You are on page 1of 6

Ensayo sobre

la Psicoterapia
Grupal Gestalt

Autor: Francisco Alejandro Camargo Alcántara

Mtra. Eunice Ferrá


La terapia Gestalt en grupo obedece, de manera natural, a la propia filosofía
del proceso que hace énfasis al considerar a cada organismo inmerso en las
interacciones con su medio. El efecto esperado es potencializar el proceso
terapéutico de cada integrante del grupo mediante la interacción de los mismos.

La idea principal que fortalece y justifica el trabajo terapéutico en grupos, es


la propia experimentación en el proceso, de las interrelaciones que se dan y sirven
como prueba de las relaciones que ocurren afuera del grupo de terapia. Es decir,
que cada integrante tiene la oportunidad de ir probando como le hace para
relacionarse con los demás y que de ese interactuar le es funcional y cual no, para
poder llevarlo a su propio entorno cotidiano.

Evidentemente el trabajo de terapia grupal se lleva con todo énfasis en el


campo relacional, en el manejo de las interrelaciones y en un constante ir y venir de
lo individual a lo grupal. Por lo que es importante hacer una revisión a los conceptos
teóricos, filosóficos y metodológicos de la terapia gestalt grupal.

Castanedo (1997) nos menciona el empuje que tiene una terapia gestalt
grupal en proporción al buen manejo del terapeuta, promoviendo el encuadre o
marco de las relaciones que se permitirán o no, dentro del grupo, logrando así el
contacto con las interacciones que se construyan entre los miembros.

Este marco de referencia para convivir dentro del grupo abarca situaciones
desde la puntualidad y fechas de reunión para el proceso, hasta formas de
relacionarse permitidas y restringidas (relaciones amorosas entre los integrantes) y
posibilidades de reuniones externas al propio proceso. En mi experiencia como
terapeuta he notado la importancia de explorar los aspectos cotidianos que pasan
inadvertidos y al mismo tiempo generan tensión dentro del grupo.
A partir de este encuadre, las mismas relaciones tendrán una lupa que será
tanto la percepción del terapeuta, como la percepción del propio grupo a favor de
cada integrante y sus procesos personales.

Modelando al grupo, permitiéndole que exploren fenomenológicamente, es


decir, poniendo atención a lo que ESTÁ ocurriendo en el momento, desde lo que se
dice, lo que se SIENTE, piensa, HACE, hasta lo que le va ocurriendo conforme se
explora y se percata de la interacción con el grupo; todo esto, haciendo de lado los
juicios tanto del terapeuta, como del grupo. El saberse observado, escuchado, en
interacción continua. Ante esta propuesta, el grupo aprende a apoyarse
mutuamente promoviendo también esta atención, Peñarrubia (2014) dice que se
comporta como el coro griego, una conciencia superior al terapeuta que trabaja en
favor del proceso de algún miembro, y a la vez del propio grupo.

El movimiento del grupo, el juego de interacciones que co-crean, va


haciéndose palpable y consciente impactando la propia conciencia de cada
integrante y a la vez del mismo grupo; incluso del propio terapeuta en sus
interacciones con el grupo como entidad y con cada integrante. Siendo esto el
campo de interacciones desde donde se viven y construyen las personas
participantes.

Reconociendo estas interacciones y revisando su funcionalidad cada


miembro desde la conciencia y la responsabilidad de sus actos, podrá ir modificando
e intencionando sus formas de relacionarse. A este punto el grupo se evidencia a sí
mismo como un ente particular con sus propias características irrepetibles fuera del
mismo (Atienza, 1987).

Llegados a esta conciencia en y del grupo, el trabajo psicoterapéutico toma


fuerza, quiero aclarar que no es que no se trabaje antes, sólo que ahora el trabajo
es evidente y más intenso, así como después de algunas sesiones individuales, el
trabajo tiene más potencia. En el grupo esta potencia se multiplica por cada
integrante.

Para Zinker (2003) el terapeuta de grupos ha de tener 4 principios


fundamentales en su trabajo:

1) Primacía, en cada momento, de la experiencia grupal en marcha.


2) Proceso de desarrollo de la conciencia grupal.
3) Importancia del contacto activo entre los participantes.
4) Empleo de experimentos de interacción estimulados por un líder que
interviene activamente en ellos.

Estos principios valorados en el instituto de Cleveland, dan la estructura al


terapeuta para su trabajo frente a grupo, promueven el pasar de hacer “terapias
individuales acompañadas por un grupo” a realizar terapia de grupo. Con base a
estos principios, también es posible favorecer el darse cuenta, la responsabilidad y
la actualidad de cada participante y del grupo desde el trabajo gestáltico ya sea por
bloqueadores del desarrollo (introyectos, asuntos inconclusos y experiencias
obsoletas), por modos de relación o por ciclos experienciales.

Es importante reconocer la evolución del grupo, de acuerdo con Zinker el


grupo se desarrolla por 3 momentos principales de acuerdo al grado de cohesión y
relaciones interpersonales del mismo grupo. Inicia con el estadio de identidad y
dependencia, el cual se caracteriza por la identificación de cada miembro con el
grupo, con sus propias dependencias y motivaciones a pertenecer (Peñarrubia,
2014).

El segundo estadio es la influencia y contradependencia, crece la conciencia


de cada integrante por reconocerse influenciado (a) por el grupo y lo que sucede en
el mismo, por las reglas tanto implícitas como explícitas y los valores y principios
que se manejan en las interacciones, es en este momento donde se revelan los
mayores conflictos del grupo y sus relaciones; finalmente el último estadio es la
intimidad e interdependencia, donde ocurre el contacto auténtico, y las relaciones
más conscientes, si logran nutrirse de los conflictos, el grupo alcanza la capacidad
de saberse apoyados y auto-apoyados pudiendo ir y venir en las relaciones nutricias
de cada integrante (Peñarrubia, 2014).

Es claro que un grupo que alcance el último estadio, no es para nada un


grupo perfecto, con integrantes completamente sanos y “curados”, el planteamiento
filosófico de la gestalt permite reconocernos como entidades en crecimiento y
desarrollo, capaces de construirnos y reconstruirnos constantemente con
consciencia y responsabilidad; y es lo que indica este estadio de interdependencia
en grupo.

Para lograr este proceso la gestalt desde sus orígenes ha generado


estrategias semi-estructuradas para favorecer este desarrollo grupal y personal.
Estas son las supresivas, que buscan detener los impulsos neuróticos permitiendo
percibir el cómo y para qué de esos mismos impulsos. Las expresivas, que
promueven las expresiones auténticas a favor de la consciencia y la
responsabilidad; y las integrativas, que orientan a cada integrante y al grupo a la
percepción de la completud de su propia experiencia como personas y como grupo
(González, 1999, págs. 98-100).

Escribir este ensayo, se ha convertido para mí en un proceso dinámico y


complejo para poder concretar el trabajo que he estudiado y realizado en algunas
ocasiones, evidentemente hay mucho más que exponer sobre el trabajo terapéutico
de grupos y al mismo tiempo, creo haber abordado lo prioritario en esta ocasión. Mi
experiencia con el tema me deja una satisfacción personal y profesional y al tiempo
un compromiso por continuar preparándome y haciendo terapia de grupo,
reconozco el camino hacia adelante con compromiso, dedicación y pasión.
Referencias
Atienza, M. (1987). Estrategias en psicoterapia gestáltica. Buenos Aires: Nueva Visión.

Castanedo, C. (1997). Grupos de encuentro en terapia gestalt. Barcelona: Herder.

González, J. (1999). Psicoterapia de grupos. Madrid: Manual Moderno.

Muñoz, M. (2014). Los ocho modos de relación o interacción. D. F., México: Instituto Humanista de
Psicoterapia Gestalt, AC.

Peñarrubia, F. (2014). Círculo y centro. Barcelona: La Llave.

Zinker, J. (2003). El proceso creativo en la terapia gestáltica. D. F., México: Editorial Paidós Mexicana,
S. A.

You might also like