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AMADO NERVO

SUS MEJORES
POESIAS
ANTOLOGIA

Edición Ilustrada con el Retrato


y Biografía del Autor
AMADO NERVO Y SU OBRA

POESÍAS SUPREMAS

¡He aquí un libro en que se reúne lo más selecto


del estupendo poeta de América!
Hacía falta en las librerías un tomo que
ofreciera el resumen poético de la obra de este gran
cantor de México; un tomo que encerrara una
selección bien hecha, para aquellos lectores que no
pueden adquirir los treinta libros en que se
desparraman los versos incontables del fecundo
bardo. Y no sólo nos pareció conveniente hacer esa
selección, sino clasificarla por secciones, a fin de
facilitar la lectura y el conocimiento del poeta en sus
múltiples recursos, vale decir, en cada cuerda de su
lira.
De esta manera, al mismo tiempo que se hace
una labor de educación y difusión, se lleva al
lector sensitivo a la apreciación justa y concreta de
cómo cantaba Amado Nervo al amor, como eran sus
famosos éxtasis de misticismo, que tanto prestigio le
dieron, y cual era la senda lirica que seguía, como se
destacaban sus cualidades

de pensador, de que modo veía y cantaba las cosas


notablemente viejas y cuales eras sus perspectiva
patrióticas, que en esas seis secciones hemos dividido
el tomo.
Es una novedad presentar así sus versos, para
estudiarlo en sus aspectos polifacéticos y poder
encontrar, en seguida, lo que se quiera leer de el.
Naturalmente, nos propusimos reunir aquí
aquellas composiciones suyas que más celebridad
alcanzaron universalmente. Servimos así a México, a
la cultura y al poeta mismo…
Las mejores ediciones, que eran las que venían
de España, están agotadas. Era oportuno, por lo
mismo, hacer una que contuviera la esencia del
corazón y del cerebro de Amando Nervo.
Expuesto lo anterior con toda llaneza y
sencillez, consagremos ahora algunos párrafos de
aclaración y comentarios a Amado Nervo y su obra.

SERENIDAD Y ALTURA

Verdaderamente, cuando el atino con esa


palabra sedante –y auto-representativa- que es la
“serenidad”, dilo con el secreto de su alma misma en el
colmo de la introspección íntima y filosófica, y
también lirica. Su alma estaba entonces en la altura,
en la altura de la vida, y, por lo que hacer arte, en la
cumbre excelsa de la consumación de su fama. Fue
entonces cuando dijo que “estaba en la cumbre de la
serenidad”. Y dio ese título a un libro de versos. Ya
había publicado otro con el nombre de “en voz baja”.
Quería atraernos hacia su silencio… y lo consiguió.
Otros poetas hacen ruido. Este, no. Este consumaba un
rumor mundial de admiración por medio del silencio
creado y abscóndito, que resplandecía…
Era así su temperamento, -salvo pequeños
ruidos de juventud-. Y era esa su escuela. El nunca
gustó de estruendos. Por eso resulta tan interesante la
paradoja de que haya metido barullo literario
universal con su arte silente y su silenciosa
personalidad, que laboraba en la profunda quietud de
la vida, en la que hay un mundo de meditación
deliciosa que solo conocen los espíritus superiores.
La madurez de los años, por otra parte, le
había llevado a esa serenidad contemplativa y silente,
que era, sin embargo, fecunda en el pensar y que nos
dio esa serie de composiciones tan hondas, tan bellas y
tan puras como “En Paz”, “Gratia Plena”, “Si tú me
dices Ven”, “A Némesis”, etc., ¡verdaderas joyas de la
lirica mexicana y hallazgos felices para la colección de
cantos del mundo!
“La Hermana Agua” pertenece a otra época; es
anterior; en esa composición todavía se echa de ver
cierto desmaño juvenil de que Amado Nervo adoleció
en su primera forma, cuando buscaba aún la forma,
que después ya no buscaba porque se le presentaba
sola y desnuda, simple y bella por su natural nitidez.
Hay algunos poemas así en “Los Jardines
Interiores” y en “El Éxodo y las Flores del Camino”.
Esto fue en México, y bien se notas en ello cómo el
poeta sufría en sus orientaciones, entregando al
periodismo.

ESPAÑA Y LA SENCILLEZ
Pero al radicar en España, al tratar a los
maestros –en la vida y en los libros- Amado Nervo se
simplificó todo él, porque España es franca y sincera y
abierta, y no entraña complejos en arte, y el poeta,
admirado de aquella sencillez, se contagió, hizo a un
lado lo artificioso y se puso a escribir en pureza, en
sinceridad, con el alma destapada; y como en él había
tan rico veneno poético, y la vida le dio un remanso de
paz en la bienandanza diplomática, encauzó su
pensamiento hacia una labor maravillosa que surgía
del venero de su alma y corría pura y parlanchina
como agua de fontana, ni mas ni menos que a la
manera de fray Luis de León…
Estas cosas todavía no las ha tocado la critica,
las sabemos sólo aquellos que tratamos a Nervo en
España y que “le vimos vivir”…
Vinieron aquellas ediciones españolas tan
pulcras y prestigiosas, que los correos españoles
distribuían por todo el Nuevo Continente, y el nombre
del poeta mexicano, con eso, cruzó muchos mares,
conquisto muchas conciencias y se apoderó de la
sensibilidad femenina de la prodiga
América del Sur, donde las damas cultas y sensitivas lo
recibieron con flores en abundancia, vivo, y lo
colmaron de flores al despedirlo, muerto.
Ningún poeta fue tan amado como este Amado.
Y era porque su verso se había hecho hostia para lo
que creen, para los que dudan y para los que sufren…

¿SU VIDA?... POCO IMPORTA


Hoy se ha pretendido hurgar en su vida con
fines apologéticos y en relación con los estudios
críticos. Es porque se ignora que él era demasiado
inteligente para dejar traslucir algo de aquella vida
suya, que no tenia nada de particular. Y a fe que, como
él mismo decía, “nunca le había sucedido nada”…
Amó, fue amado, sufrió poco en realidad, (si bien
sufría en sus meditaciones), no supo de los afanes y
pobrezas de otros vates de México y hasta tuvo la
honorable fortuna de que España le ofreciera una
pensión cuando la revolución mexicana lo dejó en
Madrid cesante, sin Legación y sin viáticos…
Eso no es sufrir.
Tenía pocos amigos íntimos. Era, mas bien
esquivo, aun con sus conterráneos que iban a pedirle
auxilio o consejo en Madrid. Comunicativo, con
algunos; hermético con otros. La definición de su
carácter, en lo particular, si resultaría laboriosa.
Recitaba bien, aunque no le agrada hacerlo. Su
grandeza, sin duda, estaba en la soledad luminosa que
lo rodeaba cuando pensaba y escribía.
Así era Amado Nervo, en pocas palabras.
Ya se sabe que había nacido en Tepic. (hoy
Estado de Nayarit, entonces Territorio de Tepic) el 27
de Agosto de 1870, habiendo estudiado en el Colegio
de San Luis, de Jacona, Mich, y en el Seminario de
Zamora, para ir de allí a Mazatlán a hacer su “debut”
como periodista, trasladándose después a la capital,
donde tuvo afortunada acogida en “El Imparcial”, “La
Revista Moderna” etc., hasta ser enviado a Europa
como Secretario de Legación, acabando su carrera
diplomática como Ministro de México en el Uruguay,
donde falleció el 24 de Mayo de 1918, habiendo venido
su cadáver a México en un barco de guerra,
sepultándosele con todos los honores en la Rotonda de
los Hombres Ilustres.
Final: México tuvo dos grandes poetas frente a
sus dos grandes mares: Salvador Díaz Mirón, el poeta
del Atlántico, y Amado Nervo, el poeta del Pacifico. Y
es curioso pensar que ambos coincidieron, en sus
características y en su grandeza, con la grandeza y las
características de esos grandes Océanos.

FRONDA AMOROSA

QUEDAMENTE

Me la trajo quedo, muy quedo, el Destino,


y un día, en silencio, me la arrebato;
llego sonriendo; se fue sonriente;
quedamente vino;
vivió quedamente;
queda… ¡quedamente desapareció!
Abril 25-1913
COBARDIA

Pasó con su madre. ¡Qué rara belleza!


¡Qué rubios cabellos de trigo garzul!
¡Qué ritmo en el paso! ¡Qué innata realeza
de porte! ¡Qué formas bajo el fino tul!...
Pasó con su madre. Volvió la cabeza:
¡me clavó muy hondo su mirada azul!

Quedé como en éxtasis…


Con febril premura,
<<¡Síguela!>>, gritaron cuerpo y alma al par.
…Pero tuve miedo de amar con locura,
de abrir mis heridas, que suelen sangrar,
¡y no obstante toda mi sed de ternura,
cerrando los ojos, la dejé pasar!
TRES MESES

Mi amada se fue a la Muerte,


partió al Misterio mi amada;
se fue una tarde de invierno;
iba pálida, muy pálida.

Ella que, por su color,


gloriosamente rosada,
parecía un ser translucido
iluminado por llama
interna…

¡Qué lividez
aquella, la de mi Ana,
y qué frialdad! ¡ Si tenía
hasta las trenzas heladas!

¡Se fue a la Muerte, que es


nuestra Madre, nuestra Patria
Y nuestra sola heredad
Tras este valle de lágrimas!

Hoy hace tres meses justos


que se la llevaron trágicamente
inmóvil, y recuerdo
con qué expresión desolada
se plañía entre los árboles
el viento del Guadarrama.

¡Tres meses de viaje! ¡Nunca


fue nuestra ausencia tan larga!
Noventa días sin verla,
y sin una sola carta…

Abismo de los abismos,


distancia de las distancias,
hondura de las honduras
muralla de las murallas,
¿dónde tienes a mi muerta?
¡Dámela! ¡Dámela! ¡Dámela!

¡En vano en la noche lóbrega


suena y resuena la aldaba
con que llamo a la gran puerta
del castillo que se alza
en la cima misteriosa
de la fúnebre montaña!
Cierto, detrás de esa hostil
fortaleza, alguien se halla…
Se adivina no sé qué,
Un confuso rumor de almas…

De fijo nos oyen, pero


nadie nos responde nada,
y resuena solamente,
con vibraciones metálicas,
en los ámbitos inmensos
el golpazo de la aldaba.

Hoy hace tres meses justos


que se la llevaron, trágicamente
inmóvil, y recuerdo
con qué expresión desolada
se plañía entre los árboles
el viento del Guadarrama;
y recuerdo también que
al cruzar por las barriadas
de Madrid me sollozó
una tétrica gitana:
<<¡Señorito, una limosna
por la difunta de su arma!>>

8 de Abril de 1912.
SED…

Cada día que pasa sin lograr que me quiera es un


día perdido…
¡Oh Señor, no permitas, por piedad, que muera sin
que me haya querido!

¡Porque entonces mi espíritu, con su sed no


saciada con su anhelo voraz,
errará dando tumbos por la noche estrellada,
como pájaro loco, sin alivio ni paz!

(leído el 27 de abril de 1915)


LA PUERTA

Por esa puerta huyó, diciendo: <<¡Nunca!>>


Por esa puerta ha de volver un día…
Al cerrar esa puerta, dejo trunca
la hebra de oro de la esperanza mía.
Por esa puerta ha de volver un día.

Cada vez que el impulso de la brisa,


como una mano débil, indecisa,
levemente sacude la vidriera,
palpita más aprisa, más aprisa
mi corazón cobarde que la espera.

Desde mi mesa de trabajo veo


la puerta con que sueñan mis antojos,
acecha agazapado mi deseo
en el trémulo fondo de mis ojos,

¿Por cuánto tiempo, solitario, esquivo


he de aguardar con la mirada incierta
a que Dios me devuelva compasivo
a la mujer que huyo por esa puerta?

¿Cuándo habrán de temblar esos cristales


empujados por sus manos ducales,
y, con su beso ha de llegarme ella,
cual me llega en las noches invernales
el ósculo piadoso de una estrella?

¡Oh, Señor!, ya la Pálida está alerta;


¡oh, Señor!, cae la tarde ya en mi vía
y se congela mi esperanza yerta.
¡Oh, Señor, haz que se abra al fin la puerta
y entre por ella la adorada mía!
… ¡Por esa puerta ha de volver un día!
ME BESABA MUCHO

Me besaba mucho, como si temiera


irse muy temprano… Su cariño era
inquieto, nervioso
Yo no comprendía
tan febril premura. Mi intención grosera
nunca vio muy lejos…
¡Ella presentía!

Ella presentía que era corto el plazo,


que la vela herida por el latigazo
del viento, aguardaba ya…, y en su ansiedad
quería dejarme su alma en cada abrazo,
poner en sus besos la eternidad.

Mayo, 4 de 1912.
BIENAVENTURADOS

¡Bienaventurados,
bienaventurados,
los dignificados
por la dignidad glacial de la muerte;
los invulnerables ya para los hados,
una y misma cosa ya con el Dios fuerte!

¡Bienaventurados!

Bienaventurados los que destruyeron


el muro ilusorio de espacio y guarismo;
los que a lo absoluto ya por fin volvieron;
los que ya midieron todos los abismos.

Bienaventurada. Dulce muerte mía,


a quien he rezado como letanía
de fe, poesía
y amor, estas paginas… que nunca leerás.
Por quien he vertió, de noche y de día,
todas estas lagrimas… que no secaras.

Mayo 15 de 1913.
MADRIGAL

Por tus ojos verdes yo me perdería,


sirena de aquellas que Ulises, sagaz,
amaba y temía.
por tus ojos verdes yo me perdería.

Por tus ojos verdes en los que, fugaz,


brillar suele, a veces, la melancolía;
por tus ojos verdes, tan llenos de paz,
misteriosos como la esperanza mía;
por tus ojos verdes, conjuro eficaz,
ya me salvaría.

México-Octubre-1918.
LA HIEDRA

No esperes que, vencido en la contienda,


levante yo de mi querer la tienda;
vine para triunfar, o a que me mate
tu esquivez, y ante ti, torre altanera,
has de ver ondear a mi bandera,
mientras no caiga muerto en el combate.

No me es dado cejar, no es culpa mía:


nací tenaz, mi voluntad bravía
es a la vez mi orgullo y mi tormento.
¡Qué más quisiera yo que no adorarte!
¡Qué más quisiera yo que desceparte
de la hondura sin fin del pensamiento!

¡Pero no puede ser! Tengo por fuerza


que idolatrarte; ¡quién habrá que tuerza
la ruta de diamante de mi hado!

……………………………………………………………..
Si un día, de tu ojiva, mi oriflama
no mirases flotar como una llama
sobre el hosco desierto desolado,

no pienses: << Ha cedido, ya me deja


y por la inmensa soledad se aleja,
de mi desdén inexorable cierto… >>
Piensa más bien (y acertarás sin duda):
<< Cayó por fin sobre la tierra muda…
¡Ay, mi más fiel adorador ha muerto! >>

Mas no juzgues por eso que vencido


este mi amor sin limites ha sido:
¡tenaz aun bajo la misma piedra
que me oculta por siempre de tus ojos,
como un símbolo irá, de mis despojos,
reptando por tus muros una hiedra!

10 de Agosto de 1918.
GRATIA PLENA

Todo en ella encantaba, todo en ella atraía:


su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar…
El ingenio de Francia de su boca fluía.
Era llena de gracia, como el Avemaría;
¡quien la vio no la pudo ya jamás olvidar!

Ingenua como el agua, diáfana como el día,


rubia y nevada como Margarita sin par,
al influjo de su alma celeste amanecía…
Era llena de gracia, como el Avemaría;
¡quien la vio no la pudo ya jamás olvidar!

Cierta dulce y amable dignidad la investía


de no sé qué prestigio lejano y singular,
más que muchas princesas, princesa parecía
era llena de gracia como el Avemaría;
¡quien la vio no la pudo ya jamás olvidar!
Yo gocé el privilegio de encontrarla en mi vía
dolorosa; por ella tuvo fin mi anhelar,
y cadencias arcanas halló mi poesía.
Era llena de gracia, como el Avemaría;
¡quien la vio no la pudo ya jamás olvidar!

¡Cuánto, cuanto la quise! ¡Por diez años fue mía;


pero flores tan bellas nunca puede durar!
¡Era llena de gracia, como el Avemaría,
y a la Fuente de gracia, de donde precedía,
se volvió… como gota que se vuelve a la mar!.

Marzo de 1912.
REGNUM TUUM

Fuera, sonrisas y saludos,


vals, esnobismo de los clubs,
mundanidad oropelesca.
Pero al volver a casa, tú.

En el balcón, en la penumbra,
vueltos los ojos al azul,
te voy buscando en cada estrella
del misterioso cielo augur.

¿Desde qué mundo me contemplas?


¿De qué callada excelsitud
baja tu espíritu a besarme?
¿Cuál el astro cuya luz
viene a traerme tus miradas?

¡Oh! qué divina es la virtud


con que la noche nos penetra
bajo su maternal capuz!
Hasta mañana, salas frívolas,
trajín, ruidos, inquietud,
mundanidad oropelesca,
poligonales fracs, abur.

Y tú, mi muerta, ¡buenas noches!


¿Cómo te va? ¿Me amas aún?
Vuelvo al encanto misterioso,
a la inefable beatitud
de tus lejanos besos místicos.
¡Aquí no reinas más que tú!

Mayo, 16 de 1912.
UNIDAD

No, madre, no te olvido;


mas apenas ayer ella se ha ido,
y es natural que mi dolor presente
cubra tu dulce imagen en mi mente
con la imagen del otro bien perdido.

Ya juntas viviréis en mi memoria


como oriente y ocaso de mi historia
como principio y fin de mi sendero,
como nido y sepulcro de mi gloria;
¡pues contigo, nací; con ella, muero!

Ya viviréis las dos en mis amores


sin jamás separarnos;
pues, como en un matiz hay dos colores
y en un tallo dos flores,
¡en una misma pena he de juntaros!

Marzo, 28 de 1912.
INMORTALIDAD

No, no fue tan efímera la historia


de nuestra amor: entre los folios tersos
del libro virginal de tu memoria,
como pétalo azul está la gloria
doliente, noble y casta de mis versos.

No puedes olvidarme: te condeno


a un recuerdo tenaz. Mi amor ha sido
lo más alto en tu vida, lo más bueno;
y sólo entre los légamos y el cieno
surge el pálido loto del olvido.

Me verás dondequiera: en el incierto


anochecer, en la alborada rubia;
y cuando hagas labor en el desierto
corredor, mientras tiemblan en tu huerto
los monótonos hilos de la lluvia.
¡Y habrás de recordar. Esa es la herencia
que te da mi dolor, que nada ensalma!
¡Seré cumbre de luz en tu existencia,
y un reproche inefable en tu conciencia
y una estela inmoral dentro de tu alma!
<<CUANDO ME VAYA PARA SIEMPRE
ENTIERRA>>

Cuando me vaya para siempre entierra


con mis despojos tu pasión ferviente;
a mi recuerdo tu memoria cierra;
es ley común que a quien cubrió la tierra
el olvido lo cubra eternamente.

A nueva vida de pasión despierta


y sé dichosa; si un amor perdiste,
otro cariño tocará tu puerta…
¿Por qué impedir que la esperanza muerta
resurja ufana para bien del triste?

Ya ves…, todo renace…, hasta la pálida


tarde revive en la mañana hermosa;
vuelven las hojas a la rama escuálida,
y la cripta que forma la crisálida,
es cuna de pintada mariposa.
Tornan las flores al jardín ufano
que arropó con sus niveles de invierno;
hasta el Polo disfruta del verano…
¿Por qué no más el corazón humano
ha de sufrir el desencanto eterno?

Ama de nuevo y se feliz. Sofoca


hasta el perfume de mi amor, si existe;
¡sólo te pido que no borres, loca,
al sellar otro labio con tu boca,
la huella de aquel beso que me diste!
¡OH, LA RAPAZA!

Oh, la rapaza de quince abriles,


asustadiza como las corzas
y los antílopes…
¡No, no duquesas ni damiselas
llenas de nervios y de melindres,
de carnes flácidas,
embadurnadas de crema y tintes!

¡Estoy cansado de pose y seudo-


refinamiento, de esnobs y títeres!

Dame tu boca tan fresca,


dame tus brazos tan firmes,
dame tus ojos,
dame tu cuello;
¡dáteme toda tú, virgen!
EL CELAJE

¿A dónde fuiste, Amor; a dónde fuiste?


Se extinguió del poniente el manso fuego,
y tú, que me decías <<hasta luego,
volveré por la noche>>…, ¡no volviste!

¿En qué zarzas tu pie divino heriste?


¿Qué muro cruel te ensordeció a mi ruego?
¿Qué nieve supo congelar tu apego
y a tu memoria hurtar mi imagen triste?

…Amor, ¡ya no vendrás! En vano, ansioso,


de mi balcón atalayando vivo
el campo verde y el confín brumoso:

y me finge un celaje fugitivo


nave de luz en que, al final reposo,
va tu dulce fantasma pensativo.
EL DIA QUE ME QUIERAS

El día que me quieras tendrá más luz que junio;


la noche que me quieras será de plenilunio,
con notas de Beethoven vibrando en cada rayo
sus inefables cosas,
y habrá juntas más rosas
que e todo el mes de mayo.

Las fuentes cristalinas


irán por las laderas
saltando cantarinas,
el día que me quieras.

El día que me quieras, los sotos escondidos


Resonaran arpegios nunca jamás oídos.
Éxtasis de tus ojos, todas las primaveras
Que hubo y habrá en el mundo, serán cuando me quieras.

Cogidas de la mano, cual rubias hermanitas


Luciendo golas cándidas, irán las margaritas
por montes y praderas
delante de tus pasos, el día que me quieras…
Y si deshojas una, te dirá su inocente
postrer pétalo blanco: ¡Apasionadamente!

Al reventar el alba del día que me quieras,


tendrán todos los tréboles cuatro hojas agoreras,
y en el estanque, nido de gérmenes ignotos,
florecerán las místicas corolas de los lotos.

El día que me quieras será cada celaje


ala maravillosa; cada arrebol, miraje
de las Mil y Una Noches; cada brisa un cantar,
cada árbol una lira, cada monte un altar.

El día que me quieras, para nosotros dos


Cabrá en un solo beso la beatitud de Dios.

1915.
¡COMO SERA!

Si en el mundo fue tan bella,


¿cómo será en esa estrella
dónde está?
¡Cómo será!

Si en esta prisión oscura,


en que más bien se adivina
que se palpa la hermosura,
fue tan peregrina,
¡cuán peregrina será
en el más allá!

Si de tal suerte me quiso


aquí, ¿cómo me querrá
en el azul paraíso
en donde mora quizá?
¡Cómo me querrá!
Si sus besos eran tales
En mi vida, ¡cómo serán
Sus besos espirituales!
¡Qué delicias inmortales
no darán!
Sus labios inmateriales,
¡cómo besarán!

… Siempre que medito en esa


dicha que alcanzar espero,
clamo, cual Santa Teresa,
que me muero porque no muero;
hallo la vida muy tarda
y digo: ¿cómo será
la ventura que me aguarda
donde ella está?
¡Cómo será!

Abril, 21 de 1912
TRISTE

Mano experta en las caricias,


labios, urna de delicias,
blandos senos, cabezal
para todos los soñadores,
ojos glaucos, verdes mares,
verdes mares de cristal…

Ya sois idas, ya estáis yertas,


manos pálidas y expertas,
largas manos de marfil;
ya estáis yertos, ya sois idos,
ojos glaucos y dormidos
de narcótico sutil.

Cabecita auri-rizada:
hay un hueco en la almohada
de mi tálamo de amor;
cabecita de oro intenso:
¡qué vacío tan inmenso,
tan inmenso, en derredor!
¿QUÉ MAS ME DA?

In angello cum libello


KEMPIS

¡Con ella, todo; sin ella, nada!


¿para qué viajes
cielos, paisajes…?
¡Qué me importan soles en la jornada!
Qué más me da
la ciudad loca, la mar rizada,
el valle placido, la cima helada.
¡si ya conmigo mi amor no está!
Qué más me da…

Venecias, Romas, Vienas, Parises:


bellos sin duda; pero copiados
en sus celestes pupilas grises,
¡en sus divinos ojos rasgados!
Venecias, Romas, Vienas, Parises,
qué más me da
vuestra balumba febril y vana,
si de mi brazo no va mi Ana,
¡si ya conmigo mi amor no esta!
qué más me da…

Un rinconcito que en cualquier parte me


un aparato refugio amigo preste abrigo;
donde pensar;
un libro austero que me conforte:
una esperanza que sea norte
de mi penar,
y un apacible morir sereno,
mientras más pronto más dulce y bueno:
¡qué mejor cosa puedo anhelar!

Marzo de 1912.
PASAS POR EL ABISMO DE MIS
TRISTEZAS

Pasas por el abismo de mis tristezas


como un rayo de luna sobre los mares,
ungiendo lo infinito de mis pesares
con el nardo y la mira de tus ternezas.

Ya tramota mi vida; la tuya empieza;


mas, salvando del tiempo los valladares,
como un rayo de luna sobre los mares
pasas por el abismo de mis tristezas.

No más en la tersura de mis cantares


dejará el desencanto sus asperezas;
pues Dios, que dio a los cielos sus luminares,
quiso que atravesaras por mis tristezas
como un rayo de luna sobre los mares.
DIOS HARA LO DEMAS

Que es inútil mi afán por conquistarte;


que ni me quieres hoy ni me querrás…
Yo me contento, Amor, con adorarte:
¡Dios hará lo demás!

Yo me contento, Amor, con sembrar rosas


en el camino azul por donde vas.
Tú, sin mirarlas, en tu senda posas
el pie: ¡quizá mañana las verás!
Yo me contento. Amor, con sembrar rosas,
¡Dios hará lo demás!
CUANDO DIOS LO QUIERA

Santa florecita, celestial renuevo,


que hiciste de mi alma una primavera,
y cuyo perfume para siempre llevo:
¿Cuándo en mi camino te hallaré de nuevo?
-¡Cuando Dios lo quiera, cuando Dios lo quiera!

-¡Qué abismo tan hondo! ¡Qué brazo tan fuerte


desunirnos pudo de tan cruel manera!
…Mas ¡qué importa! Todo lo salva la muerte
y en otra ribera volveré yo a verte…
-¡En otra ribera… sí!, ¡cuando Dios quiera!

Corazón herido, corazón doliente,


mutilada entraña: si tan tuya era
(carne de tu carne, mente de tu mente,
huesos de tus huesos), necesariamente
has de recobrarla…-¡Sí, cuando Dios quiera!

Abril de 1912.
ESTA NIÑA DULCE Y GRAVE

Esta niña dulce y grave


tiene un largo cuello de ave,
cuello lánguido y sutil,
cuyo gálibo suave
finge proa de una ave,
de una nave de marfil.

Y hay en ella, cuando inclina


la cabeza arcaica y fina,
-que semeja peregrina
flor de oro –al saludar,
cierto ritmo de latina,
cierto porte de menina
y una gracia palatina
muy difícil de explicar…
NO LE HABLEIS DE AMOR

¡En su faz un trasunto de ideal, tan completo!


¡Son sus ojos azules de tan raro fulgor!
Sella todos sus actos un divino secreto…
¡No le habléis de amor!

¡Es tan noble el prestigio de sus manos sutiles!


¡Es tan pálido el rosa de sus labios en flor!
Hay en ella el misterio de los viejos marfiles…
¡No le habléis de amor!

Tiene el vago embeleso de las damas de antaño,


En los lienzos antiguos en que muere el color…
¡No turbéis el silencio de sus espíritu huraño!
¡No le habléis de amor!
DAMIANA SE CASA

Con mis amargos pesares


y con mis desdichas todas,
haré tu ramo de bodas,
que no será de azahares.

Mis ojos, que las angustias


y el continuado velar
encienden, serán dos mustias
antorchas para tu altar.

El llanto, que de mi cuita


sin tregua brotando está,
tu frente pura ungirá
como con agua bendita…

-Señor, no penes; tu ceño


me duele como un reproche.
-¡Qué pálida estás, mi dueño!
-Es que pasé mala noche:
el amor me quita el sueño.

-¡Y te vas!...
-Me voy es tarde,
me aguardan; el templo arde,
como un sol. ¡Tu mal mitiga,
Señor, y Dios te bendiga!
- Damiana, que Dios te guarde…
NOCTURNO

Y vi tus ojos: flor de beleño,


raros abismos de luz y sueño;
ojos que dejan al alma inerme,
ojos que dicen: duerme… duerme…

Pupilas hondas y taciturnas,


pupilas vagas y misteriosas,
pupilas negras, cual mariposas
nocturnas.

Bajo las bandas de tus cabellos


tus ojos dicen arcanas rimas,
y tus lucientes cejas sobre ellos,
fingen dos alas sobre dos simas.
…………………………………………………

¡Oh! plegue al cielo que cuando grita


la pena en mi alma dolida e inerme,
tus grandes ojos de sulamita
murmuren: duerme…
Y EL BUDA DE BASALTO SONREIA…

Aquella tarde, en la Alameda, loca


de amor, la dulce idolatrada mía
me ofreció la eglantina de su boca.

Y el Budha de basalto sonreía…

Otro vino después, y sus hechizos


Me robó; dila cita, y en la umbría
Nos trocamos epístolas y rizos.

Y el Budha de basalto sonreía…

Hoy hace un año del amor perdido;


al sitio vuelvo, y como estoy rendido
tras largo caminar, trepo a lo alto
del zócalo en que el símbolo reposa.
Derrotado y sangriento muere el día,
y en brazos de Budha de basalto
me sorprende la luna misteriosa.

Y el Budha de basalto sonreía…


QUIEN ES DAMIANA

My name is might have been…


DANTE GABRIEL ROSSETTI

La mujer que, en mi lozana


juventud, pudo haber sido
-si Dios hubiera querido-
mia,
en el paisaje interior
de un paraíso de amor
y poesía;
la que, prócer o aldeana,
mi aldeana o mi princesa
se hubiera llamado, esa
es, en mi libro, Damiana.

La hija risueña y santa,


gemela de serafines,
libélula en mis jardines
quizás, y en mi feudo infanta;
la que
puedo dar al alma fe,
vigor al esfuerzo, tino
al obrar, ¡la que no vino
por mucho que la llamé!;
la que aún mi frente besa
desde una estrella lejana,
esa
es, en mi libro, Damiana.

Y aquella que me miró,


no sé en qué patria querida
y, tras mirarme, pasó
(desto hace más de una vida),
y al mirarme parecía
que me decía:
- Si pudiera detenerme
te amara… La que esto al verme
con los ojos repetía;
la que, sentado a la mesa
del festín real, con vana
inquietud aguardo, esa
es, en mi libro, Damiana.
La que con noble pergeño
Suele flüido vagar
como un fantasma lunas
por la zona de mi ensueño;
la que fulge en los ocasos,
que son nobleza del día;
la que, en la melancolía
de mi alcoba, finge pasos;
la que, puesto a la ventana,
con un afán que no cesa,
aguardo hace un siglo, esa
es, en mi libro, Damiana.

Todo lo noble y hermoso


que no fue;
todo lo bello y amable
que no vino;
y lo vago y lo misterioso
que pensé,
y lo puro y lo inefable y lo divino.

En enigma siempre claro en la mañana,


y el enigma por las tardes inexpreso;
amor, sueños, ideal, esencia arcana…,
todo eso, todo eso, todo eso,
tiene un nombre en estas páginas: ¡Damiana!
CUANDO LLUEVE…

¿Ves, hija? Con tenue lloro


la lluvia a caer empieza.
-Sí, padre, cayendo reza
como una monja en el coro.

-Damiana, hija mía,


ya enciende el quinqué;
yo tengo melancolía…
- Yo también ¡no sé por qué!

-Padre, el agua me acongoja;


vagos pesares me trae.
-Damiana, la lluvia cae
como algo que se deshoja.

-¿Oyes? Murmurando está


como una monja que reza…
-¡Damiana, tengo tristeza!
-Yo también… ¿Por qué será?
DE VUELTA

Salí al alba, dueño mío,


y llegué, marcha que marcha
entre cristales de escarcha,
hasta la margen del río.
¡Vengo chinita de frío!

De la escarcha entre el aliño,


era el dormido caudal
como un sueño de cristal
en un edredón de armario.
(Emblema de mi cariño.)

Alegre estaba, señor,


junto a la margen del río,
alegre en medio del frío:
es que me daba calor
dentro del alma tu amor.
Te vi al tornar, mi regreso
esperando en la ventana,
y echó a correr tu Damiana
por darte más pronto un beso,
-¿Por eso? –¡No más por eso!
HOJEANDO ESTAMPAS VIEJAS

Dime, ¿en cuál destas nobles catedrales,


hace ya muchos siglos, -¡oh, Señora!-,
silenciosos, mirando los vitrales,
unimos nuestras manos fraternales
en la paz de una tarde soñadora?

Dime, ¿en cuál de los árboles copudos,


deste bosque, medrosos y desnudos,
oímos en los viejos milenarios,
rugir a los leones solitarios
y aullar a los chacales testarudos?

Di si en esta enigmática ribera


me esperas antaño, compañera,
sólo teniendo, en noches, invernales,
por chal para tus senos virginales,
la húmeda y salobre caballera.
¿En cuál destos torneos tus colores
llevé, y en cuál castillo tus loores
entonaron mis labios halagüeños?
Y si nunca te vi ni te amé viva,
¿por qué hoy vas y vienes pensativa
por la bruma de nácar de mis sueños?
EL RETORNO

Vuelvo, pálida novia, que solías


mi retorno esperar tan de mañana,
con la misma canción que preferías
y la misma ternura de otros días
y el mismo amor de siempre, a tu ventana.

Y elijo para verte, en delicada


complicidad con la Naturaleza,
una tarde como ésta: desmayada
en un lecho de lilas, e impregnada
de cierta aristocrática tristeza.

¡Vuelvo a ti con mis dedos enlazados


en actitud de súplica y anhelo,
-como siempre- y mis labios, no cansados
de alabarte, y mis ojos obstinados
en ver los tuyos a través del cielo!
Recíbeme tranquila, sin encono,
mostrando el dejo suave de una hermana;
murmura un apacible: Te perdono,
y déjame dormir con abandono
en tu noble regazo, hasta mañana…
LIRA MISTICA

A NEMESIS

Tu brazo en el pesar me precipita,


me robas cuanto el alma me recrea,
y casi nada tengo: flor que orea
tu aliento de simún, se me marchita.

Pero crece mi fe junto a mi cuita,


y digo como el Justo de Idumea:
Así lo quiere Dios, ¡bendito sea!;
el Señor me lo da y El me lo quita.

Que medre tu furor, nada me importa:


puedo todo en AQUEL que me conforta,
y me resigno al duelo que me mata;

porque, roja visión en noche obscura,


Cristo va por mi vía de amargura
Agitando su túnica escarlata.

Diciembre, 22 de 1915.
ME MARCHARE…

Me marcharé, Señor, alegre o triste;


mas resignado, cuando al fin me hieras.
si vine al mundo porque tú quisiste,
¿no he de partir sumiso cuando quieras?

Un tocador tan sólo me acongoja,


y es haber preguntado el pensamiento,
sus porqués a la Vida… ¡Mas la hoja
quiere saber dónde la lleva el viento!

Hoy, empeoro, ya no me pregunto nada:


cerré los ojos y mientras el plazo
llega en que se termine la jornada,
mi inquietud se adormece en la almohada
de la resignación, en tu regazo.

Diciembre, 22 de 1915.
A KEMPIS

Sicut nubes, quasi naves,


velut umbra…

Ha muchos años que busco el yermo,


ha muchos años que vivo triste,
ha muchos años que estoy enfermo,
¡y es por el libro que tú escribiste!

¡Oh Kempis, antes de leerte, amaba


la luz, las vegas, el mar Océano;
mas tú dijiste que todo acaba,
que todo muere, que todo es vano!

Antes, llevado de mis antojos,


besé los labios que al beso invitan,
las rubias trenzas, los grandes ojos,
¡sin acordarme que se marchitan!

Mas como afirman doctores graves,


que tú, maestro, citas y nombras,
que el hombre pasa como las naves,
como las nubes, como las sombras…,

huyo de todo terreno lazo,


ningún cariño mi mente alegra,
y con tu libro bajo el brazo
voy recorriendo la noche negra…

¡Oh Kempis, Kempis, asceta yermo,


pálido asceta, qué mal me hiciste!
¡Ha muchos años que estoy enfermo,
y es por el libro que tú me escribiste!
TU

Señor, Señor, Tú antes, Tú después; Tú en la inmensa


hondura del vacío y en la hondura interior;
Tú en la aurora que canta y en la noche que piensa;
Tú en la flor de los cardos y en los cardos sin flor.

Tú en el cenit a un tiempo y en el nadir; Tú en todas


las transfiguraciones y en todo el padecer;
Tú en la capilla fúnebre y en la noche de bodas;
Tú en el beso primero y en el beso postrer.

Tú en los ojos azules y en los ojos obscuros;


Tú en la frivolidad quinceañera, y también
En las graves ternezas de los años maduros;
Tú en las más negra sima, Tú en el más alto edén.

Si la ciencia engreída no te ve, yo te veo;


si sus labios te niegan, yo te proclamaré
Por cada hombre que duda, mi alma grita: <<Yo creo>>.
¡Y con cada fe muerta, se agiganta mi fe!

Junio, 8 de 1915.
OFERTORIO

Deus dedit, Deus abstulit

Dios mío, yo te ofrezco mi dolor:


¡Es todo lo que puedo ya ofrecerte!
Tú me diste amor, un solo amor,
¡un gran amor!
Me lo robó la muerte
… y no me queda más que mi dolor.
Acéptalo, Señor:
¡Es todo lo que puedo ya ofrecerte!...
AL CRISTO

Señor, entre la sombra voy sin tino;


la fe de mis mayores ya no vierte
su apacible fulgor en el camino:
¡que mi espíritu está triste hasta la muerte!

Busco en vano una estrella que me alumbre;


busco en vano un amor que me redima;
mi divino ideal está en la cumbre,
y yo, ¡pobre de mí! Yazgo en la sima…

La lira que me diste, entre las mofas


de los mundanos, vibra sin concierto;
¡se pierden en la noche mis estrofas,
como el grito de Agar en el desierto!

Y paria de la dicha y solitario,


siento hastío de todo cuanto existe…
Yo, Maestro, cual tú, subo al Calvario,
y no tuve Tabor, cual lo tuviste…
Ten piedad de mi alma, dura es mi pena,
numerosas las lides en que lucho;
fija en mí tu mirada que serena,
y dame, como un tiempo a Magdalena,
la calma: ¡yo también he amado mucho!
HOSPITALIDAD

Cristo, la ciencia moderna


te arroja sin compasión
de todas partes; ¡no tienes
donde residir, Señor!

Las teorías positivas


y la experimentación
materialista, no dejen
sitio en los orbes a Dios.
En cuanto al alma del hombre,
a piedra y cal se cerró
hace tiempo a todo ensueño.
En el umbral, la Visión
muerta de angustia, de frío
y de soledad quedó…

En las moradas humanas


ya tan solo caben hoy
la vanidad, el deseo
voluptuoso y la ambición.

¡Ya no tienes casa, Cristo!


…¿Mas cómo has de irte por
esos caminos, si apenas
has sonado el aldabón
de una puerta, te la cierran
con estruendo y ronca voz?

El pájaro tiene nido,


cubil el raposo halló,
y tú, en cambio, vas expuesto
a la intemperie, al horror
de las noches congeladas,
a tanto abandono…

Yo
no valgo dos cuartos, Cristo:
mi corazón ( tú mejor
que nadie lo sabe) tiene
poco espacio y poco sol;
pero, qué le hemos de hacer
si en esta comarca no
hay otro…? ¡Ven, y permite
que confuso, con temblor
de vergüenza, yo te hospede
en mi propio corazón!
POETAS MISTICOS

Para Jesús E. Valenzuela.

Bardos de frente sombría


y de perfil desprendido
de alguna vieja medalla;

los de la gran señoría,


los de mirar distraído,
los de la voz que avasalla.

Teólogos graves e intensos,


vasos de amor desprovistos,
vasos henchidos de penas;

los de los ojos inmensos,


los de las caras de cristos,
los de las grandes melenas:

mi musa, la virgen fría


que vuela en pos del olvido,
tan sólo embelesos halla
en vuestra gran señoría,
vuestro mirar distraído
y vuestra voz que avasalla.

Mi alma que os busca entrevistos


tras de los leves inciensos,
bajo las naves serenas,

ama esas caras de cristos,


ama esos ojos inmensos,
ama esas grandes melenas.
YO NO SOY DEMASIADO SABIO…

Yo no soy demasiado sabio para negarte,


Señor; encuentro lógica tu existencia divina;
me basta con abrir los ojos para hallarte;
la creación entera me convida a adorarte,
y te adoro en la rosa y te adoro en la espina.

¿Qué son nuestras angustias para querer por ellas


argüirte de cruel? ¿Sabemos por ventura
si tú con nuestras lágrimas fabricas las estrellas
si lo seres más altos, si las cosas más bellas
se amasan con el noble barro de la amargura?

Esperemos, suframos, no lancemos jamás


a lo Invisible nuestra negación como un reto.
Pobre criatura triste, ¡ya verás, ya verás!
La Muerte se aproxima… ¡De sus labios oirás
el celeste secreto!
HASTA MURIENDOTE

Hasta muriéndote me hiciste bien;


porque la pena de aquel edén
incomparable que se perdió,
trocando en ruego mi vieja rima,
llevó mis ímpetus hacia la cima,
pulió mi espíritu como una lima
y como acero mi fe templó.

Hoy, muy dolido, mas ya sereno,


por ti quisiera ser siempre bueno;
de los que sufren tengo piedad;
en mi alma huérfana, solo Dios priva,
nada mi vuelo mental cautiva,
y es mi esperanza cual siempre viva
¡que se abre a un beso de eternidad!

Enero 13-1913.
¡MUERTA!

En vano entre la sombra mis brazos, siempre abiertos


asir quieren su imagen con ilusorio afán.
¡Qué noche tan callada, qué limbos tan inciertos!
¡Oh! Padre de los vivos, ¿a dónde van los muertos,
a dónde van los muertos, Señor, a dónde van?

Muy vasta, muy distante, muy honda, si muy honda,


¡pero muy honda!, debe ser, ¡ay!, la negra onda
en que navega su alma como un tímido albor,
para que aquella madre tan buena no responda
ni se estremezca al grito de mi infinito amor.

Glacial, sin duda, es esa zona que hiende. Fría,


¡oh, si!, muy fría, pero muy fría debe estar,
para que no la mueva la voz de mi agonía,
para que todo el fuego de la ternura mia
su corazón piadoso no llegue a deshelar.

Acaso en una playa remota y desolada,


enfrente de un océano in limites, que está
convulso a todas horas, mi ausente idolatrada
los torvos horizontes escruta con mirada
febril, buscando un barco de luz que no vendrá.

¡Quién sabe por qué abismos hostiles y encubiertos


sus bancas alas trémulas el vuelo tenderán!
¡Quién sabe por qué espacios brumosos y desiertos!
Oh, Padre de los vivos, ¿a dónde van los muertos,
a dónde van los muertos, Señor, a dónde van?

Tal vez en un planeta bañado de penumbra


sin fin, que un sol opaco, ya casi extinto, alumbra,
cuitada peregrina mirando en rededor
ilógicos aspectos de seres y de cosas,
absurdas perspectivas, creaciones misteriosas,
que causan extrañeza sutil y vago horror.

Acaso está muy sola. Tal vez mientras yo pienso


en ella, está muy triste: quizá con miedo esté.
Tal vez se abre a sus ojos algún arcano inmenso.
¡Quién sabe lo que siente, quién sabe lo que ve!

Quizá me grita: <<!Hijo!>>, buscando en mi un escudo


(¡ mi cielo tantas veces en vida la amparó),
y advierte con espanto que todo se halla mudo,
que hay algo en las tinieblas, fatídico y sañudo,
que nadie la protege ni le respondo yo.
¡Oh, Dios! ¡Me quiso mucho; sus brazos siempre abiertos,

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