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I

I , En este libro, Steven Lukes defiende un enfoque de!


lpoder radical tanto en sentido teórico como político. Steven Lukes
El poder
Hasta ahora, los estudiosos del poder se han interesa-
ldo por las dimensiones más visibles de las relaciones
db poder, tal como se manifiestan en elcomportamien-
tg de los individuos a la hora de tomar decisiones"so-
bre cuestiones, actuales o potenciales, en torno á las Un enfoque radical
cuales hay un evidente conflicto de preferencias. Este
libro abre una vía hacia el estudio empírico de la di-
mensión menos visible del poder, que opera a través
de fuerzas colectivas y acuerdos sociales para reprimir
problemas potenciales e impedir el conflicto, contribu-
yendo a configurar las creencias y preferencias huma-
nas y actuando en contra de sus intereses reales. Se
ánalizan las ideas de los pluralistas americanos y sus
rcríticos, y las de Talcott Parsons, Hannah Arendt,
C. Wright Mills, Ralph Miliband y Nicos Poqlantzas, al
igual que las relaciones entre el poder, por luna parte,
y los intereses y la responsabilidad, por otra. El análi-
sis toca muchos y muy amplios problemas, tales como
los límites del behaviorísmo, el papel de los valores en
la explicación, el individualismo metodológico, el enfo-
que del pluralismo y la naturaleza de la falsa concien-
cia y de los intereses reales.

Steven Lukes es fellow y tutor de Sociología y Política


en el Balliol College de Oxford.

ffi
siglo veintiuno editores, sa
CERRO DEL AGUA, 2,18. 0«110 MEXICO, O.F.

siglo veintiuno dg españa editores, sa


MAORID. ESPANA
C/ PLAZA, 5. 28043

siglo veintiuno argentina editores, sa


Para Sallv
siglo veintiuno fle colombia, ltda
Av.3a. 17-73. PRIMEB PISO. BOGOTA. COLOMBIA
O.E.

Primera edición en castellano, octubre de 1985

@ stcr-o xxr DE ESrAñA EDrroRES. s. A.


Calle Plaza,5. 28043 Madrid
Primera edición en inglés, 1974
@ The MacMillan Press Ltd., Londres.
Título original: Power. A radical view
DERECHOS RESERVADOS CONFORME A LA LEY

Impreso y hecho en España


Printed and made itt Spain
Diseño de la cubierta: El Cubri
ISBN: 84-323-0524-6
Depósito legal: M. 31.877-1985
Compuesto en Compobell, S. A. Patiño (Murcia)
Impreso en Closas-Orcoyen, S. L. Polígono Igarsa
Paracuellos del Jarama (Madrid)
INDICE

d
t'l
I
IX
l. IxrnonuccróN I
2. EI. ENFoQT,E UNIDIMENSIoNAL 4
3. EL gl.rroeuE BIDTMENSToNAL n
4. EL ENFooUE TRIDIMENSIoNAL 19
5. [-t cot¡cerctóN or poDER SUByAcENTE 28
6. FooeR E TNTERESES 4t
7. COUPIR.ECIÓN os LoS TRES ENFoQUES 43
8. DrRculr¡nrs 60
9. CoNcr,usIóu 78
Bibtiografía 80
PREFACIO

Este libro tiene su origen en una conferencia


pronunciada en la Sorbona ante alumnos de
Pierre Birnbaum. Luego se convirtió en un
guión para el seminario de Sociología Política,
a cuya realización contribuí en Oxford junta-
mente con R. W. Johnson, Roderick Martin y
Frank Parkin. Luego fue obieto de abundantes
revisiones, a la luz de los debates ----especial-
mente en la Université de Montréal y la McGill
University de esa misma ciudad, de la Univer-
sity of Massachusetts y la New University del
Ulster, en Coleraine- y de los fundados argu-
mentos y críticas de (entre otros) Brian Barry,
John Gaventa está verificando ahora en
-que
una investigación empírica algunas de sus
ideas-, Jerome Karabel, Jackie Lukes, José M.a
Maravall, Kenneth Newton, Bertell Ollman,
Frank Parkin, Bob Rae, Joseph Raz, Frank
Wright y, sobre todo, Peter Bachrach, William
Connolly y Alan Montefiore. Estoy especial-
mente agradecido a Peter Bachrach. Las discu-
siones públicas y privadas que mantuvimos du-
rante su estancia en Oxford fueron ocasiones
excepcionales de intercambiar no sólo de
ratificar- opiniones; fueron para -ymí extraordi-
nariamente interesantes y enriquecedoras.
PREFACIO

Il

Este libro tiene su origen en una conferencia


pronunciada en la Sorbona ante alumnos de
Pierre Birnbaum. Luego se convirtió en un
guión para el seminario de Sociología Política,
a cuya realización contribuí en Oxford junta-
mente con R. W. Johnson, Roderick Martin y
Frank Parkin. Luego fue obieto de abundantes
revisiones, a la luz de los debates -cspecial-
mente en la Université de Montréal y la McGill
University de esa misma ciudad, de la Univer-
sity of Massachusetts y la New University del
Ulster, en Coleraine- y de los fundados argu-
mentos y críticas de (entre otros) Brian Barry,
John Gaventa está verificando ahora en
-queempírica
una investigación algunas de sus
ideas-, Jerome Karabel, Jackie Lukes, José M.a
Maravall, Kenneth Newton, Bertell Ollman,
Frank Parkin, Bob Rae, Joseph Raz, Frank
Wright y, sobre todo, Peter Bachrach, William
Connolly y Alan Montefiore. Estoy especial-
mente agradecido a Peter Bachrach. Las discu-
siones públicas y privadas que mantuvimos du-
rante su estancia en Oxford fueron ocasiones
excepcionales de intercambiar no sólo de
ratificar- opiniones; fueron para -ymí extraordi-
nariamente interesantes y enriquecedoras.
Steven Lukes lntrodLtcciótl

serie de problemas metgdo_lógicos, tgó_¡lqo¡_1, modificación, en su libro Power and poverty [41.
p*o..1.*ipp-s: Entre los primeros figuran los límites La argumentación de éstos fue, a su vez, objeto
del belav[g¡§Aq, el papel desempeñado por los de enérgicos contraataques por parte de los plu-
y el i,,Ldivifualj9g1o ralistas, en especial Nelson Polsby [30, 3l],
"áioñfGñ*Íltiplicáción
metodológico. Entre los problemas teóricos es- Raymond Wolfinger [37, 38] y Richard Merel-
tán-cuestiones relacionadas con los límites o man [20]; pero también se granjeó defensas de
prejuicios del pluralismo, con la falsa concien- gran interés, como la de Frederick Frey [141, V
cia y con los intereses realñ Enlié1ffiió-HA por lo menos una aplicación empírica, intere-
más polítióos é3iáñ-1u. ti"s fumosas áreás pro- sante en grado sumo, en el libro de Matthew
blemáticas clave estudiadas por Robert Dahl Crenson The un-politics of air pollution l9l. Ar-
[12] en New Haven (nuevo desarrollo urbano, gumentaré que el enfoque de los pluralistas era,
e d uc ac i ó n p ú-b, I ic a y n o m b r a m r.e¡t-q-,s- p_o I í tii ól), efectivamente, inadecuado, por las razones
la pobreza y las relaciones raciales en Balti- aducidas por Bachrach y Baratz, y que el enfo-
more, así como la polución atmosférica. Estos que de éstos va más lejos, aunque, por otro
temas no serán discutidos en sí, sino que sim- lado, no lo bastante, y está necesitado de un
plemente se aludirá a ellos en puntos significa- temple radical. Mi estrategia consistirá en es-
dos de la argumentación. Por su naturaleza, bozar tres mapas conceptuales, que espero pon-
ésta es polémica. Y realmente, el que lo sea gan de manifiesto los rasgos distintivos de esos
forma parte esencial de mi alegato. tres enfoques del poder, a saber el de los plura-
Comienza esta argumentación examinando listas (al que llamaré unidimensional), el de sus
un enfoque del poder y concepciones emparen- críticos (al que llamaré bidimensional) y un ter-
cer enfoque del poder (al que llamaÉ tridimen-
tadas
-que tiene
particularmente
profundas raíces históricas,
en el pensamiento de Max We- sional)- Luego pasaré a examinar los lados fuer-
ber, y que adquirió una sensible influencia en- tes y débiles respectivos, intentando demostrar
tre los politólogos americanos de la década de mediante ejemplos que el tercero de estos enfo-
los sesenta a través de la obra de Dahl y sus ques permite un an§lisi§ de las relaciones de
colegas pluralistas. A este enfoque se [e criticó pod"i m3s profun6 y-s-@-
por superficial y restrictivo y se le acusó de lle- ffi ion ado n-o_1 9y ?! qu iAlde,.l-9s"-og9s dgq.
var a una injustificada celebración del plura-
lismo americano, del cual se pretende que cum-
ple los requisitos de la democracia, en especial
por parte de Peter Bachrach y Morton S. Baratz
en un famoso e influyente artículo titulado uThe
two faces of power, [2] y en un segundo artículo
[3], incorporados ambos posteriormente, previa
2. EL ENFOQUE UNIDIMENSIONAL El enloque ttnidittrcttsiotrul
a
conclusiones pluralistas cuando es aplicado.
pLralistas de adopción de decisio-
"ri*.i"*s
;;; i;-;;biér,, di.íu vo, conciusiones pluralis-
tas cuando es apli"uio u estructuras que él
identifica como pluralistas, mientras que otros
A menudo se califica a éste de enfoque uplura- ..rfoq.r", del poáer no Io hacen)' Así pues' al
lista, del poder, pero tal etiqueta es ya enga- intentar caracterizarlo identificaré sus rasgos
ñosa, por cuanto Dahl, Polsby, Wolfinger y otros áirtir,tiuos independientemente de las conclu-
rb""t pluralistás que se hayan solido obtener'
pretenden demostrar que el poder lo
-según de En su temprano artículo uThe co.ncept,of po- , )e/
identifican ellos- está, de hecho, distribuido
manera pluralista en New Haven, por ejemplo, w€r», Dahl áescribe su uidea intuitiva del Po-,t"r',,-l,i
der» coÍlo «algo semejante a: A tiene pocl.er
to-l^
y más generalmente en el sistema político de los quel\)?'
bre B en la medida en que puede conseguir
Estados Unidos en su totalidad. Hablar, como "
hacen los susodichos autores, de un "enfoque plu- B haga algo que, de otra manera' no hana»l
ralista" del poder, o de una "aproximación ([10], en [7], p.80). Más adelante en ese mrsmo
pluralista, al mismo o bien de una "metodolo- u.,l."fo, báfri describe 5u uenfoque intuitivo de
gía plurali5t¿» presupone que las conclusiones la relación de poder» en términos ligeramente
de los pluralistas ya están contenidas en sus diferentes: parecía, dice, "implicar una tenta-
concepciones, aproximación y método. Real- iiu" por el éxito por parte de A de
""t".ruiu
conseguir que 4 haga algo que' de otra manera'
mente, yo no creo que así sea. Creo que éstos
son capaces de generar en determinados casos no ha"ría, ilZl, p-g1). N¿tese que si el primer
A (" "'
conclusiones no pluralistas. Utilizando, por enunciado gira Én torno a la capacidad de
.rr- l" medida en que puede conseguir que
B
ejemplo, sg,_enfoqge _qgl_pgggl y su metodología tenta-
para identificarlo (de manera que el lugar haga algo ...'), el segundo especifica una
( donde se ubica el poder se determina viendo i-i-á pot él éxito, y en ello estriba'
"oí"nada
J".d" luego, la diferencia entre los poderes 1":
1{ quién prevalece a la hora de adoptar decisiones
I fl'' ¿ona;q;iera q"lñáva uñ óonñictó oFsiiláble). i"áf v polencial, entre posesión Y fierci;io, $¡^l
RoberfMtlG nzioTlgl-conctuyrque*el--¡loder-es
§ piramidal en los dos principales partidospolíti-
cos británicosi y sirviéndose de un enfoque y .iá" hincapié q,r" hut"" lós llamados "elitis-
"f go
una metodología diferentes, Samuel Beer [ó] tas» en las reputationes del poder) ' EnWho
concluye que en el caso del Partido Laborista no uerns?, el metodo capital de Dahl consiste en
,,determinar con resf,ecto a cada decisión qué
lo es. Del primero de esos enfoques se extraen
conclusiones elitistas cuando es aplicado a es- participantes proPu,i"tott alternativas que fi-
tructuras elitistas de adopción de decisiones y lul*"rrt" fuerón adoptadas, vetaron alternati-
@ ¿ e, eI
fJs. * ** "{.* n,U [*t . r s,to,..* l¡,ta*U.
Starcn Lukes El enloque ¿tnidimension¡tl

vas propuestas por otros o propusieron alterna- Este hincapié en el comportamiento observa-
tivas que fueron rechazadas. Estas acciones fue- ble a la hora de identificar el poder mueve a los
ron después clasificadas como 'éxitos'o 'derro- pluralistas a estudiar la adopción de decisiones
tas' individuales. Los participantes con la ma- Lo*o tal€a central. Para Dahl, pues, el poder
yor'proporción de éxitos sobre el total de éstos sólo puede ser analizado tras un «exzlTl€rl ITli-
fueron considerados como los más influyentes, nucioso de una serie de decisiones concretas»
(Í12), p. 33ó) r. En suma, como dice Polsby: ([11], p.466); Polsby, a su vez' escribe:
"En
la aproximación pluralista ... se intenta estudiar
los resultados específicos con vistas a determi-
nar quién prevalece efectivamente en la adop.
ción de decisiones dentro de una comunidad,
([30], p. 113). Aquí se hace hincapié en el estu-
dio del comportamiento concreto, obqervable. El
investifráñ s"grñ"Tilsby, udeberíd estudiar el
comportamiento efectivo, ya sea de primera ([30], pp. 34).
mano, ya sea reconstruyéndolo a partir de do-
cumentos, testimonios, periódicos y otras fuen- Arguye este autor que identificar a nquien pre-
tes apropiadas, (p.121). Así pues, la metodolo-
gía pluralista, en palabras de Merelm&D, «s5fs-
dió el comportamiento efectivo, insistió en las
definiciones operativas y encontró pruebas. Más
aún: pareció obtener conclusiones fiables, que
satisfacían los cánones de la ciencia" ([20],
p. asl).
(Convendrá tener en cuenta que los pluralis- prende de esta última cita, se supone que las
tas tienden a usar de forma intercambiable udecisiones» entrañan un conflicto «directo», es
opoderr, "influenci¿», etc., suponiendo que hay decir efectivo y observable. Así pues, Dahl
una <<noción primaria que parece estar detrás
de todos esos conceptos» ([10], en [7], p. 80).
Who governs? habla todo de ..influenci¿r, mien-
tras que Polsby habla ante todo de npoder,.)

IPara un examen crÍtico del uso que de su propia con-


cepción del poder hace Dahl, véase Morris [25].

2
Stetten Lukes El enlóque unidimensional
t
tas hablan de decisiones relativas a problemas dológicos de este autor y sus colegas 3; está en
pertenecientes a uáreas problemáticas, (clave) contradicción con su armazón conceptual y su
seleccionadas, suponiendo una vez más que ta- metodología. Dicho de otra manera, constituye
les problemas son polémicos e implican un con- un descubrimiento que el enfoque unidimensio-
flicto efectivo. Como dice Dahl, es "requisito nal del poder es incapaz de explotar.
necesario, aunque quizá no suficiente, que el
tema clave implique un desacuerdo efectivo en
las preferencias de dos o más grupos» (p. a67).
Hemos visto, pues, que los pluralistas hacen
hincapié en el comportamiento en la adopción se pondrá de manifiesto. ¿Entre qué se da el | ' I
de decisiones sobre problemas clave o impor- conflicto? La respuesta es: entre preferencias'
tantes por cuanto implican un conflicto obser- que se supone son formuladas conscientemente, ' h
vable efectivo. Obsérvese que tal implicación no manifestadas a través de acciones y, por ende, I

es requerida por las definiciones de poder de susceptibles de ser descubiertas por observa- |

Dahl o de Polsby, las cuales simplemente re- ción del comportamiento de la gente. Además,
quieren que A pueda llegar o llegue a afectar a los pluralistas suponen que los intereses se han
lo que hace B. Y de hecho, en Who governs? de entender como preferencias poffilíticas de-
Dahl se muestra muy sensible a la operatividad terminadas, de suerte que un conflicto de inte-
del poder o la influencia en ausencia de con- reses equivaldría a un conflicto de preferencias.
flicto; incluso afirma, en efecto, que una "verifi- Rechazan cualquier sugerencia de que los inte- rt""tLi
cación aproximada de la influencia abierta o reses puedan ser inarticula
encubierta de una persona es la frecuencia con y sobre todo la idea de que ¿- i !

que consiga llevar adelante una política impor- estar equivocadas acerca d ¿j
tante en contra de la oposición de otros, o vetar ses o ser inconscientes de ellos. Como dice
políticas propuestas por otros, o llevar adelante Polsby:
una política donde no aparezca oposición [sic]"
([2], p. óó) 2. De todos modos, éste es sólo uno Rechazando esta presunción de una
"objetividad de
de los muchos ejemplos de que el texto de Who los interess5», podemos ver ciertos casos de des_
governs? es más sutil y profundo que la mayoría
de los pronunciamientos conceptuales y meto-
3 Otro ejemplo se da en las pp. 16142 y 321, cuando Dahl
apunta implícitamente hacia el proceso de no adopción de
decisiones, diciendo del poder de los miembros del estrato
2 Las cursivas son mías (S. L.). Este pasaje es
ferozmenté político que determina en parte si un asunto se convierte o
criticado por Mor¡is. [25]. ¡q s¡ «prc,blema de notoriedad pública".
l0 Steven Lukes
3. EL ENFOQUE BIDIMENSIONAL
acuerdo intraclasista como un conflicto intraclasista
'de intereses y el acuerdo interclasista como una ar-
monía interclasista de intereses. Defender lo contra-
rio se nos antoja un error. Si la información acerca
del comportamiento efectivo de los grupos dentro de
la comunidad no se considera importante en el mo-
mento en que discrepa de las expectativas del inves- En su crítica de este enfoque, Bachrach y Ba-
tigador, entonces es imposible aun refutar las propo- ratz aducen que es restrictivo y, en virtud de
siciones empíricas de la teoría de Ia estratificación este hecho, presenta un cuadro pluralista, en-
[que postulan intereses clasistas], por lo que habrá gañosamente optimista, de la política ameri-
que considerarlas como asertos más metafísicos que
empíricos. Suponer que los intereses nreales, de una cana. El poder, dicen, tiene dos caras. La pri-
clase les pueden ser asignados por analista permite a mera es la que acabamos de considerar, según
óste atribuir una "falsa conciencia de clase" cuando la cual uel poder está enteramente incorporado
la clase en cuestión no coincide con él;(t:Ol, pp.22- y plenamente reflejado en las 'decisiones con-
23 4.
cretas' o en la actividad directamente relacio-
nada con su adopcióno ([4], p.7). Escriben estos
\0 cdncluyo, por ende, que este primer enfoque autores:
u. ,':l
'lunidimensional del poder entraña una insisten-
Lt
i cia en el comportamiento a la hora de adoptar Por supuesto, el poder se ejerce cuando A par Orl-
¡decisiones sobre problemas en torno a los cuales
ién s gra sus ener $:\
ihay un conflicto observable de intere.ses (subje- gías a crear o reforzar aquellos valores sociales y po-
Itivos), entendidos como preferencias expresas limitan el
iíti.os y prácticas institucionales que al-
\po. ,.,u determinada política y revelados a tra- ance del proceso político a Ia consideración pública
Vés de una participación política. amente de lqs problemas que sean relativamente
para A En la

B ponga sobre el tapete cualquier problema cuya re-


solución pueda Periudicar seriamente al conjunto de
preferencias de A (p. 7).
a Cf. la crítica que hace Theodor Geiger a la imprtación
por Marx al proletariado de "intereses auténticos" indepen-
dientes de los deseos y metas de sus miembros; ahí, dice
oPunto capital» de su argumentación es el si-
Geiger, «termina el análi§s cabal de Ia estructura de intere- guiente: nEn la medida en que una persona o un
ses de las clases sociales, manifestándose únicamente ya Ia grupo o inconscientemente- crea
manía religiosa, (Die Kassengesellschaft im Schmel¿tiegel, -consciente
o refuerza barreras al aireamiento de los con-
Colonia y Hagen, 1949, p. 133, citado y traducido en Da-
hrendorf (tl3l, p. 175)). O flictos políticos, esa persona o grupo tiene po-
der, (p. 8). Citan a este propósito las famosas y
tO eD P,dar. .1,", C"tnpa".
ho¡a§.
t3
t2 Starcn Lukes E! enloque bidimensional

frecuentemente repetidas palabras de Schatts-


chneider:

Todas las formas de organización política sienten in-


clinación por la explotación de unos tipos de conflic-
tos y la supresión de otros, puesto que organizq!_gs
ryylLzqr -!!r9!i!!g9t9fes. C iertos tem as sE- or gani za n
dentro de la política, mientras que otros lo hacen
fuera de elta ([34], p. 7l).

El significado del trabajo de Bachrach y Baratz


reside en que estos autores aportan a la discu-
sión en torno al poder la idea ¡crucial im-
-de
portancia- de la "movilización de inclinacio-
nes». Hay, según sus propias palabras,

un conjunto de valores, creencias, rituales y proce-


dimientos institucionales ("¡egl¿s del juegon) predo-
minantes que actúan sistemática y consecuentemente
en beneficio de prersonas y grupos determinados a
expensas de otros. Los beneficiarios están colocados
en posición aventajada para defender y promover sus
intereses establecidos. La mayoría de las veces, los
odefensores del statu gr¡o,l son un grupo minoritario
o dlitista dentro de la población en cuestión. Sin em-
ba , el elitismo¡no está predestinado ni es omni-
presente; como fácilmente pueden certificar los con-
trarios a la guerra de Vietnam, la movilización de
inclinaciones puede beneficiar y frecuentemente be-
neficia a una neta mayoría ([4], pp.4344).
Isobrelacoerción,cf.RobertNozick,oCog¡gi6¡»,€Ir
¿Qué valor tiene entonces este segundo enfoque, Phitos
w. G.
'"1ii1i,,ti"l1"l:
bidimensional, del poder? ¿Qué mapa concep- well,
John W. ChaP-
tual es el suyo? Responder a esta pregunta of the Ame-
man' Legal Chicago y
plantea una dificultad, toda vez que Bachrach y rican ^Philosophy'
Nuev lnc'' 1972'
Baratz usan el término "poden con dos signifi-
I4
Steveu Lukes El enloque bidinunsional l5
que reconoce que ra orden
[de A] es razonabre adoptadas conscientemente para excluir a de-
en tórminos de sus pr
tractores_ e_narotencia, a los cuales tal vez desco-
9ue su contenido es,le
porque se ha llegado a nozcant"Ja"f""so."ra"t-stát.r--EUo-.-Ta-lttesco-
=cue
dimiento legítimo y raz nócimiento .ino si¿nifi¿a, ém-p-eró, el grupo
caso de la fuerza, A alcanza su dominante prescinda de adoptar no decisiones
objetivo frente a que preserven o promuevan su dominación. El
Ia no obedienci a de B
entre obediencia y no mero apoyc al proceso político establecido
es, por tanto, un «¿gp tiende a surtir ese efecto, (p. 50).
Á
ituiá \-
la fuerza (distinta d! ra coerción, el poder, '' '\
influe.ncia y la autoridad), d"d; la
que aquí la adopción de_d99ts'!o!le-§--como de la adopción de
"obediencia, es- posible al-faltár-por t-
que ha de obedecer un conocimierrto parte del no decisiones. Una decisión es (<una elección en-
procedencia, bien de Ia .rut.r.al.za bi"r, de la varios modos de acción alternativ65" (p.39);
e*a.tu de lo nduce a
lao
h y Baratz hacen al en- mn
I poder de los pluralis_ adopta la decisión" (p.44). Por consiguiente, [a
l": ,. antibehaviorista; es adopción de no decisiones es «un medio de que
i,,' Que «5s[¡aya
YUL rL¡(Jraya lnoe_
11
inde- las demandas de cambio en la actual distribu-i
de propo¡e¡, decidir ción de beneficios y privilegios dentro de la co-l
o^f^^orlac incl.rc^ or'tta" alal
-rr-ilo.l ^rrprlqn "o.
t'
t /'
)
!

\i1','
-..,

'f ivamente'inocrrnc',, rr^


t]va!g§4!e-'i¡_ocuos'r_ (p. -r.ir .,r uLro raoo,
estos
_"r menos en su ribro,
:l::T: ii:,.^,_:: ñ:
En parte, Bachrach y Baratz redefinen,efecti-
vamente lac Fr¡nteras de lo orre hay que cOnsi-
derar 'rü pr"áiit- k
tas, e stablecidas por el sis-
tema político que se está observando o, mejor
dicho, por las élites del mismo, ya que, como
dice Dahl, ude un problema político difícil-
mente se puede afirmar que existe a menos y
[ó Sleven Lukes [:l t'ttltttlttr' lttrlt¡tt.'ttst<¡ttL l 17

siones, (p.49). A falta de tal c<¡nflicto, arguyen,


« no hay forma de juzgar correctamente si el

propósito de una decisión es realmente impedir


o frustrar una seria consideración de una de-
manda de cambio que amenaza en potencia a
quien adopta las decisiones, (p. 50). Si «parece
haber una aquiescencia universal con respecto al
statu quo», cntonces no será posible ndetermi-
nar empíricamente si ese consenso es genuino o,
por el contrario, ha sido impuesto mediante la
adopción de no decisiónr. Los autores agregan

]' acaso solo pu ízado

Esta última observación parece indicar que


Bachrach y Baratz no están seguros de si lo que
quieren decir és que el poder de adopción de no
decisiones no puede ser ejercido en ausencia de
conflictos observables o que iamás podremos
saber si lo ha sido. De cualquier manera, el con-
flicto que ellos creen necesario se da entre los
intereses de quienes están implicados en la
adopción de no decisiones y los intereses de
quienes ellos excluyen de la audición dentro del
sistema político. ¿Cómo se identifican los.inte-l--
-
res es de-§lgilUr mo§? BáEhF dffi v-EaratI co.,-'"
testan que el observador
debe determinar si tales personas y grupos aparen-
tcrnente desfavorecidos por la m«¡vilización de las in-
clinaci<¡nes tiencn agravi<.rs abiertos o encubiertos ...,
.icndo agravi«rs abiert<¡s los quc -va han sido expresa-
dc¡s r han dadcl lugar a un problema dentro del sis-
tcrna p<.rl itico, nticntras que lt-¡s e ncubiertos están to-
d¿n ía /ir.'r-rr del sistema.
;
i'
t 4. EL ENFOQUE TRIDIMENSIONAL
t
t l8 Starcn Lukes

Estos últimos «no han sido considerados 'dig-


nos' de atención y controversia públi6¿5», áur-
que son «observables para el investigador en su
forma abortada, (p.a9). Dicho de otro modo,
Bachrach y Baratz tienen un concepto más am- enfoque tidimensional
No hay duda de que e[ avance con
plio de los "intereses» que los pluralistas, si del poder supons un importante
bien este concepto se refiere a intereses subjeti-
s. Mientras que el plura-
;; p5;; "r u,,i d im'il:'111. i":""'J
"o:X""á::T
h. intereses las preferencias
rJ'
por el cómpoitámiénto
-.s.up-o¡Elestan
,_t&",_Bagbleqh y Baratz I:.:l:::::"'
del,behaviorismo
s preferencias manifesta- En primer lugar' su crítica decirlo de otro
o' por
es cualificu¿u t" t*teso;
das por el comportamiento de quienes parcial o
al
totalmente están excluidos del sistema político, modo, sigue "t;;;;lemasiado ' apegada
del «coñrPor-
en forma de agravios abiertos o encubiertos. En
behaviorir-o, "'io es al estudio
cuyas udecisiones
ambos casos se supone que los intereses están tamiento efectivo'' abierto' son con-
cg nsc i en te ment e anticuladqs y_ qo_q qb§,e;v ab les.
.;;;i;t' en situaciones de-conflicto
Concluyo, pues, que el enfoque bidimensional Paradigm áticas' .AI
". del poder comporta una crítica cualificado .tá;;á;;
, digo cualificada porque todavía se supone que -y iodo. los casos de exclusión
;;;;i.i"t del Programa Político
, la adopción de no decisiones es una forma de
la decisión, ProPor sobre todo
; adopción de decisiones- del carácter behavio-
las formas en que
i rista del primer enfoque y deja un margen para 'i"' a''
excluir del
Po'",' iá'
considerar las formas en que se puede impedir
que se adopten decisiones acerca de problemas ln":::Hu;.Jil
cisiones son erec!
ul
echas'de manera cons;"'
potenciale.s en torno a los cuales existe urt con- los individuos entre va-
ciente e intencionalpor qtre las inclinaciong
flicto observable de intere.ses (subjetivos) consi- rias alternativas' miántras
derados como encarnados en preferencias polí- de1 sistemt p';;;;;t
mo'ili'adas' recreadas Y-
ticas expresas y agravios infrapolíticos. á" fot*as que no son conscre
;;i;á;. --- -
ei resultado que preten-
mente el
dían Ias ptttit"fares de los indivi-
'ott
' p.opi. ¡s Bachrach y Ba-
duos. como afirma-nio, del sta-
ratz,la dt'";;;;; pot'r"t defensores
.r
/l Lt_.'l-., -
,

20 Stevatt Lukes El enloque rridimensional 'lr^i. . i


En-primer lugar .¡ ' rrlr-
tu quo puede ser tan firme y generalizada que aquí dos casos diferenciables'
coléctiva' donde
éstos ignoren los potenciales aspirantes a su po- está el fenómeno;;-il ;tión (ya sea
sición y, por consiguiente, las alternativas al i""p"li,i." o acción de una colectividad
clase' o una
proceso político existente, cuyas inclinaciones un grupo, como por ejempl? ""1 partidlpoli-
se esfuerzan por mantener. En cuanto "estudio- institució.r, .o*o'pl, L¡"*plo .unes manifiesta'
sos del poder y sus consecuenciasr, dicen, tico o una emprela comeicial) al compor-
a las decisiones o
«nuestra preocupación no es si los defensores i,r;;";iu"iur"
del statu quo usan su poder conscientemente, tamientoderndividuosparticulares.EnSe-
de los efectos
sino si lo eiercen, cómo lo eiercen y qué efectos gundo lugar "'á "l fenómeno la movili-
tiene ello en el proceso político y en otros acto- nsistémicor' r', oigu"i'utiuot' donde
como decía
res dentro del sistema ([4], p. 50). ;;;ió"'á; ir,"ti"itiá"1s resulta'
de
Más aún: las inclinaciones del sistema no se Schattschn"iat', á" 1a forma. .organizació¡'
se com-
nutren simplemente de una serie de actos elegi- i"il. ."r"ctividades y orglnizaciones pero el po-
dos individualmente, sino también y sobre todo -t'áá" iñdividuos'
ponen, por.r.rpt'l'i",
del comportamiento socialmente estructurado y der que "r",t"t' se puede conceptualizar
o,i,l
culturalmente configurado de los grupos, y de simplemente en t¿r*i"tt'¿" Ias decisio'"t
las prácticas de las instituciones que cierta- com uo f"'
'es hacen su ; ' ^'-
mente pueden manifestarse a través de la inac- suci su libre arbi- i ' ' '
ción de los individuos. Bachrach v Baratz coin- propia historia, pero no.l" hi::i,i por ellos
';¡ -u--1adoptár un-enftñque
crden con los pluralistasGn
,,,Cl trio, bajo circunstancias elegidas
circunstancias' con
i

del pgder_ excgsiya ;;;;t;sino bajo -


-J- aquellas
I

te' que existen i


aspecto metodológico. Unos y otros siguen aquí que
Ios pasos de Max Weber, para quien el poder Y tr lta inadecuado
t
r!!
. era la probabitidad de que los individuos reali- E consistente en
¡b' el enfoque bid
a.

l' *-Io" ".*¿o con las cuales .la imPortant:.,1t:iT:::1


p\'
\r
\ H¿;:.::l:;::;l;á'.:il?;11r:ti*r::X',lii.',i
iP'
que sea concebido como una función de fuerzas ::[iü'tr'"'::Hffi"1;-'i'n"i111'^o*,*,t:','J.l#.
;;;'e se encuentra asociada a posicro-
colectivas y conciertos sociales t. Hay, en efecto, :'J:':',*#;.;;iüá (tl3l' 16ó)'
i"r á t"r.t sociales' P'
t-i4:::"'!":':;
i y Friedrich Engels, "*"
I Véase Steven Lukes, Individualism, Oxford, Blackwell,
rurt
;;;:;;:'' ;i ú'i
Man<
..,["it H].' #:'H;-;i1 I -:: :::: :^: "\:n' #
1973, cap. xvrrr [E/ individualismo, Barcelona, Anagrama, #tr, t"TI: ":'i":':::::i::';"'J:3
1975J. Compárese con la decisión de Dahrendorf de í3í5: rTr".i'i:uiiülñ."-..i' * **,TmTli ;'l
I' p' LñT
250r'
"seguir
... las provechosas y ponderadas definiciones de Max We- á;,:;:;::r",;;:ü;á.td'-Ak;r, Ie7i' vor'
;"¡"'-.'-
,,llte lt¡
l:-r:'4'
22 Steven Lukes El utloque triditttcttsiottal 23

asociar al poder con el conflicto efectivo, obser- determinándolas. De hecho, ¿no estriba el su-
vable. Las críticas de los pluralistas en este sen- premo eiercicio del poder en- loglar qUe 9lI9_u
otros tengan !"19"_:g_ql_q!Je u[o_ qyiqfe -qq-ej§.n-
gan, eldecilen ásegur?§e su obediencia me-
diante el control sobre sus pensamientos y- de-
seos? No hace falta llegar al extremo de hablar
de Iln mundo feliz o del mundo de B. F. Skinner
guna parte, y ello por dos razones, cuando
para percatarse de que .l gol!.91 9{pggtu-
me_ miento adquiere un sinfín de formas merlos-to: i
nos.
ta-les y más mündañás, á través del control de-la.i *

meno en Who governs? Consideremos la des-


cripción del papel de los «patricios, a comien-
zos del siglo xrx: «La élite parece haber poseído
la más indispensable de las características de
guna parte es sencillamente que resulta suma_ un grupo dominante: el sentimiento, compar-
mente insatisfactorio suponer que el poder sólo
tido no sólo por ella, sino asimismo por la
plebe, de que su pretensión de gobernar era le-
gítima, (UZI, p. l7). Y Dahl descubre también

l este fenómeno en las condiciones .iplürali§tas"



-Itátfüálídád.' Ló§ -difi géff tes, d i. e,' -ii'ñó-§ó I o

I adulta se ha visto sometida a algún grado de


Tal asociación queda patente al máximo en power
potElt! ([4], especialmente pp. a9-50), como reacción and adoctrinamiento a través de las escuelas" (p.
presión ejercida por las críticas de los pluralistas
a la 317), etc. Lo malo, al parecer, es que tanto Ba-
a las im-
plicaciones tridim".r.io.rul"._ del artí_
culo s^obre .la-potencialmente
no adopción de decisiones [3]. Véanse Merel-
man [20] y las comunicaciones hechas al directo.
delaAme-
rican Political Science Review, 62 (196g) por Bachrach
y Ba_
ratz (pp. 126849) y Merelman (p. l2ó9).

3
24 Slarcn Lukes El enloqtre tridintensional 25

detalle crucial: qgq la qé§__e_f_l_ca¿s¡sidiosa uti- vale a un consenso genuino es simplemente des-
lizac-it¡¡jql-podel-con-siste en impedir que tal cartar la posibilidad de un consenso erróneo o
cgg[!!c,!g q!_o¡-e* manipulado por obra del mandato definicional.
t El tercer aspecto en que resulta inadecuado el
En resumen, el enfoque tridimensional del
enfoque bidimensional del poder guarda estre- poder comporta unaminuciosa crític¿ del carác-
cha relación con el segundo: se trata de la insis-
tencia en que el poder de adopción de no deci-
siones existe únicamente allí donde se dan
agravios a los que se niega la entrada en el pro- formas de mantener fuera de la política proble-
ceso político en forma de problemas. Si el ob- mas potenciales, bien inediante la actuación'de
s9¡v3{o11ogra descubrir que no hay tales agra- fu-é Íz áa s-ó Ci ál'es. y p_r á 9.! j_c-3 E i n E t i t us q a I es b ie n
_ i I .
vios,entontés--debe-up-onef -que-ha]-un.,ge- mediante las decisiones tomadas por indivi-
nuino, consen§ó 'áóérca dé lá-ali§tFitüeióñ de
-
duos, Tál cosa, pbr ottó"lado, puéde -odüÍirT-en
va_lores i m pe rantd. PóT- det i rlorle'ó,t ra-ñiáhera, ausencia de un conflicto actual, observable, que
aquí sé supoñé'que si las personás no sienten acaso haya sido felizmente conjurado, aunque
t-''li
.--\.
i
r tonces es que no tienen in- se mantenga ahí una referencia implícita al
de ser lesionados por el uso conflicto potencial. De cualquier modo, esa po- '
''-,,,i! es también sumamente in-
'l
satisfactorio. En primer lugar, ¿qué es, en todo ,i
caso, un agravio: una demanda articulada en -i
base a un conocimiento político, una queja in- ses de aquél § intere-i
directa nacida de la experiencia de cada día, lgileilés !9- slBrio,
una vaga sensación de malestar o un senti-
miento de carencia? (cf. t18l). En segundo lugar,
y más importante, ¿no estriba el supremo y más o Uso el término
"behaviorista, en el estricto sentido in-
insidioso ejercicio del poder en impedir en o del comportamiento
\r ".
.,,
,

\..' lpualquier medida que las personas tengan etPeciqqá-u-I"aE .¡-


1¡ n un sentido más am-
t t¿-
, lagravios, rectlrriendo para ello a modelar sus
:-------+ pli§"e'lEñfiilqúé tri di mensional de I poder es « behav ioris ra »
)i' las de por cuanto se atiene a la idea de que el comportamiento
IF"!!f :s.plpsl'-lgergsa'
-9"'.1-"-{p¡slporque no puedéñ vEF ni-_ima-
(acción e inacción, consciente e inconsciente, actual y po-
tencial) aporta pruebas (directas e indirectas) de cara a una
i;áTéá
atribución del eiercicio del poder.
5 Este conflicto es latente en el sentido de que se supone
que habría conflicto de necesidades o preferencias entre
aquellos que ejercen el poder y aquellos que están sujetos a
ioso? Suponer que ausencia de agravio equi- éste, si estos últimos adquirieran conciencia de sus intere-
I
t
L
-t
26 Steven lakes ¡\i
¡i
El enloque tidimensional 27
;
últimos quizá no expresen sus intereses o ni si- ,,'I
(b) problemas y problemas po-
quiera tengan conciencia de ellos, pero, como s
:
tenciales
(c) el conflicto observable
(abierto o encubierto)
(d) intereses (subjetivos), enten-
didos como preferencias polí-
1

tintivos de los tres enfoques del poder presenta- ticas o agravios.


dos más arriba.
Enfoque tridimensional del poder
Enfoque unidimensional del poder
Crítica del carácter behaviorista
Hincapié en (a) el comportamiento
(b) la adopción de decisiones
Hincapié en (a) la adopción de decisiones y el
control del programa político (no
(c) problemas (clave)r
necesariamente a través de deci-
(d) el conflicto Lbr".rable siones)
(abierto) (b) problemas y problemas Po-
(e) intereses (subjetivos), enten- tenciales
didos como preferencias polí- (c) .l conflicto observable
ticas que nos revela la parti- (abierto o encubierto) y la-
cipación política. tente
(d) intereses subjetivos y reales.
Enfoque bidimensional del poder
Crítica (cualificada) del carácter behaviorista
Hincapié en (a) la adopción de decisiones y
adopción de no decisiones

r.d: ltvti explicación del conflicto latente y los intereses rea-


les ha de distinguirse de la de Dahrendorf, que habla de in-
tereses «objetivos, y «latentes» en cuanto «intereses antagó-
nicos condicionados por las posiciones sociales, y aun inhe-
rentes a ellas", en asociaciones imperativamente coordina-
das, que son «independiéntes de las orientaciones conscien-
tes [de los individuos]" ([3], pp. 174, 178). Dahrendorf
toma por so,ciológicamente dado lo que para mí es empíri-
camentc determinable.)

,u
5. LA CONCEPCION DE PODER la cottcepciótt de poder subvacente 29

SUBYACENTE
Claramente, todos nos afectamos unos a otros
todo el tiempo de mil maneras; el concepto de
po5p., -al. igual que los, de c99¡-c1Qn=i4Ut-i13;
affidad, etc., con él emparentados, escoge
á*Uito. de esa afectación que le parecen signi-
ficativos en algún aspecto específico' Para que
Rasgo común a estos tres enfoques del poder es una forma de óncebir el poder (o una forma de
su carácter evaluativo: todos ellos surgen de una definir el concepto del poder) sea útil en el aná-
perspectiva moral y po qp_*^" lisis de las relaciones sociales, tiene que com-
aepI- de ellá. Yo-diría, I poder portar una respuesta a las preguntas: "¿4-9-q9:t f
considera aspácto significatilg?f f 13Y"..":-1" *
es uno de éSos conceptos que dependen inevitable- -Alió-ra J
mente de los valores. Con esto quiero decir que que A-qf."-qlg a Blri' J

tanto su definición como cualquier uso que de a- Uieri ási definido, cuando
quél se quiera hacer, una vez definido, van liga- se interpreta y Pone en práctica, proporciona
dos indisolublemente a una determinada se- uno o másenfoques del poder, esto es una o más
rie de supuestos acerca de valores formas de identificar casos de poder en el
-probable-
mente no reconocidos- que predeterminan su
mundo real. Los tres enfoques que hemos con-
ámbito de aplicación empírica. Más adelante siderado se pueden entender como interpreta-
sostendré que algunos de estos usos permiten ciones y aplicaciones alternativas de un mismo
mejor que otros la extensión y profundización .or,..pio áe poder subyacent", ."-gÉ!-"1-g14-4
i> cual-
á-los iñte ;¿'-gg:tleE :' . De
t
'áLá;'*acaiio
r Esta distinción entre «concepto» y .enfoque" es para-
lela a la establecida por John Rawls entre «concePto» y
.concepciónr. Parece, según Rawls,
natural considerar que el concePto de justicia es diferente
de las diversas concepciones de la justicia y que está
especi-
lítica. de-princi-
ñ""a" por el p"pel q.le esos distintos conjuntos
Un punto común o idea primordial absoluta- en común' Qr¡ienes
mente fund fio., ..r. distintas concepciones, tienen de la jtrsticia pueden'
mantienen diferentes concepciones
G* del poder es f.r"r, ..gri. conviniendó en que las instituciones son justas
"no
Ahora bien, ;;;¡" s. .rtublecen disiinciones arbitrarias entre las
derechos y deberes fundamen-
(causal) al análisis de la vida social necesitamos ;;;;.;.t; la hora de asignar determinan un equilibrio co-
algo más, a saber la idea de que A actúa así de i.f.. V cuando las normas
rrecto entr€ reiv indicaciones
@ ,ra manera no trivial, significativa (cf. t3O¡¡. 0"
,¿ Qqr q^¿ esuu.{¡&,
.dürk\- 0" q{elta
\
It

30
¡i
Steven Lukes La concepción de poder subvacenle 3l
It f

quier modo, hay formas alternativas --no me- 1 cambios en la acción de otras unidades, indivi-
nos contestables- de conceptualizar el poder duales o colectivas, en los procesos de interac-
que implican criterios alternativos de significa- ción social" ([28], en [29], p. 299). ¿Qué es, a su
tividad. Examinemos dos de ellas. entender, lo que hay de específico en este meca-
nismo, lo que caracteriza a éste como opoderr?
Consideremos, pri pto de Dicho de otro modo, ¿qué criterios de significa-
poder elaborado por 27,2g, tividad usa Parsons para identificar como «po-
291. Parsons pretend mo un dep un ámbito de afectación particular? La
mecanismo específico que opera para producir respuesta es, en sustancia, el uso de decisiones
autoritarias con vistas a obietivos colectivos. He
aquí cómo define este autor el poder:
de la vida social. Los humanos pueden estar conformes con

Poder es, por tanto, una capacidad generalizada de


garanLizar el cumplimiento de obligaciones vinculan-
tes por parte de unidades dentro de un sistema de
organización colectiva, cuando las obligaciones se le-
renclas entre personas son importantes para determinar los
derechos y deberes, y especifican qué división de las venta-
gitiman mediante la referencia a su repercusión en
Ias notas colectivas y donde, en caso de actitudes re-
ls, A theory of iustice, Oxford,
calcitrantes, se presuma la eiecución mediante san-
lfeoría de la iusticia, Madrid,
l97e). ciones situacionales negativas, cualquiera que sea el
agente efectivo de tal ejecución (p.308).
Análogamente, los que mantienen los tres diferentes en[o- \
.n
«En esta forma legitimada, el poder de A sobre t,( '
B es el 'derecho'que tiene A, en cuanto unidad (ii.
de adopción de decisiones implicada en el pro-
ceso colectivo, de adoptar decisiones que preva-
en el contexto de unas concepciones contrapuestas de las lezcan sobre las de B, en interés de la eficacia
necesida.ies y oportunidades naturales de la vida h,,ur..a¡;¿. cie la operación colectiva en su totalidad"
Para comprender plenamente
'.¡na ieterminada concepción (p.318).
de justicia tendremos que explicitar la concepción de coo-
peración social de la cual derivao (pp. 9-10)- Disiento, en
cambio, de la aparente creencia de Rawls de que, en última
La conceptualización del poder de Parsons
instancia, existe una concepción racional o un conjunto de asocia a éste con la autoridad, el consenso y la
principios de justicia que está por descubrir. oJusiicia, es persecución de metas colectivas, y lo disocia de
una noción no menos esencialmente contestada que la de los conflictos de intereses y, en particular, de la
"poderr. coerción y la fuerza. Así pues, el poder depende
32 Steuett L¿tkes La concepción de poder subYacente 33

de la «institucionalización de la autoridad» secución del consentimiento que dio origen a las le-
."{.
yes en un principio. En una situación de gobierno
t.* representativo, se supone que el pueblo dirige a
quienes lo gobiernan. Todas las instituciones políti-
t cas son manifestaciones y materializaciones del po-
citivas, o de coacción sin legitimación o justifi_ 1á der; se petrifican y desmoronan tan pronto como el
cación, no debe ser calificada en modo alguno "l
poder vivo del pueblo deja de sustentarlas. A esto se
de uso del poder..., (p. 331). parsons critiába, refería Madison cuando decía que utodos los gobier-
nos se basan en la opiniónr, lo cual no es menos
válido para las diversas formas de monarquía que
para las democracias (p. al).

La concepción del poder de Arendt asocia a éste


con una tradición y un vocabulario que ella
hace remontarse hasta Atenas y Roma, según

disociado de la "relación mando-obediencia,


"El poder r, dice, (p. 40) y ola cuestión del dominio" (p.44). El
corresponde a la aptitud humana no sólo de actuar,
poder es consensual: «no necesita justificación,
sino de actuar de manera concertada. El poder no es por ser inherente a la misma existencia de las
nunca la propiedad de un individuo; pertenece a un comunidades políticas; lo que sí necesita es legi-
grupo y existe sólo mientras perrnanece unido el timación... El poder surge siempre que el pue-
blo se reúne y actúa concertadamente, pero su
legitimación proviene más de la reunión inicial
que de cualquier acción que luego pueda se-
guir» (p.52). La violencia, en cambio, es ins-
trumental, es un medio Para conseguir un fin,
pero ujamás será legítima, (p.52)- EI poder,
fin, es,
"lejos de ser un medio para conseguir un
en efecto, la condición misma que permite a un
Es
grupo de personas pensar y actuar en términos
el respaldo popular lo que confiere poder a Ias insti_
de la categoría medio-fin, (p. 51).
tuciones de un país, y tal respaldo no es sino la pro- El'objetivo de estas definiciones del poder de
Parsons y Arendt, bastante similares, es Prestar

l,
35
Steven Lukes La concepción de podcr subvacetúe
34

un aFpy@r a lq&
rFr§r¡A§.ilro' ;

I §l¡§:resPecti En el caso
, vincular el decisiones
autoritarias y las metas colectivas sirve para re-
forzar su teoría de la integración social, basada
en un consenso acerca de los valores por el pro-
cedimiento de sustraer a la vista toda una serie
de problemas que han interesado a los llamados
teóricos de la 'coerción', justamente en el con-
texto del "
nóm omo la coerción, la explotación, la
manipulación y demás dejan de ser fenómenos
del poder y, por co del
teó vGi ha formu
muy bien este punto:

Dos hechos obvios --que las decisiones autoritarias


muy a menudo sirven a intereses sectoriales y que los
conflictos más radicales que se dan en la sociedad
surgen de luchas por el poder- son definidos al mar-
gen de toda consideración, por lo menos en cuanto
fenómenos sconelu
zar todo el peso de su análisis del poder en cuanto
presión de una relación entre índividuos o gmpos,
orientarlo hacia una n del
pro iedad del sis ffi-ora que las «metas»
ser el resultado de una udisposición pactada» sobre
la base de conflictos entre partes que tienen poderes
diferenciales;,toda vez que para Parsons, el «poder»
supone la existencia previa de metas colectivas ([ó],
p. 26s).

En el caso de Aren,dd similarmente, la concep-


tualización del poder desempeña un papel p..-
I
::t
-1
3'l
3ó Srarcn Ltkes t Ia concePción de Poder subYacenle
.;1

dos tienen confianza


la enunciada aquí, y ello por dos razonesl
En primer lugar, existen convincentes redefi-. Puede alcanzar
que a todos be-
niciones del poder que son ajenas tanto a las ii a de esta visión'
acepciones capitales de "poder» en sentido tra- t e gruPo, la existencta
dicional cuanto a la temática que siempre ha$ I¡
' definidas 'engen-
preocupadgl fundamentalmente a los estudiososro
usar Para alcanzar
,

del p er. Estos insisten en la locución «


aYoría de los comPo-
r - 263\' Análogamente'
, ulla nfacilidad», un? de un grupo que
«aptitud», no una relación. De acuerdo con ello, Arendt dice que los miembros
el aspecto conflictual del poder es, el que
-esto
se ejerza sobre personas- desaparece entera-
mente del mapa'. Y ju.rto con él desaparece el
iduos o gn¡Pos se vean
interés fundamental por estudiar en primer lu- no
rs significativamente'
gar las relaciones de poder, el inteÉs por garan- entre ellos' serán
tizar ---o procurar garantizar- la obediencia de dándose conflicto de intereses oinfluencia»' mas
de
las personas superando o evitando su oposición. identificables como casos
En segundo lugar, el propósito de estas defi- ;-¡" u poder'' rodo,f#[$'.".X,:i:'"T'.J
niciones es, como hemos visto, reforzar ciertas
o mismo ocurre con todo
posiciones teóricas; mas todo lo que se pueda
expresar mediante ellas se expresar con
"puede
mayor claridad mediante el esquema concep-
tual aquí propuesto, sin que ello implique ocul- sente un maPa conceP
tar a los ojos del observador los aspectos <a- ius deudos -todas las
pitales- del poder que ellas definen sin exis- ;;;;ig"ifitatiü"-' el cual se ceñirá' srosso
y Baratz a la
tencia. Así, por ejemplo, Pársons se opone a ver modo, fu ttroiJría'de Bachrach decir que este
" Huelga
en el poder un fenómeno de (<suma nula, y ;;;;";"t nitt-¡"rZtencia'
apela a la analo gia de la creación de crédito en mapa en sr
economía, argumentando que el uso del poder, Particular,
situar el co
enfoques unidimensio

2 Así, para Parsons,


"el poder de A sobre B, se convierte
qle
en un nderecho, de prioridad en la adopción de decisiones
1o,Por suPuesto.' :s
(!). la PersPectiva del ento-
Staryn Lukes [,a concepción de poder subyacenle 39

que tridimensional, que incorpora


los consigue (o es causa de) que B haga o piense lo
y, por consiguiente, va más le-ios qr. otros dos
--l que de otro modo no haría o pensaría. Y negati-
ellos.
r .
"i
l..li
vamente, porque B acepta autónomamente las
HAY CONFLICTO DE INTERESES
NO HAY CONFLICTO DE INTERESES razones de A, de suerte que uno se inclina a
Obs€rvabte
(eb¡erto o I Latente
decir que no es A, sino las razones de A, o la
encubiedo) | aceptación de éstas por B, quien tiene la culpa
de que B cambie de rumbo. Sospecho que nos
hallamos en presencia de una antinomia fun-
damental (kantiana) entre causalidad, por un
lado, y autonomía y razón, por el otro. No veo
la manera de resolver tal antinomia: simple-
Poder -¡- @ mente, actúan aquí presiones conceptuales con-
tradictorias.
Podríamos preguntar
(

lnducción puede o no ser ejercido


Estlmulo
Persuasión
que coincida con los in
etc. lnfluencia decir: supongamos que existe ahora un conflicto
A ullr t o .l entre las preferencias de A y B, pero que las
preferencias de A coinciden con los intereses
reales de B. Ante esto, hay dos respuestas posi-
bles: (l) queA podría ejercer ¡¡n "poder a corto
plazo» sobre B (con un conflicto observable de
intereses subjetivos), pero que siempre y
cuandoB reconozca sus intereses reales, la rela-
ción de poder acaba: se autoaniquila; (2) que la
totalidad o la mayoría de las formas de control
de A sobre B, ya sean logradas o queden en in-
ráii tento, cuando B se opone o se resiste, constitu-
yen una violación de la autonomía deB; queB
Si la persuasión racional es o no una tiene un interés real por su propia autonomía,
forma de.¿"
poder e influenci es una cuestión que
puede tratar aquí adecuadamente. por
.ro ,. hasta el punto de que tal ejercicio de poder no
si sirve puede coincidir con los intereses reales de B.
de algo, yo inclino a responder afirmatir" y-"
T. a la vez.iAfir Está claro que la primera de estas respuestas
negativamente rativament;; ;;_ queda expuesta al abuso, por cuanto parece
que es una forma de afectación
signifi.^tíutr, ,q brindar una paternalista licencia para la tira-
¿O¿ Y,^* Aoeir..qd, A." I
!
¿
40 Steven takei 6. PODER E INTERESES

nía; mientras que la segunda proporciona una


defensa anarquista en contra de esa tiraníal
identificando la totalidad o la mayoría de los
casos de influencia con el poder. Aunque me
atrae la segunda respuesta, me inclino por
adoptar la primera, cuyos peligros pueden ser
obviados insistiendo en la base empírica que
sirve para identificar los intereses reales. Tal ejerce poder sobre B cuando A afecta a B de
identificación no es cosa de A, sino de B, eue manera contraria a los intereses de B. Ahora
procede a optar en unas condiciones de relativa bien, la noción de "intereses, es uluLJloción
autonomía y, en particular, con independencia inevitablemente evaluativa (cf. [8] y [5]): si digo
del poder de A, por ejemplo a través de una quaalgo corñCiae ¿ónTG' intereses, quiero decir
participación democrática r. que tienes un derecho a ello, y si digo que ola
política -r coincide con el interés de A », esto
constituye una iustificación prima f acie de esa
política. En general, hablar de intereses procura
una licencia para emitir juicios normativos de

la_
lo
que efectivamente desean o prefieren, con sus
pre-f 8L"ñciaspóiÍli¿ás-táL¿ómo-a;manitlest'¿na

-parf iei p-a c-¡-ó g -p-o. lrl§a . E I r e for -


|
t r av-és-de-su

mista, a su vez, viendo y deplorando que e[ sis-


tema político no dé igual importancia a todos

__/
I Brian Barry, Political argument, l.ondres, Rou-
Véase
tledge &
Kegan Paul, l9ó5, así como el análisis de esta
.1
Respecto a este último punto, véanse los escritos pasa- cuestión por Steven Lukes, en «Varieties of political philo-
dos y futuros de Peter Bachrach. sophy", Political Studies, 15, 1967, pp. 55-59.
i

1.

. 42 Steven Lukes
7. COMPARACION DE LOS TRES ENFOQUES
i

h., los deseos de los hombres, también relaciona


i; los intereses de éstos con lo que desean o prefie-
, ren, aunque admite que ello pueda revelarse de

Paso ahora a considerar los puntos fuertes y dé-


i iproducto de un sistema que va en contra de sus biles de los tres enfoques del poder que he bos-
, ^. jintereses; en casos tales relaciona estos últimos
u ''' jcon lo que desearían o preferirían si estuviesen quejado.
Las virtudeÉ del enfoque de la adoPción de
tJ' '.t
'j' ..ic l,en condiciones de elegir flC^d"
ken 1lCada uno de los tres son ob-
i ' le[ge una cierta gu-u=d" la totalidad de deseos decisiones, o
vias y han sidó ;-áá'ieiiéut a menudo:
actuales y potencíales como objeto relevante de
su tasación moral. En resumen, sugiero que el
presupone
el bidi-
mensional una concepción eformista y el tri-
dimensional una concepción radical. (Y afirma-
rla que

2 Cf. la «primera aproximación" de Conholly a una defi-


nición de los intereses reales: "Ia-pSlrl¡Sa-{ coincide más
con los intereses de A qtre la políticá y, ri de que A
experimentase los resulr¿dos tanto de ¡ como "ñ"r""
de y, eligiera r
como el resultado que más le gu.starían (tSl, Ég. 472). Yo
también creo que los intereses reales están relacionados con
la autonomía (relativa) y la elección. Lo que ciertamente se
requiere en este punto es un análisis detallado de Ia natura-
leza y las condiciones de esa autonomía (y su vínculo con la
determinación social). El lector hallará indicios de ese aná-
Iisis en Steven Lukes, Individualism, caps.8, 18 y 20.
I Véase el articulo de Steven Lukes, nRelativism: cogni-
tive and moral ,, Supplementary Procedings of' the Aristote-
lian Society, junio de 1974.

tl
*19.
44 Staten Lukes Comparación de los tres enloques

vez que los políticos y funcionarios elegidos que


intervienen en él prevén los resultados de futu-
ras elecciones. Sería insensato, dice Dahl, «me-
nospreciar la medida en que los votantes pue-
den eiercer una influencia indirecta en las deci-
siones de los dirigentes a través de las eleccio-
nes" ([12], p. 101); ningún problema importante
para aquéllos es fácil que sea ignorado durante
mucho tiempo por óstos. Dahl describe, pues, la
política pluralista como variada y abierta a la
vez; dice así: uLa independencia, permeabilidad
y heterogeneidad de los diferentes sectores del
estrato político garantizan --{ poco menos-
que cualquier grupo descontento halle portavo-
ces en el estrato político, (p. 93). Pero esa diver-
sidad y esa apertura que ve Dahl pueden resul-
tar sumamente engañosas si el poder se ejerce
en el interior del sistema con vistas a limitar la
adopción de decisiones a los problemas acepta-
bles. Adoptando decisiones aceptables, indivi-
duos y élites pueden actuar por separado, pero
también pueden actuar de manera concertada
-< incluso no actuar en absoluto-, de suerte
que los problemas inaceptables se mantengan
fuera de la política, con Io cual se evita que el
sistema se torne más variado de lo que es. ,.Un
sistema político que sea pluralista en su adop-
ción de decisiones», se ha afirmado, puede ser
unitario en su adopción de no decisiones" ([9],
p. 179). El método de adopción de decisiones
impide la consideración de tal posibilidad. Dahl
concluye que el sistema es permeable para
cualquier grupo descontento, pero sólo estudia
casos coronados por el éxito y no examina ja-
más los intentos fallidos. Más aún: la tesis de

i:
47
Steven Lukes Cotttparaciótt de los tres enlóques

etc.-, además de una exposición de cómo con- rables al investigador. Podemos sondear rápidamente
siguieron los negros tener acceso a la política ia profundidad-del abismo admitiendo que los .no
mediante una lucha declarada que incluyó dis- acontecimientos son mucho más importantes que los
turbios. Este análisis es acontecimientos e inquiriendo con precisión cuales
de los no acontecimienios han de ser considerados los
a estudiái más significativos en [a comunidad' Seguro que. no
¡odos eiii.rs. Por cada acontecimiento (independie¡-
caciones potencialmente amenazadoras se vol- temente de cómo sea definido) que tenga lugar' debe
vieran políticamente peligrosas. Un análisis haber infinitas alternativas. Entonces, ¿cuáles de los
más profundo se ocuparía también de todas las no acontecimientos han de ser consider¿dos signifi-
complejas y sutiles maneras en que la inactivi- cativos? Una respuesta satisfactoria sería quizá:
dad de los dirigentes y el mero peso de las insti- aquellos resultadás deseados por un significativo
tuciones industriales y educativas- n,i*"- de actores en Ia comunidad, pero no conse-
-políticas,
sirvieron durante tanto tiempo para mantener a guidos. En la medida en que tales metas son en cierto
los negros apartados de la política en Balti- irodo explícitamente perieguidas por algún sector de
more; y, de hecho, durante un largo período los i" .o-rrnidad, el *ótodo de estudio empleado en
New Haven tiene posibilidades raz'onables de captar-
mantuvieron apartados incluso de intentar par- las. Una respuesta totalmente insatisfactoria sería:
ticipar en ella. ciertos no aiontecimientos estipulados por observa-
dores ajenos sin hacer referencia a los deseos o acti-
vidadei de quienes residen en las comunidades' Esta
ofrece la perspectiva de una explicación socio- respuesta es insatisfactoria porque es a todas luces
inadecuado que Personas ajenas a la comunidad
es-
lógica seria no meramente personalizada-
de
-y cojan entre todos los posibles-resultados que no se
han dado un conjunto que ellos consideren impor-
,uni" p.t" no los ciudaáanos de la comunidad' Es
p.áUuÜt. que esta aproximación prejuzgara los resul-
iados de Iá investigación.-- ([30], pp' 96-97)'
menudo de esta forma por los pluralistas:
¿cómo es posible estudiar --y no digamos expli-
car- algo que ha sucedido? Pero escuchemos a De manera similar, Wolfinger arguye que "la
Polsby: infinita gama de posibtes rio decisiones "' nos
."r"t. la adaptabiiida¿ de Ia idea a las diversas
... se ha sugerido que los no acontecimientos hacen perrpectiuas ideológicas' ([37], P' 1078)' 9:
«una teorra
una política más significativa que los acontecimien- más: supongamos que aventuramos
tos que hacen ¡Élítica. He aqui un tipo de asevera- de los intereses políticos y el comportamiento
ción que, siendo plausible y atractiva hasta cierto racional, qr" .rp".ifique cómo se conducirían
punto, presenta obstáculos verdaderamente insupe- las personas en ciertas situaciones si fueran
Starci Lukes Cottrparaciórt de los Írcs ettloqttes

abandonadas a su suerte, y usémosla para apo- presunciones y hablar del ejercicio del pode¡ bien
yar la afirmación de que si no se comportan así po. purt" de individuos, bien de grupos, institu-
es debido al ejercicio del poder. En ese cáso, .io.t"., etc., y de manera bien consciente, bien in-
dice Wolfinger, no tenemos manera de decidir conscieng.e. Una iustificación negativa de tal uso
entre dos posibilidades: que hubo ejercicio de revisado es que no disponemos de otra palabra
poder, o que la teoría estaba errada (p. 1078). que reúna los requ
La primera puntualización frente a esos ar- (exert) el poder es
gumentos, tan convincentes en apariencia, es «ejercer» (exercise) el
que pasan de una dificultad metodológica a una una iustificación Positiva.
aserción sustantiva. Sólo porque es difícil o in-
cluso imposible demostrar que se ha ejercido
poder en una situación determinada, no se de- Un segundo aspecto en el que la expresión
duce podamos concluir que no se,ha ejercido. «ejercer el poder» resulta problemática es que
Más importante aún es que no creo que sea im- una interesante e importante ambi-
posible identificar un ejercicio del poder de este "rr.i"r.u
tipo. ¿Qué es un eiercicio del poder? ¿Qué signi-
fica ejercer el poder? Un examen detallado re-
vela que la locució¡ "ejercicio del poder, --o
«ejercer el poderr- es problemática en dos sen.
tidos por lo menoe.
En primer lugar, en su uso cotidiano encierra
una connotación doblemente desafortunada. A
veces se le atribuye un carácter individualista.e
tor r-/t ( intencional a la vez, és decir, parece dar la im-
¿¡ru¡or-auF§ presióni de que el ejercicio del poder es asuito
alcü" de unos individuos que actúan conscientemente
¿e para afectar a otros. Hay quien parece sentirse ha.ría. Supongamos, empero, que eso mlsmo
incómodo al hablar de grupos, instituciones o ocurre con 4,. También A, puede afectar nor-
colectivos que "ejercen, el poder, o de indivi- malmente a B,' su acción, y, tambión es sufi-
duos o colectivos que lo hacen de manera in- ciente para conseguir que B haga lo que de otro
consciente. He aquí un interesante eiemplo de modo no haría, justamente de la misma ma-
integración de presunciones individualistas e
intencionales'en nuestro lenguaje, aunque en sí
no aporte razón ninguna para tales presuncio-
nes. A continuación propongo abandonar tales
5l
Comparación de los tres enloques
50 Stettett l.¡l.kes
efectivo'
determinado; A y A, han afectado ambos a B lar, pero al ejercer sobre él un poder
de B de muv
«e.ierciendo el poder», pero el resultado es idén. ;;;d'. lograr cambiar el rumbo que el
Tán s¿lo en el caso en
tico al que se habría producido en caso de a[ec- variadas *.rr".u''
clm;; d; .u*bo de B coincida con los deseos
tarle cada uno por su lado. Dadas las circuns-
de A,
tancias, es inútil preguntarse cuál de ellos pro-
duio el cambio de rumbo, es decir cuál de ellos deB
introdujo una diferencia en el resultado, pues lo cicio
aquí
hicieron ambos. Ambos «ejercieron el podep en
este
un aspecto, esto es, un poder suliciente para
producir el resultado, aunque no se puede decir secu
que uno de ellos introduio una diferencia en el tran
eiercicio logrado del P
resultado. Llamemos, pues, operativo a este as-
.t*o subesPecie del
pecto del 'eiercicio del poder-r.
der, si bien se
Comparemos ahora este caso con aquel otro
en que A sí introduce una diferencia en el resul- ejercicio oPer
tado, esto es, en el contexto de una situación diencia, haY
que se desarrolla normalmente, A, al hacer x, nada- de ejercicio log
Podemos Proceder Y
consigue en efecto que B haga lo que de otro que comPorta exactam
modo B no haría. Ahí, x es una causa inter-
puesta que distorsiona el curso normal de los un ejercicio del Poder' pre-
poder implica, entre otras cosas' la doble
.- acontecimientos, al contrario que en el primer
iensión dé que A actúa (
- caso, sobredeterminado, donde hypothesi-
-ex
hay dos condiciones suficientes interpuestas, de
determinada manera
modo que no se puede decir de ninguno que otro modo no haría'
uhacep en sentido
haya uintroducido una diferencia», y ello jus- «pensar», odeseaF''
tamente por la presencia del otro: el curso nor-
un eiercicio etectrvo
mal de los acontecimientos es distorsionado por
haga lo que de otro
la presencia de la otra condición suficiente in-
terpuesta. En este caso, por el contrario, puede
un ejercicio oPerati
decirse que la intervención de A introduce una
con una u otra de
consigue que B haga
diferencia en el resultado. Llamemos , ptes, (e.c-
tivo a este aspecto del «ejercicio del poderr" haria. De aquí que' e
(Vale la pena considerar una distinción más, bución de un ejercic
por suPuesto, Ias de
que se refiere a qué diferencia introduce A en el
qr" siémPre una fic
resultado. A desea que B haga una cosa particu-
:'r',
=

53
L't»tr¡tttraciótt dc l<¡s trcs
ctrtoqtrcs

fortuna, el libro de
Polirics of' air P".llY-
'nmaking
in the cities
n ejemPlo de cómo
situar el marco teo-
:vable es esencial para el poder (aunque hay siná tera entre el enfoque
rd,rdu otras ..ro.", teóricas y, ciértamlnte,,' el tridimensional: lo
de aplicar empíri-
I ideológicas). Porque tal conflicto proporciona lau' considero una seria tentativa
elementos del
ficción pertinente ya lista, por así decir; Si A y, camente el primero con ciertos un progreso
B se hallan en conflicto entré sí quiere s"g,r.rdo. Poi esta tazón' supone de las rela-
quiere á-, entonces, si A prevalece-A sobre.B,a ypo.
B"
teórico real en J".*¿i" "*pí.i.o
demos suponer que B habría de <¡tro modo he- ciones de Poder' hallar
cho á. Donde no haya un conflicto observable, El libro intenta, de manera explícita'
que no suce-
entre A y B, entonces debemos , buscar otras as <(cosas
para plantear la ficción pertinente. Es decir, ..verdadero objeto de la
debemos buscar otras razones indirectas, para tividad Política' sino la
poder afirmar que si A no hubiese actuado (o rP. vii, 2ó)' ¿Por qYé'
-t'
de [a contamr-
dejado de actuar) de cierta manera en el pregunta Crenson, el pioblema
-y,
caso del poder operativo, si otras condiciones naciónatmosteri.u..oseplanteótanprontoo
suficientes no hubieran sido operativas-, en- con tanta intensiáad en algunas-ciudadet^ii:-
es «aven-
tonces B habría pensado y actuado de forma il;;;, Su objeto, en otras palabras' de
diferente de como en efecto piensa y actúa. En ;;.I. p"; o"'¡;"thu' ciudades Y Pueblos po-
una cuestión
suma, necesitamos justificar nuestras expecta- los Estados Unidos no hicieron at-
tivas de que B habría pensado o actuado de
contaminación
lítica de sus p'ltt*"s de así el carácter de
forma diferente, y también necesitamos especi- mosférica' (o';i];'it-*t'ut'ao
Iosr les' Particularmente
ficar el medio o el mecanismo por el que A ha
impedido a B hacer tal cosa o ha actuado (o rmeabilidad,. E[ au-
te que las diferencias
deiado de actuar) de manera suficiente para ::.t
impedirlo. en
No veo razones para suponer que una u otra atribuibles tan sólo a
de estas afirmaciones no pueda ser mantenida efectivos de contamin
en principio, aunque tampoco pretendo que sea de las Poblaciones e
fácil hacerlo, ya que esto requiere ciertamente orocede a un minuciosr
ir bastante más lejos que la mayoría de los aná- íffi;; i'i^"f de Indiana' igualmente
"t'u¿o
;;;;tifttt de población simila-
lisis del poder en la ciencia política y la sociolo- contaminadtt
55
54 Steven btkes Comparación de los lres enloques

desde puntos situados fuera del ámbito


res. Una de ellas Chicago- tomó medi:r del
n
das para limpiar -East
su atmósfera en 1949, mieni comportamiento Político observable"' Aunque
tras que la otra a taÍa vez nte en
-Gary- contuvo la respiración la empres
las deliberaciones de
hasta 1962. Resumiendo, el autor explica la di- a Po[í-
la ciu-
ferencia diciendo que Gary es una ciudad do- tica sobre contaminació
minada por una sola empresa, la U. S. Steel, Jud, prdo sin embargo afectal u. t' radio de
con una fuerte organización partidista, mien- y ,* orientaciones"'» (p' 107)' Crenson
tras que East Chicago tenía una serie de acerías """i'0"
dice: "
y carecía de organización partidista fuerte
cuando se aprobaron las ordenanzas sobre con- en
Los activistas que combatían a la contaminación
trol de la contaminación. ó;;y fueron dlrante ncaPaces de
El argumento (que el autor documenta con un .oní.gi. que la U. S una Postura
el
clara. Rememorando I
convincente detallismo) es que la U. S. Steel, debate en
decía que la
constructora de Gary y responsable de su pros- torno a la contaminación, fue
peridad, impidió eficazmente durante largo de la ciudad
;"i;,;¡ evasiva de la mayor emp-resafrustrar los primeros
tiempo que se planteara siquiera el problema, ,n f".,o. decisivo a la hora de sobre control
gracias a su reputación de poder que actuó so- esfuer¿os po, pro-ilg";;* ordenanza
de la compañía'
bre las reacciones previsibles; posteriormente, de la contaminación'-Los ejecutivos
durante una serie de años, frustró los intentos .g*g"Uu, solían limitarse a asentir atmosfórica
comprensiva-

de plantear el problema; e influyó decisiva- ;;;;;;, admitir á"" U contaminación la espalda' ?ero
mente en el contenido de las ordenanzas contra
;;;';;*íbi", dándote palmadas-en
sentido o en otro' ¡Si hu-
nudt tn
la contaminación finalmente promulgadas. Más """."'i'"itá,,
biera habido al menos for
"'
aún: todo esto lo hizo sin actuar en la arena Iograr...l ». Para la evoluc
política ni entrar tan siquiera en ella. Su «mera tairinación atmosfórica d
reputación de poder, no respaldada por actos de hizo fue Probablemente
podep resultó «suficiente para impedir que hizo (pP. 76:77)-
surgiera el problema del aire sucio " (p. 124); y
cuando finalmente surgió (en buena parte por la De estos dos minuciosos estudios de casos' el
amenaza de una acción federal o estatal), "la autor Pasa a un análisis comparativo de datos
U. S. Steel ... influyó en el contenido de las or- deentrevistasmantenidascondirigentespolíti.
denanzas sobre contaminación sin tomar me- cosdecincuentayunaciudades'-cuyopropósito
dida alguna, con lo que puso en entredicho la ár" re.ifi.ar las Éipót"tit a que dieran lugar los
máxima pluralista de que el poder político per- á1. ."t,r¿ios de los dos casos' En forma resu-
tenece a los actores políticos, (pp. ó9-70). fa *i¿", t"t conclusiones son que tel problema de
pros-
U. S. Steel, dice Crenson, ejerció influencia la contaminación atmosférica tiende a no
_i
' t . ,. ,..,*'' . ----- -,
Sleven Lukes Comparación de los tres enloques

perar en aquellas ciudades donde [a industria AIIí donde.los negocios y el desarrollo industrial son
goza de una reputación de poder, (p. 145), y motivo de preocr-tpación a nivel local, el problema de
que oallí donde la industria guarda silencio la contaminación del aire tiende a ser ignorado. La
acerca de la contaminación del aire, las espe- preponderancia de un problema parece estar relacio-
nada con la subordinación del otro, y la existencia de
ranzas de vida del problema de la contamina:
esta relación pone en entredicho Ia idea pluralista de
ción tienden a disminuir, (p. 12a). Una organi- que los diferentes problemas políticos tienden a sur-
zación partidista fuerte e influyente inhibirá gir y venirse abajo independientemente (p. 165).
tambión el desarrollo del problema de la con-
taminación, toda vez que no es probable que las
reivindicaciones de una atmósfera limpia repor- El argumento general de Crenson es que existen
ten ese tipo de beneficios específicos que buscan o limitaciones políticas en lo que respecta al al-

los aparatos de partido americanos, por más cance de la adopción de decisiones», de suerte
que, allí donde la industria tiene una rePuta- que ola actividad de adopción de decisiones
ción de gran poder, un partido füerte acrecen- viene encauzada y orientada por el proceso de
tará las esperanzas de vida del problema de la adopción de no decisiones
contaminación, dado que se esforz.ará por ad- palabras, el pluralismo «n
quirir influencia en el ámbito industrial. En ge- apertura política o de sobe
neral, Crenson argumenta de modo convincente el estudio de la adopción
que el control de la contaminación es un buen existencia de una "diversi
ejemplo de un bien colectivo cuyos costos espe- dirán nada acerca de oesos
cíficos se concentran en la industria; así pues, la que puedan haber sido ex
oposición de ésta última será fuerte, mientras política urbana, (p. l8l).
que el apoyo a la misma será relativamente dé- Dije antes que el marco teórico del análisis de
bil, puesto que sus beneficios son difusos y no es Crenson se sitúa en la frontera entre los enfo-
probable que atraigan a los dirigentes de par- ques bidimensional y tridimensional del poder.
tido dedicados al chalaneo de influencias. Por Es, a primera vista, un estudio bidimensional
otra parte, cosa que resulta muy interesante, de la adopción de no decisiones al estilo de Bach-
Crenson usa contra los pluralistas el argumento rach y Baratz. Por otro lado, empieza a rebasar
de que los problemas políticos tienden a estar en tres aspectos la postura de éstos (tal como se
''
conectados entre sí; de ese modo, Ios problemas presenta en su libro). En primer lugar, la adop-
colectivos tienden a otros problemas colectivos, ción de no decisiones no es "
y viceversa. Así pues; nal plantear un punto del minos behavioristas, como
programa político, Ios activistas cívicos pueden tase a través de decisiones (
arrinconar otros problema5, (p. 170): la inacción: «ls que U. S.
segundo lugar, tiene un ca
58 Starcn lakes Comparación de los tres enlóques 59

lista y considera el poder institucional r; por úl- El análisis de Crenson es impresionante por-
timo, examina las maneras en que, a través del que satisface el doble requisito antes mencio-
eiercicio de ese poder, se impide que se plan- nado. Hay razones para esperar que, si todo lo
teen reivindicaciones. Así pues, demás siguiera igual, la gente preferiría no ser
envenenada (suponiendo, en particular, que el
-formas
y prácticas políticas locales pueden inhibir control de la contaminación no signifique forzo-
incluso la aptitud de los ciudadanos de transformar samente desempleo), aun cuando ni siquiera
un descontento difirso en una reivindicación explí- puedan articular sus preferencias; y se ofrecen
cita. En resumen, hay una especie de ideología inar- pruebas incontestables de los procedimientos
' ticulada en las instituciones políticas, incluidas aque- con que ciertas instituciones, y específicamente
llas que parecen ser las más liberales, flexibles y au-
tónomas: es una ideología en el sentido de que fo-
U. S. Steel, en buena medida a través de la
menta la percepción y una articulación selectivas de
inacción, impidieron que el interés de los ciu-
los problemas y conflictos sociales ...r(p. 23). dadanos por no ser envenenados se expresara (si
bien otros factores, de carácter institucional e
De esta manera, « las instituciones y los dirigen- ideológico, exigirían una explicación más ca-
tes políticos locales pueden... ejercer un consi- bal). Así pues, están justificadas tanto la ficción
derable control sobre aquello por lo que la pertinente como la identificación de un meca-
gente decide interesarse y sobre el vigor con que nismo de poder.
articula su interés" (p.27): las restricciones im-
puestas con respecto al alcance de la adopción
I de decisiones pueden «atrofiar la conciencia po-
{ lítica del público local", confinando las opinio-
'i nes minoritarias a las minorías y negando ..a
Nlas minorías la oportunidad de convertirse en
I mayorías" (pp. 180-81).

' Por otro lado, el uso del método de la reputación para


localizar el poder mueve a Crenson a concentrarse en los
motivos de industriales, dirigentes politicos, etc., ignórando
así nla posibilidad de explicaciones más impersonales, es-
tructurales y sistemáticasD, como la de que "ciertas formas
de gobierno municipal en los Estados Unidos están escasa-
mente adaptadas para tratar este problema particularn de
la contaminación atmosférica (K. Newton, recensión de
Crenson, op. citl, Poliiical Studies, 20, 1972, p. 487).
8. DIFICULTADES
Dilicultades
t
ól

cieron esta elección y la ejecutaron, o lo hicie-


ron con menos dificultad'.
Ello no obstante, a veces es extraordinaria-
mente difícil justificar la ficción pertinente.
¿Podemos suponer siempre que las víctimas de]
De todos modos, quisiera concluir la iniusticia y la desigualdad, a no ser por el.
con una nota ejercicio del poder, se esforzarían por conseguir
p las dificultades pecqf;
li la justicia y la igualdad? ¿Qré ocurre con la
enfoque tr¡dimensiáI. relatividad cultural de los valores? ¿No es este
n
pert i nen t e y se gu ndo supuesto una forma de etnocentrismo? ¿Por qué
r:?:', ü'"Tfi:"Xl'i
nismo o proceso.de un supuesto ejercicio T:::: no decir que la aquiescencia dentro de un sis-
poder. del tema de valores rechazado por «nosotros»,.
En primer lugar, iustificar la ficción perti_ como el comunismo ortodoxo o el sistema de\,
nente no siempre resulta tan fácil como CaStaS, eS un casO de genUinO consenso reSpeCto
Ln el de valores diferentes? Mas ni aun aquí queda
ión atmosférica de Gary fuera de nuestro alcance el apoyo empírico. No
e de factores en este caso es imposible aducir pruebas --que, por la natu-
resente en otros. En pri_ raleza del caso, habrán de ser indirectas- para
ión der i., t..¿r't!',:T
pec i fi cac
}:"fi j: ".';
tf apoyar la afirmación de que un aparente caso
de consenso no es genuino, sino impuesto (aun-
9u.y por no ser envenenados es difícilmente que existan casos mixtos, con respecto a los di-
discutible, ya que se basa, como ai". C.".r.or, ferentes grupos y componentes del sistema de
ry_qdp-r _ a serc a-de I yslar valores).
¿Dónde hallar tales pruebas? En los Quademi
::iltfirffr; 11 del carcere, de Antonio Gramsqi, hay un intere-
ir y.más informa_ santísimo pasaje que trata de esta cuestión,
:nvenenados es' m ái-qire donde el autor establece un contraste entre «el
;, plausible (suponiendo < ue tar alterii"tir.á
1=o
lmpltcase un incrementc del desempleo). y,
en
tercer lugar, el estudio de Crenson aporta
datos
comparativos en apoyo de la afirmación I De cualquier modo, hay que señalar que las correlacio-
de que
en circunstancias diferentes, en las q"" nes estadísticas de Crenson son más bien modestas (situán-
puesto poder no decisorio se mostrase
i,r_
no"tfuera dose la más alta en 0,61 y la mayoría entre 0,20 y 0,40).
operativo Estrictamente hablando, Crenson sólo ofrece hipótesis muy
-o lo.fugra en menor grado_, perso_
nas con características sociales equiparabies verosímiles, las cuales no son refutadas por las pruebas,
hi_ pero tan sólo débilmente corroboradas por ella.
Stqen Lukes Dilicultades

pensar y el hacer, o sea, la coexistencia de dos La religión, o una determinada iglesia, mantiene su
concepciones del mundo -{rna afirmada con .o-rnidud de fieles (dentro de ciertos límites de las
palabras y otra que se despliega en el hacer necesidades del desarrollo histórico general) en la
efectivo, ([7], p. 326). Dice Gramsci que medida en la cual alimenta permanente y organlza-
cuando se produzca tal contraste "en la mani- damente [a [e, repitiendo imperturbablemente su
festación vital de amplias masas,),

tiene que ser expresión de contrastes más profundos


de orden histórico-social. Significa entonces que un
grupo social, provisto de una concepción propia del
mundo, aunque sea embrionaria, pero manifiesta en
la acción (lo que quiere decir que se manifliesta oca-
sionalmente, irregularmente, o sea, cuando ese gmpo sufrido pórdidas incalculables (p' 340)'
se mueve como un conjunto orgánico),; tiene, por ra-
zones de sumisión y subordinación irltelectual, una
En cuanto a ejemplos contemporáneos, conside-
concepción del mundo no propia, sino tomada en remos las reacciones de los checos ante Ia rela-
próstamo de otro grupo, y la afirma verbalmente, y jación del aparato de poder en 1968'
hasta cree seguirla, porque efectivamente la sigue en Pero también se Pueden buscar pruebas en
«tiempos normalesr, o sea cuando la conducta no es «tiempos normales». Nos interesa averiguar
independiente y autónoma, sino, como queda dicho, g§- ¡es lo que el eiercic
to_qu-._.r__._lercrc ,4,t";-"'
-b{S=ti
sometida y subordinada (p. 327)2. ocasrones ña1-iál-énsar-
en ocasloles flasLa Psrr§' a Ia gente' De
-v
-v i;*
_G___-_______-_

.f.r aAa rno s ffinarEoiñó-"ré-a ótióña I a


Aunque quepa no aceptar €sa atribución a un gente ante las oportunidades ----o, mejor dicho'
grupo social de «una concepción Propia del ias oportunidadés entendidas como tales- de
mundo», quizá resulte sumamente instructivo eludii la subordinación en sistemas jerárquicos
bien no concluyente- observar cómo se cuando éstas se dan. En este contexto, los datos
-si
comportan las personas en "tiempos anorma- sobre movilidad social pueden adquirir un sig-
fg5», cuáfldo (ex hypothesi) «sumisión y subor- nificado teórico nuevo y sorprendente' El sis-
dinación intelectuales, brillen por su ausencia tema de castas es concebido con frecuencia
o estén mermadas, cuando el aparato del poder
sea eliminado o mitigado. El mismo Gramsci
cita el ejemplo de u l¿ fortuna de las religiones y
de las iglesias":
nivas, el sistema de castas
2 Repárese en el recurso de Gramsci a la noción
de auto-
nomía. dista de ser un sistema rígido, donde Ia posición de
Starcn Lukes Dilicultad.es ó5

oculta en realidad el hecho de que las oportuni-


dades de ascender dentro del sistema percibidas
por las castas inferiores son aprovechadas muy a
menudo, si no invariablemente.
Se podría alegar que éste no es un argumento
muy convincente, ya que la movilidad ascen-
dente dentro de un sistema jerárquico implica
la aceptación de la jerarquía, de modo que las
castas sanscritizantes no rechazan el sistema de
valores, sino que lo hacen suyo. Mas a ello cabe
replicar que éste es precisamente un caso de
vid.a brahmánico y, en general, la posición casta
es considerada adscribible, hereditaria e inalte-
rable.
Cabe aducir, empero, otra prueba menos am-
bigua, relacionada con el sistema de castas in-
dio, que respalda la tesis de que la interioriza-
ción del status de subordinación es una conse-
cuencia del poder. Consideremos los efectos sur-
tidos por la introducción del sufragio universal
en la aceptación del principio jerárquico por las
castas inferiores 6. Más expresivamente aún,

ó Cf., por ejemplo, A. H. Somiee, nPolitical dynamics of a


Gujarat village,, Asian Surey, 12,7 julio de 1972, pp.6O2-
ó08. Dice Somjee que en la aldea estudiada por ét, nen las
cinco elecciones sucesivas al panchayat disminuyeron gra-
dualmente el respeto a los ancianos, la cohesión de casta y
linaje y el status familiar. El principio de electividad, que
constituyó Ia base de los cambios estructurales, habÍa hecho
serias incursiones en el continuo sociopolitico de la socie-
dad tradicional. Comenzaron a invertirse las tendencias
omnipresentes que emanaban de la vieja organización so-
cial y afectaban a la estructura de Ia comunidad y a su
actitud frente a la autoridad" (p. ó04).
Steven Lukes
Dilicultades 67

medidas para averiguar qué es lo que, de otro


modo, habría hecho la gente.

En segundo lugar, ¿cómo se puede identificar el


proceso o mecanismo de un supuesto ejercicio
del poder de acuerdo con el enfoque tridimen-
sional? (PrescindiÉ de los problemas adiciona-
les que plantea la identificación de un ejercicio '
L
.,Y^

operativo del poder, es decir del problema de la


sobredeterminación. Ello merece un trata-
miento aparte) Existen tres rasgos, distintivos
del enfoque tridimensional, que plantean al in-'
vestigador problemas de peculiar agudeza.
Como ya he dicho, tal ejercicio puede implicar
inacción en lugar de acción (observable). En se-
gundo lugar, puede ser inconsciente (cosa que'
parece admitir también el enfoque bidimensio-,
nal, pero éste insiste asimismo en que las no
decisiones son decisiones, y en ausencia de ex-
plicaciones adicionales, una decisión incons-
ciente se asemeja a una contradicción). Y, en
tercer lugar, el poder puede ser ejercido por co-
lectividades, tales corno grupos o instituciones.,
Examinemos esas dificultades una por una. ..)
En primer lugar está la inacción. Una vez
más hemos de vérnoslas aquí con un no aconte-
cimiento. Ciertamente, allí donde la supresión
de un problema potencial sea atribuida a la
inacción, tendremos un doble no aconteci-
miento. ¿Cómo identificar empíricamente tal si-
tuación? El primer paso hacia la respuesta con-
sistirá en percatarse de que la inacción no tiene
casta se mantuvieran, de por qué ser un no acontecimiento carente de
cristianos y musulmanes
rasgos. No actuar de cierta manera en una si-
tuación dada puede muy bien tener consecuen-
Staryn ltkes Dilicuhades
cias especificables-allí donde actuar
de esa ma' del poder. Identificar un ejercicio inconsciente
ne.ra sea una posibilidad
hjpotética
minadas consecuencias """ á.-ü- del poder del segundo tipo parece no plantear
cia de la inacción pu problemas especiales. De veras problemático es
acontecimiento adicio el tipo tercero, en casos donde no quepa esperar
de un problema polít del agente un conocimiento de las consecuen-
hesi, las acciones en cias de su acción. ¿Podrá afirmarse propia-
nad-9 esa aparición. En principio, mente que A ejerce un poder sobre^B allí donde
no parece im_ el conocimiento de los efectos de A en B senci-
posible establecer aquí Ln .,.*o
ción entre la inacción a" U. S.
.u*al: la rela_ llamente no sea accesible a A? Si la ignorancia
§teel y el silencio por parte de A de tales efectos obedece a inca-
del público acerca de la ;r;;;i"ación
atmos_ pacidad (remediable) de averiguarlos, la res-
fé1ca es un ejemplo q
puesta tendrá que ser afirmativa. Ahora bien,
_En segundo lugai allí donde no pudiera averiguarlos
¿Cómo puede ejercerse -porque;
e-lerce sea consciente d sencillamente, no estuvieran disponibles cono-
vendrá proceder a una cimientos factuales o técnicos, pongamos por
mor de caso-, hablar de un ejercicio del poder parece
tórmino por completo carente de sentido. Considérese,
inacción) por ejemplo, el caso de una compañía farma-
ciente de lo que se está céutica que ejerce supuestamente el más ex-
inconsciente de lo_ que se considera tremo poder vida y muerte- sobre los in-
motivo o significadg
que es el -de
tegrantes del público por cuanto lanza al mer-
".".1, de la acción de uno
(como en los casos freudianos-tipi"os). cado un fármaco peligroso. Ahí, la suposición de
gundo lugar, se puede r- O, en se_ que se está ejerciendo un poder no será rebatida
interpretán los d'emás aun cuando se pueda demostrar que los científi-
T: cos y directivos de la compañía no sabían que
tercei lugar, se puede
consecuencias de las acciones ;: los efectos del fármaco fueran peligrosos: po-
de uno. Identifi- drían haber tomado medidas para averiguarlo.
er del pri- Por otro lado, ¿ejercían los fabricantes de ciga-
dificultad, rrillos este poder sobre el público antes de su-
tipo freu- ponerse siquiera que fumar cigarrillos podría
oreal, allí donde di ser dañino? Seguro que no. Ello indica que allí
de observador y obs donde se considera que e[ poder es ejercido in-
dificultad es bián co conscientemente en este sentido -+s decir, ig-
vamente analizada y no es peculiar norando las consecuencias-, se parte del su-
del análisis puesto de que quien o quienes lo ejercen po-
7l
70 Starcn lttkes Diticultades

drían en ese contexto haber comprobado tales concretas determinaciones, por las leyes inhe-
por
consecuencias. (For supuesto, la justificación de rentes a su qdst (montaie) y a su mccánica'
lt'
concePto'
esa hipótesis plantea más problemas todavía,
por cuanto implica, por ejemplo, juicios históri- ta Postura se Pueden
ebate entre el althus-
cos sobre la localización de los límites cultu-
ralmente determinados a la innovación cognos- Y el sociólogo Político
citiva.) británico Ralph Miliband en torno al libro de
so.
La tercera dificultad está en atribuir un ejer- este último iniituladoThe State in capitalisi
clety fZtl. De acr¡erdo con Poulantzas' Miliband
cicio del poder a colectividades tales como gru-
pos, clases o instituciones. El problema es: hallaba
¿cuándo se puede describir la causación social y
como un ejercicio del poder o, más exacta- dificultades... para comprender las clases sociales
el Estado como estrutct,ias obietivas y sus relaciones
mente, cómo y dónde se ha de trazar la diviso- t^ tema obietit'o de conexiones regulare's' una
ria entre determinación estructuial, por un ""-" ""
cstmctura y un sistema cuyos agentes'
ulos seres
lado, y eiercicio del poder, por el otro? He aquí humanosr, ,on, arr pulabras de Marx' 5¡¡5 "portado-
un problema que reaparece con frecuencia en la onstantemente la imPre-
historia del pensamiento mancista, en el con- sociales o *gruPos' de
texto de los debates sobre determinismo y vo- q a relaciones interPerso'
luntarismo. En e[ mancismo francés de posgue- cible a relaciones inter-
rra, por ejemplo, el manista estructuralista bros de los diferentes
Louis Althusser-,ry sus seguidores adoptan una .1',ffi':d,'i:?:,';'§;
posición determinista extrema, opuesta a las in- iones interPersonales en-
terpretaciones .humanista», «historicista» y grupos 5ocia-
tre. los *individuo5» Que componen los- ,^
"subjetivista» de pensadores como Sartre y Lu- l.s y los oindividuo5r Qu€ comPonen aparatoesta-
el [¡ )

cien Goldmann y, detrás de ellos, Lukács y tal ([32], p.70).


Korsch detrás de ellos, Hegel-, para quie-
nes el n-y
sujeto, histórico desempeña. un Tal concePciÓn, prosigue Poulantzas'
explicativo crucial e im
usser, el pensamiento de Marx, correctamente seme lemática del suieto *@
que h iones en la historia
entendido, conceptualiza "la determinación de
áel p De acuerdo con esa Pno-
los elementos de un todo
ese todoul y, ol
u L. Althusser y E. Balibar, Lire 'Iz capital"' París' Mas'
mónica y la interioridad esencialr, versa sobre 71'
«un'sistema objetirlo, gobernado, en sus más péro, l9ó8, vol.lu, PP' 63, I
n ¡[¡"q[or1u
oo \,otlno,o..
Heh
bArv0o*
74 Steven Lukes
Dilicuhades 75

agentes humanos, por separado o conjunta-


Resumiendo, dentro de un sistema caracteri- I :,
mente, en grupo u organizaciones, a través de la
zado por un total determinismo estructural no (
t:
acción o la inacción, que afectan significativa-
mente a los pensamientos o acciones de otros habría
" sitio Para el Poder' )
tiene la alternativa
(específicamente, de manera contraria a sus in- r;;d; t""io, siempre se
el nPods¡» €o
tereses). Al hablar de esta guisa, se supone que, de-' redefiniiestipulátivamente
si bien los agentes operan dentro de límites es- t".*i.o, de deteiminación estructural' Esa es
i. ;;;á; que rise?."?:*,t
e
tructuralmente determinados, no por eso dejan
de tener una cierta autonomía relativa, pu-
;i ;:,llTl#,Íl-
e poder como nla caPacid(.d3
diendo haber actuado de manera diferente. Aun
aia realizar sus intereses obieti-
no estando enteramente abierto, el futuro tam- arguyendo que este
poco está cerrado por completo §, de hecho, su
s de-la estructura sobre
grado de apertula está asimismo estructural- de los Prácticas de las
mente determinado) ''. manera'
diversas clases en 'lucha" Dicho de otra
:

en los niveles de las


rr Compárese con este pasaje de Wright Mills: ;i-;;J;t no está situado
de esos
El destino es un rasgo de tipos especíñcos de estructura estructuras, es un efecto del conjunto
social; hasta quó punto Ia mecánica del destino es la rnecá- ;;;[...-, (P. 99). Las relaciones de clase son
nica de la historia es, a su vez. un problema histórico... *i, todo, tos n¡vétes relaciones de poder' y el po-
En aquellas sociedades en que los medios del poder son
involuntarios y están descentralizados, la historia es des-
der no es, sin embargo, más que un concePto
tino. Las innumerables acciones de los innumerables hom- q"L i"ar.a el efecto del coniunto de las estruc-
bres modifican los entornos locales de óstos, con lo que gra- t]¡ras sobre las relaciones de
dualmente modifican la estructura.de la sociedad en su con- ^t f.rizr;":r!:::,
jur.rto. Esas modificaciones +l curso de la historia- se
producen a espaldas de los hombres. La historia va. a la
deriva, aunque en total .la hacen los homb¡es".
:,i"l:i"ffi"H;
es necesario
Pero en aquellas sociedades en que los medios del poder una distinción cnrcial que en teoría
q* t"."u"iario del poder articuJa'
son enormes en cuanto al ámbito y están centralizados en h;;g;
-l-"-q"J.ñ.*o,"r en otras palabras' es que identi;
.cuanto a la forma, unos pocos hombres pueden estar situa-
ficar un proceso dado éottto u¡ «ejercicio
dos en la estructura histórica de tal manera que con sus del
decisiones acerca del empleo de tales medios modifiquen las
condiciones estructurales en que viven la mayoría de los páa.t" m'ás que como un caso de determinación
hombres. Hoy en día, tales élites del poder hacen la historia Lstructural, equivale a st
.en circr¡nstancias no elegidas globalmente por ellos mis- rentemen¡e está dentro
mosD;.aunque en comparación con otros hombres, y con
otros períodos de la historia de Ia humanidad, tales circuns-
tancias parecen reálmente menos agobiantes... (t241, pp.
o la institución Podrían

ü.
Starcn btkes Dilicultades

pena señalar, a modo de conclusión, que C. Wright


haberse combinado u organizado para actuar
diferentemente. Milts percibió las relaciones que he defen-
Ia iustificación de esta afirmación, así como dido entre esos conceptos en su distinción entre
la clave de las dos últimas dificultades implíci- destino y poder. Ese autor afirmaba que su «con-
tas en la identificación del proceso del ejercicio cepción sociológica del destino" tenía que «ver
del poder, está en la relación entre poder y res- con acontecimientos históricos que están fuera del
ponsabilidad 14. La razón por la que identificar control de cualquier círculo o grupo de hombres
tal ejercicio implica suponer que quien o quie- (l) lo suficientemente comPacto como para ser i-
nes lo ejercen podrían haber actuado diferen- dentificable (2) lo suficientemente poderoso como
para decidir cosas importantes, y (3) en condi-
temente
-y allídedonde
consecuencias
son inconscientes de las
su acción o inacción, que po- ciones de prever las consecuencias, y Por tanto
drían haberlas averiguado- es que la atribu- de ser considerado responsable de los aconte-
ción del poder es al propio tiempo la atribución cimientos históricos, ([24], p. 2l)'s.C. Wright
de una responsabilidad (parcial o iotal) res- Mills abogaba por atribuir poder a quienes, por
pecto a ciertas consecuencias. Dicho de otro ocupar posiciones estratégicas, podrían iniciar
modo: el sentido de localizar el poder es est?- cambios en interés de amplios sectores de la
blecer responsabilidad respecto a las conse- sociedád, pero no lo hacen, afirmando que es
cuencias que se estiman dimanantes de la ac- oahora sociológicamente realista, moralmente
ción o inacción de ciertos agentes especifica- justo y políticamente obligatorio formular de-
bles. No vamos a entrar aquí en un análisis de mandas a los poderosos y considerar a éstos
la noción de responsabilidad (ni de los proble- responsables del curso específico de los aconte-
mas de identificar la responsabilidad colectiva): cimientos" (p. 100).
es una noción no menos problemática me-
nos esencialmente contestada- que otras -ni exa-
minadas en este ensayo. Tampoco podemgs

ra A este nespecto, veaseél excelente análisis del poder de


William Connolly en su libro The tqms of political discqtrse, rr Citado por Connolly enThe terms ol'political discourse-
Boston, D. C. Heath.
9. CONCLUSION Conclusión

con resp@to a la posibilidad de tal análisis


Como ha escrito Frey ([4], p. 1095), ese pesi
mismo equivale a decir: «¿Por qué dejar que lar
cosas sean difíciles si, con un poquito más d<
esfuerzo, podemos hacer que parezcan imposi
El enfoque unidimensional del poderofrece un neto bles?
paradigm a pa ra el estudio behav iorista del pode r
de adopción de decisiones por los actores políti-

ción y ese control, pero los concibe de forma de-


masiado estrecha: é., ur. palabra, carece de una
perspectiva sociológica desde la cual examinar
no sólo el poder de adopción de decisiones y no
decisiones, sino igualmente las diversas maneras
de reprimirconflictos latentes en la sociedad. Tal
examen plantea una serie de dificultades graves-
Estas dificultades son graves, peno no insupera-
blest. Por supuesto, no nos exigen trasladar el
enfoque tridimensional del poder al terreno de
lo meramente metafísico o lo meramente ideo-
lógico. Mi conclusión, en suma, es que es posi-
ble un análisis más profundo de las relaciones
de poder, análisis cargado de valor, empírico y
teórico 2. Es injustificada la actitud pesimista

I Estas dificultades son subrayadas por Alan Bradshaw


en su «A critique of Steven t¡kes' Power: a radical view",
Sociology, 10, 1976, pp. l2l-27, y reexaminadas por Steven
Lukes en s¡¡ «Reply to Bradshaw", ibid., pp. 12-32.
2 Para un buen ejemplo de tal análisis, véase J. P. Ga-
venta, «Power and powerlessness: quiescence and rebellion
in an Appalachian Valley", Bodleian Library, Oxford.
BIBLIOGRAFIA
Bibliogralía 8l

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criterios descriptivos de los «intereses», incluyendo
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anterior.
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- vioral Science, 2, 1915, pp. 201-205. Primero
York, Oxford University preis, tgiO. ta primera tante rudimentario- esfuerzo de Dahl por definir-y bas-y
parte, teórica, incluye y desarrolla los dos aitículos dar operatividad ¿l np»oder,.
anteriores (suavizando las implicaciones potencial_
mente tridimensionales del segundo); la segunda tl ll, "A critique of the ruling elite model,,, Ameri-
can Political Review,52, 1958, pp.463.ó9. Argumenta
parte es un estudio emp.írico de la política que la hipótesis de la élite dirigente sólo puede ser
sobie po_
breza y relaciones raciáles en Baltimore. verificada de manera rigurosa si la supuesta élite
l5l Isaac D. Balbus, oThe concept of interest in plu- está "claramente definida, y muestra preferencias
ralist and Marxian analysis,, poiitics and. Societ1,, l, que por Io general prevalecen sobre la oposición en
197 l, pp. l5S:17 . Relaciona la definición
subietiva de decisiones políticas clave.
".interós" que emplean los pluralistas con el libe¡a_ U2), Who governs? Democretcy and power in ¿m Ante-
Irsmo clásico, y defiende la superioridad explicativa rican city, New Haven y Iondres, Yale University
y
normativa del análisis marxista de clase. Press, l9ó1. El clásico estudio opluralista,. Trabajo
t61 Samuel Beer, Modern British politics, I-ondres, más fino y sutil de lo que sus críticos y defensores
Faber, l9ó5. Ofrece una explicacián bidimensionai podrían sugerir, en parte porque contiene las pruebas
del poder en el partido L^aboiista Británico que básicas para criticar sus conclusiones.
cons_
tituye una altemativa a la de McKenzie
[19], haciendo
hincapió en el poder sobre el programa político del
tl3l Ralf Dahrendorf, Class and class conllict in in-
dustrial society, Londres, Routledge & Kegan Paul,
partido-
1959 lLas clases sociales v su conllicto en la sociedad
¡7l. Roderick Bell, David V. Edwards y R. Harrison industrial, Madrid, Rialp, l9ó81. Ofrece una «teoría
82 Bibliogralía 83
Steven l,ukes

más importantes es la misma, (p. ó35), a saber, pi-


ramidal.
l20l Richard M. Merelman, uOn the neoelitist cri-
tique of community pow€r», American Political
Science Review,62,1968, pp.45l-ó0. Vivo ataque a Ia
power», Anterican political idea de la adopción de no decisiones y al "hlso ar-
pp. l08l-l l0l. Artículo cui_ gumento del consense,, y defensa de una metodolo-
gía basada en la decisión y unas premisas pluralistas.
t2ll Ralph Miliband, The State in capitalist society,
Londres, Weidenfeld & Nicholson, 1969 lEl Estado en
la sociedad capitalista, Móxico, Siglo XXI, 19701. Es-
pp. ló7-98. Expone Ia ide tudio sobre *la enorme inflación de los poderes y las
aplicación es inherentem actividades del Estado en las sociedades capitalistas
llól Antony Giddens, .. recent wri- avanzadas, (p. l), incluyendo un análisis de diversos
tings of Talcott P",=o.r, instrumentos de legitimación, como los partidos, los
; aeó8, pp.
zsl-tz. c.i;;;i;.;siva
acusa. a" aria.
de
-rimpl. medios de comunicación de masas y la educación.
;"1¿.:ll:: 1221, "The capitalist State: reply to Nicos Poulant-
priniipales puntos áe zasr, Nerv L$'t Rettier, 59, enero-febrero de 1970, pp.
i.teg.acio., il.'r"*.¡. ¿" eoría de la
53ó0. Enórgica rcplica a Poulantzas [32], acusando a
ctions lrom the prison óste de «sobredeterminismo estructural» y argu-
na yendo que ula élite estatal está implicada en una re-
n lación con'el sistema'v con la sociedad en su con-
iunto mucho más comple.ia de lo que admite el es-
: quema de Poulantz¿5" (p. 57).
sus pensamientos s
1231, "Review of Poulantzas" [34], Nev, L4t Revie¡,,
de li *t¡sgs*;ní; a través
82, noviembrediciembre de 1973, pp. 83-92.
I l8l lcwis Lipsit l24l C. Wright Mills, The causes of'World War Three,
ces o[ the poor,r, Brlevan- Londres, Secker & Warburg, 1959. Contiene ideas su-
es-sr¿_ys "
in pltittcáiscience, gestivas sobre la distinción, históricamente relativa y
;::;rr:: estructuralmente determinada, entre «destino" y po-
Random House, Vintage
del "5ils¡qio político,, der y sobre la relación entre poder y responsabilidad.
rticulados y latentes. t25] Peter Morris, «Power in New Haven: a reas-
political parties: The dis_ sessment of 'Who governs?',, British Journal of'Politi-
consetvative and Labour cal Science, 2, 1972, pp. 457ó5. Valioso análisis de
).a
prtrties, Dahl [l2].
acaecido d al sobre lo
1964. par_
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tiendo del American society», World Politics, 10, octubre de
distribució a que «la 1957, pp. 12343. Recensión de la obra de C. Wright
s partidos
g4
Sreven Lukes Bibliogralía 85
Mills li¡e power e/ile (Nu
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mmunity power and politi_
I ondres, yale Universitv t3ól D. M. White, oThe problems of power», British
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municipat eue se ataca a ,i:':fi:T":::::;: t* sis útil y esclarecedor, que niega la posibilidad de
tratificación,, defiende una explicación universalmente satisfactoria del sig-
;"r;;jollr'' urr"a" ..,
teoría """ tu nificado ds[ o Froder» y aoaliza a éste en cuanto forma
ffi::r,:;l;:na ".#;;i;"J?I -n" rus iones de afectación significativa.
\37!¡ Raymond E. Wolfinger, "Nondecisions and the
study of local politica,, American Political Science Re-
view, 65, 1971, pp.1063-1080. Defensa un tanto difusa
del decisionismo y el pluralismo y ataque adicional
ero no reconoce Ia
al estudio de la adopción de no decisiones, sacando
fuerza de conclusiones escópticas con respecto a la posibilidad
dice: *Un sistema político
de investigar las «estructuras del poderr.
iderado como una b.oju
t381, "Reioinder to Frey's 'Comment',,American Po-
litical Science Reviau, 65, 1971, pp. I102-l104. Res-
puesta unidimensional a una crítica bidimensional.

[r.-zOi ersario,

t33r, Political poirn aiá su¡al classes, trad. por Ti-


73
72 Starcn Lukes Di!iculrudes

dialéctica entre e[ Estado Y 'el sistema'" (P'


blemática, los agentes de una forr4ación social, los
uhombresr, no son considerados como lq5 «portado- 57) ''.
res" de casos objetivos (como lo son para Marx), sino Lo primero que hay que decir a propósito de
en Pou-
como el principio genético de los niveles del todo ese d,ábate es que la dicotomía implícita
social. Es ósa una problemática dc los aclores socia- i;;;t entre determinismo estructural e indi-"
/¿s, dc [<¡s individuos como el origen de la acción so yi¡[¡¡alisgrq- r-r-l su Propla -"
cial: así pues, la investigación sociológica lleva fi- ,.problemática t1'::,1::'
nalmente no al estudio de las coordenadas objetivas a accron ::so-
lás individuos
que determinan la distribución de los agentes en las
es engañosa; No s dos únicas
clases sociales y las contradicciones entre estas cla- "iár,- es cuestión de una investi-
ses, sino a la búsqueda de explicaciones l'inalistas, i*iUifi¿.desl No que olleva.finalmente» ya al
basadas en las ntotivaciones de condttcta de los acto- g""iO" sociológica
ya
res individuales (p. 70). Estudio de las lcoordenadas objetiuT'' .al ,e+;
i,,aio de ras tg:átff ffiff*.#:#';§:
acto599 individu---, r r ^^--r^:^^ i-rerrcla-
En su róplica, Miliband sostiene qub Poulantzas il"ffi;'.á" ;i;ñ¿ad las complejas interrela-
.;;;;a entre ambas v dejar espacio para el ,he-
i

se muestra ahí más bien unilateral y va demasiado


lejos al descartar la naturaleza de la élite estatal pi:e.r1ry:J
como globalmente de poca importancia. Pues lo que orgáñi7áEio6--asrcomoteneJ-11e.11-l1li-i::t:
sugiere suexclusita insistencia en las "relaciones ob- :su-comportamiento y su interac -
de
ietivas, es que cuanto hace el Estado está a cualquier ".ñli.-"ei¿n' a sus
respecto y en todo momento enteramente determi-
ción no parece susceptible de ser reducida
nado por esas «relaciones obietivasr: dicho de otra
eras motivaciones individ
manera, las compulsiones estructurales del sistema-.
son tan absolutamente insoslayable§ que convierten
a quienes gobiernan el Estado en meros funcionarios
y ejecutores de la políticá que les impone "el sis-
te.ma» (lQzl, p- 57).

Poulantzas, dice Miliband, reemplaza ula no-


ción de 'estructuras objetivas'y 'relaciones ob--
jetivas'por la de clase 'dominante'», Y su análi-
sis lleva "directamente hacia una esPecie de de-
terminismo estructural, o mejor dicho a un soi
bredeterminismo estructurall que imposi§ilita
con auténtico realismo la relación
Adük* 4 eJ"ee c.\buo .

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