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El abuelo

El abuelo» fue uno de los tantos cuentos que Vargas Llosa, según su propio testimonio, escribió en
el Perú entre los años 1953 y 1957, cuando era estudiante universitario e incursionaba en el
periodismo. Este cuento, de género negro o gótico, fue, según el mismo autor, resultado de sus
lecturas de dos libros de Paul Bowles: A Delicate Prey y The Sheltering Sky, así como de una afición
temporal que tuvo por el espiritismo.1

Fue precisamente «El abuelo» el primer cuento que Vargas Llosa dio a luz en una publicación
periódica: apareció en la primera página del suplemento dominical del diario El Comercio, el 9 de
diciembre de 1956.2 Poco después, otro cuento suyo, Los jefes, apareció en la revista Mercurio
Peruano, en febrero de 1957; y si bien este cuento fue el segundo en ser publicado, en realidad le
corresponde la primacía en la narrativa vargasllosiana, por haber sido compuesto antes que «El
abuelo».3

Tras ser becado para seguir cursos de posgrado en la Universidad Complutense de Madrid, Vargas
Llosa se trasladó a España en 1958.4 Fue en este país donde seleccionó cinco cuentos suyos (entre
los que se contaba «El abuelo»), formando un pequeño libro que presentó a un concurso de
narrativa breve, el Leopoldo Alas, obteniendo el triunfo (1958). Al año siguiente la obra fue
publicada por la editorial Roca de Barcelona.

En la segunda edición de Los Jefes (Populibros, Lima, 1963), «El abuelo» no apareció, figurando en
su lugar el cuento titulado «Un visitante», pero en las siguientes ediciones fue incluido
definitivamente, al lado de los cinco cuentos restantes. Desde 1980 Los Jefes se edita
conjuntamente con la novela corta Los cachorros.

Argumento[editar]

Un anciano llamado don Eulogio, que al parecer se siente maltratado por su familia, se venga
haciendo asustar a su nieto, un niño travieso, a quien hace ver una calavera envuelta en fuego, en
el interior del jardín de su casa

Escenario[editar]

El escenario principal es una casa grande situado en el barrio residencial de Orrantia, ubicado en
uno de los distritos periféricos de la ciudad de Lima (San Isidro). Tiene un inmenso huerto
entrelazado con pérgolas. Allí vive el anciano junto con su familia: su hijo, su hija política y su
nieto. También se menciona la sede del Club Nacional, situado frente a la Plaza San Martín, en el
centro de Lima, a donde suele ir el viejo por las tardes.
Personajes[editar]

Principales:

El abuelo, llamado don Eulogio, un viejecito que al parecer ya es víctima de locura senil. Es una
persona de alto nivel socioeconómico, pues es socio del Club Nacional.

El nieto, un niño que parece ser muy inquieto y sobreprotegido, que causa mucho fastidio a su
abuelo.

Secundarios

Los padres del niño. El padre es el hijo del viejo.

Los sirvientes, que no intervienen en la acción, pero son mencionados por el narrador.

Características[editar]

El narrador es omnisciente.

En cuanto a las técnicas narrativas, se aparta del modelo tradicional o lineal. El relato empieza in
media res, es decir no desde el principio (que sería el origen del deseo de venganza del abuelo),
sino en el momento previo al clímax o máxima tensión: la espera del viejo en el jardín, aguaitando
la llegada del nieto. El lector recibe de manera dosificada o calculada la información sobre los
sucesos precedentes a esta escena, con el fin que mantenga el interés en el relato.

Contiene los elementos propios de un cuento de terror: ambiente nocturno, hallazgo de una
calavera humana, la vela que provoca el incendio de la calavera, el susto causado al niño.

Resumen[editar]

Don Eulogio es un anciano hosco y extravagante, que vive en una casa enorme con su hijo, su hija
política y su nieto. Al parecer se siente ignorado y maltratado por su familia, por lo que decide
tomar venganza. Aparece en el huerto de la casa, de noche, aguardando inquietamente la
presencia de su nieto, con la intención de asustarlo. Para tal fin había comprado una vela y
desenterrado una calavera humana, a la que en toda la tarde había limpiado cuidadosamente con
aceite. Cuando considera llegado el momento, se coloca en medio del sendero que va de la cocina
al jardín, y arma allí un pequeño montículo con piedras donde asienta la vela, a la que cubre luego
con la calavera, notando con alegría que la medida era exacta, pues el punto blanco de vela se
asomaba por el orificio del cráneo. Cuando ve por fin acercarse al niño, prende la vela y al instante
se enciende toda la calavera, produciéndose así una visión sobrecogedora. El niño, al verla, da un
grito de terror, y salen los padres a ver lo que ocurre, mientras que el abuelo se escabulle evitando
ser visto. Cuando por fin sale hacia la calle, el viejo se siente satisfecho de su venganza.

Análisis[editar]

Este cuento se aparta notoriamente de la temática constante del resto de los cuentos de Vargas
Llosa. En estos, el eje primordial suele ser la violencia física, que se desborda en manos de los
protagonistas, pero en «El abuelo» es el terror que asume dicho papel, el miedo que trata de
infundir el protagonista hacia un niño que es nieto suyo. Esto hace circunscribir al relato en el
género negro o gótico. El narrador acierta a crear la tensión necesaria en los párrafos iniciales, de
manera descriptiva y situacional. El abuelo espera la llegada del nieto permaneciendo en vigilia,
nervioso e inquieto, con el temor de ser descubierto; cualquier estímulo externo le hace
reaccionar evocando acciones pasadas que es descrita por un narrador externo. Nos enteramos así
que el abuelo había maquinado su venganza minuciosamente: primero compró una vela y luego
recogió en un lugar baldío una calavera humana, a la que limpió cuidadosamente con aceite; todo
este accionar previo del viejo está por el momento envuelto en un halo de misterio, ignorándose
lo que se propone con semejantes objetos lúgubres, lo que provoca en el lector un interés
morboso por averiguarlo. Llegado el momento, el viejo coloca en el jardín la calavera con la vela
en su interior y espera que el niño se acerque; ocurrido ello, el viejo enciende la vela y el fuego
brota del interior de la calavera saliendo en largas llamas por sus cuencas vacías, provocando un
efecto más siniestro que el que había previsto. El niño da un grito de terror, lo que llena de
satisfacción al viejo, que huye a la calle sin ser visto y antes que aparezcan los padres. ¿Por qué el
abuelo provoca al niño un susto casi de muerte? Aunque aparentemente no está clara la razón, se
puede dilucidar a base de la información proporcionada en el relato. Al parecer, el viejo trata de
vengarse de una familia que constantemente le reprocha determinadas conductas suyas que
consideran locuras; eso precisamente es lo que más le molesta, que le traten de loco o demente
senil; su acto con la calavera, sería para hacer aparecer algo realmente irracional, malévolo, en un
ambiente familiar que presume ser muy racional. Y elige al ser más susceptible de aterrorizarse, su
nieto, un niño que da la impresión de ser muy malcriado y sobreprotegido, un pilluelo al que vería
tal vez como un ser fastidioso e insolente, que chillaba cuando se hallaba dormitando, entre otras
travesuras que tendría que soportarle; todo lo cual se conjugaría para alentar al viejo a llevar a
cabo su venganza.

Notas[editar]

Volver arriba ↑ Prólogo a Los jefes / Los cachorros (Edición definitiva), Seix Barral, 1980.

Volver arriba ↑ Mario Vargas Llosa (10 de octubre de 2010). «El Abuelo». El Dominical (El
Comercio). Año 57 (28). pág. 4 al 6.

Volver arriba ↑ Vargas Llosa 1993, p. 290-291.

Volver arriba ↑ Vargas Llosa 1993, p. 468-469.

Bibliografía[editar]

Tovar, Paco: Algo más que una simple historia senil: El Abuelo, de Mario Vargas Llosa. Scriptura Nº
8/9 (1992) De Hispanoamérica.

Vargas Llosa, Mario:

- Los jefes – Los cachorros. Editorial Seix Barral, S. A., 1980. Con prólogo del mismo autor.

- El pez en el agua. Memorias. Editorial Seix Barral, S. A., 1993. ISBN 84-322-0679-2

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