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ANTONIO MACHADO Y LA DESCRIPCIÓN

DEL PAISAJE

[Antonio Machado para lectores juveniles]

Fernando Carratalá Teruel


Antonio Machado ante el paisaje.

Se ofrecen a continuación tres textos descriptivos del poeta Antonio Machado -el
primero, comentado; el segundo, comentado y acompañado de un cuestionario de
preguntas complementarias; el tercero, por comentar, o más propiamente hablando,
con comentario guiado-, en los que el paisaje -y los personajes en él integrados- se
convierte en el auténtico protagonista; descripciones de campos y ciudades que tienen
en común su alta calidad literaria.

Texto 1. Antonio Machado evoca, en una noche de luna, la ciudad de Soria,


empobrecida y descuidada, pero bellísima a sus ojos y a su sensibilidad.

¡Soria fría. Soria pura,


cabeza de Extremadura,
con su castillo guerrero
arruinado, sobre el Duero;
con sus murallas roídas
y sus casas denegridas!

¡Muerta ciudad de señores


soldados o cazadores;
de portales con escudos
de cien linajes hidalgos,
y de famélicos galgos,
de galgos flacos y agudos,
que pululan
por las sórdidas callejas,
y a la media noche ululan,
cuando graznan las cornejas!

¡Soria fría! La campana


de la Audiencia da la una.
Soria, ciudad castellana
¡tan bella! bajo la luna. [1]

“Campos de Soria” se compone de nueve partes, que le sirven a Machado para


plasmar, en versos emocionados, su visión de las tierras sorianas: el paisaje y sus
gentes, la vida rural en las diferentes estaciones -a excepción del verano-, la ciudad
de Soria -evocada en los anteriores versos-... Las tres últimas partes, que forman un
bloque unitario -y que comienza con los versos “Colinas plateadas, / grises alcores,
cárdenas roquedas / por donde traza el Duero ...”- son una amorosa despedida de esos
paisajes y gentes tan allegados a su sensibilidad, acaso cuando el autor va a
marcharse a París, a fines de 1910, acompañado de Leonor Izquierdo. Pocas veces se
ha logrado en la poesía de nuestro tiempo una emoción tan lírica como sostenida y
tan desprovista de hojarasca retórica como en estos sugestivos versos.

Antonio Machado nos ofrece en estos versos una melancólica visión de la bella y
decrépita ciudad de Soria -en en paradójico desacuerdo entre el sentimiento y la
razón-; y en un sencillo lenguaje poético que no necesita de complicadas imágenes
para alcanzar un inigualable poder de comunicación. En efecto, una intensa emoción
recorre este poema VI -“Soria fría, Soria pura, [...]”-, en cuyos versos de tono
exclamativo -ejemplo del llamado estilo nominal, con predominio de nombres y
adjetivos sobre verbos-, Machado sintetiza con delicado acierto poético la impresión
de ruina y decadencia que la evocación de Soria le suscita: el castillo está arruinado
(verso 4); las murallas, roídas (verso 5); las casas, denegridas (verso 6); el glorioso
pasado de “ciudad de señores / soldados o cazadores” (versos 7, 8), con escudos
nobiliarios que presiden las fachas de antiguas casonas (versos 9, 10), está muerto
-“muerta ciudad”- (verso 7); y la gloria del ayer contrasta dramáticamente con la
miseria del hoy: sórdidas callejas (verso 14) por las que pululan (verso 13) famélicos
galgos (verso 11), tan hambrientos, que por su figura son agudos (verso 12). Las
sensaciones auditivas son también desagradables: los galgos ululan -aúllan, dan
alaridos- (verso 15), graznan las cornejas (verso 16). Los versos finales, sin embargo,
encierran la manifestación de todo el amor que Machado siente por Soria, “ciudad
castellana / ¡tan bella! bajo la luna” (versos 19, 20).

Texto 2.

Las ascuas de un crepúsculo morado


detrás del negro cipresal humean...
En la glorieta en sombra está la fuente
con su alado y desnudo Amor de piedra,
que sueña mudo. En la marmórea taza
reposa el agua muerta. [2]

Apoyo léxico.

Ascua. Pedazo de cualquier materia sólida y combustible que por la acción del fuego se pone
incandescente y sin llama. (El vocablo está usado metafóricamente -ascuas... humean- para
describir el enrojecimiento propio del cielo en el momento del ocaso).
Crepúsculo. Claridad que hay -y tiempo que dura- desde que se pone el Sol hasta que es de noche.
Marmórea. De mármol.
En una primera lectura, el poema no pasa de ser una simple descripción paisajística:
Machado describe una puesta de sol detrás de un cipresal; y una plaza en sombra con
una fuente de mármol, rematada con una estatua de Cupido, y en cuyo receptáculo
redondo y cóncavo el agua está parada. (Una vez deshechos los hipérbatos -que
responden a exigencias rítmicas de los endecasílabos-, esta es la reescritura de las
oraciones, ajustadas a la ordenación propia de la prosa, y con la puntuación más
adecuada: “Las ascuas de un crepúsculo morado humean detrás del negro cipresal. La
fuente, con su alado y desnudo Amor de piedra que sueña mudo, está en la glorieta en
sombra. El agua muerta reposa en la taza marmórea”).

Una relectura más en profundidad del poema permite comprobar que esa
descripción paisajística que efectúa Antonio Machado no es sino la proyección del
propio estado anímico de abatimiento en que el poeta se encuentra, y que traslada al
lector, invadido por una profunda tristeza y emoción de melancolía. La comparación
tácita entre agua parada y organismo muerto es el fundamento que le permite a
Antonio Machado emplear la expresión metafórica agua muerta, con el que culmina
un poema que ha ido intenficando la gravedad de su contenido; un contenido que
alude a la existencia lánguida del poeta con sus ilusiones muertas. Estas son,
preciamente, las palabras esenciales del poema que conllevan “marcas semánticas” de
muerte: ascuas, crepúsculo, morado, negro, cipresal, humean, sombra, piedra, sueña,
mudo, marmórea, reposa; palabras todas ellas situadas en una posición de relevancia
expresiva por cargar sobre ellas los acentos fundamentales de los versos
endecasílabos. El color negro dominante evoca la noche, y la oscuridad subsiguiente
se identifica con la muerte: el poeta ha perdido la ilusión por la existencia.

Trabajo de aula

Preguntas de comprensión.

1. En una primera lectura, el poema no pasa de ser una simple descripción


paisajística. Explicarla literalmente con palabras propias.

2. Una relectura más en profundidad del poema permite comprobar que esa
descripción paisajística que efectúa Antonio Machado no es sino la proyección de su
propio estado anímico. ¿Cuál es ese estado anímico?

3. ¿Cómo puede interpretarse, en el contexto del poema, la expresión “agua muerta”,


del verso 6?
Preguntas de expresión.

1. La expresión de estados anímicos de soledad o de abatimiento ha generado


múltiples textos literarios en todas las épocas y estilos. Tomando como referencia el
poema de Antonio Machado, escribir una breve composición poética que manifieste
un estado anímico más o menos depresivo por el que se hayas atravesado.

2. Reescribir el poema de Antonio Machado en prosa, y de acuerdo con la ordenación


lógica de los elementos oracionales basada en la determinación progresiva (sujeto-
verbo, núcleo-término adyacente, etc.).

Preguntas de reflexión gramatical.

1. El vocablo cipresal -sitio poblado de cipreses- es un nombre colectivo formado por


el lexema ciprés y el sufijo -al. Enumerar otros sufijos que, con el significado de
“conjunto” -o bien de “lugar en que abunda el nombre primitivo”, como en el caso de
cipresal,- se emplean en la derivación de nombres. Los sufijos irán acompañados de
los correspondientes ejemplos.

[Estos son los principales sufijos derivativos que entran en la formación de otros sustantivos con el
significado de “conjunto” (o de “lugar en que abunda el nombre primitivo”): -al/-ar (arrozal,
peñascal; pinar, palomar), -ada (fritada, muchachada, vacada), -ado (alcantarillado, alumnado), -
aje (cordaje, cortinaje, ramaje), -amen (maderamen, pelamen, velamen), -eda (alameda,
avellaneda, rosaleda) -edo (hayedo, robledo), -ena (decena, docena, quincena), -ería (chiquillería,
morería, palabrería), -ío (gentío, mujerío), -menta (cornamenta, osamenta, vestimenta)].

2. ¿Qué palabras contienen un hiato y cuál es su efecto expresivo?

[La secuencia de dos vocales abiertas de las palabras humean (verso 2) y marmórea (verso 5), al no
pronunciarse dentro de una misma sílaba y formar parte de sílabas consecutivas, constituyen un
hiato (/e.a/); y, al seguir las reglas generales de la acentuación ortográfica, la palabra humean no
lleva tilde, por ser llana terminada en -n; y la palabra marmórea sí la lleva, por ser esdrújula. En la
sílaba -me-, de la palabra humean, recae el acento estrófico (sílaba décima); y la palabra marmórea
contiene una sinéresis, que convierte el hiato (e.a) en diptongo (/ea/) (sílaba poética /rea/), y, de esta
forma, el endecasílabo es sáfico, con acentos rítmicos en cuarta y octava sílaba -además del acento
rítmico en la segunda y el estrófico en la décima-: “que suéña múdo. En la marmórea táza”].

3. Entresacar del poema aquellos vocablos que contienen “marcas semánticas” de


muerte.
Texto 3. Desde Baeza -Andalucía-, Antonio Machado, ausente del paisaje soriano,
recuerda con nostalgia la llegada de la primavera, esa primavera que compartió muy
pocos años con su esposa, enterrada en el cementerio de El Espino. El poema
concluye, precisamente, con el ruego al periodista amigo, José María Palacio, de que
deposite las primeras flores primaverales en la tumba de Leonor Izquierdo.

A José María Palacio

Palacio, buen amigo,


¿está la primavera
vistiendo ya las ramas de los chopos
del río y los caminos? En la estepa
del alto Duero, primavera tarda,
¡pero es tan bella y dulce cuando llega!...
¿Tienen los viejos olmos
algunas hojas nuevas?
Aún las acacias estarán desnudas
y nevados los montes de las sierras.
¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa,
allá, en el cielo de Aragón, tan bella!
¿Hay zarzas florecidas
entre las grises peñas,
blancas margaritas
entre la fina hierba?
Por esos campanarios
ya habrán ido llegando las cigüeñas.
Habrá trigales verdes,
y mulas pardas en las sementeras,
y labriegos que siembran los tardíos
con las lluvias de abril. Ya las abejas
libarán del tomillo y el romero.
¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetas?
Furtivos cazadores, los reclamos
de la perdiz bajo las capas luengas,
no faltarán. Palacio, buen amigo,
¿tienen ya ruiseñores las riberas?
Con los primeros lirios
y las primera rosas de las huertas,
en una tarde azul, sube al Espino,
al alto Espino donde está su tierra...

Baeza, 29 de abril de 1913.


Apoyo léxico.

José María Palacio. Director del periódico Tierra soriana. Amigo íntimo de Antonio Machado. Sus
respectivas mujeres eran primas hermanas.
Estepa. Terreno más o menos llano y extenso, con una vegetación poco densa y, en general, sin
árboles.
Moncayo. Monte e importante núcleo orográfico del Sistema Ibérico, en la zona limítrofe de Soria y
Aragón.
Sementera. Tierra sembrada.
Tardíos. Sembrados de frutos tardíos.
El Espino. Nombre del cementerio de Soria, en donde está enterrada Leonor Izquierdo, esposa del
poeta.

Propuestas didácticas para un comentario guiado

1. Justificar el tono nostálgico que se lee entre líneas a lo largo de todo el poema.

2. Comentar los efectos estilísticos que obtiene Machado combinando el empleo del
presente -en una serie de preguntas dirigidas a José María Palacio- con el del futuro
de probabilidad, para recordar, con melancolía dulce y honda, la llegada de la
primavera a las tierras sorianas.

3. Analizar la descripción poética que efectúa Machado -desde Baeza- de la


naturaleza y el paisaje sorianos: el advenimiento de la primavera -salpicado de color-,
las costumbres campesinas de Castilla, etc.

NOTAS.

[1] Antonio Machado: “Campos de Soria”, VI; en Campos de Castilla. Madrid,


ediciones Cátedra, 1989. Colección Letras Hispánicas, núm. 10.

[2] Antonio Machado: Soledades. Galerías. Otros poemas. (Del camino, XIII).
Madrid, ediciones Cátedra, 1990, 10.ª edición. Colección Letras Hispánicas núm.
180.

[3] Antonio Machado. Campos de Castilla. Madrid, ediciones Cátedra, 1989.


Colección Letras Hispánicas, núm. 10.

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