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Poetas decapitados
La agrupación literaria fue ampliamente influenciada por los poetas europeos durante el siglo XIX,
la mayoría pertenecía a la clase alta de la época y hoy sus obras han sido utilizadas como letras
de canciones.
Nació en 1890, Humberto Fierro fue un quiteño corresponde a la más elaborada de la corriente
moderna de Ecuador. Correspondía una familia burguesa que eran dueños de haciendas en
Cayambe. Su educación se desarrolló de forma normal y en la etapa adulta se hizo cargo de las
haciendas familiares. Murió en 1929 y fue el poeta que vivió más tiempo del grupo de los poetas
decapitados.
Nacido en 1892 en Quito, Arturo Borja tuvo 15 hermanos, su infancia fue muy dolorosa por tantos
hermanos en la familia y el carácter estricto y fuerte de su padre, contribuyendo al desarrollo de
su personalidad depresiva. Hizo algunos cursos de literatura en París. Escribió textos en francés.
Muere a escasos 20 años por una sobredosis de morfina
Nación en Guayaquil en 1891 en una familia acomodada. La primaria la hizo en su natal ciudad y
luego se trasladó a Quito. Padecía una neurosis que calmaba con morfina. Hizo una buena
amistad con Arturo Borja, pero siempre sintió hastío y soledad por la vida. Muere a los 36 años en
Quito.
Era el único de los poetas decapitados que no pertenecía a la burguesía, sus obras fueron las
más oscuras y negativas. En 1899 nació en Guayaquil, fue una persona autodidacta. Se aduce su
peculiar carácter porque vivía frente a un cementerio. Murió dramáticamente frente a la mujer que
amaba.
Humberto Fierro
(Quito, 1890 - 1929) Poeta ecuatoriano perteneciente a la llamada «Generación
decapitada», compuesta por poetas de la aristocracia criolla. Hijo de una familia
acomodada, adquirió esmerada educación, y en las propiedades de sus padres dedicó
buena parte de su tiempo a la lectura de sus autores preferidos.
Junto con Arturo Borja, Ernesto Noboa Caamaño y Medardo Ángel Silva, Humberto Fierro conforma
el grupo de modernistas conocido como la «Generación decapitada» a causa del temprano
fallecimiento de sus miembros. Siguiendo los pasos del nicaragüense Rubén Darío, los
modernistas ecuatorianos rompen con las formas tradicionales de la poesía, renuncian a la
rigidez del verso medido y dan preferencia al ritmo interior; pero, sobre todo, reivindican
el ensueño, la fabulación y el entusiasmo como pilares de la creación literaria.
El laúd del valle (1919), que fue publicado en vida del autor, y Velada palatina, editado en 1949,
son los títulos que firmó Humberto Fierro, cuyo propósito fue elaborar un sistema estético
culto alejado de los referentes nacionales, del prosaísmo de un país sumido en la pobreza
y la corrupción política. Como la de Borja y Noboa, la poética de Fierro es la del
desencuentro de clase, la de la escisión entre su ensoñación aristocrática y su ciudadanía
mestiza.
Tu cabellera
Tu cabellera tiene más años que mi pena,
¡Pero sus ondas negras aún no han hecho espuma…!
Y tu mirada es buena para quitar la bruma
Y tu palabra es música que al corazón serena.
OFRENDA DE ROSAS
A Arturo Borja matamos la viril hipocresía
y laboramos lentos el gemido…
Recuerdo que te hallé por mi camino
como un Verlaine aún adolescente.
¡Y daba el signo de un fatal destino Y ahora la Luna de tu sistro agreste,
tu alma de estirpe lírica y ardiente! al visitar nuestro santuario frío,
da su color de lágrima celeste
en el cristal de tu crisol vacío…
Y ambos fraternizamos; que tus rosas
para todas las almas entreabrías,
¡haciéndote en las horas humildosas ¡Adiós, fuente perenne de quebranto!
dueño de todas las melancolías!… que volvías un Fénix mi rosal,
encantando las rosas sin encanto
cuando el encanto huía con el mal…
Quien volviera a tus ojos, en ofrenda,
la vida humilde que suspira y canta,
como el Rabí de manos de leyenda Duerme y reposa; que quizá es bueno
que antaño dijo a Lázaro: ¡Levanta! sólo el sueño sin sueño en que caíste.
¡La flor de espino y el laurel heleno
entremezclados en tu frente triste!
Evoco el sueño juvenil de un día
que, en el Claustro del Arte bien sentido,
La Generación de los 30
Corresponde a la penetración de la corriente socialista en nuestro país, corriente que no llega al poder
sino sobre todo al grupo de intelectuales, desde el que influyen notablemente en los sectores
populares y la sociedad en general. El indigenismo llega al Ecuador con la obra Plata y bronce de
Fernando Chávez, publicada en 1827, ella marcará el esquema de las obras de este período: los
explotadores -hacendados, curas, tenientes políticos- y los explotados -indios y montubios. Es una
literatura realista.
Se caracteriza por:
Incorporar en la narrativa al hombre diario y su tierra.
Se buscó definir, el sentido nacional de la cultura.
Esta búsqueda de una identidad se tradujo en un acercamiento a la condición humana del montubio,
el cholo, el indio, el obrero.
Estos personajes representan a grupos humanos.
La literatura quiere denunciar, protestar y reclamar por la explotación y la injusticiaLos escritores del
treinta, se rebelaron contra el lenguaje heredado de la tradición literaria española.
El tema central de la narrativa de los treinta es el Ecuador.
Se ha dividido a la generación de los 30 en dos grupos, de acuerdo con la situación geográfica:
El Grupo de la sierra: Lo componían los quiteños Jorge Icaza, Fernando Chávez, Humberto
Salvador, Enrique Terán y Jorge Fernández y los escritores que vivían en Cuenca y Loja: G.
Humberto Mata, Alfonso Cuesta y Ángel Felicísimo Rojas.
El grupo de Guayaquil: Integran este grupo los escritores Joaquín Gallegos Lara, José de la
Cuadra, Enrique Gil Gilbert, Demetrio Aguilera Malta y Alfredo Pareja Diez Canseco. Poco después se
integra Adalberto Ortiz.
BIOGRAFIA DE JOAQUIN GALLEGOS LARA
Nació con un grave problema en su columna vertebral, el cual produjo que sus piernas de atrofien
al punto de no poder caminar.
Dedico toda su niñez y juventud a llenarse de conocimiento, llegando a dominar diferentes idiomas
como el alemán, italiano, francés y ruso.
Por el año 1927 su personalidad y amplia cultura llamaron la atención a numerosos jóvenes que se
reunían en su casa a conversar con él.
Fue así como conoció a Demetrio Aguilera Malta, quien más tarde le presentó a Enrique Gil Gilbert,
y en poco tiempo nació entre los tres una inseparable amistad.
Producto de esta unión apareció en 1930 la obra “Los Que se Van”, que incluye varios cuentos de
los tres escritores amigos, y con la que se inició al realismo social en el Ecuador.
En 1943, como miembro del Partido Comunista que dirigía Pedro Saad formó parte de Acción
Democrática Ecuatoriana, organización política de oposición al régimen constitucional del Dr. Carlos
Alberto Arroyo del Río.
(Guayaquil, 1903-1941) Escritor ecuatoriano cuyos cuentos figuran entre los más
importantes de la narrativa de su país. Formó parte del Grupo de Guayaquil o Grupo de los
Cinco, acaso el más significativo movimiento del siglo XX para la evolución de la prosa en
Ecuador.
Cursó los estudios de derecho y fue profesor de la Universidad en su ciudad natal; ocupó
luego un alto cargo en la administración pública (1939). Sus ideas socialistas lo inclinaron
hacia una literatura de fondo social, de realismo dramático, en estilo cuidado y
musicalmente vigoroso.
En la narración breve se encuentran sus mejores logros; uno de ellos es Banda del pueblo,
incluido en su colección Horno (1932). Otros libros suyos de cuentos son Repisas (1931), El
amor que dormía (1930) y Guásinton: historia de un lagarto montuvio (1938). En la recopilación El
amor que dormía reunió cuentos publicados ya anteriormente: el que da título al libro
(1926), Madrecita falsa (1923), La vuelta de la locura (1926), Incomprensión (1926) y El maestro de
escuela (1929).
Como sus compañeros, José de la Cuadra mantuvo siempre un compromiso abierto con la
sociedad. Militante de la cultura popular, sus relatos intentan de diversas maneras
acercarse a la "naturaleza" misma del hombre común (Guásinton, 1938). Esta búsqueda
pasaría por la redacción de la novela Los Sangurimas, en 1934. La obra presenta la historia
de una familia campesina costeña que vive bajo su propia lógica patriarcal de comunidad
cerrada, dominada por relaciones incestuosas en medio de un clima asfixiante de violencia,
que genera un lugar inestable en términos de modernidad, justicia y civilización.
El relato, bajo la forma de una saga familiar que combina la experiencia de lo mágico y de
lo mítico, avanza hacia la destrucción de la comunidad montuvia en un clima determinado
por la locura del principal mandamás de la comarca. Este relato, según el crítico francés
Jacques Gilard, probaría que el universo mítico de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez,
y lo que posteriormente se denominaría realismo mágico, tenía antecedentes ilustres en la
tradición narrativa latinoamericana.
La crítica coincide en reconocerlo, además, como el intérprete del campesino de la costa,
tema que inspiró su ensayo El montuvio ecuatoriano (1937). La temprana muerte de este gran
narrador ecuatoriano cortó la carrera del que pudo llegar a ser una de las primeras figuras
literarias de Hispanoamérica.