You are on page 1of 2

1.

Figuración

El concepto de figuración se distingue de muchos otros conceptos teóricos de la sociología, en que


el ser humano está expresamente incluido en el concepto.

Este, por tanto, contrasta enfáticamente con un tipo de concepto prevaleciente, que se ha
desarrollado primeramente en la investigación de objetos inanimados. Existen configuraciones de
estrellas, plantas y animales; sólo los seres humanos formamos figuraciones uno con el otro.
El modo de vivir juntos en grupos tanto chicos como grandes es, en algunos respectos, único. Es
siempre formado articuladamente, por la transferencia de conocimiento de una generación a otra y,
por lo tanto, por la introducción del individuo a un mundo de símbolos específico de una figuración
existente de personas. Ligado inseparablemente de las cuatro dimensiones espacio-temporales
existe, en el caso del ser humano, una quinta dimensión, la de aprender símbolos sociales. A menos
que los seres humanos se apropien de estos símbolos -por ejemplo, al aprender un lenguaje
particular de una sociedad específica- no pueden orientarse a sí mismos en el mundo, ni pueden
comunicarse el uno con el otro. Un ser humano joven, que no ha adquirido acceso a los símbolos
lingüísticos y cognitivos de un grupo humano particular, permanece fuera de todas las figuraciones
humanas y no es, por lo tanto, realmente una persona. El proceso y la experiencia de un humano
joven de crecer dentro de figuraciones humanas, y por tanto aprender un determinado patrón de
auto-regulación para la interacción con otros seres humanos, son una condición indispensable para
convertirse en ser humano. La socialización e individualización del ser humano son, por lo tanto,
diferentes nombres para un mismo proceso. Cada persona es como la demás gente y, al mismo
tiempo, es distinta de todas las demás.

Las teorías sociológicas dejan sin resolver, las más de las veces, el problema de la relación entre el
individuo y la sociedad. Si una habla de los niños convirtiéndose en individuos humanos a través de
la integración en ciertas figuraciones como la familia, la escuela, las clases, comunidades o estados,
y por lo tanto, a través de la apropiación y asimilación personal del acervo de símbolos de una
sociedad específica, el pensamiento se dirige entre los dos grandes peligros de la teorización
sociológica, y de las ciencias humanas en general: por un lado, el peligro de empezar por una
sociedad menos individual, un agente existiendo enteramente por sí mismo y, por el otro, el peligro
de postular un ‘sistema’ un ‘todo’ -en resumen, una sociedad humana- que existe, por así decirlo,
más allá de seres humanos individuales, más allá de los individuos. Las sociedades humanas no
tienen un comienzo absoluto; no tiene otra sustancia más que como seres humanos, producidos por
madres y padres. Pero no son simplemente cúmulos de aglomeraciones de personas. La vida
comunal de la gente en sociedades siempre ha sido -incluso en el caos, en la desintegración, en el
desorden social extremo- una forma muy particular. Eso es lo que se expresa con el concepto de la
figuración. En virtud de su fundamental interdependencia uno con el otro, los seres humanos
siempre se agrupan en forma de figuraciones específicas. A diferencia de las configuraciones de
otros organismos, las figuraciones no se arreglan de manera biológica o genética. Las Villas pueden
transformarse en pueblos, los clanes en familias nucleares, tribus en estados. [Las figuraciones]
Tienen peculiaridades estructurales y son representativas de órdenes de un tipo particular; ellas, por
lo tanto, constituyen el campo de investigación de una rama particular de la ciencia, las ciencias
sociales en general y entonces, por supuesto, de la sociología. La dificultad conceptual que uno
encuentra a menudo en esta conexión resulta, al menos, de dos situaciones complementarias
básicas. Es quizás pertinente esbozarlas aquí brevemente.

Las personas individuales viven unas con otras en figuraciones particulares. Las personas
individuales cambian. Las figuraciones que forman juntos también cambian. Pero los cambios de
las personas individuales y los cambios de las figuraciones que forman juntos, aunque inseparables
y entrelazados, son cambios en diferentes niveles y de diferentes tipos. Una persona individual
puede tener cierta autonomía en relación con ciertas figuraciones pero no (excepto en casos
marginales tal como la locura), con las figuraciones en general. Las figuraciones pueden tener
relativa autonomía en relación con individuos particulares en un aquí y un ahora, pero nunca en
relación con los individuos en general. En otras palabras, las personas individuales pueden tener
una latitud de libertad que les permita despegarse de una figuración particular y de integrarse a otra,
pero la posibilidad de que esto ocurra, y la forma, dependerán de la naturaleza particular de la
figuración en cuestión.
Más aún, las mismas personas pueden formar diferentes figuraciones unas con las otras (pasajeros
antes, durante y posiblemente después de un naufragio; la clase media y la nobleza antes, durante y
después de una revolución). De manera inversa, diferentes personas pueden formar las mismas
figuraciones con ciertas variantes (familias, burocracias, pueblos y países). Max Weber (1864 –
1920) intentó resolver un problema central en la sociología, el de la relativa autonomía de las
figuraciones en relación con los individuos formándolas, con el concepto de tipo ideal -que es la
suposición de que las figuraciones no existen como tales, sino sólo como abstracciones ideales de
aglomeraciones de agentes individuales de menormente ordenadas y de sus acciones dirigidas
explícitamente a otros. No se había dado cuenta aún de que las figuraciones que las personas
forman entre sí, son tan reales como cada una de estas personas aisladas. Émile Durkheim (1858 -
1917) reconoció la realidad de las figuraciones, pero las vio como algo que existe de manera
exterior a las personas individuales. Fue incapaz de reconciliarlas con la existencia de gente
individual (o únicamente, por mucho, a través de la idea de interpenetración del individuo y la
sociedad, que muestra de manera muy clara la presuposición de una existencia separada de los dos
niveles inseparables de la existencia humana. Si una habla de las figuraciones que los individuos
forman unos con otros, una posee una imagen del ser humano, y una herramienta conceptual que es
más adecuada para la realidad, y con la ayuda de la cual podemos evitar podemos evitar el dilema
tradicional de la sociología: “Aquí el individuo, allá la sociedad”, un dilema que actualmente surge
de jugar con las palabras, o con valores de carácter extra-científico.

You might also like