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Amar comporta
vulnerabilidad
Publicado el 23 de octubre de 2017
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Tomás Baviera
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HR & Communication Consultant. Marketing Professor. Speaker
Hay unos dolores que padecemos todos, y que quizá no nos hacen
gritar como en el caso de Juanjo. Sin embargo, muchas veces
hacemos lo que el residente de doctorado hizo con Juanjo:
improvisamos un tratamiento rápido. Me refiero a los síntomas
que nos dificultan, y a veces impiden, establecer vínculos de amor
y de amistad con los demás.
Síntomas
Empezaremos por describir la anatomía de las relaciones
humanas. ¿De qué manera las personas conectamos? Esta era la
principal pregunta que Brené Brown se hacía en el año 2001 al
iniciar su investigación en la Universidad de Houston. Su
especialidad era Sociología, y quiso ir al núcleo de las relaciones
sociales. A lo largo de 10 años reunió más de 11.000 historias
personales para tratar de responder a esta pregunta.
Agravamiento de síntomas
Gracias al estudio de Brené Brown podemos tantear un
diagnóstico para nuestro problema: las dificultades para empatizar
se deben, en buena medida, a una alergia a la propia
vulnerabilidad.
Curación
Ahora bien, un buen médico no solo se queda en el agravamiento
de síntomas. También resulta muy estimulante saber qué podemos
llegar a hacer si nos curamos. Me parece que nos puede servir
para ilustrar estos dos aspectos, el positivo y el negativo, la
historia de Rick, el protagonista de la película Casablanca, que
fue interpretado por Humphrey Bogart.
La acción de la película transcurre durante la Segunda Guerra
Mundial. Casablanca es en esos momentos un lugar neutral,
donde acuden numerosos refugiados a la espera de obtener un
visado para marchar a Estados Unidos.
Tratamiento
Vayamos ya con el tratamiento. Llegados a este punto, les tengo
que ser sinceros. En cualquier consulta el médico ofrece varias
posibilidades de tratamiento. Depende de diversos factores, como
la gravedad de los síntomas, o las disposiciones del paciente, o
sus posibilidades económicas. En mi caso, solo he encontrado un
tratamiento. Y realmente es muy difícil. ¿Por qué? Porque lo
primero que hay que hacer es pensar diferente.
Ahora bien, cuando permitimos que otro nos diga: “Conozco tus
defectos, conozco tus fracasos, conozco tus sufrimientos. Eso no
me importa. Tú eres irremplazable para mí, a pesar de tus
imperfecciones”. Si experimentamos un encuentro en estos
términos, la curación ya es posible. Incluso bastaría un único
encuentro en la vida para que nuestro corazón se
pudiera limpiar y aprendiéramos a bajar las barreras. Todavía
sería mejor si este encuentro especial se produjera durante la
infancia. Esta vivencia dota al corazón de un vigor inusitado.
Nos hace capaces de sembrar la misma esperanza que hemos
recibido: la de procurar el bien del otro sin herirle.
Muchas gracias.