Con la llegada del Estado de Derecho la existencia de actos de poder exentos de control, donde los derechos de los ciudadanos puedan ser vulnerados impunemente, desaparece al consagrarse el derecho a la tutela judicial efectiva
Con la llegada del Estado de Derecho la existencia de actos de poder exentos de control, donde los derechos de los ciudadanos puedan ser vulnerados impunemente, desaparece al consagrarse el derecho a la tutela judicial efectiva
Con la llegada del Estado de Derecho la existencia de actos de poder exentos de control, donde los derechos de los ciudadanos puedan ser vulnerados impunemente, desaparece al consagrarse el derecho a la tutela judicial efectiva
Desde mediados del Siglo XIX, en la práctica totalidad de Ordenamientos
Jurídicos, se recogían determinados actos que por su propia naturaleza no podían ser nunca controlados por el poder judicial. Se trataba de actos puros de Gobierno o de dirección política. Con la llegada del Estado de Derecho la existencia de actos de poder exentos de control, donde los derechos de los ciudadanos puedan ser vulnerados impunemente, desaparece al consagrarse el derecho a la tutela judicial efectiva. La cláusula general del control jurisdiccional no es más que una consecuencia directa de ese derecho constitucional a la tutela judicial. En nuestro ordenamiento seguimos encontrando ciertas reminiscencias de aquella teoría de los actos políticos, en la existencia de algunas actuaciones del Poder Ejecutivo, que entendidas como actos de Gobierno, no están sometidas al Derecho Administrativo y por lo tanto no son controlados por esta Jurisdicción Contencioso-administrativa, sino directamente por las Cortes Generales. Sin embargo la principal diferencia con aquellos sistemas decimonónicos la encontramos en que actualmente dichos actos de Gobierno siempre son susceptibles de impugnación ante el Tribunal Constitucional, por lo que el derecho a la tutela judicial, continúa garantizado. La cláusula general establece por tanto que la Jurisdicción Contencioso- administrativa conocerá de todos los actos de la Administración Pública sometidos al derecho Administrativo. Por tanto se excluyen de su jurisdicción sólo los actos que corresponden a otros órdenes jurisdiccionales (civil, penal, social etc.) así como los actos de Gobierno sometidos directamente a la Constitución y no al Derecho Administrativo.
3.2 DELIMITACIÓN SUBJETIVA.
A la hora de determinar el alcance de la actuación de la jurisdicción contencioso-administrativa, es preciso definir previamente qué entendemos por Administración Pública. El artículo 1.2 de la LCA establece que, se entenderá a estos efectos por Administraciones Públicas:
a) La Administración General del Estado
b) Las Administraciones de las Comunidades Autónomas c) Las Entidades que integran la Administración Local d) Las Entidades de Derecho público que sean dependientes o estén vinculadas al Estado, Comunidades Autónomas o Entidades Locales. e) Consejo General del Poder Judicial y órganos de gobierno de Juzgados y Tribunales, respecto de loas actos y disposiciones emanados de ellos en los términos que establece la Ley Orgánica del Poder Judicial f) La Administración Electoral, en los términos establecidos en la Ley Orgánica del Régimen Electoral General.
A este respecto se incluyen igualmente dentro del término Administración
Pública, los órganos competentes del Congreso de los Diputados, del Senado, del Tribunal Constitucional, del Tribunal de Cuentas y del Defensor del Pueblo, así como de las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas y de las instituciones autonómicas análogas al Tribunal de Cuentas y al Defensor del Pueblo, respecto a los actos y disposiciones emitidos por ellos en materia de personal, administración y gestión patrimonial, sujetos a derecho público.
3.3. CUESTIONES INCLUIDAS
Debido a las dudas que en la práctica podrían surgir a la hora de determinar la sujeción o no al Derecho Administrativo de determinadas materias, la LCA señala en su artículo 2 una seria de cuestiones que siempre y en todo caso están sujetas al control jurisdiccional:
1) La protección jurisdiccional de los derechos fundamentales, los elementos
reglados y la determinación de las indemnizaciones que fueran procedentes, todo ello en relación con los actos del Gobierno o de los Consejos de Gobierno de las Comunidades Autónomas, cualquiera que fuese la naturaleza de dichos actos.
2) Los contratos administrativos y los actos de preparación y adjudicación de los
demás contratos sujetos a la legislación de contratación de las Administraciones públicas.
3) Los actos y disposiciones de las Corporaciones de Derecho público,
adoptados en el ejercicio de funciones públicas.
4) Los actos administrativos de control o fiscalización dictados por la
Administración concedente, respecto de los dictados por los concesionarios de los servicios públicos que impliquen el ejercicio de potestades administrativas conferidas a los mismos, así como los actos de los propios concesionarios cuando puedan ser recurridos directamente ante este orden jurisdiccional de conformidad con la legislación sectorial correspondiente.
5) La responsabilidad patrimonial de las Administraciones públicas, cualquiera
que sea la naturaleza de la actividad o el tipo de relación de que derive, no pudiendo ser demandadas aquellas por este motivo ante los órdenes jurisdiccionales civil o social, aun cuando en la producción del daño concurran con particulares o cuenten con un seguro de responsabilidad. 6) Las restantes materias que le atribuya expresamente una ley.
La competencia del orden jurisdiccional contencioso-administrativo se
extiende también al conocimiento y decisión de las cuestiones prejudiciales e incidentales no pertenecientes al orden administrativo, directamente relacionadas con un recurso contencioso-administrativo, salvo las de carácter constitucional y penal y lo dispuesto en los Tratados internacionales (Art. 4 LCA)
4. CUESTIONES EXCLUIDAS
La ley 29/1998 no se limita únicamente a determinar aquellos asuntos que
siempre y en todo lugar deben estar sometidos a la jurisdicción contencioso- administrativa, sino que en su afán de ayudar a la interpretación de la cláusula general regulada en su artículo 1, también señala aquellas cuestiones que en ningún caso deben someterse a esta jurisdicción, las cuestiones excluidas, recogidas en el artículo 3.
1) Las cuestiones expresamente atribuidas a las jurisdicciones civil, penal y
social, aunque estén relacionadas con la actividad de la Administración Pública.
En el orden civil y en el penal la diferenciación es sencilla sin embargo, en
el orden social y motivado por las amplias facultades interventoras de la Administración en materia laboral y de Seguridad Social, la separación entre jurisdicciones es en ocasiones conflictiva. A modo de ejemplo señalar que, en el ámbito laboral, corresponde a la jurisdicción contencioso-administrativa: la tutela del derecho a la huelga y a la libertad sindical de los funcionarios públicos o la impugnación de las resoluciones de la Tesorería General de la Seguridad Social en materia gestión recaudatoria.
2) El recurso contencioso-disciplinario militar, atribuido a la jurisdicción
militar y en recurso de casación a la sala de lo militar del Tribunal Supremo. 3) Los conflictos de jurisdicción entre los Juzgados y Tribunales y la Administración pública y los conflictos de atribuciones entre órganos de una misma Administración. Estos conflictos se resolverán por el Tribunal de Conflictos de Jurisdicción creado a tal efecto y regulado en la Ley Orgánica 2/1987, de 18 de mayo. 4) Los recursos directos o indirectos que se interpongan contra las Normas Forales fiscales de las Juntas Generales de los Territorios Históricos de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, que corresponderán, en exclusiva, al Tribunal Constitucional. en los términos establecidos por la disposición adicional quinta de su Ley Orgánica