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1 edición, 1986
4.‘ reimpresión, 1996
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del
«Copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de
esta obra por cualquier método o procedimiento, comprendidos la reprografía y el
tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo
públicos.
ISBN: 84-7509-642-5
Depósito legal: B-14.364/1996
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INDICE
Capítulo 1 El cuerpo disfrazado, 15. Capítulo 2 Génesis y combate de una psicoanalista de niños, 147.
Descubrimiento del cuerpo del niño, 15. La identidad sexual, 20.
Sexualidad infantil: el muro del silencio, 23. Capítulo 3 Los niños de Freud, 168.
8
Capitulo 3 Un nuevo espacio para los niños, 291.
Los bebés en la fábrica, 291. Las faenas al programa, 295. Cómo
hacer amar la escuela, 295.
Capítulo 1 La escucha, J iy .
Antes de los cuatro años..., 319.
Anexos, 389.
Investigadores cuyos trabajos se han citado en esta obra (clasifi-
cados por disciplina), 389. Hitos cronológicos, 390. Declaración
universal de los derechos del niño, 393. Legalización del aborto, 396.
Utilización de tejidos fetales, 397. La edad de la primera comunión,
398. La población de niños de 0 a 11-12 años, 399.
9
UNA NUEVA MIRADA
MODO DE EMPLEO
La causa de los niños está muy mal defendida en el mundo, y ello por tres
razones:
— El discurso científico, cada vez más abundante en la materia, disputa al
discurso literario el monopolio del conocimiento de la primera edad de la vida. Ese
discurso oculta la realidad simbólica, la capacidad específica, la energía potencial
que cada niño encierra. Objeto de deseo para el novelista, el niño pasa a ser objeto
de estudio para el investigador en,medicina y en ciencias humanas; La finalidad de este trabajo de equipo es someter a la mirada del psicoanálisis
— La primera preocupación lie la sociedad es rentabilizar el costo de los niños; un conjunto de datos históricos, sociológicos, etnográficos, literarios, científicos,
—Los adultos tienen miedo de liberar ciertas fuerzas, ciertas energías que los recogidos a lo largo de una investigación, realizada en Francia y en otros países,
pequeños evidencian y que ponen en cuestión su autoridad, sus conquistas, sus sobre el lugar que la sociedad reserva a los niños.
privilegios sociales. Ellos proyectan sobre los niños sus deseos contrariados, su Procedimiento original: Fran^oise Dolto reflexiona y comenta aportando su
malestar, y les imponen sus modelos. doble experiencia de médica psicoanalista de niños y de madre de familia.
Examinar la “lección de la historia” , indagando en los orígenes de los fracasos Los pasajes en letra más pequeña presentan a la Dra. Fran?oise Dolto tenden-
y en las fuentes de los errores que desde hace siglos desvirtúan las relaciones entre cias, corrientes, modas y constantes y los puntos de debate y preguntas en suspen-
adultos y niños, y proponer un nuevo enfoque para una mejor prevención: he aquí so, tal como aparecen al término de la encuesta. Framjoise Dolto responde, confron-
el eje del presente trabajo. ta estos datos con sus observaciones, aporta su testimonio personal, explica su
Hasta el día de hoy, las elaboraciones en materia de pediatría o educación punto de vista.
cedían todas ellas a la vieja tradición del “adultocentrismo” , limitándose a poner al La primera parte de esta obra intenta trazar un balance histórico y establecer
día o a elevar a la categoría de moda las eternas riendas ideadas eñ interés de las un diagnóstico. La segunda, bosqueja un nuevo enfoque de la infancia. La tercera
familias. Esta es, indefectiblemente, la escuela de los padres. ¿Al servicio de los parte expone propuestas para una sociedad al servicio de la infancia. La cuarta y
niños? No, al servicio de los padres. La metodología de este colectivo de investiga- última, echa las bases para una prevención precoz de las neurosis infantiles. La
ción cambia radicalmente el ángulo de visión: consiste en adoptar la auténtica revolución de los pasitos. La auténtica revolución.
perspectiva del ser en devenir, liberada del prisma parental y d e ja óptica defor-
mante de los manuales y tratados mal llamados “pedagógicos” .
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12
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PRIMERA PARTE )
MIENTRAS HAYA NIÑOS
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EL N IÑ O EN LA SOCIEDA D :
C O N S T A N T E ^ CAMBIOS Y O R IG EN ES DE LOS FRA CASO S )
“Los padres educan a los niños como los príncipes )
gobiernan a los pueblos.” '
“Tenemos un mito de progresión del feto, desde el naci-
miento hasta la edad adulta, que nos hace identificar la )
evolución del cuerpo con la de la inteligencia. Sin embargo,
la inteligencia simbólica es la misma desde la concepción
hasta la muerte.” )
“Para el adulto es un escándalo que el ser humano en
estado de infancia sea su igual.” )
Framjoise Dolto
)
) .
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)
I
Capítulo 1
EL CUERPO DISFRAZADO
17
\
el pintor quería que algo escapara a los adultos de su cuadro de familia, es
porque él mismo tenía que expresar que conservaba un espíritu de infancia que
escapaba a la productividad general de su entorno, de su etnia. Porque un pintor es,
en cualquier caso, un marginal. Crea para el porvenir. Está seguro de que no integra
el concierto de los industriosos del momento, y probablemente es por eso que
puede identificarse con el niño que todavía es del grupo pero que ya anticipa el
futuro. El pintor, para poder fijar el misterio del devenir. se coloca fuera del tiempo.
del niño en las barricadas o en las fiestas; la actitud es desesperadamente conven- sexo masculino descubre la erección del pene disociada de la micción, momento en
que despierta al conocimiento de su identidad de varón. f .
los 2 años y medio. Comienza a ser muy sensible a ella cuando, en el momento de
la micción, observa las variaciones de volumen que su sexo experimenta. Le asalta
cional. Guiñaposo o endomingado, es el monito de su mamá o del pintor-fotógrafo. Las chicas descubren su identidad sexual interesándose por los “botones” de
sus senos y por el “botón” de su sexo, semejantes al tacto, y tocándolos. La mastur- 3 0
el miedo a la mutilación. La erección cesa. ¿Volverá? ¿Perderá él su pene eréctil?
Este miedo no es sino una proyección más tardía de la angustia-de castración pri-
Hasta en el cubismo se observa una expresión melodramática de la infancia,
tanto en su condición burguesa como en situación de indigencia. Sobre todo los
bación de esta zona erógena es el signo más indiscutible del momento de su historia
en que tienen la revelación de la gran diferencia.
Siendo yo una joven médica externa en Bretonneau, mientras cambiaba los
6f^cVí\ mitiva.
La angustia de castración obedece al hecho de que, para tragar, trituramos.
Hay una representación inconsciente de este hecho. Es una angustia de partición
vendajes de los pequeños quemados observaba que las niñitas se frotaban nerviosa- que se fija en particular a aquello que “rebasa” las partes protrusivas del cuerpo.
chavales. Las niñas, hasta la Segunda Guerra Mundial son las “chiquillas modelo” . mente la punta de los senos para soportar mejor el dolor. Los vendajes de las que- Los egipcios sujetaban al cuerpo los brazos de los muertos para que su ser fuese
maduras son dolorosos. Cuando hay injerto de piel, la manipulación es aun más entero al reino de las sombras. Para que todo el ser del niño prosiga su evolución,
delicada. Como yo no era torpe -h a b ía adquirido esta habilidad en mi primera éste tiene que tener conciencia de preservar la integridad de su cuerpo. Esto en el
experiencia como enferm era-, si no estaba en la sala, me llamaban. Un día, acudo niño no se produce naturalmente. Si se le ponen guantes, pierde noción de dónde
así a la cabecera de una chiquilla de 6 años, y al comenzar a humedecer la venda están sus dedos. Ya no tiene la referencia de los ojos, que predomina en el niño
para despegarla veo - y a no era una sorpresa para m í- que la niña se acaricia los vidente. Hay que palpárselos para que se los represente y los deslice uno por uno en
Rápida ojeada a una tela fechada en 1950, de un artista alemán desconocido en pezones eréctiles. l^a supervisora, que había estado mirando para otra parte, se da cada dedo del guante. (Se le pondrán los guantes cuando esté distraído y mirando
cuenta y amonesta severamente a la pequeña. “Te he visto y no volverás a hacerlo.
Francia: el niño sólo parece ser captado por sí mismo, cogido en una expresión Puerca.” Me dio un trabajo enorme calmar su indignación. “ Le duele, necesita un
para otra parte.) Asimismo, cuando se le prueba un zapato, el niño hace una pelota
con el pie: ha “perdido” su pie. Es la pesadilla de las vendedoras de calzado. Si no
ambigua, expresión de ausencia y ensueño. En las otras telas se representa al niño
desdichado o explotado o bien, desde la perspectiva del realismo soviético, al pione-
alivio. De esta manera se acuerda de que tuvo una mamá que le daba el pecho.. .”
—“ ¡Anda y a .. . , no hay excusa que valga, no quiero niños cochinos en mi servi-
cio!” , así se encolerizaba esta funcionaría de la Asistencia Pública, que no quería
saber nada de la búsqueda de la libido primitiva como autoanalgésica.
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tiene por lo menos 6 años, el niño se escabulle, le riñen, la madre se pone nerviosa.
Muchas empleadas me agradecen haber puesto fin a su suplicio indicándoles el
modo de empleo: haced que el niño se arrodille antes de probarle los zapatos nue
vos. No ve entonces sus pies, se interesa en otra cosa y se deja calzar.
ro de su equipo, pulcro e integrado en la élite dominante. Pero no en lo que puede Cuando yo estaba en análisis, quedé asombrada ante una chiquilla de menos de líO La angustia de castración del chiquillo no se expresa únicamente en el miedo
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de que caiga su pene sino también por la aprensión ante toda idea de mutilación,
como la de perder los dedos. La chica de menos de 3 años, ante el pene de un chaval niña que se masturba las puntas de los senos plantea la “pregunta muda” . Y
puede suponer que ella ha tenido uno, y siente también ese temor de un nuevo también se trata de ésta si coge el bolso y los zapatos de mamá y se pasea diciendo:
menoscabo en su integridad física. “ ¿Cómo es que me haré mujer si soy chata y no tengo colita como los chavales?”
Nadie resuelve nunca la angustia de castración. Es lo que alimenta nuestro sen- Las niñas creen que las madres sí tienen. Pregunta muda del chico que se disfraza
timiento de la muerte. De partición en partición, es el desmembramiento para la con las cosas de su madre: “Cuandp sea grande, ¿seré mujer como tú, también yo
última anulación carnal, soporte de nuestra existencia que lleva el nombre de muer- llevaré bebés en mi panza?” No hay que dejar pasar la ocasión de nombrar su sexo:
te. Hablar de ella es tranquilizador. “Nunca serás una mujer. Si quieres jugar al mayor, ¡ponte los zapatos de tu padre!”
Esto me recuerda a una chiquilla de 4 años y medio que decía: “Cuando sea abuelo,
Entre los negros, no hay adulto que no le diga a un pequeño -antes de la inicia- haré esto y aquello con mis nietitos." Había dejado atrás el estadio de no saber que
ción—: "Te agarraré la colita y te la cortaré.” Esto forma parte de los ritos de buena era una chica. Pero nadie la encaraba diciéndole: “Cuando seas vieja serás una abue-
convivencia: No es que el niño crea en la amenaza, pero le satisface que le hablen la, y esto sólo si has tenido hijos que a su vez han sido padre o madre y no simple-
de su sexo. mente porque has envejecido.” La ambigüedad del dejar hablar puede detener el
desarrollo sexual. Todo niño puede seguir divirtiéndose imitando a niños y adultos
Entre nosotros se suele exclamar: “ ¡Eso no se debe decir, es traumatizante!” del otro sexo siempre que esto sea un juego, no un proyecto.
Depende de la manera de decirlo. “Es una broma.” Poner palabras en la angustia No se explica esta diferencia a los niños. Así como las necesitan para compren-
que existe en todo chaval es saludable. der por qué no se deben tocar los enchufes, necesitan palabras que aclaren las
contradicciones entre la tentación que seduce al espíritu y su peligroso cumpli-
¿Quién sabe por qué una niña atrapa lo “ femenino” de su padre o un chico lo miento.
“ masculino” de su madre, según expresión de ciertos psicólogos? Circunstancias
especiales que se han olvidado, hechos de la primera infancia que quedaron relega-
dos y que no vuelven a surgir sino en un psicoanálisis ulterior, pueden favorecer SEX U A LID A D IN F A N T IL : EL M URO D E L SILEN C IO
los trastornos de la conducta sexual, las ambigüedades, la confusión de identidad, el
miedo a la mujer-madre, etcétera.
Después de la última guerra, una engorrosa pregunta vino a atormentar a los
educadores de las altas esferas: ¿Daremos o no información sexual en el marco
Me llamó una madre que se siente atemorizada por la violencia de su hijo ado-
lescente. Dice que en la calle ataca a las mujeres parecidas a ella. También me
informa que el adolescente le levanta la mano si ella se ocupa de su hija. “Mi herma- Me tocó asistir a una reunión oficial organizada en la Sorbona. La perspectiva
na es mía.” ¿Repite él eso desde que es chiquito? —“Sí, efectivamente.” A trastomabairdos-inspectores de enseñanza, quienes veían un solo remedio para
este niño le faltó ciertamente que su madre lo reprendiera la primera vez que le calmar, los^ardores. de la prepubertad. Uña única medida se impone: extenuar a
oyó apropiarse de su hermana. Y el padre con su actitud no supo lograr que su hijo todos estos jóvenes con trabajo intelectual y ejercicios físicos para que no les
respetara a su mujer ni en palabras ni en conductas, ni supo prohibírsela sexualmen- queden fuerzas ni tiempo para masturbarse de noche en los dormitorios. La fatiga
te lo mismo que a su hermana, como “mujeres con quienes él no tendrá jamás mental y física expulsará las fantasías asociadas a las pulsiones genitales, los lazos
relaciones sexuales” , así como él, su padre, nunca las tuvo con su propia madre ni afectivos y sensuales entre niños o entre niños y adultos, heterosexuales u homo-
con su hermana, abuela y tía paternas de sus hijos. sexuales. Ultima carta de triunfo de Jules Ferry, cuya ética educativa encontraba
Lo no dicho prolonga peligrosamente el equívoco del incesto. Lo importante aquí su apéndice. ?
es decirle a un chaval que no puede ocupar el lugar del padre y que hay relaciones En última instancia, este remedio forzado obedece a la lógica concentraciona-
de pareja entre sus padres a las que no puede aspirar y que él conocerá a su vez con ria: en los campos de concentración las raciones son escasas adrede, para que los
una mujer que no será su madre. deportados queden tan hambrientos que no piensen más que en comer, en vez de
Hay preguntas que permanecen desgraciadamente sin respuesta durante años y pensar en sus relaciones interpsíquicas. Quienes están agotados y amenazados de
se enquistan en una ambigüedad vergonzante o sagrada. Es sagrado, no se toca.JLa muerte si paran de trabajar, no tienen tiempo para esos intercambios.
prohibición del incesto J ebe sgr,explicitada en respuesta a la “pregunta muda” que El medio para explotar el trabajo .del hombre es utilizar su energía, o sustraerla.
[de^ repetirse bajo diversas forma? y querían tas niadres no saben ó ir A Volviendo a los institutos de segunda enseñanza, la idea de corregir la pedago-
22 23
P.
La memoria del adulto borra todo lo que correspondió al período preedípi-
co. Por eso le dio tanto trabajo a la sociedad aceptar la sexualidad infantil. En los
siglos precedentes sólo las nodrizas la conocían. Los padres, la ignoraban. Las no-
drizas la conocían porque vivían en un mismo nivel con los niños, a diferencia de
los padres, en los medios burgueses e incluso en los rurales. Las personas que se
ocupaban de los niños eran gente especial, que poseía la comprensión de un pre-
lenguaje no en palabras sino en conductas. Cuando Freud habló de la masturbación
infantil los adultos pusieron el grito en el cielo, pero las nodrizas decían: “Pues
claro que s í . . . todos los niños.” Entonces, ¿por qué no lo habían dicho? Porque
para la mayoría de los adultos los niños eran como animalitos de compañía o de
cría según que se los amara o no.
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le hacía ser suplantado por parte de la madre. El padre, o un sustituto del padre,
seguía obligándolo a promocionarse durante todo el transcurso de la vida genital,
fecunda, de las mujeres, porque él no era ni capaz de ser un bebé ni tampoco capaz
de tener niños. Pero lo asombroso es que las chiquillas, desde los catorce años, eran
objetos sexuales de vejetes. No parece que el incesto tuviese necesidad de ser dicho
de la misma manera, en realidad parece que se lo retrasaba: “Cuando sea grande conocen festejos de desborde emocional, y ello incluso en sitios donde comercial-
podré acostarme con mujeres de la edad de mi madre. . . cuando sea viejo me acos- mente se pretende mantenerlos, como en Niza o en el Norte con los Gilíes en Bél-
taré con mi hija en otra muje£ . . ” La situación de Agnés, en La escuela de las gica.4 Sin duda alguna hay una represión mucho mayor en nuestra sociedad que en
mujeres, era sin duda corriente. Pienso que el descubrimiento de Freud se produjo tiempos pasados. También a nivel de los niños. No parece que antaño hayan existi-
do las mismas prohibiciones de juegos sexuales entre niños, excepto hermanos y
en un momento en que el niño ha vivido mucho más “en familia” en vez de ser
hermanas, o entré niños y adultos, excepto sus padres.
criado por una nodriza o de ponerse a trabajar precozmente fuera de casa. En la
familia nuclear actual, sobre todo en las ciudades, las tensiones y conflictos son
En el siglo XIX existían las prohibiciones pero en la práctica había recursos,
mucho más explosivos, puesto que permanecen subyacentes. Hoy en día, el número
gracias a las personas laterales. Cantidad de chavales hicieron sus primeras arm-x
de personas con quienes el niño tiene contactos es más reducido comparado con los
sexuales con las sirvientas de la familia, y no sólo en los medios burgueses, «««,
adultos que antaño lo rodeaban. En los siglos XVII y XVIII, el niño podía transfe-
también en la granja. En cuanto a las muchachas, si las casaban muy jóvene- eia
rir sus sentimientos incestuosos sobre otras mujeres que encontraban muy divertido
porque se sabía que, casadas o no, serían el objeto sexual de los hombres, y era
practicar juegos sexuales con chavalines y jóvenes que no eran hijos propios. De
preferible que hubiese un hombre responsable de ello, con lo que el padre concedía
hecho, se advierte que hoy, de algún modo, el niño que prácticamente no ve a sus
la mano de su hija para que quedara a salvo. Lo que resulta muy extraño para nues-
abuelos, salvo en unas pocas reuniones, para una cantidad de cosas está cada vez
tras costumbres es que al yerno se le daba una mujer con dinero, como si fuera una
más encerrado dentro de una tríada: el padre, la madre y el hijo único. A la postre
carga, en vez de hacérsela pagar a él, como en ciertos países africanos dondt a la
queda apresado en este núcleo, aunque se tienda a decir, porque existe la televisión,
mujer hay que comprarla porque es un valor. Entre nosotros pasa lo contr ino:
porque existen las salidas en grupo, los viajes, que el niño dispone de un espacio
había que hacer tragar la píldora dando una dote. En los medios occidentales aco-
más amplio. Pero esto es muy relativo. Tiene un espacio material más amplio, pero
modados, el matrimonio de las jóvenes fue, hasta el siglo XX, algo del orden del
su espacio relacional afectivo se ha reducido.
proxenetismo legal. La negociación de la dote introducía en el matrimonio un
Para vivir los sentimientos que acompañan a las relaciones interhumanas el
matiz de venalidad. En primer lugar, infantilizaba al yerno, situándolo como alguien
niño está mucho más limitado que antes; y se conecta mucho más con su progeni-
incapaz de mantener a su mujer puesto que ni siquiera podía darle su valor. En
tor y progenitora, que le dan de comer y le educan. Antes, los padres por lo general
segundo lugar, infantilizaba a la mujer, porque parecía significar: cuestas dinero, o
ni daban de comer ni educaban, pero eran los compañeros de ritos de trabajo o de
sea que no sirves para nada. Implicaba, también, hacer de la hija un objeto de pose-
ritos de representación. El niño actuaba como ellos frente al mundo, frente al espa-
sión de su padre al que a éste le costaba renunciar. Al dotarla, él le significaba su
cio, y entre ellos había muchos adultos de reemplazo, para manifestar sus senti-
amor. Y, más allá de su pertenencia a otro hombre, la dote que él le había dado lo
mientos y su sexualidad incestuosa que se desplazaba por transferencia sobre perso-
hacía presente materialmente en la pareja de su hija.
nas del entorno de los padres.
También había exutorios como las fiestas de carnaval, las fiestas de máscaras.
Estas fiestas concedían una permisividad de las pulsiones sexuales bajo máscara,
al menos una vez al año; en ocasiones dos: Carnestolendas y mediados de cuaresma
eran dos días, en la estación fría en la Europa del Norte, en que familiares y vecinos
pasaban al anonimato; las máscaras ocultaban el rostro y uno podía disfrutar de
los deseos sexuales, de los juegos, las fantasías y a veces de la realización de deseos
sexuales, sin asumirlos, porque era Cuaresma.
Hoy, el martes de carnaval ha pasado a ser, como el día del padre, una opera-
ción puramente publicitaria, para vender pequeñas chucherías. Los adultos ya no
27
28
)
infancia con la confesión general de las faltas, en el momento de la comunión
solemne, terminada la infancia; y el nido pasaba a ser un igual de sus padres frente
a Dios, en el plano místico. Era también la edad de la inserción social. Por esa
época, en Europa, muchos niños de 12 años se habían volcado al mundo del traba-
jo, se separaban del hogar familiar, se confrontaban con la realidad y, ante la ley de
los hombres, se volvían adolescentes responsables. Era costumbre entre las familias
que la víspera de su comunión solemne el niño fuera a pedir perdón a sus padres
por haberlos ofendido, a sabiendas o no, durante la infancia. Después, a partir de
este festejo familiar y social parroquial, participaban, las niñas con las mujeres y los
niños con los hombres, en las actividades sociales. Conversaban en la mesa, tenían
derecho a la palabra en familia, cosa que hasta ese momento no podían hacer. En
Francia, en las familias que seguían educando a sus hijos como antes de Pío X, los
niños, todavía en 1940, no tenían derecho a hablar en la mesa hasta después de su
primera comunión, que era solemne, a los 1l_ó 12 años (en el 6o curso del colegio).
Estas familias cristianas desconocían la comunión privada previa. Los niños toma-
ban la primera comunión durante el primero o segundo año de estudios secundarios,
)
y después de tres años de instrucción religiosa. Por tanto, antes de eso no había
confesión; no se mezclaba a Dios en las exacciones contra la moral laica “pueril y
) honesta” . Y la religión no inducía por este hecho a los niños a calibrar el bien y el
“ D EJA D Q UE LOS NIÑOS VEN G A N A M I” ,
O LA FU E N T E DE LA C U LPA BILIZA CIÓ N
mal ante Dios según los caprichos o las neurosis de sus padres y educadores.
)
Anteriormente al siglo XIII, los niños comulgaban el mismo día de su bautis- Según la perspectiva del etnólogo, el acceso al comulgatorio puede ser considera-
mo, con la gota de vino consagrado que se les echaba en los labios. En el XIII, los ) do como un rito de pasaje.
niños varones tomaban su comunión pública a los 14 años, y las niñas a los 12. A
partir del Concilio de Trento, en el siglo XVI, niños y niñas eran admitidos en la \ Antes sí, después de Pío X no.
;
sagrada mesa a los 11 y 12 años. Pío X, quien redujo la edad de discreción a los 7 Una cosa es el sacramento instituido por Cristo, fundador de la religión, y otra
años, e instituyó la comunión privada haciéndola preceder por la confesión,1 hizo
el ritual que acompaña a su dación. Si se produjera a tiempo, sería un rito promo-
un regalo envenenado a los “inocentes” , creyendo responder así a la Palabra d?
Cristo: “Dejad que los niños vengan a m í.” cionante y liberador. Hay anticipación si uno y otro de estos sacramentos inducen
culpabilidad en vez de confianza en uno mismo y en los demás. Confundir el sacra-
Esta innovación en el culto católico fue urt^acto de perversión asociado a una ,-mento de penitencia con el sacramento de la eucaristía no es ya benéfico, pero se le
neró una precocísima culpahllización del niño y una eroti- añade también la confusión entre lo esencial de estos sacramentos y la contingencia
zacTOíTOe Ta confidencia Fécha a alguíeiT que sé ocultaba en la penumbra del confe- de los ritos. Evidentemente, todo dependía de la forma en que madres y padres
sionario. Para recibir el sacramento de la penitencia el niño debe tener inculcado el (sobre todo las madres) preparaban al niño para la autocrítica, frente a la ley de
^sentim iento del pecado. Este niño no se sentía culpable ante Dios; desde su infan- ) Dios y no la de ellos. Muy pocos son los adultos tutelares que dan el ejemplo a los
rÁ cia, sentía que actuaba mal cuando disgustaba aT adulto. Era feliz o desdichado
( X I (L niños que los ven vivir. Muy pocos prestan confianza a la vida que significan el hijo
^ según que recibiera caramelos y felicitaciones o castigos y golpes por parte de sus
) y su intuición; y no hablo más que de la vida del cuerpo. Muchos adultos siembran
educadores. No tenía ninguna posibilidad de discriminar entre el bien y el mal y lo
agradable y desagradable. la desconfianza de sí y de los demás, el miedo a las experiencias, el miedo a las
Para la cristiandad de Occidente significólainaugurac-ión.de un rito que insti- enfermedades (desde que se sabe cómo prevenir los contagios). La culpabilidad
tucionalizajel valor de la culpabilidad a una edad (antes del Edipo) en que el niño está por todas partes, hasta la de morir. Una observancia estricta en el ritual contin-
confunde la imaginación con el pensamiento, el deseo inconsciente con la acción, el gente parecía antaño importante: el ayuno. Cuando se iba a la comunión había
decir con el hacer y. lo que es peor, a Dios con sus padres y maestros. que estar en ayunas. Por qué no, si era liberador.. . Pero esto mantuvo también una
Antes de que la comunión privada viniera a pervertirlo todo, se salía de la ) cierta ambigüedad, como si la comida espiritual, mística, referida a las Palabras de
)
’ Véase Decreto de la Congregación para los Sacramentos “Quam singulari” , 8
de agosto de 1910. (Véanse Anexos, regla práctica I, pág. 214.)
)
29
)
)
Jesús, alimento simbólico de nuestra realidad humana, fuera antinómica de un
bienestar digestivo. El bienestar orgánico, al servicio de nuestra realidad vital
temporal y espacial, ¿no es necesario para los intercambios y, por qué no también,
para la creatividad espiritual?
¿Por qué razón la comunión a partir de la edad de discreción de 7 años? ¿Por
qué no de 0 a 7 años, como entre los ortodoxos? El niño participa en todo inser-
tándole sus interpretaciones mágicas del tomar y del hacer, magia de la oralidad y miento y las faltas por omisión, ¿qué diferencia puede concebir? De esto sólo
de la analidad. No conoce su parte de libertad en sus actos, agradables o desagrada- retiene el miedo al pecado mortal. ¡Este decreto de la Iglesia católica culpabilizó
bles, útiles o perniciosos, para él mismo y para el prójimo. Cuando toma conciencia inútilmente a todas las generaciones de nuestro siglo, en nombre del mismo Jesús
de ellos, adquiere también el sentimiento del bien y del mal, que las más de las veces a quien supuestamente los niños podrían acercarse! El, que ha venido para los
no tiene nada que ver con el pecado espiritual. El sentido de la falta es un senti- malvivientes, para los pecadores, para los inmorales, para quienes están fuera de la
miento laico. El niño advierte la imprudencia de ceder a actos que angustian a los ley o que al menos son juzgados como tales por los defensores del orden.
padres y que éstos han prohibido. Se cree culpable si se lastima torpemente por Y qué decir de la culpabilización del cuerpo p de las actuales exigencias de
relacionarse Ttrera-dd'medio familiar impuestas a la llegada de la pubertad, con la
perseguir una necesidad o un deseo. En la época de los castigos corporales, cuando
explosión vital ij e la adolescencia- qué decitjie lamasturbacíoñvivida como un
le pegaban en la parte sensible y motriz de su individuo, no era Dios quien le casti-
fracaso, como un recursoprudencial para salir deTpaso7~¿pur 'qúeUéclaratla pecado
gaba sino el guardián de sus bienes propios, de los que su cuerpo foimaba parte y
ante Dios? ¡También se podría llamar pecador al atleta qué.TTumillado por su impo-
que él había puesto en peligro. Pero desde el momento en que el niño se sentía
tencia, ño pasa la barra que se había empecinado en saltar! i
culpable, le instruían en los mandamientos de Dios, que no se deben confundir con
las órdenes humanas. Los ortodoxos practican una interrupción de dos años en la
: p e c & d o , t z í?
admisión del niño a la comunión, durante la instrucción religiosa que lo prepara
para su comunión privada solemne. La confesión se realiza a la vista de todos, en
medio del coro; el sacerdote está presente pero el penitente se dirige a un icono del ^ fe ú . g~ )
Salvador. El niño no dice nada de su vida personal. El sacerdote pregunta: “ ¿Has
f ^ ó o r o ^ o (
pecado contra el primer mandamiento?” - “Sí, soy pecador” . — “ ¿Contra el se-
gundo mandamiento?” — “Sí, soy pecador.. . Soy pecador en todo” . Pero no
tiene que detallar sus propios actos a un interlocutor curioso. Al cabo de estos dos
años de instrucción, conocedor de los rudimentos de su religión, el niño es admitido
a la comunión de nuevo, en medio de un pequeño festejo familiar, como un “ adul-
to responsable de sus actos” .
Para el niño católico las cosas son diferentes: desde los 5 años se lo somete a
un pequeño catecismo. Imagina a Dios en el lugar de sus padres. En vez de un
despertar a la vida espiritual, el rito es reducido a una psicolopizacrón de la mística
y_-amna^xotiMetóirthr7oebrcirifFí5PniñQ.i¿nJriosJ.y yicev.ersarPara los adultos era
una manera de presionar al niño amenazándolo con el castigo supremo de la Provi-
dencia, con el “pecado mortal” , ¡el Infierno! A ciertos niños les es ya difícil en-
tender lo que es pecar por acción, y pecar por omisión todavía más. Pero pecar
con el pensamiento, para un niño, es algo desprovisto de sentido. El niño, a los 7
años, no sabe lo que es pensar. Pensar es un acto voluntario. Por otra parte, muy
pocos seres humanos piensan (“Nadie medita” , decía Monsieur Teste). El pensa-
miento dirigido, el pensamiento que trabaja en algo como el cantor puede traba-
jar su voz, es un acto mental que no tiene nada que ver con las fantasías. El niño
toma sus fantasías por pensamientos. Entonces, entre los pecados con el pensa-
31
32
%
sus ascuas. El niño símbolo está entre el cielo y la tierra, entre dos sillas de beatos,
acostado entre dos reclinatorios. Es, bien uri ángel caído, bien el héroe futuro.
Otra causa histórica de la rehabilitación del niño fue el culto de los principitos.
Comenzó en pleifa guerra de religión. Durante el enfrentamiento entre católicos y
protestantes, Catalina de Médicis se propuso dar la vuelta a Francia en su carroza
Capítulo 3 exhibiendo a la muchedumbre al nuevo rey, Carlos IX, quien entonces tenía diez
años. Fue en 1560. Cuando Luis XIII es aún un niño, se le trata realmente como al
MEMORIAS DE LA INFANCIA niño rey. La corte cuida de su popularidad como jamás se lo había hecho con un
infante. Todo lo que concierne a la condición del niño y a su lugar en la sociedad,
es cíclico. Pero la dialéctica del discurso de que es objeto es mucho más compleja
y sutil de lo que las dominantes permiten creer. Por tanto, no se puede afirmar que
en la Edad Media no exista el niño símbolo de inocencia y pureza. Si bien no ocupa
la primera línea en el discurso literario, existe en las canciones populares, en los
cantos de Navidad. En el siglo XHI el repertorio lírico celebra la maternidad. Cierto
es que estas dominantes fuerzan el rasgo hasta el extremo, y desfiguran las cosas al
ocultar todos los otros momentos dialécticos, al dejar en la sombra las otras facetas.
Pero no son pura ficción, juicio arbitrario carente de fundamento. Cada una de las
dominantes recuerda al hombre que, a finales del siglo XX, puede aspirar, ya que no
EL A N G E L , EL EN A N O Y EL ESCLAVO a captar el fenómeno en su totalidad, al menos a conocer el misterio en su compleji-
O EL N IÑ O EN LA L IT E R A T U R A - dad y respetarlo, una de las componentes de la realidad del ser humano en devenir.
El juicio dominante de la Edad Media revela que el consenso de estos siglos
En la literatura medieval de Europa occidental, el niño ha ocupado el lugar del quiso retener ante todo la maleabilidad, la plasticidad de la infancia y la influencia
pobre, cuando no del apestado, del paria. Esta fue la voluntad de la Iglesia. Los del medio, de la educación sobre los jóvenes cerebros; el niño es un perverso en
textos de los clérigos recuerdan que el niño es un ser del que hay que desconfiar, estado latente. Sólo la religión lo salva. Es la corriente de pensamiento que prescri-
porque puede ser asiento de fuerzas oscuras. El recién nacido_nertenece todavía a be Fenelón con su Telémaco, racionalizando y laicizando el juicio de los hombres
la especie inferior y afín ha de nacer a la vida del espíritu. Carga con la maldición de la Iglesia: el niño debe ser enteramente modelado por la educación para no
del hombre^ejtptrtsádo del para-feo^-Eaga por los vicios de los adultos como si siem- resultar un perverso. Rousseau inventa el postulado: el niño nace como el buen
pre fuera fruto del pecado. Los términos que se emplean a su respecto son des- salvaje, quien lo pervierte es la sociedad. Lenín retomará para sus pequeños pione-
preciativos y hasta injuriosos. Largo período de desgracia que se explica por el ros el modelo de Telémaco. El ciclo reproduce incesantemente estas contradicciones
hecho de que el niño es bautizado tardíamente. Aun cuando se lo bautizará sistemá- internas. Pero antes, los románticos toman el legado de Rousseau. El Emilio de
ticamente, se dice que el sacramento del bautismo ho borra el pecado original. A Rousseau abre el camino a la pequeña Fadette* y a Pablo y Virginia2.
este oscurantismo sucede el humanismo del Renacimiento, que va a poner fin á la
A principios del siglo XIX, según la dialéctica dominante, el angelismo sale
desgracia de los retacos de Dios, que están en el purgatorio cuando no en el infierno
de los inferiores, domésticos, siervos y animales. M. Alcofribas a la cabeza, con su vencedor y pasa a un primer plano. Todos los poetas románticos cantan al niño.
genial parábola de Gargantüa quien, por el poder del verbo, nace gigante. Se pide al Pero la representación que hacen de éste es pueril. El niño está mal encarnado,
adulto que recupere el espíritu de la niñez. Espíritu de infancia que, en el siglo muy poco corporizado. No es sino un frágil espectro que evoca el origen divino del
XVIII, pasará a ser la primera de las virtudes cristianas. La Iglesia, que en un princi- hombre y el paraíso perdido. El recuerda al adulto la pureza primitiva, el aspecto
pio arrojó a la cría del hombre a las tinieblas, la rehabilitará en las conciencias. más noble y más carismático de la condición humana.
“ El Evangelio nos prohíbe despreciarlos (a los niños) por la alta consideración Los novelistas del siglo XIX buscan situar al niño en su medio social y dramati-
de que hay ángeles bienaventurados que los protegen”, Traité du choix et de la
méthode des études, Fleury, 1686.
“ Sed como niños recién nacidos”, recomienda Jacqueline Pascal en una oración ' De George Sand.
incluida en el reglamento de los pequeños pensionistas de Port-Royal (Reglamento 2 De Bemardin de Saint-Pierre.
para los niños, 1721).
34
Es posible que el culto del Niño Jesús haya preparado y facilitado esta rehabili-
tación. En cualquier caso, marca una etapa, una primera conquista. El pesebre fue
inventado por san Francisco de Asís, a comienzos del siglo XIII. Antes de él, no
había cuna del niño símbolo. Angel o demonio, era criatura aérea o permanecía en
33
zan la desventura de su condición. El niño es víctima de la sociedad, desde chivo
emisario a mártir, y asciende tramo por tramo su vía crucis.
36
*
)
.
Max Primault, Henri Lhong y Jean Malrieu: Tenes de l ’enfance. Le mythe de
l’enfance dans la littérature contemporaine, París, P.U.F., 1961.
37
fondo, el niño es como un sonámbulo. El sonámbulo no.se cae del tejado, pero una
persona despierta, que toma conciencia del vacío, comprende el peligro del riesgo,
se asusta y cae. Y los adultos se lo pasan queriendo despertarlo. No hay que desper-
tarlo demasiado pronto, y , al mismo tiempo, no es posible no despertarlo un día,
porque él forma parte de una etnia que fatalmente lo despertará. Iniciarlo demasia-
do precozmente le hace perder potencialidades. De todas formas, en todos los seres
humanos tiene lugar, tarde o temprano, una mutación. La tradición popular reúne en colección todos los clisés establecidos por siglos
En Mi planta de naranja-lima, el encuentro entre el anciano y el niño es capital. de hábitos y prejuicios y que sirven para distinguir a los niñitos de las niñitas.
Ambos parecen vivir algo juntos y pueden comprenderse: el viejo ya no tiene una Estas son imitación de las mujeres, y los niñitos, imitaciones de hombres. A-unos y
vida sexual erótica, y el niño todavía no la tiene, y los dos viven su am o r.. . un otras se les indica el camino a seguir para no echarse a perder. Se considera al niño
amor entre aquel que va a morir y aquel que acaba de dejar el limbo. como un ser inmaduro, como un ser inferior, sin que exista una clara línea diviso-
Un libro precioso da cuenta también de la relación auténtica entre el pequeñín ria entre niño y niña. Entonces, ¿cuándo aparecen los personajes de niñas en la
y el adulto: Les dimanches de Ville-d’Avray. La sociedad no acepta esta inocencia. literatura? Es indiscutible que, hasta el siglo XX, los pequeños protagonistas mascu-
Y, sin embargo, qué fundamentales son este intercambio, esta vida que se dan uno linos son mucho más frecuentes que los femeninos. En los cuentos y leyendas,
al otro esos dos seres mediante una comunicación simbólica y casta. Caperucita Roja podría ser, en último extremo, un chiquillo, salvo que el lobo se la
El campo imaginario de la infancia es absolutamente incompatible con el come y que finalmente el lobo es un viejo sátiro. Pero se sabe que un niñito también
campo de racionalidad a través del cual el adulto asume su responsabilidad sobre tiene motivos para temer a los sátiros.
el niño. Testimoniarlo auténticamente, sin proyección del narrador, sin repetición Durante mucho tiempo los personajes femeninos de la literatura novelesca se
de tópicos, sin referencia a un modelo social, fuera de toda moral y de toda psicolo- limitaron a personificar a la madre del niño, o a la joven casadera, a la mujer madre
gía, y sin intentar hacer poesía con ello es, en última instancia, “intraducibie” o a la mujer futura. Parece haber sido preciso vencer más que la inercia, el rechazo
para el adulto. de toda una sociedad, para que la chiquilla entrara realmente en la literatura como
Entonces, la verdadera literatura, ¿será la que escribiría un niño (como Anna personaje principal. Se entiende que el niño de los cuentos no esté sexualmente
Frank, pero ella no relata sus primeros años)? Habría que animarlo a eso. No se diferenciado cuando no es un varón típico, porque es una emanación de una socie-
parecería a la literatura escrita para gustar a los niños. Pero aunque no interese al dad conducida por hombres, cuando no profundamente misógina. Hay que recono-
vecino, tal vez sería una terapéutica de la escritura. Cumpliría la Palabra de San cer que la mayoría de los escritores son hombres. George Sand fue una vanguar-
Pablo: “ Cuando yo era niño, hablaba como un n iñ o .. . ” (Epístola a los Corintios). dista. En Francia, La pequeña Fadette es la primera heroína con faldas. Les Petites
¿No tendría valor de testimonio? Mi planta de naranja-lima prueba que esta Filies modeles, bajo su manto rosa, introduce la ambigüedad erótica en el perso-
tentativa de reconstruir y recrear la subjetividad de la infancia es comunicable, y naje. Sophie es la nieta de Justine.
La Condesa de Ségur no escribía para los adultos, sino para sus nietos. No
al mismo tiempo posee un gran valor literario. Si florecieran trabajos de este género,
consideraba que su obra fuese literatura. Sólo ahora se dice que es literatura.
a diferencia de todos los novelistas conocidos que se sirven de su infancia bajo el
Está un poco en la línea de los cuentos cuya moraleja debe inducir al niño a
prestanombre de un héroe para contar una historia, parafrasear un mito o saldar sus
aceptar la norma, pero el tema del sadismo está muy presente; éste es, por lo demás,
cuentas en un planfleto social, ¿no contribuiría esto a desarrollar en el lector el
el punto más original: hay toda una tradición educativa de la novela escrita para
respeto por la subjetividad del niño? ¿El presentimiento de que en los primeros
los jóvenes con el fin de indicarles el camino a seguir, el saber vivir, el código de la
años de nuestra vida vivimos una experiencia sensorial e imaginaria sin relación con integración social. La Condesa de Ségur lamentaba que no fuese posible flagelar a
lo que se proyecta más tarde? Puede ser, pero forma parte de la evolución normal las indóciles hasta hacerlas sangrar. ¿Acaso no decía: “El castigo debe inspirar
de cada individuo traicionar y deformar algún día su propia subjetividad. terror” ?
40
mirada dirigida al niño. Tengo la impresión de que el discurso sobre el niño sigue
siendo tributario de toda una herencia cultural y mitológica.
El Niño mayúsculo no existe más que la Mujer con M mayúscula. Ambos son
entidades abstractas que ocultan a los individuos. En el análisis del discurso litera-
rio, el paralelo entre las relaciones niños-sociedad y las relaciones hombre-mujer
El niño víctima de la sociedad es una concepción del siglo XIX. En nuestro fin es revelador de la fuente común a todas las neurosis. Así como los adultos pro-
de siglo, el tema de la mujer-ñifla explotada por el hombre nos desvía de la verda- yectan sobre los niños lo que rechazan de un universo o lo que no encuentran en sí
dera cuestión: el discurso sobre el niño oculta el imaginario de los diez primeros y quieren magnificar, así también el hombre proyecta sobre la mujer sus fantasías,
años de la vida. ¿Es ineluctable, como un destino, no poder utilizar la escritura más sus sueños defraudados, su malestar. La mujer-madre hace otro tanto al cobijar a
que para una recreación Hteraria de nuestra juventud, más que para inventar una un compañero que busca un ala protectora. Las parejas se infantilizan. Si la actitud
infancia que no existe en la realidad o para servir a una ideología imponiendo sus del adulto, tanto hombre como mujer, cambiara respecto de los niños, quizá la
modelos? ¿Es la literatura la expresión más enajenadora de la infancia al mismo misma relación de la pareja se sanearía. El fin del sexismo, de la falsa rivalidad y de
tiempo que la más iniciativa del paso a la vida adulta? En este sentido, sería el prin- la psicosis de alienación machista pasaría por un mayor respeto a la persona del
cipal instrumento de la llamada al orden, del adoctrinamiento, del sofocamiento de niño y a su autonomía, lo que implica una mejor vitalidad sexual y amorosa entre
la sensibilidad artística, con el escritor cediendo inconscientemente al mimetismo adultos en pareja, padres.
que la sociedad desarrolla en los “buenos alumnos” , más que su creatividad.
¿Acaso la literatura no puede, también ella, dar testimonio de la subjetividad
“ PIEL DE A SN O ” Y “ PLA NETA A ZU L”
de la primera edad e incitar a un mayor respeto de la persona humana en su estado (D E LOS CUENTOS DE HADAS A LA CIEN CIA -FICCIO N )
de máxima fragilidad?
La poesía de Lautréamont y Rimbaud es en el plano escrito lo que el psicoaná- Los autores de cuentos y leyendas, los que transcribieron la tradición oral de
lisis infantil fue en el plano oral, desde hace cincuenta años. ese patrimonio común que es el folklore, parecen haber tenido la segunda intención
de ayudar a sus pequeños lectores a pasar del estado de infancia a la vida adulta,
¡Hoy día, quién no cuenta sus recuerdos de la niñez! En la literatura francesa de iniciarlos en el aprendizaje de los riesgos y en la adquisición de los medios de
actual este narcisimo comprime marcadamente el universo novelesco, y hay que autodefensa. Bruno Bettelheim5 traza, así, una línea divisoria entre cuentos de
leer la producción extranjera para encontrar temas más épicos, más cósmicos. hadas y mitos. Los mitos ponen en escena personalidades ideales que actúan según
Michel Tournier intenta efectivamente recuperar los grandes mitos, pero en con- las exigencias del superyó, mientras que los cuentos de hadas pintan una integración
junto la inspiración de la novela francesa actual se basa en la infancia que el autor del yo que permite una satisfacción conveniente de los deseos del ello. Esta diferen-
ha tenido o no. cia subraya el contraste entre el pesimismo penetrante de los mitos y el optimismo
fundamental de los cuentos de hadas.
Tal vez esto sea obra del psicoanálisis, que va entrando en la cultura de los Los mitos proponen el ejemplo del héroe con quien no es posible identificarse
intelectuales. Estos sospechan más que nunca la importancia de sus primeras sensa- porque es un dios o un semidiós, realiza hazañas extraordinarias a las que no se
ciones. puede aspirar. Los cuentos de hadas, en cambio, hablan de la vida cotidiana; a
Esta “cuna” imaginaria que preside el dormitorio de nuestros novelistas con- menudo, los personajes principales, chiquillos, niñitas, los adultos, las hadas, etc.,
temporáneos no hace más que representar el espacio cada vez mayor concedido por ni siquiera tienen nombre: se dice “un n iñ o .. . una niña. . . un pastor. . No
la sociedad de la década de 1960 a los problemas de la infancia. ¿Moda, culto? tienen historia ni padres. Son seres humanos de familia indeterminada. No son el
Si hay un culto de la infancia, ¿es reciente en nuestra sociedad occidental? En príncipe de. . . el rey d e .. . Los héroes de la mitología tienen algo de inimitable.
lo que respecta a la concepción actual —digamos americana—, no creo que se pueda Encontrarse ante una montaña inaccesible es desesperante. Desempeñan para el
hablar de culto del niño, ni siquiera en la primera parte del siglo XX: más bien se niño el papel del padre aplastante.8
trata de una entrada del niño como personaje de pleno derecho, pero en cualquier
caso está enteramente nimbado de símbolos. Esto hace que realmente no se pueda 8 Bruno Bettelheim: Psychanalyse des contes de fées (The uses of enchant-
decir que se lo toma por él mismo, que se lo estudia por él mismo, con una actitud ment), R. Laffont, 1976, págs. 39 y 58.
neutra, y que se lo muestra tal como es, sin verborragia poético-mitológica. El niño
sigue prisionero de todos los símbolos que se le asignan, y el adulto centra en él 42
todos sus sueños y ve en él una edad de oro perdida. E incluso, actualmente, ¿se
puede hablar de un culto del niño? No es seguro que verdaderamente se defienda al
niño como persona. También este “culto del niño” tiene una faceta mítica. No por
concedérsele hoy día un lugar en apariencia muy considerable se hace más clara la
41
No todos los héroes griegos tienen un fin trágico como Prometeo o Sísifo.
Ulises regresa a Itaca. Esto es importante para los lectores muy pequeños. Si el
personaje con el que se ha identificado muere o conoce el suplicio eterno, el niño,
que sí debe seguir viviendo, puede verse tentado a abandonar la lucha. El happy-
end es necesario para alentarlo al esfuerzo, a la combatividad.
Con todo, los mitos poseen un valor de iniciación para el joven lector: se hace
perceptible la noción de prueba; si se hacen esfuerzos a menudo es posible, si no Las más de las veces se confunde los cuentos para niños con los cuentos que los
siempre, salir victorioso en las pruebas inevitables de la vida. adultos cuentan a los niños, que los padres o abuelos gustan de contar a los niños.
Pienso que el happy-end de los cuentos de hadas proporciona al niño la imagen
de pruebas que, evidentemente, distan de su realidad, pero que le permiten momen- La historia de Pulgarcito o la historia de Piel de Asno aparecen también en
táneamente identificarse con héroes que atraviesan trances difíciles y que aun así China: son arquetipos. La Cenicienta nació en el Tibet. Lo atestigua este folklore
ladaji, recogido para los refugiados tibetanos de Oíd Delhi (India) por Ngawang
conseguirán vencer los obstáculos.
Sopa: “ En el fondo de un valle vivía un rey. Y allá arriba, sobre la ladera, una vieja
permanecía sola con su hija. . .” Queda planteado el tema de Cenicienta. En esta
Antes de la era de la televisión, los pequeños leían o se hacían leer cuentos de versión tibetana, Cenicienta, engatusada por su madrastra, ha matado a su madre
hadas, de una generación a la otra. Ahora, en la pequeña pantalla miran historias con sus propias manos: mientras ésta machacaba cebada en la piedra de amolar, la
de “ciencia-ficción” . hija soltó la rueda del molino que aplastó a su madre. Su trabajo de fregona y su
vida de exiliada son un medio para asumir la falta o el error de su existencia pre-
Pienso que hay una sustitución. Un signo: los niños quieren el happy-end. cedente.
Él otro día seguí por la TV un combate entre ovnis y me dije: “Es el exacto equiva-
lente de los cuentos de hadas: hay suspenso, un héroe con el que el niño se identi-
Son historias de la evolución del niño en dificultades con los adultos, el cos-
fica, los robots cumplen el papel de las hadas malvadas o de las hadas buenas, pero
mos, la naturaleza, la realidad. Representar a un niño enfrentado al gigante de
siempre hay un sujeto humano. En el film de ovnis en cuestión, una mujer supuesta-
ningún modo es mostrar al pequeño ser inmaduro, pero no hay mejor metáfora del
mente extraterrestre se convertía de golpe en una bella joven y el robot desaparecía.
pasaje obligado de todo futuro adulto: o pasa usted al lado, o se mete dentro sin
No obstante, en estas historias de “ciencia-ficción” , los telespectadores de menos
darse cuenta. Pero, si se da cuenta, eso es lo que usted será llevado a vivir. Aunque
de cinco años no encuentran reemplazante para el chiquillo y la niñita de los cuen-
sea un discurso escrito para el adulto y por adultos, no hay nada más valorizador
tos de hadas.
para el niño.
Bruno Bettelheim, que no' hace culto del pasado, que no acusa sistemática-
Me pregunto si los mitos no sirven más al destino de un ser humano esencial,
mente a la televisión o al cine, no encuentra en ellos equivalente, páralos menores y que por tanto todo ser humano encuentra, mientras que el cuento de hadas servi-
de cinco años, de los cuentos de hadas. Todavía hay en la televisión francesa cuen- ría de apoyo a los estadios particulares de ciertas personas. Los mitos darían cuenta
tos de hadas escenificados de manera dramática, pero forzando lo grotesco, lo de las relaciones del niño en cuanto individuo de la humanidad, del niño cósmico
bufonesco. El niño ya no encuentra en ellos la ética que sostiene su deseo de iden- frente a las fuerzas de la naturaleza en cuanto tienen de incomprensible, enfrentado
tificarse con un héroe. con lo real que no conoceremos nunca. Y el cuento de hadas sería, más bien, la
Devolvamos los cuentos de hadas a su contexto social. ¿Se habían hecho para representación del niño histórico y social. Pero considerando “niño” , salvo en los
los niños? No lo creo. Los cuentos de hadas se hicieron para las veladas, tanto para cuentos pervertidos, o sea edificantes, de una manera absolutamente apersonal,
los adultos como para los niños. Eran un mensaje. Podían ser entendidos “por todas despersonalizada, y comprendiéndolo en su totalidad.
las edades” , pero para aprender verdades crudas. Piel de Asno es completamente En los mitos nunca aparecen personajes enfermos; en los cuentos de hadas sí,
chocante para los niños: perseguida por su padre incestuoso, es obligada a disfra- aparece el niño enfermo, la madre enferma, el padre herido a raíz de un maleficio
zarse de asna a fin de impedir que su padre la posea. Piel de Asno es la historia de echado por una bruja. En los mitos son prisioneros de fuerzas, pero no son en-
una muchacha que esquiva el placer incestuoso de su padre. Los adultos entendían fermos.
esto de una manera totalmente erótica, y los niños también. Y al mismo tiempo se Otro aspecto específico es que los mitos suelen representar los orígenes de la
daba a entender que, cuando la madre ha muerto, es peligroso que una niña perma- humanidad, pues a menudo se trata de conflictos y filiaciones entre dioses. Es ésta
nezca en contacto con su padre. tal vez- una función propia de los mitos y que no encontramos por fuerza en los
cuentos de hadas. . . Así es entre los hindúes, en toda la cuenca mediterránea: se
43 trata del combate de los dioses, de la infancia de los dioses, de las duras pruebas
atravesadas por los dioses; de las guerras entre dioses, del odio, los celos, el amor, el
incesto entre dioses. Son historia o prehistoria, mientras que los cuentos de hadas
poseen el espacio de lo imaginario.
44
)
)
EL NINO-SANDWICH
)
Cuando yo era pequeña, la publicidad no mostraba imágenes de niñitos varo-
nes; los bebés tenían el sexo de los ángeles. En los anuncios y propagandas, era el
) bebé-objeto. Desde que se inventó el daguerrotipo se tomó la costumbre de fotogra-
“ Había una vez” . . así comienzan los cuentos, mientras que los mitos son fiar a los recién nacidos desnudos pero panza abajo. La colita, ni vistani ccmxxcida.
actuales, una manera de antropomorfizar fuerzas cósmicas, telúricas, de siempre. ) En los álbumes de familia, los chiquillos se esfuman bajo su largo vestido de bautis^-
mo. Esta indiferenciación o esta ambigüedad se mantuvo prácticamente hasta las
En este sentido se puede decir que el mito es un aprendizaje de la metafísica
y de la religión, del hombre cósmico en relación con las fuerzas y con la llamada de ) vísperas de la Segunda Guerra Mundial.
Los primeros anuncios ilustrados relativos a los lactantes se ceban en las amas
los orígenes, mientras que el cuento de hadas sería mucho más el aprendizaje de la
de cría. Presentan nodrizas y nodrizas. Después se publicitaron las primeras leches
preparación para la integración social. Por lo demás, en su diversidad, de un país al ) envasadas. Después las féculas. Se representaba la Fosfatina Falliére con una gran
otro, a través de sus objetos, decorados y modo de vida, se reflejan tipos de socie-
sopera y una retahila de niños trepándose a ella al asalto. Sucedáneos de los angelo-
dad dados. En los mitos, las constantes son más sorprendentes: los incestos, las
) tes de antaño. La primera representación publicitaria de una chiquilla aparece en
maldiciones, los tabúes infringidos, todo esto se dice casi tal cual en los mitos hin-
el afiche del Chocolate Menier: la niña se esmera en escribir sobre una pared “Cho-
dúes, grecorromanos, africanos. Es asombroso ver que en el mito de la creación del
) colate Menier” con una escritura de buena alumna acorde con el estándar de la
mundo massai hay una mezcla de arquetipos cristianos, bíblicos y puramente
época.
animistas. Dios creó un hombre y una mujer, con un toro.
Este precedente —la intrusión de las pequeñas modelos en la publicidad-
Antes que de Ulises o Prometeo, sería quizá más interesante hablarles a nues- ) queda largo tiempo sin continuación.
tros hijos de la Luna, de Plutón, de Marte; contarles, en realidad, cuentos del
Observamos que a partir del momento en que la representacjóft-publicitaria
espacio. Tal vez sea una literatura que podríamos adoptar, pero cuyos anteceden-' ) del niño se hace claramente sexuada, domina, hasta la década dé 1950,já imagen
tes existen; bastaría simplemente con utilizar más leyendas procedentes de Asia,
masculina. Como si la publicidad fuera cosa de hombres, grandes-a-petjueños, para
América y Africa.
Michel Tournier, sus Reyes Magos mediante, intenta retomar el hilo de la
) elegir la marca y el color. Paralelamente, el vestido de bautismo del niñito desapa-
rece del álbum familiar, a medida que aquél pasa a ser, en las paredes de la ciudad,
tradición parafraseando libremente la leyenda. El inventó al cuarto Rey Mago que
el parangón delnifio-consumidor^o-más bien mediador de compra.
llega a Belén únicamente para encontrar la receta de los likums: es un glotón. Se )
~~T.u~sríEffilogía es una muletilla resaltar que los spots publicitarios de la televi-
trata de un humor capaz de divertir mucho a los niños de hoy. sión sorflos programas que más atraen a los telespectadores pequeños. Después de
Y por mi parte creo que, por diversas razones, el cuento de hadas de Perrault ) mayo del 68, se denunció este “ desvío de menores” cultural: “ ¡Qué calamidad,
ha dejado de ser un mediador (primero porque ya no hay contexto para contarlo, tomar al niño por un consumidor!" Es verdad, pero la respuesta del interesado
porque ya no hay abuelos que lo cuenten. . . Y.después, porque el mundo ha cam-
) no es pasiva. El niño no es tonto y ejerce su sentido critico: sólo se ríe si el gag le
biado). Me pregunto si entre la ciencia-ficción, la conquista del espacio y los gran- divierte, y no retiene más que los slogans cuyas aproximaciones, gazapos y aso-
des mitos no hay una nueva osmosis; quizá estemos en un momento en que los nancias caen bien a sus oídos. La publicidad juega con el lenguaje, inventa efectos
niños pueden nutrirse en los arquetipos planetarios y tomar contacto directo con
)
cómicos_La,vida cotidiana es poco relajada; la'l2riEdád7HlíansañcÍóxrispáh' los
los grandes mitos, y quizá al mismo tiempo con un vocabulario y un espacio dife- rostros de los adultos. Pocas son las personas de buen humor, y los juegos de pala-
rentes. Los dibujos animados los han preparado para ello. ) bras que no hace mucho divertían a los colegiales son reemplazados por las onoma-
Contrariamente a los cuentos de hadas, los dibujos animados son historias sin topeyas de los dibujos animados. Los spots publicitarios desdramatizan el “de casa
palabras pero no sin colores ni sonoridades. Se trata de lenguaje en actos (pasivos ) al trabajo y del trabajó a ¿asa" ' y ayudan al niño a liberarse de ciertas situaciones
y activos), en medio de un decorado natural o creado por la mano del hombre pero conflictivas mediantciarisa olajlgarab ja.___ ™— —
simplificado, casi abstracto; marco para la historia en que un héroe (no forzosa- No debe excluirse que el lenguaje publicitario, con sus gags visuales y verba-
)
mente humano) tiene que resolver los problemas de vida, supervivencia, vecindad, les, desarrolle las facultades críticas del niño más aun que la escuela. El niño puede
rivalidad, prestigio, celos, malevolencia, malentendidos, violencia, humillación del decir: si elijo, no lo haré forzosamente como el chico de la película.
)
débil por el fuerte, pero todas estas pruebas acaban compensadas, cuando no La niñita del Chocolate Menier estaba en la vanguardia al comenzar el s'.glo de
resueltas, por el amor. Los dibujos animados han suplantado a las historias conta-
das por los adultos a los niños. Los héroes animales enanos permiten a los menores )
de 5 años identificarse con ellos, y los niños que tienen poco vocabulario comprenden
el texto latente. Lástima que falte una persona amada con quien poner en palabras )
las emociones que esta historia en imágenes ha suscitado como respuesta a expe-
riencias reales o a fantasías que los niños imaginan en sus momentos de soledad.
)
45
)
los medios de comunicación de masas. Anunciaba, con cincuenta años de adelanto,
que el niño de menos de diez años iba a ser la estrella en las paredes de la ciudad y
en los extraños tragaluces, por millones. La conquista tendría lugar por etapas:
hubo un reinado de la pareja madre-bebé, después vino la familia nuclear, radiante
gracias a la marca tal, el papá-gallina sucedió al soltero musculoso y la publicidad
presentó al principito solo sobre su orinal. El niño-sandwich, clamaron los publi- Capítulo 4
fóbicos. En realidad, este 1ugac..de..ptLrngr--plnnn ,que se Je asigna es más bien valori-
zados Ahora la sociedad leí reconoce el derecho a elegir/El niño forma parte de la EL ENCIERRO
decisión de compra. Se lo representa despiértoTastuto, de manos diestras, de buen
gusto, con facilidad de palabra. Adiós a los tópicos del chico-catástrofe. El tema de
la explotación de los niños por parte de los medios de comunicación de masas es
una causa equivocada.
48
)
dos según su edad en vez de mezclárselos con otros por disciplinas y por niveles
de instrucción.1
Los más ricos escaparon más tiempo a la internación escolar. Los hijos de los
)
señores feudales prosiguieron el aprendizaje del oficio de las armas, disfrutaron de
cuando ya en el siglo XV, en los palacios italianos y hasta en las casas de los nota- todos los contactos sociales ofrecidos por una existencia abierta al exterior, había
) solidaridad de casta pero no segregación por edades o clases sociales: en los juegos
bles, los arquitectos dispongan más estancias reservadas a la intimidad de la familia.
Sea como fuere, los patios, las loggias abiertas permiten aún el paso de una multi- y torneos, se mezclaban con las gentes del pueblo. En las escuelas, los pobres eran
tud de visitantes. Sigue habiendo un lugar común donde todas las clases de mez- ) los buenos alumnos, y los ricos los malos. Porque quienes ostentaban los medios
clan y por donde el niño se desplaza y adquiere muy pronto una gran experiencia de del poder político por nacimiento acudían menos a los clérigos que dispensaban el
las relaciones sociales. ) poder intelectual. Estaban consagrados a la vida de las armas. Los hijos de los ple-
beyos, que podían esperar una promoción en este aspecto, se aplicaban a la vida del
estudio. Ocupaban la primera línea de los segregados por los enseñantes que preten-
En las viviendas de los artesanos y campesinos, el papel de la sala común se- )
guirá preponderando largo tiempo aún. La socialización del espacio tiene también dían hacer de sus escuelas semilleros de clérigos. Así, el saber libresco, la erudición,
su razón práctica, que no se debe olvidar. Es comprensible que la privatización haya quedaron desviados de la caballería. Aquí pueden hallarse los fermentos de la
) revolución. Porque esto desemboca en un cambio de manos del poder político.
sido mucho más tardía en el campo, donde la técnica penetró en los hogares con un
siglo de diferencia en comparación con el fenómeno urbano. Lo que sucedió en la Galia y la Francia medieval tuvo lugar en Africa negra
) en los siglos XIX y XX. En nuestras antiguas colonias, los primeros escolarizados
fueron los hijos de los griots* los hijos de los más pobres, de las concubinas sin
Calor del fuego, calor humano: el hogar reunió mucho tiempo a adultos y futuro. Los hijos de los notables, de los jefes consuetudinarios, no sentían necesi-
niños en torno d iu n a única fuente de calor para la velada, en la casa fría.-Activi- )
dad de una valorización por la escuela para que la sociedad los tuviera en cuenta.
dades y descanso tenían lugar dentro de una misma habitación. La técnica puso fin Les bastaba el prestigio de su apellido, el poder de su casta. Para los desheredados
F ia promiscuidad familiar. Pero al mismo tiempo desalojó a la convivencia. En ,)
no había otra posibilidad de promoción social que aceptar la enseñanza del ocupan-
cuanto fue posible caldear varias habitaciones, los niños dispusieron de cuartos te francés dispensada a los niños negros. Aquellos que se escolarizaron en lengua
separados de los de sus padres. ) francesa llegaron a ser dueños del país. Esta segregación escolar, buscada por la
antigua élite de poder hereditario, fue origen de una verdadera revolución social
^- ''X a privatización del espacio supone paralelamente una evolución de la vida ) en el Africa negra francófona. Como en la Francia de la Edad Media.
fajnihar. El niño, si sobrevive a las enfermedades de la primera edad, ante todo debe La apertura de las escuelas de clérigos fue para la Iglesia un medio para contar
servir para defender los intereses de la casa paterna y para conservar el patrimonio. sus rebaños, para adueñarse de sus fieles desde la primera infancia. En efecto, los
En el periodo medieval, a los siete años se le consideraba un preadulto destinado )
clérigos no admitían más que a los sujetos cuyos apellidos constaban en el registro
sin demora al servicio de la sociedad, es decir de su grupo social, de la corporación
de bautismos. Había una razón de política interna para esto: eran los únicos cristia-
del padre, y no solamente de su familia. A partir del momento en que sólo está al )
servicio de la casa paterna, la familia del siglo XIX tiende menos a confiarlo al exte- nos a los que se quería instruir. Y también una razón práctica: ¿cómo efectuar un
rior —salvo en la primera edad—, a ponerlo en instrucción desde los siete años. Se control de la asiduidad si no se puede llamar a cada alumno por su apellido? Toda-
le tiene en casa. ) vía en el imperio carolingio no había prisa por bautizar: basta con ver los bau-
tisterios, del tamaño de una pequeña bañera. Es decir que se los concebía para
) acoger, no a recién nacidos, sino a niños ya crecidos.
Sienda reducido su espacio de vida, Jo que gana en intercambios colectivos con
sus padres, más próximos a él, más atentos, más vigilantes también de su salud, lo
perderá en autonomía, en contactos con los demás.
1 André Coutin: Huit siécles de violence au quartier Latín, Editions Stock,
Este encierro burgués le brinda una protección ilusoria, porque sólo la expe-
1969.
riencia de los riesgos lo inmuniza realmente contra los peligros que pueden amena- * Griot: Término con que se designa al negro africano perteneciente a una casta
zar su integridad física. especial, a la vez poeta, músico y brujo. [T.]50
49 )
)
Cuando la iglesia convenció a los franceses de que hav-nne escolarizar al niño,
confiarlo a la escuela, los registros de bautismo se llenaron y la ceremonia no se
aplazó más.
En los países evangelizados por misiones muy católicas observamos recaídas
coloniales de este fenómeno nacido en el Occidente medieval. Hoy en día, en
Brasil, los padres no pueden llevar a la escuela a un niño no inscrito en el Regis-
tro Civil. La no declaración en este Registro está penalizada. Y quienes dejan pasar 4 .0 0 0 AÑOS D E COM EDIA ESCO LA R
varios años antes de hacerla pagan una multa mayor. Entonces, para pagar una
penalización menor, los retrasados declaran una edad inferior a la edad real, y “Escolar, ¿a dónde has ido desde tu más tierna infancia?” —He ido a la escue-
hacen entrar en el primer curso a niños que podrían estar en el cuarto o quinto. la .- ¿Qué has hecho en la escuela? —He leído en voz alta mi tablilla, he
Quienes dirigen las escuelas, contentos de tener “clientes” , sólo miran la edad que tomado mi almuerzo, he preparado mi nueva tablilla, la he llenado con
informa el ftppietrq riuii Estos chanchullos ocasionaron lamentables errores de escritura, la he terminado; después se me indicó mi recitado, y por la tarde
diagnóstico. Los médicos se veían con casos muy precoces de pubertad. Chicos se me indicó mi ejercicio de escritura. Acabada la clase, volví a mi casa,
púberes que según el Registro Civil no tenían más de ocho años. Los servicios de entré y encontré a mi padre sentado. Hablé con mi padre de mi ejercicio de
endocrinología los atendían sin preguntar sobre los cinco años que sus padres les escritura, luego le leí en voz alta mi tablilla, y mi padre quedó encantado.. .
habían restado para pagar la multa más baja. Cuando me desperté, muy temprano en la mañana, me dirigí a mi madre y
le dije: “ Dame mi almuerzo, debo ir a la escuela.” Mi madre me dio dos
La separación geográfica entre niños ricos y niños pobres de las ciudades de panecillos y me puse en camino. En la escuela, el celador de servicio me
Europa data del siglo XIX. dijo:
En la Edad Media, la ostentación de riqueza era un espectáculo. Un rico no “ ¿Por qué has llegado tarde?” Asustado y con el corazón palpitante, me
vacilaba en concurrir lujosamente vestido a un hospicio miserable o a una casa muy presenté ante el maestro y le hice una respetuosa reverencia. El me reprendió
pobre. Las clases sociales se mezclaban en la calle y los lugares públicos. La segrega- por mi retraso. Después me castigó por levantarme en clase. . . Yo le mostré
ción no dividía a la ciudad en hermosos barrios y guetos miserables. La insalubri- mi tablilla y él me dijo: “Tu escritura no es satisfactoria.” También recibí el
dad era para todos. Las poblaciones europeas se mezclaban constantemente. Un látigo. El escolar dijo a su padre: “Invita ál maestro a casa.” A lo que dijo el
estudiante extranjero de familia noble llegaba a París con su criado o su hermano de escolar, el padre prestó atención. Hicieron llamar ál maestro y una vez en el
leche y, no habiendo internado, se alojaba en casa del habitante del barrio latino, interior de la casa le hicieron sentar en el lugar de honor. El alumno lo sirvió
sin buscar una casa de su condición.2 y lo rodeó de atenciones, y de todo lo que había aprendido sobre el arte de
escribir en las tablillas hizo exhibición ante su padre. El padre convidó con
Practicantes del celibato, los clérigos recibían como hijos propios a quienes no vino al maestro y le vistió con un ropaje nuevo, le hizo un regalo, puso un
podían continuar a cargo de sus padres, y los alojaban mientras duraban sus estu- anillo en su dedo. El maestro dijo al alumno: “Muchacho, como no habéis
dios. A cambio de lo cual se los destinaba a engrosar el número de clérigos de la desdeñado mi palabra, ni la habéis arrumbado, pudiérais alcanzar el pináculo
Iglesia. Sólo en la segunda mitad del áiglo XVIII comenzaron los ricos a encerrarse del arte del escriba, pudiérais ganarlo plenamente.. . De vuestros hermanos
pudiérais ser el guía; de vuestros amigos, el conductor; pudiérais alcanzar el
en barrios reservados y a separarse de la población trabajadora. La noción de barrios
más elevado rango entre los escolares.. . Habéis cumplido perfectamente
acomodados data de Haussmann. Antes del siglo XIX, ¿quién hubiera dicho “esta
vuestras tareas escolares, sois ahora un hombre de saber.”
zona se está degradando” ? La burguesía se rozaba todo el tiempo con el pueblo de
París. (Texto reconstruido de tablillas sumerias y publicado en el Journal o f the
Mientras los clérigos se multiplicaban reclutando sus hombres en la clase pobre, American Oriental Society después de trabajos de los más eminentes asirió-
la nobleza continuaba la tradición de la colocación de los jóvenes. logos.)
El hijo de un hombre de rango elevado partía para un aprendizaje, de los siete
a los catorce años, a casa de otro noble, con el fin de llegar a ser él mismo un señor,
un amo que dispondría de servidores. La idea saludable era que para aprender a ser
bien servido, primero había que saber servir.
2 Id., obra citada, Huit siécles de violence au quartier Latín. Los niños pobres colocados en casas permanecían al servicio del señor después
de los catorce años, o se los colocaba en otra parte. Pero también ellos habían apro-
51 vechado el tiempo de aprendizaje. A los ocho años, para todo lo relativo a la vida
práctica, eran auxiliares manuales de los niños de la casa, más pequeños que ellos y
aprendían junto con el joven amo mientras iban creciendo. Cuando el criado servía
la comida, su amo le hablaba de lo que aprendía y, si era inteligente, le enseñaba. El
oía al amo estudiar y, a la postre, mientras lo entretenía, estudiaba con él. Con las
52
)
/ixV*
transporte escolar los priva de todo contacto con la naturaleza y con la vida de los
adultos. El trayecto se reduce a un vehículo que va de una puerta a otra. No hay
más rodeos, no hay más encuentros por el camino. Las madres vienen a buscar a sus
chiquillos en coche, o el autobús los transporta como paquetes certificados. El
nifio-paquete ya no tiene tiempo para observar, para vagar.
iñásjla cosa era diferente, porque se quedahan en las cocinas o en la lencería, y ' f ) En un reciente coloquio sobreTós'Trácasos escolares, ciertos maestros compro-
IS I a aprendían las labores domésticas. A los quince años se las casaba., La enseñanza b a r o n que les era más fácil captar la atención de sus alumnos en el medio rural que
Je íis?niñas "separadas de su familia estaba reservada a las que estaban destinadas a ¿ en el urbano. Señalaron que el mayor grado de concentración en clase se produce
ser religiosas; los pensionados las tomaban como pupilas. u ja ú n en los pueblos donde no hay transporte escolar organizado. El trayecto a pie
Iglesia contribuyó en no escasa medida a cargar a los niños con todos los 1 ( ¿A, y'y hacia la escuela permite a los niños ver el mundo existente: un mundo de trio, de
pecados del mundo, y a afirmar que su vulnerabilidad los hace sospechosos: son A, A /C a to r f ge. vicrrro'^K ^ e ^ b e S u y l a el suelo-, aL ser. pisad o, es muy duro, o barroso,
permeables a los malos espíritus. ¿Acaso no enseñaba y, más aun, no proclamaba > ¿ t ^> ( o seco, sin contar los pájaros, los ruidos de la naturaleza, los arroyos, los animales,
que ni siquiera el bautismo borra el pecado original? El niño nace marcado. Mar- etc. Esto proporciona a los niños el sentido de las cosas, como por ejemplo la razón
) . de ponerse una ropa protectora; y hace que recoñozcán'ifiás importancia al trabajo
cado por la desgracia, por su debilidad. Se desconfía de él, cuando no se lo despre-
cia.' Siendo lo que es, tiene necesidad de una completa remodelación, de una com-
) son los padres los que compran los libros a sus hijos, y por tanto a sus ojos pierden
pleta reelaboración para escapar al poder maléfico que en esta fácil presa encuentra
importancia. En el campo, al llegar a clase los niños están físicamente cansados,
su asiento predilecto.
pero se encuentran intelectualmente disponibles y quieren progresar socialmente
El rito de pasaje era la primera comunión. Antes de esta iniciación, en casi )
y, para conseguirlo, trabajarán más.
todos los sectores y hasta la Segunda Guerra Mundial, tes niños no hablaban en la
Por otro lado, lo mismo sucede con los niños que “cumplen” su año escolar
mesa, en presencia del padre, salvo si les hacían pregüñfeT--No-tenTarr3érecho a ) durante el mes de clase en la nieve. En general, los profesores obtienen excelentes
ttnrrar— la palabra si no se les invitaba a ello. Sólo podían escuchar a los demás co- resultados. Los alumnos hacen una experiencia de su cuerpo al exterior, tienen un
mensales. Era un resabio de la educación religiosa de sus antepasados. Sólo a partir espacio donde se sienten responsables de sí mismos, y cuando vuelven a clase su espí-
del momento de su admisión en la sagrada mesa, quedaban autorizados a hablar ritu está muy atento porque toda su necesidad de motricidad ha tenido empleo.
en la mesa profana de la familia. Antes de la primera comunión, el espíritu no alien- Además, por la tarde, no tienen que ingresar de nuevo en el pueril status moral:
ta en ellos. En 1914 yo tenía cinco años y medio, y esto sucedía en mi propia fami- “dile a mamá” , “dile a papá” , contar todas las noches lo que han hecho. Son real-
lia. Y continuó, en el sector de los “niños bien educados” , hasta 1939. mente autónomos en el pueblo donde está instalada su clase de esquí, y por la
El respeto al padre no era patrimonio de las familias burguesas. Aun en las noche no tienen que informar a sus padres sobre sus diferentes actividades. Se di-
casas campesinas, los niños trataban a su padre de usted. Habrá que esperar la ruptu- ría que los padres no viven sino según lo que sus hijos les van a contar. Además,
ra de la década de 19óÜ~para que el niño, en la mesa, pueda interrumpir al adulto y su aprehensión del afuera y el adentro no es la misma; no se reduce a un discurso
expresarle su desacuerdo. En los medios artesanales y obreros es diferente; el apren- sobre la seguridad. Es verdad que hay que prestar atención en las pistas, cuidar el
diz, aunque no tenga diez años, habla con el maestro. Finalmente, los que más po- material, escuchar al instructor, pero en el camino no se oye: “Puedes encontrarte
dían desarrollar su inteligencia de la vida eran tes jóvenes que pertenecían a una con un sádico que te ofrezca caramelos” , o bien “Tus compañeros te pueden arras-
estructura social y económica inferior. trar a las tragamonedas”. No hay prohibiciones (“los menores no pueden hacer esto o
En los medios burgueses, la admisión en la mesa paterna se aplazaba hasta la aquello” ; “te atropellará un coche” . . .). -En la ciudad, el espacio está lleno de
adolescencia. El niño no toma susj^inidas.aLmisrno tiempo que sus padres. Come prohibiciones porque está lleno de tentaciones que el niño carece de capacidad
en compañía de~TñaidéJñoiséIÍ?^la gobernanta que preside sus comidas casi siem- monetaria para pagar, y donde se encuentra a merced de cualquiera que le ofrezca
pre compartiéndolas y encargada de enseñar a los niños las buenas maneras. Sentar- un juguete si se para ante un escaparate; en síntesis, es un espacio lleno de peligros
se derecho, las manos sobre la mesa pero no los codos, el tenedor a la izquierda, el eventuales.
cuchillo a la derecha, delicadamente dirigidos hacia el plato. No masticar nunca con En los pueblos donde el niño asiste a la clase de esquí también hay frenos y
la boca abierta, etcétera. prohibiciones necesarios, pero que valen también para los adultos: por ejemplo,
no hacer lo que se le antoje sobre las pistas.
Con la doble internación, familiar y escolar, el espacio concedido al niño de las
ciudades se fue estrechando de más en más. Y al que le queda se le echa el cerrojo, 54
se lo baliza, se lo jalona con interdicciones.
53
)
Se ha enfatizado un tanto excesivamente el hecho de que los resultados escola-
res son mejores en la clase de esquí porque los alumnos están separados de sus pa-
dres, y los padres, todos los días, desbaratan algo del orden de la vida de infancia
estructurado en la escuela.. . No creo que sea ésta la única explicación. Creo que se
debe a que la vida en libertad, la vida de expresión de uno mismo, la intensa activi-
dad física es más poderosa que el tiempo de encierro. La concentración mental es deseaba ir al teatro para admirar a la mujer de su profesor, una actriz de quien
posible después de un gran gasto corporal, de los gritos, risas, emociones. Hubo estaba prendado. Su madre lo autorizó a llevar bigotes falsos y a ponerse el gabán
profesores que me dijeron: y el sombrero de su padre. Y él se escondía bajo este atavío. Vigilantes del instituto
—Durante ese mes un niño realiza todo su año escolar. se apostaban en el teatro para sorprender a los alumnos contraventores que, sin
Recuperan el espacio imaginario de su cuerpo; ven una montaña: “ ¡Llegaré embargo, eran adolescentes de los últimos cursos. Felizmente, los jóvenes del insti-
hasta arriba!” Se identifican con la gente; recuperan también el derecho imaginario tuto contaban con la ayuda de dos mujeres viudas y menopáusicas que integraban
a su propio tiempo de niño, en relación con sus padres. Evidentemente están some- el consejo de profesores y que servían de iniciadoras en la vida social.. . y en la
tidos a cursos de esquí además de las horas de clase. Lo que su cuerpo aprende no galantería de buena ley.
es una disciplina obligatoria sino un juego, una actividad placentera. Hasta tal punto
que la escuela también les causa placer. La escolaridad les causa placer. Todo se Según testimonio de un ingeniero de comité de estudios enviado en misión
moviliza, la necesidad de motricidad, de vida imaginaria, de promoción. Lograr el al Zaire, los policías de Kinshasa, para mejorar sus ingresos, detienen sistemática-
dominio del esquí valoriza al alumno ante sí mismo así como frente a sus compa- mente durante el día a niños que juegan en la calle. Conocen muy bien a sus padres,
ñeros. que trabajan, y saben perfectamente que los niños no están vagabundeando. Cuando
los padres regresan a casa saben muy bien dónde encontrar a sus hijos “raptados” :
Si un guardia del orden público encuentra a un niño vagando solo por la calle en la comisarla, donde les son devueltos a cambio de dinero. Es como el diezmo de
en horas extraescolares, tiene derecho a interpelarlo, preguntarle el domicilio de una custodia forzosa.
sus padres e inducirlo a volver a su,casa. Incluso tiene autoridad para llevarlo, Pero
si resulta que el niño está desamparado, se podrá abrir una encuesta social. En Lo que se hace en Zaire con celo intempestivo, corrupción aparte, no es más
Francia no hay restricciones a la circulación por reglamento policial, pero el repre- que una caricatura de lo que podrían hacer los policías franceses: teóricamente,
sentante del orden puede limitarla de facto en nombre de la protección de menores. todo niño sorprendido jugando en la calle es pasible de ser llevado a la comisaría.
Sin embargo, los seguros pueden no cubrir el riesgo de accidente si el escolar se des- Si no lleva dinero, de todas formas incurre en delito de vagabundeo. Para ciertos
vía del camino a la escuela. Lo cual induce a los tutores legales del niño a obligar
padres beneméritos, las calles de París son lugares de perdición. Los padres del niño
al escolar, acompañándolo o controlando su tiempo, a permanecer estrictamente
en el trayecto domicilio-escuela en las horas de apertura y cierre del establecimien- que prendió fuego al colegio Pailleron vivían en un barrio de construcción reciente,
to. No hay fuerza de ley o reglamento de policía pero el seguro es —salvo que el frente a la sede del Partido Comunista francés, en la plaza Colonel-Fabien. Ambos
contrato prevea una cobertura más amplia—un argumento disuasivo que conduce a trabajaban y educaban a su hijo según el principio de que con malas compañías
canalizar al niño e impedirle pasear solo. no se puede conseguir nada en la vida. Cada mañana la madre repetía a su hijo:
“Vuelve pronto, tu abuela te espera, no hagas nada por el camino. ¡No estés afuera
Mi marido conoció en Rusia, antes de la guerra de 1914, estas restricciones a la porque es una selva!” Se observa aquí en concreto la confiscación del espacio. El
circulación de los escolares. Cuando alguien encontraba a un niño en la calle fuera que le queda al niño está sembrado de restricciones: “ Atención a tu seguridad, vuel-
de las horas reglamentarias, lo interrogaba y lo llevaba a su casa. La ley les prohibía ve directamente, atención a tus compañías, no hables con n adie.. . ” Así pues, todo
salir a su antojo después de la escuela, y la policía de la ciudad velaba por su aplica- el día el niño estaba encerrado en la escuela y también en su casa. A la inversa, para
ción, con el concurso de la población. Los escolares sólo estaban autorizados para quedarse tranquilas, madres alojadas en viviendas reducidas envían a sus hijos a
hacer el ida y vuelta de su casa a la escuela, y punto. Y no era un toque de queda en desquitarse en la calle. ¡Cuántos niños de la gran ciudad no saben a dónde ir tras
época de perturbaciones, sino la reglamentación normal. Hoy, una medida semejan- salir de la escuela! Para unos, en casa no hay nadie; los otros son indeseables, y los
te evoca los rigores de una educación vigilada. Allá, en esa época, se había integrado sobreprotegidos no tienen ganas de volver inmediatamente a casa.
a las costumbres. Y para infringirla había que disfrazarse y contar con cómplices.
A los dieciséis años, mi marido, que cumplía sus últimos cursos del bachillerato, En los colegios modulares como el Pailleron, de galerías superpuestas, durante
los recreos se cierran no sólo las aulas sino también los corredores. Todo el mundo
55 se junta en el patio. Como el patio' central de la cárcel a la hora del paseo de los pre-
sos. Y los alumnos sienten esto con cierto malestar.3
3 André Coutin: Les Cahiers au feu, Ed. Hallier, 1975, págs. 164-465.
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paso, casi el mismo de cuando era un feto. Ahora, el ritmo con que se transporta
a los niños no es el de la madre que los llevaba en su seno. En todos estos desplaza-
mientos dependen siempre de un colectivo o de una institución organizada. Inven-
tor de itinerarios, el escolar de antaño marchaba a campo traviesa. El regreso de la
escuela era menos monótono. Hoy, el pequeño telespectador, que viaja por el espa-
cio con la imaginación, se desplaza menos con el cuerpo.
En los internados, los dormitorios se cierran con llave todo el día. Los intemos
Antes de que André Ribaud hablase en Le Canard Enchainé de los “extraños
no pueden ir a buscar un objeto a su armario, no pueden tumbarse en la cama para
tragaluces” , llamaba yo “extrañas ventanas” a la pequeña pantalla. Antes de que la
descansar unos minutos. Como si, en una casa, un miembro de la familia ro tuviera
televisión invadiera los hogares, el espejo era para los niños la primera extraña ven-
derecho a entrar a acostarse en la habitación antes de la puesta de sol. ¿Acaso no es
tana en la que descubrían a un niño. Y cada cual comprendía que se trataba de él
la habitación donde puede uno reponer fuerzas? Cuando1se está cansado o depri-
mismo. Primero le intrigaba este cara a cara desconocido. Pero después vino la
mido, hay que ir a la cama. ¿Por qué puede hacerlo el adulto y se priva de ello al
T.V., trayendo al lugar donde se vive gentes completamente deformadas: pequeñí-
niño, que lo necesita más?
simas, en columna, en grupo. Monigotes minúsculos pululan por la pantalla y se
Cuando vuelve a casa, al alumno externo lo plantan ante el televisor. Al menos,
pegan en broma o a muerte. Todo ello constituye un mundo abierto a una extrañei-
mientras está hipnotizado por la imagen, no molesta. La pequeña pantalla es una
dad visual que se vuelve tan habitual que entra en cada niño de manera inconscien-
ventana abierta a otro mundo, al mundo exterior en el espacio cerrado en que se
te haciéndolo “bizarro” , sin que ni siquiera se dé cuenta. Para nosotros ha sido un
lo aprisiona. Esa boca que vomita un puré de imágenes e informaciones puede tras-
progreso que vino a robustecer nuestra memoria, a satisfacer nuestro deseo de saber
tornar impunemente al niño para quien no se tiene tiempo de explicarle las cosas.
lo que ocurre en el mundo. Nosotros no nacimos ante un receptor de T.V., ya
Está sometido a un bombardeo cuantitativo, no selecciona, y los padres no tienen
habíamos recibido una formación. Me acuerdo de mi hemnanito Jacques. Cuando
tiempo de hacerlo con él.
éramos niños, no teníamos gramófono pero todas las noches hacíamos música en
Ese espacio privatizado es verdaderamente una piel de zapa. La sociedad mo-
casa. Jacques tenía una canasta con dos carteriUas que él llevaba y traía y que era su
derna ha ido modelando y destruyendo el espacio en que los niños pueden descu-
electrófono. Fingía poner un disco y se ponía a cantar óperas. Cuando un cantante
brir su esquema corporal, observar, imaginar, conocer los riesgos y los placeres. El
no le gustaba, decía: “Señor, deje hablar a la señora, su turno terminó” . Abría la
encierro reproduce hipócritamente el concepto de la vida en las prisiones. El poder
canasta y hablaba con los señores y señoras que cantaban, tan convencido estaba de
discrecional con que los adultos restringen la civilización de los pequeños es un
su presencia en la canasta. A mamá le gustaba Manon. El se saltaba las réplicas de
racismo de adulto inconsciente ejercido en contra de la raza-niño.
Manon para interpretar nada más que el rol de Des Grieux. En esa época no reparé
en este lenguaje infantil, pero mi hermanito fue el primero que me hizo interesar-
me en él. Tenía unos 3 años y medio. A los 4 dejó de practicar este juego porque
CAMINO A LA ESCUELA
pudo servirse de un electrófono de verdad. ¿Y ahora? Juegan a fabricarse un televi-
sor. He visto un niño de 4 ó 5 años con una cámara fotográfica de madera que simu-
La carretera en las vacaciones e incluso el camino que lleva a la escuela, sobre
laba la forma exacta de una Kodak con una correa que le pasaba por el cuello. Este
todo en el medio rural, eran en tiempos pasados ocasión, para el niño de 6 años,
chico inteligente se pasaba el día haciendo “ clic-clic” , sin tener que pulsar ningún
de descubrir el mundo más allá de su pequeño territorio. Para que el trayecto que va
botón. Todo era ficción salvo la forma de la caja. Se divertía mucho más que si hu-
de su lugar de vida a estos lugares de intercambios nuevos, despierte su interés es
biese tenido una verdadera.
preciso que el desfile del paisaje sea relativamente lento. Ahora bien, esto era
posible cuando existía la caminata, el viaje en acarreo, el paso del caballo, que era
una velocidad humanizada, pero ahora que lo transportan en coche por autopis-
LA FU E N T E Y EL V ER TE D ER O
tas, el niño necesita larguísimos trayectos para que por flashes sucesivos, que nunca
son los mismos, descubra de golpe un trozo de paisaje y conecte con la represen-
En otro tiempo, para deshacerse de los detritos había que ir al vertedero públi-
tación que tiene de sí mismo en ese momento. El avión, más todavía, desrealiza
co, pero cada cual tenía su montón de estiércol y su cubo particular; no había
completamente el desplazamiento. El viaje de París a Lyon tenía sentido cuando se
letrina pública. Lo que se excretaba se guardaba. En cambio, el agua se sacaba de la
hacía en un tren que no corría a alta velocidad y que paraba en todas las estaciones. fuente. Debió de existir una comunidad de fuente, porque todos iban a buscar agua
Carece de sentido cuando ni siquiera se ve el paisaje atravesado. Ya no se advierte
que cambia uno al ritmo de los desplazamientos; estos saltos de pulga por el espacio
nos permiten conocer unas pequeñas manchas sobre la tierra, pero no lo que las
enlaza ni lo que> nos une a ella. Para los bebés del siglo de la velocidad, no hay dife-
rencia entre el espacio que recorren sobre el planeta y un espacio fuera del planeta
en otra galaxia. Ayer el chiquillo era transportado de un sitio a otro al ritmo del
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pura al mismo sitio. Y los vertederos eran individuales. Los excrementos, con los
cuales marcan su territorio los animales, no estaban en comunidad, o sólo lo que no
olía mal: los objetos demasiado voluminosos para dejarlos en la basura, las cosas
que se tiraban y que no era posible quemar, iban al vertedero público. Pero en la
actualidad las cosas se han invertido: hay semicomunidad de vertedero, al menos los
desechos son juntados para su recogida, mientras que cada cual tiene su propia
fuente de agua. a cambio de lo cual le pagan el impuesto de su tiempo de trabajo. Además, da a las
Desde el nacimiento, la fuente y el vertedero son fundamentales para la forma- personas que él distingue los medios para alcanzar esa seguridad. Esto es exactamen-
ción del individuo social. Si en determinado momento son privados para unos y te lo que se hace con la escolaridad, distinguiendo a ciertos alumnos a quienes se
públicos para los otros, de aquí derivan sin duda grandes diferencias. No es el conceden beca: para que estudien y luego, tras salir exitosos en las oposiciones, la
mismo el aprendizaje de la vida comunitaria para quienes han tenido agua corrien- seguridad de ser funcionarios, con lo cual se evitan el riesgo de un trabajo por cuen-
te y w.c. particulares en su casa y para quienes no los han tenido. Tal vez signifi- ta propia o de una colocación bajo un “patrón” que no es “el Estado” .
que un cambio importante de sociedad privatizar a la vez la fuente y el vertedero. ¡La seguridad! No tienen más que esta palabra en la boca todos aquellos pa-
Existieron y aún existen baños púbücos que obligan a una comunidad de los cuer- dres que, funcionarios o no —pero entonces los envidian—, nos traen niños patoló-
pos, a una deserotización. Hasta hace muy poco éste era el caso de la sociedad japo- gicos “que no quieren estudiar” . Si les pregunto: “ ¿Por qué, estudiar? —. .. ¡Para
nesa que, con pequeñas piscinas públicas, permitía efectuar baños familiares en una conseguir un buen trabajo! —¿Un buen trabajo como el suyo? —. . .Sí, por ejemplo.
misma sala. —¿A usted le gusta su tra b a jo ? -.. . ¡Ah, no, pero tengo seguridad!”
En Occidente se dice: “ Eso es privado” o “Eso es público” con connotación
de promiscuidad o de pudibundez. Hace cuatro o cinco siglos los japoneses inven- Así que lo que queremos para nuestros hijos es seguridad. De acuerdo. Pero,
taron una fórmula interesantísima que concilia algo que, entre los europeos, siempre ¿seguridad para hacer qué?. . . Si el precio de la seguridad es quedarse sin imagina-
pareció antagónico. Un equilibrio imposible. (Así como en la casa tradicional de ción, sin creatividad, sin libertad, yo creo que la seguridad es una necesidad primor-
tabiques no hay ni adentro ni afuera, tampoco hay mamparo estanco entre privado dial pero no tiene que haber demasiada. Demasiada seguridad descabeza el deseo y
y público). El niño pudo moverse en un espacio mucho menos cerrado, mucho el riesgo necesario para sentirse en todo momento “vivo” , “cuestionado” . Ese adul-
menos limitado y, al mismo tiempo, la relación con su cuerpo y el de los demás fue to que está tan obsesionado con su seguridad que pierde toda imaginación, ¿no fue
en otro tiempo un niño a quien, en sus primeros años, en sus primeras semanas, le
mucho menos erótica sin dejar de estar perfectamente al lado de la naturaleza,
faltó cruelmente la seguridad?
perfectamente socializada, en absoluto vergonzosa; no se esconde nada. Hay que
Todos hemos sido así: todos los humanos son niñitos que no tienen seguridad
citar la experiencia del Japón.
si sus padres no la tienen. El psicoanálisis nos demuestra que este miedo actúa sobre
varias generaciones: fulano, que no piensa más que en su seguridad, es hijo de unos
padres que en su infancia no la tuvieron de padres que a su vez no la tenían. Creo
¿SEG U R ID A D , PA R A H A C E R Q U E?
que a una sociedad hay que observarla a lo largo de varias generaciones, porque
todo ser humano se encuentra inseguro si el adulto no le da esta seguridad. Si sobre-
En la sociedad todo se hace, me parece, a imagen de los poderosos. Los burgue- vivió, es porque el adulto se la dio en el inicio de su vida, pero sobre todo porque
permitió que la adquiriera por experiencia. No hay seguridad que se adquiera por
ses acomodados quieren vivir —en pequeño— a imagen del príncipe. Los obreros
dependencia de otro. Si es fatal esta dependencia respecto de la instancia tutelar
quieren vivir a imagen del burgués acomodado. No es una lucha de clases, es una
en los comienzos de la vida, su prolongación impide estructurar la autoconfianza.
imagen idealizada: se idealiza al poderoso. Por un lado lo que exhibe es algo desea-
Pero no se trata sólo de la seguridad material, también está la seguridad de los
ble, y que le hace feliz, y quienes pretenden imitarlo le prestan sentido de la respon-
padres respecto de sus propios padrés, y creo que, transmitida ésta, permite al niño
sabilidad: el poderoso no se guarda para él solo las ventajas de su poder, sino que
brindar sus potencialidades. Para tomar solamente mi ejemplo (los psicoanalistas
distribuye una parte a quienes le rodean. Y creo que de esto no se habló para nada
son bastante personalizantes), ¿por qué quise estudiar medicina? Debido a la guerra
en la lucha de clases: debe asumirse la contradicción de estar en contra del amo
del 14. .. Vi a mi alrededor tantas mujeres desamparadas que caían en la locura,
cuando éste es un ejemplo y, siendo amo de su propia seguridad, comparte su segu-
tantos niños que se hundían en los trastornos del carácter y en el fracaso social
ridad con los demás. Así posee silos y la gente puede depositar en ellos su trigo,
debido a que el padre había desaparecido o se había muerto, que de un día para
otro se quedaba sin tener cómo vivir, pues la madre no tenía una profesión. Y me
59 dije, durante toda mi niñez: no es cuestión de crecer sin tener un oficio. Cuando
una mujer tiene hijos bajo su responsabilidad, si el hombre falta hay que tener un
oficio para poder ganarse la vida. . . En eso llegó la Seguridad social, el seguro
contra enfermedades, la jubilación para todos. Y llegó el paro. Entonces, con el
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El ser humano necesita una parcela de riesgo en su vida en relación con sus
congéneres y con el cosmos, pero si lo encuentra para satisfacer sus necesidades, no
necesita exponerse a él por mero deseo.
La muchacha austríaca comprendió que para no quedarse al margen de la
comunidad de los hombres de la selva, había que asumir todos los riesgos que im-
seguro laboral, es decir con el subsidio por desempleo, tiene una relativa seguridad, plicaba la supervivencia, y no inventarse otros suplementarios.
aunque no haga nada. Actualmente, aunque el padre se haya marchado, la madre En la Europa medieval, en el interior de la morada del príncipe la curiosidad y
recibe asignaciones por los hijos, etc. Todo eso lo aportó la ley. . . porque todo el el interés hallaban alimento de sobra: los trovadores, saltimbanquis y mercaderes
mundo vivió esa inseguridad y todas las personas que han sido niños, como yo ambulantes traían novedades del mundo exterior y la enriquecían cada vez más;
que no la experimenté pero sí la observé, han tenido esa experiencia de la insegu- el príncipe, para cada uno, era un superdesarrollado. A imagen del príncipe, los
ridad. Después de las catastróficas inundaciones habidas en la región de Limoges en pobladores cerraron su casa sobre sí mismos, acumulando algunos muebles, acumu-
1982, las compañías de seguros deben cubrir los riesgos en caso de siniestro climá- lando todo su capital; pero no les quedaba seguridad para filtrar a los visitantes. Si
tico. Antes sólo aseguraban por siniestro individualizado, pero no por un siniestro un salteador penetraba en la casa del señor, había tres o cuatro hombres para ponerlo
social general o por un siniestro climático general. Esto se terminó: las compañías de patitas en la calle. Pero esto no es posible en casa de un particular.. . Así que los
de seguros ya no tienen derecho a mantener tal cláusula en sus contratos. Las expe- burgueses tuvieron que hacer el amo sin serlo: es decir, sin alimentarse de los en-
riencias de la generación precedente sirven a la generación siguiente para combatir la cuentros con el mundo exterior. Creo que los intercambios fueron disminuyendo y
inseguridad que ocasionó tantos fracasos de los mayores. El sentimiento de insegu- eso provocó esa especie de asfixia de la vida burguesa en los siglos XVIII y XIX, esa
ridad en el niño pequeño procede menos de la ansiedad de una madre que no sabe asfixia que hizo a la gente cada vez más recelosa respecto de la manera de vivir de
los demás. Aun así es curioso que, al tiempo que pretendían seguir el ejemplo del
criarlo, que del hecho de ver cómo se menoscaban sus potencialidades, en la edad
señor, quien disfrutaba ampliamente su libido y su sexualidad, viajaba, se interesa-
consciente, entre los nueve y los veinte años, a consecuencia de un cataclismo
ba en las artes, recibía a artistas y sabios, ellos, por el contrario, la redujeron hasta
social, o de la desaparición precoz de un padre, en una sociedad que no asegura
no disfrutar de nada pues no abrían su puerta, salvo muy de tarde en tarde, a los
estos riegos.
vendedores ambulantes (“el plantador de kaifa”) que pasaban y que entonces les
Los viejos angustian a los jóvenes si éstos deben tomarlos a su cargo, como en
hacían algún niño a las mujeres descuidadas por los hombres.
tiempos pasados. A esto, una sociedad como la nuestra le ha hecho frente. Pero
El encierro social que sucedió a la privatización de la vivienda fue viable mien-
cuidado, si exagera demasiado esta protección convierte a todo el mundo en asisti- tras las fronteras permanecieron abiertas. Los patitos feos de estas familias, que
do. Y ahí está el peligro: si ya no hay riesgos, ya no hay libido. Cuando los jóvenes desbordando de riquezas libidinales se sentían marginales, partían a las colonias, a
emprenden raids solitarios, suelen chocar con la incomprensión del medio, que dice: regiones inexploradas. Había seres humanos que no podían contentarse con repri-
“ ¿Por qué este desafío?” mir todo el tiempo sus deseos en aras de la seguridad. Entonces se marchaban en
busca de aventuras o bien se hacían delincuentes; para librarse de ellos, se los despa-
El espíritu de aventura suele estar desconectado de lo real. No está de más que chaba a América o a la Guyana. A través de pruebas, riesgos e inventividad, pobla-
el joven enfrente los peligros cotidianos de ciertos medios desfavorecidos. En este rían el mundo. ¿Quiénes eran estos delincuentes? Al comienzo, gentes tan normales
aspecto, la experiencia de una joven austríaca que se fue a vivir con los indios como sus vecinos, salvo que su libido no entraba en la norma.
wayapi, de Guyana, es reveladora. Durante los primeros meses toleraban su presen- Así pues, ¿qué es lo que produce niños delincuentes o débiles mentales? Se
cia, pero parecían desinteresarse de ella. En realidad, la tenían en observación. Se los traumatizó siendo muy niños, o bien están dotados genéticamente de tan inten-
tomaban tiempo para probarla. Así, para pescar en el río la joven ponía lombrices sas necesidades o deseos que su personalidad no entra en el marco dispuesto. En-
en el anzuelo y regresaba con las manos vacías. Los wayapi no le decían que se tonces timan o embaucan, y el medio se libra de ellos de una o de otra manera.. . o
trataba de peces herbívoros y que, para poder atraparlos, había que poner pequeñas ellos mismos se libran de las contingencias e imperativos partiendo a la aventura.
bayas salvajes en el anzuelo. ¿Qué hacer para llamar su atención? Demostrar valor. Siempre había guerras en las que se podía entrar como mercenario: arriesgarse.. . O
Como remaba bien, se había traído su kayac. Una mañana se internó en unos rápi- bien barcos que llevaban a tierras desconocidas, etc. De no haber existido la privati-
dos por los que los indios no se aventuraban. Y los atravesó sin zozobrar. Los indios zación, quizá no hubiese habido grandes viajeros, emigrantes al Nuevo Mundo.
la miraron hacer, un tanto alelados. . . y ella comprendió que no les había causado Hoy vivimos en una sociedad completamente diferente, que ha cerrado sus fron-
la menor impresión; ellos le dijeron: “Te has arriesgado a cosas completamente
inútiles.” En la selva amazónica hay que luchar tanto para sobrevivir, que a los indios
ni se les ocurría aumentar el número de sus hazañas.4 62
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teras. ¿Qué destino espera a quienes no entran en el código de la seguridad obliga-
toria? Esto constituye un grave problema, y así se explica el que ya no se deje nacer
a los bebés. Se dice: “Pues no. . . es una inseguridad terrible que haya demasiados
seres humanos” . Y es ciertamente al revés: cuantos más seres humanos haya, más
medios para vivir de otra manera descubrirían.. . Y esto cambiaría a la sociedad.
Los Estados se repliegan sobre sí mismos, la expansión colonial ha llegado a su
fin; la legión extranjera ya no es lo que era. Los presidios son desafectados; las cár- mente, dependía del amo, y también, sin duda, de las pulsiones individuales:
celes están llenas y se teme, precisamente, crear otras y abrir las qué están superpo- había quienes, en el fondo, se sentían bien así. Por lo demás, se podía cambiar de
bladas. A regañadientes se mantiene las que existen: los presos resultan muy caros. amo pero no de condición. Los servidores querían estar orgullosos de su amo, de
Como ya no hay exutorio ni purgatorio, como ya no se envía a nadie al infier- su casa, y formar parte de su familia.
no, las sociedades cerradas son explosivas. Quienes no aceptan ser meras copias en Recuerdo mis vacaciones en Deauville, cuando era pequeña; por ios altavoces
regla ya no pueden largarse, y los marginales, puestos de patitas en la calle, están llamaban á los chóferes para que llevaran el coche hasta el parking, que todavía no
condenados a una inactividad detestable. Esto explica que los seres humanos se denominaba así. Los llamaban por el apellido de su propietario, por ejemplo:
de pronto estén retrocediendo a una mentalidad malthusiana a escala planetaria. De ¡Rothschild. . . La Rochefoucault! El que servía a esta familia era “de la Casa” . Y
ello resulta una política de reducción de los nacimientos y una mayor normaliza- estaba muy orgulloso. Pero nuestro medio siglo ha decretado que los oficios domés-
ción de los que alcanzan a nacer o quieren nacer. Cada vez es más necesario que ticos son una vergüenza social, olvidando la tradición medieval de la colocación
acepten el código. de los jóvenes aprendices en casa de las familias ricas. Se los colocaba en casa de otro
En otra época existía una soüdaridad de “casta” . Era, por decirlo así, una soli- señor.
daridad de oficio, cualquiera que fuese la clase. Sorches y oficiales confraterniza- Hasta el siglo XIX, los granjeros importantes colocaban como criados a sus
ban en la guerra. Actualmente, esta necesidad de solidaridad se ha desplazado. hijos de doce a dieciséis años en casa de otro granjero. En Normandía, por ejemplo,
Sólo existe en la reivindicación: reivindicación del derecho a satisfacer necesidades ropa para tres años era guardada en un armario que llamaban “de criado” , enorme
y deseos. Pero la marginalidad ya no tiene el sostén de poderosos protectores. Los cofre dividido en dos: de un lado el guardarropa y, del otro, tablas para colocar las
ricos eran mecenas de marginales que tenían como medio de expresión de su libido prendas dobladas y una tabla más baja para las botas, los zapatos. Y se grababa el
la pintura, la música, los viajes, las expediciones. Ahora, no hay mecenazgo de los nombre del chico: “Jean-Marie. . . Lote, etc.” Los padres cargaban el cofre en la
artistas e inventores, y esta carencia perjudica ciertamente a la cultura. Si la libido carretilla y llevaban al hijo vestido de domingo de verano o de domingo de invierno.
toma la senda de una creatividad por el arte, no puede estar sometida a la ley de las Se trataba de la gente más honorable enviando a su hijo como aprendiz a casa de un
mayorías, pues es sabido que las mayorías quieren lo repetitivo y no lo nuevo.. . par. Como contraparte, tomaban en las mismas condiciones al hijo de otro granjero.
o sea que la masa no puede mantener a los artistas que hacen cosas nuevas. ¿Por A menudo el criado se casaba con la hija de su huésped. lijan a aprender el oficio
qué lo hacían los mecenas? Probablemente porque su libido los arrastraba mucho que ejercerían después en casa de sus propios padres. En Charente, el “aprendiz”
más allá de la defensa de sus prerrogativas; estaban aprisionados y hubiesen querido llegaba con un armario llamado “hombre de pie” . El “hombre de pie” es más alto
ellos mismos hacer pintura, viajar, y pagaban a gentes que eran capaces de hacerlo que el armario de criado normando: alrededor de 1,70 m, como un hom bre.. .
en su lugar y en su nombre pero que no podían ganarse la vida solos, y que sin la Tiene en la parte superior una puerta de una sola hoja, un cajón en el medio, y una
protección del príncipe carecían de prestigio. Animaba a los mecenas el afán de puerta en la parte inferior. Es diferente de los “armarios de matrimonio” , amplios
identificarse con los artistas, o, en todo caso, de solidarizarse con ellos, para acceder y de doble hoja, y que se entregaban como dote a la hija, con las sábanas y la lence-
a ese otro mundo del espíritu, mientras que la clase burguesa quería pertenecer a ría de la casa. Estos dos tipos de armarios, “de criado” y “hombre de pie” ,
él mediante la realidad del poder. Y la clase simple quería pertenecer a él mediante muestran perfectamente las costumbres de la época: el criado no era mantenido por
las pizcas de gloria que les caían desde arriba: el que servía a un rico se sentía su amo; llegaba con todas sus pertenencias a casa de su huésped; todo lo pagaban
alguien. Y los ricos sabían que no tenían nada que desear que no fuese del orden de los padres, lo cual probaba que eran ricos. . .
lo imaginario. La formación de los jóvenes, en todas las categorías de fortuna, era entera-
Había una especie de conciencia artesanal de tener un buen amo y de ser un mente extraescolar; Tos más pobres eran los clérigos, a quienes escolarizaban los
excelente criado. Era un honor llevar librea. sacerdotes. Dentro de las castas se aprendía a vivir compartiendo las actividades de
No sería justo decir que esto era infame e insoportable para todos: primera- los adultos y escuchando sus conversaciones. Este sistema de instrucción se fue
empobreciendo debido a que la instrucción de los clérigos no se adquiría con la
63 cultura, es decir, no se inscribía en su cuerpo merced a la frecuentación de los adul-
tos y sus amigos. Era una existencia donde sólo la escuela les aportaba algo; sus
familias no les aportaban nada. Ahora bien, ¿qué es la cultura? Encontrar personas
que viven lo que enseñan. Pero los profesores no viven lo que enseñan; al escuchar
las clases, sentados en grupo a horas fijas, ni los alumnos ni el profesor viven el decir
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adultos, sobre todo en la granja, no hacía un mejor aprendizaje del fuego, del frío
y de los riesgos de tocar instrumentos, de que una máquina le cogiera los dedos. . .
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Paradoja de nuestra época que asegura contra todos los riesgos: los pequeños
y los jóvenes son cada vez más vulnerables por falta de experiencia adquirida día
tras día.
Lo que da seguridad se experimenta y hay palabras que decir sobre la tecnolo-
gía de esta seguridad. Al niño no se le dan estas claves. En lugar de verbalizar bien
prohibido sino porque sería una imprudencia, por la naturaleza de las cosas, por las los riesgos inmediatos de su propia vida cotidiana, el adulto, a través de los medios
leyes universales, y también por su falta de experiencia y de ejercicio previo en pre- de comunicación de masas, no cesa de hablar de los riesgos planetarios. Al comien-
sencia del adulto-guía. zo, para el pequeño oyente y telespectador, quizá esto no quiera decir nada.. . Y
luego, muy rápidamente, ve al individuo que se lo pasa hablando del fin del mun-
Al transportárselo puerta a puerta desde un interior confortable a un ambiente do, del riesgo de que saltemos todos por los aires, de la quiebra de los países
climatizado, se dispensa demasiado al niño de la ciudad de cumplir personalmente ricos.. . de que el dinero ya no tiene valor. .. del incierto futuro. Este clima de inse-
la experiencia del caíor y del frío. guridad general, ¿no es un fenómeno relativamente reciente para el niño? Es verdad,
porque nunca hemos atravesado una etapa tan larga sin guerras de fuego y de san-
Le falta, por un lado, hacer él mismo esta experiencia y, por él otro, tener gre. Pero la guerra económica y la carrera armamentista engendran un miedo más
palabras sobre esta experiencia, porque hacen falta las dos cosas; no basta que cier- sordo y no permiten apreciar los riesgos reales de una manera concreta. En la época
tas sensaciones hayan informado al cuerpo del niño, por lo agradable o por lo desa- feudal, había momentos en que se hacía preciso refugiarse en el castillo porque
gradable, sobre la experiencia vivida por él mismo; se precisan palabras del adulto, estaban por pasar las bandas. Había invasores, tropas extranjeras.. ., y hasta peque-
explicaciones, no reproches ni juicios como: “Eres to n to .. . Deja eso .. . No toques ños alsacianos en la época de Tour de France de deux enfants. . . Entonces, había
m ás.. . Tápate, ‘cogerás’ frío, etc.” realmente un enemigo concreto, que además era enemigo tanto de los adultos como
En ocasiones en que la conversación tendría un valor inigualable, el niño recibe de los niños. Mientras que ahora, se habla de un riesgo absolutamente global, pero
un castigo, una reprimenda, y a veces una paliza. La próxima vez que se encuentre invisible.
en igual situación volverá a tener la misma dificultad para evitar el incidente, ya Esto me recuerda a nuestro segundo hijo: en el parvulario le habían hablado de
que no ha intelectualizado el riesgo y no se le considera capaz de garantizar su la bomba atómica. Corría el año 1947, el chaval tenía tres años. Al regresar, me
propia seguridad. Es nocivo desvalorizar a un niño cuando ha realizado una expe- dijo:
riencia nefasta, ya sea de frío o de calor, con el riesgo eventual de que “coja” un —Mamá, ¿es verdad lo de la bomba atómica?
resfriado. Por ejemplo, respecto del frío: se impide al niño salir como él quiere, sin —Sí, es verdad.
su grueso abrigo, en vez de dejarlo salir sin esta vestimenta porque él lo quiere así; — Entonces, ¿es verdad que una bomba atómica podría destruir todo París?
no se va a morir por eso y, al menos, cuando vuelva diciendo que está helado, se —Sí, es posible.
le dirá: “Por eso yo te decía esta mañana que te pusieras tu abrigo grueso, ya que Hizo un silencio y después me dijo:
tienes uno.” Actualmente, cuando llegan los primeros fríos, el niño sale de la casa — ¿Y podría ocurrir antes del almuerzo o después del almuerzo?
para ir a la escuela y no vuelve sino para la comida del mediodía o ya caída la Yo dije:
noche. La madre hace todo un escándalo pues esa mañana no se ha puesto su ropa — Podría ocurrir si estuviésemos en guerra, pero en este momento no estamos
de abrigo. A veces hay una pelea. El niño se siente agobiado por una soücitud ma- en guerra.
terna que para él es abusiva, irritante. En otro tiempo, ir al retrete, que estaba fue- El repitió:
ra, le significaba la posibilidad de hacer la experiencia por unos minutos; ¿que no —¿Podría ocurrir antes de almorzar o después de almorzar?
quería ponerse el abrigo? ¡Allá él! El niño salía, volvía, se calentaba junto al hogar, -S í.
pero había hecho la experiencia, y al cabo de dos o tres veces se ponía, como la —Ah, bueno, yo prefiero que ocurra después de almorzar.
madre, un chal, un jersey. . . en cualquier caso una ropa abrigada. Comprendía Luego nos fuimos a almorzar y asunto terminado. Véase cómo luchó él contra
que todo lo mundo lo hiciera, y que no era para ejercer un dominio sobre él por lo ese imaginario. Encontró la seguridad en una panza bien llena.. .
que le decían que se pusiera lo que no se quería poner, sino porque todo el mundo —Y bueno, mala suerte, yo prefiero que ocurra después de almorzar.
Un recurso del hombre moderno es sacar de apuros a su cuerpo para encontrar-
estaba sometido a esa misma condición y él era como todos los seres humanos y
se más sólido ante cualquier prueba difícil. Es lo que hace el soldado. El soldado
estaba en las mismas condiciones que ellos. Lo mismo sucede con el apetito. La
obligación de comer, de dormir. Hoy, el niño no sabe que está en la misma situación
que todos los hombres del globo, porque se le evita tomar conciencia de ello. Le
llevan a cuestas, pues hay que andar rápido, le sobreprotegen y así se le impide rea-
lizar sus experiencias. . . Resultado: ¡el niño de la sociedad moderna ya no tiene
seguridad!
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bajo el fuego aprende a vivir de instante en instante y a protegerse así del miedo a la
muerte. Y esto es lo que nuestra sociedad enseña actualmente. Hay sin duda una
enorme diferencia en la relación con la muerte en los niños de hoy y los de ayer.
Los adolescentes de hoy temen mucho más al paro que a la muerte; se exponen a
riesgos mortales por placer, sabiendo que se exponen, porque creo que los jóvenes de carrera es considerable—pero en la carretera nunca les sucede nada, porque no
tienen necesidad de enfrentar riesgos, y porque no se pueden correr riesgos útiles, se exponen al menor riesgo; no les apetece. Disponen de un juego de la muerte,
o al menos riesgos lúdicos. Incumplir las leyes de la prudencia, pagar quizá con la así que no necesitan jugar a eso en la vía pública, a expensas de los demás y sin
vida el placer de procurarse sensaciones intensas. Los jóvenes han jugado con el ninguna regla.
peligro en todas las épocas. ¿Es peor en la actualidad? Tal vez ninguna época ha
visto como ahora la pérdida del contento de vivir que lleva a tantos niños y jóvenes Podemos preguntamos si privar a un niño de “juegos peligrosos” no es incitar-
a intentar suicidarse, y a demasiados a conseguirlo sin siquiera haberse arriesgado a lo a perder el gusto de vivir, a deprimirse o a vivir entonces peligrosamente. Todas
vivir o a poner su afán de riesgos al servicio de causas nobles. esas normativas para que los juguetes dejen dé ser peligrosos terminan de dispensar
Lo mismo sucede con los adultos, mientras que en ellos es tradicional el sentido a los padres de asumir su papel tutelar junto al niño.
de sus responsabilidades familiares.
Si un niño se queja de que otro le pega es porque no tiene relaciones sociales
El riesgo útil casi se ha suprimido en el mundo del trabajo, entonces se afron- normales. Si las tuviera en la escuela, ningún compañero lo molestaría individual-
tan riesgos inútiles. ¿Por qué resulta tan difícil hacer observar las normas de seguri- mente, porque él tendría su grupo que haría frente al grupo del otro; se trata de un
dad en las fábricas? Se precisa que un obrero haya sido víctima de un accidente niño que no participa en absoluto en la sociedad, aunque haga yudo. . . El yudo no
para que, por dos o tres meses, sus compañeros de taller presten atención a las lo integra para nada en la sociedad, porque es un deporte individual; no es un de-
normas de seguridad. Y después las incumplen de nuevo. porte de equipo.
76
se había vuelto loca cuando ella nació; no había querido verla, sin tener ganas de
matarla. A estos desarreglos se les llama neurosis puerperales. Así que las separaron
y a la pequeña le dijeron que su madre estaba tuberculosa y que se había marchado
a Suiza; la educó una institutriz. Una vez mujer, la muchacha hace una crisis nervio-
sa puerperal tras dar nacimiento a una niña, su segundo hijo, repitiendo lo que
hay muchos ejemplos. Pero no es una razón para prohibir al niño utilizar un “dos había sucedido y que ella ignoraba de su madre'“muerta para su hija” afectivamen-
ruedas” a la edad en que la ley lo autoriza. Ahora que sabe a lo que se expone, es te, pero sin perder no obstante la lucidez. Los padres de la joven vinieron a visitar
un problema de él. Y si él mismo ve a otro niño en el suelo, integra mucho más que a su hija. La madre se quedó afuera, con fobia de ver que su hija se moría. El padre
si lo cuentan. La educación humanizadora es la experiencia basada en lo vivido. la visitó solo y se encontró con su yerno. Y le contó la historia del nacimiento de la
En tiempos pasados, la muerte era una cosa familiar; se la ha desalojado de la muchacha, que nadie conocía. El joven marido, que en una época anterior se había
vida de los niños, esta vez, además, con la misma manía de protección consistente analizado, vino a verme, desesperado:
en esconder a los pequeños todo aquello que asusta a los adultos: la senescencia, la
enfermedad, la muerte. La cámara mortuoria debería seguir abierta para los niños. —¡No lo voy a tolerar! Antes que ver a mi mujer salir del coma para quedar
No se trata de empujarlos al lecho del difunto, sino de decir las palabras: impedida de por vida, prefiero m atarla.. . Verá usted mi nombre en los periódicos.
— ¿Puedo ver al señor muerto? Adoraba a esa mujer, joven y bella. Se negaba a asumirla toda la vida paralíti-
ca de los cuatro miembros, pues ése era el pronóstico poscomatoso si la joven sobre-
—Quieres decir al cadáver, si quieres puedes acompañarme.
vivía, considerando el ritmo plano del electroencefalograma. ¡Seguían reanimándo-
Si lo pide, un niño debe poder ver a un muerto, sobre todo si es un pariente
la y él vivía un drama insoportable! ¡Me pedía socorro! Yo le dije que fuera a
cercano, sin que esto resulte chocante a los adultos. Cuántos niños no sólo son
comer, a dormir, lo que no había hecho en dos días, que después fuera a ver a su
sustraídos a esta experiencia tratándose del padre, del abuelo, abuela o madre, sino
mujer y, aunque estuviese en coma, le contara la historia de su nacimiento. Mientras
que incluso se les impide asistir a sus exequias.
él le contaba esto, el trazado del electroencefalograma se restableció y la muchacha
Hace muy poco los dominicos de Toulouse me invitaron a hablar de la muerte.
despertó. Sus primeras palabras fueron:
Philippe Ariés habló de la muerte en la Historia; Schwarzenberg de la muerte de los
cancerosos; Ginette y Emile Rimbaud de la muerte de niños por enfermedades —Creo que sé por qué no tenía derecho a tener una hija.
incurables. La noche de mi conferencia sobre la muerte había más de 3.000 perso- Por eso había entrado en coma, cuando de hecho no presentaba ninguno de
nas en aquella gran iglesia. Yo estaba impresionada: ¡cuántos jóvenes habían venido los síntomas de la eclampsia que se creyó padecía. Exactamente doce horas después
a escuchar a alguien que no sabía del tema más que ellos! de nacer su hija se declara en coma. En su caso, y a despecho de las apariencias, se
—No sé más que vosotros acerca de la muerte, ¡y deseáis escucharme! trataba únicamente de histeria, pero, sin la revelación del sentido de sus síntomas,
habría muerto. Después ella le contó cómo había vivido su coma. Lo vivió en un
¿Qué tiene de fascinante oír hablar a alguien de algo que no conoce? De veras,
ángulo del techo, en una esquina de las paredes, testigo de su marido y del cirujano
es asombroso. Es completamente surrealista.
reanimador que se encontraban rodeando la silueta de papel como una lámina, que
—Quizá tengáis una respuesta sobre el porqué de esta afluencia para semejante
la representaba a ella. Cuando decían “trazado plano” (el significante, como dice
tema de conferencia.
Lacan), ella oía este significante “plano” . Pero, ¿quién lo oía? Porque ella estaba
—¡Entonces, me la dáis!
en el rincón, a la vez curiosa e indiferente a lo que sucedía.
La muerte dejó de ser algo corriente en la existencia; desde la primera infancia, —Es cierto que está aplanada; está rapla-plá, pensó. ¿Qué harán ellos? ¿Cómo
está en la fantasía. Y he aquí que alguien va a hablar de ella y se creerá que ése no inflarán eso de nuevo? Es papel, no tiene sustancia.
tiene fantasía. Sobre la muerte, lo único que tenemos es eso, si no la conocemos. Luego, después de ese momento sin duración, no supo dónde estaba, sólo que
en medio de una oscuridad espantosa, con una impresión de dolor intenso moral
En el libro La Vie aprés la Viee , daban su testimonio seres que habían pade- y físico. Tuvo la representación de ella misma entrando por su cráneo y llenando
cido comas prolongados, que habrían estado en la antecámara de la muerte; muy con un dolor espantoso su cuerpo; y ella “pasaba” a la sensibilidad. Qué agradable
cerca de ella. era hallarse insensible, antes, en otra parte. En ese momento sintió la mano de su
marido, que ella apretó; abrió los ojos y le dijo:
Es la clase de experiencias que me comunicaron personas que habían salido del
—Creo que sé por qué no tenía derecho a tener una h ija .. . Luego “Quisiera
coma. Exactamente eso. Tres o cuatro de ellas, en particular una mujer que entró
en pleno coma poco después de nacer su hija y sin anomalías humorales, mientras 78
que nada así le había sucedido al nacer su hijo. En realidad, ella revivió lo que había
vivido su madre en el momento de su llegada al mundo. Nunca supo que su madre6
80
En el film de Truffaut, el niño es ante todo un estorbo. Sobra. Su madre era
madre soltera; quiso abortarlo y la abuela materna la disuadió de hacerlo. Esta
abuela crió al pequeño antes de que su hija se casara con un buen tipo que quiere
una mujer para su lecho y que se alimenta de todas las pequeñas historias del
taller donde trabaja; cuando vuelve sólo tiene eso para contar (“La secretaria con el
contramaestre.. . ”). Y desposó a esta mujer que tenía un hijo. El niño no le incum-
La simbólica demuestra que la palabra va efectivamente más allá, lleva consigo be. El es sólo cortés e indiferente, e incluso un poco cómplice homosexual. Una
un más allá, viene de un más allá o de un más acá. Pero que no se detiene. No está noche la madre telefonea para decir que debe permanecer en su oficina. El compa-
sólo el soplo, el emisor físico o el soporte material conservador de la palabra, sino ñero cena solo con el niño: “ ¡Muy bien! ahora estamos entre hombres, los dos nos
también el poder que ella tiene. Está esa relación sutil y creadora entre humanos liaremos nuestra com idita.. . ” Y habla cosas idiotas y le da unas palmaditas. Cuan-
que parece escapar a las leyes físicas, que trascienden el tiempo y el espacio. do la mujer vuelve, él le hace una escena: “Te has quedado en la oficina y no te
Los padres temen hablar a los niños de la muerte porque, justamente, el niño darán la paga extra” . A todo esto, el pequeño la vio al salir de la oficina, besándose
no tiene todavía el sentido de responsabilidad de su vida respecto del otro, aún se con un hombre, y ella vio que él la vio. No suelta palabra y soporta los cuernos de
halla sólo en el deseo. Y aquí, creo que en nosotros tiene que seguir habiendo un ser su padrastro porque, a cambio de su silencio, la madre se muestra más amable.
humano niño, pero al mismo tiempo, si su cuerpo ha engendrado, también un Un día, para apaciguar a un profesor que lo había tomado como cabeza de
adulto, hombre o mujer; debe tener el sentido de su responsabilidad. Tienen que turco, dice: “Mi madre ha muerto” . El profesor: “Pobrecito, te pido discuplas.. .
estar los dos. Picasso dibujaba como un niño, pero como un niño que había adqui- Debiste decírm elo.. . ” Le incomodó mucho haber estado ocho días tomando a este
rido la maestría técnica e instrumental y la perfección del adulto artista trabajador, alumno como cabeza de turco. Lo agrede por la angustia que le suscita la falta de
capaz de una perfecta reproducción de las formas. Al mismo tiempo, pervivía el resultados con este chico inteligente que debería ser de los más destacados de la
niño de mirada fresca, de corazón maravillado; manos de adulto hábil concurrían clase. Llegan los dos padres. Y el padrastro le da un pescozón por haber dicho:
a una creación continua que ya nada tiene que ver con las formas “mecánicas” “Mi madre ha muerto” . ¡Es tan cierto que su madre ha muerto! Es profundamente
estáticas; son las formas de su vida interior emocionada, vibrante, al contacto de la cierto que ya no le queda ninguna seguridad de fondo. Después de esto se fuga.
realidad que él expresa con la inventividad libre de la infancia pero con la maestría Y, por las noches, se las apaña birlando botellas de leche. Lo sorprendente es que
tecnológica de alguien que no utiliza su mano de cualquier manera, de alguien que
domina totalmente composición, trazado, colores, para expresar conscientemente
el espíritu del deseo que lo habita, mientras que el niño, con genio o con torpeza,
lo expresa inconscientemente, sin saber lo que dice. El dibuja por placer, sin ser
siquiera rozado por el sentimiento de responsabilidad hacia el otro, ni por el arte de EN LA ESCU ELA JAPONESA
su época.
En Japón, el maestro impone a los chiquillos de ocho años una prueba muy
dura: castiga a uno de los mejores alumnos, ante toda la clase, por una falta
que no ha cometido. “Has robado dinero de mi bolsillo” , o “Has mentido” .
L O S 4 0 0 G O L P E S O LA SEG U R ID A D A FE C T IV A
Después de la sanción, le explica su “error judicial” : “Debes saber que el
mejor de los maestros, el mejor de los padres, puede ser injusto. Aprende
Olvidamos que el niño es sujeto y no sujeto para y de discusión. AI nacer y a soportar la injusticia del mundo sin dejar de ser un hombre justo” . A
después, en todas las ocasiones. Por ejemplo, para la guarda del hijo del divorcio. veces, el niño sometido a tamaña conmoción enferma por su causa. Esta
Los magistrados no piensan que el niño es el único “juez” . Creen que el mejor padre prueba tiene por doble efecto olvidar la idolatría, el culto de un segundo
es el que tiene más dinero y más tiempo libre y más espacio en su casa. Cuando no padre, de un héroe infalible. Hay que saber, por momentos, perder las
es esto lo que cuenta para un niño, sino la tolerancia que se tenga con sus dificulta- ilusiones, y aprender a sobrevivir a la traición del propio ideal, así como a la
des para adaptarse a la vida, y el amor que se le dé para ayudarlo a tomar conciencia decepción afectiva. Esto se puede comparar con la técnica de la humillación
de ellas. La seguridad material está mucho después que la seguridad afectiva. impuesta a sus discípulos por los gurúes de la India. La admiración es efíme-
Truffaut lo advirtió perfectamente en Los 400 golpes. El joven Antoine Doisnel ra. ¿No es acaso con duelos superados como se afina la dinámica del sujeto:
hace todo cuanto puede por encontrar adultos dignos de ejercer un poder sobre él. el deseo hasta el amor?
Cuando hay poder, pero si el niño siente que el riesgo merece la pena, puede acep-
tarlo. Es como un boxeador que acepta que su mánager le impida hacer el amor
durante las tres semanas que preceden al match. Esto tiene un sentido. Pero lo que
el niño no comprende es el poder presuntamente educativo que pretende darle una
ética, cuando la persona que tiene ese poder no se somete a esa misma ética.
Antoine Doisnel busca ante todo en sus padres una verdad interior.
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sigue yendo a la escuela. Incluso ha escrito una carta a sus padres anunciándoles que
no perturbará más su vida de pareja. Cuando haya hecho su vida y alcanzado su
nivel de dignidad, entonces volverá para verlos. Los padres acuden a la escuela y
constatan que él concurre. Asombro. Se ve que este chico lo único que estaría
pidiendo es promocionarse para ia sociedad, ya que sigue yendo a la escuela pese a
Capítulo 5
sus dificultades, pues sufre el frío de las noches y no come casi nada. La escuela
le importa mucho, y la escuela le tira a matar. El padre visita el juez de menores:
EL NIÑO - COBAYO
“Estamos desbordados, no podemos m ás.. .” Y mandan al niño al correccional.
Creo que otros padres pueden ser tan torpes como los de Antoine Doisnel y el niño
no caer en la delincuencia: basta con que se sienta amado.
El discurso sobre el niño, cada vez más prolijo, ha adoptado los instrumentos
de las ciencias de lo viviente y de las ciencias humanas: biología, economía, estadís-
tica, psicología experimental. Tiene poco más de un siglo. Las primeras publicacio-
nes en materia de pediatría datan de mediados del siglo XIX. Y podemos decir que
la indagación sobre el comportamiento del recién nacido —¿qué necesita primero:
aporte nutricio o amor?— es incluso más reciente; sólo hace unos pocos decenios
que todas estas cuestiones son objeto de minuciosos estudios. ¿Se acabaría barrien-
do con la sabiduría de las viejas, con los cuentos de hadas, la mitología, las ideolo-
gías establecidas y divulgadas en el discurso literario? ¿O, por el contrario, se descu-
briría el fundamento de la intuición de poetas y novelistas? Con ello la condición
del niño podría salir gananciosa. La ciencia, que tantas esperanzas suscitó en el siglo
XIX, estaba llamada, parecería ser, a ponerse al servicio del niño.
84
de la investigación es muy lento. Los trabajos tropiezan sobre todo con obstáculos
metodológicos; cada vez que se supera uno, se descubre algo más que viene a
añadirse al capital cognitivo y perceptivo del recién nacido. Así pues, se puede infe-
rir que el potencial del niño es más bien superior a lo que se considera adquirido;
puede preverse que se descubrirán en el recién nacido capacidades mucho más
importantes que las que ya se le reconocen.
la diferencia no es solamente alométrica. La dependencia del menor, familiar,
jurídica, económica, no es la única que crea, mediante cierto condicionamiento
social, el estado de infancia.
En el plano del sistema nervioso central la especificidad de la infancia es una BEBES Q UE SE SIENTAN
realidad: lo primero que constata la neuxofisiología es una marcadísima fragilidad,
una sensibilidad muy aguda a los choques del entorno. Pero esta fragilidad no es “El examen neurológico habitual dista mucho de explotar la totalidad de las
sólo negativa. Presenta también una ventaja de plasticidad sobre el estadio adulto: aptitudes sensoriomotrices neonatales.” Un pediatra del Centro hospitalario
en caso de lesión, una gran capacidad de recuperación. La afasia resultante de una de Bayona, el doctor A. Grenier, construyó un material adaptado a los
lesión cerebral no es reversible en el adulto. En el niño, sí. Producidas una necrosis lactantes de 1 5 a 20 días y realizó diversas pruebas tendientes a “despara-
o una exéresis de una región de un hemisferio cerebral, se constata que el cerebro sitar” a los bebés respecto de varias restricciones que inhiben su capacidad
del niño puede generar derivaciones, compensaciones, movilizaciones. motriz real.
En un film realizado con su equipo aparecen recién nacidos a los que se ha
conseguido sentar sobre una pequeña mesa escritorio, sujetándoles la cabeza
Lo que más retiene hoy la atención de los neurobiólogos no es tanto la extrema con dos dedos. Entablada una comunicación con su maternante, estos bebés
fragilidad del recién nacido como su plasticidad, es decir, su posibilidad, en el plano sentados son capaces, según se ve en la película, de asir un objeto que se
del cerebro, en el plano del sistema nervioso, de recuperar o de encontrar otros les presenta. Comportamiento motor del que no se sospechaba capaces a
circuitos, si hay lesión. Hasta los 6 años es posible extirpar un hemisferio; si por los recién nacidos.
alguna razón resultó lesionado, es mejor quitarlo que dejarlo, porque perturba al
otro. El niño sometido a la ablación se desarrolla como un niño que tiene sus dos
hemisferios sanos, mientras que si se deja un hemisferio con cicatrices o mal irriga-
do, el otro se torna impotente. Es increíble: tenemos un hemisferio de más. Yo creo LOS NIÑO S-M A N IQ U IES
que durante toda la vida las células del cerebro pueden estorbarse unas a otras; pare-
cen cumplir sus tareas por partida doble y esperar relevarse en caso de accidente. No Conocí a una mujer joven que se mantenía únicamente con los cachéis de su
utilizamos todas las potencialidades de un cerebro; siempre tiene reservas. hijo. Pero éste se hallaba muy perturbado. Vino a verme, con el niño. Muerto su
Las neurociencias confirman la intuición fundamental del psicoanálisis sobre el compañero, se encontró sin recursos. Como no estaban casados, tuvo que dejar su
potencial del lactante y la importancia de los primeros momentos de la vida. vivienda para ceder el sitio a los herederos. ¿Qué hacer? Alguien le sugirió que
Se ha dicho: todo se juega antes de los seis años; posteriormente se determinó vendiera en publicidad la carita y las nalgas de su bebé. Desde la edad de 6 meses,
que los tres primeros son los decisivos en la formación de la personalidad. y hasta los 2 años y medio, dos veces por semana, este niño —espléndido- se hizo
Quizá todo se juegue en ocho días, los primeros días de la vida. La época de las maniquí. Y la madre pudo subsistir, conservar a su hijo con ella y prepararse para
primeras marcas indelebles y de las heridas cicatriciales se reduciría al período peri- una profesión con el dinero que su hijo le permitía ganar. Cuando las sesiones para
natal. posar eran de día, el niño no dormía por la noche; era muy inquieto, muy excita-
ble; se pegaba a su madre todo el tiempo; se mostraba inseguro, como si le hubieran
Los neurobiólogos están seguros, y el profesor Imbert lo confirma, de que el arrancado la piel, sobre todo cuando era muy pequeño. En aquella época no lo vi,
niño, desde que nace, exactamente después de la expulsión, discriminaría los senti- sólo cuando comenzó a sufrir de aquello, a los 2 años y medio. Hablé con el niño.
dos lingüísticos de los sonidos no lingüísticos. Más aún, identificaría ya la voz de Le expliqué que su mamá podía vivir gracias a él. Algún tiempo después ella me
su madre con respecto a la de cualquier otra persona. trajo noticias: el niño había soportado mucho mejor el trabajo en estudios después
que su madre le dijera: “ ¿Sabes? La señora te lo explicó. . . Tendremos dinero.. . ”
Sin duda, y sobre todo la voz de su padre, porque ésta es la que oyó desde el
Y, como yo le sugerí, le mostró el dinero que ganaba gracias a él. Había tomado una
útero: en el útero el niño percibe sobre todo los tonos graves, y distingue perfecta-
mente la voz del padre de la de la madre. En Pithiviers la experiencia se ha hecho
clásica, se constata que el feto reacciona a los impulsos fónicos del futuro padre que
es solicitado a comunicarse con él. Las experimentaciones científicas aún no han
confirmado esto. El profesor Imbert, del Colegio de Francia, mantiene reservas
sobre el punto: “Hay que probarlo” . Debemos decir que en este terreno el progreso
85
decisión: "Acabaré esto cuando él cumpla 3 anos, porque habré terminado mi
formación profesional” .
Es una dura prueba para un niño permanecer bajo las luces, cambiarse continua-
mente de ropa, ser fotografiado, tener que sonreír y que coger determinado juguete,
ser, finalmente, el juguete de las cámaras y de las personas que, detrás de las máqui-
nas, lo miran. En esta situación, lo primero que se debe hacer es proponer un senti-
do a lo que el chiquillo está obligado a realizar: “Ves, para tu mamá, que no tenía Hasta su jefe se mostró incrédulo. Durante veinte años, los principales psicólo-
gos franceses no quisieron tomar en cuenta esta manifestación del lactante, aunque
dinero, esto tiene un sentido, y como a ella le pagan cada vez que te pones un
fuese repetitiva. Durante veinte años René Zazzo clamó en el desierto. Le contes-
traje y que haces publicidad. . . ” Recomendé a la madre que le mostrara las pu-
taban que era imposible, porque el bebé no podía ver al que le hacía muecas, aun
blicidades hechas cuando era pequeño. Se le explicó, pues, con ^retraso, la utili- si el rostro del observador se colocaba muy cerca del suyo.1
dad, para la madre y para él mismo, de este “trabajo” , y esto no bien daba mues-
tras de una fuerte tensión nerviosa después de las sesiones fotográficas. Si se le
Entiendo que en el caso de un recién nacido no se puede hablar de un campo
hubiera hablado así desde el comienzo, a los seis meses, se habría perturbado de visión, pero a muy corta distancia sí dispone de un campo de percepción.
menos. Hoy en día, la psicología experimental oficial ha admitido que el lactante es
Si se lleva a un niño a una filmación, a una sesión de fotos, a que le hagan
capaz de imitar las mímicas del adulto.
tests, es probable que el trastorno resulte sensiblemente compensado por una expli-
Más que descubrimos un hecho nuevo, estos experimentos confirman lo que
cación detallada: prevenirle que se lo observará mientras trabaja, juega o come,
ya sabíamos. Mucho tiempo atrás afirmé yo que el niño reconoce a su madre por
pero también decirle a quién, para qué sirve esta experiencia. El investigador podría
el olfato, y sólo obtuve un escepticismo socarrón. Y he aquí que, en un congreso,
precisarle que realmente necesita filmar niños para proseguir sus trabajos. La solu-
el profesor Montagner, quien realiza experimentos en un parvulario de Besangon
ción no está en volverse contra'los experimentadores: “Hágalo usted con sus hijos
(primero y segundo año), me interpela: “Señora Dolto,he probado que tiene usted
pero no con los ajenos.” Porque en última instancia ya no hay razones para que
razón en lo relativo al olor de la madre. Hace treinta años yo creía que usted inven-
sean los hijos de los investigadores y no otros los que sirvan de cobayos. Los hijos
taba, decía que no era verdad. El film que verá a continuación confirma que el fenó-
de un psicólogo o de un biólogo pon de él, pero no le pertenecen como personas.
meno es científicamente irrefutable.” ¿Qué nos muestra el film del profesor Mon-
Quizá no sea inútil incitarlos a limitar manipulaciones tan delicadas pidiéndo-
tagner? En una clase de parvulario en que los niños están ocupados, se distingue
les que tengan siempre en mente esta pequeña pregunta: “ ¿Lo haría usted con
bien a los pequeños líderes, los mejor adaptados al medio exterior, los que tienen
sus propios hijos?”
ya dominio sensorial, de los más pasivos. Cuando un líder propone un juego, los
otros lo imitan. En determinado momento se hace la experiencia del olor de la ma-
LA CA M A RA -V IO LA CIO N
dre. En la parte superior de un pequeño armario se coloca lencería llevada por la
madre de un niño líder. Se filman las reacciones del grupo en su conjunto. El líder
¡Cuántas generaciones han sido acunadas, en el siglo XX, en la larga noche del se separa del grupo, abandona su juego, gira en redondo y se retira a un rincón, do-
recién nacido! Los pediatras y psicólogos de la primera edad lo tenían todo regis-
blado como en posición fetal y chupándose el pulgar.. . Un instante después, la
trado. Su primera sonrisa, la primera visión de su imagen reflejada en un espejo. Y
su imitación de los gestos de quien le alimentaba. muchacha quita la ropa con el olor de la madre y el niño, poco a poco, se incorpora,
René Zazzo, brillante continuador de su maestro H. Wallon en el Departamento suelta el pulgar, como si despertara de un sueño, recupera su com postura.. . y su
de psicología de la Sorbona, había vuelto su mirada, más que hacia sus pares france- ascendiente sobre los demás. ¡Es increíble! Por el contrario, el niño pasivo, mal
ses, que hallaba demasiado encerrados en controversias teóricas, hacia los trabajos adaptado, lento, al ser introducido el olor de su madre, mientras que el niño líder
de sus colegas anglosajones y canadienses, cuya experimentación sobre el terreno se aparta de todo lo que estaba haciendo él, como si le cambiaran su compostura,
apreciaba. se pone alegre, tónico, vivaz.. . Pero cuando se llevan de la habitación el olor de su
Un día contó a sus pares lo que observó en su nieto: éste, que contaba tres madre, en pocos instantes vuelve a su pasividad habitual.
semanas de vida, le había sacado la lengua. Yo sabía todo esto. ¿Era preciso emplear semejantes medios para probarlo?
¿Zazzo había estado soñando? ¿O era sólo una interpretación abusiva de una
mímica sin importancia? Para convencerse, René Zazzo provocó el estímulo. Le Considero que esta experiencia, inútil a la vez que extraña y peligrosa, puede ser
sacó la lengua al bebé. Y éste respondió haciendo otro tanto. traumática para los niños cobayos. Digo sin miramientos al profesor Montagner:
“De últimas, es igual que si hiciérais aparecer de golpe, ante un adulto, en una reu-
87 nión de amigos, el fantasma de su madre cuando él tenía cuatro o cinco años;
ahí está ese fantasma, provocador! insólito, y el adulto se siente perdido.. . Des-
realizáis completamente a los niños sometidos a semejante prueba: hacer retornar el
88
)
ese verano todavía no caminaba. £1 que juega a la pelota con el abuelo eres tú, y
el que riega el jardín es P., tu tío .” Sin responder, el niño, con el rostro súbitamen-
te contraído, cenó de un portazo la puerta de la habitación donde proyectábamos
el film, luego la de su cuarto, y se quedó en él sin reunirse con nosotros hasta la
cena. Los domingos, cuando mirábamos películas, no volvió a unirse a nosotros.
fantasma de una relación privilegiada en la época que tenia de cero a tres meses y Esto hasta los cinco-seis años. “No, prefiero jugar” , decía. Y un día vino cuando
cuando sólo contaba con el olfato para su relación con el otro. No es de extrañar mirábamos películas y, ante la imagen del tío regando, me dijo esta frase (yo ya ni
que el niño tónico y avanzado, forzado brutalmente a semejante regresión, se ponga pensaba en aquella historia): “Te acuerdas, cuando era pequeño no quería creer que
a chuparse el pulgar, sustituto del seno materno, y se refugie en la posición fetal. A era yo.” Pero había tomado distancia respecto de ese pasado, y ahora lo divertía
mi entender, este niño fue autista durante dos m inutos.. . El olor se va y él vuelve a verse y encontrarse con sus recuerdos. En ese momento sabía que era un niño de
la realidad. En cuanto al otro, el niño dependiente, pasivo en grupo de su edad, está seis años y no se confundía con el pequeño de tres; le causó gracia verse a los
como excitado por una alucinación: su madre, de la que fue mal destetado (dejando ) tres años; sabía quién era, con, al decir de los ingleses, un self constituido. Pero hacia
plumas en esa relación fusional pasada), su madre está ahí. El siente una seguridad los tres años aspiraba a verse en un acto que realizara su deseo promocionante de lle-
com pleta.. . Pero después, vuelve a esa otra seguridad herida por su ausencia. Esta gar a ser un hombre. ¿Y qué hay más promocionante para llegar a ser un hombre,
)
manipulación tiene algo de horroroso.” a esta edad uretral prevalente, que sostener una gran manguera y regar el jardín?
El profesor Montagner me respondió que fue la única manera de verificar las Más que no haber querido, no había podido reconocerse. .. Yo lo había lastimado.
)
intuiciones científicas. Y yo le dije: "Puede ser, pero ¿y las consecuencias de este Diciéndole la verdad, lo había colocado en un “non possumus”. No había que
test sobre el niño?” En medicina, en toda experimentación —y en psicología decir: “Sí, queridito, eres tú el que riega el jardín, y el que juega con el abuelo es
) tu hermano.” Hubiera sido burlarse de él. Yo creo que hay trances que el niño debe
debería ser igual— antes de cualquier experiencia sobre un ser humano habría que
estar absolutamente seguros de no ocasionar daños. De lo contrario, abstenerse. soportar si sus padres no lo agreden con un: “ ¡Qué tonto eres!” Yo le dije: “Mira
) mejor. Tu padre pasará de nuevo la película”. Y me extrañó esa escapada que era,
¿No sería preferible asociar al niño a la investigación sobre el niño? Si es real- para él, una reacción salvadora: al mismo tiempo recobraba su cohesión yendo a
mente necesario proseguir las indagaciones sobre el potencial, sobre las adquisicio- ) jugar a su cuarto. Para él, justamente, esta experiencia de repasar con la vista las va-
nes del niño, sobre los estadios de su desarrollo psíquico para no quedarse en las caciones de verano, sólo dos meses después, carecía de todo interés. Posteriormen-
etapas esquemáticas del aprendizaje cognitivo según Piaget, ¿no sería un mal menor te, en cambio, a los 6 años, le causó gracia verse cuando era pequeño. A los niños
no hacerlo a espaldas del niño? les gusta mucho ver las fotos de familia.
A fin de cuentas, creo que en verdad no puede haber demanda real del niño en
¡Si al menos, apenas acabada la experiencia, la persona matemante explicara al el marco de las experiencias concertadas por el adulto. Pero cabe prever que este
niño lo que ha sucedido,y por qué se “jugó a eso” ! tipo de investigación seguirá desarrollándose.
Si la investigación sobre el niño no es motivadora para su deseo infantil, lo que
se consigue es alienarlo en un deseo de adulto; hacerle cumplir el papel de objeto de En el mundo animal, las cámaras infrarrojas permiten observar la vida de las espe-
placer del adulto. Aquí, alienarlo a un deseo de adulto de voyeurismo, supuesta- cies nocturnas. Y es lógico que los neurobiólogos se sientan tentados de utilizar
en el futuro todo este material disponible para observar a los niños.
mente científico. Además, ¿qué función sugestionadora inconsciente cumple la
maestra de clase cómplice del profesor Montagner?
Me pregunto qué será de estos niños identificados de manera conductista.
En el ser humano no es eso lo importante, sino lo que siente. Lo que se anota es un
¿Entonces no hay salida? Entre una observación efectuada a sus espaldas o a
pesar de él, y una observación en la que él participaría.. . ¿No se puede respetar comportamiento, pero ¿qué ha sentido ese niño? Las cámaras de Montagner, insta-
una cierta ética de la experimentación? ladas en los dos parvularios experimentales de Besanfon, no revelan lo que el niño
ha sentido ni el perjuicio eventual causado en él. Se puede afirmar, sin duda, que
Esto es sumamente delicado. Podría creerse que la proyección de un film de para comprender la entrada en estados diferentes al habitual, es interesante ver
aficionado, realizado en familia, puede ayudar a un niño a tomar distancia, a cómo es posible convertir a un niño en un autista por tres minutos o en un pseu-
partir de lo que llamamos el Edipo, a partir del momento en que ha hecho el duelo domaníaco por tres minutos en comparación con su forma de ser habitual. Esto
de su infancia. Pero ni siquiera esas imágenes son inofensivas. Citaré el ejemplo de
una película tomada en nuestras vacaciones. Nuestro hijo mayor, que tenía trein- 90
ta meses, dirigía el dedo a la pantalla: “Mirá cómo riego el jardín, y G. (su herma-
no) juega a la pelota con el abuelo.” Yo rectifiqué: “No es así, pasaremos la pelícu-
la de nuevo, verás que tu hermano está de pie a mi lado y que yo estoy sentada;
)
89 ■riBorniwTTTTirr" ---------rwn~
)
prueba la fragilidad de la estructura en vías de organización de un niño de esta edad,
aunque sea tónico y en apariencia se sienta seguro de sí en sociedad. El olor de su
madre es más dominante que su propia actividad; tiene una madre interiorizada para
poder entrar en contacto con los otros, y cuando se le exterioriza su madre en
forma olfativa, que es una percepción relativizada en relación con las percepciones I
táctiles, motrices, aquélla se hace predominante. Cuando el olor íntimo de su madre eficacia terapéutica estadística de ambos grupos. De manera que hay, por fuerza,
aparece de pronto en la sociedad en que está inmerso, el niño ya no es el niño de una injusticia social. Pero que permitió obtener beneficios para otros enfermos. En
esta sociedad, sino que vuelve a ser el bebé de su madre.
psicología experimental, los investigadores afirman que si algunas de sus experien-
En cuanto al pequeño que sale de su pasividad merced al clima suscitado por
cias han podido lesionar a un niflo o al grupo de niños observados, los resultados
el olor de la lencería de su madre, es evidente que si no se adapta al grupo es porque
beneficiarán en cambio a los niños venideros. ¿Cómo probar lo contrario? ¿Con
no ha integrado suficientemente dentro de sí una seguridad originada en su relación
qué criterio juzgar de antemano que cierto ensayo es tal vez pernicioso, poco nece-
materna. Montagner parecía encantado con lo que él consideraba una colaboración
sario, y a veces incluso completamente inútil? La curiosidad propia del espíritu
objetiva entre el psicólogo experimental y el psicoanálisis.
humano no lo justifica todo.
Vamos, señores psicólogos, ¿dónde está lo observable, desde el exterior, de la
Ya que estos experimentos no se pueden evitar, al menos deberían ser cumpli-
dos en colaboración con los psicoanalistas. . . con aquellos que se interesan en lo realidad de un ser humano? Estudiar las hormonas de un individuo, cualquiera que
que el niño siente, y que tienen una concepción mucho más global del sujeto. sea su edad, es tomar la parte por el todo. Si algunas de estas hormonas presentan
un déficit, no sólo compensándolas se ayudará a este ser a recobrar un equilibrio
verdadero. Porque es la relación psíquica de los seres humanos entre sí lo que
Tal vez. . . Sólo que “el niño” no existe.. . Se hace un discurso sobre el NIÑO,
da un sentido a su vida. Supongamos que se administre la dosis hormonal “adecua-
mientras que cada niño es absolutamente desemejante de otro en cuanto a su vida
da” a una persona cuya relación con los demás está interrumpida. Prescribiendo
interior, en cuanto a la forma en que se estructura según lo que siente, percibe y
esta farmacopea, se mira tan sólo su estado de salud física. Su enfermedad es una
según las particularidades de los adultos que lo crían. El estado de infancia existe
señal: se destruye esta señal. ¿Cómo nos hará saber que se encuentra en estado de
en relación con la edad adulta futura en la medida en que hay diferencias específi-
desamparo interrelacional? Cada sujeto tiene un deseo de ser y quiere manifestar
cas como, por poner un ejemplo, las etapas de desarrollo del sistema nervioso.
esta intencionalidad. Pero si toda intencionalidad está hecha para el placer del
Así, las interacciones que se producen entre el sistema nervioso y el medio son
“príncipe” , lo que hay es una negación de la persona humana. ¿Es nuestro propó-
sumamente ricas en los niños, como demuestra la fantástica velocidad con que se
sito crear alfas, b e ta s.. . con qué fin? ¿Acaso estamos preparando Un mundo
adquiere, por ejemplo, el lenguaje. También está la inmadurez sexual. Pero si consi-
feliz?2 Corremos el riesgo de encaminarnos a un totalitarismo horroroso, con una
deramos a los seres en su relación recíproca, ya no deberíamos hablar de niños,
especie de Gran Ordenador imponiéndonos su norma general a todos.
sino de tal individuo relativamente comparable (según tal o cual parámetro) con
Los experimentadores pretenden tranquilizarnos con la seriedad científica de
tales otros, de la primera edad, de la segunda, etcétera.
sus tests. Hasta ahora se actuaba por tanteo, dicen, se orientaba a los jóvenes según
Los inconvenientes y riesgos implicados por los experimentos para los niños
el humor de los educadores, en forma completamente arbitraria, y, en cualquier
observados no detienen a los investigadores. Todo esto es muy perturbador porque
caso, aleatoria, mientras que en lo sucesivo se podrá actuar de una manera mucho
no es posible, efectivamente, codificarlo. En última instancia, habría que decir que
más rigurosa, mucho más objetiva, se podrá hacer un balance de las aptitudes, de la
estas experiencias cuestan muy caras quizá a los individuos a quienes se observa,
capacidad de cada pequeño. Es la hora de las neurociencias. Y su fatal llegada me
y no invocar tanto la utilidad de la ciencia para la humanidad. No se puede pensar
preocupa. Para esta disciplina todo se centra en el desarrollo de la inteligencia,
bien de estas experiencias. Por otro lado, como son inevitables, cabe prever que se
cuando es la afectividad lo que da un sentido a la inteligencia de todos los seres
desarrollarán con nuevos medios tecnológicos.. . Como no es posible ignorarlas,
humanos. La inteligencia sola no existe. La salud física sola no existe. Es todo un
hay sin embargo una cierta ética muy difícil, pero en definitiva una ética que se
conjunto lo que construye a la persona y ordena sus variancias.
debe promover. En medicina somática, los ensayos clínicos también dejan víctimas.
Me pregunto si, finalmente, el período pospiagetiano que vamos a atravesar no
Hay enfermedades iatrogénicas; hay accidentes terapéuticos, e incluso, hay también
arriesga ser terriblemente intelectualista. Las neurociencias son excesivamente obje-
selección; ¿por qué determinado grupo de cancerosos tiene derecho a cierto medica-
tivantes, lo cual contraviene todos nuestros esfuerzos por dirigimos a la subjetiva-
mento nuevo, y tal otro a la quimioterapia clásica? Porque es preciso comparar la
ción de cada cual: mejor sería procurar interesarse por cada niño, sean las que fue-
ren sus ocupaciones preferidas, en vez de canalizar demasiado pronto su interés
según datos escolares que son los mismos para todos. Los tests vienen con trampa.
En ellos se pretende verificar lo que el maestro desea ver confirmado. El experi-
96
mente favorecido o desfavorecido y cualquiera que sea su situación familiar y afec-
tiva.
No existe Niño con N mayúscula: existe un individuo en la época de su infancia
que en cuanto a lo esencial de su ser en el mundo, es lo que será siempre. Y tan
cierto es esto que, por mi parte, trabajo con adultos a quienes conocí a los tres años
de edad que vuelven a mi consulta. Hace pocos años me visitó una mujer: “ ¿Se
ye;;uón del film. Los investigadores, el realizador tendrían que interrogarse y re-
acuerda usted de mí? Vine a verla cuando tenía tres años, ¡fue extraordinario para
flexionar seriamente sobre el sentido y el alcance de su experiencia. Si los niños
quedaron traumatizados, creo que dejando que se vean con una cierta distancia, se mí haberla conocido!” —“ ¿Qué recuerda usted de aquello?” —“Me acuerdo que le
puede desactivar, desdramatizar, compensar el efecto de choqiie. Por desgracia, hice un dibujo y que usted me dijo: ‘Vaya, tú piensas cuando te duermes’, y era
esto no se ha hecho. verdad, y yole dije: ‘Pues sí, pienso’, y después miré a mi mamá” . Ese era el momen-
to del que se acordaba. Añadió: “Entonces me dije: también tengo derecho a pen-
Queda por examinar el valor científico de los experimentos. ¿Qué alcance -
sar en mi papá. Fue una revelación fantástica que cambió toda mi vida” . Yo conser-
tienen las verbalizaciones de niños grabadas? Esto es sumamente perturbador,
vaba el documento de esa consulta; la niña no me había hablado de su padre (del
porque, estrictamente, el hecho de ser objetos de experiencias lo desvirtúa todo.
que la madre se había divorciado cuando ella era muy pequeña).
¿Cómo asegurar condiciones constantes para hacer correctivos, como-se hace en
En análisis, es posible sacar a la luz recuerdos muy anteriores a los tres o dos
física o química con la temperatura? ¿Se lo puede hacer en psicología experimen-
años. Lo que no es dicho, expresado, no puede ser conocido por “el observador” ,
tal? Los investigadores del Centro Nacional de la Investigación Científica publican
pero justamente lo que sucede en “el observado” , indecible y no localizable por el
diagramas, gráficos. Todo eso es muy impresionante. La metodología parece muy
observador, es lo más importante de su encuentro. Lo mismo ocurre entre dos
afinada. ¿Pero qué es lo que realmente se puede inferir de todos esos datos de
interlocutores humanos.
encuesta sobre las interacciones entre el medio sociocultural, la edad y el sexo de
los parientes cercanos que se ocupan del niño, la movilidad (familia nómade o
sedentaria)? Se encuentran constantes en estas interacciones: determinado compor-
LOS M ANIPU LA D O RES SON M ANIQUEOS
tamiento con un conjunto de factores que son justamente la inestabilidad de la
familia, con o sin padre. . . En fin, se determinan frecuencias estadísticas. En
general, no hay sorpresas. Y esto es, quizá, lo que me alarma. Porque si se descu- Aunque se encuentre en declinación o en desgracia, el juego de ideologías ha
brieran paradojas, quizá uno buscaría más diciéndose: “Oye, ahí hay algo inespe- impreso en las mentalidades, incluso en la medicina, el razonamiento maniqueo, la
higiene de vida: esto es bueno o es malo. Por ejemplo, respecto del parto sin violen-
rado, incomprensible” . Pero los resultados de las encuestas de los psicosociólogos
cia, unos dicen: “ ¡De ninguna manera, es inaceptable!” y otros “Es el único cami-
confirman la voz del buen sentido, o el trabajo de los analistas en los tratamientos
no: ¡no se puede seguir otro!” y obligan al padre a presenciarlo aunque sea una
individuales. ¡Cuántas tesis, cuántos trabajos de laboratorio para revelar. . . lo que persona impresionable. Este es un comportamiento maniqueo. Con estas recetas
ya se sabía! Es la montaña dando a luz un ratón. únicas pasa como con las ideologías.
Los psicólogos están más a sus anchas cuando estudian las interacciones en los Lo mismo en cuanto a la llamada nueva educación, que también es de concep-
medios llamados desfavorecidos que en los medios privilegiados. Al parecer, estu- ción maniquea: se han hecho las experiencias pedagógicas más opuestas; es como si
se fuera a tomar dos grupos de niños, diciendo: como no sabemos a dónde vamos,
diar científicamente lo que tiene de específico el estado de infancia sería extrema-
para el primero instauraremos una libertad total y al segundo le impondremos la
damente difícil. Parece más fácil cada vez que el niño se encuentra en una situación
educación de los jesuítas: bajo la férula.
extrema, que atenta contra su libertad, contra su integridad física y moral, cada vez
que padece una gran miseria o que sufre malos tratos. Cuanto más se acerca uno a
Los psicólogos estudian el comportamiento aparente sin darse cuenta de que el
los medios privilegiados occidentales, donde el niño está aparentemente provisto,
asegurado de lo necesario, más difícil se hace comprender los bloqueos, los despis- ser humano es una complicidad psíquica, a la vez inconsciente y afectiva, pero que
tes, los fracasos. Se pueden filmar las reacciones de sujetos cuyas necesidades están no puede ser dicha, y que para cada uno toca a su verdadero incognoscible por otro.
manifiestamente insatisfechas, pero lo que concierne a los deseos no se puede El comportamiento aparente no informa sobre el sujeto ni sobre lo que su sensibi-
filmar.
lidad le hace experimentar.
En el campo de lo observable, el psicoanálisis —en los centros de higiene men- Es de temer, por lo demás, que el florecimiento contemporáneo de artículos,
tal— puede ir mucho más lejos que la psicología experimental. Es el único método enciclopedias, guías educacionales, invite a las parejas de hoy a adoptar normas y
de trabajo que respeta al sujeto, a la vez como ser humano en su medio y como ser
humano tomado por él mismo, cualquiera que sea el medio. Sólo el psicoanálisis
98
permite entrar en verdadero contacto con la búsqueda de comunicación que un
sujeto, el psicoanalista, intenta con un individuo, sea cual fuere su edad, económica-
97
reglas. Para no hablar de recetas milagrosas. Este también es un condicionamiento
maniqueo, porque los sistemas educativos propuestos son contrarios; no se enseña a
los jóvenes padres a modular, interpretar, escuchar su intuición: vuestro hijo ha
nacido de vosotros y tal como sois, sed auténticos, decid con palabras lo que sentís,
lo que vuestro hijo más necesita es vuestra sinceridad. El propio lenguaje actual «
deviene puramente conceptual, desapegado. Quizá sea, simplemente, la muerte de mujeres amamantar a su hijo a su gusto, o bien, si la mujer insiste, la “autoriza”
una civilización. por unos meses más, seis o siete como máximo.
La involución de la materia cósmica de que hablan los físicos, ¿se acompaña
quizá de una involución del psiquismo humano, o bien es expresión de una presun- Invirtamos los términos: en nuestra conversación lo que importa es el niño,
ta observación que no sería más que una proyección y no una realidad? no los padres.
¿ c ^ O.
La tendencia maniquea se encuentra incluso entre los mejores ensayistas. Hay Hasta el presente, se ha estudiado más bienia actitud de los adultos con respec-
que matizar las conclusiones de Elisabeth Badinter4 sobre la ausencia de solicitud to al niño; en realidad, ello servía principalmente para estudiar la sociedad de la
materna que se podía constatar en el siglo XVII. La actitud con los niños no era tan época. Mientras que si se considera únicamente al niño, el interés del niño, sus posi-
rígida, a despecho de los discursos en boga. bdjdades de estructuración, se advierte que en el siglo XVII la imagen materna esta-
Testimonios escritos prueban que existían muchos ciudadanos y ciudadanas
ba quizá perfectamente desarrollada para el niño, desde el momento en que una
que brindaban al niño una solicitud muy desarrollada, perfectamente comparable
mujer lo amamantaba y ésta se hallaba en comunicación con su compañero adulto
a la de hoy, con los mismos defectos que hoy (adoración excesiva, proyección del
adulto, asimilación a un juguete), siempre con esta interrogación: ¿tiene el niño un y con sus otros hijos. Lo que hoy existe es más bien una regresión con respecto al
alma? En caso afirmativo, ¿hay que modelarla? siglo XVII, pues ya no hay nodrizas. Hay mecanización. Sea quien fuere la nodriza,
Aries discrimina más que E. Badinter cuando distingue entre “sentimiento de está mecanizada, en el sentido de que debe darle, a los dos meses y medio, zumo de
la infancia” y “afecto por el niño” (véase obra citada, págs. 117 y 313). Pero esto carne; hay anonimato y neutralización de la nutrición, en nombre de la Ciencia. Y
no autoriza a esquematizar y decir: el sentimiento materno es una cosa que no se la Ciencia no considera al niño sino en cuanto animal de observación y no como
ve aparecer hasta el siglo XIX. Esto es históricamente inexacto: encontramos sujeto de sensibilidad; no intenta conocer lo que el niño expresa. Parece impensable
muchas manifestaciones, que a todas luces podemos calificar de atípicas, pero hoy que un niño tenga algo que decir que le concierna.
también podríamos hallar muchísimos ejemplos en nuestra sociedad; a la inversa El discurso actual presta a nuestra época el privilegio de haber concedido por
de la moda actual que hace del niño el centro, podríamos demostrar que hay igual- fin alru ñ o el lugáf~c~éntral, con respecto a los siglos precedente».- Pero esto es
mente cierto número de personas que, por el contrario, se conducen con el niño
bien relativo. Cabe preguntarse - a la lectura de los siglos pasados— si justamente
como en la Edad Media o como en el siglo XVII (por ejemplo, en el Movimiento de
Liberación Femenina se elevan voces que reivindican el derecho a rechazar la mater- ello no se vuelve contra el auténtico interés del niño, y si incluso éste no sale per-
nidad después de nacer el niño, sin juzgar por ello al abandono de desnaturaliza- diendo. Se dice sin parar: “ Por fin, los contemporáneos, empezamos a dar al niño el
do). O sea que debemos matizar el estado del balance, porque de nuestra encuesta lugar que le conviene: empezamos a respetar sus derechos, empezamos a abrirle el
surge que la relación sigue siendo prácticamente la misma: no hay cambio funda- espacio. . . ” sin advertir que, finalmente, se lo traslada de un sitio a otro como un
mental. paquete, con nuevas prohibiciones que son más coactivas que los límites de su terri-
torio en la Francia rural. Cabe preguntarse, en cuanto al maternado, si el niño no es
Hay no obstante una gran diferencia: en la Edad Media o en el siglo XVII, el considerado como un cobayo de cría industrial, y si no es porque hay una amplifi-
niño siempre era alimentado al pecho de una mujer —de lo contrario, moría—, cación del discurso sobre el niño fhov se dan treinta y seis métodos para estudiar
que podía ser o no su madre. Esta alimentación al pecho continuaba mientras la al niño desde la primera infancia) por lo que es mTs"res^tado^^iT pY fSaa^L ," ~
mujer tuviera leche, y no venía orquestada por un hombre exterior —un conocedor, Mientras tanto, ;.qué resulta de todo esto para él? No por tapizarse las paredes
un médico— que dijera: “Está mal, es usted culpable si amamanta a su hijo (como de la ciudad con imágenes de bebés la causa de los niños avanza seriamente.
sucede ahora) más allá de los cuatro meses” . Hoy , el cuerpo médico prohíbe a las
4 L ’A m our en plus, Flammarion. [Hay versión castellana: ¿Existe el amor Es saludable sacudir la autosatisfacción contemporánea consistente en decir:
maternal?, Barcelona, Paidós, 1981.] “ Nunca se hizo tanto por el niño como hoy; comparado con el oscurantismo de que
fue víctima en los siglos precedentes, la perspectiva es espléndida”. El discurso
99 actual confunde aun más las cosas, en vez de aclararlas. Esto nos lleva a ser mucho
más afinados y relativistas que cuando miramos la situación del niño en los siglos
» precedentes. Porque encontramos las mismas contradicciones.
El siglo XIX y la primera parte del XX heredaron el encierro del niño, en ruptu-
)
)
un bebé intelectual? Veo desde aquí a la mujer dando el biberón al chiquillo con
todas sus amigas asistiendo a la comida del príncipe: “Oh, es el hijo de un premio
Nobel. . . ¿y tu marido, qué dice? ¿Qué se siente-dándole el biberón a Einstein? ' La
gente olvida que Einstein no fue un buen alumno. Sin embargo, quieren un niño
que sea inteligente desde que nace. Mientras que la inteligencia puede desarrollarse
mucho más tarde en una expresión inesperada de sí misma y, en el intervalo,
ra con la Edad Media que era ciertamente más favorable al aprendizaje de su auto-
ocultarse detrás de una apariencia de debilidad mental. Einstein, retrasado escolar,
nomía. Se le daba en seguridad una comunicación social con todos aquellos con
poco hablador, soñador: sus padres lo amaban así, sin saber que era inteligente, y
quienes la nodriza se rodeaba; ella era su fuente de alimento al mismo tiempo que
aceptando que fuese incapaz de rendir un examen. Era “el pobre chiquito del
la iniciadora en la comunicación: el medio favorecía su individuación.
que nunca sacaremos nada” . Pero fue esto, quizá, lo que al mismo tiempo estimuló
, su inteligencia. ¿Quién sabe? Si Einstein hubiera sido otro, ya reconocido como
EL ESPERM A NOBEL
genial desde su infancia, quizá nunca hubiera llegado a ser Einstein. En cualquier
caso, una experiencia como ésta exige ser compartida por una etnia y un grupo
En Estados Unidos hay un banco de esperma de premios Nobel americanos. excepcionales a fin de que todo el mundo la disfrute. Pero ¿cuál es la actitud
Después de una inseminación, una tal Mrs. Blake habría dado a luz a un niño cuyo profunda de ese padre y esa madre frente a sus propios padres y frente a ese ser
padre sería un célebre matemático. ¿Cuál podrá ser el destino de este niño, concebi- humano emparentado con otros linajes que ellos no conocen? Ni siquiera se sabe si
do con semejante espíritu y que será observado, controlado y testado como si en la familia del donante hubo mujeres-niñas o padres sádicos. Justamente, quizá
debiera responder precozmente a la expectativa de los experimentadores? ) este niño será, como retoño de ese linaje, más ligero, más dispuesto si sus padres
educadores no tienen antecedentes demasiado neuróticos. Ahí está la incógnita. Y
El entorno espera, exige incluso, que se destaque entre los niños de su edad. el premio Nobel no puede contra ello.
Ahora bien, la inteligencia humana puede hallarse en situación de receptividad y
no demostrarlo. Si este niño no manifiesta nada excepcional lo que no significa
que no vaya a ser un adulto muy inteligente—, este niño Nobel tendrá muchos pro-
blemas para salir adelante, pues desde que nace se lo acoge como alguien que por
fuerza ha de ser un superdotado. Se expone a tener que soportar el fracaso de la
experiencia —fracaso aparente—, que los adultos no toleran bien. Por el momento
no podemos decir nada más. Esperemos. Por los frutos reconoceremos si la expe-
riencia presentaba algún interés. Ahora sólo se puede discutir en el vacío. Sabemos
que la educación cumple un importantísimo papel en el sentido de los intercambios
con los padres responsables, viéndose el niño tan adulto como lo son sus tutelares.
Por lo tanto, en el caso de esta inseminación, el bebé Blake se ve adulto como ese
padre que le proponen como modelo; pero ese padre le importa a este pequeño no
en tanto matemático, sino en tanto portador de una dinámica de vida o de una diná-
mica de negación que él le va a transmitir. Y nadie puede decir que ser matemáti-
co sea un signo de inteligencia. La inteligencia es una suma de corazón, generosidad,
deseo de autenticidad dado al niño que va a nacer. No se distingue por su inteligen- )
cia el adulto que aspira a que la vida del niño sea repetición de la propia, lo cual
equivale a proyectar en él su muerte. Se verá dentro de diez, veinte años, lo que
hará este bebé Nobel. Suceda lo que suceda, será un animal de laboratorio. Lógi-
)
camente, hoy en día nos resulta chocante. ¿Será así dentro de unos años? Lo igno-
ro. Este niño es un Jesucristo, un sacrificado. Una rata de laboratorio, si la cosa se )
malogra. Pero habría podido no nacer. Nadie lo obligaba a sobrevivir. El eligió
este destino que es quizá de servicio a los humanos sobre el planeta. No se sabe. Lo
que me parece excepcional es que una madre y un padre legales acepten esta expe- )
riencia. ¡Qué vacío entre ellos, qué ausencia de relaciones auténticas para que
encarguen un niño ante todo por su inteligencia, como si a falta de ese “don para la )
matemática” no pudieran soportar seguir viviendo juntos! En el plano genético,
este niño desciende de linajes que no son los de las personas que lo educan. ¿Por
qué lo educan? ¿Por curiosidad? ¿Por generosidad hacia la humanidad? ¿Es esta )
madre una santa María y este padre un san José? ¿O son padres que quieren exhibir
)
)
Capítulo 6
I
Los pedagogos afirman que la voz sintética de una máquina de enseñar nunca
sustituirá a la relación oral con el profesor. Si el maestro se contenta con imponer
un saber y una actitud, si no es un incitador y un animador, el ordenador progra-
mado puede hacer las veces de distribuidor de conocimientos. Al menos, este susti-
tuto no ejerce sobre sus alumnos una autoridad sádica.
0=3 = 7
Los nostálgicos de los viejos juguetes de construcciones dicen que la telemáti-
ca impide al niño proyectar su imaginación. Los modelos en miniatura telecoman-
dados, que son bonitas copias de instrumentos del mundo moderno, impedirían
¿E L O R D E N A D O R A L SE R V IC IO D E L O S Ñ IÑOS? que el niño sueñe. ¿Son de veras tan frustrantes? Parece que maniobrar aparatos
teleguiados es excelente para la lateralidad del niño: izquierda, derecha, adelante,
atrá s.. .
Si el cuerpo del niño no puede expresarse hoy de la misma manera que antaño
—está mucho más encerrado, prisionero—, en cambio su espíritu puede liberarse y
construir mundos, jugando con un ordenador. ¿No está la telemática al servicio de Creo que sumidos en nuestro mundo tenemos el defecto de no advertir las
los niños? transposiciones y compensaciones que la tecnología fuerza a descubrir. A la postre,
cuando el decorado cambia, cambia el ritmo de vida y el espacio se modifica.
Habría que confiar en la capacidad genérica del hombre para adaptarse y recuperar,
(£a telemática presenta cierto aspecto positivo en el sentido de que los ñiños no
bajo formas completamente distintas, las mismas funciones, o compensaciones
están bajo el poder de un ser humano que quiere imponerse ¡a su sensibilidad. Tam-
para aquellas funciones que el hombre no podía ejercer de la misma manera que sus
bién advierten que su espíritu, en cuanto a la lógica, se agudiza tanto como el del
antepasados. El hombre acaba defendiéndose y realizándose por otros medios.
adulto. Pero eso no impide que la afectividad esté ausente de estos juegos, y que el
placer no sea más que un placer de excitación mental: la sensibilidad está fuera del
“Ya no es como antes” no implica, forzosamente, una regresión. Los “moder-
cuerpo: con razón o sin ella. —Te has equivocado, o bien, como no te has equivo- nos” defienden nuevas formas que permiten al hombre contemporáneo dialogar de
cado con el circuito, tienes razón. Mientras que no se trata de lo uno ni de lo otro; igual a igual con el hombre de la Antigüedad, mientras que los “antiguos” , por el
se trata sólo de un circuito, que es un m edio.. . ¿Pero un medio para qué? contrario, son nostálgicos que no ven nada positivo ni creativo en las obras de sus
Los juegos electrónicos aíslan a los niños, mientras que el tocadiscos automá- descendientes. Lloran sobre un pasado que ven como la edad de oro, olvidando que,
tíco'ñel~bar se comparte con los amigos. Los niños se agrupan frente a aquellos en ese pasado, había limitaciones, frustraciones de otro orden pero que eran quizá
aparatos a horas determmadas y juegan uno por vez delante de los demás. Golpean tan esterilizantes como las de hoy. El tema de los juguetes motiva a su vez una polé-
la máquina para que caigan las monedas, o se pasan fichas. Con el juego electró- mica entre antiguos y modernos. Los niños de hoy no respetan los juguetes de plás-
nico, se aísla uno como si fuese a telefonear, pero el interlocutor es lógico y anóni- tico: los rompen sin el menor pesar; sus padres, en cambio, se entristecían en su
mo, no tiene imagen ni corazón. Estamos dentro de un simulador y nos aprestamos época cuando perdían sus juguetes de madera o metal.
a una guerra interplanetaria como los cosmonautas en su cápsula.
Los juguetes preferidos de los niños eran juguetes con los que se identificaban;
Un juego lanzado con éxito sintetiza la voz del interlocutor del niño; cuando
si se estropeaban, era como si se perdiera un amigo. El juego electrónico no es un
responde bien o hace bien su combinación, la voz del robot dice al niño: “Eres for-
amigo, es un instrumento. Ya se observó esto con las muñecas que hablaban, con
midable” . A los psicólogos, alarmados por las consecuencias afectivas sobre el niño,
las muñecas que hacían pis (no se sabe por qué); cuantas más funciones se progra-
los partidarios de estos juguetes les replican: “Es que precisamente hay un diálogo
man en un mismo objeto menos puede quererlo el niño, porque no puede proyec-
en el que los padres no intervienen, con lo que el niño obtiene confianza en sí
tar sobre este juguete una vida afectiva; se trata de una vida funcional y no de una
mismo y en su inteligencia. Esto en la medida en que es una inteligencia lógica” .
vida afectiva. La muñeca que repite a la orden lo que hay en una cinta magnética,
103 y no otra cosa, es un ser repetitivo, y por tanto no es un ser humano que inventa
sentimientos y pensamientos cada día. En cambio, estos nuevos juguetes subraya-
t rán el comportamiento animal, por reflejo condicionado, en lugar de favorecer el
intercambio relacional.
104
) creo. Se lo quiere como se quiere a un esclavo. Es un esclavo que se rom pe...
Se lo reemplaza por otro, pero ¿se lo ama? ¿Qué se ha hecho de la ternura?
) Con los juegos de ajedrez electrónicos, estamos-solos ante el aparato y priva-
dos de todo el lado afectivo de la rivalidad humana: “Me has ganado, te he ga-
) nado. .. Cuánto tarda en pensar.. . ¿Qué hará él ahora?” He jugado con mi padre
tardes enteras al ajedrez, y había una especie de elemento ¿e rivalidad humana.
JUEG O S DE Ñ IÑ O S, JU EG O S DE A D U LTO S ) Un buen día, mi padre dijo: “Me gustaría mucho jugar al ajedrez, ¿quién quiere
jugar conmigo?” Así que nos iniciamos juntos, con un manual los dos, mi padre
Muchas veces, aunque no siempre, los juegos de los niños son una deforma- y yo. Al comienzo estábamos prácticamente en igualdad de condiciones; y después
) él se iba a ver a sus amigotes del X; volvía y dos o tres días me ganaba; pero después
ción o una imitación de los juegos de adultos. Por ejemplo, los juegos de
pelota de los chavales son un resabio de los jeux de paume practicados por yo alcanzaba su nivel y le ganaba; y él volvía a su grupo de ex politécnicos. Estas
jóvenes y guerreros; pero las canicas, la pídola, el juego del oso (hoy casi ) superaciones sucesivas fueron muy divertidas para ambos. Sólo que, de tanto
desaparecido y que me significó en la escuela secundaria de Niza, mis buenos perfeccionarse con conocedores de matemática de razonamiento enormemente
chichones), las barras, etc., son específicamente juegos infantiles. Con todo, ) complejo, se tomaba mucho tiempo para mover cada pieza, tanto que mientras él
la gallina ciega, también producto de las costumbres modernas, en el siglo pensaba yo leía. Por mi parte, yo no pensaba más que un par de minutos. No me
XVIII era todavía un juego de adultos, como lo atestiguan numerosas estam- hacía mayores complicaciones y me decía: “ Puede ser que no haya previsto todo lo
pas. . . Las carracas que nuestros pihuelos compran en la verbena y hacen ) que podía pasar, pero estoy leyendo” . Si no jugaba yo, su compañera de ajedrez era
girar el año entero proceden directamente de las carracas que se sacudían
mi madre, pero ella prefería las cartas.
únicamente durante el oficio de Tinieblas y que representan a las campanas
) Mi madre, mientras él reflexionaba, se dormía; no le resultaba divertido ver a
primitivas de nuestras iglesias; porque, durante los primeros siglos del cristia-
nismo, las iglesias no tenían campanas, y los fieles eran llamados al oficio por alguien pensando (a mí tampoco), por eso yo leía. Pero a mi padre le gustaba que
tarreñas y carracas a veces enormes, de las que aún quedan en ciertas iglesias ) alguien presenciara su reflexión. Y en efecto es muy divertido, por algún tiempo,
de Oriente. Asimismo, las muñecas de nuestras hijitas eran, primitivamente, ver que el otro piensa, porque uno piensa en su lugar: como si estuviera de su lado;
representaciones de diversas deidades; en Marruecos, todavía están las muñe- ) se hace la jugada y: “ Mira, ¿qué podría hacer él?” Uno cree captar, de manera pura-
cas que figuran la Lluvia, y en tiempos de sequía se las pasea ceremonialmen- mente intuitiva, los procesos ideativos de su compañero. Este cónyuge imaginario es
te. Se trataba, pues, de estatuillas sagradas portátiles que en Europa perdieron quizás un cónyuge edípico, como lo era mi padre, un cónyuge compañero. Cosa
esta significación relativamente tarde, hace apenas tres o cuatro siglos, y pasa- )
que no podía divertir a mi madre porque, precisamente, él era su cónyuge genital.
ron a ser un juguete común a todas nuestras niñas. Lo cual no significa que Mi madre se iba a jugar al bridge con mis hermanos, dejándome su lugar frente a mi
en todo tiempo las pequeñas no se hayan fabricado “bebés” ; porque jugar a ) padre. Digo que de haber contado inmediatamente con un interlocutor perfecto
la mamá es biológicamente un preejercicio, así como el caballo representado
-e n los juegos electrónicos es, teóricamente, el aparato- en lugar de progresar al
por un bastón es un preejercicio de los chavales en todas las naciones del
) contacto de otro que al comienzo también está relativamente limitado y que se
mundo. . . Que_eL-juege- ée- los niños, y dejos adolescentes sea un precierci-
cio, es decir, un entrenamiento para actividades práctica o fisiológicamente perfecciona cada vez más, me habría perdido el auténtico placer de jugar. El
útiles durante la madurez, es de toda evidencia: sin embargo, esta evidencia ajedrez, como puro juego combinatorio desprovisto de relación con la afectividad y
)
apareció hace poco; y se ha producido un exceso, ya que la manera de idear con el espíritu de alguien con quien uno gusta de hacer intercambios, es bastante
los juegos y deportes de nuestros días tiende a fatigar y debilitar a sus estéril. No existe el placer de decirse después de la partida: “Ah, te he ganado” .
aceptos. ) - “Sí, pero ya verás, cuando tome mi lección con Fulano te ganaré yo” . Eso
era lo que nos entretenía a mi padre y a mí. El volvía y en una tarde había hecho
Arnold Van Gennep ) progresos. Entonces yo progresaba al contacto de los que había hecho él. Este pla-
Coutumes et croyances populaires en France cer del ajedrez no me lo puede dar ninguna máquina.
(Le Chemin vert)
) Con la llegada de los juegos electrónicos, desde la primera infancia, uno se
habitúa a estar solo con un aparato, con una máquina, sin intercambio con camara-
das.
)
Observemos las relaciones entre los niños y los objetos de peluche. Conservan uno
largo con 106
la afectividad de t e r n u r a ^ suavidad táctil, cálida y acariciadora, como con el adul-
)
to de aquella época. Algunos^TTTTOmTíTsuTaniá ñásta'ToS quince años. ¿Hasta
qué~e3a3~1ó"s"ñiñosllel ordenador tendrán necesidad, por compensación, de acari- )
ciar ositos? ¿Se puede amar a un ordenador como se ama a un compañero? No lo
)
105
)
)
Una experiencia límite.
Niños cuyos padres trabajan en una juguetería y disponen gratuitamente para
sus hijos de todos los prototipos de juguetes nuevos, de aparatos telecoman-
dados, de modelos en miniatura; niños cuyos padres viajan mucho y que traen a
casa juguetes de cualquier país del mundo. Estos niños, y los vecinitos invitados, se
ven en figurillas para elegir entre todo ese baratillo a domicilio. Escogen libremente. 1
¿Qué se observa? Sus relaciones lúdicas son pobres y las partidas acaban mal. competencia, la exportación. Pero este juego de estrategia les fue propuesto a una
edad en que ya son adultos. ¿No habría que utilizarlos con los más pequeños?
Los intercambios no se establecen, ni entre compañeros ni entre un niño y el
juguete elegido. Entonces hay que hacer algo: pelear o romper. Al menos es un acto Lo que les falta a todos estos juegos es el vocabulario de intercambio entre dos
personal. personas, entre dos sujetos. Son instrumentos. Los individuos se vuelven inconscien-
temente inteligentes pero pierden vocabulario para hablarse.
Una imagen caída en desuso.
El padre que se entretiene con el tren eléctrico de papá Noel cuyo destinatario En los juguetes del siglo XIX y principios del XX (muñecos, disfraces), encon-
es todavía demasiado pequeño para ensamblarlo y hacerlo funcionar solo. Hoy ya tramos una proyección de todas las ideas establecidas acerca de los modelos que se
no está de moda comprar un juguete para complacer a los padres. “Usted no inter- debe dar a los niños (la niñita que llora porque le rompieron su muñeca, el chiqui-
venga, deje elegir al niño.” Ahora, en algunas tiendas piloto, los muñecos de papá llo que puede vestirse de soldado, etc.). ¿Corresponde esta proyección a arquetipos
Noel comandan sus juguetes por ordenador. Se dirá que esto es bueno para el niño indiscutibles, o imponía al niño modelos absolutamente estúpidos? Seguimos inte-
porque le parece que es él quien lo elige. En realidad, está el condicionamiento rrogándonos sobre la experiencia que se realizó en Suecia: de un lado ponían un
publicitario que le lleva a elegir justamente lo que se quiere que elija; o bien, el pro- grupo de niños varones, del otro un grupo de niñas mujeres; se les dio cierto número
grama del ordenador quizá no incluya suficientes opciones; el niño no puede
de elementos y las niñas mostraron una clara tendencia a construir ciudades; los
comandar nada que no esté en'el programa. Evidentemente, no es el programa de
chiquillos, a destruirlas.
los padres.. . Pero está el condicionamiento publicitario.
Es patente. Hace mucho tiempo que no voy a una play a.. . Pero, cuando éra-
Al fin y al cabo, ¿no sale perdiendo? ¿Acaso en su primera infancia era mos pequeños, íbamos siempre a una playa que tenía una arena muy fina. Era in-
realmente frustrante para el niño que el padre o la madre gustaran de sus juguetes? creíble ver el fervor con que jugaban chicas y chicos; las niñas instalaban barcos y
Ellos juegan también, participan, diciendo: “Mira este animal, qué gracioso e s .. . ” vivían en ellos con la imaginación como si fueran transatlánticos. Los chicos, por su
o miran los libros. Antes, la madre los leía y decía al pequeño que mirara las ilus- parte, hacían castillos, y las chicas los ayudaban. Como para construir se utiliza
traciones; el niño le hacía preguntas.. . Ahora, hay libros-discos que los pequeños arena mojada de la marea precedente, cuando la marea subía los chavales derriba-
ponen solos. Lo que tiene de bueno es que le niño debe servirse por sí mismo; ban lo que habían levantado, incluso antes de que llegara la marea, mientras que las
nadie viene a jugar en su lugar; nadie le molesta. Sólo que hay muchos menos con- niñas miraban subir el mar y deshacer lo que ellas habían hecho. Pero nunca hubie-
tactos. ran ayudado a los chicos a derribar sus construcciones. Tras haber sido construc-
Como contrapartida, está apareciendo una nueva moda de juegos de sociedad tores unas cuantas horas, la parte en verdad más excitante del juego era, para los
para seis, siete, ocho, diez jugadores. Se trata de juegos de estrategia, de estrategia chavalines, derribarlo todo; las chicas los miraban y decían: “ ¡Oh, qué lástima!”
militar o de estrategia económica. Siempre con esa preocupación de desarrollar sola- Hubiesen podido contemplar cómo el mar socavaba poco a poco el castillo, pero
mente la inteligencia, el cociente intelectual. ellos no, no querían esperar y jugaban a los derribos. Lo cual no impedía que, mien-
En realidad, pienso que estos juegos se deberían jugar en la escuela. Y el idio- tras construían, se enfurecieran si alguien pisaba sin querer la torre o el camino de
ma, finalmente, debería ser la única enseñanza impartida por el maestro de escuela.
acceso.
Hay chicos que son conservadores, que no gustan de destruir lo que han edifica-
En los institutos de segunda enseñanza se han introducido juegos de estrate-
gia; hubo experiencias en Versailles: jóvenes de los últimos cursos fueron invitados do pero que prefieren hacerlo ellos mismos activamente y no que lo haga el mar.
a participar en simulaciones de situaciones reales que se les presentan a las empre- Puede suceder que una chica destruya la obra de su vecina, pero jamás la propia.
sas: reconversión, compra por un grupo extranjero, oferta pública de compra, la La agresividad es relacional. Pero en aquella playa de mi infancia veíamos cómo se
repetían las conductas en el momento del derribo que la vida cósmica iba a produ-
107 cir. Ninguna de las niñas jugaba a demoler, mientras que para los chicos esto era en
sí un juego: ya que el mar va a venir a derrumbarlo todo, juguemos a derrumbar
> nosotros. A las chicas no, no las divertía nada.
Siendo niña esto me impresionó. Me acuerdo: con todo esmero levantábamos
la cocina, el salón, sabiendo que el mar llegaría; trabajábamos hasta el último mo-
mento; y en eso, p u f.. . una ola se llevaba la casa y nosotras contemplábamos la
108
Capítulo 7
catástrofe natural. Mientras que los chavales, viendo que el mar subía, derribaban
su castillo. . . y el mar anegaba tan sólo unas ruinas. Es muy curioso.
Los anales de la guerra y de la paz, ¿qué muestran? Los que hacen la guerra de
Troya son los hombres, no las mujeres. Miremos en Irlanda: mujeres de ámbitos e
ideologías completamente adversas se han reunido para que la guerra acabe.. . Los
hombres no lo han hecho nunca. Las mujeres pueden encender la guerra por vengan-
za, pero nunca por placer, mientras que en el hombre hay un ludismo de des-
trucción.
El juguete electrónico es todavía un lujo. Por eso lamento que no se lo intro-
duzca en las escuelas. Me acuerdo de unos juegos de enciclopedia en ilustraciones. LA IN FA N CIA SIM BOLICA D E LA HUM ANIDAD
Había una serie de contactos, y sobre ellos había que colocar unas planchas ilus-
tradas convenientemente perforadas. Era un test de conocimientos. Para saber si la En la secuencia final de La guerra del fuego, se ve a una pareja, en los albores
respuesta era correcta, se empalmaban dos contactos y sonaba un timbre. de la humanidad, saliendo del bestiario del amor y del acoplamiento animal para
Al principio me apetecía jugar porque me decía: “Se aprende mucho con es- inventar la sexualidad de frente, mirándose a los ojos.
to” ; y estaba muy contenta.. . Pero al cabo de tres o cuatro partidas, como sabía
que aquello siempre sonaba cuando uno hacía coincidir las mismas conexiones, me Estos dos seres, que habían permanecido en la castración primaria, descubren
pareció insípido y aburrido. El circuito era siempre el mismo, y yo sabía que a en el coito algo que representa simbólicamente la cara de la que cada uno está pri-
este contacto le correspondía aquel otro; tanto que, a la cuarta vez, ya no hacía vado. Es una revelación ver el rostro de la persona amada en vez de satisfacer los
falta poner la plancha sobre el aparato: teníamos las respuestas en la cabeza; habi- instintos con la parte inferior del cuerpo sobre un mamífero humano. La excita-
mos integrado el circuito. Creo que las actuales máquinas de enseñar son como ción-necesidad-tensión cede paso al deseo de encuentro. Y desde ese momento el
aquellos juegos, pero perfeccionados. lenguaje se asocia al cosmos y al “reconocimiento” , conocimiento juntos, hallado
en la unión de los cuerpos, del valor respetado por los otros, el del amor, sutil armo-
Ahí están los ordenadores con sus bancos de datos para suministrarnos el
nía del deseo humano. Es visible que esta nueva adquisición tiene una cualidad muy
contenido de los diccionarios enciclopédicos: la edad que tenía Edison cuando des-
distinta de aquella que permite no pasar hambre y frío gracias al fuego, luego que
cubrió el fonógrafo; o la cantidad de habitantes de tal ciudad. Ahora creo que hay
mantiene a los animales a distancia y que el hombre sabe encender de nuevo cuando
más preocupación por aprender a aprender, por conocer métodos de trabajo, y por
se apaga.
disponer de herramientas que permitan reciclarse cuatro veces en la vida a partir
Cabe pensar que en este estadio o en esta edad de la humanidad comienzan las
de un tronco común adquirido al comienzo. Ha llegado la hora de introducir la
fantasías, porque aunque el otro deseado esté ausente, su imagen permanece en la
telemática en la escuela pública —tódas esas máquinas con programas, con lógicas-.
memoria, y a partir de aquí va desarrollándose el lenguaje simbólico.
De momento, aún estamos en la novedad electrónica, sobre todo con los juguetes,
A mi entender, el film La guerra del fuego es de una gran profundidad, y casi
pues los juguetes son objeto de todo un condicionamiento comercial. Me parece
merecería ser objeto de debates, aunque algunos críticos digan que es más bien
deseable que el gran proyecto de introducir ordenadores en las escuelas pueda tonto. Creo que tontos son los que dicen eso. Tienen tanto miedo de lo que hay en
llevarse a cabo. Entiendo que esta experiencia marcará el fin de la enseñanza sólo ellos; el miedo de los personajes del film es su propio miedo.
basada en lo que se balbucea, en lo que se aprende de memoria, y que finalmente
La guerra del fuego nos desnuda. Aún en la actualidad, por más que e| peligro
constituye una acumulación de conocimientos que uno registra a bulto y sin modo
y i no nos domine (por ejemplo el riesgo de morir, de no satisfacer la necesidad de
de empleo. Hasta hace muy poco tiempo, incluso habiendo completado los estudios
comer), seguimos hab'itados por una angustia arcaica que hace que todo ser humano
superiores, los jóvenes se lanzaban a la vida activa sin haber aprendido a trabajar;
pueda ser nuestro despiadado enemigo. No hay más que leer la página de sucesos
sin haber aprendido a aprender.
110
de los periódicos. No existiendo ya razón para ser tan peligrosos los unos para los
otros, seguimos albergando en nuestro interior la peligrosa agresividad de las pulsio-
nes reprimidas. De ahí el imperativo de sublimar estas pulsiones en la cultura, de
lo contrario volveríamos al crimen fratricida. Es lo que sucede en los países totali-
tarios, y en los goulags. Con los nazis, vimos la destrucción de una “especie” por
otra. Las “ especies” eran los judíos y los supuestos arios. Si no duerme en cada uno I
de nosotros, el espectro merodea. Y basta que se lo justifique para pasar al acto de personal de placer en pos de satisfacciones “de segunda mano” , procuradas por su
la destrucción del otro, para alimentarse de él; la eucaristía es sublimación. Ha ense- inventiva en torno de necesidades, ahí se desencadena el proceso de agresividad. El
ñado, en efecto, que a través de la destrucción de la vida, del sabio genocidio del tri- niño tiene necesidad de seguridad. Equivocadamente, la madre cree que se la da
dándole todo lo que él parece querer. El niño sólo puede recibir esta seguridad de
go, símbolo de la materialidad de las criaturas vivientes, y en el amor del trabajo de
cada uno aplicado cada día a la agricultura y a la panadería, ahí reside el Hijo de alguien que suscite en él un progreso cotidiano, que le hable de sus deseos, y que le
hable de lo que le interesa: “Estás mirando la luz; la apagamos; ya ves, la luz está
Dios, que nosotros comemos —alimento siempre sacrificial obtenido a expensas de
apagada; se ha encendido la luz; es este botoncito que estoy oprim iendo.. . ” Y,
la muerte de nuestra vida que de él se sustenta—. Y que solamente las palabras de
a un bebé, se le puede hacer oprimir el botón diciéndole: “Ahora apagas, ahora
amor fraternal conservadas dan sentido de vida espiritual a esa carnicería ininte-
enciendes” , él sabe entonces que es dueño de una percepción. No sabe muy bien
rrumpida, necesaria sobre nuestro planeta para la supervivencia de las especies.
cómo, pero su madre se lo ha enseñado, con palabras, y cuando oiga que se encien-
La ¡aterra del es La-infancia-simbólica de la humanidad,Todos los niños
de la luz y vea que la luz se enciende, o se apaga, sabrá que ha existido una media-
agreden al principio, todos. Los que siendo adultos persisten, son individuos que no
ción humana para hacerlo; en lugar de creer en la magia, o en la omnipotencia
tuvieron la póSEDÍdairHrS'iib limar estas pulsiones agresivas en actividades creativas
materna.
y lícitas. Si uno revive su historia con ellos, debe comprender lo que sucedió en su
La agresividad de ciertos individuos de nuestra etnia se aclara al saberse que
juventud. Muy a menudo, estos adultos agresivos fueron “niños mimados” . El aná-
ninguna verbalización procedente de la madre o del padre los inició en el hecho de
Iisis revela que la madrejioló-k»sédeseos del hijo satisfaciéndole más allá de las nece-
que es el deseo el que está en el origen de su existencia. Casi siempre se enseña al
sidades, por miedo a que-muriera de privación o a que buscara disfrutarlos con
niño que en el origen de su existencia hubo un funcionamiento del cuerpo, y no
-.Otros, sin ella. La angustiarse-debe^que su libidó^é precipitó en ese objeto surgido
una opción deseante entre dos seres, ese deseo que crea la vida y el enigma de su
de ella, en vez de mantenerse en relación con los niños de su edad, y, en cuanto a la
propio ser.
madre, con los adultos de su propio sexo y del otro. El niño pasó a ser el fetiche de
Aunque no haya sido “programado” , querido .por. sus progenitores, todo ser,
esta madre; ella se masturba el ombligo, por decirlo así, representado por el hijo. por el hecho de que nace, ha deseado nacer. Y es preciso recibirlo así: “Has nacido
El onanismo cumple un papel capital en las relaciones madre-hijo, padre-hijo, de un deseo inconsciente.. . y, más aün por no haber sido conscientemente anhe-
como, por lo demás, entre hombre y mujer; hay muchísimo onanismo disfrazado de lado, deseado por tus padres, y aquí te tenemos, vivo, por ello más eres sujeto de
un supuesto hacer el amor; la fornicación, en el sentido de alivio de una excitación deseo. Eres tanto más sujeto de tu ser de deseo cuanto que no eras objeto de su
localizada en una parte del cuerpo, es onanismo entre dos. Este alivio que puede no espera durante su abrazo, cuanto que la concepción fue una sorpresa para tus pa-
efectuarse por la mano del sujeto, se efectúa por un objeto que es intermediario dres, pero porque te permitieron llegar hasta el final.” Este es el niño-deseo: él ha
entre él y la madre; por ejemplo, vemos pequeños débiles mentales que han pasado deseado nacer, mientras que sus padres no sabían que él deseaba surgir, él es deseo
a serio debido a gravísimas situaciones familiares, y que no pueden masturbarse siempre, con frecuencia amor, “camalizado” . Cada ser humano es así verbo encar-
sino con un cojín, nunca con sus propias manos; además, sus manos no hacen na- nado (exactamente lo que se dice de Jesucristo). En efecto, cada ser humano mere-
da. . . porque la masturbación comienza por tocarse la boca, meter todo lo que sea ce esta misma definición en el momento de su concepción.
en la boca, después meter las manos en la boca del otro, en el ano, en las nalgas, Si no fue programado, hay menos posibilidad de que la madre se lo apropie y
etc., y progresivamente sobre objetos de transición del placer con el propio cuer- se identifique con él. En cualquier caso, el niño tuvo al menos tres semanas, cuando
po, sus zonas erógenas, esos objetos parciales, por el placer a descubrir con otro. no de uno a dos meses (antes de que ella tuviera sus reglas siguientes) para ser un
Entonces ese otro es una parte de uno mjsmo. En última instancia, mi interlocutor viviente sólo conocido por él mismo, significante del deseo inconsciente de sus dos
es una parte de mí, mientras yo le h ab lo .. . como mínimo, le presto mis oídos; y progenitores. Los niños que fueron deseados y concebidos después de una larga
cuando me callo y él me habla, él me presta los suyos. espera de sus padres, no tienen esa potencia'vital de vida secreta a espaldas de todos,
Cuando la madre, por angustia, colmando al niño, ha contrariado su búsqueda puesto que satisfacen el deseo de sus padres. El niño sorpresa, inesperado, es el pro-
totipo del ser humano más rico por su pura dinámica vital, sin auxiliar en alerta al
111 comienzo de su existencia.
» A veces pienso que la falta original sería, para los humanos, haber comido a
sus propios bebés; carentes de animales para comer, atenazados por el hambre, los
padres habrían terminado por concebir la idea de comerse a sus h ijo s.. . y los niños
112
se por él, no sólo porque tiene derecho a vivir, derecho a ser él mismo (lo tiene, des-
de luego, pero no es esto lo más movilizador para la colectividad de los adultos),
sino porque aporta mucho más de lo que se piensa, porque él es el amor, la presen-
cia entre nosotros del amor.
El niño es el talón de Aquiles del adulto: el más fuerte en apariencia tiene mie-
do de quedar desarmado ante este ser de verdad.
BA UTISM O A LA CHINA
113
pero que, expresándose con los niños de su edad, lo hace estimable y le concede la
alegría y el placer de una proyección en la sociedad de su tiempo.
verbal sino también gestual. El hombre sigue el ejemplo que el grupo le ofrece como
modelo de lo que él mismo tiene que llegar a ser.
116
parecía una humillación y una contradicción total con el pensamiento de los hom-
bres más avanzados de la época.
La revolución psicoanalítica es el equivalente en lo que toca a la comprensión
de la individuación y de la identidad de cada cual. Los hombres, tras una viva resis-
tencia, a la larga serán capaces también de asumir este cambio radical de escala
En 1984, ¿de qué manera puede el tutor ser-más respetuoso del deseo del niño “mental” , y de reconocer a cada ser humano su responsabilidad, en igualdad con la
que sus ascendientes? de todos los demás, de sostener ese misterio que es un ser humano, que es un ser
de verbo que se ha encarnado; pero que este organismo emisor y receptor de
Para ser más respetuoso, no hace falta que necesite a ese niño para afirmarse; lenguaje es un ser puntiforme en comparación con el verbo que toda la humanidad
hace falta que participe totalmente en la vida de deseo con los adultos de su misma junta expresa, que hace ser a cada cual con su función significante en relación crea-
generación, y que sostenga al pequeño que tiene en tutela para que llegue a ser él dora y dinámica en el mundo y que, para mí, es Dios en y a través de cada cual.
mismo, entre los de su generación respectiva, sin ser molestado por diferencias. No hay otra palabra para decirlo, aunque esta palabra “d'yeux"*, como también
Debe apostar cada vez más a lo desconocido; dar crédito a una evolución cada vez se la puede oír (nuestros ojos que perciben la luz), es además metáfora de algo
más imprevisible. Ya no hay referencia, término de comparación. A los 35 años, muy diferente.. . Si hay intereses contradictorios entre la supervivencia de la espe-
se es un viejo para un joven de 15. Y los reflejos de ex combatiente son cada vez cie o de la sociedad en general y el desarrollo del individuo, no rne parece que se
más incongruentes. “Yo, a tu ed ad.. .” ¿Por qué compararlo con este anciano cuan- deba a razones económicas, porque ahora es fácil determinar el costo enorme de la
do tenía su edad? Nos hallamos hoy en una situación inasible, porque ignoramos multiplicación de errores, de la no prevención, de la incapacidad de producción
por completo para qué sociedad se desarrolla un niño, tanta es la rapidez del cambio de los individuos que han sido maltratados, que han sido destruidos, que no pudie-
social que la comunicación planetaria acelera. ron construirse a sí mismos. Hoy en día, la sociedad ya no puede ignorar que su
interés económico le exige modificar sus actitudes, organizarse de otra manera y
Es posible que las sociedades, sean las que fueren, segreguen anticuerpos que conceder mucha más importancia al desarrollo del niño y a los medios para conse-
se oponen inconscientemente a todo mejoramiento profundo de la condición del guirlo. Ahora bien, aunque se haga este balance, ello no modifica la política del
niño. grupo respecto de los niños. Así pues, la razón no parece de orden económico.
Todos quienes son responsables de niños chocan con el hecho de que se niega la
ayuda pública. Pero la falta de créditos suele ser un mal argumento cuando, a fin de
El grupo social dominante resiste al cambio por miedo a ser destituido, relega- cuentas, son las mentalidades lo que no se puede o no se quiere cambiar. Los adultos
do, desechado, pero la sociedad entera sabe que, para no morir es preciso no estan- resisten. Tienen miedo, miedo de la vida, que es imprevisible. Piensan que todo debe
carse: la vida no conoce el estancamiento. estar “programado” .
Pienso que el ser humano está llamado a otra cosa que a depender exclusiva- Precisamente, yo creo que este inmovilismo se debe a que la humanidad infan-
mente de un grupo social, según la estructura actual de nuestra sociedad. Llegará til aporta la certeza de la muerte a los adultos, aunque éstos puedan rechazar la
sin duda el momento en que la humanidad planetaria estará en intercomunicación muerte confiando e identificándose con esa vida que asciende. En vez de apostarlo
constante. todo a esa cantera que asegura su supervivencia sobre la tierra, le impiden crecer,
con el pretexto de que, si queremos seguir viviendo como vivimos, no podemos dejar
Cuando se observan los ejemplos dé todas las civilizaciones que existieron en a los más jóvenes libertad para imaginar, libertad de iniciativas. Extraña perversión,
4.000 años, se tiene realmente la impresión de que, más allá de la evolución del los hombres de una misma generación - y que tienen parcelas de poder— razonan
discurso sobre el niño —desde hace 1 50 años, la ciencia al servicio del niño, la pro-
como si la especie humana no fuera otra cosa que una especie animal, y piensan que
tección jurídica de los menores, la toma de conciencia planetaria “todos los niños
del mundo”—, el antagonismo entre veteranos y jóvenes, entre lo maduro y lo su misión es únicamente reproducir el mismo capital genético, sin cambiar el
inmaduro, entre el pasado-presente y el futuro cercano, subsiste con la misma tena- programa. De hecho, son generaciones y generaciones las que se privan de futuro.
cidad que la querella de los antiguos y los modernos, como si ninguna sociedad Todo indicaría que no quieren un futuro. Los hombres son asesinos, no son suici-
pudiera conciliar intereses totalmente contradictorios.
La resistencia a lo que podemos llamar la revolución freudiana me hace pensar Juego de homofonía entre Dieu, Dios, y d ’y eux, de ojos. [T.]
en la que se suscitó antes de la revolución galileana, o copernicana, que forzó a la hu-
manidad a aceptar de golpe que el planeta no era más que un elemento del espacio
incluido en un conjunto sideral, cuando hasta entonces debía ser el centro del mun-
do. Se supo entonces que no es más que un minúsculo punto en el espacio, incon-
mensurable éste para el común de los mortales. Sin embargo, aceptamos lo que
117
das sino que quieren sobrevivir al precio del asesinato de quienes desean llegar a la
tierra . . .¿Qué es un país que no favorece más el espíritu de invención, la creativi-
dad, la alegría de vivir, la renovación, el desarrollo de los seres jóvenes? Es un país
que decae. Por más que se repita esto, pues todo el mundo está de acuerdo.. .
¡los responsables no cambian de actitud!
.Muestra sociedad actual desea vivir de las conquistas materiales, como si la los hombres tomen conciencia de su obligación de compartirlo todo con los demás
joven _gengración no tuviese inventiva para concebir una manera de vivírdiferente. . . . Tanto sus pensamientos como sus bienes materiales. Es posible que la energía
Cada cual obedece al~rruedó a la propia muerte y quiere defender su supervivencia, potencial retenida sea tan grande que las barreras salten. Los frenos de la sociedad
como se defenderían los animales y no como humanos, seres de deseo y de comu- no hacen más que reforzar el deseo de esa joven generación que, a la larga, va a
nicación que deberían confiar en la inventividad constante del espírjtu humano para aportar un reflorecimiento del amor transformando una unión contra en una comu-
hallar la forma de vivir de otra manera. Nuestro futuro son los jóvenes; en ellos nicación para, en una interpenetración de unos y otros.
debe depositar su confianza el país. En un mundo de excedentes, de plétora de bienes materiales mal repartidos,
el único bien es, precisamente, el amor entre los seres. Tenemos una manera
En siglos anteriores se construía, se “obraba” para la posteridad. El deseo completamente alienada de vivir con los bienes materiales. Cuantos más se tienen,
del artista, siempre en actividad, creaba, y esta creación quedaba después de él mayor es la inseguridad: hay miedo de perderlos. Pero si nos apegamos a valores que
como un testimonio para otros. Ahora vemos hombres de negocios que construyen
dan menos relevancia al acontecimiento, seguro que, en ese momento, el miedo
fortunas destinadas, precisamente, a desaparecer, sepultadas junto con ellos. Hay
dictadores que anuncian: “Después de mí, el diluvio” , y actúan de tal modo que lo será más manejable.
que legarán será un campo de ruinas. Como Hitler. Incluso a escala de la familia, Un ser vivo es una individuación viviente; tiene su identidad, que es creadora
hay parejas que sólo viven para sí mismas, del patrimonio no debe quedar nada, con y comunicante, vaya donde vaya. . . si hay en él una seguridad. Pero el miedo al
el pretexto de que: “Sólo se puede vivir al día, así disfrutamos, pues no se sabe lo futuro, el miedo al mañana, no puede sino reforzar la colonización de los niños y la
que ocurrirá m añana.. .” prohibición de vivir a los niños que desean nacer.
Los mitos colectivos han fracasado. Cada cual se siente más responsable de sí 122
y busca alcanzar su propia línea de indagación.
La religión se interpreta mucho más simbólicamente pero no es tomada al pie
de la letra, como antes; ya no es religión de Estado, ya no es explotada política-
mente para someter a los seres o justificar las desigualdades. En los países donde el
121
ayuden. “No queda más remedio, pues no podemos ganarnos la vida mientras no
nos diplomemos.. . Y, cuando nos diplomemos, ¿cuánto vamos a ganar? Para
tener una familia, no.”
Están completamente en vilo, y cada vez más, pues entablan relaciones preco-
ces, una vida de pareja muy precoz, son mantenidos y sufren por serlo, cursan I
estudios que no conducen a nada, que no prometen nada, que no aseguran nada,
con una política en la que se niegan terminantemente a entrar porque les parece ¿Q U IEN PU EDE M ATA R A UN NIÑO?
absolutamente caduca. Después de mayo de 1981, los estudiantes que votaron por
los socialistas dicen: "Bueno, tuvimos fiesta pero todo sigue igual” . A fin de cuen- ¿Quién puede matar a un niño? es el título de una película española de Narci-
tas, Mitterrand es un viejo político que administra como puede un montón de cosas so Ibáñez Serrador, una de las más terribles del género. El prólogo presenta
que lo desbordan. Razonan así. Esperanzas, no hay. Y toleran menos aún ver a sus secuencias de documentales sobre masacres de niños en el campo de concen-
padres arreglando trajes usados o simplemente viviendo al día, embrutecidos por un tración de Auschwitz, en Vietnam, Biafra, India. Estas pequeñas víctimas
trabajo rutinario y subviniendo a sus necesidades siendo que ellos están ya en pareja del mundo de los adultos, de sus guerras e injusticias entre pueblos y clases,
. . . parejas que no llevan a nada porque son collages o mera gimnasia sexual. justifican en cierto sentido la rebeldía de los niños, su dominación por la
inversión del poder adulto/niño. Un joven matrimonio en vacaciones llega a
una encantadora isla española, que el marido conoció siendo estudiante.
Los reciben niños de rostro hermético o somisa inquietante. No quedan
EL PO D ER POR EL T E R R O R
adultos en la isla, pues los niños los han matado, salvo un anciano al que
masacran. La muchacha está encinta. Una niñita se acerca a ella y le acaricia
Un informe secreto sobre la infancia y la juventud que Tocqueville había encar- el vientre: contamina así al bebé, que destroza a su madre por dentro y la
gado al conde de Gobineau, en' 1843, narra una revuelta en una colonia penitencia- mata. El marido no ha osado disparar contra los niños. Al llegar un barco de
ria de la época situada en Mettray en Indre-et-Loire2. Se trata de un correccional policía, los hombres descubren demasiado tarde la verdad, que no podían
modelo, designado como “paternal y agrícola” . Los pensionistas son semidelin- creer. Los matan, lo mismo que al joven. Entonces se ve un barco de estos
cuentes y niños abandonados. El motín se produce cuando el anuncio del paso de niños mutados o contaminados, no se sabe, que se dirige hacia la costa, donde
un cometa por el cielo ha puesto nerviosos a los detenidos. Los sublevados reclaman quieren contactar con los otros niños para atraerlos a su “juego”. . . Marie-
el castigo de sus carceleros y una carta de derechos de los jóvenes prisioneros. El José Chombart de Lauwe, jefe de investigaciones del C.N.R.S., del centro de
informante que visita este presidio para niños declara: “Los jóvenes son uno de los Etnología social y de Psicosociología, clasifica a este film según su tipología
mayores peligros que amenazan a nuestra civilización. . . La única política conve- de puestas en escena: la sociedad que se autodestruye. El niño mutado,
niente para la juventud es la del terror” . La domesticación por el terror. Un terror origen de una nueva raza, expresa crueldad, odio a los adultos, deseo de
organizado a nivel del Estado y que se encarniza con los jóvenes recalcitrantes. Es venganza.
la primera vez que se registra fríamente por escrito la justificación del terror “Es una película que materializa la mala conciencia de los adultos respecto
ejercido sobre los débiles y los pequeños. Lo que no se tiene el valor de decir y de los niños y su temor a las generaciones en ascenso, que los cuestionan y
queda sepultado en la conciencia de los responsables. Este informe secreto es a la con las cuales les parece cada vez más difícil entenderse. Ante la crisis de las
infancia lo que Mein Kam pf fue a la raza judía. sociedades modernas, el retorno a la infancia es un reflejo de protección o
una proyección de la angustia, o incluso una llamada a otra manera de existir.
El poder que oculta su mano de hierro en guante de terciopelo tiene miedo a Los propios realizadores han vivido con estos sentimientos y los percibieron
la espontaneidad, al genio propio, a la condición natural del joven, que molestan en el público. Pusieron en escena niños dotados de sus propios puntos de
por cuestionar buena parte de los valores establecidos y del sistema. Pero, además, vista, de sus sensibilidades. Pero el conjunto de la producción se explica
escucharlo es extenuante. Puede que ésta sea la clave del auténtico y único cambio, también en función de un lenguaje sobre y a partir del niño que es a la vez
que nadie desea. común a los hombres de una misma sociedad y que echa raíces en lo más
Los amotinados secuestraron al director de la institución y a un inspector profundo del psiquismo de cada cual: la representación del niño es objeto y
general llegado de París para confeccionar un informe (hoy sería, en Francia, el lugar de la articulación de lo psicológico con lo social.”
123
t
director de la educación vigilada, del Ministerio de Justicia). Gobineau, testigo de la
revuelta, interviene como mediador de los niños. Hace hablar a todos los cabecillas
124
)
Los responsables de la familia y de la profilaxis social profieren a su respecto LOS DERECH O S Y LOS S L O G A N S
el discurso de los ex colonizadores a sus antiguos protegidos. Y quieren ganarse el
perdón por las culpas pasadas y recuperar el tiempo perdido por el “estúpido” Libertad, igualdad, fraternidad: Revolución francesa. 1789.
siglo XIX y el inhumano siglo XX: “Se dejó al niño demasiado de lado y ahora lo Los beneficiarios eran los hombres. Las mujeres estaban excluidas. Ni derecho
vamos a proteger más, vamos a ocuparnos de él, etc.” a voto, ni acceso a los cargos de responsabilidad, ni igualdad de salarios, ni estudios
superiores, etcétera.
¿Qué resulta de esto? Una sobreprotección. Se vigila que no entre en el mundo De ahí la lucha de las mujeres por conquistar los mismos derechos que sus
real, con el pretexto de protegerlo, de prolongar la infancia. . . por temor a que no compañeros masculinos.
tenga infancia. Se lo separa del resto manteniéndolo en un universo supuestamente En aquella época se separaba a los niños según el sexo, se los discriminaba. Los
mágico. Y esto se vuelve en su contra. hombres instruían a los chicos, las mujeres a las niñas, que en un siglo conquista-
¿Queremos de veras cambiar algo o bien tranquilizar nuestras conciencias? ban el derecho al estudio.
Finalmente, ¿qué otra cosa hacemos que reconocer al niño derechos teóricos, en Posteriormente, los hombres abandonaron la carrera de la enseñanza, y los
vez de insertarlo realmente en la sociedad, de pleno derecho? puestos de maestros y profesores fueron ocupados en su mayoría por mujeres.
En la actualidad, dentro del marco de los organismos internacionales, la ayuda Como las mujeres enseñaban a los chicos varones, se juntó a los alumnos de ambos
a la infancia consiste en decir: “Es preciso que los niños de Nigeria, los niños de sexos. Se instituía, por la fuerza de las cosas, la escuela mixta.
Sahel, los niños de Camboya, los niños de Colombia, en el fondo, vivan como noso- Hoy se da relevancia a los derechos de los niños, como ayer las minorías
tros” . Se olvida que en las sociedades tradicionales de estos países no todo era luchaban por los derechos de la mujer.
pernicioso para el niño: la ritualización de los actos de la vida y de las relaciones Los slogans acaban por detonar can.oíos en el comportamiento social, sin
con los adultos, la iniciación, daban a cada uno valor de hombre. “orden” que venga de arriba.
Es de temer que sólo se repare en la desnutrición, en la miseria del niño, en Para los niños, yo sería muy partidaria de: “igualdad de oportunidades” .
los estragos de la guerra, y que a cambio se proponga un falso modelo occidental. Pero, ¿qué quieren decir los derechos a esto o a aquello?
Es demasiado fácil condenar estos tipos de sociedad. Por el contrario, hay emestas No se trata de enunciar un juicio de valor sobre los cambios del modo educati-
poblaciones, sean hindúes o africanas, experiencias sociales comunitarias sumamen- vo de una sociedad y de una época a la otra. Nos contentaremos con constatar los
te interesantes. Así pues, desarraigarlas completamente para proponerles esta asis- hechos.
tencia no significa felicidad para sus niños. Como si, por ejemplo, los niños cambo- Preguntarse si un sistema de ayer es mejor o peor que un método nuevo es
yanos tuvieran necesidad del mismo modo de vida que nosotros. Sería más apropia- como pensar hacia atrás. Esto no significa que la causa de los niños no progrese.
do analizar nuestros propios fracasos personales en nuestra sociedad, antes que ir a Es beneficioso para el niño que el padre biológico deje de ser el centro del
proponer soluciones milagrosas a escala mundial. Gracias a la nueva ilusión así poder y sus enseñantes los únicos poseedores del saber.
creada, la buena conciencia planetaria, las sociedades industriales que han tenido un
pasado colonial y están liquidándolo experimentan siempre la necesidad de actuar 126
como supuestos padres frente a estas poblaciones del tercero y el cuarto mundo,
aprovechando las guerras, las hambrunas, etc. Donde antes se enviaban misioneros,
ahora se envían médicos-sin-fronteras. Para los casos urgentes, de acuerdo. Todo ser
125
)
Lo que falta en la educación actual es la función de iniciación; el rito de pasaje
colectivo.
Las máquinas de enseñar bastan para aprender las técnicas.
¿Por qué no enseñar a cada uno la tecnología de la disciplina que tiene ganas
de practicar? *
PS IQ U IA TR IA SIN FR O N T E R A
Los profesores no son más que examinadores de un control permanente del
rendimiento. Los estudios sólo están destinados a los que comprenden más rápido
que los demás, y en quienes el profesor reconoce a sus mejores imitadores.
La educación nacional ha basado todo el sistema escolar en el postulado de que
Todos somos “transculturales” .
el hombre desciende del mono. En la vieja Europa, el racismo que opone a negros y blancos hace estragos con
Las “humanidades” eran la conservación de la cultura burguesa. Se privilegia- otras formas: sexismo, racismo niños/adultos. Por la información que recibo de las
ba en los niños su habilidad para el mimetismo del hombre. Imitar, conservar, medicinas tradicionales de Africa o América, sé que mantienen nuestras prácticas
repetir. y creencias de hace varios siglos, y que nosotros consideramos, equivocadamente,
caducas, superadas, cuando en realidad las hemos trasladado a otros objetos y
Este sistema, que reduce la educación a la transmisión del saber, queda en tela disfrazado con apariencias tomadas de la vida moderna e incluso de la alta tecnici-
de juicio ante la proporción de fracasos escolares. El fenómeno “masa” , aumento de dad. Cuando decimos, respecto de un enfermo: “La culpa es de la falta de potasio” ,
la población escolar, no explica por sí solo la inadecuación del sistema, el desin- somos continuadores directos de la mentalidad arcaica de quienes decían: “la culpa
terés de los alumnos: ante las condiciones del mundo actual, la escuela francesa no es del mal de ojo” .
prepara para la vida adulta. Los “quimboiseurs" (quimbois = toma, bebe), brujos de las Antillas que os
Los jóvenes tienen otras fuentes de información. libran del “mal de ojo” , del maleficio que alguien os ha echado, conocen la natura-
Necesitan aprender técnicas y tener interlocutores con quienes discutir y de leza del hombre tanto como el moderno recetador de potasio.
quienes fiarse. Interlocutores entusiastas que dominen la tecnología o la disciplina Un psicoanalista comprende bien la eficacia de los brujos-curadores: cierta
que enseñan pero que no actúen como jueces. decocción de plantas puede modificar bruscamente, por ejemplo, la actividad secre-
No censores y fiscales que pontifiquen sino guías dispuestos a escuchar y deseo- tora, perturbando así sensaciones habituales del cuerpo, y otras decocciones pueden
sos de formar a los jóvenes por la senda que ellos mismos han elegido. Los jóvenes alterar los comportamientos habituales, induciendo una regresión; esto puede llevar
ya no hablan la lengua de sus mayores.
al paciente a operar una transferencia sobre el brujo. Este ocupa el lugar del padre o
¿Por qué no estimular y recompensar la ejercitación de la memoria? El “de
de la madre tutelar que presumimos nos sacarán de nuestras dificultades.
memoria” , sobre todo en la infancia. La inteligencia más aguda, sin memoria, está
En Martinica, la sociedad quedó infantilizada por una actitud mental que es
frenada en su eficacia.
una supervivencia del pensamiento animista en el modo de vida occidentalizado,
El desfase comenzó en 1936, con la indemnización por despido. Y no cesó pero vaciada de su contenido original, de su prehistoria, y que consiste en proyectar
de acentuarse con la institución de las vacaciones familiares y la creciente importan- el sentimiento de culpabilidad sobre los seres y las cosas. Todo lo que es desagrada-
cia asignada al tiempo del ocio. Los niños se acostumbraron a tener padres sólo en ble viene del mundo exterior, siempre es obra de otro lo que os envenena, os
las vacaciones. Durante todo el año, ven volver a casa a un hombre y una mujer embruja, os roba el alma. La culpabilidad así “exteriorizada” , así falsamente mate-
cansados, amargados, impedidos de disfrutar, quejándose de su patrón o de su rializada, escapa a toda toma de conciencia, a toda revelación de la represión incons-
trabajo. ¿Cómo extrañarse de que el trabajo se desvalorice a los ojos de los niños? ciente. La culpabilidad fijada sobre el yo, aun en su forma más patógena, es rever-
La ecología es quizá un recurso para recobrar, en una mejor relación con la
sible. Cabe la esperanza de resolverla y de hacerse uno responsable, por conocer su
naturaleza, ese intercambio perdido con el padre y la madre. Si hay tantos jóvenes
historia y aceptarla.
que rezongan por la “faena” de la sociedad industrial y que aspiran a un modo de
En nuestras sociedades industriales, créase o no, el “culto” de la culpabilidad
vida cercano a los ritmos naturales de trabajo, de producción, de crecimiento animal
diluida sigue haciendo estragos. Nuestros hijos se nos escapan porque, ya sea la
y vegetal, es porque han perdido la triangulación que es lo único que permite comu-
frecuentación de malas compañías, ya sean los objetos-artefactos que ponemos en
nicarse. En la sociedad de consumo, sólo conocen el razonamiento binario: sí, no.
sus manos, nos los quitan. Ceguera que nos impide decirnos: creemos que se pierden
Rechazan el trabajo monótono, sedentario y asalariado, pero despersonalizado.
porque no sabemos amarlos y confiar en su juventud.
127 Cualesquiera que sean el tipo de sociedad y el modo de educación, el hombre
I vuelve a caer en la trampa de confundir culpabilidad y responsabilidad. El lenguaje
ambivalente mantiene la confusión: lo natural es a la vez puro e impuro, lo salvaje
es bueno y peligroso. El acto de conocimiento es victoria y pecado.
El psicoanálisis tiene una función importante que cumplir en una sociedad de
128
Capítulo 8
niño-tubo digestivo
•i
enano minusválido
genio propio, que no por ello lo convierte en un pequeño genio. Ni artista ni erudito
de élite. El suyo es el genio de la libertad, que es la cosa mejor compartida del
i
hiperprotección
1
explotación
mundo por todos los niños que no han sido lanzados demasiado pronto a la compe-
tencia.
¿Dónde se revelan las verdaderas percepciones, sentimientos, conocimientos del
(angustia de los adultos) (recelo de la sociedad)
niño menor de diez años? ¿En los tests? ¿En las entrevistas? Hasta esa edad, él
X -X adapta sus respuestas a la demanda del adulto; lo imita voluntariamente o se deja
La sociedad de los adultos fija las normas
del crecimiento del “pequeño” encerrar en un mimetismo inconsciente. Sus interlocutores descifran su lenguaje
1 ‘0 según sus propios criterios, referencias y patrones. Lo recuperan queriendo descu-
Fuerza del niño
o brir a toda costa un don, un trauma, un empleo posible en la sociedad. Se lo regis-
u >' tra en función de su aptitud para la inserción social.
Imágenes negativas Imágenes positivas
¿Para qué sirve la infancia si es otra cosa que un pasaje delicado y necesario,
i
(tiranuelo, demonio,
l
(portador de futuro, feamente uñTíem póT i'Siclacjón y d e~apreñdizaje? Para nada, desdé’eT"
1 punto de vista déT'écóñómista y del sociólogo. Sin embargo, puede brindar a los
vándalo, temerario) pequeño genio) demás algo insustituible.
1 Un indicio: el niño se mueve en la mitología como pez en el agua. La recrea
represión escucha/recelo
incesantemente. Es su lenguaje primero. La mitología ocupa y puebla su imagina-
ción. Un sueño despierto. Un viaje que lo libera de los límites de su cuerpo y de la
dimensión temporal. Puede que el niño sea el médium de la realidad. Está en
contacto directo con una realidad esencial que los adultos sólo captamos deformada
a través de metáforas y símbolos, mediante un sistema de convenciones.
infancia sin recurrir a un criterio de orden económico, al rendimiento, a la renta- ¿Percibirá acaso el niño la realidad de nuestra realidad? Esto es más que una
bilidad. El niño es el futuro hombre al que hav-que-formaLy armar para que sea hipótesis. En los primeros meses de su vida, carece de la reflexividad, pero en el
productivo. Cada vez que se aceptaconsiderar su creatividad, se espera de él alguna curso de su devenir va a reflejar su inteligencia. En esta metáfora, la inteligencia es
producción artística o científica;si deja.de ser tratado como un inocente, como como una luz, como una iluminación del mundo que cada cual lleva en sí mismo.
alguien -fútil-,-resulta" un enano inteligente, un pequeño adulto, un niño prodigio. Reflejar su inteligencia: para esto hacen falta objetos. Puede también irradiar su
-Sólo~se reconoce su creat ividad si beneficia al mundo_.de los adultos. inteligencia o incluso esconderla si, a causa de su inteligencia, es víctima de la visión
EiTeste senudoTTacreatividad —de orden artístico o científico— es caracterís- que los demás tienen de ella. Son, en efecto, los niños inteligentes precoces —no
tica tanto del niño de menos de diez años como del adolescente en ruptura que considerados como tales, es decir, interlocutores válidos desconocidos—, los que,
por falta de objetos vinculados al lenguaje, de intercambios sustanciales sensoriales
131
o sutiles sensoriales, sonidos, formas, palabras, música, juguetes, movimientos,
I
a partir de unos pocos meses se muestran retrasados, psicóticos, autistas. Su función
simbólica - e l lenguaje del corazón- no ha sido integrada en los intercambios corpo-
rales necesarios para la supervivencia física.
132
A despecho de las apariencias, la condición del niño casi no ha variado en
cuatro mil años (Sumeria). En lo tocante a su causa, podemos hablar de las ilusiones
del progreso. Toda “ventaja” perjudica su interés verdadero.
Cada vez más abundante, el discurso sobre el niño, sea literario o científico,
tiende a reducir el campo de estudio al de su relación con sus padres. Se atribuye
demasiada importancia a la función de los padres. La educación y la pedagogía se
EV O LU C IO N D EL V A LO R DEL NINO han anexado abusivamente el universo del niño que, considerado en sus auténticas
dimensiones, rebasa con mucho el ámbito y la competencia de los sustentadores y
la. época: Sociedades endogámicas. educadores.
Traer al mundo aun niño (varón) es servir al clan, a la colectividad; Lo esencial queda siempre esquivado y disimulado. Nadie osa abordar el
asegurar el relevo. Así se paga el tributo de productividad; una problema en su auténtica subversión. La sociedad tiene miedo_rle_ abordarlo. Y
aportación de brazos suplementarios.
enmascara la realidad con imágenes tranquilizadoras. Decir la verdad sobre este
2a. época: Sociedades exogámicas. subcontinente negro es como hacer la revolución.
El hijo que llega al mundo es un regalo a la familia que espera un ¿Por qué parece subversivo decir que los padres no tienen ningún derecho
heredero masculino. sobre sus hijos? En cuanto a ellos respecta, tienen sólo deberes, mientras que sus
El niño, cualquiera que sea su sexo, es la coronación de la pareja. hijos no tienen frente a ellos más que derechos, hasta la mayoría de edad. ¿Por qué
parece subversivo decir que todo adulto debe acoger a todo ser humano desde que
3a. época: Sociedades malthusianas. nace, como a él mismo le gustaría ser acogido? ¿Que todo bebé y niño debe ser asis-
El costo del niño es demasiado alto; la masificación causa exce- tido, por todo adulto, en su indigencia física, en su incoordinación e impotencia
sivos problemas, de ahí la regulación de los nacimientos y la física, en su afasia, en su incontinencia, en su necesidad de cuidados y de seguridad,
legislación del aborto. con el mismo respeto que ese adulto pretendería si se hallara en la situación de ese
niño (y no como él mismo fue o cree haber sido tratado en su infancia)?
4a. época: La sociedad del egoísmo colectivo.
Todo niño, hombre o mujer en devenir, es ya sostén espiritual y fuerza viva del
El niño es una carga para la pareja y un estorbo para su goce
grupo familiar y social que lo toma materialmente a su cargo. Esa fuerza, esa espe-
egoísta. Y como el Estado ya no puede hacerse cargo de él. . . sin
someterlo a una norma única, no tiene ninguna posibilidad de ranza de renovación vital que el niño representa, se diría que los adultos se niegan
estar en el mundo como persona. a reconocerlas, y quien se las recuerda es subversivo.
¿Por qué se ha roto en nuestra civilización industrial h^cadena_de jespeto y
amor entre las generaciones? SinlññEa1go7'c5 , y en toda época, en todas
Tas látítudes, quienes hoy réc ib en a u n niño^y lo asisten y lo protegen, serán en su
Decenas de millones de niños en el mundo, que “no pidieron nacer” , son
vejez los asistidos y protegidos de este niño hecho adultoTSólo a través de sus
rechazados de antemano por la comunidad. Se adaptan para sobrevivir. Los adultos
testimonios orales a los jovenes a quiénes a sil vez~ésé’adulto tendrá la obligación de
están prestos a explotar esta “sub-mano de obra” . ¡Guanta energía malgastada,
asistir, es como quedarán en la memoria de este grupo étnico los actos valiosos de
cuántas dotes precoces rápidamente agotadas!
los ancianos. Todo aquello que, de los actos, de los pensamientos, de las esperanzas,
Queriendo “rentabílizar” al niño a toda prisa, la sociedad se priva de un poten-
de los fracasos, haya sido humanizado por la palabra, será vivificante en el corazón
cial humano inestimable que permitiría asegurar el reemplazo si se le proporcionara
de quienes están unidos los unos a los otros más allá de su breve existencia por esa
el tiempo de maduración necesario.
cadena de amor y de intereses comunes.
Sobrevivir: dura prueba de la primera edad, aun para aquellos de nuestros niños
¿Cómo es posible que recordar el valor inapreciable de un ser humano en deve-
cuyo desarrollo físico no está amenazado. Si éstos no están expue-rps i morir d°
nir cuando es joven, en recuerdo cuando es viejo, parezca subversivo?
hambre, de guerra o de droga, todos tienen que librar un singular combate contra la
enfermedad mental inducida por sus seres más próximos. " —~
Senrir quiénes han sobrevivido a la dura prueba de la primera edad son conmi-
nados a no ser bocas inútiles; margínale.' o protegidos, caen bajo el golpe de la
explotación sistemática.
Infancia protegida es igual, con frecuencia, a infancia alienada.
Las leyes, la inserción social, la vacunación í.o evitan al niño de la sociedad
industrial los riesgos de la alienación, ni lo sustraen a ru condición. El niño compar-
te la inferioridad de los de su edad. Pertenece, a pesai suyo, a un subcontinente.
133
i
SEGUNDA PARTE
UN SER DE LENGUAJE
N UEVO E N F O Q U E D E LA PR IM E R A EDAD
Fran?oise Dolto
Algo cambió tal vez en la condición del niño cuando la mirada del psicoanálisis
se posó sobre los más pequeños sin limitación de edad. Hace treinta años, el
cuerpo médico no admitía que la relación del lenguaje pudiera instaurarse desde
el nacimiento. La experiencia personal de Franpoise Dolto arroja una viva luz
sobre las resistencias de la sociedad y sobre las dificultades que surgen en cuanto
se intenta modificar la actitud del adulto frente a los niños, y tratar a cada uno de
éstos como alguien "más pequeño que uno pero de igual dignidad".
I
za. (“ - ¿Frangoise, por qué lloras? -¡Porque nunca lo conseguiré!”) Los fonemas de
este título me evocan un día radiante de agosto de 1913 a orillas del mar, en
Normandía, cuando tuve la revelación que bruscamente me hizo pasar del analfa-
betismo a la cultura. ¿Era acaso la repetición del largo trabajo en la oscuridad y
en el paciente silencio que habían preparado, para m í, el clamoroso deslumbra-
Capitulo 1 miento de mi llegada al mundo? ¿Mi nacimiento?
¿Leer? ¡Qué sorpresa extraordinaria para mí! Y a quienes me rodeaban les
LA INICIACION parecía, en cambio, la mar de natural: la consecuencia lógica de los acontecimien-
tos, como dicen los grandes, que no se sorprenden de nada. No sólo el milagro que
un nacimiento siempre constituye, sino este otro milagro, el de que un objeto
compuesto de hojas repletas de pequeños signos negros cuente una historia, evoque
una atmósfera, un paisaje, dé vida a seres imaginarios. También el milagro de que
"paTaBras mezcladas con nuestros pensamientos nos trasladen el mundo, las gentes,
ahí a nuestro cuarto. Milagro de que, en la playa de luz de una lámpara, el tesoro
que todo Übro constituye propague por nuestro corazón la vida aprisionada que él
oculta en los pequeños signos que descifrar. Y también, qué extraño es que esas
páginas mágicas, sin lector, o “el objeto” vuelto a cerrar, sean pura y simplemente
una cosa. Un objeto, quizá nunca como otro, pero que, por su parte, no sueña: un
libro. ¿No somos nosotros mismos, cada uno de nosotros, en nuestra carne, cosa
El texto que sigue inaugura un nuevo discurso literario sobre la infancia. Este nueva, roja o dorada, o vieja y ajada? ¿No estamos cubiertos de pequeños signos?
texto no es una proyección narcisística o ideológica del adulto escritor o educador, Los otros pueden leer en ellos, un día de atención despierta, de corazón iluminado,
ni juego de arquetipos ni ejercicio de estilo convencional; es una auténtica historia sin que lo sepamos ni lo soñemos. Así pues, cada uno de nosotros, ¿no ofrece a los
de niños, escuchada desde dentro y de voz transparente y liberada. La fuerza del demás, gracias a nuestra existencia como objeto, algo para ser leído, para ser desci-
deseo que mueve a esta niña de cinco años a sobrellevar el aprendizaje, a salir airosa frado, para saber con ello de ellos mismos y del mundo, y para soñar?
de la dura prueba, a aceptar el doloroso pasaje del libro imaginario a la banalidad Me acuerdo como si fuera hoy de aquella revolución en mi corazón infantil.
objetiva del relato escrito por los adultos para los niños dóciles. Se aprecia aquí Cuántos placeres prometidos en todos esos otros libros ordenados en la biblioteca
lo que pueden tener de violentos los métodos de lectura, hasta qué punto todo cuyos títulos yo descubría. Porque, desde ese día de agosto (apacible) memorable
pasaje iniciático es sufrimiento, aunque sólo fuese la aceptación de la realidad, pero de mis cercanos cinco años (yo que disfrutaba mucho jugando y, lo que es más,
el nuevo lector descubre asimismo que también él puede ser tomado por los demás cuarto hijo de una familia numerosa, la tranquilidad se acaba cuando la casa se
como un objeto, como un objeto cubierto de signos.
despierta, con su buen olor de pan tostado), me acuerdo del rayo de luz entre los
En las páginas siguientes Franpoise Dolto hace el relato de su aprendizaje de la
postigos cerrados, cuando todo dormía aún, de esa hora de encanto y silencio tami-
lectura. Despierta en tantos que la leyeron el recuerdo olvidado de su propia expe-
riencia, que no parece inapropiaéo-..poneíI^te^texto~aT gefvicio’ ffe" la causa de los zado. Acurrucada en un sillón, en el pequeño haz de sol donde danzaba sin descanso
”'HÍfrósri““"'“.... el misterioso polvillo, abría uno de mis libros y, glotona y sorda, me sumía en él.
Libros nuevos o estropeados, libros de clase de mis hermanos mayores, de
cuentos y de aventuras, libros de lujo, con la marca del Uceo de Vanves rodeada por
LAS BABUCHAS DE ABUKASSEM una corona de laureles, trofeos ganados por mi padre de pequeño: Historia de
Roma, Julio Verne, cuentos de Florián, de Grimm, de Andersen, de Perrault. Pági-
He decidido contarle una historia1: “ Las babuchas de Abukassem” o, mejor nas de canto dorado, colección encuadernada de “Mi diario” , semanario para niños
dicho, cómo descubrí, con trabajos y decepciones, la dicha de la lectura.. . esto fechado en 1880, con estampas de niños de ropas anticuadas como las que llevaban
e s .. . la dicha ulterior, sin duda. . . mi padre y mi madre en las fotografías N adar.. . Y adem ás.. . como al aprendera
¡“Las babuchas de Abukassem” ! Prestigioso título, ¿verdad? Asiente usted leer había aprendido a escribir.. . en hojas de rayas muy espaciadas donde, entre
como cuando le prometen un partido de fútbol. Es el título de aquel libro de bella esos raíles, escribía con lápiz cartas (quiero decir misivas hechas de letras en fila
encuademación roja asociado en mí a horas en que se mezclaban lágrimas y esperan-
140
conocidos por mi. Recuerdo haber admitido, por dar gusto a Mademoiselle, que
había escrito el nombre de nuestra calle de París,pero sin comprender qué la movía
a hacerme creer y decir eso.
Los trenes de letras, los grupos de signos que yo balbuceaba y que escribía en
las hojas de mi cuaderno no tenían ninguna relación con el conjunto tan natural de
la voz que me traía como recuerdo la imagen de nuestra calle, cuando, correteando
que se pone para descubrir un truco, para encontrar una adivinanza. Si yo acerta- al volver de un paseo, yo exclamaba jubilosa, olvidando mi cansancio y el miedo de
ba, la punta del cortapapeles avanzaba. Si no, se quedaba en el mismo sitio o, haber perdido para siempre el camino a casa:
peor aun, Mademoiselle volvía a una de las páginas anteriores y ahí nos quedába- — ¡Aquí está! ¡Hemos llegado a la calle Gustave-Zédé!
mos hasta que yo encontrara lo buscado y después volvíamos a la página dejada en A continuación de la página de la zeta, había unas páginas sin imágenes, con
suspenso.
renglones de signos negros primero gruesos y luego más pequeños. Eran los “ejerci-
Yo quería avanzar, mirar las páginas que seguían. Nada que hacer. ¡Patatrás!
cios de lectura” . ¡Vaya faena! Sólo eran “texto” , decía Mademoiselle.
Un grupo de signos que yo no conocía obligaba a volver atrás, a la página del “mé-
— ¡Vamos! ¡Puedes hacerlo, sabes!
todo” donde, decía ella, yo había aprendido estos signos y su sonido por primera
Allí me iba yo. Con cada tropiezo o error, vuelta a la página en que ese grupo
vez.
de signos, esa “sílaba” , ese “ diptongo” que yo no reconocía habían sido estudiados
Después, Mademoiselle tomaba un cuadernito de anchos renglones donde yo
la primera vez.
debía escribir las letras del día en escritura cursiva, con un lápiz cuya punta solía
rompérseme, tanto apretaba yo. Ella no me regañaba. Yo me sentía tonta y torpe. Qué misterio y qué miseria esa vuelta a las páginas anteriores, cuando yo
Con su pequeño cortaplumas ella tallaba la madera, y después la punta, paciente- creía a punto de acabar ese método del demonio. ¡Esa culminación del método
mente, diciendo: que, me decía Mademoiselle, me permitiría leer “Las babuchas de Abukassem” !
Pues bien, había que conseguirlo, leer de una buena vez esas cuatro últimas
—Mientras tanto, deja tu mano bien floja, así. No, no mires la hora. Debes páginas de “textos” .
hacer toda la página del libro, son tres renglones de escritura. Después de una semana que me pareció larguísima, Mademoiselle dijo que todo
Yo no encontraba relación entre este “trabajo” , como decía ella, y la esperanza marchaba muy bien:
cada vez más apremiante de leer la historia de aquel libro maravilloso, cerrado sobre
—Esta vez, has leído sin ningún error.
un ángulo de la mesa: “Las babuchas de Abukassem” .
Para mí, esos “textos” eran abstrusos. Mademoiselle estaba encantada. ¡Sí
Y mi hermana y hermanos mayores que se burlaban de mí cuando bajaba de la
que eran incomprensibles los grandes!
habitación de Mademoiselle:
—Mañana, Framjoise, comenzaremos “Las babuchas de Abukassem” .
- ¿Qué? ¿Interesantes las babuchas de Abukassem?
— ¡Qué suerte! ¿Hemos terminado el método?
Y yo que contestaba presuntuosa (muy humillada):
—Sí, pero lo tendremos con nosotras, por si necesitas consultarlo.. .
- S í, mucho.
Al día siguiente llegué al trabajo de lo más excitada.
- ¡Mentirosa! ¿Qué contaba hoy?
Ay, yo no podía decirles “Pa, pe, pi, po, pu. Ña, ñe, fii, ño, ñu” , y entonces
—Llegaremos hasta aquí, dijo ella poniendo una marca con lápiz en la quinta o
decía: sexta línea del “Primer capítulo” .
—Leimos el mercado oriental, las palmeras del desierto.. . todo eso. . . ¡Sois —No, no, hasta acá, dije yo mostrando el pie de la primera página.
demasiado tontos para que os lo cuente! Ella se sonrió:
Mademoiselle acudía a veces en mi ayuda: —Ya veremos.
—No os burléis, la niña aprende muy rápido, pronto sabrá leer. Y heme aquí balbuceando las sílabas de los signos reunidos, saltándome una
demasiado complicada y alcanzando el final de la palabra.
¿Cómo? ¿Eso se llamaba aprender a leer, pasarse media hora en medio de —No, no, presta atención, has saltado una silaba.
esfuerzos completamente absurdos? Esta Mademoiselle siempre serena llamaba, con Y, con un lápiz, Mademoiselle limitaba con un arco de círculo cada sílaba,
expresión satisfecha, “nuestro trabajo con Fran$oise” a algo cuyo sentido se me escondiendo las siguientes. Y corregía:
escapaba y donde no podía divisar el final de aquellos balbuceos de sonidos que no
—No, no es así: deletrea “a” , “r” , no es “ra” , es “ar” , y después “B.oJ.”
querían decir ninguna otra cosa que los sonidos mismos.
(sí, lee “bol”). Mira la palabra entera (envolvía los dos arcos pequeños con uno
Por fin llegamos a la última página, la de la Z (zeta), con la imagen del zorro.
Nuestra casa de París quedaba en la calle Gustave-Zedé. Pues bien, créaseme o no,
142
en la hoja del cuaderno Mademoiselle trazó, entre los anchos renglones, un modelo
“ Rué Gustave Zé-dé” que yo copié aplicadamente como si fuera un dibujo, esos
signos que no estaban en el libro, sin entender que se trataba de sonidos escritos y
grande): “ ár-bol”, “ árbol” . Ya lo ves, “árbol” no quiere decir nada. Bueno. Pero
estás cansada, hasta aquí has leído muy bien y sin errores y ahora lo haces a la
buena de Dios. Dejemos por hoy.
¡Ni siquiera habíamos llegado hasta la marca del lápiz!
—Seguiremos mañana, pero si quieres, escribirás las dos primeras líneas, aquí, <
hasta el punto, en tu cuaderno, con letras de escritura. En el libro están con letras —Y bien, qué se cuenta a h í.. . Bueno, sécate las lágrimas, suénate la nariz,
de imprenta, presta atención. bebe un poco de agua, así es, ahora empieza de nuevo.
Era divertido otra vez, incluso muy divertido, escribir lo mismo pero de otra — ¡No! esto no quiere decir nada.
manera. Mademoiselle ni chistaba. Yo la miraba, deteniéndome: —Sí, esto quiere decir algo. Vamos, anda, empieza, pararás en las comas.
—Sigue, está bien: no hay ningún error. Escucha bien lo que lees.
Pero, ¿por qué todo eso? ¿Escuchar? ¿Escuchar? Vuelvo a empezar y ¡se hace el milagro! ¡Yo escu-
Yo quería mucho a Mademoiselle, pero no entendía nada de lo que me ordena- chaba lo que leía y la frase adquiría un sentido! ¡Era extraordinario! Una vez que
ba hacer. ¿A dónde nos conducía esto? llegaba al punto, continuaba, escuchaba, y luego, arribando al “punto y aparte” ,
Recuerdo el día en que leí sin enores (como ella decía) la primera frase ente-
volvía a empezar sin que Mademoiselle me dijera nada, por placer; leía primero len-
ra. Era una frase porque había empezado por una mayúscula, tenía comas, en las tamente, escuchaba, y mi voz tensa y monocorde se hacía menos tensa, leía más
que había que detenerse para respirar, y porque, llegada al punto, debí parar.
rápido, me detenía en las comas, proseguía, ¡bajaba el tono en el punto! Quería
—Bien, sigue con la segunda frase. seguir sin parar, pero anunciaban el almuerzo. ¿Era eso, leer? Las frases, los párra-
Y mis ojos correteaban balbuceando con voz tensa y monocorde los pequeños
fos querían decir algo. Sí, p e ro .. .
signos de las palabras que mi dedo seguía. Mademoiselle ya no ponía arcos de círcu- En la mesa, Mademoiselle dijo a mi madre:
lo con lápiz encima de las lítjeas, ni tapaba con su pulgar la parte de la línea no
leída. Por fin, llegué al “punto y aparte” . ¡Ya está, conseguido! —Ya está, Franfoise sabe leer.
—Muy bien. Entonces, ¿qué es lo que has leído? —Ah, muy bien, no llevó mucho tiempo.
Yo mostraba el párrafo: —No, pero para Framjoise sí, y además no estoy segura de que esté conten-
—Todo esto. ta, ¿no es cierto, Fran?oise? f-
—Sí, ¿y qué es lo que has le íd o ?.. . ¿Qué se cuenta ahí? —S í . . ., es que yo no sabía qué era eso de leer. l
En la página de la derecha había una lámina. Así que me puse a inventar lo que Y mis hermanos que decían:
contaba la lámina (según me parecía). Mademoiselle, muy seria y siempre tranquila, — ¿Qué creías tú que era?
me dijo: —No sé. . ., otra cosa.
—No, eso lo estás inventando. No es lo que está escrito y que tú has leído —Qué tonta es ésa. Leer es leer, siempre lo mismo, escribir es escribir, no otra
muy bien. cosa.
— ¿Cómo? (¿qué quiere decir ella con “leído muy bien” ?) Le aseguro que es Claro, ellos tenían razón, seguramente era eso.
eso. Esa tarde, en la playa, me acerqué al quitasol donde Mademoiselle estaba bor-
—Vamos, empieza otra vez (lágrimas, pañuelo). Vamos, ánimo, ya lo consegui- dando.
remos. — ¿Mademoiselle?
—(¿Para qué? siempre empezar de nuevo, siempre empezar de nuevo) No, no, —Dime.
ya no me apetece leer. %
—Quisiera saber cómo se aprende a leer de veras. i
—Vamos, Framjoise, que casi estás.. . ¡Animo! —Pues ahora lo sabes.
Y yo, resoplando por entre mis lágrimas, volvía a empezar la media página. —Sí, porque usted me dijo que escuchara.. . y aquello quería decir algo,
Insípida y absurda actividad sonora, más difícil aun cuando se está llorando y ¡pero a lo mejor mañana ya no sabré! i
moqueando. —Pues no, eso no se olvida, es como caminar: cuando se sabe, ya no se lo t
Al llegar por tercera o cuarta vez al final de la condenada frase, Mademoiselle, olvida.
siempre serena: —Sí, pero lo que allí dice. Dice algo, claro, pero no es interesante, no son las £I
verdaderas “Babuchas de Abukassem” . f
143 —Que sí; es el comienzo de la historia; has leído el primer capítulo. t
■I
I —Yo estuve pensando.
— ¿Qué es lo que piensas?
—Pienso por qué, antes, usted no me había dicho que escuchara. |
1
144
imaginario con el que las imágenes parlantes habían suscitado mi deseo y mi perse-
verante esfuerzo de aprender a leer, esfuerzo que, gracias a Mademoiselle y ^‘al
método” , me había abierto el camino de la cultura. ¿Y si no hubiese estado perso-
nalmente motivada por un libro preciso, elegTdo por m í como la única cosa desea-
ble? Y si hubiese estado en la escuela horas y horas, en medio de treinta niños para
- Pues sí, te lo decía todo el tiempo, pero tú no lograbas escuchar, estabas quienes, no más que yo, la urgencia de leer determinado libro no habría dado sentido
demasiado ocupada con tus ojos, quizá. a la lección de lectura, urgencia comprendida y utilizada por Mademoiselle que
- Pero cuando uno lee escuchando, ¿no es la historia que está dibujada? tenía que luchar contra mis resistencias, mi cansancio, que sabía sostener mi ánimo
- Ve a jugar, mañana veremos qué te anda preocupando. y negociar mis momentos de renuncia; esa “urgencia motivadora” fue la que —al
Y al día siguiente yo leía más rápido y comprendía lo que leía, pero en verdad mismo tiempo que el método, y sobre todo la relación interpersonal de la alumna
que aquello no contaba lo que yo hubiera querido saber. y la institutriz confiadas una en la otra— todo eso junto fue lo eficaz. Alfabetizar
- ¿Por qué dice cosas que no están en las láminas? a alguien. ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Para.hacer-qué?- —
- Oye -m e reveló Mademoiselle- el que hizo e! dibujo primero leyó la historia v Si hubieramrcidrí ancüenta años después, en la época de los dibujos animados,
y luego inventó imágenes sobre lo que había leído. También tú, si no hubieras visto del audiovisual, de la T.V. ¿habría tenido yo un deseo tan ardiente de aprender
las láminas, las hubieras inventado, partiendo del texto. a leer?
- Pero “los textos” estaban en las últimas páginas del m éto do ... Tal vez sea una pregunta para filósofos.
- Ah, sí, tienes razón, pero la historia, la de las Babuchas de Abukassem,
también es un texto.
- Ah, ¿es un texto? ¿Un texto es una historia? (yo estaba perpleja). En
el método, los textos no querían decir nada; eran ejercicios de lectura.
- Que sí, eran frases que contaban algo. ¿No te habías dado cuenta?
- No, no había láminas, eran palabras.
- Justamente, leer es eso; no hace falta la imagen; uno piensa en lo que eso
145
Capítulo 2
*
En mi rincón, me preguntaba: ¿Cómo puede ser que el doctor no pregunte qué
es lo que sucedió? ¿Cómo puede ser que, ante la indigestión de mi hermanito me-
nor, diga: Hay que ponerlo a dieta y no sacarlo de casa durante tres días. ..?
Cuando, si hubiera preguntado lo que sucedió entre las seis y las ocho de la tarde,
momento en que mi hermano comenzó a vomitar, habría sabido que la inglesa riñó
con la cocinera, que le hizo una escena a causa de su bandeja.. . Yo lo había obser-
vado (tenía cinco años), pero nadie me preguntó nada. Me dije que el médico, de
haberlo sabido, hubiera podido tranquilizar a mi hermanito:
—No tienes por qué preocuparte, ellas han reñido pero no te tienes que alar-
Para una mejor comprensión del trabajo de Frangoise Dolto y del interés que mar. . . Son cosas de mujeres, la cocinera y Miss. Como yo lo comprendí a mi vez,
suscita, y que aumenta con el desfase de las generaciones, es importante resituarlo no hay necesidad de vomitar. ¡Pasa de sus historias!
en su contexto histórico y evocar no sólo los obstáculos que aparecieron en su Entre mis tíos, tías y abuelos, siempre habíaunu©hfl-^eflte-«a_casa. MuchajLfe.
camino sino también la andadura progresiva de lo que fue tanto una “idea” de gría pero también tensiones. Esta intensa vida familiar permitía que una niña obser-
investigador como una vocación. Veremos que el psicoanálisis no hizo más que al- vadófS y receptiva como era yo entonces se diera cuenta de hasta qué punto las relacio-
canzar y confirmar una intuición de niña, de jovencita y de mujer.
nes entre las personas, las Situaciones difíciles, alteraban su tono afectivo, su salud.
Las reacciones que llamaban enfermedades y que, en realidad, eran emocionales. Yo
Tras descubrir así la lectura, a la edad de cinco años, consideré mi vida traza- había podido observar que mujeres y niños se venían abajo física o psicológicamen-
da: sería editora de un periódico infantil. te porque un padre, un hermano, un novio había desaparecido en la guerra, porque
Antes de saber leer, me fascinaban los periódicos de niños que veía exhibidos a un hijo le daban de baja por enferm edad.. Y me decía: “Qué tontos son jos dge-
en los kioscos o en manos de mis hermanos mayores. Quedaba maravillada ante los tores, que no entienden a J.os^n4ñps__Y tampoco entienden a los mayores; a lo
modelos a realizar con cartulina o tela sin poder leer todavía el modo de empleo. rnéjOTtsi esas personas gritaran o lloraran no tendrían necesidad de medicinas” .
Los hermanos y hermanas de mi madre habían encuadernado semanarios de 1880. Deseaba que el médico llamado por la madre a la cabecera de un niño que
Yo les notaba sus cualidades y sus defectos. Quien fuera adulto e inteligente haría sufría no fuese embaucado por lo que creía la madre —que el niño estaba
un periódico infantil que tendría las cualidades de los otros pero con sus defectos enfermo—, sino que comprendiese que el niño tenía algo que expresar, y lo
corregidos, en particular la inverosimilitud de las historias verdaderas inventadas. descubriera. Mientras que la madre se angustiaba y lo creía enfermo. Desde luego,
A los ocho años, cambié de proyecto. el niño no podía decirle a su madre lo que había sucedido. Quizá hasta lo había
—Y tú, Frangoise, ¿qué quisieras ser cuando seas grande? olvidado.
—Médico de educación. Cuando nos indisponíamos, mi madre se enfurecía (en realidad se angustiaba).
— ¿Y eso qué significa? Nos sentíamos culpables de causarle inquietudes a nuestra madre. Venía el médico,
—Significa un médico que sabe que los niños pueden caer enfermos por cosas nos dejaba en cama, nos jorobábamos. Yo, por mi parte, consideraba que cuando un
de la educación. niño convaleciente se sentía capaz de hacer algo, había que dejarlo levantarse y
Yo era el cuarto hijo de la familia (por entonces ya éramos seis). Había disputas jugar. Mi madre habría escuchado al médico, si éste hubiese opinado algo así.
entre la inglesa que se ocupaba de los pequeños (mi madre se ocupaba de los más Porque era una mujer activa.
grandes) y la cocinera. El recién nacido vomitaba. Avisado el médico, éste acudía. —El doctor ha prohibido que salgas, que te fatigues.. . o incluso: que te levan-
Y lo ponía a dieta. El niño lloraba: tenía hambre, simplemente. Yo observé que tes sí no has llegado a los 36° 8.
tensiones domésticas que eran ocultadas a mi madre provocaban alteraciones en el Nos sentíamos recompuestos y había que fingir que estábamos inválidos, sien-
ritmo de los niños. Lo sabía pero no decía esta boca es mía. Había comprendido. do que teníamos suficientes fuerzas para levantarnos—Permanecer, pasivos. Me
parecía estúpido e injusto. Porque alguien de afuera decreta que uno debe quedarse
acostado. ¿Que uno debe quedarse acostado? Qué estupidez. Los médicos de otros
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tiempos hacían “quedarse en la habitación.” Pero era la estancia donde vivían todos
I
los demás. Ahora que la calefacción alcanza a todas las habitaciones, la palabra es
sinónimo de cámara de aislamiento. Aunque la enfermedad no sea o haya dejado
los llamaban los “Nuevos ricos” . Se sabía que prosperaban con la miseria de la
gente. Especulaban con el infortunio de los demás, comprando a bajo precio casas,
muebles, joyas, terrenos, para revenderlos lo más caro posible. Yo no quería
adoptar un oficio comercial porque el comercio se me había presentado como un
oficio de canallas. Y no es cierto. Los intermediarios son necesarios, y todo depende
de ser contagiosa. No ir a clase, si yo podía contagiar a las otras alumnas, esto lo de la manera, ajustada o no a las leyes, de ejercer la mediación.
comprendía. Pero en casa me habría podido divertir, leer, hacer lo que quisiera. La.ley moral del provecho en detrimento de otro me chocó mucho. Durante la
¿Por qué aburrirse en la cama porque uno está supuestamente enfermo pero tiene guerra vi personas a las que admiraba por su honestidad convertirse ante mis ojos en
ganas de levantarse? gentes deshonestas, explotar con el trabajó él tiempo, la salud de la gente. Para mí,
En mi opinión de ñifla, un “médico de educación” no habría hecho eso. ¡Oh, se habían degradado Hay oficios, me decía, que hacen perder el sentido hu-
— i...........ni mu......mili iirnri
eso sí que noT mano.”
Para rnf.no. había lugar a dudas: las enfermedades estaban provocadas por cues- Ésto me hizo volverme hacia la atención de los niños Vciertos adultos me
tiones délfamilia. (Por supuesto, hay otras cosas). defráü(iaban~7-DorQue todo estaba por hacerse con estos seres en devenir; todavía
A los_niños les es perfectamente posible tener la presencia de lo que todos los no deformados, no arruinados por las pruebas de la vida- .....—
(o ■sus provechos).
........................... ~ -■ • • - - .
niños necesitan. Muy pronto alcanzan la edad de ser consultados. Viniendo de mí, . . .“Médico de educación.” El, al menos, tendría ascendiente sobre el devenir.
¿sé trataba "3e*una intuición fundamental de lo que dos o tres décadas después También pensaba casarme, tener hijos, y si con el trabajo de mi marido tenía-
se desarrollaría con la denominación de “psicosomática” ? No. Creo que fue la expe- mos suficiente, vivir a la manera burguesa, mantenida por mi esposo. Esto no me
riencia de la guerra de 1914 lo que me indujo a elegir una profesión que me diera parecía peyorativo; a mi entender, el rol de la mujer era atender su hogar y educar
ascendencia sobre el porvenir, referido al presente_y_jLpasad«>. a los niños. Si el marido gana bien, por qué no. Pero me decía: antes de casarme,
Tenía yo cinco años y medio cuando estalló el conflicto mundial. Entre esta quiero tener una profesión, para el caso en que. . . Había visto tantas viudas quedar
edad y los diez años, en 1918, asistí a la transfonñaíiém-de-familias y me conmo- a cargo de sus hijos y sin recursos. La Seguridad Social no se creó hasta 1936. No
vieron enormemente numerosos dramas existenciales de gentes que no estaban pre- sólo la guerra arruinaba a la gente. También estaban las crisis, el crack americano de
paradas para asumir su suerte si no tenían un medio protector rodeándolas. Familias 1929, la revolución rusa y sus emigrados. Estaba la enfermedad. . .
enteras se derrumbaban por la falta del padre. Algunas mujeres se volvían locas, Concluido el bachillerato, a los dieciséis años, quise estudiar para médico. Pero
y otras “neurasténicas” . La fragilidad de los mayores. Y el dinero. Sin conocer un debí esperar años antes de inscribirme en la facultad. ¿Por qué? Porque mi madre
oficio, una viuda debía ganarse la vida. Veía a mi alrededor comerciantes, emplea- se oponía y mi padre la siguió: eres ahora nuestra única hija. Tienes cinco herma-
das, que trabajaban y estaban equilibradas, aunque su hijo o su marido hubiese nos. Quédate con nosotros. No tienes ninguna urgencia en ganarte la vida.
muerto en la guerra. —A los veinticinco años harás lo que quieras. Pero hasta entonces, estás bajo
Las modistas se ganaban la vida y no les avergonzaba ser modistas. Pero una nuestro techo. Después, si sigues obstinándote, te marcharás.
viuda de guerra de un medio burgués, no podía ser modista; aunque tuviese unas Yo no tenía ninguna razón para afligir a mis padres.
manos hábiles, no tenía oficio, nadie la quería; debía hacer cosas a escondidas, para Al principio éramos dos hijas y cuatro hijos varones. Yo era la cuarta. Mi
venderlas a través de aprovechadas patronas del negocito, que les daban cuatro hermana mayor murió de cáncer en pocos meses, a los 18 años, cuando yo tenía
centavos. . . y ellas que no podían mantener a sus hijos como en vida del marido. . . 12. Teniendo yo 15 nació un quinto hijo varón. Para mi madre, la idea de que la
Entonces, desdichadas, mal alimentadas, mal amadas, humilladas, perdían su pres- única hija que le quedaba viviera fuera de casa era insoportable. Además, para ella,
tancia, o sus fuerzas, y todo se venía abajo. Esto me impresionó. Y yo me decía: si una hija escogía el camino del estudio, se condenaba al celibato y a la esterilidad.
un ser humano debe contar sólo consigo mismo y poder disponer de dinero por su De las dos ramas familiares, yo era la primera hija mujer que manifestaba deseos
propio trabajo en caso de necesidad. Se arraigó en mí la idea de que una mujer que de estudiar.
cría niños debe haber aprendido un oficio antes de casarse, para que si a su marido
le ocurre una desgracia, debido a la guerra, a un accidente o enfermedad, pueda —No estás hecha para eso, repetía.
seguir proporcionando a sus hijos la vida y la educación que ella y su marido preco- —Quiero tener mi dinero, contestaba yo, vivir en mi propia casa.
nizaran para ellos. —Puedes quedarte con nosotros y después te casarás.. .
Por lo tanto, tener un oficio. Pero no cualquiera. —Quiero estudiar y tener una profesión.
Otra observación me inclinaba a elegir un oficio que no fuese únicamente
comercial. Durante la guerra de 1940, existieron los B.O.F.’ Durante la de 1914, 150
149
ñ & J >i
I — ¿Entonces, no quieres casarte? Puedes hacer todos los estudios que quieras,
£■ pero sin ir a la facultad.
—Sí, es verdad, sólo que quiero estudiar medicina. Me interesa mucho y quiero
asegurarme una profesión aunque, si me caso y tengo hijos, no tenga que ejercerla.
Para una madre, quebrantar los hábitos de las mujeres pertenecientes a su I
medio social era, sencillamente, echarse a perder. En su medio, la idea de que una Bajo el rasero, mi padre, mis hermanos y mi hermana se clasificaban entre los
mujer estudiara para ganarse la vida suscitaba terror. Yo me exponía a lo peor: altos; el más pequeño de mis hermanos mide 1,76 m. Aun siendo niña, la altura de
volverme lo que mi madre predecía, una mujer no casadera. Lo que significaba pri- unos y otros no me importaba, puesto que estaban llenos de vida y se comunicaban.
varla y privarme de descendencia. Una locura. Una vergüenza. Incluso para padres ¡Lo cual sorprendió mucho a mi marido, quien decía ser bajo y medía 1,69 m! Era
como los míos, abiertos a la cultura: en casa no existía ninguna restricción de lec- muy ucraniano, ruso del Mediodía, pero musculoso, proporcionado.. . ¿Entonces?
tura. Y como yo tenía intereses variados, costura, música, deportes, no tenía tiem- Otra idea que se oponía a la de mis padres y a la de muchas personas que pensa-
po para aburrirme. Me armé de paciencia. Y no lo lamento. Pude abordar, un poco ban que era “bueno” ser alto.
mayor que mis compañeros, estudios que, en esa época, ponían inmediatamente al A mi entender, ser médico no era cultivar la perfección del cuerpo, sino asociar
estudiante en el hospital, en contacto con la aflicción humana. la salud y la vida del corazón y del espíritu. Era la búsqueda de un equilibrio entre
una vida para uno mismo y la vida con los demás, pero no la persecución de “nor-
Otro recuerdo-jalón que denota derta soltura natural para dirigirse a Igs,niños masn7"listo era un poco impreciso, pero yo no tenía ninguna tendencia a buscar
i.- ■
pequeños tratándolos corno-seres de igual dignidad:. Eranfoise Dolto no se fija en “normas” , ni físicas ni mentales.
la talla, como la mayoría de la gente. A sus ojos, que los seres sean grandes o peque-
Excursiones mitológicas con su hermanito convencerán a la joven de que los
.niños se hallan eq las fuentes del saber v_dfenue es peligroso frenar su función ima-
Siendo niña tuve ocasión de leer ciertos libros de un sueco: gimnasia para
mujeres, para hombres, para niños. Eran conjuntos de ilustraciones, de reciente apa-
rición, que proponían movimientos muy simples. Esta gimnasia sueca en familia Tenía yo quince años cuando nació el benjamín de la familia. Decepción de mi
obedecía al precepto de que, para estar sanos, hay que hacer gimnasia desde peque- madre que acababa de perder a su hija mayor y que no deseaba un quinto hijo
ños. Mi mirada se detenía sobre imágenes de niños yendo en trineo por la nieve, varón. Lo amamantó como a todos nosotros pero, ocupada ella de los “medianos” ,
cosas que nunca había visto. Eran como seres de sueño, paisajes de cuentos de me confió la atención del chiquito, de sus juegos, de su educación. Yo le conté
hadas. cuentos y leyendas inspirados en los grandes mitos. Pude observar con üué soltura
Me pareció maravilloso. El único deporte practicado por mis padres era la y júbilo naturales un niño pequeño desarrolla y anima una vida imaginaria que es
bicicleta, en vacaciones. T f W '1'* rrnl~'láli' 7“ 111.. |J,.realidad esencial del sueño despierto colectivo! "X*sus
En aquellas láminas todos parecían contentos: los niños parecían dichosos de ojos, los personajes de la mitología vivían entre nosotros. PaseánáoTo poL'eTJardín
correr en plena naturaleza. Mucho me hubiese gustado hacer otro tanto, yo que de las Tullerías,le mostré el Saona y el Ródano, representados como mujeres y hom-
siempre andaba con vestidos, calcetines, zapatos. ¡En esa época, los baños de mar bres, y él descubrió con placer que en la gran familia de los cursos de agua, los ríos
se cronometraban! son adultos y los afluentes, sus hijos, y para mi sorpresa recordaba muy bien sus
Realizamos cursos de gimnasia. Mi madre pensaba que se había quedado peque- nombres. Que un caballo tenga alas era perfectamente lógico cuando había visto
ña porque en su juventud no había hecho gimnasia. Su hermano y su hermana, edu- con sus propios ojos la estatua de Dada Pégase. Ya a los cuatro-cinco años adoraba
cados como ella, eran altos. . . ir al museo, porque en él reencontraba a sus amigos de la mitología. El mayor
Por mi parte, yo no la encontraba pequeña. Es curioso, tenía la talla de mi hija, castigo era privarlo del museo. Yo obtenía entonces una reducción de la pena:
que mide 1,51 m y que no me parece bajita. Pero ella sufrió por su pequeñez, “Iremos sólo una hora.”
mientras que mi hija no. El hermano que me seguía, Philippe, dotado de una preciosa voz, comparable,
Yo no concedo ninguna importancia a la talla de las personas, con tal de que se decíanla la de los niños de la capilla Sixtina, era el aedo de la familia. Amagaba
actitudes heroicas, interpretaba trozos épicos que él mismo había compuesto y en
alta ni bajita. los cuales yo reconocía palabras y expresiones de adultos que él había captado al
vuelo con un oído siempre alerta. En sus improvisaciones de ópera, sin duda a
151 causa del volumen sonoro, era más “criticado” por el entorno que nuestro hermano
I más pequeño, cuyo parloteo era no obstante fabuloso, porque ningún adulto le
estaba encima para encontrar su discurso delirante. Pero Philippe, ya muchachito,
sólo tendría que haberse ocupado de sus deberes y lecciones; cada tanto le rogaban
152
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Ella esperaba, como me dijo tiempo después, que me conformaría con eso, que
' -c rv V .
incluso este estudio me disgustaría. Por el contrario, me sirvió enormemente
después porque, por desgracia, los estudios de medicina no contemplan nada que
,V t5 desarrolle la destreza manual, la eficiencia gestual. En cambio, la enfermera aprende
0 1 |-t>í ¿ X
¡ l \ 0 € í> al servicio de los enfermos, “al dorso” del decorado hospitalario. Hay siempre una
puesta en escena cuando pasa “el doctor” ; sólo después el enfermo deja de defen-
que se callara, porque su canto molestaba y así el pobre chico se sentía humillado.
Gracias a que pudo dar rienda suelta a sus -incursiones verbales, Jacques, mi
der su prestancia, con el sufrimiento que lo aplasta, lo desanima. No es al médico,
hermano más pequeño, no tuvo ninguna dificultad para insertarse en el mundo extra- excesivamente aureolado de poder, o de saber, a quien la familia le expresa su
familiar, para llevar tempranamente una cómoda vida social. Mi hermano Philippe, angustia, sus dificultades morales o materiales, sino al personal asistente, y su in-
cuyo “lirismo” molestaba, sufrió la represión de sus dotes artísticas, por las que se quietud, su desasosiego respecto del tratamiento, del diagnóstico del m édico.. .
le reprendía.
reprendía Recuerdo
~ que tras la muerte de nuestra hermana improvisó un intermi- Para mí fue una excelente escuela que me sirvió mucho en mis primeros años de
y magnífico oratorio en tono menor acerca de un árbol fulminado. ¿Dónde
—ríáBTeyrna) vida hospitalaria médica.
iría a buscar el lenguaje épico del poema dramático que traducía inconscientemente Comencé mis estudios de P.C.N. (Física-Química-C¡encías naturales) en 1933.
el duelo familiar? Largos recitativos interrumpidos por lamentos modulados expre- Por entonces, ésta era la propedéutica de la medicina.
saban la desolación de todo el bosque, sus árboles, sus animales que.lloraban a su Allí conocí a Marc Schlumberger, el hijo de Jean, el escritor. Ingeniero en
compañero. Yo, sola ahora en el cuarto “de las chicas” , lo escuchaba cantar así prospección de petróleo en formación, pero ya psicoanalista formado en Austria
“una desgracia” en la habitación “de los pequeños” , con la puerta cerrada.. . para y luego en Inglaterra (había estado en la escuela de Summerhill), quería llegar a
no molestar a los demás. A m í esto me ayudaba a vivir. . . Y d_c._proa.tQel oratorio médico para practicar libremente el psicoanálisis en Francia. Fue él quien me dijo
sé interrumpía: la voz de un adulto había ordenado secamente al niño en duelo que que si quería hacer lo que yo llamaba “medicina de educación” , como le expliqué,
se callara. “ ¡No tieñes~cofáz"cün“Tq3aTa familia está tnste' y ül u n tan d o !" Y el debía estudiar Psicoanálisis.
ruño desdichado, culpable, se callaba. El artista, el sensible, era derribado como el Primero me sorprendí mucho, porque para mí, que había elegido el psicoaná-
árbol.. . felizmente el canto de su aflicción se reanudaba tras un momento, primero
lisis como materia optativa para el bachillerato de filosofía, se trataba de una rama
a capella, y después con el lirismo inocente de nuevas palabras de desolación. Yo
nueva de la filosofía, y yo quería ocuparme del desarrollo de los seres humanos, no
tenía doce años y lo encontraba valiente, pero él no lo sabía. No podía comportarse
sólo de especulación de ideas, por interesantes que fuesen.
de otro modo a pesar de los reproches y rezongos de que era objeto por parte de
¿Qué sabía yo del psicoanálisis? Por entonces se trataba de una disciplina que
los adultos incomprensivós.
sólo se había introducido en ciertos medios, y más en el extranjero que en Francia.
Creo que en vez de sofocar sin descanso, en nombre de su edad, de la razón,
Hurgando en la bibüoteca de mi padre, leí lo que se podía leer en francés, hacia
1924, sobre Freud. Para el examen escrito del bachillerato yo había hecho un buen
X* deber de filosofía clásica. En el oral, el examinador me interroga sobre el psicoaná-
relámpagos, destellos, fulgurancias sin cálculo, sin razón interesada, impulsos que
lisis. Yo le digo:
sTmaruTi?Rt‘an friera de las reglas del comercio—, la sociedad de los adultos debería
dejar a los niños la libertad de su lenguaje propio, para la expansión, no sólo de la - Es el tiempo y el espacio cruzados de la infancia que, siempre presente,
primera infancia sino también de la gran infancia. Cuántos bloqueos se evitarían inconsciente, vuelve en las imágenes de los sueños.
o al menos se reducirían. Pero para eso habría que dar vuelta el barco. Respetar las Era este sincronismo remanente lo que me había interesado, y no estaba tan
características expresivas de cada cual. mal. Expliqué al profesor lo que entonces había entendido del psicoanálisis: que
Al ocuparme de mHterffiáñito, descubrí hasta qué punto los niños se encuen- las asociaciones de ideas pueden hallarse también en el inconsciente y que, en el
tran en las fuentes del saber. Son seres que hacen las verdaderas preguntas. Buscan sueño, la actividad del soñar preservaba el reposo del durmiente que no está fisioló-
respuestas que los adultos no pí5e«r.~» liando lo s ^rtnltoc qinefen comprendet-a gicamente en condiciones de tener una vida de relación pero que la fantasea combi-
asi siempre, pira dominarlos. Deberían escucharlos_y, más a menudo nando el recuerdo del pasado real con sus deseos del momento. Mi exposición había
e lo que se cree, descubrirían que los niños poseen las claves del amor, de la espe-
divertido al examinador. Entonces abordó la pregunta inevitable en psicoanálisis:
ranza y de la fe en la vida mSTafla de los sufrimientos v. de los dramas familiares
— ¿Y el lugar de la sexualidad, señorita? ¿Qué piensa usted del pansexualismo
o sociales cuyas amarguras comparten, cada uno según su edad y sus dotes natu-
de Freud?
rales.
Así, pues, yo esperaba el momento de iniciar mis estudios. Dos años antes del
plazo previsto, mi madre me permitió estudiar enfermería. Acepté sin vacilar. Al 154
fin y al cabo sería una profesión, si los estudios de medicina resultaban demasiado
arduos, cosa que temía.
153
—Eso quizá no lo entendí muy bien, pero lo que me interesó sobre el dormir y
los sueños prueba que todo el resto también debe de ser muy interesante.
Discreto, él no insistió.. . Estábamos.
156
entonces bruscamente una suerte de fisura en su identidad, confundiendo el modo
de ideación de un adulto y de un niño.
Yo observaba que eran historias debidas al súbito eclipsamiento del sentimien-
to de identidad, porque resabios de la infancia habían resurgido en la vida de la
persona con ocasión de un incidente o de una prueba difícil. Y esto me confirmó
que había que ocuparse de los niños, para prevenir: hacer que se expresara lo que,
’ero en aquella época no rae daba cuenta, todavía no era analis-
no dicho, estallaría después. Esto se correspondía perfectamente con lo que había"
ta y por otra parte no rae apetecía nada llegar a serlo.
Entonces, ¿cómo me hice analista? comprendido durante mi propio análisis. Pensé en la aplicación del psicoanálisis
Uno de mis jefes de externado, el profesor Heuyer, quien militaba por la evolu- a la prevención de enfermedades. Al comienzo, partí de la aplicación de la medicina
ción de la psiquiatría y además era muy reticente respecto del psicoanálisis, me ins- a la prevención de los trastornos caracteriales y sociales en familia, debidos al
tó a que hiciera mi internado en los hospitales psiquiátricos, en vez de los hospita- desconocimiento del médico respecto de acontecimientos afectivos que provocaban
les de París, que en esa época se llamaban asilos. Estaba preparándose el concurso síntomas físicos funcionales no reconocidos como tales y tratados como auténticas
para el Internado de los asilos departamentales (era el del Sena). enfermedades. Los acontecimientos causados por la guerra me habían enseñado
mucho, en mi medio social limitado, pero el hospital y el asilo psiquiátrico me
Tuve oportunidad de hacer un reemplazo de interna en un asilo cercano a París, demostraban que la neurosis era un problema de todas las capas sociales.
en el servicio de mujeres. Ahí se lo pasaban abriendo y cerrando puertas con un Para esa época, fue una suerte increíble haberme psicoanalizado de joven por
pesado manojo de llaves. En este estado carcelario los pensionistas permanecían alguien que no manipuló nada de mi interior, que me dejó ser como era. Cierta-
en una inactividad total. Era dramático. El aspecto relacional estaba ausente.
mente, debo a esa especificidad el no haber tenido ideas preconcebidas ante los
Había un interno por cada mil o mil doscientos enfermos, y no existía un personal
niños a quienes atendía. Posteriormente, madre yo misma, me proyecté, como
hospitalario formado. Nosotros recibíamos los ingresos cotidianos: muchas demen-
lo hace toda madre, en mis hijos, pero seguramente no con la misma inquietud de
cias seniles, pero también mujeres de edad mediana en período de menopau-
actuar bien o actuar mal, no con la misma angustia ante sus sufrimientos, ante
sia, algunas que habían ejercido un oficio, jóvenes amas de casa —súbitamente deli-
dificultades que habrían sido mías si no me hubiese analizado, pero con mis hijos
rantes con ocasión de una decepción o de una situación difícil, o de un duelo-
nunca reaccioné ni como médico ni como psicoanalista, al menos conscientemente.
habían caído en un estado depresivo. Y muchachas con alguna frustración amoro-
¡Yo sabía que no sabía!
s a .. . o después de un aborto, muy culpabilizadas.. . Recogidas en la vía pública,
El lenguaje de verdad es salvador pero terrible, porque hay que aceptarse tal
enviadas en tránsito a la enfermería especial del depositó, eran colocadas en un asilo
como uno es con humildad, uno va hacia lo que le es esencial pero sin estar orgullo-
de la periferia. También se enviaba a la periferia enfermas que, internadas en Sainte-
so de sí mismo. El sufrimiento de estar asociada al deseo de perseverar en la exis-
Anne, no recibían visitas. A su llegada, se les suprimía faja, medias, zapatos,
tencia, sin razón lógica, y reconocerse, va siendo soportable poco a poco. Vivir es
cepillos, peines ( ¡para que no se hicieran daño!). Quedaban sólo con una camisa y
día tras día estar con los demás y edificar algo. De mi análisis nació el deseo de ser
un vestido largo sin cinturón. Ningún objeto en las manos ni nada para hacer. Joven-
auténtica, pero de ninguna manera el de hacerme yo misma psicoanalista. Acabé
citas mezcladas con dementes seniles. Una muchacha de mi edad se desesperaba, al
siéndolo p o r.. . la demanda social, me atrevo a decir. Al empezar, me Ocupé de
ver a todas esas mujeres trastornadas. Cada quince días había que llenar hojas de
algunos adultos neuróticos que estallaban de angustia, enviados por los psiquiatras
prolongación de internación copiando las precedentes, sin tiempo para hablar
y que otros psicoanalistas no querían porque eran personas que ya no trabajaban,
con la enferma, sin averiguar lo que la había llevado a su descompensación.
que no podían pagar. Porque, en todos los niveles socioeconómicos, la neurosis
Encontré esto tan abominable que me decidí a intervenir por el comienzo: hay que
amengua los intercambios hasta el punto de ser (o sentirse) rechazado de los vivos
trabajar con los niños. Ante el esnanto y la imposibilidad de hacer algo con los adul-
que se comunican. Comunicarse de nuevo, aunque sólo sea con una única persona
tos porque es demasiado tarde, me dije: ¡liav que ocuparse.de.lus niños, antes-de
que auténticamente escucha, sin saber ni poder, pero en un contrato limitado en
que lleguena~esto! Eñ este estadio, le compete a la medicina general pero iluminada
tiempo y espacio, esto sostiene a la función simbólica para que se reanime, a la vida
por el psicoanálisis. Eso es lo que había que hacer.
para que se reanude. Hice así mi aprendizaje al mismo tiempo que concluía mis
Me daba cuenta de que, cualquiera que fuese su gravedad psiquiátrica, todas estudios de medicina. En la consulta de pediatría del hospital Bretonneau —medi-
esas mujeres, ya sea a propósito de~süFaIñcinacione?~tndg~tmrama'rgúra reciente, cina de niños—, el Dr. Pichón me situó exclusivamente como asistente de psicotera-
habláBü T d e su primera infancia. Hav que “ayudar, me dije. a~estós~séres a hablar pia. Pipí en la cama, insomnios, pesadillas, problemas escolares y caracteriales. Para
de ella antes de que se descompensen gravemente, para que esos restos reprimidos
de la infancia puedan expresarse y no se despierten, irreconociblesTlxm ocasion
de una
el bebé que deseaba, o que ha perdido un ruño, puede reproducir la angustia de su
madre, ¡a quien le ocurrió esto cuando ella tenía tres o cuatro años! Presenta
escribir mi tesis, yo había retenido dieciséis casos. En esa época pensaba que esto
podía interesar al personal médico, y edité mi tesis por cuenta del autor. No podía
sospechar que, treinta años después, el mismo texto llegaría al gran público.2 La
primera tesis de medicina consagrada al psicoanálisis poco antes de la mía, la de
Schlumberger, era un estudio psicoanalítico de un sueño pivote en el análisis de un
adolescente depresivo que se curó, el famoso sueño de la taza rota. La mía, presen- el dej^pádre que lo había solicitado empeoraba. Los niños nuni-a rlpgpqnjlíhran
tada en julio de 1939, tenía como tema de estudio “El complejo de castración” . orque los padres mejoran; es al contrario; siempre son los padres los que, se
Era ese conflicto estructurante dinámico inconsciente que Freud llamó así porque desequilibran cuando el niño mejora. Esto nos llevó a decir, en ciertos casos, sobre
se trata de la angustia ligada en todo niño al renunciamiento a la realización del toHfTerfconsultas privadas y no en el hospital de niños:
incesto, a su adaptación a los imperativos de la realidad, el sufrimiento, la muerte, —Primero comenzad vosotros, padre y madre, a venir a hablar cuatr.o-Q-cinco
así como a la aceptación de la impotencia humana de los adultos. El paso a la edad veces, con o sin vuestro hijo, a fin de que se entienda lo que le sucede al niño y lo
del juicio, se decía antes del psicoanálisis. Esta tesis la dediqué a los pediatras llama- que os inquieta a vosotros, y de que comprendamos deque sufre.
dos a atender los trastornos de este sensible período. Así fue como unas veces atendíamos a los padres y otras seguidamente a los
Llegó la guerra y todos los niños de París se marcharon al éxodo. Se temía niños; en otros casos incIus6, él padfe hablaba un poco y decía:
que cayeran gases asfixiantes sobre París. Entre octubre de 1939 y octubre de 1940, —Yo no ando b ie n .. . El niño está bien ahora.
se cerraron todas las escuelas primarias y los hospitales de niños. En aquel Entonces yo decía:
momento, las mujeres médicos fueron requisadas, por la Orden de los médicos que —Yo sigo con su hijo, y usted acuda a otro por usted mismo.
acababa de constituirse, para formar equipos volantes encargados de controlar la Los terapeutas ya habíamos advertido que era pernicioso que el padre se
salud y detectar a los niños enfermos entre los llevados fuera de París. Estos recorri- tratara con el mismo psicoanalista que el niño; era como si, en er inconsciente del
dos duraron sólo lo que la “guerra fantasma” .* Cuando los alemanes ocuparon la psicoanalista, éste pasara a ser el “ referente sabedor” ilusorio, tanto de la madre o
mitad norte del país y se organizó la vida bajo la ocupación, los servicios pediátri- del padre como del niño. Así pues, preferimos dar las señas de otro psicoanalista
cos de los hospitales volvieron a funcionar y fui encargada de consultas de niños en para aquel que, secundariamente, tiene necesidad de tratamiento. Yo puedo dar fe
el hospital Trousseau, al tiempo que, en Boulogne, sustituía a un generalista. Pero, de los inicios del psicoanálisis en Francia. ¡Pero cuando vemos lo que es ahora! Por
poco a poco, tuve las suficientes demandas como para hacer sólo psicoanálisis de todas partes hay psicoterapeutas de niños, “psi” listos para manipular y recuperar a
adultos en mi casa. Acabé dejando de prácticar la medicina general para ser tan m niños en lo social, reeducarlos.. . en lugar de permitir a un niño ser lo que es,
sólo un médico de la relación hablada, tanto con los niños como con los adultos. det~erfíTÍTlafse en~élácmn con el medio que lo rodea manteniendo su confianza en
Siempre trabajé en consultas ho*pitalarias-p!lra-ninrt< Y si? mismo y en el séñtidode su vida. Advertimos que la escuela tampoco es para
Los padres v e n ía n a qiuqsrw -dp pip í en )a cama, de retraso mental, de retraso
mucKoTmnos lo que debe ser; en la mayoría de los casos los niños tienen serias
escolar, etc., y yo veía al niño sin los padres. Y luego, poco a poco, me percaté de dificultades parasaiir a umsotnñTFf escuela tal como es, desarrollando al mismo tiem-
que los padres se desequilibraban cuando sus hijos mejoraban.3 Así que había que
po alegría de vivir y sentimiento de su libertad creadora y lúdica. Se ha considerado
hablar con los padre», nr^pocoj sin que-fuexa-tealmente una terapia para ellos, va
bueno crear pedagogías especializadas. . . ¿por qué no? La sociedad se modifica, y
~ q a e ^ n ^-a4a-eorisñ{t5~dé un hospifáLde-ntños. ¿Y qué observé? En viertes-casos.
la espuela oue_p.ertrecha a los niños para la vida debe cambiar. Pero, en mi opinión,
(gráñTóT padres Jos que enfermaban^ sus hijos^en otros, el daño estaba hecKoTunos
o.,q.ui^av--que--feggr~e5~-a~una--PifiyencÍQn mucho_más profunda.de la relación
■'ytJRus-airiiSíján' IIrtIrSf-el'estado'del'flífró én tratamiento mejoraba, constataba que
, (b
padres-hijos, hijos-sociedad de los adultos, gracias al descubrimiento de las leyes
dinámicas deHnctmsHéTnftfrLiT psicología de los procesos conscientes ha desarro-
* Psychanalyse et pédiatrie, Ed. du Seuil. ' llado una finalidad de sociedad que acentuó el espíritu de imitación y el instinto
* En el original, dróle de guerre, expresión con que se denomina a la primera gregario que tiende a reencauzar todo lo que parece desviacionista. En consecuen-
fase de la Segunda Guerra Mundial, debido a la calma que reinó entonces en todo el cia, hay que definir para todo la norma. Lo cual no puede significar una expansión
frente francés. [T.] para el pequeño, sino más bien una regresión, si se lo obliga a ser o parecer lo más
3 Extraña consecuencia inconsciente de su satisfacción consciente. Fenómeno cercano a la norma en vez de sentirse motivado para expresarse para un placer
dinámico positivo, análogo a las “resistencias” en las curas de adultos. compartido con los otros motivados como él. Cierto es que esta trivialización del
'Sicologismo en SÍ no es regocijante. Hoy Se sabe lo im p o rta n te que es rnmnnjrargp
159 ventilaL-emocioftes-iTiediaTTteÍ3-&xpresión_a algiiiem ljjmiaqrsicoanalítú&a-ayuda a
poner jralahras-e*-lo que se yive. Cuando tiene “palabras para decirlo” , para tomar
h P jC ? ') la expresión-de Marie-Cardinale, el niño que está ligado a los padres y que es detec-
tor de éstos, no necesita, con perturbaciones, traducir_que él recibe v padece los
efectos de aquello que su madre o su padre sufren y que él percibe. Cuando la
160
mos habían pasado inadvertidos; trastornos de salud o de relación repetidos, debi-
dos a la angustia pero que se atribuía a causas orgánicas o a caprichos caracteriales.
Así, pues, era en la edad de la crianza, de la primera educación, cuando había que
vigilar y prevenir las neurosis, y descifrar el sentido de esos trastornos repetitivos
en los que se agotaba la energía de comunicación y del corazón a corazón.
Médico de educación: también puede significar que hace falta un médico para
madre puede decir con palabras sus angustias, el niño recibe menos el impacto dese- reparar los errores dje-una-ethir.;ir:ión q¡ie~~p«ede. hacer más mal que bien. Y cuando
quilibrante y, con eso, m ejora.. . Es verdad, y se lo advierte en los niños pequeños. yo •pensañá'^ducaciói), no pensaba en tal o cual sistema consciente pedagógico,,sino
Mientras que muchas personas estén formadas en la escucha de los otros, es algo en las interrelaciones inconsciente »» «»«■'■jjjHn nnvUil ’
deseable. Pero manipular o culpabilizar a los que no están dentro de la norma es ----- La iñterrelación de los adultos sobre los niños, y viceversa, induce patología o
hacer más daño que bien. No es mejor agobiar a los padres que sufren del fracaso salud. Hay que trapaiar por la comprensión v por el saneanúemtTdelisías relacío'ñes.
de su hijo para la felicidad.
Ayudar a los niños a comprenderse, o a los propiospadres, no era la psicop’edago-
—“Es culpa suya.”
gía^que me ínteresaba/TisiTpüEsr'ñóTñás internado eiTlbs asIloTsmoTráBajó en los
Tal vez sea obra suya, pero no su culpa.
gabinetes de "consulta; la pediatría, pero orientada hacia las dificultades caracteria-
Es terrible esa culpabilización que se ha inoculado a la pareja en nombre del
psicoanálisis, pues la pareja, desde Adán y Eva ya había acusado bastante el les, psicoafectivas, famihares o sociales, los desórdenes funcionales innumerables
de las consultas de niños y adolescentes.
golpe. En realidad, es una mala aplicación del psicoanálisis, una perversión (incons-
ciente) de la utilización consciente de los descubrimientos de las leyes de la diná- Hasta la década de 1950, en los servicios de pediatría franceses la mirada del
mica del inconsciente. psicoanálisis no se posaba todavía sobre los recién nacidos. Las pocas personas que
En la época en que redacté mi tesis de medicina, nadie nos enseñaba un intentaban comprender los altibajos de los lactantes, sus rápidas recaídas, sus súbi-
enfoque específico de los niños. Yo no sabía “ocuparme de niños” . Quizás fue tos restablecimientos, las variaciones llamadas “imprevisibles” de su estado orgáni-
mejor. En lo tocante al psicoanálisis, todo estaba aún por descifrar. Yo avancé co, participaban de un enfoque intuitivo pero no tenían la ayuda del psicoanálisis,
paso a paso, con una técnica de psicoanálisis muy clásico pero obedeciendo a mi que apenas comenzaba a ganar derecho de ciudadanía para la gran infancia. La
intuición. La señora Morgenstern4 había comenzado a despejar el continente negro señora Aubry 9, sin ser psicoanalista, descubrió que el niño expresa bonanza o males-
de la infancia demostrando que un ñifla., bloqueado inclusive, seexnresa cuando se tar psicoafectivo con su tubo digestivo, y que una atmósfera de tensión provoca
le facilita un medio de comunicación no codificado por el adulto, como el dibujo. trastornos digestivos. Sus trabajos marcaron un giro decisivo en la pediatría fran-
Freud, enelcasodeT uanito, no se sirvióHérdíbujo.Se- átenía á ia palabra aei padre cesa.
de Juanito, el niño fóbico. Lo que él analizó, más que al propio niño, fueron las En la asistencia pública había observado niños rechazados por sus nodrizas
proyecciones del padre y sus fantasías, en fin, aquello que el padre recordaba de lo porque vomitaban. Se los recogía en una guardería hospitalaria donde se los resta-
que su hijo le decía, que no es lo mismo. La señora Morgenstern, formada por blecía fisiológicamente. La pediatra responsable, al dejar su servicio al mediodía,
Freud, psicoanalista de adultos, que también trabajaba en París, tomó la iniciativa dejaba a los niños en perfecto estado. A las 2 de la tarde, la llamaban de urgencia
de dar papel y lápiz a niños que no hablaban pero que tenían por lo menos cuatro por toxicosis o diarrea verde.. . Ella llegaba inmediatamente, hacía analizar las
años. Si rompían su mutismo, si su estado parecía mejorar, ella no iba más allá deposiciones, veía que no había infección.. . Preguntaba qué había sucedido cerca
en análisis. Ella no hablaba, o muy poco., con los padres. No se sabía hacerlo con los de este niño. . . Entonces se descubría que el bebé había enfermado después de ser
más pequeños. Yo, por mi parte, intenté avanzar más con ellos, hablar como con los testigo de una disputa entre su cuidadora y la supervisora. El médico decidía darle
adultos, buscando observar y analizar la transferencia en la relación del asistido al otra vez un biberón, cuyo contenido se iba inmediatamente en forma de diarrea;
asistente. Asistente en pediatría de lactantes, me di cuenta de que reaccionan ante darle un biberón m ás.. . y finalmente, llenando, colmando el tubo digestivo del
nuestras expresiones. Y de que sus estados somáticos son respuestas a cosas recibi- niño, se lo dejaba fuera de peligro. ¿Por qué, de un estado no infeccioso, pasaba a
das en casa. Es su modo de lenguaje. Conté esto en mi tesis. Era algo enteramente síntomas de infección grave? Porque estaba exacerbado su peristaltismo; el niño
novedoso. Procurar expresar, verbalizar esta interacción era establecer una comuni-
cación con el ser humano, más profunda de cuanto se había hecho hasta entonces.
Era el estudio de la transferencia, inaugurada por Freud, pero aplicada a las curas 5 Jenny Aubry, pediatra en hospitales, luego psicoanalista tras su viaje a U.S.A.
de niños. Yo detectaba entre las neurosis infantiles algunas cuyos inicios precocísi- en 1945.
162
4 Su familia judía, que había quedado en Polonia, fue deportada. Fue la primera
psicoanalista freudiana que se ocupó de niños. Se suicidó, a los setenta y ocho años,
el día de la entrada de los alemanes en París.
hablaba con su tubo digestivo para situarse en el nivel de tensión del clima afectivo
de su matemante, estaba al unísono con ella, como un niño de doce a dieciocho
meses llora porque su madre llora, y está contento si ella lo está. Estimulado por la
intensidad verbal y emocional de la persona que se ocupa de él, un bebé de pocas
semanas reacciona mediante un peristaltismo sobreactivado que le hace marchar en
vacío, tras haber expulsado él contenido del tubo digestivo. Al principio no hay
muy pequeños, hasta a los recién nacidos, como a seres de lenguaje. Mientras yo me
infección. Entonces, si le llenan el tubo digestivo, se da a éste algo que triturar, que
aventuraba por esta senda aún poco segura, de búsqueda hacia la prevención precoz
manipular, y la ocupación de esta sobreactividad calma al niño, sobre todo si se le
de las neurosis, y por la del psicoanálisis precoz, mis colegas acumulaban paciente-
habla de lo que él está expresando. Poco a poco se restablece el orden. No hay más
mente sus reproches. Y después, cuando tras algún tiempo el nuevo enfoque
diarrea: la mucosa ya no está infectada. Antes de que se comprendiera este proce- comenzó a interesar a jóvenes colegas y quise dirigirme a ellos, la Sociedad Interna-
so dinámico reactivo, se ponía al niño a dieta, a beber sólo agua, se “vigilaba” . cional de Psicoanálisis —estábamos en 1960—me excluyó, considerándome persona
Esta alimentación forzada no fue todo. Tiempo después se experimentó un
non grata.
tratamiento por la relación hablada que explica al bebé y al adulto asistente su
El destino me favorecía, porque esta exclusión me hizo un gran servicio. Podía
simbiosis funcional simbólica.
trabajar con entera libertad. Los responsables de la_Sociedad-Ln-ternacional dieron
Cuántas veces no habré visto a la madre reír entre lágrimas y decirme:
tres razones para mi exclusión:
— ¿Usted cree que él puede entender?
1. Es usted una intuitiva, y en psicoanálisis esto es inútil y hasta pernicioso.
En la época en que la señora Jenny Aubry descubrió que un clima de tensión
2. Personas que no la conocen hacen una transferencia salvaje sobre usted.
provoca trastornos digestivos en los lactantes hospitalizados, se ignoraba que era
3. Las ideas sociales que se esconden detrás de su búsqueda de prevención ¡nos
posible tranquilizar al niño angustiado acunándolo. ¡Acunar a los niños era un parecen sospechosas—de_c©munismo!'Es peligroso para jóvenes analistas tomar
método campesino retrasado! Las camas estaban fijas porque no se había previsto contacto con usted, aunque por otra parte "sepamos que conduce usted curas ente-
que se debería mecerlos suavemente. Ahora bien, acunar a los bebés es ayudarlos ramente clásicas. Usted les da ideas.. . Hay que inculcar un método. La investiga-
a reencontrarse imaginariamente en el vientre de su madre, y es, por tanto, un rease- ción para después, quédese con nosotros y publique, pero no forme más jóvenes.
guro apaciguador. En conclusión, se me pedía que renunciara a comunicar oralmente mi trabajo
Yo tuve muy tempranamente la intuición de todas estas cosas, pero carecía si quería permanecer en la Sociedad. Mis pares manifestaban a mi respecto las reac-
de “las palabras para decirlo” . Cuando era estudiante de medicina, este enfoque era ciones de defensa que el adulto tiene frente al niño que representa el peligro para el
todavía insólito y sólo había pocos “originales” que daban importancia a la angustia orden admitido vigente.
de los bebés, y además había mucho que hacer con los niños en edad escolar, que f ;.^ íé~ténia'yó"d'étarrlfrq'uietante'L
hablaban, farfullaban, tenían tics, robaban, tenían pesadillas, se fugaban. Con los preconizaba el abandono de la medicina que yo llamaba veterinaria, tal como
rrecoñ
trabajos de Piaget, las evaluaciones del nivel de inteligencia estaban-a la orden del la veía practicar cuando se trataba de niños. Preconizaba el abandono del amaestra-
día. Importaban la conciencia, la memoria, el juicio, el contraste del vocabulario. miento durante la primera edad, sustituyéndolo por el wqwto dehido a un ser
Y los trabajos de Montessori, Freynet y tantos otros conectaban con las conclusio- humano receptivo del lenguaje, sensible, igual en algo sutil y esencial al adulto que
nes de los contrastes psicotécnicos, el papel de la relación con los maestros, de la éTcontiene v prepara, pero que es impotente para expresarse mediante la palabra,
confianza recíproca, de la curiosidad personal de cada ser humano librado de la que se expresa reaccionando con todo su ser a las alegrías y a las penas de vivir de
competitividad, el respeto del camino y del ritmo de cada uno por los demás. Enfo- los seres de su grupo familiar, alegrías y penas que él comparte a su manera. Yo
ques todos ellos muy distantes del psicoanálisis. En realidad éste era mal visto por quería hacer comprender el valor estructurante de la verdad dicha en palabras a los
esos medios, pero yo, que pensaba como una psicoanalizada joven, apasionada, niños, incluso a los más pequeños, concerniente a los acontecimientos en que se ven
encontraba muy interesantes aquellos trabajos, y con la comprensión psicoanalíti- implicados, lo que sucede y modifica el humor y el clima familiar, en vez de escon-
ca intentaba esclarecer la andadura de los niños mediante estas técnicas pedagógi- dérselo. Yo preconizaba responder verídicamente a sus preguntas, pero también,
cas, asociadas al deseo vivificante de maestros comprensivos. y al mismo tiempo, respetar su ilogismo, sus fabulaciones, su poesía, su imprevisión
Para m í lo más difícil era no permanecer aislada, como una “original” que también, gracias a los cuales —aunque sabiendo la verdad de los adultos—se preser-
habla sólo para sí misma. Lo importante era no acelerar excesivamente las cosas, vaban el tiempo que les es necesario por la imaginación de lo maravilloso, los dichos
pero no obstante convencer a los médicos jóvenes de que se dirigieran a los niños mentirosos por placer o para escapar a una realidad penosa (si varios creyéramos
una mentira. . . ¿no sería entonces una realidad?). Lo verdadero tiene varios niveles
163 según la experiencia adquirida. Cada edad sólo puede construirse desde el saber, por
su experiencia. Pero todo saber no es más que una escisión entre una pregunta a la
I que él parece responder y otra que busca respuesta.
Yo trabajaba, sí, de manera “clásica” , como psicoanalista convencida de
164
I
165
)
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S*u ¿rv^c> r~ s
6 t
V CorN^rcW/ f e l t ó ^ ^ r ^e/\¿r ( [ ¡)o^^>0 p;
lugar. “Mira que eres desordenado.. . el día en que estés dispuesto te ayudaré, pues
hay que ver lo difícil que es andar por tu habitación y encontrar tus cosas.. .”
Es preciso, claro está, esperar la demanda: “ ¡Mamá, ven!, no puedo encontrar
n ad a .. . ” Entre ambos ordenan todo y acuerdan volverlo a hacer cada quince días
o cada tres semanas. Se ocupan de este arreglo con ímpetu y alegría, mofándose el
uno del otro por sus manías o sus pequeñas torpezas. Las madres y los padres tienen I
tantas como los niños. Cuando las comidas son tranquilas y agradables, los niños se Capítulo 3
ponen a la mesa porque esto es más diverdito que quedarse solo,se habla de todo.
Pero si es para forzarlos a comer lo que no quieren, se les induce rechazo. “ ¡Qué LOS NIÑOS DE FREUD
mal saben estos huevos con salsa!” “Pues bien, si prefieres huevos al plato, ház-
telos.” Y los niños se los hacen, ¿por qué no? Nunca impedí a mis hijos hacerse
huevos al plato, ni comer únicamente lo que querían si ese día no les gustaba lo que
yo les servía. Y se poníanJa_ma£-d£ contentos. Hay que decir que desde muy peque-
ños se habituaron a-sgfaut ónomos^ o bien les apetecía. Yo no conocí esas presio-
nes, esos chantajes de niños de los que se quejan tantas madres: “Si no me haces
un mimo, no como” , o: “Si no me das un beso, no me acuesto” . Es tan sencillo'
rdecir “Si nn te quieres agostar no lo hagas; nosotros sí nos vamos a acostar” .
En casa esto no duraba. “No estásobligado a acostarte si no tienes sueño; nosotros
teneiaaj sügftt¿’^Mo-he tenido que repgSie-ttegvgcies.
Pero preciso es decir que la mejor de las preveñcttmesjio impide las cnfcmicda-.
Se manifiesta actualmente una actitud de rechazo en ciertos escritores, sobre
des, los accidentes, el sufrimiento, la muerte de los seres que nos son queridos. Hay
todo mujeres, que desearían romper sus lazos con el descubrimiento de Freud, lo
fracasos, hay duelos. Hay sobre todo períodos sensibles que hacen que determinado que retuvieron de ese descubrimiento, sin haberse analizado. En sus novelas aparece
niño reaccione con violencia o “encaje” , sin demostrar nada en el momento de este leitmotiv: “Hay que deshacerse de la imagen paterna y de la imagen de la
los sucesos que marcarán toda su vida o que, en apariencia olvidados, entrarán en m adre.. . Hay que matar al padre mítico y a la madre mítica” ; a primera vista no
resonancia con las pruebas ulteriores. Una zona de fragilidad o varias devienen, con parece del todo contradictorio, ya que, de hecho, lo que el psicoanálisis revela es la
la edad, zona de fractura. Una cosa es perfeccionar la crianza y educación de los necesidad, para ser, de superar, de liberarse, y por tanto de “matar” al padre y la
niños, y otra muy distinta emprender la cura de las neurosis y psicosis ya instaladas, madre imaginarios. Pero al fin y al cabo lo que estas mujeres quieren decir es que
organizadas en los niños. hay que desembarazarse del concepto del Edipo y entablazxelaciones-nuevas-con los-
También en medicina tenemos la higiene pública familiar, las vacunaciones, la niños y también con sus padres, relaciones que sean, dicen ellas, mucho más cáli-
das, relajadas, menos conllictivas, etc. ¿A qué obedecerá esta reivindicación, este
erradicación de ciertos flagelos para la salud, pero subsisten enfermedades cuyas
aíájL-dge^i^IE nttB nF _dFTó3i- esta conquista cultural como si fuera una suerte de
víctimas presentan trastornos reconocibles. Si a veces se ataca directamente la 'TOntficionamientofNpe la misma manera, al parecer, durante cierto tiempo las
pululación del agente microbiano patógeno, esto no impide que, aun en este caso, Teminictnc irrihTaron como caballo de batalla el argumento de que el dolor de parto
las secuelas de esta enfermedad deban ser tratadas diferentemente según cada per- no tenía otro origen que el reflejo condicionado, pues la tía o la abuela habían
sona. Lo mismo en cuanto a muchas consecuencias de desórdenes microbianos. dicho: “Ah, querida, sufrirás al parir, etc.” , y concluyeron: En realidad, todo el
destino de la mujer, incluso sus visceras, etc., son finalmente un inmenso cuento
multisecular que nos ha condicionado. Y sostienen que es posible liberarse de todo
este fárrago y crear a la mujer nueva. Ahora se habla de la nueva madre, del nuevo
padre, del cambio de las relaciones eñtre hijo y padre y madre.
168
)
En este sentido ha habido excesos. Una moda expulsa a la otra. Se digirió mal
toda la literatura muy mal teñida de freudismo, por lo cual ahora se tiene la impre-
sión de que hay que liberarse de la hipertrofia del Edipo.
Ahora bien, la lihualiifa no puede más que ser narcisística, ya que sólo escriben
personas que sufrcá de deseos que no pueden satisfacer y que los satisfacen escri-
Negar su existencia no prueba que no exista y que podamos sustraernos al biendo sus fantasías.
Edipo. Para hacer que un hijo mate al padre mítico basta con que, según va crecien- Hay una auténtica inflación de los recuerdos de la infancia. Todo el mundo
do, el padre sea verdaderamente real. El niño no necesita tener uno mítico, porque escribe sobre su infancia imaginaria y la da por autobiográfica. Puede que esta moda
el padre está verdaderamente ahí. ¡Qué error cometen muchos intelectuales a quie- cree un efecto de saturación y conduzca a novelistas carentes de otras novedades a
nes se dice “liberados” al hacerse llamar por su nombre! Que los adolescentes dejen buscar otra cosa, con el riesgo de caer en el exceso inverso.
de decir “papá” como los bebés, y digan “padre” , esto es indispensable, y si el Lo malo está en que no se escribe buena literatura haciendo psicoanálisis como
padre lo llama “hijo” , se afirma como el padre real. Para matar al padre mítico tiene se haría novela histórica o novela de tesis. El gran novelista lo hace sin saberlo.
que haber más realidad paterna. Y, para robustecerla, es enteramente inútil e inclu- Inconscientemente. No hay nada más. La comedia humana es una descripción dfe
so contraindicado negar la relación genética, y por ella el poder de desilusión de uno Ja dinámica del inconsciente de los huiIlaiiusvRtíléamijs Piel de zapa, Las ilusiones
respecto del otro; el joven toma a su padre como su modelo, y el padre toma al pefíHdas, Esplendor y rhiseruiiie las cortesanas, Padre Goriot. . . Asimismo, Zola y
hijo como representante de su genitud. Es narcisismo compartido. Si el hijo triunfa, ciertos autores que han contado sagas de familia, como Jules Romains: son exposi-
él está orgulloso de su semen. Pero si el hijo se encuentra en una situación de fra- ciones psicoanalíticas. Y también la historia de i.-P. Chabrol sobre los hombres de
caso, se siente impotente. Como si haber traído al mundo un niño que a sus ojos no 1935-36: las crónicas regionales son una iniciación en el juego inconsciente de las
es válido significara que él es un impotente genital. Piensa: “He hecho una mier- influencias recíprocas en la vida, en la muerte, en la enfermedad, en las delincuen-
da” . Esto es lo que ocurre con los padres que no están satisfechos con su hijo: cias y los éxitos sociales, de todo lo que hoy se clarifica gracias al psicoanálisis.
cuando no marcha bien en la escuela, el niño recibe la angustia de sus padres. Si quisiéramos analizar estas obras psicoanalíticamente, encontraríamos verda-
“Todo el mundo ve que soy un pobre tipo, porque mi hijo es un pobre tipo.” des, y muy pocas veces errores. ¿A qué se debe esta exactitud? A que se trata de
No se anulará esta relación narcisista y edípica porque el chico llame a su progeni- auténticos novelisías que no presumen de entender las teorías analíticas, y que se
tor “José” en vez de “padre” o “papá” . La misma relación se deja ver entre ense- conforman con describir finamente, con marcada receptividad, relaciones de deseo
ñante y enseñado: el profesor se pone furioso si tiene un mal alumno, ya que este y de fuerza pero sin por ello advertir sus interferencias. Son juegos practicados por
fracaso significa que él es un mal profesor, sobre todo si percibe que, por lo demás, debajo. Si sobre una tierra árida aparece una vegetación, es porque hay corrientes
el chico es un niño inteligente. “Inútil” , “sin futuro” , escribían los profesores del de agua subterráneas que no se ven. Toda la geografía de la superficie se explica por
joven Einstein, mal alumno, inconformista. el subsuelo. Y es simplemente esta “profundidad del ser” lo que el psicoanálisis
Tratar de imaginar un poder sobre el otro que no corresponde a su deseo es esclareció al analizar, en la época marcada por el desarrollo de los niños, los encuen-
una condición del ser humano. Este límite al poder da origen a nuestro sufrimiento. tros significantes, vitalizantes y desvitalizantes de las ideas y las emociones, o de las
El psicoanálisis aporta una lucidez nueva sobre la verdad de los lazos entre engen- percepciones y las palabras que las validaban.
drados y engendrado res. Pero, en lugar de aceptar esta verdad, las personas quieren El psicoanálisis está, avant la le jlr e ^ rrEsquiJo y en Sófocles.
negarlas y ahorrarse el sufrimiento. Sin embargo, hay que pasar por él. Un padre Si Freud tomó de ellos el (complejo de Edipo^gs porque_es-eterno.-,. sn aporta-
o una madre no pueden evitar sufrir ante su impotencia para dar al hijo lo que éste ción original es haber hallado. noTuiT ladtu~mrerigvés y. ñor el otro un método para
pide, o lo que ellos creen que él p id e .. . Quisieran, de una manera absoluta, que su c que Tas mutilaciones, las aberraciones, los frenos nuedan hablándose restablecer
hijo los Satisfaga, y es absolutamente preciso que experimenten esta decepción. Al á~véces la diriánnca de un individuo a su servicio. Eso es to d o . Pero no cambió
principio actúan como si fuera un ser que hay que modelar. Sólo el sufrimiento les la realidad ae tos hechos. El psicoanálisis,“como la ciencia, no hace más que descu-
enseñará a respetar el hecho de vida que este niño encierra. brir lo que existía antes y que aun-fK»-s£-sahía, ¡Q ueno se diga que esto culpabi-
En la reacción de las novelistas de marras, lo sintomático es que las exaspera nza1~Bsto~mas bien descufpabiliza, ya que, como se puede prevet,_d£spi£xta~un sen-
la influencia, que sin duda han experimentado personalmente, del padre en la vida
tido dé'respoñsabihdaa, pero no~(ie c ulpabahdad en el_ssn*idf>-rifc.“He actuado mal” ,
de una mujer. . . Si desearan al menos que, por el cambio de la sociedad y por el ¡nrd .Poqnr^HIaa vprHaíj |fo~Ts~lo mismo que saher qne_se.Jha cometido lina falta. /
hecho de tener intercambios más verídicos, más vivos, el padre mítico resulte en ese
Con ello se sale de un estado de ignorancia para entrar en un período de indagación. ' ”'
momento dominado, borrado por el padre real. . . Es justo desear ver a las genera-
ciones un poco menos cautivas de aquella influencia. . . Pero negar el conflicto y
170
pretender suprimir el sufrimiento es una ilusión peligrosa. Así como es patológico
agravar sistemáticamente (a ejemplo de Hervé Bazin) la lucha entre padres e hijos
con el pretexto de que existe.. .
169
)
Nunca se sabe cuál es el comienzo. Puede haber sido en el siglo XVI, un abuelo
o una abuela incestuosos. Uno lleva consigo todo eso, y a partir del momento en
que se ha instalado cierto efecto neurótico, lesiones, etc., si uno conoce sus distan-
cias, las admite; sabe que tiene quizá la posibilidad de no perseverar en el error, de
no seguir por este camino; quizá pueda uno mejorar las cosas; en cualquier caso, no
agravarlas. La conciencia de ser responsable no produce agobio. Lo hecho, hecho
está, lo que sucedió nos ha construido, pero sabemos que quizá tengamos una
influencia en lo que nos seguirá, en el desarrollo de nuestro hijo o en el propio.
En realidad, todo se plasma en angustia; es imposible vivir sin ella; de lo que se
trata es de vivir con ella en tal forma que sea soportable. Y hasta puede ser crea-
dora.
)
En las que llaman ciencias del hombre, el psicoanálisis puede aclarar la dinámi-
ca del inconsciente en lo incumbente a la medicina, a la psicología, a la pedagogía,
a la sociología y a la etnología. Pero cada una de estas ciencias conserva su especi- entendimiento)* más que un ritual nutritivo de sustento de su cuerpo, si no se Capítulo 4
ficidad: y si bien el psicoanálisis pone en cuestión el sentido, la finalidad, los fraca- lo introduce en el lenguaje de los sentimientos, de las ideas, mediante palabras que
se los expresen. Los animales comen cuando encuentran qué comer, pero los peque- EL SEGUNDO NACIMIENTO
sos o el éxito de estas ciencias, jamás puede dar respuesta cuando se trata de la ños humanos pueden permanecer fijados al ritual alimentario. Y éste, establecido
por el grupo, por el saber médico, puede desviar el sentido simbólico de los inter-
angustia humana y de sus condicionamientos, pero igualmente cuando se trata de cambios nutricios. La madre ya no escucha la llamada de su bebé desde que se le
inculca la regla general: es “preciso” alimentar a todo niño cada tres horas, porque \r j .r s r s Q C ^ ' \
las alegrías humanas, de las esperanzas, de las creaciones, como ciencia basada en la la,ciencia dice que es cada tres horas. Al pecho, era alimentado cuando tenía
ambre; con el biberón, todo quedó regularizado y normalizado. Esto empobrece
observación empírica de las interrelaciones emocionales. El psicoanálisis permite el lensuai^ d e los sentimientos. Con las comidas para bebés - e n potécitos- ya lis'tas
y donde todos los alimentos han pasado por el tamiz, ¡la higiene está a salvo! Pero
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elahnrM-htitÜlésüS SóblC el uúino. u no nunca pebre el porqué del vivir y del morir. la espera golosa, la observación de la madre atareada preparando la comida y
después presentando el plato inventado, pensado, cocinado por ella entre el olor
f< L r á C
¡El psicoanálisis no es ni una metafísica ni una ciencia oculta! particular de las legumbres y de las frutas que iba pelando mientras hablaba con el
n iñ o .. . Todo eso que encantaba los sentidos del niño después del d e s te te y que per- EL S E R HUMANO EN ESTADO DE IN FA N CIA
sonalizabáTaYélágl'Ó'Ei ma^re-hijo. toda esta riquezajen sentido simbólico está, en los
países industrializados, desapareciendo. ¡Fast food! - El deseo que habita el organismo de un espécimen humano en estado de infan-
Si el lenguaje oscuro del inconsciente, que reúne a todos los seres humanos, que f cia es alcanzar, por su crecimiento, la madurez. El objetivo, si todo va bien, es pro-
crear a fin de que su muerte deje algo vivo. Esta es la ley universal de los individuos
los asocia, que los estructura, que los teje unos a otros, no es dicho, el que habla íc x ,
0 ( o \ q ./ ^
de las especies vivientes. Lo imaginario del ser humano, de un poder enorme, está
emtenguaje desde el inicio de su vida, desde la vida fetal y desde la vida lactante.
este lenguaje es el cuerpo. En el niño toda lamatoloeia es psicosomática. y sigue rramos los adultos al creer que el niño sólo puede comprender el lenguaje si posee
su técnica expresiva gramatical oral. En realidad, él intuye la verdad de lo que se le
siéndolo aún en el adulto, en lo que “él” no puede decir-se. dice» quiza como~Tar"pIañiñs, de las que se dice que sienten la aféctividadTe las
personas presentes, si son personas que podrían serles dañosas o personas que"aman
V''"~~¿Por qu é -e rl^ ffiu ^ a jy a i^ u ie n e s la escuchan, una psicoterapia,?Jorque es_ya a las plantas. Las experiencias demuestran que a las plantas no se las engaña. Si el
botánico experimentador se acerca a una con sus tijeras sin intención de agredirla,
jiñ a simbolización •dfrtáseTnncinnes e intercambios entre humano;, en nn-cód-igo ^ / la planta no cree en el gesto ni se encoge. Y siente al que la desprecia, al que la
pulsiones de muerte (en el sentido de muerte del sujeto del deseo y vitalidad del 172 173
174 175
t
)
EL D O BLE N A CIM IEN TO
tros tenemos un presente que es mudo y que consideramos como un animal domés-
tico de nosotros mismos, que está a nuestro servicio como nuestro cuerpo está a
Para comunicarse con |ff¡i ir*™ ■■ ’■ | " .......’ni'lr°° nuestro servicio. Y hablamos al animal doméstico.. . “No estás contento.. . ” como a
rrp .v p rn n n p p ffsa rin i m i t a r ni “ h nh ln f i f i h una parte de nosotros que no estaría contenta. Pero al niño con el -qug-B<»s-i4ent i-
firamns rn el pasado nos cuesta hablarle “de veras” : lo consideramos tan inteligen-
te como nosotros, y a menudo más. No podemo^ admitirló^Siempre esa confusión
E1 “habla del b eb eres la no comunicación. Durante la primera edad, las madres
de valor con fuerza, de falta de experiencia con necesdad, de razón con poder de
sonprnpensas a tener con los bebés el mismo lenguajequeJaJgiñtere serva a los
intimidación.
animales domésticos: del amrnar _domést.icQ._s_ejiahja, no se le habla. Hay más.
Ciertas personas les hablan más fácilmente a un perro o a un gato que a un nifio.
Cuando se sale de un análisis, se restablece la relación exacta entre el yo presen-
Pienso que la causa está en que, p a ra eytrlrt1lrarnns como adultos, estamos obliga-
te y el yo niño, la buena distancia.
dos a reprimir todo b _que pertenece .a,la^iníáiicia.-.Fascinainos por un pasado
completamente caduco para nosotros seria rnmn hablarle al-fnntnsmn-it°Tl7Tsritrns Es más que una distancia. Por sí mismo, presente e incluso más pasado, uno ya
inisffTós. Entonces, nos abstenemos de hacerlo. Nos negamos a hablar a nuestros no se interesa. En mi opinión, éste fue el principal resultado de mi análisis: mi pasa-
ebés v. sin embargo, viéndolos, nos identificamos con nuestra madre cuando éra- do ya no me interesa en absoluto en lo que yo sentía por él. Pasa lo mismo que con
mos bebés nosotros. Es lo que hacen los padres éspoñtáneámente; se identifican con las fotografías: de cuando en cuando, uno piensa en ellas. . . en familia. Pero,
sus propios padres, al mismo tiempo que se identifican con el b e b e z ó n u ñ í iela- uno mismo. . . es algo muerto. Sólo es “resucitable” porque hay otras personas
ción nareisista-€QO_eUos mismos en un bebé “imaginado’'^ en vez de ser una relación alrededor, como testigos ante los cuales uno ha vivido determinada cosa. Pasó a ser
con este bebé en la realidad. Y esa relación con ellos mismos, la objetivan teniendo “histórico” . Sucede a veces que una persona de su familia le habla de cuando era
una relación con otro adulto/con quien hablan del niño sin hablarle a éste mismo. usted niño, y le dice: “Cuando había gente reunida parecías pensar, tenías los
ojos muy abiertos.. . Te callabas y decían: Qué estará pensando con su cabecita.. .
¿Qué sucede cuando evocamos nuestra infancia? etc.” No tengo ningún recuerdo de que pensara algo, pero como la gente me lo
cuenta, soy con ellos, por su decir, testigo de mí niña, y admito que debía de ser
A menudo se oye a la gente hablar de sí misma, diciendo, por ejemplo: “Hiji- como esa chiquilla que se ve en las fotos. Para mí, son pequeñas huellas de alegres
ta, dejarás de fumar” . . . O incluso: “Me he dicho qué es lo que haré en esa situa- recuerdos. Puede ser que ciertas personas conserven expresiones mías de los recuer-
ción” . Hay mucha gente que habla de sí misma tuteándose; es más raro que se hable dos más sufrientes. Pero yo, no. En cualquier caso, no me acuerdo de la alegría;
sólo recuerdo haber sido testigo cercano de un momento de vida; una persona que
de sí diciendo “él” , pero sucede.
debía de ser yo, estaba alegre. En cambio, el aroma de la primavera, el despertar de
Una vez invitamos a alguien a cenar; le sugerimos que repitiera un plato y nos
la naturaleza durante las vacaciones de Semana Santa, en el campo. . . ciertas tor-
contestó (es un artista): “No, él ha comido m u c h o ... No quiero que repita” . mentas de París en abril.. . Recuerdo todo eso con una sensación muy clara: la
No era una broma. Se trataba de un recurso eficaz para no comer demasiado. jubilosa sorpresa de que eso existiera. No obstante, está ligado a lo que soy ahora,
y despierto a ello por momentos. Si es la unidad reencontrada entre el niño y el
Cuando la popularidad de los hombres públicos entra en la leyenda, tienden a adulto que están en uno mismo, aquel momento se vive quizá realmente en presen-
hablar de sí en tercera persona. De Gaulle, por ejemplo, decía: “ De Gaulle se debe a te. En la serenidad de la reconciliación consigo mismo. Cuando se dice que uno
Francia.. . ” Escritores célebres sé inventan seudónimos (Gary-Ajar) que les dan persigue una unidad, creo que es ésa. No hay que confundirla con la que la gente
mucha más facilidad para hablar de ellos como si fueran otro. Si uno habla de sí cree haber tenido en la vida fetal, con su madre. Ilusión. Jamás existió. Jamás han
mismo en pasado, a la postre sería más sano hacerlo como si se hablara de otro, tenido fusión con su madre: el huevo con sus envolturas en el vientre de una mujer
hablar en tercera persona. no son la unidad, y no hubo unidad de percepción; hubo contaminación química y
física, por supuesto: el calor de la madre hace el calor del feto; la vida de la madre,
Si yo digo: “Cuando era niña, hacía tonterías” , o “Cuando era ñifla, mis padres la vida del feto; el azúcar en la sangre de la madre alimenta la sangre del feto; es
me encontraban muy vivaz entre los demás niflitos.. hablo de m í en pasado, no una comunicación fisiológica, de percepciones auditivas que son las del exterior, en
de la que soy ahora. No se puede hablar en tiempo presente de uno mismo en el parte las de la voz de la madre, pero jamás hay fusión.. . la unidad que supuesta-
pasado. No conseguimos hablarle al niflo en presente, pues hablaríamos al niflo que mente se busca con la madre, yo no creo que sea con la madre. Mis recuerdos me
está en nosotros en imperfecto. Por eso se le puede hablar a un perro, porque noso- retrotraen con emoción a sensaciones que son de orden respiratorio y de orden
olfativo, y que están ligadas a lo cósmico. Me pregunto si no es la verdadera perso-
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tados. Aun en los casos en que se encuentra un nombre sobre una tumba, o el lugar
nalidad que está desprendida de la historia relacional con la madre y el padre. En
ese momento se libera la sensibilidad particular que uno tiene en la relación con el en que ese progenitor y esa progenitora murieron, no se recupera la historia. Si
mundo, por fin despojada de todo el resto. Tengo recuerdos asociados a otras per- encuentra tardíamente a sus progenitores, ellos tienen una historia que es extraña a
sonas. Como no soy hija única (era la cuarta de siete) había todo un mundo a mi la del niño que no fue cómplice de ella, y ellos no fueron cómplices de su historia
alrededor. Pero yo, lo que siento, yo, no es realmente sino yo. Y las personas que cuando él era pequeño. Que puede decir una madre, un padre, a su hijo que los en-
están ahí, tal vez lo sintieron, pero esto no se comunicaba. Ellas no me decían: cuentra teniendo ella o él sesenta años y el hijo veinte o treinta: “ ¡Cómo te pareces
“Cómo disfruto de la primavera. . . ” Sensaciones que jamás fueron dichas y que sin a tu padre (o al mío)!” , o “ ¡Cómo te pareces a tu madre, a tu tía, a tu abuela!”
duda eran compartidas. Entonces, hay otras personas además de m í que lo experi- El o ella le hablará de su semejanza física con personas de su historia, pero él o ella
mentan en otros momentos de la vida actual, cuando algo de la geografía física, del no tienen nada que decir.
tiempo, me lo hace volver a experimentar.. . Y en ese momento me encuentro
siendo la misma que en mi primera infancia, experimento sin duda una reminis- El -Edipo de los niños abandonados no se puede resolver verdaderamente,
cencia, es como un flash sensorial. ¡porque permanecen prisioneros de un enigma."
Cada uno de nosotros tiene unos pequeños recuerdos de su narcisismo reali-
mentado. Y este resurgimiento es ciertamente más frágil si se debe al encuentro y Cada uno de estos niños es prisionero de un enigma.. Resuelve un cierto Edipo
al decir de terceras personas que si se debe al de un espacio geográfico y un aconte- que ha tomado como peón representativo de las personas que lo criaron. Pero está
cimiento climático o cósmico. Allí se lo puede encontrar semejante o casi, mien-
siempre a la búsqueda de sus progenitores y de sus hermanos. Prueba de ello es esta
tras que las personas, tal como eran, están perdidas.
fantasía que tienen todos los niñosab’a ñdónád o s o adoptados: lajle! riesgo de ena-
En el fondo, ¿la condición del ser humano no será librarse de las marcas y los morarse. sin saberlo, de su hermanado de su hermano. Esto les induce a buscar un
traumas de la vida fetal, puesto que es forzoso hacerse cargo del pasado, de lo vivi- cónyuge en regiones distantes de aquellas en que nacieron, es decir, donde su madre
do por los ascendientes? dio a luz. El tabú del incesto pesa sobre ellos. Temen que si alguien les cae simpáti-
co, sea su hermano o su Hermana. Y, para estar seguros de no cometer incesto, eli-
Puesto que estamos estructurados por ellos, de ellos no nos podemos librar. gen alguien completamente ajeno a su región de origen. Por lo tanto^el Edipo está
El niño que nace en 1981 no es el mismo que el de 1913 ó 1908. No es el mismo ahí, enterrado en alguna parte.
niño francés, sobre la tierra de Francia. . . Tiene el pasado de sus padres, que no es
el mismo, y que lo formó como capital presensorial a desarrollar, como una foto a Cualquiera que sea la vivencia propia del individuo, incluso si no ha padecido
revelar que está en él. Y es esto, en mi sensibilidad, lo que existe al comienzo. No estrés prenatal o complicaciones neonatales, todo paso de la vida fetal a la vida
nacemos Cromagnon, la memoria como una cera aún virgen. De ninguna manera. aérea es en sí un traumatismo, algo así como la prueba inicial de la que nadie se
Todos los recuerdos de nuestros padres, de nuestros antepasados están incluidos en restablece del todo: es el duelo de la placenta, primera en fecha de nuestras “cas-
.nosotros. Somos, en nuestro ser, representantes de una historia, aunque no lo sepa-
traciones", particiones dolorosamente irreversibles.
--jnos, y a partir de"el!a7i5s v5nTtJ5 a desarrollar
Hay todo un ciclo de pruebas que atravesar antes de poder expandirse verdade- Es una partición por un lado cimentadora de nuestro metabolismo, la pérdida
ramente, liberar lo que cada cual tiene de único, de específico, es decir, de singular de las envolturas amnióticas y de la placenta. Sólo podemos recuperarnos de ella
en cada uno de nosotros. después de muchas pruebas e iniciaciones. Y todas estas mutaciones no se cumpli-
rán sino según el modelo del nacimiento. Cuando se tiene mi edad y se ha conocido
Para entenderlo, es necesario hacer una comparación entre alguien que tuvo a muchos niños, cuando se supo cómo han nacido, el proceso de su alumbramiento,
un destino continuo, educado por sus progenitores como padres tutelares, educado- de su aparición en el mundo, se puede decir que cada vez que han tenido una m uta-
res, y alguien que fue abandonado por sus progenitores, de quienes nunca conocerá ción en su existencia, se produjo de la misma manera que su nacimiento. Hablo de
ni el rostro ni la historia. Es su representante y nunca tuvo palabras ni presencia de niños que no fueron alumbrados química o agresivamente, que nacieron de un parto
gentes que le presentaran el lazo que lo une a sus dos linajes. Y ahí se advierte que espontáneo. Ningún ser humano nace de la misma manera. Citaré a esa madre que
este ser no es un Adán, en absoluto, aunque no haya conocido padres. Es realmen- tenía siete u ocho hijos en la época en que no existía el “monitoreo” (ahora los
te de su tiempo, aun de muy pequeño: es el resultado de una historia de sus padres, partos son absolutamente mecánicos y científicos): “Yo lo sé, uno de mis hijos
que no puede serie^dicha-oor nadie con palabras. Y eso es lo que él no puede supe- nació de esta determinada manera, pues bien, pasará la prueba de los once-doce
<fafr-De ahí el profundo drama de los niños abandonados, aun 1 años de la misma manera” . Muchas otras madres me han hablado en idénticos tér-
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minos. Y además se implicaban a sí mismas, diciendo: “Me siento ansiosa por el giro
decisivo que va a dar, pero no me preocupo, porque yo estaba ansiosa en el momen- y el meato urinario. Después de nuestra expulsión del vientre materno, nuestro
to de su nacimiento y todo marchó muy b ie n .. . con él (o ella), me pongo ansiosa alimento, en lugar de ser la sangre que circula, llegada a nosotros por el ombligo y
cada vez que va a darse un giro decisivo en su vida” . Cuando se topaban con una que restituimos a la placenta, viene de la tierra: construimos nuestro cuerpo con los
dificultad, estos niños se comportaban de la misma manera en que habían negocia- alimentos que tragamos por la boca. La boca es a la vez nuestro cordón umbilical )
do el paso de la vida de feto a la de lactante. —la nariz también— y al mismo tiempo, por ella, gritamos y luego hablamos, que es
Cuando vemos individuos que toman decisiones importantes, que producen cosa muy diferente; expresamos lo que sentimos, lo cual en la vida fetal no era posi-
ble. Allí está lo nuevo, porque cuando nos expresamos con el código de lenguaje
cambios de vida radicales, con una suerte de inconciencia o de tranquilidad, proba-
que los otros comprenden, todo lo que no entra en ese código sin embargo también
blemente sea que tuvieron un parto más fácil que otros, sin choques, sin dolor.
existe.. . pero permanece en el inconsciente. Nos comunicamos de inconsciente a
Pertenece a la condición del hombre no poder expandir verdaderamente su
inconsciente aunque haya un lenguaje que, codificado y consciente, nos impida
personalidad sino en un segundo nacimiento. El Evangelio lo dice—La-geate-cree
decirlo todo, y a los otros entenderlo todo, de lo que expresamos.
que es u f l iñguajelñístico, pero défíecho es, sencillamente, el proceso de humani-
zación. ETprimer nacimiento es un nacimiento mamifera. el paso deTrtr-estado-vege-
De hecho, la adaptación a esa otra vida no cae por su peso pero puede durar la
tativ(ra~ün estado animal, y el segundo nacimiento es el paso del estado de depen- vida entera de un individuo. Y surge de nuestra “encuesta histórica” que se ha pres-
dencia animaf a lá nbcTtad hum am i3é1sí y del no, un naciiniento_al espijitu, a la tado mucha más atención, hablando de la inmadurez del hombre, a su desarrollo
conciencia d e la v id a simbólica. Esta sería la mutación que habría hecho del mamí- intelectual, ligado al tiempo de formación del sistema nervioso central, mucho
féSTsüpenoFün ser humano, la especificidad de tener un doble nacimiento, el riesgo más que a ese verdadero dominio de la comunicación, que parece ser la condición
de la muerte seguido de una transfiguración. misma del desarrollo de la personalidad. Nunca se centraron realmente las investi-
gaciones, los estudios, sobre esa condición misma del ser humano siempre en tran-
El primer nacimiento nos separa de aquel mundo de comunicación que noso-
ce de duelo de él mismo, desde que nace, y aun todo su tiempo llamado de vida.
tros los adultos ignoramos y que puede tener el feto. Es también el nacimiento Tras haber acabado con los balbuceos actuales sobre lo que ahora llaman psi-
al lenguaje que se cumple con la cesura del cordón umbilical. El segundo nacimien- cología prenatal, neonatal, etc., se debería circunscribir un poco más la “ley”
to , sin el cual no llegaríamos a ser realmente nosotros mismos, es lo que nos vuelve esencial obrante en los individuos de la especie humana, esa especie cuyos indivi- ,)
a sumir en el antecódigo con los padres para reencontrar nuestra naturaleza, pero dúos, gracias a su memoria del pasado, tienen recuerdos y, gracias a su imaginación,
nuestra naturaleza con el elemento de la cultura que ha codificado el lenguaje. Esta anticipan el porvenir, lo temen o lo esperan.
frase del Evangelio: “Si no volvéis a ser niños. . . ” se aclara. Al mismo tiempo que
vivimos nuestra relación con el otro, lógica, remitiéndonos al sentido de las pala- Me parece importantísimo el punto de vista aportado por el psicoanálisis: que
bras, vivimos también sobre otro registro una relación a la que no prestamos aten- la cesura del cordón umbilical es una castración, en el sentido de que es una parti-
ción, que pertenece al ámbito del inconsciente, y ésa siempre ha existido. Pero el ciónLfisicá'ftgrcuerpo. con la pérdida de una parte hasta ahí esencial a la vida del
lenguaje corriente sólo retiene lo que es lógico, localizable, en los intercambios con individuo, qué'T5~5entfda"comó la alternativa fundamental: “Sal de^tus-envolturas.
'[Sal! 0'TU placentar o-la-mu«'Fte-rSi-te-qnécíaTcon tu placenta, te mueres. Si dejas tu
las personas. Ahora bien, hay mucho de ilógico entre las personas que se comuni-
plácettta-xietrásAóJriJ..tfiJJtpcm^-a-vivir;'pefó“qúizá también mueras, eso depende de ' )
can, pero ya no lo sabemos. Y es preciso renacer a esta inteligencia de lo ilógico,
tu fuerza para respirar.. . ” Salir del abrigo de las envolturas inseparadas del orga-
a veces mucho más dinámica que lo que es lógico y existe ahí. El lenguaje claro,
nismo materno, e indisociables de la placenta. Dejar la placenta, dejar las envoltu-
cuando es espontáneo, al mismo tiempo que de su decir manifiesto es portador de < )
ras, es decir dejar la oxigenación pasiva, el pasivo nutritivo y al mismo tiempo la
un decir latente, el lenguaje del inconsciente. Se podría decir que el segundo naci-
seguridad para el cuerpo entero, es realmente salir de un estado vital, el único cono-
miento sirve para hacer el duelo del primer nacimiento, en cuanto muerte en noso- cido, morir. Pero sólo desde esta misma experiencia, vivida hasta su más grande < )
tros del mamífero humano, pero conservando lo que existía, transmisible y vivo, riesgo, se abren de una vez los pulmones al son del primer grito, al mismo tiempo
la comunicación sin palabras. Es preciso que el primer nacimiento sea sentido como que se cierra el corazón: el niño pierde la audición de su propio corazón y oye como )
una muerte para que haya resurrección, es decir, mutación en otra vida: el paso de el ritmo del corazón de la madre que jugaba con el balanceo rápido perdido del
la placenta orgánica a la placenta aérea. Desde el punto de vista respiratorio, corazón fetal. Ya no oye dos ritmos que se buscaban, que se casaban. Pienso que
tenemos como placenta la atmósfera, que es la misma placenta aérea para todo el toda esta vitalidad orgánica del mamífero humano reaparece en forma de lenguaje
mundo; y, desde el punto de vista digestivo, estamos sobre la tierra, de la que toma- arcaico en los tam-tam y en la música de percusión. Los africanos y los hindúes
mos por la boca los elementos nutritivos y a la que devolvemos lo inútil por el ano
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)
lactantes están dos pisos encima de las parturientas. Si la madre no le da el pecho,
bailan y cantan al batir de los tambores durante horas y horas, sin cansarse en apa- no ve a su hijo más que cinco minutos por día, a la hora de las visitas. ¿Hay esperan-
riencia, como si se hallasen fuera del tiempo y dél espacio, como antaño in Utero,
zas de ser oído? Las jóvenes enfermeras, agobiadas por el tiempo de la institucción,
con el machucamiento de ritmos que los mantenían en una vitalidad cargada de con-
tinuo presente. Recobran, mediante el arte de los ritmos, la vitalidad uterina mante-
comienzan a cuestionarla. Los niños por nacer heredan esta institucionalización
de todo.
nida por sí misma, al parecer, sin ningún trabajo ni fatiga para hacerlo. Pero no
Para orientar la prevención hav que considerar tres momentos cruciales, críti-
están solos. El grupo entero carga con cada uno, como una madre con su feto.
—La separación de la_majire_y del recién nacido en la maternidad.
¿Es ésta una nueva versión del mito del paraíso perdido? ¿Una visión bioló-
gica? —La guardTdíTlos niños en guarderías.
—El parvulario a los dosañosTEñ~el parvulario no se tienen en cuenta ni las
elecciones del ritmo deídeseo ni las elecciones de los niños.
Estos hitos son localizables; es posible influir sobre el desarrollo del niño en
Cuando se habla de regresión, se trata de una regresión a conductas de su histo- estas situaciones2, siempre que se prevean los relevos y, sobre todo, que se hable al
ria de cuerpo y de afectividad. La propia palabra “regresión” implica que haya niño de las razones que obligan a actuar a su respecto del modo en que se lo hace y
también progresión y estancamiento respecto de un currículum biológico. La regre- que son penosas y hasta perniciosas para él, pero, en el estado actual de la sociedad
sión significa: retomar medios de expresión, o medios de sustentación, o medios de en que ha nacido, se las juzga inevitables porque son soluciones necesarias para los
vitalidad de intercambio con el mundo exterior que son arcaicos para nosotros, es padres. No es que esté “bien” , pero es así. ¿Incluso podría excusarse uno con los
decir, que fueron los de una historia, o deseados en una época de nuestra historia, pequeños, verdad?
y detenidos en ese preciso momento sin palabras. Y volver a ellos es tomar fuerzas x S i el tiempo del niño ese stnicturado demasiado pronto por el deseo de la ma-
para reanudar la marcha. /n re . él no puede expresar su curiosidad por el mundo., vive con un ritmo-impuesto
por las obsesiones del adulto y a menudo contra rio,.al suyo . 0 se somete, o lo recha-
za todo. ¡En qué dependencia colocan ciertas personas tutelares al niño del que se
LA EX P E R IE N C IA DEL TIEM PO ocupan! Madres y celadoras no son conscientes de estar induciendo una vida a con-
trasentido, a contrarritmo, al imponer a los bebés una suerte de empleo del tiempo
^os niños de la primera edad no conocen pasado ni futuro. Viven en la etemi- estándar: hay que ir al parque, hay que ir de paseo. Yo les pregunto: “Usted, seño-
¿Cómo ingresan en la dimensión del tiempo humano? ra, ¿tiene ganas de ir al parq ueT ^A h , no, lo hago por él. —¿Para tener una buen
relación con él y verlo^ichósoT^Por~que~estTopearle el tiempo disfrutable en casa
“Espera” , “Espera” , palabra esencial para iniciar al bebé en el transcurso del
si ni a usted ni a él mismo les apetece? Un niño que ñoTténe ganas de salir, es por-
tiempo en el momento de darle el biberón, haciéndole captar el desajuste entre su
que le satisface quedarse en casa, haciendo cosas divertidas. ¿Y si parara usted en el
demanda y la satisfacción de la necesidad .£1 deseo nos-hace-entrar en la dimensión
camino? —Oh, sí, él se pararía en todos los escaparates” . Un niño de dieciocho
temporal, y viceversa.
meses, de dos años, no “toma solamente el aire” , se interesa en todo lo que ocune
Los niños sordos no han tenido esa primera experiencia de la espera de “res-
a su alrededor. Hable usted con él de todo lo que le interesa. Ese será el verdadero
puesta” a la demanda. Al no haber recibido, como los que oyen, palabras de tem-
j i aseo. Demasiacla5~pers6ñas creen q u eel niño necesariamente tiene que ir a hacer
poralización, no adquirieron el sentido de la hora. En las escuelas especializadas,
construcciones en la arena. ¿Por qué “necesariamente”? Creo que son personas
al principio no se exige puntualidad a los alumnos. Esta no se obtiene sin aprendi-
que no saben estar en relación con el niño. Con semejante empleo del tiempo, el
zaje.
bebé no puede descubrir su articulación con el mundo de la sociedad; ni siquiera
Muchos daños se ocasionan en las maternidades cuando se separa al recién naci-
tiene ocasión para descubrirla y hablar de ella sobre todo con quien lo pasea.
do de su madre. Su primera experiencia son los lapsos que corren entre los reen-
Es interesante observar las desviaciones de las relaciones madre-hijo en la di-
cuentros con ésta. Sin ella, el niño está como sumido en la noche, ahogado entre los
mensión temporal, en la vivencia del tiempo.
berridos de los otros bebés. El tleseoaíg^upervivencia del cuerpo está saciado, pero
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que por la motricidad, cuando somos pequeños. Esto nos retrotrae a antes de la
cía. Lo mismo que la devoración de alimentos, verdaderamente inútil, caracterís- época en que acertábamos o errábamos, cuando manifestábamos torpes conductas
tica de tantos adolescentes. Comen como tragones y no como su cuerpo necesita. parlantes —en fin, no habladas por nosotros y habladas por los adultos—, y creo que
Se trata de un retorno a la edad en que eran pequeños y en que se les repetía: por eso hay personas desmesuradamente molestas con su cuerpo y que para salir
“Come para crecer” . A su edad actual, es: “Salir para crecer” , y ya no es “comer” . de aprietos necesitan beber, para retornar a la época en que ésa era la única manera
Salir al exterior de la familia. Los adolescentes sanos no hablan de otra cosa: “No de relación con otros, porque habiendo bebido, intoxicados, tienen comportamien-
quieren que salga” . Objeción de los padres (refrán): “La casa parece una pensión” . tos que ellos no critican, e incluso comportamientos animales. También es ésa sin
Pues sí. Es necesario. Los dueños de pensiones deberían alegrarse de ver volver a duda la razón que explica su necesidad de un animal de compañía.
los adolescentes, tras haberse divertido u ocupado fuera. Los adultos deben alegrar-
se de ser el abra, el puerto. Ingerir decocciones excitantes, bebidas fuertes entre las tribus llamadas primi-
Frustración de los padres: los niños ya no son instrumentos de deseo, ya no tivas así como en las sociedades modernas, tendría por motor secreto e irresistible
aportan placeres. No vienen más que a aprovecharse. El barco ebrio que zarpa a la reencontrar la supuesta seguridad de los primeros antropoides, una abohción de la
aventura y regresa a puerto. Cuando el puerto es demasiado ansiógeno, los adoles- angustia de estar solo en un presente insatisfactorio entre un pasado muerto y un
centes se fugan. futuro que aún no ha nacido.
La fuga es saludable, aunque, sin experiencia, el joven corra riesgos.
Conocí a un juez que se afligía porque la ley estuviera en contra del interés Cada vez que se toma una bebida fuerte —caliente o fría—, es decir, algo que
del adolescente que se fuga, con el pretexto del recelo que inspiran los riesgos desco- hace impacto en nuestra temperatura corporal, el estómago se presentifica y reapa-
nocidos a que se expone el adolescente sin experiencia. Quien da cobijo a un fugado rece una sensación arcaica de plenitud. Es, precisamente, un aseguramiento del ser
y le ofrece asilo momentáneo es un delincuente, si no lo denuncia a la comisaría humano desde su más arcaica relación con el otro.
de su barrio o a la gendarmería. Es cómplice de la fuga.
Sería saludable la experiencia de ser socorrido por otro adulto, si la familia Examinemos nuestra actitud de éxtasis ante el bebé animal. ¿No lo sustituimos,
avisada por éste o por el propio joven viniera a buscarlo unos días después, pero sin inconscientemente, por la cría humana?
que esto implicara meter en el asunto a la sociedad.. . Buena ocasión para los pa-
dres de enterarse de que su hijo se asfixia con ellos. Esto no es asunto de la socie- Esto no es estructurante para quien es objeto de este deseo mirón. Muchas
dad. ¿Por qué castigar el asilo a un joven escapado? madres emplean con sus bebés un lenguaje erotofílico: obtienen placer, se anima-
Es tan grande el miedo a la explotación de jóvenes por los perversos que no se lizan como cuando acarician a los animalitos. Es una relación de la época oral; uno
permite a los adultos acoger a los niños que se fugan. “S.O.S. Niños” ha sido su- actúa, el otro padece esa acción; no es una relación de sujeto a sujeto; es una rela-
primido por la ley. Sin embargo, estos “perros perdidos sin collar” tenían un local ción de sí con el otro én cuanto objeto. Conduce a la relación de objeto anal, es
al que podían acudir. Parece que los responsables se habrían dejado seducir por decir, a un deseo de expulsar el objeto que primero se deseó ingerir. Ya no hay lugar
algunos de estos jóvenes o los habrían seducido ellos. ¿Y después? Es peor ser sedu- para la madre si el niño es un objeto totalmente invasor. Y ella tiende a rechazarlo.
cidos por los padres que por uno de afuera. Quien tomó la iniciativa fue el hijo de Es la historia de Ionesco, Amadeo o ¿Cómo salir del paso? Al principio, es tan bue-
Robert Boulin. Había, no cabe duda, algunos predelincuentes, pero no pocos otros no ese niño que ha asentado sus patas en la casa. Como él es sujeto, siente su posi-
que sólo necesitaban escaparse por quince días del círculo familiar asfixiante. Se ción de objeto como un valor para sus padres, que son fatalmente sus modelos por
avisaba a los padres: “Su hijo o hija está en nuestra casa. Es mejor que estar en la ser adultos: lo educan para que coja volumen, volum en.. . Pero él no sabe quién
calle” . es; es volumen y se torna ávido, como es ávida la madre. Y llega un momento en
que la madre está invadida: siente que ya no puede hacer nada; en cuanto no la ve,
él se pone a gritar, pues quiere estar como cuando era pequeño, en brazos de ella.
BEBE ANIM A L Y C R IA HUM ANA. . . Ella ya no puede llevarlo pues se ha vuelto pesadísimo. El se halla en una situación
de expansión fálica (fálica quiere decir, simbólicamente, el valor para siempre inac-
¿Hay algo más común que nuestra ternura con los animalitos pequeños? Sobre cesible).
todo con los mamíferos.
Esa especie de enternecimiento ante los animalitos'pequeños obedece sin duda En lugar de Amadeo, se puede recurrir a la metáfora del bebé animal criado en
a nuestro propio sentimiento de mamífero que no puede expresarse de otro modo un apartamento. En Estados Unidos fue moda el bebé cocodrilo; al principio
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es divertido, sus mordiscos no causaban daño, se lo ponía en la bañera y después,
con su mandíbula, era capaz de cortar un dedo. Y cuando pasaba de un metro resul- éste es el problema de los niños adoptados, como también, por otra parte, de los de
taba un estorbo. Entonces se lo echaba en las alcantarillas, donde comenzaba a nuestra sangre.
proliferar. Eso dio lugar a una caza pesadillesca del cocodrilo. Es lo mismo que Si, apenas nacido, o durante el embarazo, fue deshonrado por haberse encar-
sucede todos los veranos, cuando hay tantos animales abandonados. Sus propieta- nado, y luego deshonrado al nacer, cualesquiera que sean las razones (alumbramien-
rios los cogieron porque eran pequeños. Pero cuando crecen, molestan. Uno es to difícil, sexo no deseado), el niño puede retener la idea —sobre todo si no se le
responsable de sus depredaciones, de sus robos, de los ruidos que hacen, de los aulli- informó de esto con palabras— de que la significancia de su ser es dolor, desprecio,
dos. Entonces se los echa a la calle. O se los abandona en una carretera, en medio tristeza. Creo que en este caso es como si provocara a su madre, a quien lo cría
del campo. y que a veces es su progenitora, para que no le reconozca a su primera madre, a su
primer padre, su primer tiempo de vida. Pienso que un ser humano necesita que se
Este comportamiento posesivo consuela a su propietario de muchas frustra- lo enlace a su origen encarnado, a ese momento de lo que llamamos la escena primi-
ciones: se desplaza a un ser vivo ajeno a su especie para hacer con él todo lo que tiva, es decir, la escena de la concepción, procreativa, y ello ilustrando la alegría
quiere. Es lo mismo que se suele hacer con un niño: se lo desplaza de lo que consti- de aquel momento o su rehabilitación por aquel que le habla, aceptándolo en su
tuye el genio de su especie, o mejor dicho de su edad corporal, que es su expresión, actual presencia si esa concepción fue, para su progenitora, problemática. Momento
sus juegos, su comunicación con niños y niñas de su edad. El adulto se identifica en que tres deseos asociados dieron origen a la auténtica vida de este ser humano
con él, creyendo que su único placer es comer, y lo atiborra de comida, cuando en viviente que hoy se ama; el amor no puede separarlo de lo que fue el inicio de su
realidad este niño necesita una relación de respeto a su persona y de sujeto en estar en el mundo, esperado ya o deshonrado con respecto a lo que ahora se ama.
comunicación de deseo; el niño está enteramente en el lenguaje, oye y comprende Pienso que esta continuidad desde el germen constituye lo positivo de un ser
todo pero no sabe hacerse oír ni entender. Si después uno se separa de él, el niño se humano. Si no es criado por sus padres de sangre, sino por laterales o adoptivos,
pone exigente, pues en la época feliz y carente de conflictos de su primera infancia éstos tienen que decirle; “Bendita sea tu madre, bendito sea tu padre por quien
formaba parte del ser de su madre, y luego era objeto de su tener, objeto de su tengo hoy la dicha de amarte” , o: “ ¡Cuánto agradezco a tu padre o a tu madre!”
poder. La pesadilla del niño que tiene miedo a las panteras o al lobo se debe a que Eso es amar a un ser humano viviente, hijo o hija de hombre y de mujer que se
en él creció una madre pantera o loba, a imagen de la madre de quien él sentía, sin desearon para engendrarlo. “Amo hoy en ti al representante aquí y ahora de dos
darse ella cuenta, esa agresión materna, consciente o solicitante de la que él era historias entrecruzadas, alguien valedero, retoño de dos familias destinado a crear
permanentemente objeto en la época en que su relación con el mundo y con su y tal vez a prolongarlas.” Esto es, a mi entender, lo que significa a un niño el sen-
madre era de dependencia vital. tido de su vida por la relación de palabra estructurante de un narcisismo sano.
Como un animal contra su predador, el niño se defiende con toda esa intensi- Los Derechos del Hombre expresan una regla completamente apartada del
contexto afectivo inconsciente dinámico más allá del cuerpo material. Si se dice:
dad oral y al mismo tiempo con la intensidad anal de hacer (cagar en su cama y,
“En nombre del derecho del individuo,yo te respeto” , esto no quiere decir nada.
si no está acostado durante el día, en el pantalón). Hará lo que llaman tonterías,
Son palabras, palabras vacías de sentido. Tendría que nacer del interior. Debería
es decir, experiencias, que se acompañaron de risas o refunfuños, de caricias o gritos
expresarlo una convicción interior del adulto. Se asemeja, quizá, a lo que los
pero que nunca fueron moduladas por lenguaje correctamente dirigido a él. Lo cual
matemáticos dicen de otra manera: que todo se organiza alrededor del punto más
le induce a desviar de su uso corriente todos los óbjetos que ve. Es el niño que
minúsculo; este lápiz es el centro del mundo, todo es el centro del mundo. Todos
llaman caprichoso, y que en realidad es un desdichado, un prisionero del rechazo o
nuestros lugares de centro convergen al mismo punto: el centro de aquel que le
de la solicitud de los padres. Ninguna autonomía es posible para él si no se coloca
habla a otro es el centro de ese interlocutor que es el centro de sus hijos, de su
en situaciones de gran riesgo o de continua dependencia. mujer, de sus seres queridos, y todo lo humano coincide en una suerte de origen
De un niño que no ha conocido a su padre o que no ha tenido a su madre, se
común. Creo que por eso el dios único de nuestra civilización posee el sentido que
dice que es un niño infeliz y que está condenado a sufrir dificultades de adaptación. tiene. Se pone a este dios único en cualquier otro lugar, mientras que está ahí, en el
Los parientes laterales pueden hacer algo fundamental por un niño del que saben centro de cada cual, en el mismo punto para cada cual. Aún no se ha llegado a decir-
que no conoce a su padre, a condición de que no le dejen apartarse de sus raíces y lo. Se lo dijo del Sol: la Tierra era el centro del universo, y después se descubrió
de hablarle como a un niño cuya vida se originó en un progenitor desconocido que el centro era el Sol. Ahora sabemos que él es tan sólo una mínima parte de ese
quizás, pero valedero por el solo hecho de que lo engendró niño o niña. Nadie universo. En el plano de la metáfora afectiva y espiritual de los humanos, existe esa
procede de sí mismo, ni puede considerarse fruto únicamente de la madre por ser misma revolución del pensamiento, la de que el yo es el mismo en cada uno, y la
la única conocida; todo ser humano tiene su doble origen en dos linajes. Pienso que
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vida que emana de cada uno de nosotros, sabemqs que emana del mismo punto, ese
yo que está en el otro 3. Creo que aquí está la clave de la salud que nos damos los allá del parto; desde el momento en que inviste a un bebé, sea la nodriza o la proge-
unos a los otros, o de la enfermedad que nos contamina. Rechazar al otro es recha- nitora, ella es tan responsable de este bebé como de su propia conservación; si es
zar a una parte de uno mismo. la nodriza, tiene necesidad del niño que la amamante, y, si el niño no lo hace, a
Para no tratar al interlocutor como a un objeto, hay que tener esta conciencia menudo tiene que sacarse la leche porque ésta no se agota inmediatamente. Los
de ser portador de un punto que puede ser también el centro del otro y que el otro, hombres son como padres que se alimentarían de dar su propio alimento, su tener,
recíprocamente, es también otro centro idéntico. su saber, su poder, a su hijo, como a sí mismos, de una manera enteramente narci-
Esta conciencia permanece oculta en el ser humano a causa de su sensorialidad sística: en apariencia necesitan de este niño, pero es un deseo hasta el momento en
individuada en el organismo. En la sensorialidad, somos individuos separados y ya que el niño se vuelve tan grande y fuerte —un poco como en la obra Amadeo, de
no podemos vivir en un cuerpo a cuerpo fusional, no separados. Pero la comunica- Ionesco— que ya no se sabe cómo librarse de él si su propio deseo no lo lleva fuera
ción psíquica es posible entre dos seres de cuerpos separados porque el espíritu es de su familia de origen. Entonces lo invade todo, daría ganas de plantarlo. Demasia-
do tarde, el niño que de pequeño era un protegido, como gigante es un tirano
el mismo en todos, y este espíritu es, precisamente, el verbo, es decir, el deseo
doméstico.
comunicante; está en lugares artificialmente diferentes, pero es el mismo. Se dice;
“ ¡Dios mío!” Y mi Dios, ¿qué cosa es? Es el centro de nosotros; no está lejos y en
¿Existe un fundamento biológico de las malas relaciones pervertidas adultos-
el exterior. O sea que está en todas partes: todo es centro y nada es periferia, al niños?
mismo tiempo que somos seres separados en el espacio de nuestros sentidos y
estamos todos en la periferia unos de otros. Sí, un fundamento biológico que es la confusión del deseo y la necesidad. Está
Lo más frecuente es que nuestra sensorialidad gobierne las relaciones adultos- en el niño desde su principio: si se le habla, la palabra que constituye lazo a distan-
niños. Frente al niño de la primera edad, el adulto se siente devorador de placer, cia con el adulto (el lenguaje verbal, la sonoridad verbal) reemplaza a esa plenitud
con los ojos, con los oídos, por el contacto de la piel. Pero puede que sea con él física que él necesita de manera repetitiva pero no constante. Mientras está despier-
mismo con quien toma contacto para reconciliarse con una parte de sí totalmente to es un deseo constante. Es el deseo de comunicación. Esta comunicación, para
olvidada o bien reprimida. Y más adelante, cuando el niño crece y le estorba porque que se la sienta, debe caracterizarse por variancias de percepciones. Si es continua,
se vuelve invasor, un buen día el adulto rechaza ese tipo de erotismo cuyo deseo de modalidad constante, el niño deja de sentirla; clima emocional o baño continuo
provocó al prolongar el goce de éste en su hijo. Así es la inconciencia humana. de palabras que, si es monótono, rápidamente pierde significado. Lo que se repite
Esta dialéctica de la absorción y la expulsión, del acaparamiento y del rechazo pierde sentido para el deseo. La variancia sutil, sensorial, ideativa, hace vivir al cora-
es quizás una, relación con la vida y la muerte. zón y al espíritu del ser humano. Y el deseo es todo el tiempo una búsqueda de lo
“Tú me das la vida, yo te cobijo, y luego hay un momento en que te rechazo nuevo; creo que esto procede biológicamente de nuestro inmenso encéfalo, que
porque perturbas mi vida, me das la muerte, me gastas, me fatigas, me matas.” anticipa nuestro actuar por la imaginación referida a la memoria, recuerdo de las
Es frecuente oír a madres decir de su hijo: “Me mata” . Hay una referencia a la percepciones recibidas. La función simbólica establece entre nuestras percepciones
muerte asociada al vivir de su hijo. Poco tiempo antes, oyó a su misma madre decir: un sentido de encuentros que son creadores a su vez de relaciones. El ser humano
“El es mi vida; sin él no puedo vivir; no, no, no puedo separarme de él” . Compor- niño es impotente para actuar pero no para percibir por largo tiempo; moriría
tamiento de mamífero. Cuando su hijo es pequeño, él es incapaz de sobrevivir sin físicamente si no existiera el adulto que va hacia él obrando por su supervivencia.
ellas. Hay mamíferos que se lanzan al fuego por salvar a su cría, corriendo el riesgo El es, por tanto, el centro de todo lo que viene hacia él, para mantener su vida.
de no poder zafarse; y luego hay un momento en que la ignoran, el momento en Y esa vida que se madura progresivamente, en ese momento se ha informado de la
que esta cría es capaz de sobrevivir, de encontrar su alimento, de autodefenderse manera de ser a su respecto para actuar de la misma manera frente al otro. La
de los otros, y sobre todo cuando alcanza la madurez genital. En el adulto humano relación devoradora de la mujer que lo alimenta le hizo comprender la actividad de
esto tiene lugar mucho más tarde que en el animal. Y ello se debe a que en el su cuerpo como individuada con respecto al otro a medida que ella se aleja, que él
hombre siempre hay, en alguna cosa, confusión del deseo y las necesidades. El sufre de su falta, y que ella vuelve a él. Al desarrollarse, él también quiere ir al
adulto —en cualquier caso el adulto madre— prosigue una gestación simbólica más cuerpo ausente del otro, para dar o para tomar, y es entonces cuando el simbolismo
le permite dar y tomar palabras y guardarlas consigo como representantes del otro
en su actividad creadora imaginaria que a su vez funciona en relación con los mate-
s Y no el yo gramatical. riales que el cosmos o la industria humana ofrecen a su manipulación. Y para que
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suija esa variancia emocional en la manifestación de la afectividad, como en la
comunicación por el lenguaje hablado, es necesario que-la relación entre niño y niño, chasqueado, tomó el camión entre sus brazos, lo apoyó contra su pecho y se
adulto tutelar no sea dual sino triangular, que el niño sea testigo de que el ser desea- marchó del lugar.
do, indispensable para su supervivencia, es amado y deseado por otro que deviene ¿Qué significaba, esta pequeña secuencia? ¿Qué había sucedido para que el
entonces modelo relacional humano. El lenguaje que emplean es para él un-punto espectáculo de la grupa de un niño de su edad desencadenara el gesto del don, exac-
de referencia que codifica las variancias de sus relaciones de necesidades y deseos. tamente como si, frente a él, otro niño (o un adulto) cualquiera hubiera inclinado
Es así como por el otro, del otro es suscitado el ser humano niño —si ese otro está su cabeza, esa mímica en apariencia inconscientemente codificada (?) de súplica
eficaz, irremediable?
más desarrollado que él— para desarrollarse y adquirir sus caracteres, que él cons-
Reflexioné y me dije: cuando una madre cambia los pañales de su bebé que
tata valiosos ante su ser dilecto. Es preferible también que haya cierto número de
está acostado, para limpiarle el trasero, inclina la cabeza sobre el hombro, y con su
costumbres y de conductas del grupo de niños que favorezcan estas tomas de con-
mano activa, mientras el pequeño está tendido sobre una mesa o sobre sus rodillas,
ciencia. Para evitar que todo sea monótono, continuo y pletórico, ciertos tipos de
ella le levanta a veces el trasero, manteniendo los pies con su mano pasiva, e incli-
sociedad inventaron soluciones que no son forzosamente aplicables, transportables
na la cabeza para mirar bien lo que hace con la otra mano. Como esto es repetitivo,
a hoy, pero que pueden dar cuenta justamente de ciertas búsquedas de equilibrio.
el niño asocia sin duda el hecho de ver a la madre con la cabeza inclinada en el
Por ejemplo, repartir los intercambios entre los otros miembros de la familia, o con
momento en que él “dio” caca a mamá que toma caca (y da cuidados de aseo).
los vecinos.
Cuando un visitante entra en un centro de débiles mentales, éstos avanzan hacia
él inclinando la cabeza a un lado. ¿Tortícolis congénita, o actitud para recibir el
don? Ellos esperan algo. Es una pregunta muda para: “Dame algo” .
Se pide al niño que hable con el rostro, pero todo su cuerpo y todos sus funcio-
T U ME D A S” namientos pueden ser parlantes y a veces elocuentes.
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padres no lo reconocen si él no se reconoce en ellos. Ahí está el problema. Y es así
como los niños no buscan conocer el futuro, y la muerte no es un problema para EL PASO DEL SE R AL TE N ER
ellos, como para el adulto que la teme. El niño, no: él vive al día.
En realidad, la mayor diferencia entre un ser humano en estado adulto y el ser
Pero sucede que esto lo conduce a la muerte, lo conduce a lo que llaman la
humano en estado dé niño es que, en el organismo del niño, el adulto es potencial y
castración, es decir, la pérdida de sus posibilidades de vivir una vez que las ha agota- él intuye sus poderes por el juego del deseo. Mientras que el adulto tiene la cica-
do como niño, y de ello saldrá púber y después será adulto. Pero todo esto él no lo trización de su estado de infancia, perdido por él para siempre. Más doloroso que
prevé, y por eso todas las personas que hacen literatura basada en el psicoanálisis una nostalgia, carga con el recuerdo penoso de su impotencia para ser hoy el adulto
enfocan la cuestión de manera lateral: en efecto, no se trata de describir los proce- que aspiraba a ser y, al mismo tiempo, siente su impotencia para gozar una vez más
sos inconscientes desde fuera, sino de entender el hablar y el actuar de alguien que del modo de vida del niño: la visión de un niño que confía en sí mismo no sabién-
los vive a su manera, diferente de los demás. dose aún impotente o totalmente confiado en la persona de su padre, acentúa este )|
sentimiento del “nunca más” . La suerte está echada. Para él, el niño es representan- I
Así vivimos el tiempo de la infancia: algo no marcha, no se hace ningún pro- te de un sueño, bueno o malo, que le recuerda aquella época cumplida en que tenía
yecto, los recursos son para lo inmediato: un hermano mayor, un padre adoptivo, ),
esperanzas y donde ya no las tiene. El ha pasado a ser una realidad, y las esperanzas
un árbol, un avión que cruza el cielo .. . Ha balizado uno su sendero, su terreno, que tenía de niño, si las recuerda, son demasiado penosas de evocar, ante lo que es
avanza inconscientemente al advenir del adulto. Y si tiene uno ganas de concluir, ahora. Creo que por eso el niño le presentifica un recuerdo penoso, porque ahora )'
siempre habrá un río que no está lejos, o el árbol desde el que uno se arrojará, o que es adulto no puede cambiar su vida.
bien se irá a la casa de o tr o .. . Andaremos diez kilómetros, haremos autostop.
Es probable que hasta los cinco-seis años, el niño no conciba al adulto que será, )
Esto es muy limitado. El niño no busca conocer el futuro; lo hace, crea el futuro.
no lo “vea” de otra manera que según sus modelos parentales. Pero después, incluso
No es prudente. No guarda reservas. Actúa según su deseo, asume sus consecuencias.
a los siete-ocho años, hay individuos que tienen un proyecto, más o menos cons- )
En sus relaciones con la naturaleza, su antropomorfismo no es científico ni ciente pero proyecto al fin, y que va a oponerse al modelo que le proponen o impo-
nen. Esto produce a veces individuos un tanto ariscos, aunque no forzosamente,
poético: es todo eso junto. Se trata, sin duda, de aquella época de la conciencia
porque pueden estar “quebrados” , pero pienso que el adulto que anida en ellos
humana en que efectivamente las cosas no están separadas en disciplinas. Es como si
puede expresarse muy precozmente. Probablemente no antes de los cinco años,
fuésemos al río a buscar arena aurífera para levantar con ella nuestra casa, sin
pero con toda seguridad que antes de los diez, hacia los ocho-nueve años.
separar previamente las pepitas de oro. Totalidad que hallamos, no en el niño tipo
Fn^sn primera edad, el niño lleva en sí al adulto que será. Pero el niño no lo
sino en el niño que hay en cada ser humano. Quizá sería ya un progreso (en
concibe como un advenifr4%fS“éI7^radúlt¿ ue se cónvertTrá él lo lleva tanto en
cualquier caso metodológico) hablar tan sólo de infancia.. . La infancia de cada
eseo, perono busca sa be r'siTtrreali z ará
hombre, de cada mujer. De ninguna manera los Niños o la Infancia.. . Me enfurece
pillarme diciendo “el Niño” , porque tenemos la costumbre de decir “el niño” , pero
as niños revelan en las circunstancias dramáticas, en la familiaridad con la
esta abstracción no existe, es un concepto falso, no quiere decir nada. Para m í es:
muerte, con las cosas más importantes, que poseen una humanidad total. En los
un niño, ese niño; pero también un adulto y una mujer; la mujer, no existe. Y “los pequeños leucémicos hay una determinación, una fuerza, una personalidad afirma-
niños” , también es peligroso; lo engloba todo; habría que decir “ciertos niños” o da. La cercanía de la muerte que amenaza a su organismo, la presencia del peligro
“ese niño” . Podemos decir: los humanos en estado de infancia. De lo contrario, ponen al descubierto no sólo una lucidez sublime frente a la enfermedad, sino
caemos de nuevo en la trampa del no-adulto y del pre-adulto, abstracto y por tanto también una asombrosa percepción de la vida. Y esta facultad no se la procura la
inexistente. enfermedad. Ella nb hace más que acentuarla, revelarla, testimoniando así el poten-
Se puede comparar con un árbol que, en primavera, aún no tiene frutos. No cial de todo ser desde el comienzo de su vida. Los niños poseen lo esencial del ser
humano, desde su concepción y hasta su muerte: lo esencial, aflore o no, sean los
reacciona ante el mundo, las intemperies, el cosmos, como lo hará cuando tenga fru-
otros sus testigos o no, está siempre ahí.
tos. En estado de infancia, cada hombre es ese ser portador de potencialidades crea-
He oído a un huérfano de tres años, rebelado, clamar: “Tengo derecho a tener
doras pero que lo ignora o bien, si lo imagina en sus fantasías, no les hace caso.
a mi madre; si ha muerto, es porque mi padre lo quiso” . Por más que se le explicara
Dichosa imprevisión, correlativa del amor por la vida, de la esperanza en ella y de la
que su padre no podía impedir esa muerte, él no quería entenderlo. Su sufrimiento
confianza en uno mismo.
necesitaba un responsable. ¿Por qué razón su madre no había podido sobrevivir?
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señora? Dice que no tienes padre, pero no es verdad. Puede que ella no sepa” .
En cualquier caso, oír esta reflexión en un niño de tres años mueve a pensar que no Acto seguido, la mujer volvió a empezar: “Es cierto: no tiene padre, murió cuando
es una casualidad, una inspiración excepcional, sino una muestra del potencial de su mamá estaba embarazada de ella; yo le conocí” . —“ Pues si usted le conoció,
todos los niños del mundo. Hay sin duda manifestaciones que quizá sean más la niña tiene un padre.” Entonces la mujer refirió: “ El la quería tanto, deseaba que
indicaciones para los otros que una verdadera estructura de personalidad. Estos fuese una niñita, ya le había comprado un vestidito, fue él quien le eligió el nom-
niños no son conscientes de lo que dicen. Ahí está la diferencia: el adulto piensa bre. . . ” A esta niña siempre le habían dicho que no tenía padre, convirtiéndola en una
en sí mismo; el niño no; él es. El adultsjúensa-en^sfmismo porque está haciendo el hemipléjica simbólica. Esta mujer, su nodriza, portera, desde que ella nació conocía
duelo de su infancia, v posteriormente puede descubrir cómoefaTlhpra gn* Ijljf-r- al padre de la niña, ¡pero la niña pensaba que no había tenido padre! Esta revela-
didó ü é pasado. Ha conservado un recuerdoTconsciente o inconsciente por huellas ción transformó la vida de la niña y, a través de ello, la vida de su madre, una vida
de su propio cuerpo: “Yo estaba en una casa y esa casa fue demolida, estoy en otra; de trabajo consagrado a su hija: pasaba todo su tiempo Ubre en casa del matrimonio
pienso en la casa que demolieron” . Pero el niño que inviste esa casa no se aplica a que cuidaba a su hija, como si fuera una chiquilla, emparejada a su hija y detenida
saber cómo es, ni a describirla; él inviste esa casa y vive en ella, en ella produce lo en el recuerdo de las circunstancias de la muerte accidental de su joven esposo, de
que tiene que producir, y no reflexiona sobre lo que esa casa representa para él ni quien nunca había hablado a su hija como padre.
para los demás. El es co-esa casa, como es co-sus padres sin interrogarse sobre ellos.
Así nos incumbe la enorme responsabilidad que tenemos de educar a los niños.
Tal vez el paso a la edad adulta sea el paso del ser al tener; quiero decir la opo-
sición entre el ser y el tener. Tal vez el niño sea esencialmente un hecho de ser, y
el adulto de tener, al tiempo que reflexiona, se cuenta, se objetiva. Comienza uno a
poseer un pasado, como se posee una casa. El niño no tiene casa: él está en la casa,
o bien está fuera de ella. En su primer contacto conmigo, más de un niño me abor-
dó en estos términos: “ ¿Y tú, qué tienes?” Por nuestro papel de psicoanalistas,
debemos decir: “Sea, te lo diré, pero cuéntame lo que tienes tú” . Se discute enton-
ces quién será el primero en hablar. Y luego estos niños dicen lo que tienen: “Tengo
un papá, una mamá, un hermano, una chacha.. . ” , en fin, todo lo que tienen, como
seres de relación con ellos. “Yo ya lo dije. ¿Y tú?” —“ ¿Qué quieres que te diga?”
—“ ¿Tienes un marido?” - “S í .. . ¿Y si no lo tuviera?” —“Pues. . . es mejor que lo
tengas.. . ¿Tienes hijos?” —“ ¿Y si no te lo digo?” —“P ues.. . no es justo, yo sí
te d ije.. . ”
A menudo, así se establece el intercambio de lenguaje con los niños, y me
asombra que jamás “declaren” tener otra cosa que personas con las que están en
relación. Cuando lo escriben, viendo que no es mucho, añaden: “Ah, y también
tengo un tío, y también la señora que me llevaba al parque cuando era pequeño” .
Los niños nunca hablan de posesiones materiales; para ellos, tener, es tener
- seres de relacion.TüantosingTien quTTcónfórmarse con te n e r.. . una o dos personas.
Pienso en aquella mujer que traía a su hija y a los hijos de sus vecinas a nuestra Casa
Verde7 y que, un día, me dijo respecto de una niñita: “No tiene padre” . Y la
chiquilla estaba ahí, a nuestro lado. Me dirigí a la pequeña: “ ¿Oyes lo que dice la