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LA LUCHA ie
POR EL PASADO-
- Historia y nacién en iinet
bis ng aCELEBRACIONES EN DEBATE
Cuando lleg6 el momento de discutir en el Parlamento la iniciati-
va de festejar el Centenario, ya esta ha recorrido mucho camino y se
ha desarrollado de dos maneras diferentes: por un lado, la expecta-
tiva de la conmemoraci6n ha ganado los dnimos de casi toda la
poblacion y ya existia una fuerte corriente de opinion ampliamente
favorable para su realizacion; en cambio, no habia sido tan comple-
ta la tarea de dotarla de significado. Aunque la Asociacién Patriética
se habia empenado sistematicamente en promover el patriotismo y
ya podian jactarse de sus resultados (era visible el aumento de la
participacién del ptiblico en los festejos patriéticos, aunque hay
muchas razones que explican ese cambio), aparentemente el bagaje
ideologico que informaba la propuesta era demasiado novedoso y
todavia no habia alcanzado al conjunto de la sociedad, pese a que
contaba con el apoyo de instituciones de relevancia social: a la ASo-
ciacién Patriética debe agregarse la Federacion Rural y también la
Iglesia Catdlica.* Sin embargo, el hecho de que se instalara en la
prensa y que llegara al Parlamento (los dos espacios mas
institucionalmente identificados con lo politico) permiten localizarlo
en una bien definida matriz politico-partidaria. Esto es que mas alla
de la forma de los discursos, la discusi6n esta referida a opciones
politicas y se desarrolla en el marco de los partidos porque estos
representan la tnica forma legitima de actuar politicamente.
EL ALINEAMIENTO DE POSICIONES
Sin duda el debate parlamentario representaba una instancia
decisiva para los que impulsaban la fecha del 25 de agosto de 1925.
* Véase Caetano y otros, 2000: 17-66.
105Alli confrontarian por primera vez con las fuerzas “reformistas” so-
pre las visiones contrapuestas del pasado y por extension, sobre
diferentes proyectos de pais; esto es que se desarrollaria otra ins-
tancia configuradora de la oposicién entre “tradicion” y “moderni-
dad” que fue definiéndose a lo largo de toda la década. De acuerdo
con el formato tan fuertemente estructurado que habian adoptado
las organizaciones partidarias en los afos veinte, en el Parlamento
el debate podia quedar atrapado en la légica del “mandato imperati-
vo", algo que -vista la incidencia que tenia el reformismo, mayorita-
rio dentro del Partido Colorado- arriesgaba con frustrar las aspira-
ciones de los tradicionalistas. Pero también podia considerarse que
el riesgo valia la pena ya que el debate representaba la oportunidad
para transformar su invocada unanimidad del sentimiento popular
en una efectiva mayoria parlamentaria, y ademas aislar al batllismo
del resto de sus apoyos partidarios.
La existencia de posiciones politicas como elemento definidor de
posiciones en el debate ha sido senalada muchas veces, a pesar de
ser expresamente negado en aquel momento por casi todos los par-
ticipantes. Precisamente estas intervenciones presuponen la exis-
tencia de un alineamiento politico, pero no orientado en el eje parti-
dista sino en las interpretaciones del pasado. Sin embargo, a pesar
de las dificultades para explicar el alineamiento efectivo de los par-
ticipantes, ha sido habitual distribuir las posiciones en un eje par-
tidista. Aparentemente, Eduardo Acevedo fue el primer historiador
que propuso la distribucién partidaria de las posiciones en juego:
En el fondo de esa polémica habia un sedimento partidista. Al Partido
Blanco pertenecian los elementos descollantes de la epopeya de 1825,
Lavalleja y Oribe sobre todo. Al Partido Colorado pertenecia Rivera,
el reconquistador de las Misiones, uno de los factores determinantes
de la Convencién de Paz de 1828... (Acevedo, 1936: 414-415).
Sin descontar que el doctor Acevedo pudiera manejar mas infor-
macion que la que circulaba en el dominio publico, ese nitido ali-
neamiento partidista no coincide con los argumentos manejados en
su momento por los polemistas y eso explica que los autores que la
proponen no puedan evitar ciertas perplejidades. O. Bruschera
ejemplifica con claridad estos extremos:
puede detectarse otra veta aunque inexpresada, muy visible en el
curso de la polémica: la tendencia a disminuir el alcance histérico de
la Cruzada de los Treinta y Tres, y en vez, a realzar la influencia de
Rivera en el génesis del pensamiento independentista. [...] Al tomarse
votacién nominal pudo saberse, al confrontar los nombres, que
sufragaron por la afirmativa todos los representantes nacionalistas y
algunos pocos colorados no baillistas; estos votaron masivamente
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por la negativa. O sea: hay una clerta implicacion de indole politica
en las tesituras histéricas controvertidas; y aunque el debate
pudorosamente soslaya afrontar una motivacién tan bastarda, ella
emerge en las entrelineas, a pesar de que Blanco Acevedo era colorado
y también lo eran algunos de sus impugnadores extraparlamentarios
mas tenaces (como Ariosto Gonzalez o Caputti). (Bruschera: 15-16).
Lo “inexpresado”, pero “muy visible” pasa a ser “una cierta impli-
cacién de indole politica” cuando verifica que algunos colorados vo-
taron por el 25 de agosto, luego se transforma en algo que “emerge
en las entrelineas”, pero no encuentra ninguna referencia que le
permita apoyar su afirmaci6n. En cambio, sefiala expresamente la
filiacion colorada de los principales polemistas de uno y otro lado.
En el recorrido de un solo parrafo lo que era “muy visible” se trans-
forma en una cuestion de fe: el esquema explicativo puede hacer ver
las fallas argumentales que espera encontrar, incluso en textos donde
estas no aparecen. Un ejercicio parecido puede hacerse con el si-
uiente juicio de Real de Aztia que también cae victima de la seduc-
cin alucinatoria de la explicacién blancoacevediana:
resulta primero lo ya obvio: el 25 de agosto era visto y juzgado como
una “fecha blanca” por un partido en el que el legado fundacional de
Fructuoso Rivera (ausente de toda aquella instancia) tenia una fuerza
que luego perdio, [aunque luego admite] En realidad diarios y
participantes no siguieron lineas estrictamente partidarias ni se
albergaron en una sola publicacion diaria de su color [...] Los diarios
nacionalistas subrayaron el caracter apartidario del problema,
mencionando con elogio el informe Blanco y destacando los diputados
colorados que habia votado el 25 de agosto. Solo el batllismo, segiin
ElPais, habia hecho cuesti6n politica del punto. (Real de Aztia: 233 y
236.)
La universalidad de opiniones sobre el contenido partidista del
debate solo muy recientemente aparece contradicha por Caetano,
Geymonat y Sanchez, quienes hablando de las manifestaciones na-
cionalistas de los catélicos, afirman:
Estas concepciones y el proyecto que llevaban implicito eran, de forma
clara, opuestos a las propuestas defendidas, por ejemplo, por el
“reformismo” batllista o por socialistas y anarquistas en la época.
‘Sin embargo, reconocian puntos de convergencia evidentes con otras
visiones acerca de la nacién y del nacionalismo, principalmente
existentes dentro de las distintas corrientes del Partido Nacional y
algunos sectores antibatllistas del Partido Colorado. (Caetano y otros,
2000: 33)
Conviene aclarar que no tiene sentido la busqueda del “verdade-
ro” eje de estructuracién de los bandos porque tal tarea no es posi-
ble: hacerlo supone colocar en el pasado una problematica que no
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