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De entre los centenares de compuestos químicos inorgánicos es, sin duda, uno de los más conocidos y
de los más popularmente temidos. Aparece en más de una película policíaca como disolvente demoníaco
para destruir el cuerpo del delito. Se producen muchos miles de toneladas en el mundo anualmente y, de
hecho, el nivel de producción de ácido sulfúrico de un país es indicativo de su desarrollo industrial. Esta
aparente contradicción está sobradamente justificada por la multitud de aplicaciones de este compuesto.
El concepto de un ácido o una base se ha establecido a partir de diversos puntos de vista. De la forma
más sencilla, se define a un ácido como un compuesto capaz de ceder protones (H+) al agua y a una
base como una sustancia que cede iones OH- al agua. El ácido sulfúrico es capaz de ceder los dos
protones que tiene al agua. Sin embargo, el concepto de ácido o base es mucho más amplio. Según la
definición de Lewis, que es la más general, un ácido es una sustancia que forma enlaces covalentes
aportando orbitales electrónicos vacíos y la base es la sustancia que forma enlaces covalentes aportando
pares electrónicos sin compartir. Esta definición es también aplicable al ácido sulfúrico, ya que los
protones H+, son iones que necesariamente se enlazan sin poder aportar ningún electrón, puesto que no
tienen. Para que un ácido actúe como tal, tiene que hacerlo con un compuesto que actúe como base.
Éste es el caso del agua, que, teniendo doble carácter (ácido o base según con qué reaccione, por eso se
dice que es anfótera), capta los protones que le cede el ácido sulfúrico, a partir de las reacciones
(simplificadas):
El primer proceso es irreversible, ocurre en toda su extensión, mientras que el segundo ocurre en un
determinado porcentaje, por eso se dice que es un proceso de equilibrio.
Otras Propiedades
El ácido sulfúrico industrial tiene una pureza del 98% y es un líquido transparente muy denso (d=1.8g/cc,
casi el doble que el agua) y viscoso, por lo que se le conoce como aceite de vitriolo. Su punto de
ebullición es bastante alto (290ºC).Tiene una enorme afinidad por el agua, en la que se disuelve
violentamente generando una gran cantidad de calor. Por tanto es un poderoso deshidratante, propiedad
que se deja notar especialmente cuando entra en contacto con compuestos orgánicos o tejidos vivos, a
los que extrae toda el agua, carbonizándolos. Una de las razones por la que el ácido sulfúrico es
deshidratante es porque suele venir acompañado de una cantidad variable de su forma anhidra, SO3, que
tiende a reaccionar con agua para dar la forma hidratada H2SO4.
El ácido sulfúrico actúa también como oxidante de compuestos orgánicos e inorgánicos y puede hacerlo
diluido o concentrado, a partir de las reacciones siguientes:
· Diluido: nH+ + M(metal electropositivo) = n/2·H2 + Mn+
· Concentrado y caliente: nH2SO4+mM(metal)=n·H2O+n·SO2+MmOn
En la primera reacción el agente oxidante es el protón, H+, mientras que en la segunda reacción es el
anión SO42- el que actúa como agente oxidante.
Aplicaciones:
El ácido sulfúrico posee un sinfín de aplicaciones entre las que se pueden destacar las siguientes:
Electrólito (sustancia que se usa como fuente de iones) en pilas y baterías, muy comúnmente
usado en las baterías de los automóviles.
Método de obtención.
La materia prima para la producción del ácido sulfúrico (Planta tipo de contacto), es el azufre en flor.
El proceso consiste en los siguientes pasos:
1) Fundir el azufre, con vapor (dentro de serpentines), para eliminarle la humedad y las impurezas y ser
bombeado al quemador.
2) Quemar el azufre para formar el gas dióxido de azufre (SO2).
3) Combinación del gas SO2 con oxigeno (O2), para formar al trióxido de azufre (SO3).- Esto es en
presencia del catalizador pentoxido de vanadio.
4) Combinar el trióxido de azufre con agua (H2O)y para formar una solución conteniendo 98-99% de
ácido sulfúrico (H2SO4).
La conversión de SO2 a SO3 se lleva a cabo en el convertidor , el cual tiene cuatro capas del catalizador
pentoxido de vanadio (el cual no se afecta ni consume), el oxígeno para esta reacción proviene del
exceso de oxígeno en el quemador y del aire que se le agrega para enfriar los gases que entran al tercer
paso. Para lograr una buena conversión el operador tiene que tener un control exacto de las temperaturas
en los cuatro pasos del convertidor.
El gas SO3 que se ha formado en el convertidor, aunque sea enfriado adecuadamente no se combina
directamente con el agua pero si puede combinarse indirectamente, absorbiendo el SO3 en ácido de 98-
99% en la torre de absorción. Bajo estas condiciones el SO3 se une inmediatamente con el agua
existente en el ácido.
Efectos en la Salud - se debe tener especial cuidado cuando se trabaje con ácido
cobertor para la cara, guantes y botas. Este ácido puede liberar dióxido de azufre
gaseoso, cuyo nivel de toxicidad es bastante alto y al contacto con el cuerpo ocasiona
puede causar una inflamación del aparato respiratorio superior, que puede conllevar a
El ácido sulfúrico es un oxidante ácido muy potente que se inflama e incluso puede
explotar en contacto con muchos materiales, entre ellos ácido acético, hidróxido de
amonio, cal, glicol etileno y muchos otros compuestos. Cuando se le mezcla con agua
produce una reacción bastante exotérmica. Para evitar el riesgo de una potencial
agregado al agua.
del agua. El rango de pH acuoso que no es del todo letal para los peces es de 5-9. Por
de la biota que los sustenta. El impacto ambiental secundario del ácido sulfúrico está
suelo. Es normal que una fracción significativa del ácido derramado en el suelo sea
neutralizada por los constituyentes del propio suelo. Sin embargo y como medida
concentraciones excedan el 90 por ciento; puede utilizarse acero corriente para los
no reaccione (y por lo tanto reduzca la fuerza del H2SO4) con el ácido. Se deberá
Sobre la Antártida la pérdida de ozono llega al 70%, mientras que sobre el Ártico llega
al 30%. Este fenómeno fue descubierto y demostrado por Sir Gordon Dobson (G.M.B.
Dobson) en 1960, que atribuyó a las condiciones meteorológicas extremas que sufre el
continente Antártico.[1]
Contenido
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1 Formación y equilibrio de la capa de ozono
2 Causas de la disminución de ozono en la estratosfera
o 2.1 Clorofluorocarbonos
o 2.2 Óxidos de nitrógeno
o 2.3 Causas naturales y artificiales
3 Agujeros en la capa de ozono
4 Actuaciones internacionales
5 Conceptos erróneos sobre el agujero de ozono
6 Referencias
7 Véase también
Los átomos de oxígeno, al ser muy reactivos, se combinan con las moléculas de
oxígeno para formar ozono:
donde M es cualquier sustancia inerte, como por ejemplo el N2. El papel que tiene M en
esta reacción exotérmica es absorber parte del exceso de energía liberada y prevenir la
descomposición espontánea de la molécula de O3. La energía que no absorbe M es
liberada en forma de calor. Cuando las moléculas de M regresan por sí mismas al estado
basal, liberan más calor al entorno.
A pesar de que todo el ozono atmosférico en CNPT sería una capa de sólo unos 3 mm.
de grosor, su concentración es suficiente para absorber la radiación solar de longitud de
onda de 200 a 300 nm. Así, la capa de ozono funciona como un escudo que nos protege
de la radiación UV.
Clorofluorocarbonos [editar]
Desde mediados de los años 1970, los científicos se han preocupado por los efectos
nocivos de ciertos clorofluorocarbonos (CFC) en la capa de ozono. Los CFC, que se
conocen con el nombre comercial de freones, se sintetizaron por primera vez en los años
30. Los más comunes son CFCl3 (freón 11), CF2Cl2 (freón 12), C2F3Cl3 (freón 113) y
C2F4Cl4 (freón 114).
Como estos compuestos se licúan con facilidad, y son más o menos inertes, no tóxicos,
no combustibles y volátiles, se han utilizado como refrigerantes para acondicionadores
de aire y refrigeradores, en lugar del amoníaco (NH3) y del dióxido de azufre (SO2)
líquido, que son muy tóxicos. Los CFC se utilizan en grandes cantidades para fabricar
productos desechables, como vasos y platos, propelentes para aerosoles en lata, y
disolventes para limpiar tarjetas de circuitos electrónicos. La mayor parte de los CFC
que se usan en el comercio y la industria se arrojan a la atmósfera.
Como son poco reactivos, los CFC se difunden con lentitud (tardan años) hacia la
estratosfera sin sufrir cambios; ahí se descomponen por la radiación UV de longitudes
de onda de 175 a 220 nm:
(freón 11)
(freón 12)
Los átomos de cloro son muy reactivos y experimentan las siguientes reacciones:
Los átomos de oxígeno de esta reacción los aporta la descomposición fotoquímica del
oxígeno molecular y del ozono. Se debe notar que el átomo de Cl funciona como
catalizador en el mecanismo de la reacción, y, como no se utiliza, puede participar en
muchas reacciones de este tipo, pudiendo destruir más de 100.000 moléculas de O3
antes de ser eliminado por alguna otra reacción. La especie ClO es un intermediario
porque se produce en el primer paso elemental y se consume en el segundo paso. Este
mecanismo de destrucción de O3 se ha comprobado por la detección del monóxido de
cloro en la estratosfera en años recientes. La concentración de O3 disminuye en las
regiones que tienen más cantidad de ClO.
Otro grupo de compuestos que pueden destruir el ozono de la estratosfera son los óxidos
de nitrógeno (representados como NOX), como NO, NO2, N2O y N2O5. Estos compuestos
provienen de los gases expulsados por los aviones supersónicos que vuelan a gran
altura, así como por procesos naturales y por otros procesos hechos por el hombre en la
Tierra. La radiación solar descompone una cantidad considerable de otros óxidos de
nitrógeno en óxido nítrico (NO), que también actúa como catalizador en la destrucción
del ozono. El NO2 es el intermediario, pero también puede reaccionar con el monóxido
de cloro, formando nitrato de cloro (ClONO2). Este último es más o menos estable y
sirve como “depósito de cloro”, otro factor que también contribuye a la destrucción del
ozono estratosférico en los polos norte y sur.
Existen estudios que sostienen que la influencia de las 7.500 toneladas de cloro
provenientes de CFC que ascienden anualmente a la estratosfera es mínima frente a los
600.000.000 de toneladas de cloro y flúor (otro gas agresivo) en forma de sales que
escapan de los océanos como aerosoles.
A estas cantidades de compuestos químicos de origen natural habría que sumarles los
aportes de metilcloro por incendios de bosques y, por lo menos, otros 36.000.000 de
toneladas anuales en forma de HCl proveniente de erupciones volcánicas. Se han
observado correlaciones entre erupciones volcánicas fuertes y disminuciones
temporarias en el tenor de ozono estratosférico y se considera probable que los volcanes
de la Antártida tengan un efecto muy directo: uno solo de ellos, el Erebus, expulsa cada
año unas 15.000 toneladas de cloro y, algo menos de flúor, a muy poca distancia de la
estratosfera antártica. Sin embargo, se sabe que la mayor parte de este cloro regresa a la
Tierra arrastrado por las lluvias antes de salir de la troposfera. Tampoco hay acuerdo
sobre estas cifras relativas, que dependen de las mediciones y del método de cálculo.
La NASA señaló que si no se hubiera firmado el tratado de Montreal, dos terceras partes
de la capa habría sido destruido y el "agujero" de ozono hubiera sido destruido. El CFC
habría aumentado la temperatura mundial en más de un grado centígrado. La radiación
ultravioleta, que daña el ADN, hubiera aumentado seis veces. Apenas cinco minutos de
exposición al Sol habría causado quemaduras a la piel. Los niveles de rayos
ultravioletas durante el verano hubieran aumentado hasta 30. Finalmente, las tormentas
de verano del Hemisferio Norte hubieran sido mucho más poderosas.1
Aunque esto se concibió como un primer paso hacia una regulación más exhaustiva, los
progresos posteriores se ralentizaron por factores políticos y la aparición de informes de
la misma academia que indicaban que el primer informe había sobrestimado la
disminución de la capa de ozono.
En gran proporción los CFCs fueron sustituidos por HCFCs. Estos últimos no suponen
una amenaza para la capa de ozono, pero sí son gases que potencian el efecto
invernadero.
Como propuesta curiosa, en 1989 el físico italiano Antonino Zichichi llegó a proponer
lanzar misiles repletos de ozono para tapar el agujero de la Antártida.
Aunque las medidas asociadas al protocolo de Montreal han reducido las emisiones de
CFCs, el efecto de esta reducción sobre el agujero de ozono aún no es estadísticamente
significativo. Un trabajo de Newman et al en 2006 preveía que la recuperación total no
se produjese hasta el año 2050, y que una recuperación parcial estadísticamente
detectable no se daría hasta el año 2024.2
Hay una incertidumbre relativa a estos resultados: proviene del calentamiento global
causado por el CO2, que al calentar la estratosfera podría conducir a un incremento de la
disminución de la capa de ozono y de la frecuencia de aparición de agujeros.
En 1987, los gobiernos de todos los países del mundo acordaron tomar las medidas
necesarias para solucionar este grave problema firmando el Protocolo de Montreal
relativo a las Sustancias que agotan la Capa de Ozono. Fue un acuerdo notable que
sentó un precedente para una mayor cooperación internacional en encarar los
problemas globales del medio ambiente. Bajo los auspicios del Programa de las
Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), los científicos, industrialistas y
gobiernos se reunieron para iniciar una acción preventiva global. El resultado fue un
acuerdo mediante el cual se comprometieron los países desarrollados a una acción
inmediata, y los en desarrollo a cumplir el mismo compromiso en un plazo de diez
años.
La vida en la Tierra ha sido protegida durante millares de años por una capa de
veneno vital en la atmósfera. Esta capa, compuesta de ozono, sirve de escudo para
proteger a la Tierra contra las dañinas radiaciones ultravioletas del sol. Hasta donde
sabemos, es exclusiva de nuestro planeta. Si desapareciera, la luz ultravioleta del
sol esterilizaría la superficie del globo y aniquilaría toda la vida terrestre.
Cerca de la superficie de
la Tierra (la troposfera),
el ozono es un
contaminante que causa
muchos problemas; forma
parte del smog
fotoquímico y del cóctel
de contaminantes que se
conoce popularmente
como la lluvia ácida. Pero
en la seguridad de la
estratosfera, de 15 a 50
km. sobre la superficie, el
gas azulado y de olor
fuerte es tan importante para la vida como cl propio oxígeno.
El frágil escudo
El ozono forma un frágil escudo, en apariencia inmaterial pero muy eficaz. Está tan
esparcido por los 35 km. de espesor de la estratosfera que si se lo comprimiera
formaría una capa en torno a la Tierra, no más gruesa que la suela de un zapato.
La concentración del ozono estratosférico varía con la altura, pero nunca es más de
una cienmilésima de la atmósfera en que se encuentra.
Sin embargo, este filtro tan delgado es suficiente para bloquear casi todas las
dañinas radiaciones ultravioletas del sol. Cuanto menor es la longitud de la onda de
la luz ultravioleta, más daño pueda causar a la vida, pero también es más
fácilmente absorbida por la capa de ozono.
La radiación ultravioleta de menor longitud, conocida como UV, es letal para todas
las formas de vida y es bloqueada casi por completo. La radiación UVA, de mayor
longitud, es relativamente inofensiva y pasa casi en su totalidad a través de la
capa. Entre ambas está la UVB, menos letal que la UVC, pero peligrosa; la capa de
ozono la absorbe en su mayor parte.
La exposición a una mayor radiación UVB podría suprimir la eficiencia del sistema
inmunológico del cuerpo humano. La investigación confirma que la radiación UVB
tiene un profundo efecto sobre el sistema inmunológico, cuyos cambios podrían
aumentar los casos de enfermedades infecciosas con la posible reducción de la
eficiencia de los programas de inmunización. La inmunosupresión por la radiación
UVB ocurre independientemente de la pigmentación de la piel humana. Tales
efectos exacerbarían los problemas de salud de muchos países en desarrollo.
Casi la mitad de las jóvenes plantas de las variedades de coníferas con las que se
experimentó fue perjudicada por la limitando el crecimiento de algunas plantas (por
ejemplo el centeno, el maíz y el girasol). Sin embargo, es difícil hacer predicciones
cuantitativas ya que otros factores ambientales entran en juego.
De igual manera, la radiación UVB afecta la vida submarina y provoca daños hasta
20 metros de profundidad, en aguas claras. Es muy perjudicial para las pequeñas
criaturas del plancton, las larvas de peces, los cangrejos, los camarones y
similares, al igual que para las plantas acuáticas. Puesto que todos estos
organismos forman parte de la cadena alimenticia marina, una disminución de sus
números puede provocar asimismo una reducción de los peces. La investigación ya
ha demostrado que en algunas zonas el ecosistema acuático está sometido a
ataque por la radiación UVB cuyo aumento podría tener graves efectos
detrimentales.
Los países que dependen del pescado como una importante fuente alimenticia
podrían sufrir consecuencias graves. Al mismo tiempo, una disminución en el
número de las pequeñas criaturas del fitoplancton marino despojaría a los océanos
de su potencial como colectores de dióxido de carbono, contribuyendo así a un
aumento del gas en la atmósfera y al calentamiento global consecuente.
La Amenaza
Las sustancias milagrosas
Durante medio siglo, las sustancias químicas más perjudiciales para la capa de
ozono fueron consideradas milagrosas, de una utilidad incomparable para la
industria y los consumidores e inocuas para los seres humanos y el medio
ambiente. Inertes, muy estables, ni inflamables ni venenosos, fáciles de almacenar
y baratos de producir, los clorofluorocarbonos (CFC) parecían ideales para el mundo
moderno.
La estructura estable de estas sustancias, tan útil en la Tierra, les permite atacar la
capa de ozono. Sin cambio alguno, flotan lentamente hasta la estratosfera, donde
la intensa radiación UVC rompe sus enlaces químicos. Así se libera el cloro, que
captura un átomo de la molécula de ozono y lo convierte en oxígeno común. El
cloro actúa como catalizador y provoca esta destrucción sin sufrir ningún cambio
permanente él mismo, de modo que puede repetir el proceso. En estas condiciones,
cada molécula de CFC destruye miles de moléculas de ozono.
Los halones, con una estructura semejante a la de los CFC, pero que contienen
átomos de bromo en vez de cloro, son aún más dañinos. Los halones se usan
principalmente como extintores de incendios, y una dosis de exposición por
superior destruyen más ozono que los CFC. Las concentraciones de halones si bien
muy pequeñas se duplican en la atmósfera cada cinco años. También están
aumentando con rapidez los CFC más dañinos; las concentraciones de CFC 11 y
CFC12 (el más común), se duplican cada diecisiete años y el CFC 13 se duplica cada
seis años.
Las sustancias químicas más peligrosas tienen una vida muy larga. El CFC I dura en
la atmósfera un promedio de setenta y cuatro años, el CFC 12 tiene una vida media
de ciento once años, el CFC 113 permanece durante unos noventa años y el halón
1301 dura un promedio de ciento diez años. Esto les da tiempo suficiente para
ascender a la estratosfera y permanecer allí, destruyendo el ozono.
Los óxidos nitrosos, liberados por los fertilizantes nitrogenados y por la quema de
combustibles fósiles, destruyen el ozono y tienen larga vida, pero sólo llegan a la
estratosfera en proporciones muy pequeñas. Además, algunas de las sustancias
desarrolladas para servir de sustitutos provisionales a los CFC, los HCFC
(hidroclorofluorocarbonos) y los HBFC (hidrobromofluorocarbonos) también están
destruyendo la capa de
ozono, pero mucho menos
que los CFC.
El bromuro de metilo se
utiliza como un fumigante
de múltiples aplicaciones y
se usa en algunos procesos
químicos y en la síntesis
orgánica. A diferencia de
los CFC y halones, el
bromuro de metilo también
ocurre en la naturaleza y se
cree que alrededor del 50%
del bromuro de metilo
encontrado en la atmósfera
es emitido por fuentes
naturales. Pero todavía no
se han calculado
exactamente los efectos de
las fuentes naturales y
antropogénicas.
El agujero de la Antártida
Ya se ha demostrado que los CFC son la principal causa detrás de la prueba más
impresionante de la destrucción del ozono. Cada primavera austral se abre un
"agujero" en la capa de ozono sobre la Antártida, tan extenso como los Estados
Unidos y tan profundo como el Monte Everest. El agujero ha crecido casi todos los
años, desde 1979. En los últimos años, el agujero ha aparecido cada año, excepto
en 1988.
Nadie sabe cuáles serán las consecuencias del agujero en la capa de ozono, pero la
investigación científica exhaustiva no ha dejado dudas en cuanto a la
responsabilidad de los CFC. Al parecer, su acción es favorecida por las condiciones
meteorológicas exclusivas de la zona, que crean una masa aislada de aire muy frío
alrededor del Polo Sur.
El descenso general de los niveles de ozono es alrededor del 3% cada diez años.
La disminución de ozono fue mayor en los años 80 que en los años 70.
Se calcula que si las emisiones de los CFC y halones continúan creciendo como en
el pasado, la capa de ozono será reducida en un 20% en el tiempo de vida de los
niños de hoy. Según se estima, sólo la mitad de esta pérdida del escudo protector
provocaría en los Estados Unidos 1,5 millones más de casos fatales de cáncer de la
piel y 5 millones más de cataratas.
La acción concertada