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La Dimensión simbólica del mundo de
los productos: El mundo productual
Resumen
Si el mundo natural fuera el ambiente propio del
hombre, no se tendría la necesidad de crear nue-
vos productos, es por esta razón que los procesos
de producción, uso, intercambio y consumo de
productos forman parte de la condición humana,
es decir, de su condición simbólica.
Este artículo explica el producto, como un
símbolo que permite al ser humano interactuar
con su mundo social, cultural y personal. Igual-
mente hace referencia a las funciones que des-
empeña el “mundo productual” en los diferentes
campos.
Posteriormente al interpretar el mundo pro-
ductual se resalta la importancia de la semiótica
simbólica que pretende reconstruir los sentidos
de los productos lo cual implica un trabajo de
carácter cualitativo que intenta conocer el sentido
subjetivo, particular de quienes lo incorporan en
la dinámica concreta de su vida cotidiana.
Palabras Claves: Símbolo, mundo productual,
semiótica, sentidos.
*
Magíster en Lingüística Universidad del Valle, Profesor Maestría en Semiología Universidad Industrial de Santander, Asesor
proyectos de grado Diseño Industrial Universidad Javeriana.
M A R K E T I N G
Álvaro Góngora Villabona*
algonvi@hotmail.com
Abstract
If the natural world were the own atmosphere
of the man, there would not be the necessity to
create new products. Therefore the processes of
production, use, interchange and consumption of
a new product are part of the human condition,
that is to say, of its symbolic condition.
This article explains the product concept, like
a symbol that allows the human being to interact
with its social , cultural and personal world. Also
it makes reference to the functions that the “pro-
ductual world” carries out in different fields.
Later on, when interpreting the productual
world it emphasizes the importance of the sym-
bolic semiotica that tries to reconstruct the senses
of products which implies a work of qualitative
character that tries to know the sense subjective,
of those who incorporate it in the dynamics of
their daily life.
Key words: Symbol, productual world, semiotic,
senses.
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 LA DIMENSIÓN SIMBÓLICA DEL MUNDO DE LOS PRODUCTOS: EL MUNDO PRODUCTUAL
Introducción
La falta de especialización del hombre para so-
brevivir, lo lleva a crear y transformar la realidad
material que lo rodea con el fin de hacerla apta
y adecuada para su vida. Es precisamente esta
condición de inadaptabilidad al medio lo que le
exige al hombre la construcción de realidades
materiales y sociales que le permitan configurar
el mundo para su vida.
Si el mundo natural fuera el medio ambiente
propio del hombre, no se tendría necesidad de
construir productos. La naturaleza es adversa al
hombre. Sus leyes son contrarias a la existencia
humana. Por ejemplo, leyes como la ley de la
inercia o de la entropía van en sentido contrario
al sentido de la vida humana. Le estabilidad de
la una y el deterioro que impone la otra no com-
paginan con la existencia humana que es perma-
nente exigencia de llegar - a - ser, de cambio, de
organización, de integración totalizante.
Es precisamente por medio de productos, de
objetos o de herramientas, que el hombre logra
liberarse de dichas leyes y configurar su medio de
acuerdo con sus necesidades y conveniencias. El
único mundo adecuado para el hombre es el mundo
transformado por el hombre mismo para su existen-
cia, es decir, el mundo de la cultura. Este mundo lo
construye el hombre con su acción dirigida hacia sí
mismo, hacia los otros hombres o hacia el mundo
natural. La acción sobre el mundo natural se con-
creta en la producción y uso de productos.
Podemos entender, en consecuencia, por pro-
ducto: toda materialidad procedente de la natu-
raleza y alejada en mayor o menor grado de la
misma, por fuerza de procesos de transformación
y creación, controlados por el hombre, para hacer
posible su vida. Dichos productos, adquieren un
sentido, una identidad y una razón de ser nueva,
la de la cultura humana.
Entre los productos, hay una subclase que son
las herramientas y que se emplean para suplir o
aumentar la capacidad del hombre para dominar
y manejar el mundo natural. Sus órganos, por no
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estar especializados, necesitan de productos espe-
cializados que el hombre construye para adaptar
lo natural a su condición humana.
El hombre busca satisfacer tres necesi-
dades humanas básicas con los produc-
tos: la de la regulación de temperatura
(refugios, vestuario, etc.), la del alimento
(productos de caza, cultivo, recolección,
preparación) y la de la comunicación
(transporte, transmisión de mensajes,
etc.).
1. El Producto es un símbolo
El mundo de los productos o “mundo productual”
existe en función de la vida del hombre mismo,
como una necesidad del ser. Por ello, participa
de la condición humana, es decir de su condición
simbólica. Forma parte del mundo del hombre
que es la cultura y como tal su sentido es humano.
Por ser símbolos, los productos permiten al ser
humano interaccionar con su mundo social y
personal, son parte fundamental en los procesos
de comunicación.
Los procesos de producción, uso, intercambio
y consumo de productos, constituyen, en parte,
la acción cotidiana del hombre, de su existencia.
Los productos forman parte de su cotidianidad y
reciben de ésta una gran carga de sentido. Es por
ello que se constituyen, como el hombre mismo,
en símbolo de dicha cotidianidad.
Se hacen significantes no sólo de su función
propia sino también de los procesos, agentes y
contextos socioculturales que intervienen en
su producción, uso, conservación, circulación,
intercambio, transformación y consumo.
El producto, en cuanto materialidad, es una
realidad exterior al hombre (opuesto, diferen-
te), y con identidad propia. Pero, en cuanto es
producto, es humano. Pertenece al mundo de la
cultura y no al mundo natural. Es en este mun-
do de la cultura, en donde el producto adquiere
originariamente su fuerza simbólica que lo lleva
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a no hablar de otra cosa que del hombre mismo
y de su mundo.
La acción del hombre, diferente a la de la
naturaleza, le da al producto su carácter cultural,
artificial, creativo. El hombre, al producir el pro-
ducto, lo sitúa en el ámbito de su mundo; como
realidad cultural, adquiere una identidad particu-
lar. Comparte el sentido común que le asigna la
cultura, pero se recrea permanentemente por el
sentido personal que le aporta cada sujeto en el
contexto histórico en el cual lo utiliza.
Como obra humana, los productos son conoci-
dos por el hombre, en primer término y a nivel de la
razón, por su función. Tienen una finalidad de uso.
En este aspecto, el producto es asumido ya como
signo: su sentido es su uso. Una vez constituido
como producto, le sirve al hombre como mediación
con otras acciones, como las de producir nuevos
productos (herramientas), manejar otros productos
(instrumentos), adquirirlos (dinero, mercancías),
protegerlos (empaques), etc. En el campo de lo
social, los productos se hacen mediadores de la
comunicación (medios), de la expresión de sen-
timientos (regalos), de reconocimiento (condeco-
raciones), de identificación (cédula, placas), de
teorías (textos), etc. Todos estos sentidos media-
dores son posibles por su condición determinada
y concreta de signos de su uso.
Pero a pesar de tener esta condición sígnica,
el mundo productual mantiene su condición
simbólica, es decir abierta a la posibilidad de
nuevos sentidos. Es por fuerza de la facultad
de la imaginación, que el mundo productual no
pierde esta condición simbólica, gracias a la cual
se abre a la inagotable posibilidad del sentido y
se hace enigmático y ambiguo.
El producto simboliza sentidos complejos,
indeterminados, evocadores de las experiencias
y sentimientos del hombre mismo, de sus imá-
genes y representaciones, de sus expectativas y
frustraciones, de sus sentimientos y pasiones, de
sus proyectos y valores, de sus sueños y reali-
zaciones. Ello constituye, como afirma Barthes
(1990:247), una paradoja:
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La paradoja que quisiera señalar es que
estos productos que tienen siempre, en
principio, una función, una utilidad, un
uso, creemos vivirlos como instrumentos
puros, cuando en realidad suponen otras
cosas, son también otras cosas: suponen
sentido; dicho de otra manera, el producto
sirve efectivamente para alguna cosa, pero
sirve también para comunicar informacio-
nes; todo esto podríamos resumirlo en una
frase diciendo que siempre hay un sentido
que desborda el uso del producto.
Los productos, en cuanto símbolos, no son
autónomos, no existen aislados, siempre estable-
cen relaciones con otros productos. Constituyen
mundos o submundos productuales que exigen
de parte de los miembros de cada grupo social,
una organización cultural.
2. La Interpretación del mundo productual
La semiótica simbólica pretende, con su análisis
e interpretación, reconstruir los sentidos de los
productos más allá de su sentido de uso, aquellos
sentidos considerados como sentidos disfuncio-
nales, los cuales se originan porque el mundo
productual, como el hombre mismo, es cambiante
por fuerza de las condiciones de los sujetos y del
contexto concreto en el cual éstos existen.
Es por lo anterior, que una semiótica de
los productos no puede ser simplemente una
descripción de los sentidos convencionales de
uso, sino, además, una reconstrucción de los
sentidos que, como símbolo, le crean los sujetos
históricamente.
Reconstruir los sentidos del producto implica,
por tanto, un trabajo de carácter cualitativo, es
decir, un trabajo que busca conocer no el senti-
do objetivado, institucionalizado, sistematizado,
sino el sentido subjetivo, particular de quienes
lo incorporan en la dinámica concreta de su vida
cotidiana.
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 LA DIMENSIÓN SIMBÓLICA DEL MUNDO DE LOS PRODUCTOS: EL MUNDO PRODUCTUAL
Son los sujetos los que, al utilizar los produc-
tos, los cargan con sentidos de su propio mundo
de la vida y los hacen mediadores de éste. Debido
a que el mundo personal implica no solamente
aspectos comunes con el mundo de los otros
sujetos, sino, además, aspectos individuales y
diferenciadores que solamente conoce el sujeto,
es necesario aproximarnos a éste para que nos
comunique su mundo de sentido que es el mundo
del cual el producto se hace símbolo.
Ello implica que el análisis semiótico de los
productos como símbolos no se puede lograr
con la simple observación, sino que exige una
metodología de corte cualitativo que, a través
de una interacción sistemática con los sujetos
que los usan o simplemente los consumen, per-
mita la reconstrucción del sentido que éstos les
construyen.
El sentido de los productos es, en primer
término, particular y no general. Los productos
son símbolos de mundos personales o de mun-
dos de grupos particulares. Es por ello que una
semiótica simbólica de los productos inicia su
tarea reconstruyendo los sentidos particulares
de los mismos.
Esta reconstrucción debe ser organizada;
los sentidos deben ser ordenados, clasificados e
interpretados de tal manera que permitan ser inte-
grados de nuevo en una totalidad de sentido como
sentido del producto estudiado. De esta manera,
lograremos establecer su identidad simbólica,
es decir, aquello por lo cual ese producto, como
símbolo, es ese y no otro.
Los sentidos de los productos que logramos
reconstruir y organizar, por ser sentidos simbó-
licos, nunca son sentidos finales. Estos sentidos
se hacen, a su vez, significantes simbólicos de
nuevos sentidos, los cuales deben también ser
reconstruidos a través de nuevos procesos de
interpretación.
En la interpretación, procesamos el sentido
para lograr un nuevo sentido. Se busca producir
el sentido a partir del sentido, o, si se quiere,
crearle sentido al sentido. Este proceso se
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desarrolla a partir de la fuerza creadora de la
imaginación.
Con lo anterior, estamos afirmando que una
semiótica simbólica de los productos implica una
trabajo de carácter hermenéutico. Debe apoyarse
en los procesos de expresión y recepción. Este es
un proceso complejo que necesita de un esfuerzo
común de los sujetos implicados en la dinámica
del mundo productual.
El trabajo interpretativo exige, cada vez,
niveles superiores de sentido, que apuntan hacia
totalidades o sistemas de sentido a las cuales de-
nominamos, también, <universos de sentido>,
<mundos de la vida>, <sistemas teóricos> que
se constituyen como transfondo cultural de la
acción humana.
Es desde la perspectiva de cada uno de estos
universos desde donde los sentidos particulares
del mundo productual logran integrarse en tota-
lidades de sentido, cada vez mayores. Logran un
nivel de genericidad que permite al hombre con su
mundo reconocerse no solamente como individuo
sino como miembro del género humano.
3. Límites y alcances de la investigación semió-
tica de los productos
El trabajo de investigación en semiótica de los
productos, se propone y debe alcanzar niveles
superiores de sentido. Solamente así habrá un
aporte que enriquezca los sistemas teóricos, ya
sea para reforzarlos, replantearlos, ampliarlos,
cuestionarlos o sustituirlos.
Lo anterior quiere decir que la investigación
semiótica del mundo productual se mueve prefe-
rentemente en la dirección que lleva el símbolo,
es decir, hacia la producción de sentidos que sean
de un nivel superior a aquel que les sirvió de
base. El único obstáculo que se puede encontrar
en este proceso de producción de sentido es el
de los límites de los referentes cognitivos del
investigador. Si éstos son reducidos, sus logros
también lo serán, pero si éstos son amplios podrá
avanzar notoriamente.
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En consecuencia, el límite del sentido de los
productos no está en ellos mismos, sino en quie-
nes los interpretan. Somos los hombres y no las
formas simbólicas, los limitados en la producción
del sentido. El símbolo siempre está abierto a
sentidos nuevos.
Desde la perspectiva de una semiótica sim-
bólica, un producto en particular y el mundo pro-
ductual en general, son una mediación cultural
compleja, abierta e inagotable. Siempre tienden
hacia sentidos nuevos e impredecibles. Es preci-
samente este carácter simbólico el que le otorga
al producto y a su mundo su importancia en los
procesos de humanización. Todo compromiso con
el mundo de los productos es, en definitiva, un
compromiso con el mundo del hombre.
La mayor o menor producción del sentido del
mundo productual depende de las relaciones que
el imaginario pueda crear con los universos de
representación dentro del cual se pueda enmarcar
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D E M A R K E T I N G
dicho mundo. Los límites concretos del sentido
del mundo productual están determinados funda-
mentalmente por los límites de estos universos
de representación en cada sujeto.
Lo anterior significa que, como los senti-
dos no son inmanentes a los productos ni a su
mundo, la fuerza simbólica de éstos no está en
la mediación material en sí, sino en el hombre
que la produce. Es de la dimensión simbólica del
hombre de la que se alimenta el producto como
símbolo y no al contrario.
El sentido de los productos tiene al hombre
como fundamento único en cuanta realidad
simbólica primordial, pero también como su ho-
rizonte. Considerar el mundo productual desde
la perspectiva del símbolo es abordarlo como
una realidad específicamente humana, capaz de
evocar el mundo externo e interno del hombre en
toda su grandeza o en toda su vacuidad.
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