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Calidad de las aguas superficiales 1

EL AGUA COMO COMPUESTO QUÍMICO. CARACTERÍSTICAS FÍSICO-QUÍMICAS Y


BIOLÓGICAS
Ana María Alonso García
Centro de Estudios Hidrográficos (CEDEX)

1. INTRODUCCIÓN
La naturaleza físico-química del agua, así como su abundancia y distribución, hace de esta especie
química la más importante de todas las conocidas. En efecto, juega un papel primordial en el
desarrollo de los seres vivos, a la vez que está asociada a multitud de minerales y rocas. Es, por
todo esto, una especie química determinante de muchas de las características físico-químicas y
biológicas imperantes en la Tierra, pudiéndose afirmar que es la base de la vida, ya que sin su
presencia y propiedades singulares, ésta sería imposible sobre nuestro planeta.
A lo largo del Ciclo Hidrológico y, como consecuencia de las distintas fases del mismo, el agua va
experimentando sucesivas transformaciones físicas y en su composición. Así, el paso de la fase
líquida a la gaseosa supone una destilación, con lo que el agua se libera de las impurezas que
contiene (tratamiento natural del agua) pero adquiere en muchos casos unas características
impropias para cualquier uso.
Por el contrario, al licuarse el vapor y caer a la tierra en forma de lluvia, disuelve ciertas sustancias
y gases que se encuentran en la atmósfera, tantas más cuanto más concentradas estén en la misma.
Luego, ya en la superficie de la Tierra, sigue disolviendo sustancias de la corteza terrestre y del
subsuelo hasta llegar al mar, donde se encuentran las aguas más cargadas de sales, y en algunos
casos y, si la orografía del terreno lo permite, aflora de nuevo a la superficie en forma de
manantiales o fuentes.
Además de este Ciclo Hidrológico, existe un subciclo biológico, el cual hace que se renueven sobre
la tierra, anualmente, del orden de 6.5 x 1011 Tm de este compuesto, como resultado de la función
clorofílica de las plantas verdes y de los organismos marinos.
Los usos que se le pueden dar al agua son muy diversos, así como pueden ser muy variadas las
características de calidad idóneas para cada uno de ellos. Ligeras variaciones en el contenido de
alguna de las sustancias presentes en el agua, pueden variar sensiblemente sus propiedades y,
hasta convertirla en inservible o no apta, para determinados usos.
De lo anteriormente dicho se deduce la importancia que tiene la química del agua, por lo que deben
estudiarse el origen y la acción de los distintos iones o elementos presentes en ella.

2. LA MOLÉCULA DE AGUA

Si nos detenemos en un estudio detallado de la especie química “agua”, nos daremos cuenta de su
gran complejidad, que ha impedido hasta ahora tener una idea clara de su naturaleza y de sus
agrupaciones moleculares.
En el estudio del agua líquida se podrían considerar tres aspectos: ordenamiento de los elementos
constituyentes de la molécula de agua, enlaces o asociaciones entre moléculas de agua próximas y
modelos de moléculas de agua para formar agua líquida.
Profundizar en los detalles de estos aspectos y en las distintas teorías se sale del objeto de esta
clase, por lo que únicamente se comentarán unas ideas generales a modo de resumen y como
explicación de las características del agua, así como de las anomalías que se dan en sus
propiedades.
La molécula de agua, al estar constituida por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, está
saturada desde el punto de vista de sus valencias ordinarias (dos negativas del oxígeno y una
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positiva de cada hidrógeno) pero posee restos de cargas, las llamadas fuerzas de Van der Waals-
London, y en su formación hay polaridad y, por lo tanto, habrá un momento eléctrico molecular. De
aquí se deduce que la molécula de agua debe tener una forma triangular, forma que se justifica
tanto por la teoría de las uniones químicas, como del estudio de su formación, mediante la
mecánica ondulatoria.
La forma de la molécula de agua, semejante a una V, y la naturaleza polar de los enlaces O-H, se
presentan como consecuencia de la distribución asimétrica de las cargas y como consecuencia de
un momento dipolar alto.
Un momento dipolar de esta magnitud, engendra fuerzas atractivas intermoleculares, que hacen que
estas moléculas tiendan a asociarse con gran fuerza. Esta gran fuerza atractiva intermolecular del
agua, se debe a la tendencia a formar enlaces de hidrógeno sobre una base tridimensional. En
efecto, un átomo de hidrógeno que está unido a otro átomo fuertemente electronegativo, puede
interaccionar con un par orbital de otro átomo electronegativo. Estos tipos de interacción dipolo-
dipolo son especialmente fuertes, participando siempre un átomo de hidrógeno.
La conducta del agua difiere mucho respecto a un gran número de líquidos descritos comúnmente
como normales, por lo que se han propuesto diferentes teorías sobre las asociaciones de moléculas
de agua para formar el agua líquida.
Según algunas de ellas, el agua líquida parece estar formada por asociaciones de moléculas de 2, 3
y hasta 12 unidades [H2O]n , estando dotada de una estructura tridimensional fluctuante; mientras
que el hielo es una mezcla de cuatro isómeros distintos, compuestos a su vez de diferente número
de moléculas y/o con diferente estructura.

3. PROPIEDADES GENERALES

En relación con las propiedades del agua, y según lo dicho anteriormente respecto a la existencia de
fuerzas atractivas, como consecuencia de las cuales hay formación de estructuras anormales en el
agua, se deduce que éste es un líquido con grandes anomalías en sus propiedades.
Tiene altos valores en sus puntos de fusión y ebullición respecto a lo que sería de esperar, su
densidad es aproximadamente igual a la unidad (en concreto 0,9999 g/cc a 20ºC), su tensión
superficial es alta (72,75 din/cm a 20ºC), tiene un bajo valor de coeficiente de compresibilidad (5 x
10-5 bar. a temperatura y presión ordinarias) y una alta capacidad calorífica (1.0 cal/g ºC a 15 ºC).
Esta gran capacidad calorífica hace que actúe como bomba de calor en la regulación del clima de la
Tierra, de forma que los océanos se comportan como vastos termostatos, transmitiendo energía
desde las aguas cálidas hacia las zonas frías y viceversa.
Desde la óptica puramente físico-química, la conductividad eléctrica del agua pura es muy baja,
pero cualquier electrolito disuelto en ella la hace más conductora, como se verá detalladamente más
adelante. El agua tiene un alto poder de disolución, debiendo mencionarse dentro de sus principales
propiedades, la solubilidad de los gases en ella, que se rige por la ley de Henry.
Por último se puede decir que el agua, además de ser un disolvente universal, es uno de los mejores
reactivos químicos, interaccionando con iones y moléculas. Además de su estabilidad, presenta
caracteres óxido-reductores muy marcados y su ionización tiene particularidades notables.
(En efecto, la molécula de agua es muy estable debido a la elevada energía de los enlaces O-H. La
siguiente ecuación es, como vemos, muy exotérmica).
H2O ⇔ H2 + ½ O2 + ∆Q ∆Q = 58 Kcal/mol
Para terminar esta introducción al comportamiento físico y químico del agua, vamos a citar los
mecanismos más comunes de ataque químico del agua respecto a las rocas y minerales:
-Hidratación, o penetración del agua dentro de la red reticular del cristal, formando compuestos
químicos denominados “hidratos”, por ejemplo, la transformación de la anhidrita (CaSO4) en yeso
(CaSO4.2H2O).
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-Hidrólisis, o descomposición mutua entre la sal que se disuelve y el agua. Un ejemplo entre
muchos, podría ser lo que ocurre al disolverse el CaCO3 en el agua.
-Óxido-Reducción. Este es un proceso que se da tanto en la zona de infiltración, donde coexisten
aire y agua, como en el agua libre. Implica el tránsito de electrones. El equilibrio redox se da entre
el O2 aportado por el aire disuelto en el agua que se infiltra, y el consumo del gas en procesos de
oxidación de las sustancias reductoras existentes en el medio.
-PH. Se pueden producir reacciones de disolución de sales presentes en las rocas y minerales,
sobre todo en condiciones ácidas.

4. CARACTERÍSTICAS FÍSICO-QUÍMICAS DEL AGUA

COLOR
El color de un agua se debe, fundamentalmente, a diferentes sustancias coloreadas existentes en
suspensión o disueltas en ella. En aguas naturales el color proviene de las numerosas materias
orgánicas procedentes de la descomposición de vegetales, así como de diversos productos y
metabolitos orgánicos que habitualmente se encuentran en ellas (coloraciones amarillentas).
Además, la presencia de sales solubles de Fe y Mn (aguas subterráneas y superficiales poco
oxigenadas) también produce un cierto color en el agua.
Por otro lado, las coloraciones rojizas observadas a veces en el agua de bebida proceden del hierro
y las negras del manganeso, divalentes en ambos casos, que se oxidan por la adición de agentes
oxidantes, generándose la correspondiente precipitación de oxihidróxidos coloreados poco
solubles. Otras veces, el color procede de la oxidación de las propias conducciones de agua
potable.
En este sentido, la importancia del color en el agua de consumo es fundamental, de carácter
organoléptico, así la mayor parte de los individuos perciben niveles de coloración de 15 UCV y,
según la O.M.S., los niveles inferiores son, en general, aceptables para los consumidores.

SABOR Y OLOR
El sabor y el olor de un agua pueden proceder de fuentes o procesos naturales o artificiales. Los
primeros incluyen gases, sales, compuestos inorgánicos, orgánicos y otros procedentes de la
actividad vital de los organismos acuáticos. Los compuestos productores de olor/sabor de origen
artificial pueden ser también orgánicos e inorgánicos. Con independencia de su origen, natural o
artificial, se citan a continuación compuestos pertenecientes a los dos grupos:

Compuestos inorgánicos
El ácido sulfídrico (H2S) tiene un olor típico a huevos podridos en alta concentración y a moho o
pantano en baja concentración. Se suele detectar en aguas poco oxigenadas y en aguas profundas de
lagos o embalses durante el proceso de estratificación térmica (verano/otoño).
Asimismo, la mayoría de las sales y minerales producen olor salado o metálico en el agua, siendo el
umbral de percepción tremendamente subjetivo. Metales que habitualmente producen sabores en un
agua son Fe, Mn y Zn; entre los aniones deben citarse Cl-, SO4=, HCO3- y NO3-.
Es típico también el sabor que produce en el agua el cloro o hipoclorito usado en su tratamiento,
especialmente si el agua a tratar lleva compuestos fenólicos (sabor medicamentoso a clorofenoles,
cuyo umbral de sabor para los mono, di, tri y tetraclorofenoles está en el rango de 0,1 a 1 µ/l ).

Compuestos orgánicos
De entre los de origen natural se pueden citar los siguientes:
Geosmina, aceite neutro de fórmula C12H22O con un olor a terroso o leñoso, producido por
especies de Actinomicetos.
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Mucidona, metabolito de fórmula C12H18O2 con persistente olor a moho.


Otros odorantes típicos pueden ser metil-isoborneol, metilmercaptanos, sulfuro de dimetilo etc.
Además, el benceno y sustancias afines, que pueden tener tanto origen natural como industrial,
pueden producir olores cuando se encuentran en altas concentraciones.
Los organismos potencialmente productores de olor/sabor en las aguas, son prácticamente todos los
que pueden vivir en ella, es decir, algas, hongos, bacterias , cianofíceas, organismos
zooplanctónicos y en general, los encargados de llevar a cabo la putrefacción de materias orgánicas
y su descomposición.
Finalmente diremos que la incidencia y problemática asociada a los olores y sabores en el agua
viene marcada por dos aspectos: pH y temperatura. Ello es debido a que, en general, las sustancias
con incidencia organoléptica suelen estar afectadas por un equilibrio ácido-base, en el que sólo una
de las formas es la que produce el problema. Además, cualquier sustancia que provoque olor/sabor
acentúa esta circunstancia cuando su presión de vapor y su volatilidad son mayores, es decir,
cuando la temperatura del agua es más alta.
Desde un punto de vista práctico, en relación con el control de la calidad de las aguas potables, el
sabor y olor del agua de bebida pueden indicar que ha tenido lugar algún tipo de contaminación o
avería durante el tratamiento o la distribución, y por tanto se deben investigar sus causas, en
particular si se producen cambios repentinos o importantes.

TURBIDEZ
La presencia de partículas insolubles en suspensión como arcillas, limos, materia orgánica
finamente dividida, plancton y otros organismos microscópicos, da lugar a la turbidez en un agua.
Estas partículas (de dimensiones variables desde 10nm hasta diámetros del orden de 0,1mm)se
pueden agrupar en tres categorías: minerales, partículas orgánicas húmicas provenientes de la
descomposición de restos vegetales, y partículas filamentosas, por ejemplo restos de amiantos.
Las primeras provienen de la erosión de suelos y rocas, suelen estar revestidas de restos orgánicos
y conforman la mayor fracción de las materias en suspensión de las aguas naturales. Los aportes de
aguas de escorrentía ricas en materias minerales, en época de lluvias, causan aumentos de turbidez
en aguas de ríos y embalses. Si el medio hídrico es suficientemente profundo, los fenómenos de
sedimentación natural provocan el descenso del valor de la turbidez con un efecto dilatado respecto
al término de los periodos de lluvia.
En embalses y lagos, el periodo de mezcla (invierno-primavera) viene caracterizado por alta
turbidez en toda la columna de agua, mientras que durante la estratificación térmica (verano-otoño)
las aguas superficiales presentan baja turbidez, que va incrementándose con la profundidad del
agua.
Respecto a la aceptación del agua potable por parte de los consumidores, según criterios de la
O.M.S., la apariencia de un agua con una turbidez inferior a 5 unidades nefelométricas (UNT)
sería aceptable. No obstante, se recomienda que se mantenga lo más baja posible para que el
proceso de desinfección aplicado posteriormente resulte eficaz, ya que en caso contrario las
partículas pueden proteger a los microorganismos de los efectos de la desinfección y estimular la
proliferación de bacterias.
Por otro lado, los compuestos orgánicos productores de turbidez poseen un notable efecto
adsorbente sobre los posibles plaguicidas existentes en un agua dificultando así su eliminación,
además de formar quelatos con metales pruduciendo también el efecto anterior.
La turbidez de un agua tratada es uno de los parámetros más apreciados como indicador de su
calidad, ya que un valor excesivo indica que el tratamiento en la planta potabilizadora no ha sido
suficiente o que ha habido una contaminación o degradación posterior al tratamiento, que ha
provocado que el sedimento haya vuelto a quedar en suspensión en el sistema de distribución.
Las cuatro características descritas hasta ahora, se agrupaban como caracteres organolépticos en
la Reglamentación Técnico Sanitaria (R.T.S.) relativa al abastecimiento y control de calidad de las
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aguas potables de consumo humano (R.D.1138/1990 de 14 de septiembre), actualmente derogada.


El agua de consumo humano se encuentra regulado por el R.D. 140/2003, de 7 de febrero, por el
que se establecen los criterios sanitarios de la calidad del agua de consumo humano. Este R.D.
incorpora al derecho interno español la Directiva 98/83/CE.

pH
Desde Söerensen se utiliza la notación del pH para expresar la concentración de iones hidronio, o
sea la acidez, y se define como el cologaritmo de la concentración de iones hidroxonio:
pH = colog. [ H3O+]
En el agua pura a 25ºC tenemos : [ H3O+ ] = [ OH- ] = 10-7 iones H+/litro, o sea que:
pH = 7 tenemos un medio neutro
pH < 7 medio ácido
pH > 7 medio básico
La determinación del pH se toma como indicación del grado de acidez o alcalinidad de un agua,
dado que entre ellos hay una estrecha relación. Así, un agua con un pH inferior a 4,5 no tiene
alcalinidad medible; mientras que un agua con un pH superior a 8,3 no tiene acidez medible.
El pH de un agua se debe sobre todo al equilibrio carbónico y a la actividad de los
microorganismos acuáticos. Así, entre los valores de pH citados anteriormente, que el pH se
mantenga o no, se deberá a la capacidad tampón del sistema carbonatos/bicarbonatos y, por otra
parte, la actividad fotosintética reduce el contenido de CO2 disuelto en el agua, mientras que la
respiración de los organismos heterótrofos produce CO2, causando un efecto contrario respecto al
pH medido.
Las causas de acidificación o bajos valores de pH en un agua pueden ser, entre otras, las siguientes:
-aportes de ácidos que pueden acceder de forma natural al medio hídrico, por ejemplo, el H2S
formado en aguas poco oxigenadas y con fuerte ambiente reductor, los ácidos húmicos
provenientes de la mineralización de la materia orgánica y el H2SO4 si el agua atraviesa zona de
piritas o rocas volcánicas
-aportes de agua de lluvia con CO2 que han disuelto de la atmósfera
-respiración de los organismos
-descomposición aeróbica de hidratos de carbono
El efecto contrario, es decir, efectos de alcalinización natural de un agua, pueden detectarse por
disolución de rocas y minerales de metales alcalinos y alcalinotérreos del terreno, drenado por un
agua.
El valor de pH de aguas superficiales naturales se encuentra, generalmente, en el intervalo de 6 a
8,5. En lagos y embalses, el pH experimenta una evolución espacial y temporal ligada a su
termodinámica, de forma que esta variable disminuye con la profundidad del agua. Además,
durante la mezcla la variación es apenas de 0,1-0,5 u. de pH en toda la columna de agua; en
cambio, durante la estratificación térmica, en las aguas superficiales ricas en fitoplancton que usan
CO2 como alimento, se hallan valores de pH bastante más altos que en profundidad. En estas zonas
profundas, pobres en oxígeno y con abundantes microorganismos reductores, los valores de pH son
más bajos, del orden de 1 u. de pH, que los de las aguas de superficie.

A continuación se van a citar aspectos de la calidad del agua en relación con el pH.
Es uno de los principales parámetros operativos de la calidad del agua, al que se debe prestar gran
atención en todas las fases del tratamiento de la misma, ya sean aguas residuales o para suministro.
Prácticamente todas las fases como la neutralización ácido-base, precipitación, coagulación,
desinfección y control de la corrosión, dependen del pH.
Así por ejemplo, valores elevados de pH, junto con otros factores, favorecen la formación de
incrustaciones de carbonato cálcico en las paredes de las tuberías con el problema secundario de
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su posible obstrucción; a valores de pH mayores de 8, hay un progresivo descenso en la eficacia del


proceso de desinfección por cloro debido a la disminución termodinámica de la cantidad de ácido
hipocloroso; y valores menores de 7 causan corrosión grave en las tuberías metálicas del sistema
de distribución, aumentando el grado de corrosión cuando el pH disminuye.
El pH óptimo varía según la composición del agua y el tipo de materiales de construcción utilizados
en el sistema de distribución, pero con frecuencia se sitúa entre 6,5 y 9,5 (R.D 140/2003).
El problema de la corrosión, al que se ha hecho mención anteriormente, puede ser causa de colapso
estructural, fugas, pérdidas de capacidad y deterioro de la calidad química y microbiológica del
agua. La corrosión interna de tuberías y accesorios puede repercutir directamente en las
concentraciones de algunos de los componentes metálicos para los que existen limitaciones, en
cuanto a su contenido, en la R.T.S. de aguas potables, tales como cadmio, cobre, hierro, plomo y
cinc.
Por lo tanto, su control es un aspecto importante en un sistema de abastecimiento y, aparte del pH,
depende de varios parámetros: calcio, bicarbonato, carbonato y oxígeno disuelto.
Entre los métodos más comunes que se usan para luchar contra la corrosión en las redes de
distribución se encuentran el control del pH, aumento de la dureza o agregar al agua productos
químicos que la inhiban, por ejemplo polifosfatos o silicatos de sodio y ortofosfato de cinc.

OXÍGENO DISUELTO
Gas muy relevante en la dinámica de las aguas, su solubilidad es función de varios factores:
temperatura, presión, coeficiente de solubilidad, tensión de vapor del gas, salinidad y composición
físico-química del agua, siguiendo las leyes de Henry y Dalton.
Las aguas corrientes superficiales no contaminadas suelen estar bien oxigenadas, e incluso
sobresaturadas ( >7-8 mg/l de O2 ). La oxigenación en un agua natural es mayor durante el día que
en la noche, ya que en ausencia de iluminación la fotosíntesis cesa, mientras que el consumo de
oxígeno en funciones respiratorias se mantiene.
En lagos y embalses de cierta profundidad existe una dinámica en la evolución espacial y temporal
de oxígeno, profusamente estudiada, y que está relacionada con los periodos de mezcla y
estratificación térmica.
Durante la mezcla, la masa de agua está globalmente bien oxigenada, aproximadamente 7 mg/l de
O2 disuelto. Durante la estratificación, las aguas de fondo están muy poco oxigenadas (< < 2 mg/l )
mientras las de superficie presentan altos niveles de oxígeno disuelto (>> 7 mg/l ).
Esta secuencia de oxigenación-desoxigenación arrastra otras ligadas al aspecto oxidante del gas,
respecto a las sustancias presentes en la masa de agua. Así pues, está comprobada la relación
directa entre aguas poco oxigenadas y altos contenidos en Fe2+ y Mn2+ mediante solubilización de
compuestos oxidados del fondo y sedimentos del lago (sales de Fe3+ y Mn4+). Cuando la
oxigenación es alta, se da la precipitación de estas sales oxidadas a través de fenómenos opuestos a
los anteriores.
Las aguas subterráneas suelen estar poco oxigenadas ya que el intercambio gaseoso es nulo, la
producción fotosintética también y puede existir algún consumo de oxígeno en fenómenos de
oxidación de materias orgánicas presentes en estas aguas.
Cuando un agua natural recibe materias reductoras, ya sean orgánicas o inorgánicas, normalmente
como consecuencia de un proceso de contaminación, su contenido en oxígeno disminuye,
alcanzándose condiciones anaerobias si la cantidad de oxígeno utilizado en satisfacer la demanda
de este elemento es superior a la capacidad de aireación de la masa de agua considerada.
El estudio de la curva de contenido de oxígeno disuelto en un río a lo largo de su recorrido, nos
describe con exactitud el estado del mismo en cuanto a contaminación orgánica y al poder de
autodepuración de dicho río.
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El análisis del oxígeno disuelto no sólo es una prueba clave en los estudios de contaminación de un
agua, sino también en el control del proceso de tratamiento de aguas residuales.
Por otra parte, el conocimiento de sus concentraciones da unas indicaciones válidas respecto a la
causa de varios problemas durante la distribución de agua potable.
Es deseable que los niveles de oxígeno disuelto se mantengan altos para evitar fenómenos de
anaerobiosis en la red, pero dentro de los límites adecuados en cada caso para que no ocurran
problemas de corrosión de materiales metálicos; lo que, a su vez, serviría de mecanismo de
retroalimentación para el desarrollo de bacterias del Fe y Mn que pueden provocar efectos de
coloración y turbidez, entre otros problemas que se han indicado anteriormente.

CONDUCTIVIDAD
Como se ha dicho anteriormente, el agua pura tiene una conductividad eléctrica muy débil, la
conductividad de un agua natural es debida a los electrolitos que lleva disueltos, existiendo una
relación directa entre ella y la cantidad de electrolitos que contiene, es decir su residuo seco,
siempre dentro de unos límites, ya que entran también en juego las interacciones iónicas. En aguas
naturales no muy contaminadas, se suele cumplir que el valor del residuo seco en mg/l oscila entre
0,5 y 1,0 del valor de la conductividad, expresada en µs/cm.
La conductividad de un agua natural está mediatizada por el terreno que atraviesa y por la
posibilidad de disolución de rocas y materiales, el tipo de sales presentes, el tiempo de disolución,
temperatura, gases disueltos, pH y toda la serie de factores que pueden afectar a la solubilidad de
un soluto en agua.
A título informativo, las conductividades de las aguas de la zona mediterránea de la Península
Ibérica (terrenos fundamentalmente calizos) suelen ser estadísticamente superiores a las que
presentan las aguas de la parte granítica de la misma (>>1.000 µs/cm frente a <500 µs/cm).
Respecto a los embalses y lagos, la conductividad durante el periodo de mezcla de aguas suele ser
inferior que en periodos de estratificación térmica, y en este caso, las aguas anóxicas del fondo
pueden presentar valores más altos que las de superficie.
Aunque no tiene un significado sanitario por si misma, al ser una medida indirecta de la cantidad de
sales disueltas en el agua, es una medida muy adecuada para ser usada como parámetro de control
de la calidad de un agua, ya que entre otras cosas, es fiable, sencilla y rápida de realizar.
Su importancia fundamental es que, dado que tiene un valor muy constante para un tipo de agua
concreto, sus variaciones bruscas, especialmente si son aumentos, pueden ser indicio de una
contaminación potencial.

SÓLIDOS TOTALES DISUELTOS


Sólidos totales es la expresión que se aplica a los residuos de material que quedan en un recipiente
después de la evaporación de una muestra y su consecutivo secado en estufa a temperaturas
definidas (103-105ºC y 180ºC son las más frecuentes). El término “sólidos” reemplaza al de
“residuo” utilizado en la bibliografía más antigua.
Los sólidos totales incluyen los sólidos totales suspendidos, o porción de sólidos retenida por un
filtro, y los sólidos totales disueltos (TSD) o porción que atraviesa el filtro.
Los TSD están constituidos principalmente por sustancias inorgánicas, en especial sales, que
contiene un agua. Como se ha dicho anteriormente, existe una relación directa entre este parámetro
y la conductividad, y ambos informan sobre el contenido salino de un agua.
Los iones mayoritarios que forman las sales disociadas en un agua son: cloruros (Cl-), sulfatos
(SO4=), carbonatos (CO3=), bicarbonatos (HCO3-), calcio (Ca2+), magnesio (Mg2+), sodio (Na+) y
potasio (K+).
En general, las aguas subterráneas poseen contenidos de sales disueltas más altos que los de aguas
superficiales, a consecuencia del mayor tiempo de contacto entre agua y terreno.
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Un aspecto importante de los TSD, con respecto a la calidad del agua de bebida, es su efecto en el
sabor. Se considera generalmente que, con concentraciones inferiores a 600 mg/l, el agua tiene un
sabor agradable, que se deteriora progresivamente cuando la concentración sobrepasa 1200 mg/l .
La presencia de niveles elevados de TSD también puede provocar problemas a causa de las
incrustaciones en los sistemas de distribución y aparatos domésticos.
Según la O.M.S. el agua con un valor de TSD inferior a 1000 mg/l resulta generalmente aceptable.
A continuación, se van a considerar de forma resumida los principales constituyentes químicos
mayoritarios: cloruros, sulfatos, carbonatos y bicarbonatos (alcalinidad), calcio y magnesio
(dureza).

CLORUROS
El cloruro, en forma de ion (Cl-), es uno de los aniones inorgánicos principales en el agua natural y
residual. Los cloruros son especialmente abundantes en los océanos y representan hasta un 0,05%
de la litosfera.
Su concentración en aguas dulces superficiales, no contaminadas, se sitúa alrededor de 20-40 mg/l
e incluso menor. En ríos, es típico su incremento a lo largo del recorrido del cauce desde el
nacimiento hasta la desembocadura.
En las aguas subterráneas las concentraciones pueden variar enormemente desde pocos mg/l, hasta
varios g/l si existen procesos de intrusión marina en zonas costeras.
La concentración de cloruro es mayor en las aguas residuales que en las naturales no contaminadas,
dado que el cloruro sódico es común en la dieta y pasa inalterado a través del aparato digestivo. Por
tanto, los cloruros, junto con otros parámetros como fosfatos y nitritos, son indicadores típicos de
contaminación residual doméstica vertida a un cauce natural.
El ion cloruro es altamente corrosivo y da lugar a deterioros en las tuberías y sistemas de
distribución de aguas, así como en equipos industriales que operen con aguas ricas en cloruros. Así
mismo, y en función de su contenido, pH del agua y otros iones presentes en ella, puede degradar
los hormigones.
En el agua potable las concentraciones elevadas de cloruros hacen que tenga un sabor desagradable
y los umbrales de sabor dependen del catión asociado, siendo del orden de 200 a 300 mg/l para el
cloruro sódico y potásico, según la O.M.S. .

SULFATOS
Los sulfatos están presentes de forma natural en numerosos minerales y están profusamente
repartidos en todas las aguas, encontrándose en concentraciones que van desde unos pocos a varios
miles de mg/l.
El ion sulfato procede fundamentalmente de los procesos de disolución de los yesos
(CaSO4.2H2O) y de la oxidación bacteriana de los sulfuros y, aunque se pueden verter en el agua a
través de desechos industriales, ya que se utilizan comercialmente en la industria química sobre
todo, las mayores concentraciones se dan, por lo común, en las aguas subterráneas y proceden de
fuentes naturales.
Con respecto a las obras públicas, las aguas con altas concentraciones de sulfatos (aguas
selenitosas) son perjudiciales por atacar al cemento al formarse la sal de Candlot-Michaelis. Esta
sal se forma al ponerse en contacto el sulfato cálcico y el aluminato tricálcico, descomponiéndose
hidrolíticamente y destruyendo el hormigón.
Por otra parte, la presencia de sulfatos en el agua potable puede causar un sabor perceptible. El
deterioro a este respecto es variable, según el tipo de catión asociado; se ha comprobado que los
umbrales de sabor oscilan entre 250 mg/l en el caso del sulfato sódico y 1000 mg/l en el del sulfato
cálcico. Generalmente se considera que la alteración del sabor es mínima para concentraciones
inferiores a 250 mg/l.
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La ingestión de agua con alto contenido en sulfatos, especialmente si el catión con el que se
combinan es magnesio, puede tener, además de un sabor amargo, efectos laxantes.

ALCALINIDAD
La alcalinidad de un agua se debe a su contenido en sales del ácido carbónico (bicarbonatos y
carbonatos) e hidróxidos.
El CO2 es poco soluble en agua, si bien y pese a esto, en condiciones normales este proceso es
capaz de generar uno de los aspectos más importantes de la química del agua, que es el equilibrio
carbónico:
CO2 + H2O <-------> > H2CO3
H2CO3 <------> > H+ + HCO3-
HCO3- <------> > H+ + CO3=
Por los valores de las constantes de estabilidad, a un valor de pH de 6,35 existirán en el medio un
50% de ácido carbónico e ion bicarbonato, y no existirá anión carbonato; por el contrario a un
valor de pH de 10,33 no habrá en el medio ácido carbónico y sí un 50% de iones bicarbonato y
carbonato.
El CO2 disuelto en el agua proviene de la respiración de los organismos acuáticos no fotosintéticos,
de la descomposición de materias orgánicas, de la disolución ácida de carbonatos y de la lluvia. Su
secuestro se debe fundamentalmente a la función clorofílica realizada por las plantas y organismos
fotosintéticos.
En un agua natural, los equilibrios anteriores son más complejos por la intervención de los iones
disueltos en el agua, especialmente calcio y magnesio, que son mayoritarios. Concretamente existe
un equilibrio que hace intervenir a los iones CO3=, HCO3-, Ca2+ y Mg2+, dando lugar a la
competencia entre bicarbonatos solubles y carbonatos más insolubles, de los metales anteriores.
De este modo y resumiendo todo el proceso, cuando en un agua existe CO2 libre, éste tiende a
reaccionar con los carbonatos presentes, solubilizándolos a través de su transformación en
bicarbonatos y alcalinizando el agua. Por el contrario, los propios bicarbonatos pueden a su vez
disociarse e insolubilizarse rindiendo CO2 y acidificando el medio. A esta dinámica se denomina
“equilibrio carbónico” de un agua.
Un agua se puede calificar de agresiva si disuelve CaCO3 de las paredes de una tubería o depósito,
con lo que además incrementa su valor de pH. Por el contrario, si deposita carbonato desde el
bicarbonato soluble y reduce su valor de pH, se califica de incrustante. Estos fenómenos tienen
gran importancia, tanto en aguas naturales como en los sistemas de distribución de aguas, debido a
las alteraciones que pueden producir en los materiales de tuberías y canalizaciones.
Por otra parte, en el tratamiento de aguas residuales es importante que haya alcalinidad suficiente
en los digestores anaerobios porque, en caso contrario, se podría producir una acidificación del
medio por acción de los microorganismos y pararse el proceso.
Otro aspecto a considerar es que la alcalinidad por exceso de concentración de metales
alcalinotérreos, tiene importancia para determinar la aceptabilidad de un agua para la irrigación.
En relación con la alcalinidad, se pueden encontrar a veces en la bibliografía dos definiciones que
conviene conocer: T.A. y T.A.C.
T.A.C. o Título Alcalimétrico Completo, es la cantidad de ácido que se necesita para neutralizar
100 cc utilizando generalmente naranja de metilo como indicador (el viraje se produce a un pH de
4,3).
T.A. o Título Alcalimétrico simple, es el mismo concepto pero empleando fenolftaleína como
indicador (el viraje se produce a un pH de 8,3).
Calidad de aguas 10

DUREZA
De acuerdo con los criterios actuales, la dureza total se define como la suma de las concentraciones
de calcio y magnesio, ambos expresados como la cantidad equivalente de carbonato cálcico en
mg/l. Hay otros elementos como el hierro, aluminio, cinc y estroncio que también influyen en la
dureza de un agua, pero por ser muy poco abundantes en las aguas naturales no se tienen en cuenta
habitualmente.
Las aguas duras presentan algunos inconvenientes conocidos por todos en su uso, tales como:
consumo excesivo de jabón por su dificultad para hacer espumas debido a la formación de bases
insolubles, formación de pectatos insolubles al reaccionar con los pectatos de las legumbres
impidiendo su cocción y formación de incrustaciones en calderas y sistemas de distribución de
aguas.
Respecto a esta última propiedad y dependiendo también de otros factores como pH y alcalinidad,
una dureza superior a 200 mg/l puede dar lugar a incrustaciones, en particular en los sistemas de
calefacción. Por otra parte, las aguas blandas con una dureza inferior a 100 mg/l tiene una baja
capacidad de amortiguación y pueden resultar más corrosivas para las tuberías.
Existen diversas formas de expresar la dureza (que a veces recibe la notación de TH o Título
Hidrotimétrico), siendo las más habituales los grados franceses (ºF) y carbonato cálcico
equivalente (CaCO3).
Entre ambas formas existe la siguiente la siguiente correspondencia: 1 ºF = 10 mg/l de CaCO3.
En la bibliografía se encuentran diferentes criterios y clasificaciones respecto a la dureza de las
aguas, algunas de ellas se citan a continuación:

-Utilizando como unidades mg/l de CaCO3


Aguas blandas. Menor de 50
Aguas ligeramente duras. Hasta 100
Aguas moderadamente duras. Hasta 200
Aguas muy duras. Mayor de 200

-Utilizando como unidades ºF


Aguas blandas. Entre 0-7
Aguas de dureza media. 8-24
Aguas duras. 25-41
Aguas muy duras. Mayor de 42
Al igual que se hizo en la alcalinidad, conviene precisar el significado de algunas expresiones
relacionadas con la dureza, que con relativa frecuencia se encuentran aún en la bibliografía: Dureza
temporal y permanente.
Dureza temporal o carbonatada, es la dureza de un agua debida a la presencia en la misma de
carbonatos y bicarbonatos de calcio y magnesio.
Dureza permanente o no carbonatada, es la debida al contenido de sulfatos, cloruros etc. de
calcio y magnesio, o sea, la debida a todos los aniones excepto los carbonatos y bicarbonatos.

5. CARACTERÍSTICAS BIOLÓGICAS

Como características biológicas del agua se van a considerar, tanto el contenido en materia
orgánica y parámetros con él relacionados (DQO, DBO y COT), como las poblaciones de
microorganismos acuáticos que alberga.
Calidad de aguas 11

MATERIA ORGÁNICA
Las aguas naturales, además de las sustancias minerales que contienen disueltas, procedentes de las
rocas con las que estuvieron en contacto en su ciclo, llevan en suspensión o en disolución,
sustancias orgánicas que tienen su origen en el lavado de los suelos por los que pasan, o en el
metabolismo de los organismos que viven en ellas.
La materia orgánica procedente del lavado de los suelos está formada, fundamentalmente, por
ácidos húmicos. Las sustancias que provienen del metabolismo de los organismos que viven en el
agua, están formadas por hidratos de carbono, proteínas, aminas, amidas y lípidos, entre otros, así
como por pigmentos, vitaminas, hormonas y demás sustancias que tienen el papel de catalizadores,
estimuladores o inhibidores de las funciones biológicas.
También hay que tener en cuenta los desechos de los seres vivos, como urea, putrescina y
cadaverina.
Hay una diferencia notable entre las sustancias minerales y la materia orgánica, respecto al tipo de
reacciones que en cada una de ellas se producen. Así, son mínimas, frente a los cambios
producidos por reacciones químicas, las reacciones que ocurren entre las sustancias minerales en
que haya una intervención de bacterias, pudiéndose citar las relativas a las bacterias nitrificantes,
desnitrificantes, fijadores de N2 y bacterias del hierro y manganeso; mientras que en los procesos
de alteración de la materia orgánica la actividad biológica tiene un gran desarrollo y juega un papel
preponderante.
El contenido global de materia orgánica de un agua se determina midiendo la cantidad de O2 que es
necesario para oxidarla, pudiendo distinguir entre la materia orgánica oxidada por vía química o
DQO, de la oxidada por vía biológica o DBO, de las que hablaremos más adelante.
En líneas generales se puede decir que las aguas naturales no deben exceder de 3 mg/l de consumo
de O2 para considerarse de buena calidad.
Si la cantidad de O2 disponible es suficiente, lo que suele ocurrir en los cursos de agua y en la zona
superficial de lagos y embalses, los productos finales de la degradación de la materia orgánica
mediante la acción de bacterias aerobias, son CO2, NO3-, PO4≡ y H2O. Sin embargo, en el fondo
de estos cuerpos de agua, debido a procesos de estratificación, la descomposición puede producirse
por bacterias anaerobias en ausencia de O2, siendo los productos finales de la degradación, entre
otros, CH4, NH3 y SH2.
En general, la materia orgánica de origen vegetal no es tóxica por si misma, teniendo sin embargo
el inconveniente de producir malos sabores en el agua, los cuales se pueden acentuar con el proceso
de la cloración, como se indicó anteriormente.
No se puede decir lo mismo respecto a la toxicidad de los compuestos orgánicos procedentes de
actividades antropogénicas, dado que se desconoce en muchos casos, lo cual nos lleva a la
conclusión de que, si bien para muchos estudios es suficiente conocer la cantidad de materia
orgánica degradada por vía química o bioquímica, con ello no conocemos nada en absoluto acerca
de su grado de toxicidad.
Por último cabe puntualizar que en ciertas ocasiones, un contenido alto de materia orgánica no está
unido necesariamente a una mala calidad bacteriológica de la misma. Así, hay aguas procedentes de
turberas con mucha materia orgánica, que poseen una excelente calidad bacteriológica, mientras
que en otros casos, aguas con una pequeña cantidad de materia orgánica, son portadoras de
gérmenes patógenos.

DEMANDA QUÍMICA DE OXÍGENO ( DQO )


La DQO se define como la cantidad de oxígeno que se consume en la oxidación de las sustancias
reductoras presentes en un agua, mediante la utilización de oxidantes químicos, usualmente
dicromato o permanganato potásico. Su determinación se lleva a cabo sin la intervención de
organismos vivos.
Calidad de aguas 12

La medida de esta magnitud se utiliza como un procedimiento para conocer la cantidad total de
materia orgánica, si bien hay que tener en cuenta ciertas limitaciones del método, debido a que las
sustancias presentes tienen diversos grados de oxidabilidad.
En aguas a las que se presupone un contenido considerable de materia orgánica, como es el caso de
las aguas negras, se utiliza dicromato como agente oxidante; mientras que la determinación con
permanganato es la más empleada para medir la materia orgánica en aguas con bajo contenido en
ésta.

DEMANDA BIOQUÍMICA DE OXÍGENO ( DBO )


Todas las sustancias orgánicas son capaces de oxidarse (biodegradarse) con el concurso de
determinados organismos, realizándose el proceso a distinta velocidad según el tipo de sustancias,
dependiendo fundamentalmente de su composición y estructura, así como de la concentración,
temperatura, etc.
El conocimiento de la velocidad de biodegradación es imprescindible para poder prever, por
ejemplo, el comportamiento que puede tener un determinado vertido de aguas residuales en un río.
Frankland descubrió que la cantidad de oxígeno consumido por un agua residual almacenada,
dependía del tiempo de almacenamiento, habiéndose establecido ya a finales del siglo pasado, que
este consumo de oxígeno era realizado biológicamente.
Basándose en lo anterior se demostró que era adecuado determinar el potencial contaminante de un
agua residual, que contenía materia orgánica biodegradable, por la cantidad de oxígeno utilizado
bioquímicamente. De esta forma nace el concepto de la DBO, que se define como la cantidad de
oxígeno necesario para oxidar o degradar la materia orgánica de una muestra de agua mediante
acción química aerobia.
La determinación de la DBO en el laboratorio es un ensayo que presenta dificultades, dado que se
realiza mediante la participación de microorganismos vivos, que están sometidos a unas
condiciones ambientales diferentes de las que se dan en su medio natural. No obstante, y a pesar de
estas limitaciones, se aplica para calcular el poder autodepurador de un río, conocer la carga de
contaminación orgánica de un vertido, así como proyectar y comprobar, tanto el funcionamiento
como el rendimiento de una planta de tratamiento.
Se pueden distinguir tres tipos de sustancias que contribuyen a la demanda de oxígeno de un agua:
carbonatadas, nitrogenadas y compuestos químicos reductores.
La transformación biológica de la materia orgánica se realiza en dos etapas. En la primera se
oxidan principalmente los compuestos carbonatados, empezando inmediatamente y terminando
aproximadamente a los veinte días a 20ºC. Los compuestos nitrogenados se oxidan en la segunda
etapa, que no comienza antes de los diez días a 20ºC y se prolonga por un periodo más largo.
Como regla general, se acepta la determinación de la DBO en laboratorio a una temperatura de
20ºC y un periodo de incubación de cinco días, lo que se expresa como DBO5.

CARBONO ORGÁNICO TOTAL ( COT )


En las medidas de la DQO y DBO5 muchos de los compuestos orgánicos no pueden ser valorados al
no poder ser oxidados con los oxidantes químicos o por la vía biológica, surgiendo así el concepto
de COT como otra medida de la materia orgánica presente en un agua.
Mediante este método analítico (generalmente se utiliza la oxidación en medio gaseoso) se pueden
determinar todas las sustancias que son susceptibles de unirse al oxígeno, incluidos los compuestos
orgánicos bioestables que no pueden ser oxidados por compuestos químicos inorgánicos. No
obstante, determinados compuestos pueden llegar a no oxidarse, por lo que los valores obtenidos
serán ligeramente inferiores a la cantidad real presente en la muestra.
En el comercio existen equipos para realizar esta determinación.
Calidad de aguas 13

MICROORGANISMOS DEL MEDIO ACUÁTICO


Las características biológicas de un agua están muy relacionadas con la población de
microorganismos acuáticos que alberga y que afectan de un modo importante a su calidad.
Algunos de estos microorganismos pueden dañar la salud humana, dando lugar a las denominadas
enfermedades hídricas. Por el contrario, ha de tenerse en cuenta su aportación insustituible a los
grandes ciclos de nutrientes (carbono, nitrógeno, fósforo, azufre, etc.) que posibilitan el tránsito de
materia imprescindible para la vida de nuestro planeta.
Por otro lado, y como se ha comentado anteriormente, el contenido biológico y microbiológico de
un agua puede afectar al desarrollo de olores y sabores en esa agua, e incluso promover o favorecer
procesos de corrosión en tuberías de distribución de agua potable y depósitos de almacenamiento,
así como en las canalizaciones de evacuación de aguas residuales.
Otro aspecto importante es que el crecimiento controlado de poblaciones microbianas, se utiliza
habitualmente en depuración de aguas residuales, a fin de reducir su carga orgánica.
De forma genérica y sin entrar en detalles, dado que para eso se necesitarían varias clases, se puede
decir que los microorganismos más numerosos que pueden albergar las distintas masas de agua son:
bacterias, cianofíceas, hongos, algas y virus.
Por su importancia e incidencia sobre la salud, vamos a comentar con más detalle algunos aspectos
sobre la calidad microbiológica del agua de consumo, que debe abordarse desde la óptica de una
ausencia total de microorganismos, especialmente los patógenos, objetivo que se persigue con los
procesos de desinfección.
La vía más usual de contaminación de un agua por agentes patógenos, es la provocada por los
efluentes residuales de la propia actividad humana, dada la gran cantidad de organismos patógenos
intestinales que son evacuados por los seres humanos cuando son portadores de los mismos.
Una de las formas más importantes de transmisión de las bacterias y de los microorganismos
patógenos en general, es la ingestión de agua que los contenga, pero teniendo en cuenta su inmensa
variedad se hace prácticamente imposible verificar, mediante análisis rutinarios y rápidos, la
ausencia de toda la flora microbiana potencial de un agua de consumo.
Por este motivo, se recurre a la investigación de microorganismos que normalmente están presentes
en las deyecciones humanas y animales, que de este modo actúan de organismos indicadores de
una contaminación fecal, lo que posibilita comprobar y asegurar la eficacia del proceso de
desinfección de un agua. La presencia de estos microorganismos, que no tienen por qué ser
patógenos por si mismos, indicará muy fiablemente la probable presencia de otros claramente
patógenos.
El empleo de organismos intestinales como indicadores de contaminación fecal está admitido a
nivel mundial desde hace muchos años. Para que un microorganismo pueda ser utilizado como
indicador, debe cumplir un mínimo de exigencias:
- presencia continua de una elevada cantidad de ellos en el residuo fecal humano, o en su caso de
animales domésticos
- facilidad en su detección, utilizando métodos analíticos microbiológicos simples y rápidos
- periodo de supervivencia de, al menos, el mismo que el de los organismos claramente
patógenos
Estos requerimientos son cumplidos por las bacterias entéricas y de ahí su aplicación rutinaria,
efectiva y universal, plasmada en diferentes normativas, a fin de chequear la inocuidad de un agua
en general, y de aguas potables de consumo público en particular. Concretamente, indicadores
típicos de contaminación fecal son los Coliformes totales y fecales, Estreptococos fecales y
Clostridium. Actualmente en el R.D. 140/2003 se establece la obligación de determinar
Escherichia Coli, Enterococos y Clostridium perfringens como compuestos específicos de
contaminación y cuando la determinación sea positiva y exista una turbidez mayor a 5 UNF se
determinarán, si la autoridad sanitaria lo considera oportuno, Crystoporidium u otros
microorgamismos o parásitos.
Calidad de aguas 14

BIBILOGRAFÍA

- Catalán, J., 1990. “Química del agua”. Librería Editorial Bellisco. Madrid 1990.
- Aznar A., 1997. “Técnica de aguas”. Editorial Alción. Madrid 1997.
- Marín R., “Química, microbiología, tratamiento y control analítico de aguas”. Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Córdoba. Textos e Instrumentos nº58.
- O.M.S., 1995. “Guías para la calidad del agua potable” Volumen 1 y 2. Ginebra 1995.
- APHA-AWWA-WPCF. “Métodos normalizados para el análisis de aguas potables y residuales”
(traducción del Standard Methods 17 Edición). Ediciones Díaz de Santos. Madrid 1992.

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