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Así es como lo describen todos los supervivientes y vecinos el desenlace del accidente de un avión
comercial de la compañía Aeroméxico que se desplomó esta tarde en la capital de Durango, que está
al norte del país de México. Poco antes de las 16.00 (hora local) el avión despegó con el rumbo
hacia la preciosa Ciudad de México en medio de una fuerte tormenta. Minutos después, perdió el
control y cayó todavía dentro de los terrenos aledaños al aeropuerto Internacional Guadalupe
Victoria, pero fuera de la pista. El accidente, gracias a Dios, no provocó ningún fallecido entre los
103 pasajeros y entre los cuales se encontraba un sacerdote mexicano que regresaba de una estancia
en el vecino país de Estados Unidos.
En un comunicado que se ha dado a conocer en el día de hoy y que ha sido difundido por la
Asociación Sindical de Pilotos Aviadores (ASPA) se dice que “El avión iba despegando y hubo una
condición en donde el piloto decidió quedarse en la pista. Hay una diversidad de posibilidades que
pueden generar el aborto de despegue como una falla de motor, un viento arrochado o la falla de
otro sistema como el hidráulico o eléctrico. Los pilotos hicieron todo lo que estaba en sus
adiestramientos para efectuar una maniobra de este tipo con la mayor seguridad posible”.
Todavía es pronto para saber qué pasó exactamente. Para todo ello deberemos esperar hasta que se
publique el dictamen definitivo de la autoridad aeronáutica civil el cual podría tardar hasta 10
meses. El Gobierno mexicano ha creado por su parte una comisión especial para investigar las
causas del accidente, que contará con la participación de la Junta Nacional de Seguridad del
Transporte de Estados Unidos y el fabricante brasileño Embraer.