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EXTRAIDO DEL LIBRO "MEMORIES OF A MAVERICK", EL DIARIO DEL DR ANDRIJA

PUHARICH, UNO DE LOS MAS PERSEVERANTES INVESTIGADORES DE LO PARANORMAL


(y traducido y tipeado a la mala por Telesita)
"A fines de Noviembre de 1977, Andrija Puharich y su secretaria partieron para Tepoztlan, Morelos;
el hogar de la fabulosa "cirujana" conocida como Pachita. Andrija había observado
intermitentemente su trabajo durante años, y seguido los resultados de su cirugía. Se hallaba
convencido de que lo que ella practicaba era un arte de curación superior a todo lo conocido en
medicina moderna. Pero, como nunca había tenido oportunidad de documentar ese tipo de cirugía
con metodología científica, no había podido verificar esta opinión.
Esta vez, sin embargo, Pachita le anunció que había decidido revelarle los secretos de su cirugía
instantánea.
Pero primero contemos un poco sobre la Pachita:
Pachita nació el 3 de diciembre de 1899 en Hidalgo del Parral, Chihuahua, México, fuera de
matrimonio. Fue legalmente adoptada por un hombre negro, que anteriormente había sido esclavo.
Para Pachita este hombre era un santo, y ella lo adoraba. Sin embargo esos años fueron
dificultosos, y él se la pasaba atravesando USA desde New York a Los Ángeles, en una sucesión
de trabajos casuales, hasta que finalmente consiguió empleo en un circo ambulante en México.
En ese entonces Pachita tenía 8 años y se adaptó felizmente al circo. Según su propio relato, se
relacionaba más fácilmente con los animales que con la gente, y los primeros pacientes en que
ejercitó sus poderes sanadores fueron los animales del circo. Luego de desempeñarse como
acróbata de altura durante varios años, dejó el circo y, a la edad de 18 años, se unió al general
revolucionario Pancho Milla, sirviendo a la Revolución Mexicana como soldado y enfermera. Al
parecer, ella no usó ningún poder especial sanador en esta etapa; extraía balas con un cuchillo de
caza, y cauterizaba las heridas sangrantes o infectadas con un atizador al rojo vivo.
Luego de sus días revolucionarios, Pachita entró a un convento, pero se fue al cabo de un año. Se
casó, tuvo hijos, y vivió como ama de casa hasta los 30 años. Fue entonces que repentinamente
recuperó la habilidad de curar que tenía en la infancia, y comenzó a practicar la cirugía energética.
Durante los siguientes 47 años, Pachita practicó este tipo de cirugía en el anonimato. Insistía
firmemente en mantener el secreto, y se rehusaba a toda oferta de publicidad.
El sorprendente anuncio de que aceptaba ser científicamente estudiada, luego de todos esos años
de anonimato, fue declarado en Noviembre del 77 en los siguientes términos:
Creo que todavía tengo para 13 o 15 años más de servicio en la vida.
Creo que la tierra entrará en una metamorfosis catastrófica dentro de los próximos 21 años. La
gente sólo podrá ser curada con este tipo de prácticas que hago, así que deseo pasar mi
conocimiento a otros y enseñarles cómo curar de esta manera. Y quiero que esto se haga con
espíritu científico y humanitario."
A continuación le encomendó a Andrija la tarea de liderar un grupo de científicos que intentarían
aprender sus métodos.
Andrija aceptó el desafío inmediatamente y volvió a los Estados Unidos a preparar la expedición
científica.
El 15 de Enero de 1978 volvió con un grupo de nueve personas, a iniciar el estudio de la Pachita.
...
Pachita usaba una herramienta de cirugía muy rústica: un cuchillo de caza, de acero, con una hoja
de siete pulgadas, y la usaba en todas sus operaciones, ya fuere cirugía de ojo, de cerebro, de
huesos o abdominal.
...
Andrija se sometió él mismo a cirugía. Durante los últimos dos años, había estado sufriendo de una
otosclerosis gradual (crecimiento de hueso esponjoso) en ambos oídos, lo cual le causaba una
progresiva pérdida de audición. La operación debía corregir esto.
Andrija yacía en una mesa, y se le habían colocado algodones alrededor de los oídos para
absorber posibles sangrados .Sin procedimientos de esterilización, ni medicación pre-cirugía, ni
hipnosis, Pachita insertó la hoja del cuchillo en su canal auditivo derecho. Andrija experimentó un
dolor casi superior a su nivel máximo de tolerancia, sin gritos ni reacciones de rechazo. Le pareció
que la punta del cuchillo entró en su tímpano. Luego de sostener el cuchillo dentro del canal
auditivo por alrededor de 40 segundos, Pachita lo retiró, y el dolor en el oído cesó inmediatamente.
El sangrado fue mínimo.
El oído izquierdo fue operado de la misma manera. En total, la cirugía duró sólo 3 minutos. Pero
aquí ocurrió una nueva complicación:
"Mi cabeza zumbaba con un ruido fuertísimo", escribe Andrija. "Parecía el ruido del subte de New
York, o sea a aproximadamente 90 decibeles por encima del umbral auditivo. El ruido era tan
fuerte que no podía discernir lo que hablaba la gente, pero no tenía miedo de haber quedado
sordo. Pachita me dio una tintura (de contenido desconocido), y me dijo que me pusiera una gota
en cada oído, diariamente. Los ruidos en mi cabeza fueron bajando 10 decibeles cada día, y 8 días
después de la operación, habían cesado. Mi audición, sin embargo, se había vuelto tan fina que
hasta las conversaciones telefónicas eran dolorosas, y tenía que mantener el tubo lejos de mi
cabeza al hablar. Esta hiperacusia duró aproximadamente dos semanas. Un mes después de la
operación, tenía una capacidad auditiva normal en ambos oídos"
Andrija fue testigo de muchas operaciones, inclusive el transplante de órganos. Informa sobre un
caso de transplante de riñón en una paciente de 34 años que él llevó desde USA, como sigue:
"La historia de esta paciente es que desde los 13 años ha sufrido reiteradas infecciones de
glomérulo nefritis, y atrofia de las glándulas adrenales. Estas condiciones provocaron una marcada
disminución de la función urinaria, y deformaciones artríticas severas por la disminución de la
función adrenal.
Pachita diagnosticó el problema correctamente, y opinó que la paciente necesitaba nuevos
riñones. Decidió hacer una operación de 2 etapas.
En la primer operación, Pachita insertó el cuchillo en la región lumbar, en la espalda. Al hacerlo,
dejó expuesta la pelvis de cada riñón deforme, y, según dijo, "los limpió". La paciente estuvo en
estado ambulatorio dos horas después de la operación. Mostró un algo de sangre en la orina doce
horas luego de la operación, pero de ahí en más la orina fue clara.
Vente días después, Pachita estaba lista para llevar a cabo la segunda parte de la operación.
Había obtenido un riñón humano de un muerto. Se lo llevaron en una jarra sin esterilizar,
suspendido en agua común, y lo había guardado en la heladera.
El día de la operación, Pachita sacó el riñón de la jarra con sus manos ensangrentadas. Luego lo
abrió en dos longitudinalmente, informando que iba a transplantar cada mitad por separado.
Hundió el cuchillo en un costado de la espalda, lo retorció, y me pidió que metiera medio riñón en
el agujero. Quedé estupefacto al ver que el riñón que tenía en mi mano era literalmente
"succionado" dentro del cuerpo de la paciente. Cuando palpé el sector donde el riñón había sido
"succionado", hallé que el tejido se había cerrado inmediatamente, no había agujero en la piel. Fue
increíble! Hizo lo mismo con la otra mitad del riñón. La operación entera duró 92 segundos. Una
hora después, la paciente estaba en condiciones de pararse. Durmió bien, y 14 horas más tarde
orinaba normalmente. Tres días después abordó un avión y volvió a su casa en los Estados
Unidos".
Andrija estaba convencido de que la "cirugía instantánea" de Pachita era completamente genuina,
y no había fraude posible de ninguna clase bajo las observaciones científicas de él y sus colegas.
El Dr. Andrés Mateo, doctor en filosofía y estudiante de parapsicología, particularmente de
curaciones síquicas, sostenía la convicción de Andrija de que la Pachita era un regalo maravilloso
que la humanidad no podía perder, y que debía ser transmitido a todo el mundo. Este Dr Mateo
también había sido testigo de los espectaculares transplantes: como le escribió a Andrija: "No sólo
he sido un testigo, sino también un actor, o co-actor de sus intervenciones quirúrgicas, que
carecían de cualquier clase de anestesia o asepsia, inclusive de la más elemental higiene, sin luz
eléctrica, apenas a la luz de una vela, con un cuchillo rústico y sucio, abriendo con sus manos
sucias y ensangrentadas carne, tejidos, buenos, extrayendo tumores, sacando fémures enteros, o
estómagos... y transplantando cerebros enteros (!), riñones, y úteros enteros. Yo personalmente,
con mis propias manos, ayudé a mantener abiertos ambos lados del cráneo de una mujer mientras
Pachita extraía su cerebro y ponía en su lugar uno nuevo... algo bastante frankesteniano, por
cierto."
...
Andrija estaba convencido de que la humanidad estaba siendo testigo del nacimiento de una nueva
ciencia de la medicina. Era su obligación, sentía él, averiguar el modus operandi de Pachita, y ver
si sus métodos de cirugía podían ser enseñados a otros. ... "
(FIN)

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