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Ternavasio – Reformas rivadavianas en Buenos Aires y el Congreso General Constituyente

Tras Cepeda se diluyen el Congreso y el Directorio, y se forman los Estados provinciales


autónomos, creándose la provincia de Buenos Aires. A partir de allí, se dio una doble lucha: entre
confederacionistas y centralistas y entre ciudad y campo en la configuración del nuevo poder
provincial.

La lucha entre centralistas y confederacionistas culminó con la victoria de los primeros,


encabezados por Martín Rodriguez. El enfrentamiento entre ciudad y campaña, centrado en el
debate sobre la representación de cada espacio en la definición del futuro régimen político
provincial, se dio primero en el campo de batalla a favor de los primeros y luego en la aplicación de
la ley electoral de 1821 que establecía la nueva representación política.

Tras 1820, se constituyó un grupo dirigente herterogeneo que tenía un común objetivo: ordenar el
caos tras la caída del poder central. Un orden que ya no buscaba colocar a BA en el centro de un
poder nacional, si no atender los problemas “fronteras adentro”: reorganizar la economía,
organizar la indisciplinada sociedad movilizada tras la guerra de independencia e imponer un
neuvo principio de autoridad. A su vez, el nuevo Estado-provincia utilizaba las rentas de la aduana
en su propio favor.

Se constituyó durante algunos años la “feliz experiencia”, debilitada a partir de las propuestas de
convocatoria a un congreso constituyente que buscaba organizar el país bajo un Estado unificado:
divisiones y disputas en su interior se sumaron a la guerra en el exterior en el Brasil y la guerra civil
en el interior.

Muchas de las transformaciones emprendidas en esta etapa fueron utilizadas por el propo
gobierno de Rosas, quien se apoyó en gran parte en las instituciones fundadas en 1821.

Un nuevo régimen representativo para Buenos Aires

Las reformas en la Provincia no trajeron una Constitución pero si un conjunto de leyes


fundamentales encargadas de regular en funcionamiento de las instituciones, como la ley electoral
de 1821 y la que designaba la forma de elección del gobernador, elegido por la Junta de
Representantes cada tres años, y un conjunto de prácticas que no estaban explicitadas en la letra
de la ley, pero que fueron principios constitutivos del nuevo régimen político, como la división de
poderes y el papel fundamental que adquirió la Sala de Representantes en tanto Poder Legislativo.

 Ley electoral 1821: sufragio amplio y directo que creó una participación más vasta del
electorado potencial, disciplinando a través de la participación en el sugrafio la
movilización iniciada con la Revolución y legitimar así al nuevo poder provincial creado en
1821.
Los diputados representaban de manera desigual a la ciudad y a la campaña: la Sala de
Representantes designaba el número de representantes que le correspondería a cada
espacio. Además, los candidatos para representar a la campaña eran discutidos y
designados en la ciudad y los electores sufragaban unánimamente por el candidato oficial
propagandizado por el juez de paz local. Los de la ciudad, en cambio, se disputaban el
poder en distintas listas y los electores se distribuían.
La inclusión de la inclusión definitiva de la campaña al régimen representativo trajo como
consecuencias ael delineamiento del nuevo espacio político provincial, en tanto aparecen
nuevas jurisdicciones adminsitrativas y político-electorales, y contribuyó a acelerar la crisis
final del espacio urbano colonial con base en los cabildos.

Las reformas rivadavianas

 Reforma político-adiministrativa: El Cabildo de Luján y el de la “antigua capital virreinal”


fueron suprimidos en 1821. La contraposición entre vieja y nueva representación hacía
incompatible el espacio político tradicional con base en el Cabildo y el nuevo espacio
estatal provincial, pero también se lo eliminó a fin de eliminar posibles
revueltas/asambleas que cuestionasen la autoridad legítimamente constituida, pues
durante la década revolucionaria los ayuntamientos fueron el símbolo de la práctica
asamblearia. Se cumplía con un doble objetivo: modernizar el aparato político institucional
heredado de la colonia y centralizar la estructura administrativa del Estado-Provincia.
A la antigua absorción de diferentes causas coloniales – hacienda, guerra, policía y justicia-
en entes descentralizados como los Cabildos, le sucedió una reforma administrativa que
deslindó atribuciones en diferentes órganos estatales creados a tal efecto: los Ministrerios
de Gobierno, Hacienda y Guerra.
 Reformas en la justicia: régimen mixto, justicia de primera instancia, letrada y rentada y
justicia de paz, legal y gratuita.
 Reforma militar: reducción del aparato militar heredado de la década revolucionaria en
pos de reducir los gastos del fisco frente a un ejército que resultaba oneroso de mantener
una vez terminada la guerra de independencia y reorientar las fuerzas militares hacia
nuevas metas orientadas a la frontera y la campaña, pasando a ser defensa de los
atanques indígenas. Así, se procedió a la disminución del personal miliciano y a su
reorganización.
 Reforma eclesiástica: enmarcada en el intento de control sobre los diversos grupos y
estamentos de la sociedad que el nuevo Estado provincial desplegada, la supreción de
algunas órdenes religiosas cuyos bienes pasaron al Estado, la prescripción de normas para
el ingreso a la vida conventual, la supresión de los diezmos tras hacerse el Estado cargo de
sostener el culto y el sometimiento de todo el personal eclesiástico a als leyes civiles –
quita de fueros- .
 Cambios en el espacio público porteño: ley de prensa de 1821 otorgaba un amplio margen
de libertad al periodismo local; creación de asociaciones en la esfera de la sociedad civil
(por ej: Soc Literaria o Soc de Beneficiencia); expansión del debate público; apertura de
nuevos periódicos
 Reformas Educativas y Culturales: Fundación de la UBA en 1821, impulso a la Biblioteca
Pública, creación de academias, enseñanza media y primarai en manos de la Universidad.

¿Cuál fue el grado de éxito efectivo de las reformas aplicadas?


Especialmente visibles fueron los cambios en la esfera política: se fundaron las
instituciones que rifgieron el orden político provincial hasta la década del 50’, se difundió el
debate público en los diversos espacios creados en eoss años, creció la participación de os
diferentes grupos sociales en los procesos electorales y se consolidó el papel de la
legislatura.

Mientras la élite gobernante se mantuvo replegada al interior del Estado provincial, las
diferencias pudieron atenuarse en pos del objetivo común; pero cuando la élite se lanzó a
la unificación de la nación, las divisiones afloraron. La convocatoria al Congreso
Constituyente de 1824 representó el comienzo del fin de la feliz experiencia.

El Congreso General Constituyente de 1824-1827

En la base de su convocatoria había dos cuestiones:


1. La situación de la Banda Oriental: ocupada desde 1817 por los portugueses e
incorporada en 1821 al reino de Portugal como Provincia Cispalatina, pasó en 1822
a formar parte del nuevo Imperio del Brasil. La BO se consideraba parte del ex
Virreinato del RDP.
2. La llegada en 1824 de Parish, quien proponía firmar un tratado de reconocimiento
de la independencia rioplatense simult{ateamente a un tratado de amistad y
comercio. La cuestión estaba en la definición del sujeto de la soberanía, si la
nación o las provincias, siendo esto generador de discordias y el punto clave del
fracaso del Congreso.

La Ley de Presidencia de 1826, que crea un poder ejecutivo nacional permanente,


despertó la oposición de los federales, quienes argumentaban a partir de la violación de la
Ley Fundamental, promulgada poco antes, que hacía provisoria dicha magistratura.
La Ley de Capitalización, que declaraba a la ciudad de Buenos Aires capital del poder
nacional recientemente creado, enfrentó a los impulsores del proyecto con la facción
federal y con algunos disidentes del Partido del Orden, que veían destruirse sus
instituciones e intereses en la provincia, pues la principal franja para el comercio
ultramarino y con ella la principal fuente de recursos fiscales quedaba en manos de las
autoridades nacionales.
En este marco de creciente oposición, se lanzala Constitución de 1826, destinada a
fracasar. La principal discordia fue el tema de la soberanía: si es nacional o de las
provincias.

Guerra contra el Brasil y caida del gobierno central

En 1825 el Congreso resolvió la incorporación de la Banda Oriental a las Provincias Unidas,


declarando la guerra al Brasil. El bloqueo de la orilla derecha del río de La Plata obtaculizó
el desarrollo del comercio ultramarino y con ello perjudicó los intereses locales
dominantes y también el de los comerciantes ingleses. Por ello, el gobierno británico
presionó a terminar con la guerra: Manuel García excedió las instrucciones recibidas desde
el poder central, dejando a la Banda Oriental en manos brasileñas, y generó la renuncia de
Rivadavia a su cargo, quien antes restauró la provincia de Buenos Aires a su anterior
situación institucional. Tiempo después el Congreso se disolvería, encomendando a
Buenos Aires el manejo de la guerra y las relaciones exteriores.
El nuevo gobernador electo, Dorrego negoció con el Brasil, y con Inglaterra como
mediadora, la proclamación de un Estado Independiente en la antigua provincia oriental.

El gobierno de Borrego, electo en 1827 al restituirse las instituciones provinciales, fue


depuesto por una revolución armada dirigda por Lavalle en 1828 y apoyada por algunos
unitarios de la provincia. Dicha revolución originó una guerra civil en el interior del Estado
bonaerense que consolidó un nuevo realineamiento interprovincial. El antagonismo entre
unitarios y federales dividió a las elites políticas provinciales y al país entero en dos
bloques irreconciliables.

Introducción

- La conformación político-territorial de Salta surge de la presencia de varias jurisdicciones


territoriales definidas por las ciudades coloniales que las encabezan desde su fundación.
Los conflictos entre las ciudades –sobre todo Salta y Jujuy- y las vicisitudes de la guerra de
la independencia condicionaron el proceso de construcción del estado provincial desde su
organización constitucional de 1821. En este sentido, la formación territorial-política de
salta generó procesos de construcción identitaria que permiten cuestionar la existencia
misma de una provincia unificada plíticamente y la construcción de una identidad única. En
relacion a la identidad, hay multiples representaciones sobre el territorio y sus habitantes y
se dificulta la construcción de un nosotros provincial, sobreponiendose las pertenencias
locales a la nacional o provincial.

Construcción político-territorial

- La compleja integración político-territorial de la provincia, devino en representaciones


sobre sus territorios en donde se destacan conceptos como territorio, pueblo, ciudad,
departamento, villa, curato. A lo largo de la primera decada de existencia de la provincia, la
aparición de estos términos en la documentación administrativa pone en evidencia el
problema de la integración y organización territorial. La persistencia de la organización
jerárquica borbónica en la que las ciudades más pequeñas se subordinaban a las capitales
se prolongó a lo largo de la organización institucional de las provincias, generando
tensiones que dificultan la organización unificada.
- La organización impositiva es también ejemplo, pues el comercio tiene diversos impuestos
en cada ciudad, así como las autoridades provinciales tienen dificultades por imponer más
allá de la ciudad de Salta las obligaciones fiscales bajo un criterio de uniformidad.
- Otro ejemplo de la dificultad de organizar unificadamente el territorio es que la elección
de la representación de la provincia de Salta para el Congreso Constituyene de 1824 se
realizó de manera separada por las ciudades de Salta y Jujuy, incluso se redactaron las
instrucciones para los representantes de manera separada.

Construcción identitaria provincial


- El complejo proceso de construcción territorial y política se corresponde con un dificultoso
derrotero de construcción identitaria provincial. Son escasas las referencias a adscripciones
que remiten a una identidad provincial, aunque lentamente aparecen algunos gentilicios
que dan cuenta de incipientes procesos de construcción identitaria: salteño, oranista,
territoriano, provinciano, aparecen esporádicamente hacia al segunda mitad de la década
de 1820.
- Otro elemento aglutinador es la imagen heroica de la Provincia y de sus originarios. Se
destaca el heroísmo, el valor, el honor de Salta y su aporte a la independencia nacional y
americana. Así, en la construcción identitaria de Salta se apela al nacimiento, al suelo, a la
cula, que brinda un arraigo a quien nace en el territorio, como así también lo incorpora a la
gran familia americana a la cual ayudó a independizar.

Conclusión

- Hsata la organiación definitiva de la provincia, Salta no fue más que la expresión política de un
conglomerado de ciudades y campañas dependientes, representadas en la Junta Provincial que
elige un gobernador y que arduamente intenta uniformar su administración y legislación. Sus
habitantes, lentamente se van definiendo en función de la cuna, del suelo que los vio nacer.

Apuntes sobre “los origenes del federalismo rioplatense”

 Con la caída del poder central en 1820 emergió una nueva realidad: el esfuerzo por
afirmarse por parte de os Estados autónomos provinciales. Las élites provinciales buscaron
consolidar espacios soberanos sobre la única unidad socio-política existente, la ciudad-
provincia.
 La disolución del poder central aceleró el proceso de disgregación de la antigua estructura
virreinal para dar nacimiento a verdaderas soberanías autónomas.
 Un rasgo a destacar es la firma de pactos interprovinciales como instrumento legal para
reorganizar el orden de cada espacio provincial y conciliar su autonomía.
 Con el surgimiento de los Estados autónomos surgieron los textos constitucionales
provinciales, que junto a las leyes complementarias rigieron el desenvolvimiento
institucional provincial. Siguieron en su mayoría los lineamientos del constitucionalismo
republicano al establecer un poder legislativo basado en la soberanía popular: las Salas de
Representantes. Antes que surgiera, el Cabildo de cada ciudad o villa ejercía funciones
sobre su centro urbano y la zona rural de su dependencia, pero la necesidad de incorporar
los intereses de la campaña – a causa de la militarización- y los antagonismos de ésta con
la ciudad, dieron origen a las legislaturas. Mientras el cabildo era expresión del status de
ciudad, la legislatura representaba, con carácter de ciudad y campaña, a la nueva entidad
politica “provincia”.
 Así, las nuevas soberanías autónomas fueron el resultado de la incorporación de la
campaña en la definición de un nuevo régimen representativo que durante la época
colonial carecía de representación en los cabildos.
 Pacto Federal:
 Aunque el afianzamiento del ejercicio de las soberanías provinciales tendió a consolidarse
luego de 1831, creció paralelamente la influencia de BA en la mayoría de los gobiernos
provinciales, mientras se fue debilitando, cn la extensión de la práctica de las facultades
extraordinarias, el desarrollo de la legalidad constitucional. Desde 1820 a 1835 el
incremento de las facultade respondió a las necesidades de cada provincia; luego de 1835
se advierte que ese aumento constituía un principio orgánico usado para la conservación y
el desarrollo del régimen político.
 Las soberanías provinciales adoptaron formas “republicanas representativas”, a las cuales
no escaparon los regímenes de caudillos, como solución provisional para legitimar un
orden social y político luego de las luchas de Independencia, pero también para resistir a
las tendencias hegemónicas de BA. El dogma de la soberanía popular se convirtió en el
fundamento de las relaciones sociales y prácticas políticas.

Myers: Rosas

Introducción:

- Son tres las grandes cuestiones consideradas decisivas para cualquier interpretación de ese
régimen:
1. La violencia empleada por el rosismo contra los opositores al régimen y aun contra
cualquier persona poco fervorosa en su apoyo
2. su práctica autoritaria de gobierno, resumido en la fórmula jurídica de la “Suma
del Poder Público”
3. El “Sistema Americano” y los diversos hechos de armas o diplomacia por los que el
gobierno rosista exteriorizaba su patriotismo antieuropeo

El sistema de gobierno de Rosas fue novedoso pues combino una modalidad fuertemente
personalista y la complicada maquinaria jurídico-institucional porteña, legado de la “feliz
experiencia”.

Antes de ser gobernador

Desde su juventud estuvo destinado a la administración de las propiedades rurales, estando en


contacto directo con la vida de la campaña. Siendo empresario, y asociado a comerciantes y
hacendados, acrecentó su riqueza en la campaña bonaerense y con la industria ganadera. Su
conocimiento íntumo de la campaña, sus valores, sus creencias, sus aspiraciones, le permitía
comprender a las sociedades criollas de allì –peones y terratenientes- y traducir ese conocimient
en acciones políticas concretas elaboradas a través del prisma concreto de la ciudad.

Jefe militar y político de la campaña. Como productor rural, tuvo reputación como experto en las
necesidades económicas del campo, además de serle encargada la pacificación de la frontera
indígena pues se lo consideraba idóneo por su conocimiento de la frontera ganadera y de los
pueblos que la habitaban.

Si bien nunca aceptó los cargos políticos que el “Partido del Orden” le ofreció, apoyó al proyecto a
partir de su interñes por la estabilización de la sociedad y del gobierno.

Ruptura facciosa y ascenso de Rosas al poder

Entre 1827 y 1829, Dorrego y su partido impulsarían una persistente campaña facciosa contra los
notables unitarios, para luego ser derrocado por Juan Lavalle. Convertido en árbitro de la situación
desde principios de 1829, Rosas buscó proyectar una imagen pública de estricto apego a la letra de
la ley que contrastara con la representación que hacía de los unitarios usurpadores y enemigos del
orden legal.

Utilizaria el nombramiento como Comandante general de milicias de campaña para cimentar su


monopolio de la legitimidad republicana. Aprovechando la movilización intensa de la campaña
construyó en esa región una base de poder militar y políticamente segura, mientras intentaba
conquistar la jefatura suprema de la facción porteña.

La elección de 1829 lo dieron como gobernador, y ante la situación de crisis imperante en Bs As,
dotado de facultades excepcionales. Su régimen nació identificado con la defensa de la legalidad,
acatando las leyes fundamentales que había dejado la presidencia de Rivadavia.

Rosas buscaría presentar su régimen como el representante de los intereses y de la voluntad


general de todos los ciudadanos, y como aquél mas específico de intereses parciales sectoriales. Su
propaganda se esforzaría por resaltarr que su gobierno clausuraba el período de crisis institucional
y de la Revolución de 1810. Sin embargo, las luchas facciosas continuarían durante toda la
hegmonia rosista, además de existir disensos al interior del federalismo.

El régimen rosista: rasgos generales

Facultades excepcionales

Rosas ejercería entre 1829 y 1832 su poder a través de las instituciones vigentes y utlizaria los
medios legales a su alcance para construir desde el gobierno un poder faccioso más poderoso que
las identidades facciosas existentes.

El instrumento por excelencia de su política fue el poder que le conferían las “facultades
exceplcionales”, que debían regir por un tiempo corto, hasta ser superada la crisis institucional.
Junto a ellas y al control de las fuerzas armadas y de la campaña, acosaría a los dos poderes que
más amenazaban su hegemonía: el partido federal y la legislatura. Una vez anulados los unitarios
como fuerza política a partir de la represión estatal y su exclusión de espacios institucionales y
públicos, pasaron a ser un “espejismo”, un “enemigo virtual”, cuya invocación servía para opacar
los verdaderos designios de la política rosista: dentro de la facción federal se dividieron entre
rosistas y antirrosistas, en torno a la continuidad o no de las facultades excepcionales; la
legislatura, conciente de su propio poder y autonomía respecto al poder ejecutivo, ya se las había
concebido, pero rechazándole la segunda vez, llevó a que Rosas dimitiese de continuar en el
puesto. Rosas había hecho de las facultades excepcionales el punto sin el cual no seguiría como
gobernador.

Interregno

Durante el interregno (1832-1835) que no estuvo al poder, tuvo operadores políticos que
hostilizaban los consecutivos gobiernos no rosistas mientras aquèl se hallaba en la frontera
comandando la “campaña al desierto”. Uno tras otro los gobiernos provisorios caerían: Balcarce,
Viamonte, Maza. En este sentido tuvo un gran protagonismo la Sociedad Popular Restauradora,
que movilizaba sectores de la población, desde los más plebeyos de la urbe hasta la población
rural, y en donde Encarnación Ezcurra, su mujer, tuvo un gran protagonismo. Así, la legislatura,
obligada a purgar de sus filas a los federales no rosistas, optaría por ceder a la netrega de la Suma
del Poder Público a Rosas, asumiendo a su vez, que había perdido aquella autonomía frente al
Poder Ejecutivo, obteniendo un nuevo rol como “órgano consultivo”. La realidad del poder residía
en Rosas y en aquella sociedad movilizada que había colaborado en el logro de su éxito.

Uniformidad

Durante su hegemonía, buscó una uniformidad que exteriorizara, visiblemente, el consentimiento


de los gobernados al sistema de gobierno impuesto: la prensa, el teatro, la iglesia, las escuelas, las
reuniones públicas, toda instancia de opinión o de organización factible de ejercer cierta
autonomía serian progresivamente controladas. Ese dominio apuntaría a lograr un consenso en
torno a su figura y al partido, pero también perseguía la meta de transformar las costubres y
habitos que afectaban la disciplina social, el orden: Rosas defendía la extirpación de la revuelta y la
indisciplina, pues para el la república sería una realidad únicamente cuando los ciudadanos
hubieran aprendido a acatar el orden, la autoridad, la ley , y para ello era necesario someter al
pueblo por la fuerza a una disciplina. Las veladas nocturnas, el caranval, la vida en las milicias, el
culto religioso ,la vestimenta, todo debía ser una escuela de disciplina moral (Salvatore).

Represión

La represión operaba en dos ordenes: extirpar el disenso faccioso y crear una ciudadanía
republicana virtuosa. En cuanto al primer punto se destaca la censura a la prensa como blanco
predilecto, como también el teatro. Del segundo punto, Rosas emplearía la fuerza del Estado para
reglamentar los comportamientos: las milicias, las levas, la policía, el espionaje doméstico se
unieron a La Mazorca, en tanto terrorismo de Estado, para obligar a la población en general a
participar del “consenso general” que enaltecía a Rosas, aceptando las imposiciones de
uniformidad cada vez más exteriorizadas: prendas y señas rojas, juramentos de lealtad, fachadas
de las casas.

Poder en las provincias

El poder sobre el conjuntod el territorio de la Confederación era de facto, ya que la teoría sostenía
que todas las provincias eran en gran medida soberanas, salvo en aquellos aspectos –como la
representación internacional- en que se había delegado sus facultades en el gobierno de Buenos
Aires. Para lograr ese resultado, Rosas extendió el terror a todas las provincias.

Por ello para su continuidad dependió de la acción de un Estado fuerte. Entre 1839 –Revolución del
sur- y 1848, la guerra civil entre unitarios y federales se generalizaría en todo el país. A partir de
1839, en que Rosas dominó a ls rebeldes de su provincia y se resguardó de la invasión de Lavalle,
aquellas provincias gobernadas por federales disidentes o con visos de independencia serñian
doblegadas a la voluntad rosista, mientras las lideradas por movimientos unitarias serían
reconquistadas por el federalismo.

Caída

Tres factores:

1. Rosas se oponía a un Constitución escrita, tanto para BA como para la Confederación,


argumentando que cualquier intento reavivaría la lucha de facciones. Esa oposición sería
vista por sectores de la élite gobernante como un estorbo a la modernización del país y a
su estabilización permanente.
2. La larga lucha y los sacrificios impuestos por el bloqueoy por la guerra civil permanente,
erosionaron las bases de apoyo popular del régimen: la campaña no era más el bastion
inexpugnable del rosismo.
3. Rosas debió apoyarse en la fuerza militar de Urquiza, caudillo de una provincia
transformada en una de las más poderosas. La formación de un nuevo foco de poder
autónomo, que podía escapar a su control, era peligroso.

Constituido a partir del interregno sobre el principio de la ilegitimidad de todo opositor o


disidente, la lógica del enfrentamiento faccioso constituía la base misma delsistema de gobierno
rosista. La competencia política quedaba supeditada a la de la guerra, de exsterminio del
adversario, como única garantía firme de establidad del régimen. Es por ello que la oposición a las
propuestas de una CN derivó en la guerra que lo exilió a Southampton.

Discurso, república y orden

El régimen rosista se definiría a si mismo en términos de la más estricta legalidad republicana, y


reclamaría una legitimidad que derivaba, tanto del funcionamiento “regular” de las instituciones,
como del consenso general que debía hallar su expresión más contundente en una opinión pública
expresada en órganos de prensa que se decían libres. Pese al monopolio informativo, se trataba de
una opinión pública que era invocada permanentemente como elemento de legitimación.

Entre los tópicos de aquellos discursos de legitimación los más significativos son:

1. la excepcionalidad de la figura de Rosas: procer republicano, jefe militar que se puso al


servicio de aquel ideario
2. a diferenciar la identidad política de su régimen de aquellos que pasaron y de los que
rivalizaban, destacándo su pragmatismo y su fuerte impronta patriótica y americanista.
3. a condenar a opositores y escépticos, utilizando en defensa de su propia voluntad de
unanimidad la suposición de su ilegitimidad

Los Ranqueles y la palabra – Cartas de frontera en tiempos del federalismo cordobés (1840-1852)

- Tamagnani retoma en su trabajo los lineamientos de la etnohistoria, en tanto campo del


saber que estudia a las sociedades desde la perspectiva étnica: en su lengua, ritos,
símbolos, interacción social, procesos de comunicación e información, lectura de nuevas
fuentes. Su análisis se centra en la frontera sur cordobesa compartida con los indígenas,
lugar de intercambios, luchas, tensiones, conflictos y coexistencia de variados sujetos:
militares, comerciantes, estancieros, misioneros, gauchos, indios, perseguidos y exiliados.
Su documentación está dividida en 3: cartas de caciques ranqueles a dirigentes; viceversa;
documentos sobre los ranqueles de diferentes autores (cautivos cristianos). Para la autora,
este conflicto forma parte de un conjunto más vasto del “conflicto interétnico”.

- Mientras Rosas dirigió los destinos de la Confeeración Argentina, los enfretamientos con
los ranqueles fueron muy fuertes, existiendo expediciones militares sobre las tolderías e
invasiones indígenas sobre estancias, fuertes y poblados de la linea fronteriza. Cuando se
restablecian las paces, numerosas comitivas indigenas se acercaban a la Villa de la
Concepcion del Rio Cuarto a intercambiar sus productos, curar sus dolencias, buscar las
raciones pactadas y negociar el rescate o intercambio de prisioneros, rehenes y cautivos.
Las tensiones de la etapa de la confederación rosista en materia de relaciones con los
ranqueles muestran un carácter violento de la frontera interétnica. En este sentido, el
autor da visibilización al indígena en tanto actor social al expresar “frontera cristiana”,
“tierras adentro” o “cautivo cristiano”.

- La estrategia dual de Rosas de hacer amistades o luchar frente a grupos indígenas lo


encontró enfrentado a los ranqueles. Mediando la década del 30, desarrolló algunas
campañas “al desierto” que cubría todo el territorio ranquel. Por su lado, los ranqueles
realizaban malones sobre las estancias fronterizas. En ese contexto, se provocaba el
despoblamiento de la frontera con el consiguiente traslado de la población a zonas más
seguras, por lo que hacia 1840 se decidió hacer las pases con los ranqueles. El acuerdo con
el gobernador porteño trasluce la introducción de las prácticas agrícolas cristianas entre
los ranqueles a partir de los elementos que se le regalaban.

- La paz concretada hacia 1840 era efímera. En aquella época, los conflictos políticos
sacudían al federalismo (Libres del Sur, conspiración de Maza, levantamientos unitarios de
Lavalle y LaMadrid), por lo que Rosas aplicó niveles de violencia y de coerción con escaso
lugar para el disenso: todo opositor a Rosas era perseguido. Ante aquél conflicto ,los
ranqueles se acercaban a ambos bandos, aceptando refugiados unitarios en sus tolderías
como Manuel Baigorria, quien permaneció “tierra adentro” pudiendo establecer una
extensa red de relaciones políticas acrecentando su poder y prestigio en el lugar. Tambien
se aceptaban numerosos desertores de las milicias, y “renegados y refugiados cristianos”.
Los refugiados establecieron nexos sociopoliticos con los ranqueles, visibles en la
participación conjunta en los malones sobre las poblaciones fronterizas.

- En tiempos de guerra, era común la práctica de tomar rehenes, prisioneros y cautivos,


dando paso a una diplomacia interétnica fundamental para la negociación de la paz. Las
paces entre Cordoba y los caciques ranquelinos implicaron la recuperación e intercambio
de rehenes y cautivos. Los rehenes eran los jhijos de los caciques o familiares muy
cercanos, que eran enviados como mandato político, brindandole prestigio a los linajes
poderosos.
- Las comitivas ranquelinas llegaban desde tierra adentro hasta Cordoba capital. Las razones
para esta movilización eran variadas: cometidos político/diplomático, intercambio de
productos, ser atendidos por médicos. Uno de los principales motivos era para buscar las
raciones establecidas en los acuerdos de paz, así como otros bienes que le eran entregados
como agasajos o regalos: ganado equino, herramientas, alimentos, bebidas, vestimentas,
objetos de uso cotidiano, medicamentos, aperos, armas.

- Una de las particularidades de los ranquelinos es la presencia de numerosos refugiados


políticos, como los unitarios, que les permitieron vincularse o combinar acciones con
aquellas fuerzas sociales opositoras al gobierno, pudiendo mantenerse como enemigos del
régimen rosista.

“Orden”, “Republica” y “Organización”. Los discursos de la Liga del Norte. – Pablo Mena

- En 1840 las elites locales de diferentes provincias del norte combinan entre ellas para dar
origen a la “Liga del Norte”.
- Es posible advertir a partir de l análisis de los términos “Orden”, “República” y
“Organización”, en el discruso de los actores, elementos confluyetes en la concreción del
arco de oposición antirrosista, que aunque heterogenea, encontraba allí su punto de
confluencia. “Orden” apelaba a la vigencia de las leyes y las instituciones, la legitimidad.
“República” sería el espacio en donde el orden se habría construido, en el cual se
precisaba una “Organización”, institucionalizada en una constitución.
- La oposición fue encabezada por jóvenes “doctorcitos”, llamados así por ser tucumanos
egresados de la UBA, que al regresar a su provincia encontraron acogida por el gobierno de
Heredia, llegando a puestos políticos trascendentes. Formaban parte de la “Nueva
Generación”, la cuals e destaca por la diversidad de criterios en tema política.
- La situación previa al pronunciamiento era critica: pauperización de sus arcas tras la guerra
contra la Cofnederación Peruano-Boliviano, sumado al clima de tensión e inestabilidad tras
la muerte de Heredi en Tucuman, que impedían garatnizar un orden estable. Los grupos de
poder provinciales eran conscientes del que el éxito de la estabilidad local se relacionaba
con la relación con las provincias vecinas. En este sentido, hacia 1840, la Sala de
Representantes tucumana, presidida por Marco Avellaneda, elaboró en forma de ley un
pronunciamiento donde se anulaba las prerrogativas de representación exterior al
gobierno de Buenos Aires. Se buscaba no sólo oponerse al orden porteño, sino también
buscar una alternativa al lado de las provincias vecinas. A la acción tucumana se unieron
pronto Salta, Jujuy, Catamarca y La Rioja.
- La Liga del Norte fue un frente de oposición constituido para derribar el orden personalista
del rosismo, para dar paso a la organización nacional, siendo uno de sus objetivos erigir
una constitución. La Liga se inclinó siempre hjacia una articulación política que excede el
espacio regional y provincial.
- La Liga del Norte parece haber surgido como una alternativa, producto de la iniciativa de
algunas provincias, para la resolución de demandas que obedecían a la necesidad de
sostener el “orden” interno, a partir de un agrupamiento inter-provincial, pero que a la vez
se proyectaba como una vía de “organización” constitucional que englobaba a la
“República” toda.

La Mazorca y el orden rosista – Di Meglio

Durante el rosismo, la existencia del “terror”, crímenes politicos no cometidos por agentes del
Estado si no por una suerte de organo parapolicial, la Mazorca, centró el grueso de su acción en la
ciudad y no en la campaña. A diferencia de las clases populares, la elite porteña era un grupo de
difícil disciplinamiento a traves de los dependientes del gobierno, como la policia. En cambio, la
Mazorca no tenia limites; nadie podia ponerselos a un cuerpo que actuaba fuera de todo
ordenamiento, vinculadose solo a la persona de Rosas y al club de adherentes rosistas llamado
“Sociedad Popular Restauradora”, a la que pertenecía.

Rosas y la ciudad

El regimen que Rosas encabezaba parecia solido en la campaña pero estaba menos consolidado en
el ambito urbano, encontrando alli sus mayores obstáculos para su proyecto. Por ello, apenas
regresó al poder en 1835, busco afianzar el regimen en la ciudad a traves de la eliminación del
disenso y de la competencia politica.

Tomó medidas: quito peso a la Legislatura provincial, arresto a sus enemigos del núcleo federal
cismatico, despidio a sujetos para el poco confiables del ejercito y la administración publica y
mando a ejecutar a supuestos conspiradores.

Unanimidad total, ese era su objetivo: encargó a la Policia a los jueces de paz y a los alcaldes de
barrio que aseguraran ello. Se comenzó a controlar con rigor el uso de la divisa punzó y se
elaboraron clasificaciones que describian el perfil politico de los vecinos.

Si bien el propio Rosas pertenecia a la élite, y contaba con una fuerte base de apoyo entre los
estancieros, muchos otros eran unitarios o cismáticos. Muchos de ellos mantenian vinculos con los
emigrados en la Banda Oriental, otros criticaban la posesion de las facultades excepcionales de
Rosas en detrimiento del sistema republicano.

Así, el principal recurso de Rosas para conseguir la probación de la elite era el mantenimiento del
orden, pero la unanimidad se vió resquebrajada tras el bloqueo frances y las dudas de si la politica
rosista garantizaba el orden.

Si bien el Gobierno podía usar su poder coercitivo ante esos descontentos, a partir del uso de las
facultades, el apelar a la Policia no traía los mejores resultados, pues no tenía la misma autoridad
ante el resto de la población. Los vinculos barriales eran fundamentales y quienes tenían años de
residencia en una zona podian conseguir defensores en personajes fundamentales de la ciudad: los
alcaldes de barrio, los tenientes alcaldes, los oficiales milicianos, los curas y los jueces de paz.
Además, Rosas no podía simplemente matar por una cuestión de legitimidad: es ahí cuando entra
en juego la Mazorca, que no tenia limites. Nadie podía ponerselos a un cuerpo que actuaba fuera
de todo orden, cinculado solo con la persona de Rosas y con la Sociedad Popular Restauradora, a la
que pertenecía.

La Mazorca

Su origen se ligaba a una asociación política: la sociedad popular restauradora, nacida a fines de
1833. La asociación tenía el elemento distintivo de “popular”: entre sus integrantes había
individuos que no formaban parte de la elite de Buenos Aires. Su actividad política rutinaria
consistía en distintos contextos: gritaban a favor en las calles, importunaban a sus enemigos,
concurrían a la Sala de Representantes a presionar a los antirrosistas. Luego, las indicaciones de
Rosas eran principalmente vigilar a personas sospechadas de simpatias unitarias o de oposición al
regimen: las demostraciones de adhesión se hicieron más expresivas y la violencia lleno los
discursos y de a poco fue ganando otra vez las calles.

Los mazorqueros eran originalmente miembros de la Sociedad Popular Restauradora, eran


federales decididos. En 1833 y 34, Encarnación Escurra le había encargado a la Sociedad que
atacase casas de adversarios politicos, para intimidarlos y obligarlos a exiliarse, a lo que se
sumaron asesinatos y deguellos en la ciudad. Comenzaron allí a distinguirse los mazorqueros: ellos
eran miembros de la Sociedad Popular Restauradora, pero los otros no mataban. La mazorca fue
un grupo que podemos llamar parapolicial, integrado mayormente por empleados de la Policia en
actividad.

Tres elementos que legitimaron y permitieron el accionar del rosismo: la sacralización de la causa
federal, la identifiacion de Rosas como salvador y defensor de la ptria ante la agresión extranjera y
el clasicismo.

La adhesión federal le permitio a gente de inferior condicion social acusar a miembros de la elite
en igualdad de condiciones, mientras en la decada del 20 el Estado intervenia mayormente a favor
de los estratos mas altos. El apoyo plebeyo y el igualitarismo fueron uno de los rasgos clave del
régmen; había una identificación popular con el federalismo que contribuyo a que se viera la
presion politica ejercida sobre la elite como una suerte de revancha social.

Frente a opositores y observadores extranjeros, la ejecución de los atauqes era causa de la furia
popular. También sirvió para legitimar al rosismo ante la misma plebe y contribuir a su
desmovilizacion real: si la plebe rosista se consideraba en algun punto representada por las
acciones de los mazorqueros, entonces Rosas avanzaba en su principal objetivo, la construccion del
oredn.

Mientras a la plebe porteña se la vigilaba y disciplinaba con las pocas herramientas estatales
existentes, fundamentalmente la policia, a la elite disidente se la perseguia – y disciplinaba-
apelando a grupos que de alguna manera se arrogaban una representatividad popular. La elite
temía a la accion popular, pero en realidad esta estaba siendo controlada por las autoridades. El
terror fue parcialmente popular, se reivindico como tal pero quedó en pocas manos y se convirtió
en política de gobierno.

Guerra de ladrones. La Argentina contra Brasil (1825-1828)

El camino hacia la guerra

La Banda Oriental fue ocupada en 1816 por el imperio portugues (en 1822 imperio del Brasil) y
desde allí formó parte de sus territorios como “Provincia Cispalatina”. Hacia 1825, los “33
orientales”, comandados por Lavalleja, parten desde Buenos Aires para levantarse en armas contra
los brasileños, movimiento al cual se acoplaron los hombres de Fructuoso Rivera, y que buscaba
reunirse nuevamente con las provincias rioplatenses. Además de adueñarse de toda la campaña,
hacer retroceder a las tropas brasileras hacia Rio Grande del Sur, y sitiar a los brasileños en
Montevideo, Colonia y Maldonado, Buenos Aires ofreció a la sala de representantes creada por los
sublevados para que se sumara al conjunto rioplatense. El imperio declaró la guerra

La movilización militar

El emperador Don Pedro levantó un ejército importante y bloqueó el puerto de Buenos Aires para
ahogar económicamente a su oponente; mientras los porteños luchaban ante los bloqueadores y
promovieron una guerra de corso para atacar naves imperiales en pos de afectar el comercio
brasileño. Los rioplatenses apostaron a una ofensiva terrestre, volviendo a la actividad varios
soldados que habían sido licenciados tras las reformas rivadavianas, así como muchos se alistaron
a la marina debido al prestigio del almirante Brown.

La carencia de voluntarios obligó a reclutar las filas de modo forzoso, sobre todo a los “vagos”,
“mal entretenidos”, o sea, los trabajadores humildes. Este reclutamiento generó descontento: el
peso de las levas, el desinterés de la guerra y la indignación por los abusos de las partidas
reclutadoras generaron altas tasas de deserción.

Hacia 1826, con Carlos de Alvear al mando, se crea el “ejército republicano”, cuyas fuerzas
orientales estaban lideradas por Lavalleja, pese a las pretensiones de Rivera.

Sistemas enfrentados

La república era el ideal indiscutido desde 1820 en las provincias, y el conflicto con Brasil aparecía
como una lucha que no sólo buscaba anexar la Banda Oriental, sino también contra la monarquía
en América, de allí el nombre del ejército. Hacia 1284, el Congreso General Constituyente comenzó
sus sesiones (1824-1827), y tras algunos vaivenes, apoyó al bando oriental. En estos años, las
Provincias Unidas pasaron a llamarse por primera vez República Argentina, además de promoverse
la Ley Fundamental (creación del presidente provisorio) y la Ley Fundamental (presidente
permanente) y la Ley de Capitalización (Buenos Aires capital nacional), quedando en la dirección
un grupo unitario identificado con la ciudad, monopolizando el puerto y la aduana, generando un
realineamiento político con la aparición de estancieros poderosos liderados por Rosas y
Anchorenas brothers, cercanos a la facción federal.
Las dos guerras

Mientras el Congreso encontraba oposiciones federales en algunas provincias, resaltando la figura


de Facundo Quiroga, hacia 1826 Alvear abrió la campaña, penetrando Río Grande del Sur. Pese a
las victorias, ciertos dirigentes no confiaban en ganar el conflicto: el bloqueo afectaba la economía,
disminuyendo las posibilidades de sostener la guerra; la población se oponía a nuevos
reclutamientos; las provincias se negaban a auxiliar a un gobierno de tendencia unitaria. Ante ello,
ciertos congresales comenzaron a optar por la paz. Otro promotor de esta opción era el Reino
Unido, cuyos comerciantes en Europa y BA se veían perjudicados por el bloqueo imperial. Fue este
país quien propuso a la Banda Oriental como estado independiente.

Hacia 1827 Rivadavia envía a Manuel Garcia a negociar en Río, quien en el tratado aceptó que la
Banda Oriental quedase en manos brasileras, que se desarmase la isla Martín García y entrega de
indemnizaciones. Esta noticia generó una enorme indignación en la población y en todos los
sectores políticos. Ello decretó la caída del gobierno, renunciando Rivadavia, y clausurándose el
Congreso. La guerra la siguió liderando Borrego, lider federal elegido gobernador de Buenos Aires,
y al mando de las fuerzas Lavalleja.

Agotados

Hacia 1828, ninguno de los contendientes estaba en condiciones de afrontar una campaña eficaz,
por problemas económicos y financieros. Las deserciones continuaban. A pesar de ello, Borrego
dispuso continuar la lucha, pero la falta de recursos lo trabó. Rivera se apoderó de las Misiones
Orientales y de mucho ganado, generando que Don Pedro se convenciese de aceptar el plan
británico. Nadie se mostraba en condiciones de ganar y la llave de su resolución volvió a quedar en
manos británicas.

La negociación de la paz

La presión sobre Dorrego del grupo “neofederal” liderado por Rosas, a partir de las perjurias
económicas de Buenos Aires, por culminar la guerra, lo llevó a resignarse. Hacia 1828 se firmó la
Convención Preliminar de Paz bajo la cual la “Provincia de Montevideo” se convertía en país
independiente, los rioplatenses abandonaban el territorio imperial y ponían fin a las operaciones
de corso; libre navegación de las cuencas del Plata.

En El Río de La Plata el acuerdo fue recibido favorablemente, y los orientales se mostraron


conformes. Pero los oficiales del ejército repuiblicano regresaron disconformes con una paz que
juzgaban entregada esea a sus triunfos, molestos por los atrasos en pagos y suministros, y
resentidos con los federales, juzgados como responsables del fracaso del gobierno nacional y con
ello de la posibilidad de continuar la guerra.

Durante la guerra el ejército generó un espíritu de cuerpo entre los oficiales y una disciplina de las
tropas que permitieron a algunos de los jefes proyectar una organización nacional impuesta a
través de su prpia acción militar. Los referentes de esta idea fueron los generales Paz y Lavalle,
allegados a los unitarios. Lavalle se insurreccionó apenas desembarcado y fusiló a Dorrego, dando
inicio a una nueva guerra federal-unitaria. El costoso enfrenamiento con Brasil generó más guerra.

La construcción de un sistema político alternativo: Cordoba durante el gobierno de Bustos, 1820-


29 – Ayrolo

- El trabajo analiza la forma en que se construyó la imagen del orden en la época. Así, la
administración cordobesa creó, principalmente a través del discurso, una figuración de la
comunidad político-social fundada en tres puntos: 1) un identidad local preexistente; 2) un
modelo ciudadano que implicaba la convergencia de virtudes cívicas y principios religiosos;
y 3) una diferenciación explícita con el resto de las provincias, en especial con la de Buenos
Aires, dejando al descubierto un modelo alternativo. Esta construcción permitió al
gobierno obtener un importante grado de cohesión interna y funcionar de forma
relativamente estable y organizada.
- Tras la caída del poder central, Cordoba reasumía formalmente su soberanía y se elegía
gobernador a Bustos. Los nuevos tutores del poder buscaron, para mantener la estabilidad
provincial, la construcción de un modelo político alternativo al de Buenos Aires, asentado
en dos valores: la religión católica como credo moral y el (con)federalismo como credo
político
- Algunos términos de esa construcción modélica son: Buenos Aires vs Cordoba; Centralismo
vs Federalismo; Religión (católica) vs Tolerancia. Buenos Aires es equivalente a porteños,
impíos, centralistas; Cordoba es federal, católica, baluarte de…
- Una institución importante fue el Patronato, que reunía la administración política y la
eclesiástica. Buenos Aires=Cismática, Cordoba=católica, brindaron legitimidad y con ello
gobernabilidad, concediento una identidad local que acompaña al proceso. La identidad
católica de Córdoba es retomada por Bustos, pues utiliza sus elementos constitutivos para
lograr cohesión grupal sin resistencias. El origen de esta identidad se remite a la influencia
que dejó la presencia jesuítica en la zona. En 1823, Córdoba rechaza la reforma del Clero
regular en Buenos Aires y la sanción de tolerancia religiosa de 1825, mostrándose
definitvamente como una alternativa.
- El gobierno de Bustos retomó las ideas que habían dado origen al sistema de los Pueblos
Libres de Artigas, que Córdoba abrazó fugazmente hacia 1815, adhesión que estaría
vinculada a las bondades que el propio sistema confederal ofrecía a Cordoba, sobre todo
en relación al alto grado de independencia, de autonomía, generando posibilidades de
gobernabilidad interior y de negociación exterior.
-

Apuntes sobre la consolidación del régimen rosista


República

 El régimen político era una República: los ciudadanos elegían a sus representantes y éstos
llevaban adelante los mandatos de sus representados. La legitimidad del gobierno, aunque
dotado de poderees extraordinarios, estaba basada en la voluntad popular y había sido
elegido dentro del marco de las instituciones de la República. La “opinión pública”
constituía la base de legitimidad y poder del régimen. La Sala de Representantes concedía
poderes extraordinarios a Rosas interpretando el “sentir de la opinión pública” y, cada año,
Rosas refrendaba su autoridad por medio de elecciones en las que participaba una altísima
proporción de los votantes
 El federalismo rosista era una adecuación de los ideales republicanos en la Argentina
posindependiente: la defensa de la independencia nacional frente a amenazas extranjeras,
la preservación del orden federal que impidiese el desmembramiento de las PRovuncias
Unidas, el restablecimiento del orden social y la adhesión a un principio de representación
basado en la voluntad popular eran creencias esenciales.
 4 componentes del discurso republicano rosista: 1) ideal deu n mundo rural estable y
armónico; 2) la república amenazada por una banda de conspiradores de clase alta: los
unitarios; 3)defensa del “sistema americano” que era una confraternidad de repúblicas
americanas enfrentadas con las ambiciosas monarquías europeas; 4)restauración del
orden social para el buen funcionamiento de la república
 El republicanismo rosista nunca pretendió defender valores liberales como la división de
poeres, la separación Iglesia-Estado o el respeto a las opiniones de las minorías
 Si la mayoria de los habitantes de BA no hubiese apoyado al gobierno, es poco probable
que las guerras federales, demandantes de un enorme esfuerzo en términos de personas y
riqueza, hubieran podido ganarse. Aquellos que habían vivido el período de la anarquía no
tenían dudas de que las instituciones judiciales se habian tornado más efectivas y que la
campaña era más ordenada y estable. También el Estado rosista garantizaba derechos,
sobre tdo el derecho a voto y a la libertad de trabajo e industria.

Restaurador de las leyes

 Para los publicistas del rosismo, los poderes excepcionales, lejos de negar los principios
republicanos, servían para defenderlos. En el contexto político y social caracterizado
como la anarquía, el sostenimiento de las instituciones republicanas requería antes la
restauración del orden social.
 Rosas restauró no sólo el orden institucional, sino también la confianza de los
ciudadanos en la justicia y su obediencia a la ley. La justicia funcionaba regularmente y
la ley era acatada por gran parte de la ciudadanía. La “restauración de las leyes” se
refería casi exclusivamente a la elevada legitimidad de que gozaron la ley y sus agentes
entre los ciudadanos federales: una ley para todos y cada uno de los ciudadanos,
independientemente de sus status, condición social o riqueza.

La política en la época

 La política no estaba separada de la vida cotidiana y por ende se “hacía política” en


múltiples ámbitos y de diversa forma. Los rumores, las canciones y los chistes que
circulaban en pulperías, cuarteles y fogones formaban parte: las expresiones políticas
comprendían más que el voto o la adhesión a una determinado jefe político. Se reflejaban
directamente en las formas de vestir, hablar y comportarse, que definían la identidad
política del individuo. Ser federal implicaba expresarse “contra el sistema de unidad”, vestir
“a la usanza federal” y contribuir con bienes y servicios personales a la causa federal.
 Elecciones: el sistema de competencia electoral entre notables –propio de la feliz
experiencia- se reemplazó por un régimen de unanimidad, con reducida o nula
competencia entre líderes y con listas únicas de candidatos aprobados por el gobernador.
Así, se excluía de la contienda política a los opositores a Rosas y los candidatos a
representados serían elegidos y refrendados por Rosas y votados por unanimidad. Dado
que la opinión pública se suponía unánimemente a favor del sistema federal, sólo se
trataba de demostrar la verdad de este supuesto movilizando votos: las elecciones servían
más para refrendar la acción del gobierno y confirmar la popularidad de ciertos líderes
locales que para elegir un representante. El ejercicio periódico del voto sostenía y
vindicaba la idea de un orden republicano en funcionamiento.
 La política se localizaba en festividades en las cuales el Dictador y el pueblo reafirmaban su
compromiso de continuar luchano por la “Santa Causa”: carnavales, fiestas patrias.
 La política estaba constituida por prácticas tendientes a que los ciudadanos acompañaran
las decisiones gubernamentales. El gobierno representaba a la opinión popular y por tanto
la funci´pon de la politica era la de refrendar la acción de gobierno: los ciudadanos
federales debían apoyar con acciones y palabras la causa del ferelamismo en todo
momento, más allá de elecciones o fesividades: calle, bailes, pulpería, batallones del
ejército, oficinas públicas, hacían del “ser federal” una condición de vida, que debía
exhibirse en diferentes ocasiones y de distintos modos.
 “Federales de opinión” eran aquellos que se expresaban públicamente por la causa
federal, defendiéndola en espacios públicos y quedando ello registrado en la memoria del
vecindario, como también lo hacía aquellos que se pronunciaban en contra, sospechados
de ser unitarios. Las listas de federales y unitarios determinaban arrestos. También era
importante ser federal de apariencia, con el rojo punzó y la divisa como marca.
 Por lo general fueron pequeños productores rurales, “labradores” y “criadores” y los
miembros de las clases bajas urbanas quienes, atraídos por el discurso de igualdad social y
de legalidad que proponía el federalismo rosista, lo apoyaron. Los peones rurales no tenían
demasiados motivos para respaldaros: llevados a una vida de serivicio militar casi
permanente y agraviados en forma constante por autoridades militares y judiciales, se
mantenían lo más alejados posible del Estado.

Luchas

Conflictos internos:

Los ejércitos federales eran más numerosos y disciplinados y al contar con el apoyo de la
población campesina, tenían menos problemas de aprovisionamiento, comunicaciones y
transporte. Se tenía el apoyo de provincias clave como Entre Ríos, Córdoba o Santiago del
Estero. La alianza de los opositore con los franceses había aportado pocos recursos financieros
e incluso oposición en las filas unitarias. Los reclamos frente a BA eran tan disímiles que se
complicaba generar una alianza.
 Conflicto con Berón de Astrada: en 1839 el gobernador de Crorrientes declaró la
guerra a BA y ER por los perjuicios económicos que producía la aduana de BA al
comercio de Corrientes y por diferencias respecto a la constitución: Corrientes exigía la
libre navegación de sus ríos, la habilitación de sus puertos para el comercio de
ultramar y la sanción de una constitución nacional en breve plazo. Echagüe terminó
venciendo a Astrada, invadiendo Corrientes y estableciendo un gobierno leal a Rosas.
 La conspiración de Maza: miembros de la Asociación de Mayo decidieron derrocar a
Rosas. El gobernador se enteró de las conspiración e hizo arrestar a sus mentores, y el
pueblo pidió por la restitución de Maza como presidente de la Sala de Representantes,
aunque no llegó a realizarse porque fue asesinado por mazorqueros como también su
hijo.
 La rebelión del sur: plan fracasado de un levantamiento en la campaña, aprovechando
el descontento de los hacendados sureños por las políticas de tierras y las expectativas
que la anunciada invasión de Lavalle proponían. Castellí se alzó con base en Dolores y
Chascomús. Rápidamente se sofocó desde el gobierno.
 La invasión de Lavalle: en 1840 invadió la provincia y estuvo a punto de invadir la
ciudad. Se detuvo en Mercedes a la espera de refuerzos franceses que nunca llegaron,
mientras Rosas reunió una enorme fuerza. Lavalle decidió marchar a Santa Fe y luego
hacia Córdoba, donde sus tropas fueron diezmadas por las del ejército federal al
mando de Oribe.
 La gran alianza y la caída de la tiranía: el “pronunciamiento” de Urquiza de 1851
expresada la decisión de la provincia de reasumir el ejercicio de las facultades
delegadas en BA hasta se haga una CN. La única provincia que adhirió fue Corrientes, y
también se sumó el Imperio del Brasil, en discordia con Rosas por la cuestión de la
Banda Oriental, así como el gobierno de Montevideo, opuesto a Oribe, se sumó al
emprendimiento. Mientras, Rosas no creía que ello fuese preocupante y no ordenó
ningun preparativo militar hasta muy cerca de la batalla de Caseros en las que el
“ejército grande” venció.

Conflictos externos:

Encargado de las relaciones internacionales de la Confederación, Rosas tuvo que afrontar una serie
de desafios externos a la integriadd territorial y a la soberanía nacional.

Antiguo Regimen y Liberalismo – Tio Vallejo

Apuntes

- El análisis se centra entre 1819 –caída del poder directorial- y 1834 – asunción de Alejando
Heredía como gobernador, apoyado por Buenos Aires-.
- El sistema político de los años 20’ se forjò sobre dos pilares: los procesos electorales y la
militarización. El principio de la soberanía popular sosntenía el sistema representativo de
gobierno, retomando viejas prácticas del Antiguo Régimen que denota la supervivencia de
rasgos como la vecindad en tanto categoría política, la persistencia de agentes intermedios
y de ciertos actores sociales. También la guerra generaba tipos de autoridad y formas de
participación.
- Dos son las esferas de poder que permiten la organización del estado provincial. El
gobernador, heredero de atribuciones del gobernador intendente borbónico y de carácter
guerrero; la Sala de Representantes elegidos para la ciudad y cada partido de la campaña,
que implicaba la representación del territorio provincial, garante del orden legal.
- En el caso tucumano se distinguen dos estructuras políticas: una “inestable”, el “poder
miitar” que es a la vez base de l poder ejecutivo provincial; y las instituciones
representativas, que goza de una continuidad aceptable, que legitima los cambios en el
poder ejecutivo. Ante cada pronunciamiento militar exitoso, ellos gozand e un marco de
legalidad, lo que promovió la suceción de golpes militares –“anarquía”- y la incorporación
de normas y prácticas liberales.
- Los actos electorales son fuente de legitimidad y legalidad, repetidos continuamente y
servían de apoyo en cada cambio de gobierno: los gobernadores que accedían al poder por
la fuerza, convalidaban su poder ante ella o hacían elegir una nueva, pero basándose en el
mecanismo de la representación. Los levantamientos militares y las elecciones se
complementaban: los mismos individuos que dirigían el levantamiento recurren a una
convalidación por medio electivo, pues ante cada crisis política el pueblo reasume la
soberanía.
- Aunque las prácticas electorales fueron desprendiéndose de la fórmula del cabildo abierto,
el cabildo por su parte continuó ostentando un papel político de árbitro. En su última
etapa de vida el cabildo tuvo un papel sumamente activo, los cabildos abiertos eran las
formas más espontáneas y legítimas de participación popular con una categoría
equivalente a la participación en las elecciones practicadas según los reglemantos
constitucionales. Sólo con la desaparición del Cabildo, la sala de representantes concentró
el papel de institución legalizadora y legitimadora de los gobiernos, aunque varios años
después de la extinsión del cuerpo municipal, en momentos de emergencia, la sala
ampliaba su representación con un mecanismo similar al del os cabildos abiertos.
- Las fronteras entre las viejas instituciones de antiguo régimen, las nuevas prácticas
lñiberales y las prácticas y tipos de vínculos resultantes de la militarización son difusas,
generando un sincretismo político.
- La militarización introduce en la cultura política formas de relación social específicas de la
disciplina, de la jerarquización, de las relaciones de subordinación y solidaridad propias de
la vida militar, pero también traduce clientelismos tradicionales.
- La figura del caudillo identificada con el gobernador provincial sintetiza componentes que
provienen del papel de los jefes militar y los gobernadores durante lla guerra, con la
institución del gobernador intendente colonial. La Sala de Representantes es el resultkante
de la introducción de un nuevo sistema representativo pero a la vez la condensación de
una representación de la jurisdicción que evoluciona.
- En la construcción del estado provincial, las funciones del cabildo son asumidas por el
gobernador y por la sala de representantes, pero tambiñen por nuevas instituciones
administrativas, de justicia y un aparato policial, con limites difusos entre ellas.
- La organización del estado provincial tropieza con la miseria fiscal y la exigüidad de la clas
política. Pocos ciudadanos están instruidos para cumplir con las tareas, muchos se alejan
de la vida política por su violencia y su poco beneficio económico y social. Se afianzan así
los agentes intermedios, “agentes de gobernabilidad”: jefes militares, jueces y sacerdotes,
encargados de la “uniformidad de opiniones”
- MARCAR RELACIÓN CON GUERRA – PASO DEL ANTIGUO RÉGIMEN AL LIBERALISMO –
PROCESO CONTINUIDAD Y RUPTURA.

Bechis – fuerzas indígenas

Las fuerzas guerreras de los indígenas que habitaban las pampas participaron en los conflictos
bélicos de la construcción de la sociedad y el Estado. Los criollos solicitaban, instaban o, en
cumplimiento de un pacto anterior o en proceso de concretarse, exigían a los caciques la
participación bélica en el conflicto civil.

Por el lado de los indígenas, quienes después de cuatro siglos de relaciones interétnicas,
rápidamente aprendieron las engañifas de la turbulenta nueva sociedad lo que, junto a su propio
repertorio, usaban en su propio beneficio. Esto es lo que en antropología se llama “aculturación
antagónica”, la que consiste en incorporar elementos culturales tanto materiales como no
materiales del otro, con el fin de hacer más eficaz su propia resistencia.

La participación de las fuerzas aborígenes tomó variadas formas respecto de la cantidad de


aborígenes comprometidos, la dirección de mando de las fuerzas, las motivaciones de la sociedad
indígena, el momento en que se manifestaba la adhesión a uno u otro bando civil, el
mantenimiento de la adhesión y las formas determinadas más por las circunstancias que por los
proyectos de los mismos indígenas o los proyectos de los criollos.

Dado que la dinámica decisional es para nosotros un elemento clave dentro de las fuerzas
indígenas en su participación con las fuerzas criollas, creemos necesario distinguir entre “indios
aliados” soberanos e “indios amigos” reducidos o sometidos. Estos últimos, amparados por la
institución del “negocio pacífico” a partir de 1827 aproximadamente, fueron militarizados y solo
respondían a los mandos militares de la milicia o de las fuerzas regulares del gobierno de turno,
mientras habitaran campos “cedidos” por el Estado dentro de las fronteras criollas.

La autora tratará solo la participación de los “indios aliados”, es decir, indios soberanos, cuyas
alianzas con los criollos pudieron durar días o años según la conveniencia y las posibilidades
endógenas de cada una de las sociedades aliadas.

Marcaremos el comienzo de las hostilidades interétnicas durante la primera década republicana,


donde el área Arauco-Pampeana de una paz de décadas paso a intervención en los violentos
conflictos del siglo XIX.

Interesa más que contar la cantidad de fuerza indígena participantes o el resultado material de las
incursiones o la cantidad de veces que se unieron a fuerzas llamadas “irregulares” o “montoneras”,
queremos mostrar, sus momentos decisorios y sus motivaciones políticas así como la de los aliados
o, más bien, anfitriones. Quiere decir, que trataremos de mostrar tanto las variables
independientes como las intervinientes de la acción bélica de los indígenas soberanos sugerida o
requerida por algún actor criollo en la lucha civil.

El comienzo de las hostilidades interétnicas durante la primera década republicana.

La sociedad indígena pampeana, soberana desde que cesara la autoridad del rey español, se
encontró rodeada por pueblos que buscaban y construían una nueva forma política de regir sus
vidas.

Estos indígenas soberanos, no tendrían participación alguna en la construcción de un Estado que


no los involucraba como parte integrante de la población revolucionaria. Cabe destacar que los
indígenas habían hecho las alianzas con las autoridades reales, quienes habían reconocido su
autonomía.

Esta situación de autonomía construida por los indios y los españoles durante siglos de conflictos
de toda naturaleza y origen, es la que no reconocieron los primeros gobiernos patriotas tanto en
Chile como en Argentina. Es más, en Buenos Aires comenzaron los proyectos oficiales de expansión
sobre tierras indias apenas instalada la Primera Junta. Decimos oficiales porque ya en la zona sur se
había dado una expansión privada, de hecho, por lenta ocupación y por compra de terrenos a los
grupos indígenas desde finales del siglo XVIII.

Pero, a partir de 1814, las ofensas reciprocas se fueron sumando. Por el lado de los criollos algunos
jefes y soldados de frontera endurecieron su trato con el indígena con robos, molestias y crímenes
injustificados, los desertores de los ejércitos patrios también molestaban a los indígenas robando y
matando individuos o grupos. Por el lado de los aborígenes comenzaron los robos de ganado con
cautiverio y muertes.

Para 1818 la presencia de caudillos del litoral contra Buenos Aires, produjeron una mezcla
explosiva dentro de la sociedad indígena en la que las posiciones de las agrupaciones en pro o en
contra de Buenos Aires o de los criollos patriotas en general originaron más de un crimen y casi
una guerra intraétnica.

Así es que, todas las acomodaciones y acomodamientos recíprocos durante veinticinco o treinta
años de relaciones interétnicas bastante amables, fueron interrumpidas a partir de 1814 por
factores externos a la sociedad indígena.

Hubo agrupaciones soberanas que se integraron y desaparecieron como agrupaciones y otras que,
manteniendo su autonomía, deseaban integrarse a los estados criollos.

Las fuerzas indígenas vistas por sus aliados desde afuera y algunos juicios sobre su desempeño.

Aquel ambiente indígena politizado y en conflicto tanto en el ámbito intraétnico como


internacional se sumó el levantamiento de caudillos rivereños contra el centralismo porteño.
La primera influencia clara de los caudillos que pudimos detectar fue la originada por Miguel
Carrera quien, a pesar de ser extranjero, estaba unido a los caudillos del litoral, más por odio a
Buenos Aires que por su propia causa política.

Carrera y Alvear serán acusados por Buenos Aires de agitar y levantar los indígenas pampeanos.
Este caso nos muestra no solo el éxito sino también el fracaso de las manipulaciones del caudillo
con el indígena, así como un caso más de decepción del indígena con sus aliados criollos.

Desde principios de 1820, Carrera enviaba mensajes sobre el éxito de los jefes litoraleños contra
Buenos Aires alentando a los indígenas a atacar la capital por el sur con el fin de dividirle sus
fuerzas. Junto con estas ideas también incluía la de que los indígenas “pudiesen sacarle a Buenos
Aires todos los prisioneros de las Bruscas”, depósito de prisioneros de guerra situado muy cerca de
la recién fundada Dolores.

Las incorporaciones de los indígenas a las fuerzas rosistas fue importantísima para el éxito de los
defensores del gobierno constitucional. Un oficial rosista, en su relato del combate de Las
Vizcacheras menciona la muerte del segundo oficial rosista “por el enemigo o por los mismos
indios, a causa del distintivo que llevaba, o bien por la mala fe de los indios”. Decía que hubiera
podido ser que el cintillo federal, que no cubría todo el sombrero, podía no ser visto desde atrás y
menos aún si se le caía el sombrero, “de esto se aprovechaban los indios para matar a sus mismos
compañeros”.

El indígena aunque aliado y coparticipante, no solo no cede sus reglas sino que pelea su guerra.
Aprende hasta qué y hasta dónde puede llegar, pero aprovecha todas las ambigüedades y las
debilidades de sus camaradas de montonera.

La lucha por el indígena.

Unitarios y federales desarrollaron una guerra de influencias sobre los indígenas como un aspecto
más de la guerra civil. Ya en 1830, los federales estaban identificados con el indio abstracto como
símbolo de la nacionalidad que se estaba construyendo. También tenían una interacción, tanto
colectiva como amistosa, más frecuente con el indígena. Los unitarios, en cambio, conservaban
una distancia social y cultural mayor, para ellos todo indígena era un salvaje sin valor alguno. Pero
las circunstancias concretas, fueron la conciencia civilizada de los unitarios e hicieron que ellos
también se acercaran y trataran de usar las fuerzas indígenas contra los federales.

López, por su parte, reconocía la eficiencia de lo que llamó “tropa volante” pero recomendaba
hacer un compromiso previo ya que los indios atacaban solos, y podían tener “iniciativas”
inapropiadas.

En 1828 Rosas había levantado la campaña de Buenos Aires contra el gobierno de Lavalle. A la
ruralía se le sumaron comandantes y oficiales de la frontera aunque algunos tomaron el partido de
los unitarios. En este sentido, Lamadrid opinaba que unos indios que habían invadido La Carlota,
estaban aliados a Quiroga y decía “yo lo creo firmemente porque los indios y Quiroga son una
misma cosa”. Evidentemente los unitarios no estaban muy de acuerdo en recurrir a las fuerzas
indígenas, se resistían a pactar en vez de ordenar.

Es decir, la guerra civil tuvo un apéndice muy importante: la guerra por la captación del aborigen,
para neutralizarlo, desplazarlo o usarlo contra el enemigo.

Rosas tenía muchas más herramientas de toda índole para hacer una guerra de propaganda y
atracción, como ex prisioneros, esposas de los indígenas, buenas relaciones con caciques como
Catriel y Cachul con quienes mantenía conversaciones frecuentes. Ofrecía mejores regalos que los
unitarios, además se sumaba el dominio de la lengua araucana.

Fuerzas indígenas vistas desde adentro.

La experiencia de Manuel Baigorria entre los ranqueles por espacio de veintiún años transmitida
en sus Memorias, nos permite explorar detalles valiosísimos de la dinámica decisional de las
fuerzas indígenas y su organización.

En su libro expresa como un indígena le confesaba que no pensaba ir a pelear contra Lamadrid sino
que calcularon que había llegado el momento de aprovecharse, y que Rosas les pague una de las
tantas cosas nos ha hecho”

El guerrero indígena era el hombre o joven que se autorreclutaba cuando podía y cuando quería
sin que hubiera ninguna fuerza física coercitiva que lo obligara. Por las acciones guerreras, el
indígena acumulaba prestigio en una comunidad diferenciada en base a las cualidades personales
y a la posesión de bienes muebles y espirituales con los que conseguían esposas, amistades y
seguidores por la generosidad del regalo y el lucimiento de su cuerpo y el de su caballo.

En el capitaneo está la clave para entender tanto la enorme flexibilidad adaptativa de la sociedad
indígena, como sus limitaciones en la posibilidad de conservar estrictamente los acuerdos que
desarrollaban sus caciques principales con sus pares de otras agrupaciones y con las sociedades
republicanas que los rodeaban. Pero el éxito que tuviera el cacique en esa esfera política era
exigido y esperado por todos los integrantes de la sociedad, quienes tenían el derecho de juzgar
directamente a la autoridad.

La apropiación individual de lo capturado ya fueran personas, animales u objetos constituían la


única remuneración del soldado indio.

La ritualización de la toma de decisiones y de las marchas conspiraban contra la improvisación que,


a veces, era necesario hacer en medio del camino o ya en las cercanías del objetivo. El mocetón o
el capitanejo “se le sublevaba” al cacique si no entendía o no estaba conforme con la nueva
decisión.

Este orden interno se percibía desde fuera como “desorden” y “traición”.

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