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JIMÉNEZ GÁLVEZ
El día que Maica Pérez, de 52 años, recibió una llamada para volver a trabajar como
limpiadora, no se lo pensó dos veces. Además, era en su propio pueblo, Artajona, una
pequeña localidad navarra con apenas 1.700 personas empadronadas. Llevaba tres
años dedicada exclusivamente a las “labores del hogar”, término utilizado en
la encuesta de población activa (EPA) para referirse a las amas de casa en situación de
inactividad, es decir, que no buscan empleo. Este colectivo ha adelgazado
progresivamente en España desde finales de los setenta. Pero, con motivo de la crisis,
se reduce a pasos cada vez más veloces. Desde principios de 2008 se ha acelerado la
incorporaron al mercado laboral de casi un millón de amas de casa.
“En mi decisión para aceptar el empleo influyeron las razones económicas. Fue casi
una obligación. Mi marido también trabaja, pero son muchos gastos: hipoteca, los
estudios de los niños... No llegábamos”, explica Maica, con dos hijas. La mayor, de 26
años, es peluquera y ya se ha independizado. La pequeña, de 20, estudia Ingeniería
Eléctrica en la Universidad Pública de Navarra. “El problema suele ser que el marido
o los hijos se han quedado en paro, o les han reducido la jornada. En esa situación, se
pone a trabajar el miembro que tiene más facilidad”, apostilla Ávila.
Andalucía ha sido la comunidad autónoma donde más fuerte irrumpió este fenómeno.
La región ha perdido 251.500 amas de casa (-28%) durante la coyuntura, cifrándose
actualmente en unas 667.300. “Muchas mujeres sienten ahora una mayor necesidad de
incorporarse. Estas representaron en junio el 70% de los nuevos demandantes de
empleo en Andalucía, jóvenes y amas de casa sobre todo”, apunta Martos.
La navarra Maica trabaja 19 horas a la semana. Reconoce que ha tenido “suerte” a la
hora de encontrar un empleo. “Porque la situación está realmente muy complicada”,
medita. El perfil de las amas de casa que comienzan una búsqueda activa de trabajo
coincide generalmente, subraya Isabel Ávila, con mayores de 45 años y con escasa
formación. Dos factores que se presentan como sus grandes inconvenientes para
encontrar un hueco en el mercado laboral. “Por ello se ha producido una incorporación
de la mujer a empleos poco cualificados”, apostilla la presidenta de Ceaccu. “Sobre
todo de confección y limpieza”, añade Martos.