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Gloria Copeland
«De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues no sabemos qué
nos conviene pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
indecibles»
(Romanos 8:26)
Mientras vivas en esta Tierra, tendrás que cargar con una debilidad. ¿Cuál es? El cuerpo de carne y
hueso en el que vives. Es un cuerpo que está sujeto a la muerte y al mundo natural.
Tu espíritu nacido de nuevo no quiere pecar. Quiere ser completamente obediente a Dios. Pero la
debilidad de la carne hace que caigas preso de las tentaciones que te rodean. ¿Significa eso que estás
condenado a una vida de fracaso hasta que Jesús venga y ese cuerpo de carne y hueso sea glorificado?
¡No! Significa que necesitas edificar tu espíritu y fortalecerlo, hasta que domines tu carne. Se nos dice que
crucifiquemos la carne. Tu ser espiritual debe dominar tu cuerpo. Orar en lenguas por medio del Espíritu
Santo pone al espíritu en control de la carne. Hace que tu espíritu se levante y esté a cargo. Así como
usar pesas fortalece tus brazos, orar en otras lenguas fortalece tu espíritu. Tu espíritu es más poderoso
que tu carne, y mientras lo dejes fluir, la carne sencillamente tendrá que someterse. La mayoría de los
creyentes no comprenden eso. Cuando se sienten oprimidos por algún pecado, en vez de vencerlo a
través de las armas de Dios —como orar en el Espíritu—, continúan luchando para vencer en lo natural.
Si te encuentras atrapado en esa clase de ciclo, ¡anímate! Dios no te ha ordenado ser más espiritual de lo
que puedes ser. Él conoce tus debilidades y te ha dado una estrategia para vencerlas. Te ha dado la
habilidad de orar en lenguas―y con tu entendimiento para manejar la espada del Espíritu, la cual es la
Palabra de Dios. A pesar de tus fracasos en otras áreas, tú puedes hacer estas cosas.
Ten la seguridad de que Satanás tratará de persuadirte de lo contrario. El diablo sabe que una vez que
aprendas a someter la carne, él no tendrá lugar en tu vida. Le cerrarás la puerta y ya no podrá entrar.
Renueva hoy tu decisión de orar en el Espíritu. Toma la decisión firme de seguir el mandato que Dios da
en Judas 20: «Edifícate… en tu más santa fe [progresa, crece como un edificio alto y más alto] orando en
el Espíritu Santo».