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LO MÁS ESENCIAL

DEL DUELO
Todo lo que quiso saber sobre el duelo
y nunca se atrevió a preguntar

Julio Vicente Pérez


Contenido

Prefacio 3

Introducción 4

6 preguntas esenciales del duelo 7

1. ¿Cuánto tiempo estaré triste tras una pérdida? 7

2. ¿Cuándo una emoción está desbordada? 11

3. ¿Las personas que no lloran son muy fuertes? 13

4. ¿Para qué ocuparse del duelo? 17

5. ¿De qué sirven las ceremonias de despedida? 20

6. ¿Para qué ir a terapia o consejería cuando se vive un duelo? 24

Sobre el Autor 31

Referencias 32

Agradecimientos 33
Prefacio
Este e-book le explica, en un lenguaje claro y sin tecnicismos, qué es
el duelo y cómo manejarlo. También responde preguntas clave sobre el
tema: ¿cuál puede ser su duración?, ¿cuándo la emoción está desbordada?,
¿es malo llorar?, ¿cuál es la utilidad de las ceremonias de luto?.

Ayuda a entender la importancia individual de este proceso y, según el


caso, cuándo es normal y cuándo se complica y requiere ayuda externa.

3
Introducción
El duelo es esa experiencia que toca nuestras emociones y se manifiesta
de infinitas formas. Es una respuesta natural a la pérdida de una
persona, relación, condición de vida, parte de sí mismo o de cualquier
aspecto con valor significativo, incluso también se manifiesta, más sutilmente,
cuando tenemos que abandonar ideas caducas que ya no se
adaptan a nuestra nueva realidad.

En mi vida, como en la de todos los seres humanos, han habido muchas


pérdidas importantes: me ha tocado cambiar abruptamente de trabajo
y profesión, vivir en varios países, separarme de familiares y amigos, sin
contar la pérdida de numerosos seres queridos, personas y mascotas.

Después de elaborar todas estas pérdidas, de la forma más armónica


que ha estado a mi alcance en cada ocasión, he llegado a aproximarme
a algunas certezas sobre el proceso humano del duelo.

En el camino me han ayudado maestros, terapeutas y un sin número de


personas. Luego, mi formación como psicoterapeuta Gestalt y coach
ontológico ayudó a entender mejor estás experiencias propias con el fin de
ayudar a otros.

4
Algunas certezas encontradas:

• El duelo es un proceso que genera cambios profundos en


nuestras vidas: podemos sentirnos confundidos, ansiosos y
llenos de dudas sobre lo que nos pasa, preguntándonos qué
debemos hacer para aliviar el dolor que experimentamos y
cómo podemos finalizarlo en el menor tiempo posible.

• Algunas veces podemos sentir que nuestro mundo está al


revés y enfrentar momentos de frustración y desesperanza. Si
carecemos de habilidades para resolver el duelo, quedamos
traumados por la pérdida y la muerte.

• Se hace énfasis en las pérdidas vinculadas al fallecimiento de


un ser querido pero las ideas planteadas pueden extrapolarse
a cualquier tipo de cambio o ausencia como en los casos de
separaciones, divorcios o cambios laborales.

Las pérdidas nos muestran que no podemos dar nada por garantizado:
ni la salud, el poder, la seguridad ni una vida “feliz”. Después de ellas,
nuestro mundo no volverá a ser igual, pero en ese mundo diferente hay
espacio para recuperar la esperanza, la armonía y el bienestar.

5
El proceso del duelo no sólo requiere desarrollar la capacidad de soltar
y dejar ir el pasado; el duelo nos lleva a los lugares más profundos
de las relaciones de vida y de nuestra existencia. Nos devuelve a la vida
plena. En lugar de ser visto como sólo una consecuencia de la pérdida,
podemos asumirlo como el trabajo de crecimiento personal que nos
lleva a adaptarnos a una nueva realidad.

Para ayudarte a emprender el camino al crecimiento personal y equilibrio


es fundamental que puedas manejar información adecuada. Por
eso este texto busca responder con claridad las 6 preguntas esenciales
que surgen cuando se vive un duelo.

6
6 Preguntas esenciales del duelo

1. “No quiero pasar muchos días sintiéndome mal.


¿Cuánto tiempo estaré triste tras una pérdida?”

Sabemos que un duelo está finalizando cuando la aflicción se reduce


significativamente pero algunas personas creen que los duelos deben
terminar en unos pocos días y por ello se impacientan consigo mismos
o con otros cuando no “superan” el dolor con prontitud.

Recientemente perdí a una mascota muy querida que estuvo conmigo


por once años. Lo llamé Benito y era un perro hermoso e inteligente,
sabía hacer muchos trucos y era muy equilibrado y sociable, tenía gran
cantidad de seguidores en facebook debido a sus travesuras y anécdotas.

Pasábamos mucho tiempo juntos por lo que desarrollé un gran apego


afectivo con él. Su pérdida para mí fue muy significativa. Luego de apenas dos
semanas hice un comentario sobre la tristeza que sentía en las redes sociales.

En respuesta, obtuve algunos mensajes que me increpaban por mantener el


dolor por “tanto” tiempo, especialmente en mi caso ya que soy terapeuta
especializado en duelo.

7
Este fue otro recordatorio de que mucha gente piensa que la aflicción por
una pérdida es un proceso que debe vivirse muy rápidamente, en pocos días,
y que a veces, manifestar tristeza no es considerado adecuado, se percibe
como un indicador de “debilidad” y de fracaso en el manejo del duelo.

El duelo es un proceso humano que abarca nuestro


ser profundo y todas nuestras emociones. Es un
camino a recorrer y no un hecho o evento a “pasar” en
pocos días. Predecir su duración exacta en cada caso
no solo es complicado sino también innecesario.

Ojalá pudiéramos pronosticar una fecha exacta en la que el dolor desaparece:


en tantos días, a la vuelta de cuatro semanas o dentro de siete
lunas, pero no es así.

Cada persona vive el duelo en una forma muy particular, a su propio ritmo y
tiempo. En muchos casos, no requiere de asistencia médica aunque puede
beneficiarse del apoyo de familiares así como de consejería profesional
especializada personal y de grupo.

A menudo el proceso de sanar una pérdida se compara con el proceso de curar


una herida en el cuerpo. Cuando fluye normalmente y no es interrumpido,
el duelo lleva a la cicatrización de las heridas intelectuales, emocionales,
psíquicas y espirituales. El tiempo de esta cicatrización dependerá de la
profundidad, extensión de la herida y de los recursos que tengamos para
cuidarla y sanarla.

8
Hay autores que afirman que, cuando el duelo no se complica, puede tener
una duración alrededor de 6 meses y frecuentemente se resuelve en un año,
pero estas son generalizaciones y, en ocasiones, un duelo “sano” por una
pérdida significativa puede extenderse más. Especialmente en los casos de
pérdidas de cónyuge o hijos dos años en duelo es un tiempo frecuente y
“normal”.

En el caso de duelo por muerte, el proceso será más o menos extenso de


acuerdo al significado personal que le demos a la pérdida lo cual, a su vez,
depende de varios factores.

Entre ellos podemos mencionar:

• Nivel de apego al ser querido fallecido, es decir, importancia


afectiva del vínculo.

• Conocimiento de los eventos y factores que conducen a la


pérdida.

• Experiencia de pérdidas anteriores y apoyo recibido durante esos


duelos previos.

• Características de la muerte (por accidente, natural, por


enfermedad larga o corta).

• Edad y condiciones de salud mental y física del doliente.

• Disponibilidad y calidad del apoyo social-familiar.

• Crisis concurrentes (problemas que suceden al mismo tiempo y


están relacionados con la economía doméstica o laboral, cambios
de condiciones de vida, entre otros).

9
Es importante ser pacientes y considerar los factores
que influyen en la duración del duelo antes de
juzgarse a sí mismos o juzgar a otras personas que lo
transitan por que nos parece que llevan demasiado
tiempo sintiéndose mal.

Por otro lado, es también muy importante estar alertas cuando trascurrido
un tiempo de varios meses, el dolor, la pena o la ansiedad muestran
muy poca o ninguna tendencia a decrecer. En esos casos, tanto
como si el duelo es propio o ajeno, es importante buscar apoyo profesional
pues el proceso normal puede estar estancándose o volviéndose
“patológico” con consecuencias nefastas para la salud y calidad de vida
de una persona.

En conclusión, no hay un tiempo exacto para predecir cuando el dolor


del duelo desaparece pero tampoco debe durar toda la vida. Cuando
lo abordamos con coraje y activando todos nuestros recursos, además
de contar con el adecuado apoyo psicosocial, puede abreviarse la duración
de los sentimientos de aflicción significativamente pero nunca
podemos superarlos del todo de manera inmediata.

10
2. “Se habla del duelo como un proceso lleno de
emociones. Pero ¿cuándo una emoción está desbordada?
¿Cuándo es demasiado?”

Recuerdo que atendí en Coaching de Duelo a una persona que llevaba


más de un año separada de su pareja. Pese al tiempo María se sentía
terriblemente mal por la ausencia de su cónyuge.

Una mañana ella entró a mi consultorio llorando y al sentarse le ofrecí tomara un


kleenex de una caja muy grande que siempre tengo a mano. La caja estaba casi
completamente llena, pero observándola cuidadosamente me dijo “no
creo que sean suficientes pañuelos para mi tristeza, no alcanzarán” y
continuó llorando por toda la hora de consulta.

Sus emociones de tristeza la desbordaban a


pesar del tiempo en duelo. Obviamente, María “Sus
necesitaba ayuda para manejar esa tristeza sin fin. emociones
de tristeza la
Es sano reconocer nuestras emociones, expresar desbordaban
cuando estamos tristes o admitir cuando tenemos a pesar del
rabia o sentimos miedo. Pero si una emoción aparece tiempo en
constantemente de forma intensa y repetitiva durante duelo”.
mucho tiempo (varios meses) y no puede manejarse,
entonces esa emoción no está en equilibrio, está desbordada, es demasiado,
aún cuando responde a un duelo muy profundo debido a una pérdida muy
sentida.

En estos casos podemos estar enfrentando un duelo complicado.

11
Se hace necesario aprender cómo manejar las
emociones, para poder llevarlas a su papel sano de
equilibrio en la vida.

Las emociones son poderosas y un estado repetitivo y crónico de ellas


puede hacer que su impacto bioquímico en el cuerpo se desborde
fuera de control. Por ello, atender las emociones puede requerir
de terapia, antidepresivos, medicamentos contra la ansiedad, o de un
coaching profundo de duelo para manejar cambios en el estilo de vida
para que, de esta manera, pueda recobrarse el camino de regreso a la
salud.

También, el buscar ayuda profesional para trabajar las emociones que


no manejamos, seguramente nos hará encontrar asombrosas respuestas
sobre nosotros, nuestra familia y el mundo que nos rodea.

Las emociones son irreemplazables, necesarias y de


gran importancia para la vida, pero si están fuera de
equilibrio, pueden ser muy peligrosas para nosotros,
nuestra salud y nuestra convivencia en el mundo.

En el caso de María, primero se descartó que sufriera de depresión y


tras varias conversaciones de coaching, ella pudo enfocarse en aspectos
de su separación que no había considerado, identificarse con sus
fortalezas y dejar atrás el sentirse víctima de la situación. No necesitó
usar más kleenex para hablar en sus sesiones.

12
3. “En algunos casos, las personas no manifiestan
tener ningún dolor y a veces parece que no quieren
o no pueden llorar. ¿Se debe a que este tipo de personas
son muy fuertes?”

Mi madre murió una madrugada muy fría cuando yo tenía sólo 13


años. Recuerdo que desde que me dieron la noticia en el hospital sentí
como si me hubieran inyectado una gran dosis de anestesia.

Luego oía a gente llorando en el funeral pero yo no podía hacerlo en


absoluto. Sólo sentía un incómodo vacío y silencio interior.

Los siguientes meses fueron muy duros para mí. En aquel tiempo cuando
yo era adolescente, en mi país no era usual buscar ayuda psicológica
tras una pérdida.

Recuerdo que lograba aliviarme concentrándome


“Existen
en continuar mis estudios de secundaria
personas que no
pero la falta de expresión emocional me hizo
manifiestan su
todo más difícil por largo tiempo. Yo era incapaz
aflicción ni en
de sentir o procesar la pérdida de mi madre. Nunca
público ni en
grité, ni me arrodillé en el suelo a llorar. Pero mi
su intimidad”.
caso no era el único, la ausencia de expresión de
las emociones del duelo sucede en todas partes.

Existen personas que no manifiestan su aflicción ni en público ni en


su intimidad. No lloran durante los ritos funerarios, evitan mencionar
su pérdida a los demás y regresan a su vida cotidiana aparentemente
calmados.

13
Algunos quizás no tienen la oportunidad de vivir su duelo de forma apropiada
debido a los compromisos laborales o las demandas de cuidado
de una familia que no les permiten darse una pausa para sentir que
les sucede internamente.

Sin embargo, el que una persona tras una pérdida afectiva no manifieste su
conmoción o sentimientos, no siempre se traduce en que tenga siempre una
gran estabilidad emocional o, como se dice comúnmente, posee una gran
“fortaleza de carácter”.

Muchas veces la ausencia de reacción emocional se


presenta en personas que están tan impactadas en las fases
iniciales del duelo, que experimentan un aturdimiento en
el que no dan signos de afectación o dolor.

En ocasiones se instaura en el deudo una especie de embotamiento


afectivo, con la dificultad para la expresión de emociones. A esto se
le llama “duelo congelado o incompleto”. Este tipo de duelo es más
frecuente que se genere en la infancia o adolescencia ya que en estas
etapas no se cuenta con la suficiente madurez emocional para enfrentar
las pérdidas, especialmente si no se cuenta con apoyo familiar suficientemente
informado en el acompañamiento del duelo.

14
A menudo queda dolor reprimido y escondido por muchos años y
emerge aleatoriamente en forma de episodios de depresión o ansiedad.
Cuando el dolor permanece enterrado por tiempo, requiere de
asesoramiento psicológico, en el marco de una revisión profunda de
vida, para actualizarlo y liberarlo definitivamente.

En otras ocasiones, la persona experimenta síntomas psicosomáticos


y conductas disfuncionales (agresividad pasiva, irritabilidad latente) que
le causan dificultades en sus relaciones y sufrimiento, pero no las vincula
con la pérdida del ser querido.

En este tipo de duelo, que puede llamársele “duelo enmascarado” el


deudo acude frecuentemente a médicos aquejado de diferentes problemas
de salud (comúnmente cefaleas, problemas digestivos y neuromusculares),
pero silencia el hecho de su pérdida reciente, ya que cree
que no se relaciona con sus síntomas de salud y mucho menos con su
conducta, la cual le causa problemas al relacionarse con los demás.

En los casos de duelo congelado o de duelo


enmascarado es importante
buscar ayuda profesional.

La expresión equilibrada de emociones es una función normal del organismo


y cuando éstas no son exteriorizadas, el organismo tiene que
hacer un gran esfuerzo funcional para contenerlas, restringiendo el flujo
bio-energético natural, el ritmo respiratorio y provocando tensiones
neuromusculares crónicas.

15
En particular las técnicas de trabajo psico-corporal como el masaje terapéutico
muscular profundo, el yoga y otras técnicas corporales supervisadas por un
terapeuta especializado, pueden ayudar a desbloquear las emociones y
restaurar su expresión más natural y auténtica.

En mi caso, muchos años después de la muerte de mi madre, cuando


finalmente logré atender sesiones de terapia, pude desenterrar emociones
que no habían podido ser nunca expresadas durante mi adolescencia.

Gracias a ellas pude sanar asuntos que parecían completamente


olvidados. Desde ese entonces cambié, para bien, muchas cosas.
Pude recobrar mi ser y liberar hasta mi forma de respirar. Convirtiendo
el dolor en aprendizaje, decidí usar mi experiencia y prepararme como
psicoterapeuta para ayudar a otras personas en duelos difíciles.

En el duelo sano las emociones son expresadas en


equilibrio: ni se desbordan manifestándose con alta
intensidad por largo tiempo ni tampoco se ignoran
ni restringen impidiendo su expresión adecuada y
oportuna.

16
4. “Si el tiempo y el olvido lo curan todo, ¿para qué ocuparse
del duelo?

Mi abuela materna repetía a menudo un verso de la sabiduría popular:

“Al tiempo le pido tiempo.


El tiempo, tiempo me da.
Pero el mismo tiempo me dice
que él me desengañará”.

Sin embargo, en el caso de los duelos, sólo el transcurrir del tiempo


no es suficiente para que reencontremos nuestro equilibrio y certezas
de vida.

No es el tiempo sino lo que hacemos durante ese


tiempo lo que finaliza el duelo.

Elaborar las pérdidas no equivale a resignarse, con actitud pasiva, en


espera que sólo el tiempo cure el dolor y las heridas emocionales.

17
El duelo es un trabajo que emprendemos a muchos niveles conscientes
e inconscientes y, como toda labor, requiere de la realización de tareas
ineludibles para superarlo.

Según varios autores estas tareas incluyen:

• Aceptar la realidad y dimensión de la pérdida.

• Revisar el pasado y concluir los asuntos pendientes.

• Liberar adecuada y oportunamente las emociones que


acompañan al duelo.

• Entrenarse para asumir la vida de nuevo sin lo perdido.

• Trabajar en la renovación, creando nuevas oportunidades de


vida.

Por otra parte, el olvido tampoco es lo que concluye el duelo. Sobre


todo si es un olvido basado en la represión de recuerdos y de las experiencias
vividas.

18
Hace poco leí una frase anónima que decía “Haz como el sol que
renace cada día y olvida la noche que pasó”. Esta frase puede ser
muy hermosa,pero tomando el sentido de la imagen, ni siquiera
el sol puede olvidarse de la noche que pasó pues de ella deviene.

El olvido nunca es liberador,


parece que nos aleja de lo
que nos hace sufrir, pero no lo
consigue del todo, porque el
recuerdo permanece enterrado
en nosotros y aunque lo
neguemos sigue influyendo en
cada instante de nuestra vida,
hasta tanto no lo comprendamos
y elaboremos suficientemente.

Aceptar el dolor
y expresarlo sin
considerarlo como una experiencia
puramente negativa es una clave
fundamental para superar el duelo.

19
5. “Las ceremonias de despedida o luto parecen vacías y sólo
formalidades sociales, muchas veces llenas de hipocresía.
¿De qué sirven?”

Una amiga, mediante las redes sociales, me dijo alguna vez que los funerales
eran para ella una formalidad llena de hipocresía y que, cuando ella muriera,
no quería que se celebrara ningún rito ni mucho menos que llevaran luto por
su ausencia.

Si bien en nuestro mundo contemporáneo muchas ceremonias se han


mecanizado y comercializado excesivamente, los seres humanos, por
naturaleza y desde tiempos ancestrales, necesitamos de las ceremonias
comunitarias rituales para ayudarnos a iniciar la elaboración de los
cambios en nuestras vidas tras una pérdida.

Los ritos son parte importante de la civilización


humana, y es la razón por la cual todas las culturas
tienen ceremonias funerarias sagradas.

Afortunadamente, si pensamos que los rituales heredados socialmente


no satisfacen nuestras expectativas podemos nosotros mismos crear
nuevos rituales que nos sean significativos. Las despedidas simbólicas
son invaluables pues no sólo sanan nuestros pensamientos sino también
nuestros niveles emocionales y espirituales. Para ideas de cómo
crear tus propios rituales puedes visitar esta página.

20
En todas las tradiciones de ritos fúnebres hay elementos comunes.
Generalmente hay un altar con el cuerpo, una imagen u objeto que simboliza
la persona desaparecida. También frecuentemente están representados
los elementos de la naturaleza, agua, aire, tierra y principalmente
el fuego de la trasformación en forma de velas o antorchas.

Lo más importante de estas ceremonias es que permiten expresar y


compartir los sentimientos de aflicción en grupo, en comunidad, lo que
es un aporte importante para sobrellevar las primeras fases del duelo.
Como bien dice un proverbio sueco, “la alegría compartida es doble
alegría y la pena compartida es media pena.”

Los rituales sagrados nos ayudan a procesar el


tránsito del fallecido para poder ubicarlo en su nuevo
espacio de destino definido por nuestras creencias (el
universo, el cielo, nuestra memoria y/o corazones).

Además los ritos permiten establecer simbólicamente los límites entre


ese “más allá” o el “otro mundo” con el espacio de este mundo de los
vivos donde se mantiene la comunidad de dolientes. Sin los rituales,
muchos dolientes y sus fallecidos quedan psicológicamente “atrapados” en
una tierra indefinida.

21
Los rituales son sanos y sanadores, facilitan el dejar
ir al fallecido y reunirnos a plenitud con la vida de
nuevo.

Luego de los ritos fúnebres viene el “luto”, entendiendo el luto como el


proceso psicosocial que nos permite ayudar a resolver el duelo, a través de
la expresión social de la conducta y las prácticas posteriores a la pérdida.

“La forma
La forma de expresar el luto está estrechamente
de expresar
relacionada con la cultura a la que pertenezcamos (por
el luto está
ejemplo: vestirse de negro u otros colores específicos,
estrechamente
guardar una dieta especial o continuar ceremonias
relacionada
para el difunto como misas o novenarios, etc.).
con la cultura”.
Si bien la manifestación de las ceremonias fúnebres ha mermado en
nuestro mundo actual, más lo ha hecho la expresión del luto.
En la cotidianidad de la calle, para mí es cada vez más difícil distinguir
qué personas han tenido una pérdida reciente pues las señales de luto
tradicionales, como ropa de colores particulares, bandas y botones de luto
ya no se observan.

22
Creo que esto tiene varias razones: muchas personas en la sociedad
contemporánea se sienten incómodas al ser reconocidas como dolientes,
es decir el duelo es una vivencia que se prefiere ocultar del público
en general y por otra parte, como no hay educación sobre cómo acompañar
a una persona en duelo, mucha gente también se siente incómoda
ante una persona que denota estar en duelo: no sabemos cómo
comportarnos ni qué decir.

El problema es que cuando creemos que “el luto se vive sólo internamente
y no hay que demostrarlo”, frustramos la posibilidad de obtener
más apoyo psicosocial durante el duelo.

En verdad, el duelo se vive en muchos niveles,


internos y externos.

En el contacto de la persona con el mundo, el doliente necesita ser


reconocido y apoyado. En una cultura más humana, deberíamos poder
estar en armonía con la expresión del luto público, no para generar
sentimientos de lástima, sino para que sea claro para la comunidad que
cierta persona vive momentos de transformación y cambios y que por
lo tanto necesita ser considerada y ayudada de manera acorde.

23
6. “¿Para qué ir a terapia o consejería cuando se vive un
duelo?”

Aunque no es siempre necesario, siempre es una opción ventajosa conseguir


asistencia tras una pérdida significativa.

De esta manera, la asistencia profesional a cualquier


duelo es un beneficio que uno se permite a sí mismo.

En mi criterio, la asistencia psicológica no sólo resulta clave en el caso del


duelo patológico, cuando el proceso se complica y la persona tiene serios
inconvenientes para volver a su rutina de vida y superar el dolor de la pérdida.
Esta asistencia puede ser beneficiosa en todo duelo, no sólo cuando las
personas se encuentran en situaciones muy comprometedoras para su
bienestar emocional o psíquico.

Como terapeuta me ha tocado acompañar a cientos de personas en


sus procesos. Cada una de ellas ha sido un universo distinto de historias,
sentimientos e intensidades. Sin embargo, todas ellas se han podido
beneficiar de esta asistencia, haciendo de sus duelos procesos más
llevaderos y sobre todo, oportunidades de crecimiento personal. Por
otro lado, muchas personas deciden no acudir a consejería o terapia
para el duelo por diferentes razones.

24
Un amigo mío me repetía, recientemente, la razón que más he escuchado:
“no tengo tiempo para pasar horas acudiendo a un terapeuta, tengo
demasiadas obligaciones”. Es la famosa “falta de tiempo” para dedicarse
a uno mismo, especialmente si se trata de “materias del corazón”, como
pasa con los duelos, donde la gente descuida sus necesidades más profundas.

Otra razón que algunas personas argumentan


“Lo importante del
es que no sienten que su proceso sea “tan
duelo no es el tipo
dramático” y piensan que pueden arreglarse
de pérdida en sí,
solas. He conocido personas con duelos muy
sino el significado
profundos por pérdidas que otros considerarían
personal que
banales; por ejemplo, una vez trabajé con
le damos a la
una persona que tenía que cambiar de
pérdida”.
institución educativa por el cierre de la misma.

Para muchos de sus compañeros este cambio no era de mayor


importancia pero para este paciente era algo realmente trascendente
pues con el cierre de su empleo dejaba atrás metas y sueños que se
había propuesto alcanzar en esa institución.

Además, el duelo no debe atenderse profesionalmente sólo porque


la historia detrás sea lo suficientemente grave como para aparecer en
el titular de un periódico. El duelo pude asistirse con ayuda profesional
simplemente porque la pérdida nos importa.

25
Ciertas personas, muy educadas, piensan que la terapia es
para gente “débil” y “sin madurez”. Juan, mi quiropráctico,
perdió a su esposa de muchos años repentinamente. Una
mañana amaneció sin vida debido a un infarto fulminante
mientras dormían juntos.

En una oportunidad le ofrecí mi asistencia para el duelo y


él me contestó que, siendo él un profesional de la salud,
se sentía “fuerte“ y con suficientes recursos internos para
auto-ayudarse, por lo que no pensaba acudir a terapia.

Sin embargo, en una mañana que fui a hacerme un ajuste


quiropráctico con él, le pregunté cómo se sentía trabajando
solo, sabiendo que su esposa había sido también su
asistente. La cara de Juan se coloreó de rojo intenso, como
si hubiese estado expuesto a un gran fuego. Yo le pedí
en ese momento que soltará su respiración contenida y, al
hacerlo, comenzó a llorar muy sentidamente.

Lo acompañé allí mismo, en su consultorio, y le di contención


para que pudiera liberar un poco de aquello que había
pensado podía manejar solo. Juan estaba tan conmovido
que no pudo atenderme a mí ni a ningún otro paciente ese
día. Pocos días después me llamó para iniciar sus sesiones
de coaching de duelo.

26
También he escuchado que algunas personas han acudido a terapia
previamente y no han quedado satisfechas con lo que lograron. Una conocida
mía tuvo muchos problemas por la relación difícil que tenía con su hijo durante
la adolescencia y las terapias a las que asistieron no les parecieron de utilidad.

Desde entonces esa persona decidió no buscar ayuda profesional, aun


cuando se enfrentó, posteriormente, a pérdidas que la degastaron mucho
emocionalmente. Así hay personas que por malas experiencias terapéuticas
previas descartan erróneamente para siempre toda ayuda profesional,
aunque se encuentren en situaciones nuevas y muy diferentes.

Algunos profesionales de la salud pocas veces refieren a ayuda emocional


profesional durante el duelo, aún observando manifestaciones psicosomáticas
en sus pacientes, ya que como se ha mencionado en otros párrafos de este
e-book, se considera que “el tiempo cura”, particularmente lo que no tiene
un origen puramente orgánico.

“Las personas En ocasiones las personas no consideran adecuado


no consideran “gastar” dinero en aliviar su sufrimiento, o en sí
adecuado mismos, conducta que muchas veces deriva más
‘gastar’ dinero de una baja auto valoración o de sentimientos
en aliviar su de culpa posiblemente no reconocidos,
sufrimiento”. que de verdaderas limitaciones financieras.

Hoy en día, pueden hacerse arreglos para recibir ayuda profesional,


aún teniendo bajo presupuesto. También el acceso al internet ha hecho que
esta ayuda esté disponible en todas partes.

27
Cuando tenemos una herida importante en el cuerpo o un hueso roto,
no dudamos en acudir a un profesional para atenderla mejor y evitar
complicaciones. Ahora, ¿Cómo descartar, a priori, la ayuda cuando la herida
es en el alma y el corazón se siente roto?

El trabajo de duelo más efectivo es aquel


que se hace con asistencia profesional adecuada.

Como mencionábamos anteriormente, la forma de superar el dolor


no es enterrándolo dentro de nosotros mismos, desde donde puede
resurgir de las formas menos sospechadas.

La canción del cantautor argentino Piero, “Soy Pan, Soy Paz, Soy Más”®
tiene una estrofa que dice:

“Vamos, contame, decime


todo lo que a vos te esta pasando ahora,
porque si no, cuando está tu alma sola llora.
Hay que sacarlo todo afuera
como la primavera
nadie quiere que adentro algo se muera.
Hablar mirándose a los ojos
Sacar lo que se puede afuera
Para que adentro nazcan cosas nuevas”.

Si quieres oír la canción de Piero completa puedes ir al siguiente enlace:


Soy Pan, Soy Paz, Soy Más - Piero

28
En nuestro mundo lleno de información se nos educa y enseñan muchas
cosas valiosas para la vida pero poco se dice sobre cómo elaborar las
pérdidas. Nuestra sociedad carece, en general, de educación para manejar
las despedidas, las ausencias y los duelos.

Los recursos de ayuda profesional pueden, de manera directa y sencilla,


compensar esa falta de “entrenamiento social” en el manejo de las pérdidas,
ayudando a reconocer nuestras fortalezas emocionales y potenciando los
aspectos personales que necesitamos robustecer para hacer más llevadero
el camino.

Mientras más nos permitamos tener apoyo y


comprensión alrededor nuestro será más fácil
enfrentar las tareas del duelo.

29
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atrevió a preguntar por Julio Vicente Pérez para uso exclusivo de ManejoDelDuelo.com.
Este e-book no podrá ser reproducido ni distribuido total o parcialmente
sin el permiso previo por escrito de ManejoDelDuelo.com.

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Sobre el Autor
Julio Vicente Pérez Infante es psicoterapeuta y coach, Premio Nacional de
Psicoterapia (2003) de la Asociación Venezolana de Psicoterapia por su
investigación en la asistencia psicológica de pacientes al final de la vida. Su
trabajo abarca consultas personales y grupales.

En su práctica combina técnicas de integración mente-cuerpo con una visión


humanista de la terapia. Se ha especializado en acompañar transiciones de
vida relacionadas con separaciones, pérdidas, duelos, así como cuidados
paliativos y psico-oncología.

Trabajó por varios años en la coordinación del voluntariado de la Unidad de


Cuidados Paliativos del Instituto Oncológico Luis Razzetti y se desempeña
como colaborador en varias instituciones en el área de la salud como la
Fundación “Esperanza de Vida” y “SenoSalud”. Igualmente se interesa en
el trabajo de integración de lo onírico como herramienta existencial que
ofrece oportunidades de crecimiento personal profundo y apoyo al bienestar
integral.

Cree en el ejercicio de la Psicoterapia


como un arte de contacto humano auténtico
y una misión que contribuye a incrementar
bienestar, el crecimiento personal y el sentido
de la vida de los seres humanos.

31
Referencias
• Bayés, Ramón, (2001) Psicología del sufrimiento y la
muerte, Barcelona, Ediciones Martínez Roca.

• Bucay, Jorge (2003) Hojas de Ruta Buenos Aires, Editorial


Nuevo Extremo.

• Castro González, María del Carmen (2007) Tanatología, La


Inteligencia Emocional y el Proceso del duelo, Ciudad
de México, Editorial Trillas.

• Freese, Arthur (1977) Living through Grief and Growing


with it, New York, Barnes & Noble Books.

• Neimeyer, Robert (2002) Aprender de la Pérdida, Buenos


Aires, Editorial Paidos.

• Rojas Posada, Santiago (2008) El manejo del duelo, Bogotá,


Editorial Norma.

• Sordo, Pilar (2012) Bienvenido el dolor, Santiago, Editorial


Planeta.

• Stecca de Alvizúa, Cristina (2004) Cerrando Ciclos Vitales,


Ciudad de México, Editorial Pax

32
Agradecimientos

Infograpps y su generosa
contribución en la ilustración
de este e-Book.

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