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1. INTRODUCCIÓN
La naturaleza físico-química del agua, así como su abundancia y distribución, hace de esta especie
química la más importante de todas las conocidas. En efecto, juega un papel primordial en el
desarrollo de los seres vivos, a la vez que está asociada a multitud de minerales y rocas. Es, por
todo esto, una especie química determinante de muchas de las características físico-químicas y
biológicas imperantes en la Tierra, pudiéndose afirmar que es la base de la vida, ya que sin su
presencia y propiedades singulares, ésta sería imposible sobre nuestro planeta.
A lo largo del Ciclo Hidrológico y, como consecuencia de las distintas fases del mismo, el agua va
experimentando sucesivas transformaciones físicas y en su composición. Así, el paso de la fase
líquida a la gaseosa supone una destilación, con lo que el agua se libera de las impurezas que
contiene (tratamiento natural del agua) pero adquiere en muchos casos unas características
impropias para cualquier uso.
Por el contrario, al licuarse el vapor y caer a la tierra en forma de lluvia, disuelve ciertas sustancias
y gases que se encuentran en la atmósfera, tantas más cuanto más concentradas estén en la misma.
Luego, ya en la superficie de la Tierra, sigue disolviendo sustancias de la corteza terrestre y del
subsuelo hasta llegar al mar, donde se encuentran las aguas más cargadas de sales, y en algunos
casos y, si la orografía del terreno lo permite, aflora de nuevo a la superficie en forma de
manantiales o fuentes.
Además de este Ciclo Hidrológico, existe un subciclo biológico, el cual hace que se renueven sobre
la tierra, anualmente, del orden de 6.5 x 1011 Tm de este compuesto, como resultado de la función
clorofílica de las plantas verdes y de los organismos marinos.
Los usos que se le pueden dar al agua son muy diversos, así como pueden ser muy variadas las
características de calidad idóneas para cada uno de ellos. Ligeras variaciones en el contenido de
alguna de las sustancias presentes en el agua, pueden variar sensiblemente sus propiedades y,
hasta convertirla en inservible o no apta, para determinados usos.
De lo anteriormente dicho se deduce la importancia que tiene la química del agua, por lo que deben
estudiarse el origen y la acción de los distintos iones o elementos presentes en ella.
2. LA MOLÉCULA DE AGUA
Si nos detenemos en un estudio detallado de la especie química “agua”, nos daremos cuenta de su
gran complejidad, que ha impedido hasta ahora tener una idea clara de su naturaleza y de sus
agrupaciones moleculares.
En el estudio del agua líquida se podrían considerar tres aspectos: ordenamiento de los elementos
constituyentes de la molécula de agua, enlaces o asociaciones entre moléculas de agua próximas y
modelos de moléculas de agua para formar agua líquida.
Profundizar en los detalles de estos aspectos y en las distintas teorías se sale del objeto de esta
clase, por lo que únicamente se comentarán unas ideas generales a modo de resumen y como
explicación de las características del agua, así como de las anomalías que se dan en sus
propiedades.
La molécula de agua, al estar constituida por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, está
saturada desde el punto de vista de sus valencias ordinarias (dos negativas del oxígeno y una
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positiva de cada hidrógeno) pero posee restos de cargas, las llamadas fuerzas de Van der Waals-
London, y en su formación hay polaridad y, por lo tanto, habrá un momento eléctrico molecular. De
aquí se deduce que la molécula de agua debe tener una forma triangular, forma que se justifica
tanto por la teoría de las uniones químicas, como del estudio de su formación, mediante la
mecánica ondulatoria.
La forma de la molécula de agua, semejante a una V, y la naturaleza polar de los enlaces O-H, se
presentan como consecuencia de la distribución asimétrica de las cargas y como consecuencia de
un momento dipolar alto.
Un momento dipolar de esta magnitud, engendra fuerzas atractivas intermoleculares, que hacen que
estas moléculas tiendan a asociarse con gran fuerza. Esta gran fuerza atractiva intermolecular del
agua, se debe a la tendencia a formar enlaces de hidrógeno sobre una base tridimensional. En
efecto, un átomo de hidrógeno que está unido a otro átomo fuertemente electronegativo, puede
interaccionar con un par orbital de otro átomo electronegativo. Estos tipos de interacción dipolo-
dipolo son especialmente fuertes, participando siempre un átomo de hidrógeno.
La conducta del agua difiere mucho respecto a un gran número de líquidos descritos comúnmente
como normales, por lo que se han propuesto diferentes teorías sobre las asociaciones de moléculas
de agua para formar el agua líquida.
Según algunas de ellas, el agua líquida parece estar formada por asociaciones de moléculas de 2, 3
y hasta 12 unidades [H2O]n , estando dotada de una estructura tridimensional fluctuante; mientras
que el hielo es una mezcla de cuatro isómeros distintos, compuestos a su vez de diferente número
de moléculas y/o con diferente estructura.
3. PROPIEDADES GENERALES
En relación con las propiedades del agua, y según lo dicho anteriormente respecto a la existencia de
fuerzas atractivas, como consecuencia de las cuales hay formación de estructuras anormales en el
agua, se deduce que éste es un líquido con grandes anomalías en sus propiedades.
Tiene altos valores en sus puntos de fusión y ebullición respecto a lo que sería de esperar, su
densidad es aproximadamente igual a la unidad (en concreto 0,9999 g/cc a 20ºC), su tensión
superficial es alta (72,75 din/cm a 20ºC), tiene un bajo valor de coeficiente de compresibilidad (5 x
10-5 bar. a temperatura y presión ordinarias) y una alta capacidad calorífica (1.0 cal/g ºC a 15 ºC).
Esta gran capacidad calorífica hace que actúe como bomba de calor en la regulación del clima de la
Tierra, de forma que los océanos se comportan como vastos termostatos, transmitiendo energía
desde las aguas cálidas hacia las zonas frías y viceversa.
Desde la óptica puramente físico-química, la conductividad eléctrica del agua pura es muy baja,
pero cualquier electrolito disuelto en ella la hace más conductora, como se verá detalladamente más
adelante. El agua tiene un alto poder de disolución, debiendo mencionarse dentro de sus principales
propiedades, la solubilidad de los gases en ella, que se rige por la ley de Henry.
Por último se puede decir que el agua, además de ser un disolvente universal, es uno de los mejores
reactivos químicos, interaccionando con iones y moléculas. Además de su estabilidad, presenta
caracteres óxido-reductores muy marcados y su ionización tiene particularidades notables.
(En efecto, la molécula de agua es muy estable debido a la elevada energía de los enlaces O-H. La
siguiente ecuación es, como vemos, muy exotérmica).
H2O ⇔ H2 + ½ O2 + ∆Q ∆Q = 58 Kcal/mol
Para terminar esta introducción al comportamiento físico y químico del agua, vamos a citar los
mecanismos más comunes de ataque químico del agua respecto a las rocas y minerales:
-Hidratación, o penetración del agua dentro de la red reticular del cristal, formando compuestos
químicos denominados “hidratos”, por ejemplo, la transformación de la anhidrita (CaSO4) en yeso
(CaSO4.2H2O).
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-Hidrólisis, o descomposición mutua entre la sal que se disuelve y el agua. Un ejemplo entre
muchos, podría ser lo que ocurre al disolverse el CaCO3 en el agua.
-Óxido-Reducción. Este es un proceso que se da tanto en la zona de infiltración, donde coexisten
aire y agua, como en el agua libre. Implica el tránsito de electrones. El equilibrio redox se da entre
el O2 aportado por el aire disuelto en el agua que se infiltra, y el consumo del gas en procesos de
oxidación de las sustancias reductoras existentes en el medio.
-PH. Se pueden producir reacciones de disolución de sales presentes en las rocas y minerales,
sobre todo en condiciones ácidas.
COLOR
El color de un agua se debe, fundamentalmente, a diferentes sustancias coloreadas existentes en
suspensión o disueltas en ella. En aguas naturales el color proviene de las numerosas materias
orgánicas procedentes de la descomposición de vegetales, así como de diversos productos y
metabolitos orgánicos que habitualmente se encuentran en ellas (coloraciones amarillentas).
Además, la presencia de sales solubles de Fe y Mn (aguas subterráneas y superficiales poco
oxigenadas) también produce un cierto color en el agua.
Por otro lado, las coloraciones rojizas observadas a veces en el agua de bebida proceden del hierro
y las negras del manganeso, divalentes en ambos casos, que se oxidan por la adición de agentes
oxidantes, generándose la correspondiente precipitación de oxihidróxidos coloreados poco
solubles. Otras veces, el color procede de la oxidación de las propias conducciones de agua
potable.
En este sentido, la importancia del color en el agua de consumo es fundamental, de carácter
organoléptico, así la mayor parte de los individuos perciben niveles de coloración de 15 UCV y,
según la O.M.S., los niveles inferiores son, en general, aceptables para los consumidores.
SABOR Y OLOR
El sabor y el olor de un agua pueden proceder de fuentes o procesos naturales o artificiales. Los
primeros incluyen gases, sales, compuestos inorgánicos, orgánicos y otros procedentes de la
actividad vital de los organismos acuáticos. Los compuestos productores de olor/sabor de origen
artificial pueden ser también orgánicos e inorgánicos. Con independencia de su origen, natural o
artificial, se citan a continuación compuestos pertenecientes a los dos grupos:
Compuestos inorgánicos
El ácido sulfídrico (H2S) tiene un olor típico a huevos podridos en alta concentración y a moho o
pantano en baja concentración. Se suele detectar en aguas poco oxigenadas y en aguas profundas de
lagos o embalses durante el proceso de estratificación térmica (verano/otoño).
Asimismo, la mayoría de las sales y minerales producen olor salado o metálico en el agua, siendo el
umbral de percepción tremendamente subjetivo. Metales que habitualmente producen sabores en un
agua son Fe, Mn y Zn; entre los aniones deben citarse Cl-, SO4=, HCO3- y NO3-.
Es típico también el sabor que produce en el agua el cloro o hipoclorito usado en su tratamiento,
especialmente si el agua a tratar lleva compuestos fenólicos (sabor medicamentoso a clorofenoles,
cuyo umbral de sabor para los mono, di, tri y tetraclorofenoles está en el rango de 0,1 a 1 µ/l ).
Compuestos orgánicos
De entre los de origen natural se pueden citar los siguientes:
Geosmina, aceite neutro de fórmula C12H22O con un olor a terroso o leñoso, producido por
especies de Actinomicetos.
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TURBIDEZ
La presencia de partículas insolubles en suspensión como arcillas, limos, materia orgánica
finamente dividida, plancton y otros organismos microscópicos, da lugar a la turbidez en un agua.
Estas partículas (de dimensiones variables desde 10nm hasta diámetros del orden de 0,1mm)se
pueden agrupar en tres categorías: minerales, partículas orgánicas húmicas provenientes de la
descomposición de restos vegetales, y partículas filamentosas, por ejemplo restos de amiantos.
Las primeras provienen de la erosión de suelos y rocas, suelen estar revestidas de restos orgánicos
y conforman la mayor fracción de las materias en suspensión de las aguas naturales. Los aportes de
aguas de escorrentía ricas en materias minerales, en época de lluvias, causan aumentos de turbidez
en aguas de ríos y embalses. Si el medio hídrico es suficientemente profundo, los fenómenos de
sedimentación natural provocan el descenso del valor de la turbidez con un efecto dilatado respecto
al término de los periodos de lluvia.
En embalses y lagos, el periodo de mezcla (invierno-primavera) viene caracterizado por alta
turbidez en toda la columna de agua, mientras que durante la estratificación térmica (verano-otoño)
las aguas superficiales presentan baja turbidez, que va incrementándose con la profundidad del
agua.
Respecto a la aceptación del agua potable por parte de los consumidores, según criterios de la
O.M.S., la apariencia de un agua con una turbidez inferior a 5 unidades nefelométricas (UNT)
sería aceptable. No obstante, se recomienda que se mantenga lo más baja posible para que el
proceso de desinfección aplicado posteriormente resulte eficaz, ya que en caso contrario las
partículas pueden proteger a los microorganismos de los efectos de la desinfección y estimular la
proliferación de bacterias.
Por otro lado, los compuestos orgánicos productores de turbidez poseen un notable efecto
adsorbente sobre los posibles plaguicidas existentes en un agua dificultando así su eliminación,
además de formar quelatos con metales pruduciendo también el efecto anterior.
La turbidez de un agua tratada es uno de los parámetros más apreciados como indicador de su
calidad, ya que un valor excesivo indica que el tratamiento en la planta potabilizadora no ha sido
suficiente o que ha habido una contaminación o degradación posterior al tratamiento, que ha
provocado que el sedimento haya vuelto a quedar en suspensión en el sistema de distribución.
Las cuatro características descritas hasta ahora, se agrupaban como caracteres organolépticos en
la Reglamentación Técnico Sanitaria (R.T.S.) relativa al abastecimiento y control de calidad de las
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pH
Desde Söerensen se utiliza la notación del pH para expresar la concentración de iones hidronio, o
sea la acidez, y se define como el cologaritmo de la concentración de iones hidroxonio:
pH = colog. [ H3O+]
En el agua pura a 25ºC tenemos : [ H3O+ ] = [ OH- ] = 10-7 iones H+/litro, o sea que:
pH = 7 tenemos un medio neutro
pH < 7 medio ácido
pH > 7 medio básico
La determinación del pH se toma como indicación del grado de acidez o alcalinidad de un agua,
dado que entre ellos hay una estrecha relación. Así, un agua con un pH inferior a 4,5 no tiene
alcalinidad medible; mientras que un agua con un pH superior a 8,3 no tiene acidez medible.
El pH de un agua se debe sobre todo al equilibrio carbónico y a la actividad de los
microorganismos acuáticos. Así, entre los valores de pH citados anteriormente, que el pH se
mantenga o no, se deberá a la capacidad tampón del sistema carbonatos/bicarbonatos y, por otra
parte, la actividad fotosintética reduce el contenido de CO2 disuelto en el agua, mientras que la
respiración de los organismos heterótrofos produce CO2, causando un efecto contrario respecto al
pH medido.
Las causas de acidificación o bajos valores de pH en un agua pueden ser, entre otras, las siguientes:
-aportes de ácidos que pueden acceder de forma natural al medio hídrico, por ejemplo, el H2S
formado en aguas poco oxigenadas y con fuerte ambiente reductor, los ácidos húmicos
provenientes de la mineralización de la materia orgánica y el H2SO4 si el agua atraviesa zona de
piritas o rocas volcánicas
-aportes de agua de lluvia con CO2 que han disuelto de la atmósfera
-respiración de los organismos
-descomposición aeróbica de hidratos de carbono
El efecto contrario, es decir, efectos de alcalinización natural de un agua, pueden detectarse por
disolución de rocas y minerales de metales alcalinos y alcalinotérreos del terreno, drenado por un
agua.
El valor de pH de aguas superficiales naturales se encuentra, generalmente, en el intervalo de 6 a
8,5. En lagos y embalses, el pH experimenta una evolución espacial y temporal ligada a su
termodinámica, de forma que esta variable disminuye con la profundidad del agua. Además,
durante la mezcla la variación es apenas de 0,1-0,5 u. de pH en toda la columna de agua; en
cambio, durante la estratificación térmica, en las aguas superficiales ricas en fitoplancton que usan
CO2 como alimento, se hallan valores de pH bastante más altos que en profundidad. En estas zonas
profundas, pobres en oxígeno y con abundantes microorganismos reductores, los valores de pH son
más bajos, del orden de 1 u. de pH, que los de las aguas de superficie.
A continuación se van a citar aspectos de la calidad del agua en relación con el pH.
Es uno de los principales parámetros operativos de la calidad del agua, al que se debe prestar gran
atención en todas las fases del tratamiento de la misma, ya sean aguas residuales o para suministro.
Prácticamente todas las fases como la neutralización ácido-base, precipitación, coagulación,
desinfección y control de la corrosión, dependen del pH.
Así por ejemplo, valores elevados de pH, junto con otros factores, favorecen la formación de
incrustaciones de carbonato cálcico en las paredes de las tuberías con el problema secundario de
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OXÍGENO DISUELTO
Gas muy relevante en la dinámica de las aguas, su solubilidad es función de varios factores:
temperatura, presión, coeficiente de solubilidad, tensión de vapor del gas, salinidad y composición
físico-química del agua, siguiendo las leyes de Henry y Dalton.
Las aguas corrientes superficiales no contaminadas suelen estar bien oxigenadas, e incluso
sobresaturadas ( >7-8 mg/l de O2 ). La oxigenación en un agua natural es mayor durante el día que
en la noche, ya que en ausencia de iluminación la fotosíntesis cesa, mientras que el consumo de
oxígeno en funciones respiratorias se mantiene.
En lagos y embalses de cierta profundidad existe una dinámica en la evolución espacial y temporal
de oxígeno, profusamente estudiada, y que está relacionada con los periodos de mezcla y
estratificación térmica.
Durante la mezcla, la masa de agua está globalmente bien oxigenada, aproximadamente 7 mg/l de
O2 disuelto. Durante la estratificación, las aguas de fondo están muy poco oxigenadas (< < 2 mg/l )
mientras las de superficie presentan altos niveles de oxígeno disuelto (>> 7 mg/l ).
Esta secuencia de oxigenación-desoxigenación arrastra otras ligadas al aspecto oxidante del gas,
respecto a las sustancias presentes en la masa de agua. Así pues, está comprobada la relación
directa entre aguas poco oxigenadas y altos contenidos en Fe2+ y Mn2+ mediante solubilización de
compuestos oxidados del fondo y sedimentos del lago (sales de Fe3+ y Mn4+). Cuando la
oxigenación es alta, se da la precipitación de estas sales oxidadas a través de fenómenos opuestos a
los anteriores.
Las aguas subterráneas suelen estar poco oxigenadas ya que el intercambio gaseoso es nulo, la
producción fotosintética también y puede existir algún consumo de oxígeno en fenómenos de
oxidación de materias orgánicas presentes en estas aguas.
Cuando un agua natural recibe materias reductoras, ya sean orgánicas o inorgánicas, normalmente
como consecuencia de un proceso de contaminación, su contenido en oxígeno disminuye,
alcanzándose condiciones anaerobias si la cantidad de oxígeno utilizado en satisfacer la demanda
de este elemento es superior a la capacidad de aireación de la masa de agua considerada.
El estudio de la curva de contenido de oxígeno disuelto en un río a lo largo de su recorrido, nos
describe con exactitud el estado del mismo en cuanto a contaminación orgánica y al poder de
autodepuración de dicho río.
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El análisis del oxígeno disuelto no sólo es una prueba clave en los estudios de contaminación de un
agua, sino también en el control del proceso de tratamiento de aguas residuales.
Por otra parte, el conocimiento de sus concentraciones da unas indicaciones válidas respecto a la
causa de varios problemas durante la distribución de agua potable.
Es deseable que los niveles de oxígeno disuelto se mantengan altos para evitar fenómenos de
anaerobiosis en la red, pero dentro de los límites adecuados en cada caso para que no ocurran
problemas de corrosión de materiales metálicos; lo que, a su vez, serviría de mecanismo de
retroalimentación para el desarrollo de bacterias del Fe y Mn que pueden provocar efectos de
coloración y turbidez, entre otros problemas que se han indicado anteriormente.
CONDUCTIVIDAD
Como se ha dicho anteriormente, el agua pura tiene una conductividad eléctrica muy débil, la
conductividad de un agua natural es debida a los electrolitos que lleva disueltos, existiendo una
relación directa entre ella y la cantidad de electrolitos que contiene, es decir su residuo seco,
siempre dentro de unos límites, ya que entran también en juego las interacciones iónicas. En aguas
naturales no muy contaminadas, se suele cumplir que el valor del residuo seco en mg/l oscila entre
0,5 y 1,0 del valor de la conductividad, expresada en µs/cm.
La conductividad de un agua natural está mediatizada por el terreno que atraviesa y por la
posibilidad de disolución de rocas y materiales, el tipo de sales presentes, el tiempo de disolución,
temperatura, gases disueltos, pH y toda la serie de factores que pueden afectar a la solubilidad de
un soluto en agua.
A título informativo, las conductividades de las aguas de la zona mediterránea de la Península
Ibérica (terrenos fundamentalmente calizos) suelen ser estadísticamente superiores a las que
presentan las aguas de la parte granítica de la misma (>>1.000 µs/cm frente a <500 µs/cm).
Respecto a los embalses y lagos, la conductividad durante el periodo de mezcla de aguas suele ser
inferior que en periodos de estratificación térmica, y en este caso, las aguas anóxicas del fondo
pueden presentar valores más altos que las de superficie.
Aunque no tiene un significado sanitario por si misma, al ser una medida indirecta de la cantidad de
sales disueltas en el agua, es una medida muy adecuada para ser usada como parámetro de control
de la calidad de un agua, ya que entre otras cosas, es fiable, sencilla y rápida de realizar.
Su importancia fundamental es que, dado que tiene un valor muy constante para un tipo de agua
concreto, sus variaciones bruscas, especialmente si son aumentos, pueden ser indicio de una
contaminación potencial.
Un aspecto importante de los TSD, con respecto a la calidad del agua de bebida, es su efecto en el
sabor. Se considera generalmente que, con concentraciones inferiores a 600 mg/l, el agua tiene un
sabor agradable, que se deteriora progresivamente cuando la concentración sobrepasa 1200 mg/l .
La presencia de niveles elevados de TSD también puede provocar problemas a causa de las
incrustaciones en los sistemas de distribución y aparatos domésticos.
Según la O.M.S. el agua con un valor de TSD inferior a 1000 mg/l resulta generalmente aceptable.
A continuación, se van a considerar de forma resumida los principales constituyentes químicos
mayoritarios: cloruros, sulfatos, carbonatos y bicarbonatos (alcalinidad), calcio y magnesio
(dureza).
CLORUROS
El cloruro, en forma de ion (Cl-), es uno de los aniones inorgánicos principales en el agua natural y
residual. Los cloruros son especialmente abundantes en los océanos y representan hasta un 0,05%
de la litosfera.
Su concentración en aguas dulces superficiales, no contaminadas, se sitúa alrededor de 20-40 mg/l
e incluso menor. En ríos, es típico su incremento a lo largo del recorrido del cauce desde el
nacimiento hasta la desembocadura.
En las aguas subterráneas las concentraciones pueden variar enormemente desde pocos mg/l, hasta
varios g/l si existen procesos de intrusión marina en zonas costeras.
La concentración de cloruro es mayor en las aguas residuales que en las naturales no contaminadas,
dado que el cloruro sódico es común en la dieta y pasa inalterado a través del aparato digestivo. Por
tanto, los cloruros, junto con otros parámetros como fosfatos y nitritos, son indicadores típicos de
contaminación residual doméstica vertida a un cauce natural.
El ion cloruro es altamente corrosivo y da lugar a deterioros en las tuberías y sistemas de
distribución de aguas, así como en equipos industriales que operen con aguas ricas en cloruros. Así
mismo, y en función de su contenido, pH del agua y otros iones presentes en ella, puede degradar
los hormigones.
En el agua potable las concentraciones elevadas de cloruros hacen que tenga un sabor desagradable
y los umbrales de sabor dependen del catión asociado, siendo del orden de 200 a 300 mg/l para el
cloruro sódico y potásico, según la O.M.S. .
SULFATOS
Los sulfatos están presentes de forma natural en numerosos minerales y están profusamente
repartidos en todas las aguas, encontrándose en concentraciones que van desde unos pocos a varios
miles de mg/l.
El ion sulfato procede fundamentalmente de los procesos de disolución de los yesos
(CaSO4.2H2O) y de la oxidación bacteriana de los sulfuros y, aunque se pueden verter en el agua a
través de desechos industriales, ya que se utilizan comercialmente en la industria química sobre
todo, las mayores concentraciones se dan, por lo común, en las aguas subterráneas y proceden de
fuentes naturales.
Con respecto a las obras públicas, las aguas con altas concentraciones de sulfatos (aguas
selenitosas) son perjudiciales por atacar al cemento al formarse la sal de Candlot-Michaelis. Esta
sal se forma al ponerse en contacto el sulfato cálcico y el aluminato tricálcico, descomponiéndose
hidrolíticamente y destruyendo el hormigón.
Por otra parte, la presencia de sulfatos en el agua potable puede causar un sabor perceptible. El
deterioro a este respecto es variable, según el tipo de catión asociado; se ha comprobado que los
umbrales de sabor oscilan entre 250 mg/l en el caso del sulfato sódico y 1000 mg/l en el del sulfato
cálcico. Generalmente se considera que la alteración del sabor es mínima para concentraciones
inferiores a 250 mg/l.
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La ingestión de agua con alto contenido en sulfatos, especialmente si el catión con el que se
combinan es magnesio, puede tener, además de un sabor amargo, efectos laxantes.
ALCALINIDAD
La alcalinidad de un agua se debe a su contenido en sales del ácido carbónico (bicarbonatos y
carbonatos) e hidróxidos.
El CO2 es poco soluble en agua, si bien y pese a esto, en condiciones normales este proceso es
capaz de generar uno de los aspectos más importantes de la química del agua, que es el equilibrio
carbónico:
CO2 + H2O <-------> > H2CO3
H2CO3 <------> > H+ + HCO3-
HCO3- <------> > H+ + CO3=
Por los valores de las constantes de estabilidad, a un valor de pH de 6,35 existirán en el medio un
50% de ácido carbónico e ion bicarbonato, y no existirá anión carbonato; por el contrario a un
valor de pH de 10,33 no habrá en el medio ácido carbónico y sí un 50% de iones bicarbonato y
carbonato.
El CO2 disuelto en el agua proviene de la respiración de los organismos acuáticos no fotosintéticos,
de la descomposición de materias orgánicas, de la disolución ácida de carbonatos y de la lluvia. Su
secuestro se debe fundamentalmente a la función clorofílica realizada por las plantas y organismos
fotosintéticos.
En un agua natural, los equilibrios anteriores son más complejos por la intervención de los iones
disueltos en el agua, especialmente calcio y magnesio, que son mayoritarios. Concretamente existe
un equilibrio que hace intervenir a los iones CO3=, HCO3-, Ca2+ y Mg2+, dando lugar a la
competencia entre bicarbonatos solubles y carbonatos más insolubles, de los metales anteriores.
De este modo y resumiendo todo el proceso, cuando en un agua existe CO2 libre, éste tiende a
reaccionar con los carbonatos presentes, solubilizándolos a través de su transformación en
bicarbonatos y alcalinizando el agua. Por el contrario, los propios bicarbonatos pueden a su vez
disociarse e insolubilizarse rindiendo CO2 y acidificando el medio. A esta dinámica se denomina
“equilibrio carbónico” de un agua.
Un agua se puede calificar de agresiva si disuelve CaCO3 de las paredes de una tubería o depósito,
con lo que además incrementa su valor de pH. Por el contrario, si deposita carbonato desde el
bicarbonato soluble y reduce su valor de pH, se califica de incrustante. Estos fenómenos tienen
gran importancia, tanto en aguas naturales como en los sistemas de distribución de aguas, debido a
las alteraciones que pueden producir en los materiales de tuberías y canalizaciones.
Por otra parte, en el tratamiento de aguas residuales es importante que haya alcalinidad suficiente
en los digestores anaerobios porque, en caso contrario, se podría producir una acidificación del
medio por acción de los microorganismos y pararse el proceso.
Otro aspecto a considerar es que la alcalinidad por exceso de concentración de metales
alcalinotérreos, tiene importancia para determinar la aceptabilidad de un agua para la irrigación.
En relación con la alcalinidad, se pueden encontrar a veces en la bibliografía dos definiciones que
conviene conocer: T.A. y T.A.C.
T.A.C. o Título Alcalimétrico Completo, es la cantidad de ácido que se necesita para neutralizar
100 cc utilizando generalmente naranja de metilo como indicador (el viraje se produce a un pH de
4,3).
T.A. o Título Alcalimétrico simple, es el mismo concepto pero empleando fenolftaleína como
indicador (el viraje se produce a un pH de 8,3).
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DUREZA
De acuerdo con los criterios actuales, la dureza total se define como la suma de las concentraciones
de calcio y magnesio, ambos expresados como la cantidad equivalente de carbonato cálcico en
mg/l. Hay otros elementos como el hierro, aluminio, cinc y estroncio que también influyen en la
dureza de un agua, pero por ser muy poco abundantes en las aguas naturales no se tienen en cuenta
habitualmente.
Las aguas duras presentan algunos inconvenientes conocidos por todos en su uso, tales como:
consumo excesivo de jabón por su dificultad para hacer espumas debido a la formación de bases
insolubles, formación de pectatos insolubles al reaccionar con los pectatos de las legumbres
impidiendo su cocción y formación de incrustaciones en calderas y sistemas de distribución de
aguas.
Respecto a esta última propiedad y dependiendo también de otros factores como pH y alcalinidad,
una dureza superior a 200 mg/l puede dar lugar a incrustaciones, en particular en los sistemas de
calefacción. Por otra parte, las aguas blandas con una dureza inferior a 100 mg/l tiene una baja
capacidad de amortiguación y pueden resultar más corrosivas para las tuberías.
Existen diversas formas de expresar la dureza (que a veces recibe la notación de TH o Título
Hidrotimétrico), siendo las más habituales los grados franceses (ºF) y carbonato cálcico
equivalente (CaCO3).
Entre ambas formas existe la siguiente la siguiente correspondencia: 1 ºF = 10 mg/l de CaCO3.
En la bibliografía se encuentran diferentes criterios y clasificaciones respecto a la dureza de las
aguas, algunas de ellas se citan a continuación:
5. CARACTERÍSTICAS BIOLÓGICAS
Como características biológicas del agua se van a considerar, tanto el contenido en materia
orgánica y parámetros con él relacionados (DQO, DBO y COT), como las poblaciones de
microorganismos acuáticos que alberga.
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MATERIA ORGÁNICA
Las aguas naturales, además de las sustancias minerales que contienen disueltas, procedentes de las
rocas con las que estuvieron en contacto en su ciclo, llevan en suspensión o en disolución,
sustancias orgánicas que tienen su origen en el lavado de los suelos por los que pasan, o en el
metabolismo de los organismos que viven en ellas.
La materia orgánica procedente del lavado de los suelos está formada, fundamentalmente, por
ácidos húmicos. Las sustancias que provienen del metabolismo de los organismos que viven en el
agua, están formadas por hidratos de carbono, proteínas, aminas, amidas y lípidos, entre otros, así
como por pigmentos, vitaminas, hormonas y demás sustancias que tienen el papel de catalizadores,
estimuladores o inhibidores de las funciones biológicas.
También hay que tener en cuenta los desechos de los seres vivos, como urea, putrescina y
cadaverina.
Hay una diferencia notable entre las sustancias minerales y la materia orgánica, respecto al tipo de
reacciones que en cada una de ellas se producen. Así, son mínimas, frente a los cambios
producidos por reacciones químicas, las reacciones que ocurren entre las sustancias minerales en
que haya una intervención de bacterias, pudiéndose citar las relativas a las bacterias nitrificantes,
desnitrificantes, fijadores de N2 y bacterias del hierro y manganeso; mientras que en los procesos
de alteración de la materia orgánica la actividad biológica tiene un gran desarrollo y juega un papel
preponderante.
El contenido global de materia orgánica de un agua se determina midiendo la cantidad de O2 que es
necesario para oxidarla, pudiendo distinguir entre la materia orgánica oxidada por vía química o
DQO, de la oxidada por vía biológica o DBO, de las que hablaremos más adelante.
En líneas generales se puede decir que las aguas naturales no deben exceder de 3 mg/l de consumo
de O2 para considerarse de buena calidad.
Si la cantidad de O2 disponible es suficiente, lo que suele ocurrir en los cursos de agua y en la zona
superficial de lagos y embalses, los productos finales de la degradación de la materia orgánica
mediante la acción de bacterias aerobias, son CO2, NO3-, PO4≡ y H2O. Sin embargo, en el fondo
de estos cuerpos de agua, debido a procesos de estratificación, la descomposición puede producirse
por bacterias anaerobias en ausencia de O2, siendo los productos finales de la degradación, entre
otros, CH4, NH3 y SH2.
En general, la materia orgánica de origen vegetal no es tóxica por si misma, teniendo sin embargo
el inconveniente de producir malos sabores en el agua, los cuales se pueden acentuar con el proceso
de la cloración, como se indicó anteriormente.
No se puede decir lo mismo respecto a la toxicidad de los compuestos orgánicos procedentes de
actividades antropogénicas, dado que se desconoce en muchos casos, lo cual nos lleva a la
conclusión de que, si bien para muchos estudios es suficiente conocer la cantidad de materia
orgánica degradada por vía química o bioquímica, con ello no conocemos nada en absoluto acerca
de su grado de toxicidad.
Por último cabe puntualizar que en ciertas ocasiones, un contenido alto de materia orgánica no está
unido necesariamente a una mala calidad bacteriológica de la misma. Así, hay aguas procedentes de
turberas con mucha materia orgánica, que poseen una excelente calidad bacteriológica, mientras
que en otros casos, aguas con una pequeña cantidad de materia orgánica, son portadoras de
gérmenes patógenos.
La medida de esta magnitud se utiliza como un procedimiento para conocer la cantidad total de
materia orgánica, si bien hay que tener en cuenta ciertas limitaciones del método, debido a que las
sustancias presentes tienen diversos grados de oxidabilidad.
En aguas a las que se presupone un contenido considerable de materia orgánica, como es el caso de
las aguas negras, se utiliza dicromato como agente oxidante; mientras que la determinación con
permanganato es la más empleada para medir la materia orgánica en aguas con bajo contenido en
ésta.
BIBILOGRAFÍA
- Catalán, J., 1990. “Química del agua”. Librería Editorial Bellisco. Madrid 1990.
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- O.M.S., 1995. “Guías para la calidad del agua potable” Volumen 1 y 2. Ginebra 1995.
- APHA-AWWA-WPCF. “Métodos normalizados para el análisis de aguas potables y residuales”
(traducción del Standard Methods 17 Edición). Ediciones Díaz de Santos. Madrid 1992.