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J.

JIMÉNEZ GÁLVEZ

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Madrid 25 AGO 2013 - 00:00 CEST

Mujeres en una oficina de atención al cliente SANTI BURGOS

El día que Maica Pérez, de 52 años, recibió una llamada para volver a trabajar como
limpiadora, no se lo pensó dos veces. Además, era en su propio pueblo, Artajona, una
pequeña localidad navarra con apenas 1.700 personas empadronadas. Llevaba tres
años dedicada exclusivamente a las “labores del hogar”, término utilizado en
la encuesta de población activa (EPA) para referirse a las amas de casa en situación de
inactividad, es decir, que no buscan empleo. Este colectivo ha adelgazado
progresivamente en España desde finales de los setenta. Pero, con motivo de la crisis,
se reduce a pasos cada vez más veloces. Desde principios de 2008 se ha acelerado la
incorporaron al mercado laboral de casi un millón de amas de casa.

Un efecto derivado de las dificultades económicas que atraviesan los hogares


españoles. “Por ello, muchas mujeres han decidido dar un paso adelante”, recalca
Isabel Ávila, presidenta de la Confederación Española de Organizaciones de Amas de
Casa, Consumidores y Usuarios (Ceaccu). Los datos de la EPA revelan que, desde el
arranque de la coyuntura, se ha pasado de los 4,51 millones de mujeres dedicadas a
“sus labores” a los 3,55 actuales.
Fuente: Encuesta de Población Activa EL PAÍS

En contraste con ellas, el hombre juega un papel absolutamente diferente en este


fenómeno derivado de la coyuntura. Frente a la reducción del número de amas de casa
inactivas, los hombres dedicados exclusivamente a “labores del hogar” aumentaron
durante la coyuntura en un 31%. Según la EPA del segundo trimestre de 2013, un total
de 355.100 amos de casa se dedican a estas tareas actualmente, frente a los 270.400
que lo hacían al inicio de 2008.

Almudena Fontecha, secretaria para la igualdad de UGT, recalca que


“tradicionalmente” la mano de obra femenina ha jugado un papel comodín en las
crisis. “A pesar de las dificultades económicas, siempre han manifestado su voluntad
de trabajar. Pero ahora la mujer tiene una vocación de permanencia”, reflexiona la
sindicalista. “El papel de la mujer ha sido fundamental para salvaguardar la economía
doméstica golpeada por la recesión”, añade Adecco, empresa especialidad en recursos
humanos, en su séptimo Informe sobre el perfil de la mujer trabajadora.
Se ha pasado de los 4,51 millones de mujeres dedicadas a “sus
labores” a los 3,55 actuales

“En mi decisión para aceptar el empleo influyeron las razones económicas. Fue casi
una obligación. Mi marido también trabaja, pero son muchos gastos: hipoteca, los
estudios de los niños... No llegábamos”, explica Maica, con dos hijas. La mayor, de 26
años, es peluquera y ya se ha independizado. La pequeña, de 20, estudia Ingeniería
Eléctrica en la Universidad Pública de Navarra. “El problema suele ser que el marido
o los hijos se han quedado en paro, o les han reducido la jornada. En esa situación, se
pone a trabajar el miembro que tiene más facilidad”, apostilla Ávila.

La disminución del colectivo de amas de casa constituye un fenómeno social que


arrancó con el final del franquismo y siguió con la progresiva incorporación de la
mujer al mercado de trabajo. Según la serie estadística de la EPA, las dedicadas en
exclusiva a “sus labores” ascendían hasta los 7,7 millones en 1976. Cifra que empezó
a caer entonces, sufrió un desplome radical en 1987, y volvió después a su tendencia
de descensos moderados. Hasta la crisis.

Andalucía ha sido la comunidad autónoma donde más fuerte


irrumpió este fenómeno

La presencia progresiva de más chicas jóvenes en el mercado de trabajo sucede desde


los setenta. “Pero la Ley de Dependencia también fue un gran yacimiento de empleo
para la mujer”, apostilla Antonia Martos, responsable de la secretaría de la mujer en la
sección autonómica de CC OO. Con la crisis se ha acelerado el ritmo de incorporación
al mercado laboral de inactivos dedicados a sus labores (hombres y mujeres). Según
cifras de la EPA, se redujo en 393.800 personas entre 2003 y principios de 2008. En
un periodo de tiempo similar, entre 2008 y mediados de 2013, ese dato se duplica:
876.700.

Andalucía ha sido la comunidad autónoma donde más fuerte irrumpió este fenómeno.
La región ha perdido 251.500 amas de casa (-28%) durante la coyuntura, cifrándose
actualmente en unas 667.300. “Muchas mujeres sienten ahora una mayor necesidad de
incorporarse. Estas representaron en junio el 70% de los nuevos demandantes de
empleo en Andalucía, jóvenes y amas de casa sobre todo”, apunta Martos.
La navarra Maica trabaja 19 horas a la semana. Reconoce que ha tenido “suerte” a la
hora de encontrar un empleo. “Porque la situación está realmente muy complicada”,
medita. El perfil de las amas de casa que comienzan una búsqueda activa de trabajo
coincide generalmente, subraya Isabel Ávila, con mayores de 45 años y con escasa
formación. Dos factores que se presentan como sus grandes inconvenientes para
encontrar un hueco en el mercado laboral. “Por ello se ha producido una incorporación
de la mujer a empleos poco cualificados”, apostilla la presidenta de Ceaccu. “Sobre
todo de confección y limpieza”, añade Martos.

Fuente: Encuesta de Población Activa EL PAÍS


TODA LA FAMILIA ACTIVA
Cuando uno de los miembros de la familia pierde su empleo, el resto de los que estaban inactivos
hasta entonces salen a buscar trabajo para amortiguar el impacto. Es el conocido como efecto del
trabajador añadido. Se ha repetido en las diferentes recesiones económicas. Y en esta crisis, que
dura ya cinco años, vuelve con fuerza. La última EPA estima que en España existen 3,9 millones
de personas dedicadas en exclusividad a las tareas de su casa y que no buscan trabajo. Es el dato
más bajo desde 1976, año en que empieza el histórico del INE. Supone un 19% menos que en
2008, cuando el colectivo lo conformaban 4,78 millones de hombres y mujeres. La edad no es un
impedimento: desde el arranque de la crisis, la tasa de actividad entre la población femenina
mayor de 40 años experimenta un rápido aumento. Entre las mujeres de 40 a 44 la es del 82%,
frente al 74% de 2008; de 45 a 49 años, del 80% (67% antes); entre los 50 y los 54, del 71%
(antes el 60%); y de 55 a 59 años, 58% frente al 43% de hace un lustro.

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