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Notas sobre “FEMENINO Y MASCULINO: MODALIDADES DE SER”

Patricia Corres Ayala1

El comentario de este artículo lo dividiré en dos partes, la primera tiene que ver con las
cuestiones del ejercicio clasificatorio inherente a la condición humana y las subsecuentes
formulaciones categóricas que nominan cualidades, atributos, posiciones, fenómenos
sociales, etc., y la profunda relación que estas mantienen con la emergencia de la identidad,
la otredad y por supuesto de la alteridad. Y la segunda donde de manera sintética discreparé
con ciertos argumentos de Corres.

Me parece que en la primera parte del texto la autora articula de forma adecuada una
cuestión de especial interés para la teoría de género, en el sentido de que ésta trabaja
principalmente sobre una serie de clasificaciones socio-identitarias que devienen de largos
procesos históricos. Así, el conjunto de rasgos identitarios que le interesan son aquellos que
han organizado y determinado la vieja dualidad entre lo masculino y lo femenino, en cuyo
contenido más profundo se hayan inscritas normas y regulaciones estrictas sobre la
interacción entre ambos (con esto no quiero decir que sean correctas o inmóviles). Es por
ello que a mi parecer la teoría de género es fundamentalmente una teoría de la identidad, de
la otredad y la alteridad.

En este sentido, Corres menciona que estas clasificaciones no son meras abstracciones sino
que parten de realidades concretas en las que continúan su reproducción a partir de la
dominación, de la puesta en marcha de ejercicios desiguales de poder, etc. Situaciones que
no son privativas de las categorías genéricas, sino que cada una de estas clasificaciones
socio-identitarias como etnia, religión, nacionalidad, clase social, etc., se ven inmersas en
conflictos, producto de la intolerancia hacia el otro, hacia lo diferente.

1Corres, P. (2012). Femenino y masculino: modalidades de ser. En: N. Blazquez, Flores, F y M. Ríos (Coords.).
Investigación feminista: Epistemología, metodología y representaciones sociales. UNAM, CRIM, Centro de
investigaciones interdisciplinarias en ciencias y humanidades, Facultad de Psicología. México. Pp. 111-138.
Corres (2012) en seguida nos introduce al campo específico de los estudios de lo femenino
y lo masculino, haciendo con ello un deslinde puntual de los demás campos de
investigación y acción de la teoría de género, y nos menciona que la tarea de dichos
estudios es:

desarrollar descripciones y explicaciones de la condición humana del ser hombre y del ser mujer
en las diferentes sociedades, con un doble objetivo: conformar un cuerpo teórico-conceptual que
dé cuenta del estado de cosas y actuar en consecuencia, para trabajar por un mundo más
justo(p.112).

De lo anterior es posible inferir que la autora al tiempo que asume un posicionamiento


científico en cuanto a sus objetos y tareas de investigación, toma otro que es meramente
político, ya que en su palabras la tarea que ha de realizar intelectualmente tiene como fin
“la descomposición del orden conceptual predominante para recomponerlo en un nuevo
pensamiento, una actitud diferente, una nueva interpretación de la realidad y diferentes
prácticas individuales y sociales”(Corres: 2012, p.112).

Ahora bien, esta actitud de investigación presente en la propuesta de Corres me parece


pertinente debido a que puede arrojar pistas claras sobre las transformaciones que han
sufrido los elementos identitarios masculinos y femeninos en momentos específicos de la
historia, así como las resistencias y sus posteriores aberraciones que han resultado de ese
binarismo sistémico. Sin embargo, hay algo más en su propuesta política-disciplinar; no
solo se trata de cómo funcionan las categorías socio-identitarias en las definiciones de la
otredad, sino que va más allá en búsqueda de una teoría de la alteridad-de género. Corres
(2012) propone que “la diferencia sexual se hace obra, acción, en la individualidad y en la
sociedad, desde el momento en el que el poder se entiende como posibilidad de ser y no
como dominio entre los seres humanos (p. 115)”.

El esfuerzo de Corres me parece útil en tanto que propone el análisis de lo masculino y lo


femenino basado en el estudio de sus diferencias, formulación que es resultado sin lugar a
dudas de su profundo conocimiento de la filosofía europea y el debate que se dio en torno a
la diversidad del humano, de sus cualidades y capacidades en un periodo particular de su
historia.
De manera sintética, me parece que Corres propone específicamente que el análisis de la
división genérica básica involucre el reconocimiento de ambas a partir de sus diferencias,
por lo que ella apunta que

El reconocimiento involucra básicamente dos aspectos: la identificación y la extrañeza, un poco


de las dos, pero nunca una sola de ellas. Porque si únicamente nos identificamos con el otro,
este último deja de ser tal y se convierte en un espejo que refleja nuestra imagen (identidad).
Así, nos vemos sin contraste, sin cortes o rompimientos: todo uniforme. Esta percepción nos
impide distinguir la variedad en el mundo, como si ello tuviera efectos negativos (otredad), y
buscamos en su lugar, hacernos la idea de que somos únicos en el universo: a eso le llamamos
narcisismo, un mal que se ha agudizado en la época actual que habla de tolerancia pero actúa en
sentido contrario, cada vez soportamos menos la diversidad, que es vista como amenaza al
dominio de unos cuantos sobre la mayoría y a la comodidad del individualismo que nos dice:
ocúpate de tus intereses y olvídate de los demás (p.124).

Respecto a la alteridad, esta autora menciona que inicia por una actitud de extrañeza
moderada respecto a la novedad, ya que la primera permite generar un re-conocimiento,
una nueva identificación de lo diferente que nos incita a llevar a cabo el ejercicio de
acercamiento en el que no se busca estar por sobre o debajo, sino que nos permite estar en
un mismo plano. Es justamente en este plano de equivalencia donde la investigación acerca
de nuestras alteridades se hace posible.

Sin embargo, me parece que el ejercicio de la propia autora al definir las cualidades de lo
femenino y lo masculino (no de las categorías socio-identitarias), rozan con el
determinismo más fuerte, pues Corres parece olvidar su propia advertencia sobre el análisis
de lo masculino y lo femenino mediante el reconocimiento de la diversidad. Así como
también pasa por alto la advertencia que ella misma extrae del debate filosófico sobre la
alteridad, la cual se refiere puntualmente a la multiplicidad y particularidad de las formas y
figuras de lo humano.

Con esto quiero decir que la autora parece debatir sobre esencias, sobre universalismos,
sobre generalidades y absolutos, cuestiones que a todas luces la propia teoría de género
niega desde su base. Un estudio real sobre el binarismo genérico actual, desde mi punto de
vista, tiene la obligación de echar abajo toda taxonomía y toda clasificación, pues sabe que
ellas son construcciones figuras temporales, resultado de procesos sociales y las cuales son
susceptibles a transformaciones ejercidas por las propias personas.
Finalmente considero que el estudio de lo masculino y lo femenino desde lo político tiene
como meta principal otorgar nuevos contenidos y definiciones a estos dos elementos
identitarios y mientras se siga pensando en cualidades esenciales de uno o de otro esto será
imposible una tarea de realizar.

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