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Mi Hombre
Declan
Dedicatoria
Para mis fans amantes de la fantasía

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Capítulo Uno
Declan West arreglaba la guarida. Esponjando las almohadas y verificando
que no hubiera una mota de polvo adornando cualquier superficie. Después
de comprobar tres veces que todo estaba asentado en su lugar correcto, le
dio a la habitación un gesto complacido. Con sus tendencias obsesivo-
compulsivas saciadas temporalmente, Declan dejó la oficina de su amo y se
dirigió a la puerta principal.
El reloj dio la medianoche cuando llegó a la puerta doble de madera. Sin
comprobar la mirilla o mirar a través de las ventanas de la fachada, abrió
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las puertas mientras que su maestro, Phoenix Moorhaven, subía por las
escaleras.
―Buenas noches, Declan―dijo Moorhaven con su voz rica y suave.
―Es técnicamente días, señor ―Declan lo corrigió automáticamente como
la hacía todos los días en ese momento.
―Así es ―el vampiro estuvo de acuerdo, con los ojos dorados brillando con
diversión.
―¡Dejas que tu siervo te hable de esa manera!― La dama rubia en el brazo
de Moorhaven se burló de Declan.
―Cuida tus modales, querida. Yo podré ser el líder de los vampiros, pero es
Declan el amo de mi casa ―Moorhaven regañó. Su tono podría haber sido
leve, pero su expresión fue más fría que el Círculo Polar Ártico.
Declan tomó el abrigo de Moorhaven sin comentarios. La opinión de una
rubia vagabunda no significaba nada para él. Su maestro la follaría,
chuparía, y la arrojará al amanecer. Moorhaven nunca guardaba su comida
por mucho tiempo. Por lo que Declan podía decir, su maestro no tenía
interés en cualquier ser humano, hombre o mujer, más allá del sustento.
―El estudio está preparado para usted, señor ―Declan pinchó, ansioso de
tener a los vampiros fuera del camino para que pudiera terminar sus
rituales de la mañana.
La cálida sonrisa de Moorhaven, que guardaba sólo para Declan, alivió su
irritación. Podría ser simplemente un sirviente, pero Declan sabía lo mucho
que el vampiro apreciaba el buen funcionamiento de su casa. El placer de
Moorhaven por el trabajo de Declan se mostraba en los muchos bonos que
Declan encontraba en su cheque de pago.
―Buenos días, maestro Lorrie, no lo vi al principio. Por favor, acepte mis
disculpas―Declan saludó al acompañante vampiro de Moorhaven.
Lorrie Bellows, el segundo al mando del aquelarre de vampiros, le dio a
Declan un gesto amistoso.
―Está todo bien. Sé que yo no existo hasta que hayas atendido a Moor.
Declan concedió a Lorrie una de sus raras sonrisas. Lorrie tenía una manera 5
de ganar sin utilizar la sobre adulación. Siempre había unos pocos que
intentaron llegar a Moorhaven a través de su siervo preciado, obligando a
Declan a perder su valioso tiempo regresando sus regalos y sobornos.
La integridad de Declan no estaba en venta.
―¿Puedo tomar su abrigo señor y el de su acompañante?
Ambos entregaron sus caros abrigos. El bocado de Moorhaven para la
noche no se había molestado ya que llevaba una chaqueta, probablemente
preocupada por ocultar su escote.
Declan podía haberle dicho que el vampiro se preocupaba más por su
sangre que por sus pechos, sin embargo se quedó en silencio. Él nunca
interfería con los donantes, siempre y cuando no hicieran lío en la casa.
Declan colgó las chaquetas con meticuloso cuidado, y luego cerró la puerta
sólo para darse la vuelta y encontrar a toda la fiesta mirándolo.
―Hay bebidas y aperitivos en el salón oeste―informó.
Siempre ponía comida para los invitados. Ellos tendían a tener hambre
después de que los vampiros eran alimentados.
En serio, ¿por qué se seguían ahí viéndolo?
Moorhaven asintió y pasó un brazo alrededor de su comida para la noche
dirigiendo a la chica.
―¿Así que cuando vas a dejar a Moorhaven y venir a trabajar para
mí?―Lorrie bromeó mientras pasaba caminando.
Moorhaven se dio la vuelta abandonando a su cita. ―¿Qué?
Declan no rodó sus ojos, pero sólo porque le quitaría su dignidad.
―El Maestro Lorrie parece pensar que estoy mal pagado y sobrecargado de
trabajo ―explicó.
Mientras hablaba, la mirada de Declan se concentró en un pedazo de pelusa
pegado al traje de Moorhaven. Molesto por que se había pasado de su
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inspección anterior, se acercó y lo arrancó de la chaqueta del vampiro. Rozó
con cuidado la tela para suavizar la ligera marca que había hecho con las
uñas. Declan casi saltó cuando una gran mano inclinó su barbilla hacia arriba
hasta que vio a su jefe a los ojos.
―¿Estabas pensando en dejarme?
Por un momento, le pareció ver un destello de dolor en los ojos de
Moorhaven pero abandonó una idea tan tonta.
―No sea ridículo, señor. ¿Por qué iba yo a irme de aquí? Eres un excelente
empleador.
―Bien―Moorhaven acarició la cabeza de Declan como a una mascota
favorecida. —Estaría perdido sin ti.
Señaló con el dedo a Lorrie.
―Te prohíbo que robes a mi mayordomo. Todo el aquelarre estaría en
desorden si Declan no estuviera aquí para mantenerme en línea.
Lorrie rió. ―Seguramente tú exageras.
Moorhaven negó con la cabeza.
―No. Declan organiza mi vida a la perfección, por lo que no van a
molestarlo.
La cabeza de Declan consiguió otro toque.
―Toma el resto de la tarde libre, Declan, y no te vayas vagando en el
bosque. Casi me dio un ataque al corazón la última vez.
No se molestó en reconocer la orden que gruñó Moorhaven.
―Le veré más tarde, señor―Él dio al Maestro Lorrie una mirada de
reproche que se encontró con un meneo lúdico de cejas.
Sacudiendo la cabeza, Declan se dirigió a su habitación. No quería estar
cerca mientras que los vampiros eran alimentados. A veces sus parejas
gemían muy fuerte. Eso sólo indicó a Declan que necesitaba encontrar un
amante, pero quien iba a reunirse con un mayordomo un poco neurótico
que tenía que estar veinticuatro horas al alcance de su jefe. Pocos hombres 7
aguantaban ser el segundo lugar por cualquier tipo de trabajo, y mucho
menos uno que involucrara vampiros.
De vuelta en su habitación, Declan abrió su perfil en el sitio de citas en línea
al que recientemente se había unido. Pasó las próximas horas yendo a
través de biografías improbables y correos electrónicos sucios que había
recibido mientras había estado trabajando.
―No estás todavía enojado conmigo, ¿verdad?
Phoenix vio a su mejor amigo servirse otro whisky. Las chicas ya se habían
ido, después de haber sido metidas en su limusina previamente organizado
por el súper eficiente Declan.
―Aléjate de mí mayordomo. No me gusta ver a Declan perturbado―dijo
Phoenix.
―Se necesitaría un desastre natural o una manada de motas de polvo para
que el hombre se preocupe. Él es imperturbable. ¿Estás seguro de que no
es un robot?
Phoenix dio una carcajada.
―Sí, estoy seguro.
―¿Alguna vez has probado su sangre? ―Preguntó Lorrie con curiosidad.
―¡No! Él es mi siervo, no es mi fuente de alimento―Frunció el ceño a su
amigo.
Lorrie le dedicó una sonrisa alegre.
―Bueno, entonces no te importara si tomo un sorbo siempre y cuando no
te lo robe.
La charla de Lorrie terminó cuando Phoenix cruzó la habitación y envolvió
sus dedos alrededor de la garganta de Lorrie. Se acercó demasiado de modo
que no hubiera ninguna manera de que su advertencia no fuera oída.
―Si alguna vez pones un colmillo en mi mayordomo, voy a arrancarte todos
los dientes y tendrás que encontrar la manera de chupar la sangre a través
de una pajita. 8

Phoenix sacudió a su mejor amigo, golpeándolo repetidamente contra la


pared cuando la ira quemaba a través de él como un incendio forestal fuera
de control. ―Nadie toca a Declan.
―Whoa―la suave voz de Declan rompió a través de la ira de Phoenix.
Manos suaves tiraron ineficazmente de su muñeca.
―Maestro Phoenix, suelte al Maestro Lorrie.
Lanzó a su amigo, contento cuando se desplomó con un golpe en el suelo.
―Te pido perdón, Declan, perdí los estribos―se disculpó con su
mayordomo. Él odiaba que Declan lo viera en algo menos que su mejor yo.
El mayordomo lo miró fijamente durante un largo momento. Los ojos de
Declan eran el barómetro de su alma. Verde luminoso cuando estaba feliz,
verde oscuro cuando estaba triste y un avellana incierto cuando estaba
trastornado. Phoenix odiaba el avellana, el color frente a él en ese
momento.
―Creo que el Maestro Lorrie puede ser el que le debe a usted una
disculpa―Declan reprobó.
―Está bien, Declan. Lo estaba probando―Lorrie se puso de pie con una
compungida mueca.
Declan se pasó una mano por el cabello dorado como el amanecer. Lo
mantenía con un corte pulcro, que siempre hacía a Phoenix querer
desordenarlo. Un Declan libertino sería demasiado para la vista. No es la
primera vez que se preguntaba como su mayordomo se vería desnudo y en
su cama, pero se negaba a alterar su casa haciendo un pase con la única
persona que mantenía su mundo junto.
―Por favor, absténgase de conseguir que lo maten―Declan regaño a Lorrie
antes de girarse sobre un zapato muy pulido y caminar hacia la puerta.
Phoenix miró a su amigo.
―Me me ste en problemas. Mi café probablemente estará frío cuando me
despierte. 9
Odiaba cuando Declan estaba molesto con él. En lugar del buen
funcionamiento de un Declan feliz, toda la casa sufría.
Lorrie rió. ―No puedo creer que dejes que ese humano gobierne tu casa
con puño de hierro.
Phoenix se encogió de hombros. ―Declan man ene las cosas en perfecto
orden. Esa es una insustituible habilidad. No quiero que se preocupe por
que un vampiro visitante lo vaya a morder. Está fuera de los límites y eso es
definitivo.
Lorrie se levantó del suelo. ―¿Alguna vez sale de la casa?
―Por supuesto―Phoenix buscó en su mente.
―Los miércoles. Cada miércoles sale.
―¿A dónde va? ―Preguntó Lorrie, sus ojos se iluminaron con curiosidad.
―¿Por qué demonios te importa? Deja de especular sobre mi mayordomo.
De hecho, vete a casa. Trabajaremos mañana.
A Phoenix no le gustó el nuevo interés de Lorrie en Declan. Ninguno debería
estar pensando en su siervo en absoluto. Tal vez debería dejar de invitar
gente a su casa, sólo se animó al pensar que Declan estaría disponible. Otros
vampiros se ponían celosos al ver cuán eficientemente el mayordomo de
Phoenix manejaba su hogar.
Por primera vez en siglos, su buen amigo rasgó los nervios de Phoenix
totalmente. Por no mencionar que el día siguiente era miércoles, el peor
día de la semana. No le importaba si Frank, el segundo mayordomo, hacía
un trabajo decente. No era Declan. Declan añadía un cierto garbo a todo. Él
no sólo traía el café de Phoenix colocado en el ángulo perfecto sino con la
cantidad exacta de la sangre que le gustaba.
Lorrie frunció el ceño. ―Mañana es miércoles, ¿no es así?
―Sí.
―Tal vez deberíamos empezar a salir los miércoles. Frank nunca trae mi
bebida adecuadamente―Lorrie reflexionó.
Phoenix se rió. 10

―No tenemos días libres. No se puede supervisar el comportamiento de un


aquelarre si no se está disponible cuando lo necesitan.
Lorrie dio un largo suspiro. ―Bien. Pero creo que dar al mayordomo un día
libre está altamente sobrevalorado.
―Yo también. Te veo mañana.
Cuando Phoenix se sentó mirando el fuego, Declan llegó con una bandeja
familiar.
Phoenix vio como el mayordomo dejó el plato de servir. Una jarra de café
de plata y una bandeja con sus galletas favoritas descansaba en la parte
superior.
―Pensé que estabas fuera por esta noche. Por cierto, ¿cómo sabías que
estaba estrangulando a Lorrie?
Declan sonrió.
Phoenix hizo una pausa de levantar su taza para admirar la inusual vista. A
veces se olvidaba de que su rígido y precioso mayordomo estaba todavía en
sus veinte años. Empujó sin piedad la información a la parte posterior de su
cerebro donde pertenecía.
―Usted estaba haciendo tanto ruido que pensé que sería mejor salvar al
Maestro Lorrie―Decían explicó.
Phoenix se rió. ―Y cómo sabes que yo no estaba siendo herido.
Bajo su mirada fascinada, Declan levantó una ceja.
―No lo creo. El Maestro Lorrie podrá ser irreverente y no le dará el debido
respeto que su posición merece, pero nunca le atacaría físicamente, y si lo
hiciera, me gustaría encargarme de él.
Phoenix apoyó la barbilla en la mano, fascinado.
―¿Y cómo detendrías a un vampiro?
Declan levantó la mano, mostrando el amplio anillo antiguo que siempre 11
llevaba.
―Se trata de un anillo con veneno. Tiene polvo de cicuta en el interior por
protección.
―¡En serio! ―El polvo de cicuta concentrado fácilmente podría dejar a un
vampiro inconsciente, si no lo mataba. El placer llenó a Phoenix cuando
miró a su empleado bajo una nueva luz. El meticuloso, tímido Declan tenía
las bolas de titanio para mostrar a su jefe vampiro que llevaba alrededor
veneno suficiente para eliminar a un vampiro.
―Nunca lo supe. ¿No eres un hombre de sorpresas? Espera, siempre has
usado el anillo.
Declan le dio una sonrisa pícara. ―Mi madre me lo dio cuando le dije que
iba a trabajar para un vampiro. Sé que no me va a atacar, pero a menudo
tiene invitados.
Phoenix asintió. ―Excelente idea. Es posible que desees considerar una
pistola de dardos también.
Declan se dio la vuelta y levantó la parte posterior de su chaqueta
perfectamente adaptada para exponer una pequeña pistola de dardos
escondida en la parte trasera de la cintura con un extremadamente buen
culo.
―Um, buen trabajo―Phoenix consiguió ahogar su oleada de lujuria.
¡Mierda!
Declan bajó su chaqueta y se dio la vuelta.
―¿Hay algo más que pueda conseguir para usted, señor?
“Colócate desnudo sobre mis rodillas. Déjame follarte hasta la
inconsciencia”.
Phoenix sacudió la cabeza para responder tanto a su empleado como tratar
de sacar las imágenes traviesas de su cabeza.
―No gracias.
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Declan dio unos pasos hacia la puerta antes de detenerse.
―Tengo que confesar que jugueteé con su café.
―¿Qué quieres decir con jugueteaste? ―¿Su servidor de confianza le había
envenenado? ¿Y si era así por qué iba a decirle a Phoenix al respecto?
La inquietud de su siervo llamó la atención de Phoenix. La actitud calmada
habitual de Declan rara vez se mostraba deshecha como lo hacía ahora.
―La nuevo orden de sangre sintética no ha llegado todavía. Usé un poco de
mi propia sangre para su preparación. No sé la salud de sus otros
empleados, así que no quería la oportunidad de contaminar su sistema.
La sangre de una persona enfermiza o enferma podría estropear a un
vampiro durante meses. Phoenix apreciaba el cuidado de su mayordomo,
incluso cuando su polla se endureció por cómo su café sabría a Declan.
―Gracias. La próxima vez no sientas que tienes que sacrificar tu propio
cuerpo por mi café.
Declan se ruborizó de un bonito color rosa mientras asentía. Dio media
vuelta y se dirigió hacia la puerta sin decir nada más. La anticipación tenía a
Phoenix expectante mientras llevaba la taza a los labios. El aroma envió a
sus encías un hormigueo. Inclinando la taza, bebió el líquido amargo. El
sabor ácido del café alcanzó su lengua un segundo antes de que otro sabor
explotara a través de sus sentidos con el poder de un tsunami.
La sangre de Declan tenía una firma más compleja que cualquiera que
Phoenix hubiera alguna vez consumido antes. Sólo le tomó un momento
para darse cuenta de por qué. Su mayordomo no era del todo humano,
definitivamente parte humano, humano y algo más, algo con una antigua
línea de sangre.
Tarareando felizmente, Phoenix pulió su taza de café y se sirvió otra desde
el pequeño bote proporcionado. Suficiente energía zumbaba a través de él
mientras terminaba el resto de su trabajo, se preguntaba cómo sabría la
increíble sangre de Declan probada directamente de la fuente.

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Capítulo Dos
Declan examinó su reflejo en el espejo. Inclinando su cuerpo, decidió que
no se veía mal. Se había pasado el día en el centro comprando un nuevo
guardarropa para salir y la caliente reina hombre lobo que había estilizado
su cabello juró que Declan podría tener sexo en cualquier momento y en
cualquier lugar si seguía unos sencillos consejos de moda.
Después de pasar los dedos recubiertos de gel por el pelo, Declan
desabrochó otro botón, exponiendo la clavícula, pero nada más. Pudiera ser
que necesitara sexo, desesperadamente, pero él no era una puta.
La ropa que había elegido fue hecha de materiales blandos y se cortó para 14
enfatizar la forma de su cuerpo. Incluso las botas de motorista eran de
cuero italiano y hacían un agradable sonido de fuertes pisadas cuando
caminaba. Iban bien con la nueva moto que había comprado esta tarde.
Había conseguido su licencia hacía un tiempo, pero había esperado hasta
que tuviera el suficiente dinero en efectivo para comprar una adecuada
moto antes de ir de compras. Al crecer con una madre soltera, Declan sabía
todo acerca de vivir dentro de sus recursos.
Se deslizó en su chaqueta de cuero antes de salir de sus habitaciones. Por
lo general salía por la entrada de sirvientes, pero había estacionado su
nueva moto en el frente así no tenía que hacer de vuelta todo el camino
desde el garaje. Por desgracia, todos los mimos que se había dado por su
apariencia lo habían sacado de su horario y el resultado fue que Declan
estaba bajando los escalones justo cuando el Maestro Phoenix y Maestro
Lorrie subían.
―¿Declan?
La expresión horrorizada de Phoenix hizo a Declan preguntarse si debía
regresar y cambiarse.
―Lo siento, Señor, yo planeaba estar fuera de su camino antes de que
llegara a casa. Frank debe tener todo preparado―Declan no podía hacer
que las palabras balbucientes dejaran de salir de sus labios.
―Su envío de sangre llegó, por lo que todo está listo para la noche.
Los vampiros realmente sólo necesitaban alimentarse dos veces a la
semana, pero a menudo ansiaban el sabor, incluso cuando no necesitaban
el alimento.
―¿A dónde vas?―El Maestro Phoenix preguntó, sus ojos brillando con
desaprobación.
Declan se encogió ante el tono afilado de su amo.
―A encontrarme con una cita―respondió Declan.
―¿Vas a ir de esa manera?―El Maestro Phoenix señaló el vestuario de
Declan.
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Declan miró de un vampiro al otro, luego de vuelta otra vez.
―¿No les gusta?―Él se giró para que pudieran obtener el efecto completo.
—El peluquero prometió que follaría.
Joder, nunca había visto que los ojos de un vampiro se volvieran rojos antes.
El Maestro Phoenix era conocido por su temperamento, pero él nunca lo
había perdido con Declan.
Lorrie agarró a Declan por el hombro y lo correteó por las escaleras.
―Vete. ¡Fuera de aquí mientras puedas! ¡Diviértete! ¡Ten relaciones
sexuales! ¡Ten sexo divertido!
Desconcertado pero con ganas de escapar, Declan se deslizó en su moto,
luego agarró su casco de donde lo había dejado enganchado en el manillar.
Aseguró el casco a su cabeza antes de arrancar la motor. Con un cauteloso
saludo a los vampiros, se fue. Quizás Lorrie podría mejorar el estado de
ánimo del Maestro Phoenix. Ansioso por la noche por delante, Declan
desestimó el comportamiento extraño del vampiro.
Empujando los pensamientos de su jefe de todos los rincones de su mente,
Declan se centró en el chico que tenía que conocer. Se decía que los
hombres lobo eran amantes increíbles. Declan tenía la esperanza de
encontrar uno esta noche.
Phoenix dejó escapar un rugido de rabia mientras su mayordomo salió,
luciendo sexy con sus botas de motociclista. Gruñendo, se volvió a su
segundo al mando.
Lorrie levantó las manos a la defensiva.
―Ahora, Moor, él es un hombre sano que necesita el sexo. No debemos
intervenir en el camino de tu buen mayordomo consiguiendo una rápida
follada.
Las encías de Phoenix dolieron cuando sus incisivos empujaron a través de
la superficie blanda. Incluso con su temperamento tan volátil, no había
realmente perdido el control en años. Rojo pasó ante sus ojos.
Alguien, en algún momento de esta noche, iba a tocar a su mayordomo. 16
Suyo. No podía soportar la idea de una persona sin nombre, sin rostro
tocando a su hermoso Declan.
El dolor salió de la nada, agudo y furioso.
―Joder, por qué me pegas―Se frotó la mejilla donde Lorrie le había
abofeteado.
―¡Tienes que calmarte y dejar tu fijación con Declan―dijo Lorrie.
―¿Qué pasa si alguien lo lastima? ¡Me gusta que esté aquí donde puedo
protegerlo!
Cualquier cosa podría sucederle a Declan afuera en el mundo sin Phoenix
viendo su espalda.
—Él es un hombre dulce. Alguien podría aprovecharse injustamente de él.
¿Y si su cita no es lo que parece? No sabemos nada de él. En el futuro, voy
a decirle que todas sus citas tienen que someterse a pruebas. ¿Cómo voy a
conseguir trabajar ahora?
La frustración quemó a través de Phoenix, manteniendo sus nervios de
punta. Cualquier cosa podría sucederle a su adorable mayordomo afuera
en el mundo. Le gustaba Declan metido en su casa donde Phoenix podía
mantener un ojo en él y asegurarse de que nada perturbe la existencia
ordenada de Declan.
―Voy a enviar guardaespaldas para cuidarlo―Lorrie prome ó.
―Ve que lo hagan―Phoenix gruñó. ―Él no necesita que ningún psicópata
lo toque.
―Ellos no lo protegerán de alguien que intente meterse en sus
pantalones―Lorrie previno.
―¿Por qué infiernos no?―Phoenix preguntó con indignación.
Lorrie rió. ―Porque incluso el Sr. Tenso-con-una-varilla-en-su-culo necesita
tener sexo en algún momento. Él sigue siendo un hombre joven. No alejes
eso de él.
Phoenix apretó los dientes.
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Nadie debería tocar a Declan. Su perfecto mayordomo debía conservarse
en uno de sus estantes sin polvo y guardarse como un tesoro de valor
incalculable, tal vez ser colocado detrás de un cristal para que otros no
tengan la tentación de tocarle. La idea de otro hombre manoseando a su
mayordomo hizo que Phoenix tuviera ganas de gritar y rasgar las cosas.
Gruñendo, él pisoteó entrando en la casa.
Frank lo saludó con una taza de sangre caliente.
―¡Gracias!―Phoenix espetó mientras aceptaba la sangre.
Frank suspiró y dio un paso atrás.
―¿Dónde está la mía?―Preguntó Lorrie.
―¡Oh, lo siento, señor!―El segundo mayordomo dio a Lorrie una mirada
nerviosa. ―No lo esperaba a usted.
―¿No te dijo Declan que esperaras a Lorrie?―Preguntó Phoenix. ¿Tal vez
su mayordomo estaba distraído por su cita? Tal vez este extraño significaba
mucho para Declan. Diablos, ¿Qué sabía Phoenix realmente? Declan podía
estar en una relación y nunca decirle.
―Uh-S-sí señor. Simplemente no lo recordé―Frank tartamudeó.
―¿Se te olvidó? ―Phoenix miró al hombre con incredulidad. Declan nunca
olvidaba nada.
Lorrie intervino rápidamente, su segundo al mando calibró correctamente
el aumento del temperamento de Phoenix.
―Moor, déjalo ir. Él se olvidó. No es el fin del mundo. Todavía puede
traerme una taza―Él dio al siervo tembloroso una mirada mordaz.
―Yo…no va a suceder de nuevo. Iré por su taza de inmediato, Maestro
Lorrie―Frank tropezó con sus palabras en su carrera por aplacar a los
vampiros.
―Vamos a estar en el estudio―dijo Lorrie. Agarró el brazo de Phoenix y tiró
de él a la guarida.
―Declan no olvida nada―se quejó Phoenix.
18
―Por supuesto que no, pero Declan está a sólo un paso de bebé de ser una
máquina―Lorrie se lanzó a una cómoda silla.
Phoenix dejó la taza de sangre sobre la mesa y se sentó detrás de su
escritorio.
―En realidad creo que es en parte elfo doméstico.
Lorrie inclinó la cabeza mientras examinaba Phoenix.
―¿Y cómo lo sabes? Nunca muerdes al personal.
―Me dio un poco de café anoche con una gota de su sangre en ella. Él
definitivamente no es del todo humano.
―Hmm―Lorrie se reclinó en su silla y entrecerró los ojos en Phoenix.
―Eso explicaría su habilidad natural para mantener tu casa en perfecto
orden.
Phoenix asintió. ―Eso explicaría mucho, en realidad.
―Tal vez debería venir a trabajar para mí. Te estás convirtiendo en un poco
obsesivo. ¿Qué vas a hacer si encuentra al hombre perfecto?
Phoenix sonrió, dejando que sus incisivos se deslizaran hacia abajo de
nuevo. Se habían retraído durante su confrontación con Frank, pero la idea
de Declan permitiendo que otro hombre lo tocara sacó la bestia de Phoenix.
―No va a ser capaz de conservar a un hombre. Declan es totalmente
obsesivo. Va a doblar a cualquiera.
―¿Y si no lo hace?―Preguntó Lorrie.
―Voy a enterrar el cuerpo donde Declan nunca pueda encontrarlo.
—Problema resuelto—Phoenix se relajó con su fácil solución, sus dientes se
retrajeron con el feliz pensamiento.
Lorrie suspiró. ―¿No entiendes realmente el concepto de ser obsesivo, o
si?
―Voy a dejar que Declan saque el sexo fuera de su sistema, pero si piensa
traer a otro hombre a mi casa, es mejor que sea como alimento ―declaró
19
Phoenix.
Lorrie giró los ojos.
―Enciende la computadora. Vamos a hacer algo antes de que tengamos
que explicar todo sobre la sangre y las abejas a Declan cuando regrese. A
menos que decida pasar la noche...
Phoenix sabía que su amigo se burlaba de él por diversión, pero la imagen
de Declan durmiendo en los brazos de otro maldito hombre lo empujó
sobre el borde.
―Volverá pronto. Tiene trabajo mañana, y Declan no es nada si no
dedicado.
Esperaba que su predicción se hiciera realidad, porque nadie estaría a salvo
si Phoenix perdía a su mayordomo.

La música en el bar pulsaba a través del cuerpo de Declan como un ritmo


de vida. Él se balanceó hacia atrás y adelante al ritmo mientras se abría paso
entre la multitud. No le había dicho a su jefe que tenía una cita a ciegas.
El Maestro Phoenix hubiera rodeado a Declan con tantos guardaespaldas
que nunca habría divisado al hombre que esperaba resultara ser su pareja.
Nunca había salido con un hombre lobo antes, pero no hacía falta ser un
genio para reconocer al que estaba sentado en el bar. El cabello oscuro del
hombre crecía grueso en su cabeza, y desprendía un aura de otro mundo
que Declan sólo había visto en los vampiros.
Cuando Declan se acercó, la cabeza del hombre giró. Ojos verdes salvajes
examinaron a Declan con una mirada ardiente.
―Debes ser Declan―Su voz baja y ronca, atravesó la música fuerte como
un cuchillo caliente a la mantequilla.
―Sí. ¿Supongo que eres George?―Respondió Declan. 20

George asintió. Sin quitar los ojos de Declan, se deslizó del taburete con una
gracia que solamente un shifter podría lograr. Si Declan hubiera intentado
esa maniobra, habría atrapado su pie en un escalón y caído sobre su rostro.
Súper organizado, sí. ¿Agraciado? Ni en un millón de años.
El hombre lobo se acercó a Declan como un depredador acechando a su
comida. Agachándose, él metió la nariz en el cuello de Declan.
―Hueles delicioso.
―Um, gracias―Un escalofrío recorrió la espalda de Declan. Por un
momento, se preguntó si tal vez todo esto fue un terrible error.
―No te preocupes, hermoso, tengo todo po de ideas sobre qué hacer
contigo esta noche―George le informó.
―Oh, bueno―Declan hizo retroceder sus nervios. Él no debería sentirse tan
nervioso. Ambos sabían por qué estaban allí. George pasó un brazo por la
cintura de Declan, su mano enorme abarcaba toda la espalda de Declan.
―Tú eres sólo una pequeña cosita, ¿verdad?―George gruñó.
Si el brillo en sus ojos era una indicación, le gustaba la disparidad de sus
alturas. El hombre lobo jaló a Declan más cerca hasta que pudo sentir la
forma de la erección del shifter contra su estómago.
El pene de Declan tembló en respuesta, pero no se levantó por completo.
Imágenes de la expresión de enojo del Maestro Phoenix aparecieron en su
mente.
Sacudiendo la cabeza, Declan resueltamente empujó los pensamientos de
su maestro a un lado. No podía permitir que su jefe controlara su vida. El
maestro vampiro podría estar a cargo de él en la casa, pero Declan quería
una vida real, una que incluía el sexo como parte de la ecuación. Un varón
sano necesitaba un desahogo físico, y George parecía más que dispuesto a
ayudar a Declan con su problema.
George tomó otra aspiración de Declan. ―¿Qué eres?
―Humano―Maldita sea, se había preocupado por eso. Dependiendo de 21
qué tan fuerte fuera el shifter, algunos de ellos podían reconocer el tipo de
paranormal por su olor.
―No eres del todo humano―George gruñó.
Declan suspiró. ―Mi madre es un elfo doméstico.
George relajó la tensión que se había acumulado después de la segunda
aspiración.
―Eso explica por qué eres tan pequeño.
―¡No soy tan pequeño!―Declan frunció el ceño.
Una sonrisa burlona curvó los hermosos rasgos del hombre lobo.
―Supongo que eres un gigante entre los elfos domésticos.
Declan entrecerró los ojos, pero antes de que pudiera decir nada, dos
vampiros aparecieron, posicionándose a ambos lados de George.
―¿Hay algún problema, Declan?―Paulson, que era conocido como Paulie,
dio a George una mirada poco amistosa.
―No, no hay problema―Declan hizo un gesto espantando con la mano.
No necesitaba a dos vampiros jodidamente grandes arruinando su acción.
Iba a tener sexo esta noche, o daría rienda a suelta a sus impulsos psicóticos
y sacaría a un par de vampiros.
Ambos vampiros desaparecieron como si se hubieran convertido en niebla.
Conociéndolos, probablemente lo hicieron.
―¿Por la diosa de la luna que fue eso?―George dejó de bailar.
―Vampiros―Declan dio un suspiro de resignación. ―Mi empleador
probablemente los envió a cuidarme.
George sacudió sus manos lejos de Declan como si se hubiera incendiado.
―¿Qué quieres decir?
―Mi jefe es un vampiro―Declan habló, palabras lentas y cuidadosas en el
caso de que el hombre lobo no lo pudiera entender.
―Y a él le importa dónde te encuentres, ¿por qué?
22
El rostro de George mostró un nivel de miedo que Declan no entendía.
―¿Cuál es el problema?
―Responde a la pregunta―George exigió.
―Probablemente se preocupa porque mañana cuando se despierte, él
quiere que su ropa esté lista, el café preparado y sus papeles alineados.
El Maestro Phoenix no era nada si no un animal de costumbres.
―¿Cuidas la casa de un vampiro?― George inclinó la cabeza como si Declan
se hubiera convertido en una criatura extraña y no supiera cómo lidiar con
él.
Declan asintió. ―Te dije que yo era parte elfo doméstico.
―¿Y a él le importa tanto su café para poner a dos poderosos vampiros en
tu pista para asegurarse de que estás a salvo?―preguntó George como si
Declan no hubiera hablado.
―¿Cómo diablos voy a saberlo? ¿Oye, vamos a tener sexo o no?―Declan
había pensado que los hombres lobo eran del tipo jode-ahora-y-pregunta-
después. George tenía demasiadas preguntas y no suficiente acción.
George dio un paso hacia atrás, sacudiendo la cabeza.
―Oye, eres muy lindo, pero sólo soy el cuarto en mi manada y no puedo
desencadenar una guerra con los vampiros por algo de sexo fácil.
―¡No vas a empezar una guerra!― Declan protestó, pero no negó el sexo
fácil. Fue por eso que se reunieron.
George negó con la cabeza.
―Hice mis estudios de vampiros como todos los demás, y los vampiros son
solamente protectores de las personas que les preocupan. No quiero
encontrarme a mí mismo drenado porque toqué al chico juguete de un
maestro vampiro. ¿Para qué vampiro trabajas?
23
―Phoenix Moorhaven―Declan sabía que había dado la respuesta
equivocada cuando George se dio la vuelta y se fue sin decir nada más. La
esperanza de una noche caliente con el bruto shifter desapareció con él.
Bastardo.
―Supongo que la cita acabó, ¿eh?―Paulie palmeó a Declan en la parte
posterior.
―Sí―Declan se volvió hacia el vampiro. El cabello y ojos oscuros de Paulie
eran un perfecto complemento de sus características oliváceas. Todos los
vampiros eran atractivos a su manera, y Paulie no fue la excepción.
―¿Qué? ―Paulie preguntó cuándo Declan seguía mirándolo.
―¿Supongo que no estás interesado en algo de sexo rápido?―Había
convencido a su cuerpo que tendría suerte. Su erección no apreció el
cambio de planes.
La sonrisa resplandeciente de Paulie animó a Declan un poco.
―Cariño, si no pensara en que Moor arrancaría mi garganta, me encantaría
ir sobre esa oferta.
Declan suspiró.
―Ese parece ser el consenso de la noche.
El vampiro se metió las manos en los bolsillos delanteros de sus vaqueros.
―¿Puedo obtener un aventón en tu nueva moto?
―¿Qué pasó con Spence?―Preguntó Declan.
Paulie asintió a donde el vampiro rubio bailaba con un hombre alto de
cabello oscuro. ―Creo que se va a quedar.
―Claro, vamos. Parece que no estoy teniendo suerte esta noche.
Si ellos se estrellaban en el camino, por lo menos el vampiro podría
resucitarse a sí mismo.
―Si no puedo tener relaciones sexuales, por lo menos puedo disfrutar de
mi moto. 24

―Ese es el espíritu. Si te hace sentir mejor, creo que eres un pedazo de culo
caliente―Paulie ofreció.
―Gracias―Declan abrió el camino fuera del club. Esto significaría más si el
vampiro estuviera dispuesto a hacerse cargo del problema de Declan, la
falta de sexo, pero ningún vampiro inteligente se enfrentaría al Maestro
Phoenix.
―¿Dónde conociste el hombre lobo? ―Preguntó Paulie.
―En un si o de emparejamiento. No pensé que trabajar para un vampiro
podría llegar a ser un tema de citas―Declan frunció el ceño.
Paulie asintió. ―Por lo general no lo es, pero Moor toma tú protección muy
seriamente.
Declan giró los ojos. ―Él tiene que relajarse. Le prometí que no lo dejaría si
encontraba a mi Señor correcto.
Él pasó la pierna sobre la silla, se puso el casco, a continuación, se instaló
cómodamente en su motocicleta. ―Vamos.
―Genial―Paulie se deslizó detrás de Declan, envolviendo sus brazos con
fuerza alrededor de él.
―Eres bastante sólido para un mayordomo.
―Hago ejercicio.
El Maestro Phoenix tenía un gimnasio completo en la mansión. Durante sus
horas de descanso, Declan aprovechaba las instalaciones. Nunca había visto
a nadie usarlas. Los vampiros no tenían necesidad de hacer ejercicio, por lo
que ni siquiera sabía por qué había un gimnasio.
―Agradable―Los dedos de Paulie apretaron un poco más antes de
apresurar a Declan a salir del estacionamiento.
El vampiro se agarró con fuerza para no caerse. El derramar en una moto
no mataría a un vampiro, pero la raspadura del asfalto picaría como una
perra. Treinta minutos más tarde, Declan entró en el garaje de la mansión
y bajó a Paulie antes levantarse y quitarse el casco. 25
―Gracias por el paseo―Paulie le dedicó una sonrisa maliciosa.
―¿Por qué estás toqueteando a mi mayordomo?―El Maestro Phoenix
apareció en el garaje, sus incisivos al descubierto cuando se acercó al otro
vampiro.
―Buenas tardes, Maestro―Declan se insertó sutilmente entre los
vampiros.
—Paulie vino a casa conmigo después de que mi cita arrojó mi culo.
Maestro Phoenix frunció el ceño. ―¿Por qué alguien te botaría?
El ego de Declan tomó un impulso. ―Porque al parecer trabajar para un
vampiro es malo para mi atractivo con las citas.
―Entonces es un tonto ―Maestro Phoenix se burló.
—Agradable moto por cierto, ¿pero no piensas que es un poco peligroso
para alguien tan frágil como tú?
―Yo no soy frágil―Declan frunció el ceño.
―No te comparas con un vampiro. Paulie podría tener un accidente, pero
a ti podría matarte. Dame las llaves.
El Maestro Phoenix tendió la mano imperiosamente.
―No le voy a dar las llaves de mi moto―Declan las me ó en el bolsillo y se
pasó los brazos sobre su pecho. De ninguna manera iba a renunciar a su
motocicleta. La acababa de comprar.
―Yo-yo tengo que ir a hacer algo―dijo Paulie y salió corriendo.
Cobarde.
Declan no se volvió para darle a Paulie mucha atención. Su mirada
permaneció centrada en su jefe.
―¿Crees que no voy a ir tras esa llave?―Preguntó el Maestro Phoenix.
Declan trató de mantener la calma y no presionar su cuerpo contra el del
Maestro Phoenix.
26
―Estoy seguro que no hay nada en mi contrato que diga que mi jefe puede
controlar mis opciones de vehículos o acariciarme para quitarme las llaves.
―Entonces tenemos que reescribir los términos―El Maestro Phoenix
gruñó.
―No voy a tolerar que te lesiones.
¿Tolerar?
Antes de que Declan pudiera llegar a una buena respuesta, el Maestro
Phoenix deslizó sus dedos en el bolsillo de Declan, rosando la erección de
Declan a su paso. Declan se sacudió por el tacto.
―¿Qué tenemos aquí?―El Maestro Phoenix ronroneó. Sacando las llaves
de Declan con su mano derecha, y apretó su mano izquierda contra la
erección de Declan.
—Desde que soy responsable de la pérdida de tu cita, lo correcto sería que
reemplazara a tu pretendiente perdido.
Declan se rió para ocultar su nerviosismo.
―¿Pretendiente?
―¿Jode amigo?―El Maestro Phoenix ofreció. Empujó con más fuerza
contra el bulto de Declan.
Un gemido se desarrolló en la garganta de Declan. Instintivamente se
acercó más, buscando más fricción. Él debería objetar. Si tenía algún
sentido de auto conservación, se habría dirigido hacia afuera. En cambio, se
quedó allí de pie y dejó que su jefe lo acariciara. Había soñado con el toque
del Maestro Phoenix, a solas en su habitación por la noche. La realidad era
mucho mejor que cualquier sueño.
Tan cerca.
―No. ¡Espera!―El Maestro Phoenix ordenó.
―Aquí no. No voy a follarte en el suelo grasiento de mi garaje. Si tienes
alguna objeción, hazla ahora. No voy a tenerte diciendo más tarde que te
obligué. 27
―No me puedo concentrar cuando hace eso―Él gimió.
―No quiero que te concentres. Quiero llevarte a la cama y oler tu aroma
en mis sábanas cuando me despierte mañana.
Declan casi se vino sólo con las palabras del Maestro Phoenix. Casi podía
ver la imagen que el Maestro Phoenix creó con sus palabras.
―Está bien, podemos ir a la cama―él estuvo de acuerdo antes ser
inteligente y salir.
El Maestro Phoenix lanzó a Declan por encima del hombro, haciéndolo
graznar. El mundo se volvió borroso a su alrededor cuando el vampiro
utilizó su súper velocidad para aparecer en la mansión, las escaleras, y luego
a su habitación. Antes de que Declan pudiera centrarse en su entorno,
aterrizó en la cama, rebotando ligeramente desde la altura en que el
Maestro Phoenix lo soltó.
El colchón se hundió bajo su peso.
―Tiene memory foam―dijo con deleite. Sólo supervisaba al personal de
limpieza en las habitaciones del Maestro Phoenix. En realidad no cambiaba
las sábanas. Se movió en el cómodo colchón.
Las mejillas del Maestro Phoenix se sonrojaron. ―Me gusta la forma en que
me acuna.
Declan sonrió. No había esperado algo tan totalmente dulce.
―Es cómodo—ofreció.
―Lo es―El Maestro Phoenix se quitó la camisa, dejando al descubierto un
cuerpo elegante y bien definido. Los vampiros eran más delgados mientras
que los shifters eran más musculosos, pero no menos atractivos.
La humedad se agrupó en la boca de Declan mientras se imaginaba
lamiendo la lisa piel del Maestro Phoenix. Declan no podía esperar para
tocar y probar al vampiro de pie delante de él.
―No olvide los pantalones―recordó afortunadamente.
El Maestro Phoenix rió. ―No haría eso. Mi mayordomo tiene algo sobre
28
hacer las cosas correctamente.
Declan asintió.
―Me gustan las cosas correctamente, Maestro Phoenix.
Él empujó a la parte posterior de su mente que estaba teniendo relaciones
sexuales con su empleador. Cuando había empezado en este trabajo, lo
primero que su madre le había advertido era no apegarse a la familia. Y
hasta esta noche, Declan había hecho un buen trabajo en mantener su
distancia, pero el Maestro Phoenix le adeudaba un buen polvo que
planeaba cobrar.
Con dedos ágiles, el Maestro Phoenix desabrochó fácilmente los pantalones
de Declan y los tiró fuera de su cuerpo, arrastrando la ropa interior de
Declan con ellos.
―Quítate la camisa―el Maestro Phoenix exigió.
Declan se incorporó lo suficiente para quitarse la camisa, luego se recostó.
Extendió sus brazos a los lados, ofreciéndose a sí mismo al vampiro.
―Oh, maldita sea―susurró el Maestro Phoenix.
—Sabes exactamente cómo empujar mis botones.
―Debería.
Había visto lo suficiente para saber lo que excitaba al vampiro, y él
definitivamente conocía los deseos del Maestro Phoenix. Aunque, había
pensado que el vampiro prefería a las mujeres pechugonas que a los
hombres bajos y flacos. Había mantenido sus pensamientos llenos de lujuria
en el dormitorio en caso de que el Maestro Phoenix tratara de leer su
mente.
―Eres hermoso―el Maestro Phoenix envío lejos cualquier preocupación
que Declan pudiera tener acerca de su atractivo.
El Maestro Phoenix se quitó el resto de su ropa, y luego se arrastró de nuevo
hasta la cama. Sus ojos brillaban con deseo mientras subía por el cuerpo de
Declan.
29
―No sé si esto es una buena idea―murmuró Declan incluso mientras
trataba de controlarse esperando por el primer roce de piel contra piel. Su
madre nunca lo perdonaría por esta brecha en el protocolo.
El Maestro Phoenix se congeló.
―¿Por qué? No tengo que tomar tu sangre si estás preocupado por el dolor.
―¡No!―Gritó Declan. —No me importa que me muerda. Yo ... umm ... no
importa. Me preocupa en general por la dinámica empleador-empleado.
―No te preocupes. No voy a despedirte incluso si decides que prefieres no
ser mío. Aunque no haré ninguna promesa de no asustar a tus citas. La idea
de otro hombre tocándote me da ganas de darle caza y arrancarle el
corazón―el Maestro Phoenix explicó como si fuera la cosa más razonable
del mundo.
El corazón de Declan dio un vuelco ante esa revelación.
―No creo que eso me persuada de que esto es una buena idea.
El Maestro Phoenix sonrió, una sonrisa con dientes afilados.
―Esta es la mejor idea que he tenido―Antes de que Declan pudiera
expresar cualquier otra posible objeción, el Maestro Phoenix lo besó.
La virginidad de Declan había desaparecido hace varios años, y había
pensado que su experiencia le había preparado para la mayoría de los
estilos de hacer el amor. Había tenido hombres que lo golpearon contra la
pared, o le hablaron dulce para sacarlo de sus pantalones, y todo lo demás.
El Maestro Phoenix lo abrumó. Tal vez los vampiros hacían el amor mejor o
tenían habilidades de súper sexo, pero Declan se derritió bajo las manos de
su amo. El Maestro Phoenix tocó a Declan como si fuera la única persona
que quedaba en el mundo y el vampiro planeara mantenerlo en su cama
hasta el fin de los tiempos.
―Eso es todo, mi chico dulce. Relájate y te haré mío―el Maestro Phoenix
ronroneó.
Declan se quedó sin aliento cuando el raspó los incisivos en su pezón 30
derecho.
―Ooh, sensible. Vamos a tener mucha diversión―dijo el Maestro Phoenix.
―Sólo si me jode pronto. Voy a explotar―Declan gimió. Había tenido una
erección desde que había estado esperando tener relaciones sexuales
desde antes de salir, y estar tan cerca del Maestro Phoenix le excitaba más
allá de la razón.
El Maestro Phoenix metió la nariz en el lugar donde el cuello de Declan y el
hombro se reunían. ―He querido morderte durante tanto empo, pero no
quiero perderte. ¿Puedo morderte ahora, mi dulce niño?
Declan casi gruñó por haber sido llamado niño, pero supuso que junto al
vampiro bien podría serlo. ―¡Sí! ¡Muérdame!
La sensación de los dientes de su amo raspando en su cuello le hizo
arquearse de placer. No era extraño que las comidas de noche del vampiro
siempre parecían tan satisfechas cuando se iban.
―¿Sabes por qué escojo hembras para mis comidas, Declan?
―N-no―Declan tartamudeó. ¿Cómo podría responder a una pregunta
cuando su cuerpo vibraba con las ganas de venirse? ¿Por qué el Maestro
Phoenix escogió este momento ahora para jugar a las veinte preguntas?
―Debido a que no siempre puedo controlarme cuando chupo y follo
hombres. Me atraen ambos sexos, pero las mujeres no son tan atractivas
sexualmente, así que puedo dejar de beber antes de que se sequen.
Declan cerró los ojos como si eso fuera suficiente para bloquear las palabras
del vampiro. Él no quería oír hablar de la vida sexual del Maestro Phoenix
con los demás, no mientras estaban desnudos en la cama juntos.
Sin embargo, el Maestro Phoenix no podía ser rechazado. Giró la cabeza de
Declan hacia él. ―Mírame, cariño. Quiero ver el color de tus ojos.
―¿Por qué?―Preguntó Declan, parpadeando hacia el Maestro Phoenix.
―Porque yo siempre sé cómo te sientes por su color―Su sonrisa se hizo
más amplia. 31

―Bien, verde claro. Quieres esto tanto como yo.


―No estaría en su cama si yo no le quisiera―Declan replicó, frunciendo el
ceño.
―No quiero que digas después que te seduje. No sería capaz de soportar
que me odiaras después de que tengamos sexo.
Declan tomó el rostro de su amo.
―Yo no le odiaría, pero voy a terminar sin usted si no me jode pronto.
El Maestro Phoenix rió.
―Lo suficientemente justo.
El vampiro pasó sobre Declan para agarrar un recipiente medio usado de
lubricante. Lo levantó para que Declan lo inspeccionara.
―La mayor parte de este tubo se ha u lizado conmigo imaginándote en mi
cama.
Declan sonrió. No tenía idea de que su amo lo había querido tan malamente
o incluso en absoluto.
―¿Por qué no dijo alguna vez algo?
―Porque mientras estabas en mi casa, me quedé satisfecho. Ahora que
tienes decidido encontrar un hombre, no estoy contento con el
pensamiento de que estés corriendo alrededor sin reclamar en mi hogar.
Tengo que hacerte mío en todos los sentidos. Pero, Declan, una vez que te
reclame, no puedes volver a la caza. Sólo serás mío. Yo no comparto.
¿Comprendes?
Declan se quedó helado. ―No puedo comprometerme. Aún no.
―¿Por qué no?
―Porque no estoy listo―Con el Maestro Phoenix acariciando su cuerpo era
un milagro que pudiera hablar.
―No voy a dejar que veas a nadie más. 32

Declan se sentó. ―Nadie me posee.


La mano del Maestro Phoenix en su hombro le impidió salir de la cama.
―No te vayas Declan. He soñado con que estés aquí por tanto tiempo. Lo
siento si no estás listo y te voy a dar tiempo, pero si llevas otro hombre a tu
cama lo mejor que puedes esperar es que lo deje seco.
Los ojos del Maestro Phoenix se habían vuelto de un rojo misterioso, y la
convicción perseguía cada palabra.
―Es lo justo―Declan tomó el rostro de su maestro. ―No estoy jugando con
usted o tratando de ponerlo celoso. Yo no estoy listo para un compromiso
de por vida después de una cogida.
Él sabía que el vampiro no le mantendría para siempre, pero Declan podía
vivir algunas de sus fantasías antes de que su maestro se cansará de él. La
madre de Declan se decepcionaría de él. Extrañamente, eso no lo desanimó.
Ella lo superaría.
―Eres más que una simple jodida, mi dulce hombre―La voz del Maestro
Phoenix tomó un tono cadencioso que probablemente utilizaba para atraer
a la gente a su hechizo. ―Serás mi todo.
El corazón romántico de Declan le dijo que dejara al Maestro Phoenix
reclamarlo, pero su lado práctico negó el impulso.
―Vamos a ver cómo va. ¿Se fue el estado de ánimo? ¿Deberíamos dejarlo
para la noche?
Una extraña expresión cruzó el rostro del Maestro Phoenix.
―No hay manera de que dejemos esta cama hasta que los dos estemos
sudorosos y demasiado cansados para valernos por nosotros mismos.
Declan se humedeció los labios. ―¿Qué tal si regresamos a la parte
divertida de esta noche?
―Mmm, definitivamente―La voz del Maestro Phoenix rodó a través
Declan cuando el vampiro volvió a adorar el cuerpo de Declan, lamiendo,
chupando, y deslizando sus incisivos a través de la piel de Declan. Declan
casi se vino sólo por eso. 33

―Si no deja esto todo va a terminar pronto.


―Tonterías. Estamos empezando.
Declan perdió el enfoque cuando el Maestro Phoenix empujó un elegante
dedo en su culo, sondeando su próstata.
―Oh, joder―Declan se quedó sin aliento.
―Tengo la intención de hacerlo―El Maestro Phoenix esperó hasta que
Declan se relajó alrededor de él antes de meter un segundo dígito.
―Le necesito―Declan agarró las sábanas suaves y levantó su culo para
alentar a su amante.
―Despacio, muchacho dulce. Conseguirás lo que necesitas.
―¡Le necesito ahora! ―Declan gruñó.
Maestro Phoenix rió. ―Mandón, ¿no?
―Usted ya lo sabía―Declan no había tratado de ocultar su naturaleza
exigente, incluso de su empleador. Eso ayudó a Declan mantener la
mansión en orden. El Maestro Phoenix le dio un beso, un suave roce de
labios. El abrazo era el más suave y más amable que cualquiera que habían
intercambiado antes. El infierno de necesidad se vertió a través de Declan
suavizándose a un deseo doloroso.
―Le voy a dar todo lo que necesite―prometió. —Si me jode.
―Nunca voy a joderte, mi dulce. Te amaré.
Antes de que Declan pudiera decir algo más, el Maestro Phoenix alineó su
pene y empujó dentro. Declan se arqueó contra el colchón mientras su
cuerpo se extendía a una nueva capacidad inesperada.
―Oh, mierda, ¿qué tan grande es usted?―Él había estado tan cautivado
con los besos y toques que no había prestado suficiente atención a la
erección de su maestro. Nunca había tomado a nadie tan grande antes.
―Respira, dulzura. Te tengo―El Maestro Phoenix lamió una larga línea en
la garganta de Declan antes de morder profundamente.
34
Declan gritó. Todo su cuerpo entró en convulsiones cuando un orgasmo de
cuerpo completo lo sacudió de pies a cabeza. Su aliento tartamudeó, y su
mente quedó completamente en blanco cuando expulsó cada gota de
pasión.
Él gimió, un sonido bajo y gutural. ―Oh, mierda.
Ningún amante futuro sería capaz de compararse a su maestro vampiro. No
después de esta noche. El Maestro Phoenix levantó la boca, lamiendo cerró
la herida con su lengua, luego jodió a Declan a través de otro orgasmo. Para
la tercera ronda, Declan se había deslizado en la dicha de la inconsciencia.
Capítulo Tres
Declan despertó envuelto en los brazos de un hombre. Se movió para
liberarse hasta que su cabeza se había aclarado lo suficiente como para
recordar la noche anterior. Entonces un tipo diferente de pánico lo golpeó.
―Oh diablos―susurró. Se había acostado con su jefe. Su madre lo insultaría
si ella se enteraba de esto. Había roto una regla irrompible.
“No te involucres con la familia”.
Como alguien preñado y echado a un lado por el hijo rico de la casa, la
35
madre de Declan sabía de lo que hablaba. Declan se estremeció al imaginar
la decepción que le daría cuando lo oyera. Por lo menos no habría ningún
hijo inesperado de esta unión. No deseado, porque a pesar de sus
problemas, su madre nunca había hecho a Declan sentirse no querido.
Tal vez podría librarse antes de que se convirtiera en un problema. Después
de todo, el Maestro Phoenix había tenido relaciones sexuales con gente
todo el tiempo. Seguramente Declan podía volver a ser el mayordomo
perfecto e ignorar su cita de una sola vez. Hizo caso omiso de la punzada en
su corazón. Él podría darle le vuelta a la situación tanto como quisiera, pero
al final del día, la verdad se mantendría. Se había acostado con su jefe.
Idiota.
De la quietud de su maestro, Declan podía decir que el vampiro dormía el
sueño de los no muertos. Conteniendo la respiración, Declan se deslizó
hasta el borde de la cama. El Maestro Phoenix no se movió.
Agradeciendo a sus estrellas de la suerte, Declan se coló hasta el final del
colchón y se dirigió a la ducha. Una vez que se bañó, se vistió, luego corrió
hacia la puerta.
Saltó a la familiaridad calmante de sus tareas diarias para desgastar su
ansiedad.
Calentando un aperitivo, saltó cuando unos brazos llegaron a su alrededor
desde atrás. La risa familiar del Maestro Phoenix acarició su oreja.
―Buenas noches, mi dulce hombre.
―B-buenas noches, Maestro Phoenix.
―Llámame Phoenix. ―Cuando piensas en mí, todavía piensas en mí como
el Maestro Phoenix. Quiero que pienses en mí como Phoenix. Ya no soy
solamente tu jefe, ahora también soy tu amante.
―No sé si puedo separar eso en mi cabeza, pero lo intentaré.
―Intenta―Phoenix giró alrededor de Declan. Sus ojos eran serios como la
muerte.
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―Crees que puedes barrernos debajo de la alfombra, ¿verdad, mi ordenado
hombre?
Declan se tragó sus nervios. ―Pensé que podría ser lo mejor―confesó.
Aunque había soñado con estar en la cama de su jefe durante los dos años
que había estado trabajando para el maestro vampiro, la realidad pudiera
ser más de lo que podía manejar. El beso de Phoenix, duro y reclamador,
expresó su opinión ante la idea de Declan.
―Tendrás que pensarlo mejor de nuevo. Por fin te tengo donde quiero
duro y debajo de mí ―Él frotó su erección contra Declan para ilustrar su
punto.
―He soñado con alborotar tu meticuloso traje y raspar tus lustrosos
zapatos mientras te desnudo. Disfrutas burlándote de mí con tus formas
ordenadas.
Declan se rió.
―No tenía idea que la pulcritud consigue ponerte caliente. ¿Cómo
averiguaste mi plan diabólico para conducirte a la locura? ―preguntó, sin
aliento ante la sensación de las manos de Phoenix a través de su piel.
Hambriento como cualquier vampiro. Ansioso por toques, besos, cualquier
contacto en absoluto, se movía sin descanso contra la dura estructura de su
amante.
―Porque soy inteligente de esa manera. No te preocupes, mi tentador elfo.
Mi plan es mantenerte. Ocultarte de mí ahora no haría ningún bien. He
probado tu sangre, y puedo encontrarte dondequiera que vayas.
Debería haber encontrado ese comentario espeluznante, pero en lugar de
afectarlo le infundió una lenta corriente cálida.
―¿Tú vendrías a por mí sí me fuera?
―Absolutamente. No te equivoques. Eres mío.
Declan se quedó sin aliento. Maldita sea, ¿cómo podría resistir si Phoenix
se negaba seguir con su plan?
―Fue un error dormir con mi jefe―se apresuró a decir. Allí, él consiguió
37
que las palabras salieran. Seguramente su maestro estaría de acuerdo.
Phoenix deslizó sus dedos por el cabello de Declan, sosteniéndolo
firmemente, luego procedió a sacar los siempre amorosos pensamientos de
Declan. Ya que su maestro no necesitaba respirar, los pulmones de Declan
dolieron por el oxígeno mucho antes de que Phoenix lo liberara. Jadeando,
se inclinó contra el mostrador.
Phoenix deslizó una mano bajo la barbilla de Declan, lo que lo obligó a mirar
al maestro vampiro a los ojos.
―Nunca nos llames un error. Las ideas equivocadas nos mantuvieron
separados, conmigo no queriendo seducir a un empleado y tú evitando una
relación con tu jefe. Nosotros estamos más allá de esas tonterías ahora. Me
perteneces.
Declan se atrevió a mirar a los ojos de su amante.
―¿Y tú me perteneces?
Phoenix vaciló.
―Pienso que no. No voy a ser la pequeña mujer que espera a que su
hombre regrese de juerga. Prefiero terminar las cosas entre nosotros ahora
a que te conviertas en alguien al que no puedo respetar por la mañana.
Se negó a ser la pieza de repuesto de nadie.
―Eres una cosa tan espinosa. Pensé que un buen polvo duro te lo
quitaría―Phoenix sonrió.
—Estoy feliz de informar que tendré que dedicar más tiempo a eso.
Solamente he dudado, porque voy a necesitar una fuente constante de
sangre y no sabía si estabas dispuestos a ser eso para mí. No voy a tener un
donante indispuesto, y la donación por deber en vez de por placer no es lo
que quiero para nosotros.
Declan perdió repentinamente su ira. Phoenix tenía un buen punto. ¿Quería
ofrecer su sangre a un vampiro? Para ser la única fuente de sustento de su
hermoso amante y que Phoenix dependiera de él para salvar su vida. La 38
responsabilidad casi le hizo romper a sudor frío.
―No lo sé―respondió con sinceridad. —Me gustaría decir que sí. Que yo
estaría dispuesto a ser tu todo, pero no sé si puedo ser todo lo que necesitas
para tu sustento y sexo.
La expresión de Phoenix demostró que entendía el dilema de Declan.
―¿Qué te parece si te tomas unos días para decidir? No voy a necesitar
beber de una fuente viva hasta el lunes. Si estás dispuesto a ser mi único
donante de sangre, házmelo saber. Estarás en mi cama, por lo que no
tendrás que ir muy lejos para informarme tu decisión. Si no quieres darme
tu sangre, entonces necesito que seas comprensivo cuando me traiga a casa
un donante. No puedes tener ambos cosas. Sin embargo, cualquier decisión
que tomes no cambia el hecho de que eres mi amante y una mordida de
una noche no te quitará eso.
Declan asintió, su estómago arremolinándose con inquietud.
―Voy a pensarlo.
La imagen en su cabeza de Phoenix mordiendo a alguien más tenía a Declan
agarrándose el estómago. Apartó su ansiedad. Él todavía tenía que
examinar las ventajas y desventajas sin sus emociones desordenadas
haciéndose cargo.
Phoenix le dio un beso duro. ―Vuelve al trabajo. He oído que tu jefe es un
culo duro.
―Es curioso, yo escuché que su culo estaba duro―Declan sonrió, luego se
atrevió a pellizcar a Phoenix antes de salir corriendo de la habitación, su
estado de ánimo más ligero.
―¡Te daré más tarde!―Su maestro le gritó después.
Sonriendo, Declan hizo sus rondas para asegurarse de que la casa de
Phoenix continuaba funcionando suavemente. Podía preocuparse por su
extraña vida sexual después. En ese momento, tenía trabajo que hacer.
Concentrarse en las telarañas y el polvo alivió su ansiedad sobre sus
opciones de vida. 39

Phoenix se quedó mirando el papel delante de él una vez más, tratando de


que las palabras tomaran sentido. Con su mente en Declan, Phoenix no
podía concentrarse en el acuerdo comercial entre su clan vampiro y la
manada de hombres lobo local. Los cambiaformas deseaban arrendar
algunas tierras de él, pero algunos miembros de su aquelarre no querían
que el acuerdo avanzara. Algunos de los vampiros eran anticuados y
mantenían los rencores entre cambiaformas y chupasangres vivos. Phoenix
había vivido lo suficiente para saber que no todos los hombres lobo eran
malos, al igual que no todos los vampiros eran civilizados.
Idiotas.
Hace años, cuando ambos estaban luchando por los recursos limitados y
escondites, tenía sentido competir uno contra el otro. Ahora, sin embargo,
era absurdo no trabajar juntos. Los seres humanos comenzaron a invadir
todos los buenos terrenos de caza, y Phoenix, al igual que muchos vampiros,
había comprado hace años la tierra por lo que su aquelarre podía quedarse
aislado sin humanos notando que no estaban envejeciendo. Con los seres
humanos actualmente conscientes de los vampiros y formándose alrededor
de la cuadra para donarles, era más fácil que nunca ser un vampiro.
Desafortunadamente, todavía los cambiaformas desencadenaban el
instinto de miedo humano e hizo que ignorantes fueran por sus rifles. Ellos
necesitaban a los vampiros mucho más que los vampiros necesitaba a los
shifters. Aun así, sólo tenían sentido si todos ellos estaban trabajando
juntos. Si miraban el uno por otro, habría menos muertes innecesarias
cuando los cazadores y los seres humanos vinieran después por ellos.
Lorrie entró en el estudio.
Phoenix casi dejó caer su papel por la sorpresa.
―Declan no te anunció.
―Declan estaba ocupado. Su cita de anoche llegó a pedir disculpas―explicó
Lorrie. 40

La furia tenía los incisivos de Phoenix descendiendo. Estaría más que feliz
de drenar al intruso hasta la última gota por pensar que Declan
posiblemente pudiera pertenecer a cualquiera que no fuera Phoenix.
―Su cita de anoche fui yo, y si ese cambiaforma toca a mí hombre, voy
arrancarle su cola peluda.
Lorrie se animó con la noticia. ―Oooh, ¿durmiendo con el servicio? ¿Puedo
tenerlo cuando hayas terminado?
Phoenix se movió y envolvió su mano alrededor de la garganta de Lorrie
antes de que se hubiera formado un pensamiento consciente. La cabeza del
vampiro hizo un satisfactorio ruido sordo cuando impacto con la pared.
―Es casi como si desearas la muerte. No se te ocurra tocar a mi
mayordomo―Phoenix gruñó.
Su labio partido donde sus dientes afilados rajaron a través la carne. Ignoró
el dolor en favor de golpear a su mejor amigo. Nadie debía bromear sobre
tocar a Declan.
―Declan es mío―Él no levantó la voz. Empuñó la camisa de Lorrie y
repetidamente lo golpeó contra la pared transmitiendo su ira más de lo que
cualquier tono de enojo podía.
―¡Ay!―Lorrie se quejó. Él trató de apartarse, pero no pudo aflojar el
apretón de Phoenix. —Eso no era necesario.
Gruñendo, Phoenix empujó a su mejor amigo antes de que él se entregara
al impulso de romperle el cuello.
―Estás adquiriendo el desafortunado hábito de burlarte de mí. Confía en
mí cuando digo que eso no terminará bien para ti.
Los ojos de Lorrie se agrandaron al ver la expresión en el rostro de Phoenix.
―Sólo estaba bromeando. No pensé que serías tan violento.
―Declan está nervioso acerca de nuestra relación. Si él te encuentra
haciendo comentarios, podría dar marcha atrás. No sabes lo cerca que
41
estaba de terminar todo esta mañana.
El estómago de Phoenix todavía se revolvió con el recuerdo. Quedarse
dormido con Declan abrazado cerca estaba clasificado como uno de los
mejores momentos de su larga vida. Había mordido a una gran cantidad de
gente, pero podía contar con una mano el número de personas en las que
confiaba lo suficiente como para dormir al lado.
―Voy a mantener mis comentarios para mí, pero joder, Phoenix, no es
como si él fuera tu compañero para siempre.
Phoenix volvió a su escritorio y se sentó de nuevo.
―Vamos a trabajar. Quiero asegurarme de que tenemos las condiciones
adecuadas para que el tratado.
―¡Oh, no. Dime que no te vinculaste con el mayordomo! ―Lorrie suplicó.
—Me dijiste que no molestarias a Declan porque arruinarías la perfección
de esta casa.
Phoenix no podía negar la verdad. Él había reclamado a Declan anoche. Si
el mayordomo lo sabía o no, no importaba. Sus hilos de la vida ahora
estaban trenzados; al final iba a encontrar una manera de decirle a Declan.
Declan todavía pensaba que tenía una opción, tonto hombre. Había
pertenecido a Phoenix desde que accedió a estar en la cama de Phoenix.
―Te lo dije, él es mío―Phoenix no se atrevió a dar un vistazo a Lorrie.
―¿Lo sabe?―Preguntó Lorrie.
Dando un vistazo rápido a través de sus pestañas, Phoenix vio a su amigo
observándolo con una mirada extraña.
Dejando sus papeles, Phoenix se centró en Lorrie.
―¿Cuál es el problema? Verdaderamente, no es como si Declan fuera a irse
o cualquier cosa. Todavía va a hacer su trabajo. Él solamente irá a dormir
en mi cama después.
Una sonrisa se dibujó en sus labios al pensar en Declan acurrucado junto a
él. Sí, él podría acostumbrarse a eso. Declan necesitaba un poco de
42
persuasión, pero no pasaría mucho tiempo antes de que él reconociera la
conexión entre ellos.
Lorrie examinó sus zapatos mientras hablaba. ―Solemos ir y conseguir
nuestra comida juntos. Se sentirá extraño salir solo.
Después de años de la caza con Lorrie, sería extraño recoger los donantes
juntos, pero las cosas cambiaron. Esta vez, para mejor.
―En cuanto a eso, no sé si voy a estar abandonándote todavía. Declan aún
tiene que decidir si quiere ser el único proveedor de mi sangre. Se supone
que me lo dará a conocer después de pensarlo un poco. No le gusta la idea
de otra persona en mis brazos, pero él es demasiado terco para admitirlo.
Declan todavía pensaba que iba a salir con otras personas, pero Phoenix no
se preocupó. Su mayordomo nunca se alejaría.
Lorrie negó con la cabeza.
―De cualquier manera, voy a ser un soltero y tú tendrás al misma hombre
cada noche. No me puedo imaginar que él deje que un donante de sangre
permanezca en tu cama.
Phoenix se rió. ―No creo que deje incluso que un donante vea que tengo
una cama.
Lorrie suspiró. ―Está bien, pero quiero un compañero sexy para mi. Si
vamos a hacer esta cosa de la unión, yo quiero tener a alguien, también. No
puedes ser un viejo hombre casado solo.
―Estoy seguro de que encontrará a alguien, Maestro Lorrie ―dijo Declan,
caminando dentro del cuarto. Puso cuidadosamente un vaso de sangre falsa
junto al lugar de Lorrie en el escritorio y otro al lado de Phoenix.
―No sabía que estabas interesado en encontrar una pareja.
―No lo estaba antes ―Lorrie admi ó.
―Lorrie esta preocupado de que voy a arruinar su vida nocturna―Phoenix
sonrió.
43
Para su sorpresa, Declan dio a Lorrie un examen lento, contemplándolo,
como si buscara la verdad.
―Puedo ver eso, pero dudo que él sea el tipo que quedarse en casa y
languidecer. ¿Qué prefiere los hombres o las mujeres? Siempre había
pensado que las mujeres eran las preferidas del Maestro Phoenix, pero él
cambió mi mente.
Phoenix sonrió a Declan. El impulso de agarrar a su mayordomo tenso y
despeinarlo corrió a través de él. Limpio y responsable, Declan aceleraba su
libido. Quizás Declan podría tomar un pequeño descanso.
―Recuerda que me llamo Phoenix, mi dulce.
Declan le lanzó una mirada molesta.
―Te llamaré Phoenix cuando estamos solos.
Phoenix conocía un límite duro cuando lo oía. Dejó caer el tema. Él podría
regresar a el cuando Declan estuviera más cómodo con su relación,
asumiendo que ese día llegaría. Hasta entonces, podía practicar seducir a
su hombre a través de cada pieza de mobiliario.
Lorrie rompió los pensamientos licenciosos de Phoenix con una sutil
ignorancia de su rica vida de fantasía.
―Prefiero los hombres. Me gustan altos, morenos, guapos, y humanos,
aunque tu amigo lobo es atractivo. Yo estaría encantado de darle una
oportunidad.
―Es una preciosidad, y sé que está disponible. Tal vez deberías hablar con
él―dijo Declan.
Phoenix gruñó ante la evaluación de la apariencia del hombre lobo. Declan
no debe encontrar a nadie que no fuera él atractivo. De ninguna manera iba
a compartir a su amor con otros.
―Puedes olvidarte de ese lobo―gruñó.
―No me voy a olvidar de él―Declan contrarresto―Nosotros vamos a ser
amigos. 44

―Espero que no tengas pensado que sea una larga amistad.


La idea de su compañero destinado siendo amigo de otro chico soltero hizo
que Phoenix quisiera morder a alguien. El lobo sería un buen lugar para
empezar. Él no sería tan hermoso con su garganta arrancada.
La boca de Declan se inclinó hacia arriba en una esquina como si pudiera
leer los pensamientos de Phoenix, pero él no lo miró. Después de completar
su tarea, Declan hizo su despedida normal y salió de la habitación.
―Él es tan formal―Lorrie bromeó.
―No siempre―La sonrisa de Phoenix tenía a Lorrie haciendo ruidos de
arcadas. No importa cuanta edad se tiene, hay cosas que nunca cambian.
—Vamos a terminar mirando por encima de este acuerdo y asegurémonos
de que no hayan pequeños detalles que se puedan utilizar contra nosotros.
Phoenix no confiaba en que el alfa no trataría de conseguir algo más de
ellos. El tipo tenía una sensación viscosa como espuma de charca, y Phoenix
no planeaba ser víctima de sus maquinaciones. Aun así, no podía negar a
una manada entera un lugar para correr debido a que su alfa emitía
vibraciones como las de un vendedor de automóviles usados.
Lorrie asintió. ―No me gusta este tipo tampoco.
Capítulo Cuatro
Declan sabía que tendría que decirle a su madre acerca de Phoenix. La
llamaba cada martes y nunca le había guardado nada a ella en su vida.
Después de todo, ella le había hecho ser autosuficiente. Por desgracia, eso
no significaba ser autosuficiente de ella. Contarle primero antes de que ella
se enterara sería mejor para Declan a largo plazo y lo que le haría si lo
descubriera.
Su teléfono celular sonó.
Echando un vistazo a la pantalla, él hizo una mueca. 45

Pulsando el botón para conectar, contestó el teléfono. ―¿Mamá?


―¿Qué pasa? ―Preguntó sin las cortesías habituales.
―¿De qué estás hablando?
―Puedo sentir tu ansiedad desde aquí. ¿Qué te está preocupando de
nuevo?
Declan gimió. ―Pensé que ibas a estar fuera de mis asuntos. ¿No tuvimos
esa discusión el mes pasado?
Por supuesto, no se había acordado, pero pensó en traerlo de nuevo a
colación. Su madre suspiró por teléfono, por lo que Declan sonrió. Podía
decirle el nivel de su frustración por la longitud de sus suspiros.
―Me preocupo. Sabes que lo hago. Es el trabajo de una madre mimar a sus
hijos, y eres el único que tengo.
Declan frunció el ceño.
―¿Porqué es eso?
―¿Por qué es qué, querido?
―¿Por qué soy tu único hijo?
Como un elfo doméstico, su madre todavía se veía joven y hermosa y
probablemente lo haría por los próximos doscientos años. Ella no debería
tener problemas para encontrar una pareja.
―Sabes que nunca le daría la oportunidad a otra pareja de la casa. No
después del último.
―Sí, pero ¿qué pasa con los elfos domésticos calientes?
El silencio casi crujió entre ellos.
―¿Me estás preguntando si tengo relaciones sexuales, hijo?
―¡Oh, no! ¡Dios, no! Maldita sea, ahora tengo que tener mi cerebro
blanqueado.
46
La idea de su madre teniendo sexo le puso un poco enfermo. Descarta eso,
muy enfermo.
―No, sólo me pregunto por qué has estado sola todos estos años. A menos,
por supuesto, que tengas un pedazo de hombre al lado y simplemente no
quieres decirme.
―¿Quién es el nuevo chico?
―¿Qué?―Una táctica dilatoria débil en el mejor de los casos, pero la única
que se le ocurrió.
―Vamos, Declan. No empezaste a preguntarte acerca de mi vida amorosa
de la nada. Es obvio que has conocido a alguien y ahora estás empezando a
pensar en las relaciones de otras personas. No soy estúpida. Puedo decir
cuando estás ocultando cosas.
―No pensé que fueras estúpida.
A pesar de su mal gusto en los hombres, la inteligencia de su madre siempre
lo había impresionado. Nadie pasaba más allá de ella.
―Responde a la pregunta―La suave voz de su madre adquirió un tono duro
que recordaba desde la infancia cada vez que hacía algo mal.
―Me enamoré de mi jefe.―Carrereó las palabras juntas por lo que sonaba
casi como un largo insulto de sílabas.
Como tomar una mala medicina, si él lo sacaba de una sola vez tal vez no
sería tan malo. Su grito demostró que estaba equivocado una vez más.
―¡Declan! ―Sostuvo el teléfono a un palmo de su oído mientras su diatriba
continuó. Cuando su voz se desvaneció a un estruendo normal, lo sostuvo
cerca de nuevo.
―Te advertí sobre esto―Las lágrimas que podía oír en su voz se quebraron.
―Mirándolo positivamente, no puede dejarme embarazado―Declan dijo
con un tono alegre.
Risas acuosas llegaron desde el otro lado de la línea. ―Dile que si te rompe
el corazón, él nunca va a vivir un día confortablemente.
47
―Oh, mamá, eso es escabroso. ¿Qué pasa si yo le rompo el corazón?
Declan se removió bajo la invisible observación de su madre. Sabía que se
refería a la tradicional maldición elfo. Si Phoenix rompía el corazón de
Declan, la casa nunca estaría a la temperatura correcta, sus sillas girarán
entorno a la piedra, y la integridad de su casa estaría en peligro de extinción.
―Entonces, él probablemente se lo merecía―No había piedad en la voz de
su madre.
Declan suspiró. ―Phoenix es un buen hombre para ser un vampiro.
No iba a dejar a su amor indefenso. Hizo una mueca mientras corría las
palabras a través de su cabeza segundos antes de que su madre gritara de
nuevo.
―¡Un vampiro! Cuando dijiste jefe, yo estaba esperando que hubieras
cambiado de hogar y se te olvidó contarme.
Ella parecía más resignada que sorprendida. Su arrebato fue menos de lo
que esperaba. Declan se relajó un poco.
―No mamá. Phoenix es mi nuevo hombre.
―Espero que sea una fase que estás pasando. Llámame el martes y dime
cómo te está yendo.
―Sí, mamá―Después de las despedidas habituales, Declan desconectó con
una oleada de alivio.
―Tú madre no lo aprueba, ¿verdad?―Declan se dio la vuelta para hacer
frente a Phoenix. La forma magra del vampiro dominó la puerta. Con el ceño
fruncido y torciendo los labios.
―Um, no―No tenía sentido mentir. Phoenix probablemente había
escuchado toda la conversación.
Phoenix se acercó hasta que sus manos se posaron sobre cada lado de la
pared, enjaulando a Declan con su cuerpo. ―¿Es la cosa de ser vampiro?
Él respiró hondo, dejando que la rica fragancia masculina de Phoenix le
calmara. Si hubiera sido un shifter, habría rodado alrededor de la fragancia 48
del vampiro y untado sobre su ropa. Los elfos domésticos no tenían una
forma de reclamar a sus compañeros. Se unían con ellos, pero no mordían
o arañaban. Declan hizo una nota mental para preguntarle a su madre si los
elfos domésticos o no hacían nada o ellos estaban más cerca de los seres
humanos, que llevaban anillos como símbolo de su conexión.
Declan imaginó la expresión de Phoenix si insistía en hacer que el vampiro
llevará un anillo. Obligó a su atención a regresar a la conversación y fuera
del delicioso aroma de Phoenix.
―Sólo en parte debido a que eres un vampiro, pero más porque eres mi
jefe. Mi padre era una de los dueños de casa. Él sedujo a mi madre, y luego
su padre la pateó fuera cuando se quedó embarazada.
Los incisivos de Phoenix brillaron fuera.
―Dime quién es este hijo de puta y lo voy a matar por ti.
Declan sacudió la cabeza.
―No es necesario. Cuando él echó a un elfo doméstico, selló su destino.
Hace mucho dejó de querer saber del hombre cruel que lo había
engendrado. Alguna gente no se merecía una segunda oportunidad.
―¿Qué pasó? ―Sus dientes de vampiro retrocedieron cuando se calmó al
oír el tono tranquilo de Declan.
―Mi madre maldijo la casa antes de irse. La casa respondió causando una
fuga en la instalación de gas y todo el lugar explotó. Nadie en la familia
sobrevivió.
―Wow―Phoenix palideció. ―Eso es un hechizo impresionante.
―Ella es sexta generación de elfo domésticos puros. Yo soy el primer
mestizo que ha habido.
El resto de la familia había estado apoyando a su madre y la ayudó a
levantarse, pero siempre había habido alguien que menospreciaba a Declan
por su sangre mezclada. Tal vez por eso él había trabajado tan duro para ser 49
el mejor mayordomo que pudo. Si no podía tirar tanta magia en una casa,
como sus familiares, podía al menos mantenerla en perfecto orden.
Phoenix envolvió sus brazos alrededor de Declan y lo apretó contra su
cuerpo duro.
―Creo que tu sangre es muy sorprendente. Un día, me gustaría conocer a
tu madre. Ella suena como una mujer extraordinaria.
Declan asintió. ―Ella lo es. Trabaja en un hotel del centro. No confía en sí
misma lo suficiente para vincularse con una familia de nuevo.
―¿Por qué has venido a trabajar para mí?―La cara de Phoenix mostró
confusión, como si fuera la primera vez se le ocurrió preguntárselo.
―Vi tu anuncio y pensé que era hora de independizarme. Mi madre pensó
que merecía una casa que cuidar.
Declan hizo un gesto con la mano para abarcar la habitación.
―Es una residencia bastante increíble la que tenemos aquí. Me gusta ser tu
mayordomo.
―¿Vas a disfrutar de ser más? ―Phoenix deslizó su mejilla contra Declan y
marcándolo con su olor.
―¿Estás tratando de advertir a los shifters que mantengan su
distancia?―Phoenix asintió.
―Cualquier cambiaformas sabrá que eres mío. Si pensara que me fueras a
dejar, me frotaría contra ti todas las noches antes de salir de la cama. Así
no habría errores de a quien perteneces.
¿Podría satisfacer a Phoenix dentro y fuera de la cama? Las viejas
inseguridades se levantaron.
―Yo quiero ser todo para ti, pero seriamente, nunca he sido un donador de
sangre hasta anoche.
La suave sonrisa de Phoenix se diferenció de su expresión fría habitual. A
más amable, la más dulce expresión que Declan nunca había visto en el 50
rostro de Phoenix antes.
―Declan, sé que tienes dudas, pero todo saldrá bien.
Ahuecando la cara de Phoenix, Declan se puso de puntillas y le dio un suave
beso en la boca del vampiro.
―Eso espero. Voy a confiar en . No rompas mi confianza, o un accidente
de gas parecerá poca cosa con lo que te voy a hacer.
Él no tenía la habilidad de su madre, pero tenía algo de su capacidad. La
magia de Declan dormía como un gato perezoso al sol. Si despertaba, sus
garras destruirían la tapicería y las cortinas antes de realmente empezar a
hacer algo de daño. Ante la suave mirada de Phoenix y sus delicadas
caricias, Declan se fundió en un charco de baba, disolviendo su ligera
resistencia.
Los ojos de Phoenix brillaban con ternura.
―Amo a un hombre que sabe cómo amenazar adecuadamente.
El corazón de Declan dio un vuelco cuando Phoenix dijo la palabra con A,
pero se recuperó.
―¿No se supone que debes estar trabajando?
―Vine a verte. Podía sentir que estabas molesto por algo―Phoenix besó a
Declan de nuevo con el aire de un hombre que sabe que tenía derecho de
tocar a otro.
―¿Puedes sentirme?―La idea de que tanto su amante y como su madre
estaban en la misma longitud de onda que Declan lo perturbó en muchos
niveles.
―Sí. ¿Tal vez hablar con tu madre no era la mejor idea hoy? No me gusta
que ella te molesta.
―Estoy bien. En realidad se lo tomó mejor de lo que pensaba.
Él no compartiría sus amenazas. Ellos lo harían o no entre los dos sin la
amenaza del fuego, el hambre, o una inundación. 51

La sonrisa de Phoenix e dio Declan un suave resplandor.


―Ella me amenazó, ¿eh?
―¿Puedes oír mis pensamientos?―Su sangre se heló. Siempre había
preferido el anonimato de un buen servicio. En realidad, nadie se daba
cuenta del mayordomo a menos que estuvieran en medio de un misterioso
asesinato.
―Desde que probé tu sangre―Phoenix confirmó. ―No puedo oír todo.
Sólo cuando lo estás proyectando, y eres un tipo de persona muy tensa.
Declan resopló. ―Lo soy.
Él podía negar la acusación, pero ¿por qué? Estar tenso trabajaba a su favor.
Con él el hogar marchaba, ser cálido y amistoso no hacía las cosas. A su
pueblo podrían no siempre gustarle sus demandas, pero lo respetaban y
Declan se aseguró de que Phoenix pagaba a todos muy bien por sus
servicios.
―No todos los vampiros pueden leer la mente. Yo puedo, pero sólo si la
sangre la tomo de la fuente. Cuando cayó tu sangre en mi café la otra noche,
no pude leer tu mente.
―Las cosas que aprendo sobre vampiros―Declan sacudió la cabeza, y luego
besó a Phoenix de nuevo.
Se quedó sin aliento cuando Phoenix le dio la vuelta y lo empujó contra la
isla de la cocina.
―No sabes lo mucho que quiero desnudarte y joderte en el mostrador.
Ya emocionado por el roce contra el vampiro, la erección de Declan se
endureció completamente. Incapaz de detener la reacción de su cuerpo, él
se apretó contra Phoenix.
―No me puedes decir cosas como esas en el trabajo. Tengo cosas por
hacer.
―Tan responsable―Phoenix le dio un beso-mordida. El labio de Declan se
separó por la presión. Phoenix lamió la herida.
52
―Tan sabroso.
―Hey, si querías almorzar, yo podría haberte llevado algo.
Los vampiros tenían que subsistir con sangre. Algunos de ellos consumían
alimentos. Uno de los deberes de Declan era ver que Phoenix siempre tenía
lo que necesitaba. Su sangre de elfo doméstico le dejaba sentir las
necesidades de la familia dueña de la casa. En este caso, Phoenix, como el
único propietario de la mansión, estaba vinculado a Declan a través del
espíritu de la casa, una relación complicada, ya que por lo general los elfos
domésticos no lo divulgaban a sus propietarios.
Declan se derritió bajo los labios de Phoenix.
Una persona se acercó despejando la garganta. Declan a regañadientes
empujó a Phoenix para enfrentar al intruso. Frank se quedó a unos pies de
distancia, mirando al piso, al techo y a cualquier lugar, menos a ellos.
―Maestro Phoenix, su cita de la cinco de la tarde está aquí.
―Gracias, Frank. Muéstrales la sala de reuniones.
―Sí, señor―Frank hizo una reverencia, se volvió sobre sus talones y se
marchó sin decir nada más.
―Wow, él está bien entrenando ―dijo Phoenix.
―Trato―Frank todavía tenía algunos hábitos descuidados, pero Declan
pensaba que estaba haciéndolo mejor.
―Creo que en unos pocos años más va a ser capaz de ser un mayordomo
por su cuenta.
El agarre del vampiro se tensó. ―Aquí no. Él no obtendrá tu trabajo.
Declan suspiró. ―No. Él no estará tomando mi trabajo. Soy un elfo
doméstico. Necesito un lugar que cuidar, o una parte de mí no va a ser
contenida. Para Frank, es sólo un trabajo. Él va a ser bueno en eso, pero
nunca va a ser parte de su vida.
No sabía cómo explicar la necesidad de cuidar un edificio o cómo se unía
con una casa. Era su herencia de elfo doméstico. Podía ser sólo un mestizo, 53
pero su madre siempre le dijo que tenía buenos instintos.
―Bien―Phoenix besó la frente de Declan. ―Te necesito aquí. No sé mucho
sobre elfos domésticos. ¿Son una especie longeva?
Declan asintió. ―Los elfos domésticos lo son. Soy solamente un medio elfo
y no hay muchos de nosotros, así que no sé cuánto tiempo voy a vivir.
Cualquiera podría morir por una variedad de razones. Declan no se fijaba
en su longevidad. Prefería tomar cada día como llegaba.
―No importa. Una vez que estemos completamente unidos, vivirás
siempre y cuando yo lo haga―Phoenix declaro como si eso pusiera fin a
todos sus problemas.
Declan no tenía el corazón para decirle que había un montón de otras
cuestiones, además de si morían o no de viejos. No estaba a punto de causar
problemas.
Declan se salió de los brazos de su maestro.
―¿Por qué no te vas a tu reunión? No quieres molestar a un grupo de
hombres lobo.
Eran un grupo delicado cuando estaban en un buen estado de ánimo, no
tenía sentido perturbarlos innecesariamente.
―Cierto―Phoenix besó Declan en la frente.
―No creo que esto vaya a tomar mucho tiempo. Hay sólo unos pocos
documentos para firmar.
―¿Quieres que lleve refrescos?―Declan escaneó mentalmente el
contenido del refrigerador.
―Puedo hacer algunos sándwiches a menos que quieras un almuerzo
caliente.
―No, no van a quedarse tanto empo, amor.
―Bueno. Déjame saber si cambias de opinión.
Phoenix le dio un último beso antes de partir a su encuentro. 54
Capítulo Cinco
Phoenix encontró a Lorrie esperando en la sala con cinco shifters. Los
hombres lobo estaban comenzando a pasearse un poco. Bestias
impacientes.
―Lamento haberlos hecho esperar.
―No hay problema. No fue demasiado, pero la luna nueva nos está
montando duro.
El alfa se inclinó ligeramente, reconociendo la posición de Phoenix como
55
líder de los vampiros, pero no por encima del alfa. La mirada del alfa se
mantuvo alrededor de la habitación como si buscara peligros ocultos.
―Como usted probablemente sabe, soy Phoenix Moorhaven.
No cometió el error de dar su mano en saludo. Los shifters nunca daban la
mano a los no-cambiaformas a excepción de propósitos amorosos. Examinó
a los compañeros del alfa con interés.
―Yo soy Alfa Linson. Soy el que puso la solicitud por las tierras de caza.
Estos son algunos de mis miembros de la manada, Max, Boothe, George y
Faulk.
―Mucho gusto.
―George es el que salió con Declan―Lorrie ofreció útilmente cuando llegó
a su lado. Su amplia sonrisa tenía a Phoenix apretando los puños.
―No sabía que era tuyo―George levantó las manos en un gesto de
negación.
La mirada feroz que Linson envió a George debería haberle frito en el acto.
Un escalofrío de malestar se estremeció por la columna de Phoenix. El alfa
expulsaba todo tipo de malas vibraciones, pero Phoenix no podía pensar en
una sola razón para negar la solicitud de los shifters a alquilar la tierra,
especialmente con la generosa cantidad ofrecida. Tal vez demasiado
generosa.
―¿Por qué es que no tienen tierras propias?― Phoenix palpó, tratando de
conseguir una mejor idea de Linson. No pudo precisar qué pasaba con el
alfa que le molestaba. La mayoría de las manadas tenían la tierra que
heredaron de sus antepasados y se pasaban de alfa a alfa.
Linson se encogió de hombros.
―Mi manada tenía demasiados alfas. Nuestras tierras de la manada las
heredó mi hermano mayor. Comencé mi propia manada, pero no tenemos
ningún espacio propio. Somos lobos de la ciudad, pero aun así disfrutamos
de una buena carrera de vez en cuando.
El alfa olfateó.
―Puedo oler un elfo doméstico. Su casa debe estar bendita. No he 56
encontrado un elfo en años. ¿Puedo preguntarle cómo consiguió uno?
―Él vino para una entrevista, y yo lo contraté― Su mente vagaba a Declan.
¿Qué estaría haciendo su bonito semi-elfo ahora que Phoenix lo había
abandonado en sus quehaceres? ¿Estaría desterrando todas las motas de
polvo al infierno y destruyendo el mal de la invasión de telarañas
tímidamente al acecho de su sótano? Cualquier mechón de suciedad era
instantáneamente aniquilado por debajo de la dura atención de su
mayordomo.
―He oído que son difíciles de conseguir, tal vez usted pueda darnos una
recomendación? ―continuó el alfa.
―Necesitamos uno en nuestra casa de la manada. Con tantos de nosotros,
estamos teniendo dificultades para mantenerla limpia.
―Le pediré a Declan y veré si tiene alguna recomendación
Él no haría ninguna promesa que pudiera poner a Declan en una posición
difícil. Había tenido mucha suerte en conseguir a su propio elfo.
―Ahora, para nuestro acuerdo.
Lorrie le entregó el contrato que Linson ya había firmado. Phoenix iba a
asegurarse de que el alfa no añadiera o tachara nada.
Todo parecía en orden. A cambio de dejar que ellos tuvieran un poco de las
tierras de caza, el alfa pagaría una bonita tarifa.
―Eviten los bosques del norte. Hay algunas cosas allí que no quieren
encontrarse.
―¿Qué tipo de cosas? ―Si Linson hubiera estado es su forma de lobo, las
orejas se habrían levantado animadamente.
―No importa. Manténgase fuera de allí―Su corazón aún latía cuando
pensaba en Declan rumbo a la selva. Su pequeño elfo no había ido muy lejos
antes de que Phoenix lo agarrara y tirara de él hacia atrás.
Magia escabrosa vivía en la selva norte. Phoenix podía poseer la tierra por
ley, pero los ocupantes actuales superaban sus derechos sobre la tierra. Las 57
pocas veces que había tenido la tentación de tratar de entrar, la oleada de
magia había sido suficiente elemento de disuasión.
―Voy a dejar mi manada lo sepa ―el alfa dijo de acuerdo.
―Bien. Aparte de eso, todo se ve bien―Él firmó su nombre con una
floritura. ―Además, si mantiene a su manada lejos de mi elfo doméstico,
no vamos a tener ningún problema.
Echó una mirada al shifter insensato, que pensó citarse con Declan antes
despedir a los lobos. Tenerlos alrededor era desencadenar sus instintos
territoriales. Él no quería tenerlos en la casa de Declan. Rodó la idea en su
cabeza. Sí, era la casa de Declan. El mayordomo llevaba la mansión con
mano firme pero justa, y nadie haría cualquier cosa que pudiera desagradar
al semielfo.
―Por favor, diga a su personal que permanezca en el interior durante la
luna llena. No queremos ningún accidente.
El alfa sonrió, una gran sonrisa dentada que indicaba que cualquiera afuera
obtendría lo que se merecía.
Phoenix asintió. ―No, no lo haremos, pero como su tierra de caza es a dos
millas de distancia, no quiero encontrar ningún peludo perdido alrededor
de la mansión. No quiero que mis siervos se sientan inseguros en su casa.
Expuso sus incisivos en un alarde de su propia fuerza. Se negó a ser un
prisionero en su propia casa, y tampoco se lo haría a su pueblo. Si los lobos
resultaban ser una amenaza, los eliminaría.
Los lobos se fueron, todos, excepto George quien se mantuvo firme a pesar
de la mirada de su alfa.
―Usted no le ha hecho daño... ¿verdad?
―¿A quién? ¿Declan?―Phoenix se quedó mirando confundido al lobo. ¿Por
qué iba a pensar que habría dañado un pelo en la cabeza de Declan?
―Sí, no parecía herido cuando hablé con él, pero las lesiones se pueden
ocultar―el lobo dijo con el tono triste de la experiencia.
58
―No preocupes a tu nariz de cachorro con mi hombre. Él está
bien―Phoenix no confiaba en la sinceridad del hermoso lobo. Él parecía
demasiado dispuesto a jugar al caballero de blanca armadura para su amigo
Declan.
―Yo no le haría daño. Declan es mi compañero.
El alivio cruzó la cara del shi er. ―Bien. No sabía que los vampiros tenían
compañeros como los shifters.
―No sé si es exactamente igual que un shifter, pero nunca le haría daño a
Declan.
Él no sabía lo suficiente sobre shifters para entender su proceso de
apareamiento, pero Declan siempre estaría seguro.
George asintió. ―Esta bien, bien―Con una última mirada como si tratara
de juzgar la sinceridad de Phoenix, George se fue.
―Te acompaño―dijo Lorrie.
―Está todo bien. Puedo encontrar la puerta por mi cuenta.
Los ojos de George brillaban, el tirón de la luna montando duramente en el
shifter. Phoenix escuchó que la puerta cerrarse antes de que él se relajara.
―Va a ser un problema.
―No va a ser un problema―dijo Lorrie. ―Él está bien.
―Él quiere a mi hombre.
Lorrie se encogió de hombros.
―Él no trató de alejar a Declan de ti, pero orinó un círculo alrededor de él.
Yo diría que no planea desafiarte sobre esto.
―Sigue siendo un shifter. Pueden ser tercos.
―Me gusta―Lorrie sonrió. ―Estaba dando la cara por su amigo.
―Cierto―Phoenix no pudo contradecir que el shifter era un buen amigo.
George, obviamente, decidió preguntar sobre Declan pesar de la
59
desaprobación del alfa, lo que dijo cosas buenas acerca de la ética del
shifter.
―¿Seguro que deberíamos dejar que los shifters tengan la tierra? Tengo
malas vibraciones de ese alfa.
―Estoy seguro―Él no dijo nada más, dejando que Lorrie sacará sus propias
conclusiones.
―Aw, lo entiendo. Mantener tus enemigos cerca, me gusta eso.
―Exactamente. No confío en el alfa. Estaba demasiado cómodo entrando
en mi casa como si fuera el encargado. Si cree que puede tener mi tierra,
voy a estar feliz de reajustar su pensamiento. No he sido el líder del
aquelarre tanto tiempo para ser vencido por un arrogante cachorro.
―¿Quieres que haga una investigación sobre él?―Preguntó Lorrie.
―Sí, su historia no es totalmente cierta. Comprueba a todos sus
compañeros de manada, también.
―Especialmente George―Lorrie bromeó.
―Sí ―Phoenix gruñó. ―Especialmente George.
Si había alguna suciedad en el joven shifter, Phoenix quería saberlo.
―No es que estás celoso ni nada―Lorrie pinchó.
―Por supuesto que no. ¿Tengo que preocuparme?
Declan no miraba a nadie como lo hacía con Phoenix. Ningún sarnoso, lobo
pulguiento sería capaz de llevarse a su hombre, pero él no sabia cómo se
enlazaban los elfos domésticos. ¿Tomaban compañeros para siempre?
Tendría que preguntar a Declan. Sabía que los seres humanos no se
enlazaban como los vampiros, pero seguramente los elfos serían diferentes.
―No hay nada de qué preocuparse en absoluto.
Lorrie negó con la cabeza y se fue a su ordenador portátil.

60
Capítulo Seis
Declan pasó sobre sus tareas del hogar, haciendo caso omiso de la pequeña
vocecita en la parte posterior de su mente que le exigía repensar esta cosa
de la relación. ¿Phoenix trataría de dirigir la vida de Declan ahora? Phoenix
siendo tanto su jefe y como su amante podría estar en una complicada
posición.
―¿Estás bien?―Preguntó Frank, vertiendo un vaso de agua.
―Sí, creo que sí―No sonaba posi vo.
Frank sonrió. ―No con certeza. 61

Dejó escapar un suspiro. ―Estoy durmiendo con el jefe.


Frank se atragantó con el sorbo de agua que acaba ingerir.
―Advierte al chico, ¿podrías? ¿Cuanto tiempo ha estado sucediendo esto?
―Desde ayer por la noche―Declan inclinó la cabeza hacia abajo, porque no
quería reconocer la expresión de Frank.
―¿De verdad? Yo había pensado que estaba pasando durante más tiempo.
Me refiero a todo el mundo sabe que Maestro Phoenix está obsesionado
contigo.
―¿Eso crees?―Él sabía que Phoenix era posesivo, pero en realidad no lo
había pensado detenidamente.
―Absolutamente. Él nunca da el resto del personal de la casa más que una
mirada, y eres la única persona que vive aquí.
Declan pasó los dedos por su pelo corto. Se preguntó si Phoenix lo preferiría
largo.
―Vivo aquí porque él me necesita a todas horas.
―Será mejor tú que yo―dijo Frank sinceramente.
―Si tuviera que correr aquí cada vez que llama, definitivamente no me
quedaría. El tipo paga bastante bien, pero es súper exigente incluso para un
vampiro.
Declan se encogió de hombros. Él hacía un infierno mucho más que Frank,
pero no le diría eso al hombre. Además, Declan no solía salir de la casa el
tiempo suficiente para gastarlo.
―No me importa.
―Bien, porque si te vas, me voy de aquí ―Frank juró.
Declan miró a Frank. ―¿Por qué?
―Porque entonces yo tendría que hacerme cargo de tus deberes a tiempo
62
completo, y si el Maestro Phoenix me mira una vez más por poner su taza
en el ángulo equivocado, yo podría estar tentado a apuñalarlo.
Sorprendido, Declan dejó de organizar las servilletas para considerar las
palabras de Frank por un minuto.
―¿No te gusta estar aquí?
―No, me encanta estar aquí, cuando estás aquí. Nadie puede poner al amo
en su lugar como tú, pero si te vas, no podría hacerme cargo.
―Creo que eres más capaz de lo que piensas, Frank. Sólo necesitas más
formación.
Frank se encogió de hombros.
―Quizás. O tal vez tú necesitas asegurarte de permanecer aquí. Si tú te vas,
asegúrate de que me puedes llevar contigo. He aprendido mucho de ti, y no
me gustaría tener que encontrar un nuevo hogar sin ti.
Con una última mirada de advertencia, Frank se alejó.
Extraño, Declan nunca había pensado que el segundo mayordomo tuviera
tan buena opinión de él. Tal vez él era el único preocupado acerca de ser
más joven que su empleado.
Suspiró, y luego fue a asegurarse de que la oficina había sido limpiada.
Los siguientes días pasaron en una bruma de trabajo y sexo. Declan se negó
a que Phoenix ajustara su horario a pesar de lo mucho que se quejó.
―Pero si te fueras a la cama más tarde, podríamos vernos más―dijo
Phoenix.
―Es preocupante cuando haces un puchero―Declan deslizó un dedo a lo
largo de la plataforma superior, asintiendo cuando no se encontró nada de
polvo. Las amas de casa estaban haciendo su trabajo.
―No estoy haciendo un mohín. Estoy señalando la verdad―Phoenix rodeó
hasta que se interpuso entre Declan y las estanterías.
―Phoenix, no voy a reorganizar mi agenda. Sería alterar el hogar. Estoy
despierto la mayor parte del tiempo que tú lo estás. 63

―Pero no todo el empo.


Declan besó al vampiro en su mejilla.
―Tienes que trabajar de todos modos. No necesitas que me quede de pie
alrededor mirándote hablar con la gente y llenando formularios.
Phoenix gruñó.
―Te necesito todo el tiempo. Podría ordenarte que me hicieras compañía.
―Podrías―Declan estuvo de acuerdo. ―No me va a gustar, pero haría el
trabajo por ti.
―No voy a hacerlo―dijo Phoenix después de una larga pausa.
―Podrías resentirte.
Declan sonrió. Fue de puntillas a besar a su amante en la boca.
―Me gusta eso, me conoces tan bien.
El timbre sonó.
―¿Estás esperando a alguien? ―Preguntó Declan.
Phoenix negó con la cabeza. ―No.
Declan abrió la puerta para encontrar a George de pie desnudo y sangrando
en su peldaño. Su frente tenía una herida grotesca, y marcas de garras
anchas sangrando libremente a través de su cuerpo.
―George, ¿qué pasó?―Declan se adelantó para agarrar al shifter cuando
él comenzó a caer.
―Alfa Linson viene― dijo George con voz entrecortada. ―Ellos van a matar
al Maestro Phoenix y tomar todo.
―Al infierno―Phoenix sacó el teléfono del bolsillo y marcó. Cuando alguien
contestó, él empezó a ladrar órdenes para llamar al aquelarre a la casa.
―¿Cuánto tiempo antes de que llegue aquí?―Declan preguntó a George,
tirando de su atención lejos de Phoenix. 64

―No lo sé. Pensé que iban a venir aquí directamente. El alfa exigió que me
desterraran de la manada después de que me negué a ayudar―dijo George.
Declan hizo una mueca. Siendo desterrado era una dura sentencia para
cualquier shifter. Se les dejaba sin el apoyo mental o físico de una manada.
―¿Por qué no cambias? ―Preguntó Phoenix.
George se encogió de hombros, y luego hizo una mueca cuando tiró de sus
heridas. ―Si hubiera cambiado lesionado, yo no hubiera sido capaz de
cambiar de nuevo para advertirle a tiempo.
―Nos has advertido. Cambia y sana―dijo Declan.
―Te puedes quedar en una de las habitaciones de invitados.
―¡Pero el alfa se acerca!―George gritó, su ansiedad palpable.
―Él no obtendrá esta casa ―dijo Declan.
―No podré tener el poder de mi madre, pero puedo manejar a un puñado
de cachorros.
―No voy a agazaparme dentro de estas paredes ―Phoenix anunció.
Declan miró a su amante. ―¿Qué estás diciendo?
―Yo no corro de nadie. Le haremos frente. Tiene que aprender que no voy
a meter el rabo entre las piernas y darme la vuelta por cualquier lobo.
―¿Estás loco?―Declan se quedó mirando a su compañero. ―No puedes
tomar un montón de hombres lobo.
―¿Por qué no?
La calma de Phoenix tenía a Declan clavando sus uñas en sus palmas para
resistir golpear a su amante.
―Porque si te quedas aquí, estarás a salvo y no entrarías en una batalla de
vampiros-hombre lobo―dijo entre dientes.
―Te preocupas demasiado, amado―Phoenix besó Declan en los labios.
65
―Estaré bien.
¿Amado? ¿Phoenix realmente lo amaba?
―¿Me amas?
―Claro que te amo. Voy a demostrártelo más tarde. Ahora muestra a
George nuestra habitación de invitados, luego bloquea la casa o lo que ibas
a hacer. Quiero que estés seguro mientras me voy.
Declan sacudió la cabeza. Nada de lo que dijera haría mella en la
determinación de Phoenix.
―Está bien, pero si te matan, voy a cazar tu culo fantasma.
Phoenix sonrió. ―Yo no esperaría nada menos―Dio un paso fuera de la
mansión y cerró la puerta tras de sí.
George se desplomó en el suelo del vestíbulo de mármol.
―Frank―Declan gritó.
El segundo mayordomo se precipitó en la habitación. ―Oh Dios, ¿qué pasó?
―Su manada está loca. Ven, ayúdame a arrastrarlo arriba.
Frank asintió, y entre ellos, pusieron los brazos de George apoyados en
torno a sus espaldas.
Declan trató de no preocuparse por la cantidad de sangre que goteaba en
su lado.
―¿Tenemos que llamar a un médico o algo así?―Preguntó Frank.
―Yo no conozco a ningún médico shifter, ¿y tú?
Frank negó con la cabeza. ―No.
―Puedo tratar de sellar las heridas lo suficiente para que él cambie. Mi
madre me enseñó cómo cuidar de las lesiones del hogar. Tratar con alguien
que sufre de múltiples marcas de garras no estaba primero en mi lista de
ayuda junto a cortes menores, pero creo que puedo hacerlas desvanecer lo
suficiente para que su lobo se haga cargo.
66
―Bueno―dijo Frank. ―Esto no estaba en el contenido de habilidades
domésticas cuando aprobé.
―En la mía tampoco.―Esto estaba tan lejos de sus capacidades habituales
ni siquiera podía detectarlo en el horizonte.
Se las arreglaron entre ellos para llevar a George a una habitación de
invitados. Declan se mordió el labio para reprimir un gemido cuando
pusieron al shifter sangrante sobre el prístino edredón.
―Vamos a enviarlo a la tintorería―Frank prome ó.
―Gracias―Declan intentó no notar cómo la sangre goteaba por el cuerpo
de George. Se arrodilló en la cama al lado del shifter. Presionando sus
palmas en el pecho de George, él cantó el hechizo para embotar el dolor
como su madre le enseñó. Luz blanca estalló de sus manos, y George
suspiró, sus ojos revoloteando como si tratara de despertar.
―¿Qué hiciste? ―Preguntó Frank.
―Espero haber quitado algo de su dolor―No había utilizado ese hechizo
en particular, desde su formación tres años antes.
Los ojos de George se abrieron por completo.
―Me siento bien―Una amplia sonrisa se extendió en su rostro a pesar de
la sangre que aún rezumaba de sus otros cortes.
―¿Crees que puedes cambiar?―Sería mejor si George sanaba
naturalmente.
―Sí, aléjate―dijo George con voz suave.
Declan salió de la cama.
Tan pronto como él estuvo libre, George cambió, y en el lugar de un
humano lesionado había un enorme lobo. La bestia volvió su atención a
Declan y dio un ladrido suave.
―Whoa, muchacho―Declan sólo se alejó como un metro antes de que el
gran animal saltara y estrellara a Declan contra el suelo con sus patas
gigantes.
67
Declan se quedó inmóvil. No quería sorprender al lobo. Aunque George
estaba herido, Declan no sabía cuánto de su mitad humana aún existía bajo
la mirada salvaje.
―Creo que le gustas―dijo Frank, la diversión colándose a través de su voz.
―¿Qué te hace pensar eso?―Declan no se atrevió a alejar su mirada del
lobo.
George lamió un lado de su cara, y luego dio un profundo ladrido.
―Eww, bájate de mí.
El lobo cambió de nuevo a un ser humano. George rodó por el suelo.
―Necesito ir ayudar a Phoenix, pero estoy cansado.
Declan se levantó y apartó el pelo de lobo fuera de su traje. Otra de las
razones por la que nunca pudo haber salido con un lobo. El pelo se aferraría
a su ropa conduciéndolo a la locura.
―Debieras quedarte aquí. No les vas a hacer ningún bien si te matan.
―Cierto.
―Duerme―Declan llevó la mano a la frente de George y lo puso a dormir.
En un segundo, ronquidos llenaban el aire.
―¿Cómo hiciste eso?
Declan deslizó su mano en el bolsillo.
―Mi madre es un elfo doméstico. No soy muy poderoso, pero estaba medio
dormido de todos modos.
―Sí. Siempre me he preguntado lo que eras―dijo Frank.
―¿Importa?―Preguntó Declan, preguntándose si tendría problemas con
Frank ahora.
―No a mí―Frank sonrió, una expresión afable. ―Lo hace por que explica
por qué eres tan bueno en tu trabajo.
―Vamos a ver si hay alguna no cia―dijo Declan.
―No me gusta esto. ¿Dónde está la manada? ¿Por qué no están aquí? 68

Declan extendió un hechizo para abarcar la casa mientras caminaba. Se


había unido tanto con la mansión que la adición de la magia era innecesaria,
pero preferiría tener demasiada protección que no la suficiente.
―Es sospechoso ―Frank estuvo de acuerdo.
No había lobos en la puerta, pero tampoco estaban los vampiros. Las únicas
personas en la zona eran del personal de la mansión. La tentación de salir a
la calle y pasear por los jardines fue casi irresistible. Él se contuvo. Que tal
si se topaba con Phoenix, él no quería distraer a su amante.

Las siguientes dos horas pasaron con Declan asegurándose de que ni una
mota de polvo hubiera sobrevivido a la atención de las criadas. Declan miró
el reloj.
―¿Todavía nada?―Preguntó Frank.
Declan sacudió la cabeza. ―Creo que voy a ir a ver las cosas.
―¿Qué quieres decir? ―Preguntó Frank.
―El Maestro Phoenix te dijo que te quedaras quieto.
―Lo sé, pero no puedo dejarlo.
Declan sonrió cuando su voz no se agitó. Frank no necesita saber del terror
llenándolo y tratando de disolver su columna vertebral. Si algo le pasaba a
Phoenix, Declan nunca se recuperaría.
―No debes ir solo―Declan no perdió que Frank no se ofreció a ir con él.
―Si sólo soy yo, voy a ser menos propenso a ser notado.
Declan había dominado la habilidad de pasar desapercibido. Los elfos
domésticos se especializaban en ser invisibles.
―Toma el teléfono y llámame si necesitas que reúna al personal para ir a 69
salvarte―dijo Frank.
Declan sonrió, le tocó que Frank se ofreciera a ayudar.
―Lo haré.
No lo haría, pero Frank no necesitaba saber eso. Los seres humanos que
trabajaban en la mansión necesitaban protección, no estar en una batalla.
Capítulo Siete
Phoenix no podía creerlo cuando escuchó el primer aullido lastimero.
―Idiotas.
―Mierda, entraron en el bosque, ¿no? ―Preguntó Lorrie.
Los vampiros se volvieron hacia la zona de donde los aullidos venían.
―Debe haber pensado que estabas escondiendo algo.
Lorrie cruzó los brazos sobre su pecho.
70
―¿Qué quieres hacer?
―Debería dejarlos a su suerte―dijo Phoenix. ―Se les advirtió.
―Tal vez debería haber mencionado a los psicóticos elfos del bosque.
Paulie se volvió para mirar por la ventana.
―Sí, quizás. Creo que deberíamos ir a ver si hay algunos cachorros
abandonados que salvar―dijo Phoenix.
Lorrie asintió. ―No lloraré al alfa, pero el resto de la manada no merece su
destino.
Ese era el problema con los lobos. Seguían a su alfa no importando cómo
de horribles las ideas de su líder fueran. Los vampiros no seguían
ciegamente, lo que daba buenos y malos resultados.
―¿Crees que nos van a atacar?―Lorrie preguntó, con una expresión
preocupada en su cara.
―Espero que no―Phoenix abrió el camino. Nadie se apresuró a ser el
primero en entrar en el bosque encantado. Los elfos del bosque no
apreciaban los visitantes.
El llanto de los lobos seguía sonando en el aire como si los shifters
estuvieran tratando de consolarse unos a otros sobre su situación.
Sólo tomó dos pasos antes de que encontraran el cuerpo del alfa Linson.
Los amplios ojos ciegos revelaron a Phoenix que no era necesario
inspeccionar más al shifter.
―Supongo que no tienes que preocuparte por él―dijo Lorrie.
―Supongo que no. Qué desperdicio. Si el alfa sólo hubiera mantenido su
acuerdo, aún podría haber estado vivo.
Continuaron por el bosque hasta que llegaron a un claro. Jaulas de madera
colgadas de los árboles. Shifters en su pelaje y en forma humana se
acurrucaban en racimos.
―Esto no puede ser bueno―dijo Paulie.
71
―No, no puede―Phoenix acordó.
―Tan amables por unirse a nosotros ―una voz sedosa anunció justo antes
de que todo se volviera oscuro.

No había ruidos del exterior. Nada. Ni un grillo, ni un búho, ni siquiera el


chillido de los ratones de campo correteando por el suelo.
―Espeluznante ―susurró Declan.
Tomó fuertes respiraciones antes de dirigirse hacia el bosque. La lluvia de
la noche anterior dejó una fina capa de agua a través de la hierba y las
plantas de sus zapatos de vestir resbalaban en el césped.
―Debería haberme cambiado.
Vestido con su traje y zapatos agradables, no estaba exactamente
preparado para caminar por el bosque, pero volver y cambiarse ahora
tomaría demasiado tiempo. A pesar del misterios silencio y el suelo
resbaladizo, Declan perseveró, y diez minutos más tarde, se puso de pie en
el borde del bosque. Con la intención de mirar a su alrededor, no vio el
objeto en el suelo hasta que se tropezó.
Mirando hacia abajo, se quedó sin aliento. Un hombre yacía en el suelo. Sus
ojos ciegos estaban vueltos hacia el cielo. Su cuerpo desnudo le dijo a
Declan que el hombre probablemente pertenecía a la manada de lobos.
Una flecha sobresalía de su interior, sin dejar lugar a duda de cómo murió.
―¿Quién le disparó?―Declan dijo, mirando a su alrededor para ver si podía
detectar a alguien más.
Otro cuerpo yacía a varias yardas de distancia, pero Declan no podía decir
si la persona todavía vivía o no. ¿Acaso los vampiros utilizaban flechas? No
podía imaginar a Phoenix disparando con un arco y flecha, pero eso no
significaba que ninguno de ellos no lo hiciera.
Caminó hasta el árbol más grande y se escondió detrás de él mientras 72
miraba a través del follaje para ver si podía detectar algo. Recibir un disparo
con una flecha no era como él deseaba pasar su noche o acabar con su vida.
Un suave susurro se filtraba a través de las hojas, y su piel se estremeció
con la magia. No era de extrañar que Phoenix le dijera que se mantuviera
alejado. Cualquiera que viviera aquí tenía un importante encantamiento.
Desde este punto de vista, no podía ver nada, y levantando los ojos no se
revelaría ningún secreto. Se deslizó alrededor del árbol y corrió al siguiente.
Casi tropezó con otro cuerpo, también era un shifter lobo basado en las
garras que todavía surgían de sus dedos.
¿Cuántos lobos se perdieron?
El alfa debió realmente enfurecer a los habitantes de los bosques para hacer
esta cantidad de daño. La curiosidad casi superó su miedo, pero no del todo.
Los que vivían aquí no jugaban con los intrusos. Se arrastró de nuevo hacia
delante sólo para detenerse cuando tres hombres lo rodearon. Vestidos con
ropa de cuero marrón y tiras de cuero envueltas como sandalias alrededor
de sus pies, todos llevaban flechas con muescas en sus arcos.
―Hey, no quiero hacerles daño―Declan levantó las manos para mostrar
que no tenía en la mano ninguna cosa. Si hubiera sido inteligente, habría
llevado un arma. Bueno, más que el juego que había escondido en la
cintura.
―Estoy buscando a mi jefe.
Otro hombre dio un paso adelante, abriéndose paso entre el trío. Se había
trenzado su largo cabello en patrones intrincados y llevaba un collar
brillante hecho de luminosas gemas azules. Las piedras llamaron a Declan.
Él se adelantó y las tocó.
Casi esperaba ser abofeteado, pero el desconocido permaneció inmóvil
cuando Declan pasó los dedos a través de las lisas rocas.
El rubio agarró la muñeca de Declan, pero no apretó duro.
―Hemos tenido una afluencia de intrusos, pero tú no eres vampiro o lobo,
¿verdad, pequeño hombre?
73
―No soy tan pequeño―Declan protestó automáticamente.
El rubio rió, un sonido feliz como un arroyo.
―Tú no eres uno de nosotros―Examinó la cara de Declan. ―Pero no estás
muy lejos tampoco. ¿Qué estás haciendo aquí?
―Mi nombre es Declan―dijo Declan, su voz asentada.
―Usted tiene algo mío. Me temo que no conozco los rituales entre los de
su clase.
Estas criaturas de cabello largo y ojos misteriosos hacia que la piel de gallina
se elevara a través de sus brazos.
―Soy Fraine, líder de los elfos del bosque. ¿Que eres?
―Soy medio elfo―Declan admi ó. No tenía motivos para retener la
verdad.
―¿Qué estás haciendo fuera de tu casa, joven? ¿Qué buscas dentro de
nuestros bosques? ―preguntó Fraine.
A pesar de los lobos muertos que había pasado, el líder no había hecho
ningún movimiento amenazante hacia Declan.
―A mi compañero―Declan sostuvo la mirada de Fraine, sin atreverse a
mostrar debilidad.
―Él vino para luchar contra los lobos, y está perdido. Creo que es posible
que lo tengan.
―¿Cuál de estos ejemplares es el tuyo? ―Fraine dio un paso atrás, y Declan
vio docenas de jaulas con lobos y vampiros capturados dentro.
―Wow, ¿cómo las obtiene todas?―Preguntó Declan.
―Este es nuestro mundo. El bosque se dobla a nuestra voluntad―dijo
Fraine.
―Algo así como me imagino que tú casa hace por ti.
Declan no se molestó en responder mientras se acercaba a las jaulas hasta
que encontró a Phoenix sentado en el piso de una mirándolo.
74
―Te dije que te quedaras en la casa―El tono frío de Phoenix hizo que
Declan frunciera el ceño.
―Lo arreglé con George. No voy a permanecer en el interior, mientras que
vas a luchar.
Declan cruzó los brazos sobre el pecho y miró hacia atrás.
Fraine puso una mano en el hombro de Declan. ―Él parece bastante
ingrato. Quizás deberías dejarlo aquí.
―No le gusta cuando no le obedezco―dijo Declan.
―Hmm, ¿quieres que me quede con él? ―Fraine ofreció. ―Tal vez puedes
encontrar un amante más cooperativo.
Declan se rió. ―No, soy bastante aficionado a éste, incluso si él es mandón.
―¿Por qué no estás tratando de atrapar a Declan? ―Preguntó Phoenix.
―Agarró al resto de nosotros con bastante facilidad.
―Gracias, amor, yo estaba disfrutando de mi existencia sin jaulas―dijo
Declan en un tono irónico.
―Nuestra magia no tiene ningún efecto sobre él. Además, comparte
nuestra genética y nosotros no matamos a los nuestros a no ser que sea
necesario ―dijo Fraine.
―Aprecio eso―Declan se relajó un poco ante las palabras de Fraine.
―¿Qué es lo que quieres para liberar a los vampiros?
Unos de los lobos gimió.
―¿No a los lobos? ―Preguntó Fraine.
Declan se encogió de hombros. ―No los conozco, ellos no detuvieron a su
alfa y no salvaron a mi amigo. Puedes hacer lo que quieras con ellos. No sé
por qué vinieron aquí.
No podía entender el pensamiento del alfa.
―Su alfa era un tipo desagradable que parecía pensar que la fuerza supera
todo―dijo Fraine. 75

―Tuve que corregirlo. No sé cómo el resto responderá a la libertad.


―Lobo idiota―Declan sabía mejor que nadie que el líder no siempre
tomaba las mejores decisiones. ―Tendrán que encontrar un nuevo alfa.
De las expresiones en las caras de los lobos, dedujo que no tenían otro alfa
en su manada.
―Tal vez puedan volver a su manada de nacimiento y apoyar al alfa de
ahí―Phoenix sugirió. ―Sería sacarlos del área y resolver su problema alfa.
Fraine ignoró a Phoenix como si no hubiera hablado.
―Puedo liberar a tu compañero porque él es tuyo, pero los demás van a
costarte.
El tono suave de Fraine le dijo a Declan que no le gustaría el precio.
Declan suspiró. ―¿Qué?
―Tu empo. Quedan muy pocos de nosotros. Me gustaría que vinieras a
estudiar conmigo. Tienes un potencial sin explotar, y hay muy pocos de
nosotros que conocemos las formas elficas. Si te comprometes a estudiar
con nosotros, voy a liberarlos a todos.
Declan examinó el hermoso rostro del elfo por un momento, pero la
expresión del líder no reveló ninguno de sus pensamientos.
―Soy un elfo doméstico. No sé si puedo aprender tu magia.
―Dado que eres sólo la mitad, creo que vas a ser más abierto a ella que los
que son puros Estoy dispuesto a probar si tú lo estás―dijo Fraine.
―¡No! ―Phoenix gritó. ―Es un truco.
―¿Es un truco?―Preguntó Declan. Él nunca le había dicho a su vampiro,
pero podía ver cuando las personas estaban mintiendo.
―No―Una sonrisa se dibujó en los bordes de la boca de Fraine.
―Sabes que yo estoy diciendo la verdad, ¿no? ―Declan asin ó.
―Bien. Necesitarás esa habilidad en el futuro―Los ojos de Fraine brillaban
con una luz plateada como si se formara a partir de fragmentos de luna. 76

―¿Por qué? ―Un escalofrío le recorrió la espalda.


―No puedo decírtelo―La sonrisa triste de Fraine hizo poco por calmar a
Declan.
―Estoy de acuerdo―dijo Declan.
―¡No! ―Dijo Phoenix.
Declan volvió su atención a su compañero.
―Cuanto más conocimiento tenga, mejor puedo ayudarte.
Si Fraine tenía razón, Declan tenía que estar preparado para los peligros
futuros. Él se negaba a dejar a su compañero más vulnerable de lo
necesario.
―Bien, sácame de aquí ―gruñó Phoenix.
―¿Te importaría? ―Declan preguntó a Fraine.
―Me encantaría―Fraine hizo un movimiento hacia la jaula del vampiro.
Los elfos del bosque dieron un paso adelante y desbloquearon la jaula de
Phoenix. Quién saltó y fue directo a Declan. Phoenix envolvió sus brazos
alrededor de Declan y lo mantuvo ajustado.
―No vuelvas a ponerte en peligro de nuevo. Me preocupé por ti.
Declan dejó que Phoenix lo mantuviera durante varios minutos antes de
moverse fuera de su alcance.
―Vámonos a casa―Phoenix pasó un brazo alrededor de los hombros de
Declan.
―Te veré mañana, Declan―dijo Fraine. Él hizo un gesto a su pueblo para
que liberara al resto de los vampiros.
―Voy a estar aquí―Declan prometió. ―¿Qué vas a hacer con los shifters?
Fraine sonrió.
―Me pondré en contacto con su antiguo alfa y me aseguraré de que tienen 77
un hogar antes de liberarlos. De lo contrario, podrían tratar de volver. No
puedes dejar sin hogar a los perritos en el mundo.
Una ronda de quejas vinieron de las jaulas, pero Declan no les hizo caso. Si
Fraine no planeaba el sacrificio de todos ellos, Declan estaba satisfecho. No
sabía si confiar en Fraine, pero si el elfo iba a permitir que los vampiros se
fueran sin más daño, no se quejaría.
Declan esperó a que los elfos liberaran a todos los vampiros antes de que
él se despidiera de los elfos del bosque y permitiera que Phoenix lo
arrastrara lejos.
―Eso estuvo cerca. Gracias, Declan―dijo Lorrie, caminando junto a ellos.
―Pensé que que iba a convertirme en carne de elfo.
―Creo que estaban más tratando de advertirles que cualquier otra
cosa―dijo Declan.
O al menos eso esperaba. No le gustaría trabajar con un elfo que podría
matar a gente inocente.
―Bueno, en cualquier caso, muchas gracias―con nuó Lorrie.
Declan envió una sonrisa al vampiro entusiasta.
―De nada, Lorrie.
―Deberías haberte quedado en la casa―dijo Phoenix.
―¿Qué pasaría si no tenían una debilidad por los elfos? Podrías haber sido
asesinado.
―Pero lo hacían y no lo fui. Vamos a centrarnos en las partes buenas―dijo
Declan con un poco de esperanza.
El suave resoplido de Phoenix le indicó que no estaba de acuerdo con el
optimismo de Declan. Lorrie deslumbró a Phoenix con una sonrisa
simpática.
Cuando llegaron a la mansión, Phoenix se volvió hacia su pueblo.
―Quiero que todos permanezcan fuera del bosque. No queremos
78
antagonizar a los elfos del bosque con nuestra presencia de nuevo.
―Excepto Declan, por supuesto ―dijo Lorrie, sonriendo.
―Sí, excepto Declan―dijo Phoenix, un gruñido subyaciendo en su tono.
Declan no dijo nada cuando todos los vampiros, excepto Lorrie se
despidieron. Lorrie tenía cosas que discutir con Phoenix antes de que él se
fuera a su casa. Decidió dejar a los vampiros con su discusión, Declan se
volvió para subir las escaleras. Antes de que él diera otro paso, George
corrió escaleras abajo. El shifter le dio un ladrido suave a modo de saludo.
―Oye, George, ¿te sientes mejor?―Preguntó Declan.
George se transformó en un ser humano, el cambió de cuatro a dos pies
más rápido de lo que los ojos de Declan podían seguir.
―Agradable―Lorrie susurró detrás de él.
La mirada del shifters recorrió a Lorrie, y el calor de sus ojos tenía a Declan
preguntándose si necesitaban dejar a la pareja a solas por un rato. Antes de
que pudiera sugerirlo, George pareció sacudirse a sí mismo de cualquier
trance que la presencia de Lorrie colocó sobre él.
―¿Dónde está el alfa Linson y todos los demás? ―Preguntó.
―Él está muerto. Los elfos del bosque están manteniendo el resto de la
manada hasta que un alfa los reclame―Declan no sabía cómo dar las
noticias con más suavidad.
―¿Elfos del bosque? ―Preguntó George.
―Es una larga historia―respondió Declan. ―Pero van a dar a los lobos de
nuevo a su viejo alfa si él los quiere.
―Bueno―George gruñó. ―Estaban aquí porque Linson los convenció a
irse. Dudo que tendrán algún problema en regresar a la manada.
―¿No te preocupas por la muerte de tu alfa?―Preguntó Lorrie.
George se encogió de hombros. ―Linson fue un líder pobre, y cuando traté
79
de detenerlo, la manada se volvió contra mí. Ellos conseguirán la justicia
que merecen.
―Aquí―Frank entregó a George un par de pantalones holgados. Declan no
sabía de dónde los había sacado, pero esperaba que hicieran que Phoenix
dejará de gruñir.
―Voy a regresar a casa y recoger mis cosas. Espero poder salir de ahí antes
de que cualquiera de la manada regrese―Los ojos de George estaban llenos
de tristeza.
Declan le dio una palmada en la espalda.
―Podrías volver con tu antiguo alfa.
―No. Él no era mucho mejor, y odiaba a los gays. Linson era un gilipollas,
pero a él no le importaba si eras gay o no. Odiaba a todo el mundo.
―¿A dónde vas?
La sonrisa triste de George no le tranquilizaba. ―Iré al norte. He oído que
hay algunas manadas allá arriba que aceptan a los homosexuales.
Declan asintió, triste por ver al lobo guapo irse, pero sabía que estaba mejor
en una manada.
―Sé fuerte y llámame si te metes en problemas.
―Lo haré―George besó la mejilla de Declan antes de girarse hacia Phoenix.
―Cuida, de él. Si le haces daño, voy a volver y traeré algunos amigos para
darte una patada en el culo.
―Lo haré.
―Voy ayudarte a hacer las maletas ―Lorrie ofreció, corriendo por la puerta
después del shifter.
―Espero que encuentre lo que está buscando ―dijo Declan.
―Él va a estar bien. Esa era una mala no cia ―dijo Phoenix.
―Además, tal vez Lorrie levantará su ánimo antes de irse.
80
―Sí, tal vez―El segundo al mando de Phoenix había parecido muy
interesado en George.
―Podemos preocuparnos por él mañana. En este momento tenemos cosas
más importantes hacer.
―¿Cómo qué?
Capítulo Ocho
Phoenix recogió a su amante y arrojó a Declan por encima del hombro.
―Quiero revisarte.
―Estoy bien. Nadie siquiera me tocó.
―No estoy diciendo que no te creo, pero me gustaría comprobarlo por mí
mismo―Phoenix utilizó su súper velocidad para correr a su habitación.
Puso a Declan cuidadosamente sobre la cama.
―¿Puedo tomar una ducha primero?
―Excelente idea. Vamos a conseguirte mojado. 81

Declan se rió, un sonido áspero, desesperado, que terminó en un sollozo.


Se aferró a Phoenix cuando él recogió al semielfo de nuevo, acunó a Declan
en sus brazos y luego llevó al baño.
―Oye, que vamos a estar bien―Phoenix lo tranquilizó.
La voz de Declan se sacudió.
―Estaba tan asustado que los elfos o los lobos te mataran. Después de que
me encontré con algunos de los lobos muertos, estaba seguro de que
estabas en problemas.
Phoenix pasó una mano tranquilizadora por la espalda de su compañero.
―Estoy bien. Ellos me detuvieron, pero no me hicieron daño. La próxima
vez, déjame a mi destino.
―Nunca―La barbilla de Declan se apretó tercamente.
―Nunca te abandonaré.
Phoenix trató de mantenerse firme, pero la insistencia de su compañero de
salvarlo no importando que le calentó el corazón. Nadie había sido tan firme
sobre su seguridad antes.
―Te voy a bajar y abriré el agua.
Siguió las palabras con acciones y puso a Declan en sus pies. Declan se
acurrucó más cerca, mientras que Phoenix abrió los grifos. Una vez que se
había calentado, Phoenix desnudó a su amante antes de despojarse de su
propia ropa.
―Vamos, te vas a sentir bien.
Declan asintió. Permitió a Phoenix guiarlo en la ducha de gran tamaño con
cuatro chorros. Dejó escapar un suspiro cuando las corrientes pulsadas
aliviaron sus músculos. Phoenix no habló. En su lugar, expresó su afecto a
través del tacto. Agarrando el champú, él lavó el cabello de Declan antes de
cambiar de jabón y limpiar su cuerpo.
―¿Y tú? ―Preguntó Declan. Sus ojos verdes eran de un color barroso, como 82
si no estuviera seguro de sus emociones.
―Estoy bien―Phoenix cerró el grifo y marcó el comienzo de Declan para
salir de la ducha.
Se secó con una eficacia rápida antes de saborear lentamente el proceso
del cuidado del cuerpo de su compañero.
―Vamos a llevarte a la cama. Necesitas un poco de descanso después de
esa larga noche.
―Puedo pensar en algo mejor que hacer que dormir―El pene de Declan
presionado contra él, la cresta dura tentando a Phoenix.
―¿Estás seguro? Podemos hacer el amor mañana en la noche.
No iba a presionar a su compañero, pero si Declan no se declaraba a sí
mismo agotado pronto, Phoenix tomaría su oferta.
―Estoy seguro―La tímida sonrisa de Declan retorció el corazón de Phoenix.
Se metió en la cama y abrió los brazos, envolviéndolos alrededor de su
amante cuando Declan se deslizó a su lado, descansando contra el costado
de Phoenix.
―Me alegro de que estés bien. Todo lo demás es opcional. Si te dañaban,
nada me habría impedido arrasar el bosque hasta el suelo.
Phoenix no lo hizo porque le importaban los elfos que estaban ahí, pero si
hubieran tocado a Declan, él habría envuelto el lugar en llamas.
Envolvió una mano alrededor de la erección de Declan.
―Oh joder―susurró Declan.
―No esta noche. Yo sólo quiero cuidar de ti―Necesitaba la semilla de
Declan vertiéndose a través de él, para revolcarse en el olor de su amante.
Los vampiros no iban tan lejos como los shifters en sus deseos de estar
marcados por sus amantes.
―Toma mi sangre―dijo Declan. ―Déjame cuidar de ti también.
No iba a rechazar esa oferta generosa, no después de la noche que había 83
tenido. Phoenix se escabulló de su lado y clavó su rostro en el hueco del
cuello de Declan. Él apretó la erección de su compañero hasta que Declan
se resistió dentro de su control.
―Tranquilo, compañero, voy a cuidar de ti.
―Si te movieras. Eso haría que me cuidaras mucho mejor―Declan sugirió.
―Paciencia, mi dulce―Phoenix saboreó el eje grueso en su mano. Declan
podía ser un hombre de baja estatura, pero definitivamente no había sido
construido a escala. Su erección parecía enorme en comparación con su
pequeño cuerpo.
―Quiero acción, no una lección de espera.
―¿Puedo beber de ti?
―Siempre―Declan inclinó la cabeza y le ofreció su cuello en el más dulce
despliegue de sumisión que Phoenix había visto nunca.
Soltó el pene de Declan y raspó sus incisivos través de la piel de Declan, él
lamio sobre el pulso fuerte que se movía bajo la carne de su amante.
―Muérdeme―Declan insis ó.
Había planeado sacarlo, bromear un poco, pero el hambre robó todas sus
inhibiciones.
Incapaz de resistir la tentación, Phoenix golpeó profundo. La sangre brotaba
en su boca, un cálido afrodisíaco, tragó lo más rápido posible sin dejar que
nada se derramara. Aun chupando, él ciegamente extendió la mano y
agarró la erección de Declan en su mano. Incapaz de mantener su
determinación, rápidamente masturbó a su amante, solamente parando
sus golpes cuando la semilla caliente se derramó sobre su puño.
Perezosamente levantó la boca y lamió los dos pequeños pinchazos, casi
borracho en la rica ambrosía de su compañero.
―Sabes mejor que nadie que haya tenido antes―Phoenix prome ó.
―Me alegro―dijo Declan.
Phoenix volvió la cabeza para encontrarse con la mirada de Declan. 84

―Yo también. Eres mío Declan. Ya sea que lo admitas o no, estamos
destinados a estar juntos.
El silencio de Declan se extendió en un minuto insoportable antes de que
hablara de nuevo.
―Lo soy.
Sonriendo Phoenix tiró de su compañero cerca. Ahora podía descansar.
Capítulo Nueve
Al día siguiente, Declan dejó la mansión mientras el sol aún estaba alto.
Mejor averiguar lo que los elfos de verdad querían antes de que Phoenix se
despertara. El vampiro le había indicado más de una vez a Declan que debía
ignorar a los elfos y simplemente mantenerse alejado del bosque sin
importar qué promesas se intercambiaron.
Declan vestía pantalones de mezclilla, una camiseta y zapatillas de deporte
cómodas para a visitar a los elfos. No sería atrapado con su atuendo
elegante de costumbre mientras penosamente pasaba a través del bosque,
no de nuevo. El paseo parecía más corto sin la noche oscura y la sensación
del mal impregnando la escena. Declan caminó hasta que llegó al punto en 85
que había estado la noche anterior. Ahora no había cambiadores colgados
en las jaulas. Habían desaparecido por completo.
―Me pregunto dónde fueron los shifters―susurró Declan.
―Están camino a casa, querido muchacho―dijo Fraine, apareciendo detrás
de él.
―Decidí que mantenerlos en jaulas era inhumano, incluso si no eran
humanos.
Declan se quedó mirando al elfo por un momento, preguntándose por qué
mintió cuando sabía que Declan podía detectar la diferencia.
―Apenas llegaste―dijo Fraine. ―Yo quería asegurarme de que el trato era
real y no estabas bromeando anoche.
―¿Qué querías enseñarme?―Preguntó Declan. En plena luz del día, los
ojos de Fraine parecían más siniestros. Tal vez debería haber escuchado a
Phoenix después de todo. Más vivir si su amante estaba en lo cierto.
―Pensé que íbamos a empezar con lo básico.
―¿Qué sería?―No tenía idea de lo que se consideraba fundamentos para
los elfos.
―Anillos de poder como ese.
Señaló a las líneas dibujadas en la tierra, líneas que rodeaban a Declan. Él
había entrado directo en medio de un círculo mientras hablaba con Fraine.
―Activar―dijo Fraine en un tono normal. Lo que sucedió no fue normal,
sin embargo.
Llamas blancas estallaron a su alrededor. Sin calor emitido por el fuego
misterioso, pero el crepitar de la electricidad se hizo eco en el círculo.
―¿Qué hiciste?―Un cosquilleo de energía brilló a través de él. Lo reconoció
como magia de la tierra, pero no sabía su propósito.
Fraine sonrió.
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―He estado pensando en maneras de atraerte fuera de la mansión por
meses. Casi te tuve la primera vez. ¿Quién sabría que todo lo que tenía que
hacer era capturar a un estúpido vampiro y habrías venido de buen grado a
mi trampa?
El mismo vampiro estúpido que había advertido a Declan de no venir hoy.
Él debería haberlo escuchado.
¡Phoenix! Declan mentalmente gritó. Phoenix había dicho que él podía
escucharlo si él se proyectaba lo suficientemente alto. ¿Eso incluía a
distancia?
―No te preocupes, será sobre todo sin dolor―Fraine canturreó.
Los otros elfos del bosque se acercaron al círculo, aparentemente
fascinados. Un elfo intentó poner el dedo en la llama, sólo para ser
abofeteado por otro.
―¿Qué hace? ―Uno de los elfos formuló.
―Drena su magia. Es como energía pura sin explotar. Sólo podrá ser un
medio elfo, pero él es una fuente de potencia.
Declan se dejó caer de rodillas, el mundo que giraba a su alrededor.
―Estás cometiendo un gran error.
Tenía que permanecer consciente. Si cerraba los ojos, sería todo.
Fraine rió.
―¿Crees que tu vampiro puede ayudar? He demostrado la poca resistencia
que tienen a la magia.
Declan se rió sin control cuando una familiar energía se movió a través de
él, manteniéndolo de perder el conocimiento.
―No es Phoenix de quien tienes que preocuparte.
―Yo no tengo que preocuparme por nadie. Una vez que tenga la magia,
podremos recuperar nuestras tierras y volveré al lugar que me corresponde
como gobernante. Siento que tengas que ser el sacrificio, pero entérate que
87
está ayudando a todo un pueblo―dijo Fraine.
―Yo no quiero morir―dijo Declan. Deseó poder recuperar las lastimosas
palabras, pero despojado de su energía, se sentía como un niño otra vez
con los adultos tomando todas las decisiones por él.
―No te voy a matar, querido, y después de unos años, olvidarás que incluso
tuviste magia. Estoy seguro de que tu vampiro se hará cargo de ti―dijo
Fraine.
Una ola de afecto se vertió a través de él, y Declan sonrió.
―Estás en problemas ahora.
Fraine resopló. ―No estás en condiciones de hacer nada.
―Pero yo sí ―dijo una voz femenina.
Declan parpadeó, tratando de despejar la humedad de sus ojos.
―Hola mamá.
―Hola, querido―La pequeña rubia entró en el claro. Ataviada con un
vestido de servicio marrón, con una pequeña escobilla colgando de un
cinturón alrededor de la cintura, la madre de Declan se acercó al círculo.
―No le puedes salvar ―dijo Fraine, su voz no tan firme como antes.
No se molestó en responder. Caminando hacia el borde del círculo, examinó
las runas.
―Ese trabajo es de mala calidad. Ustedes los jóvenes no saben cómo hacer
cualquier trampa adecuada.
Sacando su escoba de su cinturón, se arrodilló delante de las llamas. Un
golpe rápido de la escoba a través del círculo derrumbó toda la cosa.
Energía serpenteante atravesó a Declan como si hubiera tomado adrenalina
líquida, con el corazón acelerado como si tratara de compensar la
desaceleración de antes.
―Gracias, mamá―dijo Declan.
―Realmente deberías haber escuchado a tu pareja―ella reprendió. 88

Declan se puso de pie.


―Lo sé. Creo que he aprendido la lección.
―Bien―Phoenix entró en el claro. Con todos los elfos del bosque centrados
en Declan, se había acercado sin que nadie se diera cuenta.
―¡No podrán salir! ―Dijo Fraine. ―¡Soldados ataquen!
Nadie se movió.
―No pueden―dijo la madre de Declan.
―Yo les he inmovilizado. No van a ser capaces de mucho más que
retorcerse hasta que nos vayamos.
―A todos los mataré. ¡Lo haré! ―Dijo Fraine.
Declan respiró hondo e intercambió una mirada con su madre.
―Adelante, hijo, muéstrales lo que un verdadero elfo doméstico puede
hacer―animó.
Declan se enderezó.
―Yo, Declan West, elfo de los inmuebles de Phoenix Moorhaven, por la
presente los expulso de mis tierras. Ustedes no tendrán ningún consuelo o
paz, nunca dormirán o descansarán hasta que hayan dejado mis tierras.
La energía recuperada se desató a través de él como un reguero de pólvora.
Sosteniendo sus manos con las palmas hacia fuera, las extendió hacia los
elfos.
―Mientras hablo ¡qué así sea!
Un alto sonido sibilante fue seguido por una brisa que salió de la nada,
barriendo a través de la multitud. El olor de fuego del hogar y el trigo de la
cosecha llenó el aire, luego, sin previo aviso, todo movimiento se detuvo y
una falta de vida succionó todo el ruido del claro.
―T-tú no puedes hacer eso―dijo Fraine, una expresión de horror en su
rostro. ―Eres un elfo doméstico. ¡Estás confinado a la casa!
―Ese es realmente un medio título―dijo la madre de Declan. 89

―En realidad es Elfo de la Casa, del Corazón y de la Cosecha, pero ya que


es demasiado largo, se ha acortado en los últimos años.
―Los elfos domésticos tienen dominio sobre todo lo que el dueño de casa
tiene escriturado. Sus tierras se incluyen en eso. Yo te aconsejo que te
largues. Ya no eres bienvenido, y no quieres saber lo mal que lo pasarás.
La expresión de Fraine de furia se desvaneció después de un momento.
―Ha sido un largo empo desde que subestime a alguien, pequeño
elfo―dijo a Declan.
―Bien jugado, joven.
Declan se inclinó.
―Gracias. Vete antes de mañana por la noche.
Se volvió y se alejó. Cuando estaban a varios metros de distancia del
bosque, se volvió hacia Phoenix.
―¿Cómo estás caminando alrededor en el sol?
Phoenix se encogió de hombros. ―Pregúntale a tu madre.
―¿Madre?
―Él todavía está en su tierra, y tú eres mi hijo. Tu anciana madre tiene
algunos trucos bajo las mangas.
Su risa podría haber venido de alguien décadas más joven.
Una oleada de amor lo inundó mientras miraba a las dos personas que
adoraba más que nada.
―Apuesto a que lo haces.
Phoenix sonrió hacia él.
―Por lo menos ahora llegaré a conocer a tu madre.
Ella se acercó a Phoenix y sonrió.
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―Sí, vamos a hablar acerca de su ceremonia de apareamiento.
La expresión de terror en el rostro de su compañero hizo que Declan se
carcajeara. Las cosas nunca serían aburridas, ordenadas, pero no aburridas.
Escuchó con sólo la mitad de una oreja como su madre expuso cómo su
ceremonia de apareamiento sería. No se preocupó por los detalles. Él ya
tenía todo lo que necesitaba. Tenía amor.

Fin
Sobre la Autora
Amber Kell es una soñadora que ha estado escribiendo las historias en su
cabeza durante el tiempo que ella puede recordar.
Ella vive en Seattle con su esposo, dos hijos, tres gatos y un perro muy
estúpido.
Para saber más acerca de sus libros actuales u obras en curso, echa un
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vistazo a su blog en
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Créditos

Dark Fae

Dragon Moon

Clau
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Agradeciendo a todo el staff de

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