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Mi Hombre
Declan
Dedicatoria
Para mis fans amantes de la fantasía
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Capítulo Uno
Declan West arreglaba la guarida. Esponjando las almohadas y verificando
que no hubiera una mota de polvo adornando cualquier superficie. Después
de comprobar tres veces que todo estaba asentado en su lugar correcto, le
dio a la habitación un gesto complacido. Con sus tendencias obsesivo-
compulsivas saciadas temporalmente, Declan dejó la oficina de su amo y se
dirigió a la puerta principal.
El reloj dio la medianoche cuando llegó a la puerta doble de madera. Sin
comprobar la mirilla o mirar a través de las ventanas de la fachada, abrió
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las puertas mientras que su maestro, Phoenix Moorhaven, subía por las
escaleras.
―Buenas noches, Declan―dijo Moorhaven con su voz rica y suave.
―Es técnicamente días, señor ―Declan lo corrigió automáticamente como
la hacía todos los días en ese momento.
―Así es ―el vampiro estuvo de acuerdo, con los ojos dorados brillando con
diversión.
―¡Dejas que tu siervo te hable de esa manera!― La dama rubia en el brazo
de Moorhaven se burló de Declan.
―Cuida tus modales, querida. Yo podré ser el líder de los vampiros, pero es
Declan el amo de mi casa ―Moorhaven regañó. Su tono podría haber sido
leve, pero su expresión fue más fría que el Círculo Polar Ártico.
Declan tomó el abrigo de Moorhaven sin comentarios. La opinión de una
rubia vagabunda no significaba nada para él. Su maestro la follaría,
chuparía, y la arrojará al amanecer. Moorhaven nunca guardaba su comida
por mucho tiempo. Por lo que Declan podía decir, su maestro no tenía
interés en cualquier ser humano, hombre o mujer, más allá del sustento.
―El estudio está preparado para usted, señor ―Declan pinchó, ansioso de
tener a los vampiros fuera del camino para que pudiera terminar sus
rituales de la mañana.
La cálida sonrisa de Moorhaven, que guardaba sólo para Declan, alivió su
irritación. Podría ser simplemente un sirviente, pero Declan sabía lo mucho
que el vampiro apreciaba el buen funcionamiento de su casa. El placer de
Moorhaven por el trabajo de Declan se mostraba en los muchos bonos que
Declan encontraba en su cheque de pago.
―Buenos días, maestro Lorrie, no lo vi al principio. Por favor, acepte mis
disculpas―Declan saludó al acompañante vampiro de Moorhaven.
Lorrie Bellows, el segundo al mando del aquelarre de vampiros, le dio a
Declan un gesto amistoso.
―Está todo bien. Sé que yo no existo hasta que hayas atendido a Moor.
Declan concedió a Lorrie una de sus raras sonrisas. Lorrie tenía una manera 5
de ganar sin utilizar la sobre adulación. Siempre había unos pocos que
intentaron llegar a Moorhaven a través de su siervo preciado, obligando a
Declan a perder su valioso tiempo regresando sus regalos y sobornos.
La integridad de Declan no estaba en venta.
―¿Puedo tomar su abrigo señor y el de su acompañante?
Ambos entregaron sus caros abrigos. El bocado de Moorhaven para la
noche no se había molestado ya que llevaba una chaqueta, probablemente
preocupada por ocultar su escote.
Declan podía haberle dicho que el vampiro se preocupaba más por su
sangre que por sus pechos, sin embargo se quedó en silencio. Él nunca
interfería con los donantes, siempre y cuando no hicieran lío en la casa.
Declan colgó las chaquetas con meticuloso cuidado, y luego cerró la puerta
sólo para darse la vuelta y encontrar a toda la fiesta mirándolo.
―Hay bebidas y aperitivos en el salón oeste―informó.
Siempre ponía comida para los invitados. Ellos tendían a tener hambre
después de que los vampiros eran alimentados.
En serio, ¿por qué se seguían ahí viéndolo?
Moorhaven asintió y pasó un brazo alrededor de su comida para la noche
dirigiendo a la chica.
―¿Así que cuando vas a dejar a Moorhaven y venir a trabajar para
mí?―Lorrie bromeó mientras pasaba caminando.
Moorhaven se dio la vuelta abandonando a su cita. ―¿Qué?
Declan no rodó sus ojos, pero sólo porque le quitaría su dignidad.
―El Maestro Lorrie parece pensar que estoy mal pagado y sobrecargado de
trabajo ―explicó.
Mientras hablaba, la mirada de Declan se concentró en un pedazo de pelusa
pegado al traje de Moorhaven. Molesto por que se había pasado de su
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inspección anterior, se acercó y lo arrancó de la chaqueta del vampiro. Rozó
con cuidado la tela para suavizar la ligera marca que había hecho con las
uñas. Declan casi saltó cuando una gran mano inclinó su barbilla hacia arriba
hasta que vio a su jefe a los ojos.
―¿Estabas pensando en dejarme?
Por un momento, le pareció ver un destello de dolor en los ojos de
Moorhaven pero abandonó una idea tan tonta.
―No sea ridículo, señor. ¿Por qué iba yo a irme de aquí? Eres un excelente
empleador.
―Bien―Moorhaven acarició la cabeza de Declan como a una mascota
favorecida. —Estaría perdido sin ti.
Señaló con el dedo a Lorrie.
―Te prohíbo que robes a mi mayordomo. Todo el aquelarre estaría en
desorden si Declan no estuviera aquí para mantenerme en línea.
Lorrie rió. ―Seguramente tú exageras.
Moorhaven negó con la cabeza.
―No. Declan organiza mi vida a la perfección, por lo que no van a
molestarlo.
La cabeza de Declan consiguió otro toque.
―Toma el resto de la tarde libre, Declan, y no te vayas vagando en el
bosque. Casi me dio un ataque al corazón la última vez.
No se molestó en reconocer la orden que gruñó Moorhaven.
―Le veré más tarde, señor―Él dio al Maestro Lorrie una mirada de
reproche que se encontró con un meneo lúdico de cejas.
Sacudiendo la cabeza, Declan se dirigió a su habitación. No quería estar
cerca mientras que los vampiros eran alimentados. A veces sus parejas
gemían muy fuerte. Eso sólo indicó a Declan que necesitaba encontrar un
amante, pero quien iba a reunirse con un mayordomo un poco neurótico
que tenía que estar veinticuatro horas al alcance de su jefe. Pocos hombres 7
aguantaban ser el segundo lugar por cualquier tipo de trabajo, y mucho
menos uno que involucrara vampiros.
De vuelta en su habitación, Declan abrió su perfil en el sitio de citas en línea
al que recientemente se había unido. Pasó las próximas horas yendo a
través de biografías improbables y correos electrónicos sucios que había
recibido mientras había estado trabajando.
―No estás todavía enojado conmigo, ¿verdad?
Phoenix vio a su mejor amigo servirse otro whisky. Las chicas ya se habían
ido, después de haber sido metidas en su limusina previamente organizado
por el súper eficiente Declan.
―Aléjate de mí mayordomo. No me gusta ver a Declan perturbado―dijo
Phoenix.
―Se necesitaría un desastre natural o una manada de motas de polvo para
que el hombre se preocupe. Él es imperturbable. ¿Estás seguro de que no
es un robot?
Phoenix dio una carcajada.
―Sí, estoy seguro.
―¿Alguna vez has probado su sangre? ―Preguntó Lorrie con curiosidad.
―¡No! Él es mi siervo, no es mi fuente de alimento―Frunció el ceño a su
amigo.
Lorrie le dedicó una sonrisa alegre.
―Bueno, entonces no te importara si tomo un sorbo siempre y cuando no
te lo robe.
La charla de Lorrie terminó cuando Phoenix cruzó la habitación y envolvió
sus dedos alrededor de la garganta de Lorrie. Se acercó demasiado de modo
que no hubiera ninguna manera de que su advertencia no fuera oída.
―Si alguna vez pones un colmillo en mi mayordomo, voy a arrancarte todos
los dientes y tendrás que encontrar la manera de chupar la sangre a través
de una pajita. 8
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Capítulo Dos
Declan examinó su reflejo en el espejo. Inclinando su cuerpo, decidió que
no se veía mal. Se había pasado el día en el centro comprando un nuevo
guardarropa para salir y la caliente reina hombre lobo que había estilizado
su cabello juró que Declan podría tener sexo en cualquier momento y en
cualquier lugar si seguía unos sencillos consejos de moda.
Después de pasar los dedos recubiertos de gel por el pelo, Declan
desabrochó otro botón, exponiendo la clavícula, pero nada más. Pudiera ser
que necesitara sexo, desesperadamente, pero él no era una puta.
La ropa que había elegido fue hecha de materiales blandos y se cortó para 14
enfatizar la forma de su cuerpo. Incluso las botas de motorista eran de
cuero italiano y hacían un agradable sonido de fuertes pisadas cuando
caminaba. Iban bien con la nueva moto que había comprado esta tarde.
Había conseguido su licencia hacía un tiempo, pero había esperado hasta
que tuviera el suficiente dinero en efectivo para comprar una adecuada
moto antes de ir de compras. Al crecer con una madre soltera, Declan sabía
todo acerca de vivir dentro de sus recursos.
Se deslizó en su chaqueta de cuero antes de salir de sus habitaciones. Por
lo general salía por la entrada de sirvientes, pero había estacionado su
nueva moto en el frente así no tenía que hacer de vuelta todo el camino
desde el garaje. Por desgracia, todos los mimos que se había dado por su
apariencia lo habían sacado de su horario y el resultado fue que Declan
estaba bajando los escalones justo cuando el Maestro Phoenix y Maestro
Lorrie subían.
―¿Declan?
La expresión horrorizada de Phoenix hizo a Declan preguntarse si debía
regresar y cambiarse.
―Lo siento, Señor, yo planeaba estar fuera de su camino antes de que
llegara a casa. Frank debe tener todo preparado―Declan no podía hacer
que las palabras balbucientes dejaran de salir de sus labios.
―Su envío de sangre llegó, por lo que todo está listo para la noche.
Los vampiros realmente sólo necesitaban alimentarse dos veces a la
semana, pero a menudo ansiaban el sabor, incluso cuando no necesitaban
el alimento.
―¿A dónde vas?―El Maestro Phoenix preguntó, sus ojos brillando con
desaprobación.
Declan se encogió ante el tono afilado de su amo.
―A encontrarme con una cita―respondió Declan.
―¿Vas a ir de esa manera?―El Maestro Phoenix señaló el vestuario de
Declan.
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Declan miró de un vampiro al otro, luego de vuelta otra vez.
―¿No les gusta?―Él se giró para que pudieran obtener el efecto completo.
—El peluquero prometió que follaría.
Joder, nunca había visto que los ojos de un vampiro se volvieran rojos antes.
El Maestro Phoenix era conocido por su temperamento, pero él nunca lo
había perdido con Declan.
Lorrie agarró a Declan por el hombro y lo correteó por las escaleras.
―Vete. ¡Fuera de aquí mientras puedas! ¡Diviértete! ¡Ten relaciones
sexuales! ¡Ten sexo divertido!
Desconcertado pero con ganas de escapar, Declan se deslizó en su moto,
luego agarró su casco de donde lo había dejado enganchado en el manillar.
Aseguró el casco a su cabeza antes de arrancar la motor. Con un cauteloso
saludo a los vampiros, se fue. Quizás Lorrie podría mejorar el estado de
ánimo del Maestro Phoenix. Ansioso por la noche por delante, Declan
desestimó el comportamiento extraño del vampiro.
Empujando los pensamientos de su jefe de todos los rincones de su mente,
Declan se centró en el chico que tenía que conocer. Se decía que los
hombres lobo eran amantes increíbles. Declan tenía la esperanza de
encontrar uno esta noche.
Phoenix dejó escapar un rugido de rabia mientras su mayordomo salió,
luciendo sexy con sus botas de motociclista. Gruñendo, se volvió a su
segundo al mando.
Lorrie levantó las manos a la defensiva.
―Ahora, Moor, él es un hombre sano que necesita el sexo. No debemos
intervenir en el camino de tu buen mayordomo consiguiendo una rápida
follada.
Las encías de Phoenix dolieron cuando sus incisivos empujaron a través de
la superficie blanda. Incluso con su temperamento tan volátil, no había
realmente perdido el control en años. Rojo pasó ante sus ojos.
Alguien, en algún momento de esta noche, iba a tocar a su mayordomo. 16
Suyo. No podía soportar la idea de una persona sin nombre, sin rostro
tocando a su hermoso Declan.
El dolor salió de la nada, agudo y furioso.
―Joder, por qué me pegas―Se frotó la mejilla donde Lorrie le había
abofeteado.
―¡Tienes que calmarte y dejar tu fijación con Declan―dijo Lorrie.
―¿Qué pasa si alguien lo lastima? ¡Me gusta que esté aquí donde puedo
protegerlo!
Cualquier cosa podría sucederle a Declan afuera en el mundo sin Phoenix
viendo su espalda.
—Él es un hombre dulce. Alguien podría aprovecharse injustamente de él.
¿Y si su cita no es lo que parece? No sabemos nada de él. En el futuro, voy
a decirle que todas sus citas tienen que someterse a pruebas. ¿Cómo voy a
conseguir trabajar ahora?
La frustración quemó a través de Phoenix, manteniendo sus nervios de
punta. Cualquier cosa podría sucederle a su adorable mayordomo afuera
en el mundo. Le gustaba Declan metido en su casa donde Phoenix podía
mantener un ojo en él y asegurarse de que nada perturbe la existencia
ordenada de Declan.
―Voy a enviar guardaespaldas para cuidarlo―Lorrie prome ó.
―Ve que lo hagan―Phoenix gruñó. ―Él no necesita que ningún psicópata
lo toque.
―Ellos no lo protegerán de alguien que intente meterse en sus
pantalones―Lorrie previno.
―¿Por qué infiernos no?―Phoenix preguntó con indignación.
Lorrie rió. ―Porque incluso el Sr. Tenso-con-una-varilla-en-su-culo necesita
tener sexo en algún momento. Él sigue siendo un hombre joven. No alejes
eso de él.
Phoenix apretó los dientes.
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Nadie debería tocar a Declan. Su perfecto mayordomo debía conservarse
en uno de sus estantes sin polvo y guardarse como un tesoro de valor
incalculable, tal vez ser colocado detrás de un cristal para que otros no
tengan la tentación de tocarle. La idea de otro hombre manoseando a su
mayordomo hizo que Phoenix tuviera ganas de gritar y rasgar las cosas.
Gruñendo, él pisoteó entrando en la casa.
Frank lo saludó con una taza de sangre caliente.
―¡Gracias!―Phoenix espetó mientras aceptaba la sangre.
Frank suspiró y dio un paso atrás.
―¿Dónde está la mía?―Preguntó Lorrie.
―¡Oh, lo siento, señor!―El segundo mayordomo dio a Lorrie una mirada
nerviosa. ―No lo esperaba a usted.
―¿No te dijo Declan que esperaras a Lorrie?―Preguntó Phoenix. ¿Tal vez
su mayordomo estaba distraído por su cita? Tal vez este extraño significaba
mucho para Declan. Diablos, ¿Qué sabía Phoenix realmente? Declan podía
estar en una relación y nunca decirle.
―Uh-S-sí señor. Simplemente no lo recordé―Frank tartamudeó.
―¿Se te olvidó? ―Phoenix miró al hombre con incredulidad. Declan nunca
olvidaba nada.
Lorrie intervino rápidamente, su segundo al mando calibró correctamente
el aumento del temperamento de Phoenix.
―Moor, déjalo ir. Él se olvidó. No es el fin del mundo. Todavía puede
traerme una taza―Él dio al siervo tembloroso una mirada mordaz.
―Yo…no va a suceder de nuevo. Iré por su taza de inmediato, Maestro
Lorrie―Frank tropezó con sus palabras en su carrera por aplacar a los
vampiros.
―Vamos a estar en el estudio―dijo Lorrie. Agarró el brazo de Phoenix y tiró
de él a la guarida.
―Declan no olvida nada―se quejó Phoenix.
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―Por supuesto que no, pero Declan está a sólo un paso de bebé de ser una
máquina―Lorrie se lanzó a una cómoda silla.
Phoenix dejó la taza de sangre sobre la mesa y se sentó detrás de su
escritorio.
―En realidad creo que es en parte elfo doméstico.
Lorrie inclinó la cabeza mientras examinaba Phoenix.
―¿Y cómo lo sabes? Nunca muerdes al personal.
―Me dio un poco de café anoche con una gota de su sangre en ella. Él
definitivamente no es del todo humano.
―Hmm―Lorrie se reclinó en su silla y entrecerró los ojos en Phoenix.
―Eso explicaría su habilidad natural para mantener tu casa en perfecto
orden.
Phoenix asintió. ―Eso explicaría mucho, en realidad.
―Tal vez debería venir a trabajar para mí. Te estás convirtiendo en un poco
obsesivo. ¿Qué vas a hacer si encuentra al hombre perfecto?
Phoenix sonrió, dejando que sus incisivos se deslizaran hacia abajo de
nuevo. Se habían retraído durante su confrontación con Frank, pero la idea
de Declan permitiendo que otro hombre lo tocara sacó la bestia de Phoenix.
―No va a ser capaz de conservar a un hombre. Declan es totalmente
obsesivo. Va a doblar a cualquiera.
―¿Y si no lo hace?―Preguntó Lorrie.
―Voy a enterrar el cuerpo donde Declan nunca pueda encontrarlo.
—Problema resuelto—Phoenix se relajó con su fácil solución, sus dientes se
retrajeron con el feliz pensamiento.
Lorrie suspiró. ―¿No entiendes realmente el concepto de ser obsesivo, o
si?
―Voy a dejar que Declan saque el sexo fuera de su sistema, pero si piensa
traer a otro hombre a mi casa, es mejor que sea como alimento ―declaró
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Phoenix.
Lorrie giró los ojos.
―Enciende la computadora. Vamos a hacer algo antes de que tengamos
que explicar todo sobre la sangre y las abejas a Declan cuando regrese. A
menos que decida pasar la noche...
Phoenix sabía que su amigo se burlaba de él por diversión, pero la imagen
de Declan durmiendo en los brazos de otro maldito hombre lo empujó
sobre el borde.
―Volverá pronto. Tiene trabajo mañana, y Declan no es nada si no
dedicado.
Esperaba que su predicción se hiciera realidad, porque nadie estaría a salvo
si Phoenix perdía a su mayordomo.
George asintió. Sin quitar los ojos de Declan, se deslizó del taburete con una
gracia que solamente un shifter podría lograr. Si Declan hubiera intentado
esa maniobra, habría atrapado su pie en un escalón y caído sobre su rostro.
Súper organizado, sí. ¿Agraciado? Ni en un millón de años.
El hombre lobo se acercó a Declan como un depredador acechando a su
comida. Agachándose, él metió la nariz en el cuello de Declan.
―Hueles delicioso.
―Um, gracias―Un escalofrío recorrió la espalda de Declan. Por un
momento, se preguntó si tal vez todo esto fue un terrible error.
―No te preocupes, hermoso, tengo todo po de ideas sobre qué hacer
contigo esta noche―George le informó.
―Oh, bueno―Declan hizo retroceder sus nervios. Él no debería sentirse tan
nervioso. Ambos sabían por qué estaban allí. George pasó un brazo por la
cintura de Declan, su mano enorme abarcaba toda la espalda de Declan.
―Tú eres sólo una pequeña cosita, ¿verdad?―George gruñó.
Si el brillo en sus ojos era una indicación, le gustaba la disparidad de sus
alturas. El hombre lobo jaló a Declan más cerca hasta que pudo sentir la
forma de la erección del shifter contra su estómago.
El pene de Declan tembló en respuesta, pero no se levantó por completo.
Imágenes de la expresión de enojo del Maestro Phoenix aparecieron en su
mente.
Sacudiendo la cabeza, Declan resueltamente empujó los pensamientos de
su maestro a un lado. No podía permitir que su jefe controlara su vida. El
maestro vampiro podría estar a cargo de él en la casa, pero Declan quería
una vida real, una que incluía el sexo como parte de la ecuación. Un varón
sano necesitaba un desahogo físico, y George parecía más que dispuesto a
ayudar a Declan con su problema.
George tomó otra aspiración de Declan. ―¿Qué eres?
―Humano―Maldita sea, se había preocupado por eso. Dependiendo de 21
qué tan fuerte fuera el shifter, algunos de ellos podían reconocer el tipo de
paranormal por su olor.
―No eres del todo humano―George gruñó.
Declan suspiró. ―Mi madre es un elfo doméstico.
George relajó la tensión que se había acumulado después de la segunda
aspiración.
―Eso explica por qué eres tan pequeño.
―¡No soy tan pequeño!―Declan frunció el ceño.
Una sonrisa burlona curvó los hermosos rasgos del hombre lobo.
―Supongo que eres un gigante entre los elfos domésticos.
Declan entrecerró los ojos, pero antes de que pudiera decir nada, dos
vampiros aparecieron, posicionándose a ambos lados de George.
―¿Hay algún problema, Declan?―Paulson, que era conocido como Paulie,
dio a George una mirada poco amistosa.
―No, no hay problema―Declan hizo un gesto espantando con la mano.
No necesitaba a dos vampiros jodidamente grandes arruinando su acción.
Iba a tener sexo esta noche, o daría rienda a suelta a sus impulsos psicóticos
y sacaría a un par de vampiros.
Ambos vampiros desaparecieron como si se hubieran convertido en niebla.
Conociéndolos, probablemente lo hicieron.
―¿Por la diosa de la luna que fue eso?―George dejó de bailar.
―Vampiros―Declan dio un suspiro de resignación. ―Mi empleador
probablemente los envió a cuidarme.
George sacudió sus manos lejos de Declan como si se hubiera incendiado.
―¿Qué quieres decir?
―Mi jefe es un vampiro―Declan habló, palabras lentas y cuidadosas en el
caso de que el hombre lobo no lo pudiera entender.
―Y a él le importa dónde te encuentres, ¿por qué?
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El rostro de George mostró un nivel de miedo que Declan no entendía.
―¿Cuál es el problema?
―Responde a la pregunta―George exigió.
―Probablemente se preocupa porque mañana cuando se despierte, él
quiere que su ropa esté lista, el café preparado y sus papeles alineados.
El Maestro Phoenix no era nada si no un animal de costumbres.
―¿Cuidas la casa de un vampiro?― George inclinó la cabeza como si Declan
se hubiera convertido en una criatura extraña y no supiera cómo lidiar con
él.
Declan asintió. ―Te dije que yo era parte elfo doméstico.
―¿Y a él le importa tanto su café para poner a dos poderosos vampiros en
tu pista para asegurarse de que estás a salvo?―preguntó George como si
Declan no hubiera hablado.
―¿Cómo diablos voy a saberlo? ¿Oye, vamos a tener sexo o no?―Declan
había pensado que los hombres lobo eran del tipo jode-ahora-y-pregunta-
después. George tenía demasiadas preguntas y no suficiente acción.
George dio un paso hacia atrás, sacudiendo la cabeza.
―Oye, eres muy lindo, pero sólo soy el cuarto en mi manada y no puedo
desencadenar una guerra con los vampiros por algo de sexo fácil.
―¡No vas a empezar una guerra!― Declan protestó, pero no negó el sexo
fácil. Fue por eso que se reunieron.
George negó con la cabeza.
―Hice mis estudios de vampiros como todos los demás, y los vampiros son
solamente protectores de las personas que les preocupan. No quiero
encontrarme a mí mismo drenado porque toqué al chico juguete de un
maestro vampiro. ¿Para qué vampiro trabajas?
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―Phoenix Moorhaven―Declan sabía que había dado la respuesta
equivocada cuando George se dio la vuelta y se fue sin decir nada más. La
esperanza de una noche caliente con el bruto shifter desapareció con él.
Bastardo.
―Supongo que la cita acabó, ¿eh?―Paulie palmeó a Declan en la parte
posterior.
―Sí―Declan se volvió hacia el vampiro. El cabello y ojos oscuros de Paulie
eran un perfecto complemento de sus características oliváceas. Todos los
vampiros eran atractivos a su manera, y Paulie no fue la excepción.
―¿Qué? ―Paulie preguntó cuándo Declan seguía mirándolo.
―¿Supongo que no estás interesado en algo de sexo rápido?―Había
convencido a su cuerpo que tendría suerte. Su erección no apreció el
cambio de planes.
La sonrisa resplandeciente de Paulie animó a Declan un poco.
―Cariño, si no pensara en que Moor arrancaría mi garganta, me encantaría
ir sobre esa oferta.
Declan suspiró.
―Ese parece ser el consenso de la noche.
El vampiro se metió las manos en los bolsillos delanteros de sus vaqueros.
―¿Puedo obtener un aventón en tu nueva moto?
―¿Qué pasó con Spence?―Preguntó Declan.
Paulie asintió a donde el vampiro rubio bailaba con un hombre alto de
cabello oscuro. ―Creo que se va a quedar.
―Claro, vamos. Parece que no estoy teniendo suerte esta noche.
Si ellos se estrellaban en el camino, por lo menos el vampiro podría
resucitarse a sí mismo.
―Si no puedo tener relaciones sexuales, por lo menos puedo disfrutar de
mi moto. 24
―Ese es el espíritu. Si te hace sentir mejor, creo que eres un pedazo de culo
caliente―Paulie ofreció.
―Gracias―Declan abrió el camino fuera del club. Esto significaría más si el
vampiro estuviera dispuesto a hacerse cargo del problema de Declan, la
falta de sexo, pero ningún vampiro inteligente se enfrentaría al Maestro
Phoenix.
―¿Dónde conociste el hombre lobo? ―Preguntó Paulie.
―En un si o de emparejamiento. No pensé que trabajar para un vampiro
podría llegar a ser un tema de citas―Declan frunció el ceño.
Paulie asintió. ―Por lo general no lo es, pero Moor toma tú protección muy
seriamente.
Declan giró los ojos. ―Él tiene que relajarse. Le prometí que no lo dejaría si
encontraba a mi Señor correcto.
Él pasó la pierna sobre la silla, se puso el casco, a continuación, se instaló
cómodamente en su motocicleta. ―Vamos.
―Genial―Paulie se deslizó detrás de Declan, envolviendo sus brazos con
fuerza alrededor de él.
―Eres bastante sólido para un mayordomo.
―Hago ejercicio.
El Maestro Phoenix tenía un gimnasio completo en la mansión. Durante sus
horas de descanso, Declan aprovechaba las instalaciones. Nunca había visto
a nadie usarlas. Los vampiros no tenían necesidad de hacer ejercicio, por lo
que ni siquiera sabía por qué había un gimnasio.
―Agradable―Los dedos de Paulie apretaron un poco más antes de
apresurar a Declan a salir del estacionamiento.
El vampiro se agarró con fuerza para no caerse. El derramar en una moto
no mataría a un vampiro, pero la raspadura del asfalto picaría como una
perra. Treinta minutos más tarde, Declan entró en el garaje de la mansión
y bajó a Paulie antes levantarse y quitarse el casco. 25
―Gracias por el paseo―Paulie le dedicó una sonrisa maliciosa.
―¿Por qué estás toqueteando a mi mayordomo?―El Maestro Phoenix
apareció en el garaje, sus incisivos al descubierto cuando se acercó al otro
vampiro.
―Buenas tardes, Maestro―Declan se insertó sutilmente entre los
vampiros.
—Paulie vino a casa conmigo después de que mi cita arrojó mi culo.
Maestro Phoenix frunció el ceño. ―¿Por qué alguien te botaría?
El ego de Declan tomó un impulso. ―Porque al parecer trabajar para un
vampiro es malo para mi atractivo con las citas.
―Entonces es un tonto ―Maestro Phoenix se burló.
—Agradable moto por cierto, ¿pero no piensas que es un poco peligroso
para alguien tan frágil como tú?
―Yo no soy frágil―Declan frunció el ceño.
―No te comparas con un vampiro. Paulie podría tener un accidente, pero
a ti podría matarte. Dame las llaves.
El Maestro Phoenix tendió la mano imperiosamente.
―No le voy a dar las llaves de mi moto―Declan las me ó en el bolsillo y se
pasó los brazos sobre su pecho. De ninguna manera iba a renunciar a su
motocicleta. La acababa de comprar.
―Yo-yo tengo que ir a hacer algo―dijo Paulie y salió corriendo.
Cobarde.
Declan no se volvió para darle a Paulie mucha atención. Su mirada
permaneció centrada en su jefe.
―¿Crees que no voy a ir tras esa llave?―Preguntó el Maestro Phoenix.
Declan trató de mantener la calma y no presionar su cuerpo contra el del
Maestro Phoenix.
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―Estoy seguro que no hay nada en mi contrato que diga que mi jefe puede
controlar mis opciones de vehículos o acariciarme para quitarme las llaves.
―Entonces tenemos que reescribir los términos―El Maestro Phoenix
gruñó.
―No voy a tolerar que te lesiones.
¿Tolerar?
Antes de que Declan pudiera llegar a una buena respuesta, el Maestro
Phoenix deslizó sus dedos en el bolsillo de Declan, rosando la erección de
Declan a su paso. Declan se sacudió por el tacto.
―¿Qué tenemos aquí?―El Maestro Phoenix ronroneó. Sacando las llaves
de Declan con su mano derecha, y apretó su mano izquierda contra la
erección de Declan.
—Desde que soy responsable de la pérdida de tu cita, lo correcto sería que
reemplazara a tu pretendiente perdido.
Declan se rió para ocultar su nerviosismo.
―¿Pretendiente?
―¿Jode amigo?―El Maestro Phoenix ofreció. Empujó con más fuerza
contra el bulto de Declan.
Un gemido se desarrolló en la garganta de Declan. Instintivamente se
acercó más, buscando más fricción. Él debería objetar. Si tenía algún
sentido de auto conservación, se habría dirigido hacia afuera. En cambio, se
quedó allí de pie y dejó que su jefe lo acariciara. Había soñado con el toque
del Maestro Phoenix, a solas en su habitación por la noche. La realidad era
mucho mejor que cualquier sueño.
Tan cerca.
―No. ¡Espera!―El Maestro Phoenix ordenó.
―Aquí no. No voy a follarte en el suelo grasiento de mi garaje. Si tienes
alguna objeción, hazla ahora. No voy a tenerte diciendo más tarde que te
obligué. 27
―No me puedo concentrar cuando hace eso―Él gimió.
―No quiero que te concentres. Quiero llevarte a la cama y oler tu aroma
en mis sábanas cuando me despierte mañana.
Declan casi se vino sólo con las palabras del Maestro Phoenix. Casi podía
ver la imagen que el Maestro Phoenix creó con sus palabras.
―Está bien, podemos ir a la cama―él estuvo de acuerdo antes ser
inteligente y salir.
El Maestro Phoenix lanzó a Declan por encima del hombro, haciéndolo
graznar. El mundo se volvió borroso a su alrededor cuando el vampiro
utilizó su súper velocidad para aparecer en la mansión, las escaleras, y luego
a su habitación. Antes de que Declan pudiera centrarse en su entorno,
aterrizó en la cama, rebotando ligeramente desde la altura en que el
Maestro Phoenix lo soltó.
El colchón se hundió bajo su peso.
―Tiene memory foam―dijo con deleite. Sólo supervisaba al personal de
limpieza en las habitaciones del Maestro Phoenix. En realidad no cambiaba
las sábanas. Se movió en el cómodo colchón.
Las mejillas del Maestro Phoenix se sonrojaron. ―Me gusta la forma en que
me acuna.
Declan sonrió. No había esperado algo tan totalmente dulce.
―Es cómodo—ofreció.
―Lo es―El Maestro Phoenix se quitó la camisa, dejando al descubierto un
cuerpo elegante y bien definido. Los vampiros eran más delgados mientras
que los shifters eran más musculosos, pero no menos atractivos.
La humedad se agrupó en la boca de Declan mientras se imaginaba
lamiendo la lisa piel del Maestro Phoenix. Declan no podía esperar para
tocar y probar al vampiro de pie delante de él.
―No olvide los pantalones―recordó afortunadamente.
El Maestro Phoenix rió. ―No haría eso. Mi mayordomo tiene algo sobre
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hacer las cosas correctamente.
Declan asintió.
―Me gustan las cosas correctamente, Maestro Phoenix.
Él empujó a la parte posterior de su mente que estaba teniendo relaciones
sexuales con su empleador. Cuando había empezado en este trabajo, lo
primero que su madre le había advertido era no apegarse a la familia. Y
hasta esta noche, Declan había hecho un buen trabajo en mantener su
distancia, pero el Maestro Phoenix le adeudaba un buen polvo que
planeaba cobrar.
Con dedos ágiles, el Maestro Phoenix desabrochó fácilmente los pantalones
de Declan y los tiró fuera de su cuerpo, arrastrando la ropa interior de
Declan con ellos.
―Quítate la camisa―el Maestro Phoenix exigió.
Declan se incorporó lo suficiente para quitarse la camisa, luego se recostó.
Extendió sus brazos a los lados, ofreciéndose a sí mismo al vampiro.
―Oh, maldita sea―susurró el Maestro Phoenix.
—Sabes exactamente cómo empujar mis botones.
―Debería.
Había visto lo suficiente para saber lo que excitaba al vampiro, y él
definitivamente conocía los deseos del Maestro Phoenix. Aunque, había
pensado que el vampiro prefería a las mujeres pechugonas que a los
hombres bajos y flacos. Había mantenido sus pensamientos llenos de lujuria
en el dormitorio en caso de que el Maestro Phoenix tratara de leer su
mente.
―Eres hermoso―el Maestro Phoenix envío lejos cualquier preocupación
que Declan pudiera tener acerca de su atractivo.
El Maestro Phoenix se quitó el resto de su ropa, y luego se arrastró de nuevo
hasta la cama. Sus ojos brillaban con deseo mientras subía por el cuerpo de
Declan.
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―No sé si esto es una buena idea―murmuró Declan incluso mientras
trataba de controlarse esperando por el primer roce de piel contra piel. Su
madre nunca lo perdonaría por esta brecha en el protocolo.
El Maestro Phoenix se congeló.
―¿Por qué? No tengo que tomar tu sangre si estás preocupado por el dolor.
―¡No!―Gritó Declan. —No me importa que me muerda. Yo ... umm ... no
importa. Me preocupa en general por la dinámica empleador-empleado.
―No te preocupes. No voy a despedirte incluso si decides que prefieres no
ser mío. Aunque no haré ninguna promesa de no asustar a tus citas. La idea
de otro hombre tocándote me da ganas de darle caza y arrancarle el
corazón―el Maestro Phoenix explicó como si fuera la cosa más razonable
del mundo.
El corazón de Declan dio un vuelco ante esa revelación.
―No creo que eso me persuada de que esto es una buena idea.
El Maestro Phoenix sonrió, una sonrisa con dientes afilados.
―Esta es la mejor idea que he tenido―Antes de que Declan pudiera
expresar cualquier otra posible objeción, el Maestro Phoenix lo besó.
La virginidad de Declan había desaparecido hace varios años, y había
pensado que su experiencia le había preparado para la mayoría de los
estilos de hacer el amor. Había tenido hombres que lo golpearon contra la
pared, o le hablaron dulce para sacarlo de sus pantalones, y todo lo demás.
El Maestro Phoenix lo abrumó. Tal vez los vampiros hacían el amor mejor o
tenían habilidades de súper sexo, pero Declan se derritió bajo las manos de
su amo. El Maestro Phoenix tocó a Declan como si fuera la única persona
que quedaba en el mundo y el vampiro planeara mantenerlo en su cama
hasta el fin de los tiempos.
―Eso es todo, mi chico dulce. Relájate y te haré mío―el Maestro Phoenix
ronroneó.
Declan se quedó sin aliento cuando el raspó los incisivos en su pezón 30
derecho.
―Ooh, sensible. Vamos a tener mucha diversión―dijo el Maestro Phoenix.
―Sólo si me jode pronto. Voy a explotar―Declan gimió. Había tenido una
erección desde que había estado esperando tener relaciones sexuales
desde antes de salir, y estar tan cerca del Maestro Phoenix le excitaba más
allá de la razón.
El Maestro Phoenix metió la nariz en el lugar donde el cuello de Declan y el
hombro se reunían. ―He querido morderte durante tanto empo, pero no
quiero perderte. ¿Puedo morderte ahora, mi dulce niño?
Declan casi gruñó por haber sido llamado niño, pero supuso que junto al
vampiro bien podría serlo. ―¡Sí! ¡Muérdame!
La sensación de los dientes de su amo raspando en su cuello le hizo
arquearse de placer. No era extraño que las comidas de noche del vampiro
siempre parecían tan satisfechas cuando se iban.
―¿Sabes por qué escojo hembras para mis comidas, Declan?
―N-no―Declan tartamudeó. ¿Cómo podría responder a una pregunta
cuando su cuerpo vibraba con las ganas de venirse? ¿Por qué el Maestro
Phoenix escogió este momento ahora para jugar a las veinte preguntas?
―Debido a que no siempre puedo controlarme cuando chupo y follo
hombres. Me atraen ambos sexos, pero las mujeres no son tan atractivas
sexualmente, así que puedo dejar de beber antes de que se sequen.
Declan cerró los ojos como si eso fuera suficiente para bloquear las palabras
del vampiro. Él no quería oír hablar de la vida sexual del Maestro Phoenix
con los demás, no mientras estaban desnudos en la cama juntos.
Sin embargo, el Maestro Phoenix no podía ser rechazado. Giró la cabeza de
Declan hacia él. ―Mírame, cariño. Quiero ver el color de tus ojos.
―¿Por qué?―Preguntó Declan, parpadeando hacia el Maestro Phoenix.
―Porque yo siempre sé cómo te sientes por su color―Su sonrisa se hizo
más amplia. 31
La furia tenía los incisivos de Phoenix descendiendo. Estaría más que feliz
de drenar al intruso hasta la última gota por pensar que Declan
posiblemente pudiera pertenecer a cualquiera que no fuera Phoenix.
―Su cita de anoche fui yo, y si ese cambiaforma toca a mí hombre, voy
arrancarle su cola peluda.
Lorrie se animó con la noticia. ―Oooh, ¿durmiendo con el servicio? ¿Puedo
tenerlo cuando hayas terminado?
Phoenix se movió y envolvió su mano alrededor de la garganta de Lorrie
antes de que se hubiera formado un pensamiento consciente. La cabeza del
vampiro hizo un satisfactorio ruido sordo cuando impacto con la pared.
―Es casi como si desearas la muerte. No se te ocurra tocar a mi
mayordomo―Phoenix gruñó.
Su labio partido donde sus dientes afilados rajaron a través la carne. Ignoró
el dolor en favor de golpear a su mejor amigo. Nadie debía bromear sobre
tocar a Declan.
―Declan es mío―Él no levantó la voz. Empuñó la camisa de Lorrie y
repetidamente lo golpeó contra la pared transmitiendo su ira más de lo que
cualquier tono de enojo podía.
―¡Ay!―Lorrie se quejó. Él trató de apartarse, pero no pudo aflojar el
apretón de Phoenix. —Eso no era necesario.
Gruñendo, Phoenix empujó a su mejor amigo antes de que él se entregara
al impulso de romperle el cuello.
―Estás adquiriendo el desafortunado hábito de burlarte de mí. Confía en
mí cuando digo que eso no terminará bien para ti.
Los ojos de Lorrie se agrandaron al ver la expresión en el rostro de Phoenix.
―Sólo estaba bromeando. No pensé que serías tan violento.
―Declan está nervioso acerca de nuestra relación. Si él te encuentra
haciendo comentarios, podría dar marcha atrás. No sabes lo cerca que
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estaba de terminar todo esta mañana.
El estómago de Phoenix todavía se revolvió con el recuerdo. Quedarse
dormido con Declan abrazado cerca estaba clasificado como uno de los
mejores momentos de su larga vida. Había mordido a una gran cantidad de
gente, pero podía contar con una mano el número de personas en las que
confiaba lo suficiente como para dormir al lado.
―Voy a mantener mis comentarios para mí, pero joder, Phoenix, no es
como si él fuera tu compañero para siempre.
Phoenix volvió a su escritorio y se sentó de nuevo.
―Vamos a trabajar. Quiero asegurarme de que tenemos las condiciones
adecuadas para que el tratado.
―¡Oh, no. Dime que no te vinculaste con el mayordomo! ―Lorrie suplicó.
—Me dijiste que no molestarias a Declan porque arruinarías la perfección
de esta casa.
Phoenix no podía negar la verdad. Él había reclamado a Declan anoche. Si
el mayordomo lo sabía o no, no importaba. Sus hilos de la vida ahora
estaban trenzados; al final iba a encontrar una manera de decirle a Declan.
Declan todavía pensaba que tenía una opción, tonto hombre. Había
pertenecido a Phoenix desde que accedió a estar en la cama de Phoenix.
―Te lo dije, él es mío―Phoenix no se atrevió a dar un vistazo a Lorrie.
―¿Lo sabe?―Preguntó Lorrie.
Dando un vistazo rápido a través de sus pestañas, Phoenix vio a su amigo
observándolo con una mirada extraña.
Dejando sus papeles, Phoenix se centró en Lorrie.
―¿Cuál es el problema? Verdaderamente, no es como si Declan fuera a irse
o cualquier cosa. Todavía va a hacer su trabajo. Él solamente irá a dormir
en mi cama después.
Una sonrisa se dibujó en sus labios al pensar en Declan acurrucado junto a
él. Sí, él podría acostumbrarse a eso. Declan necesitaba un poco de
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persuasión, pero no pasaría mucho tiempo antes de que él reconociera la
conexión entre ellos.
Lorrie examinó sus zapatos mientras hablaba. ―Solemos ir y conseguir
nuestra comida juntos. Se sentirá extraño salir solo.
Después de años de la caza con Lorrie, sería extraño recoger los donantes
juntos, pero las cosas cambiaron. Esta vez, para mejor.
―En cuanto a eso, no sé si voy a estar abandonándote todavía. Declan aún
tiene que decidir si quiere ser el único proveedor de mi sangre. Se supone
que me lo dará a conocer después de pensarlo un poco. No le gusta la idea
de otra persona en mis brazos, pero él es demasiado terco para admitirlo.
Declan todavía pensaba que iba a salir con otras personas, pero Phoenix no
se preocupó. Su mayordomo nunca se alejaría.
Lorrie negó con la cabeza.
―De cualquier manera, voy a ser un soltero y tú tendrás al misma hombre
cada noche. No me puedo imaginar que él deje que un donante de sangre
permanezca en tu cama.
Phoenix se rió. ―No creo que deje incluso que un donante vea que tengo
una cama.
Lorrie suspiró. ―Está bien, pero quiero un compañero sexy para mi. Si
vamos a hacer esta cosa de la unión, yo quiero tener a alguien, también. No
puedes ser un viejo hombre casado solo.
―Estoy seguro de que encontrará a alguien, Maestro Lorrie ―dijo Declan,
caminando dentro del cuarto. Puso cuidadosamente un vaso de sangre falsa
junto al lugar de Lorrie en el escritorio y otro al lado de Phoenix.
―No sabía que estabas interesado en encontrar una pareja.
―No lo estaba antes ―Lorrie admi ó.
―Lorrie esta preocupado de que voy a arruinar su vida nocturna―Phoenix
sonrió.
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Para su sorpresa, Declan dio a Lorrie un examen lento, contemplándolo,
como si buscara la verdad.
―Puedo ver eso, pero dudo que él sea el tipo que quedarse en casa y
languidecer. ¿Qué prefiere los hombres o las mujeres? Siempre había
pensado que las mujeres eran las preferidas del Maestro Phoenix, pero él
cambió mi mente.
Phoenix sonrió a Declan. El impulso de agarrar a su mayordomo tenso y
despeinarlo corrió a través de él. Limpio y responsable, Declan aceleraba su
libido. Quizás Declan podría tomar un pequeño descanso.
―Recuerda que me llamo Phoenix, mi dulce.
Declan le lanzó una mirada molesta.
―Te llamaré Phoenix cuando estamos solos.
Phoenix conocía un límite duro cuando lo oía. Dejó caer el tema. Él podría
regresar a el cuando Declan estuviera más cómodo con su relación,
asumiendo que ese día llegaría. Hasta entonces, podía practicar seducir a
su hombre a través de cada pieza de mobiliario.
Lorrie rompió los pensamientos licenciosos de Phoenix con una sutil
ignorancia de su rica vida de fantasía.
―Prefiero los hombres. Me gustan altos, morenos, guapos, y humanos,
aunque tu amigo lobo es atractivo. Yo estaría encantado de darle una
oportunidad.
―Es una preciosidad, y sé que está disponible. Tal vez deberías hablar con
él―dijo Declan.
Phoenix gruñó ante la evaluación de la apariencia del hombre lobo. Declan
no debe encontrar a nadie que no fuera él atractivo. De ninguna manera iba
a compartir a su amor con otros.
―Puedes olvidarte de ese lobo―gruñó.
―No me voy a olvidar de él―Declan contrarresto―Nosotros vamos a ser
amigos. 44
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Capítulo Seis
Declan pasó sobre sus tareas del hogar, haciendo caso omiso de la pequeña
vocecita en la parte posterior de su mente que le exigía repensar esta cosa
de la relación. ¿Phoenix trataría de dirigir la vida de Declan ahora? Phoenix
siendo tanto su jefe y como su amante podría estar en una complicada
posición.
―¿Estás bien?―Preguntó Frank, vertiendo un vaso de agua.
―Sí, creo que sí―No sonaba posi vo.
Frank sonrió. ―No con certeza. 61
―No lo sé. Pensé que iban a venir aquí directamente. El alfa exigió que me
desterraran de la manada después de que me negué a ayudar―dijo George.
Declan hizo una mueca. Siendo desterrado era una dura sentencia para
cualquier shifter. Se les dejaba sin el apoyo mental o físico de una manada.
―¿Por qué no cambias? ―Preguntó Phoenix.
George se encogió de hombros, y luego hizo una mueca cuando tiró de sus
heridas. ―Si hubiera cambiado lesionado, yo no hubiera sido capaz de
cambiar de nuevo para advertirle a tiempo.
―Nos has advertido. Cambia y sana―dijo Declan.
―Te puedes quedar en una de las habitaciones de invitados.
―¡Pero el alfa se acerca!―George gritó, su ansiedad palpable.
―Él no obtendrá esta casa ―dijo Declan.
―No podré tener el poder de mi madre, pero puedo manejar a un puñado
de cachorros.
―No voy a agazaparme dentro de estas paredes ―Phoenix anunció.
Declan miró a su amante. ―¿Qué estás diciendo?
―Yo no corro de nadie. Le haremos frente. Tiene que aprender que no voy
a meter el rabo entre las piernas y darme la vuelta por cualquier lobo.
―¿Estás loco?―Declan se quedó mirando a su compañero. ―No puedes
tomar un montón de hombres lobo.
―¿Por qué no?
La calma de Phoenix tenía a Declan clavando sus uñas en sus palmas para
resistir golpear a su amante.
―Porque si te quedas aquí, estarás a salvo y no entrarías en una batalla de
vampiros-hombre lobo―dijo entre dientes.
―Te preocupas demasiado, amado―Phoenix besó Declan en los labios.
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―Estaré bien.
¿Amado? ¿Phoenix realmente lo amaba?
―¿Me amas?
―Claro que te amo. Voy a demostrártelo más tarde. Ahora muestra a
George nuestra habitación de invitados, luego bloquea la casa o lo que ibas
a hacer. Quiero que estés seguro mientras me voy.
Declan sacudió la cabeza. Nada de lo que dijera haría mella en la
determinación de Phoenix.
―Está bien, pero si te matan, voy a cazar tu culo fantasma.
Phoenix sonrió. ―Yo no esperaría nada menos―Dio un paso fuera de la
mansión y cerró la puerta tras de sí.
George se desplomó en el suelo del vestíbulo de mármol.
―Frank―Declan gritó.
El segundo mayordomo se precipitó en la habitación. ―Oh Dios, ¿qué pasó?
―Su manada está loca. Ven, ayúdame a arrastrarlo arriba.
Frank asintió, y entre ellos, pusieron los brazos de George apoyados en
torno a sus espaldas.
Declan trató de no preocuparse por la cantidad de sangre que goteaba en
su lado.
―¿Tenemos que llamar a un médico o algo así?―Preguntó Frank.
―Yo no conozco a ningún médico shifter, ¿y tú?
Frank negó con la cabeza. ―No.
―Puedo tratar de sellar las heridas lo suficiente para que él cambie. Mi
madre me enseñó cómo cuidar de las lesiones del hogar. Tratar con alguien
que sufre de múltiples marcas de garras no estaba primero en mi lista de
ayuda junto a cortes menores, pero creo que puedo hacerlas desvanecer lo
suficiente para que su lobo se haga cargo.
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―Bueno―dijo Frank. ―Esto no estaba en el contenido de habilidades
domésticas cuando aprobé.
―En la mía tampoco.―Esto estaba tan lejos de sus capacidades habituales
ni siquiera podía detectarlo en el horizonte.
Se las arreglaron entre ellos para llevar a George a una habitación de
invitados. Declan se mordió el labio para reprimir un gemido cuando
pusieron al shifter sangrante sobre el prístino edredón.
―Vamos a enviarlo a la tintorería―Frank prome ó.
―Gracias―Declan intentó no notar cómo la sangre goteaba por el cuerpo
de George. Se arrodilló en la cama al lado del shifter. Presionando sus
palmas en el pecho de George, él cantó el hechizo para embotar el dolor
como su madre le enseñó. Luz blanca estalló de sus manos, y George
suspiró, sus ojos revoloteando como si tratara de despertar.
―¿Qué hiciste? ―Preguntó Frank.
―Espero haber quitado algo de su dolor―No había utilizado ese hechizo
en particular, desde su formación tres años antes.
Los ojos de George se abrieron por completo.
―Me siento bien―Una amplia sonrisa se extendió en su rostro a pesar de
la sangre que aún rezumaba de sus otros cortes.
―¿Crees que puedes cambiar?―Sería mejor si George sanaba
naturalmente.
―Sí, aléjate―dijo George con voz suave.
Declan salió de la cama.
Tan pronto como él estuvo libre, George cambió, y en el lugar de un
humano lesionado había un enorme lobo. La bestia volvió su atención a
Declan y dio un ladrido suave.
―Whoa, muchacho―Declan sólo se alejó como un metro antes de que el
gran animal saltara y estrellara a Declan contra el suelo con sus patas
gigantes.
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Declan se quedó inmóvil. No quería sorprender al lobo. Aunque George
estaba herido, Declan no sabía cuánto de su mitad humana aún existía bajo
la mirada salvaje.
―Creo que le gustas―dijo Frank, la diversión colándose a través de su voz.
―¿Qué te hace pensar eso?―Declan no se atrevió a alejar su mirada del
lobo.
George lamió un lado de su cara, y luego dio un profundo ladrido.
―Eww, bájate de mí.
El lobo cambió de nuevo a un ser humano. George rodó por el suelo.
―Necesito ir ayudar a Phoenix, pero estoy cansado.
Declan se levantó y apartó el pelo de lobo fuera de su traje. Otra de las
razones por la que nunca pudo haber salido con un lobo. El pelo se aferraría
a su ropa conduciéndolo a la locura.
―Debieras quedarte aquí. No les vas a hacer ningún bien si te matan.
―Cierto.
―Duerme―Declan llevó la mano a la frente de George y lo puso a dormir.
En un segundo, ronquidos llenaban el aire.
―¿Cómo hiciste eso?
Declan deslizó su mano en el bolsillo.
―Mi madre es un elfo doméstico. No soy muy poderoso, pero estaba medio
dormido de todos modos.
―Sí. Siempre me he preguntado lo que eras―dijo Frank.
―¿Importa?―Preguntó Declan, preguntándose si tendría problemas con
Frank ahora.
―No a mí―Frank sonrió, una expresión afable. ―Lo hace por que explica
por qué eres tan bueno en tu trabajo.
―Vamos a ver si hay alguna no cia―dijo Declan.
―No me gusta esto. ¿Dónde está la manada? ¿Por qué no están aquí? 68
Las siguientes dos horas pasaron con Declan asegurándose de que ni una
mota de polvo hubiera sobrevivido a la atención de las criadas. Declan miró
el reloj.
―¿Todavía nada?―Preguntó Frank.
Declan sacudió la cabeza. ―Creo que voy a ir a ver las cosas.
―¿Qué quieres decir? ―Preguntó Frank.
―El Maestro Phoenix te dijo que te quedaras quieto.
―Lo sé, pero no puedo dejarlo.
Declan sonrió cuando su voz no se agitó. Frank no necesita saber del terror
llenándolo y tratando de disolver su columna vertebral. Si algo le pasaba a
Phoenix, Declan nunca se recuperaría.
―No debes ir solo―Declan no perdió que Frank no se ofreció a ir con él.
―Si sólo soy yo, voy a ser menos propenso a ser notado.
Declan había dominado la habilidad de pasar desapercibido. Los elfos
domésticos se especializaban en ser invisibles.
―Toma el teléfono y llámame si necesitas que reúna al personal para ir a 69
salvarte―dijo Frank.
Declan sonrió, le tocó que Frank se ofreciera a ayudar.
―Lo haré.
No lo haría, pero Frank no necesitaba saber eso. Los seres humanos que
trabajaban en la mansión necesitaban protección, no estar en una batalla.
Capítulo Siete
Phoenix no podía creerlo cuando escuchó el primer aullido lastimero.
―Idiotas.
―Mierda, entraron en el bosque, ¿no? ―Preguntó Lorrie.
Los vampiros se volvieron hacia la zona de donde los aullidos venían.
―Debe haber pensado que estabas escondiendo algo.
Lorrie cruzó los brazos sobre su pecho.
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―¿Qué quieres hacer?
―Debería dejarlos a su suerte―dijo Phoenix. ―Se les advirtió.
―Tal vez debería haber mencionado a los psicóticos elfos del bosque.
Paulie se volvió para mirar por la ventana.
―Sí, quizás. Creo que deberíamos ir a ver si hay algunos cachorros
abandonados que salvar―dijo Phoenix.
Lorrie asintió. ―No lloraré al alfa, pero el resto de la manada no merece su
destino.
Ese era el problema con los lobos. Seguían a su alfa no importando cómo
de horribles las ideas de su líder fueran. Los vampiros no seguían
ciegamente, lo que daba buenos y malos resultados.
―¿Crees que nos van a atacar?―Lorrie preguntó, con una expresión
preocupada en su cara.
―Espero que no―Phoenix abrió el camino. Nadie se apresuró a ser el
primero en entrar en el bosque encantado. Los elfos del bosque no
apreciaban los visitantes.
El llanto de los lobos seguía sonando en el aire como si los shifters
estuvieran tratando de consolarse unos a otros sobre su situación.
Sólo tomó dos pasos antes de que encontraran el cuerpo del alfa Linson.
Los amplios ojos ciegos revelaron a Phoenix que no era necesario
inspeccionar más al shifter.
―Supongo que no tienes que preocuparte por él―dijo Lorrie.
―Supongo que no. Qué desperdicio. Si el alfa sólo hubiera mantenido su
acuerdo, aún podría haber estado vivo.
Continuaron por el bosque hasta que llegaron a un claro. Jaulas de madera
colgadas de los árboles. Shifters en su pelaje y en forma humana se
acurrucaban en racimos.
―Esto no puede ser bueno―dijo Paulie.
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―No, no puede―Phoenix acordó.
―Tan amables por unirse a nosotros ―una voz sedosa anunció justo antes
de que todo se volviera oscuro.
―Yo también. Eres mío Declan. Ya sea que lo admitas o no, estamos
destinados a estar juntos.
El silencio de Declan se extendió en un minuto insoportable antes de que
hablara de nuevo.
―Lo soy.
Sonriendo Phoenix tiró de su compañero cerca. Ahora podía descansar.
Capítulo Nueve
Al día siguiente, Declan dejó la mansión mientras el sol aún estaba alto.
Mejor averiguar lo que los elfos de verdad querían antes de que Phoenix se
despertara. El vampiro le había indicado más de una vez a Declan que debía
ignorar a los elfos y simplemente mantenerse alejado del bosque sin
importar qué promesas se intercambiaron.
Declan vestía pantalones de mezclilla, una camiseta y zapatillas de deporte
cómodas para a visitar a los elfos. No sería atrapado con su atuendo
elegante de costumbre mientras penosamente pasaba a través del bosque,
no de nuevo. El paseo parecía más corto sin la noche oscura y la sensación
del mal impregnando la escena. Declan caminó hasta que llegó al punto en 85
que había estado la noche anterior. Ahora no había cambiadores colgados
en las jaulas. Habían desaparecido por completo.
―Me pregunto dónde fueron los shifters―susurró Declan.
―Están camino a casa, querido muchacho―dijo Fraine, apareciendo detrás
de él.
―Decidí que mantenerlos en jaulas era inhumano, incluso si no eran
humanos.
Declan se quedó mirando al elfo por un momento, preguntándose por qué
mintió cuando sabía que Declan podía detectar la diferencia.
―Apenas llegaste―dijo Fraine. ―Yo quería asegurarme de que el trato era
real y no estabas bromeando anoche.
―¿Qué querías enseñarme?―Preguntó Declan. En plena luz del día, los
ojos de Fraine parecían más siniestros. Tal vez debería haber escuchado a
Phoenix después de todo. Más vivir si su amante estaba en lo cierto.
―Pensé que íbamos a empezar con lo básico.
―¿Qué sería?―No tenía idea de lo que se consideraba fundamentos para
los elfos.
―Anillos de poder como ese.
Señaló a las líneas dibujadas en la tierra, líneas que rodeaban a Declan. Él
había entrado directo en medio de un círculo mientras hablaba con Fraine.
―Activar―dijo Fraine en un tono normal. Lo que sucedió no fue normal,
sin embargo.
Llamas blancas estallaron a su alrededor. Sin calor emitido por el fuego
misterioso, pero el crepitar de la electricidad se hizo eco en el círculo.
―¿Qué hiciste?―Un cosquilleo de energía brilló a través de él. Lo reconoció
como magia de la tierra, pero no sabía su propósito.
Fraine sonrió.
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―He estado pensando en maneras de atraerte fuera de la mansión por
meses. Casi te tuve la primera vez. ¿Quién sabría que todo lo que tenía que
hacer era capturar a un estúpido vampiro y habrías venido de buen grado a
mi trampa?
El mismo vampiro estúpido que había advertido a Declan de no venir hoy.
Él debería haberlo escuchado.
¡Phoenix! Declan mentalmente gritó. Phoenix había dicho que él podía
escucharlo si él se proyectaba lo suficientemente alto. ¿Eso incluía a
distancia?
―No te preocupes, será sobre todo sin dolor―Fraine canturreó.
Los otros elfos del bosque se acercaron al círculo, aparentemente
fascinados. Un elfo intentó poner el dedo en la llama, sólo para ser
abofeteado por otro.
―¿Qué hace? ―Uno de los elfos formuló.
―Drena su magia. Es como energía pura sin explotar. Sólo podrá ser un
medio elfo, pero él es una fuente de potencia.
Declan se dejó caer de rodillas, el mundo que giraba a su alrededor.
―Estás cometiendo un gran error.
Tenía que permanecer consciente. Si cerraba los ojos, sería todo.
Fraine rió.
―¿Crees que tu vampiro puede ayudar? He demostrado la poca resistencia
que tienen a la magia.
Declan se rió sin control cuando una familiar energía se movió a través de
él, manteniéndolo de perder el conocimiento.
―No es Phoenix de quien tienes que preocuparte.
―Yo no tengo que preocuparme por nadie. Una vez que tenga la magia,
podremos recuperar nuestras tierras y volveré al lugar que me corresponde
como gobernante. Siento que tengas que ser el sacrificio, pero entérate que
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está ayudando a todo un pueblo―dijo Fraine.
―Yo no quiero morir―dijo Declan. Deseó poder recuperar las lastimosas
palabras, pero despojado de su energía, se sentía como un niño otra vez
con los adultos tomando todas las decisiones por él.
―No te voy a matar, querido, y después de unos años, olvidarás que incluso
tuviste magia. Estoy seguro de que tu vampiro se hará cargo de ti―dijo
Fraine.
Una ola de afecto se vertió a través de él, y Declan sonrió.
―Estás en problemas ahora.
Fraine resopló. ―No estás en condiciones de hacer nada.
―Pero yo sí ―dijo una voz femenina.
Declan parpadeó, tratando de despejar la humedad de sus ojos.
―Hola mamá.
―Hola, querido―La pequeña rubia entró en el claro. Ataviada con un
vestido de servicio marrón, con una pequeña escobilla colgando de un
cinturón alrededor de la cintura, la madre de Declan se acercó al círculo.
―No le puedes salvar ―dijo Fraine, su voz no tan firme como antes.
No se molestó en responder. Caminando hacia el borde del círculo, examinó
las runas.
―Ese trabajo es de mala calidad. Ustedes los jóvenes no saben cómo hacer
cualquier trampa adecuada.
Sacando su escoba de su cinturón, se arrodilló delante de las llamas. Un
golpe rápido de la escoba a través del círculo derrumbó toda la cosa.
Energía serpenteante atravesó a Declan como si hubiera tomado adrenalina
líquida, con el corazón acelerado como si tratara de compensar la
desaceleración de antes.
―Gracias, mamá―dijo Declan.
―Realmente deberías haber escuchado a tu pareja―ella reprendió. 88
Fin
Sobre la Autora
Amber Kell es una soñadora que ha estado escribiendo las historias en su
cabeza durante el tiempo que ella puede recordar.
Ella vive en Seattle con su esposo, dos hijos, tres gatos y un perro muy
estúpido.
Para saber más acerca de sus libros actuales u obras en curso, echa un
91
vistazo a su blog en
http://amberkell.wordpress.com.
Sus fans también pueden contactarla en
Facebook:
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Email:
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Blog:
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Créditos
Dark Fae
Dragon Moon
Clau
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Agradeciendo a todo el staff de