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ESTUDIOS Ontología de la autobiografía .

sonas que expresan su vida interior a través de su poesía,


su arte, sus hazañas, su forma específica de ser personas.
Algunas versiones de la
Tanto Mó'ser como Herder ejercieron una profunda memoria/Algunas versiones
influencia en el joven Goethe que fue el primero en es-
cribir su propia vida como la historia de una individuali- del biosi la ontología
dad. Goeuhe vio su formación personal como el resultado
cíe la interacción entre su 70 y el mundo y, por ello, lo
de la autobiografía*
más apropiado era que la concepción de sí mismo incor-
porara uno de los cambios fundamentales llevado a cabo James Olney
por los hombres de la generación precedente. Al presen-
tar su propia vida como la historia de su yo en armonía
con la historia de su mundo, su autobiografía se convir-
tió tanto en la historia de su propia individualidad como La práctica de la autobiografía es casi tan variada como
en la historia de su época. Así, la historia de un yo y la el número de personas que la llevan a cabo. Esta afirma-
historia de su mundo se encuentran inextricablemente re- ción es incluso todavía más acertada, convirtiéndose casi
lacionadas. Hegel lo resume en una formulación profun- en una verdad absoluta, cuando el principal cometido de
damente teutónica al decir que la individualidad es lo que aquellos que la practican es literario más que político, cien-
en este mundo sea su propio Dle Individualitat ist, ivas tífico o histórico. Cuando el autobiógrafo se considera a
ibre Welt ais die Ihrige ist.3 sí mismo como un escritor y, al ser interrogado sobre su
El reconocimiento de una fuerte dimensión histórica profesión, responde «escritor» (o «poeta», «novelista» o
en toda realidad humana y la aceptación de un modo «dramaturgo»), la tendencia es crear autobiografía en cada
moderno de concepción del yo como individualidad tu- obra por medio de formas diversas, disimuladas o encu-
vieron lugar, y tomaron una forma mas coherente, apro- biertas y, entonces, buscar una única forma textual de lo
ximadamente al mismo tiempo. En este contexto, la que se debe denominar apropiadamente como «autobio-
autobiografía adquirió una función y una forma cultural grafía» (o algún otro nombre que venga a indicar lo mis-
que no tenía antes, lo que la convirtió en la forma litera- mo) que podría ser aquella que refleje y exprese la vida
ria más adecuada para que una individualidad dejara cons- y la visión de la misma que tiene el escritor individual.
tancia de sí misma. La única forma en la que una persona Estas observaciones preliminares'son necesarias puesto que
concreta podía informar sobre sí misma era contando su voy a estudiar autobiografías escritas por diferentes hom-
historia. El cultivo autoconsciente de la individualidad era bres de letras y podría ocurrir que existieran diferencias
lo mismo que vivir en el mundo con Ja conciencia histó- respecto a las autobiografías escritas por médicos, hom-
rica de ese mundo. En esa visión de la dimensión históri- bres de estado o educadores.
ca de la individualidad puede residir también la principal Hay un par de conceptos (quizá haya más, aunque aquí
protección contra las aberraciones ante las que ese ideal me ocuparé solamente de dos), a los que vamos a recurrir
sucumbe fácilmente. La comprensión de la individuali- para avanzar en la comprensión de cualquier tipo de auto-
dad solo tiene sentido como una parte viva dentro del mar- biografía. Los conceptos críticos a Jos que me refiero son
co de la sociedad, de la cultura. El entendimiento de que «memoria» y «bios» que serán analizados de la siguiente
el verdadero cultivo de uno mismo es el cultivo del pro- forma: Primero ofreceré algunas observaciones y conje-
pio yo y de nuestro mundo implica una responsabilidad turas en relación a lo que voy a denominar ontología de
hacía el yo y hacia el mundo. Todo esto puede que sirva Ja autobiografía, esto es, ese Borden espacial de la realidad
para curarnos de todas esas formas falsas de cultivo del Aqueja autobiografía exige y, después, trataré "de*clasificar
propio yo que consisten en observar dentro de nosotros las diversas, sutiles y cambiantes interrelaciones entre la
mismos sin vernos o en una peligrosa devoción hacia el vida <jue_se_irnita o relata en una autobiografía y la facul-
capricho arbitrario. tad de la memoria (o no memoria) que aprehende o rea-
prehende, construye o re construye^ esa vida. Mi próximo
paso sera mostrar cómo un particular concepto de la auto-
NOTAS biografía como partícipadora del «blos» junto a un parti-
1. El fundamento de este interés reside en la lectura de Burckhardt,
cular uso o rechazo de la memoria determinan la ontología
Dílthey, Cassirer, Meíneckc, Auerbach y Lovejoy. Los obras que consi- específica de una autobiografía dada. Por último, deseo
dero de más ayuda en el estudio del género autobiográfico son: Georg ilustrar todas esas cuestiones teóricas por medio de referen-
¿Víisch, Ge¡chichts der Autohiographie, 4 vdls., Leipzig y Francfon, 1907- cias a las autobiografías de Richard Wright, Paul Valéry,
1969; Ray Pascal, Design and Trnth ínAutolñography, Cambridge, Massa- y W.B. Yeats. Espero que de esta-breve lista de nombres,
chusctts, 1960; Gcorges Gusdorf, «Conditions et limites de l'autobíogra-
phie» en Formen dsr Sdbsdantellung, Berlín, Giintcr Reichcnkron, 1956. constituida por tres escritores que son totalmente diferen-
2. Anhur O, Lovcjoy, The Great Chain ofBeing, Nm;va York, Har- tes entre sí, se extraiga la conclusión de que no es posible
per y Row, 1960, p. 293.
3. G. W. E Hegel, Phenomenolagie des Geistes. Samrntliche
vol. 2, Scutrgart, Jubílaumsausgabe, 1927, p. 239. Traducción de Ana M. DocraS.

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 33
. ESTUDIOS Ontología de la autobiografía.

1
I '•
establecer una definición prescriptiva de la autobiografía ni conforme a sus dos sentidos, a «aquellas cosas que son» A
imponerle deforma alguna posibles limitaciones genéricas. o a «aquellas que existen».)
El ¿105, situado en el centro literal y figurado del tér- Por otra parte, retomando el análisis en una dirección
mino autobiografía (entre autos al principio y grapbé al fi- diferente, un diccionario de griego nos revela que el ta onta
nal), es una palabra griega que significa «vida» y que consti- no solo significa «las cosas que existen en realidad» sino
tuye además la raíz de palabras como «biología, biómetro, que también significa «el presente que se opone al pasado
bioscopía, etc.». En un diccionario de griego encontra- y al futuro». Así, el pasado y el futuro, además de no ser
mos la definición exacta de esta palabra como «el curso de el presente, no existen, ni han existido como tales (como
la vida: el tiempo de vida». Esta definición da lugar .pasado y como futuro), ní existirán nunca: no están in-
de forma Inmediata a que surjan difíciles interrogantes de cluidos en el ta onta. En su definición lingüística, el onta
sumo interés para los teóricos de la autobiografía y, más de Heráclito niega la existencia de una realidad estable,
específicamente, para el estudioso de la ontología de la ..^inalterable y sin limitación de tiempo, como lo es la rea-
autobiografía. SÍ bíos es «el curso de la vida: el tiempo de ._.,J ;lidad superior que Platón reclamaba para sus Ideas y que
vida», y^si_ésta..ya ha.tenido-lugar,-entonces^habría que '" '" Asentía que podía encontraren el estin («es», o sea, el tiempo
preguntarse cómo va«a Jiacerse.presente ptra_vez, cómo 'presente del verbo «ser» y no su participio presente, corno
va a" ser revivida, cómo es posible devolver, a. la vida lo si fuera un presente intemporal) de Parménides.
que~ya no se está viviendo, cuándo el «es» ha sido trans- '_- Si se unen las dos partes de la definición se podría decir
forrnádcTen'Tera», en. qué momento el presente se intro- ^que la expresión ta onta significa todas las cosas que existen
. duce en el enorme abismo del pasado, y si éste permanece i en un momento concreto de tiempo que es el tiempo feno-
enteramente real en to_do's lo_s sentidos entonces debe ser- ,- . menológico, el momento presente. Heráclito compara este
lo dentro de un nuevo orden de la realidad totalmente di- \o con el incesante e irrefrenable fluir de la corriente,
ferente del que forma el presente. Así, un tipo de realidad ' como la unidad y densidad de la experiencia, el tiempo o la
"corresponde al presente y otro tipo bastante diferente de i conciencia, en una corriente en la que nunca será posible
realidad (si efectivamente lo es) corresponde al pasado. En bañarse dos veces. Sin embargo, ¿no es precisamente la pre-
el ensayo de Barrett Mandel que se Incluye en el presente '^ tensión o esperanza del autobiógrafo el que, a través del acto
volumen se le otorga a esta noción una expresión provo- de escribir, pueda recuperar su ¿ños para que pase a formar
cativa: «El pasado... nunca existió realmente: ha sido siem- parte del ta anta, o sea, la posibilidad de que su bios o su
pre una Ilusión creada por la actividad simbolizadora de vida sea una de esas cosas que realmente pueden existir en el
la mente». ¿Cuándo existe el pasado?, ¿cuándo ha existí- -3 presente y como presente? Así es realmente aunque, toman-
do?, ¿existió un pasado ayer?, ¿la semana pasada?, ¿hace do en este momento el ritmo expresivo de W.B. Yeats, debe-
uno o ¿lÍez años? Verdaderamente no existió, no como pa- ría decir que, mientras solo se entienda el bios como el curso
sado. Realmente «el pasado no existió nunca [...]». de una vida, ese deseo será más una esperanza que una pre-
Heráclito otorgó una expresión clásica al dilema del tensión, y una ilusión más que una esperanza.
autobiógrafo y lo hizo de la siguiente forma: «En algún Sin embargo (aunque la Grecia antigua no lo autori-
lugar Heráclito dice que todas las cosas fluyen, que nada zara), creo que sería posible y útil que el bios se entendie-
permanece inmóvil y, comparando las cosas existentes al ra también en otros sentidos. Cuando en inglés se dice
fluir de un río, afirma que uno nunca se baña dos veces que un hombre mayor (o un perro viejo) todavía tiene
en la misma corriente» (Platón, Cratylus, 402 a). Exacta- mucha vida por delante, no nos estamos refiriendo a la
mente lo mismo, aunque haciendo uso de un lenguaje más cantidad del tiempo de vida. Cuando decimos «tú vive tu
claro y de metáforas más dramáticas, es lo que fenome- vida que yo viviré la mía» no queremos decir «tú vive
nologlstas y protofenomenologlstas nos han venido di- el curso de tu vida». Cuando Jesucristo dice «yo soy la
ciendo durante los últimos cien anos. Examinemos más resurrección y la vida» resulta difícil justificar una posible
detenidamente la expresión de la afirmación fenomenoló- interpretación de esta expresión como «yo soy la resurrec-
glca de Heráclito. Esta compara «las cosas existentes con ción y el curso de la vida». Cuando Sócrates dice «la vida
el fluir del río». La frase, que se traduce como «cosas exis- sin meditación (anexetastos bios) no vale la pena ser vivida»
tentes» es el ta onta y el onta (por consiguiente, de la que no está teniendo en cuenta la cifra de setenta años como
se deriva la palabra ontología), es la forma plural del par- aquella que responde a la vida media de un individuo. Y lo
ticipio presente de einai que es el verbo «ser». Por eso, mismo ocurre en el caso de otros usos de la palabra
ta onta significa «las cosas que son» o «aquellas cosas que vida en los que no supone una cuestión histórica o hace
existen» (la ontología es, de esta forma, la teoría sobre la .referencia al paso de un número determinado de años sino
naturaleza del ser o de la existencia), y es precisamente ^ '" 'que significa el espíritu, un p_rincÍpJo_yÍ_r.al, un acto de con-
el ta onta lo que Heráclito compara con el fluir de un ;^ •ciencia, una realidad trascendente, un_ determinado modo"
río. Más adelante observaremos que, como participio pre- ¡de vida, o un conjunto de personalidad y carácter, aque^
sente que denota una acción o un estado continuo, el ta lio a lo que John Henry Newman denominó «la idea de
onta apunta, no a una condición terminada sino a un pro- unidad moral» que una vida, concreta exppnejil ser_viví-
ceso en progreso, al proceso de ser, el proceso de existir. da._Lo que yo propongo es que la vida en la que se funda-
(En inglés, el participio presente del verbo ser representa, menta la autobiografía podría entenderse en más sentidos

34 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
. ESTUDIOS Ortología de la autobiografía .

que en el perfectamente legítimo de «la historia y narra- como un simple caso de «era» sino como un proceso que ',
tiva individual». Así, también se podría entender como 1 se mue-ve.liacia e^presentejneludíble del^ «es»J"v'7é~toma'
un impulso vital, el impulso de la vida, que al ser vivido i laj^emojriaj:pjnojina,proyeccÍón.hacia,atrás del_<<es»_aue
es transformado por el único medio característico y pe- : reúne_tq do. lo._quej<haj/enido -haciéndose» eji una imagen '
culiar de todo individuo, su propia configuración psíqui- • a-eativa, entonces la autobiografía de memoria, convertí"- ^
ca; o sea, se podría entender como conciencia, pura y da en un modo creativo vital e intenso, alcanza cierta díg-
simple, la conciencia que no se refiere a objetos, aconte- _n_idad filosófica. La clave se sitúa tanto en concebir el ¿i'os /
cimientos ujitras^yidas, esto es, que no se refiere apotra como_un proceso qülTel autobiógrafo puede ver y abar- •
vida que no sea la propia. Se podría entender como la par- car en su ^oj^íidad^para" luego recordar y componer como
ticipación en una existencia absoluta que trasciende en en el hecho_de que sea el autobiógrafo quien decidajnte.- ,
gran medida las variables y cambiantes irrealidades de la rrumpírlo en el in^menro^n^ue_J^d.esee.para .que así,
vida mundana; se podría entender_como la tendencia mo- el proceso pueda ser_unifícado_7 completado. Además, '
_ral_del ser_individuaLLa vida entendida así no se diri- como el proceso es visto retrospectivamente por el auto-''
ge a través del tiempo hacia el pasado sino que se dirige biógrafo entonces se verá como un proceso_teleológico5
hacíalas ra^és'de'cTda serlñHívídual. De"esta"forma7es -i que se _dirige_hacia una meta p fin específicos. Para una.,
intemporal y se elícue'nrra~com'prometida a seguir ese . mayor claridad y dicho de otra forma, si el bios se con-
impulso verticaFclesHFIa consciencia aTincoñsciente más cibe como un proceso, entonces posee cierta forma y es
que efimpulso horizontaf7Iel~presente~arpasádor ., posible decir que la memoria es ese hilo que siempre per-
¿CúlTés^e7íaiI7e"ntónces7l^íniplicaciones para una on- manece oculto y que describe su forma_p Configuración.
tología de la autobiografía que partiera de la adopción de Ese hilo permanece necesariamente oculto, inconsciente •
cualquiera de estos sentidos radicalmente diferentes del y desconocido para el individuo hasta el momento en que
esencial del término ¿ios? Si se entiende ¿ios como el mero se hace consciente después del hecho de presentársele al pro-
curso histórico de la vida, entonces se confirmaría como pio individuo como lo que es, como recuerdos que él
verda_d_que, en cualquier momento dado y presente de esa puede rememorar, como una especie de hilo de Ariadna,
víqa,_todas ¡as cosas fíuyeniy nada permanece.. «Es» ha y así desvelar esa configuración que, progresiva e in-
sido transformado en «era» por lo que, por ese motivo, conscientemente, había estado creándose durante todo el
ha perdido toda vitalidad, toda realidad, toda vida; «lo que tiempo.
era» no forma parte ya del ta onta, del presente, de la suma Lo que propongo aquí es que el término ¿ios incorpo-
de cosas que existen o que ahora están siendo. SÍ, no obs- re simultáneamente los dos sentidos anteriores. Así, es tan-
tante, ¿iqssejmtendiera como ese principio o impulso vi-" to el curso de la vida_visto__más como un proceso que corno
tal, compla vida transformada por el ser viviente a través ••• una entidad estable, comqjina configuración psíquica úni-
de_este_inedio único, entonces solo habría «es», no habría-" ca que hace de esta vida la que es y no otra. En términos
«era» y no habría relación entre «es» y «era». Esta_situacíón de Platón, propongo_que_ente_ndarnps_ el mundo del de-
nos deja-pues-con-oin,presente que sejmcuentra induda-N^ venir cqmo_a^j;l_qu^e^jrige^cpnstantemente_hacia ej.
blemente_fqrmada_por_ej_pasado_aunque^separado en su mundo del^ser que es, asu vez, ese presente eterno y fe-
enuncíacipn_de_este último. «Si», tal como dice T.S. Eliot, nomenológic£_(el ta onttz); o, desde otra perspectiva, d'e-
«el tiempo es un presente eterno», entonces «el tiempo -f beriamos entender la memoria como una facultad_del
es irrecuperable». JLa recuperación del tiempo es precisa- presente y^un reflejgjgcacio del mismo cuya_función es
mente uno de los principales motivos del autobiógrafo, .ofrecer un resumen en el que se invierte el proceso ente-
quizá el principal o incluso el único y verdadero motivo ro por el que el presente ha llegado a ser lo que es. Al
del autobiógrafo. (Así como hay ¿:os y ¿ios, y memoria igual que hace en repetidas ocasiones Platón, uniré en uno
y memoria, también hay, como señalaré más adelante, re- solo el mundo del devenir de Heráclíto y el mundo in-
cuperación y recuperación). temporal de Parménides para así poder concluir que es
Hay diversas formas por medio de las cuales el auto- posible imaginar la memoria en dos sentidos: como el dis-
biógrafo puede liberarse del obstáculo que supone el hecho currir del pasado convirtiéndose en presente y como la
de que el tiempo seaconstantemente pasado ^ unión de ese pasado que se ve retrospectivamente con el
mente presente y que, en cualquiera de los casos, parezca presente como ser.
irrecuperable. Voy a presentar de forma esquemática tres Lo que conforman todos los momentos sucesivos que
^estrategias de las que_ejjmtgbjógrafQ.pued.e_ha.cer usojgara_ ¿e_extienden_en^l pasado, en un proceso de ir haciéndose,
resolver el problema del ¿ios. La primera hace uso de la es, por supuesto, el presente y, por ello, ese presente
memoria en ürTserltido bastante corriente pero no obs- i se convierte en el fin, la meta, o el telas del pasado. Si
tante creativo (Richard se mira desde el pasado hacia el presente (o, sí se prefiere,
talmente .a. la.mem o ría_f Paul Valéry) mientras que la tercera desde el presente hacía el futuro) ¿no se podría afirmar
lajiarisforma dejándola irreconocible (W.B. Yeats). Em- que la corriente de Heráclíto no se limita a ser tiempo
pezaré con el estudio cíe la memoria. SÍ el ¿ios en el senti- y paso del tiempo síno esa mirada del presente hacia el
do de «tiempo de vida» no se ve simplemente como un pasado y que, por tanto, también es memoria? Sí el tiem-
período de tiempo fijo, completo o terminado, o sea, no po nos va alejando de los primeros estados del ser, la me-

29/SUPLEMENTOS ANTHROpOS 35
ESTUDIOS Ontología de la autobiografía,

J.mpria recupera esos estados pero lo hace solo como una "] imitación de la consciencia pura y, por tanto, logre conse-
¡I £unción-de-la.conciencia presente de tal forma que pode- ; guir con éxito el estado de autobiografía pura, entonces
'•' mos recuperar lo que éramos solo desde la perspectiva r entonará la misma exquisita canción sin sentido de la poe-
; compleja de lo que somos ahora, lo que significa que pue- sía pura: la inexplicable y deliciosa música de la conscien-
"""de que estemos recordando algo.que_no__fuimos en.abso- ; cia que, si algo ha de significar, solo ella misma será ese
.luto. En el acto de recordar el pasado en el presente, el' significado. En breve ofreceré un demostración textual.
autobiógrafo imagina la existencia de otra persona, de otro ¡ «En un mundo superior es de otra forma» observó
mundo, que seguramente no es el mismo que el mundo '; Newman en una ocasión «pero, aquí abajo, vivir es cam-
pasado el cual, bajo ninguna circunstancia ni por más que " biar y ser perfecto es haber cambiado a menudo». Si a
lo deseemos, existe en el presente. Según T.S. Eliot «esta_.' un autobiógrafo le preocupa la vida tal y como es vivida
.es la_utílidad de la memoria». La memoria que acabo dej • «aquí abajo», en un mundo de hombres, con movimiento
describir es precisamente la estrategia autobiográfica que i y lleno de acontecimientos, tendrá que recurrir necesa-
usa Richard \Vright en su obra Black Boy (Chico negro); riamente a la memoria para averiguar todos esos cambios
Esta no es, sín embargo, la única estrategia posible, aun- a través de los que ha pasado su vida los cuales han sido
que se trate indudablemente de la decisión más compleja precisamente su cualidad definidora. Pero, ¿qué ocurre en
ante el dilema del autobiógrafo. Hay otras formas de en- el caso de que la vida de la que él escriba no sea como
frentarse al problema y cada una de ellas lleva implícita la vivida «aquí abajo» sino como la vida vivida «ahí arri-
su propia y especial concepción del bios así como una par- ba»? ¿Qué ocurre si lo que él hace es mirar a las esencias
ticular idea del uso de la memoria en la realización de y no a los accidentes, a la ¡dea de individuo y no a lo que
una autobiografía. Existe un tipo de pensador y escritor • un individuo particular es de hecho? Entonces, como
para quien el carpe diem es una obligación, aunque nece- 1 Newman señala, «es de otra forma». No habrá tanto cam-
saria, caprichosa y quien, concentrando en uno solo to- bio sino restauración de un esta_do perfecto; ni tampoco
dos los-momentos de conciencia pasados, lo aprehende esa memoria como recuerdo instantáneo de lo que fue
con una gran intensidad y lo determina con todo lo que en un principio y que logra averiguar a través de sucesi-
él es. Aunque no siempre consideremos el trabajo de este vos estados; ni tampoco ese movimiento constante de un
tipo de escritor corno una autobiografía, sí aceptamos pasado que deviene en un ser presente como resultado de
como definición legítima de la vida, de la vida real, la todo proceso histórico. El bios de ese «mundo superior»
«consciencia» que es la inmediatez del ahora; ello nos in- es inamovible, incambiable, pleno e intemporal. Parti-
clinaría a denominar su obra «autobiografía» incluso si cipa no solo en las cambiantes e indefinidas ilusiones de
dentro de los límites y categorías del género literario se la existencia en el tiempo sino también en la delimitada
clasificase como poesía lírica. y absoluta realidad del eterno mundo de las formas de
Cuando digo que la «consciencia» podría ser aceptada Platón.
como un legítimo sinónimo del bios dentro de un deter- No me gustaría que se entendiera, sin embargo, que
minado tipo de, autobiografía, me estoy refiriendo a la cualquier autobiógrafo puede mirar de frente a la eterni-
consciencia en sí misma, pura e intacta tanto por el tiem- dad y decirnos en qué consiste puesto que incluso Sócra-
po^como por la historia. Como ejemplo podemos tomar tes y Diotima fracasarían en el intento. Cuando Jesucristo
a Henry James, quien no puede ser considerado corno dice «Yo soy la resurrección y la vida» no nos está dicien-
autobiógrafo de la consciencia pura porque la temática de do de forma precisa qué vida es la que él es. El autobió-
su autobiografía es la evolución de la consciencia y, por grafo del «mundo superior» lo que busca, al vivir como
lo tanto, se trata de una cuestión de tiempo, de historia lo hace «aquí abajo» y al mirar, como debe hacerlo, a la
(aunque personal), de narrativa, y de memoria. En el caso .' vida «aquí abajo», es discernír_el_5¿os.que^e_5Ít.úa_d.etrás
contrario tenemos a R.G. Collingwood quien hace de la deJJ;ioj, los__at;quetÍpos que se encuentran detrás de los
; evolución de su pensamiento el bios de su autobiografía tipos y, más concretamente, detrás_de los.indiyi.duos. Un
buscando averiguar a través de la memoria la histqria_y__ Bios como éste, en el que los paradigmas y arquetipos jue-
narrativa de su evolución mental. Además, en el acto de í gan en libertad y en que el gozo se somete en última ins-
consciencia puro no hay ni antes ni después, ni tampoco tancia no a la memoria, por lo menos no a la memoria
hay un resumen presente que recapitule el pasado y se pro- .' entendida como facultad o en su uso común, sino a la
yecte hacia el futuro. Solo hay consciencia en sí misma, anamnesis tal y corno la describe Platón: el recuerdo o
luminosa, radiante y autosuficiente; consciente, aunque de Intuición desde dentro de esta vida de formas tal y como
nada en concreto, sin un contenido específico, solo cons-\, quizá,se vedey ser
se consciente.
conoce en laLaeternidad
sola existencia
entre de
estaunvida y una
anterior. Aunque no hay demasiados autobíógrafos del
autobiógrafo que sostenga este sentido del bios (como lo mundo superior de las formas, paradigmas y arquetipos,
es, o fue, Valéry), hace que la memoria no ocupe ningún pienso que un posible y acertado ejemplo es el del auto-
lugar en la realización de su autobiografía por lo que ésta biógrafo como anamnesiólogo: W.B. Yeats.
se convierte en un mero asunto formal sin contenido his- Richard Wright es un ejemplo excelente del autobió-
tórico, biográfico o narrativo. De hecho, no se necesita grafo de la memoria, una memoria creativa que da forma
ningún contenido por lo que, cuanto más se acerque a y reorganiza el pasado histórico en imágenes del presente
f
SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Ontología de la autobiografía

haciendo que el pasado sea algo tan necesario para el pre-1 sona de Richard Wright no se puede identificar con la
senté como que éste último venga a ser una consecuencia 'j del héroe de ese libro, no es ese «yo» o «Richard» o «el
¿el primero. «Los recuerdos» ha dicho Erik Erikson «soiV , chico negro», entre ellas hay una distancia de varios años
una parte.intrínseca de la realidad en la que surgen». La ;' luz. «Black Boy» (y me refiero aquí a la figura central del
realidad de la que los recuerdos son una parte intrínseca : libro) es la creación, o recreación si prefieren, de alguien
y en la que los recuerdos surgen no es otra que el ta onta, que no es él mismo un «chico negro» o de alguien que,
o sea, la suma de todas esas cosas que existen realmente de hecho, se encuentra muy lejos de esa identidad. A esto
en el momento presente, esa tela sin costuras tejida de per- • me refería cuando decía que al tratar de recordar el pasa-
cepción, conciencia, recuerdos y el universo que los ro- do desde el presente el autobiógrafo imagina otra perso-
dea, o dicho de otra forma, la totalidad del presente na, la existencia de otro mundo. Richard Wright le otorga
fenoménico, tanto exterior como interno, aquella que He- existencia imaginándose la persona del «chico negro» y
ráclito asemeja a la corriente de un río. Los recuerdos y ,. un mundo que es el mundo de un libro llamdo Black Boy.
la realidad presente establecen.una relación continua y re- El propio «chico negro» no se imagina nada, es producto
cíproca, influyéndose entre sí y determinándose mutua- de unos acontecimientos y de unas circunstancias, él no
mente de una forma constante. Los recuerdos están es el creador de nada, es solo una figura indefensa que se
configurados por el momento presente y por la impre- ve impulsada hacia adelante en el rio del tiempo de He-
sión psíquica específica del recuerdo individual, exacta- ráclíto. Por otra parte, mediante una memoria abarcadu-
mente igual que el momento presente está configurado ra y creativa, Richard Wnght es quien se lo imagina todo
por recuerdos. El^«ahora» de la consciencia es como es y es tanto eí creador de la figura a la que denomina «Ri-
debido a la interrelación entre los acontecimientos (o la chard» corno de la figura que, en Hijo nativo, llama
historia) y los recuerdos de los acontecimientos (o la vuelta L «Bigger».
de la conscíencia presente a experiencias formativas ante- Entonces, ¿cómo es esa persona?, ¿cómo es ese mun-
riores). Partiendo de su propia observación, en la que afir- do que Wright imagina? o, de otra forma, ¿cómo son los
ma que los recuerdos son «una parte intrínseca de la ¡ recuerdos en los que Wright se inspira para crear su «chi-
realidad en la que surgen», Erikson comenta que «en el i"' 'co negro» como persona y como libro? La primera esce-
mejor de los casos los recuerdos establecen una relación na, cuando Richard prende fuego a la casa, proporciona
significativa entre lo que sucedió en el pasado y lo que un paradigma para todo el libro: primero hay temor, lue-
está sucediendo en el momento presente». Por ello, su- go pánico y huida, y por último, violencia, y, aunque en
giero que en la investigación sobre la obra de Wnght se algún otro sitio la violencia precede ai temor, eí pánico
debería analizar cuidadosamente el uso que hace de la pa- y la huida, estos son los elementos constantes desde la pri-
labra «significativamente». mera página hasta la última. Este paradigma nos hace en-
Wright escribió Black Boy en 1943 (y al mismo tiem- tender el conjunto total de las experiencias de ese «chico
po, como parre del mismo manuscrito, lo que se conoce negro» que crece en el sur (temor, pánico, huida, violen-
como American Hunger, continuación interesante aunque cia; o violencia, temor, pánico, huida) cuyo único escape
sin éxito de Black Boy), unos quince años después de que sería el que el chico negro, que se hace a sí mismo, en-
dejara el sur, unos seis anos después de que abandonara contraría en la huida perfecta «a bordo de un tren que
Chicago para ir a vivir a Nueva York y aproximadamen- se dirige al norte». (El hecho de que Wright se encontra-
te tres años después de la publicación de Native Son, Black ra sólo un poco mejor en el norte no cambia la situación
Boy, escrita en primera persona, comienza con el perso- ya que ésta es la narración del «chico negro» para quien
naje protagonista a la edad de cuatro años quien tras pren- subir al tren significa precisamente ei final de esa identi-
der fuego a la casa paterna, ha huido despavorido. Como dad, la muerte del «chico negro» y, como se sabe, el naci-
castigo recibirá una paliza que le dejará inconsciente y víc- miento de Richard Wright. De la misma forma que
tima de terribles alucinaciones. El líbro concluirá con ese Fredenck Douglass dejó atrás su identidad de esclavo y
mismo «yo» a la edad de quince años, aunque de mayor su nombre cuando escapó al norte, Richard Wright, al irse
edad en experiencia debido a las formas de vida de la Ame- a Chicago, deja atrás su identidad de chico negro y los
rica sureña, una experiencia, que se encuentra «a bordo diversos nombres y etiquetas que el sur le había desig-
de un tren que se dirige al norte», que va de Memphis nado.)
a Chicago. Si partimos de la biografía de Richard Wright La narración de la existencia en el sur del «chico ne-
podemos determinar que las fechas del inicio y fin de la gro» comienza en el momento en que le planta fuego, pri-
redacción de Black Boy podrían haber sido 1912 y 1927,-^ mero a las cortinas y luego a la casa. Así es como Richard
o sea, un lapso temporal de quince años, lo cual es un tiem-^ Wright recuerda y describe la experiencia de «Richard»
po lo suficientemente largo corno para ser considerado casi unos treinta años más tarde: «El fuego se elevaba has-
como el ¿105 de la autobiografía entendida ésta como «el ta el techo y yo temblaba de terror. Al rato una cortina
curso de la vida: el tiempo de vida». de fuego de color amarillo iluminaba la habitación. Esta-
Ya que nos hemos referido a la biografía de Wnght me ba aterrorizado, quería gritar pero tenía miedo [...] al poco
apresuraré a decir que aunque existe una coincidencia en- rato mi madre olió el humo, vio el fuego y se dirigió ha-
tre las fechas señaladas y las del «yo» de Black Boy, la per- cia mí para pegarme [...] me marché y no volví nunca más.

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 37
. ESTUDIOS Ontología de la autobiografía .

Salí corriendo por la cocina hacia el patio trasero». Se ción psíquica única. Es decir, el bios de Chico negro es la
arrastró debajo de la casa. «Luego las pisadas golpeaban vida pasada de Richard Wright, su experiencia, su exis-
encima de mí. Entonces oí gritos [...] estaba rígido de te- tencia como «Richard» o como el «chico negro», y de ahí
rror [...] los gritos aumentaron de volumen [...] ansiaba su fuerte componente narrativo. Pero es también la vida
volverme invisible, dejar de vivir. La confusión crecía en- presente de Richard Wright, la visión que obtiene de la
cima de mí y comencé a llorar». Al final el padre encuen: misma, su existencia como escritor y pensador, y de ahí
tra a «Richard» y lo saca afuera pero, «en el momento en el Importante componente de comentarios en la narra-
que su mano me soltó di un salto y salí corriendo como ción. Estos dos bios, estas dos vidas, que de ninguna for-
un loco a la carretera intentando evitar a las personas que ma son las mismas, están unidas de forma significativa por
me rodeaban». Aún así lograron cogerlo otra vez y su ma- lo que llamamos memoria.
dre le dio una paliza (y no debemos olvidar que se trata A lo largo de su obra Chico negro, Richard Wright bus-
de un niño de cuatro años): ca el significado de su experiencia, y dado que la estrate-
gia que utiliza es la de la autobiografía, la forma por la
Me azotó con ral fuerza que perdí el conocimiento. Me que espera encontrar ese significado es precisamente por
golpeó hasta que me quedé sin sentido y más tarde me des- medio del ejercicio de la memoria pues la memoria ex--
perté en la. cama, gritando y decidido a huir [...] Estaba trae los hechos que tienen lugar en el tiempo de la co-
perdido en una niebla de temor [...] En cuanto intentaba rriente de Herácllto para elevarlos a otro orden en el que
dormir sólo veía, unas enormes bolsas blancas, como si fueran los hechos tienen entre sí una relación en función de su
las ubres llenas de una vaca, colgando del techo encima de significación y no de su cronología. La visión del presen-
mí. Más adelante, a medida que me ponía peor, era capaz te lograda puede hacer esto con todos los acontecimien-
de ver esas bolsas con los ojos abiertos durante el día y me tos que han tenido lugar en el pasado y componer así la
agarrotaba el temor de que se cayeran y me empaparan con
totalidad delfríoshistórico del individuo. En un momen-
algún líquido horrible. Cada día y cada noche les suplicaba
a mi madre y a mí padre que se llevaran las bolsas, to dado, Wright dice en Chico negro que «el sufrimiento
"-• señalándolas, temblando de terror porque nadie las veía de su madre creció en su mente como un símbolo» y ha-
"• excepto yo. El agotamiento me llevaba a dormir y entonces bla del «temor» y del «espanto», «del dolor sin sentido
. gritaba hasta que me despertaba completamente otra vez. y del sufrimiento interminable» que «condicionaron mi
Tenía miedo de dormir. Con el tiempo me olvidé de las relación con hechos que aún no habían tenido lugar y
peligrosas bolsas y rne recuperé. Pero durante mucho tiempo dieron lugar a una determinada actitud hacia situaciones
me atormentaba cada vez que recordaba que mi madre había y circunstancias a las que había de enfrentarme» (p. 111).
•"estado a punto de matarme.1 El hecho de que Wright esté mirando en este momento
tí'
tanto hacia adelante corno hacia atrás a lo largo de la lí-
No sé cuantas personas habrán tenido una infancia nea del bios y del hilo de la memoria, hacía adelante des-
como la recreada en Chico negro, pero los componentes de los acontecimientos pasados hasta la conciencia
básicos de esta primera escena se repiten tantas veces en presente, se hace obvio cuando observamos que su estado
el libro que debemos ver la violencia, el temorj el pánico mental mientras escribe esta condicionado por los acon-
y la huida como los hechos que dan forma a la vida del tecimientos sobre los cuales está escribiendo. De este
«chico negro» y a los recuerdos de esa vida de Wright. modo, continúa repitiendo esas experiencias de sufrimien-
Más adelante el chico elabora la idea de lo que él denomi- to, de temor y de espanto, o sea, aquellas condiciones que
na afirmación hipotética sobre Dios y sobre el sufrimiento marcaron su juventud, las cuales están ahí presentes para
humano para contestar a un compañero que le estaba re- «hacerme seguir hacia adelante», para siempre en la hui-
comendando la religión, «afirmación» que según el autor da «como si escapara de un destino anónimo que busca
«era el resultado de mi conocimiento de la vida tal y co- sobrepasarme» (p. 112). ¿Qué es lo que el temor y el su-
mo la había vivido, visto3 sentido y sufrido en función frimiento, la huida incesante y un destino anónimo aña-
del espanto, el temor, el hambre, el terror y la soledad» den para que un hombre lo recuerde todo? Lo que añaden,
(p. 127). dice Wright, es «la noción de aquello que la vida signifi-
¿Debemos preguntarnos, entonces, si este relato de vio- caba y que ninguna formación podría nunca cambiar, la
lencia, temor, y huida es una creación de la visión de Ri- convicción de que el sentido de la vida se encuentra sola-
chard Wright o una expresión de la misma? ¿O no hay mente cuando se esta luchando por extraer ese sentido
-yotra serie de complementos y consecuencias entre sí, como de un sufrimiento sin sentido».
las dos caras de una moneda, la de una historia que va Esos tres elementos de temor, huida y destino son tam-
hacía adelante para crear a Richard Wright, y la de la me- bién, por supuesto, los que determinan la estructura de
moria de Richard Wright que va hacia, atrás para re-crear Hijo nativo: El libro primero se titula «Temor», el libro
al «chico negro»? Sugiero que este bíos se corresponde con segundo «Huida» y el tercero «Destino». De la misma for-
aquel que se entiende como el curso de la vida del chico ma que esos hechos emocionales condicionaron la vida
negro, su tiempo de vida, y se corresponde también con de Wright e impusieron la estructura de su bios y deter-
el bíos entendido en el sentido^de la visión conseguida por minaron su visión, éste hizo uso de su lograda visión y
Richard Wright, su.entendi_rmento~3e~élla71ai configura- estructura para dar forma y dirección a su novela y a su

38 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/39
. ESTUDIOS Ontología de la autobiografía,

autobiografía y para atribuir un sentido a su experiencia lo que no nos podemos contentar con suponer que ha-
. que pudiera ser el resultado de ese reflexivo regreso al pa- blaba en vano) que su poema más largo y oscuro (Lafeu-
sado. La visión que poseía Richard Wright, o la visión ne Parque], y por tanto uno de los poemas más oscuros
que le poseía, a principios de los cuarenta fue la que dio de este siglo, es una «autobiografía» y que el tema de Nar-
lugar a la creación tanto del personaje de «Richard» como ciso (en el que se basan otros tres o cuatro poemas ex-
del personaje de «Bigger», tanto a la estructura de Chico traordinarios) es su «autobiografía poética». Como si estas
negro como a la de Hijo natal, tanto al «sentido de la vida» afirmaciones no exasperaran lo suficiente a aquellas almas
que se extrae de la experiencia en la autobiografía como sencillas que desean que sus autobiografías sean simples
a la nota protoexistencíalísta con la que concluye la novela. y comprensibles, Valéry dijo también en una ocasión en
Quizá sería posible clarificar todo lo dicho anterior- referencia a «El cementerio marino» (al que nunca ha lla-
mente sí nos volviéramos a referir a los dos sentidos del mado autobiografía), que «en cuanto al contenido del poe-
bios, y a este respecto he de puntualizar que si definimos ,ma, se compone de recuerdos de mi ciudad natal. Es casi
el bios solo como un principio vital, entonces tendríamos el único de mis poemas en el que puse algo de mi propia
que decir que los dos primeros libros de Hijo natal son vida». Desde un perspectiva lógica y racional, la afirma-
autobiográficos pues en ellos encontramos una imitación ción de Valéry de que un poema en el que dice no poner
total de esa visión que Wright había logrado. Sin embar- nada de su vida es «una autobiografía» mientras que un
go, sí apelamos simultáneamente a ambas definiciones, en- «poema que es casi el único en el que puso algo de (su)
tonces es obvio que Hijo natal no es una autobiografía vida» no es una auto biografía, es una consideración ca-
ya que en su realización la memoria no persigue revivir prichosa e inmotivada; o, expresado de otra forma, que
un tiempo de vida, el curso de esa vida, indagando en un un poema que indaga en la memoria para así reconstruir
pasado histórico y personal, en la corriente de Heráclíto. algo personal del pasado del poeta no es una autobiogra-
£50 solo ocurre en Chico negro. Por otra parte, Chico ne- fía mientras que un poema que desdeña totalmente la me-
gro podría ser en sí misma un fracaso parcial si no se com- moria y que no contiene nada de la historia personal del
pusiera simultáneamente de narración y comentarío3 de poeta es una autobiografía. Esto es suficiente para que los
experiencia pasada y de visión presente, pues se logra una lectores se desesperen y se limiten a abandonar a Valéry
fusión de ambas en el doble «yo» del libro, el «yo» de Ri- como un caso perdido y sin interés alguno dentro del es-
chard, ese «chico negro» de quince, veinte y treinta años tudio de la autobiografía. Personalmente considero que
antes, por una parte, y el «yo» de Richard Wright como todos esos lectores pueden estar equivocados por lo que yo
un hombre maduro, intelectual de ciudad y consumado recomiendo encarecidamente que no se unan a ellos en
escritor que medita sobre su vida y el sentido de la mis- esa precipitada decisión.
ma, por otra. Este «yo» con un doble referente lleva den- Es interesante señalar, sin embargo, que los estudiosos
tro de sí un bios que se desdobla en un aquí y un ahora de Valéry no se sienten desesperados por este tipo de si-
y en un allí y un entonces, en un presente perpetuo y tuaciones. Es rnás, éstas les exigen, aunque hasta cierto
en un pasado histórico, siendo el sutil y todavía tenso hilo punto, el mismo esfuerzo de comprensión intelectual y
de la memoria el que logra unir un «yo» con el otro «yo, emocional que los poemas. Los estudiosos de Valéry se
el que mantiene unidos los dos bios, y el que logra recu- tienen que enfrentar ante la difícil cuestión de compren-
perar con éxito el tiempo de Richard Wright (y para Ri- der cómo es posible que La feune Parque sea una autobio-
chard Wright). grafía al mismo tiempo que se enfrentan ante la
Hay una presunción implícita y muy común (la cual comprensión del propósito de La Jeune Parque en sí mis-
es, por lo demás, perfectamente justificable) que conside- ma. (Pues el poema no se concibió originalmente como
ra que la autobiografía es de lectura fácil y que no presen- ningún tipo de autobiografía sino que en un primer mo-
ta ninguna dificultad de comprensión por la sencilla razón mento sólo pretendía ser un poema añadido al final de
de que no se centra en complicadas o rebuscadas proe- un volumen de poemas tempranos que André Gide que-
zas de sentido ni sondea en esas oscuras profundidades en ría publicar. Más tarde se concibió como el «ejercicio»,
las que tanto la poesía moderna como la ficción con- como una distracción mental del poeta durante la guerra.
temporánea encuentran su ser. Ademas, como dicen los Solamente cuando estuvo terminado, y así se lo comentó
críticos que defienden esta visión, la autobiografía es pre- Valéry a Gide, se convirtió en su autobiografía.) Al con-
sisamente lo que parece ser y dice lo que quiere decir, al trario que los estudiosos del poeta los estudiosos de la auto-
contrario que la poesía o la ficción o cualquier otro que biografía son los que en mayor medida rechazan las
no sea lo que parece ser y que siempre dirá lo que no quiere repetidas reivindicaciones de Valéry pues consideran que
decir. La presunción inicial continúa con la afirmación estas son tan oscuras como su propia poesía.
de que está bien que nadie necesite preocuparse por sa- A este respecto he de decir que soy consciente de la
ber exactamente lo que está pasando en una autobiografía. severa actitud que, con casi toda certeza, muchos críticos
Paul Valéry, que se caracterizaba por ser muy exigente de la autobiografía adoptarían ante la herejía de denomi-
en la elección de la palabra precisa, surge en este punto nar autobiografía a un poema lírico puesto que he vivido
al afirmar (en más de una ocasión, y tanto a sí mismo esta experiencia anteriormente cuando afirmé que Four
en sus Cahiers como a otros en su correspondencia, por Quartets de T.S. Eliot podía ser considerado como una

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 39
. ESTUDIOS Ontología de la autobiografía

autobiografía. (A este respecto he de comentar que aun- Es obvio que aunque ese «yo» tiene como referente a
que la idea de que Four Quartets pueda ser tomada como Eliot y a su propia experiencia personal, también tiene
una autobiografía no preocupa a los estudiosos de Eliot un referente más amplío, como lo podemos observar en
sí desespera a los estudiosos de la autobiografía. Estos úl- el hecho de que en otras partes del poema Eliot usa libre-
timos, a los que me uno, se sienten protegidos por la se- mente la primera persona del plural, y también la segun-
'3
guridad que les ofrecen las definiciones de géneros por da e, incluso, la tercera para que contenga y exprese el
lo que aparentemente se ponen enfermos cuando sienten mismo tipo de experiencia:
las olas del caos y de la noche antigua, contra las que las
fronteras del género han proporcionado cierta protección, No cesaremos de explorar
amenazando con sobrepasarnos a todos.) Considero que y el final de toda nuestra exploración
Lajeune Parque nos sirve como caso extremo y, por tan- será llegar adonde partimos
to, mejor incluso que Four Quartets para poder argumen- y conocer el lugar por primera vez.
No estás aquí para verificar,
tar que un poema lírico puede ser perfectamente una
instruirte, dar forma a tu curiosidad
autobiografía, además de que la visión de la poesía implí- o llevar algún mensaje. Estás aquí para arrodillarte
cita en toda la obra de Valéry nos ofrece una base teórica dónde la oración ha sido válida.
más distinguida sobre consideraciones en torno a la poe- La ceniza en el hombro de un anciano
sía, la autobiografía, y la creatividad en general que la que es toda la cení?.a que dejan las rosas quemadas?
podemos encontrar en Eliot. Lo que podemos encontrar
en la teoría y práctica de Valéry, sin embargo, no invalida No obstante y al margen de estas au torre fe ren cías de
de forma alguna la consideración de que los Four Quar- la primera, segunda y tercera personas del singular y del
tets son una «autobiografía» sino que, por el contrario, plural, lo que aquí quiero decir es que el poema de Eliot
sirve para confirmar y reforzar todos y cada uno de los es una autobiografía, y no por esos pronombres autorre-
puntos de su argumentación. ferencíales sino a pesar de ellos. Los pronombres autorrefe-
En este momento es necesario establecer una impor- renciales (de limitada autorreferencialidad, insisto un vez
tante distinción entre dos palabras: el sustantivo «auto- más) dan un .carácter ligeramente autobiográfico al poe-
biografía» y el adjetivo «autobiográfico». A este respecto ma de Eüot si se compara con el alto nivel de autorrefe-
considero y sostengo que, de la misma forma que es posi- rencialídad que tienen en la novela de Dickens. Pero lo
ble que una obra sea considerada autobiográfica sin tener que hace de ese poema «una autobiografía» (en contraste
que ser «una autobiografía», también es posible, y soy con un poema «autobiográfico») no es una cuestión de
consciente de estar siendo gratuitamente paradójico, afir- contenido sino de forma. A través del mecanismo formal
mar que una obra puede ser considerada «una autobio- de «recapitulación y recuerdo» Eliot triunfa en la realiza-
grafía» sin ser por ello «autobiográfica». Cualquiera puede ción de su bios como poeta y explorador espiritual. Corno
reconocer que, por ejemplo, Hijos y amantes de Lawrence el resto de la argumentación le pertenece al propio Eliot
o el Retrato del artista de Joyce son obras «autobiográfi- me limitaré a referir al lector al capítulo quinto de su obra
cas». Nadie diría, sin embargo, y me incluyo a mí mis- Metáforas del yo y volveré a la argumentación en su for-
mo, que ninguna de estas dos obras es «una autobiografía». ma más extrema, la que tiene lugar en La Jeune Parque.
Exactamente lo mismo ocurre en la novela «autobiográ- A diferencia de Four Quartets, y también a diferencia
fica», narrada en primera persona, David Copperfield. Ese de «Le címetíere marin», La Jeune Parque no es «autobio-
«yo» de Dickens es, en un cierto aunque limitado senti- gráfica» ni siquiera en el más mínimo grado. Su yo ni in-
do, autorreferencial por lo que me imagino que podría cluso es ligeramente autorreferencial. Por otra parte,
ser posible-determinar hasta qué punto en cada uno de mientras en Four Quartets se anuncia «éste es el uso de
los pasajes de la novela ese «yo» es autorreferencial, deter- la memoria», el poema de Valéry no pone al descubierto
minando la.tensión o confusión emocional que forma (y ningún uso de la memoria. Además, Valéry rechaza, en
deforma) cada pasaje en cuestión. Pero aquí la situación un comentario sobre La JeuneParque, el más mínimo de-
se vuelve bastante extrema y la argumentación espinosa. seo en ejercitar la memoria o en recordar el pasado en
Además, creo que la mayoría de los lectores coincidirán forma alguna. ¿Cual es, entonces, el bios de un poema que
en señalar que el «yo» que surge a intervalos poco frecuen- él mismo ha considerado su propia autobiografía? No es
tes en Four Quartets es también hasta cierto punto, y tam- más que conciencia pura e intemporal, conocimiento o
bién hasta cierto límite, autorreferencial: sensibilidad activa, o mejor aún, es conciencia de la con-
ciencia, es el ser consciente de la conciencia y el ejercicio
de la misma. ¿Sería correcto decir que la conciencia no
Aquí estoy, en medio del camino, habiendo pasado veinte
[años
puede ser el bios de una autobiografía? Esta pregunta se
veinte años en parte perdidos, los años de «1'entre deux contesta a sí misma, por lo menos en lo que se refiere al j
•(
[guerres* poema/autobiografía de Valéry. Lajeune Parque, escribió
intentando aprender a usar las palabras, y cada intento Valéry en una carta, es «un poema nacido de una contra-
es un comienzo totalmente nuevo... dicción. Es una meditación que conlleva todas las inte-
rrupciones, reanudaciones y sorpresas de la meditación.

40 SUPLEMENTOS ANTHROPnñ/Pü
ESTUDIOS Ontología de la autobiografía.

Pero es una meditación en la que tanto el que medita como totalmente inadecuadas para su poesía. («Mis ideas» escri-
el objeto de la meditación son la consciencia consciente»} bió-Valéry en una ocasión «son mis prostitutas». Con
Esto hace que la conciencia, y por lo tanto el bios de Va- quien duerme Valéry en su poesía no es ni una prostituta
léry, se vuelvan sobre sí mismos, pero no hacia su histo- ni una ídea, sino que, de forma más precisa, a lo que des-
ria (que es lo que encontramos en los volúmenes pierta en Lafeune Parque es a un ritmo, el ritmo de una
autobiográficos de Henry James, donde se nos presenta consciencia naciente. Ese ritmo, según comentó el pro-
la evolución de la consciencia) puesto que en Lajeune Par- pio Valéry, le controlaba tanto a él como a su poema, al
que no hay una vuelta al pasado sino solo un conocimien- contrario de lo que ocurre con las prostitutas y las ideas.)
to cada vez más intenso de la existencia de la consciencia, Cuando se dice que ese misterioso solo para contralto
esa consciencia consciente, en el presente. Al igual que en es la autobiografía de Valéry muchos lectores de Lajeune
la maravillosa frase que describe el universo de la Visión Parque reaccionan de la misma forma en que lo hizo el
de Yeats («un gran huevo que se vuelve para siempre del padre de Joyce cuando vio por primera vez el «Retrato de
revés sin romper su cascara»), la consciencia de Valéry se James Joyce» de Brancusí (un retrato que consiste en una
vuelve del revés pero que mantiene sus conchas. Interior circunvolución en espiral con tres líneas rectas de diferentes
y exterior, increíblemente intactas, generando en sí mis- longitudes, una debajo y las otras dos a ambos lados de
ma su propio parecido, su propia imagen perfecta. Ese pa- la espiral; el «Retrato» aparece reproducido en la biogra-
recido, esa imagen, es el poema llamado Lajeune Parque. fía de Joyce de Richard Ellmann). «Jim ha cambiado más
Pero se debe tener en cuenta aquí un hecho fundamental: de lo que yo pensaba» fue el comentario de John Joyce
si la conciencia es un fenómeno que se determina, no en ante el retrato de su hijo. El contenido del poema de Va-
función de su contenido sino solo en función de su forma, léry (si es posible hablar de contenido) viene a tener la
entonces Lajeune Parque debe ser más un espejo formal o misma relación con los hechos de su vida que la que pue-
una imitación formal de su sujeto/objeto que una narra- dan tener las líneas de Brancusi con cualquier buena fo-
ción de contenido histórico tal y como el que podemos tografía de Joyce. A pesar de todo, un lector imaginativo
encontrar (por ejemplo) en el Preludio de Wordswonh. del Ulises o de El despertar de Finnegan entendería por
El que habla o el..«yo» de Lajeune Parque (que se tra- qué Brancusi podía denominar «retrato» a una espiral y
duce como «la joven, parca», esto es, una de las tres moi- tres líneas de la misma forma que el lector imaginativo
ras, las tres parcas de la mitología clasica) es una mujer de Valéry, y así lo afirmó el propio Valéry, sería capaz de
(al igual que la palabra consciencia es en francés un nom- percibir su autobiografía en la forma de Lajeune Parque.
bre femenino) lo que supone una violación total de las En 1917, el año en que se publicó Lajeune Parque por
expectativas de la especie o género al tratarse de una auto- primera vez (después de cuatro años de creación), Valéry
biografía escrita por un hombre. Es más, ese «yo» se en- escribió en una carta: «Cualquiera que sepa cómo leer-
cuentra aparentemente formado por varias figuras míticas me, leerá una autobiografía en la forma. El contenido im-
(Psique, Eva, Helena, Pandora, Afrodita y las Parcas) lo porta poco, está constituido por lugares comunes. El
que supone otra vez una violación de las expectativas de pensamiento verdadero es incompatible con la poesía».4
género que los críticos apuntarían, se despierta por la no- Esta es, efectivamente, la doctrina, de la poesía pura lleva-
che y, hasta cierto punto, piensa. Sería preferible tal vez da a la práctica en Lajeune Parque, en donde la conscien-
no decir que ella piensa sino que se sitúa, semidormida, cia toma el lugar del ¡ños y en donde la estricta observancia
semídespierta, casi en un estado de ensoñación (de forma formal «se constituye en verdadero objeto» produciendo
análoga al soliloquio de Molly Bloom en el último capí- lo que podría ser denominado como «autobiografía pura».
tulo de Ulises, con la excepción de que no hay una re- La naturaleza es al vacío lo que el arte de Valéry es
ferencia histórica o personal gracias a la que se pueda saber a la impureza: su arte sencillamente aborrece todo lo que
cual es el contenido de ese ensueño tal y como ocurre es impuro, y pocas cosas, como se puede demostrar por
en el caso de Molly Bloom). Esta intrincada red de enso- medio de más de un centenar de autoblógrafos conven-
ñaciones, que en sí misma es producto e imagen de la com- cionales, son rnás impuras que la memoria. La memoria
pleja articulación de una conciencia que emerge para deforma y transforma. Mientras que a algunos les causa
sumergirse de nuevo en el inconsciente, es como una tela dolor y a otros felicidad, a otros muchos les provoca si-
«sin principio ni final, sino solamente formada por nu- multáneamente el dolor y la felicidad. La memoria pide
dos centrales» (Oeuvres I, 1.636). Valéry deseaba presen- perdón y se justifica, acusa y excusa. También falla al re-
tar su poema como un «monólogo» o «solo de recital u cordar algo y luego recuerda mucho más de lo que había.
ópera para una voz femenina». Esta es La Jeune Parque, En realidad, la memoria hace virtualmente de todo me-
el poema entero. Además, lo que la joven parca dice o can- nos lo que se supone que debe hacer, esto es, mirar hacia
ta o llora (de cualquier modo hemos de describir su in- los hechos del pasado y verlos tal como ocurrieron. Si
terpretación del recital) no tiene continuidad narrativa y se parte de lo anterior, el escritor que entienda el bios como
ningún contenido de ideas específicas. Es más, no tiene «el curso histórico de la vida», y que ingenuamente ima-
ní la más mínima relación con el pasado personal o his- gine que la memoria como facultad es suficiente para re-
tórico del poeta y tampoco ninguna de las ideas que Va- cuperar ese tiempo de vida tal corno realmente fue, puede
léry siguió en su vida privada pero que consideraba que escriba una autobiografía interesante pero no será lo
. ESTUDIOS Ontología.de la autobiografía,

que supuestamente debe ser. Al igual que todo autobió- en «memorias de un poema» refiriéndose a La. Jeune Par-
grafo que intenta revivir su historia personal, tal escritor que. «Esos recuerdos que me llevan a revivir el pasado son
recreará el pasado en la imagen del presente, aunque a causa dolorosos y la mayoría de ellos son insoportables. ¡Ver-
de su ingenua fe en la memoria como lazo infalible con daderamente no querría dedicarme a intentar recuperar
el pasado real no se dará cuenta de que eso es lo que está el tiempo pasado!»9 Ni tampoco tiene que preocuparse
haciendo. Sin embargo, Valéry no era ingenuo en absolu- en dedicarse al tiempo pasado en su autobiografía ya que
to y en La Jeune Parque esquivó hábilmente todo tipo de su tiempo es el presente eterno, su bios es siempre una
dificultades con las que uno puede encontrarse ante ese renovada y eterna consciencia naciente y el foco de su es-
intento de recordar el pasado otorgándole una nueva de- fuerzo creativo no son los hechos pasados, ni tampoco
finición al -bios para volver a situarlo en un presente in- el pasado visto desde el presente, sino el lenguaje en sí mis-
temporal y,'de esta forma, negarle a la memoria lugar mo y las formas de poesía imaginadas y creadas por el
alguno en :su autobiografía. lenguaje. «LITERATURA. Lo que es forma para otros es
«Aunque el elemento histórico del yo juega, por lo ge- contenido para mí», escribió Valéry en sus cuadernos de
neral, el papel principal» escribió Valéry en un cuaderno notas, y en otro comentario referido a La Jeune Parque se-
de notas refiriéndose a La Jeune Parque, «yo he preferido ñala: «La FORMA de esta canción es una autobiografía».10
tanto aquí como en otros lugares el sentimiento de un Para un escritor como Valéry (y no debemos olvidar que
presente eterno».5 Este hecho es el que distingue con bas- Valéry fue siempre escritor, esencial y temperamentalmen-
tante claridad su propia realización autobiográfica de las te un escritor, incluso en los años de silencio que prece-
de otros, entre los que se puede incluir, por ejemplo, Ri- dieron a La Jeune Parque} el lenguaje era el acontecimiento
chard \Vright. Lo que Valéry denomina «sentimiento del más importante de su vida. Otros acontecimientos, exter-
eterno presente» es 'ciertamente una realidad más inme- nos e insignificantes, no podrían compararse en impor-
diata que la realidad pasada que la memoria pueda recor- tancia con las palabras, con el efecto configurador que las
dar incluso cuando lo hace con el mínimo grado de mismas tuvieron en la vida de Valer)'. Además, según la
impureza posible. Uno de los más notables rasgos de La descripción del propio Valéry, las palabras y los ritmos
Jeune Parque es precisamente la inmediatez de una cons- le ocurrieron a Valéry como otro acontecimiento cualquie-
ciencia naciente y nocturna que es incapaz de distinguir ra, solo que estos provenían de dentro, de su interior, y
con claridad quién, dónde y qué es lo que es. El «recital», por eso, el yo de su autobiografía es creado por el lengua-
fiel a una consciencia que se despierta por la noche, pro- je y las formas del lenguaje y no al contrario. A este res-
cede !,ton una serie de preguntas que son tan claras y pu- pecto y refiriéndose a su poema/autobiografía dijo Valéry:
ras enísu forma corno oscuras y confusas en su contenido. «empecé desde el lenguaje en sí mismo» (Oeuvres, 1,
Reproducen con una gran fidelidad el sentimiento de una 1.632).
psique, medio dormida y medio despierta, que surge del El monólogo de La Jeune Parque se compone de las
Inconsciente en las horas oscuras de la noche: más brillantes (y al mismo tiempo las más oscuras), ex-
trañas y diversas imágenes en el más estricto y aparente-
Qui pleure la, sinon le vent simple, a. cette heure mente Inevitable temple del verso francés. Se trata de
Seule, avec diamants extremes?... Mais qui pleure, alejandrinos sin encabalgamiento que siempre sitúan la
Si proche de rnoi-méme au moment de pieurer? cesura en el lugar exacto de la cesura y que suenan como
Ráeme pero sin sentido. (En uno de los comentarios de
Cette main, sur mes traits qu 'elle revé effleurer,
su cuaderno de notas sobre La Jeune Parque Valéry cita
Distraiternent docile a quelque fin pro/onde,
Attend de ma faiblesse une larme qui fonde, un verso de Ráeme «Le jour n'est pas plus pur que le fond
Et qife. de mes destins lentement divisé, de mon coeur» que parece ser la expresión perfecta del
Le plus pur en silence éclaire un coeur brisé.6 espíritu del monólogo de La Jeune Parque. El verso de Pe-
dro, suena como si bien pudiera ser un verso de la canción
' ¿Quién llora ahí? Es Psique que se despierta durante la de Valéry.) Hay una Increíble, infatigable e intransigente
noche, «la consciencia. consciente» en un estado de confusa pureza sin compromiso en la dicción y sintaxis del solo
ensoñación sobre su propio ser, la consciencia que apenas de la joven parca. Por lo demás, es obvio que Valéry tenía
lucha para salir de la Inconsciencia del sueño.7 razón: Su poema no contiene propiamente Ideas sino que
el único «contenido» son sonidos, imágenes, y movimien-
Naturalmente, todo esto está realizado y representado to de versos. «Tuve terribles problemas con las palabras»
en el presente, eternamente en el presente, puesto que uno escribió Valéry a un amigo. «Hice más de cien borrado-
de los polos'déla existencia es «el sentimiento del presen- res. Las transformaciones me costaron un trabajo Infini-
te eterno». Proust podría estar ocupado para siempre «en to».11 Estas transformaciones, que tanto y tan duro
busca del tiempo perdido» (al Igual que nueve de cada diez trabajo le costaron a Valéry, corresponden a las modula-
dejos autobiógrafos del mundo, verdaderos adalides de ciones de la voz que canta, y al tiempo que ocurren en
la-memoria como una facultad creativa y recreativa) pero el poema no son nada más que imitaciones formales, o
Valéry'tenía una mentalidad distinta.3 «Lo que haya he- representaciones formales de sihapsis mentales, las sinap- ¿::
cho deja de ser casi de inmediato una parte de mí» dice sls del conocimiento consciente. 21

42 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS Ontología de la autobiografía

Cuando hubo terminado este «desgradable ejercicio», Si Plotino estaba en lo cierto, entonces W.B. Yeats era
como Valéry lo llamaba (un intenso ejercicio que llevó realmente una buena alma puesto que era capaz de olvi-
a cabo durante los cuatro años que duró la Primera Gue- dar todo lo que el hombre inferior «retiene con emoción»
rra Mundial), descubrió, y así se lo escribió a André Gide, (así como esa multitud de hechos ante los que incluso un
«en el poema ya terminado un cierto sentido de autobio- hombre inferior difícilmente se emocionaría) y también
grafía (autobiografía intelectual, para ser más precisos)».12 era capaz de recordar todo ese tipo de cosas a las que su-
Parecía una autobiografía de la psique (o Psique) de los puestamente sólo un hombre superior puede llegar. De
años de guerra lo que para Valéry suponía un monumen- acuerdo a diversos testimonios, Yeats tenía muy mala me-
to horacíano más duradero que el bronce que él creó para moria para los nombres, fechas y hechos, pero, aunque
redimir ese tiempo de desolación y para hacer honor al esto podría serle útil frente al Supremo de Plotino, ¿no
lenguaje por medio del cual la psique alcanzó la conscien- lo descalifica como autobíógrafo?, ¿no es el autobiógrafo
cia. «Ved aquel entonces en el que vosotros caminabais totalmente dependiente de la memoria, tanto para la for-
prudentemente, no como tontos sino como sabios, re- ma y los detalles de su texto? La respuesta es sí, si el auto-
dimiendo el tiempo, porque los días son aciagos.» Tam- biógrafo es Richard Wright, no, sí el autobiógrafo es Paul
bién pudiera ser que Valéry hubiese estado obedeciendo Valéry, y sí y no, si el autobiógrafo es W.B. Yeats.
las órdenes de Pauline como si fuera el tiempo presente Tanto para Yeats como para Plotino la memoria era
y no el pasado, el tiempo presente de esos funestos años un fenómeno doble de dos facultades contrarias: ía facul-
de guerra y el presente eterno en eí poema, el que él pre- tad de recordar, equilibrada e invertida por la facultad de
tendía redimir por medio de esa tenaz búsqueda de la cons- olvidar. Sobre esta facultad y antífacultad, Yeats le escri-
ciencia y la representación de la misma en un lenguaje bió a Joseph Hone: «Lo que yo no veo pero puede que
tan puro y refinado como fuera posible. Al final se en- vea o haya visto, es observado por otro ser. Es decir, for-
contró con ese poema, ese arduo ejercicio, la autobiogra- ma parte de la sustancia de otro ser. Yo recuerdo lo que
fía de la «conciencia consciente» que se apoyaba en las él olvida, él recuerda lo que yo olvido».15 Siguiendo a
rumas de los años de guerra. «A veces me he enorgulleci- Plotino podemos denominar a estos dos seres el hombre
do» dice Valéry «de ese intento de creer que debía hacer inferior y el hombre superior; siguiendo a Yeats, el yo
algo por nuestro lenguaje en sustitución de la lucha por y el anti-yo, el hombre y su demonio. Pero sean cuales
nuestra tierra por lo que pensé en erigir un pequeño mo- sean los nombres que les otorguemos a estos dos seres
numento, quizá una tumba, a ese lenguaje, compuesto por opuestos que son contrarios pero que se parecen como
sus palabras más puras y sus formas más nobles —un pe- dos gotas de agua, como el que se mira y la imagen que
queño monumento sin fecha alguna—, en las amenazan- el espejo refleja, es posible imaginarlos encerrados en ese
tes orillas del Océano de Charabia». 13 La Jeune Parque complejo baile de opuestos antinómicos a los que alude
resultó ser no solo un monumento a la lengua francesa Yeats en Una. visión: «un ser corriendo hacia el futuro se
sino también a lo configurado por ese lenguaje, y por cruza con otro que corre hacia el pasado, dos huellas que
ello creo que estaríamos cayendo en un error tanto si se destruyen eternamente, del dedo al talón, del talón a
cuestionáramos el poema de Valéry como posible auto- la punta de los dedos».16 Al bailar esta complicada dan-
biografía, debido a cierta susceptibilidad respecto al gé- za de olvido/recuerdo con su demonio, Yeats elimina to-
nero, como si afirmáramos que su autobiografía no es un das las huellas de la memoria de este mundo para poder
poema pues una autobiografía es lo que el ingenio hace así recordar las formas de otro mundo. Olvida lo que pasa
de ella. en ei tiempo para poder así recordar lo que no pasa en
Plotino nos dice que todo hombre tiene dos almas, la la eternidad. Al no recordar voluntariamente, con una sutil
inferior y la superior, y que «cada una de las etapas del indiferencia, los nombres, las fechas y los lugares de una
Alma [...] posee su propia memoria». En relación a los sencilla vida individual, busca personificar en el retrato
tipos de memoria propios de las almas inferior y supe- arquetípico y el carácter anecdótico de las Autobiografías
rior, Plocino continúa afirmando: la esencia deí ser, ya purificado de lo que él en alguna oca-
sión llamó «el accidente y la incoherencia» de la existen-
Pero [...] ¿y la memoria de los amigos, los hijos o la espo- cia. Mientras Wright rescata el tiempo descubriendo algún
sa?, ¿y el país, y todo lo que el hombre de mayor clase es sentido en su pasado y Valéry recupera el tiempo crean-
capaz de recordar? Todo esto es lo que uno (el hombre bajo) do un monumento al lenguaje y a la conciencia en el eter-
retiene con emoción mientras que el hombre auténtico pa-
no presente, Yeats recobra el tiempo simplemente
sivamente [...] El alma inferior debe esforzarse siempre por
conseguir memorizar las actividades de la superior [...] Cuan-
aboliéndolo en favor de la eternidad, puesto que, como
to más apremiante es la intención hacia el Supremo, mayor el mismo Yeats dice por medio de John Aherne, uno de
será el olvido del Alma [...] En este sentido podríamos decir sus portavoces: «Creo que Platón usaba la palabra memo-
que, efectivamente, es el alma buena la que olvida. Escapa ria como símbolo de una relación con lo que no tiene
a la multiplicidad, busca escaparse a lo infinito arrastrando tiempo» (Vision, p. 54). Píotino lo hizo así en la filosofía
todo hacia la unidad, ya que solo entonces se librará de ese de los Enneads y Yeats en la realización de Autobiografías.
enredo dirigido a sí mismo. 14 «Los rostros y los nombres me son vagos» admite Yeats
en El temblor del velo, el segundo volumen de sus auto-
ESTUDIOS Ontología de la autobiografía,

biografías. No obstante, tras, ofrecernos una visión espe- unión esta dominada por la facultad imaginada del alma
cial de la realización de su autobiografía, continúa diciendo superior y así la imagen percibida es como sí fuera una
que «mientras puede recordar rostros a los que vio solo sola. La menos intensa es así como una sombra que sirve
en una ocasión aquellos que vio muchos domingos (en de apoyo a la que domina, como una luz inferior que surge
los encuentros de W.E. Henley) parecen haberse dífumi- dentro de otra mayon>.13
'-*•'
nado».17 Yeats no manifiesta ningún tipo de sentimien- El propio Yeats nos da una clave de Interpretación al
to de pesar por los rostros olvidados o desaparecidos llamar al tercero de sus volúmenes autobiográficos Dra-
porque existen otros más memorables, aunque hayan sido matis Personas pues el título no solo se refiere a su parti-
vistos en una sola ocasión (vistos, me imagino, por el hom- cipación en la actividad teatral durante esos años
bre superior de Plotino más que por el inferior), y tie- (1896-1902) sino también, y de forma más Importante, al
nen una importancia mucho mayor para Yeats como hecho de que estas personas fueran personajes del drama
autobiógrafo de la que tienen aquellos que, al ser rostros de la vida de Yeats, un drama que (especialmente en Auto-
que se repiten en la experiencia mundana, son un mate- biografías) fue escrito por él mismo. Cuando esas perso-
rial difícil para los propósitos del artista. Sin embargo, a nas aparecen en El temblor del velo o Dramatis personas
pesar de lo afirmado anteriormente, es necesario admitir o La muerte de Synge, cada una de ellas (como también
que en sus Autobiografías Yeats escribió sobre personas dice Yeats en su obra respecto al artista) «ha renacido como
a las que veía a menudo: Lady Gregory, Maud Gonne, una idea, algo deseado¡ completo» y son elementos sim-
Lionel Johnson, John Synge, y otros muchos, aunque en bólicos que contribuyen al modo de ser total del carácter
el momento 'en que pasaban a formar parte de la autobio- y autoexpresión del artista. Aunque esto pudiera parecer
grafía de Yeats, estas personas reales ya habían sido cam- una forma simple de tratar la historia y los amigos, Yeats
biadas y transformadas totalmente, de forma que un podría siempre apelar a su débil memoria a la hora de
resultado de gran belleza surge del encuentro entre los he- recordar hechos objetivos, ello unido a un fuerte olvido
chos historíeos, la existencia de esas personas y la visión creativo: él podía olvidar los nombres y los rostros, pero,
configuradora del artista. incluso mientras «estaban ahí» se le escapaban de la me-
La autobiografía de Yeats es más anecdótica que nin- moria, su demonio se ocupaba de recordar las ideas que
guna otra de las que se nos puedan ocurrir. Es realmente se encontraban tras esos nombres y esos rostros, puesto
más anecdótica que El chico negro, por ejemplo (y ni si- que a Yeats le gustaba estar de acuerdo con lo que pensa-
quiera es necesario traer a colación a Valéry). Está com- ba que Plotino (en una Enéada diferente) había dicho de
puesta por una serie de historias basadas parcialmente en que existía un único arquetipo para cada alma individual.
hechos reales sobre personas a las que, tanto a las famosas Y era tanto el tipo como el arquetipo lo que Yeats busca-
como las menos famosas, Yeats conocía bien o solo su- ba captar en las Autobiografías. De ahí que sustituya a
perficialmente. A primera vista pudiera parecer que lo an- Lady Gregory, la mujer, por Lady Gregory, la aristócrata
terior va en contra del fundamento de la memoria dual ideal (el. hecho de que la mujer real no se pareciera a lo
de Plotino. ¿Qué hacía Yeats recordando a «los amigos, que Yeats vio en ella e hizo de ella es la conclusión que
los hijos o la esposa» (aunque sus hijos y su esposa no for- extraemos del hecho de que otros, como por ejemplo
man realmente parte de sus Autobiografías, sus amigos cier- Frank O'Connor y George Yeats, la encontraban muy di-
tamente sí) y «el país también» si tal recuerdo es la típica ferente al ideal que Yeats imaginó; en realidad, conside-
actividad del hombre inferior y está formado por deta- raban que era una mujer imposible). También sustituye
lles que el superior olvidaría conscientemente? La respues- a John Synge, vivo y moribundo, por John Synge, el ar-
ta es que estas anécdotas son diferentes a las anécdotas tista ideal. A lo largo de todo el libro va sustituyendo a
históricas u objetivas. Yeats busca captar en ellas lo más hombres y mujeres Individuales por tipos para, Jínalmente
típico de su carácter para poder vislumbrar la esencia que y llevando a cabo el último paso lógico, reemplazar a esos
está detrás (o arriba, según la metáfora espacial de Ploti- tipos por sus correspondientes arquetipos.
no) del «accidente». Ello supone ser espectadores de la fun- En los diferentes volúmenes que componen la auto-
ción que nos ofrece el bios, «el curso histórico de un biografía de Yeats se encuentran, en repetidas ocasiones,
tiempo de vida» y, sin embargo, ver intelectualmente por las expresiones «no recuerdo cuando», «no recuerdo quién
detrás o por arriba del bios al Bios, ese eterno paradigma, era», «no puedo recordar dónde fue» y «no recuerdo
arquetipo o idea que él solo es capaz de conferirle al bios, quién estaba presente». Estos lapsus poco frecuentes se ha-
esa realidad menor e inferior que puede ser adscrita a el. llan explicados y justificados en el prefacio al primero de
Ello supone mirar tan fijamente en el tiempo que es po- estos volúmenes (Ensueños sobre la infancia y la juventud)
sible lograr detener su movimiento y poder así ver en la que se anticipa para desarmar toda crítica de un posible
eternidad y a través de la eternidad (pues, tal como le error histórico: «Que yo sepa, no he cambiado nada y,
dijo Tímeus a Platón, el tiempo es una imagen móvil de sin embargo, parece ser que he cambiado muchas cosas sin
la eternidad). La ontología de la autobiografía de Yeats saberlo puesto que estoy escribiendo después de muchos
es profundamente platónica. Así lo expresa Plotino, años sin haber consultado a ningún amigo, carta o perió-
«[...] cuando las dos almas están en armonía, las dos fa- dico antiguo y describo lo que me viene con mayor fre-
cultades imaginadas [memorias] ya no están separadas. La cuencia a mi memoria» (p. 3). O, tal como sucede tan
ESTUDIOS Ontologia de la autobiografía,

a menudo en la realización de las Autobiografías, Yeats tagonista de una de las mejores anécdotas de Yeats. Des-
está describiendo lo que deja, de venir a su memoria, puesto pués de su condena por sodomía Wilde reaparece en
que lo que está escribiendo es lo que viene a su memoria Dieppe, lugar en el queErnest Dowson, permanentemente
demoníaca y superior más que a su memoria inferior. borracho, residía, y allí, para rehacer su reputación, se de-
«Digo esto» concluye «temiendo que algún amigo de mi cidió que Wílde debería visitar el prostíbulo de la locali-
juventud que todavía viva pueda recordar algo de otra for- dad. Este es el relato de Yeats de ese incidente:
ma y se sienta ofendido con mi libro». Sin embargo, a
pesar de admitir sus olvidos y de desarmar toda posible Wilde llegó a Dieppe, y Dowson le presionó para con-
crítica objetiva, las Autobiografías rebosan una brillantez vencerle de la necesidad de adquirir un «gusto más saluda-
anecdótica, como si Yeats estuviera poseído por un recuer- ble». Los dos vaciaron sus bolsillos en la mesa del café y
do total. Una detrás de otra, crea series enteras de escenas aunque cada uno no reñía mucho dinero sería suficiente sí
ricamente realizadas que son verdaderos cuadros llenos de se juntaban las cantidades de los dos. Mientras tanto la noti-
detalles descriptivos de personalidades, acontecimientos cia se había extendido por el lugar por lo que en el momen-
to en que se disponían a salir ya les acompañaba un coro
y conversaciones de años anteriores.
de animadores. Cuando llegaron a su destino, Dowson y el
Una gran parte (debería decir, si no todas, la mayoría) grupo se quedaron fuera y Wilde volvió al poco rato. Le dijo
de las anécdotas en Autobiografías son (literalmente) de- en voz baja a Dowson, «la primera vez en diez años, y la
masiado bellas para ser verdaderas. Ya desde el prefacio última. Era como carne de cordero fría». Siempre un «estu-
deberíamos ser conscientes de que hay pocas cosas en estos dioso y un caballero» había dicho Henley, quien recordaba
volúmenes que estén pensadas para ser tomadas como algo que los dramaturgos isabelinos usaban la expresión «cordero
objetivo e incuestionable. Por el contrario, Yeats nos pre- frío». Entonces dijo Wilde en voz alta para que el gentío le
senta una verdad más verdadera que los propios hechos, pudiera oír: «Pero dilo en Inglaterra, puesto que me devol-
una realidad más profunda que la de la historia. Así, pa- verá totalmente mi naturaleza» (pp. 327-328).
rece decir implícitamente, es corno diversas personas ha-
blarían y actuarían si lo que dicen y cómo actúan surgiera A medida que Yeats narra la historia de Osear Wilde,
siempre de lo más profundo de su carácter. Es precisamen- su pasión predominante y su furor de estilo, se hace to-
te ese carácter, que pudiera no haber sido evidente para talmente evidente que, incluso en el momento en que más
los demás en el drama, el que Yeats, como autobiógrafo, intenta conseguir una buena reputación y tiene que ce-
no deja de observar en todo momento. En la vida real na- nar carne de cordero fría, no deja de ser ÓSCAR WlLDE,
die logra vivir plenamente acorde a un carácter coherente su propio arquetipo, hasta su amargo final. Pero Yeats,
y profundo (nadie es totalmente, y en todo momento, co- por supuesto, ni estaba en Dieppe ni fue uno de los que
herente con su propio carácter) en todas sus acciones. De animaron a Wilde en el burdel. Entonces, ¿de dónde sacó
ahí que Yeats necesite olvidar lo que «realmente» sucedió la historia con todas sus particularidades escénicas, sus de-
para «recordar» algo que no ocurrió (o por lo menos no talles precisos y su diálogo supuestamente objetivo según
de la forma en que lo relata ni con el acabado artístico lo indica el uso del entrecomillado? Yeats Introduce la his-
que le confiere) y crear un pasado acorde en menor grado toria con la siguiente frase: «El que "ahora sigue es un fa-
con la historia y en mayor grado con la visión presente buloso cuento repetido por el mismo Dowson, aunque
de sí mismo y de todos los otros que constituyen la misma. si fue de palabra o por carta, no lo recuerdo» (p. 327, cur-
Voy a ofrecer brevemente tres retratos típicos y ar- siva añadida). O de otra forma, ésta es exactamente la for-
quetípicos de las Autobiografías para ejemplificar lo hasta ma en que sucedió, o debería haber sucedido; y sí sucedió
ahora afirmado. Son retratos de figuras, de «saludable for- de otra forma, si, por ejemplo, tal incidente no tuvo lu-
taleza» según cita el poeta en su libro, aunque sus vidas, gar, entonces he olvidado una cosa, recordado otra y crea-
de una u otra forma, se habían «arruinado, naufragado do una escena típica en mi imaginación. Cualquiera que
y echado a perder», como escribe Yeats en el poema lla- sea lo bastante necio para rechazar la historia de Yeats por
mado «Los resultados del pensamiento». Estos son: Os- el mero hecho de que proviene de la memoria de tipos
ear Wilde, John Synge y Maud Gonne. y arquetipos y no de la que recuerda los hechos historíeos
El primer uso que hace Yeats de Osear Wilde en «La se perderá la mayor parte de la grandeza de las Autobio-
generación trágica» es el de un tipo opuesto a George Ber- grafías y nunca entrará en el mundo superior de Plotino
nard Shaw. Según Yeats, Wilde era todo estilo mientras y de Yeats.
que Shaw no lo tenía en absoluto (carecía del más míni- Por lo que se refiere a John Synge, creo que su caso
mo). Wilde «había convertido su estilo en una especie de era similar al de Standish O'Grady. «Cuando intento re-
desfile como si éste fuera su propio espectáculo y él Lord cordar su apariencia física» dice Yeats de O'Grady en Dra-
Mayon> (p. 284). Por otra parte, Yeats dice respecto a Shaw: matis Personae, «el cuadro de mí padre en el Museo
«Tuve una pesadilla en la que yo era perseguido por una Municipal me nubla la memoria» (p. 425). Me atrevería
máquina de coser ruidosa y reluciente, pero lo más in- a decir que el retrato altamente estudiado de John Synge
creíble era que la máquina sonreía, sonreía sin parar» que realiza Yeats en las Autobiografías logró nublar con-
(p. 283). El final de la historia de Wilde, aunque trágico, siguientemente de su propia memoria también la aparien-
hace de él un carácter todavía típico, el del estilizado pro- cia de Synge puesto que la descripción que Yeats da de

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 45
. ESTUDIOS Ontología de la autobiografía. \s e
su primer encuentro con Synge sugiere tal olvido, como
si procediera por una serie de lagunas de la memoria: «No cluso él podría superar a la sepulcral imagen de Artemisa con
puedo recordar» dice Yeats por qué «estaba en el Hotel una norma viviente (pp. 364-365).
Corneille en vez de en mi alojamiento habitual» y «he
¿Es necesario puntualizar que no es ésta la forma en
olvidado» quién «me dijo» que Synge estaba en el mismo
que un amante habla o piensa de su amante real, viva y
hotel. «Casi he olvidado la prosa y el verso que me mos-
de carne y hueso? No. Esta es la descripción de la Belleza
tró en París» y «realmente, solo tengo una vaga impre-
(con mayúsculas) del poeta. Así lo revela el propio Yeats
sión, de un hombre intentando ver a través de la ventana
al concluir esa sección con un fragmento poético:
y empañando todo lo que ve con su respiración» (pp. 343-
344). La clave de la vaguedad y el fallo de la memoria se en- ¿Cuántos siglos necesitó
cuentra en la frase siguiente en la que Yeats revela lo que el alma sedentaria
su memoria de lo eterno, más que su olvido de lo tempo- afanarse en la medida
ral, le dijo sobre Synge: «Según mi parábola Lunar, él era más allá del águila o la molécula
un hombre de la Fase vigésimo tercera». Esta es una vi- más allá de la adivinanza de, Arquímedes
sión de Synge desde el más allá de una memoria trivial, para hacer surgir
esa belleza?
es verle como a una sub specie aeternitatis a través de los
anteojos de la memoria ajustados a la visión dentro de Muchísimos años, es la obvia respuesta a esta pregun-
la esfera de lo eterno más que dentro de la esfera de lo ta retórica, ya que un paradigma, un arquetipo, una idea
temporal. «Un escrítoD> señaló Yeats «debe morir cada día platónica, la idea de la Belleza, no es la creación de una
que vive, y renacer, como se dice en la oración funeraria, o varias vidas sino que, si en algo es una creación huma-
como un yo incorruptible». En sus Autobiografías Yeats na, es la creación de muchos siglos, incluso eternidades,
ofrece esta oración por su amigo Synge y al mismo tiem- de experiencia. Tampoco es algo que una memoria que
po por sí mismo, dejando que se mueran los recuerdos funciona en el tiempo pueda comprender con excepción
mundanos del accidente («he olvidado») para que puedan de una memoria plotiniana como la de Yeats (que en su
renacer los recuerdos eternos («un hombre de la Fase vi- otra cara es la capacidad de olvidar) que recuerda formas
gésimo tercera»), es decir, dejando que John Synge, el hom- tales como las de la Belleza, la Verdad, y la Bondad vistas
bre, muera,.para .que Synge, el tipo y arquetipo, pueda en el paradigmático Bios de la eternidad.
renacer/ Aunque indudablemente existen otros bios posibles y
En cierta ocasión Anne Yeats me comentó que ella otras variedades auxiliares de memoria además de las tres
pensaba que-todas las referencias de su padre a Maud Gon- que aquí han sido esbozadas (a grandes líneas), pienso que
ne; como su perdido y gran amor, como Helena de Tro- en los tres ejemplos de bios, el bios doble de Richard
ya, como la gran pasiónsde su vida, no eran, en última \Vright, su do ble-re fe rente «yo» y su memoria retrospec-
instancia, más que un' hábito, una especie de reflejo poco tiva/proyectiva, el bios de Paul Valéry de la consclencia
significativo e irreflexivo pero, de alguna manera, necesa- y su desdén hacia la memoria en favor de un presente eter-
rio. Creo"que la señorita Yeats tenía bastante razón, y cier- no y el Bios eterno de W.B. Yeats, compuesto por para-
tamente hay algo de voluntarismo en lo que Yeats decía digmas y arquetipos a los que el poeta y el autoblógrafo
de Maud Gonne en Dramatis personas. Además, y des- acceden por medio de una memoria que simboliza la re-
pués de todo, un poeta lírico como Yeats requiere necesa- lación con lo atemporal, encontramos suficiente demos-
riamente en su poesía la imagen de una belleza perfecta tración de la rica variedad de la autobiografía así como
y trascendente.a la que anhelar, y si esa belleza no existe una clara evidencia.de la resuelta aversión de la autobio-
(y en la vida real no puede existir) entonces, un poeta grafía a someterse a definiciones prescriptivas o restricti-
como Yeats debe darle la existencia. La consecuencia de vos límites de géneros. Y, aunque no agotan todas las
todo ello es que la figura de Maud Gonne de las Autobio- posibilidades, las obras de Wright, Valéry y Yeats son, por
grafías de Yeats es más una imagen que una mujer, más lo menos, un indicio de lo diversos que pueden ser los
un tipo que una imagen, y más un arquetipo que cual- diferentes bios que pueden conformar las autobiografías
quier otra cosa. Después de describir el gran efecto que por medio de las diferentes maneras de ejercitar la me-
la figura de Maud Gonne tenía en el público al cual ella moria.
estaba acostumbraba a arengar, dice Yeats:
Su belleza, reforzada por su elevada estatura, podía de In-
mediato causar impacto en una reunión, y no tan a menudo
con nuestras otras bellezas, por obvia y florida, puesto que NOTAS
era increíblemente distinguida y si (como debe ser, ella pue-
1. Richard NVríghc, Black Boy, Nueva York, 1966, pp. 11-13. Todas
da parecer el alma de la reunión, fundida, unificada y solita-
las referencias que se encuentran en el texto pertenecen a esta edición.
ria) su rostro, corno el rostro de una estatua griega, no 2. Las claves para poder afirmar que ese «anciano- totalmente anó-
. mostrara ningún pensamiento, su cuerpo entero parecería la nimo cieñe como referente el propio Elíot y que la ceniza en la manga
. obra maestra de un pensamiento largamente trabajado, como de la camisa hace referencia a la experiencia de Elioi como vigilante en
si Scopas la hubiera medido y calculado, y asociado con sa- la empresa Faber y Faber durante la Segunda Guerra Mundial se encuen-
ESTUDIOS El pacto autobiográfico

tran en la obra A/fectionately, T.S. Eliot, de William Turner y Víctor Scher- Cahiers (como el propio Valéry ha puntualizado). Es significativo el he-
le, Londres, 1969. cho de que Valéry trabajara en los Cahiers por las mañanas temprano
3. «Ce poeme est l'enfant d'unc contradíctton. C'est une revene qui después del despertar y que éstos, como el poema, dejen constancia del
peut avoir toutes les ruptures, les reposes et les surprises d'une revene. nuevo comienzo de una conciencia naciente.
Maís c'est une reverle done le personnage en meme temps que l'object 8. Es verdad que en el volumen 15 de Collected Works se encuentra
est la conscience consciente.» De la carta de 1922 a Aimé Lafont publica- un texto titulado -Autobiografía» que no había sido publicado previa-
da en las Oeitvres de la Pléíadc, 2 vols., París, Jean Hyler, 1957, vol. 1, mente, pero, con toda, seguridad, es uno de los menos reveladores, den-
p. 1.636. tro de los pocos documentos siguientes que llevan ese título, y también
4. «Qui saura me lire lira une autobíographie, dans la forme. Lefond uno de los menos originales. Su lectura parece indicar un gesto de alti-
importe peu. Licux communs. La vnue penscc n'est pas adaptable au vez por parte de Valéry ante las expectativas de los lectores convencio-
vers- (Oeicures, 1, pp. 1.631-1.632). nales («¿Queréis contenido? Aquí lo tenéis»). Así por ejemplo, cuando,
5. Jackson Matthews, ed., Thecollected Works of Paul Valéry, vol. 1, tras ofrecer una lacónica relación de fechas y acontecimientos, concluye
Poems. El volumen también incluye «On Poets and Poctry», traducción con un «Etcétera...» ahí se acaba ese tipo de autobiografía.
tomada de Notebooks. Este pasaje pertenece a esa sección, p. 424. Se en- 9. «Memoirs of a Poem» en Collected Works, vol. 7, The Art of the
cuentra en los Cithiers, París, 1957-1961, 18, p. 533. Poetry, p. 104.
6. ¿Quién giwe, si no es simplemente el viento 10. La primera cita es de 77je Art of the Poetry (El arte de la poesía),
A esta hora única, con diamantes perfectos?.,, ¿Pero, quién p. 183, la segunda es una cita de Octave Nadal en La Jeune Parque, Pa-
gime Lin cercano a mí y a punto de llorar? rís, 1957, p. 165.
Este mano mía, en sueños golpea mis rasgos, 11. «J'ai eu un mal du diable avec les mots. J'ai fait plus de cent broui-
Distraídamente dócil en alg'.'m lugar oculto y profundo llons. Les transitions m'ont couté une peine infinite.» (Oeirures, 1, p. 1.636)
Espera una lágrima quede mi debilidad se disuelva, 12. «J'ajoure... que j'ai trouvc apres coup dans le poeme f i n í quelque
y que, poco a poco, se divida de mis oíros destinos air d'... autobiographíe (mtcllectuelle s'entende...).» De Corresponden ce
Pura que los más puros iluminen un corazón en silencio. d'André Gide et de Paul Valéry, París, 1955. p. 448. La carta está fechada
7. E! poema de este sugestivo pasaje del «despertar" está tomado de el 4 de junio de 1917.
los Cabiersda Valéry: «Desperun>. No hay ningún otro fenómeno más 13. -Je me flattais parfois en essayant de me taire croíre qu'il fallaic
apasionante pañi mí que el despenar. au rnoins travailler pour notre langage, a défaut de combatiré pour no-
Nada tiende a dar una idea más extraordinaria de... todo que este auto- tre terre; dresser a cette langue un petit monument peui-étre funéraire,
génesis. El principio de lo que fue, el cual también tiene su comiendo. fait de mots les plus purs et de ses formes les plus nobles, — u n petit
Lo que es, y ello no es más que choque, estupor y contraste. tombeau sans date—, sur les bords menacants de l'Océan du Charabia»
¡En este momento un estado de equidiferencia tiene lugar como si... (Oeuvre 1, p. 1.63C).
hubiera un momento (entre los más inestables) durante el que nadie es 14. Enneads, traducido por Stephen Mackenne; Cuarta Ennead, Tercer
todavía ¡a persona que es, y pudiera otra vez hacerse otro1. Así, es posible Tratado, 31 y 32.
desarrollar una memoria diferente. Y, por consiguiente, lo fantástico. 15. Alian Wade, ed, The Letters ofW. B. Yeats, Londres, 1954, p. 728.
Mientras lo individual externo permanece toda la psique es sustituida. 16. W. B. Yeats, A Vision, Nueva York, 1937, p. 210.
Los énfasis y las elipsis están en el texto. (Véanse las Collectcd Works. 17. W. B. Yeats, Autohiographies, Londres, 1955, ? s - ^ r d ^ ' rc"
vol. 15, Moi, pp. 17-13). Precisamente de la misma forma que ¿j Jettne ferencias siguientes pertenecen a esta edición.

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El pacto autobiográfico irritantes por la repetición de los argumentos, por ia zona


difusa que rodea el vocabulario empleado, y por la confu-
sión de problemáticas procedentes de campos sin posible
Philippe Lejeune comunicación entre ellos. Con un nuevo intento de defi-
nición, me he propuesto aclarar los términos mismos de
la problemática del género. Al querer aportar claridad se
corren dos riesgos: repetir de nuevo la evidencia (pues re-
¿Es posible definir la autobiografía? sulta necesario comenzar por los cimientos) y, riesgo
He intentado hacerlo, en L'autobiographie en France,1 opuesto, dar la impresión de que se quieren complicar las
con el objeto de sentar las bases para establecer un corpus cosas con distinciones sutiles. No evitaré el primero; en
coherente. Pero mi definición dejaba de lado ciertos pro- cuanto al segundo, intentaré razonar mis distinciones.
blemas teóricos. He sentido la necesidad de afinarla y do- He concebido mi definición, no situándome sub spe-
taría de mayor precisión, tratando de hallar criterios más cie aetemitatis, examinando las «cosas-en-sí» que serían los
estrictos. Al hacerlo, me he tropezado en mi camino con textos, sino poniéndome en el lugar de un lector de hoy
las discusiones clásicas que siempre suscita el género auto- que trata de distinguir aigún orden en la masa de textos
biográfico: relaciones entre la biografía y la autobiogra- publicados cuyo rasgo en común es que cuentan la vida
fía, relaciones entre la novela y ia autobiografía. Problemas de alguien. De esta manera, la situación del «definidor»
resulta doblemente relatlvizada y precisada: históricamente,
* Traducción —de ÁngL'l G. Loureiro— del primer ciipímlo del libro de Phi- esta definición no pretende abarcar más que un período
lippe Lejeune Le p¡tctc nutabiograph'ujue, París, Scuil, 1975, pp. 13-46. de dos siglos (desde 1770) y no cubre más que la literatu-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 47
ESTUDIOS El pacto autobiográfico

ra europea; eso no quiere decir que haya que negar la exis- la perspectiva debe ser fundamentalmente retrospectiva,
tencia de una literatura, de tipo personal antes de 1770 o pero eso no excluye secciones de autorretrato, un diario i
fuera de Europa, sino simplemente que el modo en que de la obra o del presente contemporáneo a la redacción,
hoy concebimos la autobiografía se convierte en anacró- y construcciones temporales muy complejas; el tema debe
nico o poco pertinente fuera de ese campo. Textualmente, ser fundamentalmente la vida individual, la génesis de la
parto de la posición del lector: no se trata ni de partir de personalidad, pero la crónica y la historia social o políti-
la interioridad de un auror (la cual constituye precisamente ca pueden tener algún lugar. Se trata de una cuestión de
el problema), ni de establecer los cánones de un género proporción o, más bien, de jerarquía: hay zonas naturales
literario. Al partir de la situación del lector (que es la mía, de transición con los otros géneros de la literatura íntima
la única que conozco bien), tengo la oportunidad de cap- (memorias, diario, ensayo), y el clasificador goza de cier-
tar con más claridad el funcionamiento de los textos (sus ta libertad a la hora de examinar cada caso particular.
diferencias de funcionamiento), puesto que han sido es- Por otra parte, hay dos condiciones sometidas a una
critos para nosotros, lectores, y que, al leerlos, somos no- ley de todo o nada, y esas son, con certeza, las condicio-
sotros quienes los hacemos funcionar. De esta manera, he nes que oponen la autobiografía (y, a la vez, lUs otras for-
tratado de definir la autobiografía por una serie de oposi- mas de la literatura íntima) a la biografía y a la novela
ciones entre los diferentes textos que nos son propuestos personal: son1 las condiciones (3) y (4a). En este caso no
para su lectura. hay ni transición m libertad. Una identidad es o no es.
Levemente modificada, la definición de la autobiogra- No hay gradación posible, y cualquier duda implica una
fía sería la siguiente: conclusión negativa.
Para que haya autobiografía (y, en general, literatura
Definición: Relato retrospectivo en prosa que una per- íntima) es necesario que coincidan la identidad del autor,
sona real hace de su propia existencia, poniendo énfasis la del narrador y la del personaje.. Pero esta identidad sus-
en su vida individual y, en particular, en la historia de cita numerosos problemas, que intentaré, si no resolver,
su personalidad. al menos formular con claridad en las secciones siguientes:

La definición pone en juego elementos pertenecientes — ¿Cómo se puede expresar la identidad del narrador
a cuatro categorías diferentes: y del personaje en el texto? (Yo, Tú, El}.
— En el caso de la narración «en primera persona»,
1. Forma del lenguaje: ¿cómo se manifiesta la identidad del autor y la del perso-
a] narración; naje-narrador (Yo, el abajo firmante):1 En-este caso habrá
¿) en prosa. que oponer la autobiografía a la novela.
2. Tema tratado: vida individual, historia de una per- — ¿No se confunden, en la mayor parte de los razo-
sonalidad. namientos acerca de la autobiografía, las nociones de iden-
3. Situación del autor: identidad del autor (cuyo nom- tidad y de parecido!1 (Copia certificada)':' En ese caso habrá
. bre f re'envía'a una persona real) y del narrador. que oponer la autobiografía a la biografía.
4. Posición del narrador:
a) identidad del narrador y del personaje principal; Las dificultades encontradas en esos análisis me lleva-
¿) perspectiva retrospectiva de la narración. rán, en las dos secciones últimas («El espacio autobiográ-
fico»' y «Contrato de lectura»), a tratar de modificar el
Una autobiografía es toda obra que cumple a la vez campo del problema autobiográfico.
las condiciones indicadas en cada una de esas categorías.
Los géneros vecinos de la autobiografía no cumplen to-
das esas condiciones. He aquí la lista de condiciones que Yo, Tú, Él
no se ven cumplidas en otros géneros:
La identidad del narrador y del personaje principal que la
— memorias: (2); autobiografía asume queda indicada, en la mayor parte de
— biografía: (4a); los casos, por el uso de la primera persona. Es lo que Gé-
— novela personal: (3); • rard Genette llama narración «autodiegética» en su clasi-
— poema autobiográfico: (1¿); ficación de las «voces» de la narración, clasificación que
— diario íntimo: (4¿); establece considerando las obras de ficción.2 Pero Genet-
— .autorretrato o ensayo: (l y 4¿); te señala con claridad que puede haber narración «en pri-
mera persona» sin que el narrador sea la misma persona
Resulta evidente que las diferentes categorías no cons- que el personaje principal, como pasa en la narración «ho-
triñen de igual manera: ciertas condiciones pueden ser modiegétíca»-. Basta continuar ese razonamiento para ver,
cumplidas en su mayor parte sin.serlo totalmente. El texto de manera inversa, que pueden coincidir las identidades
debe ser fundamentalmente una narración, pero sabemos el del narrador y del personaje principal sin que la primera
lugar que ocupa el discurso en la narración autobiográfica; persona sea empleada.

48 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS El pacto autobiográfico

Resulta necesario distinguir, por consiguiente, dos cri- impedir que escriba mí vida llamándome «tú»? En el cam-
terios diferentes: el de la persona gramatical y el de la iden- po de la ficción ha sido puesto en práctica por Míchel
tidad de los individuos a los que nos reenvía la persona Butor en La modificatio7Í^o*po$ Georges Perec en Un hom-
gramatical. Esta distinción elemental suele olvidarse a cau- me qui dort. No conozco ninguna autobiografía que haya
sa de la polisemia de la palabra «persona»; queda enmas- sido escrita enteramente de esta manera; pero tal procedi-
carada en la práctica por las conexiones que se establecen miento aparece a veces de manera fugitiva en el discurso
casi siempre entre tal persona gramatical y tal tipo de re- que el narrador dirige al personaje que ha sido., sea para
lación de identidad o tal tipo de narración. Pero sucede reconfortarlo si se encuenta en una situación difícil,
solamente casi siempre; las excepciones innegables obligan para echarle un sermón o para rechazarlo.4 Entre estos
a repensar las definiciones. casos y toda una narración hay ciertamente diferencias,
En efecto, al hacer intervenir el problema del autor, la pero podemos Imaginárnoslas.
autobiografía arroja luz sobre fenómenos que la ficción Estos usos de la segunda y la tercera persona son raros
deja en una zona indecisa; en particular, el hecho de que en la autobiografía, pero nos prohiben que confundamos
puede'darse identidad del narrador y del personaje princi- los problemas gramaticales de la persona con los proble-
pal en el caso de la narración «en tercera persona». Esta mas de la identidad. De esta manera podernos represen-
identidad, al no estar establecida en el interior del texto tarnos el cuadro 1.
por el empleo del yo, queda establecida indirectamente, sin Aclaraciones sobre el cuadro:
ambigüedad alguna, por una doble ecuación: autor = na-
rrador, y autor - personaje, de donde se deduce que narra- a] Por «persona gramatical» debe entenderse aquí
dor = personaje, incluso si el narrador permanece implícito. la persona empleada de manera privilegiada en toda la
Esto está de acuerdo, literalmente, con el sentido prima- narración. Es evidente que el yo, no se concibe sin un
rio de la palabra autobiografía; es una biografía, escrita tú (el lector), pero este por regla general permanece im-
por el interesado, pero escrita como una simple biografía. plícito; en sentido contrario, el tú supone un yo, igual-
Este procedimiento ha sido empleado por razones muy mente implícito; y la narración en tercera persona puede
diversas y ha producido efectos muy diferentes. El hablar de presentar intrusiones de un narrador en primera per-
uno mismo en tercera persona puede implicar un inmenso sona.
orgullo (caso de los Comentarios de César, o de algunos h} Los ejemplos que se dan aquí está tomados to-
textos del general De Gaulle), o cierta forma de humildad dos del conjunto de narraciones referencíales formado
(caso de ciertas autobiografías religiosas antiguas, en las que por la biografía y la autobiografía; se podría también
el autobiógrafo se llama a sí mismo «siervo del Señor»). rellenar el cuadro con ejemplos de obras de ficción. Indi-
En ambos casos, el narrador asume, frente al personaje que co las categorías de G. Genette en los tres casos corres-
él ha sido en el pasado, la distancia de la mirada de la his- pondientes; se puede ver que no cubren todos los casos
toria o la de la mirada de Dios, es decir, de la eternidad, posibles.
e introduce en su narración una trascendencia, con la cual, c) El caso de la biografía que se dirige al modelo es
en última instancia, se identifica. Podemos imaginarnos el de los discursos académicos, en los que uno se dirige
efectos totalmente diferentes del mismo procedimiento, a la persona cuya vida se cuenta delante de un auditorio
sean de contingencia, de desdoblamiento o de distancia que es el verdadero destinatario, de igual manera que en
irónica. Es el caso del libro de Henry Adams, La educación una autobiografía en segunda persona, si tal caso existie-
de Henry Adams, en la que el autor cuenta, en tercera per- ra, el destinatario (tal vez uno mismo) sería el receptor
sona, la búsqueda casi socrática de una educación por un de un discurso con el lector como espectador.
joven americano, el mismo Henry Adams. En todos los
ejemplos dados hasta ahora, la tercera persona es empleada CUADRO i
a lo largo de toda la narración. Hay autobiografías en las \ persona
que una parte del texto designa al personaje principal en \vramalical
tercera persona, mientras que en el resto del texto el na- \ Yo Tú Él
rrador y ese personaje principal se confunden en la pri-
mera persona: es el caso del Traitre, en el que André Gorz identidad ^^
tradujo, a través de juegos de voz, su mcertidumbre con autobiografía autobiografía autobiografía
respecto a su identidad. Claude Roy, en Nous, utiliza ese clásica en 2.a persona en 3.1 persona
procedimiento de manera más banal para narrar, desde una narrador =
distancia púdica, un episodio de su vida amorosa.3 La personaje
principal (autodiegética)
existencia de estos textos bilingües, verdaderas «rosettas»
de la identidad, es muy valiosa, pues confirma la posibili- narrador =• biografía biografía biografía
dad de la narración autobiográfica «en tercera persona». personaje en I.1 persona dirigida al clásica
Incluso si uno permanece en el registro personal (pri- principal (narración de modelo
un testigo)
mera/segunda persona), resulta evidente que es posible es- (homodiegética) (heterodiegética)
cribir sin que sea en primera persona. ¿Quién me puede

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 49
.ESTUDIOS El pacto autobiográfico

Resulta necesario, al tener en cuenta los casos de excep- ción... enunciada, es decir, de una aserción como cualquier
ción, disociar el problema de la persona del de la identidad. otra, que podemos creer o no, etc. El ejemplo que he ele-
Esta disociación permite dar cuenta de la complejidad de los gido da, por otra parte, una idea de los problemas suscita-
modelos existentes o posibles de la autobiografía. Y, además, dos: ¿es realmente la misma persona el bebé que nació
ayuda a poner en entredicho las certidumbres acerca de en tal clínica, en una época de la que no tengo recuerdo
la posibilidad de dar una definición «textual» de la au- alguno, y yo"? Es importante distinguir^estas dos relacio-
tobiografía. Por el momento, y tras haber invocado la nes, confundidas en el empleo del pronombre yo: por no
excepción, volvamos al caso más frecuente, el de la auto- distinguir entre ellas, como veremos más adelante, se ha
biografía clásica «en primera persona» (narración autodie- introducido la mayor confusión'en la problemática de la
gética): con ello nos encontraremos nuevas ince'rtidumbres, autobiografía (véase, más adelante, el apartado «Copia cer-
relacionadas esta vez con la manera en que se establece la tificada»). Dejando de lado, por el momento, los proble-
Identidad del autor y la del narrador-personaje. mas del enunciado, me limitaré a reflexionar sobre la
enunciación.
Los análisis de Benveniste parten de la situación del
El abajo firmante discurso oral. En esta situación se podría pensar que la
referencia del yo no plantea problema alguno: yo es quien
Supongamos que todas las autobiografías estén escritas en habla, y yo, en mi posición de interlocutor o de oyente,
primera persona, como nos hace creer el gran refrán de no tengo problema en identificar a esta persona. Sin em-
los autobiógrafbs: Yo. Por ejemplo, Rousseau: «Yo, yo solo»; bargo, hay dos tipos de situaciones orales en las que esta
Stendhal: «Con el yo y el mí, tú te repites»; Thyde Mon- identificación puede plantear problemas:
níer: Yo (autobiografía en cuatro volúmenes...); Claude
Roy: Mi yo; etc. Incluso en este caso se plantea la siguien- a] La. cita: es el discurso en el interior del discurso:
te cuestión: ¿cómo se manifiesta la identidad del autor y la primera persona del segundo discurso (citado) remite
la del narrador? Para un autobiógrafo es natural pregun- a una situación de enunciación enunciada en el primer
tarse simplemente: «¿Quién soy yo?». Pero, dado que soy discurso. Signos de diferentes tipos, comillas, rayas, etc.,
lector, no resulta menos natural que yo me haga la pre- distinguen los discursos insertados (citados) cuando se trata
gunta, en principio, de manera diferente: «¿Quién es yo»? de discursos escritos. La entonación juega un papel aná-
(es decir: «¿Quién dice "¿Quién soy yo?"?»). logo en el discurso oral. Pero si esos signos se vuelven bo-
Permítaseme recordar, antes de seguir adelante, unas rrosos o se dlfuminan, aparece la incertidumbre: es el caso
nociones elementales de lingüística. Pero, en este campo, de la re-cita, y, de una manera más general, el de la repre-
las cosas^más simples son las que se olvidan con más rapi- sentación teatral. Cuando la Berma representa Fedra,
dez: se consideran naturales y desaparecen perdidas en la ¿quién dice yo? La situación teatral puede cumplir a ve-
ilusión que engendran. Partiré de los análisis de Benve- ces la función de las comillas, distinguiendo el personaje
niste, aunque para llegar a conclusiones levemente dife- ficticio de la persona que dice yo. Pero aquí el vértigo nos
rentes a las suyas.5 acomete, pues incluso a la persona más ingenua se le ocu-
La «primera persona» se define por la articulación de rre pensar que no es la persona la que define al yo, sino
dos niveles: el yo el que define a la persona... Conjuremos, por el mo-
mento, ese vértigo. Lo que estamos entreviendo aquí, con
1. Referencia: los pronombres personales (yo/tu) solo respecto a la autobiografía, son los problemas de la dife-
tienen referencia real en el interior del discurso, en el acto rencia entre la novela autobiográfica y la autobiografía.
mismo de la enunciación. Benveníste señala que no hay Pero también, para la autobiografía en sí, la evidencia de
concepto de yo. El yo envía, cada vez, al que habla y al que la primera persona es un rol.
que identificamos por el hecho mismo de que habla. b] Lo oral a distancia: caso del teléfono, una conversa-
2. Enunciado: los pronombres personales de primera ción a través de una puerta o durante la noche; no tene-
persona señalan la identidad del sujeto de la enunciación mos más recursos para identificar a la persona que los
y del sujeto del enunciado. aspectos de la voz: ¿Quién está ahí? —yo—, ¿quién, yo?
Aquí todavía resulta posible que el diálogo nos pueda lle-
De esta manera, si alguien dice: «Yo nací el [...]», el em- var a la identificación. Si la voz está diferida temporal-
pleo del pronombre yo nos lleva, por la articulación de mente (caso de la grabación) o en el caso de la conversación
esos dos niveles, a identificar la persona que habla con unidireccional (la radio), carecemos de ese. recurso. Vol-
la que nació. Al menos ese es el efecto global obtenido. vemos así al caso de la escritura.
Eso no nos debe llevar a pensar que los tipos de «ecuacio-
nes» establecidas en esos dos niveles sean similares: al ni- Hasta ahora he hecho como que seguía a Benveniste,
vel de la referencia (discurso que envía a su propia al imaginar simplemente los factores que, en una situación
enunciación), la identidad es inmediata, y es percibida y oral, pueden hacer que la identidad de la persona se vuelva
aceptada instantáneamente por el destinatario como un indeterminada. Nadie se atreve a negar que el yo envía a la
hecho; al nivel del enunciado, se trata de una simple rela- enunciación: pero la enunciación no es el término último

50 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS El pacto autobiográfico.

de referencia, pues presenta a su vez un problema de iden- pero para cada uno ese yo envía a un nombre único que
tidad, el cual, en el caso de la comunicación oral directa, uno siempre podrá enunciar. Todas las identificaciones (fá-
es resuelto instintivamente a partir de datos extralingms- ciles, difíciles o indeterminadas) sugeridas antes a partir
ticos. Cuando la comunicación oral se complica, la iden- de las situaciones orales, llevan fatalmente a convertir la
tidad se convierte en un problema. Pero en el caso de la primera persona en un nombre propio.6
comunicación escrita, a menos que no desee permanecer En el discurso oral se vuelve al nombre propio cada
anónima (¡lo cual puede suceder!), la persona que enun- vez que resulta necesario: caso de la presentación hecha
cia el discurso debe hacer posible que se la identifique en por el mismo interesado o por una tercera persona (la pa-
el interior mismo del discurso, a través de otros medios, labra presentación misma es sugerente por su inexactitud:
además de los índice materiales, como el matasellos, la la presencia física no basta para definir al enunciador: solo
grafía o las singularidades ortográficas. se da la presencia completa en la nominación). En el caso
Benveniste Índica, (p. 261) que no hay concepto del yo: del discurso escrito, de modo semejante, la firma designa
aseveración muy acertada sí añadimos que no hay con- al enunciador, de igual manera que la alocución designa al
cepto de él, y que, en general, ningún pronombre perso- destinatario.
nal, posesivo, demostrativo, etc., ha remitido jamás a un Por consiguiente, debemos situar los problemas de la"
concepto, sino que ejerce simplemente una función, que autobiografía en relación al nombre propio. En los textos
consiste en enviar a un nombre o a una entidad suscepti- impresos, toda la enunciación está a cargo de una perso-
ble de ser designada por un nombre. De esta manera, pro- na que tiene por costumbre colocar su nombre en la por-
ponemos los siguientes matices en su análisis: tada del libro y en la página del título, encima o debajo
de este. En ese nombre se resume toda la existencia de lo
a] El pronombre personal yo remite al enuncíador del que llamarnos el autor: única señal en el texto de una rea-
discurso en el que figura el yo; pero este enuncíador es lidad extratextual indudable, que envía a una persona real,
él mismo susceptible de ser designado por un nombre (se la cual exige de esa manera que se le atribuya, en última
trate de un nombre común, determinado de maneras di- instancia, la responsabilidad de la enunciación de todo el
ferentes, o de un nombre propio). texto escrito. En muchos casos la presencia del autor en
¿) La oposición concepto/carencia de concepto recibe el texto se reduce a solo ese nombre. Pero el lugar asigna-
su sentido de la oposición entre nombre común y nom- do a ese nombre es de importancia capital, pues ese lugar
bre propio (y no de la oposición entre el nombre común va unido, por una convención social, a la toma de respon-
y el pronombre personal). salibilidad de una persona real. Entiendo con esas pala-
bras, las cuales aparecen en la definición de autobiografía
En otro momento (p. 254), Benveniste justifica de la que he propuesto más arriba, una persona cuya existen-
siguiente manera, económicamente, el empleo de esta pri- cia está atestiguada por su estado civil y es verificable. Cier-
mera persona que carece de referencia fuera de su propia tamente, el lector no verifica, y tal vez no sabe, quién es
enunciación: «Si cada hablante, para expresar el senti- esa persona; pero su existencia queda fuera de duda: las
miento que posee de su subjetividad irreductible, dispu- excepciones y los excesos de confianza no hacen más que
siera de un "indicativo" distinto (en el sentido en que cada subrayar la credibilidad general que se otorga a este tipo
emisora de radio posee su "indicativo" propio) habría de contrato social.8
prácticamente tantas lenguas como individuos y la comu- Un autor no es una persona. Es una persona que es-
nicación resultaría imposible». Extrañas hipótesis, ya que cribe y publica. A caballo entre lo extratextual y el texto,
Benveniste parece olvidar que este indicativo distinto existe, el autor es la línea de contacto entre ambos. El autor se
y es la categoría léxica de los nombres propios (los nom- define simultáneamente como una persona real socialmen-
bres propios que designan a personas): hay casi tantos te responsable y el productor de un discurso. Para el lector,
nombres propios como individuos. Naturalmente, ese no que no conoce a la persona real, pero cree en su existencia,
es un aspecto de la conjugación del verbo, y Benveniste el autor se define como la persona capaz de producir ese
tiene razón al subrayar la función económica del yo: pero discurso, y lo imagina a partir de lo que produce. Tal vez
al olvidarse de articularla en la categoría léxica de los nom- no se es autor más que a partir de un segundo libro, cuan-
bres de personas, convierte en incomprensible el hecho do el nombre propio ínscriro en la cubierta se convierte
de que cada uno, al utilizar el yo no se pierde sin embar- en el «factor común» de al menos dos textos diferentes
go en el anonimato y es siempre capaz de enunciar lo que y da, de esa manera, la idea de una persona que no es re-
tiene de irreductible al nombrarse. ducible a ninguno de esos textos en particular, y que, capaz
En el nombre propio es donde persona y discurso se de producir otros, los sobrepasa a todos. Esto, como vere-
articulan antes incluso de articularse en la primera perso- mos, es muy Importante para la lectura de las autobiogra-
na, como lo muestra el orden de la adquisición del len- fías: si la autobiografía es un primer libro, su autor es un
guaje por los niños. El niño habla de sí mismo en tercera desconocido, Incluso si cuenta su vida en el libro: le falta, a
persona al designarse por su nombre de pila, mucho an- los ojos del lector, ese signo de realidad que es la produc-
tes de comprender que también puede usar la primera per- ción anterior de otros textos (no autobiográficos), indispen-
sona. Poco después, cada uno se nombrará yo al hablar, sable para lo que llamaremos el «espacio autobiográfico».
ESTUDIOS El pacto autobiográfico

El autor es, por lo tamo, un nombre de persona, idén- «Tengo un buen amigo a quien le ha sucedido...», y se pone
tico, que asume una serie de textos publicados diferentes. a contar la historia de ese amigo con una convicción to-
Obtiene su realidad de la lista de esas otras obras que sue- talmente personal). Por muchas razones que tengamos para
len encabezar el libro: «Del mismo autor». La autobio- pensar que las historias coinciden en última instancia, es
grafía (narración que cuenta la vida del autor) supone que evidente que el texto así producido no es una autobiografía,
existe una identidad de nombre entre el autor (tal como pues esta supone en primer lugar una identidad asumida
figura, por su nombre, en la cubierta), el narrador y el al nivel de la enunciación y, solo de manera secundaria,
personaje de quien se habla. Este es un criterio muy sim- un parecido producido al nivel del enunciado.
ple que define, al mismo tiempo que a la autobiografía, Esos textos entran, por lo tanto, en la categoría de «no-
a todos los demás géneros de la literatura íntima (diario, vela autobiográfica»: llamaré así a todos los textos de fic-
autorretrato," ensayo). ción en los cuales el lector puede tener razones para
Una objeción se presenta inmediatamente: ¿y los seu- sospechar, a partir de parecidos que cree percibir, que se
dónimos? Objeción fácilmente descartable, desde el mo- da una identidad entre el autor y el personaje, mientras
mento en que el seudónimo es demarcado como tal y que que el autor ha preferido negar esa identidad o, al menos,
se le distingue del nombre de un personaje ficticio. no afirmarla. Definida de esa manera, la novela autobio-
- Un seudónimo es un nombre, diferente al del estado gráfica engloba tanto las narraciones personales (en las que
civil, del que se sirve una persona real ^rs. publicar todos hay identidad del narrador y del personaj'e) como las na-
o parte de sus escritos. El seudónimo es un nombre de rraciones «impersonales» (personajes designados en tercera
autor. No es exactamente un nombre falso, sino un nom- persona); y se define por su contenido. A diferencia de
bre de pluma, un segundo nombre, de la misma manera la autobiografía, implica gradaciones. El «parecido» supues-
que una religiosa toma otro nombre cuando se ordena. to por el lector puede ir desde un vago «aire de familia»
Es cierto que a veces el seudónimo puede encubrir super- entre el personaje y el autor, hasta la casi transparencia
cherías o estar1 impuesto por motivos de discreción: pero, que lleva a concluir que se trata del autor «clavado». Así,
con frecuencia, se trata en esos casos de producciones ais- un crítico ha escrito, a propósito de Vannée du crabe (1972)
ladas, y casi nunca de una obra que se presenta como la de Olivier Todd, que «tras los seudónimos transparentes,
autobiografía de un autor. Por regla general, los seudóni- todo el libro resulta obsesionadamente autobiográfico».10
mos literarios no constituyen ni misterios ni mistificacio- La autobiografía no conlleva gradaciones: o lo es o no lo es.
nes; el segundo nombre es tan auténtico como el primero, Vemos, en estas distinciones, la importancia de emplear
e indíca,simplemente ese segundo nacimiento constituido un vocabulario claramente definido. El crítico habla de
por los^escritos publicados. Al escribir su autobiografía, «seudónimo» en el caso del nombre del héroe: para mí,
el autor que usa un seudónimo nos dará el origen de ese un seudónimo solo puede tratarse de un nombre de autor.
seudónimo: así, Raymond Abellio explica que él se llama El héroe puede parecerse tanto como se quiera al autor:
Georges Soules, y aclara por qué ha elegido su seudóni- mientras no lleve su nombre, no tiene nada que ver con
mo.9 El seudónimo es simplemente una diferenciación, él. El caso de L'année du crabe resulta ejemplar en este sen-
un desdoblamiento del nombre, que no cambia en abso- tido: el héroe de Olivier Todd se llama Ross; pero en la
luto la identidad. página cuatro un texto del editor asegura al lector que Todd
No debemos confundir el seudónimo así definido como es Ross. Hábil procedimiento publicitario, pero que no
nombre de un autor (inscrito en la cubierta del libro) con cambia nada. Si Ross es Todd, ¿por qué lleva otro nom-
•el nombre atribuido a una persona ficticia dentro del li- bre? Si fuese él, ¿por qué razón no lo ha dicho'? No im-
bro (Íncluso-si esta persona es el narrador y asume la enun- porta que nos tiente a adivinarlo o que el lector lo
ciación de todo el texto): pues esta persona es designada descubra a pesar del autor. La autobiografía no es un-jue-
como ficticía.ipor el simple hecho de que es incapaz de go de adivinanzas, sino todo lo contrario. Falta aquí lo •
ser el autor del libro. Veamos un ejemplo muy simple: Co- esencial, lo que yo he propuesto que se denomine ti pac- í
lette • es el seudónimo de una persona real (Gabrielle- to autobiográfico.
Sidonie Colette), autor de una serie de narraciones; Glau- Yendo de la primera persona al nombre propio, me
dine es el nombre de una heroína ficticia, narradora de veo obligado a rectificar lo que escribí en L'autobiographie
relatos que llevan su nombre como título. Que las Clau- en France: ¿cómo distinguir entre la autobiografía y la no-
dines no pueden ser aceptadas como autobiografías resul- vela, autobiográfica? Hay que admitir que, si permane-
ta evidente por la segunda razón, y de ninguna manera cemos en el plano del análisis interno del texto, no hay
por la primera. diferencia alguna. Todos los procedimientos que emplea
En el caso de un nombre ficticio (es decir, diferente la autobiografía para convencernos de la autenticidad de E
•i
al del autor) dado a un personaje que cuenta su vida, puede su narración, la novela puede imitarlos, y lo ha hecho con í
ser que el lector tenga razones para pensar que la historia frecuencia. Esto es cierto si nos limitamos al texto, exclu-
del personaje coincide con la del autor, sea por compara- yendo la página del título; en el momento en que la en-
ción con otros textos, o fundándose en informaciones ex- globamos en el texto, con el nombre del autor inscrito
ternas, o incluso en el proceso de lectura de una narración en ella, disponemos de un criterio textual general, la iden-
que no nos parece ficticia (como cuando alguien nos dice: tidad del nombre (autor-narrador-personaje). El pacto auto-

52 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
. ESTUDIOS El pacto autobiográfico

biográfico es la afirmación en el texto de esta identidad, patente de la no-identidad (el autor y el personaje no tie-
y nos envía en última Instancia al nombre del autor so- nen el mismo nombre), atestación de la ficción (hoy en
bre la portada. día, el subtítulo novela cumple esta función; adviértase
Las formas del pacto autobiográfico son muy varia- que novela, en la terminología actual, implica pacto no-
das: pero todas ellas manifiestan la intención de hacer ho- velesco, mientras que narración es indeterminado y pue-
nor a su firma. El lector podrá poner en entredicho el de ser compatible con un pacto autobiográfico). Se puede
parecido, pero jamás la identidad. Sabernos muy bien la objetar que la novela tiene la capacidad de imitar el pacto
manera en que cada uno se aferra a su nombre. autobiográfico: ¿no se constituyó la novela del siglo XVín
Una ficción autobiográfica puede parecemos «exacta» a través de la imitación de las diferentes formas de la lite-
en cuanto al parecido del personaje al autor; una auto- ratura íntima (memorias, cartas, y, en en el siglo XIX, dia-
biografía puede ser inexacta- en el sentido de que el perso- rios íntimos). Pero esta objeción no se sostiene si pensamos
naje difiera del autor: esas son cuestiones de hecho que esta imitación no puede remontarnos hasta el térmi-
(dejemos de momento de lado el preguntarnos quién juz- no final, el nombre del autor. Puede pretenderse publicar
gará el parecido, y cómo), que no cambian en absoluto la autobiografía de alguien al que se quiere hacer pasar
las cuestiones de derecho, es decir, el tipo de contrato es- por real, pero, en tanto que ese alguien no es el autor, res-
tablecido entre el autor y el lector. Vemos, por otra par- ponsable único del libro, no hay caso. Solo escapan a ese
te, la importancia del contrato en la medida en que criterio los casos de superchería literaria: son excesivamente
determina la actitud del lector: si la identidad no es afir- raros, y esta rareza no es debida al respeto por el nombre
mada (caso de la ficción), el lector tratará de establecer de otro o al temor del castigo. ¿Quién me Impediría es-
parecidos a pesar del autor; si se la afirma (caso de la auto- cribir la autobiografía de un personaje imaginario y de
biografía), tenderá a encontrar diferencias (errores, de- publicarla bajo su nombre, igualmente imaginario? Es lo
formaciones, etc.). Frente a una narración de aspecto que ha hecho, en un campo un poco diferente, MacPher-
autobiográfico, el lector suele tender a convertirse en de- son con Ossian. Este caso es raro, porque hay pocos auto-
tective, es decir, a buscar los momentos en que no se res- res que sean capaces de renunciar a su propio nombre. La
peta el contrato (cualquiera que este sea). De ahí ha nacido prueba es que la superchería de Ossian fue efímera, por-
el mito de la novela «más verdadera» que la autobiogra- que sabemos quien es el autor, dado que MacPherson no
fía: siempre nos parece más verdadero y más profundo se pudo abstener de hacer figurar su nombre (como adap-
lo que hemos creído descubrir a través del texto, a pesar tador) en el título.
del autor. Si Ollvier Todd hubiese presentado L'année du Una vez postuladas esas definiciones, podemos clasifi-
crabe como su autobiografía, ¿tal vez nuestra crítica bus- car todos los casos posibles siguiendo dos criterios: rela-
caría las fisuras, las Inconsistencias, los amaños? Es decir, ción del nombre del personaje y del nombre del autor;
que todas las cuestiones de fidelidad (problema del «pare- naturaleza del pacto establecido por el autor. Para cada
cido») dependen, en última instancia, de la cuestión de uno de esos criterios hay tres situaciones posibles. El per-
la autenticidad (problema de la Identidad), la cual gira en sonaje: 1) tiene un nombre diferente al del autor; 2) no
torno al nombre propio. tiene nombre; 3) tiene el mismo nombre que el autor. El
La identidad de nombre entre autor, narrador y perso- pacto es: 1) novelesco; 2) no hay pacto; 3) autobiográfico.
naje puede ser establecida de dos maneras: Al articular estos dos criterios obtenemos nueve combi-
naciones teóricas: de hecho solo siete resultan posibles,
1. Implícitamente, al nivel de la conexión autor-narra- al quedar excluidas por definición la coexistencia de la
dor, con ocasión del pacto autobiográfico, el cual puede identidad del nombre y del pacto novelesco, y la posibili-
tomar dos formas: a) empleo de títulos que no dejan lu- dad de que se dé un nombre diferente y un pacto auto-
gar a dudas acerca del hecho de que la primera persona biográfico.
nos remite al nombre del autor (Historia de mi vida.., Auto-
biografía^ etc.); b] sección inicial del texto en la -que el na-
rrador se compromete con el lector a comportarse corno
si fuera el autor, de tal manera que el lector no duda de CUADRO 2
que el yo remite al nombre que figura en la portada, In- \ Nombre del
^-. personaje 4 nombre •» nombre
cluso cuando el nombre no se repita en el texto. = 0
del autor del autor
2. De manera patente, al nivel del nombre que se da el Pacto \
narrador-personaje en la narración, y que coincide con
la 2a
el del autor en la portada. novelesco
novela novela

Es necesario que la identidad sea establecida al menos, 1¿ . 2b 3a


-0
por uno de esos dos medios; pero muchas veces es esta- novela índeierm. autobíog.
blecida por los dos al mismo tiempo.
2c 2b
Simétricamente al pacto autobiográfico podría postu- autobíog.
autobíog. autobíog.
larse el pacto novelesco, el cual tendría dos rasgos: práctica

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 53
. SSTUD10S El pacto autobiográfico.

f
El cuadro 2 no da todas la combinaciones posibles; los coincide con el narrador (y, por lo tanto, con el persona-
números indicados corresponden a las explicaciones que je, ya que la narración es autodiegética), en un pacto ini-
siguen; en cada recuadro se ha puesto abajo el efecto (tipo cial. Ejemplo: Histoire de mes idees de Edgar Quinet; el
de pacto) que la combinación produce en el lector. No pacto, incluido en el título, se hace explícito en un largo
hace falta decir que este cuadro se aplica solo a las narra- prefacio, firmado «Edgar Quinet». En toda la narración,
ciones «autodiegéticas». el nombre solo aparece en una ocasión: pero, por el pac-
to, «yo» remite siempre a Quinet.
1. Nombre del personaje ^ nombre del autor. Este he-
cho mismo excluye la posibilidad de la autobiografía. Im- 3. Nombre del personaje = nombre del autor: Este hecho
porta poco, por lo tanto, que haya o no, además, pruebas mismo excluye la posibilidad de la ficción. Incluso si la
de que nos encontramos frente a una obra de ficción (la narración .es, históricamente, del todo falsa, será del or-
o 1¿). No hay identidad entre autor, narrador y héroe, den de la mentira (la cual es una categoría autobiográfica]
:' tanto si la historia es presentada como verdadera (ma- y no de la ficción. Pueden distinguirse ríos casos:
nuscrito autoBiográfico que el autor-editor habría en- a) Pacto = O (entendemos por pacto el pacto del título
contrado en una buhardilla, etc.) o como ficticia (y tomada o de la página que lleva el título): el lector constata la iden-
por verdadera por el lector, quien la relaciona con el tidad autor-narrador-personaje, aunque no haya declara-
autor). ción solemne en tal sentido. Ejemplo: Les mots, de
Jean-Paul Sartre. Ni el título ni el comienzo indican que
2. Nombre del personaje = 0: este es el caso más comple- se trate de una autobiografía. Alguien cuenta la historia
jo, por ser indeterminado. Todo depende del pacto pro- de una familia. En la página 14 (edición Folio), el narra-
puesto por el autor. Hay tres casos posibles: dor interviene por vez primera explícitamente en la na-
a) Pacto novelesco (la naturaleza «ficticia» del libro que- rración («Él me resulta intrigante: yo sé que se ha quedado
da indicada en la página del título): la narración autodie- soltero [...]», o «Ella me amaba, yo creo [...]»; en la página
gética es atribuida en ese caso a un narrador ficticio. Este 15 aparece el doctor Sartre, el cual, en la página 16, tiene
caso debe darse con poca frecuencia y no se me ocurre un meto: «yo»). Por el nombre deducirnos la identidad
ningún ejemplo. Uno podría tener la tentación de evocar del personaje, del narrador y del autor, cuyo nombre apa-
En busca del tiempo perdido, pero esta obra de ficción no rece sobre el título: Jean-Paul Sartre. Y que se trata del
encaja en este caso, por dos razones: por una parte, el pacto célebre autor, y no de un homónimo, queda probado por
novelesco-no está claramente indicado al comienzo del li- el texto mismo, en el que el narrador se atribuye la crea-
bro, aunque un buen número de lectores se equivocan al ción de Las moscas, Los caminos de la libertad y Los secues-
confundir-al autor, Proust, con el narrador; por otra par- trados de Altana, y, en la página 211, La náusea. La historia
te, es cierto que el narrador-personaje no tiene nombre, misma nos ofrece los aspectos más variados de ese nom-
excepto en una ocasión en la que se nos propone como bre, desde sus sueños de gloria («Ese pequeño Sartre sa-
hipótesis el dar al narrador el mismo nombre de pila que bía lo que estaba en juego; si él desapareciera Francia no
al autor (enunciado del que solo podemos hacer respon- sabía lo que se perdería», p. 80), hasta las deformaciones
sable al autor, pues ¿cómo podría conocer un narrador habituales (y familiares) del nombre de pila: «André cree
fictÍcio-el nombre de su autor?), al mismo tiempo que se que Poulou arma líos» (p. 188).
nos indica también que el autor no es el narrador. Esta Podría opinarse que este criterio es contingente. El que
extraña intrusión autorial funciona a la vez como pacto aparezca el nombre propio en la narración se da mucho
novelesco y como índice autobiográfico, y sitúa al texto después del comienzo del libro, y a propósito de un epi-
en un espacio ambiguo.11 sodio de poca importancia que podría desaparecer del
¡y) Pacto =' 0: no solo el personaje no tiene nombre, texto sin que su aspecto general cambiase: así, en la auto-
-1 -sino que el autor no propone pacto alguno, ni autobiográ- biografía de J. Green, Partir avant lejour (Grasset, 1963),
v~7íico ni novelesco. La indeterminación es total. Ejemplo: no aparece el nombre hasta la página 107, con ocasión
La. mere et l'enfant, de Charles-Louis Philippe. Mientras de una anécdota sobre una distribución de premios. Tal
que los personajes secundarios de esta narración tienen vez esta aparición del nombre en el texto es única y alusi-
nombres, la madre y el niño no lo tienen, y el niño ni va: es el caso de L'age d'bomme, obra en la que podemos
siquíere tiene nombre de pila. Puede suponerse que se trata leer Micbel detrás del nombre «Micheline»;12 en resumi-
de Mme. Phüíppe y de su hijo, pero no tenemos indica- das cuentas, prácticamente siempre aparece el nombre.
ción alguna. Además, la narración es ambigua (¿se trata Naturalmente, en general el pacto autobiográfico no men-
de un canto a la infancia en general, o de la historia de ciona el nombre, pues ese nombre es del todo evidente
un niño en particular?), el lugar y la "época son muy va-, y aparece en la portada. Este hecho ineluctable acerca del
gos, y no se sabe quién es el adulto que habla de esta in- nombre hace que nunca sea objeto de una declaración so-
fancia. El lector, según su humor, podrá leer esa obra en lemne (el autor, por el hecho mismo de ser autor, se su-
el registro que quiera. pone que es conocido por el lector) y, a la vez, que acabe
c) Pacto autobiográfico: el personaje no tiene nombre por aparecer en la narración. En todo caso, ese nombre
en la narración, pero el autor declara explícitamente que se dará claramente o, en la medida en que se trata casi síem-

54 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS El pacto autobiográfico.

pre de un nombre de autor, se dará implícitamente por según que el personaje tenga un nombre o no, y que, en
la atribución que se otorga el narrador de las obras del ausencia del escritor, un editor proponga tal o cual pac-
autor (si Quinet no se nombra en absoluto, nombra sus to), este caso, repito, queda excluido por definición, ya que
obras, lo cual es lo mismo). el autor de una autobiografía no puede ser anónimo. Si
b) Pacto autobiográfico: es el caso más frecuente (pues, la desaparición del nombre del autor es debida a un fenó-
muy a menudo, si bien no encabeza el libro, el pacto apa- meno accidental (caso de un manuscrito encontrado en •
rece disperso y repetido a lo largo del texto). una buhardilla, inédito y no firmado) hay dos posibili-
Ejemplo: Las confesiones de Jean-Jacques Rousseau; el dades: o bien el narrador se nombra en alguna parte del
pacto aparece en el título, se desarrolla en el preámbulo texto y una investigación histórica elemental permite ave-
y queda confirmado por todo el texto por el uso de «Rous- riguar si se trata de una persona real, partiendo del su-
seau» y. de «Jean-Jacques». puesto de que una autobiografía cuenta una historia que
transcurre en un tiempo y un lugar; o bien el narrador-
Denominaré, por lo tanto, autobiografías, los textos personaje no se nombra, y se trata, o de un testo que en-
que encajan en los casos 2c, 3a y 3¿; por lo demás, leere- caja en la categoría 2b, o de una ficción. Si el anonimato
mos como novelas los textos de los casos la, \ y la y, es intencionado (texto publicado), el lector tiene legítima
según sea nuestra disposición, los del caso 2b (pero sin desconfianza. El texto puede tener un aire de verdad, dar
disimular que somos nosotros los que tomamos esa deci- todo tipo de precisiones verificables o verosímiles, sonar
sión). a verdadero, pero falta que todo eso sea una imitación.
En este tipo de clasificación, la reflexión sobre los ca- En el mejor de los casos, ese sería un tipo de caso extre-
sos límites resulta siempre instructiva y mucho más elo- mo, análogo a la categoría 2b. Todo depende de la decisión
cuente que la mera descripción. Los casos a los que he del lector. Nos podemos hacer una idea de la compleji-
dado solución imposible, ¿lo son de verdad? En este sen- dad del problema al leer, por ejemplo, las Mémoires d'un
tido debemos explorar dos casos: en primer lugar, el pro- vicaire de campagne, écrits par lui-méme (1841), atribui-
blema de los casos ciegos del cuadro, y, a continuación, das al abate Eineau, cuyo cargo eclesiástico le habría obli-
el problema del autor anónimo. gado a mantener el anonimato provisionalmente.14
¿os casos ciegos: a] El héroe de una novela, ¿puede tener Es cierto que al declarar que una autobiografía anóni-
el mismo nombre que el autor? Nada impide que así sea ma es imposible, yo no hago más que enunciar un coro-
y es tal vez una contradicción interna de la que podríamos lario de mi definición, sin «probar» nada. Cada uno tiene
deducir efectos interesantes. Pero,'en la práctica, no se me la libertad de declarar que ese caso es posible, pero enton-
ocurre ningún ejemplo. Y si el caso se da, el lector tiene ces habría que partir de otra definición. Vemos que aquí
la impresión de que hay un error: así, la autobiografía de todo está relacionado, por una parte, con el lazo que yo
Maurice Sachs, Le Sabbat, fue publicada en 1946 en la edi- establezco, a través de la noción de autor, entre la perso-
torial Correa; con el subtítulo Souvenirs d'une jeunesse ora- na y el nombre; y, por otra parte, con el hecho de que,
geuse, y fue reeditada en 1960, en Gallimard (y reimpresa a la hora de definir la autobiografía, he elegido la pers-
en 1971 en la colección Livre de Poche), con el subtítulo pectiva del lector. Un texto de aspecto autobiográfico que
«novela»: como el relato está narrado por Sachs en su pro- nadie asume como tal se parece a una obra de ficción como
pio nombre (además de su seudónimo, se da su nombre dos gotas de agua.
verdadero, Ettinghausen), y como el editor es responsa- Pero yo creo que esta definición, lejos de ser arbitraria,
ble del subtítulo, el lector concluye que se trata de un pone en evidencia lo esencial. Lo que define la autobiogra-
error, b] En una autobiografía declarada., y dejando de lado fía para quien la lee'es, ante todo, un contrato de Identidad
el caso del seudónimo, ¿puede tenerel personaje un nom- que es sellado por el nombre propio. Y eso es verdad tam-
bre diferente al del autor? No parece posible;13 y si, por bién para quien escribe el texto. Si yo escribo la historia de
un efecto artístico, un autobiógrafo eligiese esta fórmula, mí vida sin decir mi nombre ¿cómo sabría el lector que se
siempre le quedarían dudas al lector: ¿no está leyendo sim- trata de mu Resulta imposible que la vocación autobiográ-
plemente una novela? En estos dos casos, si la contradic- fica y la pasión de anonimato coexistan en el mismo ser.
ción interna fue elegida voluntariamente por el autor, el Las distinciones propuestas, la atención otorgada al
texto que resulta no es leído ni como autobiografía ni tam- nombre propio, tienen una gran importancia en la practi-
poco como novela, sino que aparece como un juego de ca como criterios de clasificación; en el plano teórico, im-
ambigüedad pirandeliana. A mi entender, es un juego al ponen una serie de reflexiones, que me limitaré a delinear.
que no se juega con intenciones serias.
En el cuadro, la diagonal que cubre los dos casos cie- a) Autor y persona: la autobiografía es el género litera-
gos y el caso central delimita entonces una zona de inde- rio que, por su contenido mismo, señala la confusión en-
terminación (que va desde «ni lo uno ni lo otro» del caso tre el autor y la persona, confusión sobre la que está
central al «ambos a la vez» de los casos ciegos). fundada toda la práctica y la problemática de la literatura
El autor anónimo: este cuadro asume que el autor tie- occidental desde fines del siglo XVIII. De ahí esa pasión
ne un nombre; un segundo caso sería el del autor anóni- del nombre propio, que va más allá de la simple «vanidad
mo. Pero ese caso (con las subdivisiones que engendraría autorial», puesto que, a través de ella, la persona misma

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 55
. ESTUDIOS E! pacto autobiográfico

reivindica la existencia. El tema profundo de la autobio- a sí mismo: eso puede llegar hasta un sistema generaliza-
grafía es el nombre propio. Uno piensa en esos dibujos do de juego o de huidas, como en el caso de Stendhal;15
de Hugo, con su nombre inscrito en letras gigantescas so- a la valoración del nombre de pila, como en Jean-Jacques
bre un paisaje en claroscuro. El deseo de gloria y de eter- (Rousseau); y, de modo más banal, a todos esos juegos de
nidad tan cruelmente desmitificado por Sartre en Las azar, sociales o personales, relacionados con esas letras en
palabras descansa en su totalidad en el nombre propio con- las que uno cree instintivamente que está depositada la
vertido en nombre de autor. ¿Resulta posible imaginar hoy esencia de su ser. Juegos con la ortografía y el sentido:
una literatura anónima? Vaiéry soñaba con ella hace ya de la desgracia de llamarse Francois Nourissier, por ejem-
cincuenta años. Pero no parece que haya pensado en lle- plo;16 sobre el sexo: ¿Michel o Míc'heüne Leiris (cf. nota
varla a la práctica, puesto que acabó en la Academia. Se 12)? Presencia del nombre en la voz de aquellos que lo
entregó a la gloría de soñar con el anonimato... El grupo han pronunciado: «¡Ah! Rousseau, creía que teníais un
leí Quel, al poner en cuestión la noción de autor (al reem- buen temperamento», dice Marión. Meditación infantil
plazarla por la de «escribiente»)* apunta en la misma di- sobre la arbitrariedad del nombre, y búsqueda de un se-
rección, pero también sin llevarla a la practica. gundo nombre que sea esencial, como en el caso de Jac-
b) Persona, y lenguaje: hemos visto antes que uno se po- ques Madaule.17 Historia del nombre, establecida a
dría preguntar legítimamente acerca de la primera perso- menudo detalladamente, para aburrimiento del lector, en
na, si se trataba de la persona psicológica (concebida esos preámbulos en forma de árbol genealógico.
ingenuamente corno exterior al lenguaje) la que se expre- Cuando, para distinguir la ficción de la autobiografía, se
saba al servirse de la persona gramatical como de un ins- trata de determinar a qué remite el yo de las narraciones
trumento, o sí la persona psicológica no era más que un personales, no hay necesidad de referirse a una Imposible
efecto de la enunciación misma. La palabra persona con- referenciaüdad extratextual: el mismo texto ofrece a fin de
tribuye a la ambigüedad. Si no hay persona fuera del len- cuentas ese último término, el nombre propio del autor, a la
guaje, como el lenguaje es otro, habría que llegar a la vez textual e indudablemente referencial. Si esta referencia
conclusión de que el discurso autobiográfico, lejos de re- es indudable es por estar fundada en dos instituciones so-
mitir, como nos imaginamos, al yo inscrito en una serie ciales: el estado civil (convención interiorizada por todos
de nombres propios, sería, por el contrario, un discurso desde la infancia) y el contrato de publicación; no tene-
alienado, una voz mitológica que nos poseería. Natural- mos, por lo tanto, razón alguna para dudar de la Identidad.
mente, los autobiógrafos están muy lejos de los proble-
mas del héroe beckettiano de El innombrable, que se
pregunta,'quién dice «yo» en él: pero esta inquietud aflora Copia certificada
en algunos libros, como por ejemplo en Le traitre de Gorz
—o mejor, en la especie de transcripción que hace Sartre La identidad no es lo mismo que el parecido.
(Des rats et des hommes]—. Sartre designa esas voces que La identidad es un hecho Inmediatamente aprehensi-
nos poseen con el nombre de vampiro. La voz autobio- ble, aceptado o rehusado al nivel de la enunciación; el
gráfica es, sin duda alguna, de este tipo. Se abriría así —des- parecido es una relación, sujeta a discusiones y a intermi-
mitificadas toda psicología y mística del individuo— un nables rnatizaciones, establecida a partir del enunciado.
análisis del discurso de la subjetividad y de la individuali- La identidad se define a partir de tres términos: autor,
dad como mito de nuestra civilización. Todos percibimos, narrador y personaje. El narrador y el personaje son las
por otra parte, el peligro de esta indeterminación de la figuras a las cuales remiten, dentro del texto, el sujeto de
primera persona, y no es fruto del azar que busquemos la enunciación y el sujeto del enunciado; el autor, repre-
neutralizarla al basarla en el nombre propio. sentado por su nombre, es así el referente al que remite,
c) Nombre propio y cuerpo-propio: la adquisición del por el pacto autobiográfico, el sujeto de la enunciación.
nombre propio es, si duda alguna, una etapa tan importan- Al tratarse del parecido, nos vemos obligados a intro-
te en la historia'del individuo como el estadio del espejo. ducir en el enunciado un cuarto termino simétrico, un
Esta adquisición escapa a la memoria y a la autobiogra- referente extratextual al que podríamos llamar el prototi-
fía, las cuales solo pueden contar esos bautismos segun- po o, aún mejor, el modelo.
dos e invertidos que son para un níño las acusaciones que Mis reflexiones sobre la identidad me han llevado a dis-
lo congelan en un papel por medio de un calificativo: «la- tinguir sobre todo la novela autobiográfica de la autobio- 1
drón», para Genet; «judío», para Albert Cohén (O iious, grafía; en el caso del parecido, debemos ocuparnos de la
freres bumains, 1972). El primer nombre recibido y asu- oposición de la autobiografía y la biografía. En ambos ca-
mido, el nombre del padre, y, sobre todo, el nombre de sos, por otra parte, el vocabulario es una fuente de erro-
pila que nos distingue, son sin duda los datos capitales en res: el término novela auto ¿ño gráfica está demasiado
la historia del yo. La prueba está en que el nombre no cercano de la palabra autobiografía, la cual, a su vez, se
1
resulta jamás indiferente, que uno. lo adora o lo detesta, acerca demasiado a la palabra biografía, para que no se pro- I
"3
i
que uno acepta recibirlo de otro o que prefiere dárselo duzcan confusiones. ¿La autobiografía no es, como Índi-
ca su nombre, la biografía de una persona escrita por ella
* [¿V. del 7T]: Scriplciir en el original. misma? Existe la tendencia a considerarla como un caso
^
ESTUDIOS El pacto autobiográfico.

particular de la biografía, y a aplicarle la problemática «his- quiere, parecerse. La manera en que un texto puede «pare-
torízanre» de ese género. Muchos autobíógrafos, escrito- cerse» a una vida es una cuestión que los biógrafos rara-
res aficionados o profesionales, caen ingenuamente en ese mente se plantean y que siempre, implícitamente, suponen
error: eso se debe a que esta ilusión es necesaria para el resuelta. El «parecido» puede darse en dos niveles: en el
funcionamiento del género. modo negativo (al nivel de los elementos de la narración)
Por oposición a todas las formas de la ficción, la biogra- interviene el criterio de la exactitud; en el modo positivo
fía y la autobiografía son textos referenciales: de la misma (y al nivel del conjunto de la narración) interviene lo que
manera que el discurso científico o histórico, pretenden llamaremos Infidelidad. La exactitud concierne a la in-
aportar una información sobre una «realidad» exterior al formación; la fidelidad, a la significación. El hecho de que
texto, y se someten, por lo tanto, a una prueba de verifi- la significación no pueda producirse más que por las téc-
cación. Su fin no es la mera verosimilitud, sino el pareci- nicas de la narración y por la intervención de un sistema
do a lo real; no «el efecto de realidad», sino la imagen de de explicación que implica la ideología del historiador,
lo real. Todos los textos referenciales conllevan, por lo tan- no impide al biógrafo concebirla en el mismo plano que
to, lo que yo denominaría pacto referencial, implícito o la exactitud, en relación de parecido con la realidad extra-
explícito, en el que se incluyen una definición del cam- textual a la cual todo texto remite. Así procede Sartre cuan-
po de lo real al que se apunta y un enunciado de las do declara sin vergüenza que su biografía de Flaubert es
modalidades y del grado de parecido a los que el texto una «novela verdadera»13. El modelo, en el caso de la bio-
aspira. grafía, es entonces la vida de un hombre «tal como ha
El pacto referencial, en el caso de la autobiografía, es, sido».
en general, coextensivo con el pacto autobiográfico, sien- Para representar la empresa biográfica podemos dise-
do difíciles de disociar, como lo son el sujeto de la enun- ñar, por lo tanto, el cuadro 3 en el que la división en co-
ciación y el del enunciado en la primera persona. La lumnas distingue lo textual y lo extratextual, y la división
fórmula ya no sería «Yo, el abajo firmante», sino «Yo juro en líneas distingue el sujeto de la enunciación y el sujeto
decir la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad». del enunciado. Incluido en la línea de separación entre
El juramento raramente toma forma tan abrupta y total: lo textual y lo extratextual queda el autor, en la posición
es una prueba suplementaria de la honestidad el restrin- marginal que ocupa su nombre en la portada del libro.
girlo a lo posible (la verdad tal como se me aparece, en
la medida en que la puedo conocer, etc., dejando margen
para los inevitables olvidos, errores, deformaciones invo- CUADRO 3
luntarias, etc.) y el indicar explícitamente el campo al que
se aplica el juramento (la verdad sobre tal aspecto de mi extratexto
vida, sin comprometerme en ningún otro aspecto).
Vemos lo que hace que este pacto se parezca al que es-
tablece el historiador, el geógrafo, el periodista, con su Narrador
lector; pero hace falta ser ingenuo para no ver, al mismo
Personaje -<-> modelo
tiempo, las diferencias. No hablamos de las dificultades
prácticas de la prueba de 'verificación en el caso de la auto-
Abreviaturas: A => autor; S.E,= sujeto de la enunciación; S.e. = sujeto del
biografía, ya que el autobiógrafo nos cuenta precisamen-
enunciado. Relaciones: =* idéntico a; ;¿ no-idéntico; -*->• parecido.
te —en eso estriba el interés de su narración— lo que solo
él nos puede decir. El estudio biográfico permite fácilmen-
te reunir información adicional y determinar el grado de Comentario al esquema: En la biografía, el autor y el
exactitud:de la narración. La diferencia no radica en eso, narrador están ligados a veces por una relación de identi-
sino en el hecho, muy paradójico, de que esta exactitud dad. Esta relación puede ser implícita o indeterminada,
no tiene una importancia capital. En la autobiografía re- o puede ser explícita como, por ejemplo, en un prefacio
sulta indispensable que el pacto referencial sea establecido (caso de El idiota de la familia-, en el que el biógrafo, Sartre,
y que sea mantenido: pero no es necesario que el resulta- explica que tiene cuentas pendientes con su modelo, Flau-
do sea del orden del parecido estricto. El pacto referencial bert). Puede darse también que no se establezca relación
puede no ser mantenido según los criterios del lector, sin de identidad entre el autor y el narrador. Lo importante
que el valor referencial del texto desaparezca (al contra- es que, si el narrador emplea la primera persona, no es
rio), lo que no sucede en el caso de los textos históricos para hablar del personaje principal de la historia, el cual
y periodísticos. es otra persona..' También, el modo principal de la narra-
Esta paradoja aparente proviene de la confusión que ción es la tercera persona, lo que G. Genette llama na-
yo he mantenido hasta el momento, siguiendo el ejem- rración heterodíegética. La relación entre el personaje (en
plo de la mayor parte de los autores y críticos, entre la el texto) y el modelo (referente extratextual) es ciertamente,
biografía y la autobiografía. Para disiparla es necesario res- en primer lugar, una relación de identidad, pero sobre
tituir ese cuarto término, el modelo. todo de «parecido». A decir verdad, en el caso del sujeto
Por «modelo» yo entiendo lo real al que el enunciado del enunciado, la relación de identidad no tiene el mis-

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 57
. ESTUDIOS El pacto autobiográfico.

mo valor que para el sujeto de la enunciación: es simple- ese error, mentira, olvido o deformación tienen simple-
mente un dato del enunciado situado en el mismo plano mente,, si los percibimos, valor de aspectos, entre otros, de
que los otros, y no prueba nada, sino que ella misma ne- una enunciación que permanece auténtica. Llamemos au-
cesita ser probada por el parecido. tenticidad a esa relación interior propia del empleo de la
Vemos ya, que, fundamentalmente, lo que va oponer la primera persona en la narración personal; no se la confun-
biografía y la, autobiografía es la jerarquización de las relacio- dirá ní con la identidad, que remite al nombre propio, ní
nes de parecido y de identidad: en la biografía, el parecido con el parecido, el cual supone un juicio de similitud entre
debe sostener la identidad, mientras que en la autobiogra- dos imágenes diferentes emitido por una tercera persona.
fía la identidad sostiene el parecido. La identidad es el pun- Este rodeo era necesario para comprender la insuficien-
to departida real de la. autobiografía; el parecido, el horizonte cia del esquema con respecto a la autobiografía. Esa ilu-
imposible de la biografía. La función diferente que cumple sión la sufren los que parten de la problemática de la
el parecido en. los dos sistemas se explica por esa razón. biografía para pensar en la autobiografía. Al delinear el
Eso resulta evidente en el momento en que delinea- esquema de la biografía me he visto llevado, a causa de
mos el esquema correspondiente a la autobiografía (cua- la no-identidad del narrador y deí personaje, a distinguir
dro 4). dos «lados» de la referencial extratextual, situando a la iz-
quierda el autor y a la derecha el modelo. El hecho de
que se trate de relaciones simples de identidad por el lado
CUADRO 4 del autor, y de parecido por el lado del modelo, me per-
mitió una presentación lineal. Para la autobiografía, la «re-
Autobiografía.
ferencia» se hace por un solo lado (confusión del autor
extratexio extraiexto
y del modelo), y la relación que articula identidad y pa-
recido es, de hecho, una relación de relaciones que no pue-
persona A ** narrador S.E. de ser representada linealmente.
del autor Tenemos entonces las dos fórmulas siguientes:
S.e. personaje <-í- modelo

Biografía: A es o no es N; P se parece.a M.
Autobiografía: N es a P lo que A es a M.
La narración personal (autodíegétíca) aparece aquí
como absolutamente irreductible a la narración imperso- (A = autor; N = narrador; P = personaje; M= modelo)
nal (heterodiegética).
En .efecto, en el caso de la narración personal, ¿que sig- Al ser la autobiografía un género referencial, está so-
nifica el signo igual (=) que se encuentra entre el sujeto metida naturalmente, al mismo tiempo, al imperativo de
de la enunciación y el del enunciado? Implica identidad de parecido al nivel del modelo, pero ese es un aspecto se-
hecho, y esta identidad, a su vez, implica cierta forma cundario. El hecho de que nosotros juzgamos que el pare-
de parecido. ¿Parecido a qué? SÍ se trata de una1 narración cido no está logrado se convierte en algo secundario en
hecha exclusivamente en pasado, el parecido del persona- el momento en que estamos seguros de que se ha intenta-
je al modelo podría ser percibido exclusivamente, como do conseguirlo. Importa menos el parecido de «Rousseau
en el caso de la biografía, como una relación verificable a la edad de dieciséis años», representado en el texto de
entre personaje y modelo. Pero toda narración en prime- las Confessions, con el Rousseau de 1728, «tal como era»,
ra persona implica que el personaje, incluso si cuenta he- que el doble esfuerzo de Rousseau hacia 1764 de «repre-
chos del pasado, es también, al mismo tiempo, la persona sentar»: 1) su relación con el pasado; 2) su pasado tal como
«actual» quejroduce la narración: el sujeto del enuncia- fue, con la intención de no cambiar nada.
do es doble, al ser inseparable del sujeto de la enunciación; En el caso de la identidad, el caso límite y excepcio-
no se convierte de nuevo en singular más que cuando el nal, el cual confirma la regla, es el de la superchería; en
narrador habla de su propia narración actual, y jamás en el caso desparecido, será la mítomanía, es decir, no los
el otro sentido, por designar un personaje sín conexión errores, las deformaciones, las. interpretaciones consustan-
con el narrador actual. ciales a la elaboración deí mito personal en toda autobio-
Vemos entonces que la relación designada por «=» no grafía, sino la sustitución de una historia descaradamente
es en absoluto una relación simple, sino, sobre todo, una inventada, y globalmente sín relación de exactitud con la
relación de relaciones; significa que el narrador es al per- vida. Como en el caso de la superchería, este caso es ex-
sonaje (pasado o actual) lo que el autor es al modelo; ve- tremadamente raro, y el carácter referencial atribuido a
mos que esto implica que el término último de verdad la narración es, entonces, fácilmente puesto en cuestión
(sí razonamos en términos de parecido) no puede ser el por una investigación de historia literaria. Pero, descuali-
ser-en-sí del pasado (si tal cosa existe), sino el ser-para-sí, ficada como autobiografía, la narración mantendrá su in-
manifestado en el presente de la enunciación. Si el narra- terés como fantasma, al nivel de su enunciado, y la falsedad
dor se equivoca, míente, olvida o deforma en relación a del pacto autobiográfico, como conducta, será todavía re-
la historia (lejana o casi contemporánea) del personaje, veladora para nosotros al nivel de la enunciación, de un

58 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
ESTUDIOS E! pacto autobiográfico

sujeto con intención autobiográfica, pese a todo, que no- nos permite decirlo, es en cuanto autobiografía que la no-
sotros continuaremos postulando más allá del sujeto abor- vela es decretada como más verdadera.
tado. Eso nos ha llevado, entonces, a analizar en otro De esta manera, el lector es invitado a leer las novelas,
plano, ya no la relación biografía-autobi o grafía, sino la re- no solamente como ficciones que remiten a una verdad so-
lación novela-aurabiografía, a definir lo que podríamos bre la «naturaleza humana», sino también como fantasmas
llamar el espacio autobiográfico y los efectos de relieve que reveladores de un individuo. Denominaría a esta forma
engendra. indirecta del pacto autobiográfico el pacto /¿miasmático.
Si la hipocresía es un homenaje que el vicio rinde a la
virtud, estos juicios son en realidad un homenaje que
El espacio autobiográfico la novela rinde a h autobiografía. Si la novela es más ver-
dadera que la autobiografía, entonces ¿por qué Gide, Mau-
Es cuestión ahora de mostrar en qué ilusión ingenua se riac y tantos otros no se contentan con escribir novelas?
apoya la teoría tan extendida según la cual la novela sería Al plantear así la pregunta todo se aclara: si no hubieran
más verdadera (más profunda, más auténtica) que la auto- escrito y publicado también textos autobiográficos, aun-
biografía. Ese lugar común, corno todos, no tiene autor; que sean «insuficientes», nadie habría vísto jamás cuál era
cada uno, a su vez, le presta su voz. Así, André Gide: «Las el orden de la verdad que habría que buscar en sus nove-
Memorias no son nunca sinceras más que a medias, por las. Estas declaraciones son, por lo tanto, trucos tal vez
muy grande que sea el deseo de verdad: todo es siempre voluntarios, pero muy eficaces: uno se escapa a las acusa-
más complicado de lo que lo decimos. Tal vez nos acerca- ciones de vanidad y de egocentrismo cuando uno se mues-
mos más a la verdad en la novela».19 O Francois Mauriac; tra tan lúcido sobre los límites y las insuficiencias de su
«Pero es buscar excusas el haberme ceñido a un solo capí- autobiografía; y nadie percibe que, con la misma manio-
tulo de mis memorias. La verdadera razón de mi pereza, bra, se extiende el pacto autobiográfico, de forma indirec-
¿no es que nuestras novelas expresan lo esencial de noso- ta, al conjunto de una obra. Jugada doble.
tros mismos? Solo la ficción no miente; ella entreabre en Jugada doble o, mejor, visión doble, escritura doble;
la vida del hombre una puerta secreta por donde se desli- efecto, si se me permite el neologismo, de estereografía.
za, más allá de todo control, su alma desconocida».20 El problema cambia completamente de naturaleza si
Albert Thibaudet ha dado al lugar común la forma se lo plantea de esta manera. Ya no se crata de saber si es
universitaria del «(paralelo», tema ideal de disertación, al más verdadera la autobiografía o la novela. Ni lo uno ni
oponer la novela (profunda y múltiple) y la autobiogra- lo otro: a la autobiografía le faltará la complejidad, la am-
fía (superficial y esquemática).21 bigüedad, etc.; a la novela, la exactitud. ¿Deberíamos de-
Demostraré la ilusión partiendo de la formulación cir, entonces, la una y la otra? Mejor: la una en relación
propuesta por Gide, aunque solo sea porque su obra ofre- a la otra. Lo que resulta revelador es el espacio en el que
ce un terreno incomparable para la demostración. No In- se inscriben ambas categorías de textos, y que no es redu-
tento en absoluto tomar la defensa del género autobio- cible a ninguna de las dos. El efecto de relieve conseguido
gráfico, y establecer la verdad de la proposición contraria, de esta manera es la creación, por el lector, de un «espa-
o sea, que la autobiografía sería la más verdadera, la más cio autobiográfico».
¿J
profunda, etc. Invertir la proposición de Thibaudet no Desde esre punto de vista, la obra de Gide y la de Mau-
tendría interés alguno: importa más mostrar que, del de- riac son típicas: ambos han organizado, sí bien por razones
recho o del revés, se trata siempre de la misma propo- diferentes, un fracaso, espectacular de sus autobiografías,
sición. forzando así a sus lectores a leer en clave autobiográfica
En efecto: en el momento mismo en que, en aparien- el resto de su producción narrativa. Cuando yo hablo de
cia, Gide y Mauriac rebajan el género autobiográfico y fracaso no trato de hacer un juicio de valor sobre textos
glorifican la novela, están haciendo en realidad algo muy admirables (Gide) o estimables (Mauriac), sino de hacer-
diferente a un paralelo escolar más o menos discutible: me eco de sus propias declaraciones y de constatar que
diseñan el espacio autobiográfico en el que desean que se ellos han elegido dejar sus autobiografías incompletas, frag-
lea el conjunto de su obra. Lejos de ser tina condena de mentadas, con fisuras y abiertas.22
la autobiografía, esas frases, frecuentemente citadas, son Esta forma de pacto indirecto está cada vez más exten-
en realidad una forma indirecta del pacto autobiográfico, dida. En otra época era el mismo lector quien, a pesar de
pues establecen, de hecho, de qué orden es la verdad últi- las reconvenciones del autor, tomaba la iniciativa y la res-
ma a la que aspiran sus textos. En esos juicios, el lector ponsabilidad de este tipo de lectura; hoy en día, autores
olvida muy a menudo que la autobiografía se muestra a y editores lo empujan desde el principio en esta dirección.
dos niveles: al mismo tiempo que constituye uno de los Resulta revelador que Sartre mismo, que por algún tiem-
términos de la comparación, es el criterio por el que se po pensó en continuar Las palabras bajo la forma de fic-
juzga la comparación. ¿Cuál es esa «verdad» a la que la ción, haya tomado la fórmula de Gide («Va siendo hora de
novela nos acerca mejor que la autobiografía, sino la ver- que diga la verdad. Pero solo podría decirla en una obra
dad personal, individual, íntima, del autor, es decir, lo mis- de ficción»), y que haya hecho explícito así el contrato de
mo a lo que aspira todo proyecto autobiográfico? Si se lectura que él sugeriría al lector:

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 59
. ESTUDIOS E! pacto autobiográfico.

En aquella época yo tenía el proyecto de escribir una no- podría versar sobre el parecido y no probaría nada. .Tam-
vela en la que diría de manera indirecta todo lo que pensaba poco está fundada en un análisis interno del funcionamien- w
decir antes en una especie de testamento político que sería to del texto, de la estructura o de los aspectos del texto
la continuación de mi autobiografía y cuyo proyecto había publicado, sino sobre un análisis, al nivel global de \z pu-
abandonado. La cantidad de ficción habría sido ínfima; ha- blicación, del contrato implícito o explícito propuesto por
bría creado un personaje del que sería necesario que el lec-
el autor al lector, contrato que determina el modo de lec-
tor dijera: «Este hombre es Sartre». Lo cual no significa que,
para el lector, debería haber coincidencia entre el personaje tura del texto y que engendra los efectos que, atribuidos
y el autor, sino que la mejor manera de comprender el per- al texto, nos parece que lo definen como autobiográfico.
sonaje sería buscando lo que procedía de mí.23 • El nivel de análisis utilizado es, entonces, el de la rela-
ción •publicación/publicado, la cual sería paralela, en el pla-
Estos juegos, que muestran claramente el predominio no del texto impreso,, a la relación enunciación/enunciado
del proyecto autobiográfico, los encontramos de nuevo, en el plano de la comunicación oral. Para llevar a cabo
en grados diferentes, en muchos escritores modernos. Y esta investigación sobre los 'contratos autor/lector, sobre
ese juego puede, naturalmente, ser imitado en una nove- los códigos implícitos o explícitos de la publicación — so-
la. Es lo que ha hecho Jacques Laurent en Betises (Gras- bre esos márgenes del texto impreso que, en realidad, di-
set, 1971), al darnos a leer, a la vez, el texto de ficción rigen toda la lectura, (nombre del autor, título, subtítulo,
que escribe el personaje y diferentes textos «autobiográfi- nombre de la colección, nombre del editor, hasta el jue-
cos» del mismo. SÍ algún día publica Jacques Laurent su go ambiguo de los prefacios) — , esta investigación debería
propia autobiografía los textos de Betises tornaran un «re- tomar una dimensión histórica que no le he dado aquí.24
lieves> vertiginoso... Las variaciones de esos códigos a lo largo del tiempo
Llegado al término de esta reflexión, un escueto ba- (debidas, a la vez, a los cambios de actitud de los autores
lance nos permite constatar un desplazamiento del pro- y de los lectores, a los problemas técnicos o comerciales
blema. del mundo editorial) manifestarían con más claridad que
Balance negativo: ciertos puntos permanecen difusos se trata de códigos y no de cosas «naturales» o universa-
o insatísfacto ríos. Por ejemplo, podemos preguntarnos les. Desde el siglo XVII, por ejemplo, los usos del anoni-
cómo puede establecerse la identidad del autor y del na- mato o del seudónimo han cambiado mucho; los juegos
rrador en el pacto autobiográfico cuando el nombre no sobre alegaciones de realidad en las obras de ficción no
se repite; podernos ser escépticos con respecto a las dis- se practican hoy en día de la misma manera que en el si-
tinciones que propongo en «Copia certificada». Sobre glo XVTH;25 pero, por otra parte, los lectores le han tornado
todo, lo'.s dos apartados titulados «Yo, el abajo firmante» gusto a adivinar la presencia del autor (de su inconscien-
y «Copia certificada» no se ocupan más que del caso de te) incluso en las producciones que no tienen aire auto-
la autobiografía autodíegética, mientras que yo he indica- biográfico: tal es la manera en que los pactos fantasmáticos
do que hay otras fórmulas narrativas posibles: ¿se manten- han creado nuevos hábitos de lectura.
drán en el caso de la autobiografía en tercera persona las La autobiografía se define a ese nivel global: es un mo-
distinciones establecidas en esos apartados? do de lectura tanto como un tipo de escritura, es un efecto
Balance positivo: por otra parte, mis análisis me han contractual que varía históricamente. La totalidad del pre-
parecido" fecundos cada vez que, yendo más allá de las es- sente estudio reposa en realidad en los tipos de contrato
tructuras aparentes del texto, me han llevado a poner en que se establecen hoy en día, de lo que procede su relati-
cuestión las posiciones del autor, y del lector. «Contrato vidad y lo absurdo que sería que se pretendiese válido de
social» del nombre propio y de la publicación, «pacto» manera universal. De ahí también las dificultades encon-
autobiográfico, «pacto» novelesco, «pacto»' referencial, tradas en esta tarea de definición; he querido explícitar •
«pacto» fantasmático: todas esas expresiones remiten a la en un sistema claro, coherente y exhaustivo (que dé cuenta
idea de que el género autobiográfico es un género con- de todos los casos) los criterios de constitución de un cor-
tractual. Las dificultades con las que me tropecé en mi pus (el de la autobiografía) que está constituido en reali-
primer intento procedían del hecho de que buscaba en dad según criterios múltiples, variables con el tiempo y
vano, al nivel de las estructuras, de los modos o voces na- los individuos, y a menudo sin coherencia entre ellos. El
rrativos, criterios claros para establecer una diferencia que triunfo de ofrecer una fórmula clara y total de la auto-
no importa que el lector experimente. La noción de «pacto biografía sería en realidad un fracaso. Al leer este ensayo,
autobiográfico» que he elaborado después quedaba en el en el que he intentado ser riguroso al extremo, se habrá
aire por no ver que el nombre propio era un elemento tenido la sensación de que ese rigor se volvía arbitrario,
esencial del contrato. Que algo tan evidente no se me haya inadecuado a un objeto que obedece tal vez más a la lógi-
ocurrido entonces muestra que este tipo de contrato es ca china, tal como la describe Borges, que a la lógica car-
Implícito, y, que al estar fundado, al parecer, en la natura- tesiana.
leza de las cosas, no se convierte en objeto de reflexión. A fin de cuentas, este estudio me parece, por lo tanto,
La problemática de la autobiografía que he propuesto más un documento a estudiar (la tentativa de un lector
aquí no está basada en una relación, establecida desde fue- del siglo XX de racionalizar y explidtar sus criterios de
ra, entre lo extratextual y el texto, pues tal relación solo lectura) que un texto «científico»: documento que debe

60 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29
_ ESTUDIOS El pacto autobiográfico

añadirse al dossíer de una ciencia histórica de los modos Véase un divertido inventario de supercherías recientes en Gulliver,
.'¿e comunicación literaria. 1 (nov. 1972).
9. Ala derniere mémoire, I, Un faubourg de Toulouse, 1907-1927, Ga-
La historia de la autobiografía sería entonces, más que llimard, 1971, pp. 82-83.
nada, la de sus modos de lectura: historia comparada en 10. Bertrand Poirot-Delpech, en Le Monde (13 oct. 1972).
la que se podría hacer dialogar a los contratos de lectura 11. «Ella recuperó la palabra y dijo: "Cariño", "Cariño mío", segui-
propuestos por diferentes tipos de textos (pues de nada ser- dos de ni nombre de pila que, SÍ diéramos al narrador el mismo nombre
viría estudiar la autobiografía aisladamente, ya que los con- que el del autor de este libro sería: "MÍ Marcel" , "Mi querido Marcel'»
(A la reckerchedu tempsperdu, Gallimard, 1954, t. III, p. 75). El ejemplo
tratos, como los signos, solo tienen sentido por efectos
de la p. 157 es una repetición de este caso.
de oposición), y los diferentes tipos de lecturas a que esos 12. Michel Leiris, l^age d'homme, Col. Folio, 1973, p, 174.
textos son sometidos. Si, entonces, la autobiografía se de- 13. A pesar de las apariencias, ese no es el caso de la Vie de Henry
fine por algo exterior al texto, no es por un parecido in- Brulard, de Stendhal. Ese texto presenta problemas muy delicados, por
verificable con la persona real, sino por el tipo de lectura estar Inacabado y no estar listo para su publicación. Por eso, es difícil
decidir si Henry Brulard es un seudónimo de autor o solamente un nom-
que engendra, la creencia que origina, y que se da a leer
bre de personaje, ya que el texto no tiene la forma de manuscrito conce-
en el texto crítico. bido para la publicación: los títulos humorísticos no están pensados para
la publicación sino para «MM. de la Pólice»; el subtítulo «Novela imita-,
da del Vicario de Wakejíeld» tiene la misma función de superchería bur-
lesca. La posibilidad de que se trate de una verdadera autobiografía,
«camuflada», resulta evidente durante la lectura del texto. El nombre de
NOTAS Brulard solo aparece tres veces en el texto (Oeuvres intimes, Gallimard,
1955, pp. 6, 42 y 250), y en dos de estos tres casos hay camuflaje: en
1. PhÜíppe Lejeurie, Lauto bíographie en France, Armand Colín, 1971,
la p. 6 Brulard está escrito encima del nombre Beyle; en la p. 250, los
2. Figures, ¡II, Seuil, 1972.
5. MJWÍ. Essai d'aittobiojiraphie, Gallimard, 1972, pp. 33-39. «siete libros» de Brulard son al principio cinco; y en ese delicioso pasaje,
4. Por ejemplo, Rousseau, Confessions, Libro IV: «Pobre Jean-Jacques, Bernard es a Brulard lo que Brulard es a Beyle, El resto del tiempo, el
en ese cruel momento tú solo esperabas un día [...]»; cf. también Claude nombre de familia es representado por «B.>- (el cual puede aplicarse a
Roy, en Aíoij's, Gallimard, 1970, p. 473, Imaginándose que habla al que Beyle o a Brulard), pero también simplemente por Beyle, lo cual Índica
fue: «Créeme, hijo mío, tú no deberías [...] Tú no habrías debido.» En que nos hallamos ante una autobiografía (pp. 60, 76, 376) o por S. (Stend-
esta página, Claude Roy, oponiendo el narrador (actual) al personaje (pa- hal) (p. 247), lo cual implica lo mismo.
sado), emplea a la vez la segunda y la tercera persona para hablar del 14. Esas Aíémoires anónimas tienen, en la segunda edición (1S43),
último. [N. del T.]: En nuestra literatura contamos con autobiografías un prefacio de A. Aumétayer. Ese prefacio lleva la ambigüedad a sus
como Cosa Vedado (1935) y En los reinos de taifa (1986) de Juan Goyti- límites.
solo, en las que la narración en segunda persona ocupa un lugar funda- 15. Cfr. Jean Starobínskí, «Stendhal pseudonyme», en L'oeil vivan:,
mental. Claro que esas obras fueron publicadas años después de que Gallimard, 1961. [N. del T.: hay traducción al castellano en la editorial
Lcjeune publicase su libro (1975). Taurus.]
5. Prohlemes de linguistique genérale, Gallimard, 1966, sección V, 16. Francois Nourissíer, Un petir boxrgeois, Col. Livre de Poche, 1969,
«L'homme dans la langue». pp. 31-84.
6. Sobre los aspectos lingüísticos del problema del nombre propio 17. Jacques Madaule, L'interlocuteur, Gallimard, 1972, pp. 34-35.
y la manera en que contribuye, en la enunciación, a-la referencia, véase 18. Entrevista concedida a Le Monde (14 mayo 1971).
Oswald Ducrot y Tzvetan Tcxlorov: Dictionnaire encyplopédlque des scien- 19. Andrc Gíde, Si le grain ne meurt, Col. Folio, 1972, p. 27S.
cesdu langage, Seuil, 1972, pp. 321-322. [N. del T.]: Hay traducción cas- 20. Francois Mauriac, «Commencements d'une vie«, en Ecrits inti-
tellana: Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje, Buenos Aires, mes, Ginebra/París, La Palatlne, 1953, p. 14.
Siglo XXI, 1974. 21. Albert Thibaudet, Gusteve Flaitben, Gallimard, 1935, pp. 87-88.
7. E! problema de la referencia en la enunciación escrita, en la que 22. Véase, mas adelante, el capitulo «Gide y el espacio autobiográfi-
el emisor y el destinatario del discurso no comparten una situación co- co». [A', del T.: ese capítulo se encuentra en las páginas 165-196 de Ls
mún (e incluso pueden no conocerse), es raramente invocado por los pacte autobiographique.]
lingüistas, o, si lo hacen, es a título de aJgo que convendría estudiar; 23. Entrevista concedida a Michel Gontat, Le Nonvel Obseruateur
pero que nadie estudia. Cf. E. Benveníste: •(L'Appareíl formel de l'énon- (23 jun. 1975),
cíatíon», Langages, 17 (mar. 1970), 18. 24.. Sobre este problema, véase más abajo las pp. 311-341, «Autobio-
S. Los casos de supercherías, o los problemas de la Identidad del autor graphie et histoire littéraire». [N. del T.: se refiere a otro capítulo de su
(anonimato, séudoanonimato), pueden estudiarse a partir de las obras libro Le pacte autobiographique.']
clásicas de J.-M. Quérard:.L?5 Supercheries littéraires dévoilées (1847), o 25. Cfr. Jacques Rustin, «Mensonge et venté dans le román trancáis
de A. Barbier: Dícdonnaire des oií-urages anonymes (3.1 edición, 1872). du xVDIe siecle», Revtie d'Hlstoire Lutéraire de la France (ene.-feb. 1969).

29/SUPLEMENTOS ANTHROPOS 61
. ESTUDIOS Actos literarios.

notables por su reserva que por su intirnismo. Las Confe-


Actos literarios siones de san Agustín poseen ambas cualidades, pero Agus-
tín no se limita a lo que de hecho él recuerda, y abre su
narrativa así: «este período de mi vida, que yo no recuer-
Elizabeth Bruss do haber vivido, y que yo asumo a partir de las palabras
de otros, y que, no importa cuan fidedigna pueda ser la
evidencia, es todavía pura conjetura bas"ada en el compor-
tamiento de otros niños».3
[...] rodo lo que uno puede hacer es apilar li-
bros en grupos [...] y así tendremos la literatura
Desde luego, uno podría simplemente rechazar cual-
inglesa agrupada en A, B, C; uno, dos, tres; y per- quier cosa que no se ajustara a la definición de la auto-
dernos toda huella de lo que significa. (Virgi- biografía que ha aceptado, o utilizar aquella definición
nia Woolf, '•CartaaJulionBell», 1 de diciembre prescríptivamente para reflejar lo que el escrito autobio-
de 1935.)' gráfico debería ser, no lo que es. Esta ha sido la práctica
A cualquier estudioso de la literatura se le puede aplicar de críticos como Roy Pascal, cuando dirige su atención
en algún momento, la suril impaciencia de Virginia Woolf, al siglo XX en Design and Tritth in Bíbliography.
pero especialmente a aquellos de nosotros que se dedican
al estudio de un género. ¿Cómo puede uno justificar esta Su éxito al representar al hombre completo es relativa-
manía por clasificar, este vehemente deseo «Imneano» por mente exiguo. No creo que sea debido a la dificultad técnica
definir y categorizar? Es bastante fácil imponerle una de- de combinar muchas tramas en una misma historia; surge,
sobre todo, del hecho de que no se llega muy lejos en lo que
finición a la autobiografía, pero, como Woolf nos recuer- se refiere al conjunto de la personalidad. Como sucede con
da, una definición que oscurece «toda huella de lo que la mayor parte de autobiografías, esto es simplemente el re-
significa» es, no solamente inútil, sino también potencial- sultado de una Incompetencia en las personas que escriben,
mente perniciosa. La única definición estimable seria aque- una falta de responsabilidad moral hacia su trabajo, una fal-
lla que reflejara una categoría literaria que realmente ta de conscíencia y de intuición... Me parece inevitable con-
«existe», en el sentido de que puede experimentarse como cluir que el objetivo primordial de la autobiografía no se logra
algo que obliga o dirige los actos de lectura y escritura, en la autobiografía moderna. 4
o al menos proporciona a los lectores y escritores una in-
terpretación de sus acciones. Obviamente, los estudios so- Dejando de lado lo que pueda tener de justo un ata-
bre el género están justificados si seguimos a Alastaír que moral al hecho de no haber conseguido algo que qui-
Fowler en la creencia de que «los géneros y modos tradi- za ni siquiera se haya intentado, queda por ver todavía
cionales, lejos de ser meros recursos clasificara ríos, sirven la cuestión del contenido de la definición preceptiva de
principalmente para permitir al lector compartir tipos de Pascal o la de cualquier otro crítico. ¿A qué poder o princi-
significado sin desperdiciar nada [...] el entendimiento está pio podemos recurrir para determinar la naturaleza de la
ligado al género».2 Pero, para aprehender esto, necesita- labor primordial de la autobiografía?, ¿o incluso para es-
mos saber de modo más preciso cómo existe un genero, tipular eso debe haber un único cometido semejante? Así,
cómo somos capaces de reconocerlo y responder a los ti- tanto la clasificación preceptiva como la ingenua llevan
pos de significado que nos expresa. por igual a reclamar y centrar re clamar, y, posiblemente,
L'as suposiciones erróneas o ingenuas sobre la natura- a la consideración de que no se pueden hacer generaliza-
leza de un género perjudican a la crítica del escrito auto- ciones útiles: que los géneros son ficciones nomínalísti-
biográfico, ya que las sentencias críticas que resultan son, cas, meros ídolos del mercado de la crítica.
o bien demasiado amplias para ser aclaratorias, o bien de- Podemos evitar este impasse^ y al mismo tiempo con-
masiado inflexibles para hacer frente a los cambios y al tinuar siendo críticos responsables, si podemos explicar
desarrollo. cómo puede haber tanto cambio como continuidad en
Sentencias como^ por ejemplo, «la autobiografía es una el escrito autobiográfico, y sí podemos formular nuestra
confesión», o «la autobiografía debe seguir la huella de explicación de tal manera que no distorsione la autobio-
la teleología de su vida», o incluso «la autobiografía es un grafía individual. Solamente podremos lograr esto después
acto de memoria artística», todas ellas de uso bastante fre- de distinguir primero entre Informa, las propiedades ma-
cuente y de una cierta verosimilitud, son, sin embargo, teriales inmanentes de un texto, y las funciones asignadas
demasiado fáciles de refutar. NÍ Lillian Hellman en An a ese texto. La forma y la función no son isomórficas; va-
3
un/inisbed Woman, ni los ciclos de los diarios de Anai's rias funciones pueden ser y acostumbran a ser asignadas 38
Nin alcanzan una resolución teleológica, mientras que Bis- a la misma estructura, y la mayoría de las funciones pue- i
hop Hall y Henry Adams han escrito autobiografías más den ser llevadas a cabo a través de más de una forma. Que
esto es una distinción real queda claro en el siguiente ejem-
plo. Una entrevista, como un intercambio de preguntas
* Introducción y capítulo I -From Act :o Tex:- de la obra de E.W. Bruss Amo- y respuestas entre dos participantes, es obviamente dife-
blographical Acis. The Changing Shitudon of>¡ Literary Genm, Baltimore y Lon-
dres, The Johns HopkinsUniversity Press, 1976, pp. 1-31. Trad. de Eduard Ribau
rente a una autobiografía, en la que la dirección de la in-
Font y Antonia Ferrá Mír. vestigación está en manos de un solo hombre. Aun así,

62 SUPLEMENTOS ANTHROPOS/29

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