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El bosque estaba frío y húmedo.

La oscuridad nocturna prácticamente había hecho


desaparecer el fulgor de las luces de la ciudad que ahora se veía a lo lejos como un
montón de tenues puntitos amarillos.
Rosse caminaba con cuidado por aquella angosta vereda cuidando de apuntar su linterna
hacia el frente para ver los posibles obstáculos en el camino.
La joven mujer observó un montón de botellas de licor, jeringas, ropa desgarrada y
hasta latas de pintura en aerosol esparcidas por el caminillo y los alrededores. Ella
seguía caminando cautelosamente aunque de vez en cuando se detenía, apagaba la
linterna y se ocultaba tras algún árbol para asegurarse que nadie la viniera siguiendo.
Rosse se sentía nerviosa y atemorizada. Sabía que aquella alejada zona boscosa era
refugio de criminales y malvivientes. Las pandillas frecuentaban el lugar para beber y
drogarse así como para cometer crímenes. Varias violaciones y hasta asesinatos se
habían llevado acabo en aquellos parajes y por ello es que la policía de la ciudad
recomendaba no ir a ese lugar de manera solitaria y menos en la noche.
Todo eso asustaba mucho a Rosse pero el dolor de su corazón era más grande que su
miedo y, según le habían contado, en aquel bosque podría encontrar a un personaje que
podía ayudarle a eliminar definitivamente el dolor que sentía...
Rosse caminaba aprisa mientras forzaba sus ojos para distinguir entre la espesura del
bosque la bodega que le dijeron que tenia que encontrar para llevar a cabo sus
propósitos.
Mientras seguía caminando recordaba las palabras de su amiga Samantha: "Dicen que
puede ofrecerles una solución a las personas que están muy desesperadas. Si vas el
primer sábado del mes ya bien entrada la noche y encuentras la bodega del antiguo
aserradero...."
La bodega del antiguo aserradero, La bodega del antiguo aserradero,- Iba repitiendo
Rosse rápidamente y en voz baja al tiempo que movía la cabeza en todas direcciones
buscando aquel lugar
Mientras tanto, Rosse seguía recordando las indicaciones de su amiga:"Tienes que ir
sola, no puedes llevar maletas ni bolsas y debes de ir vestida sólo con la ropa más
indispensable, nada de celulares ni aparatos de comunicación o electrónicos. También
recuerda que debes estar dispuesta a hacer o entregar lo que te pida sin el menor
reparo. Si él sospecha que tramas algo te puede ir muy mal..."
Rosse tragaba saliva y hacia un esfuerzo sobrehumano para continuar con su caminata
superando el miedo y el agudo frío que se sentía en el ambiente.
De pronto, un ruido en las cercanías hizo que Rosse se agazapara contra la base de un
árbol y apagara su linterna mientras contenía la respiración para no hacer el menor
ruido:
Ya vámonos de aquí- dijo un hombre que parecía llevar una botella en una mano y una
linterna en la otra.
No seas marica- replico otro hombre que lo acompañaba y que llevaba una cuchillo en
su mano izquierda- te digo que no hay nada que temer y además traigo mi revolver
cargado- dijo al mismo tiempo que sacaba un arma de la bolsa de su chamarra.
Rosse -que permanecía pegada a la base de un frondoso árbol- seguía conteniendo la
respiración mientras observaba y escuchaba a aquellos dos sujetos caminar por un
camino paralelo al que ella había estado siguiendo.
No soy marica- dijo el sujeto que llevaba la botella en la mano y que parecía estar algo
ebrio.- Sólo digo que algún animal o algo podría atacarnos en la oscuridad de la
noche, después de todo recuerda que hoy no hay luna y quien sabe cuanto nos duren las
baterías de esta linterna....
Al escuchar esto, su compañero se detuvo, saco su revolver e hizo un disparo al aire..
Maldita sea, ¿estas idiota o que te pasa?- replicó su ebrio amigo.
Ya te dije que no hay nada aquí que pudiera hacernos daño -respondió el hombre que
llevaba el revolver- O no será que crees en ese cuento de que en este bosque se aparece
el diablo una vez al mes y por eso esta tan asustado, ¿o sí?
co, co, como crees- tartamudeo su ebrio compañero que ya se empezaba a notar
asustado y nervioso -Lo que pasa es que esta botella ya casi esta vacía y yo quiero
seguir bebiendo..
Esta bien nenita -dijo el hombre del revolver con tono de burla- vamos a regresar
donde deje estacionado el coche y nos largamos a algún bar. Apuesto que las rameras
que trabajan ahí son menos cobardes que tú.
Al escuchar esto, el hombre ebrio hizo una mueca de incomodidad pero pareció
complacido con la idea de marcharse de ahí.
Poco a poco, los dos hombres se fueron alejando sobre el mismo camino por el que
habían llegado hasta que el resplandor de su linterna y el ruido de sus voces
desaparecieron por completo...
Entonces Rosse por fin pudo recobrar el aliento y lentamente se puso de pie. Tras
asegurarse que ya no había nadie que estuviera cerca de donde estaba, encendió
nuevamente su linterna.
Eso estuvo muy cerca- pensó Rosse mientras continuaba su marcha hacia la parte más
profunda y oscura del bosque.
La muchacha caminó y camino hasta que el sendero por donde iba desapareció para dar
paso a un montón de matorrales y árboles que no dejaban distinguir lo que había más
adelante a pesar de la iluminación de la linterna.
Pese a esto, Rosse forcejeó con toda aquella maleza y se fue abriendo paso con sus
piernas y manos hasta que, después avanzar por un buen lapso de tiempo, se dio cuenta
de había llegado a un lugar más despejado donde ya no habían tantos árboles ni
vegetación. Con la linterna alumbró el polvoso suelo y descubrió un pedazo de malla
ciclónica oxidada que aun tenia pegados señalamientos de precaución.
La chica fijó su mirada hacia el frente y aumento la potencia de la linterna al máximo.
Una vieja y deteriorada construcción hecha de madera y grandes láminas de metal se
levantaba delante de ella. Rosse por fin había encontrado la bodega del viejo aserradero.
Aquella bodega era grande, muy, muy grande. Rosse recordó las historias que solía
narrar su abuelo cuando ella era niña. Él había sido chofer de los camiones que
transportaban los árboles y la madera que se producía en el aserradero y le decía que la
aquella bodega era tan amplia que era capaz de contener las maquinas que estaban en
reparación, los camiones de carga y naturalmente, todos los árboles almacenados y la
madera que se extraía de ellos.
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Rosse por fin llegó donde aquella tenue luz. Un pequeño y sucio baño improvisado del
que sólo dos de sus muros quedaban en píe ahora estaba frente a ella. En él sólo había
un retrete completamente cubierto de polvo, un rayado espejo colgado de la pared, y en
el techito de baño, una especie de antiguo candelero que en su interior dejaba apreciar
una gruesa y gastada vela que ardía intermitentemente.
Alrededor de aquel lugar todo estaba dominado por una profunda y lóbrega oscuridad.
Rosse ni siquiera podía distinguir la ruta por la que había llegado ahí desde la puerta de
la bodega.
Rosse ahora estaba completamente aterrada. Se encontraba en lugar donde no había
estado jamás en su vida, completamente sola e indefensa, estaba cansada por el camino
que había recorrido para llegar ahí y temía que algún malviviente llegara en cualquier
momento a aquel lugar y pudiera hacerle algo. Para colmo de males, el gélido viento de
medianoche se colaba por los ventanales rotos de la parte superior de la bodega e
inundaba el ambiente con un frío que calaba hasta los huesos.
La chica titiritaba por el frío y estiraba las mangas del suéter que llevaba para tratar de
cubrirse las manos y aminorar un poco el frío que sentía.
Entonces Rosse recordó las ultimas indicaciones que Samantha le había dicho sobre
aquel asunto: "Cuando llegues a ese lugar, debes cerrar los ojos y concéntrate con
todas tus fuerzas en lo que te esta agobiando. Trata de reunir todos los sentimientos
negativos que tengas en ese momento: miedo, dolor, tristeza, coraje, rencor, deseo de
venganza.... Una vez que hagas esto, abre los ojos y empieza llamarlo, pídele que
aparezca pues quieres hacer un trato con él...”
Rosse se mordió los labios con nerviosismo. Antes de hacer cualquier cosa se detuvo a
pensar si realmente quería aquello que estaba a punto de hacer.
Pensó en todas las consecuencias que podría traerle aquel pacto, todo lo que podría
perder, todo lo mal que podría irle, pero también pensó en todo lo que podría ganar y
sobre todo, todo lo que podría evitar, como sentir aquel dolor que la estaba matando
poco a poco....
Rosse se acercó las manos a la boca y exhaló para intentar reanimarlas pues el frío de
aquella noche era tan intenso que su cuerpo estaba empezando a entumirse.
Siguió pensando en la decisión que estaba a punto de tomar. Pensó en su dolor, en su
sufrimiento, en la decepción que sentía. También pensó en Omar...
Por fin la hermosa muchacha tomó una decisión. Cerró los ojos y respiró
profundamente de aquel frío aire que saturaba la bodega.
Empezó a concentrarse en todas las emociones y sentimientos dolorosos y tristes que
tenía, apretaba sus entumecidos puños con coraje y de sus ojos empezaron a correr
gruesas lágrimas.
Ella no se daba cuenta pero de pronto, su blanca piel empezó a adquirir un color
grisáceo y opaco, las lagrimas que derramaba se tornaron rojas y una especie de vapor
púrpura y carmesí empezó a emanar de todo su cuerpo y subía hacia el cielo para
disiparse en la oscuridad de la bodega.
Rosse empezó a musitar: -ven aquí, ven aquí, ya no quiero sentir dolor, ya no quiero
sentir dolor- la chica sollozaba amargamente pero no dejaba de repetir su estribillo -ya
no quiero sentir dolor, ya no quiero sentir dolor…
Entonces un ruido sacó a Rosse de su concentración. Un toc, toc, toc comenzaba a
escucharse y se hacia cada vez más audible y más cercano hasta que la chica se figuró
que aquel ruido era muy similar al del andar de una mujer con tacones.
Rosse empezó a temblar y se colocó justo debajo de la lámpara/candelabro que
iluminaba el pequeño baño esperando poder avistar cual era el origen de aquel sonido.
De pronto una silueta empezó a dibujarse a unos cuentos metros de la atemorizada
muchacha hasta que quedó a distancia como de tres o cuatro pasos de ella. Rosse nunca
había sido una persona supersticiosa, fanática o creyente de cosas sobrenaturales, es
más, prácticamente había sido atea toda su vida. Sin embargo, la imagen que tenía
delante de sí, hizo que todo su escepticismo se fuera por la borda en menos de 1
segundo...
Frente a Rosse estaba una mujer extraña. Estatura pequeña, tez muy clara, cabello lacio
tan negro que se confundía con la oscuridad de aquel lugar, complexión regular, labios
que sin aparentar estar pintados dejaban apreciar un color morado intenso y unos ojos
tan negros que parecían ser un par de pequeños abismos sin fondo...
La mujer llevaba puesto un precioso vestido de noche hecho de una extraña tela de color
púrpura. Un par de brillantes aretes, un collar hecho de figuras de medias lunas
entrelazadas y dos anillos (parecían ser uno de compromiso y otro de matrimonio)
colocados en el dedo anular izquierdo de la mujer remataban su elegante atuendo. Unas
finas zapatillas negras dejaban adivinar que el ruido escuchado hace unos momentos, en
efecto había provenido de aquella extraña dama.
Aquella mujer miró a Rosse de pies a cabeza y luego dejó escapar una pequeña sonrisa.
No tengas miedo linda, no te voy a hacer daño- dijo la extraña mujer con un tono de
arrogancia y altivez.
Rosse -que estaba temblando y con rictus de incredulidad y asombro- examinó
minuciosamente a su interlocutora.
La asustada chica no sabia porqué pero aquella mujer le recordaba la ilustración que
había visto en un viejo libro de cuentos. Ella era casi igual a una cierta princesa Arcana
que, según el cuento que había leído, una vez hizo un extraño concurso para encontrar
un hombre que mereciera ser su esposo...
Rosse estaba a punto de abrir la boca para preguntarle a la mujer por su nombre cuando
ésta interrumpió a la chica:
Arcana, puedes decirme Arcana si quieres. Después de todo, estas pensando en que mi
apariencia te recuerda a la princesa de aquel viejo cuento ¿no?
Rosse estaba estupefacta. Quiso articular palabra pero sólo consiguió tragar un poco de
saliva y dio un paso hacia atrás como tratando de poner algo más de distancia entre ella
y aquel insólito personaje que ahora se decía llamar como la princesa del cuento..
Ya te dije no tengas miedo niña - exclamo Arcana con voz aguda y chillona. - No te voy
a hacer nada. Mírame: soy una mujer indefensa y más pequeña y menuda que tú, de
hecho tu podrías lastimarme a mi si quisieras- dijo Arcana con tono de sarcasmo.
Rosse, en efecto, era más grande que aquel ser. Una mujer que casi alcanzaba los 1.80
mts de estatura, delgada pero con un cuerpo muy atractivo y sólido. Además era
sumamente inteligente y poseía una sensibilidad asombrosa. Por todo esto resultaba aun
más incomprensible que Rosse estuviera en aquel terrible lugar buscando hacer un trato
con el príncipe de las mentiras....
Mira niña -dijo Arcana acortando la distancia que Rosse había aumentado cuando trato
de alejarse de ella-, mi tiempo es muy valioso y no me sobra como para estarlo
desperdiciando con gente cobarde y torpe que ni siquiera se atreve a responderme
cuando le hablo. Ahora, tú eres la que me buscaste así que dime lo que quieres y lo que
me ofreces o me iré de aquí y prometo que hare que cruzar este bosque de regreso a la
ciudad no sea tan fácil como lo fue para llegar hasta aquí...
Arcana se veía de mal humor. Tenia el semblante de una niña caprichosa a la que sus
padres no le han complacido aun su último antojo.
¿Entonces que?¿No hablas, no dices nada?- replicó el maligno ser con tono de gran
enojo- Bueno, entonces sigue sintiéndote como te sientes pues por lo que veo en tu
mirada, eso ya es suficiente castigo…
Arcana dio media vuelta empezó a alejarse dejando a Rosse temblando y con el corazón
lleno de tristeza
Ya no quiero...- Dijo Rosse alzando la voz que casi se le quebraba debido a la angustia
que sentía.
Ya no quiero sentir dolor, por eso es que te vine a buscar...- Continuó diciendo Rosse.
Arcana detuvo su orgulloso caminar y dio media vuelta mientras sus morados labios
dibujaban una perversa sonrisa en su rostro...
Bueno, me da gusto que al final podamos hacer un trato tú y yo - dijo Arcana mientras
se acercaba a Rosse con paso sexy y provocativo.
Lo que deseas se puede arreglar, pero necesito que seas más concreta y me des más
detalles sobre tu petición - continuó la malvada entidad- Sólo tienes que decirme
exactamente que es lo que quieres y te lo daré. Después ya hablaremos de mi pago...
Rosse no dejaba de mirar a aquella criatura de pies a cabeza. Por fin reunió valor y se
atrevió a mirarla fijamente a los ojos.
La mirada de aquel ser con forma de mujer era terrible, estaba tan vacía, tan hueca. Era
como si dentro de ella no hubiera ninguna cosa, como si sólo fuera un cascaron vacío,
un hermoso cascaron vacío...
Rosse reflexionó rápidamente (ya dijimos que ella era una mujer sumamente
inteligente) en las ultimas palabras que Arcana había dicho: "Después ya hablaremos de
mi pago..."
Primero quiero que me digas que es lo que quieres a cambio de otorgarme mi petición -
dijo Rosse recuperando un poco de la calma que había perdido debido a la insólita
situación que estaba viviendo.
Que mujer tan desconfiada - respondió Arcana con tono de ironía- Ya te dije que
primero vemos lo que quieres y después arreglamos esos detalles insignificantes...
No -replicó Rosse- Primero quiero saber tu precio. Además, de todas maneras yo...
De todas maneras tú te sientes tan mal que estas dispuesta a pagar el precio que sea
con tal de no sentirte así - acotó la malvada Arcana- ¿O acaso me equivoco?
No. No te equivocas. Y ahora te agradecería que dejaras de leer mis pensamientos y te
apresuraras a decirme que es lo que tengo que darte para que cumplas mi solicitud -
respondió Rosse que empezaba a cambiar el miedo que sentía hace unos momentos por
malhumor...
Jeje -rió perversamente Arcana- Que niña tan desesperada. De verdad debe ser muy
malo lo que te esta pasando para que tengas tanta apuración pero en fin, te diré lo que
yo quiero...
Arcana se quitó el collar de medias lunas que engalanaba su cuello y extendió su mano
para entregárselo a Rosse.
Quiero que te pongas ese collar por un momento- dijo Arcana una vez que Rosse tuvo
el adorno en sus manos- Te hará la marca de una pequeña luna en tu cuello. No te
preocupes porque los demás lo vean ya que sólo yo y ÉL podemos distinguir a aquellos
que marqué y que me pertenecen...
Arcana miró directamente a los ojos a Rosse con aquella mirada muerta y vacía y
continuó:
Cuando el momento llegue vendré por ti y entonces serás mía eternamente...
¿Entonces quieres mi alma? - preguntó Rosse desconcertada.
Alma, espíritu, corazón, energía vital. Dale el nombre que quieras niña, lo que quiero
es a ti, tu ser, aquella parte tuya que no perecerá jamás- explicó Arcana con aspecto de
darle poca importancia al tema- Sé que tu nunca has creído en esas cosas pero da lo
mismo. Sólo eso es lo que quiero, ahora dime, ¿estas conforme con mis condiciones?
Después de decir esto, Arcana cruzó los brazos y empezó a golpear el piso con su
zapatilla en señal de impaciencia.
Rosse miró el collar que sostenía en su mano. Estaba a punto de entregar su vida, su
alma (el que no hubiera creído en ella nunca no significaba que no le importara ahora) al
demonio, ¿y todo porqué? Todo con tal de evitar sentir dolor, aquel dolor que consumía
sus pensamientos, su corazón y sus fuerzas...
Acepto tu trato Arcana. Si cumples mi petición mi alma es tuya - respondió Rosse con
voz nerviosa e indecisa.
Muy bien - exclamó Arcana bastante complacida- entonces vamos a proceder para que
tus deseos puedan cumplirse niña. Dime exactamente que es lo que quieres.
Rosse se veía extremadamente nerviosa. Pese al frío, su frente mostrada un sudor
copiosísimo y la muchacha se mordía los labios constantemente mientras su respiración
se hacia cada vez más rápida.
Oye -increpó Arcana con tono impaciente-, te dije que me indicaras que es exactamente
lo que quieres así que date prisa.
Rosse reunió todo el aplomo que tenia en ese momento y dijo titubeante:
Ya no quiero sentir dolor...
¿Cómo?- preguntó Arcana extrañada-, no te entiendo. Pensé que eso que balbuceabas
acerca de no sentir dolor sólo era una metáfora o algo así...
No- respondió resueltamente Rosse-, mi petición es esa. Ya no quiero experimentar el
sentimiento humano que llaman dolor...
Arcana cruzó los brazos e hizo gestos como de estar pensando algo. Después de un
momento por fin dijo:
Ah ya sé, tú quieres ser físicamente invulnerable. Quieres ser resistente a golpes, armas
o algo así ¿no? Tal vez planeas robar algún lugar o vengarte de alguien...
No- exclamó enérgicamente Rosse-. Ya no quiero sufrir, no quiero sentir dolor, no
quiero que me vuelvan a lastimar...
Creo que no te entiendo niña - dijo Arcana-. Lo que tu quieres es no sentir dolor, es
decir, dolor interno, dolor emocional o sentimental, ¿a eso es a lo que te refieres?
Sí -contestó Rosse esperanzada-. Es lo único que te pido, haz que no pueda sentir dolor
nunca más...
Al escuchar esto, Arcana dejó escapar una estrepitosa y cruel carcajada que resonó con
el eco de la bodega abandonaba. Tras recuperar un poco de la seriedad de su semblante,
el maligno ser díjole a Rosse con gran tono de sarcasmo:
Aja. ¿Y no quieres también ser Dios por un día? O mejor ¿no quieres hacer mi trabajo
por un tiempo a ver si así dejas de "sufrir" tanto? jajaja.
A Rosse aquella burla le caló en lo más profundo de su herido corazón. Pese a eso,
mantuvo la calma y mirando fijamente los vacíos ojos de Arcana dijo:
No es una broma. Te estoy pidiendo que elimines el sentimiento del dolor de dentro de
mí. Puedes hacerlo ¿o acaso es pedirle demasiado al diablo?
Tras decir estas palabras, Rosse miró de forma retadora a Arcana y apretó sus puños
como preparándose para una pelea.
La respuesta de Arcana no se hizo esperar.
Niña estúpida - exclamó violentamente aquel maligno ser-, ¿como te atreves a
cuestionar mi poder? Tú no eres más que un miserable y desgraciado mortal. Todos
ustedes no son más que débiles y frágiles criaturas que además de imbéciles creen
comprender como funciona el mundo cuando ni siquiera entienden como funcionan
ustedes mismos.
Tú viniste aquí porque eres una desdichada mujer que no puede controlar sus fútiles
emociones, porque la gente que tú llamas "familia, amigos y compañeros" te dio la
espalda y te hirió sin la menor misericordia. Él también te abandonó cuando más lo
necesitabas ¿Crees que no te vi? Estabas tan desesperada que pasaste noches completa
en vela rezándole y pidiéndole que te ayudara, pero no, ni siquiera Él se apiadó de ti...
Al decir esto, Arcana se acercó rápidamente a Rosse y de un fuerte tirón le arrancó el
rosario que la chica llevaba colgado al cuello.
¿Y sabes porqué ni siquiera Él se apiadó de ti?- dijo Arcana mientras apretaba en el
puño el rosario roto - Porque los seres humanos son un montón de basura inútil que
jamás debieron haber sido creados. Antes de ustedes el universo era perfecto y yo era
feliz, después de ustedes todo el cosmos se volvió caótico y errático. Yo no introduje la
maldad al mundo como todas sus religiones dicen, el mundo es perverso porque ustedes
son perversos...
Dicho esto, Arcana arrojó el rosario al suelo y éste cayo al pie del viejo retrete del
bañito.
Bueno -continuó hablando la malvada Arcana-, ahora que ya dejamos en claro la
posición que cada quien ocupa, te volveré a preguntar, ¿dime que carajo quieres? Y no
me salgas con tus cursilerías absurdas de que no quieres tener sentimientos o algo así...
Rosse clavó la mirada en el rosario que le había regalado su abuelo y que ahora yacía
sobre el polvoso suelo de la bodega. Le dolía que Arcana hubiera roto su querida
reliquia familiar pero le dolía más todo lo que le había dicho. Y no es que Rosse fuera
una mujer demasiado sensible o algo así, lo que pasa es que todo lo que Arcana profirió
era tan cierto. El sentimiento de soledad, el abandono, la traición, la maldad, la
insensibilidad de la “gente que la quería” y tal vez también -aunque hasta este momento
empezaba a pensarlo seriamente-, la insensibilidad de Dios a los problemas de las
personas.
En ese momento Rosse concentró sus pensamientos en Omar, su exnovio. Él había
prometido que la iba a amar, que nunca le fallaría y que sin importar las circunstancias,
nunca haría nada para lastimarla. Pero todo había sido una mentira.
Yo lo único que quiero – pronunció con voz quebrada Rosse – es ya no sentir dolor. Ya
no quiero que me lastimen, que me engañen, que me hagan promesas que no se
cumplirán. Solamente por eso he venido a verte y si no puedes darme lo que te pido
entonces creo que todo mi viaje ha sido inútil…
Rosse empezó a sollozar intensamente. Su mirada triste y acongojada se dirigía hacia la
cruz del rosario roto – símbolo ahora de su desesperación incurable y de su soledad -
que yacía tirada en el suelo.
Arcana contempló a la chica con gesto de indiferencia e impaciencia. Luego se acercó
sosteniendo un lápiz labial en la mano (¿?) y una vez que estuvo frente a ella empezó a
pintar sus morados labios de un color rojo intenso.
Rosse –que no había dejado de llorar en todo este tiempo- miró extrañada como aquella
perversa criatura se maquillaba pero no prestó mayor atención a este hecho sino hasta
que la princesa oscura dejo de pintarse los labios y le ofreció el labial rojo como
indicándole que ella también debía de hacer lo mismo.
Ustedes son criaturas simples –dijo Arcana mientras acercaba el lápiz labial a la cara de
Rosse-. Las relaciones que entablan entre ustedes también son simples, sólo se trata de
ver quien te hace una mejor oferta y ya. ¿Por qué crees que elegí esta apariencia para
manifestarme ante ustedes? Esta apariencia de niña caprichosa, vanidosa y orgullosa
es lo que hace que los hombres me deseen, ellos quieren placer, quieren gozar, quieren
disfrutar la vida sin consecuencias, sin pensar el futuro, sin tomar en cuenta el sentir de
los demás. Y ese es tu problema niña, piensas demasiado en las demás personas. Te
preocupa lo que sientan y lo que les pase. Si dejas de pensar en los demás también
dejaras de sentir dolor, no necesitas de mi poder para evitar que te lastimen,
simplemente ya no ames a nadie, deja de preocuparte por las otras personas. Haz que
lo más importante en la vida sea la satisfacción de tus deseos y veras que jamás
volverás a llorar. Ya no ames, ya no quieras a nadie, usa a los demás y en especial a los
hombres sólo para procurarte placer y estabilidad y asunto resuelto.
Arcana depositó el labial rojo en una de las manos de Rosse y comenzó a dar vueltas
alrededor de ella.
Tú eres una mujer bonita- le dijo a Rosse-, estoy segura de que ningún hombre
desaprovecharía la oportunidad de acostarse contigo. Y además yo puede ofrecerte la
posibilidad de ser irresistible, de que ningún hombre pueda dejar de desearte sin
importar su edad, estado civil o condición social. De esa manera tú podrías imponer
las condiciones, nadie volvería a jugar contigo ni a defraudarte, todos serian una
deliciosa diversión que podrías manipular a tu gusto las veces que quieras. Y eso
incluye a Omar…
Rosse se estremeció al escuchar aquellas últimas palabras. ¿Acaso era posible que
Arcana le estuviera ofreciendo la opción de “enamorar” a Omar y de que éste estuviera
sujeto a su voluntad incondicionalmente?
Veo que te interesa mi oferta – exclamó Arcana al notar el desasosiego en el rostro de
Rosse-. Y si quieres, también puede darte mucho dinero y poder, de esta manera jamás
tendrás que volver a preocuparte por nada en la vida. Ya ves como si puedo ayudarte
en tus problemas sin necesidad de que involucres ninguna de esas idioteces de los
sentimientos y demás…
Rosse se quedó pensando con detenimiento en aquella propuesta. La verdad ella no
quería lastimar ni jugar con los sentimientos de nadie y le daba igual si algún hombre la
deseaba o no. Tampoco le daba mucha importancia al dinero o al poder pues jamás fue
una mujer ambiciosa en ese sentido, sin embargo pensaba en Omar. Si lucifer podía
hacer que su exnovio la volviera a amar, que realmente estuviera tan enamorado de ella
que fuera incapaz de lastimarla de nuevo…
Pero no, Arcana no había dicho que podía hacer que Omar la amara sino que podía
hacerla irresistible para cualquier hombre. Y eso cambiaba absolutamente todo el
panorama. Aunque ella estuviera con Omar, aunque el jamás hiciera nada para herirla,
aunque pudieran vivir “tranquilamente” el resto de vida, de nada serviría si aquella
supuesta felicidad estaba basada en una mentira, en una mera ilusión. Eso lejos de hacer
a Rosse feliz, la llenaría de más amargura y dolor.
Bueno niña responde – increpó Arcana-, dime que te parece, ¿no crees que es un
magnifico trato el que te estoy ofreciendo?
Rosse enjugó sus lágrimas con las manos y titubeante respondió al cuestionamiento de
la princesa oscura:
No. No es eso lo que quiero, mi intención no es dañar a nadie y mucho menos jugar con
los sentimientos de otros tal y como otras personas han jugado con los míos. Lo que me
ofreces no me sirve para nada salvo para hacerme sentir peor de cómo ya me siento….
Y te sentirás peor, niña imbécil y sentimental – exclamó violentamente Arcana al tiempo
que colocaba sus manos alrededor del cuello de Rosse y de un fuerte tirón la ponía de
rodillas frente a ella apretando la garganta de la chica con una fuerza sobrehumana –
Eres una pequeña basura que me ha colmado la paciencia y ya no pienso seguir oyendo
tus sandeces, viniste aquí buscando escapar del dolor que tu vida te provoca y ahora te
cumpliré tu deseo…
Al sentir tan tremenda fuerza cortando su respiración, Rosse dejo caer el lápiz labial que
Arcana le había dado y que aun sostenía en sus manos y trató de liberarse de las garras
de aquel monstruoso ser: clavó sus uñas en los antebrazos de Arcana y forcejeó con el
cuello y la cabeza para zafarse de ella. Pero fue inútil.
Arcana se reía con una voz tan hueca y espantosa como su mirada y sólo hacia pausas
en sus risas para decir con sarcasmo:
Ya no quiero sentir dolor, ya no quiero sentir dolor, vean como sufro, vean como sufro…
ja,ja,ja ojala alguien viera como sufres en este momento niña, así tal vez te tendrían
algo de compasión…
Rosse por fin dejo de luchar. Era evidente que jamás, jamás podría vencer al diablo y
que moriría en ese lugar sin que nadie pudiera ayudarla, ni su familia, ni sus amigos, ni
siquiera Dios…
Dios- balbuceó Rosse usando el poco aliento que aun le quedaba en la garganta. Luego
bajó las manos para apoyarlas sobre el suelo y cerró los ojos esperando que la malvada
princesa de las mentiras terminara de asfixiarla.
Dios – volvió a murmurar Rosse en voz muy baja. Entonces una serie de imágenes y
recuerdos de su niñez -de cuando ella tenía 6 años para ser más concretos- inundaron su
cabeza...
¿Entonces éste es Dios?- preguntó la pequeña Rosse a su abuelo mientras éste le
colgaba un bello rosario con crucifijo de plata en su cuello.
No hija - contestó el abuelo con tono comprensivo-, esta es una imagen que representa
a Dios.
¿Y por qué tiene sus manos así? - preguntó la pequeña niña mientras observaba la cruz
del rosario e imitaba la posición de Cristo con sus propios brazos.
El abuelo de Rosse se hincó delante de ella para poder quedar a su altura y luego
sostuvo el crucifijo entre sus manos mirándolo atentamente:
Tiene sus manos así para que veas que no oculta nada, que no te engaña, que no tiene
nada en las manos para hacerte daño. -dijo su abuelo mientras sostenía el crucifijo
frente a la cara de su nieta- También tiene las manos en esa posición para que nunca
olvides que si necesitas un abrazo, Él siempre estará dispuesto a dártelo...
Una vez que fue creciendo y que su amado abuelo falleció, Rosse se fue olvidando de
cualquier asunto que tuviera que ver con Dios. Nunca creyó realmente en Él, ni para
pedirle ni tampoco para reclamarle. Conservaba el rosario que le dio su abuelo como
recuerdo pero procuraba no pensar en nada más allá de eso, tal vez porque pensar en
Dios era pensar en su abuelo y la chica seguía extrañándolo mucho a pesar de los años
que habían pasado desde su muerte.
Mientras todo esto acontecía en la mente de Rosse , la escena que se desarrollaba en la
bodega era como para helarle la sangre a cualquiera. Una mujer de pequeña estatura
elegantemente ataviada sujetaba el cuello de una mujer más grande que permanecía
hincada sobre el sucio piso de la oscura bodega. Arcana mostraba un gesto de placer
desmedido al tiempo que clavaba con fuerza sus uñas en la garganta de Rosse mientras
la chica se mantenía con los ojos cerrados y las manos apoyadas sobre el suelo...
Entonces una de las manos de Rosse palpó un objeto familiar. Rosse apretó en su mano
el objeto que había sentido y por medio del tacto supo que se trataba del crucifijo que
Arcana había roto y arrojado al suelo unos minutos atrás.
Rosse siguió recordando.
¿Entonces si necesito un abrazo Él me lo va a dar? -preguntó la pequeña Rosse a su
abuelo.
Así es Rosse- respondió el anciano-, no importa en donde estés Él siempre va a estar
contigo.
¿Aunque tú no estés conmigo abuelo? - agregó la pequeña niña.
Aunque no este yo, ni tus papas, ni tus compañeritos de la escuela, ni nadie más. Dios
siempre estara listo para cuidarte, para protegerte y para amarte...- Respondió con
resolución el abuelo…
Sabes una cosa niña -dijo Arcana mientras paseaba sus largas uñas por la garganta de
Rosse-, después de que acabe contigo tal vez me de un paseo por tu casa. Tu hermano
ya esta entrando en la pubertad y tú sabes, los niños en esa edad son "muy curiosos" y
necesitan mucha atención.-Terminó de decir Arcana con tono de sarcasmo.
Mi hermano -murmuró Rosse mientras abría sus ojos y observaba fijamente el rostro
burlón de Arcana.
Tal vez a mí puedas matarme -siguió musitando Rosse a pesar de que Arcana parecía no
prestar atención a sus palabras-, pero no dejare que lastimes a nadie más mientras
pueda evitarlo...
De pronto Rosse se armó de valor y coraje y de una fuerte sacudida logró zafarse de las
manos de Arcana y alejarse unos pasos de su victimaria.
Rosse estaba a gatas sosteniéndose sobre sus cuatro extremidades y respiraba
agitadamente tratando de recuperar el aliento perdido. Al mismo tiempo Arcana la
miraba sorprendida a unos pasos de ella.
Abuelo, tú creías en Dios -dijo Rosse para sus adentros mientras seguía respirando
rápidamente para llenar de aire sus pulmones-. Seguramente no en un dios malvado al
que no le importan los problemas de las personas sino en un Dios que puede ayudarnos
cuando no tenemos a nadie m....
Rosse no pudo terminar de pensar aquella última frase debido a que Arcana se había
acercado apresuradamente hacia ella y le había propinado un fuertísimo puntapié justo
en las costillas...
Agghhhhhh¡¡¡¡. Aquella abandonada bodega se estremeció con el agudo grito de dolor
de Rosse.
La muchacha se llevó una mano al costado para tratar de aminorar el terrible dolor que
sentía y ahora estaba postrada de rodillas y apoyándose con una sola mano del suelo.
No sé de donde sacaste fuerzas para liberarte de mis manos - díjole Arcana con gesto
enardecido- pero lo mismo da porque dije que ibas a sentirte peor y lo cumpliré...
Rosse aun no acaba de asimilar aquellas palabras cuando un terrible dolor en su mano se
mezcló con aquel otro que sentía en las costillas.
Te dije que ustedes son criaturas rastreras y así deberían ser tratados - dijo con
crueldad Arcana mientras aplastaba y refregaba con su tacón el dedo anular de la mano
que Rosse tenia sobre el suelo.
Como una cucaracha, así son ustedes -dijo Arcana entre risas- Y terminan igual que
ellas...
Rosse -que seguía sintiendo el espantoso dolor de sus costillas rotas- miro con horror su
mano sangrante: el pisotón que Arcana le había dado fue tan severo que había deshecho
su dedo anular, le rompió el hueso y había arrancado la uña de su lugar...
Muy bien niña -dijo Arcana sosteniendo a Rosse nuevamente por el cuello y
levantándola con una fuerza extraordinaria- Ahora es tiempo de que pagues por el
tiempo que me has quitado. Este es tu fin...
Arcana sostuvo a Rosse con la mano derecha e hizo puño su mano izquierda acercando
y hundiendo la piedra del anillo de compromiso que tenia en su dedo en la mejilla de
Rosse.
No te preocupes niña -dijo Arcana mientras iba rebanando con su anillo la carne del
rostro de Rosse- Esto esta a punto de terminar...
Arcana separó el anillo del herido rostro de la muchacha y de un puñetazo lo hundió en
su cuello.
Luego de retirar su puño, la marca de una pequeña media luna apareció grabada en la
piel de Rosse.
Ya eres mía - exclamó Arcana satisfecha-. Ahora sólo me resta acabar de matarte y
podré ir a divertirme con tu hermanito...
No, no Samuel -pensó Rosse desesperada y continuó en soliloquio mental- Dios
ayúdame por favor, no te pido fuerzas para salvar mi vida porque sé que yo misma me
busque esto pero te pido que me dejes proteger a mi hermanito de este monstruo. Y si
no lo puedo proteger yo por favor protégelo tú, abrázalo, abrázalo, abrázalo siempre,
tú que eres el único que nunca haces nada para lastimarnos...
En una centésima de segundo, un último recuerdo abordó los pensamientos de Rosse.
¿Entonces Dios nunca me va a dejar solita?- cuestionó Rosse a su abuelo
No mi pequeña Rosse -respondió el abuelo- jamás te dejara sola, pero es muy
importante que tú...
¿Que yo qué abuelito? -interrumpió la curiosa nena.
Pero es muy importante que tú también seas valiente y no huyas de los problemas. Dios
te ayudara a enfrentar los problemas siempre que tú estés dispuesta a enfrentarlos...
La pequeña niña no entendió mucho de aquella diatriba religiosa pero se sintió confiada
con lo que su abuelo le había dicho así que se acercó a él para darle un fuerte abrazo.
Tampoco olvides nunca lo especial que eres Rosse- susurró el anciano al oído de su
nieta mientras la abrazaba...
Rosse sintió un profundo escalofrío en todo el cuerpo. Por un segundo el dolor por sus
costillas rotas, su dedo destrozado y su rostro cortado desapareció. Reparó en el
crucifijo que, inconscientemente, había seguido apretando en su mano a pesar de todo el
dolor que le había causado Arcana.
Rosse apretó aquel fragmento del rosario en su puño con todas sus fuerzas y mirando a
Arcana directo a sus vacíos ojos dijo:
Sí. Estoy dispuesta.
Arcana se extraño de aquella frase pero no tuvo mucho tiempo para responder. De
pronto Rosse sujetó el brazo del demonio y enterró sus uñas hasta hacerla gritar y logró
que se alejara de ella un poco.
Maldita -vociferó Arcana- como pudiste...
Pero tampoco esta vez pudo terminar su frase ya que Rosse la sujetó por el cuello con la
mano del dedo roto y con la otra empezó a descargar un golpe tras otro sobre su rostro.
La situación había dado un giro inesperado. Ahora era la princesa oscura la que trataba
de escabullirse pero se veía impedida por la extraordinaria fuerza y voluntad que ahora
se vislumbraba en la mirada de Rosse.
Luego de asestar un par de golpes más, Rosse se concentró en los ojos de Arcana,
aquellos ojos huecos y carentes de toda expresión.
Tenías razón Arcana - dijo Rosse acercando sus dedos a la maltrecha cara del demonio-,
los seres humanos podemos ser muy débiles y frágiles pero afortunadamente
conocemos el amor: amor por los demás y por nosotros mismos.
Arcana dejaba ver un enorme odio en las maltratadas facciones de su rostro mientras
seguía escuchando a Rosse hablar.
Y el amor de Dios, sí, el amor de Dios. Todo eso nos hace fuertes - dijo Rosse como
hablando con ella misma-. Arcana, si tú no puedes ver la fuerza que poseemos los seres
humanos tal vez necesites otros ojos menos vacíos...
Dicho esto, la chica hundió los dedos de su mano en las cuencas oculares de Arcana
haciendo que ésta soltara un agudo y desgarrador chillido...
Desgraciada, maldita, esto no es posible -maldecía Arcana mientras se alejaba de Rosse
cubriéndose los ojos con las manos- Ningún ser humano puede.... A menos que...
El demonio levantó su cara hacia el cielo y vociferó lleno de rabia:
Tú... ¿Por qué siempre los ayudas?, ¿no te das cuenta de la insignificancia que son?
Sólo se acercan a Ti cuando necesitan algo. Tú y ellos son iguales, estúpidos
sentimentales...
Luego de decir esto, Arcana dejó escapar un ensordecedor y prolongado grito que
cimbró todo el bosque y obligó a Rosse a encogerse y taparse los oídos con las manos.
Cuando aquel infernal ruido cesó, Rosse separó las manos de sus oídos y levantó la
mirada sólo para descubrir que Arcana había desaparecido.
Fue entonces que la fatiga, fruto del esfuerzo que la chica había estado haciendo, cobró
su justa dimensión y Rosse empezó a tambalearse hasta que se desplomó a un lado del
polvoso retrete del bañito.
Nadie sabrá jamás (excepto Dios) cuanto tiempo permaneció Rosse tirada en el suelo de
aquel inmundo sitio pero después de un rato la chica logró entreabrir los ojos y un brillo
amarillo le ayudó a recobrar la lucidez...
Que sucede… - dijo Ross mientra sus ojos recién abiertos se esforzaban por ajustar la
luz que entraba a través de ellos.
Por fin la muchacha pudo enfocar bien su mirada y descubrió que aquel brillo amarillo
que lograba atisbar desde el suelo no era otra cosa que la parpadeante luz del candelero
que iluminaba aquel bañito.
Luego Rosse, apoyándose sobre el retrete, trató de ponerse en pie pero un intenso dolor
en el costado la sobrecogió de repente. Entonces la chica recordó todo lo que había
sucedido y todo el terrible daño que había recibido. Ella miró una de sus manos y en
efecto, su dedo anular estaba destrozado.
Como pudo, Rosse se fue poniendo de pie hasta quedar justo frente al maltratado y
sucio espejo del baño. Observó una alargada herida que recorría un lado de su rostro y
que estaba impregnada de sangre ya coagulada.
En ese instante, un sabor desagradable corrió súbitamente por el esófago de la chica
culminando en su boca. Rosse hizo el rostro de lado y se inclinó un poco para escupir
sobre el suelo: un chorro de espesa sangre se mezcló con el polvo de la vieja bodega.
Rosse miró aterrorizada su sangre que ahora cubría el piso de la bodega. Luego giró su
rostro para contemplarse nuevamente en el espejo y vio como toda su cavidad oral
estaba coloreada de un tono carmesí...
Tengo que irme de aquí -murmuró angustiada Rosse-. Si permanezco en este lugar voy
a desangrarme hasta morir...
La asustada chica bajó la cabeza un momento mientras respiraba profundamente
pensando como haría para salir de ese lugar cuando un par de objetos en el suelo
llamaron su atención.
Rosse fue flexionando muy lentamente sus rodillas hasta que quedó a ras de suelo y con
su mano sana tomó aquellos objetos. Luego se incorporó con mucho cuidado y observó
las pequeñas cosas que había recogido del piso: el lápiz labial que Arcana había usado
para pintarse la boca y su crucifijo de plata...
La chica sostuvo el crucifijo junto a su pecho y dijo con voz temblorosa: gracias,
muchas gracias…
Luego de decir esto, Rosse volvió la cabeza, contempló la siniestra oscuridad de la
bodega y recordó lo difícil que había sido para ella llegar hasta ese lugar debido a la
total ausencia de luz.
Entonces una idea vino a la mente de Rosse. Se quedó mirando el viejo candelabro que
iluminaba el bañito donde ella estaba y detectó que estaba a suficiente distancia como
para que ella pudiera alcanzarlo y descolgarlo.
Pero antes de hacer eso, Rosse volvió a mirarse al espejo. Recordó la última herida que
Arcana que la había hecho, aquella marca con forma de media luna en su cuello.
La chica acercó su cara al maltratado espejo y examinó cuidadosamente su cuello, luego
se palpó con los dedos el lugar donde la princesa oscura había enterrado su anillo.
Aunque Rosse no podía explicarse cómo, aquella marca de la media luna había
desaparecido...
La muchacha dejó escapar un suspiro de alivio pero luego reparó en uno de los objetos
que sostenía en la mano: el lápiz labial de Arcana.
Rosse sujetó el labial con coraje entre sus manos y estaba a punto de arrojarlo cuando de
repente recordó todo lo que había pasado esa noche: Arcana, el pacto, la lucha, las
heridas, pero sobre todo, Rosse recordó el porqué había empezado todo.
El dolor, el dolor -repetía Rosse mientras observaba aquel lápiz labial rojo. Luego
recordó lo que Arcana había dicho. Sin amor no hay dolor...
Sin amor no hay dolor, sin amor no hay dolor- musitaba Rosse hasta que, contemplando
los brazos del pequeño cristo crucificado que también tenía en la mano, decidió guardar
silencio.
Tras una pausa prolongada, Rosse sujetó el lápiz labial entre sus dedos y con letras muy
pequeñas empezó a escribir sobre el espejo el baño:

Sin amor no hay dolor,


no hay novios que engañen,
no hay maridos que sean infieles.
No hay amigos que traiciones la confianza,
que apuñalen por la espalda y falten a la camaradería.
Sin amor ya no hay tristeza ni penas,
no hay apegos, cariños, ni nostalgias.
No hay despedidas, ni muerte, ni melancolía…
Sin amor uno deja de ser vulnerable,
deja de ser una criatura desprotegida y frágil,
ya no hay nada que haga daño, nada que lastime.
Sin amor no hay heridas, no hay lamentos, no hay sufrimiento.
Ya no hay lágrimas, sollozos ni punzadas en el pecho.
Se duerme en paz, se despierta tranquilo.
Pero si el amor es algo tan nocivo, tan dañino para nosotros, si causa tanto dolor y
sufrimiento ¿entonces porque amamos?

Rosse cesó de escribir y dejó caer el lápiz labial al suelo. Se quedó mirando el
parpadeante brillo del candelero que se reflejaba en el sucio espejo de aquel baño, miró
la amarilla luz que emitía aquella lámpara. En un momento, le pareció tan hermosa, tan
pura, tan clara. En un lugar tan inmundo y asqueroso, en aquel sitio que estuvo a punto
de convertirse en su tumba, en esa bodega oscura y solitaria aquella lucecita parecía ser
una luz salvadora, un pequeño sol que protegía a Rosse de la oscuridad, del diablo, del
miedo y de la soledad.
Rosse observó la densa oscuridad que le rodeaba. El ambiente estaba más frío que
cuando había llegado ahí. A través de los tragaluces del techo sólo se veía el negro
profundo y lúgubre de aquella noche sin luna ni estrellas.
El corazón de la muchacha se estremeció un vez más. Sintió el frío, la oscuridad y el
miedo penetrar en lo más profundo de sus huesos. Todas aquellas poderosas emociones
se mezclaban con el espantoso dolor de las heridas que tenia su cuerpo. Luego
contempló la lámpara que seguía colgada en el techo del baño, oscilante de aquí para
allá debido al viento.
Rosse se subió a la tapa del retrete, con cuidado bajó la lámpara de donde estaba y luego
acomodó la gruesa vela que tenia en su interior y que casi se había ido de lado. La luz
dejó de ser parpadeante y el pabilo empezó a arder uniformemente...
La moribunda chica miró en dirección por donde había llegado. Luego tomó mucho aire
y, sosteniendo en su mano sana la rustica lámpara, empezó a caminar entre aquella
oscuridad decidida a encontrar la salida.
De pronto pareció recordar algo. Regresó los pocos pasos que había avanzado y se
quedó mirando el sucio espejo del baño. Leyó la última frase que había escrito:
Pero si el amor es algo tan nocivo, tan dañino para nosotros, si causa tanto dolor y
sufrimiento ¿entonces porque amamos?

Rosse se inclinó para levantar el gastado lápiz labial que había usado hace unos
momentos para hacer las inscripciones en el espejo y sosteniéndolo con firmeza
comenzó a escribir una vez más.
Después de anotar palabras y más palabras, Rosse dejo caer el lápiz labial al piso
nuevamente, dio media vuelta y empezó a internarse en la lóbrega penumbra de la vieja
bodega.
Ya no importaba el dolor, ya no importaba la tristeza, ni la angustia, ni el sufrimiento.
No importa -decía Rosse con voz fuerte y decidida mientras caminaba torpe y
fatigosamente debido a la sangre que había perdido y al miedo que inundaba su alma-
Ya no importa...
El corazón de la muchacha latía con mucha fuerza y golpeaba violentamente la caja
torácica como si quisiera salirse del pecho y echarse a volar muy lejos de ahí. Sus ojos
estaban húmedos y calientes, las pupilas dilatadas y el globo ocular saturado de venitas
rojas. Las frías manos de Rosse temblaban sin control- además de que una de ellas
estaba hinchada y sangrando- y en la garganta sentía un nudo enorme que le dificultaba
la respiración y se mezclaba con el amargo sabor de la sangre que provenía de sus
entrañas. De vez en vez, Rosse hacia de lado la cara y escupía un poco de sangre medio
coagulada sobre el suelo.
No importa -decía Rosse mientras su voz se iba quebrando y gruesas y tibias lágrimas
cristalinas empezaban a escurrir de sus ojos. Conforme el dolor de su costado lastimado
se hacia más agudo y punzante, sus fuerzas la abandonaban poco a poco y con ellas, la
vida se iba escapando de su cuerpo. Pero aun así seguía sin detenerse, sosteniendo el
viejo candelero en sus manos, y sin dejar de decir para sus adentros: No importa el
dolor siempre que pueda haber amor...
Con los últimos y tenues destellos que la vieja lámpara iba dejando tras el funesto andar
de aquella moribunda muchacha, aun alcanzaba a leerse la última frase que estaba
escrita en la parte más baja del espejo del baño.

Entonces, ¿por qué amamos?


Porque sin amor, las cosas bellas son sólo cosas, Porque sin amor, las cosas buenas son
sólo cosas, y las personas especiales que hay en este mundo serian sólo objetos vacíos
que van y vienen uno tras otro.
Porque sin amor, la vida no vale la pena de ser vivida y ni siquiera merece llamarse
vida.
Porque el amor es una lámpara que nos ayuda a encontrar el camino correcto en medio
de la oscura y tenebrosa noche del inevitable dolor.
Y el eterno e incomparable amor de Dios, es como la luz de un candelero que jamás
deja de arder sin importar que nosotros o el diablo tratemos de apagar su fuego...

FIN

Post Scriptum.
Escrito en el diario de vida de Rosse unas horas antes de partir camino al bosque.

“Hoy es el día. Por fin reuní el valor suficiente para ir al bosque tal y como me explicó
Samantha y hacer un trato con él.
Lo único que quiero es encontrar algo que me ayude a no sentir dolor, algo que sea lo
suficientemente poderoso como para vencer la desesperación y el sufrimiento que
siento, algo que sea capaz de vencer al dolor. Si existiera algo así en el mundo, si
hubiera algo más fuerte que el dolor…
Seria capaz de entregar mi vida con tal de obtenerlo…”

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