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Tras 1820, se constituyó un grupo dirigente herterogeneo que tenía un común objetivo: ordenar el
caos tras la caída del poder central. Un orden que ya no buscaba colocar a BA en el centro de un
poder nacional, si no atender los problemas “fronteras adentro”: reorganizar la economía,
organizar la indisciplinada sociedad movilizada tras la guerra de independencia e imponer un
neuvo principio de autoridad. A su vez, el nuevo Estado-provincia utilizaba las rentas de la aduana
en su propio favor.
Se constituyó durante algunos años la “feliz experiencia”, debilitada a partir de las propuestas de
convocatoria a un congreso constituyente que buscaba organizar el país bajo un Estado unificado:
divisiones y disputas en su interior se sumaron a la guerra en el exterior en el Brasil y la guerra civil
en el interior.
Muchas de las transformaciones emprendidas en esta etapa fueron utilizadas por el propo
gobierno de Rosas, quien se apoyó en gran parte en las instituciones fundadas en 1821.
Ley electoral 1821: sufragio amplio y directo que creó una participación más vasta del
electorado potencial, disciplinando a través de la participación en el sugrafio la
movilización iniciada con la Revolución y legitimar así al nuevo poder provincial creado en
1821.
Los diputados representaban de manera desigual a la ciudad y a la campaña: la Sala de
Representantes designaba el número de representantes que le correspondería a cada
espacio. Además, los candidatos para representar a la campaña eran discutidos y
designados en la ciudad y los electores sufragaban unánimamente por el candidato oficial
propagandizado por el juez de paz local. Los de la ciudad, en cambio, se disputaban el
poder en distintas listas y los electores se distribuían.
La inclusión de la inclusión definitiva de la campaña al régimen representativo trajo como
consecuencias ael delineamiento del nuevo espacio político provincial, en tanto aparecen
nuevas jurisdicciones adminsitrativas y político-electorales, y contribuyó a acelerar la crisis
final del espacio urbano colonial con base en los cabildos.
Mientras la élite gobernante se mantuvo replegada al interior del Estado provincial, las
diferencias pudieron atenuarse en pos del objetivo común; pero cuando la élite se lanzó a
la unificación de la nación, las divisiones afloraron. La convocatoria al Congreso
Constituyente de 1824 representó el comienzo del fin de la feliz experiencia.
Introducción
Construcción político-territorial
Conclusión
- Hsata la organiación definitiva de la provincia, Salta no fue más que la expresión política de un
conglomerado de ciudades y campañas dependientes, representadas en la Junta Provincial que
elige un gobernador y que arduamente intenta uniformar su administración y legislación. Sus
habitantes, lentamente se van definiendo en función de la cuna, del suelo que los vio nacer.
Con la caída del poder central en 1820 emergió una nueva realidad: el esfuerzo por
afirmarse por parte de os Estados autónomos provinciales. Las élites provinciales buscaron
consolidar espacios soberanos sobre la única unidad socio-política existente, la ciudad-
provincia.
La disolución del poder central aceleró el proceso de disgregación de la antigua estructura
virreinal para dar nacimiento a verdaderas soberanías autónomas.
Un rasgo a destacar es la firma de pactos interprovinciales como instrumento legal para
reorganizar el orden de cada espacio provincial y conciliar su autonomía.
Con el surgimiento de los Estados autónomos surgieron los textos constitucionales
provinciales, que junto a las leyes complementarias rigieron el desenvolvimiento
institucional provincial. Siguieron en su mayoría los lineamientos del constitucionalismo
republicano al establecer un poder legislativo basado en la soberanía popular: las Salas de
Representantes. Antes que surgiera, el Cabildo de cada ciudad o villa ejercía funciones
sobre su centro urbano y la zona rural de su dependencia, pero la necesidad de incorporar
los intereses de la campaña – a causa de la militarización- y los antagonismos de ésta con
la ciudad, dieron origen a las legislaturas. Mientras el cabildo era expresión del status de
ciudad, la legislatura representaba, con carácter de ciudad y campaña, a la nueva entidad
politica “provincia”.
Así, las nuevas soberanías autónomas fueron el resultado de la incorporación de la
campaña en la definición de un nuevo régimen representativo que durante la época
colonial carecía de representación en los cabildos.
Pacto Federal:
Aunque el afianzamiento del ejercicio de las soberanías provinciales tendió a consolidarse
luego de 1831, creció paralelamente la influencia de BA en la mayoría de los gobiernos
provinciales, mientras se fue debilitando, cn la extensión de la práctica de las facultades
extraordinarias, el desarrollo de la legalidad constitucional. Desde 1820 a 1835 el
incremento de las facultade respondió a las necesidades de cada provincia; luego de 1835
se advierte que ese aumento constituía un principio orgánico usado para la conservación y
el desarrollo del régimen político.
Las soberanías provinciales adoptaron formas “republicanas representativas”, a las cuales
no escaparon los regímenes de caudillos, como solución provisional para legitimar un
orden social y político luego de las luchas de Independencia, pero también para resistir a
las tendencias hegemónicas de BA. El dogma de la soberanía popular se convirtió en el
fundamento de las relaciones sociales y prácticas políticas.
Myers: Rosas
Introducción:
- Son tres las grandes cuestiones consideradas decisivas para cualquier interpretación de ese
régimen:
1. La violencia empleada por el rosismo contra los opositores al régimen y aun contra
cualquier persona poco fervorosa en su apoyo
2. su práctica autoritaria de gobierno, resumido en la fórmula jurídica de la “Suma
del Poder Público”
3. El “Sistema Americano” y los diversos hechos de armas o diplomacia por los que el
gobierno rosista exteriorizaba su patriotismo antieuropeo
El sistema de gobierno de Rosas fue novedoso pues combino una modalidad fuertemente
personalista y la complicada maquinaria jurídico-institucional porteña, legado de la “feliz
experiencia”.
Jefe militar y político de la campaña. Como productor rural, tuvo reputación como experto en las
necesidades económicas del campo, además de serle encargada la pacificación de la frontera
indígena pues se lo consideraba idóneo por su conocimiento de la frontera ganadera y de los
pueblos que la habitaban.
Si bien nunca aceptó los cargos políticos que el “Partido del Orden” le ofreció, apoyó al proyecto a
partir de su interñes por la estabilización de la sociedad y del gobierno.
Entre 1827 y 1829, Dorrego y su partido impulsarían una persistente campaña facciosa contra los
notables unitarios, para luego ser derrocado por Juan Lavalle. Convertido en árbitro de la situación
desde principios de 1829, Rosas buscó proyectar una imagen pública de estricto apego a la letra de
la ley que contrastara con la representación que hacía de los unitarios usurpadores y enemigos del
orden legal.
La elección de 1829 lo dieron como gobernador, y ante la situación de crisis imperante en Bs As,
dotado de facultades excepcionales. Su régimen nació identificado con la defensa de la legalidad,
acatando las leyes fundamentales que había dejado la presidencia de Rivadavia.
Facultades excepcionales
Rosas ejercería entre 1829 y 1832 su poder a través de las instituciones vigentes y utlizaria los
medios legales a su alcance para construir desde el gobierno un poder faccioso más poderoso que
las identidades facciosas existentes.
El instrumento por excelencia de su política fue el poder que le conferían las “facultades
exceplcionales”, que debían regir por un tiempo corto, hasta ser superada la crisis institucional.
Junto a ellas y al control de las fuerzas armadas y de la campaña, acosaría a los dos poderes que
más amenazaban su hegemonía: el partido federal y la legislatura. Una vez anulados los unitarios
como fuerza política a partir de la represión estatal y su exclusión de espacios institucionales y
públicos, pasaron a ser un “espejismo”, un “enemigo virtual”, cuya invocación servía para opacar
los verdaderos designios de la política rosista: dentro de la facción federal se dividieron entre
rosistas y antirrosistas, en torno a la continuidad o no de las facultades excepcionales; la
legislatura, conciente de su propio poder y autonomía respecto al poder ejecutivo, ya se las había
concebido, pero rechazándole la segunda vez, llevó a que Rosas dimitiese de continuar en el
puesto. Rosas había hecho de las facultades excepcionales el punto sin el cual no seguiría como
gobernador.
Interregno
Durante el interregno (1832-1835) que no estuvo al poder, tuvo operadores políticos que
hostilizaban los consecutivos gobiernos no rosistas mientras aquèl se hallaba en la frontera
comandando la “campaña al desierto”. Uno tras otro los gobiernos provisorios caerían: Balcarce,
Viamonte, Maza. En este sentido tuvo un gran protagonismo la Sociedad Popular Restauradora,
que movilizaba sectores de la población, desde los más plebeyos de la urbe hasta la población
rural, y en donde Encarnación Ezcurra, su mujer, tuvo un gran protagonismo. Así, la legislatura,
obligada a purgar de sus filas a los federales no rosistas, optaría por ceder a la netrega de la Suma
del Poder Público a Rosas, asumiendo a su vez, que había perdido aquella autonomía frente al
Poder Ejecutivo, obteniendo un nuevo rol como “órgano consultivo”. La realidad del poder residía
en Rosas y en aquella sociedad movilizada que había colaborado en el logro de su éxito.
Uniformidad
Represión
La represión operaba en dos ordenes: extirpar el disenso faccioso y crear una ciudadanía
republicana virtuosa. En cuanto al primer punto se destaca la censura a la prensa como blanco
predilecto, como también el teatro. Del segundo punto, Rosas emplearía la fuerza del Estado para
reglamentar los comportamientos: las milicias, las levas, la policía, el espionaje doméstico se
unieron a La Mazorca, en tanto terrorismo de Estado, para obligar a la población en general a
participar del “consenso general” que enaltecía a Rosas, aceptando las imposiciones de
uniformidad cada vez más exteriorizadas: prendas y señas rojas, juramentos de lealtad, fachadas
de las casas.
El poder sobre el conjuntod el territorio de la Confederación era de facto, ya que la teoría sostenía
que todas las provincias eran en gran medida soberanas, salvo en aquellos aspectos –como la
representación internacional- en que se había delegado sus facultades en el gobierno de Buenos
Aires. Para lograr ese resultado, Rosas extendió el terror a todas las provincias.
Por ello para su continuidad dependió de la acción de un Estado fuerte. Entre 1839 –Revolución del
sur- y 1848, la guerra civil entre unitarios y federales se generalizaría en todo el país. A partir de
1839, en que Rosas dominó a ls rebeldes de su provincia y se resguardó de la invasión de Lavalle,
aquellas provincias gobernadas por federales disidentes o con visos de independencia serñian
doblegadas a la voluntad rosista, mientras las lideradas por movimientos unitarias serían
reconquistadas por el federalismo.
Caída
Tres factores:
Entre los tópicos de aquellos discursos de legitimación los más significativos son:
Los Ranqueles y la palabra – Cartas de frontera en tiempos del federalismo cordobés (1840-1852)
- Mientras Rosas dirigió los destinos de la Confeeración Argentina, los enfretamientos con
los ranqueles fueron muy fuertes, existiendo expediciones militares sobre las tolderías e
invasiones indígenas sobre estancias, fuertes y poblados de la linea fronteriza. Cuando se
restablecian las paces, numerosas comitivas indigenas se acercaban a la Villa de la
Concepcion del Rio Cuarto a intercambiar sus productos, curar sus dolencias, buscar las
raciones pactadas y negociar el rescate o intercambio de prisioneros, rehenes y cautivos.
Las tensiones de la etapa de la confederación rosista en materia de relaciones con los
ranqueles muestran un carácter violento de la frontera interétnica. En este sentido, el
autor da visibilización al indígena en tanto actor social al expresar “frontera cristiana”,
“tierras adentro” o “cautivo cristiano”.
- La paz concretada hacia 1840 era efímera. En aquella época, los conflictos políticos
sacudían al federalismo (Libres del Sur, conspiración de Maza, levantamientos unitarios de
Lavalle y LaMadrid), por lo que Rosas aplicó niveles de violencia y de coerción con escaso
lugar para el disenso: todo opositor a Rosas era perseguido. Ante aquél conflicto ,los
ranqueles se acercaban a ambos bandos, aceptando refugiados unitarios en sus tolderías
como Manuel Baigorria, quien permaneció “tierra adentro” pudiendo establecer una
extensa red de relaciones políticas acrecentando su poder y prestigio en el lugar. Tambien
se aceptaban numerosos desertores de las milicias, y “renegados y refugiados cristianos”.
Los refugiados establecieron nexos sociopoliticos con los ranqueles, visibles en la
participación conjunta en los malones sobre las poblaciones fronterizas.
“Orden”, “Republica” y “Organización”. Los discursos de la Liga del Norte. – Pablo Mena
- En 1840 las elites locales de diferentes provincias del norte combinan entre ellas para dar
origen a la “Liga del Norte”.
- Es posible advertir a partir de l análisis de los términos “Orden”, “República” y
“Organización”, en el discruso de los actores, elementos confluyetes en la concreción del
arco de oposición antirrosista, que aunque heterogenea, encontraba allí su punto de
confluencia. “Orden” apelaba a la vigencia de las leyes y las instituciones, la legitimidad.
“República” sería el espacio en donde el orden se habría construido, en el cual se
precisaba una “Organización”, institucionalizada en una constitución.
- La oposición fue encabezada por jóvenes “doctorcitos”, llamados así por ser tucumanos
egresados de la UBA, que al regresar a su provincia encontraron acogida por el gobierno de
Heredia, llegando a puestos políticos trascendentes. Formaban parte de la “Nueva
Generación”, la cuals e destaca por la diversidad de criterios en tema política.
- La situación previa al pronunciamiento era critica: pauperización de sus arcas tras la guerra
contra la Cofnederación Peruano-Boliviano, sumado al clima de tensión e inestabilidad tras
la muerte de Heredi en Tucuman, que impedían garatnizar un orden estable. Los grupos de
poder provinciales eran conscientes del que el éxito de la estabilidad local se relacionaba
con la relación con las provincias vecinas. En este sentido, hacia 1840, la Sala de
Representantes tucumana, presidida por Marco Avellaneda, elaboró en forma de ley un
pronunciamiento donde se anulaba las prerrogativas de representación exterior al
gobierno de Buenos Aires. Se buscaba no sólo oponerse al orden porteño, sino también
buscar una alternativa al lado de las provincias vecinas. A la acción tucumana se unieron
pronto Salta, Jujuy, Catamarca y La Rioja.
- La Liga del Norte fue un frente de oposición constituido para derribar el orden personalista
del rosismo, para dar paso a la organización nacional, siendo uno de sus objetivos erigir
una constitución. La Liga se inclinó siempre hjacia una articulación política que excede el
espacio regional y provincial.
- La Liga del Norte parece haber surgido como una alternativa, producto de la iniciativa de
algunas provincias, para la resolución de demandas que obedecían a la necesidad de
sostener el “orden” interno, a partir de un agrupamiento inter-provincial, pero que a la vez
se proyectaba como una vía de “organización” constitucional que englobaba a la
“República” toda.
Durante el rosismo, la existencia del “terror”, crímenes politicos no cometidos por agentes del
Estado si no por una suerte de organo parapolicial, la Mazorca, centró el grueso de su acción en la
ciudad y no en la campaña. A diferencia de las clases populares, la elite porteña era un grupo de
difícil disciplinamiento a traves de los dependientes del gobierno, como la policia. En cambio, la
Mazorca no tenia limites; nadie podia ponerselos a un cuerpo que actuaba fuera de todo
ordenamiento, vinculadose solo a la persona de Rosas y al club de adherentes rosistas llamado
“Sociedad Popular Restauradora”, a la que pertenecía.
Rosas y la ciudad
El regimen que Rosas encabezaba parecia solido en la campaña pero estaba menos consolidado en
el ambito urbano, encontrando alli sus mayores obstáculos para su proyecto. Por ello, apenas
regresó al poder en 1835, busco afianzar el regimen en la ciudad a traves de la eliminación del
disenso y de la competencia politica.
Tomó medidas: quito peso a la Legislatura provincial, arresto a sus enemigos del núcleo federal
cismatico, despidio a sujetos para el poco confiables del ejercito y la administración publica y
mando a ejecutar a supuestos conspiradores.
Unanimidad total, ese era su objetivo: encargó a la Policia a los jueces de paz y a los alcaldes de
barrio que aseguraran ello. Se comenzó a controlar con rigor el uso de la divisa punzó y se
elaboraron clasificaciones que describian el perfil politico de los vecinos.
Si bien el propio Rosas pertenecia a la élite, y contaba con una fuerte base de apoyo entre los
estancieros, muchos otros eran unitarios o cismáticos. Muchos de ellos mantenian vinculos con los
emigrados en la Banda Oriental, otros criticaban la posesion de las facultades excepcionales de
Rosas en detrimiento del sistema republicano.
Así, el principal recurso de Rosas para conseguir la probación de la elite era el mantenimiento del
orden, pero la unanimidad se vió resquebrajada tras el bloqueo frances y las dudas de si la politica
rosista garantizaba el orden.
Si bien el Gobierno podía usar su poder coercitivo ante esos descontentos, a partir del uso de las
facultades, el apelar a la Policia no traía los mejores resultados, pues no tenía la misma autoridad
ante el resto de la población. Los vinculos barriales eran fundamentales y quienes tenían años de
residencia en una zona podian conseguir defensores en personajes fundamentales de la ciudad: los
alcaldes de barrio, los tenientes alcaldes, los oficiales milicianos, los curas y los jueces de paz.
Además, Rosas no podía simplemente matar por una cuestión de legitimidad: es ahí cuando entra
en juego la Mazorca, que no tenia limites. Nadie podía ponerselos a un cuerpo que actuaba fuera
de todo orden, cinculado solo con la persona de Rosas y con la Sociedad Popular Restauradora, a la
que pertenecía.
La Mazorca
Su origen se ligaba a una asociación política: la sociedad popular restauradora, nacida a fines de
1833. La asociación tenía el elemento distintivo de “popular”: entre sus integrantes había
individuos que no formaban parte de la elite de Buenos Aires. Su actividad política rutinaria
consistía en distintos contextos: gritaban a favor en las calles, importunaban a sus enemigos,
concurrían a la Sala de Representantes a presionar a los antirrosistas. Luego, las indicaciones de
Rosas eran principalmente vigilar a personas sospechadas de simpatias unitarias o de oposición al
regimen: las demostraciones de adhesión se hicieron más expresivas y la violencia lleno los
discursos y de a poco fue ganando otra vez las calles.
Tres elementos que legitimaron y permitieron el accionar del rosismo: la sacralización de la causa
federal, la identifiacion de Rosas como salvador y defensor de la ptria ante la agresión extranjera y
el clasicismo.
La adhesión federal le permitio a gente de inferior condicion social acusar a miembros de la elite
en igualdad de condiciones, mientras en la decada del 20 el Estado intervenia mayormente a favor
de los estratos mas altos. El apoyo plebeyo y el igualitarismo fueron uno de los rasgos clave del
régmen; había una identificación popular con el federalismo que contribuyo a que se viera la
presion politica ejercida sobre la elite como una suerte de revancha social.
Frente a opositores y observadores extranjeros, la ejecución de los atauqes era causa de la furia
popular. También sirvió para legitimar al rosismo ante la misma plebe y contribuir a su
desmovilizacion real: si la plebe rosista se consideraba en algun punto representada por las
acciones de los mazorqueros, entonces Rosas avanzaba en su principal objetivo, la construccion del
oredn.
Mientras a la plebe porteña se la vigilaba y disciplinaba con las pocas herramientas estatales
existentes, fundamentalmente la policia, a la elite disidente se la perseguia – y disciplinaba-
apelando a grupos que de alguna manera se arrogaban una representatividad popular. La elite
temía a la accion popular, pero en realidad esta estaba siendo controlada por las autoridades. El
terror fue parcialmente popular, se reivindico como tal pero quedó en pocas manos y se convirtió
en política de gobierno.
La Banda Oriental fue ocupada en 1816 por el imperio portugues (en 1822 imperio del Brasil) y
desde allí formó parte de sus territorios como “Provincia Cispalatina”. Hacia 1825, los “33
orientales”, comandados por Lavalleja, parten desde Buenos Aires para levantarse en armas contra
los brasileños, movimiento al cual se acoplaron los hombres de Fructuoso Rivera, y que buscaba
reunirse nuevamente con las provincias rioplatenses. Además de adueñarse de toda la campaña,
hacer retroceder a las tropas brasileras hacia Rio Grande del Sur, y sitiar a los brasileños en
Montevideo, Colonia y Maldonado, Buenos Aires ofreció a la sala de representantes creada por los
sublevados para que se sumara al conjunto rioplatense. El imperio declaró la guerra
La movilización militar
El emperador Don Pedro levantó un ejército importante y bloqueó el puerto de Buenos Aires para
ahogar económicamente a su oponente; mientras los porteños luchaban ante los bloqueadores y
promovieron una guerra de corso para atacar naves imperiales en pos de afectar el comercio
brasileño. Los rioplatenses apostaron a una ofensiva terrestre, volviendo a la actividad varios
soldados que habían sido licenciados tras las reformas rivadavianas, así como muchos se alistaron
a la marina debido al prestigio del almirante Brown.
La carencia de voluntarios obligó a reclutar las filas de modo forzoso, sobre todo a los “vagos”,
“mal entretenidos”, o sea, los trabajadores humildes. Este reclutamiento generó descontento: el
peso de las levas, el desinterés de la guerra y la indignación por los abusos de las partidas
reclutadoras generaron altas tasas de deserción.
Hacia 1826, con Carlos de Alvear al mando, se crea el “ejército republicano”, cuyas fuerzas
orientales estaban lideradas por Lavalleja, pese a las pretensiones de Rivera.
Sistemas enfrentados
La república era el ideal indiscutido desde 1820 en las provincias, y el conflicto con Brasil aparecía
como una lucha que no sólo buscaba anexar la Banda Oriental, sino también contra la monarquía
en América, de allí el nombre del ejército. Hacia 1284, el Congreso General Constituyente comenzó
sus sesiones (1824-1827), y tras algunos vaivenes, apoyó al bando oriental. En estos años, las
Provincias Unidas pasaron a llamarse por primera vez República Argentina, además de promoverse
la Ley Fundamental (creación del presidente provisorio) y la Ley Fundamental (presidente
permanente) y la Ley de Capitalización (Buenos Aires capital nacional), quedando en la dirección
un grupo unitario identificado con la ciudad, monopolizando el puerto y la aduana, generando un
realineamiento político con la aparición de estancieros poderosos liderados por Rosas y
Anchorenas brothers, cercanos a la facción federal.
Las dos guerras
Hacia 1827 Rivadavia envía a Manuel Garcia a negociar en Río, quien en el tratado aceptó que la
Banda Oriental quedase en manos brasileras, que se desarmase la isla Martín García y entrega de
indemnizaciones. Esta noticia generó una enorme indignación en la población y en todos los
sectores políticos. Ello decretó la caída del gobierno, renunciando Rivadavia, y clausurándose el
Congreso. La guerra la siguió liderando Borrego, lider federal elegido gobernador de Buenos Aires,
y al mando de las fuerzas Lavalleja.
Agotados
Hacia 1828, ninguno de los contendientes estaba en condiciones de afrontar una campaña eficaz,
por problemas económicos y financieros. Las deserciones continuaban. A pesar de ello, Borrego
dispuso continuar la lucha, pero la falta de recursos lo trabó. Rivera se apoderó de las Misiones
Orientales y de mucho ganado, generando que Don Pedro se convenciese de aceptar el plan
británico. Nadie se mostraba en condiciones de ganar y la llave de su resolución volvió a quedar en
manos británicas.
La negociación de la paz
La presión sobre Dorrego del grupo “neofederal” liderado por Rosas, a partir de las perjurias
económicas de Buenos Aires, por culminar la guerra, lo llevó a resignarse. Hacia 1828 se firmó la
Convención Preliminar de Paz bajo la cual la “Provincia de Montevideo” se convertía en país
independiente, los rioplatenses abandonaban el territorio imperial y ponían fin a las operaciones
de corso; libre navegación de las cuencas del Plata.
Durante la guerra el ejército generó un espíritu de cuerpo entre los oficiales y una disciplina de las
tropas que permitieron a algunos de los jefes proyectar una organización nacional impuesta a
través de su prpia acción militar. Los referentes de esta idea fueron los generales Paz y Lavalle,
allegados a los unitarios. Lavalle se insurreccionó apenas desembarcado y fusiló a Dorrego, dando
inicio a una nueva guerra federal-unitaria. El costoso enfrenamiento con Brasil generó más guerra.
- El trabajo analiza la forma en que se construyó la imagen del orden en la época. Así, la
administración cordobesa creó, principalmente a través del discurso, una figuración de la
comunidad político-social fundada en tres puntos: 1) un identidad local preexistente; 2) un
modelo ciudadano que implicaba la convergencia de virtudes cívicas y principios religiosos;
y 3) una diferenciación explícita con el resto de las provincias, en especial con la de Buenos
Aires, dejando al descubierto un modelo alternativo. Esta construcción permitió al
gobierno obtener un importante grado de cohesión interna y funcionar de forma
relativamente estable y organizada.
- Tras la caída del poder central, Cordoba reasumía formalmente su soberanía y se elegía
gobernador a Bustos. Los nuevos tutores del poder buscaron, para mantener la estabilidad
provincial, la construcción de un modelo político alternativo al de Buenos Aires, asentado
en dos valores: la religión católica como credo moral y el (con)federalismo como credo
político
- Algunos términos de esa construcción modélica son: Buenos Aires vs Cordoba; Centralismo
vs Federalismo; Religión (católica) vs Tolerancia. Buenos Aires es equivalente a porteños,
impíos, centralistas; Cordoba es federal, católica, baluarte de…
- Una institución importante fue el Patronato, que reunía la administración política y la
eclesiástica. Buenos Aires=Cismática, Cordoba=católica, brindaron legitimidad y con ello
gobernabilidad, concediento una identidad local que acompaña al proceso. La identidad
católica de Córdoba es retomada por Bustos, pues utiliza sus elementos constitutivos para
lograr cohesión grupal sin resistencias. El origen de esta identidad se remite a la influencia
que dejó la presencia jesuítica en la zona. En 1823, Córdoba rechaza la reforma del Clero
regular en Buenos Aires y la sanción de tolerancia religiosa de 1825, mostrándose
definitvamente como una alternativa.
- El gobierno de Bustos retomó las ideas que habían dado origen al sistema de los Pueblos
Libres de Artigas, que Córdoba abrazó fugazmente hacia 1815, adhesión que estaría
vinculada a las bondades que el propio sistema confederal ofrecía a Cordoba, sobre todo
en relación al alto grado de independencia, de autonomía, generando posibilidades de
gobernabilidad interior y de negociación exterior.
-
El régimen político era una República: los ciudadanos elegían a sus representantes y éstos
llevaban adelante los mandatos de sus representados. La legitimidad del gobierno, aunque
dotado de poderees extraordinarios, estaba basada en la voluntad popular y había sido
elegido dentro del marco de las instituciones de la República. La “opinión pública”
constituía la base de legitimidad y poder del régimen. La Sala de Representantes concedía
poderes extraordinarios a Rosas interpretando el “sentir de la opinión pública” y, cada año,
Rosas refrendaba su autoridad por medio de elecciones en las que participaba una altísima
proporción de los votantes
El federalismo rosista era una adecuación de los ideales republicanos en la Argentina
posindependiente: la defensa de la independencia nacional frente a amenazas extranjeras,
la preservación del orden federal que impidiese el desmembramiento de las PRovuncias
Unidas, el restablecimiento del orden social y la adhesión a un principio de representación
basado en la voluntad popular eran creencias esenciales.
4 componentes del discurso republicano rosista: 1) ideal deu n mundo rural estable y
armónico; 2) la república amenazada por una banda de conspiradores de clase alta: los
unitarios; 3)defensa del “sistema americano” que era una confraternidad de repúblicas
americanas enfrentadas con las ambiciosas monarquías europeas; 4)restauración del
orden social para el buen funcionamiento de la república
El republicanismo rosista nunca pretendió defender valores liberales como la división de
poeres, la separación Iglesia-Estado o el respeto a las opiniones de las minorías
Si la mayoria de los habitantes de BA no hubiese apoyado al gobierno, es poco probable
que las guerras federales, demandantes de un enorme esfuerzo en términos de personas y
riqueza, hubieran podido ganarse. Aquellos que habían vivido el período de la anarquía no
tenían dudas de que las instituciones judiciales se habian tornado más efectivas y que la
campaña era más ordenada y estable. También el Estado rosista garantizaba derechos,
sobre tdo el derecho a voto y a la libertad de trabajo e industria.
Para los publicistas del rosismo, los poderes excepcionales, lejos de negar los principios
republicanos, servían para defenderlos. En el contexto político y social caracterizado
como la anarquía, el sostenimiento de las instituciones republicanas requería antes la
restauración del orden social.
Rosas restauró no sólo el orden institucional, sino también la confianza de los
ciudadanos en la justicia y su obediencia a la ley. La justicia funcionaba regularmente y
la ley era acatada por gran parte de la ciudadanía. La “restauración de las leyes” se
refería casi exclusivamente a la elevada legitimidad de que gozaron la ley y sus agentes
entre los ciudadanos federales: una ley para todos y cada uno de los ciudadanos,
independientemente de sus status, condición social o riqueza.
La política en la época
Luchas
Conflictos internos:
Los ejércitos federales eran más numerosos y disciplinados y al contar con el apoyo de la
población campesina, tenían menos problemas de aprovisionamiento, comunicaciones y
transporte. Se tenía el apoyo de provincias clave como Entre Ríos, Córdoba o Santiago del
Estero. La alianza de los opositore con los franceses había aportado pocos recursos financieros
e incluso oposición en las filas unitarias. Los reclamos frente a BA eran tan disímiles que se
complicaba generar una alianza.
Conflicto con Berón de Astrada: en 1839 el gobernador de Crorrientes declaró la
guerra a BA y ER por los perjuicios económicos que producía la aduana de BA al
comercio de Corrientes y por diferencias respecto a la constitución: Corrientes exigía la
libre navegación de sus ríos, la habilitación de sus puertos para el comercio de
ultramar y la sanción de una constitución nacional en breve plazo. Echagüe terminó
venciendo a Astrada, invadiendo Corrientes y estableciendo un gobierno leal a Rosas.
La conspiración de Maza: miembros de la Asociación de Mayo decidieron derrocar a
Rosas. El gobernador se enteró de las conspiración e hizo arrestar a sus mentores, y el
pueblo pidió por la restitución de Maza como presidente de la Sala de Representantes,
aunque no llegó a realizarse porque fue asesinado por mazorqueros como también su
hijo.
La rebelión del sur: plan fracasado de un levantamiento en la campaña, aprovechando
el descontento de los hacendados sureños por las políticas de tierras y las expectativas
que la anunciada invasión de Lavalle proponían. Castellí se alzó con base en Dolores y
Chascomús. Rápidamente se sofocó desde el gobierno.
La invasión de Lavalle: en 1840 invadió la provincia y estuvo a punto de invadir la
ciudad. Se detuvo en Mercedes a la espera de refuerzos franceses que nunca llegaron,
mientras Rosas reunió una enorme fuerza. Lavalle decidió marchar a Santa Fe y luego
hacia Córdoba, donde sus tropas fueron diezmadas por las del ejército federal al
mando de Oribe.
La gran alianza y la caída de la tiranía: el “pronunciamiento” de Urquiza de 1851
expresada la decisión de la provincia de reasumir el ejercicio de las facultades
delegadas en BA hasta se haga una CN. La única provincia que adhirió fue Corrientes, y
también se sumó el Imperio del Brasil, en discordia con Rosas por la cuestión de la
Banda Oriental, así como el gobierno de Montevideo, opuesto a Oribe, se sumó al
emprendimiento. Mientras, Rosas no creía que ello fuese preocupante y no ordenó
ningun preparativo militar hasta muy cerca de la batalla de Caseros en las que el
“ejército grande” venció.
Conflictos externos:
Encargado de las relaciones internacionales de la Confederación, Rosas tuvo que afrontar una serie
de desafios externos a la integriadd territorial y a la soberanía nacional.
Apuntes
- El análisis se centra entre 1819 –caída del poder directorial- y 1834 – asunción de Alejando
Heredía como gobernador, apoyado por Buenos Aires-.
- El sistema político de los años 20’ se forjò sobre dos pilares: los procesos electorales y la
militarización. El principio de la soberanía popular sosntenía el sistema representativo de
gobierno, retomando viejas prácticas del Antiguo Régimen que denota la supervivencia de
rasgos como la vecindad en tanto categoría política, la persistencia de agentes intermedios
y de ciertos actores sociales. También la guerra generaba tipos de autoridad y formas de
participación.
- Dos son las esferas de poder que permiten la organización del estado provincial. El
gobernador, heredero de atribuciones del gobernador intendente borbónico y de carácter
guerrero; la Sala de Representantes elegidos para la ciudad y cada partido de la campaña,
que implicaba la representación del territorio provincial, garante del orden legal.
- En el caso tucumano se distinguen dos estructuras políticas: una “inestable”, el “poder
miitar” que es a la vez base de l poder ejecutivo provincial; y las instituciones
representativas, que goza de una continuidad aceptable, que legitima los cambios en el
poder ejecutivo. Ante cada pronunciamiento militar exitoso, ellos gozand e un marco de
legalidad, lo que promovió la suceción de golpes militares –“anarquía”- y la incorporación
de normas y prácticas liberales.
- Los actos electorales son fuente de legitimidad y legalidad, repetidos continuamente y
servían de apoyo en cada cambio de gobierno: los gobernadores que accedían al poder por
la fuerza, convalidaban su poder ante ella o hacían elegir una nueva, pero basándose en el
mecanismo de la representación. Los levantamientos militares y las elecciones se
complementaban: los mismos individuos que dirigían el levantamiento recurren a una
convalidación por medio electivo, pues ante cada crisis política el pueblo reasume la
soberanía.
- Aunque las prácticas electorales fueron desprendiéndose de la fórmula del cabildo abierto,
el cabildo por su parte continuó ostentando un papel político de árbitro. En su última
etapa de vida el cabildo tuvo un papel sumamente activo, los cabildos abiertos eran las
formas más espontáneas y legítimas de participación popular con una categoría
equivalente a la participación en las elecciones practicadas según los reglemantos
constitucionales. Sólo con la desaparición del Cabildo, la sala de representantes concentró
el papel de institución legalizadora y legitimadora de los gobiernos, aunque varios años
después de la extinsión del cuerpo municipal, en momentos de emergencia, la sala
ampliaba su representación con un mecanismo similar al del os cabildos abiertos.
- Las fronteras entre las viejas instituciones de antiguo régimen, las nuevas prácticas
lñiberales y las prácticas y tipos de vínculos resultantes de la militarización son difusas,
generando un sincretismo político.
- La militarización introduce en la cultura política formas de relación social específicas de la
disciplina, de la jerarquización, de las relaciones de subordinación y solidaridad propias de
la vida militar, pero también traduce clientelismos tradicionales.
- La figura del caudillo identificada con el gobernador provincial sintetiza componentes que
provienen del papel de los jefes militar y los gobernadores durante lla guerra, con la
institución del gobernador intendente colonial. La Sala de Representantes es el resultkante
de la introducción de un nuevo sistema representativo pero a la vez la condensación de
una representación de la jurisdicción que evoluciona.
- En la construcción del estado provincial, las funciones del cabildo son asumidas por el
gobernador y por la sala de representantes, pero tambiñen por nuevas instituciones
administrativas, de justicia y un aparato policial, con limites difusos entre ellas.
- La organización del estado provincial tropieza con la miseria fiscal y la exigüidad de la clas
política. Pocos ciudadanos están instruidos para cumplir con las tareas, muchos se alejan
de la vida política por su violencia y su poco beneficio económico y social. Se afianzan así
los agentes intermedios, “agentes de gobernabilidad”: jefes militares, jueces y sacerdotes,
encargados de la “uniformidad de opiniones”
- MARCAR RELACIÓN CON GUERRA – PASO DEL ANTIGUO RÉGIMEN AL LIBERALISMO –
PROCESO CONTINUIDAD Y RUPTURA.
Las fuerzas guerreras de los indígenas que habitaban las pampas participaron en los conflictos
bélicos de la construcción de la sociedad y el Estado. Los criollos solicitaban, instaban o, en
cumplimiento de un pacto anterior o en proceso de concretarse, exigían a los caciques la
participación bélica en el conflicto civil.
Por el lado de los indígenas, quienes después de cuatro siglos de relaciones interétnicas,
rápidamente aprendieron las engañifas de la turbulenta nueva sociedad lo que, junto a su propio
repertorio, usaban en su propio beneficio. Esto es lo que en antropología se llama “aculturación
antagónica”, la que consiste en incorporar elementos culturales tanto materiales como no
materiales del otro, con el fin de hacer más eficaz su propia resistencia.
Dado que la dinámica decisional es para nosotros un elemento clave dentro de las fuerzas
indígenas en su participación con las fuerzas criollas, creemos necesario distinguir entre “indios
aliados” soberanos e “indios amigos” reducidos o sometidos. Estos últimos, amparados por la
institución del “negocio pacífico” a partir de 1827 aproximadamente, fueron militarizados y solo
respondían a los mandos militares de la milicia o de las fuerzas regulares del gobierno de turno,
mientras habitaran campos “cedidos” por el Estado dentro de las fronteras criollas.
La autora tratará solo la participación de los “indios aliados”, es decir, indios soberanos, cuyas
alianzas con los criollos pudieron durar días o años según la conveniencia y las posibilidades
endógenas de cada una de las sociedades aliadas.
Interesa más que contar la cantidad de fuerza indígena participantes o el resultado material de las
incursiones o la cantidad de veces que se unieron a fuerzas llamadas “irregulares” o “montoneras”,
queremos mostrar, sus momentos decisorios y sus motivaciones políticas así como la de los aliados
o, más bien, anfitriones. Quiere decir, que trataremos de mostrar tanto las variables
independientes como las intervinientes de la acción bélica de los indígenas soberanos sugerida o
requerida por algún actor criollo en la lucha civil.
La sociedad indígena pampeana, soberana desde que cesara la autoridad del rey español, se
encontró rodeada por pueblos que buscaban y construían una nueva forma política de regir sus
vidas.
Esta situación de autonomía construida por los indios y los españoles durante siglos de conflictos
de toda naturaleza y origen, es la que no reconocieron los primeros gobiernos patriotas tanto en
Chile como en Argentina. Es más, en Buenos Aires comenzaron los proyectos oficiales de expansión
sobre tierras indias apenas instalada la Primera Junta. Decimos oficiales porque ya en la zona sur se
había dado una expansión privada, de hecho, por lenta ocupación y por compra de terrenos a los
grupos indígenas desde finales del siglo XVIII.
Pero, a partir de 1814, las ofensas reciprocas se fueron sumando. Por el lado de los criollos algunos
jefes y soldados de frontera endurecieron su trato con el indígena con robos, molestias y crímenes
injustificados, los desertores de los ejércitos patrios también molestaban a los indígenas robando y
matando individuos o grupos. Por el lado de los aborígenes comenzaron los robos de ganado con
cautiverio y muertes.
Para 1818 la presencia de caudillos del litoral contra Buenos Aires, produjeron una mezcla
explosiva dentro de la sociedad indígena en la que las posiciones de las agrupaciones en pro o en
contra de Buenos Aires o de los criollos patriotas en general originaron más de un crimen y casi
una guerra intraétnica.
Así es que, todas las acomodaciones y acomodamientos recíprocos durante veinticinco o treinta
años de relaciones interétnicas bastante amables, fueron interrumpidas a partir de 1814 por
factores externos a la sociedad indígena.
Hubo agrupaciones soberanas que se integraron y desaparecieron como agrupaciones y otras que,
manteniendo su autonomía, deseaban integrarse a los estados criollos.
Las fuerzas indígenas vistas por sus aliados desde afuera y algunos juicios sobre su desempeño.
Carrera y Alvear serán acusados por Buenos Aires de agitar y levantar los indígenas pampeanos.
Este caso nos muestra no solo el éxito sino también el fracaso de las manipulaciones del caudillo
con el indígena, así como un caso más de decepción del indígena con sus aliados criollos.
Desde principios de 1820, Carrera enviaba mensajes sobre el éxito de los jefes litoraleños contra
Buenos Aires alentando a los indígenas a atacar la capital por el sur con el fin de dividirle sus
fuerzas. Junto con estas ideas también incluía la de que los indígenas “pudiesen sacarle a Buenos
Aires todos los prisioneros de las Bruscas”, depósito de prisioneros de guerra situado muy cerca de
la recién fundada Dolores.
Las incorporaciones de los indígenas a las fuerzas rosistas fue importantísima para el éxito de los
defensores del gobierno constitucional. Un oficial rosista, en su relato del combate de Las
Vizcacheras menciona la muerte del segundo oficial rosista “por el enemigo o por los mismos
indios, a causa del distintivo que llevaba, o bien por la mala fe de los indios”. Decía que hubiera
podido ser que el cintillo federal, que no cubría todo el sombrero, podía no ser visto desde atrás y
menos aún si se le caía el sombrero, “de esto se aprovechaban los indios para matar a sus mismos
compañeros”.
El indígena aunque aliado y coparticipante, no solo no cede sus reglas sino que pelea su guerra.
Aprende hasta qué y hasta dónde puede llegar, pero aprovecha todas las ambigüedades y las
debilidades de sus camaradas de montonera.
Unitarios y federales desarrollaron una guerra de influencias sobre los indígenas como un aspecto
más de la guerra civil. Ya en 1830, los federales estaban identificados con el indio abstracto como
símbolo de la nacionalidad que se estaba construyendo. También tenían una interacción, tanto
colectiva como amistosa, más frecuente con el indígena. Los unitarios, en cambio, conservaban
una distancia social y cultural mayor, para ellos todo indígena era un salvaje sin valor alguno. Pero
las circunstancias concretas, fueron la conciencia civilizada de los unitarios e hicieron que ellos
también se acercaran y trataran de usar las fuerzas indígenas contra los federales.
López, por su parte, reconocía la eficiencia de lo que llamó “tropa volante” pero recomendaba
hacer un compromiso previo ya que los indios atacaban solos, y podían tener “iniciativas”
inapropiadas.
En 1828 Rosas había levantado la campaña de Buenos Aires contra el gobierno de Lavalle. A la
ruralía se le sumaron comandantes y oficiales de la frontera aunque algunos tomaron el partido de
los unitarios. En este sentido, Lamadrid opinaba que unos indios que habían invadido La Carlota,
estaban aliados a Quiroga y decía “yo lo creo firmemente porque los indios y Quiroga son una
misma cosa”. Evidentemente los unitarios no estaban muy de acuerdo en recurrir a las fuerzas
indígenas, se resistían a pactar en vez de ordenar.
Es decir, la guerra civil tuvo un apéndice muy importante: la guerra por la captación del aborigen,
para neutralizarlo, desplazarlo o usarlo contra el enemigo.
Rosas tenía muchas más herramientas de toda índole para hacer una guerra de propaganda y
atracción, como ex prisioneros, esposas de los indígenas, buenas relaciones con caciques como
Catriel y Cachul con quienes mantenía conversaciones frecuentes. Ofrecía mejores regalos que los
unitarios, además se sumaba el dominio de la lengua araucana.
La experiencia de Manuel Baigorria entre los ranqueles por espacio de veintiún años transmitida
en sus Memorias, nos permite explorar detalles valiosísimos de la dinámica decisional de las
fuerzas indígenas y su organización.
En su libro expresa como un indígena le confesaba que no pensaba ir a pelear contra Lamadrid sino
que calcularon que había llegado el momento de aprovecharse, y que Rosas les pague una de las
tantas cosas nos ha hecho”
El guerrero indígena era el hombre o joven que se autorreclutaba cuando podía y cuando quería
sin que hubiera ninguna fuerza física coercitiva que lo obligara. Por las acciones guerreras, el
indígena acumulaba prestigio en una comunidad diferenciada en base a las cualidades personales
y a la posesión de bienes muebles y espirituales con los que conseguían esposas, amistades y
seguidores por la generosidad del regalo y el lucimiento de su cuerpo y el de su caballo.
En el capitaneo está la clave para entender tanto la enorme flexibilidad adaptativa de la sociedad
indígena, como sus limitaciones en la posibilidad de conservar estrictamente los acuerdos que
desarrollaban sus caciques principales con sus pares de otras agrupaciones y con las sociedades
republicanas que los rodeaban. Pero el éxito que tuviera el cacique en esa esfera política era
exigido y esperado por todos los integrantes de la sociedad, quienes tenían el derecho de juzgar
directamente a la autoridad.