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Ambientalismo y ecologismo

Desde una mirada simplista, son los dos grandes patrones de respuestas ante la crisis ambiental. Ambos modelos perciben a la crisis
ecológica como una amenaza real ante la cual es necesario articular respuestas que eviten el deterioro de sistemas básicos para la vida
(educación y concienciación ambiental, regulación demográfica, mejorar condiciones de vida en países periféricos, apoyo de la ciencia y la
tecnología). Se diferencian en dos cuestiones fundamentales: en el análisis de las causas de la crisis ambiental y en consecuencia de las
medidas que habría que hacerle frente, y por otro en la profundidad y naturaleza de los cambios que sería preciso emprender para
superarla. "El ambientalismo aboga por una aproximación administrativa a los problemas medioambientales, convencido de que pueden
ser resueltos sin cambios fundamentales en los actuales valores o modelos de producción y consumo, mientras que el ecologismo
mantiene que una existencia sustentable y satisfactoria presupone cambios radicales en nuestra relación con el mundo natral no humano y
en nuestra forma de vida social y política". El ambientalismo se diferencia del ecologismo en la medida que no contempla las
transformaciones sociales, políticas y económicas que se integran en la perspectiva ecologista.

Ambientalismo: al igual que en crisis precedentes, los teóricos del mercado, entienden que el problema se puede resolver dentro de los
márgenes de la lógica del mercado y de la racionalidad económica actual. La superación de la crisis ambiental depende de una gestión
medioambiental basada en el diálogo constructivo y en la negociación constante entre fuerzas sociales, tal y como se presentan
actualmente en el tablero mundial. Se deposita la confianza en el conocimiento científico y en las capacidades tecnológicas para crear
sustitutos a medida que sean necesarios, incrementando la eficiencia en los procesos de producción a partir del diseño de tecnologías a
través de las cuales se utilice menor cantidad de energía y de recursos materiales para producir bienes y brindar servicios, generando
menos efectos residuales. Los instrumentos y las estrategias de gestión tienen como principal objetivo cuantificar e integrar los costos
ambientales presentes y futuros, asignándoles valor de mercado, de esta forma el mercado (siguiendo el modelo de la oferta y demanda)
tenderá a penalizar las actividades económicas más nocivas para el ambiente aumentando su costo de producción. Siendo importante el
establecimiento de normativas ambientales y la vigilancia de su cumplimiento, y el desarrollo de incentivos económicos para estimular la
actuación consciente de las empresas. Se desarrollará una nueva generación de acuerdos internacionales y la potenciación del papel de las
Naciones Unidas en la gobernación mundial, y se diseñará un plan cooperativo de educación ambiental mundial para tutelar nuevas pautas
de pensamiento acerca de las relaciones entre civilización y medio ambiente. En cuanto a la problemática demográfica se espera
contrarrestar el incremento exponencial de la población a través de programas de control de la natalidad dirigidos casi exclusivamente a los
países periféricos. El reparto más justo e igualitario de las riquezas se dará como resultado automático del crecimiento económico y de la
racionalidad global del mercado. La administración pública pasa a ser un simple aparato o recurso técnico puesto al servicio de la
conducción racional de la economía y del medio ambiente. Además de la aplicación de instrumentos económicos y normativos para regular
el mercado y en el estímulo de la innovación tecnológica para mejorar su eficiencia, también considera importante, la concienciación y la
formación de los ciudadanos como una estrategia complementaria de intervención para superar la crisis ambiental lo que permitirá a los
sujetos comportarse como productores y/o consumidores conscientes y respetuosos del ambiente.

Ecologismo: pone de manifiesto que el modelo neoliberal de mercado, mantiene las condiciones para la capitalización de la naturaleza y la
reducción del ambiente a la razón económica: no es capaz de satisfacer las necesidades básicas de la población, provoca rupturas y
desestabiliza los equilibrios demográficos, amenaza y daña la salud deteriorando irreversiblemente el medio ambiente, destruye y agota
los recursos renovables y no renovables, genera situaciones de violencia e inseguridad. El capitalismo es por naturaleza antiecológico en el
sentido que bajo la lógica del mercado todas las cosas tienen su precio, de acuerdo a ello, la naturaleza recibe el trato que corresponde a
un mero recurso digno de ser explotado y saqueado. La complejidad de la problemática ambiental requiere cambios que vayan más allá de
la esfera meramente económica y tecnológica. Cualquier alternativa viable deberá replantear los supuestos en los que se sustenta el
sistema actual, cambios todos ellos, que suponen cuestionar y abandonar la racionalidad económica e instrumental dominante y bregar
por la construcción de una racionalidad ecológica- ambiental emergente. La iniciativa ecologista pone el acento en el injusto reparto per
cápita de los recursos natrales y de la riqueza e insiste en el hecho de que las tecnologías además de eficientes y no agresivas con el medio
deben ser accesibles y fáciles de transferir a los países del Tercer Mundo, al mismo tiempo que deben posibilitar formas de producción
descentralizadas. El crecimiento de los países periféricos, debe ir acompañado de una reducción significativa de la producción y el consumo
per cápita de los países desarrollados, como única forma viable de repartir los costos y beneficios ambientales. Los economistas que
plantean un sistema alternativo al de la economía de mercado señalan la imposibilidad de otorgar un valor objetivo a los bienes naturales,
ya que no existe un instrumento ecológico, económico o tecnológico de evaluación con el cual se pueda calcular las repercusiones que
pueden tener para la vida de las generaciones futuras la contaminación, el agotamiento de un recurso o la desaparición de un ecosistema.
La perspectiva ecológica sostiene que el hecho de que los sujetos sea consientes de la problemática ecológica no garantiza que quieran o
que puedan actuar siempre con criterios de racionalidad ambiental, más aún cuando el sistema está diseñado para que esto no ocurra. La
cuestión ambiental solo podrá resolverse si se acompaña de una mayor equidad y justicia social, por ello resulta importante la pronta
adopción de pautas de desarrollo alternativas. Frente a la racionalidad económica dominante se intenta de instaurar una nueva
racionalidad ambiental a partir de la cual se introducen nuevos principios valorativos y fuerzas materiales para orientar el proceso de
desarrollo. Esta si bien hace referencia a procesos tecnológicos o instrumentales no se reduce a ellos, sino que, por el contrario, pone el
énfasis en las porciones morales, políticas, culturales e ideológicas que definen los fines y los modelos de sociedad a los que se aspira:
cultura democrática cimentada en la solidaridad y la sustentabilidad a partir de la cual, primen las dimensiones cualitativas del desarrollo,
la promoción del bienestar individual y colectivo, la formación de una cultura política más participativa y sensible a las cuestiones
ambientales y al desarrollo humano.

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