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ARTÍCULO: EL ESTUDIANTE DE EDUCACIÓN EN EL PERÚ.

Ingresar a la facultad de educación o un pedagógico no constituye en el Perú


sinónimo de éxito; a lo sumo se logra el peyorativo “peor es nada” o “no da para más”,
cuando se ingresa a un centro de formación magisterial. Es que la docencia en el Perú
siempre ha constituido una carrera de mínimos ingresos económicos y por lo tanto de
estatus inferiores, dentro de los valores rentistas de nuestra sociedad. El estudiante de
educación, en estas circunstancias culturales, o es un altruista o es un fracasado postulante
a otras carreras consideradas “mejores”, de mayor estatus. Ellos tienen razón, en una
sociedad que valora altísimamente el trabajo intelectual, porque supone éxito económico
inmediato. Medicina, derecho, ingeniería atraen a los mejores y a los más calificados
estudiantes, regularmente de la clase media alta o alta. No obstante, hay que anotar que
anteriormente la universidad está perdiendo su encanto: ya nadie quiere ser ingeniero y
trabajar de ambulante ni médico y vivir en un pueblo joven.

El problema del estudiante de educación no solo es social, no solo es de


complejo de inferioridad y de fracaso y resignación, sino también de formación profesional.
El estudiante de educación al término de la carrera no conoce globalmente el “curso” que se
supone es especialista, tampoco es capaz de comprender las leyes más elementales de
didáctica, metodologías, pedagogía y psicología (conocimientos esenciales para
desempeñarse profesionalmente); lo que es más, son incapaces de comprender los
problemas sociales del país y no conoce de los medios necesarios para interpretarlos y
transformarlos, lo que en si ya es gravísimo, considerando el rol protagónico que como líder
le corr4esponde jugar en la sociedad de esta manera se desempeñan más como
transmisores que como educadores. Esto no puede ser de otra manera advertimos en estos
alumnos el poco esfuerzo intelectual que desempeñan, “cuando se les exige algún trabajo
de investigación bajo la forma de monografía tratan de eludirlo”. En los exámenes es
corriente la copia; escasos son los alumnos que concurren a una biblioteca y si en las clases
se les entregan las llamadas guías metodológicas creen que ello es suficiente para salvar el
azar de un examen. El léxico, la cultura y las maneras urbanas les son desconocidos.

En la comunidad hay un bagaje de mitos acerca del estudiante de


educación. Así, se piensa que el estudiante para profesor primario debe ser menos
preparado que el secundario o el de la universidad. Para mí nadie más puede tener más
aptitudes que el maestro primario, su adiestramiento exige complicaciones que las demás
categorías no lo requieren, conocer al niño ofrece mayores dificultades que manejar al
adolescente y desde luego al joven. Si esto no fuera así muchos de nosotros no tendríamos
que recordar lo traumático que nos resultó el nivel primario y las escuelas que arrastramos
posteriormente. De allí nuestra propuesta a que las universidades retomen la preparación
del profesor primario, pues a pesar del caos y deficiencias tiene mejores posibilidades
formativas. Así mismo la comunidad sigue pensando que cualquier persona, cualquiera que
sea, con solo designarlo en el cargo de educador y pagarle el salario correspondiente puede
dedicarse a la educación. El problema es que el mismo magisterio no muestra a través de su
práctica que esta demanda una exigencia pedagógica, difícil, trascendente; que es una tarea
que requiere re3sponsabilidad, esfuerzo, sacrificio, entrega, aptitudes.

Otro mito sobre el estudiante de educación es que por regla general es


haragán, poco inteligente, poco participativo, poco crítico... estas aseveraciones son ciertas
en parte, pero no esclarecen y no encuentran las huellas causales. El estudiante de
educación procede de hogares modestos, con aspiraciones y motivaciones educacionales
mediante cuyos estudios resultan más llevadores pagarlos. Tampoco debemos olvidar que el
sistema social no motiva económicamente ni considera exitosa la profesión de profesor, son
los factores sociales y económicos los que influyen para que este tipo de personalidades se
reúnan en el sector clave de la vida social. Por lo demás, “es interesante observar como el
prejuicio social como el maestro de escuela a hecho olvidar la difícil y delicada tarea que
éste le incumbe. La sociedad exige garantía para defender su salud y sus intereses de orden
material. Castigan mediante la ley el ilegal ejercicio de curar y establece restricciones para
quienes se dirige a amparar sus demandas ante los tribunales de justicia, pero permanece
impasible e indiferente con quienes están encargados de dirigir el espíritu de sus hijos.
Rechaza al charlatán y al leguleyo, pero admite al maestro empírico e ignorante. La
charlatanería en materia de educaciones mil veces más dañosa que en materia de medicina.
En el último caso de error que pudiera cometer recae sobre una persona, mientras que en el
primero el error es de orden colectivo”.

Lo curioso de todo, lo más curioso, es que la sociedad, el estado, los padres de


familia, los alumnos exigen a los estudiantes ya graduados sean docentes idóneos,
creativos, sabios, comprensivos, altruistas, dadivosos, sacrificados,.... ¡Cuando no se nos ha
preparado para ello! Por lo demás, vivimos en una sociedad que difunde y motiva el
individualismo, el arribismo, la soberanía, el raje, la deshonestidad, la superficialidad, la
alienación, la dependencia.

LECTURA REFLEXIVA: UN PASTOR

Un Pastor, con habilidad nata para engatusar almas, habiendo logrado ganar la confianza de
los hermanitos. Una buena noche anunció a mitad del culto: “Hermanos y hermanas ha
llegado el momento de mostrar fidelidad a Dios. Él espera de Ustedes, cuanto lo aman. Yo
quiero preguntarles: ¿De verdad aman a Dios? -¡Si!- respondieron al unísono. -Entonces
¿están dispuestos a cumplir con la voluntad de papá Dios? -Amén- Dijeron a una

-Dios, hermanos, está enojado con Ustedes. Porque le están robando. Ahora él dice: “…
traedme los diezmos a mi casa y yo derramaré bendición sobre bendición hasta que
sobreabunde…”

Finalizada la perorata. El mudo silencio de la asamblea, confirmó su aceptación. Desde


aquel día. Tres veces a la semana se incrementó los días de culto aparte de los domingos. Y
en cada reunión el pastor, recordando aquella frase del profeta Malaquías, hábilmente
convencía reiteradamente a los creyentes a fin que diezmaran, ofrendaran y aceptaran votos
por diversos motivos.

Los fieles, unos por escasez de dinero y otros por recelar del pastor. Poco a poco, dejaron
de concurrir a la casa de oración. Un día el hermano más humilde y constante en la oración
dijo al Ministro de Dios:

-Pastor. Ud mientras se va enriqueciendo, ¡nuestros hermanos pobres temen venir al culto!


¿Qué dijo el apóstol Pablo?: Yo para no ser tropiezo al evangelio no soy carga para vosotros
sino que estas manos me sirven para trabajar día y noche y así predicarles el mensaje de
Cristo; rogando que me imiten. ¿Es justo delante de Dios, pedir al que no tiene? ¿Acaso no
es mejor darle?..

-¡Calla necio! Ignoras las cosas de Dios. ¿Y te atreves cuestionar la doctrina? Si he hablado
mal, dime en que está el mal. Porque Pablo dijo: Dad la ofrenda conforme hayas prosperado
y de buena voluntad con corazón alegre. Porque en el amor no hay medida para dar o
recibir… ¡Fuera!, ¡quedas castigado! Y mientras el hermano pobre salía del lugar. La
conciencia del predicador empezó torturar cual lezna aguda sus sesos, intuyendo haber
obrado mal. Decidió dar alcance al hermano y, postrándose a sus pies dijo: ¡Hermano he
pecado! ¡Perdóname! prometo rectificar lo que no es correcto delante de Dios.

CUENTO: EL CONGRESISTA.

Un día, en una mañana tranquila, se despertaba un congresista llamado Pedro, yendo


a la cocina encontró un papel que decía. Pedro, lo siento pero estas en problemas
económicos y no te podré ayudar¨… De tu novia Melisa.

Al leer esto, Pedro se sintió muy solo, no sabía qué hacer pues quería sacar dinero
fácil. En la noche ideó todo para poder robarle al presidente esperó a que los guardias de
seguridad se durmieran para poder entrar fácilmente. Llego a esperar hasta la madrugada,
entra al palacio de gobierno y se encuentra con una caja fuerte, duro una hora en encontrar
la llave, cuando la encontró abrió la caja fuerte y se robó todo lo que pudo y se fue a su
casa.

A la mañana siguiente el presidente se dio cuenta de lo sucedido y llamó a todos los


guardias del lugar para que encontraran al culpable. Días después un policía no llegó a
dormirse y volvió a revisar el lugar y vio a Pedro que estaba robando se dio cuenta y se dio a
la fuga, como era tan tarde los demás no llegaron a darse cuenta. Después de lo ocurrido,
no lo pensó dos veces para irse a otro país, se fue a Italia- Roma, pero aún estaba
preocupado porque no se cubrió la cara al entrar y al salir del palacio de gobierno. Estuvo un
mes en Italia no estuvo ahí mucho tiempo porque sabía que su conciencia lo estaba
dañando y regreso a Lima.

Cuando el presidente revisó las cámaras de seguridad, el rostro del congresista llego
a estar en las portadas del periódico, una semana después la policía lo capturó y estuvo en
la cárcel por diez años. – Diez años después- Pedro salió de la cárcel muy arrepentido de
sus actos, cumplió 55 años, quiso ser mejor persona, ayudo a mucha gente y con su nuevo
trabajo ayudaba a los enfermos… A la vez estudiaba psicología porque quería que las
personas que estaban en la cárcel se dieran cuenta que la vida a un no acaba que cuando
quiere, puede. Siempre tenía una sonrisa en su rostro y se juntaba mucho con su familia y
siguió así hasta su partida.

FIN DEL CUENTO.


POESÍA:El Amor
Matemático
Mi media naranja, eres tú

Nuestro amor es de los dos

Que debe obtenerse al sumar

Nuestras cualidades y al restar

Nuestras debilidades, entonces

Comprenderemos que el Amor no

Se puede dividir, pero si

Se puede multiplicar, y su

Producto elevado a un exponente

Par o impar, nos permitirá obtener

La potencia del amor siempre positiva

Y que debe ser igual a

NUESTRO AMOR.

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