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ÉTICA

APUNTE

UNIDAD II
AUTOR: WILLIAMS IBARRA F

UNIVERSIDAD GABRIELA MISTRAL


LOS TEMAS FUNDAMENTALES DE LA REFLEXIÓN MORAL
En la Ética Nicomaquea (ca. 325 a.C.) de Aristóteles, las preguntas centrales son acerca del carácter, dando

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origen sistemático a la reflexión ética y moral del ser humano.

La ética de Aristóteles contiene sin duda una de las primeras y más significativas investigaciones sobre el
bien perfecto del hombre o felicidad.

Aristóteles empieza preguntando: “¿Cuál es el bien del hombre?”, y su respuesta es:

“Una actividad del alma en conformidad con la virtud”.

Para entender la ética, por lo tanto, debemos entender qué es lo que hace a alguien una persona virtuosa,
y Aristóteles, observador perspicaz para los detalles, dedica mucho espacio a analizar virtudes particula-
res como el valor, el dominio de sí mismo, la generosidad y la sinceridad. Aunque esta manera de pensar
acerca de la ética está estrechamente identificada con Aristóteles, no fue exclusiva de él. Sócrates, Platón
y muchos otros pensadores antiguos se acercaron a la ética preguntando: ¿Qué rasgos de carácter hacen
de alguien una buena persona? Como resultado, “las virtudes” ocuparon el lugar central en sus discusiones.

Los griegos habían visto la razón como la fuente de la sabiduría práctica; para ellos, la vida virtuosa era inse-
parable de la vida de la razón. Pero san Agustín, pensador cristiano del siglo IV, que llegaría a ejercer enorme
influencia, desconfió de la razón y enseñó que el bien moral depende de la subordinación a la voluntad de
Dios y con ello en el contexto de la ley divina a partir de las “virtudes teologales” de fe, esperanza, y caridad.

Para la reflexión moral es necesario plantearse la siguiente pregunta:

¿Qué estructura tiene la ética como teoría, como teoría de la acción humana y como ciencia práctica?

Como una disciplina filosófica, la ciencia ética es una consideración teórica de un ámbito peculiar de objetos,
el ámbito de la praxis humana. Pero la ética como tal no es praxis humana. Por supuesto, en otro sentido,
todo acto de escribir una teoría es praxis, pero la ciencia ética en tanto ciencia filosófica es un ejercicio
teórico que, en cuanto toma por objeto un ámbito especial que es el de la praxis, en este sentido se puede
decir que la ciencia ética es una teoría de la praxis.

Sin embargo un punto muy importante para entender no sólo la ética clásica, sino también buena parte de
sus derivaciones modernas, es que, a pesar de ser una teoría de la praxis, en la concepción clásica siempre
se ha considerado que la ética filosófica no es una mera teoría, sino una ciencia práctica. Dentro del ámbito
de la teoría, se distinguen ciencias teóricas y ciencias prácticas.

Dentro del ámbito de la teoría, porque las ciencias prácticas son también teóricas, aunque suene extraño:
hay teorías teóricas y teorías prácticas. Dentro del ámbito de las ciencias, la ética fue considerada como una
ciencia práctica, porque es un modo de conocimiento teórico en el cual no se apunta solamente a obtener
conocimiento, sino también a una finalidad diferente del conocimiento mismo: concretamente la ética
apunta a proveer, a través del conocimiento teórico, cierta orientación a la propia praxis, que esta teoría 2
toma por objeto. Aquí se produce, dicho muy brevemente, una circularidad: la ciencia ética, como teoría
de la praxis, toma la praxis por objeto de una reflexión teórica; sin embargo, se la ha llamado teóricamente
ciencia práctica, porque su objetivo último no se agota en conocer la praxis, sino que busca también proveer
cierta orientación para esa praxis que toma por objeto, a diferencia de una ciencia puramente teórica, que
describe un ámbito de objetos sin pretender incidir sobre él. De cierta manera, una ciencia práctica no sólo
describe el ámbito del objeto, sino que apunta a través de esa misma descripción a incidir en el ámbito del
objeto que se describe.
Episteme es una palabra griega cuyo significado es ciencia. El mundo de la episteme se ocupa de aquellas
cosas universales e inmutables. La epistemología es el estudio o teoría del conocimiento científico o la filo-
sofía de la ciencia. Hay epistemología de toda ciencia y ello porque toda disciplina debe abordar los funda-

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mentos de su disciplina. Platón (427-347 a.C.) la distinguía de la “doxa” (opinión). La tendencia actual es a
identificar entre ciencia y ciencia moderna. O sea, cuando uno habla de ciencia, la inclinación es a igualarla
con la ciencia experimental (Física, Química) y, raramente, se dice que la Filosofía es ciencia.

Los griegos (s. IV a.C.) afirmaban que la ciencia o episteme era “un conocimiento de la realidad o de las
cosas por sus causas que debía ser verdadero”.

La ciencia o episteme implica o trae aparejado siempre dos cosas:


Hábito operativo bueno: perfecciona al sujeto.

Conocimiento: toda ciencia es conocimiento.

La ciencia no es un estudio (el estudio es una forma como se adquiere la ciencia), aunque en ella hay estudio
e investigación. Ella es, al mismo tiempo, habitus –que es una perfección del sujeto– y un conocimiento.
Toda ciencia es conocimiento, no todo conocimiento es científico. La posesión de ese conocimiento en un
sujeto cognoscente se llama habitus (virtud intelectual). El habitus es la disposición permanente del espíritu
para conocer, es una perfección y es difícil de mover, pues una vez que se adquiere difícilmente se pierde.

El habitus puede ser:

Bueno: es virtud intelectual.

Malo: es vicio.

La posesión del conocimiento en un sujeto cognoscente se llama hábito (virtud intelectual). Si este cono-
cimiento es de una parte de la realidad, se trata de una ciencia particular y si es de toda la realidad, se trata
de la metafísica.

El concepto de ciencia tiene su origen en Aristóteles (384-322 a.C.). Antes de él, no hay una clasificación de
ciencia. Y tanto en la Antigüedad, como en la Cristiandad europea, se utiliza este concepto: conocimiento
cierto o verdadero de las cosas por sus causas. Este es el concepto que describe a la metafísica.

De este modo, hay dos aspectos fundamentales para que haya ciencia o conocimiento científico:

1) Conocimiento causal: es el conocimiento de las cosas por sus causas, conocimiento explicativo, que busca
el porqué de las cosas. Así, sin explicación causal no hay ciencia. La ciencia es un conocimiento explicativo
y causal, a diferencia del conocimiento común, ya que busca los porqués de las cosas. Si no hay búsqueda
de causas no hay ciencia.

2) La ciencia se define por el objeto, que para ser científico debe reunir dos condiciones:

Ser Universal: es decir, el objeto a poseer o a considerar no puede ser singular. Si yo establezco que tal prin- 3
cipio es universal, siempre me tiene que dar el mismo resultado. A esto se llama “ley de validez universal”.
Por eso la Historia no es ciencia, pues le interesa lo individual en cuanto individual (Al historiador le interesa
la Revolución Francesa, no las revoluciones). Pero a la ciencia sólo le interesa lo individual en cuanto tenga
valores universales.

Ser Necesario: no puede ser contingente. El objeto de la ciencia tiene que ser necesario, lo cual significa
que no puede no ser. En cambio, la historia se ocupa de lo contingente. La ciencia tiende a ser predictiva,
la historia nunca.
Sin embargo, en el siglo XVII, la revolución Galileo-Cartesiana, con elementos de Bacon (1561-1626), llevó
a cambiar el concepto de ciencia. Aparecen los tres pilares de la ciencia moderna: un concepto unívoco de
ciencia donde sólo se admite un modelo de ciencia, el cual reposa en:

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La observación: un objeto que se quiere estudiar científicamente debe ser observable; es decir, solamente
las cosas que puedo observar pueden ser objeto de ciencia (así, la metafísica queda mal parada y de ahí el
materialismo científico de hoy en día).

La experimentación: quiere decir que un fenómeno observado se puede repetir con los mismos resultados,
de tal manera que surgen las denominadas leyes científicas; y

La cuantificación: Galileo señaló que el Universo está escrito en un lenguaje matemático y, de este modo, el
científico sólo debe leerlo con dichos códigos. Es decir, aquellos fenómenos observables y experimentables
deben ser traducidos en un lenguaje matemático.

El paradigma de ciencia pasó a ser la física teórica. Galileo da los primeros pasos, pero la consolidación de
la física como ciencia teórica se da con Newton (1642-1727). Por ello Kant (1724-1804) construye toda su
obra filosófica sobre la física de Newton. De este modo, se trata de un concepto unívoco: las cosas que no
se pueden observar, no son objeto de ciencia, como son el concepto de Dios, alma, inteligencia, bien, etc.
La ciencia que se impone es la ciencia empírica, que recibe una serie de nombres: fenoménica (fenómenos);
fáctica (hechos); experimental; positiva, etc. Así, según la teoría Galileo-Cartesiana, la primera sacrificada es
la Teología, descartada como ciencia por Descartes y Lutero. Posteriormente, Kant proclama que el sujeto
cognoscente no puede conocer la cosa en sí, pues sólo puede conocer el fenómeno y, por lo tanto, aparece
la imposibilidad de la metafísica. Luego, Comte (1798-1857), con la ley de los tres estadios, considera que
estamos en la época de la ciencia, en la cual no cabe espacio para la metafísica y, si es así, la ética tampoco
se adecua al modelo de ciencia moderna. Hay que considerar que la ciencia se basa en certezas, no en opi-
niones y, si la ética no es ciencia, la ética pasa a ser opinable y no científica y ello es una paradoja, en tanto
que no se puede moralizar la sociedad con opiniones.

Según lo anterior, la noción de ciencia se puede entender en tres sentidos:

Unívoco: se asume un solo paradigma de ciencia. Este concepto viene de Descartes, con quien se impone
un paradigma cuyo modelo es el científico-matemático.

Equívoco: entiende por ciencia cualquier cosa. Como la ciencia es un boom, uno llama a ciencia a cualquier
disciplina por el prestigio que da a la actividad que uno realiza. La única condición que se pide es que tenga
una metodología adecuada. Este sentido es manejado por la gente común.

Análogo: no hay una sola forma de hacer ciencia, sino que distintos modos de hacer ciencia según los grados
de perfección. Ahora, la perfección de una ciencia viene dada por los grados de abstracción, que es el mayor
o menor acercamiento a la materia. Mientras más ligada está a la materia, menos perfecta es una ciencia y,
por lo tanto, mientras más abstracta, más perfecta es. Por consiguiente, más difícil es entender la ciencia
más perfecta. Por ejemplo, más difícil es estudiar matemáticas que biología. La metafísica es más abstracta
4
que las matemáticas; luego, es más perfecta. Así, la abstracción es lo que define la perfección de una ciencia.

En síntesis, la noción de ciencia, esta actividad intelectual, se puede realizar de diversos modos a condición
de que se reúnan ciertos elementos. Este ordenamiento va desde las ciencias más perfectas (las que son un
fin en sí mismo y se llaman teoréticas, pues se estudian para saber, como la Biología) a las menos perfectas
(ciencias prácticas), cuyo saber no es un fin sino que se sabe para dirigir algo, como la Medicina.

De esta manera, existe una clasificación de las ciencias:


Según los grados de abstracción:

Mientras menos abstracta es una ciencia, menos perfecta es, porque está ligada a la materia. Por el contra-
rio, mientras más abstracta es una ciencia es más perfecta, pues está desprendida de la materia y responde

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mejor al entendimiento que es inmaterial (pero éstas son las más difíciles de adquirir). Hay tres grados de
abstracción:

Ciencias Empíricas o de Naturaleza o Exactas:

Están en el primer grado y su paradigma o modelo es la Física (ésta es la más perfecta de la ciencias empíricas).
La Antropología Filosófica y la Filosofía de la Naturaleza se ubican en esta clasificación (Aristóteles la llamaba
Física o Ciencia Segunda) y ella estudia las sustancias corpóreas o el ente móvil (cambio). El diálogo entre
la Filosofía y la ciencia se encuentra aquí (por ejemplo, tanto el físico como el filósofo hablarán de tiempo).

(Ciencias Empíricas = C. Fácticas = C. Positivas = C. Experimentales = C. Fenoménicas). Las conclusiones que


establecen las ciencias empíricas son verificaciones, según la observación, experimentación y cuantificación.

Formales o Matemáticas:

Tienen por objeto de estudio formas ideales o entes de razón que sólo existen en el entendimiento y, en el
caso de la Geometría, en el entendimiento y la imaginación. El ente real es una cosa concreta de la realidad
empírica y el ente de razón no está en la realidad, sino que en el entendimiento (el cuadrado y el triángulo
no existen en la realidad como tales). Por ello, estas ciencias no se basan en el criterio de la verificación, sino
que en el criterio de demostración (el problema es cómo demostrar un ejercicio a través de procedimientos
lógicos). Algunos autores ponen en las ciencias formales a la lógica, la cual, en rigor, es una ciencia práctica
y no teórica, en tanto que es un arte de pensar correctamente (Aristóteles llamaba a la lógica Dialéctica).

Cabe señalar que algunos autores terminaron confundiendo la filosofía con las matemáticas: Descartes
y Leibniz. De hecho, Leibniz tiene una interpretación de la realidad que es materialmente matemática y
formalmente filosófica.

Ontológicas o Metafísica:

Se ocupan de entes reales, al igual que las empíricas, pero van a la esencia de las cosas. Van de lo observable
a lo no observable, de lo sensible a lo inteligible; mientras que las ciencias empíricas van de lo observable a lo
observable. Tienen por objeto de estudio el ente en cuanto ente, es decir, despojado de sus características
en cuanto tal. Es la más abstracta y perfecta de las ciencias. El método que utiliza la filosofía para demostrar
es la lógica, mientras que las ciencias empíricas utilizan el método científico para mostrar.

De acuerdo a esto, las Ciencias Sociales no se ubican en ninguno de estos tres grados, pues pertenecen al
ámbito de la moral (esto no significan que sean Ciencias Morales).

El filósofo no puede mostrar, pero sí demostrar que el embrión es persona; el biólogo puede decir y mostrar
cuándo comienza la vida, pero no puede decir cuándo comienza la vida humana porque no sabe en qué
momento comienza el alma espiritual, ya que ésta es inmaterial y, por lo tanto, no se puede mostrar. La 5
Ética no hace uso de la fe ni usa argumentos de autoridad, porque si lo hiciese sería Teología Moral. Si las
Ciencias Ontológicas utilizaran argumentos de autoridad serían Teología.

Según el fin que persiguen. (Deriva de Aristóteles) → es la + importante


Ciencias Teóricas, Teoréticas o Especulativas (Theoria):

El fin es conocer por conocer, por el gusto que da el conocer y comprender sin ningún fin práctico: son supra
útiles. Responden mejor a la esencia del hombre. Su fin es la contemplación. Buscan entender, no aplicar.

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El concepto eje en esta disciplina es la verdad, ya que su único fin es la captación y posesión de la verdad.
Ejemplos de ciencias teóricas: Sociología, Astronomía, Física Teórica, Biología. Ejemplo de ciencias filosó-
ficas teóricas: Metafísica y Antropología Filosófica. Es una actividad inmanente, en tanto que perfecciona
al sujeto que la realiza.

Ciencias Prácticas (Praxis):

Praxis es actuar, obrar. Se refieren al actuar libre humano. Buscan conocer para dirigir la realización de actos
humanos en la perspectiva del bien (praxis). Conocimiento que nos ayuda en nuestra vida, aplicable a ella.
Conocer para dirigir la realización de un acto humano moralmente bueno, o evitar la realización de un acto
libre moralmente malo. También, es una actividad inmanente. Siempre son ciencias morales y por ello que
su objeto es el actuar libre humano: si el acto es involuntario es extra moral. Por ejemplo, interesará conocer
la justicia para ser justo. En esta clasificación se halla la Ética para poderla aplicar a la vida cotidiana. Praxis
es el actuar humano libre, es decir, moral.

Hay tres ciencias morales importantes:

1. Ética: es una ciencia filosófico-práctica que busca el bien de la persona. Su fin es conocer para dirigir la
realización de un acto libre moralmente bueno.

2. Política: busca el bien de la sociedad. Corresponde a la Ética Social, porque mira el bien común y no
el personal. Sus decisiones comprometen al bien común. La Política, aunque es práctica, hace uso de las
ciencias sociales.

3. Economía: Corresponde también a la Ética Social, participa en el bien común, ya que busca el bien eco-
nómico: producir para generar empleo.

Ciencias Poiéticas, productivas (Poiesis):

El fin es ejecutar bien las cosas; le interesa la perfección del objeto que se realiza. Es una actividad transitiva
(parte en el sujeto y termina en el objeto; el sujeto perfecciona el objeto). Aquí también hay una perfección
del sujeto, pero lo que importa es el objeto. Luego, la perfección que se ejerció aquí no es del sujeto, por
lo que no hay moral.

Cabe señalar que Maquiavelo (1469-1527) suprime este esquema al señalar que la política es un arte y, por
lo tanto, es amoral. Siendo puramente arte técnica: conseguir, mantener y acrecentar el poder. J. Freund
es un importante politólogo francés que en su libro “Esencia de lo político”, donde da una adhesión a la
doctrina maquiavélica. Por lo tanto, también hay maquiavelismo.

Y el problema es de fondo: al erradicar de la política la moral, desaparece el concepto de bien común. En


efecto, Maquiavelo señala que el político debe ser un tecnócrata, concepto utilizado por sus discípulos. 6
Incluso, posteriormente, hay otro grupo que también va a erradicar de la economía la moral, pasando a ser
una ciencia social y aplicada y no una ciencia práctica relacionada con la moral.
Actividades o Propiedades de la Razón
En Filosofía hay otra distinción que tiene que ver con la razón:

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1. Razón teórica (theoria)

2. Razón práctica (praxis)

3. Razón poiética (poiesis)

Razón teorética:

Si yo ejerzo la razón de un modo teorético voy a obtener una ciencia teórica donde el objeto de estudio es
algo a contemplar y cuyo fin es la captación y posesión de la verdad, el fin es conocer el fin en sí mismo.
Hay tres tipos de ciencia:

Filosofía de la Naturaleza: es la menos abstracta y estudia los seres materiales, captables por los sentidos
(movimiento, cambio, vida). Aristóteles la llamaba Física.

Antropología Filosófica: es una ciencia teórica que la Ética supone para formarse. Se ocupa del misterio del
hombre, el cual es un ser entre dos dimensiones: hay dos universos, el material y el espiritual.

Metafísica: es la ciencia que estudia el ser en cuanto ser. Es la única ciencia de saber universal, estudia todo
el acto de existir.

Razón práctica:

Van de lo general a lo singular. Su objeto es lo operable, no es algo a conocer, sino a realizar. Su fin es dirigir
eso que hay que realizar y que puede ser algo:

Moral: que me perfeccione como humano en cuanto humano.

No Moral: perfección de un objeto que individualmente me perfecciona a mí en cuanto a sujeto humano.

Dentro de la razón práctica encontramos:

Ética General (que me perfecciona en cuanto sujeto humano como humano).

Política
Economía (es teórico-práctica porque son teorías que buscan ser aplicadas. También es moral porque busca
el bienestar del hombre).
7
“Las ciencias se definen como prácticas o teóricas de acuerdo a su fin y a su objeto”.

El fin de las ciencias prácticas es conocer para una cosa distinta que conocer, dirigir, regular, orientar, etc. Ese
algo que se quiere dirigir es un bien moral (ciencias morales, actos humanos) o puede ser uno material (arte).
Razón poiética:

Es aquello que perfecciona la obra y no al sujeto. Lo que importa primero es la obra, hay una perfección en
cuanto a sujeto, porque se crea un hábito (más técnica). Se coloca atención en la calidad de la obra.

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La Ética es una ciencia ontológica-práctica, o sea, busca conocer algo distinto que conocer y eso es dirigir los
actos libres del hombre de tal forma que ellos estén en conformidad a lo que el hombre es, lo que significa,
que sean actos que no vayan contra la dignidad de persona.

¿QUÉ ES LA ÉTICA?
“Es la ciencia filosófica práctica que tiene por objeto de estudio los actos humanos en cuanto sean buenos
o malos en relación al fin último del hombre”. (También es normativa, regula la realización de algo).

“Aquella parte de la Filosofía que tiene por objeto de estudio la moralidad de los actos humanos”.

“Es la ciencia de la moralidad de los actos humanos”.

De esta manera, ética es:

Ciencia: porque consiste en un conocimiento causal, con un objeto universal y necesario.

Filosófica: porque demuestra, no muestra, y se ocupa de realidades inmateriales: va de lo observable a lo


no observable, de lo sensible a lo inteligible.

Práctica: porque conoce para dirigir regular y normar los actos humanos en la perspectiva del bien, de tal
manera que tiene una finalidad práctica y no teórica: conocer para dirigir la acción y no conocer por conocer.

Su objeto material: actos humanos, libre, voluntarios.

Su objeto formal: moralidad de los actos humanos.

FILOLOGÍA:
•• -Ética y moral: la palabra ética viene del griego ethos que se traduce como costumbre. Al
traducir esta palabra al latín, aparece mos-moris, que es costumbre o hábito. De esta manera,
etimológicamente son lo mismo, pero hay una distinción:

a. Karl Runner dice en su obra Escritos teológicos que la palabra moral la reservamos para la
religión y la teología (un saber de fe o de creencia). Por ejemplo, hay una moral musulmana,
no una ética musulmana; una moral católica, no una ética católica.
Cuando hablemos de Ética vamos a partir del supuesto de que nos estamos refiriendo a una
reflexión racional o filosófica de los valores.
Santo Tomás de Aquino dice que las palabras vienen a designar lo que las palabras dicen en su 8
época, lo que la gente entiende.

b. Hoy, en el siglo XX hay una tendencia a distinguir entre moral y ética en el uso común.
Cuando se usa en ese sentido vamos a entender entonces:
Moral: ciencia de los actos humanos y del bien, por lo tanto, de los principios universales. Es la ciencia filo-
sófico-práctica que tiene por objeto de estudio la moralidad de los actos humanos.

Ética: tiene un sentido más restringido, ya que designaría la aplicación de los principios morales a las dis-

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tintas actividades humanas.

Se define por su objeto no por su método. Van a aparecer espontáneamente distintas disciplinas éticas.
Ejemplo: si los aplico los conceptos morales a la medicina me da lo que se llama ética médica, al periodismo,
ética periodística, etc.

La Ética está fundada en el respeto que se le debe a la libertad humana. El hombre posee una dignidad invio-
lable que debe ser reconocida y respetada. Este precisamente es el fundamento de la Ética personal y social.

Cuando digo que la persona es sacrificable, entonces estoy en otra ética.

Cuando hablamos del fin último hay que diferenciar entre dos perspectivas:

Perspectiva de derecho: el fin último es uno y es Dios.

Perspectiva de hecho: son varios depende de cada persona (Dios, la moral, el poder).

La moralidad de un acto se determina de acuerdo al fin último del hombre. Siempre será moralmente malo el
acto que se aleja del fin último. No todos los hombres logran identificar el fin último verdadero, que es Dios.

1. La estructura “psicológica” del acto humano.


Actos del hombre y actos humanos.
Digamos en primer lugar que una disciplina siempre se define por su objeto formal, no material, ya que
pueden coincidir muchas ciencias en un mismo objeto material, que es el ámbito de reflexión de las cien-
cias; en cambio, el objeto formal se refiere a la perspectiva a partir de la cual se aborda el objeto material,
que es distinto para cada ciencia. Por ello que el objeto material de la Ética son exclusivamente los actos
humanos y no los del hombre.

Los Actos Humanos son los voluntarios o libres, en cambio los Actos del Hombre son aquellos que, ocurrien-
do en el hombre, no son voluntarios y, por lo mismo, amorales o extra morales. Por ejemplo, el bostezo, la
respiración, la circulación de la sangre, etc.

Los actos libres son buenos o malos, la bondad o maldad de los actos es lo que se llama “moralidad del acto”.

De este modo:

•• Objeto material de la Ética: son los actos humanos.

•• Objeto formal de la Ética: la moralidad de los actos humanos (buenos o malos).

Ejemplo: las relaciones sexuales son actos humanos, porque son libres y voluntarias. 9

Entonces:

La ética estudia los actos humanos, pues son estos los que el hombre puede modificar para dirigirse hacia su
fin último; e involucran las potencias, o capacidades, involucradas en su plenitud (inteligencia y voluntad).
La noción filosófica de voluntario.
Facultad de querer o amar, nace de la inteligencia y es una facultad espiritual que tiene por objeto el bien
universal. La voluntad es la inclinación que sigue al entendimiento (apetito racional). Puede seguir a un

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bien natural, sensitivo (ej. apetito concupiscible: bien deleitable y placentero). El apetito sensitivo está en
los animales más desarrollados y en el hombre se llaman pasiones del alma como la alegría, ira o rencor) y
a uno intelectivo que es el apetito racional.

La raíz ontológica de la voluntad está en el entendimiento. No puede haber voluntad sin entendimiento:
no se puede querer lo que no se conoce. Como el hombre es un animal racional, tiene voluntad y libertad.

La voluntad tiene como objeto el bien universal, por lo tanto, ante cualquier bien particular la voluntad es
libre, uno no está obligado a elegir un determinado bien particular. En el fondo yo soy libre porque mi vo-
luntad está determinada al bien universal. La libertad nace de esta ordenación natural que es la voluntad,
capacidad de elegir alternativas. La libertad nace de la voluntad orientada a un bien universal.

Voluntad es un apetito racional, una inclinación, nace de la inteligencia. De este modo, la voluntad opera
en el ámbito del obrar y la inteligencia en el ámbito de la especificación.

Es decir, la inteligencia le muestra el bien a la voluntad y la mueve a actuar. No hay voluntad despegada de
la inteligencia y vice-versa. Ambas se necesitan.

2. La moralidad de los actos humanos.


Las fuentes o raíces de la moralidad.
Las fuentes de la moralidad (dimensión objetiva) y la conciencia moral (dimensión subjetiva) son dos caras
de la misma moneda.

¿Cómo se determina la moralidad de un acto humano?

La moralidad es la propiedad intrínseca de todo acto humano, que lo hace bueno o malo según su fin.

¿Cuáles son los actos humanos? Son los actos voluntarios o “libres”. Por ejemplo: no un bostezo, ni la diges-
tión, en tanto que serían actos del hombre, que no son del interés de la ética.

La moralidad tiene tres fuentes:


I. Objeto (finis operis): El fin de la obra o acto.

Es lo más importante porque es aquello que hace que un acto humano sea bueno o malo intrínsecamente.
Es la especie moral del acto. Hay actos por lo tanto intrínsecamente buenos o malos. Al situarse al lado del
objeto, se está haciendo en relación con la ley natural: el objeto se toma siempre con relación a la ley natural
y no en relación con mi particular manera de apreciarlo (por eso la moral es objetiva).

Nadie ni nada puede modificar la especie moral de un acto: un objeto malo no puede ser cambiado nunca
bajo ningún fin ni circunstancia. Ejemplo: la generosidad siempre es buena, la envidia siempre es mala. La
mentira siempre es mala, decir la verdad siempre es bueno, matar a un inocente siempre es malo. 10

Al estar tomado de la ley natural, el objeto siempre es bueno o malo, no depende de las circunstancias.

II. Fin (del sujeto, finis operandis):


Fin del sujeto que realiza el acto, es la intención.

Tiene que ver con el agente que va a realizar la acción: lo que éste quiere lograr por medio de la acción
realizada. Aquí se pone atención en la intención del que obra. El fin no cambia la especie moral del acto u

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objeto; así, un agente no puede hacer que un acto malo se transforme en un acto bueno. Ejemplo: la men-
tira piadosa, mi fin puede ser bueno, pero el objeto es malo. Robar por necesidad, etc. Ahora bien, si mi
intención es mala, el acto será malo, aunque desde el punto de vista del objeto sea bueno. Ejemplo: realizar
un acto de caridad para beneficio propio. El fin siendo menos importante que el objeto puede modificar la
moralidad del acto, pero no su objeto o la estructura del acto.

III. Circunstancias: los medios por los que el acto se lleva a cabo. Es el fin realizándose.

Son ciertos elementos que modifican accidentalmente el orden moral, pueden atenuar o disminuir un acto
realizado. En el fondo, aminoran o agravan la falta o aumentan la bondad del acto, pero no modifican la
calidad del acto:

a. Cualidad de la persona que ejerce el acto: distinto que robe un carabinero que un pobre.

b. Cualidad y cantidad del objeto: no es lo mismo robar un banco que una panadería.

c. Lugar donde se realiza la acción: distinto robar una Iglesia que una casa.

d. Medios que se utilizan: distinto un robo en la vía pública lanzazo que asalto a mano armada.

e. Modo cómo se realiza la acción: distinto planear un asesinato que matar por locura.

f. Cantidad y cualidad de tiempo: distinto pegar una vez, que todos los días.

g. Motivo por el cual se actúa: distinto hacer caridad para beneficio propio que hacerlo para
ganar votos en una elección.

Ejemplo: ayudar a mi enemigo es más noble que al amigo; cometer una injusticia con un injusto no hace que
ese acto sea moralmente bueno; y pagar infidelidad con infidelidad, también es malo.

Si alguno de estos elementos se opone a la ley natural, la acción es mala. Algo es bueno por tener toda la
perfección debida.

Lo que menos importa son las circunstancias y lo que más importa es el objeto.

3. La conciencia moral.
Conciencia significa darse cuenta de algo. Entonces, si decimos que la conciencia es darse cuenta, debemos
decir que es una actividad intelectual: no es una facultad, porque la persona humana solo tiene 2 facultades:
la inteligencia y la voluntad. Si la conciencia fuera un acto de la voluntad y no de la inteligencia seria ciega
11
porque la voluntad no sabe, sino que se inclina al bien que le presenta la inteligencia.

La inteligencia humana puede ejercer una función teórica y una práctica:

Si la conciencia es un acto de la razón teórica estamos hablando de una conciencia psicológica. Lo primero
que conoce el entendimiento humano es el ente, pero al mismo tiempo pude conocer su propio yo y su
propio acto de conocer. Esto es la reflexividad: volver la mirada sobre sí mismo. El hombre conoce y se da
cuenta de que está conociendo. Yo me doy cuenta de que existo, que soy único e irrepetible. Es un acto
contemplativo. La conciencia histórica también pertenece a la razón teórica, el hombre tiene conciencia de
que ha sido, es y será. El tiempo existe en la conciencia, en el entendimiento humano y no se puede medir,
pues el pasado ya fue y el futuro todavía no es y el presente es un instante, que se escapa fugazmente. Así,

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San Agustín señala que hay 3 dimensiones del tiempo:

•• Presente de las cosas pasadas: memoria

•• Presente de las cosas presentes: visión

•• Presente de las cosas futuras: expectación

El hombre es el único sujeto histórico, que tiene conciencia de ser en el tiempo (la piedra, aunque permanece
en el tiempo no tiene conciencia histórica).

•• • Si la conciencia es un acto de la razón práctica estamos hablando de la conciencia moral


(Santo Tomás). Consiste en emitir un juicio singular aplicando principios universales, sobre
un acto libre que yo realizo.

De este modo, la conciencia moral es el juicio del intelecto práctico, que, a partir de la ley natural determina
la maldad o bondad de un acto. La conciencia moral juzga los actos a partir de la ley natural, cuyo primer
principio es hacer el bien y evitar el mal. Para ello, uso todo lo que sé pre-conceptualmente y conceptual-
mente. Lo que yo sé lo tengo por ley natural. Esto es la sindéresis, primer principio de la conciencia moral.
No es una norma, es anterior a la norma y las normas morales dependen de ella. Si no hay sindéresis no hay
conciencia moral. La sindéresis se basa en la ley natural, por eso la ética no es exterior al hombre sino interior.

La conciencia es una voz interior y nada más, no dice qué debo hacer porque eso lo dicta la prudencia. De
esta manera, se da:

•• • Juicio de conciencia: determina la moralidad del acto. (Actuar contra la conciencia es inmoral).

•• • Juicio de prudencia: determina cómo debo realizar el acto. La prudencia sigue a la conciencia.

Así, se da un juicio de conciencia que es un juicio de la razón práctica, como una suerte de voz interior acerca
de un acto que he realizado, estoy realizando o realizaré. Sólo señala lo que es bueno o malo y mientras
más formada esté la conciencia, más apropiado será el juicio realizado.

La conciencia no requiere de virtud, pues tan sólo determina la moralidad del acto humano. En cambio, la
prudencia es la que me dice lo que tengo que hacer. Es la única virtud intelectual y moral, que supone tres
actos distintos:

•• • Deliberación (acto de la razón práctica), pedir consejos, indagar en la memoria;

•• • Juicio o elección de una de las alternativas; e


12
•• • Imperio, que es la acción: hazlo o evítalo.

La prudencia puede ser de 3 tipos:

a. personal (mira el bien personal)

b. familiar (mira el bien de los hijos y el cónyuge)

c. colectiva (mira el bien común)


El juicio de la conciencia se encuentra en cuatro planos:

•• • En relación con la conformidad a la ley natural se distingue entre:

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a. Conciencia verdadera, si coincide con lo que la ley natural.

b. Conciencia errónea (falsa), si no coincide con la ley natural.

•• • En relación con la responsabilidad (dictamen de la razón práctica) se distingue entre: (en el


fondo tiene que ver con si se ajusta al juicio de la conciencia):

a. Conciencia recta, si se ajusta al dictamen de la razón.

b. Conciencia torcida, si no se ajusta.

La ley natural es anterior a la conciencia, sin ella no podríamos emitir juicios. La ley natural se conoce
pre-conceptualmente y conceptualmente. La única vez que actúo moralmente bien es cuando tengo una
conciencia recta y verdadera, esto es un acto prudente.

La falsedad de mi conciencia depende del error y la ignorancia y este error puede ser culpable o no, vo-
luntario o involuntario. La conciencia verdadera debe respetar las leyes naturales que están inscritas en la
esencia humana y en segundo lugar en la conciencia moral. La conciencia torcida no responde al dictamen
de la conciencia, mientras que la recta sí responde a este dictamen.

Ejemplos:

•• • Conciencia verdadera y recta:

Sé que es bueno conforme a la ley natural y sigo el dictamen de la conciencia.

•• • Conciencia verdadera y torcida:

Sé que es bueno conforme a Ley Natural, pero no sigo el dictamen de mi conciencia. Cuando yo sé que una
cosa está mal e igual la hago, es una conciencia verdadera y torcida.

•• • Conciencia falsa y recta:

Por error o ignorancia no sé lo que es bueno conforme a la Ley Natural, y sigo el dictamen de mi conciencia.
Ello no hace al acto moralmente bueno, sino que lo hace simplemente EXCUSABLE.

Es lo que también se conoce como ignorancia invencible.

•• • Conciencia falsa y torcida:

No sé lo que es bueno y tampoco actúo conforme al dictamen de mi conciencia. 13


Al reiterar un acto malo la conciencia se va oscureciendo.
4. Principios interiores de los actos humanos: hábitos y virtudes.

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“El hombre es un ser libre llamado a la conquista de su libertad interior, a través de las virtudes morales”
(Maritain).

Esto se logra por medio de las virtudes y hábitos. La virtud es un habitus, palabra que dice relación con la
libertad. El hombre se hace más o menos persona a través de los hábitos: el hombre se puede degradar o
enaltecer como persona por medio de sus hábitos.

El sujeto del hábito son las potencias del alma (inteligencia y voluntad).

De aquí viene la diferencia entre hábito y virtud, pues la virtud es un habitus operativo, quiere decir que
afecta a una de las operaciones del ser.

Los hábitos son disposiciones permanentes, difíciles de mover o quitar una vez que se han adquirido. Las
virtudes son habitus operativos buenos que regulan las pasiones y potencias del alma y perfeccionan el actuar
libre humano. Si fuera un hábito operativo malo estamos hablando de un vicio. Si no se desarrolla la virtud,
se desarrolla lo opuesto. Una persona es o no virtuosa, no hay puntos medios. Hay que distinguir entre:

a. virtudes intelectuales (razón teórica): Sabiduría.

b. virtudes morales (de la razón práctica): Prudencia.

c. virtudes artísticas (de la razón poiética): Tocar guitarra.

d. virtudes teologales (se reciben no se adquieren): Fe, esperanza, caridad.

Según Aristóteles, la virtud moral se define como “el habitus electivo que consiste en un término medio
relativo a nosotros, determinado por la razón (práctica) y aquella por la cual decidirá el hombre prudente”.
De esta forma la virtud siempre estará en el justo medio entre 2 extremos opuestos, es decir, la misma
distancia entre un exceso y un defecto.

Sin embargo, hay dos justos medios:

I. absoluto: Dice relación con la cosa misma o con la virtud misma.

II. relativo: Dice relación con una persona, alguien que aprecia ese justo medio y que se encuentra en
distintas circunstancias de otra. Ejemplo: hay cosas que en un país son justas, pero en otro no. Por lo
tanto, el justo medio nunca es el mismo para uno y para otro.

En cada persona hay una variedad de circunstancias que uno no conoce (temperamento, historia de vida,
familia, país, etc.). Por lo tanto, para determinar las virtudes hay que mirar al hombre en circunstancia.
Cuando se instala la virtud lo hace en potencia y eso hace que mi acto sea más bueno. La virtud cualifica la 14
potencia y la virtud moral cualifica la rectitud de la voluntad.

Ejemplo:

La gracia cualifica la inteligencia.

La caridad cualifica la humildad.

La esperanza cualifica las dos.


1. Virtudes cardinales:
Son fruto de la costumbre, pues se adquieren con actos reiterativos, con sacrificio personal o con un solo
acto de gran intensidad, por eso es tan difícil de adquirirlas. Es difícil adquirirlas porque uno se violenta

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consigo mismo. Orientan y dirigen toda la vida humana y sostienen a las demás virtudes. Incluso no son
perfectas si se carece de una, se perjudica a las otras:

Hay 4 virtudes morales a las que se les llama cardinales porque son el eje de la vida moral.

a) Prudencia

Es la más importante de las virtudes cardinales, virtud timón. Por sobre ella sólo está la amistad (según Santo
Tomás es la más importante). La prudencia es la recta medida del obrar humano. Es una virtud intelectual
y moral al mismo tiempo, por eso es la única virtud absolutamente original.

Supone tres actos diferentes:

I. Deliberación: acto intelectual de la razón práctica. ¿Qué debo hacer?

•• • Acudo a mi memoria, recuerdo experiencias pasadas.

•• • Consejo, preguntarles a otros que me puedan iluminar. El que no escucha a otros es imprudente.

•• • Mirar hacia delante, colocarme en los escenarios posibles y elegir los medios.

II. juicio, judicium: elijo una de las alternativas. Este acto también pertenece al intelecto.

III. imperio, imperium: se traduce en la acción. “Hazlo”, en el sentido de hacerlo o evitarlo. Aquí entra la
voluntad.

Cuando la prudencia dice hazlo y uno no lo hace, es un acto inmoral. Es un juicio interior que inclina a la
inteligencia a juzgar de acuerdo con la ley natural, al igual que el juicio de conciencia. En el de prudencia yo
me pregunto qué es lo que debo hacer, está más próximo a la acción, por ello algunos moralistas piensan
que el juicio de la prudencia coincide con el de una conciencia recta y verdadera.

b) Fortaleza

Regula las pasiones del apetito irascible (no las suprime). Su objeto es el bien arduo y difícil de conseguir.
Modera el temor, según el dictamen de la prudencia: debe buscar el justo medio entre exceso y ausencia de
temor, porque el exceso inhibe las obras buenas y la ausencia total de temor es peligrosa porque no pone
límites. Actos propios de la fortaleza: agredir (no tener temor) y resistir (controlarse).

c) Templanza

Virtud que abarca a todas las otras y requiere de ellas. Regula las pasiones del apetito concupiscible: la sa-
tisfacción, los instintos y sentidos, pues es el apetito que tiende al bien placentero. Su objeto es moderar los 15
placeres corporales según la recta razón. Moderar el bien deleitable. Ejemplo: odio, deseo, amor y aversión.
La templanza y la fortaleza son virtudes de la disciplina personal. Actualmente, la cultura es hedonista y
erótica, satura visualmente exacerbando el apetito concupiscible por eso es difícil desarrollar la templanza.
Esta virtud evita que el hombre se someta sólo a lo material.

d) Justicia

Es la virtud social por excelencia: constante y perpetua voluntad (habitus operativo bueno) de dar a cada
uno lo suyo o lo que le corresponde. Regula las relaciones entre los hombres, pues da a cada uno lo que
le es debido. Lo que está por encima de la justicia son las relaciones de amor y de amistad. La ausencia de
justicia más que cualquier otra virtud afecta a los hombres. Se puede aceptar otras carencias, pero no la

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injusticia porque es una virtud social.

2. Virtudes Teologales
Se diferencian de las virtudes morales porque son infusas, infundidas por Dios a través del
bautismo.
a) Fe

Es la adhesión a Dios, la cual se pierde por herejía y apostasía: negar una de las verdades de fe. Después de
la muerte desaparece, pues se transforma por la visión beatífica.

b) Esperanza

Es esperar en Dios todo cuanto necesitamos y amamos en nuestra vida. No permanece después de la muerte,
pues en el cielo no se necesita.

c) Caridad

Es la amistad con Dios y es la única que permanece luego de la muerte. La gracia y la caridad se pierden por
un pecado grave o mortal, pero se recuperan con la penitencia.

3. Virtudes Intelectuales
Fruto de la experiencia y el tiempo. Cualifican una facultad del alma que se llama inteligencia. Son aquellas
5 virtudes por las cuales el alma alcanza la verdad:

a) Ciencia.

Es un hábito demostrativo, del cual es parte la inducción. Es una virtud que apunta a las cosas que necesa-
riamente son de una manera. Es primera y fundamentalmente una perfección del sujeto cognoscente. El
sujeto adquiere algo que no tenía y, como es una perfección del sujeto cognoscente, no todos la poseen.

b) Sabiduría.

Es la intuición y ciencia de las cosas más ilustres por naturaleza. Otorga felicidad y hace dichoso al hombre
por hábito y acto. Son tres: filosofía, teología y mística.

c) Intuición.

Es de los límites de los cuales no hay razón. Aprehende los principios inmutables y primeros en las
demostraciones.

d) Arte.
16
Pertenece al ámbito el hacer. Es un hábito productivo acompañado de razón verdadera.

e) Prudencia.

Pertenece al ámbito del obrar, por el cual se perfecciona el sujeto que actúa. Versa sobre hechos particulares
que se conocen por experiencia. Es percepción sensible.

El prudente puede deliberar bien sobre las cosas humanas. No es ciencia ni arte, pues no apunta a las cosas
que son necesariamente de una manera y porque el ámbito del hacer es distinto del ámbito del obrar.
Entonces, es un hábito práctico verdadero sobre las cosas buenas y malas para el hombre. Pertenece a la
parte del alma que es para la doxa. Tiene por objeto las cosas humanas sobre las que puede deliberar. Así, es

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la recta razón del obrar y es la virtud rectora de las virtudes morales. El prudente es el sabio en el ámbito de
la razón práctica, pues es práctica e intelectual, y el metafísico es el sabio en el ámbito de la razón teórica.

Consideraciones finales sobre la virtud.


Estudiosos de Aristóteles (Aubenque, 2006; Varela, 2013; Nussbaum, 2010) reconocen que el examen de
las virtudes sirve no solo como punto de partida para plantear ciertas preguntas básicas sobre la naturaleza
propia de la virtud en cuanto tal. Por ello recordemos que ya en Sócrates de Platón, la cuestión de la virtud
está abordada desde distintos núcleos problemáticos; así encontramos que la utilidad de la virtud para el
individuo como para la sociedad como sentencia la voz de Sócrates es primordial (Apología, 30 ab).

En ello surgen las preguntas acerca de las cuestiones fundamentales de aquel principio, en cuanto a su
identidad, ¿Qué es la virtud? y ¿Cómo puede ser enseñada la virtud?

Vemos que los dialogantes en su relato se proponen típicamente la búsqueda de una definición de virtud,
pero más allá de aceptar una definición clara, Sócrates habla de la ‘propiedad de la virtud’ y de lo ‘enseñable’
de la virtud, en cuanto παιδεια. Esta consideración debería ser radical para nuestro proyecto en cuanto
pretendemos establecer desde el marco teórico, precisamente-, al asumir las relaciones laborales, nuestra
propuesta parecida a una paideia que proponga relaciones positivas intra laborales desde una relación virtuosa.

Siguiendo el relato platónico, y fundamento para Aristóteles, la llega a entender como: “un poder de ase-
gurar las cosas buenas”. Y que el deseo de tener cosas buenas, implica ‘poder’ obtener esas cosas buenas
(Menón 86b-100b).

Esto se trata, en el contexto de la propia educación, fundamento de la vida política, la formación en la virtud
(Laques; Protágoras). Con ello, la naturaleza de la areté, la virtus essendi, dice relación con ‘el mejor modo
de vida’ para el hombre, y su relación mediada en la comunidad.

Aristóteles entendía que la virtud en su estructura mental -en general-, como aquella condición de una cosa
que le permite realizar bien cierta determinada tarea. Dada que esta descripción respondía al sentido griego
antiguo del término areté, en cuanto un poder de excelencia funcional, la praxis que se remite a la acción.

Por ello, Aristóteles en la Ética Nicomáquea viene en plantear que: “decir que una persona es buena quiere
decir que sobresale en su función: que razona bien; que vive de acuerdo a la razón. Y cuando las cosas en
general sobresalen en su función son llamadas virtuosas (areté)” (EN, L. I).

Entiende, entonces que la virtud es una disposición que implica comportarse de manera correcta. Cuando
una persona es valiente, no solo muestra confianza enfrentando el peligro, sino que piensa que el coraje
es bueno y su conducta mostrando la valentía lo hace feliz. En este sentido, sería un relato que implica
vivir una buena vida. Desarrollar ciertas capacidades implicaría una madurez o una energeia en favor de la
construcción de una mejor vida, la vida buena. 17

En general, Aristóteles establece una equivalencia entre el bien, la bondad moral, la virtud, la felicidad (en
cuanto eudaimonia), el bienestar y el éxito (de resultados positivos). Específicamente, “lo bueno para el
hombre es una actividad del alma de acuerdo con la virtud, o si hay más de un tipo de virtud, de acuerdo
con el mejor tipo y el más alto” (EN, L. I).

Puesto que: “la virtud es una disposición de propósito, reside en un medio que es relativo a nosotros y es
determinada por un principio racional, por el cual el hombre prudente lo determinaría”, entonces, la virtud
moral -que concierne al ámbito de la acción y pasión- queda entendida como un estado del carácter ad-
quirido por el hábito. Que es una habilidad adquirida cuyos componentes están naturalmente en nosotros.
La aprehendemos ejercitándonos, ergo, la virtud es una cuestión de un saber, en cuanto haciendo de un

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saber hacer. Se trata de hacer el bien y lo mejor, en relación a los bienes del alma conforme a las virtudes
(EN, 1098b12-16).

En la estructura mental de la ética aristotélica, la virtud se refiere a aquellas cualidades de mente y carácter
que contribuyen a la realización de tareas particulares o al cumplimiento de objetivos determinados. Pues,
el filósofo distingue dos tipos de virtudes humanas:

Una virtud moral; que rige acciones y emociones. Siendo un rasgo del carácter adquirido mediante el hábito,
implica la elección y se realiza de acuerdo a la recta razón (EN, Lib. II.III).

Una virtud intelectual; que rige el pensamiento y que viene dada de la enseñanza y se ejerce tanto en el
juicio práctico como en la contemplación teórica.

Esta distinción, sin embargo, es considerada confusa, porque las virtudes morales implican en su esencia el
ejercicio de la razón, y a su vez, la excelencia de la razón depende del cultivo de las virtudes del carácter.
Por lo que la excelencia de la acción está supeditada a la razón adecuada. Con ello en la praxis siempre se
requiere del ejercicio de un ‘saber hacer’, que implica la capacidad para comprender realmente las circuns-
tancias en su contexto, en cuanto las acciones han sido mediadas por el entendimiento.

Aristóteles destacó con claridad en su corpus cuales considera virtudes morales, entre ellas: el coraje, la
templanza, la generosidad, la liberalidad, la magnanimidad y la justicia. La justicia como un fundamento del
ideal del ciudadano, para el logro de la vida buena mediante la amistad cívica, y con ello como fin para el
mejor tipo de ciudad.

En Ética Nicomáquea, el relato es que la felicidad es equivalente a la vida virtuosa, pero que ésta se puede
buscar tanto en los individuos como en la ciudad. Así, en Política, surge la pregunta sobre si la felicidad o
virtud del individuo es la misma que de la ciudad, pues en ella los hombres muestran quienes son (Política,
VII 1323b, 24-33).

Así, las virtudes éticas son presentadas en el entramado de la teoría ética de Aristóteles como hábitos
subjetivos adquiridos por habitualidad que configuran el carácter del agente de la acción. Estos hábitos
se imprimen en la parte desiderativa del alma a la manera de ‘racionalización del deseo’, de modo tal que
regulan las decisiones y las acciones de los agentes prácticos con relación a los placeres y dolores.

Pero la virtud ética se presenta también bajo otro aspecto: quien la ha adquirido puede ver con claridad
el principio o fin de la acción moralmente correcta. Y esto es posible porque la virtud ética es ella misma
una interiorización de principios prácticos universales o ‘fines últimos’ de la praxis, que es la acción, donde
precisamente radicaliza la felicidad el individuo y la sociedad en cuando forma parte de una comunidad,
pero no cualquier comunidad sino la comunidad política. Ambos aspectos, en cuanto el de ser hábitos y el
de remitir a principios práctico, son aspectos o caras de una misma moneda.
18
A diferencia de otras éticas que piensan los principios como representaciones de una conciencia moral, la
ética aristotélica piensa principios éticos como hábitos del carácter. Esto significa que en este sentido se
comprende eso de que la ética aristotélica incluya en su entramado una psicología moral.

Por tanto, las virtudes éticas descritas en la estructura de sus tratados aparecen como un referente último
normativo y axiológico de las acciones humanas en cuanto deben ser correctas moralmente, cuyo objetivo
es la vida buena del ser humano y su relación con los Otros en cuanto integra la comunidad.
Las virtudes éticas, entendidas como los fines éticos últimos de las acciones, encierran contenidos normativos
en la forma de principios prácticos que orientan las acciones humanas en general, para los planteamientos
metales de cómo vivir bien.

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Puesto que no basta conocer de manera simple y normada estos principios para actuar en consonancia
con ellos, recordemos como objeta Aristóteles a Sócrates-, sino que es necesario que sean deseados, para
lo cual hay que disponer o habituar la subjetividad por una educación de carácter moral, con el objetivo de
invitar al sujeto hacia esos fines axiológicos (EN, 1144b).

La necesidad de adquirir hábitos para alcanzar la vida buena, es el fundamento del relato de una educación
prudente en el individuo que desea ser feliz, cuyos fines reflejados en la acción vienen o emanan de la razón
que invita mediante su descripción al agente a acciones en un relato virtuoso, porque ya lo ha concebido
en su logos, actuará virtuosamente.

Aristóteles conceptualiza la virtud ética, como sostiene-, en un hábito o manera de ser adquirido, como
consistente y relativo al agente de la acción y determinado por la razón del hombre prudente (EN.
1106b35-1107a2/1115b20).

La felicidad y las virtudes representan bienes o fines de las acciones humanas. Diferencia en que la felicidad
por un lado es elegida únicamente a causa de ella misma y nunca por otra cosa. Las virtudes son perse-
guidas por sí mismas, también por otra cosa que es la felicidad (EN. 1176b 4-6). Por lo tanto, las virtudes
tienen referencia inmediata y necesaria a la felicidad, por lo cual, se plantea su contribución a la vida feliz,
un estado del alma, en cuanto al mejor modo de vida.

En EN. 1106a14, a la pregunta sobre qué es la virtud, responde, que es un ‘estado o disposición’ referido a
la elección, que consiste esencialmente en la observancia de una medianía relativa a nosotros determinada
por una regla, tal como la determinaría un hombre prudente.

La virtud entonces es un estado, no es una emoción o una potencialidad, sino una disposición estable del
carácter, adquirido ‘gradualmente’ a través de la práctica persistente de las acciones moralmente buenas,
así las virtudes se aprehenden, dado que la acción implica la praxis de vivir bien (EE I, 1214a 30b5 – 3,
1095b 14-19).

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