgenes del
Miguelete y a su turno la guarnicáón de Monte\^deo reali-
zaba un movimiento de avance desde las Tres Cruces hasta
el Buceo sin encontrar resistencia.
tares y eiudadanois
a la iiiti'rvtMu-ión aiiglo - francesa ha sido
<;ou la ideade defender la independencia de la República. .
Y
de acuerdo eooi esa respuesta, Oribe quedó eu su quinta
del Paso del Molino, sin que nadie le mo'lestara a pesar
de tiodos los odios que había provocado en el curso de la
larga guerra que acababa de terminar.
•'Soldados —
les decía —
mucho habéis conseguido ya; pero
todavía no lo habéis hecho todo. tJn nuevo campo de gloria
se os presenta en ciue podéis hacer brillar vuestras virtudes
de soldados y de ciudadanos."
En la división oriental iban cuatro batallones de línea y
un escuadrón de artillería ligera constituidos por soldados
que habían actuado unos en defensa de la plaza y otros en
las filas del ejército sitiador, marchando así unidos como lo
observaba un diario de la época, coloraidos y blancos, unita-
rios y federales, para voltear al niismo gobernante que los
había desunido y hecho pelear durante tantos años y eso sin ;
Uno
de los primeros actos de la nueva situación argentina
fué entregar a los Tribunales para su enjuiciamiento y cas-
tigo a los promotores y autores de los degüellos de 1840 y
1842, actitud quQ..señalaba una diferencia notable con la que
había hecho prevalecer U^rquiza aquende el Plata mediante
la sanción del lema de don Andrés Lamas: "Ni vencidos ni
vencedores".
57á HISTORIA DEL tRUGUAY
hombre '.
violenta de posesión.
En su nota de fines de febrero de 1852, decía que la ocu-
])aciónde la isla "por fuerzas extranjeras" constituía un
acto de hostilidad que ya no tenía razón de ser; agregaba
(me el Gobierno Argentino había resuelto "entrar en pose-
sión de esa isla. (|ue es parte de su territorio"; y prevenía
"que del 10 al 15 del mes de marzo partiría una fuerza
tomar posesión".
suficiente para
Acababa de terminar la Guerra Grande; continuaban en
plena ebullición los partidos qvie se habían despedazado du-
rante ocho años de lucha estaba pendiente la elección de
;
cionales.
A fines de 18-Í7, el ^Ministro oriental en Río -de Janeir
don Francisco Magariños habló de convertirla en una isla
común, bajo la garantía de todos los países interesados en la
navegación de los ríos qu„' desaguan en el Plata. La idea fué
lanzada en un memorándum a la cancillería brasileña, como
consecuencia del acuerdo redactado por el gobierno de la De-
fensa al abandonar la intervención franco - inglesa y buscar
la alianza de Entre Ríos y de Corrientes contra Rosas.
Poco después, en febrero de 1848, el ^Ministro de Relacio-
nes Exteriores don INIanuel Herrera y Obes desenvolvía más
ampliamente su pensamiento a don Andrés Lamas, sucesor
de ]\Iagariños en la Legación de Río de Janeiro.
Si el Brasil — le decía — se presta a nuestros proyectos,
trate de ciue el Gobierno Imperial asuma la iniciativa de cpTe
"el Paraná sea el límite de la República Argentina". Urtpiiza
acepta esa idea "cfue era la base del tratado de Alcaraz"
entre las provincias de Corrientes y Entre Ríos. "Doy
tanta importancia a este pensamiento que de él hago depen-
der todo el porvenir de estos países. Habrá equilibrio de
. .
.^-
Páginas
i.NDICK 587
Páginas
de, 145.
Cap. VI. La invasión de Oribe. Empieza el sitio de Mon-
tevideo 15Í
Los vencedores de Arroyo Grande cruzan el Uru-
guay, pág. 151 —A cuánto ascendían las fuerzas
588 HISTORIA DEL URUGUAY
Páginas
II
LA DEFENSA DE MONTEVIDEO
riesidencia de Suáiez — 1843 - 1852
LA LUCHA :militar
Gobierno de Defensa no
la 198 — Los cede, legio-
narios franceses adquieren la ciudadanía e ingre-
ean a la guardia nacional, 19 9.
ÍMMCK Ó.Sy
Páfíimis
l';í'j¡ii;is
rág'tnas
I'i'iííinas
Páginas
tevideo, 473 —
La escuadra francesa levanta el
bloqueo, 474 —
En Montevideo eran conocixlos los
fines de la misión, 475 —
Agitaciones que pro-
mueve el conocimiento del programa de los Minis-
tros interventores, 476 — Por qué plaza la se sal-
vó de la rendición, 478 — El gobierno de la De-
fensa anuncia el fracaso de la misión Gore - Gros,
479 —
Trata el gobierno de. la Defensa de atraerse
a los jefes de Oribe, 481 —
Continúa la Francia
prestando su ayuda al gobierno de la Defensa, 482
— La Inglaterra, en cambio, resuelve separarse
absolutamente de la causa de Montevideo, 483 —
Voces de protesta en el Parlamento inglés, 4 86
— Aguardando una nueva misión francesa, 489.
|94 IIISTOKIA DEL URIGLAY
I'iiíí ñas
Defensa, 508.
Páginas
A^SE
Acevedo, Eduardo
Manual de historia
uruguaya