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Nuestro caballero deba tener al redor de 50 años. Derecho, seco de carnes, de rostro
serio, gran madrugador y amigo de la caza, se llamaba Quijada o Quesada.
Importa saber que este caballero pasaba sus ratos de ocio leyendo libros de caballería y
se dedicó enteramente a leer sobre este tema que se fascino de tal modo que olvido su
hacienda, dejo la caza, vendió sus tierras y se dedicó por entero a leer y mientras leía
‘’Los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las estrellas os fortifican, y
os hace’ y algunas expresiones como esas, perdía el juicio se desvelaba por entenderlas.
Así pasaba las noches de tanto leer poco dormir, se le seco el cerebro y perdió el buen
juicio. Se le lleno la cabeza con historias de encantamientos y de pendencias de batallas
y desafíos, amores y disparates imposibles y a tal punto creyó verdad lo que leía, para él
no había otros hechos más reales en el mundo. Decía que el Cid había sido un buen
caballero pero que no se le podía compararse con el caballero de la ardiente espada.
Rematando en su juicio pareció necesario para el aumento de su honra y el bien de su
república, armarse cabalero e irse por el mundo con sus armas y su caballo.
Para ello limpio unas armas que habían sido de sus bisabuelos y les hizo arreglos que
creyó necesarios para adecuarlas al nuevo fin. Fue luego a ver a su caballo y aunque
estaba flaco y viejo, le pareció el babieca del Cid y paso cuatro días pensando el nombre
que le pondría. Por fin decidió ponerle ‘rocinante’
Después quiso elegirse un nombre para sí mismo y al cabo se nombró ‘’Don Quijote’’
Cumplidos los primeros requisitos propios de los caballeros andantes, Don quijote no
quiso esperar más tiempo para salir por el mundo a deshacer entuertos y agravios.
Asíque unas mañana calurosa tomo sus armas y montado en su ‘rocinante’ salió al
campo, lleno de alegría y sin que nadie lo viera.
Mientras atravesaba los campos montado en su pobre ‘Rocinante’ iba recitando trozos
de historias que recordaba o inventando otras.
Todo el día anduvo son encontrar ninguna aventura, pero casi al caer la noche paso cerca
de una posada donde dos mujeres jóvenes conversaban en la entrada. Don quijote, en
su locura creyó ver un castillo 2 doncellas y hacia allí se dirigió
Las dos mujeres al ver tan extraño personaje, corrieron asustadas, pero este hablo:
-No huyan vuestras mercedes, ni teman desaguisado alguno que ningún daño are a tan
bellas doncellas como vuestra presencia demuestran.
Al oír estas palabras las jóvenes se pusieron a reír pero el caballero continúo hablándoles
en el mismo tono. Pero como ellas continuaban sus risas, llego allí el posadero para ver
lo que ocurría y cuando vio la extraña figura de Don Quijote, también estuvo a punto de
reírse pero no ando el tamaño de a espera que portada hablo cortésmente:
Si vuestra merced, señor caballero, busca posada, aquí hallara menos lecho, pues no lo
hay.
-Para mi señor castellano, cualquier cosa basta, pues mis arreas son las armas y mi
descanso el pelear.
Acepto con gusto la comida que le ofrecieron, sin caer en la cuenta de las burlas que
provocaba su aspecto, pues su única preocupación era por el momento, encontrar quien
pudiese armarlo caballero.Así terminada la cena, llamo aparte del posadero
encerándose con él en la caballeriza, se hinco a sus pies diciéndole:
-No me levantare jamás de donde estoy hasta que vuestra cortesía me entrega el don
que pedirle que quiero
Los mercaderes se pararon a ver y a oír a tan extraño personaje y uno de ellos le contesto
en tono burlón que para afirmar semejante cosa debían ver aunque sea un retrato de
ella.
-La importancia está en que sin verla no habéis de confesar, jurar y defender. Si no
conmigo sois en batalla; gente descomunal y soberbia – les respondió con quijote y
como los mercadores se reían de tal situación, fueron atacado por el ofendido caballero,
quien en su intento cayó al suelo por un tropiezo de rocinante.
Uno de los criados que venia con los mercaderes, al oír las arrogantes palabras de Don
Quijote, se acercó hasta él con un pedazo de lanza rota en la caída y comenzó a molerlo
a palos, deteniéndose solo por pedido de sus amos.
Cuando los mercaderes y sus criados se hubieron ido, intento Don Quijote levantarse,
pero os palos recibidos y la pesada armadura se lo impidieron. Maltrecho pero feliz con
su primera aventura, se imaginaba el personaje de una singular u heroica batalla y
dirigiéndose a su ama le decía:
O no lo sabes, señora,
Pasaba por ahí un labrador vecino suyo quien acercándose al ver un herido, lo reconoció.
Pero Don Quijote le contesto recitándole la historia que imaginaba a vervivió tomándolo
a él por otro de los personajes imaginarios. Ellabrador, al escuchar semejantes
disparates en la boca de su vecino, lo recargo sobre rocinante, y decidió llevarlo hasta
su casa pensando que la sobrina y el ama podrían atenderlo. Cuando llegaron a la casa
de don quijote allí encontraron además de la sobrina y el ama, al cura y al barbero del
pueblo, todo mis alborotados por la ausencia de Don Quijote. Al verlo llegar mal herido
y escuchar el relato el ama exclamó:
- ! Malditos sean esos libros de caballería que han provocado la desgracia de mi señor ¡
Como todos estaban convencidos de que la locura y desgracias de Don Quijote se debía
a su afición a los libros, decidieron acabar con ellos quemándolos para evitar que los
volviese a leer.
El cura, el barbero, la sobrina y el ama, entraron a la habitación donde estaban los libros
y fueron revisando y tirando por la ventana hacia el corral donde luego les prenderían
fuego. Terminada esa tarea hicieron tapiar la puerta de tal modo que pareciera que esa
habitación nunca había existido.
A los 2 días Don Quijote se levantó ya repuesto y lo primero que hizo fui ir a la habitación
donde estaban los libros pero al no encontrar la puerta pregunto a la ama que había
ocurrido. El ama le dijo:
-El día que usted partió, llego un encantado sobre una nube, entro al aposento sin que
pudiéramos ver que es lo que hacia allí dentro, y al cabo de una hora salió dejando la
casa llena de humo y desapareciendo la habitación.
-Debe ser Fréston muy enemigo mío pues sabe que yo enderezo los entuertos que él
hace.
Durante 15 días estuvo Don Quijote muy sosegado en su casa, pero finalmente fue a
visitar a un labrador de la zona a quien convenció de que fuese su escudero,
prometiéndole en recompensa algún reino o el gobierno de alguna de las islas que
conquistasen. Con esas promeses Sancho panza, que así se llamaba el labrador, decidió
dejar a su mujer y sus hijos para convertirse en el escudero de su vecino.
Don Quijote debió, además, malvender algunos bienes para conseguir un poco de
dinero, y cuando estuvo listo fijo el día y lugar de la partida advirtiéndole al escudero
que llenase de comida algunas alforjas. Así partieron una noche sin que nadie los viese
Don Quijote montado en Rocinante y Sancho Panza en su asno que había conseguido a
falta de caballo. Montado en su asno como como patriarca, iba Sancho Panza pensando
y soñando en los tiempos venideros cuando fuera gobernado de una isla y el venturoso
destino de su mujer y de sus hijos
-La ventura nos ha guardo porque allí veo más de treinta desaforaos gigantes quieres
venceremos, y con sus despojos comenzaremos a enriquecernos.
-Mire vuestra merced que aquellos no son gigantes si no molinos de viento – Replico
Sancho
-Bien se ve que no conoces de aventuras – Dijo Don Quijote – Si tienes miedo quítate
del camino y ponte en oración, mientras yo entro en desigual batalla con ellos.
Y así sin escuchar los gritos de su escudero, se lanzó contra los molinos de viento
diciendo:
A todo galope de Rocinante, embistió con su lanza al primer molino de viento que
encontró. La lanza golpeo una de las aspas y el viento volvió con tanta fuerza que hizo
rotar al caballo y al caballero arrojándolos a la tierra.
-¡Válgame Dios! – Dijo Sancho llegando en su auxilio -, ¿no le dijo que eran molinos y no
gigantes?
- Calla amigo Sancho, que el mismo sabio Fréston que me robo los libros y el aposento,
ha convertido a estos gigantes en olimos para quitarme la gloria de vencerlos –
Respondió Don Quijote.
Cuando llego la noche pararon a descansar debajo de una de los árboles de donde Don
Quijote Quito la rama seca para rehacer su rota espada, recordando casos similares en
que otros caballeros habían hecho lo mismo.
De pronto vinieron venir por el camino a 2 frailes de San Benito montados en mulas y
detrás de ellos a un coche acompañado por 4 o 5 jinetes y 2 mozos a pie. Apenas Don
Quiote los diviso, le dijo a su escudero:
-Esta ha de ser la más famosa aventura que se haya visto, pues eso bultos negros deben
ser encantadores que llevan a alguna princesa cautiva.
- Mire vuestra merced que aquellos son frailes de San Benito y los del coche perecieran
ser pasajeros con escolta. (Después se supo que en el coche venia una rica señora que
se dirigía escotada hacia Sevilla.)
Don quijote, desdeñando los consejos de su escudero se paró en la mitad del camino y
les hablo en voz alta:
Los frailes replicaron sombrados que ellos eran gente pacífica, religiosos que nada que
nada tenían que ver con quienes venían en el carruaje.
-Yo os conozco, canallas – Les contestó Don quijote, el tiempo que arremetía contra uno
de los frailes, quien al ver el peligro se arrojó al suelo, mientras el otro hija despavorido.
Sancho aprovecho la ocasión para despojar al fraile caído de todo cuando pudiera tener
el valor, alegando que era el botín de la batalla que acababa de ganar su amo. Los mozos
que venían a pie, al ver y escuchar lo que Sancho decía, comenzaron a dales coces hasta
dejarlo tendido, situación que aprovecho el fraile para subir a su mula u huir por el
mismo camino de si compañero.
Entretanto, Don Quijote se había acercado al coche y le decía así a la dama que allí
estaba:
-¡Anda caballero, que si no dejas el coche, aquí te quedas muerto, como que soy
vizcaíno!
-¡Si fueras caballero, que no lo eres, ya te hubiera castigado por semejante atrevimiento!
– a contesto Don Quijote.
El duelo termino cuando Don Quijote, con media oreja mejor u habiendo derribado del
cabello al vizcaíno le puso la espada al pecho, mientras le ordenaba que se rindiese.
Ante semejante escena, una de las señoras que iban en el coche se acercó hasta el
triunfante caballero y le pidió que perdonase la vida de su escudero vizcaíno.
-Solamente con la condición que este caballero rendido prometa ir hasta el Toboso y
relatarle esta historia a mi amada Dulcinea, poniéndose a su disposición.
Las damas se apresuraron en decir que si antes de escuchar lo que se les pedía, ya que
ninguna intención tenia de cumplir con las promeses hechas a tan disparatado
personaje.
Sancho Panza, quien con bastante dificultad se había podido levantar del piso, se acercó
hasta donde estaba su señor para ayudarlo a subir al caballo, y asiéndole la mano se la
beso diciéndole:
-Señor mío Don Quijote, espero que me conceda el gobierno de la isla ganada en esta
batalla.
-Adviértete, amigo Sancho – le contesto Don Quijote- que esta aventura, y otras másque
tendremos como estas m no son aventuras de islas ni de reinos si no que se encrucijadas
donde lo única que se gana son algunos golpes y una oreja rota. Tened paciencia, que
ya tendremos islas donde poder ofrecerte no solo el gobierno de unas idla sino muchas
mas
Al anochecer, se apearon para comer algo de lo que traía Sancho en sus alforjas, y viendo
cerca de unas chozas, se acercaron para pasar allí la noche.
El las chozas habían unos pastorees que recibieron amablemente a Don Quijote y a
Sancho, invitándolos a compartir con ellos su humilde comida. Durante la velada que
siguió a la cena Don Quijote se interrogue al día siguiente seria enterrado un joven
pastor, muerto de amoral comprender la indiferencia de su amada, Marcela. Quiso que
le contasen a Don Quijote como había sucedido la trágica historia del joven pastor
llamado Grisóstomo y así supo de la existencia de la bella e indiferente Marcela, por
quien todos los jóvenes del lugar suspiraban. Entusiasmado por el relato de ese, otros
desengaños amorosos se dispuso a asistir junto con los pastores al entierro del joven
Grisóstomo. Y estando allí conoció, además que la tal Marcela era también pastora y
que desdeñando los permanentes reclamos de sus admiradores se obstinaba en vivir en
la soledad del monte y de la sierra, reclamando para si el derecho de amar a quien ella
quisiera y no a quien la amara.
Ante tal situación, nuestro héroe tomo partido por ella e internándose en el monte
donde todos aseguraban que vivía Marcela, salió en su búsqueda para ofrecerle
protección frente a las asechanzas de tan obstinados amantes.
El caballo de Quijote fue atraído por unas yeguas las cuales le dieron una mala recibida
al podre rocinante Quijote de tan enfadado fue a defenderlo pero eran 20 hombres
cuidando a las hembras el caballo de don quijote quedo tendido fue su coraje y se fue
contra los hombres a defenderlo pero sancho le recordó que eran 20 hombres.. Ósea,
pues más que el Intento ayudar sancho perono pudieron y ambos terminaron heridosy
se echó la culpa por lo sucedido por su caballoy por ellos platicaron por lo
sucediódiscutían porque sancho lo quería hacer ver la realidad no su fantasía de
caballeros, aunqueél se hubiera prestadoa seguir la aventura Quijote como siempre
aferrado no hizo caso a sancho.
Cuando el posadero los vio llegar tan maltrechos, pregunto a Sancho por lo que sucedió,
mintiéndole este que se encontraba así por haber caído del barranco. La esposa del
posadero, mujer caritativa, se dolió del estado de sus huéspedes y los condujo a un viejo
granero y les preparo unas improvisadas camas donde los acomodó y comenzó a
curarlos.
-Quisiera buena señora, hallarme en condiciones de pagaros tan generosa merced, pero
quiso mi desventura que me encontrases quebrantando el dolor y tener por prometida
a la bella Dulcinea de Toboso y por estas razones no puedo aprovechar la ocasión que
vuestra gran bondad me ofrece.
Al oír estas palabras, todos regresaron a sus sitios en medio de la oscuridad de la noche.
Cuando al rato el cuadrilátero regreso con un candil en la mano y viendo a Don Quijote
vivo, e dijo en tono amable:
-En vuestro yo sería mejor educado. ¿O es que se usa aquí dirigirse sin respeto a los
caballeros andantes? ¡Sois un majadero!
-Pues este gigante que lo atacó a vuestra merced, luego me debe atacado a mí, pues
siento el cuerpo más dolido que después de los ataques de los arrieros – Respondió
Sancho.
Al día siguiente, el posadero los hecho del lugar aduciendo que no queríamás problemas
y reclamándoles el pago de los servicios.
Sancho, dolorido aun de los golpes que había recibido, gritaba y pedía auxilio en cada
caída, mientras los hombres y el posadero reían de buena gana, lanzando estruendosas
carcajadas.
Las quejas hicieron regresar a Don Quijote hacia la posada, y cuando finalmente Sancho
pudo liberarse se dijo:
-Bien se nota que aquel es un castillo encantado y quienes nos trataron así no son más
que fantasmas y gentes de otros mundos.
-Lo único que yo sé – Respondió Sancho-, es que lo único que hemos logrado hasta ahora
son palos y manteadas, en estos razonamientos estaba cuando don quijote estallo
señalo una polvareda, que según su parecer debía ser causada por un ejecito, a lo cual
Sanco respondió:
-En este caso los ejércitos son 2 porque si vuestra merced mira hacia atrás mirara otra
polvareda igual.
Nuestro hidalgo caballero se alegró de ver que así era y le conto a su escudero que el
ejecito que tenía enfrente lo conducía el emperador Alifanfarron, quien iba a
enfrentarse con su enemigo, en rey Pentapolin, y que ellos debían dar todo su apoyo a
Pentapolin, pues su causa era más justa.
Mientras iban abandonado se fue haciendo noche oscura y de pronto divisaron una
multitud de lumbres que venían hacia ellos. Sancho se pasmo de miedo, mientras Don
Quijote Advertía:
-Esta será sin duda una peligrosísima aventura donde podré demostrar todo el valor de
mi brazo.
Luego, diciendo a su escudero que dejara de temblar ya que él no permitiría que nadie
le tocara un pelo, se apartaron del camino para observar una veintena de personas
encapuchadas y vestidas de negro, que antorcha en mano rodeaban una litera cubierta
de negro.
Don Quijote se le interpuso furioso por la descortesía, i una de las mulas se asustó
cuando por las ancas el piso por su dueño. Todo los Quijotes hombres asustadizos y son
armas, huyeron atemorizaron por la imprevista situación, dejando la libreta y a su
compañero caído bajo la mula al cual se acercó Don Quijote y alumbrándolo con la
antorcha lo Insto a rendirse.
-Rendido estoy; que ya no me puedo mover. Soy un sacerdote que junto a los otros
llevamos a un muerto que debe recibir sepultura en Segovia.
-¿Y quién lo mato? – Pregunto nuestro caballero deseoso de poder vengar la muerte.
-¿Qué esperabais para decírmelo? ¡Ven aquí Sancho, y ayúdame a levantar de este
animal!
Sancho no acudió en el acto pues estaba ocupado en vaciar unas de las alforjas del caído,
repleta de provisiones. Cuando termino su labor y ayudo al caído a subir a su
cabalgadura los despidió diciendo:
-Si algunas del más preguntas quien fue el valiente que lo hizo latir a todos, podrá
responderle que fue Don Quijote de la mancha, ‘’El caballero de la triste figura’’.
Cuando el sacerdote se hubo ido, Don Quijote pregunto al escudero que a que se debía
el apodo que acababa ponerle.
Y otros por el estilo. Terminada con suerte esta singular aventura rogo Sancho a don
quijote que lo siguiese, e internaron en la espesura del monte. Allí se pasearon y se
dedicaron a comer todo cuando Sancho había podido conseguir. Luego de almorzar,
merendar y cenar a un tiempo, controlaron con dolor que no tenían ni una gota de agua
para apagar su sed y decidieron reanudar la marcha en busca de algún manantial o
arroyo.
Poco anduvieron hasta escucharruido de agua, que caía como despeñada pero
acompañada de un estruendo acompasado, quien les helo la alegría de encontrarla. La
noche era oscura y al extraño ruido se sumaba el rumor del viento sobre el follaje, la
soledad del llegar y el alba aun distante. La ardiente imaginación de Don Quijote le pinto
una peligrosa pero necesaria aventura, de modo que lo montado en Rocinante se
despidió de Sancho diciendo que si al cabo de 3 días no regresaba, fue el Toboso a
informada a su amada la suerte por el corrida.
Sancho, temblando del miedo de quedarse solo en ese pasaje, rogo a su señor que no le
dejase, que no olvidase la isla prometida, que nada perdía su honor a espera que
amaneciera, y otras razones. De pronto al doblar, apareció la causa del horror pasado.
Seis maso de batan que pegaban así mismo provocaba ese terrible estruendo. Don
Quijote miro asombrado a su escudero pero este se sujetaba la barriga de la risa.
Son Quijote instó a su escudero a abandonar con presteza el lugar en donde se había
sentido burlado, y reanudaron en busca de nuevas y gloriosas aventuras. Según cuentan
apenas iniciaron la marcha, divido a Don Quijote que 12 hombre que caminaban
congruesas cadenas, custodiamos por 4 hombres armados.
Sin agregarmas se dirigió a ellos y pregunto a los guardias ¿Cómo? y ¿Por qué? los
llevaban de esa manera. El guardia le explico que eran presos y que no debía darle más
razones, por lo cual nuestro caballero se dirigió uno por uno pidiendo que le explicaran
porque lo estaban. Cada uno de los presos respondió a las preguntas de Don Quijote
alegando inocencia y asegurad que había sido injustamente arrestado. Luego de
escucharlos Don Quijote dijo:
-Por lo que veo señores guardias, estos hombres no han hecho nada malo. No están
bien que unos hombres sean verdugos de otros hombresasí que dejadlos en libertad.
Los guardas se negaron y eso enfureció a Don Quijote, quien arremetí contra el jefe de
los guardas, haciéndolo caer al suelo, situación que aprovecharon los presos para
arrebatarla escopeta al caído, amenazar con ella a los otros guardas que huyeron, y
liberarse.
Aquella noche se internaron en la sierra morena cuando estuvieron ben dormidos, quiso
la desgracias que uno de los reos pasara por allí y se llevara la mula se Sancho. Al
despertar y comprobar lo ocurridos e puso a llorar desconsolado calmándose solo
cuando su señor le prometió darle otra cuando regresara a su casa,
Así Don Quijote montado en rocinante y sancho Panza detra sorteando rocas y arbustos
siguieron internándose en el monte. De repente vieron entre las rocas una maleta
arruinada en la que encontraron un librillo con cartas y poemas que daban muestras de
un amor desdichado.
Cuan bella y virtuosa era su amada, pero cuando conto que un día ella le había pedido
que le llevara un libro de caballería ‘’Amadas de Gaula’’ Don Quijote no le dejo
continuar.
Con que vuestra merced me hubiera dicho el comienzo de la historia que su amada
Lucinda gustaba de los libros de caballería no hubiera sido necesario agregar nada para
que yo comprendiera la grandeza de su entendimiento ya que con solo saber eso yo la
confirme como la mujer más discreta y hermosa del mundo- Dijo Don quijote.
Contrariado con lo sucedido, trato don quijote de seguirlo, pero a lo que Sancho le
pregunto.
Señor ¿Es buena regla de caballería que andemos perdidos por estas montañas,
sinsenda ni camino, buscando a un loco?
Calla Sancho, pues debo decirte que no solo ando buscando a un loco, si no hacer una
hazaña digna de mi condición, y por eso pienso que encontrándome en estos parajes
podría imitar lo que hicieron en parecíasocasiones otros grandes caballeros, quienes
antes la desventura se retiraron a hacer penitencia y meditación.
Si otro lo hicieron fue por que causa tuvieron, pero vuestra merced ¿Qué causa tiene
para volverse loco?
Ahí está el punto. Pues pienso escribirle a mi amada contarle todo lo que ago.Por ella, y
así le demostrare a Dulcinea que si soy capaz de hacer esto son causa.
Hablando de este modo llegaron al pie de una montaña donde un arroyuelo baña raba
un hermoso prado.
Este es el lugar que escogió para llorar mi desventura en que me encuentro – dijo el
caballero de la triste figura apoyándose de Rocinante
Antes de internarse en la espesura Sancho les pidió que esperasen, que él se adelantaría
hasta donde estaba su señor para decirle que habiendo entregado la carta a su señora
Dulcinea del Toboso, esta le rogaba que se presentara ante ella.
En eso estaban cuando sintieron una voz tierna que contaba coplas de amor. Guiado por
ella fueron avanzandosigilosamente hasta encontrarse frente a la figura de Cardemio.
Cuando Cardenio termino su relato se hizo un breve silencio, pues ni el cura ni el barbero
sabían que decir cuando de pronto encucharon con sorpresa una voz desconocida que
se lamenteba. Sin decir palabra se dirigieron al lugardondeprovenia tan dulce voz, y eh
aquí que encontraron al lado de arrollo a una hermosa joven vertida de pastor quien
quiso huir ante la presencia de extraños, pero antes las serenas palabras del cura, el
barbero y Cardenio la joven se tranquilizo y les conto su historia.
Su nombre era Dorotea y había sido prometida de Fernando, quien la dejó para luego
casarse con otra mujer llamada dulcinea.
Como también Dorotea había leído muchos libros de caballería, supo hacer su papel con
gran desemvoltura, y llegando hasta Don Quijote le explico que ella era la princesa
Mocomicona, del reino de Micomicon, del que habia sido despojada por un tremnendo
gigante del cual habia huido para pedir al famoso Caballero de la Triste Figura que
volviera con ella a dar muerte al usurpador y restituirla en su trono.
Mientras tanto, no muy lejos de allí, el cura ayudo a Cardenio a cambiar su aspecto y
esperaron en el camino a que pasara la comitiva de Donm Quijote, a quien el cura fingió
encontrar casualmente y siguieron juntos la mrcha, sin que el caballero ni su escudero
sospecharan nada.
Durante el viaje, orientado por Dorotea hacia la Mancha Haciendo que por ese rumbo
quedaba su reino, el caballero de la Triste Figura iba escuchando el relato y la
descripcion detallada que hacia Dorotea de su imaginario reino y su imaginario
adversario, y mientras la escuchaba ahacia alardes de la presteza con la que derrotaria
al gigante. Sancho soñaba con el reino que recibiria como pago por su heroica hazaña
y el cura, el Barbero y Cardenio se asombraban cada vez mas de la locura de Don Quijote
y la simplicidad de su escudero.
Cuando nuevamente arribaron a la posada, fueron recibidos alegremente por el
posadero, su mujer y Maritornes, a quienes pidieron alojamiento y un buen cuarto para
Don Quijote, quien venia rendido de fatiga.
Asi pasaron algunas horas, hasta que de pontroaparecio ante ellos Sancho, agitado y
demudado el rostro, diciendo que su amo estaba en esos momentos librando una feroz
batalla contra el Gigante usurpador del reino de Micomicon, a quien seguramente ya
habia matado a juzgar por la sangre que corria por la habitacion.
Como Don Quijote estaba bien dormido y sus actos eran parte de sus sueños de lucha
con el Gigante en el reino de Micomicon, al sentirse asido por el cura creyo que lo era
por la princesa ya asi habló:
- Bien puede vuestra grandeza, hermosa señora, vivir desde hoy segura; y yo
tambienpuestoque cumplida está la palabra que di, con la ayuda de Dios y de
aquella por quien vivo y respiro.
Mientras, Sancho no dejaba de bsucar a cabeza del derrotado gigante segurando haberla
visto y que si la perdia, perdia el reino prometido por la princesa Micomicona.
Pero el desconsuelo de Sancho no cesó hasta que Dorotea le prometió que aunque no
tuviera la cabeza del gigante, igual le seria dado parte del reino.
Pero lo que en verdad vino a cambiar el aniño y la atencion de todos fue la llegada
sorpresiva a la posada de cuatro señores finamente vestidos y una señora vestida de
blanco y con el rostro cubierto, a quien acomodaron en una silla y de quien no se oían
sino suspiros.
Esto suscritó una airada respuesta de la señora, aquien la escucho hablar y le vio ewl
rostro descubierto ahora, reconocio en él al de su amada y exclamó:
Luscindaquizo volverse hacia el lugar de donde provenia esa voz pero el caballero la
sujeto con firmeza por los hombros y en su ademan se le descubriotambien el rostro,
que Dorteareconociuo como el de Fernando, y lanzando un suspiro cayó desmayada.
Pero todo esto no pudo impedir que Luscindareocnociera a Cardenio y le dijera a
fernando:
- Dejadme, Señor don Fernando, llegar al muro de quien yo soy hiedra. Notad
como el cielo me ha puesto a mi verdadero esposo por delante, y quien sólo la
muerte hubiera borrado de mi memoria.
Dorotea, quien habia vuelto en si, viendo que Fernando no dejaba a Luscinda, llego
hasta él y arrodillandose le dijo:
Tu no puedes ser de Luscinda puesto que res mío, ni ella puede ser tuya pues lo es
de Cradenio, reduce tu voluntad a quien te adora.
Vneciste, hermosa Dorotea, porque noes posible tener ánimo apra luchar contra
tantas verdades juntas.
De esta manera, cada uno se abrazó a su verdadeto amado, darramándose tantas
lágrimas entre los presentes, unos por gozo propio y otros por goza aeno, que todos
parecían presos de un grave acontecimiento.
-no me maravilla en nada lo qe dices, amigo Sancho, pues debes recordar que en
este lugar siempre nos sucedieron cosas de encantamiento.
-Estoy informado de que la gran señora que solías ser os has convertido en una
particular doncella.
-Basta – Dijo Don Fernando- . No se hable más de esto, y puesto que la señora quiere
que prosigamos mañana nuestro viaje, os invito a que pasemos la noche en amable
conversación.
Pero no todo pudo ser como lo deseara Don Fernando, ya que llegaron a la posada
otros huéspedes con quienes los presentes trabaron relación y ocurrieron nuevos
sucesos que los entretuvieron dos días más en ese lugar.
Hecho esto, entraron silenciosamente hasta donde estaba él descansando y sin que
despertase le ataron fuertemente las manos y los pies, de modo que cuando
despertó no pudo hacer otra cosa que sorprenderse de la nueva y extraña situación.
Mientras los conducían a su prisión, el barbero tuvo la precaución de hablarle con
voz profética y sin mostrarse:
- ¡Oh caballero de la Triste Figura! No te cause pena la prisión en que te ves, pues
así conviene prestamente la aventura que tu gran esfuerzo te puso.
- Mucho he leído yo sobre caballeros andantes, pero jamás he sabido que los
lleven de esta manera encerrados cuando son conducidos presos de algún
encantamiento.
Toda la gente del lugar estaba en la plaza y se acerco a ver lo que el carro tría, y
cuando Don Quijote fue reconocido, un muchacho corrió a darle las buenas nuevas
al ama y la sobrina, quieren reanudaron sus maldiciones a los libros de caballería.
Y en tanto que la mujer de Sancho lo acosaba a éste a preguntar sobre las riquezas
que había obtenido en su empresa, la sobrina y el ama recibieron a Don Quijote y
desvistiéndolo lo acomodaron en su antiguo lecho, quedando confusas y temerosas
de lo que pasaría con su amo y su tío el día que tuviera alguna mejoría.
Don Quijote D Ela Mancha
(Segunda Parte)
Cuenta en la segunda parte de esta historia, que el cura t y el barbero estuvieron un
mes sin visitar a Don Quijote por temor a que su presencia recordara cosas Pasadas,
y solo se contentaban con visitar al ama y a la sobrina para informarse sobre la salud
del amigo.
Cuando, por fin, lo visitaron, lo hallaron sentado en la cama vestido con camisa de
dormir y un gorro en la cabeza, el ama y la sobrina, que se hallaban allí no se
cansaban de dar gracias a Dios por el buen juicio de Don Quijote. El cura comento
que el rey había ordenado proteger las costas de Nápoles y Sicilia, ante los rumores
de ataque de la armada turca.
- Su majestad ha hecho muy bien mejor seria que siguiera mi consejo y mándese
llamar por pregón a todos los caballeros andantes que estuvieran en España,
para derrotar todo el poder de los turcos – dijo Don quijote.
- ¡Ay! - dijo la sobrina - ¡ que me maten si mi tío no quiere volver a ser caballero
andante!
Cuenta la historia que al cura le admiraba el buen juicio que podía demostrar
Don Quijote. En eso estaba cuando escucharon una gran discusión en la puerta
de la casa. Por entrar a ver a Don Quijote, lo cual era impedido por el ama y la
sobrina.
- Vos veréis, compadre, cómo, cuando menos lo imaginemos, vuestro Hidalgo sale
otra vez a volar riberas.
- Ya lo creo - acotó el cura- y veremos en que termina esta maquina de disparates
del tal caballero y tal escudero, que parecen cortados con la misma tijera.
- Sancho amigo, dime en qué opinión me tiene el vulgo y los hidalgos ¿Qué se dice
por ahí de mi valentía, de mis hazañas y de mi cortesía?
- En primer lugar- respondió Sancho – pido a vuestra merced que no se enfade por
mis respuestas, tiene a mi señor por grandísimo loco y a mí por mentecato.
“Loco, pero gracioso”, otros “Valientes pero desgraciados”
Mira, Sancho- le dijo Don Quijote-, donde quiera que este la virtud, es
perseguida. Amadis de Gaula se dice que fue llorón.
- Ahí esta la cosa – dijo Sancho-, ahora son solo tortas y pan tostado.
Pues anoche estuve con el hijo de Bartolomé Carrasco, que vino de Salamanca
hecho Bachiller y me conto que ya hay un libro de historias que hablan que
hablan de vuestra merced.
- Tal historia debe ser obra de algún sabio encantador. Ve Sancho y busca ese
Bachiller.
Pensativo quedo Don Quijote a la espera del Bachiller que le contara lo que de él se
decía en un libro. Temerosos estaba pues, según decía Sancho, el autor del libro era
moro, y de los moros se sabia que eran mentirosos.
- Dame vuestra grandeza las manos del mas grande y famoso caballero andante
que hubo y habrá sobre la tierra,
- ¿Qué hazañas mías son las que mas se ponderan en esa historia?
El bachiller le respondió que allí estaban las historias de lucha con los molinos
de viento, la batalla con el vizcaíno, la libertad de las prisiones, Sancho también
quiso saber si lo nombraban.
- Claro que sí – le contesto-. Si vos sois la segunda persona de la historia y hay
quienes la leen por oírlo hablar a vos, finalmente.
- De otra manera no se dirían verdades si no mentiras – agrego Don Quijote-.
Tiempos hay de acometer, pues según he oído decir, entre los extremos del cobarde
y del temerario esta en medio la valentía.
Estando don Quijote a solas con su escudero, éste, que venia de sostener larga
conversación con su esposa, le dijo:
- Ya le hable a Teresa de mi voluntad de acompañar a vuestra merced y ella me
dijo: “Ata bien tu dedo al de vuestro Señor, y que hablen cartas y callen barbas,
que mas vale un torna que dos te daré”, y yo digo que el consejo de mujer es
poco y el que no los toma es loco.
- Es el caso de que como hoy somos y mañana no, quisiera pedirle a vuestra
merced que me señale salario; yo quiero saber lo que gano.
- Mira, Sancho, yo bien te señalaría salario si hubiera hallado en alguna de las
historias de caballeros, pues acordad que mas vale buena esperanza que ruin
posesión. Y finalmente os digo que si no quieres venir conmigo a merced, quedad
con Dios y que os haga un santo, que a mi no me faltaran escuderos mas
obedientes.
Tres días después, habiendo aplacado Sancho a su mujer y Don Quijote a su ama y
su sobrina, partieron un anochecer sin otra compañía que el bachiller.
- Sancho amigo – dijo Don Quijote-, tengo determinado llegar al Toboso antes de
la noche,
- ¿Bardas de corral se te antojan aquellas, Sancho? No debían ser si no galerías o
corredores de algún rico palacio.
En estas discusiones. Don Quijote Dispuso quedarse él allí mientras Sancho Acudia
al pueblo en busca del palacio de Dulcinea.
- Anda hijo – dijo Don quijote-. Y no te turbes cuando te vieres ante el sol de
hermosura.
Hablando consigo mismo se decía: “¿adónde vais Sancho?” “Voy en busca nada
menos que de una princesa.” “¿Y conocéis su casa?” “mi amo dice que deben ser
palacios o alcázares.” “¿Y habéisla visto por ventura algún día?” “ni yo ni mi amo la
hemos visto jamás”
Con esta conclusión se tranquilizo el escudero. Vio venir del Tobo a tres labradoras
montadas en mulas, así como las vio, monto.
-¿Qué hay, Sancho amigo? ¿Me traes buenas nuevas? –pregunto Don Quijote.
-Tan buenas, que solo debe montar vuestra merced sobre Rocinante y salir al campo
a ver a la señora Dulcinea, que junto a otras doncellas viene a ver a mi señor dijo
Sancho.
-¿No ve acaso que son estas que vienen, resplandecientes como el sol al mediodía?
–Respondio Sancho.
Don quijote, quien ya estaba arrodillado al lado de Sancho miraba con ojos
desencajados a esa labradora, a su vez, las mujeres miraban atónitas a estos dos
personajes arrodillados que les decían semejantes disparates.
-¡Oh!, princesa y reina universal del Toboso! ¿Cómo no nos enternecéis de ver
arrodillada ante vuestra presencia a la imagen y escancia de la andante caballería?
La noche del día siguiente, cuando de pronto sintió un ruido que lo sobresalto: don
hombres desmontaban cerca de ellos y al hacer lo dejaban oír ruidos de armas y
armaduras.
-despierta, Sancho, que tenemos aventuras – dijo y luego de algunas sacudidas para
despertarlo, los dos se pusieron escuchar una voz.
Contento quedó nuestro caballero con tal propuesta y fue a despertar a Sancho
para que se prepararan para presenciar el duelo.
Asomaban ya las primeras luces del día, cuando Sancho miro al otro escudero que
quedo espantado de su fealdad, pues su nariz llena de verrugas de color morado
eran tan grandes que le caían bajo la boca.
Hombre de mas bien baja estatura pero membrudo, tenia sobre las celadas unas
plumas de vistosos colores, todo lo cual le permitía que fuera bautizado como el
caballero de los espejos.
Don Quijote le pidió que descubriera su cara para poder verle pero el de los
espejos se negó para no demorara la batalla. Y montando sobre su rocín se alejo
para tomar posición de la batalla. Don Quijote se demoro en subir sobre su
monstrura. Atendió las suplicas de Sancho. Don Quijote, quien había visto a su
adversario venir a la carrera, salió al galope justo cuando su contrincante se
detenía, permitiendo que Don Quijote embistiera al de los espejos con tanta
fuerza que dio con el en el suelo, dejándolo tendido sin noviecito, como si
estuviera muerto.
Al verlo tendido, bajó Sancho se dirigió prestamente hacia él, y así juntos se
acercaron al caído, le quitaron la celada… ¿y que vieron? Vieron, el rostro mismo,
la misma fisonomía, la misma figura del bachiller Sansón Carrasco…
En eso llegó e escudero del de los espejos, ya sin nariz que le afeaba, y en el
reconocieron a Tomé Marcial, un vecino de Sancho.
Todo eso y mucho mas juro el vencido, quien no esperaba otra cosa que poder huir del
lugar.
Mientras se alejaban, sancho no podía dejar de mirar a quien por todas sus señas y
gestos parecía su vecino, pero que as palabras de su amo lo ponían en seria duda.
Ufano y vanagloriosos quedó Don Quijote por haber vencido a tan valiente caballero
como él suponía al de los espejos, porque según cuenta la historia, cuando
Sansón Carrasco aconsejo a Don Quijote que saliera de nuevo en busca de
aventuras, hizo de acuerdo con el cura y el barbero, nada podía detener a Don
Quijote Salvo su propia fantasía, idearon una batalla e la cual perdiera y por
animo de su vencedor debiera permanecer dos años en la casa sin intentar
nuevas aventuras. Sansón Carrasco se había ofrecido a disfrazarse de caballero,
convencido de la fácil victoria. Ingrata situación, el bachiller le dijo a su
escudero:
Con una alegría como decimos, y ufanándose de la victoria, marchaba Don Quijote
explicándole a su escudero la maldad de los encantadores que perseguían su buena
suerte, no dejándole ver la hermosura de Dulcinea.
- Leoncito a mí? – Dijo Don Quijote- Apeaos, buen hombre y puesto que sois el
leonero, abridme las jaulas, que hare ver a estas vestías quien es don Quijote
de la Mancha.
En vano fueron las razones del Hidalgo del Verde Gabán y las suplicas de
Sancho.
Quedo nuestro caballero solo con el leonero frente a las jaulas, blandiendo su
escudo y esgrimiendo su espada, frente a la puerta de la jaula donde estaba el
león macho, este la abrió en todo su ancho, dejando ver el terrible animal.
Pero la feroz vestía se desperezo, echo un largo bostezo y sin prstar atención a
la bravura de quien lo retaba, se dio media vuelta y siguió durmiendo.
Despidiéndose de todos.
-cuando el rey os pregunto quien fue el héroe de esta singular batalla, diréis
que fue Don Quijote de la Mancha o el Caballero de los leones.
- Hermosa Señora, aquel caballero que veis allí, llamado Don Quijote de la
Mancha o el Caballero de Los leones, es mi amo, y yo soy Sancho panza, su
escudero. Él me envía a deciros que espera vuestro consentimiento para
ponerse a vuestra disposición y serviros a vuestra grandeza.
- Levantaos, amigo, y decidme si vuetsro señor es uno de quien anda impresa
una historia que se llama El Ingenioso Don Quijote de la Macha – dijo ella.
- El mismo es, señora; y aquel escudero que anda en tal historia, aquine llaman
Sancho Panza, soy yo
- Respondió Sancho
- De todo eso me alegro yo mucho – dijo la duquesa. Id y decir a vuestro señor
que el será bienvenido a mis estados.
Don Quijote escuchó atentamente y cuando aquel venerable varón callo, con
semblante airado y alborotado rostro se puso de pie y le dijo:
- El lugar donde estoy, la presencia ante quien me hallo y el respeto que tuve y
tengo al estado que vuestra merced profesa, atan las manos de mi justo enojo,
y sabiendo que las armas de los togados son las mismas que las de la mujer, es
decir, la lengua, entrare con la mía para contestar a vuestra merced ¿por cual
de la mentecatería que ha visto en mi me condena y vitupera? ¿acaso es
tiempo vano el que se emplea envagrar por el mundo sin buscar regalos si no
esperanza? Yo voy por la estrecha senda de la caballería andante despreciando
la hacienda pero no la honra; si el que esto obra merece ser llamado bobo,
díganlo vuestras grandezas, duque y duquesa excelentes.
-
- ¡Bien! – dijo Sancho-. No diga mas vuestra merced, pues ya lo ha dicho todo, y
si este señor no entiende que hay caballeros andantes en el mundo, no va a
entender nada mas de lo que se le diga. Orgulloso estoy de mi señor “júntate
con los buenos y serás uno de ellos” y mientras el viva y viva yo, ni a él le faltan
imperios que mandar ni ínsulas para gobernar.
-
Don quijote dijo a su escudero que besase los pies de su benefactor, y mientras est
hacia Sancho, el eclesiástico se levanto para marcharse indignado sin que nadie
intentara detenerlo.
-¡Válgame Dios! – dio el duque- ¿y quien ha sido el que tanto mal ha hecho al mundo?
- ¿Quién pudo ser sino algún maligno encantador de los muchos que me persiguen? –
dijo Do Quijote-.
- Pero si hemos de creer en la historia que sobre vuestra merced se ha escrito – dijo la
duquesa-, Dulcinea nunca ha existido sino que es dama fantástica creada sólo por el
entendimiento.
Con esto cesó la platica y Don quijote fue a reposar la siesta mientras Sancho, por
complacer a la Duquesa fue a reunirse con ella y con otras doncellas en el salón.
Antes de responder Sancho se levanto, verifico que todas las puertas y ventanas
estuvieran con cerrojos acercándose nuevamente hasta adonde estaban las señoras
con el dedo índice sobre los labios, les hablo bajito:
- Ahora que estoy seguro de que nadie nos escucha, debo decir a vuestra merced
que to tengo a mi señor Don Quijote por loco rematado, aunque a veces diga
cosas tan discretas que ni el mismo diablo podía decirlas mejor. Pero yo estoy
convencido de que es un mentecato, puesto que eso del encantamiento de
Dulcinea no tiene nada de verdad, pues fui yo mismo quien lo invente.
- Sancho relato todo lo referente al encantamiento de Dulcinea en Labradora,
ante lo cual dijo la duquesa.
- Pues entonces, si Don Quijote es loco y mentecato y su escudero lo conoce y
aun asi le sirve y le sigue, debe ser mas loco y tonto que su amo. Siendo así que
si no se sabe gobernar ni así mismo ¿Cómo puede gobernar una ínsula.
- Por Dios, señora- le respondió Sancho-. S verdad que si yo fuera discreto ya
hubiera dejado a mi amo. Pero esta fue mi suerte y mi desgracia; somos el
mismo lugar, le quiero bien he comido de su pan y yo soy fiel por eso es
imposible que nos pueda apartar sino la muerte.
- Ya sabe mi buen amigo Sancho que lo que promete una vez un caballero lo
cumple, aunque le cueste la vida. Si el duque os prometió una ínsula, el día
menos pensado podrá ver a Sancho senado en la silla del gobernador.
Finalmente , la duquesa lo envió a reposar y ella fue donde el duque a contarle sus
platicas y juntos planearon hacerle una burla a Don Quijote, muy del tipo de las
caballerías.
Y el Caballero de la Blanca Luna levanta su voz para ser oído y formula su petición:
—Insigne caballero y jamás como se debe alabado don Quijote de la Mancha, yo soy el
Caballero de la Blanca Luna, cuyas inauditas hazañas quizá te le habrán traído a la
memoria. Vengo a contender contigo y a probar la fuerza de tus brazos, en razón de
hacerte conocer y confesar que mi dama, sea quien fuere, es sin comparación más
hermosa que tu Dulcinea del Toboso: la cual verdad si tú la confiesas de llano en llano,
excusarás tu muerte y el trabajo que yo he de tomar en dártela; y si tú peleares y yo te
venciere, no quiero otra satisfacción sino que, dejando las armas y absteniéndote de
buscar aventuras, te recojas y retires a tu lugar por tiempo de un año, donde has de vivir
sin echar mano a la espada, en paz tranquila y en provechoso sosiego, porque así
conviene al aumento de tu hacienda y a la salvación de tu alma; y si tú me vencieres,
quedará a tu discreción mi cabeza y serán tuyos los despojos de mis armas y caballo, y
pasará a la tuya la fama de mis hazañas. Mira lo que te está mejor y respóndeme luego,
porque hoy todo el día traigo de término para despachar este negocio.
-Oh Sancho, bien quisiera que nos convirtiésemos en pastores, siquiera el tiempo
que deba estar recogido. Compare algunas ovejas y nos andaremos por los montes,
por las selvas y los prados, cantando, bebiendo del cristalino liquido de las fuente. O
de los limpios arroyos. Nos darán los frutos las encinas asientos los troncos los
alcornoques, sombra los sauces, olor las rosas olor la luna y las estrellas, alegría el
llanto, el amor conceptos con todo lo cual nos haremos famosos. Ahora y en los
siglos venideros. – ellos podrán también venir llamándose uno el “pastor Sanonio”
o “el Pastor Carrascón”, y el barbero Nicolás “Niculoso” también podemos escoger
el nombre de las pastoras de quienes hemos de ser amantes.
-¡Válgame Dios! – exclamo Don Quijote- ¡y qué vida no hemos de dar sancho amigo!
Marchando y platicando anduvieron muchos días más, hasta que finalmente, luego
de subir una loma, divisaron su aldea ante la cual Sancho se hinco y diciendo de
rodillas
- Abre los ojos, deseada patria y mira que vuelve a ti Sancho Panza, si no muy rico
bien azotado.
- Déjate de esas sandeces – dijo Don Quijote y vamos con pie derecho a entrar a
nuestro lugar.
- Prontos fueron vistos por el cura y el bachiller quienes se acercaron gustosos a
recibirlos y acompañados de otros vecinos y curiosos llegaron hasta la casa
donde salieron a recibirlos el ama y la sobrina. Hasta allí llego corriendo la mujer
de Sancho y alborotada lo llevo a su casa, pidiéndole por el camino que le contara
sobre sus triunfos y gobiernos.
Don Quijote, si esperar términos ni hora, se apartó con el cura y el bachiller y en pocas
palabras les contó la historia de su vencimiento y sobre lo que tenía pensado hacer
durante el tiempo que debiera recogerlo.
Enfermedad, Testamento Y Muerte De Don Quijote
Como las cosas humanas son eternas, llegó también el término y fin para la vida de
don quijote, cuando el menos l esperaba. Tal vez por la melancolía de verse vencido,
o por disposición del cielo, tuvo una calentura que le postro en su lecho por seis días,
en los cuales fue visitado por el cura, el bachiller y el fiel sancho. Que no se movía de
su lado. Todos procurando alegrarlo, animarlo pero sin resultado. Don Quijote pidió
que lo dejasen solo pues quería dormir un poco, seis hora durmió de las cuales
despertó y agrandes voces dijo:
-¡Bendito sea Dios que tanto bien me ha hecho! Ya tengo juico libre y claro sin las
sombras de la ignorancia que lo hayan oscurecido con la leyendas de los libros de
caballería. ¡Felicitadme, señores pues ya no soy Don Quijote de la Mancha sino
Alonso Quijano! Ya me son odiosas todas la historias profanas de la andante
caballería.