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EL LENGUAJE Y LA LINGÜÍSTICA

TEMA 01
Lingüística General
1. Introducción
2. Rasgos de diseño del lenguaje
3. El lenguaje: Estructura y funcionamiento
3.1. Lenguaje y sistema cognitivo
3.2. La comprensión del lenguaje
3.3. La producción del lenguaje
4. La Lingüística

1. INTRODUCCIÓN
El reino animal está lleno de comportamientos fascinantes. El guepardo es capaz de correr a 114
kilómetros por hora; el halcón peregrino puede hacer vuelos a 360 kilómetros por hora; algunos tipos de
murciélagos se sirven de la eco localización, esto es, de la emisión de sonidos y la interpretación de sus
ecos, para capturar a sus presas; algunas aves migratorias vuelan miles de kilómetros guiándose por las
posiciones de las constelaciones de estrellas en relación con la hora del día y la época del año. Los
ejemplos se podrían multiplicar ad infinitum. Si el ser humano tuviera que participar en un hipotético
concurso de talentos con el resto de las especies, seguramente la mejor opción sería el lenguaje.

Es cierto que todas las especies animales


poseen algún sistema de comunicación. Las
hormigas segregan feromonas con las que
producen un rastro químico que lleva a sus
congéneres a una fuente de comida; las abejas
llevan a cabo complejos bailes en la pared de la
colmena para transmitir la distancia, la
orientación respecto del sol y la abundancia de
una fuente de alimentos; las ballenas son
conocidas por sus cantos, que, transmitidos a
veces incluso a través de enormes distancias en el
medio subacuático, permiten monitorizar la posición de los otros miembros de su especie, localizar objetos
y quién sabe si incluso expresar una gama limitada de emociones; los monos vervet de África Oriental
emiten vocalizaciones diferenciadas que avisan al resto del grupo de la presencia de predadores como
serpientes, águilas o grandes felinos. Pero por muy variados en cuanto al sistema o al medio de transmisión

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que sean estos medios de comunicación animal, todos ellos son muy dependientes de estímulos externos y
muy limitados en sus posibilidades expresivas. La información que transmiten es básicamente de tres tipos:
o señales relativas a la supervivencia individual (localización de comida, emisión de
advertencias o alarmas);
o señales relativas al apareamiento y la reproducción;
o señales de tipo social (agrupamiento, establecimiento de la jerarquía en el grupo).
Los sistemas de comunicación animal están, pues, limitados a situaciones específicas que tienen lugar
en el momento presente. El lenguaje humano, sin embargo, es mucho más sofisticado. Simplemente
mediante ruidos hechos con la boca o gestos con las manos podemos entrar en la mente de nuestro
interlocutor y crear en ella todo un universo de historias, descripciones, emociones, informaciones, etc.,
reales, imaginarias, pasadas, presentes o futuras. Basta escuchar o leer un fragmento como el siguiente:
Cuando los elefantes se encuentran con los restos de otro elefante, se ponen nerviosos y se
aproximan a ellos con precaución. Acarician silenciosamente los huesos, quizá intentando
identificar al elefante muerto. Los elefantes no reaccionan así cuando encuentran los restos de
otros animales. Esta manifestación emocional es uno de los grandes misterios del comportamiento
animal.
para que nuestro cerebro pueda reconstruir mentalmente la escena. Por muy increíbles que nos parezcan las
destrezas que muestran los animales, probablemente ninguna haya resultado tan decisiva en la evolución de
las especies como el lenguaje humano. A pesar de ello, hablar es algo tan consustancial a nosotros, tan
habitual en nuestra vida cotidiana, que no nos resulta especialmente sorprendente o asombroso. Hablamos y
entendemos sin esfuerzo. Interpretamos el significado automáticamente, prácticamente no podemos
evitarlo. Aprendemos nuestra lengua o lenguas maternas en la infancia de manera rápida, sin esfuerzo
alguno y con una sorprendente uniformidad respecto de los hablantes de nuestro entorno lingüístico. ¿Por
qué habríamos de sorprendernos? Y, sin embargo, las apariencias engañan. Bajo esa aparente sencillez, se
esconde un sistema extraordinariamente complejo de unidades, reglas, interacciones con otros sistemas
cognitivos, etc. Solo cuando intentamos aprender una lengua extranjera, cuando vemos a pacientes con
trastornos del habla o cuando intentamos construir un ordenador que sea capaz de replicar esta destreza,
adquirimos conciencia de la extraordinaria sofisticación de la maquinaria del lenguaje.

La facultad del lenguaje es exclusivamente humana.


Ningún otro animal es capaz de hablar. Es más, los intentos
de enseñar el lenguaje humano a otras especies,
principalmente chimpancés, bonobos y gorilas, aunque
interesantes, apenas han logrado que manejen unos cientos de
palabras, que lo hagan muy frecuentemente bajo el
condicionante de una recompensa y rara vez de manera
espontánea, y que sus combinaciones de signos sean más

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aleatorias que estructuradas.

En algún momento de la evolución de los homínidos, cuyo punto de inflexión es difícil de determinar
por la ausencia de datos, se produjo este salto cuantitativo y cualitativo entre sistemas de comunicación
muy limitados expresivamente, anclados en el aquí y ahora, y otro, libre de cualquier atadura contextual,
capaz de producir infinitos mensajes. Tampoco sabemos si se produjo de manera gradual o repentina, lo
que sí parece claro es que a este cambio contribuyeron cambios fisiológicos como el bipedismo y la
liberación de las extremidades superiores; la encefalización o aumento de la masa cerebral; el uso
subsidiario del aparato respiratorio y digestivo como fonador; y, subyaciendo seguramente a todas estas
modificaciones, mutaciones genéticas de las cuales sabemos todavía muy poco.

El resultado de todas estas transformaciones es que en los primeros años de vida, a una edad en la que
otras capacidades cognitivas están apenas desarrolladas, nuestra dotación genética interactúa con el entorno
lingüístico y nos permite en apenas tres o cuatro años manejar nuestra lengua o lenguas maternas como
hablantes nativos. A una edad en la que un niño no sabe atarse los zapatos, multiplicar o completar un
rompecabezas de 100 piezas, es capaz de manejar un sistema con miles de unidades y reglas tan complejas
que en ocasiones ni los lingüistas han podido determinarlas todavía con exactitud.

Esta facultad propia de nuestra especie tiene diferentes manifestaciones en lo que conocemos como las
distintas lenguas. Aunque es difícil saber exactamente cuántas hay, se estima que actualmente se hablan en
el mundo unas 6.000. Aparentemente parecen muy diferentes, unas tienen muchos sonidos, otras pocos;
unas tienen una sintaxis muy rígida, otras muy libre; unas tienen una morfología muy compleja, otras, muy
simple; pero todas ellas no son sino variantes de un mismo patrón, capaces de expresar infinidad de
mensajes y de traducirse las unas a las otras. Todas ellas presentan un grado semejante de complejidad
estructural. Aunque existan sociedades más primitivas o menos desarrolladas tecnológicamente que otras,
no existen lenguas más primitivas y lenguas más evolucionadas. La complejidad de la gramática de las
lenguas habladas por los aborígenes australianos nada tiene que envidiar al inglés o al alemán. Es difícil
saber si la multiplicidad de lenguas es producto de la disgregación de una sola lengua original a lo largo de
los tiempos o si el lenguaje apareció simultánea o sucesivamente en diferentes lugares. En todo caso, el
tiempo, la disgregación espacial, las diferencias sociales y contextuales son el caldo de cultivo en el que se
producen cambios en los sistemas lingüísticos que llevan a variedades que, en último caso, pueden
cristalizar en la aparición de nuevas lenguas (o en su desaparición).

En los siguientes apartados abordaremos, en primer lugar, las características del lenguaje que los
definen como un sistema de comunicación muy diferenciado de los animales, y en segundo lugar, la
complejidad intrínseca del sistema lingüístico, y, en tercer lugar, cómo la lingüística se enfrenta al reto de
explicar esta facultad humana.

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2. RASGOS DE DISEÑO DEL LENGUAJE


En la década de los sesenta del siglo XX, el lingüista estadounidense
Charles Hockett enumeró un conjunto de rasgos para caracterizar los sistemas
de comunicación y diferenciar el lenguaje humano de los sistemas de
comunicación animal. Estos rasgos son los siguientes:
1. Canal vocal-auditivo: En el lenguaje, las señales que se emiten
consisten íntegramente en pautas de sonido, producidas mediante
movimientos del aparato respiratorio y del sector superior del
digestivo. Las señales se reciben por intermedio de los oídos. En este
sentido, el lenguaje humano no se diferenciaría de los sistemas de
comunicación de los mamíferos, pues casi todos ellos producen
sonidos vocales. Ahora bien, no es este el único canal posible para el lenguaje humano. El
lenguaje de los signos se sirve de un canal gestual-visual y es igual de complejo y expresivo que el
lenguaje oral. Lo que sí es cierto es que el uso del canal vocal-auditivo permite tener las manos
libres en la comunicación o en la oscuridad, lo cual supone una gran ventaja operativa.

2. Transmisión irradiada y recepción dirigida El sonido se mueve en todas direcciones a partir del
punto en que se origina disminuyendo en intensidad a medida que se aleja de su fuente. La
audición, por su parte, suele estar razonablemente orientada respecto de la localización de la
fuente sonora. La mayoría de los sistemas de comunicación animal y humana poseen este rasgo.

3. Evanescencia. Dada la naturaleza de las ondas sonoras, los mensajes transmitidos se desvanecen
rápidamente. Esto permite una gran posibilidad de uso del canal de comunicación. Lo mismo
cabría decir del lenguaje de signos, pero no, por ejemplo, de la escritura.

4. Intercambiabilidad. Cualquier miembro de la comunidad lingüística puede ser indistintamente


emisor y receptor de mensajes. Su conocimiento lingüístico es independiente de estas dos
funciones y puede utilizarlo indistintamente para uno u otro menester. Aunque es un rasgo
extendido en los sistemas de comunicación animal, hay casos en los que no se da. Por ejemplo, las
hormigas reina producen una feromona que las identifica como tales y que no es producida por el
resto de las hormigas.

5. Retroalimentación. Los hablantes de una lengua oyen lo que dicen de manera simultánea a su
producción y pueden monitorizarla constantemente. Algo semejante sucede con las lenguas de
signos, dado que pueden ver, sentir y controlar su producción lingüística.

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6. Especialización. El objetivo de la señal lingüística es la comunicación y no cualquier otra función
biológica. No es el caso, por ejemplo, del jadeo de un perro. Aunque esta señal pueda comunicar a
su dueño que el perro esté cansado o sediento, el perro no jadea para transmitir ese mensaje, lo
hace para enfriarse.

7. Semanticidad. Es la propiedad según la cual los signos remiten a la realidad sin necesidad de
manejarla directamente.

8. Arbitrariedad. La relación entre el signo y la realidad a la que se refiere no está motivada, es


arbitraria. Nada hay en un perro que obligue a llamarlo así o dog, Hund, chien, etc. En la
comunicación animal también encontramos este rasgo, por ejemplo, para mostrar agresividad, las
gaviotas se alejan de su adversario y arrancan hierba del suelo con el pico.

9. Carácter discreto. El lenguaje puede ser descompuesto en unidades segmentables, reproducibles y


combinables. Estas unidades se perciben como independientes y no continuas.

10. Desplazamiento. Los mensajes lingüísticos no están ligados necesariamente a referentes


inmediatamente presentes en el tiempo o en el espacio; pueden referirse a aspectos de la realidad,
pasados, presentes o futuros, reales, hipotéticos o imaginarios. Aunque el baile de las abejas
muestra desplazamiento, al referirse a una realidad que está alejada de donde se produce la
comunicación, la versatilidad del lenguaje humano es infinitamente mayor. Por lo demás, no
parece que ningún sistema de comunicación animal tenga esta propiedad.

11. Productividad (creatividad). Mediante un conjunto finito de unidades, el lenguaje puede producir
un número infinito de mensajes. Saber una lengua permite emitir y entender oraciones que no han
sido nunca antes dichas o escuchadas. Un ejemplo como Los elefantes no comen paella porque les
sienta mal el marisco puede sonar extraño, pero es perfectamente comprensible y probablemente
único. Además, mediante la recursividad, es decir, la propiedad de incluir unos elementos en otros,
las oraciones son teóricamente interminables, por ejemplo, Katia quiere a Sergio → Pedro dice
que Katia quiere a Sergio → Leonardo sospecha que Pedro dice que Katia quiere a Sergio y así
ad infinitum. Una muestra de relativamente cuantificable de esta infinitud la da Steven Pinker
(2007 [1994]). Pinker parte de la idea de que en cualquier punto de una oración puede continuarse
con 10 palabras de media (a veces solo una, a veces muchísimas). Así, por ejemplo, el número de
oraciones de 20 palabras sería 1020. Si calculamos 5 segundos para cada una de ellas,
necesitaríamos 100.000.000.000.000.000.000 segundos o 100 billones de años. Obviamente, las
oraciones no tienen por qué tener 20 palabras.

12. Dualidad estructural (doble articulación). Las lenguas presentan un doble nivel de estructuración:

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o Un nivel de unidades mínimas dotadas de significado: morfemas (monemas según el


lingüista francés, André Martinet), por ejemplo:
Aquell-a niñ-a cant-a-ba canción-es de amor
o Un nivel de unidades mínimas sin significado: fonemas.
/akeʎa niɲa kantaba kanθiones de amor/

Los fonemas constituyen un pequeño número de unidades que, combinadas, dan lugar a un
número muchísimo mayor de morfemas. El lingüista francés Georges Mounin (1974 [1968]: 51-
52) explica así las ventajas de la doble articulación:
La doble articulación constituye la clave de las propiedades tan misteriosas del lenguaje humano con
relación a los sistemas de comunicación de los animales: su riqueza y flexibilidad infinitas. Las abejas
apenas pueden comunicar más de tres o cuatro clases de mensajes (...). Se han inventariado unos quince
gritos en los cuervos que corresponden a situaciones o comportamientos semánticamente distintos. En
los monos, setenta como máximo al parecer. El código de la circulación (...) puede transmitir ciertos de
mensajes distintos pero rigurosamente ligados cada vez a un terreno muy limitado de la experiencia del
que no pueden salir.
Por el contrario, ¿de dónde proviene que las lenguas pueden decir todo, por medio de miles y miles de
mensajes distintos? Para comprenderlo, imaginemos otro universo, otros seres con un sistema de
comunicación en el que (...) a un hecho de experiencia dado, correspondiera un grito en particular (...).
La unidad significante mínima sería aquí el mensaje; las frases "He aquí mi padre", "He aquí tu padre",
"He aquí su padre", etc... exigirían cada una gritos distintos. Serían precisos tantos gritos específicos
como mensajes (...) millones y millones de gritos distinguibles, con una memoria en proporción a esta
cantidad y órganos fonadores en relación con esta masa de señales sonoras totalmente diferentes. En
relación con esta situación imaginaria (que quizá es aquella, muy empobrecida de los cuervos y de los
monos) la primera articulación de las lenguas naturales realiza una codificación económica, en la que
millones o miles de millones de mensajes distintos pueden ser compuestos mediante algunos millares de
unidades que pueden volverse a emplear de mensaje a mensaje, que son los monemas: cantidad que está
al alcance de todas las memorias humanas, aún de las más pobres.
Pero imaginemos todavía un mundo en el que cada monema -cada unidad significante mínima-
correspondiera a su vez una emisión vocal específica también, inanalizable en unidades más pequeñas.
Este sistema de comunicación precisaría de algunos millares de emisiones fónicas mínimas, todas
totalmente distintas unas de otras; lo que no concuerda ni con las posibilidades articulatorias, ni con la
memoria auditiva de la mayoría de los humanos. La segunda articulación aparece entonces como una
sobrecodificación supereconómica. No sólo podemos expresar toda nuestra experiencia del mundo
mediante unos cuantos miles de monemas sino que estos miles de monemas están ellos mismos hechos a
partir de unos treinta o cincuenta signos sonoros mínimos, según las lenguas: los fonemas de cada
lengua.

13. Transmisión cultural. Al nacer, el ser humano no está programado para aprender ninguna lengua
en concreto. La lengua o lenguas que aprenderá serán las de su entorno lingüístico, sea o no la de
sus antepasados biológicos. Si un bebé humano se cría en aislamiento, no aprenderá lengua
alguna.

14. Prevaricación. Los mensajes lingüísticos pueden no coincidir con situación alguna del mundo real;
pueden ser falsos o ficticios. Originariamente se pensaba que la prevaricación era un rasgo
exclusivamente humano, pero se ha podido comprobar que los monos también utilizan el engaño
para robar comida.

15. Reflexividad. El lenguaje puede utilizarse para hablar del propio lenguaje, por ejemplo, caballo,
además de un cuadrúpedo equino, es una palabra trisílaba.

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16. Aprendibilidad. Un hablante de una lengua puede aprender cualquier otra. Es cierto, no obstante,
que la capacidad de aprender lenguas es mayor en la infancia en contextos naturales, y que decrece
progresivamente tras la pubertad.

En un principio, Hockett consideraba comunes a primates y humanos los 9 primeros rasgos, y


exclusivos de estos últimos los restantes. Como hemos visto, la prevaricación y hasta cierto punto la
aprendibilidad no lo son tanto.

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3. EL LENGUAJE: ESTRUCTURA Y FUNCIONAMIENTO


Para apreciar la complejidad que subyace a la aparente simplicidad del lenguaje, supongamos la
siguiente conversación:

Objetivamente, este pequeño diálogo podría parecer un poco incoherente: ¿por qué contesta el chico
que tiene un examen en lugar de decir si salen o no a cenar?, ¿qué sentido tiene que la chica le vaya a
ayudar a hacer chuletas si lo que él tiene mañana es un examen? Sin embargo, cualquier hablante de
español lo entendería sin ninguna dificultad. Aunque no lo diga explícitamente, el chico está rechazando la
invitación mediante una afirmación que supone una justificación. Nuestro conocimiento del mundo y de
contextos similares, nos permiten inferirlo. Igualmente, el significado de chuletas no es en este caso el de
un alimento procedente de determinados animales, sino el de papelitos con información para el examen que
se utilizan disimuladamente al no estar permitido su uso.

De hecho, la mayoría de las conversaciones son así. Hay mucho de implícito en ellas y, no obstante,
esto no parece suponer mayor problema para los hablantes. El intercambio verbal se lleva a cabo sin
esfuerzo y la información fluye a gran velocidad. Es algo tan natural que pasa desapercibido, pero si se
analiza con una cierta perspectiva, no deja de ser impresionante. Este diálogo apenas habrá durado más de 7
u 8 segundos, y en este periodo la chica ha procesado 32 sonidos y el chico 61. En la producción de cada
uno de ellos han puesto en funcionamiento unos treinta y cinco músculos. De estas secuencias de sonidos
han identificado determinadas unidades en un diccionario o lexicón mental que puede tener entre 60.000 y
80.000 entradas y les han asignado su significado instantáneamente. Así mismo, los dos interlocutores las
han combinado dando lugar a secuencias gramaticales. La dificultad puede entenderse mejor si uno intenta
realizar este proceso en una lengua que no conoce bien. En ese caso, la interpretación y la producción de
los sonidos, la identificación de las palabras o la creación de oraciones son tremendamente laboriosas y no
siempre se llevan a cabo con éxito. A ello hay que sumar el proceso de inferencias al que antes aludíamos.
¿Cómo llevan a cabo los hablantes este proceso?, ¿qué conocimientos y destrezas necesitan?, ¿qué procesos
cognitivos subyacen en la comprensión y producción del lenguaje?

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3.1. LENGUAJE Y SISTEMA COGNITIVO
Dentro del sistema cognitivo de los humanos hay diferentes capacidades: la visual, por ejemplo, nos
permite reconocer caras; la espacial, orientarnos en un determinado entorno; la memoria, recordar
sensaciones o hechos pasados; la lingüística, conversar con un amigo.

En el plano lingüístico, conviene, distinguir en primer lugar entre el conocimiento que el hablante tiene
de su lengua, conocido competencia lingüística y el uso real de esa competencia en situaciones concretas,
denominado actuación. La competencia lingüística es el conocimiento abstracto y en gran medida
inconsciente del sistema lingüístico que tienen los hablantes de una lengua dada. La actuación lingüística es
la ejecución real de esa competencia en una situación concreta. En una situación concreta de habla pueden
incidir factores no lingüísticos: el cansancio, los nervios, la falta de concentración, el alcohol, etc. que
afectan a esa capacidad. Se explican así secuencias anómalas, con vacilaciones, etc., del tipo:
Yo a mí me gusta bailarlo eso
El…bueno…el problema… o sea… el pro… problema es que…bueno…la verdad… es difícil…

Formulado con un símil, una persona puede saber nadar, pero no ser capaz de hacerlo porque está
atado, bebido, etc. El conocimiento existe pero la capacidad de llevarlo a cabo, no.

La lingüística se centra básicamente en el estudio de la competencia lingüística, dejando de lado la


actuación. Este conocimiento es muy extenso y complejo, y abarca diferentes niveles. Como ilustración
valgan las siguientes calas:
o Conocimiento de un sistema de sonidos. Entre otras muchas cosas, sabemos, por ejemplo:
 qué sonidos pertenecen a nuestra lengua y cuáles no. Cuando escuchamos nuestra lengua
hablada con acento extranjero, reconocemos su diferencia respecto de lo que sería un acento
nativo.
 qué combinaciones de sonidos son posibles en nuestra lengua y cuáles no. cron sería
aceptable en español, pero bnok, no. De hecho, adaptamos a nuestro sistema silábico
combinaciones de sonidos ajenas a nuestra lengua (ski / esquí; Ngonga / Engonga)

o Conocimiento del significado de morfemas, palabras, oraciones, textos. Así:


 Tenemos la capacidad de relacionar sonidos con significados. Un hablante de español sabe lo
que significan coche o agua, pero no dom, ruka, odan, nsa a menos que conozca las lenguas a
las que esas palabras pertenecen.
 Podemos discriminar oraciones semánticamente bien formadas de las que semánticamente
resultan anómalas:
Creía que María estaba enferma, pero resultó que no lo estaba
?? Me di cuenta de que María estaba enferma, pero realmente no lo estaba.

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o Conocimiento de cómo están formadas las palabras, de manera que:


 Supuesta una palabra nueva o desconocida, somos capaces de modificar su número, de
adjudicarle derivativos, conjugarla, etc., por ejemplo, de bleja podemos obtener blejas,
blejitas, etc. A partir de tuitear, conocemos tuiteo, tuiteaba, tuitearía, etc.

 Somos conscientes de que las reglas derivativas se aplican en un orden determinado. Así, de
constituir tenemos constitución y de esta constitucional y de esta constitucionalmente, pero no
*constitumentealción.

o Conocimiento de las combinaciones posibles entre las palabras, es decir, de la sintaxis, lo que nos
permite:
 distinguir oraciones bien formadas de las que no lo
están:
*perdió tarde amigo manta su tu la por (tu amigo
perdió su manta por la tarde).
*¿Qué estas bebiendo e ir a casa?
Incoloras ideas verdes duermen furiosamente
(semánticamente extraña, pero sintácticamente
parece bien construida)

 darnos cuenta de que determinadas oraciones son ambiguas:


Los pollos están listos para comer
No me gustaría encontrarme con nadie en pijama
La explicación de la táctica del entrenador

 detectar fenómenos de correferencia:


Luisi aseguró que éli/j no había sido el autor de la fechoría / Luisi abusó de él*i/j

Juani lo*i/j quiere mucho / El hijo de Juani/j loi/j quiere mucho

Juani dice que éli/j está cansado / Eli dice que Juan*i/j está cansado

 intuir cómo es la estructura de las oraciones:

No pronominalizable
La chica de la falda a cuadros bailaba de maravilla
Ella

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Nuestra competencia lingüística incluye además el conocimiento de toda una serie de unidades léxicas
(palabras, expresiones, etc.) que integran el denominado lexicón.

En síntesis, tenemos un conocimiento tácito de los siguientes niveles:

Además del conocimiento del sistema lingüístico, es necesario un segundo tipo de conocimiento sobre
cómo usar las estructuras para llevar a cabo las distintas funciones comunicativas. Así, por ejemplo,
algunos estudiantes extranjeros de español cuando quieren pedir alguna bebida o comida utilizan
enunciados del tipo: ¿Puedo tener un café con leche, por favor? Desde el punto de vista gramatical la
oración es correcta, pero ningún nativo pide un café con leche así. Lo normal es decir: Un café / ¿Me pone
un café? / Ponme un café, etc. En un orden parecido de cosas, el uso de las fórmulas de tratamiento, de
cortesía, etc. debe ser utilizado de manera adecuada so pena de poner en peligro la adecuada interacción
entre los interlocutores. A este tipo de competencia se la denomina competencia comunicativa.

El conocimiento lingüístico y la competencia comunicativa son fundamentales para utilizar una


lengua, pero pueden no ser suficientes. Supongamos dos secuencias como las siguientes:
El lateral derecho forzó el fuera de juego con lo que no se puede hablar de gol anulado

El sobrero rompió la dulzura de la corrida. De mala catadura, se emplazó nada más saltar a la
arena. Yiyo ordenó a los peones que se taparan y fijó su descompuesta embestida con unos
capotazos eficaces.

En el primer caso, alguien que no esté familiarizado con el deporte del fútbol tendrá dificultades para
entenderla con independencia de que conozca el significado de las palabras y reconozca la oración como
gramatical. En el segundo, la situación es análoga si se desconoce el ámbito de las corridas de toros. Para
comprenderlas es necesario un determinado conocimiento del mundo.

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Podríamos sintetizar gráficamente estos tres conocimientos así:

3.2. LA COMPRENSIÓN DEL LENGUAJE


Generalmente la comprensión del lenguaje tiene lugar muy rápidamente y de manera automática, en la
que el receptor apenas si puede influir. Se trata de un proceso muy complejo que se divide a su vez en
diferentes sub-procesos que actúan de manera simultánea. Estos procesos son los siguientes:
o Reconocimiento del habla. El habla normal es fluida, rápida y sin pausas entre las palabras. La
señal acústica es, pues, continua, como se puede apreciar cuando se escucha una lengua que no se
conoce. El oyente tiene que segmentar de ese continuo sonoro las unidades significativas. Además,
no hay dos emisiones de la misma secuencia que sean exactamente iguales. No solo dos hablantes
distintos pronuncian las mimas secuencias de manera distinta, sino que incluso un mismo hablante
sería incapaz de repetir lo dicho de manera exactamente igual. A ello se añade la gran variabilidad
de la pronunciación en función de las circunstancias, ya sea porque el hablante está acatarrado,
agitado, porque masca chicle, etc. Ante tanta variabilidad objetiva, la pregunta es ¿cómo
consiguen los hablantes equivocarse tan poco en la identificación? Dicho en otras palabras, ¿cómo
reducen tantas variantes a invariantes? Una de las razones es que explican esta capacidad es que la
comprensión de las secuencias no es solo un proceso de identificación sonido a sonido hasta llegar
a la palabra (proceso de abajo a arriba o bottom up), sino que también interviene el proceso
contrario (de arriba abajo o top-bottom), es decir, dado un contexto, nos servimos de las
expectativas que este propicie en función de nuestro conocimiento del mundo. Así se ha
comprobado en algunos experimentos en los que se omitía un sonido de una secuencia y se pedía a
los hablantes que la interpretaran.

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Dadas las secuencias:
Fotografiaron la #ata de la mesa
Fotografiaron la #ata del médico
Fotografiaron la #ata de refrescos
Fotografiaron la #ata de la alcantarilla
los hablantes interpretaron respectivamente pata, bata, lata y rata.

o Reconocimiento de las palabras. En una conversación normal los hablantes pueden emitir unas
150 palabras por minuto. Esto significa que el oyente tiene que “buscar” entre 2 y 3 palabras por
segundo en su lexicón mental. ¿Cómo es posible que lo hablantes puedan llevar a cabo este
proceso tan rápidamente? Uno de los modelos que se han propuesto, denominado modelo de
cohorte, sugiere que una vez escuchado el primer sonido de una palabra, se activan en el lexicón
mental todas las que comienzan por él; al escucharse el segundo, se activan todas las que
comienzan por esos dos, y así sucesivamente, de manera que, antes de acabar la palabra, el oyente
la tiene prácticamente identificada.

/b/ barco /bo/ bote /bol/ boleto /bola/


bello bono bolo
bizco bola bola bola
bola bosque bolera
busto bollo boludo
… … …

o Comprensión de la oración. Cuando escuchamos un enunciado oracional, inconsciente y


automáticamente analizamos su estructura para poder interpretarla. Al igual que en el
reconocimiento de palabras, el análisis va sucediéndose a medida que se perciben las palabras de
la secuencia. En algunos casos el análisis puede plantear problemas y es necesario volver a
analizar la oración para asegurarnos de cuál es la interpretación correcta. Por ejemplo, si
escuchamos:
Asesino sentenciado a ser ejecutado por segunda vez

podemos, en un primer análisis, asociar el complemento que indica la frecuencia al verbo ejecutar,
pero eso se contradice con nuestro conocimiento del mundo por el que sabemos que solo se muere
una vez. El segundo análisis nos lleva a relacionar el complemento con el verbo sentenciar.

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En el mismo orden de cosas, enunciados como:


El gato está siendo perseguido por el ratón

Exigen mayor esfuerzo en la interpretación que:


El ratón está siendo perseguido por el gato

o Interpretación de los enunciados en su contexto. Además del reconocimiento de sonidos, la


identificación de palabras y la comprensión de oraciones, es necesario tener un conocimiento que
permita relacionar el significado de la secuencia con su interpretación en un determinado contexto.
Así un enunciado como: ¿Puedes pasarme el pan? no debe entenderse como una pregunta sino
como una petición.

Gráficamente, podemos completar el esquema anterior:

3.3. LA PRODUCCIÓN DEL LENGUAJE


En la producción del lenguaje se distinguen los siguientes procesos:
o Pensamiento y planificación. Cuando el hablante piensa y planifica un enunciado, tiene que tomar
una serie de decisiones sobre qué contenido transmitir y cómo organizarlo. Un orador que
comenzase una conferencia con el enunciado:
Chomsky argumentó que…

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ha de asumir que su auditorio sabe de quién está hablando. De lo contrario, seguramente hubiera
optado por una formulación alternativa del tipo:
A finales de la década de los cincuenta, un lingüista estadounidense llamado
Noam Chomsky argumentó que…
En otras palabras, los hablantes tienen que valorar el nivel de conocimiento del tema de sus
interlocutores.

Así mismo, deben decidir en qué orden presentan la información. Generalmente se sigue un orden
cronológico, esto es, lo que sucede primero se menciona primero y así sucesivamente. Los oyentes
asumen esto también. Así en: Se quedó embarazada y se casó el embarazo es previo a la boda,
mientras que en: Se casó y se quedó embarazada la boda es anterior al embarazo.

Que la planificación es un proceso real se aprecia también en las pausas y vacilaciones en la


expresión de los mensajes. Hay, pues, un mensaje pre-verbal, que se va configurando
paulatinamente.

o Formulación
 Codificación gramatical. Los lapsus linguae que cometen los hablantes nos dan una pista
sobre cómo funciona la codificación gramatical. Supongamos un enunciado como:
Puso demasiado café en el azúcar
En este enunciado, algo ha ido mal. Sin duda, el hablante sabía lo que quería decir, esto es,
que alguien puso demasiado azúcar en el café, pero a la hora de codificar sintácticamente el
mensaje pre-verbal ha alterado involuntariamente la posición de dos elementos. En los
mensajes pre-verbales, el hablante maneja una serie de conceptos que activan las palabras
asociadas a ellos en el lexicón mental. Supongamos que el hablante quiere decir que ‹Julio le
da a su novia un libro de arte›. El mensaje pre-verbal podría representarse como:
DAR [JULIO, SU NOVIA, LIBRO DE ARTE]
El concepto DAR activa la entra léxica del verbo dar, el cual exige para completar su
significado alguien que dé, algo que se da y alguien a quien se le da. Estos tres huecos son
completados por Julio, su novia y un libro de arte, pero en el proceso de codificación
gramatical puede haber una equivocación no intencional en la asignación de los elementos a
los huecos: Julio dio su novia a un libro de arte

 Codificación fonológica. Al igual que en la codificación gramatical, en la codificación


fonológica se producen lapsus linguae del tipo:
Un vasco frerde por un frasco verde
Un rato pojo por un pato rojo

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por lo que parece que hay una codificación en sílabas, grupos consonánticos y sonidos en los
que se pueden producir anticipaciones o cambios de un sonido por otro

o Pronunciación
Una vez concluida la codificación fonológica se
lleva a cabo a articulación de los sonidos. Es este
un proceso muy complejo en el que el cerebro
debe trasmitir órdenes a los músculos a una
altísima velocidad y con una gran precisión.

Resumiendo gráficamente lo visto en estos tres apartados, tendríamos:

4. LA LINGÜÍSTICA
El número de cuestiones que se podrían suscitar sobre el lenguaje es prácticamente ilimitado. Para el
ciudadano de a pie, las preguntas tienen que ver generalmente con cuestiones de norma lingüística, por
ejemplo, cómo se conjuga el verbo abolir, cuándo se utilizan por qué, porqué, por que y porque; deben
llevar o no acento los pronombres demostrativos, cómo se usa adolecer, etc. En realidad, estas cuestiones
de gramática normativa no constituyen la preocupación fundamental de los lingüistas. El objeto de la
lingüística es más la descripción y explicación de los hechos del lenguaje que su reglamentación.

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También al hombre de la calle le interesan con frecuencia cuestiones de política lingüística como los
conflictos de lenguas o la discriminación por el lenguaje. Un tema como el sexismo lingüístico es habitual
en las páginas de opinión de los periódicos.

Al margen de norma y cuestiones de sociología del lenguaje, la curiosidad sobre el lenguaje suele
referirse a variaciones dialectales, etimologías, neologismos y otros aspectos muy frecuentemente de corte
anecdótico.

Desde otro punto de vista, el interés por cuestiones lingüísticas se centra más en aspectos léxicos y
gramaticales cuando se aprende una lengua extranjera. Un aprendiz de español preguntará, por ejemplo,
qué diferencia hay entre un poco de pan y poco pan; entre el imperfecto y el indefinido; entre saber y
conocer, entre más de y más que o entre el subjuntivo y el indicativo.

El espectro de preguntas que se hacen los lingüistas es amplísimo y va desde lo muy abstracto a lo muy
específico, desde preguntarse, por ejemplo, cuáles son las características lingüísticas presentes en todas las
lenguas humanas, esto es, los universales lingüísticos, a estudiar los usos del verbo dar; de intentar explicar
por qué y cómo se produce el cambio lingüístico a ver la evolución de la f inicial latina en las lenguas
romances; de intentar explicar cómo se produce la adquisición de la lengua o lenguas maternas en los niños
a ver cuándo aparece el plural en el habla infantil; de explicar cómo es posible que nos entendamos en una
conversación cotidiana cuando muchas decimos lo contrario de lo que queremos decir y somos entendidos
perfectamente, a desenmarañar los uso de una palabra como bueno como operador discursivo.

La lingüística intenta responder


a estas y otras muchas preguntas. Su
tarea no es otra que el estudio
científico de la facultad humana del
lenguaje. Al ser este tan amplio y
polifacético, esta disciplina se
subdivide a su vez en otras. La
primera división que suele
establecerse es entre:

o Lingüística interna, que se ocuparía de la descripción de la estructura de las lenguas, de los niveles
en los que se articula, de las unidades que los integran y de los principios que rigen su
funcionamiento. En nivel ulterior de abstracción debería determinar qué elementos son comunes a
todas ellas y qué espectro de variación es posible. En la lingüística interna se integrarían
disciplinas como:

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 Fonética y Fonología, cuyo cometido es el estudio de los sonidos del lenguaje.


 Morfología, encargada del estudio de la estructura y formación de las palabras.
 Sintaxis, dedicada al estudio de las combinaciones de palabras.
 Semántica, ocupada del estudio del significado.
 Pragmática y Análisis del Discurso, orientadas al estudio del uso del lenguaje.

o Lingüística externa, que se ocuparía de poner en relación el estudio del lenguaje con el de ámbitos
externos a él tales como la sociedad, la cultura, la historia, el cerebro, etc., así como de su
aplicación. En la lingüística externa se integrarían, entre otras, disciplinas como:
 Sociolingüística, que estudiaría la variación lingüística.
 Lingüística Histórica, que estudiaría el cambio lingüístico.
 Psicolingüística, que estudiaría la percepción y producción del lenguaje, así como el
proceso de adquisición.
 Neurolingüística, que estudiaría las relaciones entre lenguaje y cerebro.
 Lingüística aplicada, que estudiaría la aplicación de los conocimientos sobre el lenguaje y
las lenguas a campos como la enseñanza de lenguas, la traducción, la planificación
lingüística, etc.

Referencias bibliográficas
MOUNIN, Georges (1974 [1968]): Claves para la lingüística. Barcelona: Anagrama.
PINKER, Steven (2007 [1994]): The language instinct. New York: Harper Perennial.

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