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M.H.

olas
de un lago
a 3800 metros
de altura

olas
v, w tamaño11
avenir next lt pro,
minúsculas,
persiguiéndose
unas a otras,
sismo a sismo,
sin alcanzarse,
cansadas,
más que a la orilla
de la mente
cuando ya
no existen;

el objetivo:
disolverse
y volver
a entrar;

convulsas
arañan la arena,

el esfuerzo
de haberse formado,
de su explosión,
tan sólo
para espejarse

en los ojos
ancestrales

neutros
de las piedras,

chapoteo
de electrones:
colores,

como fermines y bosones


gases aleatorios
se manifestan en viento que no veo,

como el viento
abomba en la persiana
de este cuarto
compartido,

gas, gaos, kaos,

como destrenza
las grelas
de la chola
que mea al caminar,

como desmenuza
el meo
de la chola
caminante
en los ojos
de algún burro
inexplicable,

llegará el burro
a emocionarse
por ese
movimiento
pacífco

construcción
destrucción
regeneración

llegará a por ese


persistirse
insistirse
vivirse

llegará el burro
a emocionarse
de la oreja
boliviana
en el Perú

del Eloy
que menea la estatura
al viento grandioso
que afora olitas

tentáculos de lo majestuoso
en la espiral
en el meneo
de los botes
al timbal de las olas,
un par de tardes luego:

botes
expuestos
al mismo balanceo
constante,
anclados
a un gomón
relleno de piedras
encallado en la orilla,
un pez
campanea sin eco
en una piedra
con crin
al sol

que
seca

los cueros
de los chanchos

mordiéndose
en la orilla,

las plumas
de las gaviotas
impertinentes,
la lluvia habida,

los dedos
del fumador
cuando decide
si tirar o no
la colilla,
si pronunciar o no
un buen día

y las olas
que nunca deciden
nunca cesan;

una melodía
sin demasiada espuma,

como el que pasa silbando


seco bajo el sol que seca

una melodía
que recuerda
sin saber
de dónde,
que silbo
su padre
sin saber
de dónde,
ni hace
cuánto;

la laguna
se retuerce,

las olas
dentro
de mi cabeza
dentro
de las olas,

las gaviotas,
estrujadas
vistas bajo el agua,

un cóndor
sin estadística,

los gallos,
mi cuerpo gallo,

dentro de mi sangre
la sangre del gallo,

los amigos dentro de las olas,


las guitarras tocadas
en la arena sin hacer ruido,

ella
se zambulle
sus muslos
ensamblan en
las olas,

si será
chico su culo
que ensambla
en las olitas
del +1+1C4C4,

mi cabeza dentro
de las olas,
en mi emoción
del burro
¿se emociona
el burro?

las olas
afuera
en la arena
secándose
dentro de
mi cabeza,

guitarras en cero
mimetizan
con la curva que alisa
mi cabeza
en sus muslos,
el viento sopla
sobre el lago

ondea su superfcie,
los efectos visibles

de lo invisible
se manifestan,

si será chica
mi cabeza.
+1-1

Un l casi calvo

con s aferradas
a una piedra,
en medio desierto de grava,
seca, solo, suelta,
esta solo:

nadie lo recuerda,
puede que un fugaz
que venga buscando trabajo en cebollales desde Loja,
pero de ley que a ese tampoco
nadie lo recuerda,

y qué compañía se hacen


un al que nadie recuerda

que recuerda un l
que no tiene memoria.
Ñawpa

El Julián estuvo conectado hace dos horas,


es decir, a las cuatro de la mañana de allá
cuando acá eran las dos y bajo la luz chirriante,
fritada de la cocina, los mozos
fsuraban sonrisas a puro puterio verborrágico,
mecanismo oculto e imprescindible del trabajo,
en barra la gaseosa supo de abarajar hielos
frente a los ojos vidriados de un cliente
que veía burbujear sus últimos dólares
con cierta esperanza táctil
contra un bolsillo vacío,
como la insistencia de nuestros cuerpos de pie
sobre la tendencia de un par de hielos en el suelo
disipándose de su cubismo térmico
a la dinámica de un charco que, para estas horas,
despinta el labial de una colilla fruncida
y arrasa los minúsculos vestigios de la farra
donde la vida se expresa en deshechos,
cuando allá las seis y la niebla del primer invierno
se teje entre los haces rústicos de los faroles
que salpican la vereda donde una vez me reproché,
en el colmo de la deuda, en la calma de la duda,
que si acaso el orgullo dirige la desgracia del tiempo
mejor acomodarse en un mundo de pérdidas.
Un potro relincha al primer sorbido de un mate,
Julián pestañea, tiene aún el haber estado
conectado, quizás ebrio, frente a la pantalla,
como tengo el haberme sentado en la vereda
aunque la vereda no tenga mi sentada,
en pantalla no persista
ni resto físico del trabajo de formar una idea,
sino el polvillo que estampó el aliento
en nueva forma de trabajo que introdujo
nuevas posibilidades
en el mundo: datos, narraciones achoradas.
Acá recién son las cuatro, en el Cajas hiela,
el puma devora al zorro entonces las entrañas
emanan vapor trenzado y fétido que enlaza
al refejo de una laguna moteada
por el gran sacudón de estrellas de la galaxia,
esa armonía histérica con la que una vida
se alimenta de la vida de otros; divide
et impera, debita y gobierna, endeuda: domina.
Julián conectó treinta grados antes
para alimentarse
de lo que el ego de los otros dice de nosotros,
yo me conecté más o menos a la misma hora,
pero unos tres mil seiscientos ahoras después
y amalgamé una pic del concepto Bianca
con la creatura morena salpicada en el colchón
por el gran sacudón ¿Juli leyó mis mensajes?
¿puede el puma leer el brillo estelar?
Él como lo que se viene, yo como lo estuve.
Recopilo la jornada para ilustrarme:
las moscas apilaron al sol en horas inútiles,
pagas, en las que se me fue el día laboral,
esa otra parte de mi vida que me integra,
se avino la noche, refrescó, pasó bajo mis piernas
una brisa que arrastró unas cuantas piedritas,
cascó la pared, le arranco un escalofrío a la Amparo
que le dio ganas de tirarse un pedo, se lo tiró,
se hicieron las dos, el cotilleo del cambio
pasaba entre mis manos, olor a moneda
toqueteada, que sintetizan en billetes su valor
mientras en casa desgranan:
un papel descompone en monedas, las monedas
en monedas más grandes de menor valor
hasta volver a reducirse, como polvo de Cantor,
en moneditas de cobre de un centavo (inscripto
en paradoja: e pluribus unum) que se apilan insatisfechas
en el libro Historia de la Nación Latinoamericana.
Bien, nos aproximamos a la hora que fue cuando la niebla
tejida entre los haces del alumbrado público
en algún pueblo púa en el alambre de la ruta
hizo al rojo de la lengua detenida en un cigarro
de quien apostaba su vida a nada, al principio
de la luz en las tinieblas, balanceados yerbatales,
sin saber para dónde
revolverán las aguas, salpicará la piedra.
Centrarse en el trabajo de lo que persiste.
Arrojado hacia lo sido del Julián sonrío
a la creatura morena que persiste
pese a la foto deleteada,
la colisión del primer sol contra los andes
sostiene la sonatina de las tejas de adobe,
las nubes fuyen con intensidad de río en el Cajas
donde un cadáver humea con puma hinchado
que se tira un pedo frente a la laguna,
algo más distendido que el de la Amparo,
y nada de ello permanece pero un acá estoy
con el mate lavado y frío que lo pienso
y siento el suave néctar de la vagina incaica
que guiñó en el monitor, la tierna miel
que Julián le pondrá al mate nuevo por la mañana
cuando se decida a contestarme un ;),
a la Mica le brillen los ferros de los dientes sin saña
en una cocina destartalada pero amable,
el dinero deje de minimizarme,
el aire deje de carbonizarse inútilmente con ronquidos
y salgan aquellos senos a recoger una camisa
cuando el primer bostezo del viento afle
sus pezones rígidos, cobre como volcanes.
#

#Ventana
#ventana de este cuarto a la calle Tandapata,
de uno de los tantos cuartos exprimidos a este inmueble
que si antes fuera palacete incaico
hoy hostel sionista y económico,
colador de pepas argentas, rotos batracios,
cuarto compartido de cinco camas
que a la noche se infan de materia durmiente,
ebria y babeante y de día se alisan
con el tendido vaporoso del Edi
que resetea colchones con sábanas nuevas
como el Ángel manda a dormir las compus del cyber
¿a cuántas espaldas amanecí
y cuántos durmieron a mis espaldas?
¿qué nos pertenece de esta avalancha cutre de mochilas?
Incineramos el aire gélido de la noche andina,
lo compartimos, sin abrazarnos.

#Ven+ana
de una de las tantas piezas de tantas literas
de este hostel hemipléjico, donde me masturbo
hacia el lado caído donde balan las cabras
y se apiñan las clavas derramadas que tiemblan
por el tren rumbo a ruinas confscadas del Machu
y que, incluso, zumba la voz del empleador
apunto de difamarme en la ciudad que es humo
de piedras;
illapa,
tronazo, subraya
el relincho de quien mea inspirado la esquina
y la esquina de esta habitación que no sacian
las bolsas del supermercado Orión
con sachecitos de champú estrujados
¿dónde dejarse si no hacemos falta?

Hago de cuenta que aún vengo, simón,


en una ranger con calamares, hablamos
de todo y en el poncho humecto no te hincaste,
salivo cuesta San Blas hasta donde me ignores
y me pelo la historia de cara a un solazo
en ansias amarillas de estar vivo,
bajo por Yurac Punco,
emperador fustigado por fashes de selfs,
sobre las piedras que brillan en calle Loreto
antologadas para que los guías
señalen con nombre donde sacar fotos;
y desde Pisaq:
una procesión,
aire de una de las tantas tormentas
entrantes de esta #ven+ana de las tantas
que dan a la calle Tandapata, aire
que no trae a la memoria verso alguno de Vallejo,
que ni glisa este colapso,
culpa del dj que no inspira y atormenta,
aspira la tormenta del dj de la historia
que por acá me colocó:
un track a destiempo entre un cúmulo
de carpas del camping municipal que gangrenan el Apu Picol
escamamos en la cara de una iguana,
ahora que somos tantos nos queremos menos,
grupados, aunque solanos,
me calco en las sábanas
a ver si me miro la moldura un rato
y doy con los recuerdos, de mi madre
al menos,
el polvo se reconstruye en el aire,
el aire
maíz.

#Ven+an4,
que no es esta,
por la que mi madre me recuerda en un azar
de las tantas mesturas neurales habidas
y se pone chocha de olvidarme,
segundo piso de este wasi guaso apiladero
de escaleras crujientes
donde no puedo crear un recuerdo
y me masturbo,
sin prisa, hundido, remolco diez meses
en esta cama de las tantas pero justo en esta,
observo el dibujo, que por mi existe,
de aquellas palomas que en palomares de los tantos
se hacinan con nosotros
y han cacado
la cara de Putin
sobre la cara del Kausachun

¿me mensajea la historia?


¿me habla la historia a través de la guasca,
de la guasca fecal de las palomas,
de las tantas palomas que aparean
en las grietas
de estas gruesas piedras como cansadas?

Ya nada, la Historia son crónicas y es plaga,


la cotización del sol
y sus puestas
en un cartel que promociona un piso
con buena vista del Qosqo,
el pequeño tragaluz por el que veo
el Apu Picol donde fui iguana,
ahora que me friego las piedras,
hacia la #ven+an4 con los tantos que han visto por ella
y no da a ningún Apu porque a mis espaldas,
al Apu de los tantos que silabee:
wanakauri, por ejemplo,
para orientarme, para perderme, para buscarte
una tarde en un barrio tostado en polvo
donde te recordé, #ven+an4 de esa tarde chicha,
cuando el sol quemaba la frente y el viento helado
las orejas,
que si el ojo de Bolívar le viera como le vi
derramaría un gotón mucilaginoso de la nariz patria
que en este punto de los anales esnifa
la cal de casas que derrumban
de apoco, sismo a sismo, escurridas
en el arrocero incaico,
bolsita lumínica del valle a la noche
y en los fogonazos del amanecer
sonarse con agua del río la nariz.

#V4n0
que incita al ritmo mobiliario de versos por tus gansos,
la serpiente apedreada por los guambras majaderos,
el puma derrotado por la lluvia que achaca tiempos,
el cóndor inmóvil de temor en la piedra se aburre;
un no sé qué
pero con pico recolecta una trucha andina,
perlada de baba, detrás
un tractor tropieza en una zanja,
tras tractor esta la muerte,
y a cuadras se percibe el vaho del mercado San Pedro
donde las cholas se abollan
a la chispa de los soles en trance:

Húascar, guasco, gil, descalzo y atado al cuello,


asesinado por tu propio hermano, ya nada, topas,

#v3n+4n4 hacia la cual apunto mi verga enhiesta


y en este lapsus historiográfco eyaculo
en dirección a la llama sideral,
cuando anochece, hay que chambear,
trabajar la festa donde me puso la historia:
detrás de la barra estrello los párpados,
detrás de la historia se estrellan los hombres,
en la galaxia estrellas se friegan
contra el vacío y en el vacío
los cubos de hielo se agitan,
quién como los hielos,
la luna alinea con Saturno y Marte,
Antares, colgada, a modo de asterisco
sin notas, luna focaza,
el cobre de un sol
aletea
en el vaso propinero,
fregaré las huellas de quienes bailen,
Edi simplifcará otra cama,
la lluvia que fue, seca
en el patio colonial
donde una chibolita
de unos neuf ans
aún no se anima a pajearse,
frunce los labios en x, sonríe, ida,
a los flos de las verjas
mientras la historia se reúne en la esquina del Scotibank
donde unos manes sin historia se agrupan,
porque no la piensan, ni la pensaron
¿pierden algo? Se arremangan,
en todo caso, para darse de quiños
con sus sombras;
ombligo de mi panza
de las tantas panzas que digieren en este palacio al paso,
de los tantos ombligos anudados,
nudo particular de mi ombligo
obra de un ostetra
que ni se hace acuerdo del movimiento elíptico del nudo,
nudo
chorreado, me entreduermo, me duermo,
Tsunamis y turismo en la Somalia,
agregó el Félix, ahora que olvido lo demás
¿tas =( ? Chuta, como espetó Escudero,
sos el efecto de un adiós,
jodete.

Así que me voy a levantar cuando pinte,


si es que pinta,
tiene que pintar,
de la cama en la cual amanezco anónimo
cada día
me siento a caminar, de Lima al Cuzco en diagonal
aunque al parecer, en este hostel,
el único recluso
soy yo.

#V3n+4n4 de las tantas por las que he visto


hoy hago entrar luces de la calle Tandapata,
que sombrean el paso del viento
en las paredes cascadas, a mis ojos
desde una de las tantas camas,
donde gesta la patética condición de un man
que incapaz de formar un recuerdo
se resigna a escribir:

ventana, decí que del suelo


sólo te separan diez metros
sino me arrojaría.
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