D)
Deseo mimético, exclusién social
y cristianismo
1. Deseo versus necesidad
y redistribucién de la renta y la riqueza
Quiero comenzar este articulo aludiendo a un problema
muy comtin en Ja praxis diaria de los que luchan a favor de
la vida de los pobres. Frente a tanta pobreza, contrapuesta
a Ja riqueza de una minorfa, lo que hoy se denomina como
«exclusién social», es frecuente ofr la apelaci6n a una redis-
tribuci6n de la renta. Sobre todo en el Brasil, con la segun-
da peor distribucién de la renta del mundo.
Esta reivindicacién es una de las caracterfsticas princi-
pales de los discursos sociales de las Iglesias cristianas, en
conereto de la Iglesia cat6lica. Claudia Fuser, al estudiar el
pensamiento econdmico de los obispos del Brasil, afirma
que uno de los puntos clave del programa econdmico de la
CxpB es el de la distribucién de las rentas y bienes de con-
sumo inmediato. «Con una actitud de fidelidad a la tradi-
cidn, la CNBB ha apelado siempre a los gobiernos y a los
propietarios para que se promueva un reparto més equitat-
Vo de las riquezas»', También en el transcurso de la Segun-
da Semana Social Brasileira, promovida por el sector de
pastoral social de la CNBB y que durante meses conté con la
participacién de la «base» de la Iglesia y de los diversos
movimientos pastorales y sociales, apareci6 con fuerza el
tema del reparto: « Queremos una sociedad panticipativa, en
Ja que todas las personas se sientan unidas, libres e iguales
C. Fuser, 4 economia dos bispos, Bienal S. Palo 1987, p. 203.
DESEO MIMETICO, EXCLUSION SOCIAL Y CRISTIANISMO 49
amte la ley y en el reparto de los bienes, conquistando la
plena ciudadanfa»’
Esta llamada se justifica no sélo por el contraste entre la
riqueza derrochadora de una parte y la clamorosa pobreza
de Ia otra, sino también porque el nivel de pobreza y mise-
ria es tan grande y por ello tan urgente Ja soluci6n, que no
se puede simplemente esperar, como piden muchos econo-
mistas, por el crecimiento econémico. Eso sin tener en
cuenta que el crecimiento econmico por si solo no supone
necesariamente una mejor distribucién de la renta, ya que
un modelo econdmico volcado en la acumulacién de la
riqueza es muy diferente del crecimiento econémico orien-
tado a la superaci6n de la pobreza. Como dice Cristovam
Buarque, «la teoria econémica en el Brasil nunca se ha
orientado hacia el problema de la pobreza. Olvid6 que la
produccién para aumentar la riqueza no es Ja misma que la
que se orienta a reducir la pobreza. (...) Con teorfas impor-
tadas de los paises ricos, en la ciencia econémica brasilefia
no aparece la palabra hambre, y casi no aparecen salarios y
precios; la palabra necesidad se ve sustituida por demanda*,
€l objetivo del proceso productivo no es satisfacer las nece-
sidades bésicas sino aumentar el consumo; la eficacia no
consiste-en mejorar la alimentacién sino en producir para la
exportacién»',
‘Ademds hay que tener en cuenta que los que estén
excluidos del mercado no se beneficiardn del crecimiento
econdmico si éste se basa tinicamente en la Iégica del mer-
cado. Afiddase a esto el hecho de que-la solucién de nues-
tros graves problemas sociales pasa también por la redistri-
bucién de un bien fundamental en nuestra economia, un
bien que no puede ser acrecentado por la produccién huma-
na; la tierra. -
SECTOR PASTORAL SoctAl.- CBB, Brasil: alternativas e protagonistas. If
Semana Sacial Brasileira, Vozes, PetrOpolis 1994, p. 60,
Demanda es el deseo hecho posible por el poder de co
CC. BUARQUE, «A pobreza da economia», Rede: Bi
crisis de classes médias, n, 11, nov/93, Encante, PetrGpolis. p. 2.50 DESEO, MERCADO ¥, RELIGION
Este discurso de la redistribucién de la renta y de la
riqueza, tan frecuente entre las Iglesias cristianas y otros
grupos sociales, presupone una constatacin que parece
: existen personas que tienen en exceso o mucho mas
de lo que necesitan, mientras otros muchos no tienen lo
para vivir dignamente. Y la solucign de esa grave
injusticia social pasarfa también por la redistribucién o el
«teparto». Pero no todo lo que para algunos es obvio lo es,
también para otros y éste parece ser uno de esos casos.
Basta constatar lo dificil que es entablar un diélogo sobre
este asunto de una mejor distribucién y de la integracién de
los excluidos en la vida econémica y social
En realidad casi todos estan de acuerdo en que es pre-
ciso resolver los graves problemas sociales que asolan
nuestros paises. Pero la divergencia comienza cuando se
discute sobre los medios para ello, pues casi todos estén
también de acuerdo en que ellos no tienen de més y por lo
tanto las politicas econémicas que conlleven una disminu-
cidn de sf renta o'riqueza en beneficio de los més pobres,
y en particular de los excluidos del mercado, les parecen
inaceptables.
La distincién entre «tener de més» y «tener de menos»
supone una frontera que separa los dos lados. Esa frontera
estarfa, para los defensores de la redistribucién de la renta
y de las reformas estructurales en la sociedad, en lo nece-
sario para vivir dignamente. Su pensamiento se funda en el
concepto de\necesidad humana,
El problema surge porque en las sociedades capitalistas
se da una gran confusién entre los conceptos de necesidad
y de deseo. Asi por ejemplo, P. Kotler, uno de los nombres
inds importantes del mundo del marketing, dice: «Cuando
una necesidad no se ve satisfecha, la persona buscaré un
objeto que la satisfaga o intentard reducirla, Los individuos
que formen parte de las sociedades industriales podrin
intentar descubrir 0 desarrollar objetos que satisfagan sus
deseos. Las personas de sociedades menos evolucionadas
posiblemente procurardn reducir sus deseos o satisfacerlos
TER
DESEO MIMETICO, EXCLUSION SOCIAL Y CRISTIANISMO ST
con 1o que haya disponible»*. Como se ve pasa sencilla-
mente de la necesidad al deseo sin més.
Las teorias econdmicas liberales y neoliberales y la
producein de las empresas privadas est pensadas en ter
mrinos de saisfaccin de deseos de los consumidores. Sélo
{ue esos deseos son presentados a su vez como necesidade
Gon ello se instaura la confusi6n, Hasta tal punto que un
autor como Jacques Vervier, sacerdote y doctor en econ:
nia, que pretende iniciar un didlogo entre éstay Ta fe cris
tiana, afirma que los recursos econémicos son siempre
Timitados en la medida en que «las necesidades se hacen
presentes de forma absolutamenteilimitadans. En realidad,
fo son as necesidades las limitadas sino ls deseos. ASO.
mmiendo explicitamente esta confusign, el P, Vervier dice
que para evitar ambigiedades él prefiere dejar de lado el
Goncepto de necesidad y emplear Unicamente el de deseo.
Con ello acepta la noci6n, tan corrente en el pensamnento
econémico contemporéneo, que presenta a un ser humana
‘in necesidades corporales, un ser reducido tinicamen
ses. :
oes ino dice Franz Hinkelammer el pensamiento econs.
rico neoclésico y el neoliberal «presuponen que él ser
hhumano 10 tiene necesidades sino Ginicamente. gustos. De
acuerdo con este enfogue, el hombre no manifesta la exi-
gencia de la saisfaccién de sus necesidades de alimenta-
{6n, ropa, etcetera, sino Gnicamente sus gustos o preferer~
ae que, por ejemplo, le permiten preferir la carne al ps
ado, el algodén a la fibra sintética, eteétera»’ ;
Resultallamativo que un autor que es a a. vez sacerdo-
te y economista y que pretende articular fe erstana y ec
homfa, asuma esa identificacidn entre el deseo y la nes
ipios de Markering, Prentice/Hal
5, Ph. Kone & G. ARMSTRONG, P1
Rio de Janeiro 1993, p. 3.
Escassez, fel
ta Eclesidstica Brasil
dade e mereale ensiode ile
or ‘ira, vol. 51. fase. 202, jun/1991
épica, Paulinas, S. Paulo 1986.32 DESEO, MERCADO Y RELIGION
dad, una identificacién que elimina el concepto de necesi-
dades humanas. Muy al contrario, el cristianismo trabaja
con una nocién de ser humano basada en la distincién entre
los conceptos de necesidad y deseo. Nos bastard ver el fa-
moso texto de Mt 25,31-46, en el que Jestis sitia nuestra
preocupacién por las necesidades bisicas del préjimo
(comida, bebida, casa, salud, etc.) al nivel de criterio de sal-
vaci6n; o si no, el texto de Heh 4,32-35, segiin el cual el tes-
timonio préctico de la fe en la resurreccidn de Jesis consis-
tia en que «no habia ningtin necesitado entre ellos». El
ejemplo del texto del P. Vervier pone de manifiesto la enor-
me confusign, la negacién de la diferencia entre deseo y
necesidad, existente en nuestra sociedad capitalista.
Cuando necesidades y deseos pierden sus diferencias
especificas, sea por la dificultad de establecer las diferen-
cias, sea a causa de una opcién teérica, resulta muy dificil
entablar un didlogo acerca de la redistribucién de la renta y
Ja riqueza. Veamos un pequefio ejemplo. Una persona que
habita en una casa de 250 mil délares, tiene una casa en la
playa de 100 mil délares, un coche de importacién de 80
mil délares y el equivalente a 500 mil délares en inversio-
nes financieras, ;tiene de mas o de menos? Depende del cri-
terio que se emplee. Si aplicamos el criterio de la necesi-
dad, tiene més de lo que necesita y, por consiguiente, tiene
también algo que ha de compartir. Pero esa persona podrd
argiiir en contra afirmando que atin le falta mucho para rea-
lizar su deseo de vivir en una casa de 1 millén de délares,
poseer una isla y un coche de importacién de 400 mil déla
Tes y un jet privado.
Cuando uno piensa a partir de sus deseos, los limites no
existen, se busca Jo ilimitado, Y cuando se desea lo ilimita-
do nunea sobra nada para compartir; siempre falta algo. Por
eso no se acepta un didlogo acerca de la redistribucign de la
renta y las riquezas,
Es fundamental que comprendamos las diferencias exis-
tentes entre la necesidad y el deseo, las relaciones entre
ambos y el papel del deseo en la economfa capitalista, si
DESEO MIMETICO, EXCLUSION SOCIAL Y CRISTIANISMO 53
queremos avanzar en nuestra lucha por una sociedad mas
justa y humana.
2, Desarrollo econémico y deseo mimético
Siendo verdad que sin una redistribucién de la renta y de la
riqueza no podremos resolver nuestros cruciales problemas
sociales, también lo es que nuestro discurso no se puede
situar so a este nivel, La dstibucién dela renta0 su con,
centracién queda determinada ya, en gran medida, en el
mismo proceso productivo. ;
EI modelo de desarrollo adoptado en América Latina
para el perfodo que va desde la segunda guerra mundial
hasta la década de los 70 fue el de «substitucién de impor-
taciones», marcado por la ideologfa del desarrollismo y por
lo que Celso Furtado llamé el «mito del desarollo», segtin
el cual «el desarrollo econdmico, tal como viene siendo
practicado por los paises que lideran 1a revolucin indus:
trial, puede ser universalizado»’, Pero lo que realmente
pretendia era que el patron de consumo de la minorfa rica
de los paises ricos fuese accesible a las grandes masas de
poblacién de los pases del tereer mundo, Es preciso recor
dar que ese patrén de consumo quedé marcado por
«ansia consumista que el capitalismo consiguié difundir en
la conciencia de la humanidad y que se identifica con una
biisqueda esquizofténicamente acelerada, convitiéndose
en la misma raz6n de ser de la actividad econémica y en la
raz6n ontolégica del proceso civilizador»’.
Esa idea, prolongacién del mito del progreso que fue el
norte de la modernidad, suscité en nuestros paises un tipo
de modernizacién marcado por las innovaciones en el con-
sumo de Ia elite local, sin el correspondiente desarrollo en
la esfera productiva. Este modelo de desarrollo «agravé la
BG. Fureaco, O miedo desenvolvimento econnico, Paz Terra, Ro de
Fanci 17h pi “*
nugue&desordem do progress: 0 fn da era ds econo
9 Seonanirso do futur, Pare Tera: Rio de Sento 1990p. 32