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STOP AL ESTIGMA SOBRE LA

ENFERMEDAD MENTAL

Antonio Ramos Bernal


Stop al estigma sobre la enfermedad mental

© Antonio Ramos Bernal

ISBN: 978–84–9948–106–7

e-book v.1.0

ISBN edición en papel: 978–84–8454–965–9

Edita: Editorial Club Universitario. Telf.: 96 567 61 33


C/. Cottolengo, 25 – San Vicente (Alicante)
www.ecu.fm

Maqueta y diseño: Gamma. Telf.: 965 67 19 87


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Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro


puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico
o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier
almacenamiento de información o siste ma de reproducción, sin permiso
previo y por escrito de los titulares del Copyright.
A mi padre, por haberme trans-
mitido el sentido de la responsabili-
dad del que nació este libro.
Agradecimientos:

En primer lugar, agradecer a la Asociación de Estudiantes de


Sax por su apoyo en esta labor literaria.

Mi más sincero agradecimiento a Rosario, por la revisión de


este texto, y en general, a todos los profesionales del CRIS por su
colaboración en las entrevistas.

En último lugar, dejo a las personas que para mí son el cora-


zón de este texto. A ellos debo la comprensión del verdadero pro-
blema del estigma, son: M.ª Pilar, Baruc, Jorge, Francis, José,
Loli, Ramón, Araceli, J. Pascual, Juan Manuel, Ginés, M.ª Án-
geles.
ÍNDICE

Prólogo. ....................................................................................... 9
I. Introducción. ...........................................................................11
II. Concepto y consideraciones sobre el estigma. ..................... 15
III. Estigma de las personas con enfermedad mental. ............... 27
IV. El estigma en los familiares de la persona con enfermedad
mental........................................................................................ 41
V. Estigma en la sociedad. ........................................................ 47
VI. Mitos sobre la enfermedad mental. ..................................... 55
VII. El estigma de los profesionales. ........................................ 63
VIII. El estigma en los medios de comunicación. .................... 75
IX. ¿Qué es realmente la enfermedad mental? ......................... 89
X. Situación de las personas con enfermedad mental............... 101
XI. Sentimientos que provoca el estigma. .............................. 109
XII. La discriminación hacia la enfermedad mental. ...............119
XIII. La lucha contra el estigma. ............................................ 127
XIV. El estigma en el lenguaje y el pensamiento humano....... 139
XV. Introducción a la educación social sobre las enfermedades
mentales. ................................................................................. 147
XVI. ¿Qué puedo hacer yo por las personas con enfermedad
mental? .................................................................................... 163
XVII. Un mundo sin estigma. ................................................. 167
PRÓLOGO.

Cuando Antonio me propuso escribir este prólogo, tuve al mo-


mento dos sensaciones muy intensas. Una fue una gran responsa-
bilidad y otra, un honor.
Aún hoy mantengo estas sensaciones y, espero que ante el
gran libro que tenemos entre manos, “Stop al estigma sobre la
Enfermedad Mental”, pueda transformarlas en palabras.
En cuanto al contenido de este libro, pienso que es riguroso,
con datos y explicación de los mismos, con esos hechos que de-
finen situaciones que, como Antonio dice, hay “convicciones que
se sostienen aunque los datos no las apoyen” pero que explican
muchas veces algunos comportamientos que hacen del estigma
un hecho que está en la sociedad, en la familia, en los profesiona-
les y en las mismas personas con enfermedad mental.
Antonio plantea soluciones para mejorar y, si es posible, elimi-
nar el estigma. Pienso que su coherencia es adecuada y los princi-
pios generales de información y formación que hemos aprendido
muchas familias, así como la resolución de problemas, nos hacen
mejorar la percepción de las personas con enfermedad mental,
en muchos casos eliminar el estigma que hay en ellos y, además,
lograr evitar la discriminación que acompaña al mismo.
Cuando leí el libro, no pude por menos el establecer compara-
ciones, análisis y discriminar si estaba o no de acuerdo con la tesis
que se planteaba. Yo, con mi pequeña dosis como responsable a
lo largo de algunos años del movimiento asociativo, también po-
dría hablar de algunos matices, aclaraciones o puntos de vista con
apreciaciones diferentes. Sin embargo, no creo que tenga relevan-
cia y es mejor que el lector enjuicie cómo el estigma discrimina a
las personas con enfermedad mental.
Lo que sí me gustaría hacer es destacar algún detalle que por
su relevancia es importante constatar. Primero, el hecho de que no
siempre ponemos a la PERSONA por encima de la enfermedad.

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Antonio Ramos Bernal

Por otro lado, no tenemos en cuenta lo que le pasa a esa persona


que tiene dicho problema. A mí hay una, de entre muchas cosas
que le pasan, que me gustaría destacar: el SUFRIMIENTO.
A lo largo del libro y en el capítulo dedicado a él, he visto
ejemplos ya conocidos que inducen a ese sufrimiento y otros que
me habían pasado desapercibidos. Ahora he encontrado la verda-
dera dimensión de lo que siente una PERSONA con enfermedad
mental, y esa sensación es algo que tenemos que eliminar.
Quisiera hacer referencia también al capítulo que Antonio ha
dedicado al estigma en los medios de comunicación. Comparto
con él la opinión de que para llegar a la desestigmatización hay
que contar con el apoyo de los medios de comunicación. Ellos, que
también forman parte de la sociedad, contribuyen de una manera
muy importante a la formación de la imagen social de la enferme-
dad mental. Y si bien es cierto que nosotros, como movimiento
asociativo, tenemos que cuidarles y mantener una buena relación,
también los periodistas deben procurarnos una especial atención
porque, y estoy convencido de que son conscientes de esto, sus pa-
labras, sus textos y sus imágenes tienen repercusión en la opinión
pública hasta tal punto que, en ocasiones, es inconmensurable.
No se me ha olvidado la segunda cuestión, la referente a que
para mí es un honor prologar el libro. Me parece que alguien que
supera el estigma y se pone delante de todos a plantear los pro-
blemas de su enfermedad y en particular el estigma asociado a la
misma, es alguien al que uno debe un gran respeto. Y si además
es un ejemplo de superación de la enfermedad, más aún teniendo
en cuenta los claroscuros que la misma ocasiona, me parece digno
de admiración y alguien al que hay que, ante todo, respetar. De
ahí mi agradecimiento.
Espero que el libro sirva para despejar dudas, aclarar concep-
tos, enfrentarse a tabúes y eliminar mitos a fin de que todos enten-
damos que es una enfermedad y que, si se siguen algunos pasos
más o menos complicados, puede recuperarse a las personas.

Un fuerte abrazo.

José María Sánchez Monge, presidente de FEAFES.

10
I. INTRODUCCIÓN.

“Cuando hablamos de atención comunitaria y comprendemos


que la sociedad es necesaria en el tratamiento de la enfermedad
mental, no tiene mucho sentido ocultar nuestra enfermedad. De
otro modo, ¿cómo podemos recibir ayuda de ellos?”.

Es bien conocido que los libros suponen un viaje para el lec-


tor. Tal vez nuestro origen sea la indiferencia, y tal vez, nuestro
destino sea la comprensión. Lo que sí es seguro es que este libro
transformará la percepción que una persona puede tener sobre la
enfermedad mental. No sé en qué grado, pero intuyo que esta
palabra, desconocida para muchos de nosotros, se va a convertir
en un cuerpo de conocimientos que se opondrá a lo que todos
entendemos por enfermedad mental.
Parece ser que uno de los primeros problemas con los que
debe tratar un escritor es utilizar una cantidad reducida de pala-
bras para tratar temas excesivamente complejos. Este es el caso
que nos ocupa. El tema tratado en este libro podría plasmarse
en multitud de libros y, aun así, el esfuerzo de síntesis necesario
provocaría un conocimiento imperfecto sobre este problema. Y es
que uno nunca encuentra palabras suficientes para hablar de los
sentimientos que operan en la asombrosa mente humana. A pesar
de lo expuesto, eso es lo que intentaré transmitir en este libro.
Hablar sobre una enfermedad mental concreta puede lograr-
se a través del lenguaje científico. De hecho, existen multitud de
manuales que hablan sobre todas y cada una de las características
conocidas de las enfermedades mentales. Sin embargo, es muy
distinto hablar de las personas con enfermedad mental. Al hablar
de cada uno de nosotros debemos hacer un esfuerzo de abstrac-
ción de todo el conocimiento referido a la enfermedad mental y
aplicarlo a la persona específica.
Esto se conoce como relatividad de la enfermedad mental, y
nos lleva a deducir que cada persona con enfermedad mental es

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Antonio Ramos Bernal

totalmente diferente de cualquier otra, a pesar de que compartan


la misma patología. Es sobradamente conocido que no existen
dos personas iguales. Es una tesis que no necesita demostración
empírica. Por ello nunca podremos decir que una persona con
enfermedad mental es representativa de una enfermedad, ni que
todas las personas que comparten una enfermedad son de una
manera u otra. La enfermedad es un concepto necesario para la
ciencia, pero lo cierto es que deja de ser absoluto cuando entra en
la vida de una persona.
Sentados los fundamentos de la desigualdad que caracteri-
za a las personas, comencemos por hablar de las enfermedades.
Parece apropiado, en este momento, establecer la magnitud del
problema. Se ha demostrado por métodos estadísticos que entre
un 15 y un 20% de la población de las sociedades occidentales
padece o padecerá una enfermedad mental. Existen multitud de
enfermedades mentales, las más extendidas serían: esquizofrenia,
trastorno de personalidad, trastorno bipolar, trastorno obsesivo-
compulsivo, depresión, etc.1 Todas y cada una de ellas suponen
un problema realmente grave para la persona. Pero este problema
no viene referido únicamente a las características propias de la
enfermedad. Además, la sociedad que gira en torno de la persona
tiene un efecto directo sobre su bienestar.
Muchas personas me han preguntado a raíz de escuchar el tér-
mino: ¿qué es el estigma? A pesar de tratarlo detenidamente en
el libro, diré que “estigma es cuando vas en un autobús con un
compañero y él te pregunta ¿qué enfermedad tienes? Esquizo-
frenia. ¡No!, no lo digas alto a ver si nos oye alguien”. Eso es el
estigma. El miedo que nace en nuestra mente a que alguien sepa
que tenemos esta u otra enfermedad mental. De manera que la
persona con enfermedad mental no tiene que luchar, únicamente,
contra su enfermedad. Desafortunadamente, ésta ha aparecido en
su vida como algo no deseado. Sin embargo, también tenemos
que afrontar el rechazo que viene asociado al hecho de padecer
una enfermedad, lo cual es una característica implícita de la en-
fermedad.
De manera que no puede hablarse únicamente de los síntomas y
efectos de la enfermedad. El tratamiento y la rehabilitación tienen

1
El lector puede consultar el DSM-IV-TR para profundizar en todas y cada una
de las enfermedades mentales clasificadas.

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Stop al estigma sobre la enfermedad mental

que incluir necesariamente el estigma como parte de él. ¡Sí!, que


la persona adquiera habilidad para confrontar el estigma puede
ser tan importante como tomar la medicación adecuada. La adhe-
rencia al tratamiento provoca una solucionabilidad que debe com-
pletarse con otras materias que influyen directamente en aspectos
fundamentales de la vida de la persona con enfermedad mental.
Y es que, el estigma, afecta directamente al rol social de la
persona. No es que simplemente queramos luchar contra una opi-
nión inadecuada o errónea. El concepto de estigma también afecta
directamente a la integración laboral del individuo, sobre todo,
cuando se hace fuerte en la mente del empresario. Como demos-
traremos en este escrito, el estigma expande sus brazos a zonas
que afectan directamente a la felicidad del individuo.
La felicidad es algo que olvidamos cuando nos diagnostican
una enfermedad mental. Ni siquiera es percibido por los profesio-
nales como una meta que se deba alcanzar, debido sobre todo a la
gran cantidad de problemas que se les plantean. No obstante, el
estigma alimenta las fuentes de infelicidad de la persona que tiene
esta clase de patologías. Ya lo veremos en el capítulo dedicado a
examinar los sentimientos que operan en nuestra mente. Entonces
comprenderemos la importancia de esta afirmación.
Parece que en nuestra sociedad existe un miedo manifiesto a
que una persona con enfermedad mental se cuele en nuestras vi-
das. Se comprende que estas personas necesiten tratamiento pero
la sociedad no quiere que se haga junto a ellos. Por eso existe
rechazo en algunas comunidades a crear centros vinculados al
tratamiento de la enfermedad mental. Sin embargo, todos estos
miedos, como demostraremos, son injustificados.
He querido dividir el libro en partes que analizan el estigma
emitido y recibido por los distintos agentes que intervienen en
el problema: personas con enfermedad mental, profesionales, fa-
miliares y sociedad. De ese modo, se analiza el pensamiento de
todos ellos. Sin embargo, no he querido ser exhaustivo y utilizar
las repeticiones comunes que existen en ellos. Así, he tratado el
problema como una suma de conocimientos, por lo que se obtiene
una visión de conjunto sobre este concepto.
Este texto también habla de sentimientos, y esto en nuestro
caso es capital, porque luchar contra el estigma es luchar por de-
fender una capacidad de sentir que todavía sigue existiendo, y

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Antonio Ramos Bernal

que, con el paso del devenir propio de la enfermedad, se va ha-


ciendo cada vez más sensible. El análisis de la experiencia de las
personas entrevistadas supone para el lector el juicio sobre el ni-
vel de dolor que puede existir en ciertas personas. Probablemente,
es el apartado más importante de este ensayo.
En el capítulo donde analizamos la situación de este colectivo
perseguimos el doble objetivo de hacer ver al lector la problemá-
tica global que aparece con la enfermedad mental. Esto supone
analizar una serie de problemas que se retroalimentan con el es-
tigma de la sociedad. Seguimos intentando formar una visión de
conjunto sobre la persona que tiene alguna de estas patologías.
Existen multitud de estudios que analizan esta situación. Sin em-
bargo, las reivindicaciones que se realizan parecen no encontrar
destinatario. Simplemente caen en el olvido y son enterradas bajo
montañas de papeles que no encuentran solución.
Como demostraremos, la discriminación es la fase final del
proceso asociado al estigma. Por ello, el capítulo que versa sobre
ella, intenta facilitar datos concretos sobre el rechazo social que
se padece. Se estudian todas las ramificaciones del mismo. De ese
modo, el lector entenderá la importancia de corregir el estigma,
en el sentido de que esta corrección también tiene su efecto direc-
to sobre la discriminación.
Los últimos capítulos están incluidos para orientar a personas
con enfermedad mental a comenzar el proceso de confrontación
del estigma con que tenemos que convivir. Es más bien una ra-
zón para ello. Las personas con enfermedad mental que gozan de
independencia y han conseguido superar la enfermedad no deben
olvidar a todas esas personas que tendrán que vivirla. De esa ma-
nera, presentamos la solidaridad como un acto necesario más que
algo voluntario.
“Un mundo sin estigma” está dedicado a todas estas personas
de las que reclamo acción. Llegará un día que estudiaremos el
estigma como parte de la Historia. Será un problema del pasado.
En definitiva es lo que se persigue con todo el proyecto que va
asociado a este libro…

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II. CONCEPTO Y CONSIDERACIONES SOBRE EL
ESTIGMA.

“Recuerdo el primer día que le comenté a mi profesora de


informática que tenía esquizofrenia. Ella me dijo: «¡Pero no me
harás nada ¿no?! Qué susto me acabas de dar». ¿Qué se supone
que debo pensar sobre esto? ¿Por qué doy miedo a una persona
que ni siquiera me conoce?”....

II.1. Introducción.

El orden natural de la exposición de este libro debe comenzar


por una descripción etimológica de la palabra estigma. El estigma
puede definirse como una serie de atributos que caracterizan a
una persona o grupo de personas y le hacen pertenecer a una
categoría social concreta. En nuestro caso, la pertenencia a la
categoría de “personas con enfermedad mental” añade, además,
una serie de connotaciones negativas que dan lugar al rechazo por
parte del grupo más amplio de nuestra sociedad. De manera que,
este colectivo pasa por ser “inferior”2 al resto de las personas que
no destacan en ninguna de las múltiples categorías o grupos de
estigma que existen.
Respecto a la etimología de la palabra estigma diremos, sim-
plemente, que fue creada por los griegos para poder señalar a
ciertos individuos que debían considerarse peligrosos. Sucesivas
civilizaciones añadieron sus propias creencias a la palabra y en la
actualidad sigue conservando su significado original, aunque en
realidad el concepto haya evolucionado.
Lo cierto es que la palabra estigma y los grupos o categorías
que determina son realmente muy numerosos. Hay categorías con
connotaciones negativas para los delincuentes, drogadictos, dis-
2
Es evidente que existe una relación directa entre los sentimientos de inferiori-
dad que existen en algunas personas con enfermedad mental, y el concepto de
inferioridad que la sociedad vincula a la enfermedad mental.

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Antonio Ramos Bernal

capacitados (tanto físicos como psíquicos), grupos raciales, etc.


De manera que la sociedad se “autoprotege” de las personas que
son diferentes, personas que para ellos no son “normales”3.
Ya que hemos nombrado la palabra “normal” profundicemos
en ella. El término normal, en sociología, viene referido a la po-
sesión de una serie de atributos que se consideran comunes
a las personas que pertenecen a un grupo determinado. De
manera que anormal sería todo aquel con alguna característica
que lo haga diferente y que no pueda incluirse dentro del conjunto
de atributos prefijados. En nuestro caso, el principal escollo que
encontramos para reducir el estigma sobre la enfermedad mental,
es comprender que estas personas también son normales.
Es este concepto de anormalidad lo que frena en seco las re-
laciones de las personas con enfermedad mental con el resto de
la sociedad. No obstante, no podemos considerar que todas es-
tas personas rechazadas sean iguales. Existe una variabilidad tan
grande que es difícil comprender que todas esas personas tengan
una enfermedad en común. Pero ya lo dijimos en la introducción,
no es lo mismo hablar de enfermedad mental que hablar de per-
sonas con enfermedad mental. ¿Por qué una persona con en-
fermedad mental no es normal? En primer lugar, se tiene la
extensa creencia, y empleo este término a sabiendas, de que el
cerebro de esa persona que no es “normal” no funciona igual que
el de una persona sana. En cierto sentido, esto es cierto, pero tam-
bién es falso.
Profundicemos en esas diferencias de pensamiento. Si bien,
una persona con esquizofrenia, durante su etapa de síntomas po-
sitivos4, tiene un comportamiento que no se corresponde con el
concepto tipificado que tenemos, también es cierto que con una
medicación adecuada, esta persona recobra esa deseada “normali-
dad” de la que hablamos. Pero ¿es que alguna vez fue anormal?
Si cada vez que alguien diverge de la media se califica como anor-
mal, entonces sería muy difícil encontrar seres humanos norma-
les. ¿Acaso una persona con cualquier otra enfermedad no es
normal?
3
En adelante escribiremos la palabra “normal” entre comillas, en ausencia de
un término más apropiado, a sabiendas de que el término normal no es válido
para apartar a la persona con enfermedad mental del concepto de ser humano
tipificado.
4
Síntomas positivos: delirios, alucinaciones, trastornos del pensamiento.

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Stop al estigma sobre la enfermedad mental

Con frecuencia nos olvidamos de que esa persona sigue te-


niendo sentimientos. Unos sentimientos que son atacados con-
tinuamente. La verdad es que luchar contra esa idea que tiene tu
entorno de que no eres “normal” y que eres un “enfermo” es una
experiencia aterradora. Uno siente que no es querido por nadie.
Entre otras cosas porque nada tiene que ofrecer. La gente empieza
a esquivarte. Uno siente que para ellos nunca volverá a ser el mis-
mo. En la mente de la gente que rechaza a las personas con enfer-
medad mental está bien grabada la idea de “anormalidad”. ¿Qué
puede esperarse de ese enfermo? ¿Cuánto tardará en cometer un
crimen? ¿Cuánto tiempo necesitará para volver a hacer lo mismo?
La esperanza de que esa persona, tarde o temprano, terminará co-
metiendo algún acto “anormal”, es lo que hace daño en la mente
de la persona con enfermedad mental. Por ello, es necesario que
la persona que padece una enfermedad mental aprenda a desvin-
cularse de esta serie de convicciones.
El atributo de “anormalidad” viene reforzado por toda una
serie de estereotipos5 que analizaremos en profundidad posterior-
mente. Éstos sugieren diferencias claramente perceptibles. Sin
embargo, en esta exposición general interesa nombrar algunos:
peligrosidad, crimen, violencia, impredecibilidad, etc. No pode-
mos soslayar que el concepto de “anormalidad” es necesario para
que la teoría psiquiátrica incida en estas diferencias para formar
un diagnóstico. Como veremos, el verdadero problema es que
esto trasciende de este propósito necesario.
El caso es que la aceptación de la enfermedad mental nos
coloca en un grupo gravemente estigmatizado. De ahí el fuerte
rechazo a la aceptación de la enfermedad, y causa también de la
falta de adherencia al tratamiento. Es muy conocida la frase de
“yo no estoy loco”. Esta palabra provoca cierta conmoción en la
mente de la persona con enfermedad mental. Es un agravio para
nuestro bienestar. Sobre todo, porque cuando se repite en nuestro
interior, o cuando la oímos, no estamos seguros de que realmente
no estemos locos. Es una duda que corroe nuestro interior. Es evi-
dente que nuestra vida no discurre por la locura, sin embargo, se
necesita tiempo para luchar contra este concepto que, de nuevo,
vuelve a plantearnos si realmente somos o no somos “normales”.
5
ESTEREOTIPO: dícese de la idea hecha o concepción, no fundada en datos
precisos, que es aceptada por los miembros de un grupo, sobre alguna persona
(Wikipedia).

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Antonio Ramos Bernal

El hecho de ser persona con enfermedad mental significa re-


chazo social. La verdad es que no somos aceptados por la amplia
sociedad. Pero aún es más aterrador ese sentimiento de vergüenza
provocado por ese rechazo. Sentimos dolor y arrepentimiento por
ese alejamiento que notamos del entorno. Sentimos vergüenza
por tener esa enfermedad. Incluso experimentamos la vergüenza al
confesar que tenemos una enfermedad. Es fácil nombrar la palabra
esquizofrenia en un libro sobre enfermedad mental, pero ¿ha pro-
bado usted a nombrarla ante una persona que acaba de conocer?
Todo lo concerniente a la enfermedad mental provoca un odio
bidireccional en la persona. La primera dirección es hacia el inte-
rior. La persona comienza, bien de manera repentina, o lentamen-
te, a odiarse a sí misma. Empiezan a nacer sentimientos de arre-
pentimiento, deseo de pertenecer a la “normalidad”, de ser como
era antes de la enfermedad. Todo ello da lugar a sentimientos de-
presivos. La persona se encuentra encerrada en un mundo donde
los pensamientos y sentimientos son casi siempre negativos. La
verdad es que esa persona se encuentra en una guerra cruel. Una
guerra en la que ella se encuentra desarmada. Una guerra en la que
casi todo son enemigos.
La segunda dirección es hacia el exterior. La persona, repenti-
namente, deja de comportarse como un ser social. En la mayoría
de los casos, el alejamiento es mutuo. De manera que el círculo
social de la persona se va cerrando. Sabemos de la motivación que
opera en la mente de la persona con enfermedad mental, ¿pero qué
hay de la persona que la rechaza? Aquí es donde surge de nuevo
el estigma y la condición de “anormalidad” forjada durante tantos
años. El entorno de esa persona deja de alimentar su bienestar, y
tal vez de manera repentina, el placer de vivir va disminuyendo.
Las ganas de salir y disfrutar, de buscar relaciones, de entablar
conversaciones, de beber unas copas, todo va desapareciendo y,
en su lugar, se instala un conjunto de pensamientos depresivos que
destrozan la poca felicidad que en un tiempo pudo haber alcanza-
do la persona.
Es cierto que más que “anormalidad”, en las personas que de
una manera u otra se relacionan con la enfermedad mental, surge
un pensamiento que desemboca en un término claramente des-
pectivo. Estamos hablando de la inferioridad. Pero es la misma
persona la que piensa que es inferior al resto. La eterna compara-

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Stop al estigma sobre la enfermedad mental

ción con el estado anterior y con el resto de personas, conforman


un núcleo de defensa que repite constantemente que no somos
personas como el resto. Que somos menos. Y no es que esto sea
una idea fugaz en la mente de la persona con enfermedad mental.
Es que hay hechos ciertos y demostrables que apoyan este pensa-
miento de autoaversión6.
¿Quieren algunos ejemplos? En primer lugar, la enfermedad
mental reduce la posibilidad de encontrar trabajo de manera drás-
tica7. Y esto no solo provoca un malestar psíquico sino, tal vez,
algo peor, que es el malestar económico8. Prácticamente no hay
recursos económicos para disfrutar y vivir. A esto pueden añadir-
se los propios problemas que provoca la enfermedad. Incluso po-
demos sumar a la ecuación los problemas familiares que surgen o
que ya existían de antemano. Existe rechazo del entorno amisto-
so. Surgen problemas legales. En fin, todo un cúmulo de elemen-
tos negativos que, sin demostración alguna, podemos inferir que
afectan al propio “yo” de la persona, degradándolo y alejándolo
del bienestar propio de nuestra sociedad.
Además, la persona con enfermedad mental no puede come-
ter los mismos errores que parecerían indiferentes en el resto de
personas. Es cierto. Nosotros debemos andar con cuidado por-
que nuestra conducta ya está bajo sospecha, estamos etiqueta-
dos. Esto genera desconfianza en la persona hacia el resto. Surge
un constante cúmulo de preguntas en el interior: ¿Habrá notado
algo? ¿Pensará que soy raro? ¿Lo he hecho bien? ¿Es esto propio
de la enfermedad o es algo normal? Sí, esta serie de preguntas se
repiten con frecuencia en nuestro interior. Constantemente debe-
mos luchar contra la enfermedad y contra la sociedad que nos ha
estigmatizado. Las personas que desconocen nuestra enfermedad,
a menudo, hablan de personas con esquizofrenia como si fueran
criminales. Como si todas las personas con esa enfermedad, tar-
de o temprano, fueran culpables de algún trágico suceso. No son
conscientes del daño que provocan. Un daño que tal vez algún día,

6
La autoaversión es un concepto que se utiliza para referirse al odio a sí mis-
mo. Está íntimamente relacionado con el autoestigma que trataremos poste-
riormente.
7
Sírvase del siguiente dato científico: aproximadamente el 70% de las perso-
nas con enfermedad mental están desempleadas.
8
De hecho ambos se retroalimentan.

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Antonio Ramos Bernal

en ellos, en sus descendientes, o en sus familiares, puede resurgir,


y entonces todo cambiaría porque ya no verían el mal desde lejos.
No es que hable de pensamientos de venganza o de deseo de mal.
Es que simplemente existen tantas cosas desafortunadas que pue-
den pasarnos que la sociedad en general y la persona en particular,
ignora y cree estar a salvo de todas ellas. Este pensamiento debe
conducir a la solidaridad que es, tal vez, el método más directo de
arrinconar el estigma. Por ello, este libro defiende la tesis de que
la solidaridad no es una opción sino una necesidad.

II.2. Hablar de nuestra enfermedad.

Me interesa resaltar aquí el tema de la argumentación9 con-


tra el estigma. Considero que un libro sobre este tema también
debe exponer cualquier intento de solución o, al menos, tratar de
marcar las pautas de búsqueda de esas soluciones. No obstante,
de forma general, diremos que hablar de la enfermedad mental a
cualquiera que no esté versado en este tema, provocará inmedia-
tamente una cadena de pensamientos negativos que darán lugar a
una transformación en el concepto que el oyente tenía sobre
nosotros. En ese caso, ¿debemos ocultar la enfermedad? Perso-
nalmente, creo que la sinceridad es el camino que debemos elegir.
Pero la sinceridad debe acompañarse de una serie de argumentos
positivos que desemboquen en la creación de un concepto posi-
tivo en la persona con la que compartimos este “secreto”. Es ob-
vio que si nombramos la palabra esquizofrenia, y no explicamos
qué es, entonces el oyente rellenará el vacío de conocimiento con
su propio saber.
¿Qué es lo que realmente sabe sobre la esquizofrenia? Pues
generalmente, la mente humana tan solo recuerda, a largo plazo,
las noticias sensacionalistas10 que claramente provocaron un im-
pacto en su mente. De manera que, tenemos dos opciones: o for-
mamos un conocimiento más exacto en el oyente o dejamos que
9
Una argumentación es un diálogo en el que un sujeto presenta una serie
de argumentos con los que pretende modificar la conducta de otro sujeto, de
forma que este último acepte la tesis propuesta por el primero.
10
El sensacionalismo es la forma de ser extremadamente polémico y querer
llamar mucho la atención. Esta palabra se suele referir a los medios informati-
vos que acusan de informar a menudo sobre asuntos chocantes o que llaman la
atención en lugar de asuntos relevantes o importantes (Wikipedia).

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Stop al estigma sobre la enfermedad mental

sea él quien mantenga ese conocimiento. Una vía provocará una


disminución del estigma, la otra simplemente no. De una manera
estaremos modificando una creencia, y de la otra simplemente
dejaremos que sea el oyente quien la fortalezca. Pienso que es un
hecho que no necesita demostración alguna.
Sinceramente, creo que el método más eficaz para luchar con-
tra el estigma es la difusión de información. Pero esta difusión
no puede provenir, como lo hace en la actualidad, de fuentes cir-
cundantes a las personas con enfermedad mental. La información
debe surgir de nosotros, de nuestros familiares, de los profesiona-
les y, en general, de todo el movimiento asociativo. Esto no debe
ser un “secreto” a voces. Debemos empezar a crear un conoci-
miento verdadero sobre la enfermedad mental, y somos nosotros,
como colectivo más numeroso, quienes debemos empezar a ha-
blar sobre nosotros mismos.

II.3. La visibilidad.

Hemos determinado anteriormente la importancia que tiene


para la persona con enfermedad mental la difusión de informa-
ción negativa respecto a su identidad social11. Lo cierto es que este
hecho tiene más importancia para unas personas que para otras.
Pero, en ningún caso podemos decir que esto sea insignificante
para nadie. El conocimiento que tienen las personas sobre uno
mismo dependerá de lo que conozcan anteriormente del estigma-
tizado y de lo que conozcan sobre el estigma que les caracteriza.
Sabemos perfectamente que son pocas las personas que alguna
vez han leído un manual sobre enfermedad mental, de manera que
el conocimiento sobre la enfermedad mental se torna casero. Este
conocimiento está mayoritariamente basado en rumores y noti-
cias que provienen de los medios de comunicación y de la charla
morbosa con otras personas. Son los ingredientes básicos para los
típicos errores humanos.
El problema no dejaría de ser un mero error humano olvidable,
si no afectara al bienestar de ese amplio 15-20% de la sociedad.
Como dijimos, no es que nos duela que hablen mal de nosotros
a nuestras espaldas, es que esa charlatanería desemboca en un

11
La identidad es la distinción de cualquier tipo entre cualquier persona, ani-
mal o cosa y sus semejantes.

21
Antonio Ramos Bernal

empleo precario, en un distanciamiento de nuestro entorno, en la


falta de amistad y amor. Se crea un entorno de dolor en nuestra
familia. Creo que he dado razones suficientes para que el lector,
ajeno al mundo de la enfermedad mental, comience a plantearse
la serie de consecuencias que puede tener una conversación erró-
nea sobre la enfermedad mental.

II.4. Hablar con las personas con enfermedad mental.

Es cierto que el estigma es mayor en personas que no tienen


contacto con la enfermedad mental. A mayor distancia mayor re-
chazo. Existen multitud de casos y personas que demuestran una
verdad oculta: “a medida que conocemos más a este colectivo,
disminuye el estigma propio de nuestra historia”. Lo cierto es
que la experiencia de tratar con personas con enfermedad mental
es grata. Si no lo cree, pregunte un día en la asociación de su ciu-
dad. El contacto directo con este colectivo favorece la disminu-
ción del estigma. Por ello es tan importante que nosotros mismos
comencemos a hablar sobre nuestra enfermedad.

“… a medida que las personas se relacionan en forma más


íntima ese acercamiento categórico va retrocediendo, y gradual-
mente la simpatía, la comprensión y la evaluación realista de las
cualidades personales ocupan su lugar”. Erving Goffman.

Es esta característica del estigma, este punto débil, el que de-


bemos explotar. Si nosotros empezamos a hablar de nuestra en-
fermedad, saldrán a la luz multitud de casos. La gente comenzará
a comprobar que la enfermedad mental es mucho más frecuente
de lo que creía. Y esto dará al traste con la mención en los me-
dios de comunicación del tratamiento añadido de la enfermedad
mental. Es la vía más eficaz de buscar la “normalización” de la
enfermedad mental. Es nuestro camino.

II.5. El encubrimiento.

“No hagas de tu cuerpo la tumba de tu alma”.


Pitágoras de Samos

22
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

¿Acaso es necesario hablar de las consecuencias del encubri-


miento? ¿No está suficientemente demostrado lo negativo que
puede ser ocultar una enfermedad mental? Ocultar puede sig-
nificar disfrazar la verdad o simplemente contar una mentira. El
problema es que tarde o temprano la verdad acaba saliendo a la
luz. Al menos en la mayoría de casos. Es evidente lo que ocurre
cuando una persona accidentalmente acaba conociendo un caso
de enfermedad mental. Como no conoce nada certero sobre esta
clase de patologías, su subconsciente comienza a suministrarle
información. Dado que nadie se ha ocupado de formar a esa per-
sona en este tema, el complejo mecanismo de la mente humana
saca una serie de conclusiones espontáneas, por ejemplo: la per-
sona con enfermedad mental es peligrosa, mejor alejarse de ella,
no vamos a conseguir nada de ella, tal vez nos haga sufrir… Eso
es el estigma, y nace del desconocimiento y a él contribuye de
forma necesaria el encubrimiento.
El encubrimiento no solo favorece el estigma y los estereo-
tipos que lo conforman, sino que, también provoca un profundo
malestar en la persona. ¿Acaso desconocemos los sentimientos
que provoca cualquier cosa que queramos ocultar? ¡Sí!, ocultar
la enfermedad mental es doloroso. Es terriblemente doloroso. Se
mezclan sentimientos de vergüenza, de dolor, de arrepentimiento,
de impotencia. No puedo transmitir el dolor que supone esto pero
quiero resaltar que encubrir tu propio “yo” es algo que nadie de-
bería experimentar durante largos períodos de tiempo. Y mucho
menos aceptarlo como algo normal en la vida. Sin embargo, ocu-
rre. Es terrible estar en desacuerdo con tu vida y tu persona. Uno
no puede estar luchando continuamente contra sí mismo. En-
tre otras cosas porque es una batalla que tiene perdida. La persona
tiene que encontrar la manera de aceptarse y de quererse. Pero en
este hecho tiene una gran influencia el entorno. Y no me refiero
sólo a los familiares y amigos más cercanos. Me refiero a toda la
sociedad. Ser rechazado por una persona que no te conoce, sim-
plemente por tener una enfermedad mental, es un ingrediente que
fortifica el rechazo hacia uno mismo. Es darle la razón a ese lado
oscuro que intenta convencernos de que no somos “normales” y,
lo que es peor, que nunca lo seremos.
De manera que estamos tratando con un secreto. Un secreto
doloroso. Un secreto que a menudo significa vivir una doble vida.

23
Antonio Ramos Bernal

Estamos obligados a hablar de la enfermedad en dos términos


muy distintos. Esto significa proporcionar mucha información a
unos pocos seres queridos y, a la vez, suministrar poca informa-
ción a muchas personas. Es un sinsentido. Las consecuencias de
dicha ocultación van desde los sentimientos de culpabilidad por
engañar o disfrazar la verdad, a la ansiedad propia de la doble
vida. Sin embargo, nos vemos obligados a ocultar nuestra enfer-
medad, y esto es porque el estigma es lo suficientemente grave
como para merecerlo, porque provoca rechazo, discriminación,
alejamiento y, en definitiva, dolor.
Queda por determinar uno de los aspectos que considero más
importantes: la superación. Superar la enfermedad es aceptar-
la, y esto no puede conseguirse si tenemos que utilizar técnicas
de encubrimiento. Si nos arrepentimos y avergonzamos de no-
sotros mismos nunca superaremos la enfermedad. Y esto implica,
no solo vencer a los pensamientos que nos cuentan “lo que los
demás piensan de nosotros”, sino vencer a “lo que yo mismo
pienso sobre mi persona”. Una vez hemos aceptado esto, el res-
to del camino se vuelve ligero, y la vida parece retomar los cami-
nos propios por los que discurría antes de la enfermedad. Tan solo
nos queda entonces una batalla pendiente…

II.6. La identidad del “yo” de las personas con enferme-


dad mental.12

En el capítulo dedicado a analizar el estigma que las propias


personas con enfermedad mental tienen hacia sí mismos, deter-
minamos que casi todas ellas tienen un autoconcepto negativo
sobre su persona que lastra de manera contundente su grado
de felicidad y bienestar. No es necesario demostrar de forma
explícita este argumento. Basta con imaginar que la enfermedad
mental es un conjunto de hechos negativos que además destacan
por su carácter repetitivo.
Es decir, una de las características principales de la enferme-
dad mental es que, además de provocar disfunciones y discapaci-
12
Según Goffman la “identidad del yo” puede considerarse como el sentido
subjetivo de la propia situación de la persona. A lo largo de todo el texto ire-
mos desengranando algunas características sobre este concepto tomado de la
psicología. En realidad, ampliaremos incluso su definición. En este momento,
sin embargo, conviene familiarizar al lector con este término.

24
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

dades, genera una masa de pensamientos negativos que se repiten


con cierta frecuencia en la mente de la persona. Esta continua
repetición tan negativa puede aparecer espontáneamente o como
consecuencia de una señal exterior.
Uno puede estar tranquilamente tomando un café con los ami-
gos y comenzar a juzgarse si es o no es normal. Si conseguirá
encontrar novia. Si volverá a ser el mismo que era antes de la
enfermedad. Todo esto conforma una cadena de pensamientos
que provocan un profundo malestar. El caso es que todas estas
cadenas de pensamientos no tienen respuesta. Tal vez esto sea
lo más doloroso. Uno nunca encuentra bienestar interno, y esto
seguramente es porque todavía no ha comprendido cómo superar
la enfermedad.
Pero en este libro estamos hablando de las cadenas de pensa-
mientos que surgen de manera externa a la propia persona con en-
fermedad mental. Tratamos de comprender por qué la gente que
no tiene esta clase de patologías rechaza, de manera contundente,
a este colectivo. Esto también genera un profundo malestar en la
persona que vive esta experiencia. De hecho, este rechazo que
proviene del exterior significa un apoyo para el autoestigma, de
manera que ambos se alimentan.
Tal vez tengamos al alcance de la mano la solución para el
primer tipo de cadenas de pensamiento. Simplemente debemos
aprender a argumentar contra nuestra propia mente que la en-
fermedad mental es más débil que nosotros. Se trata de apren-
der a reformular positivamente13. Sin embargo, no podemos lu-
char contra el mismo tipo de cadenas que se producen en mentes
ajenas a nosotros. Y es ahí donde reside la lucha que persigue este
libro. Tratamos de demostrar que si nosotros mismos aprendemos
a superar la enfermedad, también es posible educar a la sociedad
sobre este aprendizaje y lograr el objetivo más importante para
nosotros: la integración total.

II.7. Conclusiones.

Las conclusiones que debemos sacar de este epígrafe es que te-


nemos que buscar las estrategias necesarias para fomentar el cono-

13
Básicamente la reformulación consiste en transformar los argumentos nega-
tivos en algo positivo.

25
Antonio Ramos Bernal

cimiento sobre la enfermedad mental. La estrategia es distinta


para cada persona que queramos informar. El concepto de seg-
mentación14 tan conocido en el mundo de la empresa ha queri-
do demostrar que las políticas comerciales no pueden ser iguales
para todos los sujetos. De esta forma, la política contra el estigma
también debe ser diferente en función del sujeto. Al final del libro
tenemos una breve explicación de este tema.
Interesa aquí demostrar que el encubrimiento lleva al estig-
ma, el estigma lleva al rechazo y el rechazo lleva a la infelicidad
de la persona. La transparencia de la información debe ser una
premisa clave en el comportamiento contra el estigma. Si bien es
cierto que existe un estudio que defiende la tesis de que “conocer
los síntomas de un episodio de esquizofrenia agudo creaba más
estigmatización que la etiqueta de "esquizofrenia"”, creo que no
es aplicable de forma global. No entraremos en discusiones sobre
si es peor o mejor ocultar información. Considero fundamental
la sinceridad y transparencia de la información. El autor tiene la
suerte de haber publicado un libro15 en el que narra las experien-
cias propias de un episodio de esquizofrenia. Lo cierto es que
hasta la fecha todavía no se ha producido ningún hecho negativo
al respecto. Todo lo contrario. Parece ser que transmitir la verdad,
en este caso, ha sido muy positivo.

14
La segmentación de mercado es el proceso de dividir un mercado en grupos
uniformes más pequeños que tengan características y necesidades semejantes.
15
Diario de una enfermedad mental, Antonio Ramos Bernal. Ed. ECU. 4.ª
Edición.

26
III. ESTIGMA DE LAS PERSONAS CON
ENFERMEDAD MENTAL.

III.1. Introducción.

Considero que el tema que voy a tratar a continuación es, sin


duda, muy delicado. Sin embargo, la sinceridad que debe carac-
terizar a este proyecto me obliga a demostrar al lector que in-
cluso las personas con enfermedad mental tenemos un lenguaje
estigmatizante hacia otras personas con enfermedad mental. No
es voluntario. Responde sobre todo al propio funcionamiento del
lenguaje y el pensamiento humano. Podemos llegar a pensar que
el propio cerebro induce a la persona con enfermedad mental a la
búsqueda de un oasis en ese gran desierto que es la enfermedad
mental. De manera que resaltamos el mayor nivel de gravedad
de otras personas, tal y como hacen los propios psiquiatras. De
hecho, comprender que la gravedad de nuestra enfermedad puede
ser mayor que en nuestro caso específico, supone una excusa para
que nuestro cerebro encuentre motivos para liberarse de la pesada
carga que supone la enfermedad. Es un hecho que no puede ne-
garse, tanto si se debe a la propia naturaleza humana como si es
debido a otra circunstancia.
Lo cierto es que las personas con enfermedad mental que si-
guen un tratamiento suelen estar relacionadas con otras personas
que comparten estas enfermedades. No es extraño que nosotros
mismos hablemos de los casos de otros usuarios. Pero es gene-
ralmente común que, al hablar de algún compañero, lo hagamos
también de su enfermedad. La diferencia es que nosotros hemos
aprendido de forma específica a ser comprensivos con esa en-
fermedad. De manera que, a pesar de repetir los errores caracterís-
ticos de la conversación humana, somos conscientes del dolor que
puede causar el estigma. Por ello, no vemos necesidad de alejar-
nos de esas personas. Sabemos perfectamente que los estereotipos,
que incluso nosotros mismos teníamos antes, son rotundamente

27
Antonio Ramos Bernal

equivocados. Por supuesto, esto también es característico de los


profesionales dedicados al tratamiento de la enfermedad mental.
De manera que podemos diferenciar, en general, el estigma
que teníamos antes de conocer la enfermedad mental, y el que
se forja una vez somos diagnosticados de una enfermedad men-
tal crónica. Supone un cambio radical. Debo aclarar que, para
aceptar que uno tiene una enfermedad mental, deben darse una
serie de pasos nada sencillos. Aceptar la enfermedad supone in-
teriorizar toda esa negatividad que englobamos en el concepto de
enfermedad mental. De hecho, muchas personas tardan excesivo
tiempo en comprender su nueva situación. Es realmente difícil.
Sobre todo, porque es el propio estigma el que nos empuja a ale-
jarnos de esa aceptación. Hemos de luchar contra ese concepto
conocido como autoestigma.
Es obvio que, cuando a uno le plantean un diagnóstico de es-
quizofrenia, su conocimiento al respecto es vago. Su mente le
empuja a inducir, inferir e incluso deducir pensamientos al res-
pecto. Pero no apoyándose en el lenguaje científico y en el cono-
cimiento, sino en su propia memoria. Obviamente, en la mayoría
de casos, el saber respecto a la enfermedad mental es imperfecto
y sobre todo está forjado en el error. Por eso provoca miedo, por-
que nos están comunicando que pertenecemos a esa categoría
de personas que tanto deseamos no ser.
Cuando me fue diagnosticada esta enfermedad mental conoci-
da como esquizofrenia, me negué a interiorizarla. No conocía nada
sobre ella. Sin embargo, sí sabía lo que era la locura, la enajena-
ción, la enfermedad mental. Había oído en numerosas ocasiones
historias sobre ella. Muchos crímenes habían desfilado ante mis
ojos en la televisión. Sabía lo que era un psicópata. Había visto
en más de una ocasión el interior de los hospitales psiquiátricos.
Las camisas de fuerza. ¿Qué era para mí la enfermedad mental?
Algo que por suerte no me afectaría. Sin embargo, a pesar de mi
fuerte convicción de que yo era “normal”, terminé por conocer a
mi nueva enemiga.
A la aceptación de la enfermedad contribuyó el alto grado
de sufrimiento y dolor que me habían provocado los delirios.
No sabía qué clase de enfermedad tenía, ni sus características, ni
sus síntomas, ni nada. Pero algo me decía que necesitaba ayuda.

28
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

Mucha ayuda. Por eso cuando me hablaron del CRIS16 fui intu-
yendo una pequeña salida a todo ese laberinto en el que se había
convertido mi vida.
Tardé varios meses en aceptar mi enfermedad. A ello contri-
buyó, sobre todo, las clases de educación en la enfermedad del
centro de rehabilitación de Villena. Allí aprendí que todos esos
pensamientos ilógicos que me habían invadido sin permiso, eran
producto de un desorden en los neurotransmisores17 que operan
en nuestro cerebro. De manera que, poco a poco, fui tomando
conciencia de que era posible. Comprendí que todo aquello que
había vivido eran experiencias comunes a otras personas. Encon-
trar sentido a la existencia de los delirios era comprender que
tenía enfermedad mental. Fue entonces cuando lo acepté.
Recuerdo los primeros días en el CRIS de Villena. Me de-
dicaba a observar. Siempre estaba intentando comprender y, so-
bre todo, aprender de las personas que estaban allí. La verdad es
que todos mis compañeros eran personas extraordinarias. Jamás
vi ninguna muestra de violencia. Eran personas que, a pesar de
haber sufrido experiencias realmente dolorosas, habían encontra-
do su pequeño refugio contra ese dolor. Sin embargo, la guerra
que mantenían con su propia enfermedad era interminable. Es por
ello que mi conocimiento sobre la enfermedad mental comenzó a
derrumbarse por completo. La verdad es que había demasiada va-
riabilidad en la gravedad de las enfermedades. Además, existían
diferentes enfermedades: trastorno bipolar, esquizofrenia, trastor-
nos de personalidad, depresión, trastorno obsesivo-compulsivo,
etc. También había distintos grados de inteligencia. La existencia
de tanta variabilidad hacía que uno se plantease la cuestión de si
todos podían agruparse en el mismo concepto. Todos tenían en
común una enfermedad mental grave pero relativa.
A pesar de toda esta variabilidad, como digo, nunca observé
comportamientos violentos. Ni siquiera leves. Al contrario. Esas
personas que tanto habían sufrido, a sabiendas de que seguirían su-
friendo en los mismos términos, eran personas que se esforzaban

16
Centro de rehabilitación e integración social.
17
Un neurotransmisor es una biomolécula, sintetizada generalmente por las
neuronas, que se vierte, a partir de vesículas existentes en la neurona presináp-
tica, hacia la brecha sináptica y produce un cambio en el potencial de acción
de la neurona postsináptica (Wikipedia).

29
Antonio Ramos Bernal

en gustar a los demás. Puede uno encontrar esa pizca de humani-


dad de la que tanto carecen esas personas “normales”. Estos com-
pañeros habían aprendido a reducir su enfermedad. Ellos estaban
por encima. Sin embargo, todos sin excepción, estaban clasifi-
cados en una categoría social discriminatoria. Pertenecían a ese
mundo que tanto les gustaría no haber conocido. En su interior se
libraba una batalla no solo contra su propia enfermedad, el mundo
exterior también se había conjurado contra ellos.
De manera que el concepto que uno tiene de una persona con
enfermedad mental una vez “conoce” es radicalmente distinto al
de una persona que no ha adquirido conocimiento al respecto. Eso
es lo que quiero transmitir. Tal vez, nosotros no tenemos ese gra-
do elevado de estigma porque hemos entrado en contacto con
otras personas con esas patologías. Conocer a todo el colectivo
de personas con enfermedad mental es un claro golpe al estigma.
Por ello, el escritor defiende la sinceridad y la charla desinteresa-
da sobre la enfermedad mental. Reconocer y aceptar nuestra en-
fermedad y no ocultarla a todo el mundo. Sabemos perfectamente
lo que ocurre cuando uno oculta la enfermedad, el resultado es el
estigma que existe actualmente, en nuestra mano está, por tanto,
la solución.

III.2. Introducción al estudio del autoestigma.

“Nadie puede querer a una persona que no se quiere a sí mis-


ma. De ese modo, el éxito de la lucha contra el estigma depende
de que las personas con enfermedad empiecen a quererse y pue-
dan demostrarlo a la sociedad. Sólo entonces habrá comprensión
y justicia. Sólo entonces el estigma dejará de encontrar este oasis
que existe en nosotros”.

En las entrevistas realizadas a los usuarios del CRIS, intenté


de forma específica averiguar el grado de conocimiento sobre el
estigma. Algunos no se lo habían planteado nunca de la forma que
se les expuso. No obstante, la mayoría, a pesar de no definir de
forma literal el concepto, sí que eran capaces de determinar los
rasgos globales del término. Destacaban, sobre todo, que el estig-
ma era la causa directa del rechazo que sufrían de la sociedad. Un
muro de piedra, decían algunos, “tras el que la gente se escondía

30
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

para no profundizar en relaciones personales con ellos”. Alguno


habló de un conjunto de señales que marcan a la persona. Como
vemos, no existe una descripción técnico-científica del término,
sin embargo, todas las personas entrevistadas conocen el estigma
como causa directa del rechazo que les afecta, y esto de forma
explícita quiere decir que el rechazo es intenso, generalizado,
grave y continuo.
También coincidieron la mayoría en que eran los medios de
comunicación los responsables de ese conocimiento y, por tan-
to, causa indirecta del rechazo. Por supuesto, “todos pensamos
que los datos recibidos de los medios de comunicación suelen ser
erróneos”. Personalmente pienso que no solo suelen ser erróneos
sino exagerados. Tal vez los medios no inventen las noticias, pero
sí las deforman, exageran y, sobre todo, concentran. De manera
que, la palabra esquizofrenia en los medios solo se escucha por
algún crimen o delito cometido. Esta percepción es común a to-
dos los usuarios.
La siguiente tabla extraída del estudio de la Comunidad de
Madrid nos permite analizar la cuestión mediante los tres concep-
tos que definen la ecuación del estigma:

CONCEPTO AUTO-ESTIGMA
Creencias negativas sobre uno mis-
ESTEREOTIPO mo (peligrosidad, incompetencia,
falta de voluntad)
Conformidad con las creencias y/o
reacciones emocionales (baja autoes-
PREJUICIO
tima, desconfianza sobre la propia
capacidad, vergüenza)
Comportamiento en respuesta al
prejuicio (falta de aprovechamiento
DISCRIMINACIÓN
de oportunidades de empleo y aloja-
miento, rechazo a buscar ayuda)

Veamos algunas manifestaciones explícitas del autoestigma.


En primer lugar, vemos que se producen sentimientos de desmo-
ralización, de vergüenza y en general, de disminución de la au-
toestima. Me viene a la memoria el recuerdo que tenía cuando iba
caminando por la calle, deseando no cruzarme con alguien que

31
Antonio Ramos Bernal

me preguntase por mi estado. Existe un dolor intenso que provie-


ne de la realidad que supone el avergonzarse de uno mismo. Esto
refuerza el aislamiento y dificulta la petición de ayuda. Existe un
fuerte rechazo a la enfermedad. En ocasiones se produce una falta
de asistencia a rehabilitación y, en general, una falta de expecta-
tivas de recuperación. Se suceden los conocidos sentimientos de
inferioridad y fracaso, de inutilidad, de incapacidad social. Sole-
mos pensar que no tenemos el mismo valor que una persona sin
enfermedad.
Lo cierto es que en el CRIS se trata de intervenir en esta per-
cepción de uno mismo tan deteriorada por la enfermedad mental.
Es cierto que la sola presencia de personas preocupadas por el
bienestar de uno es motivo de mejora inmediata. Uno empieza a
comprender que sí existen personas que se preocupan por él.
Además, la propia rehabilitación psicosocial que llevan a cabo
influye positivamente en la confrontación del autoestigma. Sim-
plemente la persona debe ser consciente de que es ella la que debe
volver a quererse a sí misma.
Contra el autoestigma es necesaria la aceptación de la enfer-
medad. A ello debe seguir la superación de la misma mediante
la autoafirmación18. Existen tres tipos de respuesta a la enfer-
medad: autoestigma, indiferencia y autoafirmación. Personal-
mente creo que existe una mezcla de los tres tipos, con distinta
variabilidad temporal. En breves palabras puedo decir que uno
siente indiferencia porque no comprende la situación, y sobre
todo porque no percibe la solución. Siente autoestigma porque la
enfermedad le sobrepasa, y porque en su mente todavía existen
prejuicios. Debe terminar el proceso con la autoafirmación por-
que esta es necesaria para concretar un equilibrio que le conduzca
a cierto bienestar psíquico.
Un estudio nos habla de que “… la aceptación de la enferme-
dad traía como consecuencia la pérdida de la sensación de domi-
nio… aceptar la enfermedad puede significar perder la capacidad
de enfrentarse a ella”. Por ello, la aceptación de la enfermedad tan
solo debe ser un paso más en el camino de la superación. Y ésta
solo se consigue, como veremos después, cuando uno compren-
de que la enfermedad simplemente es una parte no significativa

18
Afirmación o reforzamiento psicológico de las propias ideas, poderes y ha-
bilidades.

32
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

de su vida, y deja de sentirse avergonzado por ella. A esto puede


contribuir de manera significativa, el proceso de educación social
llevado a cabo por las propias personas con enfermedad mental.
Todo ello debe conducirnos a luchar contra ese pensamiento
generalizado de que “las personas con enfermedad mental somos
diferentes”. Mientras nosotros pensemos que “no somos norma-
les”, y por tanto “diferentes”, nadie nos tratará como a un igual,
sino como algo diferente, o incluso inferior. No podemos hablar
de “los demás” como personas diferentes a nosotros. Es un con-
cepto estigmatizante que nosotros mismos utilizamos en nuestra
contra.

III.3. ¿Qué creo que piensa...?

Estudiar lo que creemos que piensan las personas que nos ro-
dean puede darnos una idea de la percepción que tiene la persona
con enfermedad mental sobre su comunidad. Independientemente
de que después analicemos los propios sentimientos, es convenien-
te analizar las creencias que sobre el estigma existen en nosotros.

Lo que creo que piensa mi familiar.

Si estamos tratando el autoestigma no podemos dejar a un


lado lo que la propia persona cree que piensa su familia19 sobre
su enfermedad mental. Sobre todo porque influye en el propio
bienestar de la persona. Si bien es cierto que profundizaremos
en el estigma de los familiares, no quiero dejar pasar la ocasión
de mencionar algunos pensamientos de personas con enfermedad
mental.
Es razonable pensar que cada familia es diferente a la hora
de enfrentarse a la enfermedad mental. Sin embargo, existen al-
gunas similitudes. Por supuesto, el apoyo familiar es algo fun-
damental, y es resaltado con rotundidad por todos estos usua-
rios entrevistados que han tenido la suerte de contar con esos
familiares ejemplares. Algunas de las personas entrevistadas

19
Es importante hacer referencia al proceso de educación y entrenamiento de
las familias en las conocidas como “Escuelas de familia”. Son parte del plan
de rehabilitación psicosocial. Interesa volver a repetir al lector la importancia
que supone la familia como agente terapéutico.

33
Antonio Ramos Bernal

comentaron que no pueden hablar con libertad de la enfer-


medad en su casa. Es el caso de la familia que lucha de for-
ma equivocada con la enfermedad. No es sorprendente, pues
la naturaleza humana destaca por la existencia de compor-
tamientos radicalmente distintos para situaciones parecidas.
Algunos de los usuarios entrevistados observan que sus fami-
liares creen que la enfermedad mental no se cura. Es cierto que a
menudo, estas enfermedades suelen ser crónicas. Sin embargo, en
caso de que no existiese una cura completa sí que existen grados
de mejoría. Mi caso, y el de muchas otras personas es extrapola-
ble y utilizable como ejemplos concretos de mejoría. Lo cierto
es que a medida que se avanza en el tratamiento, tanto farma-
cológico como psicosocial, se van obteniendo mejoras notables
que chocan de frente con este pensamiento de incurabilidad de la
persona con enfermedad mental.
Es destacable también que muchos familiares carecen de for-
mación específica para luchar contra la enfermedad. Y no es por
la inexistencia de guías. Tal vez es un error pensar que no debe-
mos adquirir conocimiento a la hora de afrontar una enfermedad.
El desconocimiento, como vimos, es un pilar del estigma. El no
comprender la enfermedad no ayuda a la aceptación de la misma,
y además, contribuye a agravar el problema de la discriminación
que trataremos posteriormente. Como ejemplo de desconocimien-
to, debo hablar de un compañero que me comentó que su familia
pensaba que las recaídas de su enfermedad dependían de él. Para
él, la enfermedad mental era independiente de su voluntad. Y ese
rechazo que recibía de su familia es similar al que luego veremos
en la sociedad.

Lo que creo que piensan mis amigos.

La importancia de la amistad en el tema de la enfermedad


mental es capital. A menudo, los amigos son la única piedra sobre
la que apoyarse cuando tratamos de cruzar el río. Sin embargo, no
siempre se puede hablar libremente con un amigo de la enfer-
medad. Obviamente, y con la repetitividad por bandera, vuelvo a
comentar que esto es debido al estigma. Todos coinciden en que
sus amigos lo pasan mal con la enfermedad mental porque les
aprecian y no les gusta ver cómo sufren.

34
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

Varios de los usuarios entrevistados hablan de “conocidos”


más que de amigos. De hecho, los amigos con los que compar-
ten los momentos de ocio son, más bien, compañeros del CRIS.
Casi todos hablan de alejamiento cuando se les pregunta sobre
sus amigos. Algunos hablan de que sus amigos pensaron que eran
vagos, y no comprendieron que eran síntomas de su enfermedad.
Otros hablan directamente de alejamiento y distancia social radi-
cal de sus “antiguos amigos”.
Como ejemplo de distanciamiento del círculo de amistades
más cercanas dijo un usuario: “para mí existe un antes y un des-
pués de la enfermedad mental respecto a mis amigos. Con mis
amigos de antes ya no salgo. Saben que estoy deteriorado. An-
tes de venir al CRIS salía poco. Mis amigos actuales son los del
CRIS, aunque me hubiera gustado salir con mis antiguos amigos,
ellos ya no quieren saber nada de mí. Los amigos que se han
apartado de mí, lo han hecho porque no eran buenos amigos”.
Los buenos amigos, resalta un usuario: “no saben qué es la
enfermedad mental, no les importa la enfermedad mental, les im-
porto YO”. Esto es un ejemplo de esa humanidad que tantas veces
admiramos, que tan pocas veces hemos conseguido ver, y que
tanto perseguimos muchos de nosotros.
Examinando los dos ejemplos anteriores de comportamientos
opuestos, diremos que no siempre es así. Entre estas dos formas
de relación tan diferentes existe una amplia gama de actitudes.
Algunos tienen la tremenda fortuna de contar con esas personas.
Otros, sin embargo, tienen que luchar contra la cruda realidad del
rechazo. No obstante, el tratamiento psicosocial, o más bien, las
personas que conforman toda la estructura, incluidas las propias
personas con enfermedad mental, hacen de sustitutivo perfecto de
esos amigos que se alejaron. Tengo que decir, sin temor a equivo-
carme, que cuando un amigo se aleja, y otro se acerca, la persona
siempre sale ganando con el cambio pues dejó atrás a un mal ami-
go para encontrar un compañero con el que compartir su vida.
Un pensamiento común a los usuarios entrevistados era el
concepto de ser “raro”. Es una consecuencia del sentimiento de
diferencia, principal escollo en la lucha contra el estigma. Since-
ramente considero que las personas con enfermedad mental no
son diferentes del resto. Estas personas son tan normales como
el resto. El problema es que las personas sin enfermedad mental

35
Antonio Ramos Bernal

utilizan los términos que definen la enfermedad mental para hacer


explícita una diferencia. Por ello, la diferencia es lo primero que
acepta la persona a la que plantean un diagnóstico. Sin embargo,
no es una diferencia sino una mayor amplitud del concepto de
normalidad. Es algo demostrable aunque no pueda realizarse en
este ensayo.
La frase que analizaremos a continuación nos demuestra la
larga tarea que tenemos a la hora de luchar contra el estigma. El
principal escollo que encontramos es la propia persona con en-
fermedad mental y este ejemplo lo pone de manifiesto: “estamos
condenados a convivir con esta enfermedad toda nuestra vida”.
Si la propia persona piensa en la enfermedad como una condena,
no puede intentar convencer a otro de que tan solo hablamos de
una enfermedad. Como dijimos, es necesario que la persona vuel-
va a quererse a sí misma.
La lista de pensamientos derrotistas es larga. El autor también
tuvo que cargar con ella en alguna etapa de su vida. Es cierto que
la enfermedad genera un malestar continuo. No es menos cierto
que el malestar también tiene origen en el entorno. Pero si con-
seguimos marcarnos pequeñas metas alcanzables, y luchamos
todos los días por llegar a ellas, conseguimos que el malestar y
la negatividad propia de la enfermedad vayan empequeñecien-
do. De nada sirve pensar en las cosas negativas: cambios bruscos
de trabajo, medicación que enlentece, sentimiento de inutilidad,
cambios de personalidad. Nadie dijo nunca que la enfermedad
mental fuera leve. Nunca se habló de que superarla fuera un
camino sencillo. Pero tampoco nunca nadie dijo que la perso-
na no pudiera vencer a su enfermedad.

III.4. Comprensión del “yo”20 de las personas con enfer-


medad mental.

“La importancia del «yo» para este ensayo procede del hecho
necesario de la existencia de un autoconcepto que nos sirva con-
20
En psicología, yo o ego (del latín), se define como la unidad dinámica que
constituye el individuo consciente de su propia identidad y de su relación con
el medio. Es, pues, el punto de referencia de todos los fenómenos físicos. El yo
es un término difícil de definir dadas sus diferentes acepciones. A lo largo de
la historia su definición se ha relacionado con otros términos como psique, ser,
alma o conciencia (Wikipedia).

36
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

tra el estigma. Mientras exista autoestigma, seguirá existiendo


estigma…”.

A pesar de que volveremos a tratar este concepto del “yo”,


interesa resaltar en este momento su relación con el autoestigma.
Ni mucho menos pretendemos profanar los conceptos de la psico-
logía. El autor no es psicólogo. Sin embargo, voy a tratar de dar
un cuerpo de conocimiento general que haga ver al lector la confi-
guración de la personalidad de la persona con enfermedad mental,
en lo que se refiere a la contingencia que existe entre enfermedad
y estigma en su propia mente. Con esto conseguiremos un doble
efecto ya que la persona con enfermedad mental tendrá algunos
conocimientos necesarios en la manipulación de su problema del
autoestigma. Sería conveniente y deseable que estas personas
dedicasen cierto tiempo a estudiar detenidamente las premisas y
conceptos que analizaremos para trabajar sobre ellos. Suponen,
por tanto, una primera aproximación para la búsqueda de la supe-
ración de la enfermedad.
En la entrevista a los profesionales preguntamos por la cues-
tión del “yo”, sin embargo, ellos no supieron qué contestar y la
mayoría simplemente tuvo que saltar la pregunta. Es cierto que es
muy complejo estudiar este concepto. Sin embargo, mi condición
de persona con enfermedad mental me permite aplicar los concep-
tos psicológicos de la identidad personal.
Sabemos que el autoconcepto que tenemos es fundamental
para nuestra autoestima. A menudo, como me sucedió a mí, nos
encontramos un poco lejos de una valoración positiva de nuestro
ser. La problemática de la enfermedad mental hace que nuestras
experiencias sean fundamentalmente negativas. Las relaciones
que tenemos con nuestro entorno comienzan a ser negativas, y
esto acaba por hacer efecto.
El concepto de valoración reflejada, tomado de la psicología y
aplicado a nuestro caso, viene a decirnos la importancia que tiene
sobre nosotros la opinión que tienen los demás. De manera que
hablamos de una opinión externa y una opinión interna. He aquí
un primer tema de trabajo para la persona con enfermedad mental.
La mejora del concepto de sí misma. También es necesario que los
profesionales trabajen la mejora de este autoconcepto. Respecto al
concepto que los demás tienen sobre nosotros, es el objeto formal

37
Antonio Ramos Bernal

de este ensayo y, por ello, buscamos controlarlo y manipularlo con


el fin de mejorar nuestro bienestar. De hecho, una manipulación
inteligente de la valoración reflejada es fundamental. De nuevo,
volvemos a encontrar otro punto de trabajo para realizar.
Además, la psicología también nos habla del concepto de
comparación social. Generalmente, como causa de la búsqueda
de aceptación, las personas suelen compararse con otras. Tal vez
sea un mecanismo de adaptación. Sin embargo, la persona con en-
fermedad mental no sale bien parada de esta comparación. Como
dijimos anteriormente, la persona suele idealizar a los demás, y
la sola inexistencia de enfermedad mental, unida al concepto de
“normalidad”, les hace creer que los demás son mejores que ellos.
Aquí encontramos otra tarea para realizar: comprender que nadie
es mejor que nosotros.
Otra fuente de ejercicios para la persona con enfermedad mental
es la lucha contra la propia mecánica de la mente que nos impulsa
a atribuirnos los éxitos a nosotros, mientras que culpamos a los
demás de los fracasos. Con la enfermedad mental sucede también
lo contrario. Ignoramos la información positiva, aunque de hecho
ni siquiera la buscamos, mientras que los fracasos y la información
negativa son buscados continuamente. Esto en ocasiones puede
conducir a situaciones de depresión, sobre todo, cuando las causas
de los fracasos son explicadas por factores internos de nuestra per-
sona. Los psicólogos utilizan el concepto de “locus de control inter-
no21” para referirse a que lo que sucede en nuestra vida depende
de nosotros. No podemos consentir que nuestra mente se incline
a pensar que el control de nuestra vida y nuestra enfermedad está
fuera de nuestro alcance. Mi propia experiencia me dice que mi
recuperación comenzó en el mismo momento que comprendí que
todo dependía de mí mismo. Interesa señalar que lo contrario, es
decir, el “locus de control externo”, es un problema frecuente, mo-
tivo de trabajo para la persona que quiere superar la enfermedad.
Como dice el libro de psicología consultado para este ensayo, éste
puede conducir a la indefensión, interesa examinar el concepto:
”La Indefensión aprendida, o adquirida, es una condición
psicológica en la que un sujeto aprende a creer que está indefenso,

21
El Locus de control es la percepción de una persona de lo que controla el
rumbo de su vida. Es el grado en que un sujeto percibe que el origen de even-
tos, conductas y de su propio comportamiento es interno o externo a él.

38
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

que no tiene ningún control sobre la situación en la que se encuen-


tra y que cualquier cosa que haga es inútil. Como resultado, la
persona permanece pasiva frente a una situación displacentera o
dañina, incluso cuando dispone de la posibilidad real de cambiar
estas circunstancias”. Wikipedia.

La indefensión es un problema de percepción de la capacidad


que la persona tiene para afrontar la vida con autosuficiencia. Ade-
más, parece que existe, como dijimos, relación entre indefensión y
depresión, en el sentido de que existe una tendencia a ver los acon-
tecimientos negativos como resultado de causas internas. Sin em-
bargo, en este ensayo debemos reforzar este concepto, indicando
que el rechazo de la comunidad también influye en este problema
de la indefensión. A la percepción de que uno es incapaz de reali-
zar tareas que anteriormente había realizado sin problemas, lo cual
sucedió en mi vida, pueden sumarse experiencias derivadas de la
propia discriminación que estudiaremos en su momento.

39
IV. EL ESTIGMA EN LOS FAMILIARES DE LA
PERSONA CON ENFERMEDAD MENTAL.

IV.1. Introducción.

Para la persona que desconozca las características típicas de


una enfermedad mental puede resultarle extraño pensar que ésta
también afecta a los propios familiares. Es cierto, la enfermedad
mental trasciende de la propia persona y termina invadiendo las
vidas de las personas que conforman el entorno de la persona
diagnosticada con estas enfermedades. Tanto es así que existen
manuales que preparan a estos familiares a afrontar la multitud de
problemas que provienen de esa persona que tiene una enferme-
dad mental. De hecho, la familia es el pilar del tratamiento comu-
nitario que actualmente se aplica a esta clase de patologías.
Sin embargo, prácticamente en ningún lugar aparece especi-
ficado cuál debe ser el comportamiento de ese familiar frente al
estigma. Parece ser que hemos subestimado, o al menos ignora-
do, este grave problema. Como hemos visto, afecta a través de
múltiples vías a la vida de la persona que tiene una enfermedad
mental. Los familiares seguramente tendrán que enfrentarse en
innumerables ocasiones al estigma que existe en la sociedad. No
obstante, debemos especificar que ellos también poseen un estig-
ma, aunque al menos, involuntario, que fortalece ese saber tan
negativo para la persona con enfermedad mental.
Sé que el hecho que planteo: el propio “entrenamiento en ar-
gumentación a favor de la enfermedad mental”, es demasiado
complejo. Por ello, hemos aprendido a colocarlo junto al baúl de
cosas que no entendemos o que están fuera de nuestro alcance.
Sin embargo, al ser un problema continuo, estamos de manera
ininterrumpida peleando contra él. Las personas con enfermedad
mental y sus familiares deben conocer la manera de confrontar el
estigma. De otro modo estaremos perjudicando a nuestro fami-
liar. Puede pensarse que hablar de personas que están peor que él

41
Antonio Ramos Bernal

puede ser un cierto alivio. Pero esto no es más que otro grano de
arena en la montaña del estigma.
La propia persona con enfermedad mental puede tener dos
comportamientos bien diferenciados respecto a sus familiares.
Por un lado, aparece la indiferencia, normalmente por la grave-
dad de la situación. Ésta simplemente supone que la persona con
enfermedad mental apenas se plantea si su situación está perjudi-
cando o no a su entorno familiar. En el otro lado del plano están
las personas que se sienten culpables porque han hecho sufrir a
esas personas que tanto quieren. Por supuesto, existen casos inter-
medios. No obstante, nos interesa conocer los dos extremos para
el tratamiento que vamos a dar a continuación.

IV.2. Problemática del estigma recibido por los familiares.

Es bien sabido que, los familiares, en ocasiones pueden contar


con el apoyo de personas benévolas que comparten su estigma.
Supongo que no es necesario comentar que esto es debido al pro-
ceso de sinceridad en las relaciones personales. El hecho de com-
partir problemas con otras personas supone un oasis para estos
familiares. A menudo, la complejidad y cantidad de problemas
implícitos en el tratamiento de la enfermedad mental terminan
por superar las posibilidades de los familiares. Sin embargo, de-
ben enfrentarse a lo que los psicólogos denominan “estigma por
asociación”. Éste no es más que la aplicación del concepto a las
personas que conforman el entorno íntimo de la persona con en-
fermedad mental.
Como decimos, la estigmatización que se asocia con la en-
fermedad mental también influye en el bienestar de la familia.
Algunos reaccionan ocultando el trastorno. De hecho, no lo com-
parten con nadie. Tratan de ocultarlo por el miedo que tienen a
perder su estatus social. Algunos estudios nos dicen que “quienes
discuten el tema con franqueza pueden verse despreciados por
sus conocidos”. Lo cierto es que la familia se encuentra en una
encrucijada. No obstante, como defenderemos posteriormente, es
necesario hablar de la enfermedad a nuestro entorno. De hecho,
los familiares entrevistados para este estudio así lo han hecho ver
en sus respuestas. Ninguno de ellos hizo notar algún comporta-
miento discriminatorio, lo cual no quiere decir que no exista.

42
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

Veamos algunas de las consecuencias del tratamiento comu-


nitario en la familia:
- Existen multitud de problemas derivados de la atención de
la persona en la propia casa. A menudo se genera un estrés que
termina por afectar seriamente a la familia.
- Existen efectos derivados del estigma en las familias, el
llamado estigma por asociación. Esto supone que ellas mis-
mas deben afrontar la discriminación y el rechazo. En ocasio-
nes, se produce retraimiento de la red social.
- En ocasiones, se producen problemas de relación graves
entre los propios familiares. No solo hacia la persona con en-
fermedad sino entre los propios padres o hermanos.
- A menudo, existe un desconocimiento total de las caracte-
rísticas de la enfermedad a la que deben hacer frente.
- Existen serias limitaciones en el acceso a la ayuda. Pro-
blemas para la consecución de pensiones. La familia no es
consciente de toda la estructura de apoyo que existe. En gene-
ral, tienen problemas de búsqueda de ayuda. En realidad y en
ocasiones, no saben adónde dirigirse.
- En ocasiones existe desconfianza hacia los psiquiatras. Du-
dan de sus recomendaciones. Además, como dijimos anterior-
mente, se necesita una intervención multidisciplinar de la que
el psiquiatra, a pesar de ser el eje, supone tan solo una parte.

IV.3. Problemática del estigma emitido por los familiares.

Es cierto que los familiares pueden tener prejuicios y estereotipos


hacia otras personas con enfermedad mental distintas a su familiar22.
Vamos a analizar, al igual que hemos hecho con los otros agentes,
algunos datos que arroja el estudio de la Comunidad de Madrid:
- Un 10% de los familiares considera que las personas con
enfermedad mental son peligrosas. Este dato nos da una idea
certera de la importancia de este estereotipo en la formación
del estigma. Como veremos, tan solo los profesionales es-
capan de la certeza que proporciona este dato (sólo un 1% de
ellos los considera peligrosos).
22
Dado que esto es un problema que afecta a todas las personas, dedico un
capítulo entero a divagar por la tesis de que es el pensamiento y su manifesta-
ción exterior, el lenguaje, el origen de todo el tratamiento que lleva asociado
un estigma.

43
Antonio Ramos Bernal

- Un 10% de los familiares sentiría terror hacia una persona


con enfermedad mental. Hay que decir que aunque estos por-
centajes son algo menores que en la población general, siguen
siendo demasiado elevados para unas personas que conocen
de cerca las características propias de la enfermedad mental.
- Aproximadamente un 54% de los familiares sentiría pena
por la persona con enfermedad mental. Como defenderemos
en su momento, lo que necesitamos no es pena sino compren-
sión.
- Es curioso que un 45% de los familiares no alquilaría un
apartamento a una persona con enfermedad mental.
- Otra vez encontramos un porcentaje demasiado elevado,
ya que un 28% de los familiares considera que la persona con
enfermedad mental supone un riesgo si no se le hospitaliza.

IV.4. Comentarios de los familiares a las entrevistas.

¿Cómo intentar transmitir el sufrimiento que puede provocar


una enfermedad mental en la persona que la padece? ¿Cómo ex-
plicar los sentimientos de unos familiares que ven cómo su vida
se ve condicionada de esta manera? Lo cierto es que siempre que
se plantea a un familiar que nos hable de la enfermedad mental,
el discurso se torna una manifestación lingüística de todo ese
dolor y sufrimiento que ha ido interiorizando y que ha sido
fortalecido por el continuo flujo de problemas. Es cierto que la
persona puede alcanzar altas cotas de sufrimiento23. No es menos
cierto, sin embargo, que la persona acaba ganando la partida en
la mayoría de casos. Pero la verdad es que cada persona con en-
fermedad mental, y cada familia que la rodea, son únicas. No se
puede, por tanto, generalizar una idea derrotista de los familiares
de estas personas. A menudo terminan por comprender que esa
gravedad, con frecuencia transitoria, acaba siendo vencida por la
fuerza interior de las personas con enfermedad mental. Existen
multitud de casos de personas con enfermedad mental que acaban
por derrumbar las inmensas paredes de cemento que la enferme-
dad mental les impone en el devenir de sus vidas. Sin embargo, la
23
El problema del dolor y sufrimiento que estamos tratando se torna en meras
palabras por el simple hecho de que no podemos medirlo. De otra forma, con
una medida del mismo el lector podría comprender de forma certera la magni-
tud de este problema.

44
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

complejidad del problema supone que no podamos reducir toda la


problemática en un ensayo de estas características.
Al problema del sufrimiento causado por la enfermedad en los
familiares, puede añadírsele, el repetido hasta la saciedad, proble-
ma de la falta de recursos. El problema es capital para los fami-
liares puesto que ellos son los verdaderos responsables del trata-
miento de la persona a su cargo. A pesar de ello existen personas,
como yo, que no requieren ayuda externa para controlar la enfer-
medad. Sin embargo, los familiares, a menudo, deben preocupar-
se por la sostenibilidad económica de su allegado24, además del
resto de peculiaridades del tratamiento. Pero ¿qué hacer cuando
esos recursos que tanto necesitas no aparecen por ningún lado?
Un familiar me comentaba que, durante una recaída de su hijo,
tuvo que acceder de urgencia a su psiquiatra. Pero ella estaba de
vacaciones. De forma que quedó totalmente desamparada y tuvo
que acudir a un especialista que de ningún modo estaba al tanto
de las características y evolución de la enfermedad de su hijo.
Respecto a la percepción del entorno social que les rodea, los
familiares intuyen que su familiar con enfermedad mental es per-
cibido como violento, cuando menos, con cierto peligro. Sienten
que son vistos como personas de reacciones imprevisibles. En re-
sumidas cuentas, se piensa mal de ellos, les dan miedo e intentan
evitarlos. Podríamos extender el análisis indicando la conducta
de evitación y distancia social para cada uno de los agentes de
la sociedad. Cada uno de estos comportamientos discriminatorios
tienen consecuencias que se añaden a la propia problemática de
la enfermedad mental. Por motivos de exposición mantendremos
esta idea general y no la desglosaremos.
Por supuesto, los familiares son conscientes de la gravedad del
problema de información sensacionalista de los medios de comu-
nicación de masas. El problema para ellos se asemeja más al pro-
pio de las personas con enfermedad mental. El autor de este texto
siente cierto dolor cuando se habla en los medios de algún crimen
violento y se hace referencia de forma inmediata, y como infor-
mación esencial, a la propia enfermedad mental del individuo.

24
A pesar de que existen diversos frentes abiertos en la vida de las personas con
enfermedad mental, el económico parece ser destacable por ser fuente y origen
de muchos otros. Por ello, los familiares consideran que la integración laboral
debe ser un pilar básico del tratamiento comunitario.

45
Antonio Ramos Bernal

Los familiares también sienten ese pinchazo en el corazón por-


que, entendiendo la enfermedad, uno acaba comprendiendo que
es la naturaleza humana la que es propensa a cometer el crimen y
no la propia enfermedad.
También destacan que la sociedad, no solo se nutre de infor-
mación sensacionalista, sino que ni siquiera saben nada acerca de
las enfermedades mentales. Es percibido por todos y cada uno de
los familiares, por el simple hecho de que supone una dificultad
innata al propio proceso de comunicación de la enfermedad que
deben llevar a cabo.
Respecto a la política que los familiares llevarían a cabo con-
tra el estigma, se destaca como arma principal la “información
real sobre la enfermedad mental”. Se requiere que la sociedad
confíe más en este colectivo. Resaltan la necesidad de oportuni-
dades (sobre todo laborales). En definitiva, se persigue un apoyo
a la integración en la sociedad de estas personas. Salen a colación
palabras como solidaridad, lo cual indica que los familiares sim-
plemente buscan un camino llano, justo, igual que el que siguen
las personas sin enfermedad mental.
Respecto al problema del encubrimiento, los familiares coin-
ciden en que no existe necesidad de ocultar la enfermedad. Al
menos no deberíamos tener que hacerlo. Opinan que cada persona
tiene sus propias características, y la enfermedad es algo que les
acompaña, sin embargo, siguen siendo personas, con su capaci-
dad de sentir intacta. El autor propone la investigación de forma
científica del proceso de comunicación de la enfermedad mental,
diríamos algo así como, la inteligencia en la comunicación de la
enfermedad mental.
Por último, y a pesar de que ampliaremos esta tesis, los fami-
liares perciben perfectamente la discriminación que existe hacia
nosotros. Las formas son variadas: laboral, social, sexual, etc. Sin
embargo, son conscientes de que es el estigma, y sus fuentes de
alimentación, las que perpetúan esta discriminación sistemática.

46
V. ESTIGMA EN LA SOCIEDAD.

“Cuando me dieron plaza en el C.R.I.S. no sabía que esos cen-


tros existían, pero sí sabía que necesitaba mucha ayuda. Cuando
desaparecieron los síntomas positivos fue cuando se instaló en mí
la depresión y el sufrimiento. Al final fui poco a poco recuperán-
dome y en la actualidad para mí, sólo es un recuerdo doloroso”.

V.1. Introducción.

A pesar de que posteriormente vamos a precisar cuáles son los


mitos que existen en la enfermedad mental, y a sabiendas de que
en algunos casos se producirá repetición, creo necesario volver a
incidir en ellos, puesto que ahora vamos a adoptar la perspecti-
va de las personas que conforman el entorno no inmediato de la
propia persona con enfermedad mental. Después vamos a realizar
una extensión de dicho epígrafe, en el que además vamos a con-
cretar algunos datos que demuestren de forma explícita cuál es el
estigma que existe en la sociedad. Si ahora vamos a demostrar la
falsedad de los argumentos que se emplean contra la enfermedad
mental, después reforzaremos este proceso de argumentación po-
sitiva contra el estigma.
Vamos a introducir el concepto de reforzadores y debilitado-
res del estigma, sobre todo para que el lector entienda que este
proceso de lucha contra el estigma puede verse empeorado o me-
jorado en función de ellos. Esto debe ser el fundamento de toda
acción que quiera luchar contra el estigma.

“Se puede dar por supuesto que la posesión secreta de un de-


fecto desacreditable adquiere un significado más profundo cuan-
do las personas ante quienes se guarda el misterio son amigos
y no extraños. El descubrimiento perjudica no solo la situación
social presente, sino también las relaciones establecidas; no le-
siona únicamente la imagen actual… sino también la que tendrán

47
Antonio Ramos Bernal

en el futuro; no sólo las apariencias, sino también la reputación”.


Erving Goffman

V.2. Estigma emitido.

A pesar de que en un apartado posterior vamos a demostrar de


manera contundente, la gravedad del problema del estigma para
la persona con enfermedad mental, vamos aquí a hacer una ob-
servación. Es de sobra conocido que la enfermedad mental trae
toda una serie de problemas, con distinta gradación, que terminan
por afectar de manera “grave” a la persona. Lo cierto es que los
niveles de gravedad son variables. Pero no es menos cierto que la
persona con enfermedad mental debe además luchar contra algo
que, en principio, puede pensarse externo a la enfermedad. Es el
problema que le causa la discriminación del entorno que le rodea,
esto es, el estigma.
Un estudio de 1993 reveló que la tolerancia del público hacia
la persona con enfermedad mental apenas era mejor en un distri-
to que había contado con un programa psiquiátrico durante diez
años que en las áreas que no habían contado con este servicio. Por
supuesto no opino esto, ya que existen estudios que demuestran
que la educación social que nace de toda la estructura dedicada al
tratamiento de la enfermedad mental tiene efectos positivos sobre
el estigma de las zonas adyacentes a ellos.
Vamos a introducir el concepto de etiqueta obtenido de un
estudio de la AEN25, cuya referencia puede encontrar el lector al
final del libro:
“El etiquetado dispara opiniones y sentimientos personales
por sí solo, independientemente de las conductas de las personas
que la llevan (es decir, se impone el conocimiento sobre la enfer-
medad mental al conocimiento de la propia persona). De hecho,
lo que permite identificar a una persona como «enfermo/a men-
tal» son dichas conductas derivadas de la sintomatología positiva,
y especialmente, de la negativa, pero también de los efectos secun-
darios de algunos fármacos y del contexto habitual social…”.

Es esta etiqueta la que provoca todo ese dolor y todo ese to-
rrente de sentimientos negativos que veremos en el apartado de-
25
Asociación Española de Neuropsiquiatría.

48
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

dicado a examinarlos. Es cierto que no es fácil convivir con estas


etiquetas. Lo veremos de formas variadas. Es por tanto, la nece-
sidad de luchar contra una marca lo que proponemos desde este
estudio. El grado de arraigo de estas etiquetas en la sociedad, y
la alimentación que obtienen de los medios de comunicación de
masas hacen necesaria la dedicación de numerosos recursos a las
estrategias contra el estigma. Sin embargo, las etiquetas siguen
existiendo. Pasemos a analizar algunas de ellas.

CONOCIMIENTOS EXPLÍCITOS DE LA SOCIEDAD


SOBRE LA ENFERMEDAD MENTAL

1. Nadie se recupera de la enfermedad. Lo cierto es que


existe un profundo desconocimiento del tratamiento de la enfer-
medad mental. No es extraño, pues la sociedad desconoce por
completo lo que es una enfermedad mental.

2. ¿Alguno sabe lo que son las EM? Lo cierto es que existen


estudios que demuestran que la sociedad tiene un conocimiento de
nivel medio acerca de la enfermedad mental. Personalmente, opi-
no que ese conocimiento, independientemente de que sea mayor o
menor, de nivel bajo o medio, es insuficiente y, por tanto, perjudi-
cial. Este es el motor del estigma. De manera que la lucha contra el
mismo debe tener como eje principal de la estrategia la educación
social que conlleve a un aumento del saber, lo suficientemente in-
tenso como para disminuir el estigma. Es de sobra conocido que la
sociedad trata la enfermedad mental como algo ajeno a sí mismo.
Sienten que están lejos de ella, y que es algo que ocurre a otros. Se
habla de otras personas con enfermedad mental con una falta total
de empatía que, de una manera u otra, con esa persona o con otra
diferente, acaba entrando en la vida de la persona con enfermedad
mental, o acaso, de algún familiar.

3. No existen tratamientos efectivos para la enfermedad


mental, en realidad, las personas con enfermedad mental de-
ben estar en instituciones. Continuamente defendemos en este
estudio las ventajas que obtiene la sociedad del tratamiento co-
munitario. Las instituciones cerradas no son el mejor lugar para
que la persona afronte su enfermedad. Las instituciones, además,

49
Antonio Ramos Bernal

perpetúan el estigma, y seccionan cualquier intento de superación


de la enfermedad. Los hospitales psiquiátricos frecuentemente
son percibidos para las personas con enfermedad mental como
lo peor de su enfermedad. Aproximadamente entre un 15-20% de
la población cree que esta es la mejor forma de tratamiento. Esto
contrasta con el dato de que prácticamente todos los profesionales
creen que existen muchas otras vías de tratamiento. En parte, esto
puede ser consecuencia directa del desconocimiento total de la
estructura de tratamiento comunitario que existe en la actualidad.
De hecho, no es frecuente encontrar, en nuestra sociedad, perso-
nas que sepan explicar para qué sirve un centro de rehabilitación
psicosocial.

4. Con tomar unas pastillas se soluciona todo. Como diji-


mos, existe un desconocimiento total sobre la estructura y sistema
del tratamiento de la enfermedad mental. En realidad también se
piensa que estas enfermedades empeoran con el paso del tiempo,
lo cual no es cierto. Es de sobra conocido que la evolución de la
esquizofrenia es positiva con el tiempo en la mayoría de casos.
Pero esto es difícil de entender para una persona que tiene la firme
creencia de que la salud es algo que se va deteriorando con el paso
del tiempo. Lo cierto es que apenas se conocen los recursos que
existen, se desconoce qué son los centros de rehabilitación, se
desconoce qué son los pisos tutelados, los centros de día, etc.

5. La esquizofrenia es el resultado de la debilidad, la volun-


tad y el carácter de una persona. Numerosos estudios demuestran
que los orígenes de la enfermedad se corresponden a otros factores.
Existe un desorden en la regulación de los neurotransmisores respon-
sables de la comunicación entre las neuronas del cerebro.

6. Peligrosidad. Los estudios demuestran que existe una


creencia demasiado extendida que asocia la violencia con la en-
fermedad mental. Vamos a analizar el siguiente cuadro que nos
permitirá una visión comparativa del estereotipo de peligrosidad
en los diferentes agentes en que se divide este estudio26:

26
Extraído del estudio de la Comunidad de Madrid.

50
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

Personas
Pobla-
con en- Familia-
ción Profesionales
fermedad res
general
mental
Se sentiría inseguro
cerca de una perso-
15% 10% 6% 2%
na con enfermedad
mental
Considera que las
personas con enfer-
13% 10% 10% 1%
medad mental son
peligrosas
Le aterrorizaría una
persona con enfer- 7% 9% 10% 0%
medad mental

Esta visión cuantitativa de estudio sobre el estereotipo de peli-


grosidad nos permite sacar unas cuantas conclusiones:

- Por un lado, vemos que el estigma asociado a la población


en general es superior en dos de las tres categorías expuestas.
Además en unos porcentajes elevados. En adelante, ya tene-
mos unas cifras que apoyan ese pensamiento generalizado que
indica inseguridad acerca del comportamiento de la persona
con enfermedad mental. En su momento, estudiaremos las
consecuencias de esto.
- Observamos que los familiares también tienen un alto
grado de creencia asociada a la peligrosidad de las personas
con enfermedad mental. En ellos, a pesar de existir un cono-
cimiento superior al de la media de la sociedad, siguen per-
sistiendo unos prejuicios no dirigidos hacia su propio familiar
pero sí a otras personas como él. Parece ser que esta es otra de
las correcciones que debemos llevar a cabo en nuestra lucha
contra el estigma.
- Por otra parte, las propias personas con enfermedad men-
tal también consideran peligrosos a algunos de sus compañe-
ros y conocidos. En realidad, esto es una contradicción propia
de la persona con enfermedad mental. Por un lado, intenta
demostrar que ella no es peligrosa para nadie, y por otro lado,
no puede aceptar que otros compañeros suyos no lo sean.

51
Antonio Ramos Bernal

- El único grupo que apenas presenta estigma es el de los


profesionales. Si a esto añadimos ese factor tan importante
que es el contundente hecho de que ellos son los que real-
mente saben qué es la enfermedad mental, podemos deducir
que el estigma es directamente proporcional al grado de cono-
cimiento que se tenga sobre la enfermedad mental. Además,
esto nos lleva a concluir que sí existe solución al problema, y
ésta no es otra que aumentar el grado de conocimiento sobre
estas enfermedades en la sociedad.

7. Incapacidad del manejo e incurabilidad. Las personas


con esquizofrenia son totalmente incapaces de tomar decisiones
racionales sobre sus propias vidas. De manera que se piensa y
confunde la enfermedad mental con retraso mental.

8. La enfermedad mental es una clase de retraso mental.


Esta confusión se da en el 56% de la población general. Lo cierto
es que existe deterioro cognitivo en la enfermedad mental. Sin em-
bargo, parece ser que la mayor parte de los atributos psíquicos de
la persona siguen intactos. El autor, por experiencia propia, sabe
que existe un cierto deterioro de la memoria. Sin embargo, la sola
existencia de este ensayo puede demostrar que las capacidades
intelectuales pueden seguir existiendo a pesar de la enfermedad.

V.3. El estigma como comportamiento.

En el estudio de la Comunidad de Madrid sobre el tema que


tratamos, el estigma se explica a través de tres aspectos del com-
portamiento:

ESTEREOTIPOS  PREJUICIOS  DISCRIMINACIÓN


Estereotipos Prejuicios Discriminación
Conocimientos Emociones Comportamientos

Peligrosidad Temor Derechos


Responsabilidad Desconfianza Dificultades
Incompetencia Miedo Marginación
Incapacidad Limitaciones
Impredecibilidad Legalidad

52
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

Lo que veníamos nombrando como conocimiento “erróneo”


sobre la enfermedad mental en la sociedad es lo que aquí se cono-
ce como estereotipos27. De manera que existe un acuerdo genera-
lizado sobre lo que son estas personas. Esto conlleva la formación
de un grupo de sentimientos y emociones hacia estas personas,
generalmente negativas, o en definitiva diferentes, que desembo-
can en una notoria discriminación que reduce la calidad de vida
de la persona, independientemente de toda la grave problemática
derivada de su propia enfermedad.
Vamos a tratar a continuación el comportamiento que se asocia
hacia la enfermedad mental. En mi libro defiendo la idea de que el
estigma provoca un torrente de sentimientos negativos que, en oca-
siones, no tiene la necesidad de corresponderse con algo existen-
te. De hecho, la comprensión hacia las personas con enfermedad
mental es algo con lo que, el autor de este libro, se ha encontrado
continuamente, a raíz de su primer libro. También es cierto que
esa comprensión proviene mayoritariamente de todas las personas
que de una manera u otra se relacionan con la enfermedad mental.
No es menos cierto que la sinceridad que acompaña a ese primer
proyecto literario también ha tenido la correspondiente reacción
positiva de mi entorno. Por eso, defiendo la tesis de que la educa-
ción social y la reducción del estigma son posibles.
En el citado estudio del que extraigo datos estadísticos sobre
el comportamiento hacia las personas con enfermedad mental,
puede observarse que, aproximadamente un 40% de la población
general tiene sentimientos de pena hacia nosotros. No quiero de-
cir que la pena es algo negativo de forma absoluta para nosotros.
Sin embargo, no la queremos. El sentimiento de pena también
nace del desconocimiento, y por ello, también es algo equivo-
cado. No obstante, me pregunto acerca de ese otro 60% que no
siente pena. Más que pena, me gustaría hablar de comprensión.
Una comprensión de nuestro propio devenir que desemboque en
una aceptación de nuestra enfermedad, ya no por nosotros mis-
mos, sino por la propia sociedad que nos rodea. Dejemos la pena
para todas aquellas cosas que no tienen solución, y busquemos la
27
En su uso moderno, un estereotipo es una imagen mental muy simplificada y
con pocos detalles acerca de un grupo de gente que comparte ciertas cualidades
características (o estereotípicas) y habilidades. El término se usa a menudo en
un sentido negativo, considerándose que los estereotipos son creencias ilógicas
que sólo se pueden cambiar mediante la educación (Wikipedia).

53
Antonio Ramos Bernal

comprensión de nuestra propia situación como algo que de forma


inexorable está unido a nuestra existencia.

V.4. Reforzadores y debilitadores del estigma en la sociedad.

REFORZADORES DEL ESTIGMA

- Conductas extrañas. Por ejemplo, las propias de los sín-


tomas positivos de la esquizofrenia.
- El propio diagnóstico y uso de los servicios especializa-
dos de salud mental que los identifican como “diferentes”.
- Episodios de violencia que cometen ocasionalmente una
minoría de estas personas.
- Imágenes y noticias difundidas por los medios de comu-
nicación.
- Algunas conductas profesionales (a los profesionales de la
salud mental les es imprescindible aplicar el concepto de “ellos”
para de esa forma separarlos del concepto de anormalidad que
caracteriza a sus pacientes. Ellos deben sentir y demostrar que
no tienen ninguna enfermedad mental, para no ser incluidos en
el grupo con alto grado de estigma. Pertenecen a un grupo con
estigma reducido que debe de una manera u otra diferenciarse
del grupo con alto grado).

DEBILITADORES DEL ESTIGMA

- Difusión de información. Utilizar los medios de comuni-


cación.
- Proceso de educación social. Realizada tanto por profe-
sionales (charlas) como por las propias personas con enferme-
dad mental (charlas y contacto social).
- Iniciativas de personas con enfermedad mental.
- Conductas de personas con enfermedad mental que lejos
de esconder su enfermedad obtienen logros.

“Muchas de las creencias que aparecen habitualmente en los


estudios tienen cierta base de realidad, los estereotipos exageran
y distorsionan parcialmente pero no inventan”. Asociación Espa-
ñola de Neuropsiquiatría.

54
VI. MITOS SOBRE LA ENFERMEDAD MENTAL.28

Tras una breve introducción a las generalidades que rodean al


estigma característico de la enfermedad mental vamos a discutir
sobre los mitos que, a lo largo 29de los años, han ido conformando
ese “saber paralelo” que existe en nuestra sociedad. Este epígrafe
pretende confrontar esas cadenas de pensamientos negativos que
existen en las personas que no tienen un conocimiento lo sufi-
cientemente preciso como para no tener apenas estigma.30 Como
dijimos, es un complemento al epígrafe anterior, de ese modo,
mediante la repetición de argumentos positivos quiero transmitir
esa verdad que está oculta bajo el manto de prejuicios.
Vamos, por tanto, a proponer una idea estigmatizada y su
correspondiente realidad, aunque como novedad voy a mostrar
la correspondiente argumentación que conforma dicha realidad
(aquello que llamamos reformulación positiva). De esta forma, el
lector podrá entender de manera explícita su estigma. Además, el
hecho de actuar como juez y parte, es la manera más correcta de
mostrar la divergencia de pensamientos que caracterizan al es-
tigma. Desafortunadamente, los mitos que existen sobre la enfer-
medad mental son terriblemente numerosos. Podrían escribirse

28
Podemos encontrar las raíces de este análisis en la dirección buscando “mi-
tos enfermedad mental” en Google o buscador análogo. Aunque la mayoría
proceden del estudio “Esquizofrenia abre las puertas”, actualmente se puede
acceder a la versión inglesa “Open the Doors”.
29
Creo que es más correcto dejar que el lector forme su opinión sobre la mi-
tología característica de la enfermedad mental. Considero que no deben darse
al lector simplemente las conclusiones porque esto puede afectar directamente
a la capacidad de convicción de nuestras palabras, lo cual, en este caso, es
simplemente nefasto.
30
Podemos percibir este capítulo como un complemento del capítulo anterior.
A pesar de que algunos conceptos son percibidos como ampliaciones del mis-
mo, debo realizar un análisis en el que se muestren argumentos en contra y
argumentos a favor. Esto dará a entender al lector que el proceso de utilización
positiva de la información es posible.

55
Antonio Ramos Bernal

muchos libros al respecto. Sin embargo, sí podemos extraer algu-


nas generalidades. Si bien es cierto que los mitos son demasiado
numerosos, también es acertado decir que las diferencias entre
ellos son mínimas. De manera que vamos a explicitar el núcleo
central de los mitos, dejando al lector la observación de la forma
concreta que tengan dichos mitos en su entorno.

a) No hay esperanza para la gente con enfermedad mental.

- Negativo: A menudo la sociedad cree que la enfermedad


mental es incurable, que no existe tratamiento efectivo. Nor-
malmente se piensa que la medicación no evita todos esos ac-
tos que han aparecido a raíz de la enfermedad. Piensan que
esas personas deberían estar en hospitales psiquiátricos. Los
agrupan todos en el concepto de “esa persona está mal”.
- Positivo: Lo cierto es que existe una estructura de
tratamiento con una fuerte base teórica que se complementa
con la experiencia de los profesionales que la conforman. Lo
cierto es que los recursos, aunque a menudo se argumenta que
son insuficientes, están constantemente en desarrollo. No po-
demos ignorar que las personas con enfermedad mental, en la
mayoría de casos, llevan vidas similares a las de las personas
que no tienen esta clase de patologías. Es un hecho que no
necesita demostración. La realidad es que el tratamiento de
la enfermedad mental basado en el enfoque comunitario está
desembocando en una mejora continua para este colectivo.

b) No puedo hacer nada por alguien con una enfermedad


mental.

- Negativo: La realidad nos indica que las personas, cuan-


do no rechazan directamente a la persona con enfermedad
mental, lo hacen de forma indirecta. El desconocimiento del
tratamiento, con el añadido del miedo a la enfermedad men-
tal, provoca un distanciamiento que perjudica a la persona
con enfermedad mental. Tal vez podemos incluir en este
pensamiento el desconocimiento total sobre qué podemos
hacer por ellos, o sobre qué pueden hacer ustedes por no-
sotros.

56
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

- Positivo: Primeramente, la persona sin enfermedad mental


puede tratar de utilizar un lenguaje coherente con el tratamien-
to31. Sería ideal que la persona tuviese conciencia del proble-
ma del estigma para no fomentarlo. Obviamente el rechazo
es lo primero y principal a evitar. El tratamiento social debe
ser el mismo, ya que la persona con enfermedad mental no es
diferente, en lo que respecta a sentimientos, de cualquier otra
persona. Aquí es donde situamos la importancia de nuestro
entorno en su relación con la persona con enfermedad mental.

c) La gente con enfermedades mentales es violenta e im-


predecible.

- Negativo: Es un hecho ampliamente conocido que existe


un cierto miedo a las personas con enfermedad mental. A ello
contribuyen numerosas fuentes. Los medios de comunicación
con su tratamiento sensacionalista hacia la enfermedad men-
tal, así como los atenuantes característicos de los procesos
legales propios del sistema judicial, parecen ser los que más
favorecen este error conceptual.
- Positivo: Existe un dato estadístico, y por tanto exacto, que
ha demostrado que el tratamiento comunitario que ha desem-
bocado en que las personas con enfermedad mental no estén
institucionalizadas, no ha aumentado la tasa de crimen propia
de nuestra sociedad. Las personas con enfermedad mental no
son más peligrosas, más violentas o incluso más propensas al
crimen de lo que pueda ser una persona que no tiene esta clase
de patologías. No puedo dejar la oportunidad de especificar
que existen multitud de personas sin enfermedad mental con
un comportamiento delictivo profundamente más grave.32

d) Las enfermedades mentales no pueden afectarme.

- Negativo: Comúnmente se tiene una cierta idea de inmu-


nidad, no solo hacia las enfermedades sino también a cual-
quier hecho negativo que pueda influir de manera contundente

31
Trataremos con profundidad los aspectos relativos al lenguaje aplicado al
tratar la enfermedad mental.
32
Algunos ejemplos: generales, terroristas, dictadores, etc.

57
Antonio Ramos Bernal

en nuestra vida. Este hecho es de sobra conocido en el tema de


los accidentes de tráfico.
- Positivo: Existe un argumento definitivo que golpea con
fuerza a este mito: entre un 15 y un 20% de la población pa-
dece o padecerá una enfermedad mental a lo largo de su vida.
Esto nos lleva a deducir que esta clase de enfermedades son
comunes en nuestro propio devenir. Además, algunas enfer-
medades mentales33 se caracterizan por ser universales, es
decir, no importa la localización o incluso el nivel de vida
para su existencia.

e) Las enfermedades mentales aparecen como consecuen-


cia de la debilidad de carácter.

- Negativo: Ciertos rumores que hacen referencia a la enfer-


medad mental, nos llevan a completar la falta de conocimiento
exacto sobre la casuística que las origina, con información
incompleta e inexacta. Esto lleva a la sociedad a generalizar
sobre el origen de las enfermedades mentales. Muchas veces
se atribuye como causa principal de la enfermedad mental al
propio carácter y personalidad de la persona.
- Positivo: Las causas por las que aparece una enfermedad
mental obedecen a factores psicológicos, sociales o incluso
biológicos. Si bien es cierto que algún hecho, francamente
negativo en la vida de la persona, puede desencadenar una en-
fermedad mental, no podemos concluir que este sea un factor
único o simplemente que exista una seguridad absoluta de que
este factor desencadenará una enfermedad mental. Lo cierto es
que el conocimiento del hombre respecto a las enfermedades
mentales es bastante imperfecto, en parte porque todavía no se
conoce con precisión el complejo funcionamiento del cerebro.

f) Las personas con enfermedad mental no pueden tolerar


el estrés de tener un empleo.

- Negativo: Es cierto que debe existir una precaución en


personas que son vulnerables al estrés. Haciendo referencia
33
Una de estas enfermedades universales es la esquizofrenia, ya que afecta
aproximadamente al 1% de la población, independientemente de factores so-
ciales o económicos.

58
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

a la esquizofrenia, se ha constatado que el estrés puede ser


causa de aparición de episodios psicóticos.
- Positivo: Contra el argumento anterior podemos concluir
que no todas las personas con esquizofrenia son vulnerables al
estrés. A pesar de ello, es necesaria la comprensión de que al-
gunos desempeños laborales llevan aparejado un cierto nivel
de estrés. Pero este sólo será desencadenante de la enferme-
dad mental si la propia persona es vulnerable a él.

g) La gente con carencias de salud mental, incluso los que


hayan recibido un tratamiento efectivo y se hayan recupera-
do, tienden a ser trabajadores de segunda fila en el trabajo.

- Negativo: Las enfermedades mentales se caracterizan por


ser origen de una discapacidad. La adquisición de un grado
de discapacidad nos lleva a determinar que las capacidades
de la persona se han visto reducidas. Es un argumento de-
terminante a la hora de proporcionar un empleo que también
puede traducirse a la hora de repartir responsabilidades en un
trabajo específico.
- Positivo: Si bien es cierto que las personas con enferme-
dad mental tienen discapacidad, también es cierto que esa
discapacidad no implica una degradación absoluta de la ca-
pacidad de la persona. En la mayoría de los casos las perso-
nas con enfermedad mental no solo se muestran capaces sino
que acaban sorprendiendo a los propios empresarios por su
dedicación, puntualidad, motivación y calidad de trabajo.

h) Una vez la gente muestra enfermedades mentales,


nunca se recupera.

- Negativo: Existe la creencia general de que las enfer-


medades mentales serán un compañero de viaje, para toda
la vida, en la persona que la padece. Mucha gente cree que
la enfermedad mental obedece a una grave disfunción en el
funcionamiento del cerebro y que, por ello, es irremediable
e intratable.
- Positivo: Es cierto que muchas enfermedades mentales
son crónicas. Pero no es menos cierto que un alto porcen-
taje de las personas consiguen superar la enfermedad y por
tanto recuperarse. El concepto de recuperación se aplica a la

59
Antonio Ramos Bernal

persona que es capaz de vivir de una manera coherente a su


entorno.

i) La terapia y autoayuda son simplemente una pérdida


de tiempo. ¿Por qué molestarse cuando se puede tomar una
pastilla de las que se oye en la TV?34

- Negativo: El desconocimiento de la estructura de tratamien-


to de la enfermedad mental, sobre todo en lo que respecta a su
parte comunitaria, ha desembocado en la creencia de que con
una pastilla se consigue acabar con la enfermedad.
- Positivo: El tratamiento actual que se aplica a las enferme-
dades mentales se caracteriza por ser multidisciplinario. Esto
quiere decir que no se reduce únicamente a la suministración
de medicación. El enfoque también se nutre del tratamiento
psicosocial, que abarca disciplinas varias, lo que nos lleva a
concluir que la medicación, a pesar de ser necesaria y funda-
mental, no es la única parte del tratamiento.

j) Las personas con enfermedad mental no pueden


casarse y formar una familia.

- Negativo: El objeto formal de este libro, es decir, el es-


tigma, nos muestra que la sociedad tiene la fuerte convicción
de que las personas con enfermedad mental son incapaces de
conseguir y mantener una familia. Son los prejuicios que ron-
dan por sus mentes los que generan preocupación, miedo, dis-
tanciamiento, y en definitiva, rechazo.
- Positivo: La realidad nos demuestra que a pesar de estas
creencias, las personas con enfermedad mental son capaces
de demostrar sentimientos hacia otras personas. Aunque su-
perar las barreras del estigma parece demasiado complejo, no
debemos renunciar nunca a la formación de familia porque, en
realidad, no existen fundamentos que demuestren que la per-
sona sea incapaz de formar una familia y ser el principal sus-
tento económico de la misma. Sin embargo, todavía existen

34
En el capítulo anterior, lo llamamos “Con tomar una pastilla se puede solu-
cionar todo”. Interesa, en este caso, relacionar este prejuicio con el tratamiento
que existe para estas enfermedades.

60
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

barreras francamente altas para que la persona que debe com-


partir esos sentimientos vea a la persona con enfermedad men-
tal como un candidato válido para compartir su vida con él.

k) La drogadicción no causa enfermedad mental.

- Negativo: Se tiene la creencia de que las drogas, en altos


niveles de consumo, dan lugar a disfunciones intelectuales. La
confusión existente en este tema, da lugar a un saber paralelo
que genera multitud de conclusiones inexactas. Es cierto que
en algunas personas con predisposición y debilidad al consu-
mo de estupefacientes, puede desencadenarse una enfermedad
mental por consumo.35
- Positivo: Sin embargo, no puede decirse que la drogadicción
sea causa única de la enfermedad mental. Entre otras cosas
porque no todo el que consume drogas acaba teniendo una
enfermedad mental. Aunque he de repetir que en personas
con cierta vulnerabilidad al consumo, sí puede ser un factor
desencadenante. No obstante, el consumo de estupefacientes, es
objeto de estudio en la disciplina psiquiátrica.

l) Las personas con enfermedad mental deben permanecer


ingresadas en un hospital psiquiátrico.

- Negativo: El rechazo que existe hacia las personas con


enfermedad mental ha llevado a la sociedad a no querer com-
partir su vida con este colectivo. Lo cierto es que existe una
negativa total de muchas personas que quieren alejar a estas
personas de su entorno. Argumentan que si estas personas “es-
tán mal” por qué tienen que convivir con ellos y sufrir sus
continuos problemas.
- Positivo: El tratamiento comunitario, además de configu-
rarse como una terapia con alto grado de éxito, ha demostrado
que las personas con enfermedad mental no han incrementado
la tasa de crimen existente. De hecho, es de sobra conocido,
que este colectivo se caracteriza por ser vulnerable. Es decir,
es un colectivo que se ve atacado desde multitud de frentes,
más que un colectivo que ataca a multitud de frentes. Contra

35
En este caso hablaríamos de etiología tóxica.

61
Antonio Ramos Bernal

esa vulnerabilidad se encuentra luchando constantemente la


estructura de tratamiento y defensa de la persona con enfer-
medad mental. Los hospitales psiquiátricos se han confor-
mado como centros de tratamiento de los episodios agudos,
tratamiento que se ha complementado con centros de rehabili-
tación, consultas psiquiátricas y psicológicas, etc.

62
VII. EL ESTIGMA DE LOS PROFESIONALES.

VII.1. Introducción.

Es cierto que los profesionales dedicados al tratamiento de


la enfermedad mental son los que más la conocen. No solo por
su formación teórica sino por la experiencia que adquieren en el
tratamiento y relación con esas personas. Sin duda, ellos son las
personas que más conocen la enfermedad mental. En numerosos
estudios se demuestra que el alto nivel de conocimientos que tie-
nen estos profesionales desemboca en una disminución drástica
de los estereotipos y prejuicios que existen hacia este colectivo.
Probablemente, este apartado sea una parte muy importante
del libro. Ello es porque si algo quiero transmitir, o más bien, una
meta alcanzar, es que la sociedad tenga un conocimiento sobre
la enfermedad mental basado en el saber propio de los pro-
fesionales. No me refiero a poseer una cantidad de conocimiento
similar. Más bien a que, en líneas generales, la mente de la perso-
na que desconoce la enfermedad mental aprenda de las personas
que verdaderamente la conocen. Los estereotipos y prejuicios que
vimos en el capítulo sobre los mitos y realidades deben ser susti-
tuidos por lo que verdaderamente son. En la mente de la sociedad
existe una confusión sobre lo que, en realidad, es la enfermedad
mental y está fundamentada, sobre todo, en el desconocimiento.
Por ello, creo que debemos aprender de los profesionales, porque
si pudiésemos cuantificar el estigma, ellos serían los que tendrían
un coeficiente más bajo.

“Un número importante de profesionales de salud mental cu-


yas opiniones sobre las personas que las padecen y a las que se
supone deberían ayudar a vivir en la comunidad o las medidas
de «distancia social» hacia ellas, no difieren significativamente
de las de la mayoría de la población”. Asociación Española de
Neuropsiquiatría

63
Antonio Ramos Bernal

VII.2. Algunos datos para comentar.

Los datos que vamos a analizar a continuación, extraídos del


estudio de la Comunidad de Madrid, vienen a demostrar con ci-
fras estadísticas la práctica inexistencia de prejuicios y estereoti-
pos hacia el colectivo al que dedican su desempeño laboral.
- Tan solo un 1% de los profesionales objeto de estudio
consideran que las personas con enfermedad mental son peli-
grosas. Esto es una consecuencia de la inexistencia del este-
reotipo de peligrosidad tan frecuente en la sociedad (esta cifra
se corresponde a un 15% en la población general). Además
puede pensarse que estas personas tienen un trato frecuente
y diario con ellas, lo cual es un argumento más en contra del
estereotipo de peligrosidad. Lo repetiremos en muchas oca-
siones a lo largo del libro, los profesionales son los que ver-
daderamente conocen la enfermedad mental.
- Por otra parte, a ninguno de los profesionales encuestados
en ese estudio le aterrorizaría una persona con enfermedad
mental. Un dato bastante explícito al que sobran comentarios.
- El sentimiento de pena sí que parece tener algún impacto
notable en los profesionales, ya que aproximadamente el 5%
sienten pena. Lo cierto es que es muy difícil controlar los sen-
timientos, pero este dato me lleva a observar que el 95% de
los mismos parece tener comprensión.
- Respecto a la hospitalización de la persona con enfermedad
mental, solo un 1% considera que es un riesgo no hacerlo. Esto
contrasta con los altos porcentajes que encontramos en los otros
agentes que tratamos en este libro, y que rondan aproximada-
mente el 22%.
- La integración laboral, tan perseguida por estos
profesionales, arroja el dato de que solo el 5% de ellos no
entrevistaría a una persona con enfermedad mental para un
trabajo si fuera empresario. Esto nos da una idea de la barrera
externa que tenemos a la hora de encontrar trabajo. Sin embargo,
parece reforzar la idea de que la integración es posible.
- Respecto al tratamiento, el 88% de los profesionales con-
sidera que el tratamiento ayuda a la persona con enfermedad
mental. Para el autor, el tratamiento es algo fundamental y
necesario, sobre todo porque ha experimentado las dos caras
de la moneda.

64
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

VII.3. El estigma en los profesionales.

Sin embargo, dado que el estigma opera en la mente de las


personas de forma natural, ni siquiera los psiquiatras pueden de-
mostrar que no tengan un comportamiento estigmatizante hacia
nosotros. Incluso entre los profesionales de la psiquiatría se des-
lizaban conceptos erróneos acerca de la naturaleza de la esquizo-
frenia y de los tratamientos más adecuados para el trastorno.
Existen estudios que indican que el grado de estigma de los
psiquiatras es igual o incluso superior al del público general o
incluso de otros profesionales de la salud mental36. Parece ser que
las personas con enfermedad mental debemos, de forma autóno-
ma, intentar corregir estos comportamientos estigmatizantes. Es
destacable que, en general, ellos son los responsables de educar
a las personas responsables de las campañas contra el estigma.
Reducir el estigma del lenguaje de los profesionales es la prime-
ra meta que debemos perseguir. Por ello, este libro repetirá en
numerosas ocasiones que somos nosotros la principal pieza de la
maquinaria contra el estigma.
Actualmente, el trato con el psiquiatra es despersonalizado,
debido al escaso tiempo que pueden (por problemas estructura-
les) dedicar a cada paciente. No tienen alternativa. Esto conduce
a la existencia de problemas derivados de la falta de comunica-
ción entre médico-paciente. Las consultas están centradas en el
tratamiento farmacológico, mientras que el resto del tratamiento
deben llevarlo a cabo otras personas que de ninguna manera están
coordinadas con el psiquiatra de una forma correcta.
Sin embargo, parece que el personal de enfermería, de acuer-
do a la opinión de los representantes del movimiento asociativo
de pacientes, es el que proporciona un trato más cercano. Desta-
camos por tanto que el trato que proporcionan estos profesionales
debería ser un ejemplo para el resto de integrantes.
Por último, decir que el autor a pesar de no defender los pos-
tulados de la antipsiquiatría, sí que debe hacer una reflexión al
respecto. Si bien es cierto que, a raíz del tratamiento integral de la
enfermedad mental, las personas que como yo, hemos padecido

36
Lo cierto es que los psiquiatras suelen ocuparse de los casos más graves, tal
vez esto sea un ingrediente fundamental del sesgo de gravedad concentrada
que posiblemente provoque esto.

65
Antonio Ramos Bernal

una enfermedad mental grave, logramos llevar una vida al mar-


gen de la enfermedad, no es menos cierto que la existencia de
pensamientos que confrontan la psiquiatría debería hacernos re-
flexionar sobre la posible mejora del desempeño de esta profesión
que tantas dificultades genera para quienes la practican. Por eso,
sería necesario que se instaurasen criterios de calidad en todos los
aspectos relacionados con el tratamiento. La búsqueda de la cali-
dad y la excelencia hace tiempo que se implementó en el sistema
empresarial, dando lugar a grandes incrementos de la eficiencia.
Falta, por tanto, integrarla como parte de todos y cada uno de los
distintos tratamientos de la enfermedad mental.

VII.4. Un caso de estudio: el estigma en los policías.

Un reciente estudio sobre los oficiales de policía en Grecia


arrojaba los siguientes datos:
- El 60% de ellos pensaba que las personas con enfermedad
mental eran más peligrosas que la población general.
- El 47% pensaban que estas personas necesitaban medi-
cación de forma continua.
- El 67% pensaba que debían estar permanentemente hos-
pitalizadas.
- Más del 60% pensaba que no son capaces de trabajar.
- Más del 75% pensaban que ellos solo eran raramente ca-
paces de contraer matrimonio, tener descendencia y vivir de
forma independiente.

Sería interesante que el lector relacionase los datos de este


estudio con el capítulo anterior, en el que hablamos de los mitos
de la enfermedad mental.

VII.5. Comentarios a las entrevistas realizadas al centro de


rehabilitación e integración social de Villena (Alicante).

Al igual que se realizó para los usuarios del CRIS y para sus
familiares, los profesionales de dicho centro han respondido a
unas preguntas formuladas para averiguar cuál es su posición res-
pecto al estigma: tanto el que reciben como el que emiten. De
este modo, conseguimos delimitar ese cuerpo de conocimientos

66
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

al que deseamos que converja la sociedad. Al contrario que con


los otros tres grupos, aquí vamos a formular las preguntas que
se realizaron, de ese modo el lector puede encontrar los datos no
manipulados. De este modo quiero invitarle a que se convenza de
los argumentos de estas personas que son auténticos expertos en
el tema de las enfermedades mentales.
A continuación se exponen las preguntas y sus correspondien-
tes respuestas:

CUESTIÓN: Háblame de la enfermedad mental.


Para ellos no existe una única enfermedad mental. Se habla
de incapacidad, de forma temporal o de forma crónica. Los pro-
fesionales de la salud mental a menudo cargan con las personas
con enfermedad mental que más problemas tienen. Por ello, siem-
pre valoran la enfermedad con una gravedad que, tal vez, esté un
poco sesgada. Es notable que para que una enfermedad mental
exista como tal, debe correlacionarse con un nivel de gravedad
determinado. Algunos profesionales hablan de un grado de sufri-
miento importante37, esto no es desconocido para la mayoría de
la sociedad. Sin embargo, sería ideal que el tratamiento integral de
la persona con enfermedad mental le ayudase a buscar ese bienestar
que todos, de una manera variable, acabamos encontrando en nues-
tras vidas.
El dolor es algo inherente a la enfermedad mental. El autor
tras un brote psicótico estuvo prácticamente un mes y medio en
estado depresivo. Por aquel entonces, y durante mucho más tiem-
po del que duró la depresión, sintió que ya no tenía valía para el
mundo. Que ya no era nada. Sinceramente, y habiendo conocido
otras situaciones dolorosas, sin duda puedo decir que, la esquizo-
frenia es con mucho, la experiencia más dolorosa que he podido
experimentar38. Esto es notado por todos los profesionales y esto

37
Si el lector quiere comprender más esta afirmación, tan solo debe buscar
la correspondiente referencia en este ensayo, capítulo “Sentimientos de las
personas con enfermedad mental”. El autor, consciente de esta problemática,
escribió un capítulo entero dedicado a comentar la importancia de la felicidad
en las personas con enfermedad mental.
38
Como ya dijimos, sería ideal poder medir el grado de sufrimiento asociado a
estos acontecimientos. Supongo que en un futuro no muy lejano el dolor podrá
medirse, sin embargo, en estos momentos, tenemos que dejar el tema como una
simple afirmación… qué distinto sería si pudiésemos cuantificarlo…

67
Antonio Ramos Bernal

es lo que les impulsa y motiva para actuar. ¿No es acaso esto dig-
no de admiración?
Por último comentar que los profesionales tienen perfectamen-
te asumido que se trata de una enfermedad como otra cualquiera.
Esto es fundamental para entender a estas personas. ¿Por qué?
Principalmente, porque seguimos percibiéndolas como personas
que tienen una enfermedad y no como una enfermedad viva. Una
vez entendemos esto, podremos comprender que el estigma y las
etiquetas que contiene, son un producto de la percepción errónea
del ser humano.39

CUESTIÓN: ¿Qué piensas que cree la gente sobre la en-


fermedad mental?
Comenzamos por establecer que la gente tiene temores, que
recuerdan crímenes violentos sensacionalistas, hechos que que-
dan perfectamente memorizados en el cerebro. Estos errores de
concepto son comunes en la sociedad, de otro modo, no tendría
sentido un libro como este. Además, a esto debemos añadir el
desinterés que tiene la sociedad por la salud mental. Se tiene con-
ciencia de la gravedad de otras enfermedades pero parece que las
mentales están muy lejos de nosotros.
También coincidimos en que es el trato diario con estas per-
sonas lo que produce una comprensión de la realidad de sus vidas
y de sus pensamientos. Pero sobre todo, me interesa destacar que
las personas con enfermedad mental pueden ser amigos, familia-
res, compañeros, y en definitiva, gente a la que queremos, gente
a la que nosotros no estigmatizamos pero que sí reciben estig-
ma de otras personas. De igual modo, nosotros estigmatizamos a
personas que no conocemos. Para evitar este sinsentido debemos
comprender que la diferencia entre esas personas que queremos
y que tienen enfermedad mental y aquellas que no conocemos,
simplemente no existe, sino que es un producto de errores en la
percepción40 de la enfermedad mental.

39
Para una mayor comprensión de esta afirmación remito al lector al capítulo
de “El estigma en el lenguaje y el pensamiento humano”.
40
El concepto de percepción será utilizado en múltiples ocasiones en este
texto, por ello conviene definirlo. La percepción es la función psíquica que
permite al organismo, a través de los sentidos, recibir, elaborar e interpretar la
información proveniente de su entorno (Wikipedia).

68
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

CUESTIÓN: Cuéntame algunas historias que crees que


alimentan el estigma.
Dijimos que los profesionales son las personas que más saben
de la enfermedad mental, pero eso no es todo. También son las
personas que más deben confrontar el estigma. De manera que los
profesionales también son los que más saben de estigma. Vamos a
poner un ejemplo de discriminación contado por uno de ellos:
“… necesitaban una auxiliar de hogar para la limpieza de un
juzgado, y eligieron a una persona sin saber que tenía enferme-
dad mental41, ya que tenía experiencia en este tipo de trabajo y
se presentó el día que tenía que comenzar a trabajar y le dijeron
que se fuera que ya la llamarían. A los pocos días esta persona
se entera que han contratado a otra persona para hacer el tra-
bajo y cuando pregunta por qué, le contestan que no sabían que
tenía una enfermedad mental”.
En cualquier caso se puede recurrir a los medios de comunica-
ción para comprender la información, concentrada en el crimen,
que se recibe sobre la enfermedad mental y que alimenta el estig-
ma. Estas noticias generan miedo y rechazo en última instancia. Es
destacable que todos y cada uno de los profesionales que han cola-
borado con este proyecto han acabado designando a los medios de
comunicación como principal elemento de generación de estigma.

CUESTIÓN: Cuéntame historias que defiendan el estigma.


Esta pregunta pretende ser una confrontación de la anterior.
En el libro encontraremos esta cuestión ampliada. En cualquier
caso, comenzamos por establecer la valentía de familias que no
ocultan la enfermedad. Además, no tienen miedo a aparecer en
los medios de comunicación. Esta valentía también debe nacer
en las propias personas con enfermedad mental.
Se propone como ejemplo de lucha contra el estigma el ejem-
plo del centro especial de empleo de Villena: Integra2. Allí las
personas con enfermedad mental, así como otras personas dis-
capacitadas llevan a cabo desempeños laborales iguales que las
personas que no tienen discapacidad. Es un ejemplo de que las
personas con enfermedad mental, a pesar de algunas dificulta-
des, siempre consiguen salir adelante, y acaban demostrando,
cuando se les permite, que ellas también tienen capacidades.
41
Si hubiesen sabido que tenía enfermedad mental directamente no la hubie-
ran llamado, ni siquiera para la pertinente entrevista.

69
Antonio Ramos Bernal

También se propone como ejemplo el movimiento asociativo.


Lo cierto es que la vida de las personas con enfermedad mental
no sería la misma sin ellos. Sin embargo, nunca se les agradece lo
suficiente esta importante labor social que están llevando a cabo.

CUESTIÓN: ¿Qué crees que debería hacer la sociedad


contra el estigma? ¿Y los profesionales? ¿Y las propias perso-
nas con enfermedad mental? ¿Y los familiares?
Bueno comencemos por situar al lector. Actualmente, apenas
se están llevando a cabo políticas contra el estigma. A pesar de
que la comunidad, se supone, es el eje del tratamiento de la en-
fermedad mental. Lo cierto es que existen campañas para luchar
contra estos estereotipos, pero también es cierto que una sola no-
ticia sensacionalista acaba con todo este trabajo. Parece que la
lucha contra el estigma necesita del control de todas las partes que
juegan en este mercado de la información.
Los profesionales creen que se deben dedicar más recursos
para que la sociedad comprenda que la enfermedad no es como
ellos creen. Tal vez se necesite medicación, tal vez existan crisis,
tal vez exista discapacidad, tal vez no se pueda llevar una vida
totalmente independiente, pero seguimos hablando de una enfer-
medad. Y sabemos que en la naturaleza humana también existe el
“gen de la superación”, y poco a poco, las personas con enferme-
dad mental vamos encontrando la salida al difícil laberinto de la
enfermedad mental. Sin embargo, no podemos librar esta guerra
contra nuestra enfermedad si la sociedad se pone de su parte.
Parece que el ritmo y la velocidad de la vida actual tampoco
dejan mucho margen para la comprensión. Parece que ellos son
los que faltan en este proceso. Si los familiares, las personas con
enfermedad mental y los profesionales se unen mediante el movi-
miento asociativo, ¿qué lugar queda para la sociedad? ¿Acaso la
sociedad tiene interés en este tema? ¿O es que simplemente con
el rechazo se soluciona todo para ellos? Mientras la sociedad no
tenga interés, y necesite la educación al respecto, el tema segui-
rá cayendo en el olvido, será tapado con los mantos del silencio
y será ocultado bajo montañas de incomprensión. Las noticias
seguirán hablando de crímenes violentos, la esquizofrenia será
considerada como una enfermedad social, y las personas con en-
fermedad mental tendrán que seguir sintiendo ese dolor único que

70
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

nace del rechazo social. Pero ¿acaso alguna enfermedad ha conse-


guido vencer al ser humano?

CUESTIÓN: Opina sobre el sensacionalismo de los me-


dios de comunicación.
En realidad un libro que hable de lo perjudicial que pueden ser
estos medios para la enfermedad mental no diría algo novedoso si
es que no aportase soluciones. Esto no es un libro de soluciones,
pero es cierto que mientras los medios no utilicen la información
sobre la salud mental de forma responsable, el problema seguirá
existiendo y prácticamente ninguna iniciativa tendrá efectos ra-
zonables.
Los profesionales proponen que se dé una solución inmediata
al problema. Se están desperdiciando enormes recursos por culpa
de una sola de esas noticias sensacionalistas. Mientras a los me-
dios solo les preocupe la audiencia el problema seguirá existien-
do. Tal vez sea la hora de llamar a las puertas de las empresas y
preguntar por la responsabilidad social corporativa42. Conseguir
el apoyo del estamento empresarial parece un factor clave de éxi-
to, a menudo colocado en el baúl de las cosas imposibles.
Por otra parte, tal vez vaya siendo hora de crear nuestro propio
medio de comunicación. TELEDIS podría ser un canal en el que
las personas con discapacidad, y dentro de ellas, las personas con
enfermedad mental, encontrasen un cauce a sus pensamientos y
emociones, a su creatividad, y en fin, a sus inquietudes. Podríamos
hablar entonces de un telediario responsable, de unos reportajes
que de verdad transmiten el sentir de un colectivo. Los recursos
necesarios para crear esta televisión existen, tan solo falta una
asociación que quiera darle forma real.

CUESTIÓN: ¿Crees necesaria la existencia de una asocia-


ción contra el estigma?
En este caso, más que una pregunta es un deseo. Todas las ini-
ciativas dedicadas a luchar contra el problema del estigma tienen
que ser canalizadas por un ente. El problema es si se necesita crear

42
La responsabilidad social corporativa puede definirse como la contribución
activa y voluntaria al mejoramiento social, económico y ambiental por parte
de las empresas, generalmente con el objetivo de mejorar su situación compe-
titiva y valorativa y su valor añadido (Wikipedia).

71
Antonio Ramos Bernal

una asociación dedicada a ello, o más bien, introducir la reduc-


ción de estigma como principio motor del actual movimiento aso-
ciativo. En realidad, es una pregunta que debería formularse a los
verdaderos expertos en este tema, es decir, FEAFES43.
Puede ser conveniente crear un aparato reivindicativo con
personalidad jurídica propia cuyo fundamento existencial sea esta
causa. Tal vez las asociaciones actuales tienen demasiados frentes
abiertos. El tratamiento y la orientación parecen ser complejos.
Puede ser que apenas tenga importancia la percepción social por-
que existen problemas que parecen más importantes a corto pla-
zo. Sin embargo, el autor de este estudio opina que es necesaria
la existencia de un motor contra el estigma que sea autónomo.
Los profesionales, sin embargo, parecen estar en contra de esta
concepción. Tal vez, como proponen ellos, sería mejor encontrar
grupos de trabajo dentro de las actuales asociaciones, pero enton-
ces habría que encontrar recursos para ello. Esto es un problema
añadido, parece que debemos dejarlo fuera de este estudio por
motivos de extensión.

CUESTIÓN: ¿Qué crees que piensan las personas con en-


fermedad mental del estigma?
Esta pregunta que ya realizamos a los propios usuarios preten-
de consolidar la posición de los mismos, a través de la percepción
de los profesionales. Los profesionales observan dos formas de
afrontar este problema: por un lado, aquellos que son luchadores
y no se conforman con las cosas que les imponen. Por otro lado,
también están aquellos que no ven una salida al problema, y que
por tanto, no encuentran su posición como fuerza motora de la
solución de este problema.
Algunos profesionales destacan una conducta llamativa. Se
trata de que algunas personas con enfermedad mental también es-
tigmatizan a otros grupos. A este problema dedicamos un capítulo
entero en este ensayo44. También destaca lo que en su momento
llamamos como autoestigma. A ello dedican las clases de educa-
ción en la enfermedad. Pensemos que las personas con enferme-
dad mental, al principio, también cargan con el peso del descono-

43
Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Personas con
Enfermedad Mental.
44
El estigma en el lenguaje y el pensamiento humano.

72
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

cimiento que hemos terminado por nombrar como causa principal


del estigma.

CUESTIÓN: ¿Qué contenido debería tener una estrategia


contra el estigma?
Para los profesionales del CRIS, la principal estrategia que
debemos seguir en esta causa es la educación de la sociedad45. Sin
ese conocimiento existe un vacío que se llena de noticias sensa-
cionalistas e información sobre rumores. Se propone en este estu-
dio que se creen modelos de educación sobre estas enfermedades
dirigidas a segmentos concretos de la población: amas de casa,
profesores, fuerzas del estado, políticos, empresarios, etc.
Se propone también la existencia de algún espacio divulgati-
vo en los medios de comunicación de masas. Algo que también
propone el autor a través de TELEDIS (La T.V. de las personas
con discapacidad). La colaboración de algún personaje famoso
también sería tremendamente positiva.

CUESTIÓN: ¿Crees que las personas con enfermedad


mental son normales?
Puede parecer una pregunta fuera de lugar, pero analizando la
percepción de la enfermedad mental en la sociedad uno concluye
que la mayoría piensa que las personas con enfermedad mental no
son normales. Lo cierto es que se utilizan ciertas palabras para re-
ferenciar comportamientos anormales, y todos ellos tienen cabida
en la enfermedad mental. Postular que estas personas, ante todo,
siguen siendo personas debe ser un principio rector de las campa-
ñas de comunicación. En el capítulo de análisis del lenguaje y el
pensamiento, que nos ayudará a comprender el estigma, podemos
encontrar una extensión de esta pregunta.
Los profesionales, sin embargo, suelen hacer la siguiente pre-
gunta: ¿qué es ser normal? Pues bien, parece que la sociedad asi-
mila locura con maldad y, por tanto, relacionado con el crimen.
La persona que tiene una enfermedad mental, según dicen ellos,
“no está bien”, de manera que para la mayoría, no es normal. Este
concepto también se ve de forma contundente en el autoestigma
que ya tratamos. La propia experiencia del autor es capital en este

45
Para ello dedicamos un epígrafe completo: Introducción a la educación
sobre la enfermedad mental.

73
Antonio Ramos Bernal

concepto. Durante un tiempo el autor pensó que ya nunca más


sería normal. Tal vez sería una consecuencia de la enfermedad,
pero es una verdad que no puede ser ocultada.

CUESTIÓN: Cuéntame tu opinión respecto al hecho de


que las personas con enfermedad mental oculten su enferme-
dad.
Los profesionales comienzan hablando de comprensión. Di-
cen que es perfectamente plausible que, al principio, se quieran
ocultar estos hechos. El autor coincide con ellos cuando se habla
de compartir los problemas. La sinceridad es una piedra angular
de la aceptación. Una vez que se acepta la enfermedad puede co-
menzar uno a pensar en la superación. Sin embargo, mientras uno
siente vergüenza por la enfermedad, está luchando contra su pro-
pia realidad. Hablar de la enfermedad puede parecer osado, ¿por
qué iba a ser bueno hablar de algo malo? En realidad, y como ex-
pongo, es un paso necesario, pero también debe hacerse de forma
inteligente. La comunicación de nuestra enfermedad debe reali-
zarse de forma adecuada, a las personas y en el momento preciso,
sobre todo para evitar ser juzgados. De otro modo, tendremos que
confrontar el dolor que supone llevar toda esa carga en nuestro
interior: ocultar la enfermedad es un duro yugo del que es relati-
vamente fácil librarse.

CUESTIÓN: ¿Qué crees que piensa la gente sobre los pro-


fesionales de la salud mental?
Esta pregunta se formuló buscando otra manifestación del es-
tigma. En más de una ocasión los profesionales se ven sorpren-
didos porque alguna persona piensa que son muy valientes por
trabajar con “enfermos mentales”. Este pensamiento podría tener
mucho juego literario, sin embargo, nos quedaremos con el hecho
de que pertenece a una respuesta involuntaria provocada por los
estereotipos y los prejuicios que rondan la mente de las perso-
nas.

74
VIII. EL ESTIGMA EN LOS MEDIOS DE
COMUNICACIÓN.

“El 75% de la información que se genera en los medios de


comunicación se centra en la violencia”.

VIII.1. Introducción.

El fundamento de dedicar un capítulo entero al problema del


estigma en los medios de comunicación debe darnos una idea de
la importancia que tiene para la desestigmatización, el contar con
el apoyo de los distintas fuentes de información sobre la enfer-
medad mental. En este apartado, por tanto, vamos a analizar los
orígenes del conocimiento sobre enfermedad mental que existe
en la sociedad. Sería ideal que el lector complementase este apar-
tado con aquel destinado a tratar el estigma en el pensamiento y
lenguaje humano.
A pesar de que los medios de comunicación son la principal
fuente de información sobre la enfermedad mental, no podemos
ignorar al resto de fuentes. Por ello, vamos a dedicar un epígrafe
en concreto a cada una de ellas, para de ese modo, configurar en el
lector una idea concreta de cómo y por qué se forma ese concepto
tan negativo sobre las personas con enfermedad mental.
Según los usuarios entrevistados, en la televisión solo salen
delitos graves cometidos por personas con esquizofrenia. Coinci-
den en que Internet también alimenta el estigma, pues se genera
información errónea. Hablan de una gravedad que no existe o que
pertenece a pocas personas, “… es realista pero exagerado. Se
sacan conclusiones sobre el comportamiento de pocas personas
y se vinculan a todo el grupo”. Obviamente, todos somos cons-
cientes de que existen “muchos comentarios despectivos y peyo-
rativos. Coletillas con una locura metida en medio”.
Todo esto nos lleva a unir las anteriores afirmaciones con
las derivadas de la siguiente pregunta realizada a los usuarios:

75
Antonio Ramos Bernal

“¿Crees que la enfermedad mental importa a los medios de


comunicación?”. Todos coinciden en que no. “Tan solo les im-
porta el sensacionalismo. No tratan adecuadamente la enferme-
dad mental”. Hay una conclusión común: “Los medios de comu-
nicación no intentan averiguar la vida que tenemos y el problema
tan grave que padecemos. Que se den cuenta de que somos per-
sonas normales. Que nos traten con respeto y no tengan un tra-
to degradante hacia nosotros”. Estos pensamiento conforman el
sentir general de nuestro colectivo, así lo demuestra el hecho de
que todas las personas entrevistadas coincidieron en ello.

VIII.2. Medios de comunicación.

Demostrar la importancia de la comunicación46 en nuestra so-


ciedad actual está fuera del propósito de este libro. A pesar de
ello, debemos decir que la sociedad ha evolucionado de esta for-
ma gracias, en parte, a la facilidad de interconexión de las distin-
tas formas de comunicación, ya sea de datos, voz o imágenes.
En nuestro caso concreto, los medios de comunicación contri-
buyen de forma esencial a la formación de la imagen social de la
persona con enfermedad mental. El problema es que los medios
de comunicación utilizan el sensacionalismo para informar so-
bre estas patologías. De manera que, la enfermedad mental solo
aparece en los medios de comunicación cuando se comete algún
crimen o acto de violencia grave. De hecho, el tema de la enfer-
medad mental es poco frecuente en los medios de comunicación.
Si a esto añadimos que el tratamiento hace referencia a aspec-
tos negativos, es fácilmente comprensible por qué los medios de
comunicación son el principal alimento del estigma. Y es que los
programas de TV o los propios periódicos se empeñan en dar un
dramatismo excesivo y bien señalado acerca de la conducta de la
persona que ha cometido un delito. Aunque puede pensarse que no
todo el problema radica en los fundamentos de la comunicación,
también podría pensarse que si estos medios realizan este trata-
miento claramente decantado hacia lo negativo, en la balanza, es
porque encuentran un público que quiere ese sensacionalismo. De
manera que una vez tras otra se va alimentando una imagen que,
46
Según autores, la comunicación es un fenómeno de carácter social que com-
prende todos los actos mediante los cuales los seres vivos se comunican con
sus semejantes para transmitir o intercambiar información.

76
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

créanme, no se corresponde con la realidad. Y esto no es la afir-


mación de una persona con enfermedad mental que tiene viciado
su pensamiento, es que está demostrado con estudios científicos.
De otro modo, el tratamiento comunitario no tendría sentido.
Generalmente se presentan unos modelos generales entre los
que destacan el homicida, la persona adulta con conductas infan-
tiles que requieren control externo, el espíritu libre y creativo. De
esta forma se consigue contaminar la imagen de todo el colecti-
vo de personas con enfermedad mental. Este libro no defiende la
tesis de evitar informar sobre estos sucesos, sino más bien, el que
se informe de manera adecuada. No repetiré los argumentos que
existen contra esta información sesgada, más bien, entiendo que
ha quedado demostrado que la tasa de crimen en la sociedad no
es más alta a raíz del tratamiento comunitario de la enfermedad
mental. Ninguno de los indicadores utilizados para buscar esta
clase de correlaciones ha conseguido demostrar que la enferme-
dad mental aumente la tasa de crimen en la sociedad. Más bien,
es la propia persona la que es propensa a cometer ese crimen, de
manera igual a cualquier otra persona sin enfermedad mental que
cometa uno de los excesivamente numerosos crímenes que exis-
ten. De manera que, en la actualidad, se está juzgando a todo el
colectivo de personas con enfermedad mental, por los crímenes
que cometen unos pocos, de un modo similar a lo que podría
juzgarse del ser humano a partir de las personas que están en
las prisiones.
Siguiendo con nuestra exposición, lo que trato de estudiar en
este texto, es la utilización de forma provechosa de dichos medios
de comunicación, a favor del colectivo de personas con enferme-
dad mental. Uno de los objetivos que trataremos en el epígrafe de
lucha contra el estigma es la necesidad de transmitir información
positiva sobre las personas con enfermedad mental, de manera que
busquemos el correcto tratamiento de la información. Este objetivo
sólo se persigue desde las entidades y asociaciones, mientras que
hemos olvidado que somos nosotros, las personas con enfermedad
mental, los que debemos ser la piedra angular del proyecto.
El siguiente cuadro extraído del estudio de la Comunidad de
Madrid respecto al estigma nos demuestra de forma explícita a
través de los datos la existencia de estereotipos y su frecuencia
de aparición:

77
Antonio Ramos Bernal

FRECUENCIA DE
CONTENIDOS
APARICIÓN
Estereotipo de peligrosidad 24%
Estereotipo de responsabilidad sobre la
2%
enfermedad
Estereotipo de impredecibilidad 16%
Estereotipo de incompetencia 7%
Información errónea sobre la enferme-
2%
dad mental

Este cuadro nos demuestra que la frecuencia de aparición de


los estereotipos en los medios de comunicación es demasiado
alta. De hecho, es realmente difícil contrarrestar los efectos nega-
tivos de esta información con una contrapartida positiva. Aun así,
creo que el poder del colectivo de las personas con enfermedad
mental, como eje principal del proceso de educación social, es
suficientemente amplio como para contrarrestar estos efectos tan
perjudiciales para nosotros.
No obstante, existe un hecho notable que parece pasar desaper-
cibido en todos estos estudios: no es necesaria una cantidad ele-
vada de noticias que deformen la percepción de la enfermedad
mental en las personas que reciben dicha información. Es cierto
que tan solo con una de esas noticias, se podría derrumbar esa
verdadera realidad. De hecho, basta una simple noticia que con-
duzca al perceptor a correlacionar esquizofrenia y crimen, para
derrumbar todos los efectos positivos de cualquier campaña de
concienciación. Por tanto, no es la prevalencia lo que importa,
sino el impacto y la gravedad de cada una. De ese modo, es
comprensible la importancia de regular esta transmisión de cono-
cimientos, e intentar de un modo u otro que no existan esta clase
de correlaciones que tanto nos perjudican.
En cualquier caso, para que el lector entienda de forma general
este problema del que hablamos, debo concretar que en estudios
realizados que pretenden analizar la composición de la informa-
ción que se emite sobre la enfermedad mental, se concluye que
los personajes peor valorados somos nosotros. Como resumen de
esta premisa, veamos las siguientes afirmaciones:
“Los personajes relacionados con la enfermedad mental son
los más violentos y el grupo individual más perjudicado en tele-

78
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

visión... La violencia y el castigo se mostraban como inherentes


a la enfermedad en sí, y por tanto, ineludibles”. Campaña Esqui-
zofrenia abre las puertas.

VIII.3. Rumores.

La rumorología perjudica de manera notable a la difusión de


información positiva de la enfermedad mental. Lo cierto es que
estos rumores solo tienen existencia cuando son, al igual que en
los medios de comunicación, efectivamente sensacionalistas. De
manera que, por ejemplo, si hablamos de esquizofrenia, las per-
sonas no instruidas en el tema, nos contarán hechos relevantes
sufridos durante los conocidos como “episodios de la enferme-
dad”. La persona que nos habla de esta enfermedad no es capaz de
hablarnos sobre la sintomatología, el tratamiento o la medicación.
Su conocimiento al respecto se basa en observaciones de la con-
ducta, de manera que, esa persona, solo sabría hablarnos de ese
comportamiento tan llamativo. Esto también ocurre con el resto
de enfermedades. Así funciona la rumorología.
El problema de la existencia de difusión de rumores hacia per-
sonas con enfermedad mental es que no se tiene un conocimiento
exacto del daño que se está realizando hacia esa persona. Es más
reprochable que, la persona que estigmatiza, pueda ser objeto de
cualquiera de los alarmantemente numerosos hechos negativos
que pueden sucederle a una persona. Este hecho no necesita de-
mostración alguna. Sabemos a ciencia cierta que la vida es una
carrera de obstáculos, y lo cierto es que, cuando nuestra salud
no se ve afectada por alguna enfermedad pues tenemos una alta
probabilidad de que nos suceda cualquier otro hecho negativo. La
verdad es que existen muy pocas personas que puedan vivir sin
verse perjudicados por algún mal. Como dije anteriormente, la
solidaridad no debe ser una alternativa, sino una necesidad.
También es cierto que la rumorología ignora la vida de la per-
sona una vez se torna “normal”. Es un hecho demostrable que la
persona con enfermedad mental que recupera parámetros de vida
similares a los anteriores, pasa a dejar de ser un representante ge-
nérico de persona con enfermedad mental, y pasa a formar parte
del grupo de los “normales”. Esto es algo que yo vivo en primera
persona. La gente suele decirme que a mí no se me nota nada

79
Antonio Ramos Bernal

anormal. Se preguntan si realmente soy una persona con enferme-


dad mental. Esto es un producto de su desconocimiento sobre la
enfermedad mental. Es un producto del hecho de que todo lo que
conocen sobre la enfermedad mental son hechos sensacionalistas
que no logran encontrar cuando hablan conmigo. Un hecho que
vuelve a pedirnos que salgamos en defensa de las personas con
enfermedad mental, y demostremos que nosotros también somos
“normales”.
El poder de los rumores proviene de la siguiente fórmula:

Sensacionalismo + desconocimiento + distancia con el proble-


ma = tratamiento negativo

Vuelvo a repetir que la solidaridad es una necesidad para aña-


dir que me gustaría poder hacer un breve estudio, en este momen-
to, que se titulase “Compañeros de infortunio”. Se trataría de
demostrar, mediante estadísticas, las probabilidades que tiene una
persona de vivir alguna experiencia relacionada con alguno de
los numerosos males que existen en nuestro mundo. Una persona
puede estar pensando en un problema ajeno (bien sea disfrutando
o bien sorprendiéndose) y que dentro de unos años le pase cual-
quiera de los numerosos males que existen. Por ello, las personas
con enfermedad mental necesitan comprensión y ayuda, de igual
modo que una persona que ha sufrido un accidente de tráfico u otra
a la que le ha sorprendido un incendio. Piense el lector que la cola-
boración entre personas es un hecho que nos beneficia a todos.

VIII.4. Libros especializados.

El problema principal de los libros especializados es que están


plagados de tecnicismos. El lenguaje científico-técnico no es el
más apropiado para formar una opinión certera en la sociedad. No
están escritos para ello. Ni siquiera es un propósito buscado por el
escritor. Esto es un motivo más para deducir que la sociedad tiene
un desconocimiento total de lo que son las enfermedades menta-
les. Y no esperemos que vayan en busca de ese conocimiento. El
problema no es que no lo tienen, sino que ni siquiera lo quieren.
Es por ello que defiendo la tesis de que las personas con en-
fermedad mental debemos animarnos a producir contenidos lite-

80
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

rarios. El arte debe ser uno de nuestros refugios. No solo por-


que puede constituir uno de los pilares de nuestra felicidad, sino
porque, a través de esta autorrealización, conseguimos ayudar a
otras personas con enfermedad mental. Los ejemplos al respecto
están comenzando a multiplicarse en las sociedades occidentales.
Existen casos de personas con enfermedad mental que destacan
por sus producciones literarias, cinematográficas, incluso existen
programas de radio y, en definitiva, multitud de iniciativas. Estos
casos han conseguido un alto nivel de notoriedad, lo cual es un
claro referente en la lucha contra el estigma. La lectura que debe-
mos sacar aquí es que, el silencio, es nuestro gran enemigo.

VIII.5. Generación de información.

Lo hemos repetido en diversas ocasiones y lo seguiré hacien-


do durante todo el texto: la persona con enfermedad mental debe
aprender a hablar de su enfermedad. Si nosotros mismos no con-
tamos nuestros problemas, la sociedad rellenará ese conocimiento
con otros datos. Lo negativo es que todos esos datos provienen
de fuentes que no persiguen la positividad de esa información. Es
comprensible cómo el silencio de las personas con enfermedad
mental multiplica los efectos de las noticias violentas.
Mi experiencia a la hora de transmitir información sobre mi
enfermedad es totalmente positiva. Mi primer libro explica de-
talladamente mis experiencias con una enfermedad mental. Al
principio, cuando redactaba todos esos momentos, pensaba que
podría arrepentirme de contarlo. Mi mente me mostraba que exis-
tía una posibilidad de que mi entorno me etiquetase. Declarar que
uno tiene una enfermedad mental, al menos en mi caso, sólo me
ha proporcionado sentimientos y consecuencias positivas. Por
ello me gustaría que más gente lo experimentase. La sociedad
suele ser comprensiva con la sinceridad. Sin embargo tienen un
comportamiento opuesto cuando sienten que se les ocultó algo.

VIII.6. Examen de los fundamentos del periodismo.

Estudiando los fundamentos del periodismo, uno comprende


la importancia de la comunicación de masas. Es el nivel multitu-
dinario de esta comunicación lo que le confiere una importancia

81
Antonio Ramos Bernal

capital en el tema que estamos tratando. Sin duda, un factor clave


del éxito en la lucha contra el estigma es el dominio y manipula-
ción positiva de estos medios. Sin ello, estoy seguro, no se acaba-
rá ni se reducirá el estigma, ni siquiera la propia discriminación
que nace de él.
Cuando nos referimos a la manipulación positiva y al trata-
miento adecuado de la información no queremos acercarnos al
concepto de censura. Este texto no propugna una limitación de
la libertad de expresión. No obstante, como veremos en el apar-
tado posterior, se busca una información responsable. Esto no
es más que la necesidad que tiene nuestro colectivo de que la in-
formación que aparece en los medios no repercuta indirectamente
en nuestras vidas en modo de discriminación que incremente los
efectos negativos de nuestra enfermedad. De este modo parece
que estemos luchando contra dos enfermedades, la propia de
nuestro cerebro, y la que nace de esa problemática derivada de
la comunidad que “se supone” debe aceptar nuestra enfermedad.
Estamos proponiendo que no solo las personas con enfermedad
mental debemos aceptar nuestra enfermedad. Si se supone que
existe tratamiento comunitario, la comunidad también debe
aceptar la enfermedad, lo cual no se produce en la actualidad.
Es por ello que no tiene mucho sentido que se hable de tratamien-
to comunitario cuando la comunidad rechaza a la persona con
enfermedad mental.
Lo cierto es que no solo los medios de comunicación crean y
desarrollan el estigma que desemboca en el rechazo de la comu-
nidad. Son los mismos informadores, aquellos que generan la in-
formación contaminada, los que se ven influenciados por su pro-
pio estigma. Sí, no es sorprendente afirmar que los periodistas no
solo deben realizar un tratamiento que alimente las sensaciones
del receptor de información, sino que es su propio pensamiento
el que está contaminado. El periodista debería, en el caso de tra-
tamiento de este tema, evitar la búsqueda de sensaciones, pero
además debería comprender la enfermedad mental igual que
un periodista especializado en política comprende la mecá-
nica legal y del Estado. Sin embargo, ¿es algo que se produce
en la actualidad? Establecemos otro de los objetivos a perseguir
en la lucha contra el estigma, que no es sino crear una especiali-

82
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

zación en información sobre salud mental47, de otro modo, el


periodista utilizará esos estereotipos que durante tanto tiempo ha
ido almacenando en su subconsciente y los utilizará como infor-
mación veraz.
Respecto a la comunicación de noticias, debemos precisar
que en las bases del periodismo se establece que las noticias de-
ben tener los siguientes atributos relacionados con el tema que
tratamos: deben ser importantes, deben contener polémica y
provocar emociones en el receptor de la información. Vemos
que los ingredientes para el tratamiento sensacionalista no están
ni mucho menos ocultos. Pero es más, los acontecimientos sor-
prendentes y estremecedores son caldo de cultivo de noticias.
De manera que parece que hemos encontrado la razón de ese tra-
tamiento estigmatizante. Si las noticias buscan polémica y ne-
cesitan acontecimientos sorprendentes, en la enfermedad mental
los encuentran (como se dice coloquialmente parece que se han
juntado el hambre con las ganas de comer). El problema es en
¿qué cantidad? Lo cierto es que la cantidad no es mayor que para
personas sin enfermedad mental. Sin embargo, en los medios no
se habla de personas sin enfermedad mental para las que no suce-
de nada llamativo. De igual manera, las personas con enfermedad
mental en las que no existe nada llamativo, tampoco son origen
de noticias. La conclusión que sacamos en este momento es que
para los periodistas los sucesos en los que aparecen personas con
enfermedad mental son noticias fáciles y de calidad. Fáciles por-
que tienen los ingredientes necesarios para captar la atención, y
de calidad porque reúnen toda esa serie de requisitos que nom-
bramos anteriormente. ¿Acaso no tiene cabida en este momento
la responsabilidad social del periodista?
En el análisis de noticias específicas puede analizarse, cómo
las normas de redacción influyen, junto al propio funcionamien-
to relacional y comprimido de la información en el cerebro, en la
formación de todos esos prejuicios y estereotipos que más tarde
darán lugar a la discriminación y al establecimiento de esa distan-
cia social tan dañina para las personas con enfermedad mental.

47
La guía “Lexicon. Guía internacional sobre salud para los medios de co-
municación”. La cual puede conseguirse en www.feafes.com es una guía que
pretende establecer algunos principios rectores en el tratamiento de la comuni-
cación de noticias relacionadas con la salud mental.

83
Antonio Ramos Bernal

+ Normas de redacción
+ Noticias sensacionalistas
+ Funcionamiento memoria

Información estigmatizante

Por cierto, resaltar que los profesionales cuando están frente


a los medios de comunicación hablando de estos casos tan sensa-
cionalistas se dejan llevar por esta conducta y no la frenan, como
en realidad debería ser. Es cierto que a veces los medios de co-
municación buscan la acción política y consideran que el drama-
tismo es la mejor manera de llegar a ello. Sin embargo, lo que
consiguen es llegar a la mente de la masa que está recibiendo la
información, por lo que no solo no consiguen variar la conducta
política sino que de un modo inexorable, están perjudicando a
todo el colectivo de personas con enfermedad mental.
El autor ha sido incapaz de encontrar noticias positivas sobre
enfermedad mental que no procedan directamente del movimiento
asociativo. Parece que a los medios no les interesa proporcionar
noticias aburridas que transmitan normalidad. De hecho, la norma-
lidad de las personas sin enfermedad mental, como dijimos, tam-
poco es objeto de noticias. Sin embargo, el movimiento asociativo
sí es consciente de la necesidad de generar información positiva.
Y así lo demuestra este mensaje, que pretende ejercer de principio
de funcionamiento de la comunicación, y que ha sido extraído de
la guía de estilo de medios de comunicación de FEAFES:

“Enfatizar las facetas positivas, las potencialidades, los lo-


gros y avances, las calidades humanas. Evitar sobredimensionar
las limitaciones y los casos aislados negativos. Mostrar a la per-
sona con enfermedad mental en sus múltiples facetas positivas,
sin sobredimensionar el hecho de que padezca una enfermedad
mental, ni en lo negativo ni en lo positivo (no entronizar a per-
sonas fuera de serie, sino más bien enfatizar los logros ordina-
rios)”.

84
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

La maldad en el ser humano.

Sabemos que los estudios científicos no han podido demos-


trar que las enfermedades mentales aumenten la tasa de crimen
en la sociedad. Voy a comentar brevemente algún caso de per-
sonas sin enfermedad mental que son infinitamente peores que
las personas con enfermedad mental que han cometido un cri-
men. Esto nos dará una idea de la verdadera naturaleza del ser
humano. Obviamente, uno y otro extremo no se corresponden
con la inmensa mayoría de las personas, sin embargo, es nece-
sario explicitar su conducta para que el lector entienda que la
enfermedad mental no es la responsable de los delitos, que se
refieren más bien a las propias personas. El general admirado es
una persona que estudia, durante muchos años, cómo afrontar
una guerra en busca de una victoria que suponga el final de
su enemigo. Las noticias hablan constantemente de las conse-
cuencias de la inteligencia de estos generales. Bajo sus manos
mueren miles de personas, y sin embargo, son admirados por la
sociedad. ¿No es una incongruencia que una persona dedicada a
ordenar muerte y destrucción acabe siendo idolatrada y admira-
da, mientras que otra es rechazada por el simple hecho de tener
una enfermedad?

VIII.8. La importancia de las personas con enfermedad


mental en la modificación de la dinámica de los medios de
comunicación.

Son los responsables de la opinión, por tanto, la pieza clave


del sistema de comunicación sobre la enfermedad mental. Existe
una imagen real que es distinta de la transmitida. Sabemos que no
se transmite por motivos económicos lo que se traduce en la falta
de interés al tratar noticias que no provoquen atención en el desti-
natario. De manera que el capital, en el caso de la comunicación,
es la generación de sensaciones en el receptor de la información.
Nada más para ello, que hablar de crimen y violencia. Por ello, los
medios están plagados de noticias sensacionalistas, pero no solo
de enfermedad mental. Es un tratamiento generalizado que puede
encontrarse en los mismos fundamentos del periodismo.

85
Antonio Ramos Bernal

Siendo conscientes de esta verdad en la mecánica del perio-


dismo, debemos luchar por definir una política de comunicación
de información que multiplique la información que se emite de
la enfermedad mental. No solo se trata de que no se realice un
uso sensacionalista de la información sobre enfermedad mental.
Además, debe aumentar la información sobre la realidad de la
enfermedad mental. Para ello, es necesario que la conducta de las
personas con enfermedad mental no se reduzca a las iniciativas
creadas desde el movimiento asociativo. Este movimiento debe
nacer de nosotros mismos, de manera que las asociaciones sean
un instrumento a nuestro servicio.
Actualmente somos nosotros el instrumento de la asocia-
ción, cuando en realidad debería ser al contrario. Esto es un men-
saje fundamental para el movimiento. La pieza clave de la lucha
contra el estigma todavía no está activada. Tal vez sea necesaria
una pequeña ayuda para mover esa mecánica tan numerosa y tan
poco utilizada.
A pesar de que ampliaremos este capítulo posteriormente,
quiero dejar establecido el principio de que las personas con en-
fermedad mental, que suponen aproximadamente un 15-20% de
la población, son una masa que todavía no está llevando a cabo
ningún proceso de lucha por sí mismo. Al menos, no de forma co-
ordinada y con recursos. Es cierto que existen iniciativas, pero en
la actualidad está surgiendo el concepto de la “Nueva economía”.
Ésta, dicen los expertos, supone la colaboración de una canti-
dad muy elevada de personas en proyectos que ven sumado
una fuerza humana que en años anteriores era imposible. Esto
es debido a las tecnologías de la información y la comunicación.
Sería interesante que de ahora en adelante hablásemos de la salud
mental 2.048.
Respecto a esta economía colaborativa que todavía no existe
en el movimiento de las personas con enfermedad mental, po-
dríamos indicar que sería tremendamente positiva la existencia de
una plataforma de colaboración, que se instrumentase en forma
de espacio público cuya misión principal fuera la confrontación
48
El término Web 2.0 fue acuñado por Tim O’Reilly en 2004 para referirse a
una segunda generación en la historia de la Web basada en comunidades de
usuarios y una gama especial de servicios, como las redes sociales, los blogs,
los wikis o las folcksonomías, que fomentan la colaboración y el intercambio
ágil de información entre los usuarios (Wikipedia).

86
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

del estigma. Parece complejo articular los valores y destrezas de


las personas con enfermedad mental, por ser un colectivo nume-
roso. Sin embargo, el autor considera que todavía no se está ha-
ciendo un uso correcto de las nuevas tecnologías para confrontar
el problema objeto de este libro.
Es un deseo particular del autor que se aprovechen las ven-
tajas de Internet para generar información positiva, y articular
la necesaria modificación de las formas de comunicación sobre
enfermedad mental. No es el lugar apropiado para defender las
ventajas de tener una economía 2.0 para afrontar el problema del
estigma. Pero al menos, el autor debe dejar constancia de que
este activo, que es la nueva tecnología, unido a las personas con
enfermedad mental, todavía no está siendo utilizado.

87
IX. ¿QUÉ ES REALMENTE LA ENFERMEDAD
MENTAL?

“¿Alguien dijo que el cerebro es una máquina perfecta?”.

IX.1. Introducción.

La motivación principal de hacer un breve tratado sobre las


enfermedades mentales tiene, como característica principal, el
hecho de ser inevitable en un tratado sobre el estigma. A la hora
de querer forjar un conocimiento veraz sobre la enfermedad men-
tal necesitamos hablar de forma rigurosa sobre ella. Además, si
estamos demostrando que el conocimiento de la sociedad sobre
la enfermedad mental está rotundamente equivocado, debemos
dar la información real y cierta sobre el tema. Por ello, a pesar de
parecer una osadía que un estudiante de economía hable sobre la
psiquiatría, considero que al libro le faltaría una pieza fundamen-
tal de no existir este capítulo.
Me gustaría indicar la importancia que tienen estas enferme-
dades en nuestra sociedad. Es conocido, y además repetido en
este ensayo, que la prevalencia de las enfermedades mentales es
de un 15-20% de la población. De forma que, aproximadamente
una de cada cinco personas padece o padecerá alguna enfermedad
mental a lo largo de su vida. Es una cifra que está continuamen-
te aumentando por razones que no vienen al caso. Sin embargo,
este dato es lo suficientemente contundente como para valorar la
necesidad de apoyar a este colectivo. Establecer la importancia
de la salud en términos de prevalencia estadística, no persigue
otro objeto más que demostrar al lector que existen muchas más
personas con enfermedad mental de lo que él cree.
Por otra parte, es posible que el conocimiento derivado de la
lectura de este capítulo induzca al lector a ver una gravedad de
la enfermedad mental que no se corresponde con la realidad. No
es que las enfermedades mentales no sean graves, sino que al ha-

89
Antonio Ramos Bernal

blar de todas ellas, uno puede sacar conclusiones al respecto que


superan la barrera de lo que en realidad existe. Lo cierto es que
las personas no son una enfermedad viva. Y puede parecer que al
hablar de enfermedades mentales, uno entienda que se están po-
niendo etiquetas a las personas que las padecen (esto se deriva de
los conceptos de nosología y nosografía). Lo cierto es que la per-
sona con enfermedad mental no puede ser encajonada en lo que
es su enfermedad. Por eso hablamos de persona con enfermedad
mental y no con otros términos que alimentan el estigma. Porque
siempre estamos hablando de personas que siguen compartiendo
esa característica que nos hace tan especiales a las personas, que
no es sino la capacidad de sentir.
La persona con enfermedad mental es un conjunto de pensa-
mientos y sentimientos que, de una manera más o menos grave,
se ven influenciados por la enfermedad que padece. Sin embargo,
la sociedad ignora el sufrimiento que pueden provocar con su len-
guaje y comportamiento estigmatizador. El ejemplo más claro de
esto es la repetida palabra “esquizofrénico”. Parece ser que cuan-
do usamos este término estamos hablando de una enfermedad to-
tal y viva, como si dijéramos que la persona es una “esquizofrenia
viva”. Personalmente, creo que la palabra esquizofrenia tiene un
estigma tan grande que sería más fácil cambiar el nombre a la en-
fermedad que intentar cambiar el concepto que se tiene sobre ella.
Está demasiado difundido. Tal vez sería mejor hablar de “Tras-
torno psicótico común” o “Trastorno psicótico prolongado” o,
en definitiva, cualquier otro nombre.49
Ya que hablamos de gravedad, hay que establecer un funda-
mento al respecto. La gravedad de las enfermedades que veremos
a continuación es variable. Esto nos lleva al concepto de que las
enfermedades mentales son relativas50. Como digo, la gravedad
es variable en función de la multitud de parámetros que intervie-
nen: psicológicos, sociales, económicos, enfermedad concreta,
etc. En realidad cuando se habla de un “esquizofrénico” se está
estableciendo un nivel de gravedad y toda una serie de prejuicios
que no se corresponden con la realidad. La persona con esqui-
zofrenia, que es el tratamiento correcto, puede llevar una vida
justo igual a la que existía con anterioridad, al menos en un tercio
49
De hecho, si existiese un proyecto conjunto dedicado al estigma, podría bus-
car ese deseado cambio de nombre.
50
En lenguaje psiquiátrico se habla de gradación.

90
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

de los casos51. Parece ser que el resto de enfermedades también


tienen esta característica. Sin embargo, como defenderemos en su
momento, estas personas que disfrutan de una gravedad mínima,
dejan de corresponderse con los patrones establecidos en la mente
de las personas. En parte porque ellos mismos son los primeros
interesados en olvidar la enfermedad. Sin embargo, serían unos
candidatos excelentes para iniciar procesos de educación y con-
tacto social. Lo cierto es que la sociedad ignora que esas personas
también tienen o tuvieron una enfermedad mental.
Una vez sentadas las bases de la relatividad en la gravedad
de la enfermedad, debemos pensar ahora en la imagen que se
transmite a la sociedad. Lo defenderemos de forma específica en
el apartado dedicado a la lucha contra el estigma. Sin embargo,
interesa destacar que una breve introducción al estudio de la en-
fermedad mental debe fijar como rumbo el establecimiento de la
verdad. Esto sólo puede llevarse a cabo con la sinceridad. Y am-
bas deben conducir al establecimiento de una imagen fiel sobre la
persona con enfermedad mental. La imagen fiel sería, por tanto, el
conjunto de pensamientos que pretenden ser una representación
fidedigna y coherente con la realidad, acerca de nuestras propias
enfermedades. Sé que el hecho que planteo es de una dificultad
enorme. La sinceridad no es algo que interese de forma específica
a la persona con enfermedad mental. De hecho, como veremos, en
ocasiones es preferible e incluso necesario no hablar de la verdad
de nuestra enfermedad. Pero esto es precisamente por el estigma
que existe. El verdadero problema es que la falta de sinceridad y
la falta de verdad también alimentan el estigma, y éste alimenta a
su vez a aquellos. Tenemos entonces un círculo vicioso en el que
ambos elementos se alimentan de forma continua.

NO SINCERIDAD  NO VERDAD  AUMENTO ESTIGMA


  

Este hecho parece de importancia capital en este capítulo. Esto


es porque al hablar de todas las enfermedades, como dijimos, se
dan una serie de datos y conceptos que parecen establecer una
verdad demasiado exagerada. Sin embargo, el principio de ima-
gen fiel debe conducir a explicar todas y cada una de las enfer-
51
La esquizofrenia se conoce como la enfermedad de los tres tercios…

91
Antonio Ramos Bernal

medades mentales que existen. Además, este principio que hemos


introducido nos lleva a concluir que, una vez establecida nuestra
propia imagen fiel, debemos dejar de avergonzarnos y arrepentir-
nos por nuestra situación. Esto es capital para el proceso de edu-
cación y contacto social. Es nuestra imagen fiel la que debemos
defender porque en definitiva es la vida que nos ha tocado vivir.

IX.2. Definición de las enfermedades mentales más exten-


didas.52

IX.2.1. Trastornos de personalidad.

Son trastornos que afectan a todas las áreas de la personali-


dad53, incluidas la cognición, el afecto, la conducta, etc. El DSM-
IV-TR54 menciona diez trastornos de la personalidad y los clasifi-
ca en tres grupos:
- El grupo A incluye los trastornos paranoides, esquizoide
y esquizotípicos de la personalidad. Los sujetos con estos trastor-
nos suelen ser raros y/o excéntricos.
- El grupo B incluye los trastornos antisocial, límite, his-
triónico y narcisista. Los sujetos suelen ser dramáticos, emotivos
o inestables.
- El grupo C incluye los trastornos por evitación, por depen-
dencia y obsesivo-compulsivo. Los sujetos suelen ser temerosos
o ansiosos.

52
Estas definiciones sobre las enfermedades mentales están extraídas del DSM-
IV-TR. Se sientan las bases teóricas porque el autor no cuenta con experiencias
prácticas al respecto. Sin embargo, parece ser que es suficiente con la base
teórica para un ensayo sobre las enfermedades mentales cuyo destino es gente
no especializada.
53
Según el DMS-IV-TR los rasgos de personalidad son patrones persistentes
de formas de percibir, relacionarse y pensar sobre el entorno y sobre uno mis-
mo.
54
Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación
Psiquiátrica de Estados Unidos.

92
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

La característica esencial es un patrón de des-


confianza y suspicacia general hacia los otros, de
Trastorno forma que las intenciones de éstos son interpreta-
paranoide das como maliciosas. Dan por hecho que los de-
más se van a aprovechar de ellos, les van a hacer
daño o les van a engañar.
La característica esencial es un patrón general de
Trastorno distanciamiento de las relaciones sociales y de
esquizoide restricción de la expresión emocional en el plano
interpersonal.
La característica esencial es un patrón general de
Trastorno
déficit sociales e interpersonales caracterizados
esquizotí-
por un malestar agudo y una capacidad reducida
pico
para las relaciones personales.
Trastorno Patrón general de desprecio y violación de los
antisocial derechos de los demás.
Patrón general de inestabilidad en las relaciones
Trastorno
interpersonales, la autoimagen y la afectividad, y
Límite
una notable impulsividad.
Trastorno Emotividad generalizada y excesiva y el compor-
histriónico tamiento de búsqueda de atención.
Trastorno Patrón general de grandiosidad, necesidad de ad-
narcisista miración y falta de empatía.
Trastorno Patrón general de inhibición social, unos senti-
por evita- mientos de inadecuación y una hipersensibilidad
ción a la evaluación negativa.
Trastorno Necesidad general y excesiva de que se ocupen
por depen- de uno, que ocasiona un comportamiento de su-
dencia misión y adhesión y temores de separación.
Trastorno Preocupación por el orden, el perfeccionismo y el
obsesivo- control mental e interpersonal, a expensas de la
compulsivo flexibilidad, la espontaneidad y la eficiencia.

Aparecen casi siempre en la adolescencia o primeras etapas


de la vida adulta y tienden a la cronicidad. Algunos tipos de tras-

93
Antonio Ramos Bernal

tornos tienden a mejorar. En el tratamiento es fundamental la psi-


coterapia.

IX.3.3. Trastornos fóbicos.

Los trastornos fóbicos se caracterizan por un miedo intenso


y desproporcionado ante objetos o situaciones concretas. Es ne-
cesario que el propio individuo lo perciba como irracional y la
conducta de evitación debe ser incapacitante.

Terror a salir del hogar, a las multitudes, y en


AGORAFOBIA general a los lugares públicos. La conducta de
evitación condiciona la vida de la persona.
FOBIAS Miedo persistente y acusado a situaciones so-
ciales o actuaciones en público por temor a que
SOCIALES resulten embarazosas.
Miedo intenso y persistente a objetos o situa-
FOBIAS ciones claramente discernibles. La exposición
ESPECÍFICAS al estímulo fóbico provoca una respuesta inme-
diata de ansiedad.

IX.3.4. Trastornos somatomorfos.

Se caracterizan por la presencia de síntomas físicos que sugie-


ren una enfermedad médica y que no pueden explicarse comple-
tamente por la presencia de una enfermedad.

Trastorno polisintomático que se caracteriza


Trastorno por una combinación de síntomas gastrointesti-
de somatización
nales, sexuales, seudoneurológicos y dolor.
Trastorno Síntomas no explicados de las funciones moto-
de conversión ras que sugieren un trastorno neurológico.
Trastorno Presencia de dolor como objeto predominante
por dolor de atención clínica.
Preocupación y el miedo de tener, o la idea de
padecer, una enfermedad grave a partir de la
Hipocondría
mala interpretación de los síntomas o funcio-
nes corporales.

94
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

IX.3.5. Trastornos de la alimentación.


Se caracterizan por alteraciones graves de la conducta alimen-
taria

Rechazo a mantener un peso corporal mínimo


o normal, en un miedo intenso a ganar peso y
Anorexia nerviosa
en una alteración significativa de la percepción
de la forma o tamaño del cuerpo.
La característica esencial consiste en atracones
Bulimia nerviosa y en métodos compensatorios inapropiados
para evitar la ganancia de peso.

IX.3.6. Trastornos del estado de ánimo.


Su característica principal es una alteración del humor (triste-
za o euforia), aunque frecuentemente se acompaña de ansiedad y
alteraciones del sueño, hambre y sexualidad.

Al menos dos semanas durante las que hay un


Trastornos estado de ánimo deprimido o una pérdida de
depresivos interés o placer en casi todas las actividades.
Existen otros síntomas.
Existen dos tipos de trastorno bipolar. En ge-
neral el trastorno bipolar se caracteriza por la
Trastorno Bipolar presencia de episodios depresivos y maníacos.

La depresión puede ser tratada efectivamente con medicamen-


tos antidepresivos, los cuales intervienen sobre el estado afectivo
depresivo. Combinada con la psicoterapia55 resulta efectiva.

IX.3.7. Trastornos relacionados con sustancias.

Incluyen los trastornos relacionados con la ingestión de una


droga de abuso (incluyendo el alcohol), los efectos secundarios
de un medicamento y la exposición a tóxicos.
55
La psicoterapia es un proceso de comunicación entre un psicoterapeuta y
una persona que acude a consultarlo, que se da con el propósito de una mejora
en la calidad de vida en este último, a través de un cambio en su conducta,
actitudes, pensamientos o afectos (Wikipedia).

95
Antonio Ramos Bernal

Los problemas derivados pueden ir desde una intoxicación


aguda, por la ingestión excesiva hasta el síndrome de dependen-
cia donde el consumo adquiere el nivel de máxima prioridad para
el individuo.

Responsable de una morbilidad y una mortalidad


considerables. El problema surge cuando se crea
Alcohol
dependencia y abuso. La variedad de trastornos
inducidos por alcohol es verdaderamente extensa.

Patrón de repetida autoadministración que a menu-


do lleva a una ingestión compulsiva de la sustancia.
Cocaína Se crea tolerancia, es decir, necesidad de recurrir a
cantidades crecientes de la sustancia para alcanzar
la intoxicación.

Una vez más el problema surge por la dependencia


Alucinógenos y abuso de estas sustancias. El LSD es el más co-
mún. Afectan a la percepción del individuo.

IX.3.8. Trastornos psicóticos.

La definición más restrictiva del término psicótico se refiere a


las ideas delirantes y a las alucinaciones manifiestas.

Presencia de síntomas positivos y negativos, al me-


nos dos de los siguientes: delirios, alucinaciones,
Esquizofrenia trastornos del lenguaje o comportamiento desorga-
nizado.

Trastorno Presentación sintomática equivalente a la esquizo-


esquizofreni- frenia pero con alteración diferente.
forme
Trastorno Se presentan simultáneamente un episodio afectivo
esquizoafec- y los síntomas de la fase activa de la esquizofrenia.
tivo
Se caracteriza por, al menos, un mes de ideas de-
Trastorno lirantes no extrañas sin otros síntomas de la fase
delirante activa de la esquizofrenia.

96
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

El tratamiento de la esquizofrenia se basa en el empleo de


antipsicóticos56. Su introducción supuso un cambio radical en
el tratamiento de la esquizofrenia, permitiendo la mencionada
desinstitucionalización. El tratamiento se complementa con reha-
bilitación psicosocial. Con ella se pretende incidir en la autoesti-
ma57 y enseñar a la persona a convivir con su enfermedad. De ese
modo, se consigue reducir la tasa de recaídas. Existe un número
creciente de personas que consiguen superar esta enfermedad58.
Sin embargo, cuando una persona termina por controlar su enfer-
medad, cuando decide que es hora de aceptarla, todavía le queda
el reto de defender su posición a través de la comunicación, lo
cual es un serio problema por el estigma que incide en su relación
con el entorno.

IX.3.9. Trastornos mentales orgánicos.

Disfunción caracterizada por la existencia de


Delirium trastornos de conciencia, atención, percepción,
emociones, memoria.
Déficits de múltiples funciones superiores: me-
Demencia moria, pensamiento, orientación, comprensión,
lenguaje y juicio.
Síndrome
Cambios de personalidad, afecta a las emociones
orgánico de la
y en ocasiones a los procesos cognitivos.
personalidad

La demencia constituye el síndrome orgánico más frecuente y


constituye el tercer problema de salud mundial tras las enfermeda-
des cardiovasculares y el cáncer en la población mayor de 65 años.
Las características clínicas de los trastornos mentales orgáni-
cos serían:

56
Antipsicótico o neuroléptico: Serie de sustancias que intervienen sobre la
sintomatología psicótica.
57
En psicología, la autoestima es la opinión emocional profunda que los indi-
viduos tienen de sí mismos, y que sobrepasa en sus causas la racionalización
y la lógica de dicho individuo, también se puede expresar como el amor que
tenemos hacia nosotros mismos. La Autoestima es quererse a uno mismo y
querer a los demás. Significa saber que eres valioso, digno y afirmarlo. Implica
respetarte a ti mismo y enseñar a los demás a hacerlo.
58
Recordemos el concepto de enfermedad de los tres tercios (Wikipedia).

97
Antonio Ramos Bernal

- Alteraciones de la orientación.
- Alteraciones de la memoria.
- Alteración del juicio.
- Alteración del movimiento.
- Alteración de las emociones.

A modo de conclusión, me gustaría consultar al lector si ¿ha


visto alguna característica que defina alguna enfermedad como
violenta, agresiva, criminal? No es más creíble que estas perso-
nas sean agredidas por una sociedad que no las comprende. ¿No es
cierto que si existieran indicios reales demostrables de mayor
tasa de crimen de estas personas no sería posible el tratamien-
to comunitario sino la reclusión total como existía en períodos
anteriores? La verdad es que la tasa de crimen se ha estudiado con
detenimiento. Se han utilizado medios estadísticos precisos para
medirla y ¡se ha demostrado que no!, que no existe mayor tenden-
cia a cometer un crimen. Más bien sucede lo contrario, las personas
con enfermedad mental son hostigadas por sus vecinos, despedidas
del empleo o rechazadas en las entrevistas, viven en condiciones
de pobreza por la cuantía insignificante de las pensiones. Tienen
graves problemas para encontrar pareja y formar familia. ¡Sí! Es
de sobra conocido para las personas que estudiamos la enfermedad
mental, y que además, como yo, la vivimos, que somos un grupo
de personas que necesitamos el apoyo de la sociedad, y eso es lo
que defiende este libro. La tesis está clara: las personas con enfer-
medad mental no responden a los estereotipos que existen sobre
ellos. Ahora resta lo más complejo, difundir el mensaje para que la
gente comprenda esta verdad y decidan entonces, que es aún más
complejo, aceptar a estas personas sin complejos y sin prejuicios,
dejando de lado la discriminación que existe hacia ellos.

IX.4. Apuntes sobre la violencia en la enfermedad mental.

En este análisis del estigma que estoy realizando, debo profun-


dizar en la problemática potencial que existe en la mente de las per-
sonas que conforman la comunidad que se supone es clave en el tra-
tamiento de la enfermedad mental. Para ello, elegiré el prejuicio que
considero más relevante puesto que actúa como base para el resto de
ellos. Es la violencia y la peligrosidad lo que más rápidamente viene

98
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

a la mente cuando se habla de enfermedad mental. En este epígrafe


vamos a tratar de forma explícita qué existe de verdad en ello.
Según estudios, y de acuerdo al hilo de este texto, las personas
con enfermedad mental grave no tienen tasas de violencia mayores
que la población general. Más bien sucede al contrario, es decir,
la frecuencia con que las personas con enfermedad mental sufren
actos violentos multiplica por catorce la tasa de la población ge-
neral.59 El problema es que la sociedad asocia toda clase de acto
violento con una enfermedad. Se supone que las personas “norma-
les” no tienen esta clase de comportamientos delictivos. Sin em-
bargo, en este epígrafe hemos visto las características propias de
cada una de las enfermedades mentales, de manera que estamos en
un momento adecuado para juzgar si todos esos comportamientos
delictivos graves se pueden asociar con una enfermedad mental
concreta.
En realidad lo que sucede es que se asocia la conducta violen-
ta con la coexistencia de consumo de tóxicos, incumplimiento del
tratamiento y antecedentes de conducta violenta. El estudio La es-
quizofrenia abre las puertas lo deja claramente establecido: “Las
personas con enfermedad mental en su conjunto no son más
violentos que el resto de los ciudadanos”. Un elevado porcentaje
de ellos, prácticamente el mismo que para el resto de la sociedad,
no ha estado implicado en un proceso judicial. Resulta que estas
personas son buenos ciudadanos.
En cualquier caso, podemos precisar que los actos violentos
a los que se hace referencia suelen coincidir con la presencia de
delirios y alucinaciones. Sin embargo, no puede demostrarse que,
en presencia de estos síntomas existan comportamientos violentos
consecuentes. La mayoría de estos episodios son intrascendentes.

IX.5. Argumentación sobre los beneficios del tratamiento


comunitario.

En el estudio de la O.M.S. sobre las ventajas que tiene el


actual modelo de intervención en la enfermedad mental, destacan
las siguientes:
59
Para un estudio más extendido sobre la violencia y la enfermedad mental,
puede utilizar el estudio de José J. Uriarte Uriarte, cuya referencia puede
encontrar en el apartado dedicado a la bibliografía de este ensayo.

99
Antonio Ramos Bernal

- Refuerza la continuidad y la globalidad de la asistencia.


- Aborda los elementos esenciales de una estrategia de re-
habilitación psicosocial integrada, que comprende la reinte-
gración social, el empleo, la vivienda y el bienestar general.
- Mejora de los resultados y la eficiencia de los tratamien-
tos, en particular cuando los servicios de salud mental no
estructurados reciben dirección, apoyo y oportunidades para
su desarrollo.

Según avancemos en este texto, será necesario recordar estos


principios fundamentales del tratamiento comunitario para com-
prender cómo, a pesar de estar claramente establecido en ellos,
sigue existiendo discriminación. Tal vez debamos empezar a ha-
blar de intervenciones en la comunidad para la reducción del
estigma social y la eliminación de la discriminación. En este
momento conviene volver a repetir que no existe posibilidad de
un tratamiento comunitario correcto si la comunidad rechaza a la
persona con enfermedad mental.

100
X. SITUACIÓN DE LAS PERSONAS CON ENFERME-
DAD MENTAL.

“El 84% de las personas con enfermedad mental son solteros.


El 88,7% no tienen hijos y el 70,4% vive actualmente con sus
padres”.
“El 19,1% de las personas con enfermedad mental no tiene in-
gresos. El 60% tiene ingresos entre 300-600 euros/mes. El 41,7%
son pensionistas. El 42,2% tuvo que esperar más de 5 años desde
que fue diagnosticado hasta que cobró su pensión. El 11,3% es-
tán empleados. El 50% de los que han trabajado, lo han hecho
en ocupaciones que no se equiparaban a su nivel académico”.
Estudio de calidad de vida y esquizofrenia. AMAFE.

X.1. Introducción.

Según estudios, se estima que unos 450 millones de personas


padecen un trastorno mental a lo largo de su vida. Prácticamente,
en todos los estudios que se realizan sobre la enfermedad men-
tal, se comienza por establecer la importancia de esta clase de
patologías para nuestra sociedad. Los datos son bastante contun-
dentes al respecto. A modo de ejemplo diremos que el coste de
la esquizofrenia en España supone aproximadamente el 3% del
gasto sanitario total del Sistema Nacional de Salud. Para 1998 se
estima que el gasto para estas enfermedades fue de 3000 millones
de euros60. El coste farmacológico asciende aproximadamente a
253 millones de euros.
60
Los costes económicos derivados de los problemas de salud mental no solo
se limitan a la pérdida de salarios, también incluyen gastos a nivel sanitario
y social. Existen estudios que demuestran que la gravedad de la situación no
puede reducirse únicamente al cálculo directo de los gastos incluidos en las
cuentas públicas, también debe calcularse el montante de dinero no generado
por todas estas personas que no tienen desempeño laboral. Esta sería, por tanto,
la perspectiva indirecta del problema económico derivado de la enfermedad
mental.

101
Antonio Ramos Bernal

El siguiente cuadro nos da una idea aproximada de la magni-


tud de las enfermedades mentales en el mundo:

ENFERMEDAD POBLACIÓN AFECTADA (en millones)


Depresión 121
Problemas con
70
alcohol
Esquizofrenia 24
Demencia 37

Al hilo de lo anterior, los costes deben ser asumidos por el


ente público de forma total, debido a la condición de pobreza
derivada de la incapacidad de estas personas para encontrar traba-
jo. Si pensamos en las dificultades que el mundo laboral impone
a este colectivo, que además “desea trabajar para no vivir como
una persona pobre y marginada”, son a menudo barreras infran-
queables, entendemos por qué el Estado debe asegurar todos los
costes mencionados.
El estigma tiene una fuerte carga en la distribución de la renta
que nace en los tributos y que tiene como función el manteni-
miento del Estado del bienestar. ¿No sería más correcto integrar
laboralmente a estas personas? De ese modo, esas personas po-
drían contribuir no solo mediante impuestos sobre su renta, sino
como consumidores e inversores. Está demostrado que existiría
una eficiencia mucho mayor del sistema si estas personas desem-
peñasen profesiones remuneradas.
Las personas con problemas de salud mental están expuestas
a una gran variedad de violaciones de los derechos humanos. Al
contrario de lo que dijimos sobre las enfermedades mentales, la
discriminación sí suele afectar en todas sus variantes a cualquier
persona con enfermedad mental. Si bien es cierto que, nuevamen-
te, aparecen las gradaciones, no es menos cierto que, incluso las
personas menos afectadas por la discriminación tienen graves pro-
blemas para llevar unas condiciones de vida que, de otro modo, se
corresponderían con las de su entorno y nivel social.
Para las personas con enfermedad mental es fundamental la
participación en la sociedad como cualquier ciudadano. Sin em-
bargo, esto que parece algo básico, choca de frente con esa in-
separable discriminación que ya trataremos. Es necesario, por

102
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

tanto, la protección de los derechos fundamentales y la actuali-


zación y creación de una legislación específica para este colec-
tivo (LEY DE PROTECCIÓN DE LA PERSONA CON EN-
FERMEDAD MENTAL).

X.2. Tratamiento comunitario.

El Modelo comunitario de atención a la enfermedad mental,


considera que el marco idóneo para el tratamiento de los trastor-
nos mentales no era una institución cerrada, fuese ésta el asilo u
hospital, sino la comunidad.
El modelo comunitario es más eficaz, mejora la calidad de
vida y produce una mayor satisfacción en los pacientes y sus fa-
miliares que la asistencia en un hospital psiquiátrico. Está basado
en los principios de:
- Autonomía: capacidad del servicio para respetar y pro-
mover la independencia y autosuficiencia de las personas.
- Continuidad: tratamiento ininterrumpido.
- Accesibilidad: prestar asistencia al paciente y a sus familiares
cuando y donde la necesiten.
- Comprensividad: implantación de todos los dispositivos
básicos de un servicio en cada área sanitaria.
- Equidad: distribución de los recursos sanitarios y sociales,
adecuada en calidad y proporcionada en cantidad, a las necesi-
dades de la población.
- Recuperación personal: recuperación de la salud en sen-
tido estricto.
- Responsabilización: reconocimiento por parte de las insti-
tuciones sanitarias de su responsabilidad frente a los pacientes,
familiares y comunidad.
- Calidad: obtener los resultados que se desean.
Aproximadamente el 88% de los cuidados recibidos por las
personas con enfermedad mental es proporcionado por los fami-
liares61. Pero no se les da un sueldo por ello. No se les forma ade-

61
Interesa en este momento hacer referencia a la Ley 39/2006 de Promoción
de la Autonomía Personal y Atención a personas en situación de dependencia.
Parece ser que habrá beneficios directos de la aplicación de esta ley al proble-
ma de la salud mental. Actualmente, sin embargo, por su propio proceso de
implantación, no se observan esos beneficios tan necesarios para las personas
con enfermedad mental.

103
Antonio Ramos Bernal

cuadamente. No se les escucha. No tienen facilidades legales. En


definitiva, parece que se les ha dado una misión que cumplir sin
las herramientas y recursos necesarios. A pesar de ello, cuentan
con el valioso recurso del movimiento asociativo. De ese modo,
pueden reivindicar a través del movimiento asociativo dando
origen a una lentitud de respuesta sorprendente. ¿Es acertada la
desinstitucionalización? o más bien en España debemos llamar-
la TRATAMIENTO FAMILIAR DE LA ENFERMEDAD
MENTAL, en ese caso ¿estamos preparados para ello? El autor
piensa que aún queda mucho por mejorar. Las familias preguntan:
¿Qué pasará con nuestros familiares con enfermedad cuando no
estemos nosotros? La población envejece, y ellos no ven una sali-
da a esta situación. Lo cierto es que las familias necesitan muchos
más recursos, tanto humanos como materiales. Pero sobre todo,
necesitan que el Estado reconozca el papel que ejercen como cui-
dadores de la persona.
En un estudio se habla de la carga familiar en estos términos:
“La dedicación al cuidado de la persona con esquizofrenia supo-
ne de 6 a 9 horas diarias y lleva consigo sentimientos de pérdida,
restricciones sustanciales en la vida social y efectos negativos
sobre la vida de la familia, añadiéndose la preocupación, pérdida
de oportunidades laborales y merma de la salud mental de los
cuidadores”.
Los familiares deben:
- Vigilar la adherencia al plan terapéutico.
- Movilizar a la persona con enfermedad mental.
- Controlar conductas disruptivas.
Como dijimos anteriormente, al problema del tratamiento
familiar dentro de la comunidad puede añadírsele el relativo al
volumen de casos que deben manejar nuestros profesionales de
la psiquiatría. Esto les lleva a centrarse en el tratamiento farmaco-
lógico, mientras que el resto del tratamiento multidisciplinar de-
ben llevarlo a cabo otros profesionales que están coordinados de
forma débil en la actualidad. El factor tiempo, para cada caso, es
un problema de primera magnitud en la actualidad. Parece ser que
los beneficios de las nuevas tecnologías todavía no están siendo
utilizados para nuestro problema. No es de extrañar, puesto que
el sector público, en general, no destaca por su temprana asimila-
ción de las tecnologías de la información y la comunicación.

104
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

En el texto redactado por el MHE (Mental Health Europe)


sobre la exclusión-inclusión social se indica claramente que Es-
paña, como muchos otros países en el mundo, no dedica la sufi-
ciente atención a los problemas de salud mental. La insuficiencia
de recursos, que demuestran con datos abrumadores, se hace ex-
tensiva a todo el país.

“Tratar los trastornos mentales es costoso pero dejarlos sin


tratar es aun más costoso…”. Organización Mundial de la Sa-
lud.

Además, se indica en el mencionado estudio, que es necesaria


una mejor coordinación de los servicios sociales con los servicios
propios del sistema de salud. Algo que hemos repetido en nume-
rosas ocasiones, se resalta que las pensiones que recibimos son
insuficientes (330 euros al mes).
Existen beneficios para el empleo de personas con discapa-
cidad, pero una vez más, la marginación que tenemos dentro del
colectivo de discapacitados, lleva a que no nos beneficiemos de
esas iniciativas en el mismo grado que otras personas con disca-
pacidad. Una persona con discapacidad física tiene apoyos para
su movilidad. Una persona con discapacidad visual tiene apoyos
para su accesibilidad. Nosotros necesitaríamos contratos labora-
les específicos que incorporen las características específicas de
nuestra discapacidad, oposiciones específicas para personas con
enfermedad mental, ayudas para la finalización de estudios, au-
mentos de la cuantía de las pensiones no contributivas, etc.

X.3. Rehabilitación psicosocial.

Según la Wikipedia, “la rehabilitación psicosocial es el con-


junto de intervenciones y apoyos cuyo objetivo esencial es ayudar
a la persona con enfermedad mental a recuperar o adquirir las
capacidades y habilidades necesarias para el desarrollo de una
vida cotidiana en comunidad de la manera más autónoma y dig-
na, así como el desempeño y manejo de las diferentes funciones
sociales y demandas que supone vivir, trabajar y relacionarse”.

105
Antonio Ramos Bernal

Dentro de la rehabilitación psicosocial, objeto de muchos


manuales, vamos a destacar la importancia de la integración la-
boral, puesto que la considero fundamental para la lucha contra
el estigma. Lo cierto es que no es posible hablar de la situa-
ción de las personas con enfermedad mental sin concretar todo
lo concerniente al tema laboral. Todos y cada uno de los usuarios
entrevistados “quieren trabajar”. Además, todos saben perfec-
tamente que su situación de precariedad económica se debe a que
no forman parte de la población activa que desempeña funciones
laborales. Todos coinciden en que la pensión no puede contribuir
a un modo de vida equilibrado. Saben que es una ayuda, pero
no pueden depender de ella completamente. La verdad es que
cuando hablamos de la cantidad (330 euros/mes) todos acaba-
mos riendo. Parece que la pensión no contributiva sea un chiste.
Un usuario me preguntó: “¿acaso los políticos que determina-
ron esta cantidad hicieron un estudio de lo que podía comprarse
con ella?”. Lo cierto es que la pregunta estaba relacionada con
aquella que hacía referencia a la importancia que la enfermedad
mental tiene para los políticos. No puede generalizarse que a nin-
gún político le importe la enfermedad mental, pero sí está claro
que son muy pocos. Se reducen más bien a las consejerías de
bienestar social y sanidad, lo cual configura el problema de una
forma tal que resulta irresoluble.
Respecto al tema laboral, continuaré diciendo que todos los
usuarios coinciden en que, el estigma influye de forma determi-
nante en la búsqueda de trabajo. Sobre todo por la medicación,
concretan algunos. Un usuario comentó que su jefe le había di-
cho: “mientras una persona cumpla me da igual su enfermedad.
Lo malo es que tuve una crisis y por ello dejé el trabajo”. Es
la excepción que confirma la regla. La regla, sin embargo, es
que los empresarios no quieren contratar a personas que tengan
enfermedad mental porque quieren evitarse los problemas que
el estigma les hace creer que tendrán. Además, varios usuarios
comentaron que hablar de la enfermedad en una entrevista de
trabajo equivale a ser rotundamente rechazado.
Al hilo de lo anterior, propuse al usuario que hablar de la en-
fermedad mental en una entrevista es tabú, él respondió: “pienso
que es mejor decirlo, la gente con el tiempo suele darse cuenta
de todo y pueden sentirse engañados”. Obviamente, lo ideal se-

106
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

ría que todos hablásemos de nuestra enfermedad, es cierto que


ocultarlo traerá consecuencias, pero actualmente tenemos que
enfrentarnos a la disyuntiva entre hablar o no, y la respuesta hoy
por hoy es clara.

107
XI. SENTIMIENTOS QUE PROVOCA EL ESTIGMA.

“Una vez que etiquetamos a una persona con enfermedad men-


tal, ésta pierde directamente todos sus derechos fundamentales”.

XI.1. Introducción.

Vamos ahora a profundizar en un tema que considero, tal vez,


el más importante de todo el libro. No es necesario demostrar, de
manera explícita, que son los sentimientos que produce el estig-
ma lo que más debe hacernos ver cuál es la verdadera magnitud
del problema que existe con las enfermedades mentales.
Es importante repetir en un texto ideas centrales que deben
permanecer en la mente del lector a pesar del avance del discurso,
y una de estas ideas repetitivas debe ser que la capacidad de sentir
en la persona con enfermedad mental (en la mayoría de casos)
sigue estando intacta. A pesar de las disfunciones propias de la
enfermedad, todas las personas entrevistadas muestran plena per-
cepción de la discriminación que la vida le ha obligado a conocer.
Es por ello, que es necesario un capítulo que haga ver al lector el
impacto que tiene el estigma en las mentes de estas personas.

“Mi condición mental no es de lejos el problema para mí. Es


la percepción que los otros tienen de mí lo que me genera dificul-
tades. Sin saberlo, o sabiéndolo, es la percepción pública de mi
condición lo que realmente me causa dolor y vergüenza”.
Organización Mundial de la Salud.

Alienación grupal e identidad del “yo”.62


“Claramente, lo que más valoran las personas con enferme-
dad mental es, en primer lugar, que les ayuden a mejorar su esta-
62
El hecho de tratar en dos epígrafes el tema del “yo” persigue un doble objeti-
vo. Primero lo presentamos como un problema que la persona con enfermedad
debe afrontar para superar su propio autoestigma. En este momento interesa,
Antonio Ramos Bernal

do emocional, después la información sobre actividades de ocio


y tiempo libre y que les ayuden a entender lo que les ocurre”.
Estudio calidad de vida y esquizofrenia. AMAFE.

En el capítulo dedicado a analizar el estigma que las personas


con enfermedad mental tenemos, hemos determinado que era ne-
cesario que la persona aceptara su enfermedad y comprendiese su
nueva situación. Esto supone replantearse todo el concepto que
uno tiene sobre sí mismo. Y no es un cambio leve, sino todo un
proceso de lucha contra sí mismo que puede alargarse temporal-
mente hasta que la persona deja de luchar contra su “yo anterior”.
Es cierto que el individuo busca siempre la identificación con su
“yo anterior”, esto es, justamente lo que era antes de la enferme-
dad. Necesita no sentirse diferente, necesita esa igualdad que tan
asimilada tienen las personas que nunca han padecido una enfer-
medad mental.
El problema es que la propia imagen del individuo, tan dete-
riorada por el autoestigma, viene a ser continuamente degradada
por el problema del estigma que proviene del exterior. La persona
con enfermedad mental comienza a alejarse de esa meta que tanto
le gustaría alcanzar. Pero tan solo es un espejismo. Lo cierto es
que la persona no necesita ser como aquellas personas que tanto
admira, pues ha acabado por idealizarlas. Empieza a verlas como
algo perfecto, algo a lo que aspira, esto le provoca ansiedad. Es
una falsa meta que le hace luchar por algo que no existe. La ver-
dadera solución está dentro de la persona, y esta no es, sin ningu-
na duda, ser como el resto de las personas que le rodean.
Todavía recuerdo cuando estaba recuperándome de la segun-
da recaída. Por aquel entonces, mi mente parecía en pausa. Me
costaba pensar. Sin embargo, no me costaba sentir. Mi percepción
sentimental de la vida seguía intacta. Tal vez suene cruel. Sumido
en la depresión, parecía no encontrar sentido a mi vida. En esa
época fue cuando comencé a conocer las características de mi
enfermedad. Sin embargo, había algo que me provocaba un pro-
fundo dolor. Una cantidad demasiado elevada de pensamientos se
presentaba en mi mente cuando observaba a mi entorno. Es cierto

sin embargo, rescatar este concepto para hacer ver el lector algunos pensa-
mientos y sentimientos que inciden directamente sobre este “yo”. Se pretende
de ese modo reincidir en el concepto del “yo” como uno de los problemas que
debemos solucionar en la lucha contra el estigma.

110
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

que el estigma de la propia persona con enfermedad mental, como


vimos, es mucho mayor del que existe en el entorno. La carga
negativa que definimos como “autoestigma” es más pesada de
lo que en realidad creemos que es. Sin embargo, no solo no era
consciente de ello, sino que esa clase de pensamientos me hacía
ser demasiado infeliz.
Tal vez buscaba una perfección que no existía. Todo cambió el
día que planteamos esta cuestión en el CRIS de Villena. Mi com-
pañera y yo estábamos hablando con la educadora sobre la com-
pleja, por no decir imposible, tarea de hablar de la enfermedad
mental con una persona a la que hemos cogido cierto cariño. “Ese
candidato a pareja, nos decía la monitora, no tiene una imagen
tan mala de lo que es la enfermedad mental como la que vosotros
mismos tenéis”. Es cierto. Nuestro concepto de enfermedad men-
tal es inmensamente mayor, más complejo y más contaminado
de lo que en realidad es. “No debéis tener miedo a hablar de la
enfermedad. La gente suele reaccionar bien con la sinceridad”.
El paso del tiempo me ha demostrado que es cierto. Sin em-
bargo, no es menos cierto que todavía es un tabú hablar de la
enfermedad mental. No obstante, la cuestión se centra en que
primero debemos convencernos nosotros de que, la enfermedad
mental, no es tan grave como pensamos. El paso del tiempo, ese
factor tan olvidado, nos hace aprender a afrontar la enfermedad.
Existen numerosas maneras de vencerla. La solución está dentro
de cada uno de nosotros: “Pero existe”.
Una vez comprendí que el concepto que tenía sobre mi pro-
pia enfermedad mental era mucho más negativo de lo que en
realidad era, se creó un punto de inflexión en mi evolución. Los
sentimientos que tan hundido me habían dejado, comenzaron a
volverse positivos. La autoafirmación63 comenzó a engendrarse
en mi interior. No es que la enfermedad mental sea algo fácil de
superar. Pero comprender que es necesario aprender a hablar de
ella, es el primer paso que una persona debe dar para mejorar
su bienestar. Piénsese en lo terrible que supone el tener que
ocultar continuamente la enfermedad. Eso es lo que más daño
me provocaba. En mi recuerdo está grabada la primera clase de
educación en la enfermedad. Allí fue cuando comencé a expresar
todos esos pensamientos que tan bien había memorizado porque
63
Afirmación o reforzamiento psicológico de las propias ideas, poderes y
habilidades.

111
Antonio Ramos Bernal

tanto dolor me había causado. Fue cuando comencé a conocer mi


enfermedad.

“La conciencia de enfermedad es necesaria en el proceso de


aceptación de la enfermedad. Pero uno nunca termina de vencer
la enfermedad hasta que deja de avergonzarse de sí mismo y em-
pieza, de nuevo, a quererse”.

Es cierto que la enfermedad mental provoca un dolor tan


interiorizado que termina por volverse habitual en la vida de
cualquier persona con enfermedad mental. El acostumbrarse al
dolor es un mecanismo del cerebro. No podemos ignorar que el
sufrimiento de la persona con enfermedad mental es diario. Y lo
cierto es que en numerosas ocasiones uno llora por dentro, tiene
sentimientos de impotencia. Desearía no haber conocido estas
enfermedades. Por eso es tan difícil aceptarlas, y aún más supe-
rarlas. Pero la salida está ahí. Sin embargo, todavía tenemos una
barrera que está por encima de nosotros, algo que nos supera,
que no podemos controlar, a pesar de que interviene en nuestras
vidas de forma contundente. ¡Sí!, ese es el tema de nuestro li-
bro…

“… cuando el hombre descubre el porqué del sufrimiento ya


no le importa tanto cuánto o cómo se sufre…”.

XI.2. Sentimientos en las personas con enfermedad mental.

“¿Qué ocurriría si, como experimento, simulásemos el in-


greso de una persona sin enfermedad mental en un hospital
psiquiátrico, y al ser dado de alta llevase una vida que tam-
bién simulase un tratamiento? ¿Qué pensaría la gente de él?
¿Sabrían diferenciar a esa persona sin enfermedad mental de
aquellos que él ha categorizado como persona con enfermedad
mental?”.

La mayoría de sentimientos que vamos a analizar a continua-


ción surgen cuando la persona comienza a ser percibido como
un paciente psiquiátrico. Por fin, el lector va tener una base, aun-
que no demasiado exhaustiva, mediante la que explicar por qué

112
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

estas personas deben convivir con altos grados de sufrimiento.


Ahora encontrará sentido al concepto del “yo con enfermedad
mental”. No están todos los pensamientos y sentimientos invo-
lucrados, pero confío será suficiente para los objetivos que per-
sigue este libro. Me interesa proponer al lector que tras leer cada
uno de ellos, dedique algo de su tiempo a tratar de comprender la
gravedad que pueden tener cada uno de ellos para la persona.

1. Las personas tienen dos caras, para las personas con


enfermedad mental se reservan una cara de rechazo y sepa-
ración. Las personas me miran con otros ojos, es una cosa que
noto y me hace pensar que soy diferente. Es una forma de distan-
ciarse de mí. No lo entiendo porque yo no he hecho nada malo
nunca. No soy violento, ni he cometido ningún crimen.

2. Hay familiares que se avergüenzan de mí. Lo cierto


es que los familiares deben afrontar una cantidad inmensa de
problemas. Además, deben luchar contra el llamado “Estigma
por asociación”. Es cierto que las personas intentan no entrar en
el saco de la enfermedad mental porque ello significa pertenecer
a una categoría gravemente dañada. De ese modo no quieren
que el rechazo que sufren estas personas acabe entrando en sus
vidas. Desconozco si esto se realiza por miedo o por pura co-
bardía, pero lo cierto es que existe.

3. Hay empresarios que no me han dado trabajo por la


enfermedad mental. Esta situación parece ser común a muchos
de nosotros. A los responsables de recursos humanos de las em-
presas no les resulta favorable y beneficioso el hecho de dar la
oportunidad a una persona con discapacidad. En el caso de en-
fermedad mental aún existen menos posibilidades. La mayoría
de veces surgió este pensamiento porque se preguntó a los usuarios
si les gustaría trabajar.

4. Me provocan dolor todos esos estereotipos que la gente


me achaca. A pesar de que no conocen su nombre concreto, las
personas con enfermedad mental saben que son percibidas de
una forma diferente por la sociedad. A menudo no consiguen
comprender este rechazo, por lo que terminan por interiorizar
y acumular los sentimientos de desesperanza. Algunos usuarios
sienten que continuamente reciben agravios.

113
Antonio Ramos Bernal

5. Siempre que intento encontrar una pareja noto cierto


distanciamiento cuando hablo de la enfermedad mental. La en-
fermedad mental es una palabra tabú para mí, que no puedo men-
cionar, es como si todas esas personas me obligaran a mentirles,
porque decirles la verdad significa rechazo y discriminación. Si
en una entrevista de trabajo no se puede nombrar, cuando intentas
encontrar pareja la palabra es aún más peligrosa si cabe.

6. Algunas personas que consideraba mis mejores amigos


me han rechazado a raíz de la enfermedad mental y nunca he
recuperado esa amistad. Este hecho también es común en mu-
chos de los entrevistados. Parece ser que dejaron de ser válidos
para sus amigos en el mismo momento que apareció la enferme-
dad. También existe en este caso el miedo a un estigma por aso-
ciación. Parece ser que incluso en la amistad sigue existiendo un
interés.

7. Dentro de las personas con discapacidad estamos dis-


criminados. Es cierto que existen políticas de integración de la
discapacidad, pero éstas también nos marginan. ¿Qué adaptación
existe para nuestros problemas?, ¿por qué se exige el mismo ren-
dimiento intelectual a una persona con discapacidad física que a
otro con enfermedad mental? Es duro no poder presentarte a unas
oposiciones a la administración pública porque tu memoria está
deteriorada a causa de la enfermedad, mientras que no se exigen
pruebas físicas a quienes no pueden realizarlas.

8. Una vez me despidieron cuando mi jefe se enteró de


que tenía diagnosticada una esquizofrenia. En la entrevista no
nombré para nada mi enfermedad mental, pero cuando mi jefe se
enteró me dijo que las personas como yo no podían trabajar en ese
sitio, que no quería problemas, que me fuera y que se sentía enga-
ñado por mí. La situación fue muy dura para mí, desde entonces
tengo cierto respeto a las entrevistas de trabajo. Sé que si desde el
principio digo que tengo una enfermedad no me darán trabajo. Pero
nunca más quiero ser despedido por culpa de mi enfermedad.

9. No entiendo por qué no puedo compartir mi vida con


los demás en los mismos términos que ellos. No entiendo por
qué dicen que “no soy normal”. No entiendo por qué me hacen
pertenecer a este grupo para después discriminarme. Para mí no

114
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

existe explicación porque yo no soy violento, no he cometido nun-


ca ningún crimen. Sin embargo, noto que desde que mis amigos
saben lo de la enfermedad me dejan de lado. Para ellos ya no soy el
mismo. Me han obligado a descubrir una verdad muy dolorosa.

10. Creo que nunca encontraré pareja. La última vez que


hablé a una chica que acababa de conocer de mi enfermedad tardó
un minuto en alejarse de mí. Estábamos hablando con sinceridad,
parecía que todo iba bien. Pero al nombrar la palabra esquizofrenia
ella se quedó cortada. Sé que a raíz de eso decidió que ya no quería
saber nada de mí. Esto me hace sentir que ya no soy válido para
ninguna pareja. Que ya no sirvo para nada. ¿Qué solución puedo
encontrar para este problema?

11. Tengo dificultades serias a la hora de encontrar diver-


sión. Dicen que las terapias de viajes y actividades son muy im-
portantes en el tratamiento. Lo cierto es que la monotonía unida
a la enfermedad es muy pesada. En los viajes consigo liberarme
y olvidar todo. Desde que ya no salgo con mis antiguos amigos
tengo demasiado tiempo libre. Mucha parte de ese tiempo la paso
analizando mi vida. Pienso y repienso las cosas, cómo es mi vida
actual y cómo podría haber sido. La verdad es que a veces me
siento perdido en un inmenso bosque, y no sé si alguna vez encon-
traré una salida.

12. Los padres de una chica que me gusta le han dicho


que no vaya conmigo porque soy una persona con enferme-
dad mental. Cuando ella me lo dijo me quedé de piedra. No sabía
cómo reaccionar. En realidad había empezado a sentir algo por
ella. Y creo que ella también estaba empezando a sentir algo por
mí. Sin embargo, sus padres comenzaron a hablarle de problemas
y más problemas. Al final pensé que lo mejor era dejarlo.

13. A veces, cuando estoy frente a un espejo empiezo a


hacerme preguntas dolorosas. El sentimiento de autoaversión
está presente en muchas personas con enfermedad mental. El es-
pejo parece ser testigo de nuestra desdicha. Cuando uno se mira
no sabe realmente qué está viendo. No se reconoce a sí mismo.
Sin embargo, a pesar de todos los problemas, debemos aprender a
recalcular todos nuestros sentimientos y empezar a querernos de
nuevo.

115
Antonio Ramos Bernal

14. En ocasiones me avergüenzo de mí mismo. La vergüenza


es una sensación de deshonor, desgracia. Puedo decir con la
experiencia en la mano que, al principio, sentía vergüenza por
mi situación. No quería que nadie me viera en la consulta del
psiquiatra. Como mantenemos, todo es por el problema del estigma
tan interiorizado que tenemos. Supongo que esta es una de las
primeras fases necesarias para comprender y alcanzar la superación.
La recuperación es posible, y es en última instancia lo que debemos
perseguir.

15. Me da tanta pena no ser exactamente como era antes de


la enfermedad. La comparación con el estado anterior es inevitable.
Además es uno de los fundamentos que hacen sentirnos inferiores,
sentir que no somos normales, lo cual, causa un gran dolor. Sin
embargo, la evolución temporal acaba haciendo que, poco a poco,
la persona vuelva a quererse. Volvemos a encontrar un problema
difícil de comprender pero necesario para la plena recuperación.

16. Conciencia de inferioridad. Siempre pienso que soy me-


nos que los demás, al ser inferior no gusto a la gente y nunca es-
toy seguro de que les agrado. Como no gusto a nadie, las personas
enseguida se alejan de mí y noto que se distancian. Sé que es por mi
enfermedad.

17. Cuando la gente habla de la enfermedad mental lo hacen


en un tono despectivo. Si ellos no son conscientes de que yo tengo
una enfermedad mental producen en mí un efecto negativo porque
sé que estoy en ese grupo. Cuando estoy presente, la enfermedad
mental se trata de otra manera, como si los que me rodean fueran
más comprensivos conmigo. Sin embargo, no pueden evitar hablar
mal de personas con enfermedad mental que no conocen.

18. Hace poco coincidí en un lugar público con un com-


pañero que conocí en el hospital psiquiátrico. Tuve que expli-
car cómo lo conocí y me dio vergüenza reconocer que fue en
esa institución. El hecho de tener que ocultar la enfermedad es
algo común a todos nosotros. Nos provoca malestar, sin embargo,
la mayoría de veces resulta obligatorio. En esa ocasión, el otro
muchacho mintió. Estoy seguro de que fue porque se avergonzaba
de habernos conocido en el hospital psiquiátrico.

116
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

19. Tengo que dividir a las personas entre aquellas a las


que cuento mi verdad y a las que tengo que ocultársela. El
hecho de tener que vivir una doble vida es algo que nos conduce
a que la verdad y la visibilidad son algo que, a largo plazo, nos
aportará bienestar.

20. Hay personas que piensan que yo soy el culpable de


mi enfermedad, que es un castigo porque soy malo. Una vez
un hombre me insultó, y dijo que era un enfermo mental porque
tenía mal corazón. Siento que esas palabras vivirán conmigo para
siempre. Lo cierto es que la enfermedad mental de una persona
puede ser utilizada para infligir mal de modo muy fácil. El dolor
provocado es multiplicado en la mente de la persona. Una vez más
estamos en disposición de comprender el dolor emocional que
puede producir la enfermedad.

21. No me dejan al cuidado de mis hijos. Como dijimos, la


maternidad es fundamental para las mujeres. Si con medidas ju-
diciales discriminatorias conseguimos alejar de las manos de una
madre a sus hijos, ¿qué puede esperar esta mujer de la sociedad?
¿Qué puede hacer una mujer cuando le quitan lo que ella llama un
pilar fundamental de su vida?

“… carente de la saludable retroalimentación del intercambio


social cotidiano con los demás, la persona que se aísla puede vol-
verse desconfiada, depresiva, hostil, ansiosa y aturdida”. Erving
Goffman.

Lo cierto es que leyendo todos estos problemas, muchas per-


sonas con enfermedad mental los verán como un laberinto del que
no existe salida. Pero lo cierto es que las personas siempre en-
contramos esa puerta que tanto buscamos. Es cierto que se nos
cierran muchas de esas puertas, pero no es menos cierto que con
perseverancia y esfuerzo, acabamos cambiando nuestras vidas.
Además no estamos solos. Tenemos a nuestras familias, además
del apoyo profesional. Es cierto que esos sentimientos son deses-
perantes, pero en nuestra mano está autocorregirlos y modificar
nuestras vidas. Lo digo por propia experiencia.

117
Antonio Ramos Bernal

“El laberinto es muy complejo. Tiene muchos caminos. Parece


infinito. Sin embargo, ese laberinto está dentro de nosotros y, por
tanto, podemos cambiarlo. Encontrar la salida es fácil. Sólo hay
que proponérselo y articular una serie de pasos que nos conduz-
can hacia ella”.

118
XII. LA DISCRIMINACIÓN HACIA LA ENFERME-
DAD MENTAL.

“Los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda pre-
valecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza,
sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia
personal o social”. Constitución española de 1978.

XII.1. Introducción.

“Es sencillo nombrar la palabra esquizofrenia en un ensayo


sobre la enfermedad mental. ¿Ha probado usted a nombrarlo en
una conversación con alguien nuevo que acaba de conocer? En
este caso convendría analizar el precio de la sinceridad, sola-
mente de este modo podemos comprender el rechazo hacia las
personas con enfermedad mental”.

Vamos a comenzar por analizar la definición de discrimina-


ción: “la discriminación es el acto de hacer una distinción,
es un acto de abuso e injusticia que viola el derecho de la
igualdad de oportunidades”. De este modo, encontramos que
a las personas con enfermedad mental se nos han colocado unos
estereotipos que, en forma de prejuicios, han dado lugar al temi-
do rechazo social.
La discriminación que existe hacia la enfermedad mental im-
plica que la persona con enfermedad mental no tiene oportunidad
de participar de forma plena como un ciudadano de esa sociedad
que tiene a la igualdad como uno de sus principios fundamen-
tales. La discriminación, como veremos, tiene efectos sociales,
económicos, psicológicos, políticos. Todo funciona como un
“todo” al que debe enfrentarse la persona, pasando a ser, por
tanto, una persona en inferioridad de condiciones. Parece que en
este momento se hace realidad el viejo dicho: “A perro flaco todo
son pulgas”.

119
Antonio Ramos Bernal

La discriminación puede ser intencionada o no intencionada.


Algunas leyes pueden discriminar mediante la reducción de de-
rechos (como por ejemplo cuando vamos a renovar el carné de
conducir y se nos exige un informe psiquiátrico de aptitud para
conducir64). La discriminación no intencionada podría ser, por
ejemplo, aquella que proviene de los vecinos que no sienten in-
terés por profundizar en su relación con una persona que tiene
enfermedad mental. Se está discriminando a la persona de forma
indirecta pero en cualquier caso: discriminada.
Si el tratamiento comunitario se fundamenta en la sociedad
y ésta nos margina, entonces qué clase de tratamiento comunita-
rio estamos recibiendo. Vimos que el tratamiento comunitario se
ha instaurado porque genera beneficios mayores para la sociedad
que el propio sistema anterior. Cuando se sentaron los principios
del tratamiento comunitario se encontró la existencia de estigma,
sin embargo, poco se ha hecho para remediarlo.
La discriminación que nace del estigma es algo con lo que
tenemos que convivir diariamente. ¡Sí!, es el día a día el que nos
hace encubrir nuestra enfermedad. Es una importante carga para
nuestro bienestar emocional. Lo que persigue este discurso es que
la lucha contra el estigma y la discriminación se torne en el pilar
de actuación de los sistemas que apoyan a la persona con enfer-
medad mental65. Uno nunca puede transmitir la gravedad que su-
pone para la conciencia el tener que ocultar la enfermedad.
Sin embargo, todas las personas entrevistadas por el autor coin-
ciden en que el estigma es uno de los problemas más graves que tie-
nen. Una vez aprenden lo que significa comienzan a relacionar
esas conductas de evitación y ese rechazo con los estereotipos
que tiene la sociedad hacia ellos. Sabemos que el estigma agrava
la enfermedad, sin duda, pero es que la discriminación siempre
nos conduce a incrementar el aislamiento y la desesperanza. Uno

64
Además se nos limita a un año la validez del carné, mientras que la validez
para personas que no tienen esquizofrenia es de cinco años.
65
En realidad puede distinguirse claramente las reivindicaciones respecto al es-
tigma de las correspondientes a la discriminación. Puede conseguirse reducción
de la discriminación sin alterar las tasas de estigma. Sin embargo, lo ideal sería
la reducción de las dos variables. No tiene mucho sentido reducir la discrimi-
nación mediante leyes y protección social si seguimos teniendo que afrontar el
estigma.

120
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

deja de tener apetencia por el contacto social. De forma estricta se


pierden las ganas de conversar con cualquier conocido. ¿Es por-
que todos se han vuelto contra uno mismo? ¿O es que uno piensa
así? ¿El problema está dentro de uno o fuera? Es una mezcla
de ambos. Sin embargo, la solución sí está dentro de nosotros, y
es perder el miedo y la vergüenza al hablar de la enfermedad. Este
es el primer paso de haber superado la enfermedad.
Vamos a analizar algunos datos extraídos del estudio de la
Concejalía de familia de Madrid:
- El 44% informa haber tenido experiencias de discriminación
en el área laboral.
- El 43% en las relaciones con los amigos, y el 32% con los
vecinos.
- El 37% ha tenido experiencias de discriminación dentro de
su propia familia.
El sentimiento de rechazo, como es evidente, nace en el mismo
momento en que se conoce esa “verdad” acerca de la persona que,
a partir de ese momento, ya nunca será la misma para nosotros.
Como efectos principales de esta discriminación destaca el
daño que se produce a la autoestima. No solo por los propios sen-
timientos que genera el sentirse rechazado, sino porque nacen di-
ficultades para hacer y conservar amigos, para encontrar trabajo o
en las mismas relaciones familiares.
Ya lo dijimos, la capacidad de sentir parece no ser afectada por
las principales enfermedades mentales de manera que la persona
comienza a recibir un cúmulo de despropósitos que acaban ata-
cando a su bienestar emocional, multiplicando los efectos propios
de la enfermedad mental. Sin duda, como resaltan las opiniones
encontradas en las entrevistas, las personas con enfermedad men-
tal están obligadas a manejar una cantidad demasiado elevada de
sufrimiento y dolor.

“Donde hay discriminación hay injusticia y desigualdad”.

XII.2. Desarrollo estructural de la discriminación.

“Existe una clara evidencia de que las personas con enferme-


dad mental sufren restricciones injustificadas para encontrar y
mantener un empleo”.

121
Antonio Ramos Bernal

Vamos a analizar cada uno de los aspectos concretos de la


discriminación producto del estigma:
(A) Acceso a la vivienda.
Está demostrado que para las personas con enfermedad men-
tal existen mayores trabas para encontrar un piso de alquiler. Los
arrendadores piensan que les lloverán los problemas, lo cual es
una aplicación práctica más de ese contenido teórico estigmati-
zante que opera en las mentes de nuestra sociedad. Por no hablar
del abuso y hostigamiento de los vecinos. Se ha estimado que un
25% de personas con enfermedad mental ha tenido que mudarse
por hostigamiento de sus vecinos.

(B) Discriminación laboral.


Aproximadamente un 30% de los empresarios no entrevistaría
a una persona con enfermedad mental para un trabajo. Además
de este filtro hacia una de cada 3 personas con enfermedad men-
tal, vamos entendiendo por qué 7 de cada 10 personas con enfer-
medad mental no encuentran trabajo. La discriminación laboral
es, tal vez, la más importante porque conlleva la pertenencia a
un grupo marginal de pobreza. Convivir con una pensión de 330
euros es casi imposible en estos tiempos. La sociedad está con-
tinuamente argumentando y protestando por las dificultades que
les genera vivir con 1000 euros mensuales. Me pregunto, ¿qué
pensarán esas mismas personas de las cuantías de las pensiones
no contributivas?
Además, crea una preocupación continua en los familiares
acerca del futuro de ellos. En más de una ocasión, se me ha
planteado la cuestión de: ¿qué será de él cuando no estemos no-
sotros?
En adición, es destacable que, en las entrevistas realizadas
por el autor, prácticamente todos quieren llevar a cabo un tra-
bajo acorde a sus capacidades. Sin embargo, algunos estudios nos
dicen que un 95% de empleadores no darían ningún puesto de
trabajo a una persona con esquizofrenia.
Dado que el trabajo es fundamental en la vida de cualquier per-
sona puesto que ayuda a definir quienes somos, ha sido necesario
que la política desarrolle unos recursos que hagan ver a la sociedad

122
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

que estas personas tienen capacidad laboral. El estigma nos enseña


lo contrario. Por ello, han surgido los centros especiales de empleo.
Allí se pueden encontrar multitud de ejemplos de superación y ad-
miración. Personas que, por fin, encuentran una oportunidad labo-
ral que la sociedad les niega. Pero todavía seguimos teniendo una
reivindicación: necesitamos integración laboral directa en empre-
sas y poderes públicos. Es necesario precisar, en este momento, que
también existe discriminación dentro del grupo de discapacidad ha-
cia nosotros. No existe una adaptación coherente con nuestra
discapacidad. Y esto ya no es problema de la sociedad sino de
los poderes públicos. ¿Existen puestos adaptados para personas
con enfermedad mental?
La discriminación laboral es importante porque un trabajo
aporta independencia, bienestar y felicidad, autoestima, esta-
bilidad económica y estabilidad familiar y afectiva, integración,
sentirnos útiles y ser útiles, no ser una carga económica para el
Estado ni para nuestra familia, redes sociales, ocio.

(C) Relaciones sociales significativas (Discriminación Social).


En este caso, vamos a introducir el concepto de distancia so-
cial. Éste viene referido a que existe un miedo a que una persona
con enfermedad mental se cuele en nuestras vidas y este miedo
se hace demasiado grande cuando se habla de relaciones serias y
duraderas. De manera que se construye un muro para que estas
personas no puedan pasar.
- Amigos: un 18% no tienen ningún amigo. Está demostrado
que con la enfermedad mental se pierden amigos. En realidad
éstos no resultaron ser tan amigos. Sin embargo, una caracterís-
tica propia de la enfermedad mental es la reducción de la ca-
pacidad de socialización. Existe una dificultad añadida para
conocer gente. En general, se sigue pensando que las perso-
nas con enfermedad mental no tienen valor para la amistad. Al
cotrario, se perciben como un cúmulo de problemas y pasan a
ser evitados directamente. El tamaño de la red social disminuye
lo cual empeora el curso propio de la enfermedad. Sin embargo,
actualmente, como consecuencia del tratamiento comunitario
está generándose una red social propia de personas que com-
parten una enfermedad. Esta nueva red social llena el vacío que
dejan esos amigos que decidieron, en su momento, abandonar
la relación.

123
Antonio Ramos Bernal

- Relaciones de pareja. El 14% tienen pareja estable. Sa-


bemos que las relaciones de pareja son algo fundamental en
la vida de cualquier persona. Sin embargo, aquí también en-
contramos rechazo y conductas de evitación. Está demostrado
que la enfermedad mental reduce la posibilidad de que una
persona contraiga matrimonio. En personas con esquizofrenia
se ha encontrado que aproximadamente el 60% son solteros.
Lo cierto es que, al igual que vimos con la amistad, se tiene la
creencia de que estas personas no pueden ofrecer nada posi-
tivo como pareja66. También existe una problemática especí-
fica en el tema del cuidado de hijos. Algunas madres pueden
ver cómo legalmente les niegan la custodia de sus hijos. Algo
que para ellas produce una gran cantidad de sufrimiento. La
mayoría de madres con enfermedad mental coinciden en que
su rol como madre es algo fundamental en sus vidas.

(D) Discriminación política. Discriminación estructural.


Se refleja en políticas públicas, leyes y otras disposiciones
prácticas, que tienen repercusión directa sobre las personas es-
tigmatizadas y refuerzan el proceso. Vienen referidas a derechos
civiles: libertad en general, voto, matrimonio, cuidado de hijos,
manejo del dinero, acceso al ejército, etc.

(E) Servicios sanitarios y sociales.


Discriminaciones efectivas en la atención sanitaria no espe-
cializada en salud mental. Trato desigual y poco respetuoso, sin
olvidar la discriminación pura y simple. Aunque no necesaria-
mente intencionada. Además, se ha constatado que las actitudes
negativas también existen entre algunos de los profesionales de
la salud mental.

(F) Institucionalización.
La perseguida des-institucionalización no está logrando los
objetivos que se marcó con el tratamiento comunitario. Ya diji-
mos que si el tratamiento descansa sobre la comunidad y esta nos
rechaza, ¿cuál es la verdadera calidad del tratamiento?

66
Lo cual se ve agravado por el problema de discriminación laboral que obliga
a estas personas a vivir con una pensión indigna e insuficiente de 330 euros
mensuales. Lo cierto es que el sustento económico es algo fundamental para la
formación y mantenimiento de una unidad familiar.

124
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

“Uno nunca encuentra respuestas suficientes para compren-


der la discriminación. ¿Por qué la gente se aparta de mí cuando
averiguan que tengo enfermedad mental?”.

En este epígrafe vamos a ampliar el capítulo anterior, para que


el lector vaya entendiendo, mediante casos, por qué la discrimina-
ción acaba minando el bienestar de las personas con enfermedad
mental.

XII.3. Comprendiendo la psicología de la discriminación.67

Vamos a tratar de establecer algunos fundamentos psicoló-


gicos que explican la discriminación. Es de sobra conocido que
existe relación entre la frustración y el comportamiento agresivo.
Éstos pueden definirse como causa de prejuicios, y por tanto, de
discriminación. La frustración68, entendida como no consecución
de las metas propuestas, se ha convertido en algo común en nues-
tra sociedad de consumo. Parece que el ritmo de vida que lleva-
mos, las expectativas y deseos que tenemos, desembocan en unas
tasas de frustración bastante elevadas. De manera que, podemos
entender desde esta perspectiva, por qué en sociedades menos in-
dustrializadas se tienen mejores conceptos hacia las personas con
enfermedad mental y, por ende, la discriminación voluntaria es
menor.
Es importante rescatar la teoría de la identidad social, y apli-
carla al concepto de discriminación. Ésta nos dice que “las com-
paraciones con los demás son clave en la forma de evaluar-
nos”. En el libro de psicología social empleado en este ensayo, se
dice claramente que despreciar a otros grupos diferentes mejora
nuestra identidad social. De ese modo existen favoritismos ha-
67
Obviamente no estamos en un texto de psicología. Por motivos de brevedad
sólo expongo un par de explicaciones del comportamiento discriminatorio. El
tema puede ser objeto de un ensayo completo. Interesa, sin embargo, hablar del
porqué psicológico de la discriminación.
68
La frustración es el sentimiento desagradable en virtud del cual las expec-
tativas del sujeto no se ven satisfechas al no poder conseguir lo pretendido.
Como fenómeno psicológico, puede identificarse el sentimiento de frustración
como un síndrome que ofrece síntomas diversos que, sin embargo, rondan una
categoría general: la desintegración emocional del individuo. Existen por su-
puesto diferentes niveles de frustración y múltiples causas y consecuencias
(Wikipedia).

125
Antonio Ramos Bernal

cia personas de nuestro mismo grupo. La discriminación puede


entenderse entonces como una manifestación del proceso de re-
chazo hacia la persona con enfermedad mental. De ese modo, la
persona que discrimina ve aumentada su propia autoestima, al
percibir y sentirse como superior. La sociedad, por tanto, impone
su bienestar emocional con cargo a las personas con enfermedad
mental.
Estamos en disposición de entender por qué nuestra mente se
inclina a rechazar y discriminar a este grupo. Es una consecuencia
del aumento de bienestar inmediato. Tal vez estamos cometiendo
un error de percepción de valor. ¿Existe algo más valioso para
la sociedad que la solidaridad y apoyo de las personas que lo
necesitan?
Algún ávido lector indicará que no todas las personas se
mueven por esta clase de interés. Ni siquiera todos los tipos de
discriminación son voluntarios. El autor se inclina a pensar que,
incluso de forma subconsciente, el cerebro se mueve por princi-
pios económicos. La mezcla compleja que supone el mecanismo
del pensamiento puede difuminar este argumento. Sin embargo,
creo firmemente que es la búsqueda de beneficio lo que induce a
la persona a discriminar a otro grupo. Sin embargo, esto supone
un beneficio a corto plazo, y en cualquier caso, inferior al com-
portamiento opuesto. El hecho de aprender este comportamiento
desde temprana edad (supongo que no es necesario argumentar
que durante la niñez aprendemos de forma clara lo que es la dis-
criminación) supone una interiorización de este comportamiento
que luego se torna automático.

126
XIII. LA LUCHA CONTRA EL ESTIGMA.69

“… la promoción de la salud mental no ha sido asumida, en


general, por los servicios de salud mental como una tarea sis-
temática. La existencia de información positiva, cuyo uso y di-
fusión son claves para contrarrestar el estigma, no está siendo
utilizada con la intensidad y frecuencia necesarias”.

XIII.1. INTRODUCCIÓN.

“La relación entre violencia y enfermedad mental no tiene


base científica. La mayoría de personas con enfermedad mental
no cometen actos violentos nunca. Más bien al contrario. Es ge-
neralmente sabido que estas personas son receptores de compor-
tamientos violentos”.

Plantearse una política de desestigmatización supone intentar


cambiar esa serie de prejuicios y estereotipos que conforman el
pensamiento que la sociedad tiene hacia las personas con enfer-
medad mental. Sin embargo, intentar cambiar creencias supone
una política demasiado cara. Y digo demasiada cara porque detrás
de la reducción del estigma no existen beneficios económicos que
un agente capitalista pueda perseguir. ¡Sí!, en realidad todo se
reduce a la inexistencia de interés económico. Por ello, plantear
una batalla contra el estigma supone, principalmente, buscar los
recursos necesarios para mantener unas políticas activas70 que van
69
Para un completo estudio del proceso de lucha social contra el estigma se
recomiendan los textos sobre el estigma de la OMS. El lector puede encontrar
las referencias en la bibliografía del libro. Los textos pueden descargarse desde
la página Web de FEAFES.
70
Es completamente necesario que la lucha contra el estigma forme parte del
tratamiento comunitario, y ello significa que se incluya dentro de los principios
rectores de las políticas de salud mental. Mientras no se eduque a la sociedad
para comprender a las personas con enfermedad mental el tratamiento comuni-
tario seguirá topándose con el rechazo propio de la comunidad, lo cual es una

127
Antonio Ramos Bernal

a tener un beneficio mínimo para la sociedad. Es la falta de interés


económico lo que bloquea las estrategias desarrolladas contra el
estigma.
La falta de interés económico no es la única barrera que existe
en la lucha contra el estigma. Como veremos, al sector público
tampoco le es interesante y beneficioso desarrollar estas políticas.
En realidad están más cerca de la discriminación que estamos tra-
tando. Los poderes públicos no encuentran fondos para invertir
en la mejora de la salud mental. Tampoco es que hayan olvidado
estas enfermedades. Sobre todo porque se estima que entre un
quince y un veinte por ciento de la población está o estará afec-
tada por alguna clase de estas patologías. Es un dato que les hace
valorar de manera determinante sus políticas sociales hacia este
colectivo. Aun así, como demuestran estadísticamente muchos
estudios, existe una carencia demasiado elevada de recursos, tan-
to técnicos como humanos, en el tratamiento de la enfermedad
mental. Pero aquí estamos tratando un tema que va más allá del
simple tratamiento de la enfermedad mental. Estamos hablando
de la lucha contra la discriminación derivada del estigma que
existe, y esto supone dar un paso más en las políticas sociales que
existen en la actualidad.
Si la barrera económica es el principal obstáculo que debe-
mos esquivar, y los poderes públicos suponen la mano que debe
darnos ese capital, tendremos que plantearnos cómo aplicar esos
recursos económicos. Es decir, tenemos que averiguar quién y
cómo debe emprender esta lucha contra el estigma. Es evidente
que tendríamos que hablar de tres clases de agentes: profesionales
de la salud mental, familiares de personas con enfermedad mental
y los propios usuarios de salud mental.
Respecto a los profesionales, sabemos que son el colectivo
que más sabe realmente de la enfermedad mental. En el apartado
dedicado a tratar el estigma emitido por este colectivo, determi-
namos que el objetivo de cualquier estrategia contra el estigma
debía perseguir el actual grado de estigmatización que tienen
estos profesionales. Parece ser una meta alcanzable. Sin embar-
go, intuyo que la política que tiene este colectivo actualmente
no es demasiado eficiente. Entre otras cosas, ellos se ven en la
necesidad de establecer una diferenciación que perjudica a los

contradicción bastante evidente.

128
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

usuarios de sus servicios. Sin embargo, en ellos, los estereotipos


y los prejuicios apenas tienen una presencia fuerte. Es necesario
establecer la lucha contra el estigma como una parte más del tra-
tamiento comunitario para que estos profesionales entiendan que
esa lucha contra el estigma puede ser el paso adelante necesario
en la evolución del tratamiento.
Los familiares de personas con enfermedad mental, como vi-
mos, también pertenecen al grupo de los receptores de estigma.
Ellos también se ven perjudicados por todas esas creencias que
tratamos de manera explícita anteriormente. Sin embargo, su úni-
ca oportunidad de luchar contra el estigma es a través del movi-
miento asociativo. Pero, no existe ninguna teoría, ni ninguna pre-
paración explícita que les permita afrontar el estigma. Lo cierto
es que el problema es demasiado complejo. Tal vez sea más be-
neficioso a corto plazo, el desarrollo de políticas que les permitan
afrontar los problemas cotidianos que les genera la enfermedad
de su familiar. Repito, es más beneficioso a corto plazo. Como
vimos en el tema de la discriminación, el estigma tiene efectos
que van más allá de la propia enfermedad, efectos que inciden di-
rectamente sobre la felicidad, el empleo, la vivienda, etc. Sin em-
bargo, los familiares y en general todos los agentes que estamos
tratando, ignoran este factor estructural que nos estará afectando
tanto a corto como a largo plazo.
Nos queda, por último, tratar del agente más importante en la
lucha contra el estigma, que no es otro que la propia persona con
enfermedad mental. A pesar de que anteriormente ya tratamos
este aspecto, me veo en la obligación de incidir en la importancia
del mundo de las tecnologías de la información o más bien de In-
ternet. Se habla actualmente del poder de la participación masiva
para la construcción de sitios Web colaborativos. Este fenómeno
se ha dado en conocer como la era de la participación, y nos viene
a decir que es la propia masa de individuos interconectados,
la que es capaz de forma autónoma, de formar una red social
mucho más intensa de lo que llegaría a ser si no existiera esta
forma de conexión. El poder de la masa es mucho más intenso
de lo que podría ser sumando a los individuos que la componen.
Esta es la tesis que pretendo defender en este libro: es el colectivo
de personas con enfermedad mental el que debe defenderse del

129
Antonio Ramos Bernal

estigma. Nada puede suplir este poder del colectivo. Esta tesis se
refuerza por el hecho de que la estrategia más efectiva contra el
estigma es el propio contacto con las personas con enfermedad
mental. Si las personas con enfermedad mental, convencidas de
que son la principal arma contra el estigma, se dedican a generar
información sobre sus propias enfermedades, y dejan de querer
ocultar la enfermedad de cualquier manera, entonces conseguire-
mos reducir el estigma.
Mi experiencia como persona con enfermedad mental, me lle-
va a defender la tesis de que ocultar la enfermedad sólo genera
beneficios a corto plazo. Además de crear un círculo vicioso en
nuestro interior, que corta de raíz cualquier atisbo de felicidad,
termina por extenderse, y a modo de un virus, termina por volver-
se contra nosotros. Las personas con enfermedad mental no tene-
mos que avergonzarnos de nuestra enfermedad. Es nuestro propio
estigma el que nos impulsa a creerlo. Solo una persona que ha
comprendido que tan solo estamos hablando de una enfermedad,
estará en disposición de superarla y comprender que su propia
felicidad depende de lo que ella piense de sí misma.
De manera que, si todas las personas con enfermedad mental
aceptamos la enfermedad y nos planteamos la lucha contra la mis-
ma, podemos actuar como un grupo auto-organizado. Seríamos
entonces una comunidad igualitaria de individuos que persiguen
y luchan por sus propios derechos. Y no solo por los derechos de-
rivados de la legislación actual sino por todas aquellas trabas que
nos impone la discriminación que existe hacia nuestro colectivo.
Esta es una lucha que no puede dejarse en manos de nuestros
familiares, o de los propios profesionales. Este hecho no necesi-
ta demostración, puede deducirse con la simple observancia de
nuestra situación actual.71

“Por diferencias entre el contexto social y cultural, existe me-


nor estigmatización en sociedades tradicionales no industrializa-
das. En ellas existe mayor comprensión acerca de la enfermedad
mental”.

“Una posibilidad fundamental en la vida de la persona estig-


71
En el libro Diario de una enfermedad mental, Antonio Ramos Bernal. Ed.
ECU. 4.ª Edición, se plantea la introducción del concepto de FILOSOFÍA DE
LA ENFERMEDAD MENTAL.

130
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

matizada es la colaboración que presta a los normales al actuar


como si su diferencia manifiesta careciera de importancia y no
fuera motivo de una atención especial”. Erving Goffman.

XIII.2. Estrategias contra el estigma. 72

“Este texto, supone la exteriorización de la voz de las perso-


nas con enfermedad mental que, a menudo, se hallan sumidas en
el más completo silencio. Sin embargo, tan solo es un instrumento
de comunicación, que parece buscar el inicio de una pequeña
revolución: la búsqueda de nuestro sitio en este mundo que no
nos comprende”.

Una vez más, vamos a determinar la importancia de la lucha


contra el estigma de la comunidad. Si se supone que el tratamien-
to comunitario tiene innumerables ventajas sobre aquellas viejas
instituciones, debemos pensar entonces en la comunidad como
agente responsable del bienestar emocional de estas personas. Pa-
rece que, actualmente, no se le concede la importancia necesaria a
este hecho. En realidad, ¿somos conscientes de la importancia
del rechazo de la comunidad al tratamiento comunitario de la
enfermedad mental?
Establecido el nivel de importancia comenzaremos nuestro
análisis de la estrategia mediante la definición de los segmentos
objetivos de la estrategia:

- Usuarios: tratamiento psicosocial, evitar pensamientos


derrotistas, autoestigma, diferenciación, estigma hacia otras
PEM.
- Profesionales.
- Sociedad. Necesitamos segmentación: cuerpos de seguri-
dad del estado, profesores, juventud, políticos...
- Familiares.

Es sobradamente conocido que las políticas de salud mental


de nuestro Estado necesitan mejoras inmediatas. Según la OMS,
la política de salud mental se define como: “los valores, objetivos
y estrategias gubernamentales para reducir la carga que repre-
senta la salud mental y mejorarla”. El problema que se plantea
72
Basado en el estudio de la Asociación Española de Neuropsiquiatría.

131
Antonio Ramos Bernal

desde la observación de que las políticas son imperfectas es que


existe una carga demasiado pesada para la sociedad. Para exami-
nar la imperfección de esta política veamos los principios rectores
de la política:
- Participación de la comunidad en los servicios de salud
mental.
- Desinstitucionalización y atención comunitaria.
- Accesibilidad y equidad en los servicios de salud mental.
- Integración de los servicios a través de la atención prima-
ria de salud.
No vamos a realizar un examen exhaustivo que nos permita
un conocimiento sobre estas imperfecciones. La idea general es
que estamos a medio camino de lograr esos objetivos. En este
libro se demostró la actual discriminación relativa a las personas
con enfermedad mental. Tal vez pueda pensarse que nace de las
deficientes políticas de salud mental. Pero no es una causa única.
Lo cierto es que el tratamiento comunitario no acaba de asumir
esta problemática. Se piensa que el alejamiento es el mejor trata-
miento.
En nuestra lucha contra el estigma creemos necesario:
- Modificación de la marca: “Persona con enfermedad men-
tal”.
- Mejora del tratamiento comunitario. Creación de una Ley
de protección de la persona con enfermedad mental que ob-
serve el cumplimiento de los criterios de igualdad que refleja
la Constitución.
- Desarrollo de políticas de salud mental más coherentes
con nuestra realidad social. Sobre todo se requiere que el
conocimiento y la política sea adaptada a nuestra cultura y
no importada de otros países en los que la realidad social es
distinta.
- Fortalecimiento del proceso de integración laboral. De-
sarrollo de una teoría de la discapacidad específica para perso-
nas con enfermedad mental. Creación de contratos laborales
específicos: “Contrato de integración laboral para personas
con enfermedad mental”. Se necesita una diferenciación en el
concepto de discapacidad.
- Educación y marketing social. Es necesario que exista una
difusión generalizada de los conceptos reales de enfermedad

132
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

mental. Sería ideal la conformación de una educación social


específica instrumentada mediante: talleres, actos públicos,
empleo de líderes famosos, material, seminarios, etc.
- Comprensión de los problemas de alojamiento de este
colectivo. Defensa de los derechos relativos al alojamiento.
Prevención de la inexistencia de hogar.

Vamos a tratar, a continuación, algunas de las formas de co-


municación que es necesario articular en el proceso de educación
social. Las formas aquí expuestas son cuatro, a saber:

1. Protesta.
a. Las protestas pueden ser un buen instrumento para realizar
reivindicaciones dirigidas al estamento político.
b. Disminuye la imagen negativa basada en estereotipos pero
solo a corto plazo.

2. Educación.
a. La educación supone un pilar fundamental de la lucha
contra el estigma. Ya dijimos que quienes más saben de enferme-
dad mental son quienes menos estigma tienen hacia ella.
b. Son más efectivas si incluyen no solo la transmisión pa-
siva de información sino la discusión, la presentación de casos
reales, con presencia de PEM.
c. Riesgo de inutilidad de actividades que huelan a propa-
ganda.
d. La educación de los medios de comunicación, sobre el
sistema educativo y sobre la “industria del ocio”.
e. Además, se buscará la educación contra el estigma en pro-
fesionales de la salud, profesionales de la educación y escolares,
empresarios y agentes sociales, etc.

3. Contacto social.
a. La lucha contra el silencio actual. Sabemos que las per-
sonas con enfermedad mental estamos actualmente en silencio.
Este estudio propone cambiar radicalmente este principio. De ese
modo, estas personas deberían dedicar tiempo a educar a la socie-
dad con sus propias experiencias. La comprensión llegará con el
tiempo. Mi experiencia es positiva en este aspecto.
b. Las personas no deben responder básicamente al estereo-
tipo ni se deben alejar demasiado de él. Presentar “personas con

133
Antonio Ramos Bernal

enfermedad” que parecen irreales y disonantes es contraprodu-


cente. Deben representar a su categoría. Se trata de crear grupos
de intervención preparados para ello. Lo que importa a la hora de
hablar a la sociedad no es el lenguaje científico y técnico de la
psiquiatría. No sirve para hablar de vivencias y sentimientos que
es lo que, por cierto, debemos conseguir que la gente memorice
para sustituir el concepto actual de enfermedad mental. Es un pre-
juicio más que debemos eliminar. Intuyo que los profesionales de
la salud mental no deben ser las únicas personas que hablen sobre
la enfermedad mental. El estado actual de estigma generalizado
debe ser contrarrestado con la divulgación de información prove-
niente de las personas con enfermedad mental. Somos nosotros
quienes debemos dar la cara.
c. Papel de los apoyos institucionales y de los grupos afectados.
d. A través de las entrevistas realizadas a PEM del CRIS de
Villena se constata que existe disponibilidad para que nosotros
mismos empecemos a dar charlas-coloquios sobre nuestras expe-
riencias, algo que debería implementarse con la ayuda de profe-
sionales. Las personas que refieren negativamente a este proceso
de contacto social argumentan su incapacidad oral, pero esto es
solucionable mediante instrumentos como proyecciones prepara-
das y la presencia de profesionales que pueden ayudar. Lo ideal
sería construir un grupo de tres personas: dos personas con enfer-
medad mental y un profesional.

“A medida que las personas se relacionan en forma más íntima…


gradualmente la simpatía, la comprensión y la evaluación realista
de las cualidades personales ocupan su lugar”. E. Goffman.

4. Internet.
A continuación exponemos el principio que debe cumplir
esta información. No es otro que la transmisión de una imagen
fiel: información correcta y segmentada integrada en los siste-
mas habituales de información y formación evitando que suene
a propaganda. La segmentación es fundamental en el problema
del estigma, de manera que a la creación de grupos de difusión de
información positiva debe seguirle una adecuada segmentación.
La utilización de Internet como medio de propagación de infor-
mación debe ser capital en este proyecto, debido a su bajo coste y
alta probabilidad de aceptación.

134
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

“El modelo de recuperación nos dice que cualquier persona


con una enfermedad mental es capaz de llevar una vida signifi-
cativa y que la recuperación puede incluir la aceptación de los
síntomas. El modelo de recuperación subraya la importancia de
la esperanza, y la capacidad de cada persona de tomar el mando
de su propia vida”.

Respecto al estado actual de este proceso, diremos que:


1. En España no existe ningún organismo coordinador, ni un
presupuesto específico y estable, ni en definitiva un compromiso
firme para apoyar estas actuaciones.
2. Las actuaciones de promoción de la salud mental y pre-
vención de los trastornos mentales responden a iniciativas aisla-
das, desconectadas entre sí y de escasa difusión.
3. La promoción de salud mental no está tenida en cuenta en
el programa nacional de formación de psiquiatras.

Los objetivos serían:


1. Promover la salud mental de la población general y de
grupos específicos.
2. Prevenir la enfermedad mental, el suicidio y las adicciones
en la población general.
3. Erradicar el estigma y la discriminación asociados a las
personas con trastornos mentales.

XIII.3. Motivación para iniciar el proceso de contacto


social.

“Aun en el caso de que un individuo pueda mantener en secre-


to un estigma no manifiesto descubrirá que las relaciones íntimas
con los demás, ratificadas en nuestra sociedad por la confesión
mutua de defectos invisibles, lo llevan a confesar su situación a
los más allegados o sentirse culpable si no lo hace”. E. Goffman.
Vamos a utilizar algunos de los planteamientos que, en su mo-
mento, utilizó E. Goffman. El problema para Goffman era:

¿EXHIBIRLA U OCULTARLA; EXPRESARLA O GUARDAR


SILENCIO; REVELARLA O DISIMULARLA; MENTIR O
DECIR LA VERDAD; Y EN CADA CASO, ANTE QUIÉN,
CÓMO, DÓNDE Y CUÁNDO?

135
Antonio Ramos Bernal

Parece que este ensayo ha concluido que lo mejor es hablar


inteligentemente sobre ella. Realizar un proceso de comunicación
por etapas, y sobre todo, con información positiva. Ya sabemos
que guardar silencio significa generarnos problemas para el futu-
ro. Además, se sigue manteniendo el estigma.

“El ex enfermo mental oculta información sobre su identidad


social real, recibiendo y aceptando un trato basado en suposi-
ciones falsas respecto a su persona. Actúa como si su diferencia
manifiesta careciera de importancia y no fuera motivo de una
atención especial”. E. Goffman.

Existe un problema del estado psíquico del que se encubre.


Está relacionado con el hecho que supone llevar una vida que se
puede derrumbar en cualquier momento. Es desagradable tener
que convivir con el encubrimiento. Además, resulta desagradable
que los demás hablen mal de otras personas con enfermedad men-
tal en tu presencia.
Las palabras SINCERIDAD y EDUCACIÓN SOCIAL de-
ben ser los principios de funcionamiento de las personas con en-
fermedad mental. Entre otras cosas, por el principio temporal que
nos indica que tarde o temprano, la verdad que tanto nos ha cos-
tado ocultar y que tanto sufrimiento nos ha creado, termina por
salir a la luz y todo aquello que intentábamos ocultar termina por
volverse contra nosotros, pero con el tamaño aumentado.
Una vez el individuo ha comprendido que si se acepta a sí
mismo no sentirá ninguna obligación de ocultar y encubrir su en-
fermedad, es cuando está en disposición de superar su enferme-
dad. Sin aceptación no puede existir superación. De hecho supe-
rar la enfermedad significa estar por encima de ella, hacer que la
enfermedad sea algo tan insignificante que no interfiera de forma
contundente en nuestra vida. Esto no es más que volver a querer-
se a sí mismo, justo como antes de que la enfermedad entrara en
nuestras vidas.

ANÁLISIS TEMPORAL DEL ESTIGMA:


1. PRINCIPIO DEL CORTO-LARGO PLAZO. Si tarde o
temprano la verdad acaba sabiéndose es una ineficiencia económi-
ca ocultarlo. Aunque lo cierto es que si no queremos ser rechaza-

136
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

dos, a corto plazo ocultaremos pero a largo plazo sufriremos la


salida a la luz de la verdad, pero no como individuo sino como
colectivo que sufre lo que otros han ido ocultando.

Verdad No verdad
Estigma No estigma
Rechazo No rechazo

– ALGORITMO DE IMAGEN FIEL


Verdad Comportamiento
de grupo

Estigma a
corto plazo

Disminución progresiva
del estigma por la educa-
ción social

Aumento de la con-
fianza en uno mismo

Demostrar esa Trabajo en


verdad a otras equipo
PEM

Disminución
del estigma

137
XIV. EL ESTIGMA EN EL LENGUAJE Y EL PEN-
SAMIENTO HUMANO.

XIV.1. Introducción.

En este capítulo vamos a hacer un breve esbozo sobre la for-


mación de pensamientos que alimentan el estigma, tesis que nos
permitirá defender la dificultad implícita que existe en la lucha
contra el estigma. A grandes rasgos podemos inferir que el origen
del problema es la categorización propia del pensamiento rela-
cional de la mente humana. Este principio de funcionamiento se
mezcla con el sensacionalismo que tan fácilmente inunda nuestra
capacidad emocional para perdurar en la memoria durante largos
períodos de tiempo.
De manera que, no existe un único problema relacionado con el
estigma. Podría pensarse que con campañas de educación social y
un poco de responsabilidad social de los medios de comunicación
podría solucionarse todo. Sin embargo, si en realidad queremos
minimizar el problema del estigma, debemos comprender cómo
opera en nuestra mente. Entender la lógica de nuestro cerebro,
y su manifestación hacia el exterior, en forma de comunicación,
debe hacernos ver la dificultad de la tarea que planteamos. Sin
embargo, un análisis del estigma que no explique cómo se forma
éste en el cerebro y cómo se multiplica a través del lenguaje, sería
incompleto.
Una vez se entiende la mecánica del pensamiento, y se tienen
bases sobre educación social, además de material de argumen-
tación positiva sobre la enfermedad mental, se puede entender
la lucha contra el estigma como un conjunto de acciones indivi-
duales que, debido a los efectos sinérgicos, vaya derrotando esos
prejuicios y estereotipos que tantas veces hemos repetido en este
estudio.
Antonio Ramos Bernal

XIV.2. ¿Existe sólo un estigma negativo?

Lo cierto es que el estigma, como fundamento diferenciador


de la clasificación que las personas llevamos a cabo sobre el mun-
do y sobre las personas que lo habitan, no es sólo una vía de causa
negativa. El proceso de diferenciación del que hablamos también
se refiere a personas que percibimos como ídolos, líderes, de-
portistas, actores y actrices, etc. De manera que podemos dividir
el estigma, así como se pueden dividir muchos otros elementos,
como un sistema bipolar. Es cierto. Las personas solemos admirar
a cierta clase de personas mientras rechazamos aquellas otras que
no concuerdan con nuestra percepción del mundo, y sobre todo,
las que no pertenecen a nuestro grupo.
Este sistema de percepción bipolar también tiene un tercer
grupo intermedio en el que agrupamos a todas las personas que
consideramos nuestros iguales. De este modo, estamos diferen-
ciando y clasificando a todas las personas. Nuestra forma de re-
lacionarnos con cada grupo es distinta. Por un lado, deseamos
conocer a esas personas que tanto admiramos y que tantas emo-
ciones positivas nos hacen sentir, y por otro lado, no queremos
saber nada de esas otras que tanto criticamos. La relación con el
grupo intermedio, al que generalmente nos referimos como “los
normales” es simplemente indiferente.
De esta forma, entendiendo el proceso de diferenciación que
opera en el pensamiento humano podemos comprender por qué
existe el rechazo y por qué existe la admiración dentro de nuestra
mente. En realidad, la mente funciona creando datos relacionales
que se van acumulando y que tienen su origen en nuestra per-
cepción. Así, para nosotros existen categorías para los: guapos-
feos, los gordos-delgados, los listos-tontos, los ricos-pobres, etc.
Cierto es que no se puede cambiar esta forma de pensamiento y
clasificación, al menos en la actualidad, de una forma absoluta.
Por último, vamos a reflexionar sobre el concepto de normali-
dad. Parece obvio que, si existe normalidad también debe existir
anormalidad, ¿pero quién define qué es y qué no es normal? Se-
gún la wikipedia, lo normal es aquello que es regular y ordinario.
Es fácil que las personas que no entienden la enfermedad mental
al igual que hacen algunos profesionales (aunque resulte contra-
dictorio) relacionen enfermedad mental con algo irregular, algo

140
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

extraordinario, algo que no se corresponde con su percepción de


lo que es el ser humano promedio. La lucha contra la idea de nor-
malidad debe ser fundamental en el discurso contra el estigma.
De hecho, todos y cada uno de los entrevistados afirmaron
que las personas con enfermedad mental son “normales” y que la
enfermedad es una como otra cualquiera. Un usuario me plantea
la siguiente cuestión: “¿Acaso preguntarías a una persona si un
diabético es normal?”.

XIV.3. Breve introducción al funcionamiento del pen-


samiento para el problema del estigma.73

“Cuando una persona no encuentra información en su inte-


rior sobre la enfermedad mental, rápidamente la crea, se basa en
su percepción, en sus creencias y demás procesos que no obede-
cen a un orden racional sino emocional. Cuando las emociones
entran en juego el pensamiento producido se torna ambiguo, es
cuando nacen los prejuicios que conducen a esa percepción erró-
nea de la enfermedad mental”.

Si bien el cerebro maneja datos sensitivos que proceden de


sus órganos de percepción, es su manipulación y memorización lo
que interesa en este estudio. Hemos hablado en muchas ocasiones
de la percepción que se tiene sobre la enfermedad mental. Diji-
mos que la mayoría de datos al respecto proceden de:
- Medios de comunicación.
- Observación del comportamiento de personas con enfer-
medad mental.
- Rumores y comunicación informal.
De este modo, y dado que el interés por estudiar la enferme-
dad mental no es característico de la sociedad, entendemos por
qué las personas almacenan en su mente todos esos prejuicios que
analizamos en su momento.
Continuando con nuestra exposición, vamos a argumentar
cómo el conocimiento respecto a la enfermedad mental sigue
73
Vamos a explicar el funcionamiento del cerebro para nuestro caso concreto
de estudio sobre el estigma. De manera que si el lector quiere entender algo
más sobre nuestro órgano más complejo deberá utilizar la multitud de manua-
les destinados a ello. El autor simplemente va a aplicar los conceptos utilizados
en neurología para explicar el pensamiento estigmatizante.

141
Antonio Ramos Bernal

un proceso de acumulación de conocimiento erróneo debido al


propio interés sobre el sensacionalismo de nuestra mente. La si-
guiente ecuación nos da una idea de cómo el interés opera en la
formación del estigma:

Desinterés sobre el conocimiento veraz de la enfermedad mental


+ Interés por las noticias sensacionalistas
= Formación y fortalecimiento del estigma en la memoria

Es en este momento cuando interesa entender el papel crucial


que tiene la memoria humana en el proceso. La memoria74 no
solo actúa guardando exhaustivos detalles sobre hechos violen-
tos de las personas. En realidad, no solo lo hace con las noticias
sobre las personas con enfermedad mental. El problema es que,
al reproducir una conversación sobre estas personas, la memoria
comienza a llamar datos que se han ido acumulando con mucha
intensidad en nuestro cerebro. Es cuando entra en juego la red
neuronal que explica con detalles los mencionados sucesos lla-
mativos. Es superfluo demostrar en este ensayo cómo dos mentes
que se retroalimentan con los mismos datos relacionados, com-
parten datos distintos y sus mentes amplían la red neuronal que
mencionamos.
Todo este conocimiento basado en estereotipos termina por
condicionar el comportamiento de las personas. Ahora es un buen
momento para entender cómo el cerebro que ha estado interio-
rizando y memorizando esta información sesgada, comienza a
ejecutar pensamientos que intentan alejarle del peligro que para
ellos supone una persona con enfermedad mental. Es compren-
sible que, si los datos manejados por un gran grupo de personas,
apoyados por los medios de comunicación coinciden, se tome ese
conocimiento como veraz y se proceda a calificarlo como real. De
ese modo, la repetitividad de los hechos que tratamos se torna en
un conocimiento universal para la sociedad y da lugar al compor-
tamiento condicionado.

74
Según el manual de psicología utilizado en este ensayo, debemos hablar
de memoria selectiva en el sentido de que “la información que es congruente
con las actitudes es más fácil de codificar en la memoria a largo plazo porque
coincide con las estructuras y esquemas presentes”.

142
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

Pensamiento
con interés

Noticia sensa-
cionalista

Memorización
intensa

Compartir
datos

Repetitividad

Se crea una estruc-


tura neuronal sobre
violencia y EM

Estereotipo Prejuicio Discriminación

143
Antonio Ramos Bernal

XIV.4. Ejemplo de asociaciones producidas en la mente.

Vamos a analizar a continuación cómo el pensamiento establece


relaciones entre conceptos para formar ideas generales que luego
se utilizan como base en la toma de decisiones de las personas que
conforman su comportamiento típico. El hecho de que el compor-
tamiento sea típico, o en definitiva, repetitivo, nos indica que exis-
ten unos fundamentos presentes en la mayoría de personas. El Dr.
José J. Uriarte realiza una explicación sobre la relación de la aso-
ciación de ideas que relaciona violencia con enfermedad mental:

1. Criminalización de la enfermedad mental  la enferme-


dad mental se asimila a la Violencia.
Mental = Locura = Violencia

Mediante este concepto se induce al lector a entender que la


locura siempre se ha entendido como causante de violencia.

2. Medicalización de la violencia  Las conductas perver-


sas, maliciosas, la maldad, en general no es sino una enfermedad.
Maldad = Enfermedad = Locura

Mediante este concepto se induce al lector a entender que la


maldad y los actos delictivos que son la expresión de su acción
tienen como causa una enfermedad. De ese modo se entiende la
enfermedad como causa principal del crimen. Sin embargo, no
puede explicarse, en la teoría de las enfermedades mentales, como
demostramos cuando las estudiamos, que sean causa directa del
mencionado crimen.
El problema de estas asociaciones es que, una vez nos hemos
formado un esquema75 sobre la enfermedad mental, lo aplicamos
a cualquier persona con enfermedad mental. Ya vimos el esquema
que existe en la esquizofrenia. El problema es que en ese proceso
de cognición social76 sobre la persona con esquizofrenia se produ-
ce una alimentación del esquema de forma desfavorable. La difi-
75
Estructura cognoscitiva que comprende nuestros conocimientos generales
sobre cualquier persona.
76
Cognición social es “el proceso de entender o conferir un sentido a las per-
sonas al formarse una impresión de lo que sabemos o creemos que sabemos
sobre las personas con enfermedad mental”.

144
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

cultad de cambiar el esquema sobre la esquizofrenia es abrumado-


ra. La sociedad, como vimos, tiene un esquema bastante complejo
sobre la enfermedad mental, el cual es completamente negativo,
esto explica por qué si nos identificamos como persona con esqui-
zofrenia pasamos a ser percibidos con un esquema que, en reali-
dad, no se ajusta a nuestra persona.
A pesar de ser repetitivo, interesa mencionar de forma breve
que las asociaciones en la mente se van fortaleciendo con la infor-
mación relevante al respecto. El ejemplo más utilizado es el cri-
men. Una vez que una persona percibe que el crimen es fundamen-
tado en una enfermedad mental, nace un esquema, como dijimos,
de criminalización de la enfermedad mental. Es entonces cuando
la información veraz, que en este caso es la teoría psiquiátrica, se
ignora de forma automática. Un ejemplo de esta información sería
que el porcentaje de crimen en personas con enfermedad mental es
similar al porcentaje de crimen de nuestra sociedad. ¿Es realmen-
te la enfermedad mental la culpable del crimen o esa persona
hubiera cometido el crimen sin enfermedad mental?
Lo que tratamos de explicar se conoce en términos psicológi-
cos como: “correlación ilusoria”. Se define como una “convic-
ción que se sostiene aunque los datos no la apoyen”. En la per-
cepción de personas con enfermedad mental los casos que apoyan
esta correlación se memorizan con mayor intensidad y ahogan la
realidad de la enfermedad. De ese modo, podemos entender por
qué las noticias sobre estas personas están tan mediatizadas que se
sobreestima la frecuencia de crimen en este colectivo, y se llega a
la correspondiente correlación ilusoria.
Un último apunte. Necesitamos comprender otro principio psi-
cológico: “La profecía autocumplida”. El lector puede intuir su
significado porque es bastante explícito. Interesa comentar que la
sociedad acaba creando a las personas con enfermedad mental que
espera encontrar. De ese modo, estas personas son juzgadas con
mucha más frecuencia y con muchas más variables. Parece que se
las mira con lupa. Por ello, nos vemos obligados a ser como los
demás esperan que seamos. Entonces, el concepto de normalidad
es repetido con frecuencia. El problema es que no podemos ser
perfectos. Es más, no debemos serlo. Si la persona ve en nosotros
tantos fallos, y estima que son más numerosos que los suyos, ¿no
será porque tiene la mirada viciada por el estigma?

145
XV. INTRODUCCIÓN A LA EDUCACIÓN SOCIAL
SOBRE LAS ENFERMEDADES MENTALES.

“Nunca un libro, una persona o una organización podrá ter-


minar con el estigma, es más bien una comunidad la que debe
confrontarlo. Así llegaremos a un estado en que dicha comunidad
no vea probables mejoras sustantivas, símbolo que indicará que
el estigma ya no es algo por lo que preocuparse”.

XV.1. Introducción.

Anteriormente demostramos la importancia del proceso de


educación social por parte de las personas con enfermedad men-
tal. Determinamos que es fundamental la sinceridad y la no-ver-
güenza por nuestra situación. Sabemos lo perjudicial que resulta
el encubrimiento (en nosotros mismos) y el descubrimiento (en
nuestro entorno). Es necesario por tanto que empecemos a hablar
de nuestras enfermedades sin miedos, a sabiendas de que nada
malo nos ocurrirá, puesto que a largo plazo se terminará por saber
que tenemos esta enfermedad. Mientas llega ese momento esta-
remos luchando, a veces sí, a veces no, contra un conocimiento
fundado en rumores y en sensacionalismo periodístico.
Es, por tanto, la necesidad de defender nuestra situación fren-
te al estigma lo que obliga la inclusión de este capítulo. No es
una guía orientada a profesionales, sino más bien a personas que,
como yo, descubren que hablar abiertamente de la enfermedad
puede resultar una experiencia gratamente positiva. No solo para
nuestra propia enfermedad sino para la vida en general.
Un último apunte que considero muy importante y que he re-
petido en varias ocasiones. Considero necesario que las perso-
nas que superan la enfermedad no decidan olvidarla y dejarla
atrás. Sería más acertado que estas mismas personas sirvieran de
ejemplo y dedicaran algún tiempo al proceso de promoción de la
salud mental. Son el vivo ejemplo de lo que se quiere transmitir.

147
Antonio Ramos Bernal

Parece sencillo olvidar lo que una vez nos pasó, pero en nuestra
mano está el ayudar a los que alguna vez tendrán que pasar por
situaciones parecidas a las que vivimos, y que tan rápidamente
queremos olvidar.

XV.2. Fundamentos para iniciar el proceso de educación


social.

“El individuo conocido por otros puede o no saber que lo


conocen; los otros, a su vez, pueden estar enterados o no de que
el individuo sabe o ignora que lo conocen. Además, aun cuando
crea que los demás no saben nada de él, no puede estar total-
mente seguro de ello. Por otra parte, si sabe que los demás lo
conocen deberá, al menos en cierta medida, conocerlos; pero,
si ignora que lo conocen, puede o no conocerlos con relación a
otros aspectos”. Erving Goffman.

Como dijimos, no pretendemos realizar un estudio exhaus-


tivo, ni crear ningún modelo de intervención en la comunidad.
Sin embargo, no podemos dejar de resaltar que la educación de
la comunidad es fundamental para el propio modelo de atención
comunitaria. Actualmente, existe un proceso de promoción de la
salud mental que parece no dar resultados significativos. Esto últi-
mo parece desalentar a las personas dedicadas a realizarlo. Desde
este estudio proponemos que sean las propias personas con enfer-
medad mental las que defiendan su posición, además de valerse
de los mencionados procesos. El eje principal debemos ser noso-
tros.
El modelo de intervención en la sociedad debe basarse en las
técnicas de promoción que se han desarrollado por las empresas.
Para éstas la promoción comercial de sus productos es fundamen-
tal. Por ello, dedican enormes esfuerzos para promocionar sus
productos y conseguir que los clientes los perciban como necesa-
rios y coherentes con sus peticiones. De igual modo, necesitamos
que la sociedad perciba a la persona con enfermedad mental como
un igual, y de ese modo no la discrimine. En adelante nos dedica-
remos a aplicar estos principios al problema objeto de este libro.

148
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

XV.3. Promoción de la salud mental.

La OMS define la salud mental como: “… un estado de bienestar


en el cual el individuo se da cuenta de sus propias aptitudes, puede
afrontar las presiones normales de la vida, puede trabajar productiva
y fructíferamente y es capaz de hacer una contribución a su comuni-
dad”.

La salud mental vista desde esta perspectiva es algo más que


ausencia de enfermedad. En cualquier caso, demostrar la impor-
tancia de la salud mental, parece superfluo en esta era del cono-
cimiento. ¿Acaso es necesario demostrar de forma explícita la
importancia que para el bienestar de nuestra sociedad tiene
el bienestar de nuestra mente? No es que todos tengamos pro-
blemas de salud mental, pero no podemos dejar de pensar que
aproximadamente uno de cada cinco de nosotros se verá las ca-
ras con la enfermedad mental. Como indicamos en otra parte de
este texto, la solidaridad es una necesidad, sobre todo porque los
males que afectan al ser humano no se limitan solo a las enfer-
medades mentales.
Al referirnos, anteriormente, al tratamiento comunitario, de-
jamos una cuestión pendiente de analizar con más detenimiento.
Además, también hablamos en su momento, del tratamiento fa-
miliar de la enfermedad mental. El tratamiento en instituciones
se ha sustituido por un tratamiento en la comunidad donde la fa-
milia es el pilar básico. Esta es la situación actual. Sin embargo,
analizando el problema del estigma, uno puede llegar a concluir
que, tal vez, la comunidad no desee llevar a cabo ese tratamien-
to, o tal vez, no esté preparada para ello. De este modo podría
explicarse toda esa discriminación de la que hablamos, todo ese
rechazo recibido y todo ese torrente de sentimientos que tanta
preocupación provoca en quienes estamos en contacto o somos
personas con enfermedad mental. Tal vez hemos llegado a un
punto en que hemos ido a jugar un partido y se nos ha olvidado
la pelota. Sin comunidad que acepte la enfermedad mental no
hay posibilidad de tratamiento comunitario correcto. De modo
que, es la educación en la enfermedad dirigida a la comunidad, lo
que se conforma como un horizonte en el que plasmar nuestros
esfuerzos.

149
Antonio Ramos Bernal

“Sin una comunidad que acepte la verdad sobre la enfermedad


mental no existe posibilidad de tratamiento comunitario. Es el ca-
pital social el que debe intervenir en el tratamiento de la enferme-
dad mental. Es la familia la que debe controlar el tratamiento. Y
es la estructura de tratamiento la que debe coordinar al resto de
integrantes”.

+ Comunidad que acepta la enfermedad


+ Estructura de tratamiento de la enfermedad mental
+ Familiares

Tratamiento integral de la enfermedad mental

En el proceso de promoción de la salud mental debemos in-


tervenir todos: individuos, familias, políticos, profesionales, aso-
ciaciones… En un epígrafe anterior hicimos mención a la nece-
sidad de una comunidad wiki: salud mental 2.0. Se trata de que
comprendamos que el tratamiento comunitario no tiene sentido si
la comunidad rechaza a las personas con enfermedad mental. Por
tanto, la promoción social debe ir enfocada a coordinar a todas
estas personas que directa o indirectamente están implicadas.
Lo que proponemos en este estudio es la utilización de una es-
trategia de promoción y marketing para cambiar los conceptos
actuales sobre las personas con enfermedad mental. Como vimos,
estos se fundamentan en prejuicios. En su momento explicamos
que la enfermedad mental tiene un estigma asociado que actúa
como marca77. En este texto se propone la utilización de infor-
mación que modifique la percepción actual que se tiene sobre esa
marca. Sin embargo, no proponemos que se utilice información
sesgada. Como dijimos en un capítulo anterior, debemos utilizar el
principio de imagen fiel para que la sociedad no perciba que está
recibiendo información manipulada. Si de hecho tenemos una
verdad que enseñar, ¿por qué íbamos a querer transmitir una
información irreal?
77
Al hablar de marca, no podemos evitar hablar de la marca que actualmente
tiene asociada la esquizofrenia. A ella se referencian todos esos estereotipos
que vimos. Es por ello, por lo que debemos extender el concepto de marca para
que englobe a todas las personas con enfermedad mental. La marca: persona
con enfermedad mental es mucho más fácilmente defendible que el ya desgas-
tado y marcado nombre de la esquizofrenia.

150
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

En nuestra teoría no pretendemos inventar una marca. Esta


ya existe. Lo que sí proponemos es la necesidad de cubrir ese
desconocimiento en la sociedad. En la actualidad ese descono-
cimiento se refiriere no solo a las enfermedades mentales sino a
la propia persona con enfermedad mental. Sin embargo, no pue-
de existir comprensión si no existe conocimiento. Sabemos que
el conocimiento actual procede en su mayoría de información
sensacionalista. Para nosotros esta generación de información
paralela a la verdad va a ser tratada como competencia. De
este modo entenderemos, al igual que se entiende en el mundo
empresarial, que tenemos que confrontar el estigma a través de la
competencia contra los medios de comunicación.
No extenderé el análisis a formalizar este concepto de com-
petencia, sin embargo, sí debo determinar los beneficios de con-
siderar la lucha contra el estigma como una confrontación en
un mercado competitivo formado por los emisores de estigma
y defensores de las personas con enfermedad mental que quieren
contrarrestar ese estigma.
Entre los beneficios principales de esta teoría de la compe-
tencia del estigma estarían la propia diferenciación de nuestro
concepto de persona con enfermedad mental del que pretenden
transmitir los medios de comunicación que no utilizan el con-
cepto de responsabilidad social de la información. De ese modo,
encontramos un marco en el que buscar el interés de la sociedad
sobre nuestro colectivo.
Volvamos a nuestro concepto de marca. Recalco que este
estudio no pretende crear una marca propia y un concepto dife-
renciado de “anormalidad” de las personas con enfermedad men-
tal. Pero lo cierto es que se necesita utilizar una referencia para
hablar de nosotros. Dada esta necesidad de utilizar una marca
para hablar de nuestro colectivo, lo cual constituye un proceso
de identificación formal y natural en la mente humana, debemos
comprender que sería ideal gestionar la marca para favorecer la
percepción que la sociedad tiene hacia nosotros. Puede parecer
un error pensar en fortalecer una marca cuando la intuición nos
dice que debemos eliminar la marca. Sinceramente, es muy difícil
eliminar completamente el estigma. Más bien suena a utopía. Lo
que sí podemos hacer es transformar la marca en algo más posi-
tivo. De ese modo, podríamos identificar y diferenciar nuestro

151
Antonio Ramos Bernal

concepto de enfermedad mental, que en definitiva es el correcto,


y que además es el que existe en la mayoría de los profesionales
dedicados a la salud mental.
Así pues, ya tenemos una dirección clara en la que mover nues-
tras fichas, y esta viene determinada por la estrategia de marca que
elijamos. Vamos a extendernos un poco más en este análisis. Según
las teorías comerciales, el posicionamiento puede definirse como
la situación que tiene nuestra marca en la mente de la sociedad. Ya
hemos analizado esa percepción actual. Si el posicionamiento es lo
que se construye en la mente de las personas sería ideal que pudié-
semos medir y analizar este concepto, de manera que pudiésemos
evaluar cómo nuestro proceso de educación social lleva a nuestra a
marca a converger a la situación ideal que hemos determinado.
Respecto al proceso de comunicación que debe conducir al po-
sicionamiento correcto de nuestra marca, soy consciente de que,
a pesar de que se conoce su importancia, no se ha desarrollado de
forma conveniente por la falta de recursos. Sin embargo, existe una
fuerte necesidad de comunicación para reducir el estigma. Que la
sociedad conozca la verdadera situación de las personas con en-
fermedad mental significa que sean las propias personas, así como
toda la estructura que les rodea, las que empiecen a hablar de su en-
fermedad. Si conseguimos esto, habremos multiplicado el valor de
una campaña de promoción de la salud mental. Se trataría, además,
de utilizar a los medios de comunicación, en lugar de ser ellos los
que nos utilicen a nosotros.

“Es usual pensar que nada puede hacerse contra el estigma


y la discriminación que existe sobre las enfermedades mentales.
Sin embargo, ese es el camino que elegimos muchas de las per-
sonas que, como yo, buscamos una razón en esta vida por la que
luchar”.

XV.4. Una breve exposición de la teoría del marketing social


aplicada a nuestro problema.

“Bien es conocido que el poder mediático de una persona fa-


mosa es enorme. Sería ideal la implicación, en nuestra causa, de
alguna persona famosa interesada en este problema”.

152
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

Sería ideal proporcionar, en este estudio, toda la compleja pero


necesaria definición de una campaña social aplicada al proble-
ma del estigma. Sin embargo, como intuirá el lector, este propó-
sito sobrepasa al concepto que pretende transmitir este ensayo.
Como siempre que analizamos un problema, hagamos un exa-
men breve del concepto de marketing social:
“El marketing social es una parte o aspecto particular del
marketing no empresarial, que persigue estimular y facilitar la
aceptación de ideas o comportamientos sociales que se conside-
ran beneficiosos para la sociedad en general o, por el contrario,
trata de frenar o desincentivar aquellas otras ideas o comporta-
mientos que se juzgan perjudiciales”. Sanstesmases. Chías.
Como vemos, eso es lo que precisamente necesita la lucha
contra el estigma: la transmisión de un conocimiento veraz sobre
la enfermedad mental. El marketing social, en nuestro caso, tiene
como objetivo la defensa de una causa social, que es la defensa
de la persona con enfermedad mental frente a la discriminación,
además de una defensa de sus sentimientos, los cuales están sien-
do ignorados por la comunidad que le rodea.
No obstante, parece que para eliminar estos problemas, no
basta con dar la información adecuada. Sobre todo por la inci-
dencia en esta campaña que tiene una única noticia sensaciona-
lista. Tal vez, el problema verdadero, independientemente de la
existencia de esa “competencia de marca” que quieren transmitir
los medios, no es sino que las campañas tienen como destino el
componente cognitivo. ¿Acaso será necesario intervenir tam-
bién en el componente afectivo? Esto es lo que pretende realizar
este ensayo cuando examinó los sentimientos de estas personas,
cuando hablamos de las enfermedades y cuando expusimos las
características de su situación actual. Tal vez mostrando a la co-
munidad el dolor que puede causar el estigma estemos en dispo-
sición de aceptar que su rechazo es equivocado.
Por otra parte, en las entrevistas realizadas a los usuarios del
CRIS de Villena, se preguntó a los usuarios: ¿Qué harías tú para
luchar contra el estigma? Las respuestas destacan por su diver-
sidad. Algunos han realizado algún proceso de educación social,
les gustó y lo repetirían. Comentan que les gustaría que se in-
tensificase este proceso porque les hace sentir que tienen valor.
Sus palabras y sus historias son escuchadas con atención por las

153
Antonio Ramos Bernal

personas que acuden a sus charlas. Encuentran que sus historias


generan preocupación en la sociedad y además las personas que
acuden suelen interesarse por el tema. Obviamente se consigue
influir un poco en la opinión que tenían sobre la enfermedad men-
tal y esto es realmente gratificante para la persona con enferme-
dad mental que les educó.
La mayoría de usuarios son partidarios de que hablemos de
nuestra enfermedad mental sin vergüenza. No tenemos nada de
lo que arrepentirnos. Además, ocultar la enfermedad es sinónimo
de sufrimiento. No deben existir los prejuicios en nosotros. Estos
pensamientos son los que defienden en la radio el grupo de usua-
rios que intervienen en este medio de comunicación. Todos sin
excepción alegan sentirse mucho mejor a raíz de sus intervencio-
nes. Se sienten escuchados, y comprenden que toda esa negativi-
dad que existía en su interior era un producto que nacía de ellos
mismos.
Por último, queda comentar un punto que hemos mostrado al
lector de varias formas pero que ahora vamos a exponer de forma
explícita. Se trata de adaptar la teoría del valor a nuestro proble-
ma. Es bien sabido que es fundamental para el público objeto de
la campaña que todas las partes perciban que la campaña les apor-
ta valor. Analicemos, por tanto, el valor que aporta la campaña
para la comunidad78:
- Beneficios materiales  El problema del gasto público
de las enfermedades mentales es conocido y tratado en este
libro de forma resumida, aunque interesa repetir que el gasto
no es solo directo. También se deja de generar economía por
el desempleo. En realidad, este problema no tendría que perci-
birse como demasiado importante. Creo que cuando se habla
de sentimientos el dinero, simplemente, no importa.
- Beneficios sociales  Una sociedad justa es un objeto
que perseguimos. A menudo se resalta como objeto de progra-
mas políticos. La integración y comprensión de la enfermedad
mental es necesaria para ese bienestar de la comunidad.
- Beneficios psíquicos  Vienen referidos a la satisfacción
moral que se obtiene al ayudar a una persona con enfermedad

78
En diversas partes del texto examinamos el valor que se produce para las
personas con enfermedad mental. Lo cierto es que los beneficios y el valor
obtenido son tan evidentes que el autor prefiere no repetirlos.

154
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

mental. Lo cual es sabido perfectamente por los profesionales y


voluntarios. A menudo, esto se ignora, y sustituimos el bienes-
tar que produce la comparación con una persona, además de la
discriminación, del propio que se obtiene al tenderle una mano
a esa persona. Tal vez hablemos de un error en la percepción
temporal del valor.

XV.5. Las personas con enfermedad mental como una co-


munidad wiki.

“La resistencia a aceptar la enfermedad mental es una lucha


contra el propio estigma que existe en nosotros y que más tarde se
transformará en autoestigma. Ese estigma está tan interiorizado
que es el propio subconsciente el encargado de negar la acepta-
ción de la enfermedad”.

¿A qué nos referimos cuando hablamos de salud mental 2.0?


Me refiero simplemente al concepto de segunda generación de
páginas Web que ha inundado Internet. Según el libro wikinomics
la nueva economía se basa en tres principios (añado la adaptación
al concepto de enfermedad mental en cada uno de ellos):
- Producción entre iguales: aunque este principio ya dice
mucho por sí mismo, pongamos por ejemplo que se llevase
a cabo una iniciativa que crease un canal de televisión (o
una parte de él) llamado TELEDIS y que estuviese dedicado
a generar información. Debería estar dirigido por personas
con enfermedad mental. Se conseguiría transmitir una infor-
mación positiva, pero además se conseguiría que todos em-
pezásemos a quitarnos el miedo que supone hablar de nuestra
enfermedad. Desde luego, podríamos aportar al mundo nuestra
perspectiva de los problemas que existen en él.
- Compartir datos confidenciales: bien, puede pensarse
que hablar de nuestras confidencias es perjudicial. Ya vimos
en el esquema temporal de análisis del estigma que esto sólo
sucede a corto plazo. A largo plazo acabamos encontrándonos
con el estigma, y con que toda esa verdad que tratamos de
ocultar ha salido a la luz.
- Participación mundial: si en realidad aproximadamente
el 20% de la población padece o padecerá una enfermedad
mental, es claro que la fuerza que puede obtenerse de esta

155
Antonio Ramos Bernal

masa es inmensa. Si consiguiésemos coordinar las acciones de


todas estas personas, lograríamos modificar la opinión sobre
la enfermedad mental.

De manera que la salud mental 2.0, instrumentada a través de


una página Web, se conformaría como el instrumento esencial
mediante el que canalizar todas las destrezas e inteligencia
de esas personas con enfermedad mental que, por una razón
u otra, deben demostrar a la sociedad su valía. Esto es capital
para la búsqueda de trabajo.
Además, este proceso supone una autoafirmación, en el senti-
do de que estamos reforzando nuestras propias ideas, poderes
y habilidades. Esta autoafirmación supone un gran paso para
la lucha contra el estigma. Pero además nos conferirá innume-
rables beneficios psicológicos. Supone la plena justificación
de que hemos superado la enfermedad mental.

“La apertura y la educación social no sólo ataca al estigma


sino que contribuye a la superación de la enfermedad mental, au-
menta el bienestar personal, ya que uno comprende, tras hablar
unas cuantas veces de su enfermedad, que ésta sólo es una enfer-
medad y que de ese modo, está demostrando a los demás que la
imagen que tienen de él mismo es errónea…”.

XV.6. “Mi verdad es tu verdad”.

Cuando una persona toma conciencia de enfermedad mental


no debe limitarse simplemente a aprender sobre la enfermedad.
Debe implicarse en pelear por la concienciación de la sociedad
acerca de su problema. De un modo u otro acabará siendo discri-
minado, de forma directa o indirecta. Es una verdad universal y
un principio rector del proceso de contacto social que debe im-
pulsar a todas las personas con enfermedad mental, que tengan
la destreza y la valentía suficiente, para hablar de su enfermedad
con toda libertad. Puede entenderse la existencia de prejuicios y
estereotipos en la sociedad que desconoce la enfermedad, pero lo
que de ningún modo es aceptable, porque en ello entra en juego
nuestra felicidad, es el autoestigma. Voy a mostrar al lector la
verdad subyacente al proceso de comunicación iniciado con mi

156
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

primer libro, que es una base del proceso de contacto social del
que hablamos en su momento.

“Tengo esquizofrenia. Al principio me vi obligado a ocultarlo


porque me daba vergüenza. Sin embargo, fue al empezar a hablar
de ella con libertad cuando empecé a comprender que estaba
ganando la partida. Sólo entonces entendí que era tan solo una
enfermedad, que yo seguía siendo el mismo, y que poco a poco
acabaría por superar la enfermedad”.

¿Por qué hablo de que las personas como yo deben hablar de


su enfermedad abiertamente? Para responder a esta cuestión, me
propongo demostrar que mi caso puede ser utilizado por otras per-
sonas para ayudar, entre todos, a reducir el estigma. Soy una perso-
na que tiene esquizofrenia. Para mí supuso muchos cambios. Tuve
que abandonar mis estudios. Tuve que alejarme de mis amigos.
Tuve un accidente de coche por los delirios. Incluso tuve que vivir
una depresión que duró dos meses. Tras ello y con la ayuda de los
profesionales del CRIS de Villena comencé a estudiar mi caso. Es-
tudiar la enfermedad me dio las armas necesarias para escribir mi
primer libro.
No puedo negar que al principio, me dio miedo escribir mis
experiencias sobre esta enfermedad. La palabra esquizofrenia es
indeseable. Pero aún es peor descubrir lo que en realidad es. Decir
que eres una persona con esquizofrenia es ir directamente al co-
razón del estigma. Miedo. Temor. Respeto. Ignorancia. Todo for-
maba una barrera que me hacía dudar sobre la publicación de mi
libro. Algunas personas me decían que ellos nunca publicarían sus
experiencias y pensamientos, sin embargo, otras me animaban a
hacerlo. Simplemente es un libro de una persona que al final com-
prendió que ocultando toda esa experiencia tan sólo conseguiría
alimentar el olvido.
No puedo ignorar que durante la enfermedad hubo un distancia-
miento involuntario de mi círculo social. La enfermedad provoca
un cierto retraimiento social. De hecho, en mi caso llegué a no que-
rer cruzarme con nadie conocido. Nadie que pudiera preguntarme
en qué estado estaba. ¡Muy bien, gracias! ¡Nada, voy a tomar un
café! ¿Qué responder ante tanta pregunta? ¿La verdad? Demasiado
dura e innecesaria. ¿Una mentira? Mejor la sinceridad… La solu-

157
Antonio Ramos Bernal

ción a esta cuestión debe encontrarla cada uno de nosotros, pero yo


me decanté por la sinceridad. Nunca he ocultado la enfermedad.
No es agradable hablar de ella, por supuesto. No es cuestión de ir
hablando de ella siempre. Sin embargo, nunca debemos avergon-
zarnos de tener esa enfermedad mental. Esa es la verdad que ha
nacido de mi libro. Hablar de la enfermedad mental sin vergüenza
es hablar de lo que realmente es: una enfermedad y nada más.

LUCHA CONTRA EL ESTIGMA  COMPARTIR  BENEFICIOS:


CONOCIMIENTO-EDUCACIÓN SOCIAL
SATISFACCIÓN PERSONAL
SUPERACIÓN DE LA EM
SENTIMIENTO DE UTILIDAD
UNIÓN A UNA CAUSA

El esquema anterior refleja una verdad que, por suerte, he des-


cubierto. Ésta no es otra que la verdad que supone el compartir
las características concretas de mi enfermedad. Mientras escribía
mi primer libro y narraba los sucesos que habían transformado mi
vida, no podía parar de pensar que tal vez, confesar toda esa en-
fermedad y todo ese sufrimiento, acabaría por volverse contra mí.
Nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que hablar abiertamente
de mis experiencias sólo ha traído bienestar. La gente que me ro-
dea se ha vuelto más comprensiva. Ahora entienden muchas cosas
para las que anteriormente no encontraban respuesta. Mis amigos
se han vuelto más comprensivos conmigo, pero también con otras
personas.
El movimiento asociativo debe ser el principal impulsor del
proceso de educación social en el que los principales actores son
las personas con enfermedad mental. No hay otro camino puesto
que los fondos económicos y la gran mayoría de recursos perte-
necen a ellos y no a las propias personas con enfermedad mental.
La siguiente frase resume todo este concepto: las personas con
enfermedad mental no son un activo capitalizado.

XV.7. La generación de información positiva.

Dado que hemos obtenido el concepto de defensa de nuestra


propia marca (PEM = Persona con enfermedad mental), esta-

158
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

mos en disposición de argumentar la información que necesita-


mos en nuestra estrategia de lucha contra el estigma. Aquí pro-
ponemos algunos ejemplos de información positiva que pueden
utilizarse en las clases de educación social79:

- CASO: Integración laboral de dos personas con en-


fermedad mental que son pareja. Cuando Carmen y Roberto
obtuvieron plaza en el centro de rehabilitación eran personas que
andaban desorientadas respecto a su enfermedad mental. Parecía
que poco les importaba la vida. Sin embargo, el tratamiento psi-
cosocial y su correspondiente educación fue logrando progresos a
pasos pequeños. De ese modo, comenzaron a despertar del letargo
de la enfermedad mental. Cuando fue creado el centro especial
de empleo de Villena, fueron elegidos para realizar desempeños
laborales. Tampoco es que necesitaran trabajos con altas respon-
sabilidades. Necesitaban tener un sueldo y sentir que eran útiles.
Aunque al principio les costó empezar, poco a poco fueron adqui-
riendo destrezas y su responsabilidad, bien administrada por los
profesionales, fue aumentando continuamente. Lo cierto es que
ahora son pareja. Esto último es, sin duda, admirable para todas
las personas que tenemos la suerte de conocerlos. Una persona me
dijo una vez que ellos eran personas afortunadas. La vida les puso
obstáculos muy complejos, pero con ayuda consiguieron articular
una vía de escape. Ahora son un ejemplo a seguir: tienen traba-
jo, tienen pareja, la rehabilitación realizada por los profesionales
puede presumir con orgullo que su integración social funcionó.

- CASO: El reportaje de Vicente. Lo cierto es que Vicente


Rubio es una persona admirable por muchas razones. Independiente-
mente de la brillante idea que supone su reportaje, destaca su dedi-
cación y esfuerzo por dar a conocer la enfermedad en toda su reali-
dad. Los estereotipos a los que se enfrenta se transmiten de forma
directa en esas imágenes80.
79
Todos estos casos pertenecen a personas de la ciudad de Villena, Sax, un
conjunto poblacional de aproximadamente 40.000 habitantes. En dicho núcleo
existen muchos más casos a resaltar. Parece demostrado que si en estos núcleos
tan pequeños podemos encontrar estas historias extraordinarias, es porque
existen muchos más casos. El autor de este libro lamenta no poder hablar de
casos similares en capitales de provincia o núcleos poblacionales más amplios.
Sin duda, la información positiva que podría reunir sería inmensa.
80
El corto se puede visualizar a través del siguiente enlace:
http://www.unofilms-ac.org/WEB_uno_films/imaginarium.html

159
Antonio Ramos Bernal

- CASO: Radio Nikosia y Radio Yananá. Estas emisoras


de radio son un ejemplo de las metas tan altas que puede alcanzar
la creatividad de las personas con enfermedad mental. Nacieron
a raíz de “Radio La Colifata” una emisora compuesta por perso-
nas con enfermedad mental de Buenos Aires (concretamente del
hospital Neuropsiquiátrico Dr. José T. Borda). Lo cierto es que
es una iniciativa pionera ya que, por primera vez, se comenzó a
escuchar los pensamientos de estas personas, que de otro modo
estaban destinadas al silencio. La iniciativa se extendió hacia Es-
paña, donde Radio Nikosia es la emisora más importante. Ellos
afirman que utilizan la radio “como medio de expresión y visibili-
dad social, pero también explorando las distintas vías como la
del arte en tanto modo de expresión…”. En Villena, por inicia-
tiva de AFEPVI81, nació Radio Yananá, que persigue los mismos
fines que mencionamos anteriormente. Lo cierto es que todas las
personas que dedican su tiempo y esfuerzo a divulgar sus pen-
samientos son personas admirables. La radio se ha convertido en
un medio de integración y de bienestar emocional. Una vez más,
encontramos que las personas con enfermedad mental acaban en-
contrando su lugar en el mundo, y paso a paso, van obteniendo
pequeñas victorias. Todavía queda un reto por conseguir, chicos,
intentad crear un canal de televisión.

- CASO: La historia de un premio. Lo cierto es que no


quiero parecer arrogante. Supongo que el caso del autor parece
adecuado para mencionar en este momento. El autor de este en-
sayo decidió en su momento que la mejor manera de aumentar
el conocimiento de la sociedad sobre la enfermedad mental era
mediante la sinceridad. Tras un tiempo de reflexión comprendió
que debía compartir su enfermedad. Vencido el miedo al estigma
y la discriminación decidió que existía una alta probabilidad de
alcanzar comprensión. Por ello decidió escribir Diario de una
enfermedad mental. En ese libro se plasma con detalles lo que
es un episodio de esquizofrenia. Pero más allá del contenido del
libro, las asociaciones de las ciudades donde ha sido presentado
hablan de valentía. Lo cierto es que este libro persigue buscar esa
valentía en otras personas que, como yo, tienen una enfermedad
mental. La Fundación Manantial decidió que el proyecto tenía las

81
Asociación de Familiares y Personas con Enfermedad Mental del Alto Vi-
nalopó.

160
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

características propias que definen el “Premio Miradas82”. Deci-


dieron otorgar este premio al libro. Por ello, repito en este texto
que, la sinceridad no puede traer más problemas de los que genera
el silencio.

La persona que me ayudó en este proyecto, con su revisión de


este texto, me propuso que fortaleciese este punto del libro. La infor-
mación positiva es clave para el proyecto. Además, es necesaria en
el proceso de educación. Me comentó que no tenía por qué buscar
ejemplos concretos de iniciativas complejas. Para ella, conocer a las
personas nuevas que acceden al CRIS, como hace siempre, le lleva
a admirarlas, cuando, tras el paso de los meses ve cómo van supe-
rando, poco a poco, todos los obstáculos. “No tienes más que fijarte
en ellos” me dijo, “Cada uno es un ejemplo de superación admira-
ble”. Todos se han enfrentado a problemas graves y han conseguido
vencerlos. En cualquier caso, este libro es la voz de los usuarios del
CRIS traducida a un escrito. Como me hicieron ver, sólo hay que
fijarse en ellos para comprender el lado positivo de la realidad.

82
El premio Miradas, de ámbito nacional, tienen como principal objeto recono-
cer a la persona o entidad que de una manera eficaz haya contribuido a: la me-
jora de la calidad de vida, la generación de empleo y la lucha contra el estigma
social de las personas con trastornos mentales graves y persistentes.

161
XVI. ¿QUÉ PUEDO HACER YO POR LAS PERSONAS
CON ENFERMEDAD MENTAL?

Estamos finalizando el viaje que emprendimos para compren-


der el estigma. Hemos hablado de toda la problemática que existe
al respecto. Incluso hemos reflexionado acerca de nuestros pro-
pios pensamientos sobre lo que otras personas son. Sin embargo,
aún no tenemos la certeza exacta acerca del comportamiento que
se espera del lector, una vez haya completado la lectura de este
texto. A continuación, se muestran algunos ejemplos de lo que el
autor desearía encontrar en las personas que han compartido con
él estas letras.
En su momento, hablamos del rechazo y discriminación que
sufrimos por parte de las personas que nos rodean. Sin embargo, a
veces tan solo es necesaria la existencia de un buen amigo que nos
haga olvidar esos problemas que, uno a uno, van acumulándose
en nuestro sentir general. Hablamos de la importancia que tiene
la amistad, pero ésta es aún más importante cuando hablamos de
enfermedad mental. De manera que, tal vez sería ideal que inten-
tásemos apoyar a estas personas, aunque esto suponga realizar
justamente lo contrario de lo que sucede en la actualidad.
A veces las PEM solo buscamos comprensión. Una persona
que nos escucha es para nosotros un regalo. El cúmulo de pro-
blemas al que tenemos que hacer frente nos lleva a olvidar que
existen muchas personas a las que acudir en busca de ayuda. No
es necesario que sean profesionales. Sin embargo, la existencia
de estos profesionales, con los que el autor ha tenido la fortuna
de contar en su fase de recuperación y en la fase de escritura de
este libro, son un pequeño tesoro para las personas que tienen la
fortuna de encontrarlos.
Sería ideal que no tuviésemos que encontrarnos con la dis-
criminación laboral. En manos de los empresarios está la opor-
tunidad de cubrir esta necesidad tan importante para los tiempos
actuales. Sin ella, la persona no puede vivir en una economía de

163
Antonio Ramos Bernal

mercado. Tal vez si los empresarios diesen algunas oportunida-


des, y se dieran a conocer estas iniciativas, existiría más integra-
ción laboral.
Es necesario, por otra parte, cierto apoyo por nuestra propia
discapacidad. Es correcto que nos engloben dentro de las perso-
nas con discapacidad. Pero no es coherente que no existan adap-
taciones propias para nosotros. De nada nos sirven las ayudas que
existen para personas con discapacidad física o sensorial. Noso-
tros tenemos nuestras propias limitaciones. Dejamos en manos de
los políticos la idea de desarrollar esta necesidad, a pesar de que
corramos el peligro de caer en el olvido.
Si hablamos de tratamiento comunitario, necesitamos que la
comunidad nos acepte como tales. No podemos intentar integrar-
nos en una sociedad que no nos quiere. Es un sinsentido. El tra-
tamiento comunitario necesita la colaboración de la comunidad.
Aunque parezca un enunciado de Perogrullo, en la actualidad,
parece que no es tal.
Requerimos de los medios de comunicación que no realicen
únicamente un tratamiento sensacionalista de problemas ajenos
relacionados con la enfermedad mental. Ya lo dijimos en su mo-
mento, necesitamos que su información cumpla la responsabili-
dad social que se le ha asignado. Referenciando los crímenes vio-
lentos hacia la enfermedad mental no están haciendo mucho por
la verdad, ni siquiera por nosotros.
Por último, me gustaría hacer referencia al estudio que FE-
AFES ha presentado a los medios de comunicación. Aunque en
algunos casos son recomendaciones para los medios considero
necesario resaltarlos como conducta necesaria para cualquiera
que realice un acto comunicativo aunque no sea profesional:

- Hablar de persona con enfermedad mental no de enfermo


mental, loco, psicópata… aunque parece que no tiene impor-
tancia es fundamental, porque de otro modo parece que la per-
sona sea una enfermedad en vez de la enfermedad una parte de
la persona.
- No utilizar términos que etiquetan a los individuos sustan-
tivando su condición: esquizofrénico, depresivo, maníaco…
Igual que en el punto anterior parece que hablemos de una es-
quizofrenia viva y no de una persona que tiene esquizofrenia.

164
Stop al estigma sobre la enfermedad mental

- Utilizar el término salud mental y no términos que enfati-


zan la parte negativa.
- Referirse a los centros de atención de forma apropiada
(centro de salud mental, centro de día) y no utilizar términos
ofensivos como manicomio.
- No utilizar titulares alarmantes o morbosos que incluyen
el tema de salud mental de manera gratuita para captar la aten-
ción del lector (esto es difícil de conseguir pero…).
- No mencionar los problemas de salud mental si éstos no
son relevantes para la correcta comprensión del hecho noti-
cioso.
- No omitir información o proporcionar información distor-
sionada que generen estigma y perpetúen de forma inexorable
el desconocimiento sobre la enfermedad mental.

A modo de conclusión diré que los profesionales, las perso-


nas con enfermedad mental, sus familiares y el movimiento aso-
ciativo, estarán siempre en continuo proceso de lucha contra el
estigma. Principalmente porque no puede existir bienestar si no
se consiguen ciertas metas. La lucha contra el estigma es, sin em-
bargo, un objetivo que necesita un nuevo enfoque. Tal vez sean
las nuevas tecnologías o la misma utilización de un canal de tele-
visión lo que vaya acabando con este problema global.

165
XVII. UN MUNDO SIN ESTIGMA.

Hace algunos años a casi nadie le importaban las personas


con enfermedad mental. No tenían trabajo, la medicación toda-
vía era rudimentaria, sus familias no tenían medios ni recursos y
la sociedad no los quería como pareja, ni siquiera como amigos.
Entonces existía un problema, se llamaba: ESTIGMA. Pero todo
comenzó a cambiar el día que esas personas dejaron de odiar su
enfermedad. Dejaron también de ocultarla porque comprendieron
que hacerlo les situaba en una cárcel de sentimientos. El día que
las personas con enfermedad mental se unieron todo comenzó,
poco a poco, a cambiar.
En estos días todo es distinto. Las personas con enfermedad
mental trabajan en empresas, en condiciones de igualdad. Parece
mentira que hace algunos años los empresarios no quisieran dar
oportunidades de trabajo a esas personas.
Tengo un amigo que sale con una chica con esquizofrenia.
Hace algunos años que la conozco. Es una chica muy simpática.
Tuvo un brote psicótico cuando tenía 19 años, pero la medicación
de tercera generación consigue plena recuperación en las perso-
nas que tienen esta enfermedad. Lo cierto es que la investigación
genética y la comprensión del funcionamiento del cerebro supu-
sieron un gran avance en el tratamiento de esta enfermedad.
Me gusta considerarla mi amiga. Pero ella me cuenta que hace
algunos años nadie hubiera apostado por ella. Dice que cuando
el estigma existía todo el mundo se alejaba de las personas con
enfermedad mental. Los trataban como responsables de crímenes
que no habían cometido. Todo era distinto entonces.
Pero en la actualidad, la situación no deja de ser anecdótica.
El estigma sigue estudiándose porque continúa existiendo hacia
otra clase de grupos. Sin embargo, la abuela de un amigo mío
dice que en su día tuvo que crearse una Ley de protección de la
persona con enfermedad mental, porque la sociedad había llegado
a tratar a estas personas como algo inferior.

167
Antonio Ramos Bernal

La abuela de mi amigo, tuvo la enfermedad cuando todavía


existía la medicación de segunda generación. Tuvo la suerte de
pertenecer a esas personas, como casi todas, que conseguían su-
perar la enfermedad mental. Pero me sigue hablando de mucho
sufrimiento y mucho rechazo. Ahora dice estar muy contenta por-
que, en su momento, contribuyó a luchar contra el estigma. Esa
lucha de todas las personas con enfermedad mental desembocó en
lo que actualmente se llama comprensión total de la enfermedad
mental.
Lo cierto es que a las personas nunca deja de asombrarnos el
pasado, por ello siempre queremos construir un futuro mejor. Me
gustaría dar las gracias a todas esas personas que contribuyeron
a crear un mundo mejor, a crear un mundo donde la enferme-
dad mental no tiene importancia, porque ya no existe estigma.
La revolución de las personas con enfermedad mental consiguió
cambiar y derrumbar esos muros tan altos que los humanos cons-
truyeron…

“Un mundo sin estigma es un mundo en el que no se discrimi-


na a las personas con enfermedad mental. Simplemente se les tra-
ta como seres humanos en las mismas condiciones que al resto.
Un mundo sin estigma existirá algún día, antes o después, todo
depende de nosotros, las personas con enfermedad mental”.

168
BIBLIOGRAFÍA:

NOTA: Prácticamente todos los recursos empleados en la es-


critura de este texto han sido obtenidos, en formato digital, del
Centro de documentación de la página Web de FEAFES (http://
www.feafes.com).

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169
Antonio Ramos Bernal

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Stop al estigma sobre la enfermedad mental

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