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Trabajo final integrador

_________________________________________________________________

Libertad de expresión en asuntos de interés público

Alumno: Fernando Latrille

Fecha: septiembre de 2017

1
Introducción ........................................................................................................................................ 4
Primera parte ...................................................................................................................................... 9
Sobre la libertad de expresión y los asuntos de interés público ..................................................... 9
Libertad de expresión: faz individual, faz colectiva, piedra angular de la democracia................. 12
El Estado como garante de esa libertad ........................................................................................ 13
Interés público............................................................................................................................... 14
Hacia una información éticamente responsable. Códigos deontológicos .................................... 15
Código de ética periodística .......................................................................................................... 16
Frenar el alarmismo y no caer en infoentretenimiento ................................................................ 17
Deontología y la relación periodismo fuentes .............................................................................. 18
Segunda parte ................................................................................................................................... 22
Guía para el tratamiento periodístico responsable. Un aporte oportuno .................................... 22
Diez recomendaciones para un tratamiento periodístico responsable de las noticias policiales. 26
Tercera parte ..................................................................................................................................... 38
La masacre de Villa Ramallo. Descripción del caso. ...................................................................... 38
Teléfono descompuesto ................................................................................................................ 39
Contextualización .......................................................................................................................... 40
Vuelta al relato mediático ............................................................................................................. 43
La voz de los periodistas: su cobertura del caso, análisis de su trabajo ....................................... 48
A modo de conclusión ................................................................................................................... 59
Bibliografía ........................................................................................................................................ 63
Anexos ............................................................................................................................................... 65

2
“El periodismo líquido es puro presente y por ello el periodista mendigo debe privarse de
ejercitar la memoria: su desempeño no sólo prescinde del archivo, sino que requiere
anular toda documentación que rebase la referencia a lo inmediato”
Becerra, M. “Periodismo Líquido”. PáginaI12.23/3/09.
Ver en https://goo.gl/5fU2R5

3
Introducción

“Recién una hora después de comenzada la charla, él les pidió a los delincuentes
que no hablaran más con la prensa. Y nosotros cortamos. Tal vez en algún momento
hicimos algo más que periodismo”, declaró el periodista Samuel Chiche Gelblung 1 en
referencia a las críticas recibidas por funcionarios del gobierno por haberse comunicado al
aire y en vivo por Radio 10 con los autores del asalto con toma de rehenes ocurrido en la
sucursal del Banco Nación en Villa Ramallo aquel jueves 16 de septiembre de 1999.

La libertad de expresión en asuntos de interés público no implica llevar adelante


prácticas que sean, como declaró Gelblung “algo más que periodismo”, porque ser
consciente de que estamos haciendo otra cosa sería suficiente como para no hacerla.

No se trataría de restricción o censura el evitar cierta espectacularización de la


noticia que se transparenta en la situación descripta.

Como plantea Francesc Baratta “la otra gran perversión que produce el actual
sistema informativo que viene motivado por la inmediatez, el peligroso ambiente de
competitividad existente entre los medios2”, y añade “cada día se produce una carrera por
llegar primero a la noticia, una dinámica que, muchas veces, va en sentido contrario al
necesario rigor profesional. Predomina la inmediatez de la información por encima de la
profundidad 3 ”. Algo sobre lo que ya nos alertaba el sociólogo Zygmunt Bauman en
Modernidad Líquida y que sucede en cualquier ámbito de la vida y del que no escapa el
periodismo.

Detalla Loreti que ya sufrimos en la última dictadura cívico militar “un


endurecimiento de las penas previstas en el Código Penal para los delitos de calumnias e
injurias, destinadas a castigar el uso de la voz pública aumentando las penas de la figuras e
insertando el agravante en caso de divulgación4”, como para no ser conscientes de que
“desde la recuperación de la democracia, la persecución penal para quienes tomaban la voz
pública fue un recurso utilizado por funcionarios de los tres poderes del Estado, dirigentes

1 “Tal vez hicimos algo más que periodismo”, revista Gente, 29 de septiembre de 1999.
2
Barata, Francesc, “De Ripper al pederasta: un recorrido por las noticias, sus rutinas y los pánicos morales”,
en Francesc Barata (coord.), Revista Catalana de Seguridad Pública, núm. 4, junio de 1999, pp.45-57.
3
Ídem.
4
Loreti, Damián, “Medios: discurso único y negocios a la sombra del terrorismo de Estado”, en Verbitsky
Horacio, y Bohoslavsky, Juan Pablo, 2013. Cuentas Pendientes. Los cómplices económicos de la dictadura.
pp. 365, Bs. As. Ed. Siglo Veintiuno.

4
políticos y empresarios para cercenar el escrutinio ciudadano sobre la cosa pública”,
(Horacio Verbitsky en 2010 en la reedición que PáginaI12 realizó del libro de Eduardo
Kimel La masacre de San Patricio.)

Un largo camino hemos recorrido en materia de libertad de expresión- como marca


Verbitsky- quien enumera los pasos dados para que en 1993 se derogara la figura de
desacato sumado al caso emblemático conocido como Kimel, que permitió en 2009 la
despenalización de calumnias e injurias para expresiones referidas a temas de interés
público en lo penal.

Todas esas acciones no deberían olvidarse cuando se llevan adelante prácticas


profesionales en el marco del derecho a la libertad de expresión en asuntos de interés
público, para no regalarles excusas a los promotores de la censura que siempre aparecen y
mucho más en los tiempos que corren.

La libertad de expresión es un derecho que adquiere una preponderancia singular en


el ámbito de los derechos fundamentales y se despliega en una doble dimensión: por un
lado, constituye un derecho inalienable de los individuos y, por el otro, es una
precondición esencial para el funcionamiento de un gobierno democrático.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que “la libertad de


expresión e información es una piedra angular en la existencia misma de una sociedad
democrática” (Corte IDH, OC-5/85, párrafo 70).

El derecho a la libertad de expresión se encuentra consagrado en la Constitución


Nacional (artículos 14 y 32) así como también en el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (artículos 19 y 20), la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (artículo 13), la Declaración Universal de Derechos Humanos (artículo 19) y la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (artículo 4), entre otros
instrumentos con jerarquía constitucional (artículo 75 inciso 22 de la Constitución
Nacional).

Contar con la información sobre asuntos de interés público es parte constitutiva del
derecho a la comunicación porque está directamente vinculado con el control ciudadano
sobre las acciones públicas, en particular sobre aquellas que tienen que ver con el Estado,
con las acciones de gobierno y con la actuación de privados en ámbitos públicos.

Según Damián Fernández Pedemonte “deben considerarse también de interés


público las informaciones que nos ayudan a comprender mejor el comportamiento de los
distintos grupos humanos que se entrecruzan en la ciudad, para poder prever sus

5
reacciones, para poder interactuar solidariamente con ellos en la construcción de la
realidad social5”.

Es precisamente en este punto donde “en general, las noticias de los diarios
responden en su selección al criterio de satisfacción del interés público, es decir, que
procuran dar a conocer un conjunto de acontecimientos del ámbito político, económico,
social, que se presume que incidirán en la vida pública de los ciudadanos
independientemente del interés subjetivo que éstos puedan tener sobre estos hechos6”. Y
no deberíamos olvidar, como bien nos señala Stella Martini, que “los medios de
comunicación son actores políticos y como tales juegan en el campo del poder con un
capital más que valioso, la información de interés público7”.

Desde este enfoque interpretamos la tarea de Gelblung, quien intentó justificar su


práctica profesional de aquel momento-tal fue sacar al aire en vivo durante una hora a los
autores del asalto con toma de rehenes en la sucursal del Banco Nación en Villa Ramallo-
expresando que “si el negociador entendía que afectábamos su trabajo podía haber cortado
las líneas8”, omitiendo que “la información en periodismo se entiende como bien social y
no como un producto” y olvidando que la responsabilidad social del periodista es “no
solamente, ante ésos que controlan los medios sino principalmente, ante el público”
(Código de Ética: UNESCO. 1983. Principio III).

“Dos problemas graves acechan a la noticia”, nos dice Stella Martini en Periodismo,
noticia, y noticiabilidad y enumera: “su oferta y circulación como cualquier mercancía, y
en relación directa, su espectacularización, que desplazan el eje de relevancia y trivializan
el interés público”.

Cada tanto un acontecimiento que despierta un verdadero interés público es


intensamente cubierto por los medios de comunicación, como ocurrió con aquel asalto con
toma de rehenes en la sucursal del Banco Nación de Villa Ramallo, provincia de Buenos
Aires, aquel 16 de septiembre de 1999 y que produjo su trágico desenlace en la madrugada
del día siguiente.

Un asalto con toma de rehenes concita la atención de medios y periodistas, pareciera


que todo se enfoca en la cobertura de un hecho de evidente interés público, sobre el que
deberían al menos existir algunos acuerdos previos para la realización de esas prácticas
profesionales, sobre todo si la vida de varias personas está en juego.

5
Pedemonte Fernández, Damián. La violencia del relato. Discurso periodístico y casos policiales. Buenos
Aires. Ed. La Crujía. 2001. P. 104.
6
Ibídem. 118-119.
7
Martini, Stella. (2011). “Geografías en la encrucijada: las agendas del conflicto en la información
periodística”. En L. Siri y G. Vázquez Villanueva (comps.) Casos concretos. Comunicación, información y
cultura en el siglo XXI. Buenos Aires. Ed. La Crujía.
8
Samuel Chiche Gelblung, 1999. “Tal vez hicimos mucho más que periodismo”. Revista Gente.

6
Estamos convencidos de que la libertad de expresión en asuntos de interés público
es de vital importancia para una sociedad democrática, pero atendiendo los criterios de
cobertura periodística “los medios deberían contribuir a reducir la angustia social con
informaciones detalladas, precisas y contextualizadas, evitando los relatos alarmistas que
aportan poca información y aumentan la intranquilidad” (Lara Klahr, Barata, 2009).

Como dice Damián Loreti “no se trata de leyes, de mecanismos de censura, de


estatutos ni de códigos. Con austeridad, se trata de alcanzar acuerdos sobre prácticas y
rutinas9”.

Es por ello que el siguiente trabajo pretende estudiar cómo se ejerció esa libertad de
expresión en un asunto de interés público, cuál fue el criterio de cobertura en ese asalto con
toma de rehenes del 16 y su desenlace del 17 de septiembre de 1999 en Villa Ramallo,
porque resulta modelizante para profundizar la reflexión acerca de nuestra tarea profesional
ya que “el avance del sensacionalismo hacia otros campos de la información no se reduce a
un problema de estilo discursivo, sino de visión del mundo10”, como expresa Stella Martini.

Aunque muchos no lo recuerden “el caso de Ramallo provocó la discusión en la


Comisión de Medios de Comunicación del Senado de un proyecto que pretendía prohibir la
cobertura en vivo de hechos delictivos mientras estén interviniendo en su resolución fuerzas
policiales y judiciales11”.

Esa opción se constituye como un camino fácil, el que muy a menudo toman los que
lejos están de contextualizar las situaciones, como algunos representantes del pueblo que
preferían caer en una censura mediática en vez de analizar todas las dimensiones del
problema.

El periodista Horacio Cecchi señala con precisión que “la masacre de Villa Ramallo
fue el resultado de costumbres estructurales de la Bonaerense: la desorganización, la falta
de profesionalidad y el gatillo fácil, sumadas a la orden de que había que hacer algo y al
reclamo de ‘meter bala12’.

El periodismo también debe repensar sus prácticas y ese es el interés del siguiente
trabajo: reflexionar sobre la libertad de expresión en asuntos de interés público, sobre todo
cuál debe ser el interés de esa información que se brinda pensando no solamente en el
público al que se dirige sino resguardando a terceras personas que puedan estar en peligro.

9
Loreti, Damián, 2011. “De códigos, estatutos, guías y rutinas”. PáginaI12. Recuperado de
http://bit.ly/2fYz3wS.Setiembre 2017
10
Martini, Stella. (2002): “Agendas policiales de los medios en la Argentina: la exclusión como un hecho
natural”. En Gayol, S. y Kessler, G. (comps.) Violencias, delitos y justicias en la Argentina. Buenos Aires.
Ed., Manantial/ UNGS.
11
Pedemonte Fernández Damián. La violencia del relato. Discurso periodístico y casos policiales. Buenos
Aires. Ed. La Crujía. 2001. P. 146.
12
Cecchi, Horacio. 2000. Mano Dura. Crónica de la masacre de Villa Ramallo Ed. Colihue. P.160.

7
Es por todo lo enumerado que el siguiente estudio implicará poner en foco no
solamente la observancia de principios éticos en materia informativa sino la adopción de
buenas prácticas y rutinas en el ejercicio de la actividad comunicacional que servirán para
abonar al conocimiento existente sobre la necesidad social de coberturas responsables y la
necesaria cautela reflexiva acerca de lo que se le propone al público, donde los medios no
se sumen a crear angustia social. Para ello, nada mejor que brindar información
contextualizada, despojada de alarmismo, de sensacionalismo y que eso suceda depende de
que como profesionales reflexionemos al respecto sobre nuestras prácticas.

8
Primera parte

Sobre la libertad de expresión y los asuntos de interés público

En el libro El derecho a comunicar. Los conflictos en torno a la libertad de


expresión en las sociedades contemporáneas, de Damián Loreti 13 y Luis Lozano 14 se
abordan en el primer capítulo las teorías desarrolladas por algunos autores como Larry
Alexander, profesor de la universidad de San Diego en Estados Unidos y el británico Eric
Barendt. Alexander “parte de considerar la libertad de expresión como un derecho humano
fundamental y clasifica los diversos desarrollos teóricos que fundamentan su importancia”
(Loreti, Lozano, 2014:27). Así aparecen las teorías consecuencialistas de la libertad de
expresión en las que se encuentran: la promoción de verdad; la autonomía de la decisión; la
promoción de la virtud.

La promoción de la verdad entiende que la libertad de expresión es considerada un


instrumento fundamental para el descubrimiento de la verdad. Difundir información y
opinión, como también criticar posiciones de otros es clave para evitar concepciones
erradas sobre hechos y valores.

Esta visión tiene anclaje en la tradicional teoría del mercado de ideas que sostiene
como necesario permitir cualquier tipo de expresión, aun cuando se trate de opiniones
declaradamente falsas que inciten al odio, la discriminación, la violencia, porque de esta
manera, lo racional, lo verdadero, puede demostrar su validez a través de la existencia de
esas expresiones. Se podría agregar que el concepto de verdad no puede ser definido y por
lo tanto el Estado no podría tampoco arrogarse la capacidad de establecer qué es verdad y
qué no lo es.

13
Abogado por la Universidad Nacional de Buenos Aires y doctor en Ciencias de la Información por la
Universidad Complutense de Madrid. Se desempeña como profesor de grado y posgrado en derecho a la
información y libertad de expresión desde 1998. Fue director de la carrera de Ciencias de la Comunicación en
la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA entre 2002 y 2006, y vicedecano de la misma facultad entre 2006
y 2010. Es secretario del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y dirige la Maestría en Estudios
Interdisciplinarios en Servicios de Comunicación Audiovisual (UBA). Ha sido perito ante la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, y desde 1990 asesora a organizaciones sindicales y de medios
comunitarios nacionales y regionales en materia de libertad de expresión y radiodifusión.
14
Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA). Realizó estudios de posgrado en derechos humanos y
comunicación en la Fundación Henry Dumant. En la actualidad se desempeña como subdirector de
Comunicación Institucional de la Procuración General de la Nación y como docente e investigador en la UBA
y la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

9
En cuando a la autonomía de la decisión sostiene que la libertad de expresión es
condición para el autogobierno personal, el desenvolvimiento autónomo y la autonomía
política. Plantea toda eliminación de barreras que impidan conocer decisiones de los
gobiernos que de un modo u otro afecten la vida de los ciudadanos.

Y la tercera, que es la promoción de la virtud, plantea que la justificación para


considerar el derecho a la libre expresión como derecho humano tiene que ver con su aporte
a ciertas virtudes esenciales para la democracia como lo es la tolerancia a las creencias de
otros o con respecto a críticas, insultos y afirmaciones ofensivas.

Loreti y Lozano señalan que estas propuestas fracasan en su intento de ser teorías
generales sobre la libertad de expresión y que “las teorías consecuencialistas han sido
criticadas también en lo atinente a su propia definición general, porque cualquiera de estas
posiciones termina siendo rehén de los hechos y los contextos”, y añaden que “por otra
parte, un derecho humano debe estar dotado de entidad primaria y no de un estatus, que lo
hace depender de otras circunstancias para ser concebido como tal” (2014:29).

En un segundo grupo de fundamentos de la libertad de expresión Loreti y Lozano


señalan las teorías deontológicas que entienden a la libertad de expresión como un
imperativo ético inherente a todos los seres humanos.

Una de las posturas deontológicas más radicales es la que entiende la libertad de


expresión como un fin en sí mismo, garante de la autonomía y autorrealización de las
personas. Marco Lara Klahr y Francesc Barata nos ayudan a entender el concepto de
deontología periodística al señalar que “son los principios normativos que establecen una
manera específica de hacer en el periodismo, transformando los valores éticos generales en
reglasde conducta que los periodistas asumen voluntariamente, por razones de integridad,
profesionalismo y responsabilidad social15”.

Otro grupo de teorías corresponde a aquellas que considera la libertad de expresión


como una condición democrática vinculada con los deberes cívicos y la participación
democrática en el debate político. Así la expresión no debería ser restringida por los
gobiernos y la información pública para tomar decisiones no debería ser negada porque es
lo que sustenta la condición democrática. Claro que esta posición está atada a la
constitución y el sistema democrático por lo cual no aplica en un régimen autoritario.

Por otra parte, el jurista británico experto en regulación de medios, Eric Barendt
expresa argumentos que justifican el respeto y protección de la libertad de expresión tales
como: libertad por la verdad; la realización personal; la participación democrática.

15
Lara Klahr, Marco, y Barata Francesc. 2009. Nota[n]roja. La vibrante historia de un género y una nueva
manera de informar. P.199.

10
La libertad por la verdad, fundamento antiguo ligado a John Stuart Mill, está basado
en la importancia de la discusión abierta que permite arribar a la verdad y en caso de que se
toleraran restricciones a las posibilidades de discusión pública las sociedades no podrían
conocer ni publicar hechos demostrables.

Las dificultades de esta perspectiva -señalan Loreti y Lozano- es que “la verdad en
estos casos no puede ser confundida con la certeza y por ello la solución es inaplicable en
términos de exigir al gobierno que sólo considere admisible como discurso protegido a
aquellos que se vinculen con cuestiones de verdad16”.

En la realización personal, que es otra de las que puntualiza Barendt, la libertad de


expresión encuentra su razón de ser y si se restringe la posibilidad de decir, escribir,
publicar, se estaría inhibiendo nuestra personalidad, nuestro desarrollo o crecimiento.

La tercera que menciona el británico se refiere a favorecer la participación


democrática. En este caso la libertad de expresión encuentra su importancia en permitir que
los ciudadanos comprendan los procesos políticos de participar en la construcción cotidiana
de la democracia.

Otra de las teorías de estos autores es la que se apoya en la sospecha al gobierno y


según el experto en regulación de medios:

La libertad de expresión está basada en gran parte en la desconfianza en la habilidad o


capacidad del gobierno para hacer las distinciones necesarias, en la desconfianza ante las
determinaciones del gobierno sobre qué es verdadero o falso, en la apreciación de la
falibilidad de los líderes políticos y de algún modo en una más profunda desconfianza en el
poder del gobierno en un sentido más general17.

Al argumento de la postura de que es un error grave que los gobiernos sean los que
limitan a los ciudadanos el poder acceder o no a ciertas ideas Loreti y Lozano cuestionan el
“por qué existe desconfianza sólo frente al gobierno y no ante las corporaciones que
efectivamente deciden qué vemos, qué compramos, qué leemos o escuchamos 18 ” y los
autores añaden la falta de respuesta a “por qué ninguna instancia democrática logra explicar
la razón por la cual este funcionamiento es más legítimo que una decisión institucional19”.

16
Loreti, D. y Lozano, L. (2014). El derecho a comunicar. Los conflictos en torno a la libertad de expresión
en las sociedades contemporáneas. Buenos Aires. Ed. Siglo XXI.P.34.
17
Barendt, E. (1987), Freedom of Speech, Oxford, Clarendom Press. P.29.
18
Loreti, D. y Lozano, L. (2014). El derecho a comunicar. Los conflictos en torno a la libertad de expresión
en las sociedades contemporáneas. Buenos Aires. Ed. Siglo XXI. P.37.
19
Ídem.

11
Señalando además que “no existe una teoría de protección de la libertad de expresión
basada en la desconfianza hacia las corporaciones20”.

Finalmente, nos dicen los autores, Barendt introduce el pluralismo como valor
intrínseco de la libertad de expresión y lo señalan así:

Prefiero el punto de vista para el que la libertad de expresión no sólo contiene un conjunto
de derechos, sino que refleja valores que en ocasiones requieren promocióna través de la
ley. Una aproximación basada exclusivamente en los derechos y una feciega en el mercado
suponen peligros, en particular en una sociedad en la que sólounas pocas personas pueden
comunicar sus ideas a través de los medios masivos21.

Libertad de expresión: faz individual, faz colectiva, piedra angular de la


democracia

Tal como se ha reiterado en diversos pronunciamientos de la Corte Interamericana


de Derechos Humanos el derecho a la libertad de expresión tiene dos dimensiones una
individual y otra colectiva. La primera requiere, por un lado, que nadie sea arbitrariamente
menoscabado o impedido de manifestar su propio pensamiento y representa, por tanto, un
derecho de cada individuo, pero implica también, por otro lado- y aquí hablamos de la
segunda dimensión- un derecho colectivo a recibir cualquier información y a conocer la
expresión del pensamiento ajeno.

A su vez, la libertad de expresión ha sido reconocida como un valor esencial para la


vigencia de una sociedad democrática.

Al respecto, según la Corte Interamericana de Derechos Humanos “la libertad de


expresión es una piedra angular en la existencia misma de una sociedad democrática. Es
indispensable para la formación de la opinión pública […] Es, en fin, condición para que la
comunidad, a la hora de ejercer sus opciones, esté suficientemente informada. Por ende, es
posible afirmar que una sociedad que no esté bien informada no es plenamente libre” (Corte
Interamericana de Derechos Humanos. Opinión Consultiva OC-5/85,cit.,párr.70).

20
Ídem.
21
Barendt, E. (1987), Freedom of Speech, Oxford, Clarendom Press. P.36.

12
El Estado como garante de esa libertad

Las obligaciones en materia de libertad de expresión no sólo comprenden la


prohibición de censura previa sino que además demandan un rol activo por parte del Estado
en pos de la protección de ese derecho. En este sentido, se ha reconocido que la ausencia de
medidas estatales activas deja a las expresiones, a la información y a las ideas a merced de
censuras que provienen de la dinámica de un mercado que tiende a la concentración.

Como nos enseña Owen Fiss: “En el contexto de la censura estatal, el Estado es el
enemigo de la libertad. Sin embargo, cuando enfrentamos la censura empresarial, acudimos
al Estado, casi como lo hacemos en relación con el sistema de educación formal, como
amigo de la libertad22”.

Así también, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (IDH) advirtió que


“…en los términos amplios de la Convención, la libertad de expresión se puede ver también
afectada sin la intervención directa de la acción estatal. Tal supuesto podría llegar a
configurarse, por ejemplo, cuando por efecto de la existencia de monopolios u oligopolios
en la propiedad de los medios de comunicación, se establecen en la práctica ‘medios
encaminados a impedir la comunicación y la circulación de ideas y opiniones’” (Corte IDH,
Opinión Consultiva OC-5/85,CIT.,PÁRR.56).

“Desde sus inicios, el derecho a informar estuvo relacionado con el derecho de los
ciudadanos a ser informados. La comunicación y la información siempre han tenido una
dimensión social, desde los tiempos en que los impulsores de la libertad de prensa se
opusieron a la censura y defendieron la autonomía de los periodistas23”, nos dicen Marco
Lara Klahr y Francesc Barata en Nota [N] Roja. La vibrante historia de un género y una
nueva manera de informar y añaden que “aquellos principios del pensamiento ilustrado
fueron incorporados, poco a poco, en las leyes fundamentales de los Estados democráticos
y adquirieron una dimensión supranacional en 1948, con la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, de la Organización de las Naciones Unidas 24 ”, para luego citar el
artículo 19 de la ONU: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de
expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de

22
Fiss Owen (2009), “Las dos caras del Estado” (conferencia dictada en la Universidad de Palermo, Buenos
Aires, 30 de junio de 2008). Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad de Palermo, año 10, nº 1
(agosto), Buenos Aires.
23
Lara Klahr, Marco y Barata, Francesc. Nota [N] Roja. La vibrante historia de un género y una nueva
manera de contar. México: Debate, 2009. P. 81.
24
Ídem.

13
investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de
fronteras, por cualquier medio de expresión”.

Interés público

Lara Klahr y Barata señalan que “en su origen clásico griego, el sentido de lo
público implicaba la participación de los ciudadanos en los asuntos de interés para la
comunidad política o pública; en las plazas públicas se trataban los asuntos que perseguían
la igualdad de todos ante la ley25”. Los autores además añaden que “el interés público está
fundamentado en el bien común, se refiere a los asuntos que atañen a la comunidad y
podrían afectarla, e implica un sentido de comunidad que prevalece sobre el interés
individual, sin suprimirlo26”.

Asimismo, Damián Fernández Pedemonte nos plantea que “las novedades de interés
público son aquellas que afectan nuestros proyectos vitales independientemente del interés
subjetivo que tengamos en ellas 27”y Núñez Ladevéze nos aclara que “el interés público
emana de la condición política de la persona, en cuanto forma parte de una comunidad en
que los intereses individuales han de adaptarse, en una u otra medida, a un interés
común28”.

Sin duda, cuando hablamos de libertad de expresión en asuntos de interés público


no podemos obviar “La responsabilidad del periodista”, como señala el Código
Internacional de Ética Periodística de la UNESCO que en su principio 3ro. expresa “en el
periodismo, la información se comprende como un bien social, y no como un simple
producto. Esto significa que el periodista comparte la responsabilidad de la información
transmitida”, punto fundamental a tener en cuenta en nuestras prácticas y añade que “el
periodista es, por tanto, responsable no sólo frente a los que dominan los medios de
comunicación, sino, en último énfasis, frente al gran público, tomando en cuenta la
diversidad de los intereses sociales”.

25
Ibídem, p. 244.
26
Ibídem, p. 244-245.
27
Pedemonte Fernández Damián. La violencia del relato. Discurso periodístico y casos policiales. Buenos
Aires. Ed. La Crujía. 2001. p.104.
28
Nuñez Ladevéze, Luis. Manual para periodismo. Madrid. Ariel Comunicación, 1991, p.41.

14
Hacia una información éticamente responsable. Códigos deontológicos

Ética, nos dicen Lara Klahr y Barata, es un “término proveniente del griego éthos,
que significa la manera de ser a través de los actos y los hábitos, es la moral pensada a la
que se refiere el filósofo José Luis López Aranguren, y que comporta un saber estar y
actuar determinados. Aparece como la búsqueda de valores sociales y una actitud
considerada consustancial al ser humano29”, y agregan “los periodistas han de tener siempre
en cuenta la dimensión ética en su trabajo cotidiano, específicamente en cada una de las
etapas de elaboración de la información30”.

Ante ello, como bien se señala en Nota [N] Roja. La vibrante historia de un género
y una manera nueva de informar “cabe preguntarse: ¿dónde están los límites de lo visible y
lo decible?, ¿cuál debe ser la actitud profesional responsable de los periodistas? Éstas son
algunas de los interrogantes que se plantean en reflexión acerca de cómo se debería actuar
en el ejercicio periodístico” (Klahr, Barata, 2009: 73).

Los autores nos advierten que “el derecho a la información tiene límites. Que el fin
no justifica los medios para conseguir la información y que es importante cómo se
informa31”. Y se cita la teoría de la responsabilidad social de McQuail que postula:

 Los media tienen obligaciones hacia la sociedad, y su propiedad equivale a un fideicomiso


público.
 Los media informativos deben ser veraces, precisos, justos, objetivos y pertinentes.
 Los media deberían servir al foro de las ideas.
 Los media deberían ser libres, pero autoregularse.
 Los media deberían seguir códigos éticos y profesionales consensuados32.

29
Lara Klahr, Marco y Barata, Francesc. Nota [N] Roja. La vibrante historia de un género y una nueva
manera de contar. México: Debate, 2009.P. 223.
30
Ídem.
31
Ibídem. P. 85.
32
McQuail, Denis, introducción a la teoría de la comunicación de masas, Barcelona, Paidós, 2000. (Edición
original: Mass Comunication Theory, 1983. Traducción de Patrick Ducher. P.200).

15
Código de ética periodística

Son un conjunto de normas autoasumidas para el ejercicio periodístico “bajo el


principio de que la información es un bien social. Así abarcan desde la ética empresarial y
la responsabilidad social del medio, hasta el uso del lenguaje e imágenes en casos
específicos, además de la relación con las fuentes33”, nos dicen Klahr y Barata al mismo
tiempo que citan al Código Internacional de Ética Periodística de la UNESCO, dando
cuenta del principio sexto que dice:

6. Respeto de la vida privada y de la dignidad del hombre. El respeto del derecho de las
personas a la vida privada y a la dignidad humana, en conformidad con las disposiciones del
derecho internacional y nacional que conciernen a la protección de los derechos y a la
reputación del otro, así como las leyes sobre la difamación, la calumnia, la injuria, y la
insinuación maliciosa, hacen parte integrante de las normas profesionales del periodista.

Klahr y Barata expresan que “los códigos de ética son asimismo una oferta explícita
a la audiencia acerca de los principios que regirán la labor de informar. Ceñirse a ellos
convierte a los periodistas y sus medios en actores confiables para la comunidad 34 ”.
También señalan que “desafortunadamente, no son frecuentes los códigos de ética
especializados en el tratamiento de noticias policiales y judiciales35”.
Para no quedarnos nadando en un charco es bueno profundizar acerca de lo que
sostienen los autores ya que “la ética periodística no se reduce a no aceptar sobornos, sino
que incluye una relación independiente respecto de las fuentes, lealtad al interés
colectivosobre intereses particulares, el ceñirse a ciertas reglas para el acopio de
información, la promoción de los derechos humanos y otros valores universales36”.

33
Lara Klahr, Marco y Barata, Francesc. Nota [N] Roja. La vibrante historia de un género y una nueva
manera de contar. México: Debate, 2009. P.182.
34
Ídem.
35
Ídem.
36
Ibídem. P.224.

16
Frenar el alarmismo y no caer en infoentretenimiento

“Con la extensión de la información en directo aumenta la responsabilidad de los


medios noticiosos y se evidencia la necesidad de formar mejor a los reporteros, como
también de dotarlos de los recursos para que desempeñen bien su trabajo”, nos dice el libro
Nota [N] Roja. La vibrante historia de un género y una nueva manera de informar,
añadiendo que “ahora más que nunca el mensaje de los medios se revela como un factor
que puede ayudar a entender mejor las tragedias, o contribuir al desconcierto y acrecentar
los alarmismos sociales” (Klahr, Barata, 2009: 86).

Por eso, señalan los autores, que “antes de la alarma social suele producirse, casi
siempre, una alarma mediática, que muchas veces es producto de la deficiente gestión
informativa por parte de las instituciones o de un tratamiento sensacionalista o
irresponsable en los medios, o de ambos fenómenos al mismo tiempo37”. Así, “la creciente
tendencia a la espectacularización de los contenidos informativos hace que la mayoría de
los sucesos sean tratados de forma dramática38”, y de esta manera “el lenguaje periodístico
simplifica la realidad y hace uso desmedido de las emociones y el dolor39”.

Exagerar los peligros reales “ha sido un rasgo predominante de la prensa industrial,
en el siglo XIX, hasta ahora, para abordar los temas de la seguridad pública40”, y se añade
que “la justicia penal, la violencia, los accidentes y otros escenarios donde ocurre una
emergencia 41 ”, como así “también que los reporteros y editores han interiorizado que
exagerar o sobredimensionar es un proceso legítimo y necesario cuando de traer la atención
del público se trata42”.

También, apuntan que “el alarmismo produce respuestas emocionales de la


audiencia e inhibe a la reflexión, con lo cual desvirtúa la función de los medios noticiosos
como instrumentos para la consecución del derecho a la información43”, y advierten que
“una sociedad alarmada siempre es útil a intereses distintos del bien común. En este caso, el
dilema permanente del periodismo ha de ser si su misión social es trabajar por una
colectividad informada y actuantes, o por una intimidada y pasiva44”.

37
Ibídem. P.86.
38
Ibídem. P.87.
39
Ídem.
40
Ibídem. P.168.
41
Ídem.
42
Ídem.
43
Ibídem. P.169.
44
Ídem.

17
En cuanto al “infoentretenimiento, del inglés infoentertainment, este concepto
resulta de la fusión de las palabras información y entretenimiento. Llamado también
infotainnment o infoshow, comenzó a utilizarse entre finales de los ochenta y principios de
los noventa (siglo XX) para definir un formato mediático que espectaculariza, con fines
comerciales, los temas noticiosos y su tratamiento”, (Klahr, Barata, 2009:238).

“Las tragedias humanas, los accidentes, los desastres naturales y los casos
criminales son materia prima predilecta del infoentretenimiento, cuyo abordaje es alarmista,
banalizante, estigmatizante, reduccionista y descontextualizante45”, y señalan los autores
que “para traer audiencias, los escenarios de conflicto y sufrimiento humano son
presentados en las noticias con un toque de expectación, como si se tratara de competencias
deportivas, talk shows o historias de ficción46”, algo que está claro debemos evitar si en
verdad nos formamos para llevar adelante prácticas donde la información tenga un
verdadero interés social, un verdadero interés público, que le permita a las audiencias a las
que nos dirigimos contar con información de relevancia social para la vida democrática de
los pueblos.

Deontología y la relación periodismo fuentes

“El término deontología proviene del griego déon (deber) y logos (ciencia). Al igual
que el término ética, la deontología emana del pensamiento filosófico, pero a diferencia de
la ética, que pone el acento en el bien hacer, la deontología permite tomar conciencia de los
límites, las reglas y las normas del comportamiento profesional47” señalan Klahr y Barata al
mismo tiempo que nos enseñan que “la deontología es la ciencia de los deberes
profesionales de los individuos que integran los colectivos48”.

Haciendo un resumen los autores dicen que “podemos considerar la deontología


como una serie de principios normativos que establecen una manera de hacer en el
periodismo. La deontología transforma los valores éticos en reglas de conducta sobre el
quehacer informativo49”.

45
Ibídem. 238.
46
ídem.
47
Ibídem. P.111.
48
Ídem.
49
Ibídem. P.112.

18
Por su parte, Hugo Aznar señala en su libro cuatro cuestiones fundamentales:

 Formular públicamente normas éticas para guiar la actividad de los medios.


 Contribuir a que se den las condiciones laborales, profesionales y sociales que hagan posible el
cumplimiento normal de las exigencias éticas y deontológicas de la comunicación.
 Examinar, juzgar y poner en conocimiento de la opinión pública aquellos casos en los que no se
cumplen dichas normas éticas. Esta función debe permitir denunciar las faltas y corregir los
errores, evitando así en lo posible que se vuelvan a repetir en el futuro.
 La autorregulación cumple una última e importante función, derivada de la anterior. El
resultado, la discusión y el juicio de lasactuaciones éticas conflictivas que se dan en los medios
permiten que la profesión, quienes la realizan y el público en general puedan aprender sobre la
dimensión moral de esa actividad50.

Podemos decir, como se señala en el libro Nota [N] Roja. La vibrante historia de un
género y una nueva manera de informar que “la función de los medios informativos y sus
periodistas no es emitir mensajes edificantes, pero sí, implícita o explícitamente, contribuir
a través de los contenidos que producen y emiten a sensibilizar a la colectividad sobre el
valor y los incentivos democráticos de conocer, interiorizar y respetar la ley51” ya que “los
periodistas son actores sociales de primer orden en la creación de una atmósfera mediática
que enriquezca la cultura de la legalidad52”.

Asimismo, “las rutinas dentro de las redacciones suelen ser interiorizadas de forma
acrítica por las generaciones de periodistas que van incorporándose a los medios noticiosos.
Entre ellas se incluye el tratamiento de casos policiales y judiciales, que producen
sistemáticamente los juicios mediáticos. Un buen principio para transformarlas es
problematizar dentro de los propios medios esas rutinas53”, y explicitan el cómo al añadir
que hay “que profesionalizarlas y establecer normas deontológicas claras que en última
instancia den certeza a un periodismo respetuoso de la legalidad y los derechos
ciudadanos54”.

Pero la relación de los periodistas con sus fuentes institucionales también debería
basarse en un principio ético que como señala Alex Grijelmo “el mejor periodista no sólo
sabe captar información, preguntar en los lugares adecuados y trabar buenas relaciones con

50
Aznar, Hugo. Ética y periodismo. Código, estatutos y otros documentos de autorregulación, Barcelona.
Paidós, 1999. P. 43-45.
51
Lara Klahr, Marco y Barata, Francesc. Nota [N] Roja. La vibrante historia de un género y una nueva
manera de contar. México: Debate, 2009. P.190.
52
Ídem.
53
Ibídem. P.264.
54
Ídem.

19
quienes disponen de datos interesantes. También ha de distanciarse de sus propios
informadores personales, mantener educadamente la independencia respecto de las
fuentes55”, y agrega que “el redactor no puede dejarse sujetar por los suministradores de
noticias, nunca admitirá negociar el contenido último de lo que aparezca56”.

Si nos referimos a esa relación entre periodista y fuente institucional, lo que


podemos llamar fuente policial, podemos citar a la estadounidense Tina Rosemberg que
apunta que “casi todos los medios obtienen su pauta diaria de la radiofrecuencia policial, la
cual tienen encendida 24 horas diarias. Para los periodistas que cubren violencia-quienes
tienen que hacer varios reportajes al día- lo más fácil es depender sólo de la policía, por lo
que, además, se aseguran de no defenderla con reportajes que cuestionan su desempeño57”.

Por otro lado, Damián Fernández Pedemonte nos dice que “desde el punto de vista
deontológico, el Poynter Institute, confeccionó una guía para la cobertura informativa de
toma de rehenes, motines y acciones terroristas (entre otras recomendaciones desoídas por
los medios electrónicos en el caso Ramallo)58” y enumera consideraciones a tener en cuenta
como “asumir que los delincuentes tienen acceso a la información, evitar describir
cualquier información que pudiera divulgar las tácticas y movimientos de la fuerza de
seguridad59”, como así también “involucrarse sólo como último recurso y siempre con la
aprobación de los directores del propio medio y con acuerdo de los negociadores
profesionales que se encuentran en escena60”, algo que sin dudas brilló por su ausencia en la
cobertura de Villa Ramallo salvo las honrosas excepciones sobre las que posteriormente se
harán mención.

También se señala que se debe “resistir la tentación de ponerse en contacto


telefónico con los delincuentes (los periodistas no suelen estar entrenados en las técnicas
específicas de negociación y una pregunta equivocada o una palabra inapropiada pueden
poner en riesgo la vida de alguien61”, y que “además el uso de las líneas telefónicas podría
dificultar los esfuerzos de los negociadores por estar en contacto con los delincuentes)62”,
se recomienda también “notificar inmediatamente a las autoridades si uno de los
delincuentes se pone en contacto con el propio medio63”, y en caso de que eso pasara “tener

55
Grijelmo, Alex. El estilo del periodista, México, Taurus, 2003.P. 575.
56
Ibídem. P.577.
57
Rosemberg, Tina.“Si sangra, encabeza las noticias. Los costes del sensacionalismo”, en Marco Lara Klahr y
Ernesto Pérez Portillo Vargas (coords.). Violencia y medios. Seguridad pública. Noticias y construcción del
miedo. México. Insyde/CIDE. 2004. P.18.
58
Pedemonte Fernández, Damián. La violencia del relato. Discurso periodístico y casos policiales. Buenos
Aires. Ed. La Crujía. 2001. P.177.
59
Ídem.
60
Ídem.
61
Ídem.
62
Ídem.
63
Ídem.

20
previsto un plan acerca de cómo responder, no proporcionar información, ya se trate de
datos o de meras especulaciones, sobre la condición mental de los delincuentes, ser muy
cauteloso al proporcionar información sobre el estado de salud de los rehenes64”.

De la misma manera se sugiere en dichas recomendaciones “ser cuidadoso al


entrevistar a familiares de las víctimas, cerciorarse de que la entrevista ofrece información
que permite el progreso de la historia y no que se realiza únicamente para buscar el impacto
emocional de los sentimientos en juego 65 ”. Recomendaciones que en muchos casos no
fueron escuchadas en la cobertura periodística realizada por algunos medios en el caso del
asalto con tomas de rehenes en la sucursal del Banco Nación de Villa Ramallo aquel 16 de
septiembre de 1999 con el desenlace trágico del día siguiente.

64
Ídem.
65
Ibídem. 178.

21
Segunda parte

Guía para el tratamiento periodístico responsable. Un aporte oportuno

Como se señaló en la introducción, un largo camino se ha recorrido en nuestro país


en defensa de la libertad de expresión. La comunicación estuvo regida por un decreto ley
dictatorial hasta el 2009, lo que indica que la comunicación solamente estaba permitida
para fines comerciales y se tuvo que luchar mucho desde la vuelta de la democracia para
lograr tener una ley que permitiera una sana distribución de la palabra.

La conquistada Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual fue producto


de la lucha que durante la democracia, con marchas y contramarchas, llevaron adelante las
más de trescientas organizaciones sociales, políticas, gremiales y religiosas que
subscribieron a los 21 puntos elaborados por la Coalición por una Radiodifusión
Democrática en el año 2004, que el Gobierno de la Presidenta Cristina Fernández de
Kirchner tomó para la elaboración del anteproyecto que se discutió durante todo el 2008 en
los foros que se realizaron en todo el país.

Fue así que prosiguió la discusión en el Congreso y la aprobación por amplia


mayoría-147 votos obtuvo en la Cámara de Diputados y 44 votos en la Cámara de
Senadores- siendo promulgada el 10 de octubre de 2009 como Ley de Servicios de
Comunicación Audiovisual (LdSCA). De esa manera la democracia saldaba una de sus
grandes deudas además de terminar con el decreto-ley de la dictadura militar de Videla de
1980 que solamente pensaba a la comunicación con un fin comercial, en cambio, la LdSCA
nos dice que la comunicación es un derecho humano para toda la ciudadanía.

Es Damián Loreti el que nos explica que “sin dudas, uno de los más influyentes
legados de la dictadura en materia de comunicación fue el Decreto-Ley 22.285, promulgado
con la firma de Videla en 198066” y añade que “esta norma regía los destinos de los medios
audiovisuales en la Argentina-con más de una docena de modificaciones sustanciales en
democracia- hasta la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (Ley
26.522), en 200967”, detallando que “el texto del Decreto-Ley 22.285 se caracterizó por su
fuerte sesgo comercial-al punto que discriminaba y prohibía prestar servicios audiovisuales

66
Loreti, Damian,“Medios: discurso único y negocios a la sombra del terrorismo de Estado”, en Verbitsky
Horacio, y Bohoslavsky, Juan Pablo, 2013. Cuentas Pendientes. Los cómplices económicos de la dictadura.
pp. 370, Bs. As. Ed. Siglo Veintiuno.
67
Ídem.

22
a personas físicas o jurídicas sin fines de lucro68”. Señala el autor su sesgo privatista ya que
“relegaba al Estado a un rol subsidiario, permitiéndole prestar servicios sólo en los lugares
donde no hubiera actores privados69”.

En el capítulo IV, artículo 19, la Ley 26.522 expresa: “Créase la Defensoría del
Público de Servicios de Comunicación Audiovisual”. El organismo estatal se creó en 2012
y tiene como función principal defender los derechos de las audiencias de radio y televisión
que se encuentran garantizados en los incisos de la normativa. Se rompe con la vieja idea
dictatorial que establecía que solamente podían ser prestadores, licenciatarios, aquellos
sectores comerciales con fines de lucro. La ley barre con eso al expresar que la
comunicación es un derecho humano y que actores sin fines de lucro pueden ser prestadores
por lo cual, si la comunicación es un derecho humano, las audiencias tienen derechos que
deben ser respetados.

La Ley 26.522 expresa en el inciso i) de su artículo 19, sobre el organismo que:

La Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual se expresará a través


de recomendaciones públicas a los titulares, autoridades o profesionales de los medios de
comunicación social contemplados en esta ley, o de presentaciones administrativas o
judiciales en las que se les ordene ajustar sus comportamientos al ordenamientojurídico en
cuanto se aparten de él, en los casos ocurrentes.

Por eso, uno de los trabajos de la Defensoría del Público es la elaboración de guías
para el tratamiento periodístico responsable. Y nos vamos a referir en particular a la “Guía
para el tratamiento periodístico responsable de noticias policiales” que “surge como
propuesta y aporte a un conjunto de necesidades vinculadas a las coberturas informativas en
materia de ‘policiales’ que, de diferentes espacios sociales han atravesado los cuatro años
de la Defensoría del Público”, como se expresa en la página web de la Defensoría del
Público (disponible en https://goo.gl/1AkN0r).

Si bien, estamos hablando de medios audiovisuales, cabe mencionar que el caso de


observación de la práctica periodística a abordar en este estudio se ciñe a medios gráficos.
La elaboración de las guías para medios audiovisuales obtiene también validez para la
gráfica cuando el comportamiento responsable de los profesionales está más allá del
soporte en el cual desarrollen su labor. Creemos necesario dar cuenta de su aporte, sobre
todo en el contexto actual, dado que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual ha
sido atacada/modificada por decreto ni bien asumió el presidente Macri, en lo que respecta

68
Ídem.
69
Ídem.

23
a su Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), y con la
promesa-hasta ahora incumplida- de llevar adelante un nuevo debate en el Congreso para
remplazarla. Todo indica que subyace el deseo de retorno a la libre competencia en un
mercado de la comunicación cada vez más concentrado que atenta claramente contra la
pluralidad de voces que toda democracia debe tener.

Debemos saber que los derechos de las audiencias deben ser tenidos en cuenta, que
la comunicación no se agota cuando como periodistas opinamos o informamos, ya que se
completa también en la recepción que se realiza de ese mensaje. A pesar de todos los
retrocesos, desde la Defensoría del Público de la Ley de Servicios de Comunicación
Audiovisual se sigue trabajando y conocer la elaboración de una de sus guías nos permite
acrecentar el conocimiento que debemos tener como profesionales a la hora de realizar
nuestras prácticas.

“Allí se puede reconocer la tensión entre dos paradigmas comunicacionales que hoy
atraviesan a los medios. Según se ha podido reconocer como corolario de las diferentes
reuniones organizadas por esta Defensoría con trabajadores de la comunicación70”, expresa
en su introducción la “Guía para el tratamiento periodístico responsable de noticias
policiales”, indicando que los trabajadores señalaron que “cierta presión de mercado opera
contra la necesidad social de coberturas responsables y contra la necesaria cautela reflexiva
acerca de qué es lo que se le propone a la audiencia cuando se emite una noticia policial 71”.
Sin dudas son las condiciones del ejercicio del periodismo en el marco de la concepción
empresarial y mercantil de la información las que organizan las rutinas productivas de la
industria cultural donde lo que impera es la medición del minuto a minuto y eso no abona
más que a la degradación de la tarea periodística.

En dicha introducción se explica que “la presente guía surge como propuesta y
aporte a un conjunto de necesidades vinculadas a las coberturas informativas en materia de
‘policiales’ que, desde diferentes espacios sociales, han atravesado los tres años de
existencia de la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual 72 ”,
evidenciando que su elaboración fue un trabajo colectivo de años que terminó con la
edición del material en 2015.

Así también, se da cuenta de un alto nivel de seguimiento y registro al señalar que


“es significativa la gran cantidad de denuncias, reclamos y consultas recibidas por este
organismo que refieren específicamente a incompatibilidades de las audiencias ante las
coberturas mediáticas de hechos policiales73”, que sin dudas debería hacernos reflexionar

70
Guía para el tratamiento periodístico responsable de noticias policiales/Anónimo- 1ª ed. Ciudad Autónoma
de Bs. As. Defensoría del Público. 2015. P.8.
71
Ídem.
72
Ibídem. P.4.
73
Ídem.

24
sobre nuestras prácticas. Se alude a las temáticas de las denuncias ya “sea por el horario en
que son expuestas, por el morbo con el que son presentadas, por la truculencia de los relatos
e imágenes o por el carácter invasivo de muchas crónicas y representaciones que las
acompañan74”.

En la guía se deja constancia que en las reuniones que se realizaron con los actores
del campo comunicacional ocurrió un hecho auspiciante tal es que quienes habían
producido las coberturas cuestionadas coincidían con el cuestionamiento.

Y de la misma forma se señala que:

Uno de los elementos más cuestionados por las audiencias y por los mismos trabajadores de
los medios radica en la constante espectacularización de la información vinculada a los
casos policiales. Dicha espectacularización, tendiente a una exposición cada vez más
invasiva y, en algunos casos, sexualizante de sus protagonistas devino en un tipo de
mostración del policial que, antes que constituir un espacio de producción de información
socialmente relevante, se ha convertido en un recurso que desatiende, voluntaria o
involuntariamente, los derechos de las personas75.

Situación que se observa en la imprecisión que presentan muchas coberturas, en el


uso inadecuado de categorías del campo judicial y del sistema penal, en el desconocimiento
de la presunción de inocencia lo que lleva a acusaciones sin fundamentos cuyo costo social,
simbólico y cultural es difícil de dimensionar. Como también se indica “el campo
periodístico, sus propios actores y las audiencias requieren de una reflexión crítica,
constante y responsable de la relación entre hechos policiales, coberturas mediáticas y
público76”.

Dicho trabajo nació de las reflexiones críticas que plantearon quienes forman parte
de la comunicación en materia de cobertura policiales y se debatió durante varios meses en
diversas jornadas, reuniones y encuentros realizados en la Defensoría del Público y en
distintas redacciones periodísticas a lo largo del país. Es necesario remarcar que en los
encuentros se han analizado las condiciones de producción de las noticias en general, de los
policiales en particular, y lo que esas rutinas productivas determinan en su accionar, lo que
imponen sobre la tarea profesional periodística, destacándose como virtud que “esos
mismos trabajadores formularon sus inquietudes para repensar su propia práctica, a la luz
de la responsabilidad social de los medios y de un trabajo que les resulte más satisfactorio.

74
Ídem.
75
Ibídem. p.4,5.
76
Ídem.

25
Y son quienes trabajan en los medios quienes se han expresado en contra de la presión del
‘minuto a minuto77’”.

En la introducción de la guía se resalta algo en que coinciden tanto quienes trabajan


en los medios como los registros de la Defensoría: la llamativa y alarmante pérdida del
lugar y relevancia de las fuentes en las coberturas noticiosas de casos policiales, ya que se
omiten fuentes, aparecen sin constatar los datos oficiales o no se buscan otros testimonios y
se remarca que esa negligencia en la práctica se produce más allá de la versión policial.

Diez recomendaciones para un tratamiento periodístico responsable de


las noticias policiales.

La Guía de la Defensoría ofrece una serie de recomendaciones.

En la primera: “Privilegiar el respeto de la persona humana y de sus garantías


constitucionales” se plantea que la práctica periodística supone el ejercicio del derecho a
buscar, producir, difundir y recibir información que no lesione los derechos humanos
vigentes en una sociedad democrática y se señala que “... en las coberturas mediáticas de
casos policiales, es posible identificar una serie de tendencias que ponen en riesgo el
equilibrio entre la necesaria difusión de información y los derechos de las personas
involucradas78”.

De este modo, en lo que se refiere al incumplimiento en el respeto de la presunción


de inocencia, se da cuenta de cómo “en el fragor de la producción de la noticia policial se
recurre a modos de presentación o referencia a personas sospechadas o acusadas como si en
verdad fueran culpables, lesionando el principio de presunción de inocencia 79 ”. Se
ejemplifica con el “caso Pomar”, destacándose que hasta que se confirmó que la familia
había muerto a causa de un accidente automovilístico, durante veinte días, gran parte de los
medios difundieron con estilo incriminatorio, que esta familia se había escapado del país,
que huía por deudas contraídas, que se trataba de un secuestro o de un asalto. Se remarca
que esta manera de construcción mediática, además de policializar el hecho sin mayores
elementos, habilitó un conjunto de afirmaciones acusatorias que, voluntaria o
involuntariamente, involucraban a personas en hechos que aún no estaban demostrados.

Surge otro ejemplo, el de Ángeles Rawson. Se recuerda que las crónicas televisivas
apuntaron a acusar a la pareja de la madre. “En las coberturas realizadas durante varios

77
Ídem.
78
Ibídem. P.9.
79
Ídem.

26
días, se plantearon irrespetuosas e irresponsables sospechas sobre este hombre, asociando
especulativamente su profesión como instructor de pesca con el presunto dato morboso
sobre que la joven habría sido maniatada con hilo tanza80”. En la cobertura del caso hasta
existieron conjeturas de un vínculo de disputa entre este hombre y el padre biológico de la
joven. Conjeturas que potenciaron comentarios que resaltaban la presunta calma de la
madre de la joven, actitud que intentaron subrayar como parte del encubrimiento del
crimen.

De este modo, se deja evidenciado que en la construcción, y los relatos que


siguieron hasta que la causa judicial avanzó en otra dirección, se dañaron la imagen y
dignidad de varias personas. También la guía ejemplifica, como crítica a ese tipo de
cobertura irresponsable, que si bien luego se descartó la presunta culpabilidad mediática de
la pareja de la madre no resultó suficiente como para dimensionar el daño provocado sobre
quién resultó señalado por los medios como culpable.

La presunción de inocencia está expresada en el artículo 18 de la Constitución


Nacional, el artículo 11.1 de la Declaración Universal de los derechos humanos, el artículo
XXVI de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del hombre, el artículo 8.2
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el 14.2 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos.

La segunda recomendación que ofrece la Guía es “Privilegiar un tratamiento


contextualizado y respetuoso que evite la criminalización de niñas, niños y adolescentes”
Allí se expresa que “junto con los resultados obtenidos en los Monitoreos de Noticieros de
2013 y 2014 -que muestran un sobredimensionamiento de noticias en las que niñas/os y
adolescentes se construyen como victimarios de distintos delitos- , ubica a los medios de
comunicación como significativos productores y difusores de imaginarios criminalizantes
de la población juvenil81”.

También se aclara, que si bien la problemática sobre delincuencia y criminalidad


juvenil tiene un amplio debate en el ámbito de las instituciones públicas, el tratamiento que
realizan los medios audiovisuales sobre estos temas requiere rigurosidad por encima de
valoraciones y representaciones discriminatorias. Así, desde la Defensoría del Público se
aconseja mayor responsabilidad social en la práctica periodística, que en este caso supone
comunicar a partir del reconocimiento y resguardo de la especificidad de los derechos de
niñas, niños y adolescentes.

De esa manera, se expresa que es necesario “contextualizar los hechos delictivos


que involucran a niñas, niños y adolescentes como parte de una problemática social más
amplia. Se entiende por contextualizar, la reposición de información que inscriba el hecho

80
Ídem.
81
Ibídem. P.15.

27
dentro del marco histórico y social que atraviesa el caso noticiado82”, también explica y
aclara que ese marco debe referir al entorno inmediato al hecho y supone, entre otros
posibles recursos para esa práctica, nutrirse de información, de las estadísticas existentes,
de la lectura y análisis de las interpretaciones académicas que abordan fenómenos o sucesos
similares.

Aunque parezca una obviedad es importante remarcar que resulta fundamental


recurrir a la lectura del código penal, de la jurisprudencia existente en la materia. El texto
citado aconseja y aclara que “estas lecturas posibilitan identificar de manera más precisa la
tipificación de un hecho, las perspectivas e implicaciones existentes sobre casos análogos,
lo cual enriquece la cobertura y le brinda un alcance que lo que le permite el mero relato
que sólo se detiene en la sucesión de eventos83”.

Una tercera recomendación es “Privilegiar un tratamiento respetuoso, serio y


contextualizado que evite sexualización o generización de las víctimas o victimarias/os”.
En ella se indica que en muchas de las coberturas de casos policiales que involucran a
mujeres existen tendencias que ponen en riesgo un tratamiento responsable, respetuoso y
contextualizador ya que direccionan la mirada hacia las prácticas de las víctimas, y eso
redunda en una nueva victimización de quien ha sufrido la agresión o el asesinato.

También, se aconseja que en los casos en que no haya elementos relevantes ni


específicos acerca de la condición de género, resulta deseable evitar las operaciones de
generización de los casos policiales o de sus protagonistas, para no caer “en postulaciones
estereotipadas, estigmatizantes y moralizantes como si existiera un único modo legítimo de
‘ser mujer’ 84 ”. Resulta importante reflexionar acerca de la conveniencia de exhibir
imágenes de las peleas callejeras entre mujeres registradas mediante diferentes
modalidades, dado que las mismas muchas veces sólo contribuyen a incrementar la
violencia y/o a cierto exhibicionismo carente de relevancia social.

Aquí podríamos agregar una pregunta fundamental: si entendemos al periodismo


como función social ¿para qué informo lo que informo y qué aporto a la comunidad con esa
información?

En referencia a esa exhibición en la que se suele incurrir a menudo desde los


medios, es importante destacar “el hecho de que la violencia física entre mujeres resulte
socialmente menos esperable que entre varones, o que los celos sean referidos para
caracterizar a las ‘mujeres’ termina proponiendo un abordaje generizador y espectacular de
las noticias que implican a mujeres victimarias85”. De esta manera, la violencia adquiere a

82
Ídem.
83
Ídem.
84
Ibídem. P.19.
85
Ibídem. P.20.

28
través de esa generización, que hace foco en la ‘mujeres violentas’, un matiz distinto que
las vuelve noticiables.

La cuarta recomendación de la Guía es “Privilegiar un tratamiento respetuoso de la


identidad, la intimidad y la privacidad de las personas implicadas”. Allí se recomiendan los
recaudos necesarios para preservar la identidad e “implica la exhibición de un rostro
mediante una operación de edición (blureo) que impida el reconocimiento directo o
indirecto de las personas que han sido indicadas por la investigación como sospechosas.
Muchas veces esta importante edición no es realizada, lo que se agrava aún más cuando los
protagonistas son niñas, niños o adolescentes86”.

Como parte de una tendencia invasiva y avasallante, donde lo privado parece no


serlo más, la Defensoría considera deseable la reflexión sobre la cada vez más recurrente
intromisión y difusión de imágenes y datos personales que son extraídos, entre otros, de las
cuentas personales de Facebook con perfil privado. Se remarca que esta tendencia está
naturalizada por los profesionales en sus prácticas y se advierte que esas intromisiones
conducen a la vulneración de derechos, fundamentalmente en noticias policiales vinculadas
a jóvenes y también podemos agregar en menores.

Por esto se marca la importancia de que en esa búsqueda de la información el


periodismo sea respetuoso de la preservación de la identidad de las niñas, niños y
adolescentes involucrados en los casos policiales. Si bien se aclara que el respeto debe
abarcar a la totalidad de las personas, se subraya que “se requiere de un celoso cuidado
respecto de la niñez y adolescencia, debido a que éstos constituyen un grupo social mucho
más vulnerable que el resto, al menos para el ejercicio de su propia defensa87”.

Por otra parte se expresa que ante situaciones delicadas o de alto dramatismo, en
situaciones difíciles para las víctimas, la presencia de los medios puede funcionar como un
servicio ya que da lugar a que los afectados se expresen, pero se aconseja que dicho
servicio debe ser respetuoso del deseo y la voluntad de los involucrados a manifestarse,
porque desconocer esa voluntad produciría una indeseada invasión de la privacidad, un
avasallamiento del dolor de las personas y un incremento del padecimiento.

En este punto la Guía destaca que ante diversos episodios las coberturas
periodísticas parecen seguir una lógica a contramano del respeto de los derechos humanos,
al menos en los medios comerciales donde la noticia circula como mercancía y “la
exposición y toma de testimonios de personas que se encuentran en estado de conmoción,
shock o presión traumática, además de resultar invasiva, puede favorecer la aparición de
comentarios con alto grado de violencia y/o con reclamos, en general irreflexivos,

86
Ibídem.P.22.
87
Ibídem. P.23.

29
vinculados a las leyes penales en el ámbito televisivo88”, porque como bien se expresa en la
recomendación “aun cuando estos puedan resultar comprensibles como expresión del dolor
de quien los profiere, impactan en la sensibilidad de las audiencias y afectan la percepción
social sobre el funcionamiento imparcial del proceso judicial, que establece la sentencia
evaluando pruebas y responsabilidades según las leyes vigentes89”.

Es por ello que “ante esta tendencia en la producción noticiosa policial, es


recomendable evaluar el posible impacto que puede causar el material audiovisual obtenido
por la investigación periodística a las personas implicadas, a sus allegados y a la audiencia
en general90”. Por eso remarca que “es importante que quienes trabajan en los medios de
comunicación reflexionen acerca de la conveniencia o no de emitir este tipo de materiales y
si los mismos responden al criterio de ‘información socialmente relevante’ o a ‘la medición
del rating minuto a minuto’ estimada por los anunciantes, los programas o los
licenciatarios91”, y concluye expresando que “dicha reflexión podría contribuir al ejercicio
de cautela antes de reponer acríticamente materiales que puedan resultar lesivos para
terceros92”.

La guía da cuenta del tema de la ética, que se abordó en este trabajo cuando se hizo
referencia a las recomendaciones planteadas por el prestigioso Consejo Audiovisual de
Cataluña (2001) para comunicar tragedias personales:

1) Respetar el derecho de las personas a su propia intimidad e imagen, especialmente en casos


o sucesos que generen situaciones de aflicción o dolor, evitando la intromisión gratuita y
las especulaciones innecesarias sobre sus sentimientos y circunstancias.
2) Evitar la utilización de primerísimos planos y del zoom in para captar el sufrimiento de las
personas afectadas, ya que esto puede vulnerar su privacidad.
3) Respetar la notificación previa a los familiares de las víctimas por parte de los
profesionales que están a cargo de la causa.
4) Procurar no difundir imágenes de víctimas mortales, féretros o personas heridas.
5) No presentar imágenes de funerales sin contar con el consentimiento explícito de los
familiares. El hecho de que un acto de estas características se realice en un lugar público no
exime de proteger la intimidad de las personas afectadas93.

La quinta recomendación plantea “Prescindir del uso y de la promoción de


estereotipos y generalizaciones sobre los hechos, quiénes estén implicados y sus allegados”,
y recuerda que “la rigurosidad y profesionalidad periodística son elementos centrales de las

88
Ídem.
89
Ídem.
90
Ibídem. P.24.
91
Ídem.
92
Ídem.
93
Ibídem. P. 25.

30
coberturas. Sin embargo, en ocasiones pueden verse opacadas por la exacerbación de rasgos
atribuidos a los involucrados94”, y se señala que “en estos casos, suelen destacarse aspectos
específicos o detalles de las personas implicadas que no contribuyen a la construcción de
información socialmente relevante, sino que, por el contrario, tienden a la estereotipación y
consecuente vulneración de los derechos de las personas aludidas95”, como también “una
indebida y prejuiciosa generalización que deviene discriminatoria respecto del colectivo
invocado bajo la mencionada caracterización de los implicados96”.

De esta manera, se indica que “este énfasis que se aplica recurrentemente para
referir a los victimarios (y que, en ocasiones, cuando se trata de víctimas extranjeras, suele
invocarse para señalar a los presuntos victimarios como parte de la misma comunidad
migratoria), lo que instala ya no es el hecho sino la sugerencia de un presunto vínculo entre
el delito y la condición de extranjero97” y se enumeran varios ejemplos.

Resulta oportuno hacer un alto para reflexionar profundamente acerca de este punto,
en especial cuando desde el gobierno nacional se pretende instalar la idea de culpabilizar de
todos los delitos a los extranjeros y se restringe su ingreso y se propone facilitar los
trámites de expulsión. No abonar la idea desde los medios parecería más importante en
estos momentos cuando se entronizan discursos que parecieran sostener “operaciones de
extranjerización se presentan permanentemente al hablar de ‘mafia china’,
‘colombianización del delito’, ‘ocupantes de viviendas peruanas’, ‘trabajadores
clandestinos bolivianos’, ‘explotadores coreanos’, entre otras expresiones difundidas por
los medios de comunicación98”.

Además del rótulo que se les da a esos “otros” suelen quedar instalados en las
coberturas mediáticas policiales en un lugar cercano a la peligrosidad, transformándose en
sinónimo de delito. De ese modo la sospecha queda flotando sobre el colectivo de
inmigrantes y “no es desmentido, incluso cuando las investigaciones judiciales, policiales y
académicas demuestran la casi inexistente relación entre condición extranjera y delito en el
país99”.

Se subraya además que “la ratificación de cierto imaginario xenófobo perdura en un


relato social, respecto de cual es la responsabilidad social de los medios exige un particular
compromiso y atención. La instalación de un vínculo entre delito y condición migratoria se
convierte en el inicio de una escalada discriminatoria que ve, ante un extranjero, el

94
Ibídem. P.27.
95
Ídem.
96
Ídem.
97
Ídem.
98
Ídem.
99
Ídem.

31
potencial peligro o el delito al acecho100”. El miedo identifica al otro con el extranjero y
mediáticamente se abona a esa idea cotidianamente.

También se aborda “el uso de eufemismos y neologismos que contribuyen a la


percepción distorsionada del hecho que se comunica y de las personas implicadas”. Se
explica que “este tipo de casos se produce en general, de modo sistémico: una categoría, un
neologismo empieza a ser utilizado de manera irreflexiva por los medios y propende a la
naturalización de una perspectiva que puede estar incurriendo en una discriminatoria de
referir a personas y/o grupos sociales o a la legitimación de actos criminales 101 ”, y se
enumeran ejemplos concretos que formaron parte de las actuaciones realizadas por la
Defensoría del Público como el caso de los homicidios e intentos de homicidios,
presentados bajo eufemismos, tales como “linchamientos”, “ajusticiamientos”. “justicia por
mano propia”, cuando en realidad se trataba de delitos colectivos. Se aclara que “esta
conceptualización por fuera del delito calificado promueve una representación tergiversada
y sesgada de hechos condenables según el sistema jurídico formal vigente que regula la
vida ciudadana, dentro del cual el monopolio de la violencia física legítima lo ejerce el
Estado a través de sus fuerzas de seguridad y en el marco del estricto respeto a los derechos
humanos102”.

Siguiendo en esa línea, se señala que resulta distorsivo y estigmatizante el uso de


neologismos para presentar prácticas delictivas al caracterizar a los sujetos implicados,
citándose casos concretos: “El ataque del ‘loco de la topadora’ (8/10/2014),
‘Narcotravestis’ (8/10/2014), ‘Motochorros’ (8/42014). Muchos de estos casos devienen de
formas discriminatorias de referir, imaginar o contextualizar, por ejemplo, a personas con
afecciones de salud mental, travestis y motociclistas103”, y se advierte sobre los efectos
negativos que pueden provocar sobre conjuntos sociales que nada tienen que ver con
prácticas delictivas o policiales.

Finalmente, se indica que en muchas ocasiones los neologismos son utilizados para
unificar de manera distorsiva delitos que poseen naturaleza y alcance completamente
diferentes. Por ejemplo “bajo la figura de ‘narcotráfico’, término que aparece
recurrentemente en las coberturas, se suelen confundir elementos y prácticas vinculadas al
crimen organizado con el menudeo o con lo que se denomina ‘uso problemático’ o
consumo de sustancias104”, destacándose que “ello constituye no sólo un error periodístico,
sino también jurídico, cuyas consecuencias sociales y simbólicas resultan significativas. Es
importante distinguir las tramas delictivas complejas de otros hechos dado que, de lo

100
Ídem.
101
Ibídem. P.29.
102
Ídem.
103
Ídem.
104
Ídem.

32
contrario, se tiende a una criminalización de actos cuyo impacto y significación social no
poseen la gravedad que se les asigna105”.

De esa manera, como no se distinguen las tramas delictivas se induce a policializar


situaciones de consumo que nada tienen que ver con el delito y la criminalidad. La Guía
señala que “esta importante diferenciación es no sólo una necesidad periodística sino que el
Código Procesal Penal especifica diferenciaciones sobre este tipo de situaciones que son
sumamente relevantes para la precisión jurídica 106 ”. Concluye diciendo que “en
consecuencia, también se trata de distinciones relevantes para el periodismo y,
consecuentemente, para las audiencias107”.

La sexta recomendación es “Utilizar una perspectiva no incriminatoria en la


construcción de la crónica policial”, en la que se expresa que “el carácter vertiginoso de la
práctica periodística, junto con la disposición de extensos tiempos de cobertura entran en
tensión con la producción de información socialmente relevante108”, dejando en claro que
la instantaneidad de los hechos choca “con la necesaria espera de partes oficiales y el
chequeo de los resultados de la investigación policial y judicial, favorece la aparición de un
discurso periodístico que sugiere intrigas acusatorias sobre distintas personas allegadas a la
víctima de los hechos o especulaciones alrededor de la escena del delito109”.

Por eso, se nos indica que “es una labor pendiente en los medios de comunicación
poder ofrecer una representación de los casos policiales desde una dimensión que no
contribuya a la culpabilización anticipada110”. Y agrega que sería conveniente recordar y
aplicar los principios de la Doctrina Campillay (1986), en la cual la Corte Suprema de
Justicia sostiene que los medios de comunicación no incurrirán en la difamación de
terceros, si en la representación de los casos:

a) Difunden información atribuyendo directamente su contenido a la fuente


correspondiente. Esto permite al público conocer el origen de las informaciones
emitidas. Si bien la veracidad de lo dicho por la fuente no es responsabilidad de los
servicios de comunicación audiovisual, sí lo es la invención de fuentes y/o la falsa
atribución de testimonios a las mismas como modalidades para legitimar aquello que
se comunica.

105
Ibídem. P.29-30.
106
Ídem.
107
Ídem.
108
Ídem.
109
Ídem.
110
Ibídem. P.34.

33
b) Privilegian una narrativa conjetural. Si bien es recomendable el uso del tiempo verbal
de manera potencial, muchas veces ello no resulta suficiente recaudo para que la
cobertura devenga incriminatoria y, por ende, dañe a los aludidos. Es importante que
la información que se difunda de cuenta, en su modalidad de expresión, de que los
datos que se ponen a consideración de las audiencias no constituyen aún resultados
judiciales, sino que son especulaciones, primicias e inferencias periodísticas.

c) Mantienen la reserva de la identidad de los presuntos implicados en el hecho lícito.


Esto contribuye a evitar la promoción de estigmatizaciones y de los efectos de una
condena social. La reserva o la información de la identidad de los presuntos
implicados en el hecho ilícito debe ser evaluado en cada caso, bajo el criterio de
información socialmente necesaria, el tipo de delito y los derechos que asisten a todos
los ciudadanos111.

La séptima recomendación de la Guía es “Difundir la información constatada en


fuentes fehacientes, en lugar de privilegiar la primicia como único criterio noticioso”. En
este punto se señala que “para cumplir este objetivo, resulta imprescindible que los medios
difundan sólo aquella información comprobada a través de fuentes confiables y
debidamente chequeadas, en lugar de subordinar la práctica periodística a la difusión de la
primicia sin reparar en la comunicación de datos no confirmados y en sus posibles
efectos 112 ”. Aconsejándose privilegiar la difusión de los informes judiciales y hacerlos
accesibles al entendimiento de las audiencias, lo que implica considerar como fuentes
rigurosas el testimonio directo de los funcionarios que trabajan en el caso, como así
también la lectura de expedientes y sentencias y la cobertura periodística en los juicios
orales.

Otra de las recomendaciones que hacen a este punto es la de “evitar centrar las
coberturas en la difusión de las opiniones de testigos ocasionales, ya que sólo tienen validez
ilustrativa. De ahí que es aconsejable considerar estos testimonios con precaución y no
como base para ampliar especulaciones o reforzar rotulaciones sobre los implicados 113”.
También se apunta a una modalidad de la instantaneidad que licúa al periodismo en los
tiempos de modernidad líquida al aconsejar “procurar no utilizar las redes sociales, los
videos captados por cámaras de seguridad o aquellos provistos por aficionados como

111
Ídem.
112
Ibídem. P.36.
113
Ibídem. P.40.

34
fuentes autosuficientes. Estos materiales requieren de la confrontación con otras fuentes por
las autoridades competentes en la investigación114”.

La octava recomendación es “Procurar que el relato audiovisual respete y no


interfiera en la investigación policial-judicial en curso”.

Aquí se señala lo evidente pero esencial tal es que el tiempo periodístico y el de la


labor judicial no son iguales, y que el material periodístico no es equiparable a la prueba
judicial, Esto que parece una obviedad se indica en la guía explicitando que “asumir esta
distinción resulta imprescindible para que el relato mediático procure traducir su lógica de
la velocidad y la inmediatez en una vigilancia y un resguardo de los tiempos de actuación
del Poder Judicial 115 ”. Se recomienda “por un lado, que los servicios de comunicación
audiovisual no intenten reemplazar la labor del campo judicial, por ejemplo mediante la
anticipación de pronósticos y sentencias, el desarrollo de juicios paralelos o la promoción
de valoraciones que impliquen la pérdida de derechos116”.

La alianza entre el poder mediático y el poder judicial es cada vez más evidente.
Pareciera que se van retroalimentando y muchas veces el poder mediático condena y el
poder judicial acepta. Se observa en lo ocurrido con la dirigente social Milagro Sala, a
quien se demonizó primero mediáticamente a través de informes periodísticos y luego
intervino un poder judicial cooptado por el poder político que gobierna Jujuy, que termina
arrasando con la presunción de inocencia (primero te detengo y luego veo si puedo probar
tu culpabilidad) generando un escándalo internacional que reinstala en nuestro país la figura
del preso político.

Como resumen de este punto se destaca: a) reconocer y comunicar las facultades y


competencias de las distintas instancias de la investigación; b) no intentar reemplazar la
labor del poder judicial anticipando pronósticos y sentencias; c) realizar un seguimiento
informativo de las investigaciones sin privilegiar el espectáculo; d) brindar la información a
las audiencias comprobada en fuentes fehacientes.

En la novena recomendación bajo el título “Contextualizar los casos para no incurrir


en la difusión de serializaciones forzadas y representaciones ‘fatalistas’ y territoriales que
propicien sentidos atemorizadores en las audiencias”, se expresa que “cuando los hechos
violentos se vuelven noticia adquieren un alto impacto en la sociedad. De ahí que es
sumamente importante aplicar ciertos criterios para procurar una comunicación rigurosa y
cuidada de cada caso particular117”, y se agrega la importancia de precisar ante el público
las especificidades de la situación: condiciones de la víctima y del victimario. Esto supone

114
Ídem.
115
Ídem.
116
Ídem.
117
Ibídem. P.46

35
presentar los casos respetando las tipificaciones disponibles y vigentes en nuestra
normativa vigente.

Como resumen de este punto y recomendando que la comunicación sea rigurosa y


cuidada de cada caso particular se señala como conveniente: “si se está o no frente a un
delito; diferenciar entre el delito contra la propiedad y/o los bienes personales y la situación
más sensible que representa un crimen contra la integridad de la persona y la vida
humana118”, se destaca y se recomienda “no abordar como un caso meramente policial los
hechos que pueden tener que ver con violencia de género, violencia familiar o doméstica,
violencia en el barrio o enfrentamientos territoriales119”.

En la última recomendación, la décima, bajo el título “Evitar la utilización de


recursos y operaciones de edición de los materiales audiovisuales que tiendan a la
espectacularización y ficcionalización de los casos y de las personas involucradas”, se
señala que “la rigurosidad periodística, así como el derecho de las audiencias, resultan
lesionadas cuando las coberturas transforman los casos policiales en un espectáculo,
relegando la función informativa al desarrollo de representaciones audiovisuales de los
aspectos más escabrosos de cada hecho y de narrativas con recursos propios de la
ficción120”.

A modo de resumen de esta última recomendación se destaca:

 Priorizar la formulación de titulares que condensen informaciónrelevante del caso, en lugar


de utilizar el recurso gráfico para captar audiencias por mero rating a través del impacto que
supone la síntesis de los datos más traumáticos y de las valoraciones metafóricas.
 Evitar el uso de recursos de enfatización del dramatismo del hecho: repetición excesiva y
zoom in de imágenes de violencia, musicalización del material expuesto, narraciones
hiperbólicas, descripciones necrófilas y relatos que detallen el horror y sufrimiento de las
víctimas.
 Prescindir de la mostración de imágenes y videos de asesinatos, cuerpos agredidos y del uso
de planos detalle de los actos de violencia y rastros de sangre.
 Procurar que las reconstrucciones y teatralizaciones de los hechos no se avengan con una
mera visualización de lo escabroso.

118
Ídem.
119
Ídem.
120
Ídem.

36
 Optar por la visualización de una fotografía representativa de la víctima, en acuerdo con los
familiares, y evitar el zoom in sobre la mirada y el planeo sobre el cuerpo, a fin de no
promover percepciones sexualizantes. A su vez se sugiere no emplear fotografías
voyeur o editadas sin autorización de los familiares.
 Procurar que la presencia de los comunicadores en el lugar de loshechos no suponga una
alteración del escenario que ponga en riesgola investigación en curso.
 Privilegiar el ejercicio de la función informativa y difundir datosrelevantes que contribuyan
a concientizar sobre las problemáticassociales que rodean al caso y a reforzar la prevención
de hechossimilares. En este sentido, ante la cobertura de casos de violencia familiar, por
ejemplo, resulta importante brindar y visualizar información sobre centros y líneas
telefónicas de asistencia (LíneaGratuita de atención a las Víctimas de Violencia Familiar-
tel-137).
 Extremar los recaudos sobre los tipos de cobertura propuestos en horario Apto para Todo
Público (ATP de 6 a 22 horas). Es importante que las ediciones respeten las competencias
de niñas, niños yadolescentes y los preserven del impacto de la exposición a materialesque
contengan violencia y/o que enfaticen lo truculento (LSCA, Art. 107)121.

121
Ibídem. P. 56.

37
Tercera parte

La masacre de Villa Ramallo. Descripción del caso

El 16 de septiembre de 1999 Villa Ramallo, localidad del partido de Ramallo


perteneciente a la provincia de Buenos Aires, distante a doscientos kilómetros de Buenos
Aires y a cien de Rosario, despertó consternada al enterarse que había un asalto con toma
de rehenes en la sucursal del Banco Nación ubicada en pleno centro del pueblo.

Fernando Raúl Vilches, empleado de la empresa privada de correo postal OCA,


llegó al banco a las ocho y diez minutos y estacionó su camioneta en el garaje de la casa del
gerente- Carlos Chaves- cuya vivienda era contigua a la sucursal bancaria. Dos hombres
encapuchados, Javier Hernández y Martín Saldaña, aprovecharon su ingreso para colarse en
el Banco. En su interior se encontraba el contador Carlos Santillán.

Así lo describió Damián Fernández Pedemonte en La violencia del relato. Discurso


periodístico y casos policiales que “primero una vecina, Mónica Magrini, y luego una
empleada del cable, Viviana García, llamaron a la comisaría local y al instante llegó un
patrullero122”. La información que brinda Pedemonte presenta un error en el nombre de
Magrini que es Verónica y no Mónica. Al igual que Viviana García eran compañeras de
trabajo de Cablevisión local.

Pedemonte añade en su libro que “el comisario Antonio David Gómez se comunicó
con su superior Adolfo Roberto Biardo, jefe de la Departamental y éste se comunicó con la
justicia ordinaria de San Nicolás, aunque, tratándose del Banco Nación tendría que haberse
comunicado con el juez federal 123 ”. En esa comunicación se detalla que se avisó a las
comisarías limítrofes, al comando radioeléctrico, al Grupo Especial de Operaciones (GEO)
y al grupo táctico Halcón, ambos de la policía bonaerense.

A las nueve menos cuarto la zona del Banco estaba rodeada por unos cincuenta
policías y sobrevolada por dos helicópteros.

Lo cierto, es que todo se supo en minutos gracias a las testigos que observaron todo
desde el ventanal de la oficina de Cablevisión. Primero fue Viviana García, que al ver lo
que sucedía llamó a su compañera para que también lo viera. Consultada para esta

122
Pedemonte Fernández, Damián. La violencia del relato. Discurso periodístico y casos policiales. Buenos
Aires. Ed. La Crujía. 2001. P.150.
123
Ídem.

38
construcción García dijo: “más o menos alrededor de las 8:30 fue que di aviso a la policía,
y desde ahí vimos todo”. Ante la pregunta sobre a quién más se refería con “vimos”,
respondió: “Verónica (Magrini) mi compañera en ese momento” y sobre lo que pudieron
observar expresó: “lo que vimos desde ese momento fue como iban metiendo a los demás
rehenes, vimos todo y sabíamos lo que estaba sucediendo pero no podíamos avisarles,
teníamos mucho miedo y no pudimos evitar que entrarán al banco”.

Teléfono descompuesto

Dentro del banco los dos rehenes fueron maniatados con cintas de embalar:
muñecas, ojos, bocas... Poco después fueron reducidos Carlos Chaves y su mujer Flora
Lacave. Fue tomado también como rehén Ricardo Pasquali, jefe de área del Banco Nación.
Afuera de la sucursal esperaba Carlos Martínez, el otro integrante de la banda, en un
automóvil Renault 19 blanco. Cuando estacionó a su lado Diego Serra, empleado de
Cablevisión, Martínez salió del vehículo, lo apuntó con su arma y lo introdujo a la fuerza en
el banco.

Según narró el periodista Horacio Cecchi “la información era escasa y confusa,
como era de esperarse apenas a media hora de iniciado el hecho, pero el dato de los rehenes
hacía la diferencia. Los periodistas de Acero lograron avanzar un poco más en la
información utilizando el moderno sistema cartesiano de la deducción124”, y cuenta como
Viviana García había presenciado como introducían a Serra y a Pasquali, por lo cual no
podían ser menos de dos rehenes. También había que contar con la camioneta de OCA que
estaba estacionada, por lo tanto, según los cálculos que en ese momento hacían desde la
emisora, el número de rehenes no podía ser menor a cinco.

Desde Radio Universidad de San Nicolás a las 9 de la mañana llamaron al banco y


atendió Carlos Chaves. “Según su expresión, él llevaba colgada una granada del cuello, los
delincuentes tenían a todos los rehenes amenazados con armas, pedían las llaves del tesoro,
un juez, las cámaras de canal 2 de San Nicolás y salida libre125”. El gerente “agregó que los
rehenes eran seis y que los asaltantes también eran seis, que llevaban todo tipo de
armamentos, y que habían sellado por dentro todas las aberturas del edificio con
explosivos 126 ”. Fernández Pedemonte aclara que “en realidad, los delincuentes habían

124
Cecchi, Horacio, 2000. Mano Dura. Crónica de la masacre de Villa Ramallo Ed. Colihue. P.192.
125
Pedemonte Fernández, Damián. La violencia del relato. Discurso periodístico y casos policiales. Buenos
Aires. Ed. La Crujía. 2001. P.150.
126
Ibídem. P.150-151.

39
distribuido cajas con cables en las ventanas y puertas del banco y le habían colgado al
gerente un pan de trotyl sin detonador127”.

“A todo esto, el periodista Santo Biasatti se comunicaba en directo con Villa


Ramallo y ponía al aire a uno de los vecinos de la localidad128”, expresa Cecchi en su libro
y detalla que a Diego Serra lo habían confundido con el tesorero por el uniforme.
Fernández Pedemonte cuenta que Biasatti “a las 9:45 habló con el gerente, comunicación
en la que Carlos Chávez afirmó que en el banco estaban él, su señora, dos empleados y dos
foráneos. Ante algún gesto de los delincuentes que percibieron en la frase ‘dos foráneos’
una clave para dar a entender que los delincuentes eran sólo dos129”, añade el autor que
entonces, para corregirse, “subrayó: ‘los que han copado el banco son seis, están
fuertemente armados, con armas largas y cortas, con granadas, chalecos antibalas130’”.

La comunicación con los periodistas iba generando más confusión y sumaba al


alarmismo, y los grupos tácticos pareciera que carecían de táctica para cortar las líneas.

También, se señala que a las 9.58 partió el primer despacho de la agencia DYN, que-
con acierto-aseguraba que los delincuentes eran tres y estaban fuertemente armados. El
primer despacho de TELAM dijo que los delincuentes eran siete.

Fernández Pedemonte alude a la sumatoria de errores cometidos al expresar que en


un segundo despacho de Telam se dijo que los delincuentes tenían un potente equipo de
comunicaciones que les permitía interferir la radio policial, cuando en realidad solamente
tenían un Handy, como se supo luego y que conocían algunas claves de la policía porque
les fueron aportadas por un cabo primero del comando radioeléctrico nicoleño, que les
ayudó a armar el golpe.

Contextualización
Todo hecho tiene un contexto, y precisamente lo sucedido en Villa Ramallo lo tenía.

La campaña electoral de octubre de 1999 estaba caliente en la provincia de Buenos


Aires. Abelardo Patti seguía impune por sus crímenes de lesa humanidad debido a las leyes
del perdón, todavía vigentes en ese momento y se proponía escalar aún más en la política.
No le bastaba con ser intendente y se sumaba como candidato a la gobernación. Su

127
Ibídem. P.151.
128
Cecchi, Horacio, 2000. Mano Dura. Crónica de la masacre de Villa Ramallo Ed. Colihue. P.194.
129
Pedemonte Fernández, Damián. La violencia del relato. Discurso periodístico y casos policiales. Buenos
Aires. Ed. La Crujía. 2001. P. 151.
130
Ídem.

40
competidor, Carlos Ruckauf, no pensaba dejarle el camino libre y los dos competían con un
discurso de mano dura que crecía día tras día.

“El 20 de julio, el día amaneció crispado. El remisero Mario Peña, de 42 años, fue
descubierto por sus compañeros en un zanjón de un descampado de Escobar con signos de
haber sido golpeado y gravemente herido de un balazo en la cabeza. No parecía haber sido
víctima de un robo: tenía la billetera completa y su auto estaba allí donde lo había
dejado131”, nos cuenta en su libro Horacio Cecchi “así lo consideró el fiscal de Zárate-
Campana, Juan José Montani quien caratuló inicialmente la causa como ‘tentativa de
homicidio132’”. Todo un caso para que Patti saltara, a caballo de la inseguridad.

Ese suceso le daba al genocida, por entonces Intendente de Escobar, una posibilidad
perfecta para lanzar su diatriba. “Salió al balcón, y después de inflamar a la pequeña
multitud con promesas de medidas drásticas arrojó al aire su idea: ‘¡O nos dan una
respuesta satisfactoria, reforzando la seguridad y controlando los remises y los colectivos, o
nosotros vamos a organizar piquetes armados’, bramó133”.

Pero eso no era todo, inmediatamente lanzó “si los delincuentes usan armas,
nosotros no vamos a ir con gomeras’, justificó ante un periodista de Clarín apenas
concluida la manifestación. El ex comisario completó su discurso repitiendo un slogan que
hizo eco durante toda su campaña como candidato a gobernador por su partido, la Unidad
Bonaerense 134 ”. Esa actitud “se leía claramente como una mojada de oreja. El lóbulo
auricular correspondía a León Arslanian y, por elevación, golpeaba los tímpanos de
Duhalde. Montado sobre su especialidad, la inseguridad, Patti buscaba birlar votos al
candidato oficialista Eduardo Duhalde apoyado en el Mr, Hyde que toda sociedad lleva
dentro135”. Arslanian era el ministro de seguridad, alguien a quien la policía detestaba y ese
discurso de mano dura que crecía en campaña esmerilaba su intención y posibilidad de
construir una fuerza democrática.

Dos días después la polémica ingresó en la zona que parecía interesarle más a
Arslanian. En una entrevista concedida a Página/12 acusó al Intendente de ser un
“engendro de Hitler”. El periodista también narra la decisión del ministro de recibir a los
remiseros en su despacho y de disponer el envío de diez policías a Escobar, que se sumaron
a los 213 efectivos que ya existían. Propuso también la creación de un foro vecinal para la
discusión de los problemas de la inseguridad en la zona. Pero todo esto parecía no alcanzar
en medio de una competencia que traía consigo brotes de manodurismo.

131
Cecchi, Horacio, 2000. Mano Dura. Crónica de la masacre de Villa Ramallo Ed. Colihue. P.149.
132
Ídem.
133
Ídem.
134
Ídem.
135
Ibídem. P.149-150.

41
A principios de agosto, la campaña electoral había entrado en un camino sin retorno.
Ruckauf habló en un acto en La Plata frente a 1.300 afiliados del PJ, montado sobre las dos
bajas oficiales. En su libro Cecchi lo describe y da paso a su declaración: “Cuando un
asesino se tirotee con un policía-soltó por los altavoces- siempre estaré respaldando
alefectivo, para que quede claro que la bala que mató a un asesino es una bala de la
sociedad que está harta de que desalmados maten a mansalva a gente inocente136”.

Lo que quedaba claro era que Ruckauf no estaba dispuesto a regalarle votos a Patti y
peleaba con manodurismo por la conquista de los mismos votantes. Como si fuera poco, al
día siguiente subió la apuesta e inauguró su slogan: “Hay que meterles bala a los ladrones,
combatirlos sin piedad. Yo no soy un garantista, voy a plantear una estructura vertical con
un jefe policial137”.

Arslanian entonces pidió una reunión con Duhalde. El autor de Mano dura. Crónica
de la masacre de Villa Ramallo cuenta que existió entre ambos una tensa conversación
telefónica y que, por la tarde, el gobernador asistió a la Rural sin su ministro. Hacia el final
de ese día se reunieron y Duhalde aceptó su renuncia.

En agosto del 99, a dos meses de las elecciones, Duhalde sólo quería repuntar en las
encuestas, en las que la inseguridad aparecía como un punto débil. Como receta puso
parches y negoció con la bonaerense. Fue así que arribó a “la solución (fue) improvisada
como un puente a las cercanas elecciones. Después de bailotear varios nombres que
rechazaron el convite, el gobernador se decidió por el ignoto Osvaldo Lorenzo, juez federal
de Zárate-Campana y ex juez penal de Morón138”.

La reforma de Arslanian iba a ser olvidada por Lorenzo que “entró con la tarea de
meter mano en las jerarquías policiales designadas por Arslanian139”. Recuerda en su libro
Cecchi que “según los periodistas de PáginaI12. Raúl Kollman y Laura Vales, el acuerdo
que se selló consistió en compromisos de ambas partes: ‘Los sin gorra’ deberían congelar
hasta después de las elecciones los grandes asaltos, mantener ‘aplacados’ a los delincuentes
de robos comunes, y dar un par de golpes de efecto”, y añade que “del lado del Ejecutivo,
debían reubicar a los ‘pollos’ de los caciques en puestos claves, reincorporar a unos 400
oficiales ‘pesados’ y devolver el control del juego, la prostitución, drogas y demás en
diferentes zonas140”.

Dar cuenta del contexto en el que un mes después ocurriría el acontecimiento


conocido como “la masacre de Ramallo” resulta fundamental porque la vuelta de la maldita

136
Ibídem.
137
Ibídem. P.152.
138
Ídem.
139
Ibídem.P.155.
140
Ídem.

42
policía es un dato no menor para explicar el desastre organizativo y operacional de las
fuerzas que contribuyeron a la masacre en la madrugada del 17 de septiembre de 1999.
También tuvo sus colaboradores directos ya que a la hora de observar datos precisos sobre
quiénes llevaron adelante el asalto con toma de rehenes, Aldo Antonio Cabral, cabo
primero del Comando Radioeléctrico de San Nicolás fue quien proporcionó el dato
bancario a través de un plano de la sucursal que fue hallado en su vivienda.

Vuelta al relato mediático


Con el handy con el que contaban los delincuentes “se comunicaron con un
patrullero, en una conversación registrada por Radio Continental a las 10:15, en la que un
agente prometía sacar policías del techo. En ese entonces ya había unos 200 efectivos
merodeando el lugar 141 ”. “A las 11:30 se instalaron las cámaras de Canal 13-TN con
Antonio Fernández Llorente como movilero, y poco después, las de América.CVN. Crónica
TV llegó a las 16142”.

El juez federal de San Nicolás, Villafuerte Ruzo, se hizo cargo del caso al mediodía.
No fue avisado por las fuerzas policiales, se enteró por la radio mientras viajaba desde San
Isidro. El ministro de Seguridad, Osvaldo Lorenzo, envió a Villa Ramallo a su secretario de
investigaciones judiciales, Bruno Corvo. Llegaron al lugar hombres del Grupo Especial de
Operaciones Federales (GEOF). Sobre el Banco se ubicaron el grupo Halcón y unos pocos
federales de GEOF. Sobre el techo mismo del banco, cinco halcones. Un poco más lejos,
hombres de GEOF.

Fernández Pedemonte relata que “en una de las tantas conversaciones con el
periodismo Saldaña dijo textualmente: ‘vinimos a buscar la plata y unos documentos que
hay en la bóveda 143 ’”. También hace referencia a las elucubraciones periodísticas al
mencionar que “la prensa tomó el dato y llegó a la conclusión de que se trataba de
documentos sobre la muerte de Carlitos Menen Jr., hijo del ex presidente de la Nación, que
Villafuerte había guardado en una caja de seguridad de, la sucursal 144”. Días después se
comprobó que ese dato era falso, cuando la ex mujer del presidente Menem viajó motivada
por esa versión. En el libro Mano dura. Crónica de la masacre de Villa Ramallo Horacio
Cecchi dice que “según el acta notarial redactada el viernes 17, cuando fue inspeccionada la
bóveda en su interior no fueron hallados los misteriosos documentos, pero sí había
depositados 323 mil pesos y 134 mil dólares. Pese a todas las versiones iniciales Tito y su

141
Pedemonte Fernández, Damián. La violencia del relato. Discurso periodístico y casos policiales. Buenos
Aires. Ed. La Crujía. 2001. P.151.
142
Ídem.
143
Ibídem. P. 152.
144
Ídem.

43
banda sabían muy bien qué habían ido a buscar145”. Es preciso aclarar que Tito era el apodo
de Saldaña.

Saldaña, autodenominado Cristián, había asegurado a los medios que estaba


‘jugado’, que a la cárcel no volvía y que además él, su mujer y su hijo tenían HIV, algo que
también era falso. Estos aditamentos parecían exacerbar el deseo de algunos periodistas de
comunicarse con los asaltantes y conllevaba un alarmismo que, como hemos señalado, poco
ayuda a brindar una información socialmente relevante para la audiencia. Pudo incluso
haber traído mayores consecuencias que las producidas ya que ningún periodista está
capacitado para mantener una conversación con quienes tenían a personas de rehenes.

Pero, la búsqueda de la primicia primaba por esas horas y llegaba hasta el disparate
lo enunciado por algunos medios. Así lo destaca Damián Fernández Pedemonte en su libro:
“Crónica TV se montó sobre un rumor anónimo para informar en un cartel rojo, con letras
blancas que ocupaban toda la pantalla: ‘Villa Ramallo. Grupo Quebracho tomó banco con
seis rehenes146’”.

Parecía que los periodistas intervenían más que los especialistas en las charlas con
los delincuentes: “a las 14.00 empezó a trabajar el negociador Juan Pablo Bressi. Saldaña le
exigió que todos los policías trepados a los techos, a quienes podían ver por televisión, se
retiraran. A las 15.00, un periodista de TELAM interceptó al juez, que apenas hizo un
comentario147”.

¿A ninguna de las autoridades, supuestamente competentes, a cargo se les ocurrió


que esas imágenes que mostraban cómo los efectivos policiales iban ubicándose
estratégicamente podían ser vistas en vivo por la tv desde la sucursal bancaria?

Cristián Saldaña le pedía al negociador la presencia del tesorero con la clave. A las
20 se cortaron las comunicaciones con Pablo. Hernández hizo que Diego Serra llamara a la
FM local, FM 104.1 Radio Acero, que mantuvo cautela y responsabilidad periodística, algo
que destaca Fernández Pedemonte en su libro La violencia del relato. Discurso periodístico
y casos policiales al mencionar que “en ese momento estaban en el estudio de radio las
hijas del gerente: Betina, Cecilia y Daniela. Con buen criterio, la radio optó por llamar a la
policía e impidió que entrevistaran a las chicas148”.

Al caballo de la inseguridad y las salidas rápidas por ese entonces lo montaban


conductores de los noticieros y “a esa hora Enrique Llamas de Madariaga en ‘Las 20 en

145
Cecchi, Horacio, 2000. Mano Dura. Crónica de la masacre de Villa Ramallo Ed. Colihue. P.164
146
Pedemonte Fernández, Damián. La violencia del relato. Discurso periodístico y casos policiales. Buenos
Aires. Ed. La Crujía. 2001. P.152.
147
Ídem.
148
Ídem.

44
llamas’, por América, fabricó una encuesta telefónica de acuerdo con la cual el 65% de los
televidentes se pronunció a favor de que la policía entrara por la fuerza al banco149”.

La cordura no era algo fácil de encontrar en ese contexto.

“A partir de las 20.15, Samuel Chiche Gelblung comenzó a hablar con los
delincuentes por Radio 10. Esta conversación tuvo sus tramos más dramáticos a las 21.30,
cuando el locutor conversó con los autodenominados Miguel y Cristian con Flora
Lacave 150 ”, dice en su libro Fernández Pedemonte que el periodista propuso que
cambiaran la llave por un rehén y se colocó el mismo como garante. También que
“Telenoche”, Canal 13, hizo una cobertura abundante. Según IBOPE midió 20.4 puntos de
rating contra 17.4 conseguidos por Susana Giménez en Telefé, el programa con más
medición en ese horario.

Hace evidente que todos los programas corrían tras el suceso para sumar puntos, tal
como también lo hizo Día D’, conducido por Jorge Lanata por América, optando por
interrumpir la secuencia del programa y poner al aire el audio de Radio 10.

Algún respiro vendría en esas horas, cuando todo era tensión y los medios no
colaboraban precisamente a reinstaurar la calma sino más bien incitaban al alarmismo.

A las 21.30, los delincuentes dejaron salir a Vilches primero, y poco después fue
liberado Diego Serra. Uno de los asaltantes, Hernández, le colocó un papelito con un
número telefónico en la cintura. Era el número telefónico del abogado Carlos Hugo Varela
que había sido defensor de Hérnández años atrás.

Vilches era el rehén de la duda. Los asaltantes habían ingresado al banco gracias a
él y su misteriosa forma de estacionar sumado al hecho de haber sido el primer rehén
liberado lo colocaba en la mira, aunque, como señala Fernández Pedemonte ese manto de
sospecha “fue sugerida por allegados de Carlos Soria, Ministro de Seguridad, sucesor de
Osvaldo Lorenzo, y reproducida por los diarios Clarín y PáginaI12 151 ”. Nunca existió
prueba alguna que estableciera una relación entre Vilches con la banda o el hecho.

Luego, “a las 22:50 Grondona entrevistó al autodenominado Miguel (Javier


Hernández) y su voz salió en dúplex por Crónica TV. En la pantalla de ‘Hora Clave’, por
Azul, se leía un sobreimpreso que decía Miguel-asaltante. A la una y media, Bressi
diagnosticó que la negociación se había estancado152”, detalla Fernández Pedemonte. Narra
también que “GEOF ofreció al juez un operativo comando que éste desechó porque los

149
Ídem.
150
Ídem.
151
Ídem.
152
Ídem.

45
federales no le garantizaban un cien por ciento de posibilidades de recuperación de todos
los rehenes153”.

La situación era muy tensa y quizás ese alto nivel de ansiedad de las fuerzas de
seguridad explique su decisión de haber forzado la puerta del kiosco escolar y engullir los
chocolates y las golosinas en la escuela media Nº 1 “Dr. Antonio Nava”, lugar desde donde
operaban junto con el negociador y el Juez, según nos cuenta quien fuera la directora de la
escuela.

“Parte de los equipos de televisión se habían instalado contra el vallado policial.


Como eran las cuatro de la madrugada, colocaron cámaras fijas que reproducían las
imágenes sin necesidad de ser operadas manualmente: fueron las que registraron la fuga y
el acribillamiento154”, expresa Fernández Pedemonte en su libro.

El periodista Horacio Cecchi lo describe así en Mano dura. Crónica de la masacre


de Villa Ramallo.

Las grabaciones, prolijamente analizadas por el Departamento de Sistemas de la Prefectura


Naval Argentina, fueron separadas cuadro por cuadro, seleccionados 35 de ellos, y
digitalizados para obtener la mejor definición de las imágenes que fueron incorporadas al
expediente. En ellas se pueden advertir de dónde provienen los disparos y dónde hacen
impacto, y fueron utilizadas para cotejar junto con las pericias balísticas realizadas por la
Gendarmería Nacional155.

“De acuerdo con estas imágenes, una vez que Flora Lacave fue obligada a abrir la
puerta del garaje, un auto Polo verde asomó su parte trasera, y encendió las luces de stop.
El vehículo empujó la camioneta de Vilches y giró hacia la derecha del conductor156”, relata
Fernández Pedemonte. “En ese preciso momento Gerardo Ascacíbar, subjefe del grupo
Halcón, dio orden de disparar, según él mismo declaró, a las gomas. Ninguna bala, sin
embargo, dio en las gomas157”.

Según Pedemonte, los seis topos ubicados en el entretecho, al escuchar los primeros
disparos, abandonaron sus posiciones y comenzaron a disparar. Ascíbar dio la orden de alto
pero sólo lo escucharon sus hombres. En los tres segundos que le llevó al auto cruzar una

153
Ídem.
154
Ídem.
155
Cecchi, Horacio, 2000. Mano Dura. Crónica de la masacre de Villa Ramallo Ed. Colihue. P.240.
156
Pedemonte Fernández, Damián. La violencia del relato. Discurso periodístico y casos policiales. Buenos
Aires. Ed. La Crujía. 2001. P.154.
157
Ídem.

46
avenida, Saldaña disparó unas 13 veces y los dos halcones que se encontraban en los techos
en diagonal al banco y los GEOs respondieron al fuego con alrededor de 70 balas. Para ese
momento Chaves ya estaba herido de muerte y el auto continuaba su recorrido por la calle
Sarmiento sin control.

El vehículo con el que escaparon junto a los rehenes siguió avanzando por
Sarmiento, atravesando la avenida San Martín y deteniendo su marcha en la esquina de
Sarmiento y Ginocchio luego de golpear el cordón, subir a la vereda y frenarse al costado
de un árbol, luego de la inmensa balacera efectuada por la policía contra el coche.

Flora había recibido un balazo en una mano y los policías la encontraron


desvanecida. Chaves había muerto por disparos de FAL de los hombres de GEO, Santillán
había sido muerto por balas disparadas por el mismo grupo, también tuvo esa procedencia
la bala que ultimó por la nuca a Hernández.

Un estampido se pudo escuchar segundos después del fusilamiento y generó


sospechas sobre un posible “tiro de gracia”. Pero según “la Corte Suprema bonaerense,
ninguno de los cuerpos presenta marcas de un disparo realizado desde cerca. Aunque puede
ser que estuviera destinado en rematar a Flora, antes que otro policía desviara el brazo del
portador del arma. Flora fue llevada al hospital de Ramallo y Martínez, al de San Nicolás.”

“Saldaña fue introducido en una ambulancia, A las 8de la mañana llegó la orden de
que debía ser trasladado a la comisaría de Ramallo158”, relata Fernández Pedemonte. Fue
llevado a la comisaría de Villa Ramallo donde reinaba el desorden. “Se desconoce quién
dio esa orden. El titular de la comisaría, Antonio David Gómez, estaba de viaje a La Plata,
citado por Lorenzo. En la seccional se habían concentrado los Halcones, los GEOs, los
GEOFs y la guardia de infantería para entregar sus armas 159”, describe el autor del libro y
señala que “cinco fusiles FAL de los halcones fueron entregados varios días después. De
los nueve policías que encontró el fiscal en la comisaría, ninguno coincidió sobre el horario
en que llegó Saldaña160”.

El periodista Horacio Cecchi describió en su libro “que las pericias demostraron que
Saldaña murió por mano propia. Pero tuvo el tiempo suficiente para hacerlo porque le
habían dejado todas las oportunidades”, y detalla que “en la comisaría hay cuatro celdas.
Extrañamente, a Tito lo ubicaron en la única que tenía rejas en el techo. Esa celda estaba
ocupada por un menor, al que cambiaron de lugar para ubicar allí al detenido. En esas rejas

158
Ídem.
159
Ídem.
160
Ídem.

47
es donde Saldaña anudó el extremo de la soga que fabricó arrancando la tela de uno de los
cuatro colchones que había en el lugar161”.

Y un día se hizo justicia. “Tuvieron que pasar cinco años, dos meses y veinte días
para que la Masacre de Villa Ramallo pasara a ser cosa juzgada”, describe Horacio Cecchi
el 8 de diciembre de 2004 en PáginaI12 con el título “Los otros culpables de la masacre”,
artículo donde informó que el “Tribunal Oral Federal 1 de Rosario condenó a penas de
entre 20 y 2 años a siete de los ocho policías juzgados por las muertes de Carlos Chaves y
Carlos Santillán, gerente y contador del Banco Nación, y del delincuente Javier Hernández,
mientras que el octavo acusado fue absuelto” (disponible en https://goo.gl/vovHKY).

En el artículo de PáginaI12 del 11 de agosto de 2000 con el título “La foto que se
muestra lo que se quiso ocultar” Horacio Cecchi da cuenta de cómo “una secuencia
fotográfica clave tomada por Página/12 e incorporada ahora al expediente del caso Ramallo
muestra a un policía corriendo con un bolso donde los delincuentes habían ocultado un
arma y un handy, pruebas que luego desaparecieron. Queda en evidencia la relación de la
banda con la policía”. El artículo es la clave que articula el hecho con el contexto en el que
se llevó adelante el penoso acontecimiento que conmocionó al país.

Se plantea en dicho artículo que “El documento, incorporado al expediente por el


juez Carlos Villafuerte Ruzo, sostiene la hipótesis de que la banda liderada por Tito
Saldaña fue utilizada, y que el asalto al Banco Nación fue planificado, por lo menos, desde
una estructura policial jerarquizada”, sostiene Cecchi. “La imagen –que este diario no
puede publicar aún por estar bajo secreto de sumario– muestra al cabo corriendo con el
bolso donde los delincuentes habían ocultado una escopeta de caño recortado y el handy
utilizado para mantener conversaciones paralelas”, expresa el periodista.

De esta forma Cecchi deja en evidencia que “el bolso desapareció del baúl del Polo
verde, apenas concluida la masacre. Como la pieza clave para demostrar las conexiones
entre policías y asaltantes, durante once meses el handy fue la obsesión y el fantasma de los
investigadores”.

La voz de los periodistas: su cobertura del caso, análisis de su trabajo

Como unidad de análisis reflejaremos la palabra de cinco periodistas, dos de


cercanía geográfica, del medio gráfico de circulación local como lo es Reporte Semanal,
medio desde el que informaron y realizaron el seguimiento del caso.

161
Cecchi, Horacio, 2000. Mano Dura. Crónica de la masacre de Villa Ramallo Ed. Colihue. P.258

48
En el partido de Ramallo, en la localidad de Villa Ramallo, existe un único medio
gráfico. Mirta Capozucca directora y periodista y Miguel Ángel Villalba también
periodista, fueron a quienes se entrevistó para hablar del acontecimiento que tuvo lugar en
Villa Ramallo los días 16 y 17 de septiembre de 1999, a fin de evaluar la cobertura
periodística y la responsabilidad social del periodismo en un asunto de interés público.
También se realizaron entrevistas a los periodistas de medios gráficos a nivel nacional que
cubrieron el caso, Horacio Cecchi que realizó la cobertura para el diario PáginaI12,
Santiago O’Donnell que lo hizo para el diario La Nación y Ricardo Ragendorfer que realizó
la cobertura para las revistas Gente y Tres Puntos.

Las voces de ellos se expresan en las siguientes líneas. Allí, además, se encontrará
un análisis de su trabajo. La totalidad de entrevistas puede leerse en la sección Anexos
como así también párrafos de los artículos periodísticos que aquí se señalan.

“Fue una masacre”, anunciaba el titular del 18 de septiembre de 1999 del Reporte
Semanal de Ramallo. En la portada del medio gráfico, un juego de fotos: el Banco; el auto;
un cuerpo fuera del auto y la presencia de un uniformado. Y la bajada del título expresaba:
“Así definió el gobernador Eduardo Duhalde el desenlace de lo que fue el copamiento
armado con toma de rehenes en la sede del Banco de la Nación Argentina sucursal Villa
Ramallo. De la misma manera se manifestaron vecinos de la localidad y familiares de los
rehenes”.

En la segunda página un artículo sobre lo sucedido con el título “Una pesadilla de la


que aún no logramos despertar”. Y en la tercera columna de la misma página otra nota
titulada “Nos quedamos sin primicia…hablamos con el corazón”, quizás sea el resumen
más próximo a cómo realizaron la cobertura del suceso.

Mirta Capozucca es la directora de Reporte Semanal de Ramallo y de la 104.1FM


Radio Acero, ambos medios con sede en Rivadavia 258 de la ciudad de Villa Ramallo. 26
años tiene el medio gráfico, 32 cumplió recientemente la radio.

El emprendimiento comunicacional es familiar y está lejos de estar contaminado,


como habitualmente ocurre, cuando los dueños de medios tienen verdaderos intereses
empresariales y comerciales y por eso compran radios o medios gráficos. Ramallo todavía
está a salvo de lo que sucede con la comunicación en ciudades no tan lejanas como por
ejemplo San Nicolás, donde los medios han quedado en manos de empresarios y colisionan
intereses de tal modo que las más de las veces la información que se brinda deja de ser
socialmente relevante para la audiencia.

“Tratando de ser objetivos, no haciendo sensacionalismo de lo que estaba pasando.


Tratando de corroborar los datos que teníamos que no eran tantos”, responde Mirta ante la
pregunta de cómo fue esa cobertura. Se chocaron con la información. Fue Luis Unsen,

49
periodista de la radio, quien luego de terminar su programa al salir por la calle Sarmiento
vio que algo sucedía en el Banco y volvió a la emisora.

Pero no existió un criterio periodístico del grupo de trabajo más que el de estar cerca
del lugar del suceso. Tampoco existió una contextualización en la cobertura.

La confirmación de los sucesos llegó por vía de una testigo que vio como a su
compañero de trabajo de cablevisión lo introducían en el Banco. Viviana García dio aviso a
la policía y se comunicó con Radio Acero.

Esa mañana se transformaron para los demás medios zonales y nacionales como un
punto de referencia. Tal es así que Capozucca recuerda que Mauro Viale llamó a un taller
de Villa Ramallo solicitando que sintonizaran la única radio que había en la localidad por
ese entonces, para que pusieran el teléfono junto al parlante de la radio para retransmitir lo
que la emisora relataba.

Difícil es divorciar el análisis de la cobertura radial con lo que luego fue volcado el
18 de septiembre de 1999 en Reporte Semanal porque el campo de trabajo es el mismo, si
bien nuestro análisis es sobre los medios gráficos ya que esto nos permite tener un registro
mayor de cómo se llevó adelante esa práctica.

Es valioso detenerse en la decisión adoptada por el equipo de Radio Acero que es el


mismo que Reposte Semanal de Ramallo y eso se evidencia en el artículo señalado de ese
18 resumido en el título “Nos quedamos sin primicia…hablamos con el corazón”. No
resultó una exageración el haberlo titulado así y eso se comprueba con los años ya que esa
decisión que tomaron, ese criterio de privilegiar lo humano sobre la primicia, fue y es
destacado por otros colegas a nivel nacional y remarcado en los libros anteriormente
citados.

Que en el transcurso del día 16 desde el Banco Nación se comunicaran en dos


oportunidades con Radio Acero y que en esos dos llamados el criterio utilizado fue el
mismo, habla de una coherencia, de una responsabilidad social del medio, que lejos estuvo
de incrementar el pánico. Cuando se comunicó el rehén Diego Serra por orden de los
asaltantes la actitud de Mirta fue atenderlo, escucharlo, y luego dar aviso a la policía.
Cuando horas más tarde, desde la sucursal bancaria se comunicó la rehén Flora Lacave,
esposa del gerente, desde el medio local se resolvió actuar igual. No era que estaban
respetando un manual de ética, un código deontológico del medio, actuaban naturalmente,
privilegiando el criterio de que la información que brindaran no podía entorpecer el trabajo
de las autoridades, ni sumarle a lo que sucedía, que de por sí era trágico, una cuota de
alarmismo.

“Es el criterio que nosotros utilizamos siempre, de perder la primicia. Naturalmente


ese grupo humano tiene incorporado eso y ese día lo hicimos valer”, expresa Mirta

50
aclarando que esa decisión “no es parte de ningún código de ética. En todo momento
priorizamos la parte humana sobre la periodística”. Y esa decisión fue la que prevaleció
aquel 16 cuando las tres hijas del gerente Carlos Chavez y Flora Lacave que habían venido
desde Buenos Aires, donde estudiaban, para estar cerca de lo que sucedía con sus padres
encontraron refugio en la emisora.

Las chicas no pudieron entrar a la vivienda, que les daba la entidad bancaria y se
encuentra pegada a la sucursal. Aguardaban entonces frente a Radio Acero cuando fueron
invitadas por Mirta, a través de un colaborador de la emisora que detectó que estaban allí,
para que pudieran permanecer en la radio. Capozucca resume esa actitud con las siguientes
palabras: “Y en ese momento me salió más que la periodista la mamá de adentro: sentí la
necesidad de protegerlas”.

Ante el interrogante ¿quiénes llevaron adelante la práctica periodística de cobertura


del caso con mayor responsabilidad?, formulado como si se tratara de otorgar un
reconocimiento al ejemplo a seguir, se podría responder a priori, que los profesionales,
periodistas, de las grandes ciudades que han contado con una formación y que por su
experiencia gráfica, radial o televisiva conocen cuál debe ser la forma adecuada de llevar
adelante una información socialmente relevante, estaban en mejores condiciones para no
incurrir en prácticas inadecuadas, porque su formación los alertaría. En cambio, y juzgando
también a priori, sí podría ocurrir eso con quienes ejercen el periodismo en un pueblo, en
Villa Ramallo, donde quizás la falta de capacitación, de estudio de quienes están en radio y
en gráfica, podría llevarlos a cruzar ciertos límites por desconocimiento. Sin embargo, en el
trabajo de campo, en el análisis del caso y de las coberturas, nos demuestran que han sido
los que llevaron adelante una práctica periodística responsable y destacable como lo hizo el
equipo de Radio Acero y de Reporte Semanal de Ramallo.

Mirta Capozucca grafica con un ejemplo y coloca a su equipo por encima del resto.
Haciendo memoria sobre aquel 16, recuerda que cuando decidieron invitar al estudio a las
hijas del gerente, movileros y noteros, de medios nacionales se enteraron. Como las horas
transcurrían sin tener mucho más para decir se vieron tentados a ir por ellas. “En un
momento un periodista de un medio nacional nos dice: ‘si no abren la puerta- porque
teníamos que trabajar con la puerta con llave- les rompemos el vidrio’”, recordó Mirta
añadiendo que fue su marido, José Pescio, que junto a ella llevaba adelante los dos medios,
quien les respondió: “rompan el vidrio y entren, ustedes van a ser la gran noticia para
nosotros, pero con las chicas no van a hablar”.

Otro de los que se encargó de la cobertura del caso fue el periodista Horacio Cecchi.

Su experiencia desde la gráfica viene desde 1981. En PáginaI12 comenzó a trabajar


en 1998 y fue para ese diario que se encargó de reflejar lo sucedido en Villa Ramallo. Sobre
su experiencia en noticas policiales expresó que “en PáginaI12 empecé a darle forma al

51
perfil de notas que buscaba hacer y al estilo, antes me dedicaba a poner el eje en la
investigación y nada más, la escritura quedaba por fuera, es decir, no me valía del estilo
para informar”, para añadir que fue en ese diario donde comenzó a “trabajar sobre la
crónica y el periodismo no objetivo, la crónica más volcada a la denuncia que al relato de lo
sensacional”.

Cuando Cecchi dice que en PáginaI12 encontró el perfil de notas que buscaba hacer
tiene que ver con romper con aquello de que lo policial en los diarios muchas veces se
reduce al mero hecho de hablar con la policía, seguir esa fuente y luego difundirla. Si bien
aclara que “no quiere decir que hubiera dejado de hablar con las fuentes policiales, pero con
el correr del tiempo fui prescindiendo o fui tomando la información como tema para
ironizar o para trabajar el absurdo”. Y eso le permitió llegar a Villa Ramallo con un
panorama, con un contexto político, social y policial que venía siguiendo y fue por eso que
decidió que el caso daba para algo más y dio a luz el libro al que se hizo referencia que
refleja fielmente lo ocurrido, contextualizando el suceso dentro de la disputa política y
analizando cómo la policía bonaerense jugó su rol con el deseo de recuperar poder.

Sobre los límites del periodismo Cecchi sostiene que “el periodismo utiliza la
libertad de prensa como un instrumento de poder cuya utilización después no se retribuye a
la sociedad sino que se devuelve un producto desinformativo”, y se pregunta para azuzar y
reflexionar al respecto “¿para qué dejar pasar a una prensa que quiere sangre y no por qué
se produjo la sangre?, yo le pondría limites en ese caso, pero si el periodista lo que intenta
es ser testigo del fusilamiento, el límite es una manera de ocultarlo a sus ojos”.

La libertad de expresión en asuntos de interés público no debería ser limitada


porque de ella depende que el debate democrático se pueda visibilizar. El análisis del caso
de Villa Ramallo debería servir para pensar la función periodística y Horacio Cecchi brinda
un buen punto a tener en cuenta cuando señala que “la tarea del cronista es instalar al lector
en el lugar y no como protagonista sino como espectador crítico”, y añade que el propósito
debe ser “despertarle la posición crítica de los hechos para eso, tengo la idea de que hay que
facilitarle la tarea de observación y complicarle la comodidad, moverlo de la butaca, que
tome partido, entonces las dos campanas no me sirven para nada”, de esa manera el
periodista rompe con esa falsa idea tan instalada para lograr que el acto de comunicar no se
agote en la emisión de esa información por parte del periodista que debe contar con el
ingenio para que recobre en el público, en los lectores, una posición a asumir sobre lo que
acontece. Ese es el desafío.

En esa búsqueda de otra manera de narrar, de nadar al revés, Cecchi obtuvo la


información que permitió demostrar la complicidad policial en el caso y que fue publicada
en PáginaI12 y se constituyó como prueba.

52
Mientras todos corrían para ver el trágico desenlace a la esquina de las calles
Sarmiento y Ginocchio, al periodista, que se encontraba con el fotógrafo Jorge Larrosa, le
llamó la atención que un policía corriera con un bolso en dirección contraria. Eso llevó a
que una secuencia fotográfica revelada por PáginaI12 mostrara la vinculación policial con
la masacre. En ese bolso se ocultaba, luego de haber sido sacado del baúl del polo verde,
una escopeta de caño recortado y un Handy utilizado por los asaltantes para mantener
conversaciones paralelas.

El periodista de PáginaI12 consultado sobre los protocolos, la elaboración de guías


para el tratamiento periodístico demostró su conformidad expresando que “están bien, por
lo menos cubren un espacio provisoriamente”, y destacó que “tiene que haber un protocolo
en la función periodística que obligue al periodista a cumplir su función, ese protocolo es
difícil no de elaborar sino de poner en función porque se tiene que aplicar a los mismos que
controlan la información, los medios”.

Sin embargo, en este punto no todos coinciden. Para Ricardo Ragendorfer “los
protocolos, como todo protocolo, es algo que limita no que enriquece”. El periodista que
realizó la cobertura para la revista Gente y Tres Puntos reflexionó al respecto y ejemplificó
con el caso que los promotores de la limitación traen a cuento como lo fue el atentado a las
Torres Gemelas producido el 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, “fijate que no
hay una sola fotografía de alguien que murió el 11 de septiembre en las torres gemelas. O
sea, los protocolos de la prensa norteamericana prohíben esas imágenes. Lo cual es una
imbecilidad”, dice.

Pero Ragendorfer no dispara una respuesta parado en el pedestal de que el


periodismo debe estar por encima de todo, sino que su respuesta intenta invitarnos a
reflexionar respecto de esos límites. Añade otro ejemplo al señalar que “nadie quiere ver el
horror del mundo. Pero tal vez Hitler hubiese sido una buena persona si no hubiesen
proliferado las fotos de Auschwitz”, aclarando que “desde luego no hay que hacer un
manejo morboso y sensacionalista de eso”, pero volviendo al mismo tiempo en su respuesta
a no estar de acuerdo con ciertas limitaciones porque “según esos protocolos Capa y Cartier
Bresson se hubiesen dedicado a fotografíar casamientos”.

Por otro lado, en sus crónicas se puede ver claramente el contexto de la situación y
como bien señala, sabía y venía siguiendo a través de otras notas que junto a su
investigación convertida en libro sobre la policía bonaerense lo hicieron caer en Villa
Ramallo con ojo entrenado y con el olfato atento. Marcó diferencia.

Ricardo Ragendorfer contó que su lucha en ese momento era “tratar de ver cómo
vencer a través de un trabajo de periodismo gráfico la inmediatez de los medios
audiovisuales” y cuenta que resolvió ese dilema buscando “un punto de vista donde las
palabras valgan más que mil imágenes, para dar vuelta el famoso dicho”.

53
Fue en esa tarea de búsqueda para que la gráfica no quedara descartada por la tv que
se lo comía todo, nos dice que “más que cubrir la tensión de esa toma de rehenes que se iba
empiojando cada vez más, decidí enfocar mi relato y enfocar la crónica que estaba
escribiendo acerca de esas pibas que estaban cobijadas en la radio y que veían a través de
una pantalla de televisión lo que finalmente sería la muerte de su padre”.

Su deseo era buscar un buen relato dentro de aquel suceso y el ser un buen
observador, estar atento, era lo que el periodista perseguía: “un mal relato hubiese sido
fruto de un mal avistaje del asunto, en ese sentido para mí era mucho más valioso haber
encontrado a esa piba en ese estudio de radio que haber estado en la primera fila, y haber
estado en el ringside del tiroteo”.

La explicación de Ragendorfer en cómo llevó adelante la cobertura, el desafío que


tenía, es válida para el trabajo al señalar que “cuando uno va a un lugar así, uno, el cronista,
es una especie de cámara oculta. El periodista televisivo adolece de eso, pese a que trabaja
con cámaras”. Ese pasar desapercibido para el periodista de la gráfica es visto como ventaja
con respecto al de la tv señalando que “tiene que mostrar desde luego cosas distintas a las
cosas que muestra un cronista gráfico. Por empezar es la fatalidad de tener lenguajes
distintos. Por otro lado la fatalidad de estar presionados por empresas que le exigen sangre
en primer plano”.

Con respecto al análisis sobre las otras prácticas aquí señaladas de colegas que han
sacado al aire, en vivo a través de comunicación telefónica a los asaltantes, Ricardo
Ragendorfer acentúa la importancia de ser el ojo observador de la historia sin ser uno de los
actores, sino siendo el guionista. Piensa que lo que sucede con ciertos colegas es que por
afán de trascendencia se transforman en los protagonistas de la historia y remarca que
cuando eso sucede “terminan siendo los protagonistas más miserables de la historia”. En
ese sentido, Horacio Cecchi opina en la misma sintonía y hace mención a la crónica que
escribió cuando tiempo después de lo de Villa Ramallo, en Villa General Rodríguez
también en una toma de rehenes, un fotógrafo que terminó oficiando de rehén fue el
protagonista del suceso que había ido a cubrir para un medio gráfico. Se convirtió en
noticia, pero al mismo tiempo fue el único en no tener registro del suceso.

El 30 de septiembre de 1999 Ricardo Ragendorfer realizó una contextualización


digna de destacar para la revista Tres Puntos: “En las últimas semanas, a un ritmo casi
frenético, se sucedieron en diferentes puntos del Gran Buenos una serie de reuniones en las
que altos oficiales retirados y sin actividad de la Policía Bonaerense acordaron dos
objetivos centrales”, expresa el primer párrafo de la crónica con el elocuente título “Maldita
Conspiración”, y continúa señalando que esos dos objetivos eran: “crear sensación de caos
en el ámbito de la seguridad y dar señales firmes a la clase política, sobre todo al gobierno
que surgirá el 24 de octubre, de que cualquier política sobre la Bonaerense deberá
incluirlos”. Y por si el lector no estaba muy atento, para poder pasar en limpio la

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información, concluye aclarando: “Dicho de otra manera: la desestabilización como arma
de presión. Y el mensaje llegó a los destinatarios buscados”.

Esa experiencia por quien está considerado uno de los mejores cronistas del género
policial de Argentina no la tenía Santiago O’Donnell que fue enviado por el diario La
Nación a Villa Ramallo para cubrir el caso. El periodista venía con una labor importante
cubriendo policiales para el Washington Post en Estados Unidos. Había llegado hacía poco
tiempo a Argentina y llevaba pocos meses trabajando en el diario pero su primera
impresión la recuerda en el viaje rumbo a Villa Ramallo donde “no podía creer que estaban
permitiendo que los delincuentes hablaran con periodistas, me parecía un nivel de
improvisación increíble”. No se equivocaba, pero su asombro era mayor al de otros
cronistas. Su experiencia foránea de ver cómo trabajaban fuerzas policiales de Estados
Unidos en situaciones de este tipo lo hizo detenerse en algunas naturalizaciones: los
acordonamientos sin la debida distancia; el no haber cortado la comunicación desde el
Banco y dejar solamente una vía para el negociador; eran fallas operativas que no
escapaban a su ojo de cronista que podía cotejar el acá con lo que había visto fuera de la
Argentina.

El día 16 logra pararse en la cercanía del Banco y se convierte en un narrador de lo


que opinan vecinos, trabajadores de la zona, hasta empleados del Banco. Toma un registro
preciso de cómo vivía la población de Villa Ramallo durante aquellas horas, respetando
nombres y apellidos que reflejan la fidelidad de los testimonios. Ya el 17, hace hincapié en
todo lo que de entrada no podía creer, y lo vuelca en su crónica detallando las fallas
operativas de la policía y lo señala categóricamente al expresar: “Mi cobertura hizo mucho
más foco en todos estos errores que iba notando. Horrores en la ineptitud de la bonaerense.
Y como autocrítica no llegué a dar el paso de no sólo son torpes, sino que además son
corruptos”, esgrime con sinceridad O’Donnell.

“Me costaba creer que era algo conspirativo porque me parecía tan torpe, pero
después con el tiempo obviamente comenzaron aparecer los primeros indicios de que había
algo más allá”, recuerda Santiago O’Donnell añadiendo “que otros compañeros con más
experiencia que yo con la bonaerense como lo es el Patán Ragendorfer que estaba ahí, que
conocía más la interna policial, ya olía que había algo raro ahí”. Pero con el título “La paz
que se convirtió en parálisis”, publicada el día 17 de septiembre de 1999 en el diario La
Nación el periodista se las ingenió para describir en forma certera qué sentía la población
por aquellas horas.

“Demasiados errores que se pagaron muy caro”, fue el título de la crónica de


Santiago O’Donnell que salió publicada en La Nación el día 18. En esa nota el periodista
compara la situación con la del país donde había estado trabajando. En el segundo párrafo
dice: “En Estados Unidos, por ejemplo, donde este tipo de situaciones no es inusual, cada
ciudad y cada condado tiene formado un grupo de fuerzas especiales, cuya misión principal

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es resolver situaciones que allá se conocen como ‘barricadas’, y que involucra todo tipo de
instancia en la que está comprometido un rehén”. Su propósito en la comparación es
desnudar la falta de entrenamiento de los grupos policiales que llevaban rimbombantes
nombres, pero demostraron en la madrugada del 17 su eficaz incapacidad.

De esa manera, el periodista va introduciendo una serie de registros de errores y


horrores de la fuerza y así en el tercer párrafo del artículo señala: “Estas unidades tienen sus
propios negociadores, expertos en comunicaciones, francotiradores y personal para cercar
perímetros de hasta dos o tres kilómetros a la redonda”. Así, O’Donnell detalla comparando
lo que vivió en Estado Unidos y añade en ese mismo párrafo: “Un jefe se hace cargo de
toda la operación y comanda 100 hombres, entrenados durante años, que saben qué hacen
cuando un hombre armado toma un rehén”. Continúa expresando que esos grupos aparecen
con un encargado de prensa para tener un lazo con la población y llevarle tranquilidad.
Todo eso, indica en el párrafo posterior de su artículo, no existió en Villa Ramallo.

No es una comparación inapropiada la que realiza el periodista, en el contexto que


brindaba el gobernador Duhalde, quien decía tener en la provincia la mejor policía del
mundo. De ahí que es importante analizar ese cotejo como oportuno. Aprovechó su
experiencia para volcarla en su artículo marcando las torpezas cometidas por la policía
señalando: “En Villa Ramallo, durante las 20 horas que duró la crisis, no hubo ni una sola
comunicación oficial con los medios. Los delincuentes aprovecharon el vacío para
despacharse a gusto por las radios. Y con simples mentiras instalaron la idea que eran seis y
exageraron su poder de fuego”.

Ante la pregunta de cuál era su posición a la hora de narrar, cuál su criterio


periodístico, Santiago O’Donnell responde que “lo que me interesaba marcar era que esa
fuerza de elite de la Argentina encargada de combatir un crimen complejo demostraba un
nivel de torpeza inaudito”.

Con respecto al debate que se dio sobre la cobertura en vivo donde existía una
propuesta de limitarla para ciertos casos, el periodista dice que es un debate estéril. Su
planteo parte del avance de la tecnología, “las megafiltraciones” que ponen fin a los
secretos. Desde ahí analiza lo estéril del debate porque expresa que “nos estamos
encaminando cada vez más a una era de la transparencia total y no lo digo en el buen
sentido de la palabra como algo bueno, sino en el sentido de transparencia que casi ya no
van a existir secretos”.

Pero el periodista no confunde analizar el mundo al que vamos con las


responsabilidades que tenemos y lo grafica bien al expresar que “desde chico siempre me
enseñaron que el nombre de un muerto no lo das hasta que no se enteró la familia. Muchas
veces tenés un nombre de un fallecido y lo retenés, por qué, porque todavía no se le notificó
a la familia”. Su posición es igual a la del periodista de Villa Ramallo que trabaja en

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Reporte Semanal de Ramallo y Radio Acero, Miguel Villalba, que cuenta que siempre se
decide por cuidar la parte humana antes que optar por la primicia: “Aún hoy con varias
situaciones, salgo a la calle, me encuentro con un accidente, me encuentro con una persona
en el piso y si salgo al aire digo que se accidentó un joven, hasta que a la familia no le den
aviso por mí en la radio no se van a enterar”.

Podría sostenerse que todo eso se aprende desde la educación de un hogar, desde la
cuna, que es algo innato, que algunos profesionales lo aplican aún sin conocer un código de
ética, un manual de estilo del medio. Por eso es fundamental pensar que son un aporte las
Guías elaboradas por la Defensoría del Público de la Ley de Servicios de Comunicación
Audiovisual, más allá de que puedan existir profesionales a los que no les haga falta, más
allá de que otros periodistas piensen que eso no cambiará el deseo de algunos de hacer
negocios. Puede ser que no lo cambie una Guía que sugiera como actuar en casos de, pero
si una gran cantidad de profesionales adoptáramos esas sugerencias, quedarían los menos
en evidencia, aquellos que priorizan los negocios por encima de la responsabilidad social de
informar, y no es menor cuando las redes sociales adquieren un valor para que el público, la
audiencia, los lectores, puedan dar cuenta de esas irresponsabilidades periodísticas.

Miguel Ángel Villalba no tiene formación periodística, solamente posee estudios


primarios, pero lleva 27 años ejerciendo el periodismo en Ramallo. Se dedica a lo que es
cobertura deportiva y lo policial.

Ese día fue uno de los que realizó el trabajo de campo, ubicado lo más cercano
posible al lugar de los hechos y lo recuerda de esta manera: “No tenía experiencia en
trabajos policiales en campos de acción porque no nos había pasado nunca. Y se fue dando
con el correr del día, cuando me quise acordar tenía una persona del grupo Halcón que me
estaba brindando información”. Claro que esa información no era transmitida como le venía
a Miguel ni tampoco corría a los estudios de la radio para reproducir toda esa información
que le brindaba el uniformado del grupo de elite. El no correr con premura es algo
incorporado en su práctica sobre todo cuando la responsabilidad al comunicar es mayor si
están en juego vida de terceros, y en eso Miguel fue por demás de prudente.

“Aportaba lo que veía, las sensaciones. Yo estaba en esa esquina esperando estar
cerca de la información”, cuenta Miguel y expresa que pensaba que la policía estaba
actuando correctamente. Sobre todo por el informante que le contó que tenían posibilidades
de entrar pero que el Juez pidió una garantía del 100% y eso no lo podían garantizar.
Quizás eso, le dio al periodista la sensación de que se estaba actuando bien, sin tener el ojo
entrenado de Ragendorfer, sin tener el asombro a los errores y horrores que percibió
O’Donnell que veía espantado la ineptitud de la policía ni bien llegó. Para Miguel, su
sensación, “era que había gente que estaba trabajando en el tema y lo hacía bien”. Jugando
aquello que hemos señalado de la relación del periodismo y sus fuentes donde no solamente
sino también el saber distanciarnos para mantener nuestra independencia.

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Pero así y todo, existió en la cobertura que realizó Miguel Ángel Villalba un
cuidado para que sus sensaciones no fueran liberadas como certezas informativas, de que la
policía estaba actuando correctamente. Su informante, su fuente, le dijo en un momento que
estaban preparándose para ingresar. Miguel se fue hasta el estudio de la radio en ese
momento, lo conversó con José Pescio y Mirta Capozucca y la información no fue
difundida. No fue permeable Miguel a los propósitos de su informante que quizás lo eligió
para que transmitiera ese accionar. No se trataba de una mentira, fue comprobado en las
declaraciones que existieron intentos de ingresar, pero el Juez no aceptó por no estar
garantizadas las vidas de los rehenes.

La decisión de ser cautos no era menor para el medio en el que trabaja Miguel y de
eso se siente orgulloso, de haberle dado protección a las hijas del gerente. Mientras otros
colegas de medios nacionales amenazaban con romper el vidrio de la emisora y entrar por
ellas, en aras de la desesperación por tener a alguien para el show de la espectacularización.
Era algo que se vivía en esas horas y el periodista local lo resume así: “me llamó mucho la
atención el manejo de los medios y la necesidad de tener que informar algo cuando no
había. Yo estuve horas sin ir a la radio porque no había nada qué informar”.

La tarea del colega no fue fácil, habían decidido que en la radio estuvieran las hijas
del gerente y fue él quien en el desenlace fue el primero del equipo en llegar al lugar y
comprobar que el gerente estaba tendido en la calle, muerto. “Tenía una información que no
quería dar. Las chicas se enteraron tres minutos después. Fui el primero que llegó al lugar y
que verificó que el gerente había fallecido, luego de ahí me fui a la radio con esa
información que no brindé”, recuerda Miguel Ángel Villalba.

Actitud humana por encima de cualquier recomendación, incluso la que pueda


existir de buenas prácticas en coberturas periodísticas. De ahí lo valioso de su labor
periodística, sobre todo si se tiene en cuenta lo que estaba ocurriendo. Él recuerda: “a un
productor de lo que era en ese tiempo canal 9, que vino y le dijo al movilero que en dos
minutos iba al aire y la contestación fue: no tengo nada. Bueno, reiterarás lo mismo o
inventarás algo porque vamos al aire”.

El desenlace sorprendió a todos, incluso a los que estaban cerca, porque estar en el
lugar no garantiza la veracidad de lo que se pueda informar y quizás lo que le pasó a
Miguel sea un válido ejemplo porque antes que comenzara lo que se conoció como “la
masacre de Ramallo”, el informante, la fuente de Villalba, le sugirió que se pusiera a
resguardo porque iban a entrar.

Todo sucedió de golpe. Llegaron los disparos que en la oscuridad lo hacían más
trágico, cortadas las luces de las calles, sin saber bien lo que ocurría, el periodista se tiró al
piso detrás de un árbol en la esquina y comenzó a grabar creyendo que era un tiroteo que se
estaba produciendo porque habían querido entrar, tal como le había expresado un miembro

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de las fuerzas. Miguel registró el hecho, pero lo que comunicó no fue lo que estaba
verdaderamente ocurriendo. En una sincera autocrítica expresa: “Digo, la policía va entrar
al Banco, quiso entrar y hay tiros, muchos tiros, y no era que había querido entrar. Lo que
yo veía en la oscuridad y los tiros, era cuando el auto sale y no que habían querido entrar al
Banco. Esa grabación no se ajusta a lo que pasó en el relato que hago”.

A modo de conclusión

En el recorrido de este trabajo se buscó resaltar la importancia de la libertad de


expresión y las razones de por qué defenderla. Esa libertad de expresión que en asuntos de
interés público recobra un valor por demás importante y que se debe garantizar en toda
democracia, porque es al calor de esos debates públicos donde el ciudadano, la población
en general, puede formarse una idea propia de lo que acontece. Nuestras prácticas
periodísticas deben perseguir, dentro del rol activo que cumplimos con la comunicación
que aquello que informamos tenga una relevancia social importante. Por eso se da cuenta
aquí de los aspectos éticos, de los códigos deontológicos, de consejos y recomendaciones
para propender a un tratamiento periodístico responsable que en principio debemos conocer
para luego ponerlo en práctica.

En tiempos donde las barreras parecen esfumarse, donde los secretos parecieran
estar en vías de extinción, donde las megafiltraciones, como nos dice Santiago O’Donnell,
es a donde vamos y en donde parece desfigurarse cada vez más la frontera de lo público y
lo privado. En tiempos de lo líquido, en tiempos donde la inmediatez descarta la posibilidad
de cotejar fuentes, entrecruzar datos o detenerse en un análisis exhaustivo de los mismos,
porque la excusa es que no hay tiempo, porque la instantaneidad en que vivimos así lo
manda, la importancia de seguir bregando por estos principios comunicacionales y el
habernos detenido en estas páginas a reflexionar sobre estos aspectos, es también una
apuesta que constituye un aporte al conocimiento para nuestra profesión.

Como periodistas, comunicadores, informamos a diario sin hacer muchas veces una
reflexión sobre nuestras prácticas y sobre la responsabilidad que nos cabe. Por eso este
trabajo se propuso como un profundo “examen de conciencia” respecto de la manera en que
los hombres y las mujeres de los medios de comunicación afrontamos lo que nos toca,
como compromiso y como desafío frente a la tarea que no puede ser solamente evaluada
desde la libertad o no que tenemos para expresarnos, sino también desde el criterio
utilizado para saber si esa información que brindamos resulta socialmente relevante.

Es indudable que tenemos una substancial responsabilidad social y nuestra labor


debe acompañar la defensa de los derechos humanos en general. Para ello la tarea debe ser

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la de brindar un buen servicio comunicacional. Como fuimos señalando, no solamente se
trata de informar de manera pertinente, eficaz y solidaria, sino también garantizar que
nuestro ejercicio no se agote en el mero hecho de haber puesto en práctica la libertad de
expresión, el haber puesto atención en que aquello que comunicamos sea valorado como un
bien social y no como un producto.

La mencionada Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, por la que tanto se


batalló desde la vuelta de la democracia y lograda recién en 2009, permitió establecer que
la comunicación es un derecho humano esencial y desde ahí debemos entender y
comprender que más allá de nuestro rol como comunicadores, como periodistas, son sujetos
del derecho a la comunicación y a la información los ciudadanos a los que nos dirigimos y
a los que debemos respetar en su integridad. Para ello es necesario ser responsables desde
nuestras prácticas preguntándonos reflexivamente: qué informamos y para qué informamos.
Porque el ejercicio indebido y falto de ética de la profesión periodística antes que un aporte
a la comunidad constituye un atentado que violenta derechos de terceros, de ciudadanas y
ciudadanos que necesitan de una rigurosa y responsable información para la construcción
libre y razonada de su opinión y para la toma de decisiones que resulta fundamental para la
vida democrática.

Es cierto que la espectacularización de la noticia y el alarmismo que se persigue con


el fin de impactar, forman parte del mal ejercicio periodístico y que muchas veces cuenta
con las complicidad de las audiencias, de lectores ávidos de comprar sangre fresca, morbo y
última tragedia convertida en show para luego volver sobre otras como si se tratara de
ficción. Pero es nuestro deber apuntar a la deconstrucción de esas noticias macabras, a rever
cómo pararnos para ser narradores de lo que acontece con el cuidado debido y no caer en
atajos fáciles construidos con conjeturas, sólo para corporizar grandes titulares que luego
no se sustentan en datos firmes, ni en información chequeada y consistente.

Muchas veces, los que justifican sus malas prácticas lo hacen con el escudo tan
repetido: “lo hacemos porque la gente desea que así se lo contemos”, es la excusa perfecta,
la que justifica esos sentidos construidos entre emisores y receptores que se alimentan entre
sí como parte de lo que unos quieren leer, ver y creer y lo que los otros ofertan. Pero esa
excusa, ese sostenerse en el otro al que me dirijo presenta a simple vista una desigualdad
sustancial que consiste en la capacidad de incidencia de unos y otros. Los periodistas, los
comunicadores, disponemos de una artillería de recursos incomparable con respecto a la
que tienen el lector, espectador, o la audiencia, por lo tanto, no es posible equipararlos. No
se pueden cruzar los límites dentro de la profesión en nombre de los terceros a los que nos
dirigimos. Pensar de esa manera, justificándolo desde el argumento de que el público
espera eso de nosotros, que las audiencias, los lectores, quieren eso, es acrecentar la
irresponsabilidad periodística y agravar la falta de ética.

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Por lo tanto, se hace necesario reiterar que tener responsabilidad en nuestras
prácticas no indica limitar el derecho periodístico a trabajar libremente, acceder a las
fuentes, investigar con seriedad y responsabilidad. Lo que aquí se abordó y señaló es que
todo derecho camina de la mano de una responsabilidad ética si en verdad estamos
convencidos de que la comunicación como derecho debe garantizar la defensa del público
que no puede quedar preso del morbo y la manipulación. Esto sucede cuando la
comunicación es entendida como mercancía y ahí sí, se vale de cualquier camino para
construir relatos donde se considera al público como un recurso a explotar. Las empresas
periodísticas no tienen en cuenta al público, por ende, los trabajadores de la comunicación
deben correr detrás de la información como mercancía. El ejemplo lo vimos en cómo
actuaron periodistas a nivel nacional en el caso tomado como análisis del trabajo, cuando
pretendían romper el vidrio de la emisora local porque adentro, refugiadas, estaban las hijas
del gerente a las que, desde su visión solamente veían como noticia, como la mercancía que
ellos necesitaban para vender en sus espacios televisivos, como show del dramatismo que
deseaban mostrar.

Es por todo eso, que en este recorrido se buscó señalar la importancia de que
nuestras prácticas vengan acompañadas de información socialmente relevante. Aun cuando
el sentido mercantil se vuelva regla, cuando el Estado trastabille ante el libre mercado
alentando competencias desiguales, aun cuando la concentración regule y se aliente a que el
consumidor ocupe el lugar del público, aun cuando el show del entretenimiento genere la
necesidad del producto que se vende, nuestro trabajo debería seguir aportando a constituir
una ciudadanía atenta con posibilidad de demandar para mejorar la vida en democracia.

Por lo tanto, la reflexión de nuestras prácticas, los aspectos éticos que se deben tener
en cuenta como códigos deontológicos y la lectura de guías para el tratamiento periodístico
responsable, no implican ejercer autocensura sino plantear un compromiso para evitar
abusos que “naturalmente” se cometen en nombre de la libertad de expresión. Para ello,
resulta fundamental como ha sido manifestado en las distintas páginas del trabajo que se
respeten los estándares establecidos y se reconozcan criterios para llevar adelante en cada
caso, para que el ejercicio periodístico no vulnere los derechos de los sujetos o de aquellos
colectivos involucrados en las noticias que también se encuentran espejados en el público al
que nos dirigimos que tiene derechos.

La tarea periodística debe situarse, como también entenderse, en términos sociales.


El desafío es que el periodismo sea constructor de ciudadanía y para ello es fundamental
llevar adelante el trabajo siguiendo lineamientos éticos. El aporte a la opinión pública no
solamente es ofrecer información de calidad sino trabajar con honestidad buscando
informar de la manera más equitativa y documentadamente posible. Llevar adelante la labor
en medio de presiones, tensiones e intereses, incrementa el desafío, pero no disminuye la
responsabilidad a la hora de llevar adelante nuestras prácticas.

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Por último, y tomando aquello que alguna vez uno de los entrevistados para este
trabajo escribió en su cuenta de facebook, quizás con el deseo de realizar un aporte ante
tanta irresponsabilidad comunicacional, venga bien señalar lo que Horacio Cecchi
expresara:

1-Siempre consultar a las fuentes correctas.

2-No correr ansioso por una supuesta primicia antes de cumplir el punto 1.

3-No hay estadísticas serias al respecto, pero una enorme cantidad de noticias se caen solas
cuando se cumple el punto 2 para dar lugar al punto 1 (no ponerse ansioso con que se trata de una
primicia y tomarse el tiempo para llamar a la fuente correcta).

4-Quienes no son periodistas, no tienen por qué saberlo, pero es bueno que sepan detectar si
se cumple o no el chequeo con la fuente correcta. Quienes son periodistas, debieran saberlo. La
información no es propiedad de un medio. Como la salud no es propiedad de una clínica privada. La
información, como la salud, son derechos de la sociedad. Y el periodista, como el médico, está
obligado con ellos.

62
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64
Anexos

Entrevista a Mirta Capozucca periodista y directora de Reporte Semanal


de Ramallo
Mirta Capozucca es la directora del semanario de Villa Ramallo Reporte Semanal de
Ramallo que tiene 22 años y también es la directora de la FM 104.1 Radio Acero
ubicada en Rivadavia 258 de la ciudad de Villa Ramallo, a ciento cincuenta metros de
la sucursal del Banco Nación donde aquel 16 de septiembre de 1999 se llevó adelante
el asalto con toma de rehenes.

Mirta, quiero que haga memoria sobre aquel 16 de septiembre de 1999, ¿Cómo
Reporte Semanal, la Radio FM Acero 104.1 se encuentra con la noticia trágica que
convulsiona al partido de Ramallo y a la localidad de Villa Ramallo en particular?

A las 8 de la mañana Luis Unsen (NdR: periodista de la radio que hace el programa de 7 a
8) termina su programa, sale del estudio de la radio y digamos que se chocó con la
información. Estamos a 150 metros del Banco, y se encontró con un movimiento raro frente
al Banco que le llamó la atención. Eso hizo que en lugar de irse a su casa volviera al estudio
de la radio porque si bien no sabíamos de qué se trataba, no era normal el movimiento que
él había visto en el Banco. Permaneció en la esquina y vio que llegó un patrullero. Algo
pasaba, no imaginábamos que era la situación que después se vivió. Así tomamos
conocimiento.

Estaba en mi casa, era una mañana normal como para salir para mi lugar de trabajo, en ese
momento ya lo habían sacado al aire al gerente del Banco por una radio de San Nicolás y
después habían llamado acá (a Radio Acero). Entonces ya había tomado estado público que
en el Banco se estaba cometiendo un delito. A partir de ahí la tarea fue ver qué era lo que
estaba verdaderamente ocurriendo.

¿Son ustedes los que primero se enteran del hecho o es la radio de San Nicolás?

El primer llamado fue a Radio U (de San Nicolás). Pero en término de 10 minutos ya
estábamos en conocimiento nosotros y sabiendo la situación.

¿Y ahí, cuál fue la decisión acerca de la cobertura periodística, cómo se organizó?

Bueno, en ese momento fue todo confusión. Estábamos en conocimiento de que se trataba
de un asalto a pocos metros de donde nosotros estábamos trabajando, sorprendidos, por ser
un pueblo chico y no estar acostumbrados. La información no obstante transcendió la zona
65
y a nivel nacional inmediatamente. Tal es así que para las 10 de la mañana éramos la fuente
de información de todos los medios de la zona, de la provincia y de la nación.

Y en Villa Ramallo eran el único medio...

Éramos los únicos que estábamos. Y tratando en esas horas de la mañana de contar con la
mayor información posible que era poca.

Y recibieron ustedes, en la radio, una información por parte de Viviana García, la


empleada de Cablevisión que había visto todo desde la oficina.

Viviana fue la que habló y nos contó por privado, porque ella estaba observando todo
desde la oficina.

Ahí, ¿ustedes tienen la confirmación del hecho?

Y sí. Pero aparte ya había hablado el gerente. Estábamos entonces en conocimiento de


que había delincuentes dentro del Banco Nación, no sabíamos cuántos eran, en algún
momento se hablaba de 6, pero no sabíamos. Sí sabíamos que estaba Flora Lacave, que
estaba el contador y el gerente.

Ese dato que obtuvieron a través de la información brindada por Viviana García,
sumado a la deducción que hacían acerca de cuántas personas podrían ser, ¿fue
solicitado por otros medios?

Sí, durante la mañana nos convertimos en los voceros de lo que estaba pasando en el
Banco con la poca información que se tenía. Hay un dato dentro de lo que fue la situación
trágica, anecdótico, porque Mauro Viale que no lograba comunicación con nosotros, llamó
a un teléfono de un particular cualquiera, al taller de Anziano de calle Rivadavia y les pidió
que pusieran fuerte la radio local y el teléfono adelante, después nos enteramos nosotros,
que él de esa manera sacó al aire lo que nosotros estábamos acá contando.

Para el mediodía ya teníamos vallada la zona, incluido donde está el estudio de la radio y
habían llegado móviles de canales de San Nicolás, Rosario y Buenos Aires también. Ya los
medios nacionales tomaban posesión del lugar y cada cual comenzaba a realizar su
cobertura.

¿Cómo fue esa cobertura al transcurrir las horas y cómo evaluaron ustedes cubrir el
caso? Tomando en cuenta la cercanía en la que estaban y lo impactante del suceso.

Tratando de ser objetivos, no haciendo sensacionalismo de lo que estaba pasando.


Tratando de corroborar los datos que teníamos, que no eran tantos. Ya se hablaba de que el
Juez se iba a instalar en la escuela, que el negociador iba a comenzar a trabajar. Hasta ese
momento no teníamos acceso a la escuela (NdR: se refiere a la escuela de educación media
pegada a la casa que la sucursal tiene para sus autoridades donde se montó el operativo de

66
negociación por parte del juez Villafuerte Ruzo), después al grupo de la radio se fue
sumando gente que nos permitió tener acceso en las distintas áreas. Por ahí había
información que era conveniente no brindarla y la preservábamos.

¿Y cómo fue que llegan familiares de las víctimas al estudio de la radio?

Con el paso de las horas, al mediodía ya estaban los grupos policiales en todo Villa
Ramallo y los medios de prensa instalados también en el lugar y nosotros brindándoles toda
la información que nos pedían. Durante ese período hubo mucha gente que se sumó al
equipo, alrededor de las 16, Marcelo Cheriani (NdR: el joven que se sumó a colaborar con
el equipo de Acero) entró a la oficina y me dijo, señalando por el ventanal de la radio - ¿ves
allá enfrente esas tres chicas que están sentadas en el tapial? - y las describió ante la
cantidad de gente que había ahí y me explicó que eran las tres hijas de Flora Lacave y el
gerente. Me quedé helada. Me dijo que estuvo hablando con ellas que eran estudiantes
universitarias que estaban en Buenos Aires donde se enteraron lo que pasaba con sus padres
y decidieron tomarse el colectivo y llegar hasta Villa Ramallo, pero no tenían un lugar
físico dónde alojarse porque la casa de ellos es la casa de la gerencia del Banco Nación,
pegada al Banco, entonces ellas no podían llegar a su casa. Tampoco en ese momento
tenían demasiados conocidos acá, porque ellas estudiaban en Buenos Aires, su vida era en
esa ciudad. Entonces le dije - ¿por qué no le decis que se crucen a la radio?- Marcelo me
expresó que no iban a querer porque él les había preguntado qué hacían ahí y las había
invitado a su casa y su respuesta fue no, porque querían permanecer cerca del lugar para
saber lo que sucedía. Esas chicas estaban con una crisis contenida, tratando de pasar
desapercibidas. Entonces fue Marcelo Cheriani y les hizo la propuesta. Ellas preguntaron si
las iban a sacar al aire y eso fue lo que me vino a decir Marcelo. Le respondí que vinieran a
hablar conmigo. Fue así que llegaron las tres chicas aterradas, angustiadas, en una situación
tremenda. Y en ese momento me salió más que la periodista la mamá de adentro: sentí la
necesidad de protegerlas.

Y el resto ¿cómo lo tomó?

Lo hablé con ellas primero en la oficina y les propuse que se quedaran dentro del estudio,
en la oficina no, porque es un lugar muy vidriado. Me dijeron que no porque no querían
hablar y suponían que les iban a preguntar. Eran chicas de perfil muy bajo. Con la gente de
la radio lo hablé, obviamente quedó todo el mundo impactado cuando les dije que esas
chicas que estaban en la oficina eran las hijas de Flora Lacave y Carlos Chávez, y les pedí
que no dijeran absolutamente una palabra al aire. Eso era protegerlas, buscar un lugar
donde ellas pudieran estar informadas pero resguardadas.

Nosotros como medio de comunicación debíamos informar lo que pasaba, pero ellas
también querían saber lo que pasaba con la condición de que nosotros las preserváramos de
que alguien supiera que estaban ahí. Y eso fue lo raro, lo insólito. Que quizás lo que

67
representaba la mayor información o una de las más buscadas, sobre todo cuando no había
información de lo que pasaba dentro del Banco, estaban sentadas acá, dentro de este
estudio. Fue muy difícil estar trabajando con ellas. Ojalá que no se de más una situación
así, pero si se diera, lo volvería a hacer.

Se decidió entonces que las chicas permanecieran en el estudio y que no se supiera que
estaban acá, pero lo que sucedió es que con el transcurrir de las horas otros fueron llegando.
Al hermano varón que vivía en Los Toldos, ellas le dijeron dónde estaban. Más tarde llegó
desde Buenos Aires José Chavez, el hermano del gerente, con la esposa y también vinieron
al estudio de la radio. Después llegó Juan Lacave, el hermano de Flora desde Lincoln,
también al estudio.

Por la tarde-noche los medios nacionales comenzaron a tomar conocimiento de que todos
estaban acá. No sabemos cómo fue que se filtró esa información. Entonces vivimos una
situación de gran tensión. Alrededor de las 22 o 23 horas, los medios nacionales se
rebelaron un poco ante la decisión nuestra de que acá permanecieran la chicas y en un
momento dado, un periodista de un medio nacional nos increpó diciendo: “si no abren la
puerta (porque teníamos que trabajar con la puerta con llave), les rompemos el vidrio”.
Entonces, José (NdR: por entonces su esposo hoy fallecido) les dijo “rompan el vidrio y
entren nomás, ustedes van a ser la gran noticia para nosotros, pero con las chicas no van a
hablar”.

Fue una situación tensa con los medios, que podemos llegar a comprender en el sentido
de que hablando con periodistas o productores de medios nacionales durante el día, más
que nada al atardecer, ellos mismos nos decían, “tírennos algo porque de producción nos
están exigiendo datos”. Y las horas transcurrían y hubo horas en que no había información.
Por eso a veces se llega a comprender esta situación. Nosotros trabajamos de otro modo, sin
esa presión de los grandes medios.

Aplicaron un criterio periodístico, pero ¿está escrito o trabajado desde un código


de ética?

Es el criterio que nosotros utilizamos siempre, el de perder la primicia. Naturalmente


este grupo humano tiene incorporado eso y ese día lo hicimos valer. No es parte de ningún
código de ética escrito. En todo momento priorizamos la parte humana sobre la
periodística.

Mirta, recibieron llamados telefónicos desde adentro del Banco ¿En cuántas
oportunidades?

En dos oportunidades, esa noche en dos oportunidades.

Eso es después de que las chicas estuvieron ahí.

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Las chicas estuvieron desde las cuatro de la tarde del 16 hasta el desenlace del 17.

Sobre los llamados, el primero fue alrededor de las siete u ocho de la noche. Lo pusieron
en línea a Diego Serra y lo atendí yo y me dijo que hablara con alguien para que le pasaran
la clave. Ese era el pedido que le hacían hacer y cortaron. Alrededor de las 21:30, volví a
atender el teléfono y una voz, que no me la olvido más, porque no me resultaba nada grata,
me dijo “yo soy Miguel ahora le paso con la señora”. La señora era Flora Lacave, ese
también, con las chicas, fue un momento duro.

Y en el primer llamado ¿cuál fue la reacción?

Avisamos a la comisaría.

¿Dieron a conocer el llamado, cuál fue la decisión?

Eso se informó.

Pero, ¿no pusieron la comunicación al aire?

No, al aire no. En ninguno de los dos llamados, al aire no. Y en el segundo, donde le
pasan el teléfono a Flora Lacave para que hable desde dentro del Banco me dijo, “yo a
usted no la conozco, les pido por favor, nos están tratando bien. Pero por favor pidan que
entreguen la clave”. Y lo repetía. Cuando atendí ese llamado, no sé qué mueca habrá tenido
mi rostro pero las tres chicas se abrazaron frente mío. Es una imagen que no me olvido
más, porque las tres hicieron un intento de mantener el aire para no entorpecer porque
sabían que era una situación complicada para su madre que estaba del otro lado de la línea.

En ese segundo llamado, tampoco se puso al aire la conversación y ese pedido de


Flora se transmitió a las autoridades.

Hicimos igual, dimos aviso a la policía.

¿Cómo fue la cobertura del desenlace?

Si bien se decía una hora antes del desenlace que iban a entrar, éramos muy pocos los que
lo sabíamos. Lo que sucedió fue al revés, iban a salir y eso no lo sabía nadie. Nos tomó por
sorpresa como a todos. Cuando fue el desenlace, Betina, la hija mayor, se fue corriendo
como para salir a la calle, la retuvimos y la trajimos de vuelta porque no sabíamos lo que
pasaba ni dónde pasaba, hasta que por la pantalla de la tv que teníamos encendida en el
estudio de la radio comenzamos a ver qué sucedía. Ella me dijo “decime que es un polo
verde, porque ese auto es de mi papá” y era ese auto. Mientras, se iba comentando al aire lo
que íbamos viendo a través de la pantalla y a través de Miguel (Villalba) y otros que
estaban en la calle haciendo de movileros, ella me dijo: “esas balas están matando a mi
papá. Fijate si hay un hombre pelado, a mi papá lo mataron”, sin haber visto nada. Ella
sintió que a su papá lo habían matado, estando en la oficina. Fue una situación traumática.

69
Incluso el doctor Alegreti (NdR: médico de Villa Ramallo que vivía a 50 metros de la
emisora) se acercó hasta acá.

¿Estaban las tres hijas en la radio?

En el momento del desenlace estaba la mayor, después sí, inmediatamente vinieron las
otras.

Por lo tanto la actitud de usted fue de consuelo.

Sí, llamar al médico, y es más, en algún momento que no se sentía bien pasó al baño y
alguien muy rapidito cambió de canal para no mostrar la pantalla con la imagen y quedó en
un dibujo animado. Al salir del baño les dijo a los chicos: “gracias por el gesto que tuvieron
de cuidarme hasta el detalle de que yo no vea una imagen del televisor”. Pero nadie
programó eso, yo no les dije que si entraba Betina cambiaran el canal de la tv. Esta es la
forma nuestra de manejarnos.

Con respecto a esto que se discutió después de la masacre, incluso en la comisión


por libertad de expresión en el Congreso nacional que quería sacar un proyecto que
limitase las coberturas en vivo ¿Cómo evalúa esto, cree que es necesario un protocolo
que ponga límites?

Creo que el límite lo conocemos nosotros mismos. Todos sabemos hasta dónde tenemos
que llegar. Hay quien prefiere avanzar más, hay quienes nos quedamos y hay gente que no
tiene límites. El límite creo que lo ponemos nosotros mismos sin mentirle al público.

70
Entrevista a Horacio Cecchi periodista que cubrió el caso para PáginaI12
Es periodista en el diario Página12 desde 1998. Docente en la Univeridad de Buenos
Aires y autor del libro Mano Dura. Crónica de la masacre de Villa Ramallo.

Me interesa en principio preguntar ¿cómo fue esa cobertura del día 16 de


septiembre de 1999 en Villa Ramallo, ¿Vino al lugar porque el diario así lo decidió,
realizar la cobertura de ese caso?

El diario decidió hacer la cobertura. pero el 16, durante la toma, se fue siguiendo por
televisión y a última hora se decidió que viajara, no recuerdo a qué hora, pero tarde,
decidimos viajar y subimos a un remise el fotógrafo Jorge Larrosa y yo.

En cuanto a la práctica periodística, la cobertura, ¿Venía siguiendo este tipo de


sucesos, se dedicaba a lo que habitualmente se le llama policiales?

Sí, pero en PáginaI12 empecé a darle forma al perfil de notas que buscaba hacer y al
estilo. Antes me dedicaba a poner el eje en la investigación y nada más, la escritura
quedaba por fuera, es decir, no me valía del estilo para informar. En PáginaI12 empecé a
trabajar sobre la crónica y el periodismo no objetivo. La crónica más volcada a la denuncia
que al relato de lo sensacional fue un proceso lento, y no hacía solamente policiales, hacía
crónicas de todo tipo.

Cuando dice “el perfil de notas que buscaba hacer” ¿tiene que ver el romper con
aquello de que lo policial en los diarios es hablar con la policía, seguir solamente esa
fuente y luego difundirla?

Sí, me refiero a eso. No quiere decir que hubiera dejado de hablar con las fuentes
policiales, pero con el correr del tiempo fui prescindiendo o fui tomando la información
como tema para ironizar o para trabajar el absurdo, la información oficial, digo.

Cuando vino a Villa Ramallo ¿venía contextualizando la situación, ya venía viendo


una acción policial que distaba mucho de poder pensarse como que de un lado
estaban los buenos (la policía) y del otro los malos (los asaltantes)?

Sí, eso ya lo venia viendo. La bonaerense en si misma ya era un motivo de análisis por
sus obviedades y el poder de despliegue que tiene sobre la política.

Eso se nota mucho en sus crónicas. ¿Cómo fue su trabajo de campo, cómo podría
describir su tarea de periodista en esos días en Villa Ramallo?

71
Primero, diferencio el día del fusilamiento del resto de los días.

Y esa diferencia que hace ¿en qué consiste?

El 17 fue impensable, fue pura práctica espontánea, reflejos puros, porque nadie sabía
realmente lo que pasaba. Eso hubo que hacerlo texto. Hubo doce horas para hacerlo porque
si fue a las 4 de la madrugada, la nota tenía que estar a las 20. El resto, desde el 18 en
adelante fue investigación. El 17 mismo, cuando volvía pensé en presentar el proyecto del
libro, el 20 lo presenté y el 21 ya estaba puesto en eso.

Y en el campo el día 16, ¿cuáles eran sus fuentes, cuál fue su trabajo, lo puede
describir?

El 16 no fue en el campo, fue desde el diario. Llegué a Ramallo de madrugada el 17, a la


1 más o menos.

Y ahí Horacio, ni bien llega ¿dónde pensó que era mejor estar para esa práctica
periodística?

Primero fue intentar ver el mapa, es decir, imaginarlo. Llegar allá con la ciudad a oscuras
y tratar de ubicarme en las coordenadas. Pasé por donde había un grupo de movileros, en la
esquina donde terminó el auto, en calle Ginocchio. Al rato se fueron a dormir o a cenar y
dejaron la cámara fija, que después sirvió de prueba, y yo me fui al club Los Andes, de la
avenida principal. Ahí había un buen grupo de movileros y cronistas, no todos, porque otros
estaban del otro lado de Ginocchio, calle Rivadavia, en ese lugar y en la esquina aquella de
Ginocchio donde estaba la cámara fija tomé los primeros datos, preguntando a colegas que
estaban desde el día anterior.

Hice una composición de la que ahora no tengo los detalles en mi memoria, pero
habitualmente voy sondeando opiniones y viendo como está ubicado el grueso de la prensa,
qué piensa la mayoría. Ya venía con la data del día anterior de verlo por tv y cables,
escuchar a Chiche (Gelblung) y Grondona comunicarse adentro del Banco en fin, tenía idea
de cómo venían los medios.

El suceso de Villa Ramallo lo encuentra con una experiencia gráfica de ¿cuántos


años?

Experiencia gráfica desde el 81, pero con escritura, redactando, desde 92, 93, por ahí.
Pero recién en PáginaI12, yo entro en enero de 1998. Es cuando empiezo a saber que
quiero decir algo y a darle forma. Tenía experiencia con escritura en otras áreas, trabajé en
talleres de poesía con Diana Bellessi, me gustó siempre la escritura, pero lo periodístico,
que exige determinadas marcas y limites, es otra escritura. Mi intención fue llevar esa
experiencia externa al periodismo e incorporarla o ver si la podía incorporar a la función

72
periodística, eso implicó también una toma de posición política, porque al darme cuenta
que quería decir algo, eso ya venía.

Hay un contexto que logra en sus crónicas de esos días, que por supuesto también
está en el libro, digamos que llega al lugar casi cuando se desenlaza la cosa, pero anda
jugando como un 10, esos viejos 10 al estilo “el bocha” (Ricardo Bochini) que no corre
porque sabe lo que va hacer.

En realidad, es rara la situación, pero es como si tuviera la experiencia pero no la hubiera


experimentado antes. Es como si hubiese estado preparando el asado, pero sin poner la
carne hasta que llegó el lomo y las achuras. A eso le tengo que agregar, que es difícil en el
periodismo, el gusto por la lectura de poesía y de narrativa densa, y la intención de dar
vuelta la estructura de información en lo técnico, la cuestión de las dos campanas y la
cabeza informativa y toda esa cosa que te meten en la cabeza desde que empezas. Tuve la
suerte de entrar en PáginaI12 donde no es que me lo hayan permitido pero no me echaron
cuando lo intentaba, solo se enojaban.

Me relataba, haciendo memoria, los pasos que iba dando para observar la situación,
y mientras daba esos pasos ¿pensaba que había que hacer algo distinto a los otros, o es
algo que ya sabía que venía hacer?

Sí, pero sin pruebas de ese momento, es decir, me daba cuenta de las groserías que se
informaban pero no sabía qué pasaba. De hecho la salida me sorprendió. Hasta que me tope
con el auto, pensé que habían entrado.

Se habló mucho de los límites del periodismo en esos días, incluso Damián
Fernández Pedemonte lo señala en su libro La violencia del relato. Discurso
periodístico y casos policiales, que luego de lo sucedido, el caso de Ramallo provocó la
discusión en la Comisión de Medios de Comunicación del Senado de un proyecto que
pretendía prohibir la cobertura en vivo de hechos delictivos mientras estén
interviniendo en su resolución fuerzas policiales y judiciales.

Sí, lo recuerdo, hubo debate, se tomó como un límite a la libertad de prensa, es interesante
el debate, no es claro el criterio a tomar según que pretenda el periodista.

¿Cómo vio, qué análisis hizo donde la libertad de expresión es fundamental en un


tema de interés público pero también debe existir una responsabilidad para que no se
busque el atajo de censura, no abonar a esa idea desde nuestras prácticas?

Es difícil, no tengo una posición universal, puedo hablar por mí pero no creo que el
grueso del periodismo esté de acuerdo.

Bien, por usted, entonces...

73
Creo que en términos generales el periodismo utiliza la libertad de prensa como un
instrumento de poder cuya utilización después no se retribuye a la sociedad sino que se
devuelve un producto desinformativo, entonces, desde ese aspecto, ¿para qué dejar pasar a
una prensa que quiere sangre y no por qué se produjo la sangre?. Yo le pondría límites en
ese caso. Pero si el periodista lo que intenta, es ser testigo del fusilamiento, el límite es una
manera de ocultarlo a sus ojos.

Claro.

Lo que dice la prensa en general sobre las cárceles te da una idea de cómo funciona con
límites, porque las paredes son límites a la libertad de prensa y sin embargo no les molesta
ni reclaman nada, solamente repiten la voz oficial que es la del servicio penitenciario, o sea,
la libertad de prensa se usa por interés corporativo y no como función social. La nota que
escribí poco tiempo después de Ramallo sobre una toma de rehenes en General Rodríguez
te da mi posición. El fotógrafo que terminó como rehén por querer estar en un lugar que no
debía, por ser protagonista fue el único fotógrafo que se quedó sin foto.

Esa crónica es una buena respuesta sobre dónde debemos pararnos. Quizás en el
caso de Villa Ramallo se enmarque en esta respuesta que me daba "si el periodista lo
que intenta es ser testigo del fusilamiento, el límite es una manera de ocultarlo a sus
ojos", porque justamente de no ser como me decía y describió en su libro, donde
tenían en calle Ginocchio puestos los móviles de tv con esas cámaras que
transmitieron esa escena no hubiésemos tenido tan claro el penoso resultado policial.

Sí, pero la cuestión es por qué estaban esas cámaras ahí, ¿estaban ahí porque querían
saber?, ¿o para ver los tiros en línea recta suponiendo que iban a entrar por el frente?

Y ahí, nuevamente entra el contexto, la mano dura que se intentaba mostrar.

Difícil saberlo, pero no creo que hayan pretendido mostrar la mano dura. Esa cámara
estaba puesta antes de que Ramallo fuera Ramallo, si me decís, después de Ramallo, puede
ser pero antes me parece que no había noción policial ni periodística, ni política si no lo
hubieran cerrado, hubieran protocolizado como hicieron después.

¿Y qué piensa de los protocolos, la elaboración de las guías para el tratamiento


periodístico en casos como este?

Están bien, por lo menos cubren un espacio provisoriamente. Tiene que haber un
protocolo en la función periodística que obligue al periodista a cumplir su función, ese
protocolo es difícil no de elaborar sino de poner en función porque se tiene que aplicar a los
mismos que controlan la información, los medios.

Gelblung, Grondona, Biasati, se comunicaron con los asaltantes, eso marcaba que
hacían algo más que periodismo como dijo Gelblung, pero al mismo tiempo

74
demostraba que cualquiera podía llamar al banco y hablar con ellos, una falta de
operación por parte de las autoridades para que solamente el negociador tuviera esa
posibilidad, ¿cómo lo evalúa?

Primero, que obviamente “Chiche” hace más que periodismo, hace un negocio con la
información, también Biasati, aunque con menos obviedad, y Grondona, que el negocio lo
tiene por fuera y el periodismo es su tribuna para montarlo, la defensa de socios, etc. por
eso, ellos vulneran e intentarán vulnerar todas las barreras que se les impongan a esos
objetivos y las denunciarán como mordazas.

Respecto a la segunda parte de la pregunta, claro, también del lado policial hay un interés
más allá de la propia cuestión profesional del operativo. Por eso, no termina de cerrarse una
policía profesional, porque una policía con protocolo y profesional lo primero que va a
hacer es prohibir a “Chiche” que se comunique, ¿y quién quiere eso? Y después va a
impedir que exista un handy policial ahí dentro o lo detectaría rápidamente, lo detectamos
nosotros, así que imaginate lo fácil que les resultaría.

En parte, no digo que solamente, en parte, el fusilamiento ocurrió por ese desbarajuste, lo
cuento en el libro al final, cuando digo que había tantos equipos con comunicaciones
cruzadas que iban los rehenes en el auto fue informado, pero nadie lo escuchó, no hacer un
protocolo con algo que es tan básico implica que no se hace porque no se quiere y hablo del
protocolo policial y del periodístico también.

Y en su crónica, en eso de pararse de otra manera, también rescata lo de la FM


Acero que resguardaba a las hijas de Chávez mientras la jauría comunicacional
intentaba arrancar dolor.

Sí, eso fue espontáneo, algo que ya tengo incorporado, se ve que tengo noción del
profundo daño que hace el periodismo con la gente que está pasando por una situación
equis. Y en ese hacer daño también pierde valor la información para ganar espacio la
espectacularidad.

Horacio, seguramente, ¿debe incidir en esa mirada su formación docente, lo que


también indica un compromiso social?

Incide, pero lo raro es que se me aparece desde el nivel digamos teórico argumentativo, y
desde el lado de la práctica de la escritura. Es decir, en mis textos intento con mucha
dificultad- y no lo logro siempre- tratar de romper los códigos de escritura e imponer los
códigos orales porque creo que eso rompe barreras y establece a la gente en el territorio y
no a través de una lente. La tarea del cronista es instalar al lector en el lugar y no como
protagonista sino como espectador crítico, despertarle la posición crítica de los hechos, para
eso, tengo la idea de que hay que facilitarle la tarea de observación y complicarle la

75
comodidad, moverlo de la butaca, que tome partido, entonces las dos campanas no me
sirven para nada.

Entrevista a Santiago O’Donnell que cubrió el caso para el diario La


Nación
Santiago O’Donnell es periodista, actualmente editor jefe de El Mundo en PáginaI12
pero en 1999 cubrió para el diario La Nación el asalto con tomas de rehenes en la
sucursal del Banco Nación en Villa Ramallo aquel 16 de septiembre de 1999.

Santiago, ¿cómo fue la cobertura del caso conocido como la masacre de Ramallo que
usted cubrió para el diario La Nación?

Lo primero que recuerdo es que llego a la redacción y me mandan ahí. Ya en el viaje


empiezo a escuchar el diálogo entre los supuestos secuestradores y un canal de radio. Yo
venía de cubrir policiales en el Washington Post, había llegado hacía muy poco tiempo a la
Argentina, hacía poco que había comenzado a cubrir policiales en el país y la verdad que
ya de movida no podía creer que estaban permitiendo que los delincuentes hablaran con
periodistas, me parecía un nivel de improvisación increíble. Lo primero que pensé que un
equipo de swat de Estados Unidos nunca permitiría que tuvieran comunicación libre y
mucho menos con la prensa al aire.

Después, me sorprendió muchísimo el acordonamiento que llegaba hasta la esquina de la


puerta del Banco. Una cosa totalmente insólita. En cualquier país del mundo donde hay una
toma de rehenes, acordonan pero por lo menos a una cuadra de distancia. Nunca vas a ver-
por lo menos era con la experiencia que venía yo- que te acordonaran de esa manera.
Estaba muy sorprendido por el cúmulo de torpezas de esta gente.

Me costaba creer que fuera algo conspirativo porque me parecía tan torpe… pero
después con el tiempo obviamente, comenzaron a aparecer los primeros indicios de que
había algo más allá que otros compañeros con más experiencia que yo con la bonaerense,
como lo es el “Patán” Ragendorfer que estaba ahí, que conocía más la interna policial, y ya
olía que había algo raro ahí.

Era tan estúpido lo que hacían que me costaba entender que había un complot. Creo que a
los dos o tres días empezó a aparecer información que ya demostraba que claramente el
Banco había sido entregado, que había comunicación de los tipos que estaban ahí y un
grupo de policías.
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¿Cómo podría detallarme esa práctica periodística en ese 16?

Mi cobertura hizo mucho foco en todos estos errores que iba notando. Horrores en la
ineptitud de la bonaerense. Y como autocrítica, no llegué a dar el paso como para decir que
no sólo eran torpes sino que además, eran corruptos. A pesar de la torpeza lo que hicieron
estaba organizado.

Venía con la experiencia de Estados Unidos y eso se refleja en su crónica para el


diario La Nación ¿en el diario llevaba un tiempo cubriendo policiales?

Poco tiempo cubriéndolos. Algo así como seis meses.

Porque buscando en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires me


encuentro con sus artículos, uno que sale el 17 con el título “La paz que se convirtió en
parálisis” y ahí desde esa nota hay una posición desde los testimonios de vecinos
incluyendo empleados del Banco. Y otra nota, que sale el 18, que marca el trágico
desenlace del 17 con el título “Demasiados errores que se pagaron muy caro”, y ahí se
narran los errores de la policía, comparándola con la de Estados Unidos, la pregunta
es ¿Cuál es su posición a la hora de narrar, cuál su criterio periodístico?

Lo que me interesaba marcar era que esa fuerza de elite de la Argentina encargada de
combatir un crimen complejo demostraba un nivel de torpeza inaudito. Y saber además si
había algo más, por eso me fui a ver, a buscar respuesta al lugar donde teóricamente lo
habían suicidado a uno de los asaltantes.

¿Qué evaluación realiza del comportamiento profesional que tanta discusión


generó? Recordamos que la comisión por libertad de expresión del senado quiso
intentar mediante un proyecto prohibir la cobertura en vivo de casos de asaltos como
el que se dio en Villa Ramallo ¿Qué evaluación realiza?

Creo que es casi un debate estéril. Nos estamos encaminando cada vez más a una era de
la transparencia total y no lo digo en el buen sentido de la palabra como algo bueno, sino en
el sentido de transparencia en la que casi ya no van a existir secretos. Va a ser muy difícil
en el futuro evitar ese tipo de situaciones. Entonces vos decís, está bien o está mal, va más
allá. Estamos rápidamente yendo a una era donde todo se va a poder saber. El tema es que
no todos van a poder saberlo, entonces los que tienen la información van a tener un poder
muy grande, casi como el que tienen los que controlan los recursos naturales. Creo que
estamos yendo a un mundo donde el que controla la información es el dueño del mundo. La
cuestión es que estamos en la era de las megafiltraciones donde la gente te pincha los
teléfonos, todos tienen información tuya, a dónde estás, a dónde vas, qué vicios tenés, qué
haces de tu vida privada.

Hoy en día hay asociaciones de periodistas que se pueden indignar y comités de ética que
pueden decir qué está mal. Creo que el respeto a la privacidad es importantísimo y en este
77
caso te paras en el deber del ciudadano, en el deber del periodista. Hay cosas que siempre
respeté, pero ya queda anticuado cuando vamos a un mundo donde eso no va a existir más.

Desde chico siempre me enseñaron que el nombre de un muerto no lo das hasta que no se
entere la familia. Muchas veces tenés un nombre de un fallecido y lo retenés, porque
todavía no se le notificó a la familia. Me parece de perogrullo. En el lugar de periodista no
lo haría, tampoco creo que me tenga que subir al pedestal para señalar a quienes sí lo hacen.
En el caso como el de Villa Ramallo, donde salieron al aire los delincuentes la falla era de
la policía en no cortar las comunicaciones.

En el caso concreto que estamos abordando, de no haber estado esas cámaras de los
canales, fijas, no hubiésemos visto el resultado de esa balacera de la policía hacia el
auto en el que iban delincuentes y rehenes.

A eso voy. Ni siquiera supieron encubrir su propio complot. O a lo mejor querían


precipitar ese desastre. ¿Cómo llegan a ese lugar de escuadrones de elite si no saben
negociar, o no saben cómo aislar una escena de ese tipo? Cualquier persona normal no
entiende de esto, pero cualquier persona que ha vivido este tipo de situaciones sabe que es
facilísimo cortarles las comunicaciones e interceptárselas, ¿por qué los dejaban hablar? No
tiene ningún sentido, salvo que lo hagan a propósito o sean muy idiotas. Hay todo un
trabajo psicológico, no cualquiera es negociador de rehenes. Son tipos que se pasan años
practicando, estudiando, tienen que bajarle la autoestima al que está adentro para que se
entregue. Cómo entonces lo vas a dejar que hable con un periodista, ¡va en contra de todos
los manuales!

Entrevista al periodista Ricardo Ragendorfer

Considerado como uno de los mejores cronistas del género policial del país, el
periodista Ricardo Ragendorfer autor del libro La Bonaerense cubrió el caso para la
revista Gente y Tres Puntos.

En principio me gustaría que pueda narrar la cobertura periodística durante aquel


asalto con toma de rehenes ocurrido en la sucursal del banco Nación en Villa Ramallo
el 16 de septiembre de 1999 cuyo desenlace fue trágico. Usted cubrió el caso para la
revista Tres Puntos y la revista Gente. ¿Cómo desarrolló esa práctica periodística?

En realidad no sabíamos exactamente con lo que nos íbamos a encontrar. Para ese
entonces, ese 16 de septiembre, por la radio, por la televisión, ya se cubrían las alternativas

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de toma de rehenes y a mí me interesaba sobremanera este asunto en particular por una
cuestión que estaba relacionada con mis investigaciones acerca de la policía bonaerense.
Por supuesto que sabía por otras notas que había realizado previamente que existía una
situación bastante ríspida, bastante significativa, con respecto a los asaltos a bancos. Hasta
algunas semanas antes, cuando todavía era ministro de seguridad León Arslanian, había
efectivamente una oleada bastante importante de asaltos a bancos. En ese momento-vamos
a situarnos en el contexto político- Duhalde se presentaba como candidato a presidente para
las elecciones de octubre. Ruckauf era un número puesto para ocupar la gobernación y
Arslanian no entraba en sus planes. En consecuencia fue reemplazado por alguien que sí
entraba en sus planes, que era un ex juez de Zárate-Campana, Osvaldo Lorenzo, un tipo
algo impresentable, por cierto, y con una excelente sintonía con la corporación policial. En
consecuencia cuando es reemplazado Arslanian por este hombre, se reúne con la cúpula
policial y les dice “basta de asaltos a bancos, hasta después de las elecciones ni un solo
asalto”, y efectivamente no hubo ningún asalto. Esto habrá sido dos meses antes. Pero qué
pasó, el viceministro era un tal doctor Lufrano, y le salta que había sido abogado del
“gordo” Valor, y tuvo que irse. O sea, al pobre tipo lo rajaron por lo único bueno que hizo
en su vida. Y por otra parte tenía una buena relación con la corporación policial, en
consecuencia anularon el pacto de que los robos a bancos se acababan y el 13 o 14 de
septiembre, en el gran Buenos Aires empezaron los robos. Entonces, viajaba a Ramallo a
sabiendas de toda esta situación.

Por otro lado, ahí me encontré con otra historia, había algo que me indicaba que esto no
iba a terminar de la mejor manera.

Un contexto que ya se venía evidenciando.

Exactamente, pero la vida al fin y al cabo es menos intensa de lo que uno se imagina,
también pensaba que no me iba a quedar ahí 15 días como finalmente me tuve que quedar.
Pero con el correr de las horas algo se iba complicando y lo que se complicaba y se supo
después, era la existencia de una investigación paralela, hasta que de pronto en la
madrugada estalló todo. Y ese hecho se convirtió en una cosa que dejaría un precedente
absolutamente imborrable en la historia policial argentina.

Volviendo a la práctica periodística realizada, usted la lleva adelante dentro de un


contexto. No toma solamente el acontecer, el suceso, sino que va contextualizando una
situación que como bien narra, desde meses antes se vislumbraba a partir de
declaraciones y de los cambios en la política que venía haciendo Arslanian.

Sí, sí, Eso por un lado. Pero en ese momento me había planteado otro problema periodístico
que era el siguiente. Venía por un medio gráfico, entonces mi lucha en ese momento era
tratar de ver cómo vencer a través de un trabajo de periodismo gráfico la inmediatez de los
medios audiovisuales, o sea, yo tendría que escribir sobre algo y todavía no sabía que esto

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iba a terminar así, y el modo en que terminó agudizó la problemática que me planteaba que
era la siguiente: tendría que escribir sobre algo que sería visto en el momento del suceder,
sería visto en tiempo real por millones de televidentes. Entonces qué sentido tenía hacer en
ese momento una notita sobre eso.

Había un desafío grande

Había un desafío grande y más que desafío, la creencia o la sensación de la inutilidad de


estar ahí para un medio gráfico. Entonces, resolví esto tratando de encontrar un punto de
vista único. Un punto de vista donde las palabras valieran más que mil imágenes, para dar
vuelta el famoso dicho.

Entonces me enteré, que la hija del gerente que estaba de rehén estaba cobijada en una
radio de ahí.

Radio Acero

Claro, entonces me mandé para allá. Más que cubrir la tensión de esa toma de rehenes
que se iba empiojando cada vez más, decidí enfocar mi relato y enfocar la crónica que
estaba escribiendo alrededor de esa piba que estaba cobijada en la radio y que veía a través
de una pantalla de televisión lo que finalmente sería la muerte de su padre.

Por un lado, en efecto existía toda una historia oculta, con respecto a la génesis de ese
asalto. Una historia que de todas maneras ya tenía ciertos elementos conforme al epílogo
que adquiriría esa toma de rehenes. Pero en ese momento no era el tiempo para indagar eso.
También había cosas muy pintorescas, el juez Villafuerte Ruzo tirándose al piso cuando
suenan los primeros tiros. Parecía un thriller, en ese momento uno estaba metido en una
película, pero la realidad era tan rica que era una lástima- perdón por la frialdad- estropearla
con un mal relato, y un mal relato hubiese sido fruto de un mal avistaje del asunto. En ese
sentido para mí era mucho más valioso haber encontrado a esa piba en ese estudio de radio
que haber estado en la primera fila, y haber estado en el ringside del tiroteo.

Con el título “Maldita conspiración”, me encontré en la hemeroteca con el artículo


de su autoría para la revista Tres Puntos del 30 de septiembre, a pocos días del suceso.
La crónica contextualiza de una manera increíble lo sucedido en Villa Ramallo. Con
información que sale del clisé de nadar en el dolor. Se señala por ejemplo que el mapa
que se encontró en manos de Saldaña, que apareció ahorcado en la comisaría segunda,
según los investigadores no se trataba de ningún garabato, eso lo narra muy bien,
había una información muy precisa.

Vos sabes que de la nota que hice para Tres Puntos recuerdo poco, sí recuerdo las notas
que escribí para Gente, y parte de esos textos los intervine, como se diría ahora, cuando
escribí La secta del gatillo.

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¿Cómo se hizo esa práctica buscando otra forma de narrar y parafraseando a
Ramonet para que la instantaneidad no licue al periodismo?

Por un lado tomamos contacto con el abogado de Saldaña y a través de él pudimos


obtener todo el perfil de Saldaña. A mí más que narrar determinados hechos me gusta
narrar determinados personajes, determinados diálogos, determinados disparadores. Y no
me refiero a disparadores balísticos, por un lado eso, por otro lado, uno en una situación así
va yendo adonde el olfato lo lleve, hociqueando el hecho como si fuera un sabueso. En ese
sentido, mientras todo el mundo estaba tratando de entrevistar al juez nosotros con aquel
pibe del diario La Nación, Santiago O’Donnell, nos fuimos para la comisaría donde estaba
preso Saldaña. Me fui corriendo hacia allá porque mientras todo el mundo estaba
arremolinado ante el juzgado alguien dijo, creo que fue el de Crónica, que el pibe se había
suicidado. Entonces nos fuimos corriendo con el gordo O’Donnell y efectivamente se había
suicidado, se había matado el tipo. Y en ese mismo momento me acuerdo de un diálogo que
fue muy gracioso con un cana que estaba en la puerta que nos contaba detalles y nosotros
obtuvimos el dato que por la medida de la celda y que por el lugar en que el tipo habría
colgado la sábana era muy bajo para ahorcarse. Entonces el cana nos decía que se había
suicidado y nosotros le decíamos que era demasiado bajo, que nadie se podía suicidar así,
que tenía que saltar, le decía que era imposible porque ni poniéndose de rodillas y saltando,
tampoco daba la altura, y me acuerdo de la frase del tipo que me dice: “es cierto lo que dice
usted, el lugar es muy bajo, pero el tipo se suicidó porque ellos saben cómo hacerlo”.
Entonces O’Donnell, haciéndose el boludo le dice: “¿qué, practican?”.

En la cobertura del caso sucedió que varios periodistas utilizando la guía telefónica,
llamaron al Banco de la Nación sucursal Villa Ramallo y se comunicaban con el
Banco. “Chiche” Gelblung, sale en un recuadro en la revista Gente donde está su
declaración justificando su accionar. ¿Cómo analiza las otras prácticas periodísticas?

Cuando uno va a un lugar así, uno, el cronista, es una especie de cámara oculta. El
periodista televisivo adolece de eso, pese a que trabaja con cámaras. Ese es el tema, no es
una cámara, tiene que llevar una cámara. Y tiene que mostrar desde luego cosas distintas a
las cosas que muestra un cronista gráfico. Por empezar es la fatalidad de tener lenguajes
distintos. Por otro lado, la fatalidad de estar presionados por empresas que le exigen sangre
en primer plano.

Desde luego, son absolutamente desafortunadas esas circunstancias a lo que se suma


también el empeño de muchos colegas por hacer más de lo que les piden. Pero desde luego
esas situaciones, como cuando “Chiche” Gelblung dice que rebasaron la función del
periodista a partir de que adquirieron un protagonismo dentro de la historia, o sea, esas
situaciones son el problema. El problema es el punto de vista. Vos al ser el ojo, el que
observa la historia de la cual tenés que escribir, tenés que mirar, y en todo caso acercarte a
sus actores pero vos no sos el actor. Vos no sos uno de los actores, vos sos el guionista.

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Pero en determinados momentos algunos periodistas por afán de trascendencia o por
algunas otras disfunciones del oficio dejan su rol de narradores para convertirse en
protagonistas de la historia, por lo general cuando eso sucede terminan siendo los
protagonistas más miserables.

En otros casos esto se agudizó aún más, me acuerdo del secuestro del padre de Pablo
Echarri, cuando las grabaciones de las escuchas de las negociaciones, que debieron ser
privadas por la seguridad de alguien secuestrado salían en televisión en tiempo real. A raíz
de eso una banda de oportunistas que miraba por televisión terminaron llevándose dinero.
Acordate del caso Pomar, donde los movileros informaban sobre los embustes que le tiraba
la oficina de prensa de la bonaerense diciendo que fue un crimen seguido de suicidio y en
ese sentido reconozco que en Ramallo, salvo lo de los teléfonos, no hubo tampoco
demasiadas oportunidades de cometer algunas canalladas periodísticas, salvo acosar a la
señora que quedó viuda o cosas por el estilo.

Ahí hay un punto donde hay que trabajar que es la ética del periodismo, que hay
que trabajar con guías y protocolos. Leyendo el libro de Damián Fernández
Pedemonte dice que en ese año, la comisión de libertad de expresión del Senado pensó
sacar una ley para que se prohibieran las coberturas, lo cual desató una fuerte crítica.

Yo estoy absolutamente en contra. Tengo una anécdota. En la época de Gente se había


cometido en Bahía Blanca el crimen de una pareja en el marco del robo de automotores y
una de las víctimas era hijo del comisario Iglesias. Un caso conmocionante. Nadie sabía por
dónde venían los tiros, creían que era una venganza al viejo. Estuvimos tres o cuatro días
ahí y al pibe lo habían enterrado en el cementerio de ahí al día siguiente. Era un día
lluvioso, bien otoñal, y de pronto le preguntamos a uno de los que trabajaba en el
cementerio dónde estaba la tumba del pibe, porque queríamos sacarle una foto a la tumba.
Nos acercamos, a 100 metros más o menos, identificamos la tumba porque estaba el
comisario con su mujer, abrazados frente a la lápida. Era la foto de apertura, era la foto de
tapa de la revista y con el fotógrafo nos miramos y dijimos: vayámonos a la mierda. No iba
a ser yo quien iba a perturbar a ese pobre hombre en ese momento terrible. Que no se entere
el editor de la revista pero yo a esa foto, no la saco. Eso no lo puede impedir un protocolo.

Cuando uno ve que se intentaba desde la comisión de libertad de expresión prohibir


la cobertura y viendo que en Villa Ramallo de no haber sido por las cámaras
instaladas ahí no hubiésemos sabido lo que sucedió…

Desde luego, los protocolos, como todo protocolo, es algo que limita no que enriquece.
Los protocolos se hacen para limitar o la libertad de expresión o a los hijos de puta. Pero al
querer limitar a un hijo de puta limitan el trabajo de uno que no es un hijo de puta. Ojo,
cometí tal vez cosas que estén un poco reñidas con la ética. Cuando se produjo el caso de
las hermanitas satánicas, esas que quisieron exorcizar al viejo, conseguí por dos o tres mil

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dólares, no me acuerdo bien, que me vendieran las fotos que la cana saca ni bien llegan a la
casa donde el padre estaba todavía boqueando y la minas desnudas todas manchadas de
sangre. Un asco, pero no jodíamos a nadie si publicábamos esas fotos. Las hermanitas
satánicas en ese momento tenían otros problemas y el señor que salía en la fotografía ya no
estaba en este mundo. También me colé haciéndome pasar por perito de parte en la
necropsia de Rodrigo (el cantante), y él no se molestó por eso.

La libertad de expresión en asuntos como estos y los protocolos que lo limitan,


quizás nos lleven a pensar que ese protocolo lo hagan quienes son los buenos y resulta
que si como en Ramallo los buenos no están de un lado solo, cuando la policía forma
parte, esa limitación daña.

Fijate que no hay una sola fotografía de alguien que haya muerto el 11 de septiembre en
las torres gemelas. O sea, los protocolos de la prensa norteamericana prohíben esas
imágenes. Lo cual es una imbecilidad.

Y eso se toma como ejemplo. Tenemos que hacer como en Estados Unidos donde
nadie vio un cuerpo.

Claro, porque nadie quiere ver el dolor, nadie quiere ver eso. Nadie quiere ver el horror
del mundo. Pero tal vez Hitler hubiese sido una buena persona si no hubiesen proliferado
las fotos de Auschwitz. Desde luego no hay que hacer un manejo morboso y sensacionalista
de eso. Según esos protocolos Capa y Cartier Bresson se hubiesen dedicado a fotografíar
casamientos.

Uno ve que hay un trabajo de la Defensoría del Público de cómo abordar la


violencia de género, a través de sus guías, recomendando cómo debe ser el tratamiento
en los medios, También hay una evolución donde ya son muy pocos los que se animan
a titular “crimen pasional”.

Sí. Sí, Pero son cosas que van evolucionando conforme a la sociedad. Si ojean por
ejemplo, un diario Crónica de 1982, lees una nota y te vas a encontrar con calificaciones
como “el amoral”. En una época al violador se lo llamaba “el sátiro”. Antes se hablaba de
crimen pasional, aunque no sé si está tan desacertado crimen pasional. Porque hay pasiones
mal sanas, los tipos que matan a mujeres, no en el marco de abusos sexuales, sino porque
serás mía o no serás de nadie, esa es una pasión. Una pasión de mierda, ofensiva, pero no
deja de ser una pasión.

Mirándolo de esa manera es así. Pero creo que la crítica viene por el intento de
apaciguar el terrible asesinato machista.

Sí, sí.

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Pero, volviendo, viene batallando desde hace mucho tiempo, haciendo coberturas
policiales distintas, sobre todo no navegando en lo cotidiano sino contextualizando el
asunto, no quedándose con lo último sino dándole una vuelta al por qué. ¿Eso se logra
tratando que en las formaciones periodísticas exista otra mirada del policial?

Francamente creo que es un error de cosmovisión. En el sentido que a mí siempre me


atrajo la literatura policial. Siempre me pregunto si la vida imita a la literatura o la literatura
imita a la vida. Me importa poco quién es el culpable, lo que me importa es la historia. Y en
ese sentido te vuelvo a reiterar que más allá de esos detalles de los cuales se concentra la
mirada del espíritu público y la mirada de los movileros, me parecen mucho más ricos,
conmovedores y estremecedores, otros detalles. En última instancia, las notas que uno hace,
son algo así como informes de una ventura.

Si bien, por otra parte, debo mencionar que comencé haciendo policiales al lado de un
tipo que fue el único maestro que tuve en este oficio que se llamaba Juan Carlos Novoa que
me dio consejos sobre esto.

Me quedo con sus palabras con respecto a esto de los protocolos y guías. Días atrás
entrevistaba al periodista de Reporte Semanal y de Radio Acero. Ellos, sin formación
académica, como se hacen los periodistas en los pueblos, en una radio familiar,
decidieron que las hijas del gerente se refugiaran en la radio y cerraron con llave para
que el cardumen de periodistas no fuera a molestarlas. Las podrían haber puesto al
aire en la radio, hacerlas llorar. Y no hicieron nada de eso, y no porque se formaron y
les dijeron: mirá que en ciertos casos debes actuar así sino por una cuestión humana.
Priorizaron lo humano, al igual que usted en aquel cementerio de Bahía Blanca.

Exactamente, con respecto a eso y a lo que antes comentaba, en última instancia uno trata
de escribir cosas que a uno le hubiera gustado leer.

Entrevista a Miguel Ángel Villalba periodista de Reporte Semanal de


Ramallo

Miguel Ángel Villalba es periodista de Reporte Semanal de Ramallo y de Radio


Acero, ambos medios pertenecientes a la familia Capozucca-Pescio, que en su
momento dirigían Mirta y José y ahora es la primera quien dirige el pequeño y
modesto medio gráfico y radial. La radio ubicada a 100 metros de la sucursal del

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Banco Nación en Villa Ramallo fue uno de los puntos de referencia para la cantidad
de periodistas que ese 16 y 17 de septiembre de 1999 llegaron a Villa Ramallo a cubrir
el asalto con toma de rehenes en la sucursal del Nación. Miguel cuenta cuál fue su
trabajo en la cobertura donde lo humano estuvo por encima de lo periodístico.

Miguel Villalba, ¿cuántos años en periodismo gráfico en Reporte Semanal?

Deben ser unos 20 años, más o menos. Llevo 27 en periodismo.

Lo llevo a septiembre de 1999, toma del Banco Nación, asalto con tomas de rehenes.
¿Cómo se enteraron ustedes de la noticia y cómo fue esa rutina periodística?

Venía a la mañana más tarde de lo que arrancaba generalmente la radio (NdR: se refiere a
Radio Acero) que comenzaba generalmente a las 7 de la mañana y yo me sumaba a las 9.
Lo escucho a Omar Cartier (locutor en la radio) estando en casa, no tenía claro bien, pero
algo pasaba, que había algunos móviles en el Banco Nación, que podía haber rehenes. Me
vine a la radio, me entero lo que estaba pasando y me instalé ese 16 a las 9:30 o 10 de la
mañana en la esquina de Rivadavia-Sarmiento hasta el otro día en que sucedió el desenlace
fatal.

¿Trabajo de campo era lo suyo?

Sí, estaba cerca de lo que podía pasar en el campo de acción.

¿Y eso Miguel fue decisión suya, lo charlaron en la radio, es lo que generalmente


hacen como rutina?

Sí, digamos, que no daba para que la radio se ocupe de otra cosa, el tema era ese, y
pensamos que podía surgir alguna novedad. Iba y venía, tenía el teléfono por si surgía algo
inmediato, aunque era difícil entrar ya que llamaba todo el mundo, una vez que se fue
desarrollando el día comenzaron a llegar los medios nacionales, todos llamaban a la radio
como punto de referencia, por lo tanto era más lo que iba y venía (NdR: La radio está a 50
metros de dónde se había ubicado el periodista).

¿Buscaba fuentes de información?

No tenía experiencia en trabajos policiales en campos de acción porque no nos había


pasado nunca. Y se fue dando con el correr del día, cuando me quise acordar tenía una
persona del grupo Halcón que me estaba brindando información. Como hecho puntual
recuerdo que a las 11 de la noche me dijo: “estamos preparando todo para entrar”. Y en un
momento dado me dijo: “esto no se soluciona porque Villafuerte Ruzo no quiere, porque
quiere un 100% de garantía en cuanto a la vida de los rehenes, y no se le puede dar el
100%”. Era cuando habían entrado topos por el techo, habían estado mirando todo, cercana
a esa medianoche me había dicho que había un porcentaje muy alto de éxito y él (por el

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juez) dijo que no, que si no aseguraban el 100% no iba a poner en riesgo la vida de los
rehenes.

Hasta ahí, la sensación que yo tenía, que había gente que estaba trabajando en el tema y lo
hacía bien. Tuve la sensación que se estaban haciendo bien las cosas. Esa misma persona
me dijo un rato antes, y por eso tengo una grabación que no se ajusta a la verdad a pesar de
que yo grabé todo lo que pasó, porque unos minutos antes de que pasara lo que pasó veo
unos movimientos en la cuadra, gente que iba agachada detrás de los móviles, lo busco a
este muchacho y cuando lo encuentro me dice: “ponete a resguardo que vamos a entrar”,
entonces cuando empiezan todos los tiros, en la oscuridad de la noche, porque estaba
cortada toda la luz, me tiro al piso detrás de un árbol en la esquina y comienzo a grabar
creyendo que era un tiroteo porque habían querido entrar. Yo grabo el hecho, pero lo que
comunico no es lo que estaba pasando. Digo, la policía va entrar al Banco, quiso entrar y
hay tiros, muchos tiros, y no era que había querido entrar. Lo que yo veía en la oscuridad y
los tiros, era cuando el auto sale y no que habían querido entrar al Banco. Esa grabación no
se ajusta a lo que pasó en el relato.

En el trabajo de campo ¿cuál fue su método para ir informando en la radio,


entrevistas, ibas contando lo que te informaban algunas fuentes?

Había que ser muy cauto. Vos conocés que mi formación no es la del periodista que se
capacitó, pero sí tenía claro o tengo claro que hay cosas que no se pueden decir. Hoy por
hoy nos pasa que si hay una investigación en marcha y si no la querés entorpecer, aunque
sepas algo te lo guardas hasta tanto se solucione el tema. Por lo menos yo le doy prioridad a
que se solucione la situación y no a mí función periodística. Quiero informar a la gente pero
no todo lo que hablaba con José y Mirta (dueños de la emisora) se decía al aire. Porque
podían estar escuchando la radio en el Banco, cosa que después se supo, esa radio y otras
por las que salieron al aire. En el momento donde el informante me dice nos estamos
preparando para entrar, yo le avisé a José y a Mirta pero no fue transmitido en la radio.

Tenían como un filtro a todo lo que decían.

Claro, por ahí pintábamos un panorama de lo que pasaba, que venían llegando más
policías, que llegaban medios.

No había un “en vivo” como hacían los medios televisivos de decir todo en todo
momento.

Se hacían varias notas con el aporte de cada uno desde estudios.

¿Privilegiaba fuentes directas, indirectas?

Aportaba lo que veía, las sensaciones. Yo estaba en esa esquina esperando estar cerca de
la información.

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A la hora de volcar el trabajo a la gráfica, a lo que fue Reporte Semanal. Repasaba
de esa crónica de que ustedes en un recuadro remarcan “trabajamos de corazón pero
sin hacer sensacionalismo”.

Más allá de si trabajamos bien o mal me sentí muy orgulloso del equipo de trabajo, de la
actitud de José cuando uno no de quienes colaboraban dijo que frente a la radio estaban las
hijas del gerente, José (NdR: director de la radio, casado con Mirta Capozucca) las llamó
para que estén en la radio y me dijo: “esas son las hijas del gerente, nadie sabe ni tienen que
saber que están acá”. Como ya había visto cómo se manejaban en el transcurso del día los
medios nacionales me sentí orgulloso de donde pertenecía. Porque hubo gente que se enteró
que podían estar ahí las hijas del gerente y amenazó con romper la radio si no lo dejábamos
entrar para hablar con ellas.

Buscando la nota

Claro. A lo mejor con los años de experiencia que uno tiene a través del tiempo que te
ponen más en contacto con la realidad de cómo funciona, y a lo mejor el periodismo a nivel
nacional y con esto no pretendo hacer periodismo de periodismo porque en todos lados hay
gente buena y mala, a mí me llamó mucho la atención el manejo de los medios y la
necesidad de tener que informar algo cuando no había. Yo estuve horas sin ir a la radio
porque no había nada qué informar.

¿Y veía una transmisión en vivo constante?

Veía la necesidad de esos medios de informar. Estaba hablando con el muchacho del
grupo Halcón y se me venían dos o tres movileros a preguntarme qué me había dicho y les
decía que no era nada que valga la pena, y no por quererles ocultarles información.

En forma natural el equipo que realizó la cobertura decidió actuar de esa manera,
¿Fue consensuada esa posición de no hacer sensacionalismo con las chicas, las hijas
del gerente, de no entrevistarlas?

Se dio naturalmente. Cuando dijeron que estaban ahí y nadie se tenía que enterar
obviamente no se iba a decir nada ni afuera ni adentro de la radio. Y una de las cosas que
recuerdo, cuando en el lugar del desenlace hay un cuerpo caído alrededor del auto y alguien
dijo ese es el gerente, vuelvo a la radio y no quise ser yo el que dijera delante de las chicas
que era el gerente. Y un policía, en el momento de lo sucedido me dijo: “hay muertos pero
ningún inocente”, cosa que no era verdad. Fui a la radio y en verdad pensaba que no tenía
que haber ido, que no tenía que haber salido al aire, lo que sí dije fue que había un auto con
personas heridas y probablemente fallecidas, pero que no sabía quiénes eran, porque no
quería ser yo el que dijera delante de las chicas lo que había visto: que el gerente estaba
muerto. Tenía una información que no quería dar. Las chicas se enteraron tres minutos

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después. Fui el primero que llegó al lugar y que verificó que el gerente había fallecido,
luego de ahí me fui a la radio con esa información que no brindé.

No se priorizó la tarea periodística pura exclusivamente sino el tratar de informar hasta


donde se podía y cuidar la parte humana de las personas involucradas. Aún hoy con varias
situaciones, salgo a la calle me encuentro con un accidente, me encuentro con una persona
en el piso y si salgo al aire digo que se accidentó un joven, hasta que a la familia no le den
aviso por mí desde la radio no se van a enterar. Me parece que es más importante la buena
información que la primicia.

¿Tiene alguna anécdota sobre los colegas a nivel nacional?

Me sorprendió un productor de lo que era en ese tiempo canal 9, que vino y le dijo al
movilero que en dos minutos iba al aire y la contestación fue: no tengo nada. Bueno,
reiterarás lo mismo o inventarás algo porque vamos al aire, le dijeron. Eso me quedó
grabado.

Veo en Reporte Semanal un cuidado con la fotografía, con las palabras…

Sí, eso también fue así, sumado a un desenlace que nos pasó a todos por encima. Pero lo
que rescato, que no sé si está bien desde lo periodístico, es la buena relación que quedó con
Flora Lacave (rehén sobreviviente, esposa del gerente del Banco) y el medio. Haber podido
informar igual, y personas que han pasado por un hecho tan traumático tenga
agradecimiento para el medio, con todo lo que nos tocó vivir a todos me parece un mérito
periodístico.

Por último. ¿Si tuviese que calificar su trabajo, su rutina, lo que fue esa práctica
periodística de cubrir el asalto con toma de rehenes en el Banco Nación de Villa
Ramallo, cómo la calificaría?

Creo que no fue muy positiva. Desde el punto de vista periodístico no fue positivo. Me
quedé conforme con que estuve donde tenía que estar. Pero creo que no tuvo el valor
periodístico que podría haber tenido estando en ese lugar. Por un lado me quedo tranquilo
de que no formé parte de entorpecer absolutamente nada y por otro creo que me faltó
experiencia periodística.

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Semanario, diarios y revistas utilizados para el trabajo

Diario La Nación artículo de Santiago O’Donnell del 17 de septiembre de 1999 consultado en la


hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires donde solamente es posible fotografiar material
que tiene más de 10 años. Fotografía y copiar el artículo fue parte del trabajo de archivo.

Artículo del diario La Nación del 18 de septiembre de 1999 escrito por Santiago O’Donnell que hace
referencia a los errores cometidos por las fuerzas de seguridad en la masacre. Foto obtenida de la
hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.

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Revista Tres Puntos del 30 de septiembre de 1999 donde el periodista Ricardo
Ragendorfer escribe sobre lo sucedido en Villa Ramallo en aquel asalto con tomas de
rehenes en la sucursal del Banco de la Nación Argentina el 16 y 17 de septiembre. Obtenida
de la hemeroteca de Rosario de la Biblioteca “Dr. Juan Álvarez”.

Con el título “Tirar a matar” aparece en la revista Gente cobertura del periodista Ricardo
Ragendorfer sobre el caso. Obtenida de la hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Buenos
Aires.

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El periodista Horacio Cecchi escribió su crónica de la cobertura para PáginaI12 El 18 de
septiembre de 1999 (ver captura de imagen ubicada a la izquierda de la hoja). Obtenido por
el propio archivo del diario Página/12 que se puede consultar por internet. También se
utilizaron otros artículos del periodista que fueron analizados para el trabajo como el
artículo que comprobó la complicidad policial publicado el 8 de agosto del 2000 en
PáginaI12 (ver foto en el margen derecho de la hoja).

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El semanario Reporte Semanal de Ramallo del 18 de septiembre como el posterior fueron
los analizados para dar cuenta de la cobertura local. Se pudo consultar el propio archivo del
semanario para tal fin. En la página 2 del mismo semanario se encuentra el artículo titulado
“Nos quedamos sin primicia…hablamos con el corazón”, artículo al que se hace referencia
en el análisis.

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