You are on page 1of 3

FANTASÍA E IMAGINACIÓN EN EL ARTE

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, la fantasía es «una facultad que tiene el
ánimo de reproducir por medio de imágenes». De la palabra imaginación, el mismo diccionario dice
que es «aprensión falsa de una cosa que no hay en la realidad o no tiene fundamento».

La fantasía se puede entender como un grado superior de la imaginación, también del pensamiento
ingenioso, las cuales son plasmadas en muchos casos en obras de artes, convirtiéndose en imágenes
abstractas o surrealistas. Usualmente la fantasía se reconoce como la inteligencia creadora.

Capacidad de la mente para producir en imágenes cosas fuera de lo natural, inexistentes o de


ensalzar las reales. La libertad con que los artistas activan sus pensamientos llevándonos a la
irrealidad, produce admiración.

Otra manera de definir fantasía podría ser lo que no existe, pero si logra existir en el pensamiento y
se lleva a su reproducción, en forma digital o a mano alzada.

La característica principal de la fantasía es hacer posible, lo imposible en nuestra imaginación,


compartiendo este pensamiento del artista con el espectador. Debemos establecer que si no hay
inspiración no sería posible concretar este concepto.

La fantasía se complementa con nuestros sueños, es parte esencial de nuestra vida, aunque no
siempre son posibles algunos eventos, nadie nos puede robar el gran poder de imaginar o fantasear.
Muchas veces con el impulso creador del ser humano, se ha logrado concebir cosas que alguna vez
pensamos, no serían posibles y hoy por hoy lo son.

LA REALIDAD EN EL ARTE

Realismo es un término que, además de utilizarse para denominar ciertos movimientos artísticos
reactivos contra el romanticismo en literatura (literatura del realismo) o pintura (pintura del
realismo) -ambos originados en la Francia de mediados del siglo XIX y continuados en el naturalismo
literario y pictórico posterior-; tiene una dimensión genérica que permite identificar un realismo
artístico como una postura estética o de teoría del arte que identifica arte y realidad.

El arte realista puede definirse, en cuanto a su contenido, como el que representa los temas "de
acuerdo con reglas seculares y empíricas" de modo que tales temas sean "explicables en términos
de causas naturales, sin recurso a intervención sobrenatural o divina"; considerando la existencia
de una realidad objetiva en tercera persona, sin embellecimiento o interpretación (como hacen los
enfoques idealistas del arte: el idealismo artístico, concepto con el que se contrapone).

El realismo en las artes tiende a representar personajes, situaciones y objetos de la vida cotidiana
de forma verosímil. Tiende a descartar los temas heroicos (tan caros al clasicismo, que los
representa con una perspectiva idealista) en favor de temas más neutros, pegados a la tierra. En la
definición que del esperpento hace su creador, el dramaturgo español Ramón de Valle Inclán, se
comparan, oponiéndola a la suya (que identifica con la de Goya, Quevedo o Cervantes), las dos
perspectivas que han dominado la historia de la literatura y de las artes plásticas: la que hace al
espectador admirar de rodillas a los héroes homéricos y la que le pone a los personajes a su nivel,
en los dramas de Shakespeare.
Joan Lluís Montané
El arte, un compromiso individual y colectivo

Revista Trasversales número 12 otoño 2008


Joan Lluís Montané es miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte
Otros textos del autor en Trasversales

El arte ejerce un papel preponderante en la sociedad actual como agitador de conciencias, dado que
actúa de tal manera que, aunque posee un mercado pautado y concreto, también influencia en otros
sectores, desde la política, pasando por la empresa, psicología, psiquiatría, universidad, la religión,
las creencias espirituales, la actividad cotidiana de millones de personas en el mundo y en la
conciencia del ser humano.

El arte es una actividad creativa, pero también artística en sí misma, espiritual y social. El arte incide
de manera directa en la mente, corazón, alma, espíritu y conciencia de las personas de forma directa,
indirecta, psicológica, subliminal o irónica.

El mercado del arte trata de temas económicos, publicidad, promoción, cotización, ventas, etc. Pero,
además, la obra y el artista son parte de la realidad espiritual, es decir que forman la dinámica de lo
que hoy denominamos la fuerza y la determinación de la energía y la transformación constante de la
materia.

El arte es parte de esta fuerza, dado que es inmaterial, aunque se lleve a cabo su representación a
través de la materia. Decía una conocida galerista española que el arte es materia, se representa a
través de la misma, pero no estoy completamente de acuerdo, porque la materia, en realidad, es tan
sólo la representación formal, mientras que, antes, ha habido la idea, el flujo de pensamiento, la
chispa, la inspiración, a partir de la que, través del estudio y análisis consecuentes, se ha aplicado a
nivel plástico.

Es decir que, en un inicio, el arte no es materia, sino idea, y ésta es energía, que aunque forme parte
de la materia no lo es en sí misma. Por consiguiente el arte es una actividad no material, que se apoya
en la esencia, es decir en lo insustancial, en las vibraciones y la sensibilidad, queda sujeto a
limitaciones, pero posee un gran margen de libertad y actuación.

El arte como parte de la esencia del individuo

El arte es parte de la esencia misma del individuo como ente pensante libre, al margen de normas, en
todo caso superando limitaciones, aunque se mueva a través de las circunstancias limitadoras, debido
a la aplicación de las leyes. Posee leyes que todos sus integrantes cumplen, mientras que la actuación
puntual fuera de lo normal ante los acontecimientos es algo variable pero previsto en las leyes.
Las leyes nos conducen dentro de la actividad artística por la pléyade de caminos del laberinto, en los
que, el verdadero artista se separa de lo comercial, es decir del arte concebido como concesión al
mercado, para adentrarse en el terreno de la auténtica libertad, es decir en la disposición de agradarse,
en primer lugar, a sí mismo, como punto número uno. Después, una vez consolidada su actitud frente
a la sociedad y el mercado, el artista deja de seguir los parámetros del mercado para sumergirse en el
verdadero estudio de la vida. Y la vida es plástica pura.

El arte es expresión sensible y la realidad es parte de esta expresión. Es una parte importante pero no
la definitiva.
El arte es libre porque no obedece a leyes terrenales, sino que surge de la parte espiritual y de la
conciencia de la persona, pero también del cosmos, de otras dimensiones, de estratos que no están
aquí pero que existen. El artista actúa de transmisor, es decir que nos comunica lo que existe pero no
se ve tamizado por su manera de ver las cosas.

El artista es un creador que conecta con el inconsciente planetario, con la psicología de la evidencia
de la realidad que nos influencia. Hay una conexión evidente entre obra, artista y fuente inicial de
inspiración. En este caso está claro que la obra del artista es determinante, delimitando la dinámica
creativa, la exuberancia plástica, la evidenciación de la transformación de la creación.

Todo es movimiento, la plástica es actividad y concierto. La obra de arte está en movimiento, no es


hierática. Posee independencia con respecto a su creador, pero, a la vez, es el alma del mismo.

No hay nada al margen del artista, aunque la obra, posteriormente, pueda independizarse del mismo.
Siempre se encuentra en línea con una actividad calculada o no, que viaja a través de la conceptuación
de la idea, de la evidencia de la formulación plástica, en la dinámica social y creativa.

El arte va más allá de la estética

El arte en la actualidad cumple una función que va más allá de la estética. Es una función espiritual y
plástica, que supera los parámetros de entendidos y especialistas, conectando con la gran masa,
aunque sea a través de exposiciones de gran formato, importantes, bien promocionadas, con apoyo
institucional, convertidas en hit parade. Es la comercialización de la espiritualización del arte.

Pero el arte es algo más que ser producto y objeto de recibimiento masivo. De hecho el auténtico arte
no tiene dueño, tampoco destinatario, pero sí autor, que es canalizador, es decir, ejecutante de la
voluntad energética que lo sustenta.

Es la creatividad, energía que se expande por el universo que llena a todos. Por esta razón el arte no
puede ser para minorías, porque su origen es social, universal, cósmico, sin fronteras.

El arte mercado, el arte puro creativo y el arte producto son partes de un mismo todo, pero el arte de
verdad es algo más, es la consecuencia del artista, de su trabajo e interés, de su voluntad de conectar
con el espectador para comunicarle sus secretos y sus enigmas. Le abre la puerta, le permite entrar,
le facilita el trabajo, pero, luego, es el propio espectador quien debe decidir por sí mismo, guiarse por
su instinto, conocimientos, sensibilidad, conciencia, formación e interés.

El espectador no manda en el arte, tampoco el mismo arte, mientras que el creador, es decir, el artista
plástico, actúa de intermediario.

El arte es libre

El arte es libre, no posee dueño, aunque pueda ser comprado, recomprado, canjeado, destruido y
transformado.
El arte es una expresión libre de cualquier atadura, aunque puede ser condicionado, dirigido, guiado,
aconsejado, pero, entonces, en estos casos, ya no es verdadero arte. Ya no se trata de arte, creación,
creatividad, sino que es creación plástica que viaja a las profundidades de la conciencia de cada uno
cercenado.

No hay arte de una minoría, ni tampoco el arte actual es del proletariado, el arte es universal y sólo
se pertenece a sí mismo, es energéticamente independiente.

You might also like